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El reinado de Carlos IV fue en sus inicios una continuación del de su padre, incluso
mantuvo a sus ministros Floridablanca y el conde de Aranda, en los que el rey delegó
el poder, dando lugar a una etapa conocida como despotismo ministerial. Esta situación
cambió con el ascenso de Manuel Godoy al gobierno que, aunque ostentaba el cargo de
primer ministro, su papel recordaba al de los validos del siglo XVII. No obstante, los
acontecimientos que verdaderamente marcaron el reinado de Carlos IV fueron a nivel
exterior: el estallido de la revolución en Francia en 1789 y el posterior ascenso de
Napoleón al poder. Y es que, el movimiento revolucionario que sacudió a Francia
obligó a España a adoptar una política de prevención que evitase que estas ideas
cruzasen nuestras fronteras (Floridablanca endurece el control de aduanas y establece
una estricta censura), a la vez que se comprometían a ayudar a Francia, con cuyos reyes
nos unían lazos de parentesco.
Tras un corto período de gobierno del conde de Aranda, Carlos IV nombró ministro a
Manuel Godoy en 1792. Pese a ganarse la animadversión de amplios sectores de la corte
demostró tener cierto talento político y una capacidad de trabajo considerable. Se
convirtió en el hombre con más poder político y más influyente de España. Su acción de
gobierno estuvo condicionada por su política hacia la Francia revolucionaria, que
conoció dos fases:
En pocos meses, se produce la derrota naval del Cabo de San Vicente (1797), contra
los ingleses. Ello provoca la pérdida del control del comercio con América. En 1801,
Godoy gana a Portugal (aliada de Inglaterra) en la Guerra de las Naranjas, tomando
Olivenza. En 1805 se produce un nuevo enfrentamiento contra Inglaterra, que termina
con la derrota naval de Trafalgar (1805), donde Nelson derrota a Villeneuve (francés) y
a los marinos españoles Churruca, Alcalá Galiano, Uriarte,… Es la destrucción
completa de la armada española y el fin del control del comercio con Inglaterra. Como
Napoleón ya no podía vencer por mar a Inglaterra, optó por establecer un bloqueo
continental a este país, consiguiéndolo en todo Europa, excepto en Portugal. Godoy
firmara con Napoleón el Tratado de Fontainebleau en octubre 1807. Por este acuerdo
se autorizaba la entrada de tropas francesas en España con el propósito de invadir
Portugal.
Con todo, a finales de 1807 la situación económica y social de España era muy grave.
Desde hacía quince años, las guerras sucesivas, el hambre causada por la escasez de las
cosechas y las epidemias habían provocado una importante mortandad. Los precios se
habían disparado. El comercio en las colonias estaba colapsado desde la guerra anglo-
española de 1796, y desde 1806 el bloqueo impuesto por Napoleón contra Gran Bretaña
agravó aún más las cosas. A todo esto se sumaba la bancarrota del Estado, ya que las
guerras continuas habían provocado un endeudamiento creciente. En 1808 la deuda
alcanzaba 10 veces lo que se ingresaba cada año.
La indignación de todos los grupos sociales se dirigía contra Godoy, pero también
contra los reyes, por mantenerle al frente del gobierno. Se le acusaba de las derrotas
militares (derrota franco-española de Trafalgar y del Cabo de San Vicente), la nefasta
firma del Tratado de San Ildefonso (1796) con Francia, que implicaba la defensa mutua
o el intento de conquista de Portugal en 1801 durante la Guerra de las Naranjas; y se le
hacía responsable del hundimiento económico. El rechazo del clero se manifestó a partir
de unas primeras medidas desamortizadoras del gobierno.
En esta situación Godoy, receloso de las intenciones de Napoleón, planea trasladar a los
reyes a Andalucía y, después, probablemente a América. Cuando este proyecto se
conoce estalla un motín en Aranjuez, lugar donde se encontraba la Corte.
El origen del motín debe buscarse en el partido que se había formado en torno al
príncipe heredero, futuro Fernando VII, radicalmente opuesto al excesivo poder y
protagonismo de Godoy. Este partido fomentó el descontento entre grupos populares
(soldados, campesinos y servidores de palacio), que fueron quienes protagonizaron el
motín asaltando el palacio de Godoy. Carlos IV se vio obligado a destituir a su
ministro y a abdicar a favor de su hijo Fernando. Para intentar recuperar su trono,
comunicó a Napoleón lo ocurrido y reclamó su ayuda.
Desde marzo de 1808 las tropas francesas, al mando de Murat, habían ocupado la
ciudad. El 2 de mayo se procedió al traslado de parte de la familia real que todavía
estaba en Madrid a Francia. Este hecho acabó desencadenando el levantamiento del
pueblo de Madrid este mismo día, acaudillado por los capitanes de artillería Daoiz y
Velarde, y el teniente Ruiz (ESTA FECHA SE CONSIDERA EL INICIO DE LA
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA). Pero la protesta fue duramente reprimida
durante el 3 de Mayo y muchos madrileños fueron fusilados. El eco de la revuelta llegó
a muchos rincones de la Península, extendiéndose así la insurrección general, a finales
de mayo.
A) BANDOS EN EL CONFLICTO
b) Por otra parte, están los llamados “patriotas”, grupo heterogéneo que comparten
el rechazo al invasor y el reconocimiento de Fernando VII como legítimo rey de
España, pero que pertenecían a dos grupos ideológicos muy dispares: liberales y
absolutistas.
- Los liberales rechazan a los franceses, pero no a sus ideas, y desean implantar en
España reformas liberales. Este grupo está integrado fundamentalmente por la burguesía
y parte del clero.
- Los tradicionalistas o absolutistas representan a la mayor parte del bajo del clero y
las masas populares, defienden el retorno de Fernando VII como monarca absoluto, en
la tradición del Antiguo Régimen.
Al inicio la relación de fuerzas era dramática para los españoles. Frente a poco más de
100.000 soldados franceses España contaba con apenas unos 70.000. Los ejércitos del
Emperador llevaban años paseándose por Europa, sin embargo la guerra tuvo unas
características totalmente propias en España.
Durante tres años el ejército francés sufrirá una terrible guerra de desgaste frente a la
guerrilla.
El final de la guerra dejó un país arrasado. Se calcula que hubo cerca de medio millón
de muertos sobre una población de poca más de diez millones. Además habría que
contabilizar los muertos por epidemias, enfermedades y la gran hambruna que asoló
el país en 1812. A estos hay que sumar los mutilados y heridos de guerra. Debemos
indicar que el exilio de cerca de 15.000 afrancesados supuso la pérdida de una élite
difícilmente sustituible.
Las pérdidas materiales también fueron cuantiosas, tras los asedios numerosas
ciudades estaban completamente arrasadas, como Zaragoza, Gerona o San Sebastián. En
otras como Salamanca o León la ocupación francesa había causado la destrucción de
importantísimos edificios y monumentos artísticos, además del expolio de numerosas
obras de arte.
Dos hechos, sin embargo, llaman la atención en cuanto a la composición de esas Cortes:
- Separación de los tres poderes. Asignaron a las Cortes el poder legislativo, junto
con el rey (éste podía sancionar o vetar las leyes). El poder ejecutivo sería del rey y sus
secretarios, sujetos a la constitución. El poder judicial sería para los tribunales.
- Fijaron como uno de sus objetivos principales la elaboración de una Constitución (la
primera de España).
Así pues, las Cortes de Cádiz, al estar dominadas por el sector liberal, representaron el
primer episodio de revolución liberal burguesa en la historia de España. Su objetivo
final era crear un nuevo modelo de sociedad basado en tres principios fundamentales del
liberalismo:
Este reinado dura sobre unos 20 años, desde 1814 hasta 1833, distinguiéndose tres
etapas bien diferenciadas:
A) EL SEXENIO ABSOLUTISTA: (1814-1820) (6 años)
En abril recibió el documento firmado por los diputados absolutistas conocido como
“Manifiesto de los Persas” (apoyado también por nobles y clero). En él se le animaba
a ignorar las propuestas liberales y a restaurar la monarquía absoluta, dentro del
ANTIGUO REGIMEN (la situación hasta 1808). Tras su llegada a Madrid el 10 de
mayo declaró nula la Constitución y toda la obra legisladora de Cádiz e inició la
persecución de liberales y afrancesados, que serían detenidos y ejecutados o huyeron
al exilio a Francia o a Inglaterra. Los liberales que permanecieron se vieron obligados a
formar sociedades secretas, de forma clandestina e ilegal, debiendo aguardar el
momento propicio para conspirar. Se restituyeron los privilegios de la nobleza y clero,
se restituye el régimen señorial, se restablecía la Inquisición,…
Poco a poco el descontento se extendió desde el campo a las ciudades e incluso afectó al
ejército. De este modo se reorganizó el movimiento clandestino liberal y entre 1814 y
1820 se llegarían a producir numerosas conspiraciones y hasta 7 pronunciamientos
(Espoz y Mina, Porlier,…)
Además, entre las filas de los liberales se estaba generando una primera división
entre:
En 1822, los exaltados accedieron al poder e iniciaron una fuerte política radical de
grandes cambios políticos y sociales, que generó el rechazo de gran parte de los que
apoyaban al rey, y llamados realistas, cuyo objetivo era restablecer el poder del rey ante
los liberales. De hecho, tuvieron que ver con algunas sublevaciones militares, o la
organización de guerrillas en Navarra y Cataluña.
Ante el cariz más revolucionario que estaba tomando el gobierno, Fernando VII pidió
ayuda en varias ocasiones a las potencias de la SANTA ALIANZA, para que le
restablecieran como rey absolutista, destruyendo al gobierno liberal radical. las
potencias de la Santa Alianza acordaron intervenir en la Península. Un ejército francés
al mando del duque de Angulema, los Cien Mil Hijos de San Luis, junto a 35.000
voluntarios realistas entraron en España en abril de 1823, en octubre liberaban al Rey en
Cádiz devolviéndole su poder absoluto, acabando con el trienio liberal. Fernando VII
restauró por segunda vez el absolutismo.
Fernando VII declaró nulos todos los actos de gobierno durante el Trienio Liberal y
restauró de nuevo el absolutismo. Sin embargo, esta segunda restauración del
absolutismo, aunque pretendía también restablecer el Antiguo Régimen y se iniciaba
con una brutal represión contra los liberales, se desarrolló con un carácter más
moderado que la primera, buscando una cierta modernización administrativa. Hasta el
punto de que en esta última etapa de su reinado Fernando VII se encontró con una doble
oposición:
En este contexto surge la cuestión sucesoria: Fernando VII se casó con su sobrina
María Cristina de Borbón (1829) y en 1830 tuvo una hija, Isabel. Para poder
nombrarla su heredera, el rey promulgó la “Pragmática Sanción”, norma que
autorizaba la sucesión femenina al trono, prohibida hasta entonces por la “Ley Sálica”.
Ante esta decisión, encontramos una nueva división de españoles:
Nació así el problema del carlismo, que agrupaba a las fuerzas absolutistas y que
desencadenó una guerra civil a la muerte de Fernando VII. En consecuencia, el
acceso y la permanencia en el trono de Isabel II, la hija de Fernando VII, va a
depender del apoyo de los liberales.
V) LA INDEPENDENCIA DE LA AMERICA ESPAÑOLA
Los orígenes del independentismo americano se remontan al siglo XVIII, por un lado,
por la difusión de las ideas de la Ilustración, por otro el ejemplo de la independencia de
las 13 colonias (nacimiento de los EEUU), y sobre todo por la propia estructura social
de las colonias americanas. Los criollos (descendientes de los españoles, y nacidos en
América) controlaban las haciendas y las plantaciones, así como gran parte de la
producción manufacturera y casi todo el comercio. Este grupo que representaba entre un
10 y un 15% del total de la población controlaba la casi totalidad de la economía pero
estaba excluida de los grandes cargos de poder, ocupados por los españoles
peninsulares. Los españoles que apenas representaban el 1% de la población, sin
embargo, controlaban la inmensa mayoría de los cargos políticos y eclesiásticos de las
colonias americanas. Por una parte eran envidiados por los criollos, pero a su vez
tolerados, para que defendiesen su supremacía económica de la inmensa mayoría de la
población, indígenas, mulatos y esclavos. Sobre todo de los primeros, que eran la
verdadera mano de obra campesina al servicio de los criollos y siempre dispuesta a
librarse de su dominio. Hubieron algunas rebeliones protagonizadas por los indígenas,
como la de Tupac Amaru de 1780.
A) CAUSAS DE LA INDEPENDENCIA
1.- Primera Fase (1810-1814): Entre marzo y septiembre de 1810 se fueron formando
juntas revolucionarias en Caracas, Buenos Aires, Santa Fe de Bogotá y Santiago de
Chile. En general, surgieron movimientos revolucionarios que crearon nuevos gobiernos
americanos, en un proceso muy similar en todas las regiones:
En general fueron las propias divisiones internas de los líderes criollos los que en esta
primera fase dieron al traste con el proceso revolucionario. Las autoridades fueron
recuperando el control paulatinamente a partir de 1813, haciéndose con el control de
Bogotá, Caracas y Santiago. Los líderes independentistas terminaron en prisión
(Miranda, Nariño) o en el exilio (O´Higgings o Bolívar). El envío de un ejército de
10.000 hombres, al mando del general Morillo, en febrero de 1814, fue decisivo para
el restablecimiento del control peninsular
en el Norte. En Méjico, el cura Hidalgo,
fue quien en septiembre de 1810 dirigió la
sublevación contra el nuevo virrey enviado
por la Regencia. Pedía la eliminación de
tributos, la abolición del régimen de castas,
el reparto de tierras, y fin de los
monopolios mineros. Tal programa hizo
que los criollos asustados recurriesen a los
españoles para defender su posición de
privilegio. Hidalgo fue detenido y
ejecutado, al igual que su sucesor, el cura
Morelos en 1815. Sólo quedaban por
controlar los focos independentistas de
Paraguay y Argentina.
2.- Segunda fase (1814-1820): A partir de
1816 la restauración del absolutismo en
España, y el fin del liberalismo reavivó las
ansias de independencia. El Gobierno
español se veía incapaz de enviar las
fuerzas que se reclamaban desde América, a causa de la quiebra financiera del Estado.
Desde Argentina, San Martín, tras varias batallas (Chacabuco), consigue proclamar la
independencia de Argentina y Chile en 1816. Por su parte Simón Bolívar reanudó las
operaciones en Venezuela en 1816. La política represiva del virrey Morillo hizo que se
incorporaran al movimiento independentista los indígenas. En 1819 derrotara a los
realistas en la batalla de Boyacá. Entonces se proclama la República de la Gran
Colombia (Venezuela, Colombia y Ecuador). En esta segunda fase, fue fundamental el
apoyo abierto de Inglaterra y Estados Unidos a favor de los independentistas.
Cuando acabó el reinado de Fernando VII, el inmenso imperio colonial de antaño había
quedado reducido a Cuba, Puerto Rico y Filipinas. España pasaba a ser una potencia de
segunda fila en el contexto europeo y los nuevos estados americanos se desangraban
durante varias décadas en guerras entre ellos por delimitaciones territoriales,
independencias y zonas de influencia económica.