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En qué casos se utiliza la fianza?

La fianza  es una figura que nace en el Derecho Civil Romano, y que entra
dentro de conocidas como deudas accesorias y cuya función es la de reforzar
una garantía en cumplimiento del contrato principal, como puede ser un
contrato de préstamo o un préstamo hipotecario.

En la constitución del contrato de fianza encontramos las siguientes tres


figuras. Por un lado, está el acreedor, que es quien ofrece un bien o servicio a
cambio de una obligación. Por otro lado, está el deudor, que es la persona
que adquiere esa obligación principal frente al acreedor. Por último,
encontramos al fiador, que es quien se hace cargo de la obligación principal
en caso de que el deudor no lo haga, es decir, la fianza es una obligación
que tiene carácter subsidiario.

Este carácter de subsidiariedad permite que la fianza pueda pactarse de


manera solidaria así como la renuncia a los beneficios de excusión, orden y
división.

¿En qué casos se utiliza el aval?


Por lo que a la figura del aval se refiere, surgió en el ámbito del derecho
mercantil como una garantía accesoria a la Letra de Cambio.

Se trata de un contrato accesorio, que en su origen reforzaba las garantías de


cobro de la Letra de Cambio en el que un tercero llamado
avalista, garantizaba con su firma el pago de la obligación que se reflejaba en
la Letra de Cambio.

Se configura como un contrato también accesorio, pero independiente del


principal, que constituye un compromiso unilateral de pago en favor de un
tercero, que recibirá la prestación en caso de no cumplir el deudor principal
con la obligación.

En cuanto a su regulación, si bien la fianza se contempla en el Código Civil, el


aval viene recogido en la Ley 19/1985 Cambiaria y del Cheque, siendo esta
la principal diferencia entre ambas.

Responsabilidades de aval y del fiador


En primer lugar, el aval es una garantía solidaria, es decir, directamente el
acreedor puede dirigirse indistintamente contra el avalista y contra el deudor
principal. Por el contrario, la fianza tiene carácter subsidiario, pues salvo que
expresamente las partes expresen que se constituye con carácter solidario,
únicamente cabe requerir de pago al fiador en caso de que el deudor
principal incumpla con su obligación.

En segundo lugar, el avalista en ningún caso goza de beneficio de excusión,


orden o división, pues la ley cambiaria y del cheque no le concede ninguno de
estos beneficios.

Por el contrario, si bien con la fianza el fiador puede renunciar a estos


beneficios, el Código Civil sí que prevé para el fiador estos beneficios.

En tercer lugar, el fiador puede oponerse en virtud de las excepciones que el


Código Civil le impone, excepciones relacionadas con la existencia, legitimada,
validez y extensión de la deuda. El avalista por su parte, no puede oponer las
excepciones personales que corresponden al deudor frente al acreedor que le
reclame el pago, cuestión que se regula, además en la Ley Cambiaria y del
Cheque.

Por lo que respecta al aval, esta es una garantía que tiene carácter autónomo,
y el avalista responde aunque la obligación principal fuese nula. En cambio, el
fiador, al hilo de lo ya abordado en este artículo, sí que puede evitar el pago
oponiéndose al mismo si la obligación principal resultara nula por cualquier
motivo.

En la práctica, el aval se constituye como un contrato de fianza donde una de


las partes, el avalista, se compromete a responder por el deudor a favor del
acreedor. El aval se constituye en póliza notarial, y el deudor lo utiliza como
garantía del contrato principal, siendo el beneficiario su acreedor.

La fianza por su parte, se constituye como un negocio accesorio y de refuerzo


de la garantía del deudor en un contrato, que suele ser un préstamo o un
crédito. El fiador, refuerza así con su garantía personal el cumplimiento de la
obligación por el deudor principal o prestatario.

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