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Sujetos que intervienen en la fianza

Es un acuerdo contractual en el cual una persona asume la responsabilidad para


pagar lo acordado al acreedor en el hipotético caso que el deudor principal no cumpla
con sus obligaciones. Este contrato se caracteriza por su naturaleza accesorio y la
participación de tres partes vinculadas contractualmente: el acreedor, el deudor
principal y el fiador. En el contexto específico de una institución de fianzas, esta se
compromete a respaldar el cumplimiento de obligaciones económicas contraídas por
una persona física o jurídica ante otra entidad, ya sea privada o pública, en el caso de
que la primera no cumpla con dichas obligaciones.
En cuanto a la responsabilidad del fiador, según el Código, este se compromete a
cumplir con una prestación específica (ya sea dar algo, realizar una acción o
abstenerse de hacer algo) como respaldo para una obligación que no le pertenece. En
este contexto, una obligación ajena se refiere a la prestación que puede ser bien de
hacer, no hacer o de dar que le corresponde a un deudor en un vínculo jurídico en la
que el fiador no está involucrado directamente. Estas obligaciones pueden ser
venideras, corto plazo, largo plazo y hasta condicionales según el artículo 1872.
En cuanto a todo lo referido de la acción prestataria del acreedor, el C.C no establece
ninguna obligación específica de su parte, es así es así que se dice que la fianza es un
tipo de contrato con solo una prestación. Es primordial entender que el contrato de
fianza se celebra entre el fiador y el acreedor, dejando al deudor fuera de este pacto
entre las partes mencionadas.
En términos generales, la judicatura nacional destaca Que el pacto de fianza se
destaca por ser pactado de común acuerdo, unilateral, gravado con una carga
económica, accesorio y subsidiario. Su propósito fundamental es resguardar al
acreedor ante la posible incapacidad para solventar lo pactado de parte del deudor,
basándose en el principio de confianza.
La definición dada sugiere que la fianza se concreta a través de la interacción entre el
acreedor y el fiador, enfatizando que no se trata simplemente de una declaración
unilateral de voluntad por parte del segundo. También se indica que la fianza puede
ser entendido como un contrato de garantía, esto quiere decir que su carácter es
secundario. La referencia explícita a la subfianza en el texto alude a la opción de
respaldar de esa manera el carácter obligatorio contraído por un fiador.
Los doctrinarios españoles destacan que el papel del fiador va más allá de ser
simplemente responsable por una deuda ajena; más bien, de la creación de una nueva
obligación con un contenido singular y una causa específica de respaldo.
Cuando hablamos de un contrato de fianza, se establecen Dos conexiones legales de
obligación: la inicial entre un individuo endeudado y otro que actúa como acreedor, y la
posterior entre un tercero, que funge como garante, y el acreedor involucrado en la
relación jurídica previa. Esto significa que la obligación ajena respaldada por el fiador
en la segunda relación obligatoria es equivalente a la del deudor original en la relación
primaria. Si el deudor principal no cumple, la responsabilidad subsidiaria cae sobre el
fiador.
Esta estructura revela la naturaleza secundaria de la fianza, ya que su finalidad es
respaldar una obligación ajena primaria. La naturaleza secundaria de esta relación
tiene consecuencias prácticas importantes, entre ellas, que la responsabilidad del
fiador no puede exceder la del deudor principal y que la finalización de la obligación
principal implica también la conclusión de la fianza. En resumen, en este contrato
específico, se sigue la regla de que lo subordinado sigue el destino de lo principal.
Caducidad y prescripción de la fianza
En el contexto del artículo 1898 del Código Civil, se presume que el
vencimiento del plazo de la obligación principal debe ocurrir dentro de
los quince días siguientes al término de la fianza. Esta norma impone al
acreedor la obligación de requerir el pago al deudor principal dentro de
dicho plazo, ya sea a través de un requerimiento extrajudicial (vía
notarial) o judicial. La omisión de esta obligación conlleva la caducidad
de la fianza.

Este artículo tiene su origen en el artículo 1787 del Código Civil de 1936,
el cual imponía al acreedor la carga de exigir judicialmente el
cumplimiento de la obligación principal a la expiración del plazo, o si
abandonaba la acción iniciada. El actual artículo 1898 introduce
precisiones importantes, permitiendo el requerimiento extrajudicial y
estableciendo que este debe realizarse dentro de los quince días
posteriores al vencimiento de la fianza.

Esta disposición también tiene similitudes con el artículo 2848 del


Código Civil para el Distrito Federal de México, que establece que el
fiador liberado de su obligación si el acreedor no requiere judicialmente
al deudor dentro del mes siguiente al vencimiento del plazo.

En cuanto a la aplicación del artículo 1898 en casos de fianza solidaria,


hay divergencias de opinión. Algunos sostienen que la norma solo se
aplica a la fianza con beneficio de excusión, mientras que otros
argumentan que, a pesar de la solidaridad, el acreedor debe dirigirse al
deudor principal o al fiador dentro del plazo establecido para evitar la
caducidad de la fianza. Esta última posición se basa en el principio de
asegurar que la obligación garantizada sea cumplida por el deudor
principal.

Giusti sostiene que, según la jurisprudencia italiana, la extinción de la relación de


fianza puede evitarse si el requerimiento de pago se realiza a tiempo, ya sea dirigido al
deudor principal o exclusivamente al fiador. Además, argumenta que el plazo
establecido en el artículo 1957 del Código Civil italiano es de caducidad y no de
prescripción, ya que la extinción resulta de la inobservancia de una carga, no de la
omisión del ejercicio de un derecho. Esta interpretación se sugiere como aplicable al
artículo 1898 del Código Civil peruano.
Giusti destaca que la jurisprudencia italiana considera que el artículo 1957 no tiene
carácter de orden público y puede renunciarse, aunque reconoce la existencia de
opiniones en contra. En cuanto al plazo, aclara que comienza desde el vencimiento de
la obligación garantizada, no desde la fianza, y sugiere que este enfoque podría
extenderse al artículo 1898.
En relación con la liberación del fiador en la fianza sin plazo determinado según el
artículo 1899, Giusti expone que el fiador puede solicitar al acreedor que demande
judicialmente al deudor cuando la deuda sea exigible. Si el acreedor no lo hace en
treinta días o abandona el proceso, el fiador queda liberado. Aunque Giusti plantea
que este escenario podría aplicarse exclusivamente a la fianza con beneficio de
excusión, se cuestiona la necesidad de que el fiador realice la solicitud.
Se propone que la carga recaiga directamente en el acreedor, quien debería requerir
el pago judicialmente en un plazo determinado desde que la obligación principal sea
exigible.

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