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MINISTERIO DE EDUCACION

SUBSECRETARIA DE CULTURA
DIRECCION NACIONAL DE ANTROPOLOGIA Y FOLKLORE

CUADERNOS

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INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA
MINISTERIO DE EDUCACION
SUBSECRETARIA DE CULTURA
DIRECCION NACIONAL DE ANTROPOLOGIA Y FOLKLORE

C U A D E R N O S

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INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA
AUTORIDADES

Ministro de Cultura y Educación:

Prof. Antonio Francisco SALONIA

Subsecretario de Cultura:

Dn. José María CASTIÑEIRA de DIOS

Directora Instituto Nacional de Antropología:

Dra. Diana Susana ROLANDI de PERROT

Comité de Publicaciones:

Dra. Martha BLACHE, Dr. Alberto Rex GONZALEZ, Dra.


Esther HERMITTE, Prof. Félix SCHUSTER, Lic. Hugo
RATIER y Lic. Luis ORQUERA.
FOLKLORE Y CULTURA POPULAR

Marta Blache *

Desde hace dos décadas en Latinoamérica se acrecienta día a día


el interés que suscita el estudio de las culturas populares mientras que
el del folklore parece retroceder en la misma proporción. Muchas de las
críticas que desde la cultura popular se le hacen al folklore contienen
sólidas argumentaciones que ameritan de esta última una profunda in-
trospe.cción (1). Otras, en cambio, se sustentan en perspectivas teóricas
que no se conocen acabadamente, o en conceptos que en el devenir
de la disciplina han sido desacreditados. Por consiguiente, en esta opor-
tunidad, intento aclarar algunas de estas confusiones atendiendo a que
considero que folklore y cultura popular no se oponen ni contradicen,
por el contrario pueden complementarse. Para ello tomaré en conside-
ración tres aspectos vinculados a estas áreas de estudio: 1) el sector
social del que se ocupan; 2) marcas y relaciones constitutivas del men-
saje, y 3) condiciones de producción del mensaje.

SECTOR SOCIAL DEL QUE SE OCUPAN


Con frecuencia desde la cultura popular se percibe a la disciplina
que estudia las manifestaciones folklóricas, o la folklorlstica como hoy
se la conoce, como un bloque uniforme. No obstante existen en ella ten-
dencias bien diferenciadas producto del desarrollo histórico de este
campo del conocimiento en cada país, y de la sustentación de criterios
distintos, a veces contrapuestos, entre los investigadores. Ilustra esta
disparidad de perspectiva el concepto de folk o sector del pueblo por-
tador o productor del fenómeno folklórico.
a) La corriente que ha tenido mayor trascendencia en la Argentina
(Cortázar, 1954, 1975) al igual que en Latinoamérica, es la que priorita-
riamente asocia al folk con los campesinos presuponiendo que ellos
constituyen comunidades homogéneas, pequeñas, aisladas, autosuficien-
tes, aferradas a costumbres ancestrales, con tecnología simple, y escasa
división del trabajo. Cualidades estas que derivan de la definición de
sociedad folk de Robert Redfield quien la concibe en oposición a la
sociedad urbana a la que caracteriza por su heterogeneidad social, rela-

" CON!CET-INA.

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dones impersonales, y división del trabajo. Esta posición, ,que -aún tiene
predicamento en algunos círculos pertinaces, ha sido objetada tanto
desde la folklorística (Dundes 1965, Ben-Amos 1972) como de la cultura
popular. Néstor García Canclini la denomina "la solución romántica"
porque intenta:
"aislar lo creativo y lo manual, la belleza y la sabiduría del pue -
blo, imaginar sentimentalmente com unidades puras sin contacto
con el desarrollo capitalista, como si las culturas populares no
fueran también resultado de la absorción de las ideologías domi -
nantes y las contr adicciones de las propias clases oprim idas "
(1984: 15).
Además de los campesinos, algunos (Vega 1960) incluyen tambien
a los sectores urbanos pobres cuando éstos conservan supervivencias
de formas culturales que hoy en día han perdido vigencia y eficacia.
Consideran que se trata de bienes provenientes de una ca pa social
"superior", los cuales al ser desechados por ésta quedan relegados y
confinados a niveles inferiores. En términos de Alberto Girase (1980: 56)
esta postura se sustenta en "el sobrante degradado de los productos
originalmente cultos". Como se ha señalado (Blache y Magariños 1980a:
63) desde esta óptica cuando una pauta cultural se convierte en anacró -
nica, pasa a ser patrimonio del folk el que puede imitar el fenómeno,
pero no es capaz de crearlo. Unicamente tiene aptitud para adoptarlo,
asimilarlo y transmitirlo de generación en generación a quienes viven
en sus mismas condiciones socio-económicas. Sin duda esta visión tras-
luce la ubicación social, fundamentalmente elitista, desde la cual estos
investigadores estudian determinadas manifestaciones culturales. Desde
allí reconocen como folklore sólo aquello que alguna vez perteneció
.al sector hegemónico, y que encuentran residualmente en el comporta -
miento popular. Remanentes que llaman su atención como restos eva -
nescentes y deteriorados de su propia historia, a los que describen con
un halo de nostalgia por recordarles tiempos perdidos. Esta añoranza
movió a muchos a emprender una cruzada de rescate, proclamando la
urgente necesidad de recopilar el folklore conectándolo con formas de
vida del pasado —agonizantes en la sociedad actual — a las que alientan
a regresar. Circunscriben, al mismo tiempo, los dominios de la dis ciplina
la que de esta forma se limita al estudio de expresiones mori bundas.
b) A mediados del 70' se inicia otra corrie nte que ha ido ganando
adeptos (Carvalho Neto 1973, Vásquez 1976, Martínez Furé 1976, Díaz
Castillo 1976, Lara Figueroa 1976) nutridos del pensamiento de Antonio
Gramsci y Luigi Lombardi Satriani. Desde una postura marxista identi -
fican al folk con las clases bajas condicionadas por la estructura socio -
económica y las relaciones sociales que ella genera. Para ellos el folk
conforma la clase subalterna que se contrapone, implícita o explícita -
mente, a los valores de la clase dominante. Quienes sos tienen esta po-
sición comparten algunos conceptos planteados por autores que se ocu -
pan de la cultura popular (García Canclini 1987, Colombres 1982, Cul-
turas populares y políticas culturales 1982). Pero, en general, los desa-
rrollan parcialmente omitiendo aspectos que son determinantes y esen -
ciales para el estudio de la cultura popular como su proceso de pro -
ducción, circulación y consumo, y la apropiación desigual del capital
cultural. Todavía son escasos en Latino América l os estudios folklóricos

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