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Daniel deja claro que se casará con una Valenti y que será
Natalie. Al no ver otra opción, su padre le ordena que se case
con Daniel. Ella intenta resistirse, pero es inútil. Se convierte en
la esposa de Daniel y, al hacerlo, se ve obligada a entrar en la
vida de la Mafia de la que tanto intentó escapar.
—Louisa.
Daniel miró hacia Alfie, que se rió entre dientes. —Mi hija
menor. Está a punto de llegar. Es normal que se retrase un poco.
Juro que llegará tarde a su propio funeral.
—Todavía no.
***
Si Natalie hubiera podido librarse de volver a casa para
Acción de Gracias, lo habría hecho. De hecho, había planeado
estar muy ocupada, y se disponía a buscar trabajo cuando Mary
la llamó y le rogó que viniera. En cuanto Mary se lo suplicó, vino
corriendo. De todos los Valenti, aparte de su padre, Mary era la
única persona a la que le caía bien.
Él no dijo nada.
Por el rabillo del ojo, vio que a Ben le costaba controlar sus
expresiones. Parecía dispuesto a asesinar al hombre.
—Ella me ama.
—Seguro que sí, pero aun así, ten cuidado. —Natalie se alejó
y se dirigió hacia las bebidas, y comenzó a servir.
—Entrarás —dijo.
—Hazlo.
***
Después de ayudar con los platos, Natalie salió al jardín. No
se molestó en ponerse una chaqueta ni nada. El aire fresco le
ayudaba a adormecer todos sus pensamientos. La mayor parte
del tiempo que estaba en casa, comía en la cocina, a menos que
su padre exigiera su presencia en la mesa. Hoy había sido...
horrible.
—No pasa nada. No fue culpa tuya. ¿Tiene esto algo que ver
con la rivalidad entre hermanos o algo así?
—¿Por qué?
Abrió la boca para responder y la volvió a cerrar. Su vida
como Valenti le advertía que no debía revelarlo todo. Se mordió el
labio y lo miró fijamente. —No es nada.
—Entonces, ¿celos?
—¿Lo sabías?
Ella se estremeció.
Natalie lo agitaba.
A él le daba igual.
Natalie era suya. Cada vez que estaba con ella, la sentía
dentro de él, y no había manera en el infierno de que alguna vez
dejara eso ir.
—¿Qué?
—¿Qué?
***
Natalie no recordaba haber llorado tanto en su vida. No
importaba lo que Mary le dijera para tratar de consolarla, el dolor
volvía una y otra vez. Había rechazado la invitación de su padre
no sólo para cenar con él, sino también para verlo. No quería
tener nada que ver con él. No era de su familia.
No quería morir.
—Natalie...
—Sí.
Ella lo superaría.
—No la quería a ella. No estoy aquí para tener una mujer que
sólo piensa en ropa y cotilleos. Me gustas, Natalie, y puede que
no lo creas, pero voy a darte una vida increíble.
—Te quiero.
1Es una expresión común en inglés, sobre hacer algo para perjudicar a otro aun
perjudicándose uno mismo.
—No, no pasa nada. Dime todo lo que quieras.
—Gracias.
—¿Eres virgen?
Sólo esta vez había hecho lo que quería sin mirar atrás.
Natalie era su recompensa en lo que a él concernía. Nunca le
haría daño. Nunca le quitaría lo que no le ofreciera libremente.
Ella aún no lo conocía y él odiaba que tuviera miedo.
—¿El soldado?
***
Natalie ni siquiera sabía por qué estaba hablando de esto.
Ella había querido ser la mujer horrible, manteniendo a Daniel a
distancia, haciéndole desear no haberla elegido, pero él estaba
demostrando ser difícil de ignorar. No sólo la hacía sentir segura
entre sus brazos -y lo hacía-, sino que había algo... asombroso en
él.
No iba a intentar obligarla a acostarse con él esta noche, y
ella había tenido un poco de miedo de que lo hiciera.
—¿De qué?
—¿Comida? —preguntó.
—Comimos en la boda.
Levantó las manos. —No tengo ningún problema con eso. Sin
embargo, cuando estemos cerca de los mayores, intenta
ignorarlos.
—Sí, parece que a los mayores no les gusta que los hijos
bastardos tengan un lugar —dijo Ronnie, guiñándole un ojo.
Daniel le había dicho que no haría nada con ella a menos que
ella quisiera, y ella no sabía si quería o no.
—¿Dónde dormiré?
—De acuerdo. —Ella miró la cama por última vez, viendo que
no tenía sentido discutir. —¿Me desabrocharías la cremallera del
vestido? —Ella le dio la espalda.
—Sé que te afecto —dijo él, rozándole el cuello con los labios.
—Gracias.
—Te creo.
—Quiero que esto funcione. Sé que probablemente me odies
por alejarte de una vida que querías, pero me aseguraré de que
no te arrepientas.
Era su padre.
—Hola —dijo.
—¿En serio?
—Negocios.
—Sí.
Él no se había movido.
—De acuerdo.
No intentaría esconderse.
—Sí, y me gusta.
—Así es.
Ella puso los ojos en blanco. —¡Me gusta trabajar! —Se dejó
caer en el sofá.
—Pongámonos en marcha.
—¿Cómo es eso?
—Claro.
—¿Pero te gusta?
—¿Qué?
—¡Sí!
—Lo conseguiremos.
—De acuerdo.
—Sí.
—Oh.
—Sí.
***
Limpiarse los dientes con hilo dental nunca le había parecido
una cosa tan importante y, sin embargo, allí estaba, de pie junto
al lavabo, pasándose un algodón blanco por los dientes. Natalie
ya se había duchado y cepillado los dientes dos veces. Ahora
decidió que necesitaba usar hilo dental. Llevaba un negligé que
Daniel le había comprado.
Con los dientes limpios con hilo dental y el pelo cepillado con
unas doscientas pasadas, no se le ocurrió ninguna otra razón
para permanecer en el cuarto de baño.
Era mucho más alto que ella, más grande, y cuando se acercó
a ella, no pudo pensar, ni por un segundo. Su toque rozó sus
manos, y ella cerró los ojos, sintiendo cada pequeña réplica de su
toque.
Al igual que él estaba desnudo ante ella, ella estaba ante él,
completamente desnuda.
Al abrir los ojos, vio sus reflejos en uno de los muchos espejos
pervertidos que él tenía.
—¿Un Dom?
—¿Estás dolorida?
—¿Quieres correrte?
—Sí.
***
—¿Has desocupado completamente la piscina? —preguntó
Natalie, acercándose al borde de la gran piscina cubierta.
Ella suspiró.
Follar era algo nuevo para ella, pero con Daniel estaba
dispuesta a explorarlo todo.
—Siempre me sorprendes.
Una y otra vez, la folló más fuerte que nunca. No era posible,
pero lo parecía. Cada vez que follaban era la sensación más
increíble del mundo.
—Sí.
—Tócate.
Ambos jadeaban.
Daniel la abrazó y sus besos echaron más leña al fuego. —
Puedo sentirte, Natalie. Quieres más, ¿verdad?
—Sí.
—Sí.
Necesidad de él.
—Me da igual.
—Estamos buscando.
—La verdad es que no. Hasta que Daniel se casó con ella,
Natalie no era nadie. No entraba en los círculos familiares ni
sociales. Durante mucho tiempo, Natalie Valenti fue sólo un
nombre. Nadie sabía quién era ni a qué se dedicaba. Era un
misterio —explicó Vincent, ligeramente aburrido.
—Ahora ya no lo es —dijo Daniel.
—Es por eso que el padre está cerca de Natalie —dijo Vincent.
—Tenía que estarlo para mantenerla a salvo.
—¿Qué hiciste?
Daniel asintió.
Su padre hizo un gesto con la mano, haciéndole saber que
podía irse.
—Todo listo.
***
Esa misma noche, Natalie estaba sentada en la cama
esperando la llegada de Daniel. Cuando había salido del
despacho de su padre antes de que ella los obligara a ir a cenar,
había notado la tensión. Ronnie y Vincent habían intentado
ocultar lo que ocurría con sus bromas y risas. Ella no lo entendía.
—Sí.
—¿Cómo qué?
—Encontraremos la manera.
Ella cerró los ojos. Aunque el tema del que hablaban era el
menos erótico, su cuerpo empezó a despertar con sus caricias.
—Te creo.
Odiaba sentirse así, y era una de las razones por las que
había intentado marcharse.
—Lo prometo.
Capítulo 9
—Natalie, lo siento...
Ella se rió. —Vivir con Daniel no está mal. Además tiene dos
amigos increíbles. Soy feliz, muy feliz.
—¿Ella lo sabe?
***
Natalie se sentó junto a Daniel, y tuvo que ser una de las
cenas más tensas en las que había tenido el disgusto de sentarse.
Alfie y Frank mantuvieron la conversación. Sus hermanos no
parecían impresionados, y su hermana seguía haciendo ojitos de
enamorada a un guardia diferente esta vez.
—Por favor, eso tiene que ser imposible. Natalie nunca quiso
casarse en esta vida. No quería ser la esposa de un asesino.
—No creo que esté bien que estés sola con otros hombres. Tu
esposo tiene que saber que puede confiar en ti —dijo su madre,
hablando por fin. La dureza de su tono no pasó desapercibida
para nadie.
—No tienes de qué preocuparte. Sé que mi mujer no se
desviaría. —Daniel le soltó la mano y le acarició el pelo.
El amor era algo que ella había deseado más que nada.
Natalie no se sorprendió.
Nadie se movió mientras Frank le agarraba la nuca y la
apretaba contra la mesa. —He hablado con el hombre que
contrataste. Verás, puta, tengo contactos en todas partes. En
cuanto ordenaste ese golpe, me di cuenta. Yo solo trataba de
encontrar a la persona que estaba detrás del golpe. Él estaba más
que dispuesto a usarte como escudo. Le pagan por hacer un
trabajo, y ahora yo le estoy pagando para que se retire.
—Siento mucho que hayas tenido que ver eso —dijo Vincent.
—Hola.
—Eso es muy bonito. —La chica apretó las manos. —El amor
es tan romántico.
No les dio tiempo para hablar. Cuando sacó a Natalie del bar,
su coche ya lo estaba esperando. La ayudó a entrar, colocándole
el cinturón de seguridad y asegurándose de que estaba bien
sujeta.
***
Con los dientes ya cepillados, Natalie regresó al dormitorio,
donde Daniel la agarró por la cintura y la hizo girar para mirarlo.
No se detuvo ahí.
Él la amaba.
Lo deseaba.
Lo necesitaba.
Esta vida no había sido lo que ella pensaba que quería, pero
lo quería a él, y haría todo por él.
—Quieres mi polla.
—Sí.
Esta vez, ella sintió su amor hasta el alma, y supo que nunca
renunciaría a él, ni por un instante.
Epilogo
Cinco años después
Natalie le había dicho que todo iría bien, pero la idea de vivir
sin ella, de tener que estar posiblemente con un niño que él
sabría que había matado a su esposa, lo habría destruido.
Incluso les había dicho a Ronnie y Vincent que si algo le pasaba
a ella, tenían que acabar con él. Su amor por ella era así de
jodidamente fuerte.
—Bueno, tal vez podríamos tener uno más —dijo él, viendo
el amor en sus ojos. No podía negárselo, ni se le ocurriría
negárselo.
Fin