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TEMA 5: CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA.

LA GUERRA DE INDEPENDENCIA Y
LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812.

1. EL REINADO DE CARLOS IV (1788 – 1808): LA CRISIS DE LA MONARQUÍA


BORBÓNICA.

2. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808 – 1814).


2.1. DESARROLLO DE LA GUERRA.
2.2. CONSECUENCIAS DE LA GUERRA.
2.3. EL CONTEXTO POLÍTICO DURANTE EL DESARROLLO DE LA GUERRA.
3. LAS CORTES DE CÁDIZ.
3.1. CONVOCATORIA Y COMPOSICIÓN.
3.2. LA OBRA REVOLUCIONARIA.
3.3. LA CONSTITUCIÓN DE 1812.
4. EL REINADO DE FERNANDO VII.
4.1. LA RESTAURACIÓN ABSOLUTISTA: EL SEXENIO ABSOLUTISTA (1814 – 1820).
4.2. EL TRIENIO LIBERAL (1820 – 1823).
4.3. DÉCADA OMINOSA (1823 – 1833).

En el Nuevo Régimen fruto de la revolución protagonizada por la burguesía, aparecen las constituciones,
garantía de derechos de los ciudadanos, la sociedad deja de regirse por el linaje y se convierte en una
sociedad ordenada por el dinero, y la economía se transforma en capitalista. Los inicios del liberalismo en
España suponen el final del Antiguo Régimen. La crisis de la monarquía borbónica y la Guerra de la
Independencia provocan la llegada del Nuevo Régimen a España y su elemento más significativo: La
Constitución de 1812.

1. EL REINADO DE CARLOS IV (1788 – 1808): LA CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA.

Carlos IV sube al trono en 1788 con la intención de continuarla política ilustrada de su padre; sin embargo,
el miedo al contagio revolucionario tras la Revolución Francesa le hizo apartar del poder a los ministros
ilustrados y confiar el poder a Manuel Godoy. La errática política exterior de Godoy pasó de la declaración
de la guerra a Francia a subordinar los intereses españoles a los franceses firmando la paz de Basilea en
1795. Esta alianza provocó el enfrentamiento de España con Inglaterra, por la cual España pierde gran
parte de su flota tras la derrota en la Batalla de Trafalgar en 1805. La monarquía española se encontraba
muy desprestigiada, debido a la crisis del sistema de gobierno y la de la Hacienda. Para hacer frente a esto
Godoy implantó medidas como desamortizaciones e impuestos lo que provocó el descontento de gran
parte de la población que iniciaron motines y revueltas. El panorama se complicó aún más tras la firma de
Godoy del Tratado de Fontainebleau en1807 que permite la entrada de tropas francesas en España para
invadir Portugal, con la promesa de Napoleón de un reparto entre España y Francia de las tierras
portuguesas tras su conquista.

Para oponerse a esta política de Godoy se crea el “partido antigodoyista” integrado por nobles y clérigos
favorables al príncipe Fernando. El partido hizo dos conspiraciones contra el rey, la primera conocida como
“el proceso del Escorial” que fracasó y una segunda que triunfó, el “motín de Aranjuez”, por el que Godoy
huye y Carlos IV abdica en su hijo Fernando VII.
Napoleón convoca a la familia real para que vaya a Bayona, donde obliga a Carlos IV y a Fernando VII a
renunciar al trono y a cederlo a su hermano José Bonaparte, convirtiéndose en rey de España bajo el título
de José I, lo que se conoce como Abdicaciones de Bayona. Se descubren así las verdaderas intenciones de
Napoleón. Paralelamente, las tropas francesas ya han entrado en España y ante estas circunstancias, el 2
de mayo de 1808 el pueblo madrileño se levanta contra los franceses y éstos reprimen duramente el
levantamiento. Dando así comienzo la Guerra de la Independencia.

2. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808 – 1814).


La Guerra de la Independencia fue una guerra de liberación contra la ocupación francesa, una guerra civil
ya que parte de los españoles apoyaban al rey José y un conflicto internacional dentro de las guerras
napoleónicas. Estuvo protagonizada por el ejército regular español, con apoyo del inglés, y las guerrillas.

2.1. DESARROLLO DE LA GUERRA.


Primera etapa (1808 – 1810). A partir del alzamiento popular del 2 de mayo de 1808 comienzan los
movimientos defensivos tanto populares como de las tropas españolas, la sublevación popular se
convertirá en guerra abierta. La primera gran batalla de la contienda es la que tuvo lugar en Bailén el 19 de
julio que supuso la derrota de las tropas napoleónicas. Esto provocó el replegamiento de las tropas
francesas y la huída de José I de Madrid. Sin embargo Napoleón llegará a España al frente de 200 000
hombres quienes en poco tiempo se harán con el control del territorio. A partir de 1809 el dominio francés
se extiende por la mayoría de España.

Segunda etapa (1810 – 1812). A partir de Enero de 1810 los franceses ocupan toda Andalucía excepto
Cádiz (sitiada desde el 5 de Febrero de 1810 hasta el 25 de Agosto 1812). La ocupación era casi total pero
no efectiva ya que la actuación de los de guerrilleros hacía los franceses sólo fueran dueños del terreno
que pisaban.

Tercera etapa (1812 – 1814). A partir de 1812 la invasión de Rusia por parte de Napoleón marcará la
guerra, ya que el emperador tuvo que retirar gran parte de sus efectivos en España para volcarse en la
nueva conquista. Se inició entonces la ofensiva anglo-española dirigida por Wellington donde la victoria de
Arapiles (1812) marcará un punto de inflexión. La derrota francesa de Vitoria (1813) precipitó el abandono
del territorio español por José I en julio y en octubre una nueva batalla triunfal para las tropas de
Wellington en San Marcial (1813) supuso la retirada francesa a través de los Pirineos. El Tratado de
Valençay firmado en otoño de 1813 ponía fin a la guerra y además Napoleón reconocía a Fernando VII
como rey de España y las Indias.

2.2. CONSECUENCIAS DE LA GUERRA.


Fueron numerosas las consecuencias de la guerra, destacamos principalmente: pérdidas de vidas por los
combates y la desarticulación de la economía; algunas ciudades como Zaragoza, Gerona o San Sebastián
quedaron casi reducidas a escombros; paralización y destrozos en la agricultura y sobre todo la ganadería;
expolio o daños en el patrimonio cultural; la hacienda acentúa su ruina; se paralizan los ingresos y hay que
atender los gastos de guerra; destrucción de industrias; quebranto en las relaciones comerciales con las
colonias americanas y comienzo del proceso de independencia de las mismas; sale a primer plano la lucha
entre quienes atacan o defienden el Antiguo Régimen.

2.3. EL CONTEXTO POLÍTICO DURANTE EL DESARROLLO DE LA GUERRA.


2.3.1. El reinado de José I.
José I siempre se mostró como un rey culto preocupado por la situación y los intereses españoles. Algunos
ilustrados, llamados “afrancesados”, se dispusieron a ayudarlo, pues vieron en él el rey que España
necesitaba. En su reinado tuvo que afrontar problemas como su impopularidad por ser extranjero e
impuesto, así como por subir los impuestos para hacer frente a los problemas económicos; el problema
militar, no disponía de ejército y todas sus acciones estaban siempre condicionadas por las necesidades
militares; la intención de su Napoleón de utilizarlo como títere, lo que le impidió actuar con libertad.
Trató de abolir el antiguo régimen con la proclamación del Estatuto de Bayona. En él se recogía que España
era un país católico y que el poder estaba concentrado en el rey, aunque existían tres órganos consultivos:
el Senado, el Consejo de Estado y las Cortes. Instauró además una declaración de derechos y una serie de
reformas liberales como las libertades de imprenta y comercio, la igualdad de todos ante la ley, los
impuestos y los cargos públicos.

2.3.2. La revolución liberal.


El segundo hecho existente desde el inicio del conflicto fue la Revolución Liberal que comienza con la
formación de las Juntas, en las que se basó el poder civil español resistente. Estas tenían el objetivo de
organizar la resistencia militar contra los franceses y dirigir el país en ausencia del monarca. Asumieron la
soberanía nacional y la representación del pueblo. Se encontraban jerarquizadas en juntas locales
(encargadas de organizar la defensa, la intendencia y el reclutamiento), juntas provinciales (aparecen por
la necesidad de coordinación y declaran la guerra a Napoleón buscando el apoyo a Inglaterra) y la junta
suprema central. Esta última se formó en Aranjuez en 1808 tras el envío de representantes de las
diferentes Juntas a raíz de la retirada momentánea de los franceses de Madrid tras la derrota de Bailén. Era
una nueva forma de gobierno que reconocía a Fernando VII como rey legítimo por lo que asumía la
autoridad hasta su retorno.

3. LAS CORTES DE CÁDIZ.


3.1. CONVOCATORIA Y COMPOSICIÓN.
La Junta Suprema Central ante el avance francés huyó a Sevilla y desde allí a Cádiz, única ciudad que
resistía al asedio francés. La invasión francesa de Andalucía hace que la Junta Suprema Central ceda los
poderes a una Regencia, que mantiene la convocatoria de Cortes. Las mismas se inician en Cádiz en
septiembre de 1810 al ser la única zona libre de ocupación. Las Cortes sé autoconstituyen en Asamblea
Constituyente y asumen la soberanía nacional, funcionaron hasta la primavera de 1814. La primera sesión
de las Cortes se reunió en el Teatro de la Isla de León (San Fernando) para trasladarse luego al Oratorio de
San Felipe Neri en Cádiz.

La mayoría de los diputados eran de clases medias, eclesiásticos, abogados, militares, funcionarios,
catedráticos, y miembros de la burguesía. Los diputados formaban tres tendencias: liberales partidarios de
reformas revolucionarias, ilustrados partidarios de reformas moderadas sin cambiar el sistema absolutista,
y absolutistas que pretendían mantener el viejo orden monárquico.

3.2. LA OBRA REVOLUCIONARIA.


Las cortes instauraron una serie de medidas que liquidaron los fundamentos del antiguo régimen y
ordenaron el estado como un régimen liberal. Estas reformas fueron de carácter político, social y
económico.

Se eliminó el régimen señorial para modernizar la administración local y provincial, así como los gremios
para dar paso a las nuevas relaciones de producción. Se inició una nueva desamortización, aplicada a las
propiedades de los afrancesados y de la iglesia, que eran vendidad en pública subasta para recaudar
capital. Se suprimen además las aduanas interiores y el Concejo de la Mesta. Decretan la abolición de la
Inquisición y se aprueba el Decreto de libertad de prensa, junto al de producción, contratación y comercio.
Se iniciará entonces el debata de la reorganización de España para lograr la uniformidad territorial y la
centralización política.

3.3. LA CONSTITUCIÓN DE 1812


La reforma política más relevante fue la Constitución de 1812, se proclamó el 19 de marzo (“La pepa”) y
fue la primera ley fundamental aprobada por un Parlamento nacional en España.
Sus principios básicos fueron la soberanía nacional, la división de poderes (el poder legislativo residía en las
Cortes unicamerales, el poder ejecutivo en el Rey y sus ministros y el poder judicial en los tribunales), el
establecimiento de la monarquía constitucional como sistema de gobierno, el reconocimiento de derechos
individuales y colectivos (libertad de imprenta, propiedad, educación, sufragio, etc.), la igualdad de todos
ante la ley, la abolición de los fueros y leyes que iban en contra de la Constitución, el Sufragio universal
masculino e indirecto como sistema electoral. Además se establecen códigos y tribunales para todos,
igualdad fiscal y burocracia centralizada. El monarca no podía disolver las Cortes y solo poseía un derecho
de veto suspensivo y transitorio durante dos años sobre las leyes aprobadas en las Cortes. Otros artículos
planteaban la reforma de los impuestos y la Hacienda, la creación de un ejército nacional, el servicio militar
obligatorio y la implantación de la enseñanza primaria, pública y obligatoria. Se plasmaba también la
confesionalidad católica del Estado, prohibiendo el ejercicio de cualquier otra. Por lo que respecta a la
distribución territorial, el texto recoge que España se dividía en provincias para cuyo gobierno se creaban
las Diputaciones Provinciales estableciéndose además la formación de Ayuntamientos con cargos electivos
para el gobierno de los pueblos a la vez que se creaba la Milicia Nacional a nivel local y provincial.

Los ciudadanos, de acuerdo con la Constitución, reconocen a Fernando VII como rey constitucional. La
Constitución refleja el influjo de Iglesia y nobleza, declara un Estado confesional y reconoce las
propiedades de los privilegiados. Ni la Constitución de 1812, ni las leyes emanadas de las Cortes tuvieron
una aplicación práctica por el estado de guerra que se vivía. Fernando VII no tuvo dificultad en derogar la
Constitución, pero fue el símbolo del liberalismo y sirvió de inspiración a textos posteriores.

4. EL REINADO DE FERNANDO VII.


4.1. LA RESTAURACIÓN ABSOLUTISTA: EL SEXENIO ABSOLUTISTA (1814 – 1820).
El rey vuelve a Madrid en 1814, trasladándose allí las Cortes. Se procederá entonces a la restauración del
absolutismo basándose en el apoyo mostrado por las élites (Manifiesto de los Persas), recuperándose las
antiguas instituciones y restableciendo la Inquisición. El país se encontraba destrozado tras la guerra y
reinaba una gran inseguridad que provocó actividades como el bandolerismo, además las colonias
americanas estaban en este momento en guerra luchando por su independencia. Los cambios de
mentalidad producidos por lo sucedido entre 1810 y 1814 provocaron las protestas de los campesinos y de
la burguesía urbana. El rey no fue capaz de dar solución a ninguno de estos problemas y sólo sabía actuar
con la represión ante las demandas políticas y sociales de su pueblo. La respuesta fue por una parte la
conspiración a través de la Masonería y por otra los Pronunciamientos militares, promovidos por los
antiguos jefes de la guerrilla que se habían integrado en el ejército.

4.2. EL TRIENIO LIBERAL (1820 – 1823).


Este período se caracterizó por un intento de establecer un gobierno más liberal y constitucional, en
contraste con el régimen absolutista que prevalecía anteriormente bajo el reinado de Fernando VII.

En 1820 el coronel Riego realiza un Pronunciamiento en Las Cabezas de San Juan y recorre Andalucía
proclamando la Constitución de Cádiz. Su pronunciamiento triunfa por el desencanto imperante en el país
y la pasividad del ejército, entre otros motivos. Ante esto el rey se ve obligado a aceptar la Constitución en
Marzo de 1820. Se establecerá entonces un régimen parlamentario y se llevarán a cabo reformas en áreas
como la administración, la justicia y la milicia. Sin embargo estas reformas enfrentaron la oposición del rey
(quien paraliza todas las leyes usando su derecho de veto y conspira con las potencias absolutistas), de la
nobleza y el clero (organizan partidas absolutistas que llegan incluso a dominar zonas del territorio), y del
campesinado.

Las tensiones estallaron y los liberales se dividirán en moderados y exaltados. Pero lo que acabó con el
Trienio fue la actuación de la Santa Alianza. En Abril de 1823 entran en España los 100.000 Hijos de San
Luis a petición de Fernando VII y lo reponen en el trono como rey absoluto.
4.3. DÉCADA OMINOSA (1823 – 1833).
Fernando VII llevó a cabo una brutal represión contra los liberales y depuró la administración y el ejército.
El principal problema de estos años fue la grave situación económica: hundimiento del comercio por la
pérdida de las colonias, devaluación de la moneda y deuda de la Hacienda pública. Los graves problemas
llevan al rey a buscar la colaboración del sector moderado burgués con figuras como Ballesteros. Esta
actitud provoca una gran desconfianza entre los sectores más conservadores que esperaban una actuación
más contundente del rey contra los liberales. Este sector se agrupa en torno a Carlos M. Isidro, hermano
del rey y posible sucesor. Los últimos años del reinado están marcados por el problema sucesorio
(derogación de la Ley Sálica, Pragmática Sanción y nombramiento de Isabel como heredera con la
oposición de Carlos M. Isidro).
TEMA 6: LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874).

PRIMERA PARTE: EL REINADO DE ISABEL II

1. PERIODOS DE REGENCIAS: 1833-1843.

1.1. PROBLEMAS SUCESORIOS.

1.2. GUERRA CARLISTA (1833 – 1840).

1.3. REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840). CONFIGURACIÓN DE LOS PARTIDOS.

1.4. REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843). LIBERALISMO AUTORITARIO.

2. REINADO DE ISABEL II (1843-1868).

2.1. DÉCADA MODERADA (1844-1854).

2.2. BIENIO PROGRESISTA (1854-56).

2.3. CAÍDA DE LA MONARQUÍA ISABELINA (1856-1868).

Durante el reinado de Isabel II se estableció el estado liberal, ayudó el contexto internacional con las
oleadas revolucionarias, pero no estuvo exento de problemas. El reinado se inició con la oposición de los
carlistas. Los liberales se dividieron dificultando la consolidación del nuevo régimen, produciéndose
distintos pronunciamientos militares. Los cambios constantes de gobierno y los frecuentes intentos de
cambiar el texto constitucional fueron también problemas del momento. La mayoría de la población
estaba excluida de la vida política por lo que no quedó otro camino que las salidas revolucionarias y el
destronamiento de la reina.

1. PERÍODOS DE REGENCIAS (1833- 1843).


1.1. PROBLEMAS SUCESORIOS.
Fernando VII tiene como descendiente única a su hija Isabel, nacida de su último matrimonio con María
Cristina de Borbón, pero el acceso al trono era imposible por la Ley Sálica de Felipe V (1713). En 1830 la
deroga y aprueba la Pragmática Sanción que permite la descendencia femenina. El rey dejará entonces en
su testamento a su hija como heredera y a su esposa como regente, con poder absoluto hasta la mayoría
de edad de su hija. Los sectores absolutistas no aprueban la ley y apoyan a Carlos María Isidro, hermano
del rey. Isabel será apoyada por los liberales. Así dará comienzo la primera Guerra Carlista.

1.2. GUERRA CARLISTA (1833 – 1840).

Lucharán dos bandos, el carlista y el liberal. Los carlistas eran de ideología tradicional, antiliberales,
defensores de la monarquía absoluta, de la sociedad estamental, del poder de la iglesia, de los fueros.
Contaron con el apoyo de Castilla la vieja, Navarra, País Vasco, Cataluña y el levante. Mientras, los liberales
contaron con el apoyo de las zonas urbanas, del ejército y los jornaleros; su ideal era restaurar las ideas
liberales y la Constitución de 1812.

En cuanto al desarrollo del conflicto, ante la falta de un ejército carlista, estos actuaron como guerrilleros y
se apoyaron en las partidas. En cuanto a la dimensión, este fue de carácter internacional, ya que los
carlistas fueron apoyados por las potencias absolutistas como Rusia, Prusia y Austria. Los liberales fueron
apoyados por Inglaterra, Francia y Portugal.
El conflicto se desarrollará en tres etapas. En la primera de ellas, desde 1833 a 1835, se produce el avance
carlista, desde el País Vasco hasta Cádiz, aunque fracasaron en las ciudades. Desde 1836 hasta 1837 se
extiende la segunda fase, que fue de predominio liberal con la victoria de Espartero en 1836 y la
expedición real en 1837 que consigue dividir a los carlistas en dos grupos: intransigentes de Cabrera y
transaccioncitas de Maroto. En la tercera fase, desde 1837 a 1839, se produjo el final de la guerra con el
abrazo de Bergara en 1839 entre Espartero y Maroto. Esto supuso que se retirasen los militares o se
integrasen en el ejército cristino, la dotación de pagas a las viudas y huérfanos, y vagas referencias a los
fueros. En el maestrazgo siguió la guerra hasta 1840 con la derrota de Cabrera. A lo largo del siglo, el
carlismo vuelve a brotar con los descendientes de Carlos Mª Isidro, dando lugar a dos nuevas guerras.

Las consecuencias de la guerra fueron: una elevada mortandad, una situación caótica en la hacienda (lo
que provocaría desamortizaciones posteriores), un gran protagonismo del ejército en la vida política y gran
arraigo del carlismo en las zonas rurales.

1.3. REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840). CONFIGURACIÓN DE LOS PARTIDOS.

Al estallar la guerra carlista y ante la necesidad de apoyo en un primer momento, María Cristina le da el
gobierno a Bermúdez, intentando conciliar a los absolutistas y los liberales. La necesidad de buscar el
apoyo de los liberales en la guerra carlista obliga a la reina a sustituirlo por un liberal moderado: Martínez
de la Rosa. Este elabora el estatuto real, carta otorgada inspirada en la de José I. Establecía unas Cortes
bicamerales con un Estamento de Próceres (representantes de la nobleza, clero y miembros ricos de la
burguesía) cuyos miembros eran de elección real y vitalicia; y el Estamento de Procuradores, elegidos
indirectamente y muy restringidos.

Participaban en la política sólo los propietarios y ricos, lo que provocó el descontento de los progresistas,
con revueltas, juntas revolucionarias y actuación de la milicia nacional. María Cristina le dará el gobierno al
progresista Álvarez Mendizabal, que llevará a cabo reformas, las más importantes fueron: el proceso de
desamortización de 1836 y la elaboración de una nueva Constitución en 1837.

En la desamortización de 1836 se desvinculan las tierras de la nobleza y del clero (se expropian bienes del
clero regular) que son vendidas en pública subasta para atenuar la deuda.

La constitución de 1837 fue de carácter progresista y pactada con moderados. Se propone la soberanía
nacional, la división de poderes, la declaración de derechos y la aconfesionalidad del estado. Los gobiernos
locales son elegidos por los vecinos y las cortes serán bicamerales, se reconoce la libertad de prensa sin
censura previa, se dota de amplios poderes a la corona y financiación a la iglesia católica

Tras la constitución se convocan elecciones que son ganadas por los moderados, junto con el apoyo de la
reina frenan las reformas anteriores hasta 1840, en el que un pronunciamiento del ejército termina con el
gobierno y hace dimitir y exiliarse a la reina, otorgándole el gobierno al general Esparterro. Empezará en
España entonces el régimen de los militares, el relevo político se conseguirá con las armas.

1.4. REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843). LIBERALISMO AUTORITARIO.

Continuaron las reformas liberales progresistas anteriores, pero su carácter autoritario y algunas
decisiones en política económica que perjudican a la industria hacen que se enfrente a la iglesia y a sus
propios compañeros de partido. En 1841 O’Donell se levanta contra él y en 1842, tras el bombardeo de
Barcelona, los moderados conspiran contra él. En 1843, un pronunciamiento militar, encabezado por el
general Narváez triunfa y Espartero se verá obligado a abandonar el país, exiliándose en Londres. Para
evitar otra regencia se adelanta la mayoría de edad de Isabel y con 13 años es coronada reina.

2. REINADO DE ISABEL II (1843-1868).

2.1. DÉCADA MODERADA (1844-1854).


En esta década predominan los moderados frente a los progresistas y se suceden diferentes gobiernos
encabezados por el general Narváez, líder de los moderados. Se establece un sistema político estable pero
oligárquico (de unos pocos), conservador y antidemocrático (liberalismo doctrinario) caracterizado por el
falseamiento de los resultados electorales (caciques), se marginaba a los progresistas. Durante este
periodo se produce la institucionalización del régimen liberal con la Constitución de 1845, la normalización
de las relaciones entre la Iglesia y el Estado con el Concordato de 1851 y las reformas en la administración
pública.

La Constitución de 1845 reforma a la de 1837 y tenía solamente ochenta artículos. Fue promulgada por
Isabel II y tenía un carácter moderado: soberanía compartida entre el monarca y las Cortes, los derechos
fundamentales no se consagraron, la división de poderes no se proclama, el sufragio será limitado, el
Parlamento tendrá dos cámaras: Senado y Congreso ( el Senado es nombrado por el Rey entre mayores de
treinta años y grandes rentas, el Congreso entre varones mayores de veinticinco años y ricos), se dota de
amplios poderes al monarca ( puede legislar, vetar las leyes y elegir al jefe del Gobierno y a los diputados)
y la confesión católica. La Constitución es vigente durante dos períodos, el comprendido entre 1845 y
1854, y entre 1856 y 1868.

El Concordato de 1851 supuso el fin de la ruptura del estado liberal con la Iglesia provocado por la
desamortización de Mendizábal y recoge las bases jurídicas de dicha relación. La única religión es la
católica, el Estado la defiende y la mantiene, La Iglesia controlará a la enseñanza, la moral y censura otras
religiones. A cambio renunció a recuperar los bienes desamortizados para recuperar el derecho de
presentación de los obispos ante Roma. La Iglesia abandona el carlismo y se posiciona con Isabel II.

Se llevan a cabo reformas para crear un Estado nacional y centralizado. Se hace una nueva distribución
provincial y local, se crea el cargo de Gobernador Civil y se designan a los alcaldes. Se hace una gran
reforma tributaria con impuestos únicos y menos de ellos, se crea el Banco de España y surge la peseta. Se
hace un orden jurídico unitario, con un único código civil y penal y se eliminan los fueros de País Vasco y
Navarra. Se creará la Guardia Civil en 1844 para mantener el orden público sobre todo en el campo para
luchar contra el bandolerismo, eliminando la milicia nacional.

En contra de los gobiernos moderados estaban los progresistas, los carlistas, los moderados puritanos (los
que estaban a favor de las leyes) y los demócratas.

Los continuos escándalos de la vida privada de la reina, la corrupción y los desacuerdos dentro del
gobierno desembocaron en una revolución en 1854 con la que se iniciará el bienio progresista (1854 -
1856).

2.2. BIENIO PROGRESISTA (1854-56).

El bienio progresista comienza tras el pronunciamiento organizado por los puritanos y protagonizado por
O'Donnell en Vicálvaro. Se elabora el manifiesto de Manzanares (Cánovas del Castillo) donde se pide la
regeneración liberal, el cumplimiento de la Constitución, no a las camarillas, reforma de la ley electoral y la
reducción de impuestos.

La sublevación se propaga por las ciudades, se forman juntas revolucionarias. La reina llama a Espartero
(progresista) que encarga la formación de un nuevo gobierno. O'Donnell, líder del lado izquierdo de los
moderados es nombrado Ministro de Guerra. El nuevo gobierno restauró los principios de la Constitución
de 1836 e inicia una nueva Constitución en 1856 que no se promulgó. Emprende reformas económicas en
defensa de la clase media burguesa y urbana: se hace la desamortización de Madoz (1855), se expropian y
subastan bienes del Estado, de la Iglesia, de instituciones benéficas, y de los ayuntamientos. Se elabora la
ley de los ferrocarriles, minas y sociedades de crédito. Se presentó una Ley del Trabajo para mejorar las
condiciones laborales de la clase populares que permitió la formación de asociaciones obreras.
La situación no mejoró a pesar de las reformas y la conflictividad llevó a Espartero a dimitido, fue sustituido
por O'Donnell.

2.3. CAÍDA DE LA MONARQUÍA ISABELINA (1856-1868).

Tras un breve gobierno de O'Donnell la reina le da el gobierno a Narváez (1856 - 1858) retornando a la
situación anterior a 1854 y anulándose la legislación progresista.

Desde 1858 a 1863 tienen lugar gobiernos de O'Donnell con la Unión liberal. La conflictividad social, los
escándalos económicos por la especulación minera, los ferrocarriles y la ruinosa política exterior en
Indochina, Guerra del Pacífico, México, Marruecos, lleva a la dimisión de O'Donnell (1863 - 1868). Se
forman gobiernos autoritarios al margen de las Cortes, de otros partidos y ejerciendo una brutal represión.
La sociedad ante los terribles momentos pide un cambio de gobierno y de monarquía.

Progresistas, unionistas y demócratas firman el pacto de Ostende para acabar con la monarquía isabelina y
los gobiernos moderados, que gobiernan según que camarillas y con el régimen liberal moderado (sufragio
censitario, elecciones fraudulentas), y llevan a cabo la Revolución Gloriosa en 1868. Isabel fue al exilio y
comienza el Sexenio Democrático o Revolucionario.

A modo de conclusión decir que el Estado liberal fracasó por la exclusión de la mayoría de la población. el
fracaso de la revolución industrial y del papel de la reina. Todo favoreció A las tendencias democráticas
que ocuparán el poder durante el sexenio.

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