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CLASIFICACIONES

BIENES CORPORALES E INCORPORALES

Según que las cosas puedan percibirse o no por los sentidos:

“Los bienes consisten en cosas corporales o incorporales.


Corporales son las que tienen un ser real y pueden ser percibidas
con los sentidos, como una casa, un libro.
I ncorporales las que consisten en meros derechos, como los
créditos, y las servidumbres activas” (art. 565).

Bienes incorporales

Según el Código “son derechos reales o personales” (art. 576).

1. Derechos reales

Son aquellos que se tienen sobre una cosa sin respecto a


determinada persona (art. 577). Se concibe como una relación persona-
cosa, inmediata, absoluta; un derecho en la cosa (jus in re). Puede
entenderse como un “poder” o “señorío” que tiene un sujeto sobre una
cosa. Cuando ese poder es completo, total, se está en presencia del
derecho real máximo, el dominio; pero puede ser parcial, incompleto, como
en los demás derechos reales (usufructo, prenda, hipoteca). El titular es
una persona, pero puede también ser varias (como en la copropiedad).

El contenido de los distintos derechos reales conduce a agruparlos


en derechos reales de goce y garantía.

Los derechos reales de goce permiten la utilización directa de la cosa


(uso, percepción de frutos). El primero de ellos, el más completo, es el
dominio; junto a él están otros derechos reales de goce, con facultades
limitadas (usufructo, uso, servidumbre).

Los derechos reales de garantía permiten utilizar la cosa


indirectamente, por su valor de cambio; contienen la facultad de lograr,
con el auxilio de la justicia, su enajenación para obtener con el producto
una prestación incumplida (prenda, hipoteca).

Considerando el particular contenido del dominio, puede observarse


también que por un lado se encuentra éste, y por otro los demás derechos
reales, que se han denominado “derechos reales en cosa ajena” o
“derechos reales limitados”.
Los derechos personales, por sus caracteres, son infinitos, tantos
cuantos los particulares acuerden, con las modalidades que impriman sus
convenios. Los derechos reales, por su contenido absoluto y directo sobre
las cosas, los establece la ley (numerus clausus). Los Códigos Civiles
generalmente efectúan una enumeración de los que se han de tener como
derechos reales. Nuestro Código los enumera en el art. 577: dominio,
herencia, usufructo, uso o habitación, servidumbres activas, prendas e
hipotecas. Ello, sin duda, no puede impedir que otros textos legales
establezcan otros; desde luego casi a continuación de aquel precepto, el
Código menciona uno más: el derecho de censo (art. 579). Deben
señalarse, además, los denominados “derechos reales administrativos” que
consagran algunos textos legales nacionales como el derecho de
aprovechamiento de aguas (arts. 5º y 6º del Código de Aguas), el del
concesionario.

Nuestra doctrina en forma general no acepta la posibilidad de que


los particulares puedan crear derechos reales; la razón más frecuentemente
mencionada es el carácter de orden público que tienen las normas sobre
organización de la propiedad, entre las que se encuentran las relativas a
derechos reales, lo que resta aplicación a la voluntad de los particulares.

2. Derechos personales

Son aquellos que sólo pueden reclamarse de ciertas personas que,


a) por un hecho suyo (como el que tiene el prestamista contra su deudor
por el dinero prestado) o b) por la sola disposición de la ley (como el que
tiene el hijo contra el padre por alimentos), han contraído las obligaciones
correlativas (art. 578). Un acreedor, un deudor y una prestación (dar, hacer
no hacer) constituyen los elementos de la relación. El acreedor tiene el
derecho a exigir al deudor la prestación y el deudor la obligación de
efectuarla al acreedor.

Paralelo entre los derechos reales y personales

1. El número de derechos reales es limitado. No hay otros derechos


reales que los que la ley determina. El número de derechos personales es
ilimitado. Hay tantos derechos personales como relaciones jurídicas puedan
crearse;

2. En el derecho real hay sólo dos elementos, el sujeto activo y el objeto


del derecho. En el derecho personal hay tres elementos, el acreedor, el
deudor y el objeto;

3. El titular del derecho real se aprovecha “directamente” de la cosa


objeto del derecho o de la utilidad que éste pueda proporcionar. La relación
entre el titular del derecho personal (acreedor) y la cosa es indirecta, es a
través del deudor;
4. El derecho real dado que se ejerce directamente en la cosa, sin
consideración a determinada persona, es absoluto, existe respecto de
todos, y las acciones que de él nacen, acciones reales, pueden ejercitarse
contra cualquiera persona. El derecho personal es relativo, sólo existe
respecto de la persona que se halla obligada a la prestación o abstención.
La acción que nace del derecho personal, acción personal, no podrá
ejercerse, llegado el caso, sino contra el deudor, persona determinada y
conocida de antemano, que ha contraído la obligación correlativa al
derecho.

BIENES MUEBLES E INMUEBLES

Esta clasificación es aplicable tanto a los bienes corporales como a


los incorporales (art. 566 y 580). Lo que sigue está referido
fundamentalmente a los corporales.

“Las cosas corporales se dividen en muebles e inmuebles” (art. 566).

Nacida en el Derecho Romano, esta clasificación fue paulatinamente


adquiriendo importancia, hasta transformarse en una de las fundamentales,
si no en la más importante, de las clasificaciones de los bienes; la
naturaleza y el rol económico distinto imponen diversidad de normas en
muchas materias.

Por mucho tiempo, y hasta la llegada del desarrollo industrial los


inmuebles, el suelo, constituían el bien económico por excelencia,
representantes de poder y prestigio; desde entonces ha quedado
establecida para ellos una especial protección, recogida en las
codificaciones.

El advenimiento del progreso de la industria ha originado, sin


embargo, la producción de muchos bienes muebles cuyo valor puede
superar el de inmuebles.

Importancia de la clasificación

En derecho positivo son innumerables las disposiciones que


establecen la diferencia; la mayoría de las cuales constituyan protección
para los inmuebles:

1. La venta de bienes raíces es solemne, requiere escritura pública,


mientras que la de muebles es simplemente consensual (art. 1801);
2. La tradición de los inmuebles se efectúa por la inscripción del título
en el Registro del Conservador de Bienes Raíces (art. 686); la de los
muebles se efectúa por la entrega material o simbólica (art. 684);

3. Para ganar por prescripción ordinaria el dominio de inmuebles es


necesario poseerlos por un plazo (cinco años) mayor que el exigido para
los muebles (dos años) (art. 2.508);

4. Cuando se transmiten inmuebles por sucesión por causa de muerte,


para que los herederos puedan disponer de ellos es necesario cumplir
ciertas diligencias que no se exigen tratándose de muebles (art. 688);

5. En las reglas de la sociedad conyugal se establece que los inmuebles


que se hayan aportado o que los cónyuges adquieren durante el
matrimonio a título gratuito, pertenecen al haber del respectivo cónyuge,
en tanto que los muebles que los cónyuges aportan o adquieren a cualquier
título durante el matrimonio, forman parte del haber social (arts. 1725 y
ss.);

6. La acción rescisoria por lesión enorme procede sólo en la venta o


permuta de inmuebles (art. 1891);

7. La enajenación de inmuebles del hijo o pupilo debe efectuarse con


ciertas formalidades, previo decreto judicial y en el caso del pupilo se
requiere además pública subasta (arts. 254, 393 y 394);

8. Tratándose de cauciones reales, se establecen dos instituciones


diferentes, la prenda y la hipoteca, según la garantía sea un mueble o un
inmueble (arts. 2384 y 2407);

9. La competencia de los tribunales es distinta según sea mueble o


inmueble la acción intentada (arts. 135 y 138 del C.O.T.)

Bienes muebles

Los define el art. 567: “Muebles son las cosas que pueden
transportarse de un lugar a otro, sea moviéndose ellas a sí mismas, como
los animales (que por eso se llaman semovientes), sea que sólo se muevan
por una fuerza externa, como las cosas inanimadas”.

A su vez, se subclasifican en:

1. Muebles por naturaleza

Se ajustan al concepto del precepto citado; y

2. Muebles por anticipación


Los consagra el art. 571. Con esta disposición, puede decirse que
son ciertos bienes inmuebles por naturaleza, por adherencia o por
destinación que, para el efecto de constituir un derecho sobre ellos en favor
de otra persona que el dueño, se reputan muebles antes de su separación
del inmueble al que pertenecen.

Y al reputarse muebles, se les aplica todas las normas de éstos,


cuando se trata de constituir sobre ellos derechos a favor de terceros (de
ahí, por ej. la disposición del art. 1801, inc. 3°).

Bienes inmuebles

Los define el art. 568: “Inmuebles o fincas o bienes raíces son las
cosas que no pueden transportarse de un lugar a otro; como las tierras y
minas, y las que adhieren permanentemente a ellas, como los edificios, los
árboles. Las casas y heredades se llaman predios o fundos”.

Debido a que el legislador considera jurídicamente como inmuebles


a ciertos bienes que naturalmente no lo son, se ha formulado una conocida
distinción:

1. Inmuebles por naturaleza

Corresponden al contenido de la disposición referida, ej. las tierras,


las minas.

2. Inmuebles por adherencia

Del art. 568 se desprende que inmuebles por adherencia son ciertos
bienes que, siendo muebles se reputan inmuebles por estar adheridos
permanentemente a un inmueble, ej. los edificios, los árboles.

De lo anterior se concluye que es necesario que a) el bien esté


adherido al inmueble, y b) que la adherencia sea permanente.

Los productos de la tierra y los frutos de los árboles pueden, según


el caso, tener tres calificaciones: i) mientras permanecen adheridos a su
fuente de origen, son inmuebles pues forman con ella un solo todo; ii)
separados permanentemente, son muebles; y iii) se reputan muebles (por
anticipación) según se ha dicho, aun antes de su separación, para los
efectos de constituir derechos sobre ellos en favor de otra persona que el
dueño.

3. Inmuebles por destinación


Con el art. 570, puede decirse que son ciertos bienes muebles que
la ley reputa inmuebles por estar permanentemente destinados al uso,
cultivo o beneficio de un inmueble.

Importancia: se entienden comprendidos los inmuebles por


destinación en la venta de una finca (art. 1830), en la hipoteca sobre bienes
raíces (art. 2420), en la especie que se lega (arts. 1.118, 1121), etc.

BIENES CONSUMIBLES Y NO CONSUMIBLES

Por su naturaleza, esta clasificación es aplicable sólo a los bienes


muebles. Se encuentra contenida, en forma confusa, en el art. 575 del C.C.
que según algunos autores confundiría consumibilidad con fungibilidad. La
doctrina distingue entre consumibilidad objetiva y subjetiva.

Son objetivam ente consum ibles los bienes, que por sus propias
características, se destruyen ya natural, ya civilmente, por el primer uso.
Se destruyen naturalmente si desaparecen físicamente o sufren una
alteración substancial; se destruyen civilmente (jurídicamente) si el uso
implica enajenación del bien. Así, los alimentos son naturalmente
consumibles (pues se alteran substancialmente o desaparecen con el
primer uso) y las monedas son civilmente consumibles (pues su uso implica
enajenarlas); todo ello, objetivamente, atendiendo al destino natural de
estos bienes. Al contrario, son objetivam ente no consum ibles los
bienes que, por sus propias características, no se destruyen ni natural ni
civilmente por el primer uso (como una mesa, un automóvil, etc.).

Son subjetivam ente consum ibles los bienes que, atendido el


destino que tienen para su actual titular, su primer uso importa enajenarlos
o destruirlos. Son subjetivam ente no consum ibles los bienes que,
atendido el destino que tienen para su actual titular, su primer uso no
importa enajenarlos.

Combinando ambas clases de consumibilidad, puede haber bienes


que pertenecen a una de las consumibilidades y no a la otra. Por ej. los
libros de una librería son consumibles subjetivamente para el librero, pero
no son consumibles objetivamente; viceversa, una botella de licor o un
elaborado producto alimenticio es objetivamente consumible, pero,
destinado a exposiciones o muestras, es subjetivamente no consumible. En
otros casos, el bien es consumible desde ambos puntos de vista, como los
alimentos de un almacén, que son consumibles subjetivamente para el
almacenero, y también objetivamente consumibles.
La distinción entre cosas consumibles y cosas no consumibles ofrece
interés en los actos y derechos que sólo facultan el uso, goce o disfrute de
una cosa y no su disposición; no pueden ellos recaer sobre cosas
consumibles que se utilizan como tales. Así, por ejemplo, el usufructo sólo
puede recarer sobre cosas no consumibles; cuando se establece sobre
cosas consumibles, no se está, según la teoría tradicional, ante un usufructo
verdadero, sino ante un cuasiusufructo (arts. 764 y 789). También presenta
interés la distinción referida en el comodato o préstamo de uso; no pueden
darse en comodato las cosas consumibles, pues el comodatario está
obligado a restituir la misma especie después de terminado el uso (art.
2174), y tal obligación no podría cumplirse con las cosas cuyo primer uso
implica su destrucción.

BIENES FUNGIBLES Y NO FUNGIBLES

No obstante los diversos criterios existentes para abordar esta


clasificación, en general puede decirse que son fungibles las cosas que por
presentar entre sí una igualdad de hecho, se les considera como de igual
poder liberatorio. En otros términos, pero manteniendo el mismo sentido,
se dice también que son bienes fungibles los que pertenecen a un mismo
género y se encuentran en el mismo estado.

Consumibilidad y fungibilidad

Generalmente, las cosas consumibles son al mismo tiempo fungibles


(así ocurre, por ej., con la mayoría de los alimentos); pero ambos
caracteres no van necesariamente unidos. Hay bienes consumibles no
fungibles (como una bebida exclusiva y cuidadosamente preparada). Y hay
bienes fungibles no consumibles objetivamente (como los libros de una
misma edición, las varias reproducciones de una obra de arte). Entonces,
sólo puede afirmarse que a menudo concurren ambos caracteres, pero son
independientes.

Importancia: 1655, 1656 Nº 1 (uno de los requisitos de la


compensación legal, modo de extinguir las obligaciones, es que ambas
deudas sean de de dinero o de cosas fungibles).
BIENES PRINCIPALES Y ACCESORIOS

Bienes principales son aquellos que tienen existencia independiente,


sin necesidad de otros. Bienes accesorios, los que están subordinados a
otros sin los cuales no pueden subsistir. El suelo es un ejemplo de la
primera clase; los árboles, de la segunda. Del mismo modo, un crédito
existe por sí mismo; pero no la hipoteca, que para subsistir precisa un
crédito al cual servir de garantía.

El Código no formula esta clasificación, pero la reconoce


implícitamente en muchas de sus disposiciones (por ej. arts. 587, 1122,
1127, 1830).

La clasificación no sólo se aplica a los bienes corporales, sino


también a los incorporales o derechos (así, por ej., la servidumbre es
accesoria del derecho de dominio sobre el predio en que la servidumbre se
ejerce; la hipoteca es accesoria del crédito que la garantiza, etc.).

La clasificación es de importancia debido a la existencia del principio


de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal. Así, traspasado un
derecho sobre una cosa principal, se traspasa el derecho sobre las
accesorias; extinguido un derecho principal, se extingue el derecho
accesorio, por ejemplo, extinguido el crédito se extingue la hipoteca que lo
garantiza.

BIENES DIVISIBLES E INDIVISIBLES

Jurídicamente, hay dos conceptos de divisibilidad, uno material y


otro intelectual.

a) Son m aterialm ente divisibles los bienes que pueden fraccionarse sin
que se destruyan en su estado normal, ni pierdan notoriamente su valor al
considerarse las partes en conjunto. Un líquido (como el agua) es divisible;
un animal es indivisible, porque al fraccionarlo se destruye en su estado
normal; un diamante normalmente será indivisible, porque al fraccionarlo
disminuye apreciablemente (las partes, en conjunto, tendrán un valor
considerablemente inferior al todo primitivo).

b) Son intelectualm ente divisibles las cosas que pueden fraccionarse


en partes ideales, imaginarias, aunque no puedan serlo materialmente.

Desde este punto de vista, todos los bienes, corporales e


incorporales, son divisibles. Lo interesante aquí es destacar que los bienes
incorporales, derechos, por su naturaleza al no tener consistencia física,
sólo son intelectualmente divisibles; y por disposición legal, hay ciertos
derechos que no pueden dividirse ni siquiera intelectualmente. Tal es el
caso del derecho de servidumbre: se tiene íntegramente este derecho o no
se tiene en absoluto (arts. 1524 inc. 2º, 826, 827).

Los derechos personales son divisibles o indivisibles siguiendo la


divisibilidad o indivisibilidad de la obligación que es su contrapartida o del
objeto a que se refieren. (Así, la obligación de construir una casa, y la de
conceder una servidumbre, son indivisibles y asimismo lo será el correlativo
derecho. La obligación de pagar una suma de dinero es divisible; asimismo
lo será el derecho; art. 1524.)

En cuanto a los derechos reales, atendiendo al derecho positivo,


algunos son indivisibles (como los derechos reales de servidumbre arts. 826
y 827; de prenda, art. 2405, y de hipoteca, art. 2408). El derecho de
dominio es típicamente divisible. La más usual de las divisiones que pueden
tener sobre el dominio es aquella en que el propietario mantiene la nuda
propiedad y confiere a un tercero las facultades de uso y goce, el usufructo,
con lo que el derecho real de dominio origina otro derecho real, el de
usufructo.

Importancia de esta clasificación: El Código hace aplicación de ella


al tratar de la partición de los bienes (art. 1337 regla 1ª); en las
obligaciones divisibles e indivisibles (arts. 1524, 1526 Nº 5, etc.), en la
prenda e hipoteca (arts. 1526, 2396, 2405, 2408), etc.

BIENES SINGULARES Y UNIVERSALES

Son bienes singulares los que constituyen una unidad, natural o


artificial. Son bienes universales las agrupaciones de bienes singulares que
no tienen entre sí una conexión física, pero que forman un todo funcional
y están relacionados por un vínculo determinado.

Las universalidades

Pueden ser universalidades de hecho y universalidades de derecho


o jurídicas.

1. Universalidades de hecho (universitas facti )

Pueden definirse como un conjunto de bienes que, no obstante


conservar su individualidad, forman un todo al estar unidos por un vínculo
de igual destino, generalmente económico. Características:

a) Los bienes que la componen pueden ser de la misma naturaleza (como


los animales de un rebaño, los libros de una biblioteca) o de naturaleza
diferente (como el conjunto de bienes corporales e incorporales que
componen el llamado “establecimiento de comercio”, que según algunos y
en ciertos casos, puede estimarse una universalidad de hecho aunque el
punto es discutido). Esto permite distinguir dentro de las universalidades
de hecho dos categorías: las colecciones y las explotaciones.

b) El vinculo que une a las cosas singulares para formar la universalidad de


hecho es el de un común destino o finalidad, que generalmente es de
carácter económico.

c) La doctrina entiende que la universalidad de hecho sólo comprende


bienes, es decir, sólo elementos activos y no pasivos o deudas, que serían
aceptables únicamente en las universalidades jurídicas.

2. Universalidades de derecho (universitas iuris )

Están constituidas por un conjunto de bienes y relaciones jurídicas


activas y pasivas consideradas jurídicamente como formando un todo
indivisible.

Como característica sobresaliente y distintiva, según se entiende por


la doctrina dominante, estas universalidades contienen tanto elementos
pasivos como activos.

En el derecho chileno, la universalidad jurídica típica es la herencia;


la doctrina señala, discutiblemente, también otras, como la sociedad
conyugal, el patrimonio del fallido, el patrimonio reservado de la mujer
casada y aún, según algunos, el patrimonio general de toda persona.

En nuestro derecho positivo no existe una reglamentación de las


universalidades, lo que, por lo demás, es común en las legislaciones.

BIENES PRESENTES Y FUTUROS

Atendiendo a la existencia real de los bienes al momento de crearse


una relación jurídica pueden clasificarse en presentes y futuros. Es una
clasificación puramente jurídica, porque en la realidad sólo son bienes los
aquí llamados presentes.

Presentes son los que a un momento determinado (al celebrarse una


relación jurídica) tienen una existencia real, por ejemplo, el fundo tal, la
casa construida; futuros, los que a esa época no existen y tan solo se
espera que existan, por ejemplo, la casa por edificar, la próxima cosecha
de un campo.

Ver arts. 1461, 1813, 1409.


BIENES COMERCIABLES E INCOMERCIABLES

Los bienes se clasifican en comerciables e incomerciables según


puedan o no ser objeto de relaciones jurídicas por los particulares.

Bienes comerciables son los que pueden ser objeto de relaciones


jurídicas privadas, de manera que sobre ellos puede recaer un derecho real
o puede constituirse a su respecto un derecho personal (arts. 1461, 2498).

Bienes incomerciables o no comerciables son los que no pueden ser


objeto de relaciones jurídicas por los particulares. No puede existir a su
respecto un derecho real ni personal.

Entre estos bienes incomerciables pueden distinguirse:

a) Bienes incomerciables en razón de su naturaleza, como la alta


mar, el aire. En realidad, estas cosas, llamadas “cosas comunes a todos los
hombres”, son las únicas que no son objeto de las relaciones jurídicas en
general y a las únicas a las que se puede aplicar la expresión de cosas que
están fuera del comercio humano. Art. 585

b) Bienes incomerciables en razón de su destino, como las plazas,


calles y otros bienes nacionales de uso publico, que siendo naturalmente
comerciables, se han substraído del comercio jurídico para dedicarlas a un
fin público. Art. 589

Respecto de estos últimos, es posible que puedan ser objeto de


ciertas relaciones jurídicas. Esas relaciones son de carácter público, como
es el caso de las concesiones que otorga la autoridad; sólo desde el punto
de vista del Derecho privado pueden ser considerados incomerciables.

BIENES APROPIABLES E INAPROPIABLES

Relacionada con la clasificación precedente, pero en base


exclusivamente al dominio, se clasifican en apropiables e inapropiables,
según sean o no susceptibles de propiedad (pública o privada). Pueden
entenderse como inapropiables las cosas comunes a todos los hombres,
antes calificadas de absolutamente incomerciables.

Dentro de los bienes apropiables pueden distinguirse los bienes


apropiados e inapropiados.
Inapropiados son los que siendo susceptibles de apropiación,
carecen actualmente de dueños. Puede ser que nunca hayan tenido
propietario y son entonces llamados res nullius, como los animales que vien
en estado salvaje, o pueden haberlo tenido, pero el dueño los abandonó
con intención de desprenderse del dominio, en cuyo caso son llamados res
derelictaes. En el Derecho chileno, la existencia de bienes inapropiados,
llamados “mostrencos” cuando son muebles y “vacantes” cuando son
inmuebles, queda limitada sólo a los muebles en virtud de lo que dispone
el art. 590: “Son bienes del Estado todas las tierras que, estando situadas
dentro de los límites territoriales, carecen de otro dueño”.

BIENES PARTICULARES Y NACIONALES

Esta clasificación atiende al sujeto del derecho de dominio.

En el derecho chileno se acostumbra denominar a los bienes de


dominio de los particulares “bienes privados” o “bienes particulares”, y a
los de la nación toda, “bienes nacionales”, subdistinguiéndose entre éstos
los “bienes nacionales de uso público” o “bienes públicos” y los “bienes del
Estado” o “bienes fiscales”.

Según lo prescribe el art. 589 bienes nacionales son “aquellos cuyo


dominio pertenece a la nación toda” y se dividen en dos categorías:

1. Bienes nacionales de uso público

Son aquellos cuyo dominio pertenece a la nación toda y su uso a


todos los habitantes (art. 589). El mismo Código se encarga de señalar
algunos ejemplos de estos bienes (plazas, calles, puentes, caminos, mar
adyacente).

Características:

a) Su uso pertenece a todos los habitantes del país;

b) No obstante que no se expresa en el Código que estos bienes son


incomerciables, están fuera del comercio, por su propio destino.

c) Lo anterior no se opone a que la autoridad otorgue a particulares


determinados “permisos” y “concesiones” sobre algunos bienes, o más
usualmente, partes de bienes nacionales de uso público, para destinarlos a
fines específicos de los que se beneficie también, en último termino, la
comunidad; en nuestro Código, los arts. 599 y 602 se refieren a estas
autorizaciones.
También puede ser necesario para el Estado desprenderse del
dominio de algunos de estos bienes; para ello es menester que se
“desafecte” de su condición de bien nacional de uso público, quitándosele
tal calidad y destino.

Para el análisis de los distintos estatutos legales de estos bienes, se


acostumbra a distinguir diferentes “dominios”: dominio público marítimo
(fundamentalmente arts. 593 y 596 que distinguen entre mar territorial,
zona contigua y zona económica exclusiva), dominio público terrestre,
dominio público fluvial y lacustre, y dominio público aéreo.

2. Bienes fiscales

El Estado, ente de derecho público, puede ser sujeto de derechos


privados. Son los llamados bienes fiscales los que constituyen el patrimonio
privado del Estado; pertenecen a él en cuanto sujeto de relaciones
patrimoniales privadas, para cuyos efectos es llamado “Fisco”. De acuerdo
al art. 589 puede decirse que estos bienes fiscales son los bienes nacionales
cuyo uso no pertenece a la nación toda, por ejemplo, edificios destinados
al funcionamiento de los servicios públicos. Están sujetos al régimen de
derecho privado, sin perjuicio de lo que al respecto dispongan leyes
especiales.

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