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Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550
nomadas@ucentral.edu.co
Universidad Central
Colombia

Rocchietti, Ana María


LA CULTURA COMO VERDAD: POBREZA LATINOAMERICANA
Nómadas (Col), núm. 12, 2000, pp. 38-49
Universidad Central
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105115263005

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LA CULTURA COMO
VERDAD: POBREZA
LATINOAMERICANA
Ana María Rocchietti*

El artículo parte de un balance crítico de la obra Antropología de la Pobreza,


del antropólogo Oscar Lewis para analizar el concepto de pobreza en América
Latina. Se argumenta que la cultura de la pobreza ofrece la posibilidad de incluir
a las formaciones simbólicas de las tradiciones vivientes y a las que emergen en la
existencia comunitaria de los pobres como un factor de peso en la evolución de
las relaciones de fuerza entre las clases subalternas y las clases dominantes; entre
los sectores populares rurales y urbanos y los gobiernos; entre las formaciones
sociales nacionales y el imperialismo.

* Investigadora argentina, quien hizo llegar este artículo a Nómadas vía internet, tras las gestio-
nes realizadas por Renán Vega C.

38 NÓMADAS
D espués de la Segunda Gue-
rra Mundial se produjo un cambio
marginales. Tanto Lewis como sus
contemporáneos consideraban a esas
del impulso de la “nostalgia imperia-
lista”, es decir la que se deriva de la-
sutil en la antropología latinoame- culturas como “de transición” signi- mentar la destrucción de aquello que
ricana. En cierta medida había sido ficando con esto que algún día des- se contribuye a destruir (Rosaldo,
la obra de Oscar Lewis, Antropología aparecerían2 1991: 71-72); la segunda era la de
de la Pobreza, difundida en español integrarlos a la vida nacional pero
en una edición de 1961, el princi- El 80% de la población mundial dejando que los elementos simbóli-
pal aporte al debate sobre la amplia- era pobre (muchísimos, muy pobres) co-expresivos de sus culturas sobre-
ción del trabajo de campo al mundo y se conocía muy poco sobre su vida vivieran a manera de un folklore
social de la pobreza. El indígena, su- cotidiana, sobre sus ciclos vitales, también nacional. Una variante de
jeto de la etnografía, interesaba sobre sus costumbres y sobre el orden esta última proponía dejar que se pro-
entonces menos como cultura pri- de sus pensamientos. La idea dujera su proletarización a
mitiva que como campesino y se general era fin de que sobreviniera su
empezaba a tomar en cuenta la com- incorporación a las masas
plejidad de los problemas de trabajadores y a la con-
culturales (además de los ciencia obrera. El proble-
económicos y demográfi- ma fundamental de
cos), de los emigrantes que planificadores y asesores
salían de las comunidades gubernamentales era
tradicionales (indias o mes- promoverlos y remover
tizas) para probar suerte en de -de esta manera-
las ciudades. De igual manera una de las causas del
se advertía que era posible la atraso del país. Este
investigación antropológica tipo de ideas todavía
de sistemas sociales que in- siguen circulando
cluían a indios, negros y mesti- dentro de la clase
zos en un profundo paisaje política latino-
humano de desigualdad étnica y americana. Los
económica. Se tomaba concien- antropólogos reco-
cia sobre la deculturación violen- nocían que la po-
ta de las familias y de los breza sugiere
individuos en su contacto con la antagonismos de
modernización social -que enton- clase, problemas
ces era la principal preocupación de sociales y nece-
las elites en el poder- y se estudiaba sidad de cam-
el desarrollo desigual de las regiones. bios. Y que
Esa generación de antropólogos1 z
crea una sub-
inició el camino hacia el estudio de dy Gon z ál e cultura en sí
oto Sa
, c. 1 94 0. F
la cultura de los pobres y hacia la Bo g ot á misma, ya que tiene sus propios
necesidad de una antropología “apli- materiales y consecuencias sociales y
cada”. La “antropología” de la po- que esos contingentes hu- psicológicas distintivas (Lewis, 1961:
breza sesentista era una antropología manos estaban condenados ante el 17-22). Es que siendo la latinoame-
interesada en la cotidiana margi- impulso imparable del industrialismo ricana una sociedad pigmentocrática
nalidad de los latinoamericanos: la y del “american way of life” que imi- y muy jerarquizada, la pobreza -en
que se abocó a abandonar la distan- taban las clases altas y medias en las términos generales- estaba (y está) su-
cia etnográfica y a abordar la reali- capitales. Existían dos tendencias perpuesta a las relaciones interét-
dad social de los campesinos, de los programáticas en esa ciencia social: nicas, las que se vuelven relaciones
trabajadores rurales proletarizados, una consistía en tratar de proteger los de clase en el mercado nacional
de los trabajadores urbanos y de los estilos de vida “autóctonos” dentro (Stavenhagen, 1963).

NÓMADAS 39
De este modo No es extraño,
se ampliaba, de pues diluida la
manera casi infi- posibilidad de
nita, el objeto de una revolución
estudio de los protagonizada
antropólogos que por la clase
por esa época ya obrera, queda
temían la desapa- por encontrar
rición de la disci- qué otros co-
plina al entrar en lectivos huma-
el ocaso las cultu- nos podrían
ras “primitivas”. realizar una
Pero el concepto gesta de libe-
de “subcultura” ración social,
añadía un severo qué otros mo-
juicio de valor a la vimientos o
consideración de clases podrían
la cultura de los destituir al ca-
Ahmedabad, India, 1966. Foto H. Cartier-Bresson
pobres porque su- pitalismo como
gería que se trataba de una cultura del indio en la América del Sur ex- sistema económico, político y
menor y, además, podía concluirse que tra-andina- denunció la pobreza como cultural.
los pobres estaban atrapados en una una situación de colonialismo interior
configuración de costumbres e insti- (Bonfil, 1972), punto de vista que La historia posterior de la antro-
tuciones que los inmovilizaba histó- inspiró a la antropología de los años pología desenvolvió otras interpreta-
ricamente, haciendo muy difícil la setenta. La tarea de los antropólogos ciones, frecuentemente vinculadas a
tarea del “desarrollo de la comuni- sería la de colaborar con la lucha por las biografías culturales, poniendo en
dad” en dirección al progreso social. la liberación de los pueblos indígenas, primer plano a los sujetos e inclinán-
La cultura de la pobreza ponía serios al tiempo que aplicaban la teoría de dose mucho más por la semiología
obstáculos al desarrollismo (cuando la dependencia -muy en boga en aque- que por la historia.
los libros comenzaron a difundirse en lla época- para explicar el desarrollo
los medios académicos, Estados Uni- desigual de las regiones de una misma Retomar el concepto de cultura de
dos empezaba a poner en práctica el Nación. Se pasó, así, desde los estu- la pobreza ofrece la posibilidad de in-
plan continental llamado Alianza dios “normativos” a la investigación cluir a las formaciones simbólicas de
para el Progreso). Este culturalismo del colonialismo. las tradiciones vivientes y a las que
“aplicado” se inspiraba en la doctrina emergen en la existencia comunitaria
denominada “indigenismo” mexica- El libro dirigido por Pierre de los pobres como un factor de peso
no, se ponía en acción en los Institu- Bourdieu, publicado en francés en en la evolución de las relaciones de
tos Indigenistas de cada país y se 1993 y traducido al castellano solo fuerza entre las clases subalternas y las
coordinaba a través del Instituto recientemente, La Miseria del Mun- clases dominantes; entre los sectores
Indigenista Americano con sede en do, sin llegar al vívido relato de populares rurales y urbanos y los go-
México y con fuerte apoyo de la OEA. Lewis, usa también la transcripción biernos; entre las formaciones socia-
Una ruptura radical con él tuvo lugar de las entrevistas “en profundidad” les nacionales y el imperialismo.
al celebrarse el Simposio de Barbados para dar una idea de los pensamien-
en 1970 (Grinberg, 1972), aún cuan- tos, sentires y puntos de vista de los
do los principios básicos del indige- pobres (Bordieu, 1999). Antropolo- Antropología
nismo siguieron usándose e inspiraron gía y Sociología parecen necesitar de la pobreza
los textos de reclamo de las asociacio- abordar “desde adentro”, desde lo
nes indígenas en los distintos países. cotidiano y desde la centralidad de Con distintos matices y de acuer-
Dicha reunión -que trató la situación los sujetos el mundo de los pobres. do con los procesos regionales de

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modernización de las relaciones del industriales en mayor o menor grado efecto final de un proceso que corres-
trabajo, la situación básica que en- calificados para tareas de gran esfuer- ponde a una forma de existencia de
contramos en el continente es la si- zo personal y en regímenes perma- grupos y de individuos expulsados del
guiente: existen comunidades nentes, transitorios y precarios de círculo ordinario de los intercambios
indígenas cuyas relaciones étnicas contrato. sociales. También señala que emerge,
con la nacionalidad envolvente son en nuestros días, una nueva mar-
de clase (como señalamos antes); en Estas situaciones pueden ser dis- ginalidad derivada de las nuevas con-
ese marco, cuando se rompe el aisla- tribuidas en tres categorías: pobreza diciones del aparato productivo, de
miento o cuando la nacionalidad en- integrada, pobres en condiciones de la fragilización de la estructura fami-
volvente avanza y penetra en la vulnerabilidad y pobres desafiliados liar y de la crisis de la cultura obrera.
existencia particular de los grupos tra- o marginales en sentido estricto Los nuevos como los viejos margina-
dicionales, comienzan a migrar tra- (Castels, 1997). En la primera cate- les están amenazados por la descali-
bajadores (hombres y mujeres) fuera goría están los que poseen trabajo es- ficación, la pauperización y la
de la comunidad; muchas ya no son table y desenvuelven vínculos deculturación.
étnicamente indígenas sino mestizas sociales sostenidos o pertenecen a co-
y tanto unas como otras ceden traba- munidades rurales donde prevalecen Desde que Lewis hiciera la des-
jadores regional y estacionalmente; los lazos de parentesco; los pobres vul- cripción de la pobreza mexicana en
también existe migración de miem- nerables son aquéllos que se mueven los cincuenta y los sesenta hasta el
bros de comunidades rurales por dentro de condiciones de empleo pre- surgimiento de los “mercados emer-
asfixia económica o por la implan- cario y relaciones familiares sociales gentes” en América Latina en los
tación de un estado de terror en las frágiles y los pobres marginalizados no ochenta, las condiciones colectivas
áreas de confrontación entre el Ejér- tienen trabajo ni relaciones sociales de carencia y necesidad de alimen-
cito y la guerrilla (como en Perú, contenedoras. En esta última situa- tos, de viviendas, de educación, de
Ecuador, Colombia y México); en ción se encuentran los vagabundos, calidad de vida, se profundizaron. El
la actualidad ya han transcurrido los ex-presidiarios, los enfermos men- modelo liberal arrasó con las eco-
varias generaciones de trabajadores tales, los toxicómanos, etc. Castels nomías de las comunidades tradi-
urbanos que sobreviven mediante puntualiza que la marginalidad es el cionales y con los puestos de
el trabajo no ca- trabajo urbanos
lificado, el tra- y rurales.
bajo de servicio
doméstico o vi- Nos interesa
viendo a expen- conceptualizar
sas de la venta algunos hechos
callejera o de las de la pobreza y de
artesanías (en la marginalidad
ese sentido, el (casi siempre
“mercado” de delictuosa) con
muchas capitales una visión “cul-
latinoameri- turalizada”
canas es una acentuando el
institución tradi- papel político
cional que exhi- potencial de la
be el paisaje cultura4 .
social caracterís-
tico de América La antropo-
Latina)3 y, por logía ha permi-
fin, están los tra- tido describir las
bajadores de la tradiciones “lo-
construcción e Río Cahuinarí, Amazonas, Colombia. Foto José Fernando Machado cales” (fueran

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primitivas, nacionales o de clase) a rica; muchas generaciones han reemplazan a la “barbarie” de los es-
partir de los significados que los constituido su experiencia social a critores decimonónicos. Esta per-
hombres ponen en la visión, versión partir de una exclusión persistente cepción social es la base del
e interpretación del mundo natural sea por la raza, por la clase o por el sufrimiento del pobre; de ella esca-
y social, siendo éstos concretos o género, en lo social o en lo políti- pan -escasamente- los recientes
transmitidos a través de las genera- co. En las grandes ciudades, los mar- nuevos pobres en las áreas más mo-
ciones. La antropología se aplica al ginales son experimentados como dernas: estratos medios que han per-
estudio de las “formaciones cultu- fuente de violencia social mientras dido el empleo o la actividad
rales”, arbitrarios colectivos (discur- si bien los pobres integrados son to- productiva y un sector de obreros
sos, fragmentos de discurso, usos y lerados por las clases más favoreci- calificados que antes tenían un ni-
costumbres) que incluyen la das, reciben estigmas derivados de vel de vida relativamente digno
cosmogonía, los símbo- cuando pueden disimular -
los, un orden moral a por breve tiempo- su nue-
través de los cuales se va posición en el sistema
pone sentido a las cosas social. “Pobre” y “margi-
sin necesidad de justifi- nal” constituyen expresio-
caciones aún cuando sus nes de un juicio moral: se
actores lleven adelante constituyen en blancos de
argumentos justifica- vulnerabilidad para la asis-
dores. Si bien incurre en tencia profesional organi-
el defecto de autono- zada (sea por el Estado o
mizar la realidad de las por la Iglesia), integran
prácticas llamadas cultu- grupos, familias o indivi-
rales, reconoce que no es duos “naturalmente” pro-
posible escindir la blemáticos, a los que se
cultura de lo social, eco- estima apáticos, alcohóli-
nómico y político; al cos, viciosos, imposibilita-
haberse especializado en dos para emerger de su
los conjuntos humanos situación, para progresar o
que reciben el nombre simplemente gente aprove-
de mayorías, masas, chada de los beneficios es-
pueblo, multitudes, movi- tatales o de la beneficencia
mientos, población, traba- “con el fin no trabajar”,
jadores; ha procurado etc. Los juicios morales
realizar una síntesis de afectan, también, la inter-
lo que podríamos llamar pretación sobre la dinámi-
la “energía popular”, un ca de la sociedad que
ámbito de orígenes produce pobreza: la idea de
históricos, de tradición que la vida social es cen-
y de “irracionalidad”. trífuga hace imaginar que
Pobreza y marginalidad los trabajadores están en
ofrecen la posibilidad de una escala directamente
L’Euphrate, Iraq, 1965. Foto H. Cartier-Bresson
estudiar un cuadro proporcional a su edad,
impresionista compuesto por des- su espacio social (Bourdieu, 1999: sexo, clasificación laboral y cultu-
orientación, resignación, violencia, 120-121), de su industria, origen ra de pertenencia, y que la natura-
apatía, vacío, delito, sometimien- étnico, de su condición de género, leza de la trama es similar a los
to, analfabetismo, carencia, enfer- de su carácter de extranjero, etc. efectos mecánicos de una piedra
medad, etc. En América Latina Hay un juego “moral” del lenguaje cayendo al agua, donde los círculos
posee una larga continuidad histó- donde “pobreza” y “marginalidad” concéntricos se acercan o se alejan

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del foco de la calidad de vida (do- “seguirán bajando escalones acelera- humano, pobreza y marginalidad
tado de un abstracto conjunto de damente” y que a ellos se les suma- son inherentes a esas contradiccio-
indicadores deseables). rán nuevos pobres, no solamente se nes objetivas, un elemento concre-
puede tomar nota de los efectos del to y necesario de dominación
Las clases media y alta gustan, modelo económico neoliberal (que basado en la enajenación material
también, imaginar a la pobreza “hon- se nutre de la expulsión de trabaja- de la población trabajadora y me-
rada” -es decir, “integrada”- como be- dores cambiándolos por tecnología) diante un desarrollo desigual. La
lla porque parece sencilla, porque está sino también del alto costo que el sis- pobreza es efecto del subdesarrollo
adornada por la creatividad de su fol- tema está dispuesto a pagar por la de las esferas económicas naciona-
klore (el cual, sin duda, aporta ma- gobernabilidad de ese conjunto hu- les a expensas de la concentración
teriales simbólicos a la cultura mano marginal. Los pobres y los mar- y apropiación de riqueza por la ban-
nacional); en cambio, la margina- ginales -como el resto de la sociedad- ca, las empresas transnacionales y
lidad inspira la idea de que está inte- se constituyen como tales en y por la por la clase propietaria nacional,
grada por indeseables, por gente relación con un espacio social que por el flujo de riqueza cedido a los
peligrosa, por delincuentes y prosti- puede caracterizarse por la posición países acreedores o a las acciones
tutas, por portadores de enfermedad, relativa con respecto a otros lugares de inversión, o a la venta del patri-
por gente dedi- monio público y
cada a “mala para lo cual es de
vida”, alcohó- requisito que se
licos, débiles formen extensas
mentales, etc. e inexorables re-
Hay un destino laciones de de-
para pobres y pendencia
marginales y sus económica.
hijos lo heredan
“naturalmente”. Pero sus ca-
racterísticas
Si en un también están li-
país como la gadas a las for-
Argentina, la m a c i o n e s
cual se consi- culturales de
dera con in- cada país. Pobre-
dicadores za y margina-
superiores de lidad despliegan
desarrollo -de Esteras en hoja de plátano, Boyacá, Colombia. Foto José Fernando Machado un paisaje social
acuerdo con la específico en Ar-
información del diario Clarín en su (que están arriba, abajo, entre, etc.) gentina, México, Guatemala, Perú,
edición del 23 de enero del 2000 y y por la distancia que los separa de Brasil y demás países americanos.
sobre base de datos del INDEC- dos ellos. El espacio social se define por Adquieren matices propios a partir
millones de personas viven en extre- la exclusión mutua (Bordieu, 1999 a: de la unificación cultural e ideoló-
ma pobreza disponiendo de menos de 120). Asimismo, los hombres están gica popular en un contexto en el
1 dólar diario para sobrevivir, siendo situados en puntos en los que las es- que se oponen, tensan y se desen-
que los porcentajes más altos corres- tructuras sociales “trabajan” y son vuelven interpenetradas la “razón
ponden a las provincias de Corrien- “trabajados” por las contradicciones productiva universalista” (cuya for-
tes, Jujuy, Chaco, Formosa, Salta y objetivas que ellas conllevan ma más acabada es la empresa na-
Tucumán y que el Ministerio de De- (Bordieu, 1999, b:447). cional o transnacional, productiva
sarrollo Social habrá de destinar 150 o financiera) y la “voluntad cultu-
millones anuales para planes alimen- Al extraer beneficio máximo ral” constituida -básicamente- por
tarios y previendo que tales pobres del potencial productor del trabajo y en la historia social.

NÓMADAS 43
Economías de mayor o menor
subsistencia soste- medida “en-
nidas por sectores claustrada” en
de trabajadores una identidad
rurales (campe- milenaria,
sinos indígenas y según hayan
no indígenas) y avanzado o
trabajadores no la moder-
expulsados -com- nización que
pleta o intermi- acompaña a la
tentemente del producción in-
empleo en la in- dustrial, en el
dustria, en el co- sentido de so-
mercio, en los portar el cam-
centros urbanos, bio tecnológico
definen esferas y social o de
diferentes de la permanecer ad-
producción y fe- herida a las
Sumatra, 1949. Foto H. Cartier-Bresson
nómenos sociales identidades tra-
distintos: los primeros consiguen sia y con el Ejército. Clientelismo dicionales5 . Al insistir en el bien co-
articular un modo de vida subordi- y paternalismo constituyen la mún (de acuerdo con el cual hay que
nado pero conservando los vínculos condición (más abstracta) de la ciu- inclinar lo propio por el bien de to-
primarios con los parientes y veci- dadanía en el interior del sistema dos), los Estados nacionales tensan
nos en economías incompletamente político; éste construye -a través del por reducir las culturas de las clases
monetarias, pero en la necesidad de poder para obtener la subordina- subalternas al folklore mientras con-
migrar hacia las ciudades, muchas ción, la unificación y la universali- siguen hacer de las culturas de iden-
veces el sostén ofrecido por ese lu- zación normativa- una cultura de tificación nacional la principal razón
gar social se deshace en el camino identificación. de adhesión subjetiva de los trabaja-
hacia la marginalidad; los expulsa- dores y de toda la sociedad. Este he-
dos del trabajo en la ciudad tienen Esta cultura posee como elemen- cho podría sugerir la “irracionalidad”
un potencial anómico que sólo es tos principales la importancia de la popular, queriendo decir que el sen-
compensado (y no siempre) por el autoridad (en que han confluido timiento predomina sobre el princi-
trabajo de otros miembros de la fa- tanto las antiguas tradiciones nati- pio de realidad (que para los pobres
milia, especialmente por el trabajo vas como las que trajeron los euro- debiera ser el reconocimiento de la
femenino. Es decir, ambas realida- peos con la conquista y con la mayor contradicción objetiva de la
des reiteran, por un lado las carac- inmigración), los elementos de coac- sociedad capitalista, la explotación
terísticas generales del sistema en ción simbólica desplegados por el del trabajador). También puede ser
todo el mundo y -a la vez- exhibe Estado (especialmente el naciona- tomada en cuenta la tesis de Foucault
las culturas expresivas propias de lismo), el vínculo de dependencia sobre la microfísica del poder, según
cada formación cultural. colonial interior y exterior a los paí- la cual (simplificándola en forma
ses imitando los modelos europeos y extrema) el poder actúa positiva y ne-
norteamericanos, materiales prove- gativamente pero no sólo desde el
Política de la pobreza nientes de la expresión simbólica lugar social del Estado, sino en todo
particular de la población subordi- el tejido social (Foucault, 1979) en
La desigualdad social no impi- nada (es decir, de la cultura popu- dirección a lo cual podríamos ver a
de la alianza política de estos sec- lar) que se rescatan para demostrar los colectivos sociales pobres como
tores con las minorías propietarias la originalidad nacional, especial- impotentes tanto para realizar su pro-
(de la tierra, de los medios de la pro- mente cuando el Estado se encuen- pio proyecto de sociedad cuando para
ducción, del poder político), la Igle- tra frente a una subjetividad civil en insubordinarse activamente.

44 NÓMADAS
Las clases sociales son entidades la economía “nacional” y promovien- ses subdesarrollados aunque estos
sistémicas que consisten -en lo fun- do otras en términos de relaciones factores no actuaron de la misma
damental- en sistemas de acción y de “modernas”. Así, estas formaciones manera en todas partes ni de la mis-
relación política, en haces de rela- sociales se caracterizan por un desa- ma manera (Stavenhagen, 1969:
ciones sociales que se verifican, rrollo combinado6 . Lo que hoy se ob- 04-96).
muchas veces, en contextos hetero- serva como un colorido folklore en
géneos: los trabajadores pobres con- las regiones económicas de los países En unos pocos países, el fordismo
forman sus identidades de clase a latinoamericanos, es producto de promovió a sus obreros como consu-
través de la lucha por su liberación cambios que produjeron o aceleraron midores y mientras se mantuvo su re-
social o a través de la acción política la ruptura de las estructuras tradicio- clutamiento y promoción, provocó
sindicalizada; los marginales quedan nales e, inclusive, generaron nuevas la pérdida de la identificación con
fuera tanto de los principios
una como de la ideológicos del
otra. La historia anarco-sindica-
latinoamericana lismo y del socia-
muestra con cla- lismo europeos
ridad la voluntad (difundidos por
cultural de las los inmigrantes
poblaciones europeos, los
subordinadas, sea exiliados y, en
que ellas cons- menor medida
truyan culturas por la moderni-
indígenas o cul- zación de las
turas populares relaciones del
(es decir, cultu- trabajo en las
ras propias del fábricas) a ex-
pueblo con ma- pensas de aspi-
teriales simbóli- raciones más
co-expresivos de vinculadas con
distinto tipo co- las de las clases
rrespondientes a medias (proceso
la clase, el géne- ocurrido igual-
ro, las regiones, mente en Euro-
etc.) Dicha vo- pa) y, también,
luntad se consti- por contraparti-
tuye en el centro da la adopción
de un volcán so- de perspectivas
cial que toma populistas. El
forma en la lucha concepto de cul-
política, en la El Río Magdalena, c. 1948. Foto E. Pérez Arbeláez tura p o p u l a r
desigualdad so- abarca a toda la
cial y racial, en las diferencias cultu- clases sociales. Esos procesos han sido coalición social (no siempre políti-
rales, en la relación capital-trabajo y la introducción de una economía mo- ca) de las clases subalternas pero la
en el curso de un proceso de acumu- netaria en todas las partes, la intro- cultura de los pobres es una entidad
lación-expropiación. El capital selec- ducción de la propiedad privada de sistémica (como las clases sociales)
ciona y descarta trabajadores en ese la tierra y -en muchos casos- de mo- que amalgama tanto a la cultura po-
contexto de “atraso” (muchas veces nocultivo comercial, el éxodo rural, pular como a la cultura de identifi-
pre-capitalista y semi-monetario) la urbanización, la industrialización cación emanada del Estado. Esto es
subdesarrollando esferas completas de y la integración nacional de los paí- así porque ellos pertenecen al campo

NÓMADAS 45
popular y por- ésta alcanza a
que también so- organizarse po-
bre ellos actúan líticamente 7 )
las coacciones cul- la relación de
turales implemen- fuerzas conso-
tadas por el orden lidadas en los
estatal. últimos ciento
cincuenta años.
La cultura de
los pobres tiene
dos epicentros: La
las barriadas (vi- cultura
lla, favela, cante- como
gril, pueblo joven, verdad
etc.) y las comuni-
dades y puestos ru- El horizon-
rales. Las primeras te social y sig-
están más directa- nificativo que
Muelle de Lejía, París. Foto H. Cartier-Bresson
mente vinculadas denominamos
a la marginalidad, mientras las segun- y burocráticas) la “concertación so- cultura es una configuración de “ver-
das expulsan trabajadores cuando la cial” que en ese modelo social com- dades”, no solamente en sentido sub-
situación de supervivencia económi- plementa a la democracia de partidos jetivo. En su interior se enuncia, se
ca se les hace insoportable. (Cfr. Grossi y Dos Santos, 1987). cree y se siente, pero sobre todo se
Éstos, a su vez, no son -generalmen- imagina el mundo bajo un criterio de
Los barrios pobres exhiben la rup- te- partidos de “clase” sino amplias verdad y de interpretación cuya
tura más profunda porque allí se ex- coaliciones, ilustrando que el capita- fundamentación es la costumbre. En
ponen las consecuencias más lismo posee en su interior otras con- sí misma, la adjudicación de sentido
dramáticas de la expropiación social. tradicciones que no se pueden reducir a las cosas (especialmente a las cosas
En ese medio se amasa la resignación, a la de capital-trabajo. humanas) es un juicio de ajuste en-
el autoritarismo, la envidia, la des- tre la realidad y el concepto. Instru-
esperanza, la religiosidad, la su- La cultura de la pobreza se con- mental o no esta verdad puede nacer
perstición, la desconfianza, el densa en la historia del saber quién y y crecer como una episteme con sus
excepticismo. La marginalidad es la qué se es porque se sabe desde donde se propios parámetros de comprobación
rabia de la pobreza y cuando es extre- viene. La marginalidad lo realiza en y de refutación, de predicción y de
ma lleva a la guerra del pobre contra su forma más concreta y violenta: aplicación. La cultura es una episte-
el pobre. aquélla en que “actuar” no tiene otra me autocontenida que “obliga” pero
restricción que animarse al miedo y no “interpela”8 , particularmente si
La sociología liberal atribuye el “estar jugando” o en “adaptarse” al está ligada a los “orígenes” (étnicos o
hacinamiento, la promiscuidad, las curso de las circunstancias. Por eso de clase). Vivir en pertenencia a una
dificultades de la existencia cotidia- es que la “seguridad” se torna en la cultura histórica no conmina, nece-
na en los barrios o asentamientos, al concertación típica entre capital y sariamente, a los sujetos, a proyec-
crecimiento de la población y no al trabajo bajo el modelo liberal; sea tarse en la lucha social, pero por la
sistema de propiedad de la tierra como asistencia social (concertación experiencia de la discriminación (que
(concentrado en pocos dueños en el con compensación para el trabajador) lleva a negarla) o a colocarla como
campo y en la ciudad), ni al sistema o como represión (concertación de instrumento en la lucha política,
de empleo (que expropia el produci- disciplina social para que opere con haciendo que la situación existencial
do del trabajo a través de las tranquilidad el capital). La política de grupos, comunidades o individuos
interacciones políticas y culturales y de la pobreza está dirigida a mante- cambie. La ideología es el lugar don-
de las “mediaciones” (profesionales ner o a restituir (en este caso cuando de la cultura se torna política. El con-

46 NÓMADAS
trol de la asimilación capitalista con- verdad que no interpela a sus porta- común” (es decir, a esa filosofía co-
tinua de los contingentes trabajado- dores y su precisión histórica (los lectiva que naturaliza a la práctica y
res requiere integración cultural y orígenes) es, generalmente, inabar- la confina a la eterna reproducción
des-ideologización práctica (es decir, cable e indefinible tanto para sus de ese pasado, especialmente si aten-
desarmar a la cultura de su valor po- sujetos como para sus observadores demos al sostenimiento durante si-
lítico o conminarla a subordinarse a y en este sentido es menos histórica glos de culturas que se originaron en
la cultura de identificación nacional, -si cabe- que la ideología cuya exis- las tradiciones pre-coloniales), así
proceso muy activo durante la segun- tencia se reconoce con claridad en tanto como la selección de los mo-
da mitad del siglo XIX en todos los los combates de la Historia, en la mentos históricos en que manifes-
países). El desenvolvimiento de este conminación de los sujetos sociales taron una lucha activa para sacudirse
mecanismo complejo sólo se aprecia para “actuar” en el campo político. el régimen colonial anterior; si se
con claridad en el campo político. La Esta propiedad es importante para adopta el que sostiene (a la manera
ideología es un sistema de pensa- juzgar las culturas populares y su con- de Lúkacs) de que teoría y praxis son
miento dirigido a justificar las repre- tribución a las culturas de identifi- la misma cosa bajo la pre-condición
sentaciones sociales y, por lo tanto, cación, así como para reconocerlas de la totalidad, debiera poder iden-
es esa parte de la cultura que encon- cuando se despliegan como contra- tificarse el colectivo de pobres
tramos en la arena política de las cla- cultura o resistencia social. La cul- estructurales que romperá revolucio-
ses. Fue Louis Althusser quien tura de la pobreza no es “falsa nariamente con el pasado y aún más,
destacó las propiedades de la conciencia” ni reflejo automático de que alcanzará -dentro de la totali-
sobredeterminación estructural en la estructura económica. Es mucho dad- la conducción de la sociedad
esa escena (Althusser, 1981). La con- más una realidad inacabada donde para producir su liberación; por
tradicción dialéctica opera en la his- el pasado sigue abierto en el presen- último, si la teoría conduce la prác-
toria en el marco de un complejo te (Benjamín, 1987), por eso es que tica (a la manera de Adorno) instru-
estructural desigualmente determi- se vuelve central la cuestión de ana- yéndola, se apela a la necesidad de
nado y esto es particularmente im- lizar la relación teoría-práctica. una conciencia exterior que la orien-
portante para tomar cuenta del Puesto que si se da prioridad al pun- te o la lidere.
comportamiento político de los tra- to de vista de que lo que interesa es
bajadores en general y de los trabaja- el predominio de la práctica (o de Por encima de las diferencias, una
dores pobres en especial. la acción) se privilegia al “sentido cierta cultura común unifica a los
pobres continen-
La cultura tales, se pueden
es una condi- reconocer dos di-
ción de verdad mensiones ope-
cuya entidad y rantes: una puede
profundidad no denominarse la
es cuestionada perspectiva y la
ni puede serlo otra la política de
porque tiene la perspectiva. La
carácter emo- perspectiva corres-
cional y con- ponde a la verdad
ceptual. No se de la cultura, des-
trata de la “ver- de donde se inter-
dad” engañosa preta el universo
de la “máscara” natural y social,
correspondien- donde la verdad
te a una super- histórica es here-
estructura dada y reproduci-
ideológica. La da a lo largo del
cultura es una Quindío, Colombia, 1999. Foto Olgalucía Jordán tiempo, lugar don-

NÓMADAS 47
de los sujetos son un proceso de
“trabajados por verdad (Badiou,
las estructuras 1992), verdad-
(con su carga de acontecimien-
subordinación y to que rompe
opresión así co- o consolida la
mo de identidad unificación
y creatividad). La ideológica po-
política de la pers- pular. Si la po-
pectiva es la cul- lítica produjera
tura transformada “verdad”, la au-
en acontecimien- téntica política
to, en fuerza social consistiría en la
puesta a producir lucha por la no
hechos políticos, dominación y en
historizando a la la lógica emanci-
estructura a través patoria (Badiou,
de la acción polí- Demolición de la estación de Montparnasse, París, 1968. Foto H. Cartier-Bresson
1988) tanto res-
tica. Es la dimen- pecto de la cul-
sión en donde la cultura se vuelve envuelta en lo político. ¿Qué es lo tura impuesta como de la propia,
ideología9 . que sostiene a una cultura en el demostrando que “... las cuestiones
tiempo de la Historia y, por lo tan- de la sociología no son más que cues-
La conjunción acontecimiento- to, en el valor de su verdad?: su pro- tiones de la ciencia política”
estructura -instante preciso en que pia política de identidad. Política (Gramsci, 1985: 149).
se unen Historia y cultura- (Sahlins, que adquiere consistencia en el
1988) en la pobreza se vuelve par- monismo epistemológico e ideoló-
ticularmente feroz y se torna el es- gico, desarrollándose en sus prácti-
pejo invertido de la sociedad toda. cas, en su lenguaje y en su exclusiva Citas
La cultura popular posee una auto- política de la verdad, haciéndose
nomía compleja, contradictoria, desconfiada ante las tácticas de 1 Es necesario señalar que, del mismo
siempre incompleta e irresuelta. El insubordinación basadas en la “con- modo, un libro de Robert Redfield ins-
piró muchas monografías relacionadas
“pueblo trabajador” articula cultu- ciencia exterior”, lábil ante el con lo que él llamaba el continuum folk-
ra popular, de identificación, de la populismo, resistente ante el urbano; es decir, el tránsito desde una
pobreza; síntesis que no se agota en disciplinamiento, sufrida ante la ex- cultura con fuertes valores tradiciona-
les hacia otra de carácter moderno
la caracterización de una cultura de plotación y reservada frente a la he- (Redfield, 1930).
clase. Son culturas “verdaderas” que gemonía de la clase dominante. 2 El prologuista de la primera edición en
no acompañan a los programas so- español, Oliver La Farge, sostenía que
ciales “avanzados” que proponen las El acontecimiento de la verdad es “... En todo el mundo hay odio por
aquellas naciones que están en la era
clases propietarias o que ofrecen un un efecto particular de lo real (y no del maquinismo y tienen gente de tez
pathos a la represión del Estado. La solamente un correlato entre sujeto clara a la que rápidamente se imita”.
verdad de la burguesía es la ciencia y objeto). Consiste en la irrupción (La Farge, 1961: 13) siendo que “... uno
de los primeros logros que se sufren en
y la tecnología, la verdad de los tra- conmovedora que desanuda el lazo la desolación cultural” y que “... trau-
bajadores es la cultura “propia”. que sostiene a las imágenes y a sus ma cultural resulta de la desorganiza-
Esta última no es una verdad irra- propiedades para el sujeto. El acon- ción de la unidad básica social: la fa-
milia”. (íbidem: 13).
cional (incluida la adhesión clien- tecimiento de la liberación tendría
3 Uno de los más impresionantes es el
telar al conservadurismo o la un efecto perturbador y nominal (de de Belén, en Iquitos en la Amazonia
identificación irrestricta al popu- práctica y de lenguaje) en la estruc- Peruana.
lismo), sino la experiencia de una turación de los sujetos. Así, cada su- 4 Las ideas que se exponen fueron desa-
continuidad histórica nacida y des- jeto no es origen sino fragmento de rrolladas en el Seminario Indigenismo

48 NÓMADAS
Latinoamericano después de la Segun- ca y los canales tradicionales en los que (Aportes de la fricción inter-étnica en los
da Guerra Mundial (1950-1999) dic- las expresaban (Cfr. Prieto, 1999). indios no-andinos), Montevideo, Biblio-
tado en el Departamento de Historia, teca Científica, 1972.
Facultad de Ciencias Humanas, Uni- 8 Por el contrario, la ideología posee
versidad Nacional de Río Cuato, du- otras características: 1. Interpela a los BOURDIEU, P. (director), La miseria del
rante 1999. sujetos pero no es recibida como algo mundo, México, Fondo de Cultura Eco-
externo a un sujeto fijo y unificado, 2. nómica, México, 1999.
Es necesario recordar que la evolución La estructura psíquica que subyace a
del capitalismo y de la antropología nuestras subjetividades conscientes no , a. “Efectos de lugar”, en: P..
(como ciencia de los pueblos exterio- es monolítica sino que es un campo de Bourdieu (director), La miseria del mun-
res a Occidente) estuvieron amplia- fuerzas en conflicto, 2. La formación do, México, Fondo de Cultura Econó-
mente relacionadas. Empieza en el si- (o re-forma) de las subjetividades es un mico, pp.119-125, 1999.
glo XV con el descubrimiento del mun- proceso social. Las repentinas oscila- , b. “Las contradicciones de
do que estaba más allá de Europa y la ciones entre la conformidad y la revuel- la herencia”, en: P. Bourdieu (director),
simultánea consideración de los salva- ta son procesos colectivos, 4. Son pro-
La miseria del mundo, México, Fondo de
jes a través de una “historia moral de cesos gobernados por la apertura o cie-
Cultura Económica, 1999, pp.443-448.
la Humanidad”, continuó con la liqui- rre de la matriz de poder existente de
dación de la esclavitud y el inicio del afirmaciones y sanciones (Cfr. CASTELS, R., La metamorfosis de la cues-
colonialismo propiamente dicho en el Therborn, 1995: 64-65). tión social. Una crónica del salariado,
siglo XVIII, acompañado por la demar- Buenos Aires, Paidós, 1997.
9 La ideología del bloque histórico en el
cación de un conocimiento “Ilustrado”
poder de Estado ha desarrollado en las FOUCAULT, M., Microfísica del Poder, Bue-
sobre el hombre y una ciencia de la An-
dos últimas décadas el culto de la de- nos Aires, La Piqueta, 1979.
tropología (Etnología). En los dos si-
mocracia electoral de baja densidad
glos subsiguientes se consolidó el Im- GRAMSCI, A., La política y el Estado mo-
(los sectores populares votan y acom-
perialismo con la implantación del ca- derno, Barcelona, Planeta, 1985.
pitalismo como sistema mundial servi- pañan pero no participan si no es como
do por una antropología evolucionista, “clientes”, mientras el sistema avanza GRINBERG, G., La situación del indígena en
que planteaba como solución al dile- en la derogación de los derechos que América del Sur. (Aportes al estudio de
ma barbarie-civilización un ordena- aquéllos supieron conseguir durante la la fricción inter-étnica en los indios no-
miento de las sociedades según una es- primera mitad del siglo XX, pero las andinos), Montevideo, Biblioteca Cien-
cala hacia la complejidad, y otra clases propietarias no dudan en aplicar tífica, 1972.
historicista que apuntaba a la necesi- la represión sistemática si el conflicto
social supera los niveles que están dis- GROSSI, M. y M., Dos Santos, “La
dad de un conocimiento descriptivo de
puestas a admitir. Asimismo, la ideo- concertación social. Una perspectiva
los pueblos sometidos. No es sino has-
logía de los pobres sigue estando ex- sobre instrumentos de regulación eco-
ta los años cincuenta y sesenta que la
presada por el populismo como régimen nómico-social en procesos de democra-
Antropología se une a los movimien-
de lo político para ellos, en una alian- tización”, en: M. Santos (compilador),
tos de liberación y de descolonización.
za específica y espontánea con el con- Concertación político-social y moderniza-
En el transcurso de todo este tiempo,
servadurismo propietario y – o militar. ción, Clacso, Buenos Aires, 1985.
el campo disciplinario ha ido desgaján-
dose en sub-campos de especialización LEWIS, O., Antropología de la pobreza. Cin-
entre los cuales está la antropología po- co familias, México, Fondo de Cultura
lítica, con la cual está relacionado este Económica, 1961.
trabajo.
PRIETO, O., Una batalla por el futuro en las
5 El fútbol, el carnaval, las fiestas y cul- Bibliografía fronteras de la globalización, Río Cuato,
tos religiosos reconcilian en la arena Editorial de la Universidad Nacional
de las identidades colectivas, supra- de Río Cuato, 1999.
étnicas e intra-nacionales, las grandes ALTHUSSER, L., “Contradicción y
desigualdades sociales. sobredeterminación”, en: La Revolución REDFIELD, R.,Tepoztlan: a mexican village,
teórica de Marx, México, Siglo XXI, Chicago, Chicago University Press,
6 Los economistas liberales consideran a
1981. 1930.
esta situación “dual”; una sección so-
cial es desarrollada y moderna, otra es BADIOU, A., Conditions, París, Seuil, SAHLLLINS, M., Cultura y razón práctica,
“tradicional” y retardataria del desarro- 1992. Barcelona, Gelisa, 1988.
llo global.
,en: Abraham, T., Batallas STAVENHAGEN, R., “Clase, colonialis-
7 En la última década se advierte la irrup- Éticas, Buenos Aires, Nueva Visión, mo y aculturación, examen sobre un
ción de nuevos movimientos popula- 1995. sistema de relaciones inter-étnicas en
res -el más notorio es el de Chiapas y, Mesoamérica”, América Latina, año 6,
recientemente, el de Ecuador, ambos BENJAMÍN, W., “Sobre el concepto de número 4, 1963.
llevados adelante por indígenas- don- Historia”, en: Obras escolhidas, San
de una fuerte identidad cultural se en- Pablo, Brasiliense, 1987. , Las classes sociales dans las
frenta a las re-estructuraciones que societés agraries, París, Anthropos, 1969.
BONFIL BATALLA, G. “El indio y la si-
efectúa el imperialismo en los merca- tuación colonial. Contexto de la Polí- THERBORN, G., La ideología del poder y el
dos nacionales haciendo que las comu- tica Indigenista en América Latina”, poder de la ideología, México, Siglo XXI,
nidades pierdan en parte sus anterio-
en: G. Grinberg (coordinador), La si- 1995.
res representaciones de acción políti-
tuación del indígena en América del sur.

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