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IES J.L. CASTILLO PUCHE José A.

Mellado
2º Bachillerato.- Historia de España

TEMA 6.- LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA REVOLUCIÓN LIBERAL (1788-1833)

1. CARLOS IV (1788-1808).

1.1. El impacto de la Revolución Francesa:

En 1788 accedió al trono Carlos IV, y mantuvo a Floridablanca, quien debía continuar
con las reformas del Despotismo Ilustrado. Pero con el estallido de la Revolución Francesa en
1789, Floridablanca realizó una política de aislamiento (cerró las fronteras, paralizó las
reformas, prohibió hablar de los hechos: prensa, cartas, libros) con la ayuda de la Inquisición.
Los ilustrados españoles no eran partidarios de la revolución, sino de una política de reformas.

Floridablanca fracasó en evitar la difusión de las ideas revolucionarias y fue incapaz de


establecer relaciones con la nueva Francia. En 1792 fue destituido. El conde de Aranda le
sustituyó: intentó establecer relaciones con Francia pero la detención de Luis XVI y la
proclamación de la República en septiembre de 1792 hicieron imposible el acercamiento.

Le sustituyó Manuel Godoy como secretario de Estado, en buena medida por su


relación con la reina María Luisa. Dirigió el gobierno hasta 1808.

Luis XVI fue guillotinado en 1793 y España y otras potencias le declararon la guerra a
Francia. Fue uno de los errores más graves de la política exterior de Godoy. Ante el poco éxito
militar de la coalición antifrancesa, Godoy decidió recuperar la tradicional alianza con Francia:
Tratado de Basilea (1795), España cede parte de la isla de Sto. Domingo.

España reforzó su alianza con Francia en el Tratado de San Ildefonso (1796) para
luchar contra Inglaterra, convencido Godoy de que la verdadera amenaza para España era GB
y su deseo de controlar el comercio con América.

En 1805 la flota franco-española sufrió una grave derrota en Trafalgar frente a una
escuadra británica, desbaratando el poder marítimo español y paralizando el comercio con
América. La drástica disminución del comercio con América provocó un aumento del déficit del
Estado. Este ya venía siendo muy elevado, y Godoy ya había comenzado en 1798 una venta de
propiedades de la Iglesia en beneficio del Estado. Fue la primera desamortización, pasando a
manos privadas una sexta parte de las tierras de la Iglesia. Godoy tuvo que enfrentarse a duras
críticas por parte de la nobleza y la Iglesia, y a la animadversión de Fernando, el hijo de Carlos
IV.

A todo ello se unió el descontento popular (elevados impuestos, carestía de alimentos,


hambre, epidemias) que derivó en motines.

1.2. La invasión napoleónica y la crisis política de 1808:

La situación se deterioró aún más cuando España firmó el Tratado de Fontainebleau


(1807), que autorizaba al ejército francés de Napoleón a entrar en el país para atacar a
Portugal, aliada de Inglaterra. El tratado fijaba un futuro reparto de Portugal, del que Godoy
recibiría un principado.

Muy pronto se hizo evidente que la entrada consentida de las tropas napoleónicas en
febrero de 1808 se había convertido en una invasión de nuestro país. La familia real se
trasladó a Aranjuez cuando las fuerzas francesas entraron en Madrid.

En esta situación se produjo el Motín de Aranjuez (marzo de 1808): impulsado por


nobles y eclesiásticos y protagonizado por el pueblo de Aranjuez, se exigió la destitución de
Godoy y la renuncia de Carlos IV a favor de su hijo Fernando.

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Carlos IV solicitó la ayuda de Napoleón para recuperar el trono. Napoleón, constatando


la debilidad de los Borbones, decidió convocar a los monarcas en Bayona. En la ciudad francesa
se produjeron las “abdicaciones de Bayona” (abril 1808): Carlos IV abdicó en favor de
Napoleón y Fernando VII devolvió el trono a su padre, con lo que el trono de España quedó
en manos de Napoleón.

Napoleón le entregó el trono a su hermano José Bonaparte, José I, quien hizo publicar
el Estatuto de Bayona (1808): abolía los privilegios y reconocía la igualdad de los españoles
ante la ley, los impuestos y el acceso a los cargos públicos. Nunca entró en vigor.

Frente a José I y el Estatuto de Bayona, los españoles se dividieron en dos bandos:

 Afrancesados: apoyan a José I (sobre todo ilustrados que querían reformas, como el
pintor Goya). Al acabar la guerra, odiados por el pueblo, tuvieron que exiliarse.
 Patriotas: en contra de José I, luchan por la vuelta de Fernando VII.

2. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808-1814).

La situación de las ciudades con presencia francesa era muy tensa. La evidencia de que
se trataba de una invasión y no de un tránsito, las extorsiones realizadas por el ejército francés
y el rumor de que Napoleón había secuestrado por la fuerza a los reyes en Bayona provocaron
un malestar del pueblo ante la pasividad de las autoridades españolas.

El 2 de Mayo de 1808 el pueblo de Madrid se sublevó de forma espontánea. La


revuelta de Madrid fue aplastada con brutalidad pero la rebelión se extendió por el país. Los
patriotas crearon juntas locales en las grandes ciudades para organizar la rebelión, y estas
juntas crearon la Junta Suprema Central en septiembre de 1808, que reconoció al rey
Fernando VII, declaró la guerra a Francia y asumió la autoridad hasta su retorno.

Fue una guerra de carácter patriótico. Los españoles luchaban contra Francia en
defensa de la Iglesia y la Monarquía (Fernando VII), aunque una minoría viera la oportunidad
para hacer profundas reformas políticas de carácter liberal.

A pesar de la resistencia de algunas ciudades (Zaragoza, Girona) y una victoria


española importante (Bailén, julio 1808), a partir de noviembre de 1808 el dominio francés se
extenderá por toda la península, excepto Cádiz. En enero de 1809, José I regresa a Madrid.
Mientras, los británicos ocupaban Portugal. El conflicto se convirtió pronto en una guerra de
guerrillas: grupos reducidos de militares, clérigos y campesinos, con el conocimiento del
terreno y el apoyo de la población civil, fueron desgastando al ejército francés con ataques
continuos a pequeña escala.

La guerra se decantó del bando aliado (GB, España y Portugal) a partir de 1812 debido
a la victoria decisiva de las tropas aliadas del general Wellington en Arapiles (1812). Después le
seguirían las victorias de Vitoria y San Marcial (1813). También influyó la retirada de algunas
tropas francesas para el frente ruso en 1812 y la intensificación de la guerra de guerrillas.

Finalmente José I tuvo que abandonar Madrid y en diciembre de 1813 se firmó el


Tratado de Valençay por el que Napoleón devolvía el trono a Fernando VII.

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3. LAS CORTES DE CÁDIZ.


EBAU 7.- LAS CORTES DE CÁDIZ. LA CONSTITUCIÓN DE 1812.
INTRODUCCIÓN
En plena Guerra de Independencia, las Cortes de Cádiz (1810-1814) intentaron llevar a
cabo un programa revolucionario, siendo su obra principal la redacción y aprobación de la
primera constitución española propiamente dicha. Pero además las Cortes, dominadas por los
liberales, implantaron por decreto algunas reformas básicas para acabar con el Antiguo
Régimen.

DESARROLLO
1. La obra reformista de las Cortes de Cádiz:
Durante la Guerra de Independencia, una minoría de intelectuales liberales quiso
aprovechar la situación de inestabilidad y de vacío de poder (el rey al que reconocían casi
todos como legítimo, Fernando VII, se encontraba exiliado en Francia) para llevar a cabo el
desmantelamiento del Antiguo Régimen, para lo cual hubo de enfrentarse con los estamentos
privilegiados, contrarios a esos cambios. La gran masa de españoles, ignorantes y fanáticos,
estuvo totalmente al margen de este debate político, inclinándose más bien hacia las
posiciones de los absolutistas debido a la influencia que sobre ellos ejercía el clero.
Por las circunstancias de la guerra, la Junta Suprema Central, órgano de gobierno
creado en 1808, tuvo que instalarse en Cádiz, la cual, pese al asedio y el bombardeo que sufrió
durante largo tiempo, nunca llegó a ser tomada por los franceses. En enero de 1810 la Junta se
disolvió y en su lugar fue nombrado un Consejo de Regencia colectivo, que en teoría iba a
gobernar en nombre de Fernando VII en tanto durase su permanencia en Francia. Sin embargo
varios meses después llegaron a Cádiz noticias de la rebelión independentista de las colonias
americanas. Este es el motivo por el que la Regencia se decidió a convocar una reunión de las
Cortes en septiembre de 1810, creyendo así ingenuamente que lograrían frenar el movimiento
separatista, pues también acudirían a las Cortes representantes de las provincias americanas.
Las Cortes estuvieron integradas por representantes de todas las provincias tanto
peninsulares como americanas, pero, debido a la situación de guerra, en la práctica fueron
muchos los diputados “sustitutos” gaditanos, entre los que predominaban los liberales,
miembros de clases medias y burguesas y partidarios de reformas profundas. Los miembros
del clero y la nobleza (absolutistas o serviles), contrarios a los cambios, quedaron en minoría.
Las Cortes aprobaron en primer lugar que eran depositarias de la soberanía nacional,
es decir, que ejercían el poder en representación de los ciudadanos que formaban la nación.
Asimismo reconocían a Fernando VII como rey de España.
Los liberales se propusieron desmantelar las estructuras del Antiguo Régimen a través
de una serie de decretos, tales como:
 La libertad de imprenta, suprimiendo la censura, salvo para los escritos religiosos.
 Abolición del régimen señorial, es decir, eliminación de los privilegios fiscales y
jurídicos de la nobleza y el clero.
 Derogación de los gremios, una estructura de origen medieval que suponía un
obstáculo para la industrialización.
 Supresión de la Mesta, institución también medieval que perjudicaba el desarrollo de
una agricultura moderna.
 Abolición de la Inquisición, asunto que provocó los debates más tensos, por la fuerte
oposición que ofrecieron la mayoría de los diputados de la nobleza y el clero.
 Desamortización de las tierras municipales, lo que no llegaría a materializarse debido
a la situación de guerra y el posterior regreso de Fernando VII en 1814.

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2. La Constitución de 1812:
Aprobada el 19 de marzo de 1812 fue la obra más trascendente de las Cortes de Cádiz
(bautizada por el pueblo como “La Pepa”). Su extensísimo texto (384 artículos) constituye un
resumen de las ideas del liberalismo español en su primera época. Esta Constitución se inspira
en muchos principios que proceden de Francia (por ejemplo, la definición de la ley como
expresión de la voluntad popular parte de la idea del “contrato social” de Rousseau; o también
el principio de separación de poderes se atribuye a otro filósofo francés: Montesquieu).
Las ideas principales son:
 El principio de la soberanía nacional (art. 3). Corresponde a la nación (es decir a los
españoles, y no al rey, como hasta entonces) el derecho a establecer las leyes por las
que regirse.
 El art. 12 proclama al Estado español como católico y no establece la libertad
religiosa. Se pretendía así contentar a los sectores más tradicionales (y por tanto más
favorables a la defensa del catolicismo), aunque esta idea fuera contraria a los
principios del liberalismo.
 El principio de la división de poderes.
- El poder legislativo (art. 15) corresponde “a las Cortes con el Rey”. Las Cortes
estarán formadas por los representantes de los ciudadanos, elegidos por éstos, y se
reunirán en una sola cámara (unicameralismo). Las elecciones se celebrarán por
sufragio universal masculino, pero sólo podrán presentarse como candidatos aquéllos
que posean una cierta renta, con lo que las Cortes serán casi monopolizadas por la
burguesía propietaria, además del clero y la nobleza. Ningún campesino o persona
procedente de las clases bajas consiguió ser diputado.
- El poder ejecutivo (art. 16) pertenece al Rey, quien nombra a su gobierno formado
por siete secretarios de despacho (más tarde llamados ministros). El Rey ahora está
sometido a la Constitución y sólo tiene los poderes que ésta le otorga (monarquía
constitucional), entre ellos el veto de una ley.
- El poder judicial (art. 17) corresponde a los tribunales de justicia, con lo cual la
nobleza y el clero pierden definitivamente sus competencias al respecto. Nace el
Tribunal Supremo como órgano judicial independiente del Rey (poder ejecutivo) y de
las Cortes (poder legislativo).
 El Estado se organizará por provincias y municipios, con ayuntamientos electivos.
 Supresión de las aduanas interiores, basándose en el principio de la unicidad del
estado.
 Igualdad fiscal en todo el territorio, sin privilegios para ningún grupo o estamento (art.
339), lo que también choca con los derechos tradicionales de la nobleza y el clero.
 Reconocimiento de derechos (educación, propiedad) y libertades individuales
(pensamiento, opinión e imprenta) iguales para todos los ciudadanos.
 Creación del Presupuesto Nacional como forma de control de los ingresos y gastos del
estado.
 Se establece la enseñanza primaria obligatoria y la creación de la Milicia Nacional.

CONCLUSIÓN
La situación de guerra y la posterior vuelta de Fernando VII (quien se apresuró a
suprimirla) hicieron que la Constitución de Cádiz no llegara a estar vigente. No obstante es
una constitución mítica para la doctrina liberal, con un enorme prestigio en nuestro país, así
como en Europa y América (las colonias americanas, una vez convertidas en estados

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independientes, la tomarían como modelo para sus respectivas constituciones). Entre 1820-23
y 1836-37 los liberales españoles conseguirán reponerla.

4. EL REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833).


EBAU 8.- ABSOLUTISMO FRENTE A LIBERALISMO. EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL REINADO DE
FERNANDO VII.
INTRODUCCIÓN
La vuelta de Fernando VII al trono (1814-1833), tras acabar la Guerra, significó un paso
atrás, pues el nuevo rey reimplantó el absolutismo monárquico, desmantelando toda la obra
reformista de las Cortes de Cádiz. Los liberales, desplazados del poder y perseguidos, se
dedicaron a conspirar mientras la situación económica se agravaba.

DESARROLLO
El reinado de Fernando VII se divide en tres etapas bien diferenciadas: el Sexenio
Absolutista (1814-1820), el Trienio Liberal (1820-23) y la Década Absolutista (1823-33).

A. EL SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-1820):


La derrota de Napoleón provocó la precipitada salida de España de su hermano José I.
Napoleón firmó en diciembre de 1813 un acuerdo con Fernando VII (tratado de Valençay)
reconociéndole como rey y permitiéndole regresar a su país. Las Cortes se trasladaron desde
Cádiz a Madrid para esperar en la capital la llegada de Fernando, y esperaban que el rey jurara
la Constitución.
El rey en un primer momento se mostró prudente y no tomó ninguna decisión hasta
comprobar con qué apoyos contaba para restaurar el sistema absolutista. En Valencia un
grupo formado por 69 diputados absolutistas, encabezados por el general Elío, le presentaron
el 12 de abril de 1814 un documento llamado Manifiesto de los Persas, en el que le pedían la
derogación de toda la obra legislativa de las Cortes de Cádiz. El rey comprobó así que un sector
importante de la población deseaba acabar con la obra de los liberales y no se hizo de rogar.
Entró en Madrid el 3 de mayo al grito popular de “vivan las caenas” y mediante un decreto del
4 de mayo de 1814 declaró ilegal la convocatoria de las Cortes de Cádiz, anuló toda su obra
legislastiva (incluida la Constitución de 1812) y comenzó una cruel represión contra liberales y
afrancesados. De éstos, muchos consiguieron exiliarse; otros corrieron peor suerte.
La nobleza, el clero y gran parte del pueblo (totalmente ignorante en las cuestiones
políticas) apoyaron este giro hacia el absolutismo. Además de anular las libertades civiles,
Fernando VII reinstauró la Inquisición y la Mesta y permitió la vuelta de los jesuitas a España
(habían sido expulsados por Carlos III a raíz del motín de Esquilache). Sin embargo el rey se
negó a devolver las tierras de la Iglesia expropiadas por Godoy durante el reinado de Carlos IV,
debido a la enorme crisis que atravesaba la Hacienda Pública.
La situación económica del país era desastrosa como consecuencia de tantos años de
guerra, con la consiguiente destrucción de fábricas, caminos, pueblos y ciudades, así como la
pérdida de gran parte de la producción agrícola y ganadera. Además, la nobleza y el clero
recuperaron su privilegio de exención de impuestos. Por último, las provincias americanas se
encontraban en rebeldía.
Por otro lado el sector liberal del Ejército (la mayoría de los oficiales y muchos
antiguos líderes de las guerrillas antifrancesas) no aceptó el retorno al absolutismo y, con la
ayuda de sociedades secretas como la Masonería, intentó en varias ocasiones restablecer la
Constitución a través de pronunciamientos militares (algo que se convertirá en una práctica
muy corriente durante gran parte del siglo XIX). Estos intentos golpistas en favor de la
Constitución fracasaron (Espoz y Mina en Pamplona, Porlier en La Coruña, Lacy en Barcelona),
salvo el encabezado por Riego el 1 de enero de 1820.

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B. EL TRIENIO LIBERAL (1820-1823):


El periodo comprendido entre 1820 y 1823 supone la segunda experiencia del
liberalismo en España (la primera había sido la de las Cortes de Cádiz). Comienza con el
pronunciamiento del teniente coronel Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla),
donde se encontraban sus tropas esperando embarcar hacia América para sofocar la
sublevación de los independentistas hispanoamericanos. Fernando VII, ante la imposibilidad
de hacer frente al golpe militar, no tuvo más opción que aceptar la situación: convocó las
Cortes, nombró un gobierno de liberales moderados (presidido por Argüelles) y el 10 de marzo
de 1820 juró la Constitución de Cádiz, que entró en vigor por primera vez.
El nuevo gobierno volvió a suprimir la Inquisición, los gremios, los señoríos
jurisdiccionales y mayorazgos; repuso el sistema de impuestos de las Cortes de Cádiz;
restableció los derechos y libertades de los ciudadanos; desamortizó las tierras de los
monasterios para disminuir la gigantesca deuda pública acumulada; se creó la Milicia Nacional,
para mantener el orden público y defender la Constitución; se promulgó un primer Código
Penal; se reorganizó la educación en tres grados (primario, secundario, universitario).
El gobierno liberal estuvo marcado por la debilidad debido a sus poderosos enemigos
(el clero, la nobleza, las potencias absolutistas de la Santa Alianza, el propio monarca…), por el
escaso apoyo popular con que contaba, por la situación de crisis económica profunda, por su
incapacidad para detener el avance del independentismo en Hispanoamérica, y por su propia
división interna en dos grupos:
 los moderados (o “doceañistas” por la participación de muchos de sus líderes en las
Cortes de Cádiz): querían reformar algunos aspectos de la Constitución de 1812 en una
dirección conservadora (sufragio limitado), con el fin de conseguir su aceptación por
parte del rey y de los estamentos privilegiados.
 los exaltados o “veinteañistas” (que más tarde serán los progresistas, de tendencia
más radical): tenían a Riego como líder, eran partidarios de una aplicación estricta de
la Constitución de 1812, manteniendo el sufragio universal.
La oposición al gobierno liberal, alentada por la Iglesia y con la simpatía no disimulada
del rey, que pretendía recuperar sus poderes absolutos, se tradujo en la creación de grupos
armados de campesinos (denominados “realistas”) con fuerte implantación en zonas rurales
de Cataluña y Navarra. El gobierno, dominado entonces por los liberales exaltados, envió un
ejército a combatir a los realistas dando lugar a una situación prácticamente de guerra civil.
Finalmente el gobierno consiguió imponerse a los rebeldes.
En abril de 1823 un ejército francés (denominado popularmente los Cien Mil Hijos de
San Luis), con el respaldo de las potencias absolutistas de la Santa Alianza, entró en España y
con muy escasa resistencia acabó con esta segunda experiencia liberal. El ejército invasor
estaba encabezado por el Duque de Angulema y doblaba en efectivos al que obedecía al
gobierno español. Prácticamente no hubo combates. Se demostraba así la falta de popularidad
de la ideología liberal.

C. LA DÉCADA ABSOLUTISTA (1823-1833):


Fernando VII llevó a cabo una dura represión contra los liberales (por ejemplo, Riego
fue ejecutado en Madrid en diciembre), al tiempo que anuló la Constitución y prácticamente
toda la obra legislativa del Trienio (decreto del 1 de octubre de 1823). Lo único que quedó de
ésta fue la supresión de la Inquisición (el Duque de Angulema, jefe de las tropas francesas,
impidió su restablecimiento).
La pérdida del Imperio americano se materializó en 1824, mientras en el interior la
situación económica era catastrófica. El gobierno absolutista no podía afrontarla, pues
cualquier medida racionalizadora que se propusiese era interpretada por el clero y la nobleza
como un atentado contra sus privilegios tradicionales. El ministro de Hacienda Ballesteros
reorganizó la Hacienda Pública, estableció el Presupuesto Anual del Estado y quiso abordar,
con nulo éxito, una reforma fiscal que hiciera pagar a los sectores privilegiados.

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Fernando VII tuvo en esta década final de su reinado dos oposiciones de signo político
opuesto. De una parte los liberales, muchos de los cuales estaban exiliados (en Londres y
París). Los que sobrevivieron a la represión volvieron a formar sociedades secretas para
preparar, otra vez sin éxito, levantamientos populares (como el de Torrijos en Málaga en
1831). Pero la novedad está en que tampoco estaba contento con la política fernandina el
sector más clerical y reaccionario de los absolutistas, que a partir de 1826 se identifica con la
figura del hermano del rey, Carlos María Isidro, quien por la falta de descendencia real estaba
destinado a ser su sucesor. Entre estos ultrarrealistas (más tarde denominados carlistas)
estaban muchos de los campesinos que durante el Trienio Liberal habían formado grupos
armados y que ahora se consideraban agraviados. El crecimiento de este sector crítico con
Fernando VII fue creciendo a partir de 1828, cuando el rey comenzó a adoptar algunas
medidas que los ultrarrealistas entendieron como propias del liberalismo.
Pero el problema más importante para Fernando VII fue sin duda la cuestión
sucesoria: en 1830, al contraer matrimonio por cuarta vez (con su sobrina María Cristina de
Borbón) y ante la posibilidad de que tuviera descendencia femenina, el rey había publicado la
Pragmática Sanción (que derogaba la Ley Sálica de Felipe V, la cual impedía a las mujeres ser
reinas). El posterior nacimiento de Isabel en 1830 (y luego de Luisa Fernanda) cerraba las
puertas al trono al hermano del rey y sus partidarios (carlistas). En 1832, aprovechando la
grave enfermedad del monarca, los carlistas consiguieron de éste que derogara la Pragmática
Sanción, con lo que volvía a tener vigencia la Ley Sálica. Pero Fernando VII sobrevivió a esa
enfermedad y, una vez recuperado, destituyó a los ministros y a los militares más
reaccionarios, volviendo a dar validez a la Pragmática Sanción. En esta decisión tuvo una
participación activa su esposa María Cristina, que quería asegurar el trono para su primera
hija (la futura Isabel II). El rey nombró presidente del gobierno a Cea Bermúdez, un liberal
moderado, y autorizó la vuelta del exilio de algunos liberales. Los carlistas comenzaron a
prepararse para un levantamiento armado, lo que sucederá en cuanto muera Fernando VII
(octubre de 1833), dando lugar a la primera guerra carlista.

CONCLUSIÓN
La muerte de Fernando VII en 1833 dio paso en la historia de España a un proceso
imparable de cambios políticos, sociales y económicos. Aquello contra lo que había luchado
este rey, tuvo que aceptarlo la reina regente y luego Isabel II, a saber, el establecimiento de un
régimen liberal. Este cambio de régimen consolidará la hegemonía de la burguesía como clase
social dominante junto a la nobleza.

5. LA INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS AMERICANAS.


5.1. Causas del proceso de independencia:
a) La rica burguesía criolla –blancos nacidos en América- se sentía apartada de la
administración colonial y perjudicada por fuertes impuestos.
b) El impacto de la revuelta de las trece colonias americanas contra Gran Bretaña, que llevó al
nacimiento de Estados Unidos en 1776.
c) La difusión de las ideas de la Revolución Francesa de 1789.

5.2. Etapas del proceso de independencia:


 Primera fase (1808-1814):
- Las autoridades americanas no acataron la monarquía de José I y formaron juntas
locales, como las de Buenos Aires y Caracas, que poco a poco se desvincularon de la
autoridad de la Junta Central Suprema y fomentaron el sentimiento independentista.
- En 1811, Paraguay proclamó su independencia.
- En 1814 Fernando VII envió tropas para acabar con las revueltas, lo que provocó la
expansión del movimiento libertador.

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 Segunda fase (1816-1824):


- Argentina proclamó su independencia en 1816 y el general San Martín dirigió una
expedición que, atravesando los Andes, derrotó a los españoles en Chacabuco y logró
la independencia de Chile.
- En el norte, Simón Bolívar derrotó a los españoles en Carabobo y fundó la Gran
Colombia (1821), que después se fragmentó en Venezuela, Colombia, Ecuador y
Panamá.
- En México, la rebelión de Iturbide logró la independencia en 1821, que fue seguida
por toda América central.
- En 1824, Antonio José de Sucre derrotó a los españoles en Ayacucho y emancipó Perú
y Bolivia.

Tras la derrota de Ayacucho, España perdió todas sus posesiones americanas excepto
Cuba y Puerto Rico.

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