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CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO DE PLATÓN

El surgimiento de la Filosofía se entiende con la expresión “paso del mitos al logos” (paso de un
pensamiento mítico a uno racional). Los padres de este pensamiento mítico eran Homero y Hesíodo.
Los primeros documentos llevados a escrito en Grecia fueron La Ilíada y La Odisea y en este momento
histórico se le llama polis a la ciudad-estado. Las características de la época que nos hacen entender el
contexto del surgimiento filosófico son: se modifican las técnicas de combate y los armamentos, el
mar Egeo bulle de comercio a partir del siglo VII intensificándose el contacto entre colonias, no hay
castas sacerdotales defendiendo algún libro sagrado, la escritura alfabética se impone y se impone el
equilibrio frente a la jerarquía.

Los primero iniciadores de la filosofía fueron los presocráticos. En ellos es característico el concepto de
physis (la naturaleza en general o la esencia de algo) y el de arjé (aquello de lo que surgen las cosas y a
lo que van a parar). Tales de Mileto veía el arjé como el agua, de ella surgirán todas las cosas. Por otro
lado, Anaximandro pensaba que el arjé es lo ápero, indeterminado en forma y en naturaleza. Por su
parte Anaxímenes decía que el arjé es aire, que carece de forma pero es algo concreto. Más tarde
Heráclito nos dice que todo fluye, todo está en continuo cambio y movimiento. Otros temas
destacables de Heráclito son la identidad de los contrarios (“el camino hacia arriba y hacia abajo es el
mismo”) y la idea de que todo lo destruido vuelve a nacer y todo lo que nace es destruido (“la guerra
es el padre de todas las cosas”). Parménides decía que solo se podía pensar el ser; lo que es, es; lo que
no es, no es. Este se oponía a Heráclito, decía que nada cambia, el ser es único y homogéneo, eterno,
inmóvil y como una esfera, es decir, perfecto. Por su lado, Pitágoras afirmaba que el universo tiene una
constitución matemática, su fundamento es el número. Pitágoras defendía la inmortalidad del alma
unida a la idea de que lo auténticamente importante para el ser humano es el cuidado de esta.

En este momento de la historia, Atenas se convierte en el centro cultural y se expulsará al gobierno de


los treinta tiranos, restaurando la democracia. Los sofistas irrumpirán en Atenas para enseñar a
gobernar con la medida de la palabra. La principal característica de los sofistas es que eran relativistas,
pensaban que no hay verdad ni mentira, pues todo es relativo, depende de cómo y quién lo mire; el
hombre es la medida de todas las cosas. Algunos sofistas eran escépticos ya que dudaban de que el
ser humano pudiera alcanzar el conocimiento de la verdad; “Nada existe, si algo existiese no se podría
conocer y si se pudiera conocer, no se podría comunicar”.

En el caso de Sócrates, este pensaba de sí mismo que no alumbraba ideas, que no paría conocimientos,
pero que hacía parir a otros mediante sus conocimientos. Sabía que no sabía (“solo sé que no sé
nada”). Sócrates descubrió que los hombres ignoraban lo más importante de la vida, que es el cuidado
de su alma mediante el conocimiento de lo que es bueno. También era un defensor del intelectualismo
moral: el comportamiento humano depende únicamente del conocimiento del bien y del mal; “el malo
no es malo por naturaleza, lo es por ignorancia”.

FILOSÓFIA DE PLATÓN
La teoría de las ideas y la teoría del conocimiento.

La teoría de las Ideas es uno de los pilares fundamentales de la filosofía platónica. Platón nos habla de idea
como propiedad permanente y real de las cosas, las identificó con entes trascendentes, objetos
abstractos permanentes fuera del mundo de los sentidos, supuso que las ideas eran: universales, eternas,
inmutables, absolutas, únicas, inmateriales y objeto de ciencia o conocimiento. Las cosas sensibles, por
otro lado, serán todo lo contrario: particulares, efímeras, cambiantes, relativas, múltiples, materiales y
objetos de opinión o creencia.

La relación entre las ideas y las cosas sensibles se mira desde dos ámbitos. Vista la relación desde la idea,
Platón dice que está presente en las cosas sensibles. Vista la relación desde los particulares sensibles, la
relación se llama participación, todas las cosas participan de una idea, lo que supone un modelo perfecto
al que lo sensible se aproxima.

Platón, aportará además distintos argumentos para demostrar la existencia de las ideas. El primer
argumento es “el argumento de las ciencias” que sugiere que la ciencia o el conocimiento existen y que la
ciencia trata sobre realidades permanentes que no pertenecen al mundo sensible. El segundo argumento
es “el argumento del uno sobre muchos”, sostiene con respecto a cada pluralidad de cosas particulares
que ninguna de ellas se predica de sí misma, sino que hay algo distinto de éstas que es lo que se predica de
ellas. Además, sostiene que ese predicado está separado de ellas y es eterno. Por lo tanto, es una Idea.

Existe una jerarquía dentro de las Ideas, estando en la primera posición y dominando al resto, la idea
de Bien, que Platón identifica con la idea de Verdad o Justicia, la relaciona también con el sol e incluso con
el ser. El último nivel lo ocuparían las ideas de los objetos físicos.

Platón diferenció dos mundos: el mundo sensible y el inteligible. El mundo sensible, es devenir, está en
movimiento y su conocimiento es posible a través de los sentidos. Por otra parte, el mundo inteligible es
el mundo de las ideas, constituye el verdadero ser y solo es posible conocerlo a través de la razón por
medio de un proceso dialéctico, que va desde la ignorancia hasta la verdad. Una vez distinguidos ambos
mundos, Platón definió distintos grados de conocimiento. Dentro del mundo sensible, se encontraban los
grados de conocimiento de la eikasía (es la forma más baja de conocimiento y son las sombras y reflejos
que producen los objetos sensibles) y la pistis (grado más avanzado de conocimiento que la eikasía y que
conocía los objetos sensibles), ambos constituían la opinión o doxa. En el mundo inteligible, se encontraba
la dianoia (conocía los objetos matemáticos) y la noia (forma superior de conocimiento que se equipara a
la dialéctica), ambos grados constituyen a episteme, que es la ciencia o el conocimiento.

Una de las preguntas claves en Platón es cómo llegamos a conocer las ideas. Las Ideas no las adquirimos
por medio de la razón, tampoco son fruto del pensamiento o de reflexiones. Por lo tanto, tienen que estar
en nosotros. El alma ya tenía antes esos conocimientos, las había contemplado en periodos anteriores a
nuestra existencia. Platón afirma que el alma antes de encarnarse ha contemplado el mundo de las ideas.
Pero el alma, al quedar encerrada en el cuerpo, ha olvidado las ideas que contempló. Con el contacto con
las cosas se irá despertando en el alma aquel conocimiento. Este recordatorio es lo que Platón llama
anamnesis o reminiscencia, “todo conocimiento es recuerdo”.

El alma.

Platón consideraba que la misión más alta del hombre es “cuidar su alma”, lo que acerca al autor a la
tradición pitagórica: el verdadero “yo” del hombre, ahí donde reside su auténtica personalidad, es su
alma. Platón insiste en la inmortalidad del alma y justifica su serenidad ante la muerte advirtiendo que ésta
es un bien. Si la muerte es la separación del cuerpo y del alma, el filósofo ensaya durante su vida un
acercamiento a la muerte. El alma es más semejante a las ideas: es simple, pura, eterna, divina, uniforme
e indisoluble. El cuerpo, por su parte, se asemeja a lo humano, mortal, multiforme, ininteligible y disoluble.
El alma es aquella parte del hombre por medio de la cual conoce los objetos eternos del conocimiento. A
ella se opone el cuerpo, asiento de las percepciones sensibles, de las pasiones y deseos, del placer.

Platón afirma que, puesto que hay tres clases sociales en el estado (productores, militares y gobernantes),
debe haber tres partes en el alma. Así pues, tres son las partes del alma: Razón (nous), ánimo y apetitos, o
“alma racional”, “alma irascible y “alma concupiscible”. La primera, sede del intelecto, la segunda de las
emociones y la tercera de los deseos (sexuales, de poder, de dinero...).

Platón trata de dar una serie de argumentos para probar la inmortalidad del alma: argumento de los
contrarios (si algo está vivo es porque antes estaba muerto, y si algo está muerto es porque antes estaba
vivo, y así sucesivamente), argumento de la anamnesis (si el conocimiento es recuerdo, entonces el alma
existe antes del nacimiento), argumento basado en las ideas (el alma es más semejante a las ideas que a
las cosas sensibles, dado que su función es conocer las ideas), argumento conceptual-ontológico (las cosas
poseen propiedades accidentales y propiedades esenciales) y prueba por el movimiento (hay entes que
son movidos por otras cosas, por ejemplo, el cuerpo es movido por el alma)

La escatología es el destino del alma una vez que abandona el mundo. Para Platón lo que sí es constante
es el juicio de las almas en el que los puros, ante todo los filósofos que han sabido distanciarse de los
placeres, dolores y engaños del cuerpo, son los más recompensados. También es constante la
reencarnación de las almas (el alma esta en este mundo para aprender todo lo posible y sobre todo lo
posible significa saber filosofía y así no se tiene que reencarnar).

Ética y política.

Según Platón, un individuo sólo podrá ser justo si vive en una sociedad donde reine la justicia. Por lo
tanto, la Ética, que se ocupa de la virtud del individuo, es inseparable de la Política, que se ocupa de la
virtud del Estado. Platón trata de establecer cuál es el Estado ideal ya que considera que el individuo solo
puede ser feliz en un Estado excelente y, a la inversa, un Estado perfecto solo es concebible si sus
ciudadanos son excelentes. Platón organiza el Estado dividiendo a los ciudadanos en tres clases
sociales que se corresponden con las tres partes del alma y con sus correspondientes virtudes: los
artesanos y campesinos (realizan actividades productivas para la comunidad, predomina en ellos el alma
concupiscible y su virtud debe ser la templanza o moderación), los guardianes (participan en la defensa
del Estado y garantizan el orden dentro de la ciudad, predomina en ellos el alma irascible y su
virtud debe ser la valentía) y los gobernantes (dirigen la sociedad pretendiendo plasmar en la ciudad un
modelo ideal de justicia, predomina en ellos el alma racional y su virtud es la prudencia). Solamente
cuando estos tres grupos vivan en armonía, cuando cada uno cumpla con su función que le es propia, se
dará el ideal de justicia: objetivo máximo del Estado perfecto. La justicia es el cumplimiento adecuado del
principio de especialización funcional, es decir, es la virtud (areté) de una polis en la que el gobernante
gobierna con prudencia, el guardián la defiende con valentía y el productor desarrolla ordenadamente la
actividad económica. Platón establece un modelo educativo a partir del cual se determina la clase a la
que pertenecerá cada uno. Los que se muestran menos dotados reciben una educación elemental y
forman la clase de los artesanos; los más aptos continúan su formación y serán nuevamente seleccionados
para guardianes y en el caso de los mejores, para gobernantes. El filósofo será el mejor capacitado para
gobernar, pues conoce mejor que nadie el Bien y la justicia. Para el establecimiento de la justicia en la
ciudad es imprescindible que los guardianes y los filósofos no posean nada propio: no poseerán hacienda
ni vivienda y su vida será como la de un ejército acampado. Vivirán de un salario anual que
proporcionarán los productores y no tendrán más familia que el Estado.
COMPARACIÓN PLATÓN-SANTO TOMÁS
Teoría de las ideas, conocimiento y alma.

Tanto Platón como Santo Tomás consideran que los problemas filosóficos se resuelven separando sus
términos en ámbitos. Para ambos existe un mundo sensible y un mundo inteligible. A esta distinción,
Santo Tomás le añadió una separación en términos de esencia y existencia. En Dios coinciden ambos, pues
su esencia se basa en su existencia y viceversa, y separan el ámbito perteneciente al Creador del ámbito
de las criaturas en el que no hay coincidencia de esencia y existencia. Santo Tomás usa el concepto de
participación para explicar cómo se relacionan el ser de Dios y el de las criaturas. El Dios cristiano
constituye por tanto una síntesis de dos elementos característicos de Platón, la idea del bien y el
demiurgo creador del mundo Para ambos lo que separa este mundo del inteligible es la presencia de
materia.

La relación existente entre ambos mundos, Platón y Santo Tomás la explican ontológicamente aludiendo a
la voluntad de un ser creador que copia las ideas en la materia (caso de Platón) o que otorga su ser a las
criaturas (caso de Santo Tomás). En la explicación epistemológica, Platón lo resuelve aludiendo a la
preexistencia del alma y a la reminiscencia, Santo Tomás lo resuelve estableciendo una nueva separación
en ámbitos entre el entendimiento agente y el paciente; y entre fe y razón. Esto último lo encontramos en
los textos de Platón, este utiliza mitos validados por su carácter inspirador y no por el racional, recurre al
logos para crear teorías explicativas partiendo de ellos. Los mitos guían al logos y ayudan a corregir sus
errores, pero el logos es autónomo cuando no hacen falta explicaciones míticas, exactamente lo que debe
ocurrir entre razón y fe según Santo Tomás.

Ética y política.

Santo Tomás planea un proyecto político real, que puede llevarse a cabo y que de hecho se lleva a cabo,
mientras que Platón presenta un proyecto político utópico basado en una sociedad ideal. Santo Tomás y
Platón coinciden en que la política tiene como objetivo el bien común y la convivencia. Para Platón, las
leyes necesarias para gobernar vienen dadas por la razón del hombre, para Santo Tomás es necesaria la ley
natural de Dios, que proviene de la ley eterna, que es cognoscible por la razón y que da lugar a las leyes
positivas.

Aristóteles siguió la tripartición platónica y de él la heredó Santo Tomás que también distingue tres partes
del alma, pero deriva los tres preceptos de la ley natural de las tres partes del alma. El primero de ellos
corresponde con el deber de los productores en la república platónica, el segundo aparece en la república
platónica como una imposición por parte de los gobernantes para que los guardianes tengan hijos,
mientras que el tercero indica las funciones de los gobernantes en la sociedad ideal de Platón: la búsqueda
de la verdad, el bien y la justicia, aunque puede discutirse hasta qué punto ambos entienden lo mismo por
"justicia". Para Santo Tomás la justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme
voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que le es debido, mientras que para Platón consiste en poseer y
hacer lo que es propio de cada cual. Platón permite la existencia de elementos intermedios entre las
clases sociales, lo que plantea la cuestión de si también existen elementos intermedios entre el alma
racional e irascible o entre el conocimiento matemático y el filosófico. No puede identificarse este
elemento intermediario ni entre el segundo y el tercer precepto de la ley natural ni, de modo general, en
la política tomista. El elemento intermedio entre ambos es la recomendación tomista para evitar la tiranía
que consiste en que el pueblo conserve siempre el poder de destituir al soberano.

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