Está en la página 1de 84

Sotelo, gracias K.

Cross & Botton


CLAIMING HIS BRIDE
ELLA GOODE

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Aurora
Traicionada y vendida a un hombre que no conocía, busco
cualquier posibilidad de escapar. La encuentro en Mikael, un
misterioso desconocido que me salva de un oscuro destino. No sé
por qué, pero me mantiene cerca y me hace suya, tomándome
como su esposa para que el hombre al que fui vendida no pueda
tenerme.

Es una transacción... Al menos eso es lo que me digo a mí misma.


Pero cada día me enamoro más de él, y sus ásperos besos y
suaves caricias no hacen más que consolidar ese hecho. Cuando
me doy cuenta de que solo me ha tomado para molestar a
Edward, el hombre que intentó comprarme, me siento herida y
confundida. ¿Me quiere o sólo quiere venganza?

Mikael
Intento vivir limpio y caminar dentro de los estrechos límites de
la ley. Incluso cuando mi tía perdió a su ser querido, esperé a que
el malhechor viniera a mí. Pero a veces hay que romper las reglas
y cuando se trata de Aurora no tengo escrúpulos. Nada me
impedirá reclamar a mi novia.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 1
AURORA

Mis ojos se dirigen hacia la puerta. ¡Corre! grita mi mente. Ni


siquiera sé lo que hay al otro lado de esa puerta, pero la señal roja de
salida me hace saber que al menos va hacia el exterior. ¿Pero entonces
qué?
Estoy en una ciudad que es completamente nueva para mí. No
conozco el camino ni tengo a nadie que me ayude. No es que importe
mucho. Tampoco conocía a nadie de la ciudad en la que crecí. La gente
que sí conocía se apresuraría a entregarme a mi madrastra, Mara, que
a su vez me entregaría al hombre que pagó una pequeña fortuna por
tenerme.
Por una fracción de segundo, pensé que tal vez podría hacerlo.
Los matrimonios concertados no son tan descabellados. Creo que
muchas culturas todavía creen en ellos. Aunque no estoy segura de
que esto pueda considerarse lo mismo, ya que Edward Blackwood me
compró. No fue como si nuestros padres pensaran que haríamos
buena pareja o algo así. Quiero decir, el hombre tiene al menos el doble
de mi edad. Diablos, es casi tres veces mi edad.
Conocí a mi futuro esposo en un evento hace más de un año.
Cuando se acercó a mí esa noche, Mara intervino y le dijo que yo era
demasiado joven para él, para mi sorpresa. La mitad de la razón por
la que me obligó, junto con mi hermanastra Isa, que en realidad estaba
dispuesta a ir a estos eventos, fue por las perspectivas de matrimonio.
Edward grita de dinero. Mara me había metido en la cabeza durante
años cómo detectar si alguien era rico o adinerado. Sí, hay una gran
diferencia para ella, y Edward es rico. Y eso es lo único que le importa
a mi madrastra.
Después de esa noche, las cosas se calmaron un poco en casa.
Debería haber sospechado algo cuando dejó de arrastrarme a los
eventos. Había atribuido el hecho de que no me llevara más a que se
avergonzara de mí. Siempre se mete con algo cuando se trata de mí.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Desde mi pelo hasta mi peso o lo que sea que lleve puesto, diciendo
abiertamente que le daba vergüenza. Nunca debí bajar la guardia.
Dos semanas antes de mí decimoctavo cumpleaños, me
informaron de que no solo me iba a mudar, sino que también me
casaría con Edward Blackstone. Cuando el nombre de Edward salió
de su boca, mi corazón se hundió. Me acordé de él inmediatamente.
Había habido algo en sus ojos que me ponía de los nervios. Aunque
solo lo hubiera visto una vez hace más de un año.
Cuando tuve una pequeña crisis, Mara me dijo que no había
opción. Había pagado el anticipo por mí y lo cobraría. Ya se había
gastado el dinero. Eso había sido otro shock para mí. ¿Cómo podía
estar arruinada? Mi padre era un hombre muy rico. Cuando falleció,
tenía entendido que le había dejado todo. Han pasado cinco años
desde que lo perdí. Todavía no puedo comprender cómo diablos pudo
gastar cada centavo de la fortuna de mi padre.
Me tenso cuando oigo algo, pensando que es Edward que vuelve
a recogerme. Pero tras un momento en el que no entra en la habitación
trasera donde me dejó, me relajo un poco. Su chófer, al que le había
dicho que me vigilara, se queda a un lado, jugando con su teléfono.
La única razón por la que contemplo la posibilidad de salir
corriendo es porque él está muy distraído. Suelo ser más bien torpe y
correr no es lo mío. Pero sé que esta puede ser mi única oportunidad
de escapar. En el poco tiempo que he estado hoy con Edward ya he
podido vislumbrar cómo sería el matrimonio con él.
Creo que la cabeza aún me da vueltas, y no por la bofetada que
me ha dado Edward en la parte trasera del coche. Me relamo los labios,
palpando el corte que por fin ha dejado de sangrar. No, la cabeza me
da vueltas por cómo ha ido el día.
Debería haber sabido que algo pasaba cuando Mara me despertó
toda alegre, diciéndome que me arreglara. Que me iba a llevar a
celebrar mi cumpleaños. Nunca hace nada que no la beneficie. Fui tan
estúpida que pensé que tal vez algo había cambiado. Pensé que tal vez
ahora que era una adulta, podríamos tener una relación diferente.
Me había arreglado, queriendo impresionarla. Incluso elegí un
vestido que pensé que le gustaría. Esperaba que al estar ella de tan

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


buen humor, pudiera sacar el tema del matrimonio y ver si tal vez se
podía hacer algo más.
Mi entusiasmo duró poco cuando entramos en el
estacionamiento del aeropuerto privado y me soltó la bomba de que
hoy era el día en que me iba. Me dejó perfectamente claro que o me
subía al avión o me quedaría sin casa, porque de ninguna manera me
iría a casa con ella. Ya era una adulta. Debería haberme negado, pero
en mi estado de shock adormecido, hice lo que me dijeron.
Cuando bajé del avión, Edward no estaba muy contento con mi
reacción al reencuentro. Me agarró del brazo y tiró de mí hacia el coche
de la ciudad, donde me abofeteó y me llamó desagradecida. Mientras
tanto, su conductor, el hombre que jugaba con su teléfono, no dijo ni
hizo nada. Se limitó a llevarnos a un despacho de abogados en el que
nadie pestañeó por mi labio partido. Ni siquiera el abogado, que le
aconsejó en qué despacho podía dejarme mientras se ocupaban del
asunto.
Sé que solo tengo una cantidad limitada de tiempo antes de que
Edward regrese. ¿Y luego qué? ¿Me lleva a su casa con él? Entonces
sí que no habría escapatoria. Si no tomo una decisión pronto, no
tendré más remedio que casarme con el viejo y Dios sabe qué más.
El miedo se apodera de mí al pensar qué clase de vida tendré. Si
ya me está pegando antes de que nos casemos, estoy segura de que
no va a ser de arco iris y sol una vez que nos casemos.
Vuelvo a comprobar que los ojos del conductor de Edward siguen
pegados a su teléfono. Una vez que confirmo que sigue distraído,
decido que es ahora o nunca. No hay manera de que intente hacer esta
escapada con tacones. Me los quito discretamente antes de levantarme
de la silla. Al principio, me acerco lentamente a la puerta, esperando
no llamar su atención. Cuando estoy lo suficientemente lejos, hago mi
jugada. Abro la puerta de un empujón y corro tan rápido como puedo,
sin saber si me ha oído o no.
La lluvia me golpea la cara mientras me precipito por un largo
callejón. Tomo la primera curva que veo. Al doblar la esquina, oigo
gritar mi nombre detrás de mí y sé que me persiguen. Eso me hace ir
más rápido. Cada vez que puedo tomar una curva, lo hago, esperando
perder al conductor. Más que eso, no quiero que me atrape en un

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


callejón. Necesito gente o una multitud, pero no veo a nadie. Es
probable que la lluvia haga que todo el mundo se quede dentro. Me
confunde cómo no he conseguido tropezar con una calle principal.
— ¡Aurora!— El hombre vuelve a gritar mi nombre mientras doy
otra vuelta. Puedo oír cada uno de sus pasos por encima de la lluvia
que empieza a caer mucho más rápido. Me arden los pulmones y me
duelen los pies descalzos. Quiero gritar cuando por fin veo lo que
parece una carretera y los pasos detrás de mí empiezan a sonar más
cerca.
No disminuyo la velocidad mientras salgo corriendo de entre los
dos edificios hacia la calle. Un claxon suena y el sonido de los
neumáticos al derrapar atrae mi atención. Giro la cabeza y dos luces
brillantes me ciegan medio segundo antes de que algo impacte contra
mi costado. No es fuerte, ya que el vehículo ha reducido la velocidad
hasta casi detenerse, pero es suficiente para hacerme caer de culo. Un
dolor me atraviesa el costado mientras todo el aire abandona mis
pulmones.
Me tumbo en la calle mirando hacia arriba mientras la lluvia cae
sobre mí. —Mierda, ¿estás bien? Sr. Ackles, tengo esto. — oigo decir a
alguien.
— ¿Lo tienes? Acabas de golpear a alguien. — retumba una voz
profunda.
—Esto podría ser un montaje. Quédate en el coche, Mikael. —
responde el hombre que me ha golpeado.
—Yo soy el que da las órdenes aquí, Marco. — brama la misma
voz profunda mientras se eleva sobre mí. Segundos después, se pone
de rodillas a mi lado. — ¿Estás bien?— Me aparta el pelo mojado de la
cara. Los faros que nos iluminan me permiten ver bien su hermoso
rostro. Intento levantarme. —No te muevas.
—Está conmigo. — El pánico me invade cuando oigo la voz del
conductor de Edward. Me ha atrapado. Ignoro la orden del hombre del
traje y me siento, agarrándome a la chaqueta de su traje.
—Por favor, no dejes que me lleve. — susurro, pero no sé si puede
oírme por encima de la lluvia torrencial.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Está claro que no quiere estar contigo. — responde el hombre
del traje.
Para mi horror, el conductor de Edward empieza a sacar una
pistola. Jadeo, pero se detiene de repente antes de sacar el arma. Giro
la cabeza para ver que Marco -creo que así es como he oído que lo
llama el trajeado- tiene una pistola en la mano y le apunta a él.
—Solo quiero a la chica.
Gimoteo.
—Eso no va a suceder. — dice el del traje antes de que sus brazos
me rodeen y me levanten del suelo. —Te sugiero que te vayas antes de
que llamemos a la policía o de que Marco descargue su pistola sobre
ti, porque no voy a entregarla. — el alivio me llena al instante.
Mantengo mi cara enterrada en su amplio y duro pecho. Debe de
irse porque un momento después nos ponemos en marcha. La lluvia
deja de caer sobre mí.
—Hospital. — ordena el del traje.
— ¡No!— Levanto la cabeza para ver que estoy en su todoterreno.
El señor del traje me tiene en su regazo en el asiento trasero. Marco
empieza a conducir. —Me encontrarán ahí, y entonces la llamarán y
él aparecerá. Por favor. — le ruego mientras las lágrimas empiezan a
caer.
—Necesito nombres aquí, dulzura.
Trago saliva. — ¿Tengo que hacerlo?— No quiero dar nombres.
Cuando Edward me dejó en esa habitación trasera, me dejó claro
que sería estúpido que huyera. Que solo acabaría donde empecé y que
se pondría lívido. Preferiría no verlo enojado. No estoy segura de que
lo que dijo fuera cierto, pero sé que los hombres ricos siempre tienen
mucho poder que no deberían tener.
— ¿Te ha hecho eso en el labio?
Niego. —No el hombre que me persigue. Era su conductor.
— ¿El conductor del hombre que te golpeó?— Vuelvo a asentir.
Me mira fijamente durante un largo rato. — ¿Qué edad tienes?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Dieciocho. Hoy, en realidad. Es mi cumpleaños. — Maldita sea.
Probablemente acabo de dar una información que no debería haber
dado. De nuevo, me mira fijamente. Esos ojos azules oscuros suyos
parecen mirar dentro de mi alma.
—Llama a mi hermano. Dile que se reúna conmigo en mi casa.
— ¿Quién es tu hermano?
—Un médico.
—Pero...
—Si no me dejas llevarte a un hospital, esta es tu única opción,
pequeña.
—No soy tan pequeña. — murmuro por alguna estúpida razón.
—Eres pequeña. — Supongo que comparada con él, todo el
mundo es pequeño. — ¿Tenemos un trato? ¿Dejarás que mi hermano
te mire?— Asiento y vuelvo a apoyar la cabeza en su pecho mientras
mi cuerpo empieza a temblar y el dolor empieza a hacerse notar. Los
pies son lo peor.
— ¿Cómo te llamas?— Pregunto.
—Mikael.
—Mikael. — repito. —Por favor, no dejes que me lleven.
Su abrazo se hace más fuerte. —Nunca. — responde, y casi
suena como un juramento.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 2
MIKAEL

—Se pondrá bien. — me asegura Ezra. Da un golpecito a la bolsa


de morfina que ha colocado junto a la cama. —Los analgésicos la
ayudarán a dormir. Tráela mañana y le haremos una tomografía
computarizada para asegurarnos de que no haya fracturas ocultas.
Se acerca para poner un ungüento en sus labios. Agarro la
botella de su mano y lo golpeo. —Yo lo haré.
Ignoro sus cejas arqueadas porque no tengo una buena razón
por la que algo visceral se levantó en mí cuando vi sus dedos cerca del
labio cortado de la chica. No es una chica. Aurora.
Antes de que Ezra le inyectara las drogas, nos dio su nombre.
Esa fue toda la información que pudimos sacar de ella. Parecía
demasiado asustada para decir más.
Alguien le dio un buen golpe en la boca. Ese alguien será
quemado en el sótano pronto. Lo mismo con quien la golpeó detrás de
la cabeza.
—Aurora. — murmuro mientras le extiendo el ungüento con
cuidado a lo largo del labio. El nombre suena bien en mi lengua. Como
si ya lo hubiera dicho mil veces. Su pelo oscuro se abre en abanico
detrás de la cabeza sobre la almohada, como los rayos de un sol
poniente. Levanto la vista y veo a mi hermano mirándome. Le dedico
una leve sonrisa de tranquilidad. —Estoy bien. No tengo ni un
rasguño. — Extiendo los brazos para que pueda verlos.
—Un día de estos te van a llevar a casa. — refunfuña mientras
limpia las agujas y las vendas. Me da un paño para que me limpie los
dedos.
Lo cojo y tiro el pañuelo usado en el pequeño montón de basura
que está recogiendo. —Hoy no es ese día. — Sonrío y me flexiono. —
Sigo siendo grande y fuerte.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Y tonto. — añade como debería un buen hermano pequeño. —
Por el amor de Dios. Te han apuntado con una pistola.
—Fue en medio de la calle. La pistola era para lucirse. No tenía
intención de usarla.
—Eso no lo sabes.
—Fue una suposición educada. — Me acerco para darle un golpe
en la cabeza como un buen hermano mayor cuando la cara de Marco
aparece en la puerta.
—Tengo información. — dice.
Me dejo caer en mi silla. —Pasa. Soy todo oídos.
Marco entra y cierra la puerta. —La matrícula está registrada a
nombre de Coal Works, Inc.
—Nunca he oído hablar de ello.
—Yo tampoco. — dice mi hermano.
—El socio general de Coal Works es también el director de un
fondo de inversión inmobiliaria de Blackstone Management.
La sonrisa de mi cara se desvanece. A mi lado, Ezra se pone
rígido. — ¿Has dicho Blackstone?— pregunto.
Marco asiente con gesto adusto. —Como en Edward Blackstone.
No puedo asegurar que sea su empresa. Seguridad lo comprobará por
la mañana cuando la secretaria de registros de la empresa fiche por el
día, pero parece plausible. No estaba seguro de cómo estaba conectada
la chica, pero hice una búsqueda rápida y apareció esto.
Me entrega una hoja de papel que contiene un anuncio de boda
entre un tal Edward Blackstone y Aurora Langley. Sin palabras, le
paso el papel a Ezra. Lo escanea rápidamente y luego arruga el papel
en esta mano. Mis sentimientos precisamente.
—Gracias, Marco. Avísame mañana a primera hora lo que
encuentres sobre Blackstone Management y Coal Works.
—No hay problema.
— ¿Necesitas que Ezra te revise?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—No. Estoy bien. — Asiente ligeramente antes de marcharse.
Mi hermano deja escapar un largo suspiro cuando se cierra la
puerta.
—Cuando te dije que buscaras a alguien para casarte, pensé que
buscarías a una mujer en una fiesta, no que la recogerías de la calle.
— dice después de un largo momento de silencio. Me ha dicho que
tengo que encontrar una pareja. Que no puedo vivir mi vida solo. Que
no me iba a casar por casarme. Nadie me llamaba la atención ni me
parecía adecuado. Hasta ahora. Entiendo lo que he estado esperando.
Aparto el pelo de la cara laxa de Aurora. —Deberías haber sido
más específico. —
Ezra recoge la basura y se guarda el estetoscopio. — ¿Edward
Blackstone la golpeó y su chófer le apuntó con una pistola? Ella debe
ser muy valiosa.
—Debe serlo.
— ¿Qué vas a hacer con ella?
Miro fijamente el hermoso rostro de la chica, trazando un patrón
sobre sus cejas oscuras, el alto puente entre sus ojos, sus labios
criminalmente llenos. Antes de conocerla, si me hubiera enterado de
que Edward Blackstone iba a casarse, la habría secuestrado y
arruinado, pero ahora... — ¿Qué más puedo hacer? — digo en voz baja.
— ¿Cuándo debo hacer llegar al sacerdote?— Ezra me entiende
perfectamente.
— ¿Cuándo estará lo suficientemente bien como para estar de
pie?
—En un par de días. Una semana como mucho.
—Una semana entonces, o antes si Blackstone viene a husmear.
— ¿Crees que sabe que te la has llevado?
—Es difícil de decir. Estaba oscuro y llovía. No pude ver bien a
su agresor.
—El pistolero podría haber tomado tu número de licencia y
rastrearla como Marco hizo con Blackstone.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Es posible.
—Si Blackstone llama mañana y no estás aquí, ¿qué debo
decirle?
—Que debería cuidar mejor sus pertenencias para no tener que
ir de puerta en puerta a buscar cosas que ha perdido. Tenemos que
encontrar a la familia de Aurora. No me suena el apellido Langley, ¿y
a ti?
Ezra sacude la cabeza. —Nunca había oído hablar de ellos, pero
no paran de surgir nuevas bandas. Es difícil mantener el territorio hoy
en día.
—Es muy joven. — Levanto la manta. —Alguien pagó su deuda
con una hermana o una hija.
— ¿Crees que podremos comprarla a Blackstone?
Toco la mejilla de Aurora con delicadeza. —No. No lo creo.
¿Renunciarías a este premio sin luchar? ¿Por unos pocos dólares?
El silencio de Ezra da la respuesta. No. Esta es una cara por la
que se luchan guerras.
—De todos modos, nunca me gustó Blackstone. — dice Ezra con
ligereza, indicándome que está a mi lado.
Lanzo una inclinación de cabeza agradecido en su dirección. —
Nadie lo llorará cuando se haya ido, pero será una dura batalla. No
tienes que librarla conmigo por una chica que acabamos de encontrar.
—No es una chica cualquiera. — bromea Ezra. —Pronto será una
Ackles. Estoy obligado por el honor a protegerla. Además, eres mi
hermano.
—Así es. Pronto será una Ackles. — Y eso es todo lo que importa.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 3
AURORA

Puedo oír a la gente hablar al azar, pero nunca puedo distinguir


mucho de lo que se dicen entre sí. En cuanto empiezo a despertarme,
el sueño me vuelve a hundir. No tengo miedo. Debería tenerlo. Un
hombre que no conozco me llevó a su casa y me prometió que nadie
me haría daño. También me prometió que no llamaría a la policía ni
alertaría a nadie sobre mí.
Fue muy amable teniendo en cuenta que apenas le conté nada
sobre mí. Por lo que él sabe, podría ser una criminal. Su voz es la que
más escucho. Me ha traído una forma de consuelo que no puedo ni
empezar a explicar. Es mandón pero de una manera dulce. No sabía
que eso fuera una cosa, pero sus órdenes son también que descanse.
Me asegura constantemente que estoy bien y que estoy a salvo.
Esta vez, cuando mis ojos empiezan a abrirse, consigo
finalmente mantenerlos así. Una vez que mis ojos se ajustan, enfocan
una ventana con las cortinas cerradas. El sol se asoma por la parte
inferior. Echo un vistazo a la gran habitación, observando lo que me
rodea. Hay una silla pegada a la cama cerca de mí y un libro en la
mesita de noche.
Continúo escudriñando la habitación y veo una chimenea y una
sala de estar antes de que me llamen la atención dos puertas abiertas
que conducen a lo que supongo que es un cuarto de baño. Soy muy
consciente de que necesito usarlo. Giro más la cabeza y se me corta la
respiración cuando veo a Mikael al otro lado de la cama. Está
completamente vestido, tumbado encima del edredón. Tiene los ojos
cerrados. Sí, es tan guapo como lo recordaba.
Sin embargo, ahora puedo tomarme mi tiempo para estudiar su
rostro. Desde sus labios carnosos hasta su dura mandíbula y la
cicatriz que le atraviesa la ceja. Una pequeña imperfección que no es
tal. No hace más que aumentar su atractivo. Me pica el deseo de

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


estirar los dedos y pasarlos por su espesa melena oscura. Me ha
salvado. ¿Cómo podré recompensarlo?
— ¿Te gusta lo que ves, dulzura?— Sus ojos se abren antes de
ponerse de lado para mirarme.
Abro la boca para hablar, pero tengo la garganta demasiado seca
para que salga nada. Mikael se levanta y da la vuelta a la cama
demasiado rápido para un hombre de su tamaño. Me acerca a los
labios un vaso de agua con una pajita. Bebo un par de tragos grandes.
— ¿Cómo está tu dolor?
—Creo que bien. — digo entre dientes. —Pero —me lamo los
labios— necesito el... — Mis ojos se dirigen al baño, mi garganta aún
está seca.
—Está bien. — Retira la manta y me levanta de la cama. Lo rodeo
con los brazos y lucho contra el pequeño gemido de dolor que quiero
soltar. No estoy segura de si es por el lugar donde me han golpeado o
si mi cuerpo está agarrotado por haber estado tumbada tanto tiempo.
—Te traeré algunos medicamentos para el dolor.
—No quiero volver a dormir. — Creo que los medicamentos me
han dado más sueño.
—No deberían noquearte. Mi hermano Ezra vino esta mañana y
te quitó la vía. Te estaba dando con más fuerza. — Me baja lentamente
hasta ponerme de pie frente al inodoro. Miro hacia abajo y veo que ya
no tengo el vestido que me pusieron. Ahora llevo una camisa gigante
abotonada.
— ¿Mi ropa?— Pregunto.
—Tuve que sacarte el vestido mojado. Estabas temblando. —
Asiento en señal de comprensión.
—Gracias.
—No me des las gracias todavía. — Me dedica una media sonrisa,
dando un paso atrás, pero no se va. —Me doy la vuelta, pero no me
voy. Me enojaré si los progresos que hemos hecho para que te mejores
se esfuman porque te caes. — Se da la vuelta.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Lentamente, me bajo las bragas por los muslos y me siento en el
retrete. Tengo la vejiga demasiado llena para ser tímida. Cuando
termino, lo que parece una eternidad, me siento aún mejor. Mikael se
da la vuelta cuando estoy de pie y me mira mientras me dirijo lenta
pero seguramente al lavabo para lavarme las manos.
—Caminas mejor de lo que pensaba. — Me pasa una toalla.
—El coche no me golpeó tan fuerte. — Casi se había detenido por
completo. Solo me golpeó, haciéndome perder el equilibrio.
Básicamente me hizo caer más que nada. El dolor no había venido del
coche que me golpeó, fue cuando golpeé el suelo que se disparó a
través de mi cuerpo.
—Aun así te atropelló un coche después de que Dios sabe lo que
te hizo Edward Blackstone. — Dejo caer la toalla de mano para girarme
lentamente y mirarlo a la cara. ¿Cómo diablos sabe él lo de Edward?
—Tengo que salir de aquí. — Intento pasar por delante de él, pero
me coge en brazos y me lleva de regreso a la cama.
—El único sitio al que vas a ir es a hacerte un TAC de todo el
cuerpo.
—No puedo. Estoy bien. No hay nada roto. — Me giro para
sentarme en un lado de la cama. La mandíbula de Mikael que estaba
admirando hace unos momentos se endurece.
—Bueno, Ezra dijo que si no bajabas por uno para que te diera
el visto bueno, tendría que denunciar lo ocurrido a la policía en
conciencia.
—No importará. Si Edward lo sabe, ya estará...
—No lo sabe.
— ¿Pero cómo?
—Hicimos algunas averiguaciones y pusimos las cosas en orden.
El nombre Aurora no es el más común y está en un anuncio de boda
— Me relajo un poco. —Solo mi hermano, Marco y yo sabemos que
estás aquí en este momento. Ah, y Ruby. — Se me cae el estómago.
¿Es su esposa? ¿Por qué me importa? Aun así, mis ojos se dirigen a
su mano izquierda, pero no veo ningún anillo. El alivio me invade, lo
que sé que es ridículo porque ni siquiera conozco a este hombre.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Quién es Ruby?— No puedo ocultar el tono celoso de mi voz.
Juro que sonríe.
—La mayoría de los días se diría que es mi madre, pero me
mantiene la casa en orden.
—Está bien, iré por el escaneo. — Realmente no tengo otra
opción.
—Bien, ahora vuelve a la cama. Quiero ver si podemos darte algo
de comida con estos analgésicos. — Me vuelvo a meter en la cama.
Mikael tira de la manta sobre mí. —Le tienes miedo. Supongo que no
quieres casarte con él.
—No quiero casarme con él. Sinceramente, no lo conozco. Lo vi
una vez hace más de un año. Luego, hace unas semanas, mi
madrastra me informó de que me casaría con él. Cuando intenté
protestar, me dijo que era demasiado tarde. Antes de que me diera
cuenta, estaba en un avión viniendo hacia aquí. — Todavía no puedo
creer que Mara me haya vendido básicamente para poder mantener el
estilo de vida al que estaba acostumbrada.
— ¿Te hizo algo más que deba saber?— Sus palabras son
tranquilas, pero percibo una oscuridad bajo ellas.
—No, me dio una bofetada cuando no estaba más agradecida o
emocionada de verlo. — Levanto la mano y me toco el labio. —Luego
fuimos a una oficina. Fue entonces cuando me escapé. Sabía que era
entonces o nunca. No podía dejar que me llevara de regreso a donde
vivía. — Pensar en lo que me habría pasado una vez que Edward me
llevara a su casa me produce un escalofrío en el cuerpo.
—Buena chica. — Los elogios de Mikael me calientan y hacen
que me relaje más.
—Sé que no tengo derecho a pedirte esto, pero en realidad no
tengo nada que perder. — Una risa sin humor me abandona.
Realmente no tengo nada que perder. No tengo nada. — ¿Puedo
quedarme aquí un tiempo? Hasta que resuelva las cosas. Tal vez
pueda ayudar a Ruby con las cosas por aquí o…
—No vas a ir a ninguna parte, dulzura. Puedo prometerte eso.
—Gracias.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Como he dicho, no me des las gracias todavía.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 4
MIKAEL

—Creo que deberías ser sincero con ella. — sugiere Ezra. —Dile
que pagarás cualquier deuda que tenga con Blackstone a cambio de
casarse contigo.
—Y si dice que no, ¿la encierro y la golpeo hasta que acepte? —
Ojeo las fotos de vestidos de novia que Ruby encontró para mí,
sacando los que mejor le quedarían a Aurora. Parece una chica a la
que le gustaría un gran vestido de princesa.
—Es que no quiero despertarme y encontrarte acuchillado en tu
cama por una arpía enojada. — Ezra se inclina y toca una de las fotos.
—Este.
Lo recojo y observo el vestido con los millones de cristales cosidos
a mano en el corpiño y la falda. Si se pusiera al sol, habría suficientes
reflejos para iluminar una manzana entera. —Tengo un sueño ligero.
Sí. A mí también me gusta éste.
—Si no vas a ser sincero con ella, ¿qué piensas hacer?
—Ofrecer la protección de mi nombre y cuenta bancaria. Una
chica en su situación no parece tener muchas opciones.
—Y si descubre que la has utilizado por venganza, ¿entonces
qué?
Tiro las otras fotos a la basura y dejo el vestido seleccionado a
un lado para dárselo a Ruby. — ¿Cómo se enteraría? No pienso
decírselo. ¿Y tú?
Ezra pone los ojos en blanco. —Por supuesto que no. — Se pone
en pie y coge la foto de mi mesa. —Le daré esto a Ruby mientras tú
vas a proponerle matrimonio a la chica.
—Todavía no puedo. Tengo que hacer una visita a Blackstone.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Arriba, encuentro a Aurora luchando por salir de la cama de
nuevo. — ¿Tienes una agenda que atender?
Su cabeza se levanta de golpe, y el rosa florece en sus mejillas.
—No te he oído.
—Las escaleras están alfombradas. Amortiguan el sonido. —
Cruzo hasta la cama y la ayudo a levantarse. Mi camisa llega a la
mitad del muslo y me permito una breve exploración antes de llevar
mis ojos a su rostro. — ¿Necesitas ir al baño otra vez?
—No. Solo quería salir de la cama. Creo que me pueden estar
saliendo úlceras por presión. — bromea.
La comisura de mi boca se levanta. —Puedo comprobarlo por ti.
—No. No. Estoy bien. — Se desplaza por el colchón. La dejo
escapar al otro lado de la habitación. — ¿Puedo abrir las cortinas? ¿No
me va a saltar nada raro?
Me uno a ella en el otro lado de la habitación. Se queda quieta
cuando me acerco. Me inclino hacia delante, estirando mi brazo por
encima de su cabeza, dejando que mi cuerpo la envuelva y corriendo
la cortina hacia un lado. —Nada más que un jardín y unas cuantas
sillas.
Inhala una respiración ligeramente temblorosa. —Y una piscina.
Te has olvidado de eso.
—Sí. — Desde mi posición ventajosa, puedo ver la coronilla de
su cabeza, la punta de su nariz, el leve saliente de sus pechos mientras
trata de mantener la calma. Si le apartara el pelo, el pulso en la base
de su cuello palpitaría con fuerza.
Me paso un dedo por la nariz y me obligo a dar un paso atrás
antes de que mi excitación se manifieste. Su simple olor, el calor de
su cuerpo, su mera presencia me están volviendo loco de lujuria.
Incluso si el destino no hubiera dejado caer en mi regazo la
herramienta perfecta para la venganza, me habría quedado con ella.
Hago que mis pies se muevan hasta llegar a la zona de asientos frente
a la chimenea. Tomo asiento, apoyando un tobillo en la rodilla
contraria. El movimiento me tira de las pelotas, pero necesito el dolor
para aliviar parte de mi deseo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Ven y siéntate. Deberíamos hablar.
Los hombros de Aurora se desploman por un segundo. Podría
habérmelo perdido si no la hubiera observado tan de cerca, porque
poco después se pone rígida y se da la vuelta. Con un brillo decidido
en los ojos, se acerca y se deja caer en el sofá.
Se inclina hacia delante, con los codos apoyados en las rodillas.
—Esto parece un lugar grande por el tamaño de este dormitorio.
—Lo es. — Me pregunto a dónde quiere llegar.
— ¿Cuántas habitaciones tiene, si no te importa que te lo
pregunte?
—No me importa que lo preguntes. Tiene diez.
— ¿Diez?— Los ojos casi se le salen de la cara.
No puedo reprimir una sonrisa. Es adorable. —Sí. También hay
una casa de invitados independiente a la derecha de la propiedad, y
nosotros, mi hermano y yo, somos dueños de la casa de enfrente donde
viven Marco y Ruby. No están emparentados ni son amantes, pero
comparten residencia por estar convenientemente cerca de la nuestra.
— No hago mención a la gente de seguridad que hay en el recinto y
sus alrededores.
—Muy bien. Eso está bien. — Hace algún cálculo rápido en su
cabeza. —Diez habitaciones, y probablemente tienes la mitad de los
baños, así que probablemente tienes que pagar mucho para limpiar
este lugar.
Ah, está buscando un trabajo. Eso hace que mi propuesta sea
mucho más fácil. —En el lugar del accidente, dijiste que tenías
dieciocho años. ¿Es eso cierto?
Vacila y luego dice: —Soy legal.
— ¿Para votar? ¿Para beber? ¿Para apostar?
— ¿Para apostar? ¿Hay un límite de edad para perder tu dinero?
Me vuelvo a reír. No esperaba que fuera divertida. ¡Qué bono! —
Sí, en Las Vegas hay que tener veintiún años para apostar, y sospecho
que tú no tienes veintiuno.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Arruga la nariz. —Sí, tengo dieciocho años. Soy lo
suficientemente legal para votar, pero no para beber o apostar o lo que
sea que los de veintiún años puedan hacer que los de dieciocho no. Es
una tontería, ¿no crees?
—Sí, pero eso no importa porque eres lo suficientemente mayor
como para aceptar la oferta que te voy a hacer.
— ¿Qué es eso?— Una cautela entra en su voz y en sus ojos. Se
aleja un poco, como si quisiera poner distancia entre los dos. No me
gusta. Enrosco los dedos en las palmas de las manos para no
alcanzarla y asustarla. Se me da bien hacer tratos, y mi instinto me
dice que sea sincero en este caso. Ella lo recompensará y será menos
probable que me despierte, como sugiere mi hermano, con un cuchillo
en el pecho.
—Te daré este lugar, y a cambio, te casarás conmigo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 5
AURORA

Miro fijamente a Mikael preguntándome si lo he oído bien. Creía


que estaba mejorando. Creo que han pasado unos cuatro días desde
el accidente, pero podría estar equivocada. Duermo mucho y nunca
salgo de esta habitación, excepto la única vez que fui a hacerme la
tomografía y me dieron el visto bueno.
— ¿Aurora?— Me encanta la forma en que mi nombre sale de su
lengua.
— ¿Quieres casarte conmigo?— lo miro fijamente a la cara, sin
entender. —Y si lo hago, ¿me darás tu casa?— repito para asegurarme
de que lo he entendido bien. Hoy no he tomado los analgésicos, así
que no estoy alucinando. Todo esto suena demasiado bien para ser
verdad. Para mí es una ganancia. Sin embargo, no es un gran trato
para él. No entiendo qué va a sacar de esto.
—Si nos casamos, lo que es mío es tuyo. — Me dedica una de
esas medias sonrisas a las que me he vuelto adicta. Lo hace pasar de
guapo a sexy. Debería ser ilegal que sea tan guapo.
—Me cuesta seguir, supongo. ¿Por qué? ¿Qué obtienes de este
trato?— Estoy tratando de encontrar la trampa aquí.
No pensé que Mikael me mirara de esa manera. Sé que se supone
que estoy en reposo, pero puede que haya habido algunas veces en las
que dejé que su camisa se subiera un poco por mis muslos para ver si
echaba un vistazo. Incluso me he rozado con él siempre que he podido.
Pero él siempre se retira rápidamente. Es una desvergüenza, lo sé,
pero el flechazo que siento por él no hace más que crecer por
momentos. Es mi caballero blanco. Me salvó y luego me cuidó.
Sé que estoy en su habitación. Ahí es donde me llevó aquella
primera noche. Es donde me he quedado, y estoy bastante segura de
que se ha deslizado en la cama cada noche pero permaneciendo en su

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


propio lado. Estoy segura de que me ha estado mirando, pero sigo
esperando que diga que es hora de que me cambie de habitación.
—Eres una mujer muy hermosa, Aurora. Tienes que saberlo. —
Intento sostener su mirada, pero no puedo. El calor florece en todo mi
cuerpo y sé que me estoy sonrojando. Sinceramente, siempre he
pensado que soy un poco simple. Tampoco ayudó el hecho de que mi
madrastra tuviera su cuota de comentarios sobre mi aspecto a lo largo
de los años. Ninguno de ellos era bueno. De hecho, eran todo lo
contrario a un cumplido.
—Podría perder algunos kilos. — Esa era una de las cosas en las
que más insistía mi madrastra cuando se trataba de mi aspecto.
—No harás tal cosa. — Su voz suena casi como un gruñido.
Respira profundamente antes de volver a hablar. Algo que lo he visto
hacer antes. — ¿Alguien te ha dicho eso?
—Mi madrastra tenía su cuota de cosas que decir. — Me encojo
de hombros.
— ¿La que intentó venderte a un hombre de cincuenta años?
—Tal vez ella no creía que pudiera conseguir algo mejor.
—Lo que creo es que es codiciosa y, sobre todo, celosa.
—No es una persona muy amable. Después de la muerte de mi
padre, sus verdaderos colores salieron a la luz. Todo se trataba de
encontrar un hombre rico para casarse después de eso. Ella no amaba
a mi padre, no lo creo. — No sé por qué eso siempre me volvió loca
más que nada cuando se trataba de ella, pero lo hizo. Que ella fingiera
su amor hacia él. Es tan cruel.
—No parece que ame a nadie. Ni siquiera a sí misma. — Asiento.
Nos hemos desviado del tema.
—Todavía no sé por qué quieres casarte conmigo.
—Hay muchas razones. Obviamente, te deseo. — No sé si lo ha
ocultado antes, pero por primera vez veo hambre en su mirada cuando
sus ojos me recorren. —También me ayudará a protegerte de Edward.
Si ya estás casada, no hay nada que él pueda hacer. — La segunda
razón no me gusta tanto como la primera, pero la acepto.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Supongo que es cierto. — Jugueteo con el dobladillo de la
camisa que llevo puesta, asimilando todo lo que está diciendo. Quiero
saltar ante la oportunidad que me está dando. Pero mi padre siempre
me decía que si algo suena demasiado bien para ser verdad, lo es. —
¿Cuándo quieres casarte?
—Tan pronto como sea posible.
—Oh. — Me relamo los labios repentinamente secos mientras
pienso en todo lo que conlleva el matrimonio. — ¿Qué tipo de
matrimonio tendríamos?— Me voy totalmente por las ramas y
realmente quiero saber si consumaremos este matrimonio. La idea de
ser de Mikael en todos los sentidos me hace apretar los muslos.
—Ya te he dicho que te deseo mucho, Aurora, pero no voy a
forzarte. Nos casaremos, y lo demás vendrá con el tiempo, pero me
gustaría que los demás pensaran que tenemos un matrimonio
completo, para que te quedes en mi habitación... que ya lo has hecho.
— ¿Me serás fiel?— Sus cejas se levantan como si mi pregunta
le sorprendiera. No sé si su reacción es buena o mala. Se me forma un
nudo en la barriga esperando su respuesta.
—Me tomaré mis votos muy en serio, Aurora, y espero que tú
hagas lo mismo. No habrá otros hombres para ti. — El tono de su voz
me hace saber que va en serio.
Oírlo decir que será el único para mí solo aumenta mi deseo por
él. Ni siquiera conozco a este hombre, pero algo en mi interior me dice
que puedo confiar en él. Por eso he decidido aceptar su oferta.
—Tienes un trato. Me casaré contigo. — Extiendo mi mano para
que la estrechemos. Mikael la coge y me atrae con un beso, su boca
reclama la mía.
Mikael es realmente mi caballero de brillante armadura.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 6
MIKAEL

—Este vestido sería perfecto para ti. — Le entrego el impreso que


nos ha gustado a Ezra y a mí.
— ¿Has elegido un vestido de novia para mí?
—No tendremos invitados para la ceremonia, pero podemos
hacer una gran fiesta después. Hazle saber a Ruby si hay alguien que
te gustaría que se añadiera a la lista. — Agrego un teléfono encima de
la foto del vestido de novia. —He programado mi número, el de Ruby
y el de Marco. Es mi chófer y jefe de seguridad. Si no puedes
localizarme, puedes llamarlo a él.
— ¿Un teléfono?
—Esta es una tarjeta temporal que puedes usar. Conseguiré una
con tu nombre, pero ya he avisado a la compañía de tarjetas de crédito
de que la vas a usar, así que no tengas miedo de cargar lo que quieras.
No hay límite. — Arrojo la tarjeta al montón. — ¿Qué más? Ah, sí, el
acceso a la casa es por escáner biométrico. Marco pasará por aquí y
te llevará a la oficina de seguridad para que introduzcas tu cara y tus
córneas en el sistema. Creo que eso es todo.
Guardo mi teléfono y vislumbro su expresión de inquietud. Me
pongo rígido y repaso nuestra conversación para ver qué es lo que la
ha hecho reaccionar. ¿He dado alguna pista sobre mi animosidad
hacia Blackstone? Tuve cuidado de evitar ese tema. ¿Estaba
preocupada por el aspecto físico de nuestro matrimonio? Cuando la
besé ayer, respondió maravillosamente. Estuve tentado de tomarla en
ese momento, pero había prometido ir despacio.
Me pregunto qué es ‘lento’ en su vocabulario.
— ¿Preocupaciones?— Empujo suavemente. — ¿El modelo de
teléfono no es de tu agrado? Podemos comprar uno nuevo. Supongo
que ahora hay diferentes colores.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—No. El teléfono está bien. Supongo que cuando dijiste que
querías casarte, no me di cuenta de que sería como ayer. — Me mira
con los ojos entornados. —Si fueras mujer, podría acusarte de tener
un hijo en camino, pero tienes la barriga demasiado plana para estar
esperando.
—Por no hablar del sexo equivocado, y he dicho que lo antes
posible. Como los dos estamos de acuerdo, creo que no hay necesidad
de retrasos.
—Tu añorado tío no se acaba de morir y te exige que te cases
para conservar tu herencia, ¿verdad?
La risa estalla en mí. —No, pero eres muy linda por pensar eso.
—sospecha, pero no de las cosas correctas. Recojo sus nuevas
pertenencias y la pongo en pie. —Vamos a hacer un poco de kilómetros
con tu nueva tarjeta. Por muy hermosa que luzcas con mi ropa, no es
un equipo del todo apropiado para actividades al aire libre.
—Para ser sincera, me lo estoy pensando. — admite.
Sigo. — ¿Sobre el matrimonio?
—Sí. Cuando te pregunté ayer por qué querías casarte conmigo,
dijiste que tenías muchas razones, pero solo me diste una, y era
protegerme de Edward Blackstone. ¿De qué lo conoces?— inclina la
cabeza y me estudia.
—Te has saltado la primera razón. — Esquivo su pregunta.
— ¿Cómo es eso?
—Dije que eras hermosa. Y que te deseaba. — La empujo hacia
delante y vuelvo a besarla. Abre la boca, probablemente para
protestar, y yo aprovecho para meter la lengua. Da un chillido de
sorpresa y se derrite dentro de mí. Dejo caer el teléfono y la tarjeta
sobre la mesa y agarro su culo con las manos para acercarlo.
Sus ojos se abren de par en par cuando su coño en bragas entra
en contacto con mi rígida erección. Me apoyo en el borde de la mesa
para que tenga un mejor ángulo para montarme. Sus caderas
empiezan a moverse, deslizándose por mi dura cresta. Esta vez, el
ruido de su boca es más bajo, más gutural.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


La ayudo, empujando para satisfacer sus tímidos empujes.
Desde el momento en que la vi, supe que sería así. Ha nacido para ser
amada con pasión. Probablemente es lo que la atrajo de Edward. Un
viejo fósil como él le echó una mirada y vio vida. Él quería alimentarse
de eso. Supongo que no soy mucho mejor.
Es tan exuberante y femenina. Su madrastra es muy tonta al
hacer comentarios sobre el peso de Aurora. No quiero que pierda ni
una curva ni un ápice de suavidad. Aprieto mi mano en su muslo y
luego en su culo. —Tu cuerpo es sexy como el infierno, y no puedo
esperar a tenerte desnuda y jadeando debajo de mí. — gruño contra
su boca. —Esa es la razón número uno por la que me voy a casar
contigo. No eres el tipo de chica que se deja llevar. Eres de las que se
casan. Es la razón por la que Edward te compró y por la que te estoy
casando antes de que puedas entrar en razón y encontrar a alguien
mejor.
—No estoy buscando a nadie. — jadea. —Uh, Dios, necesito...
—Sé lo que necesitas, querida. Déjame dártelo. — Me estiro entre
nosotros y saco sus bragas empapadas de su coño. —Eso es. — digo.
Sisea mientras un dedo se desliza adentro. No creo que pueda meter
otro dentro de ella. Está demasiado apretada. —Móntame ahora.
Deslízate hacia arriba. Eso es. Justo ahí. Ahora abajo.
—Qué... Yo... Esto es tan... — Se detiene, mordiéndose el labio y
mirándome con ojos muy abiertos.
Este matrimonio no será una tarea. No cuando ella es tan
sensible, tan hermosa, tan sexy. Me despertaré deseándola y me
dormiré deseándola. —Si te hubiera visto en la calle, te habría
secuestrado. No ves, Aurora, que esto está destinado a ser. Di que sí.
— le ordeno. —Di que sí.
—Sí. Sí. Sí. — grita. Su cuerpo se pone rígido, y entonces su
semen se acumula en mi mano. Sigo acariciando con mi único dedo
hasta que toda su esencia se agota. Se desploma contra mi cuerpo. La
sostengo así, con su cuerpo apoyado en el mío, mientras las réplicas
de su sorpresivo orgasmo se abren paso en su organismo.
Le doy un suave beso y sonrío. —Este matrimonio será bueno
para los dos, lo prometo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Su tímida sonrisa sella el pacto. Ahora es mía. Incluso si ella
quisiera alejarse, no lo permitiría. No después de haber probado esto.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 7
AURORA

—Hazme un puchero. — me dice Nikita. Extiendo los labios para


que les aplique algo.
En realidad no le había dado ninguna instrucción sobre lo que
quería. Me preguntó si tenía alguna preferencia para mi maquillaje.
No la tengo. Ella es la profesional, así que lo dejo en sus manos. Solo
le dije que no quiero demasiado. Todavía quiero verme como yo. Dijo
que Mikael le había dicho lo mismo. No sé por qué encuentro eso tan
dulce, pero lo hago.
—Creo que mi trabajo aquí ha terminado. — Me entrega un
espejo antes de empezar a recoger sus cosas.
—Oh, vaya. Me encanta lo que has hecho. — Ha resaltado mis
rasgos. Mis ojos resaltan un poco más y tengo un toque de brillo.
Parece natural, que es exactamente lo que quería.
—Ha sido fácil. Tienes una piel estupenda y unos rasgos
perfectos. — Me sonríe. —Voy a dejar esto aquí para ti. — Miro la bolsa
de cosméticos a la que se refiere.
— ¿Me los vas a dar?— Le había preguntado por una rutina de
maquillaje para mí. Algo que fuera fácil y que no llevara mucho tiempo.
Me mostró una rápida que me llevaría poco más de cinco minutos.
Todo lo que había en la bolsa transparente que señaló era lo que ella
había utilizado.
—Sí, tu esposo querría que lo hiciera.
Realmente no sé qué hacer con mi prometido. Creo que he
pasado demasiado tiempo con mi madrastra y mi hermana. No estoy
acostumbrada a tanta amabilidad todo el tiempo.
Mikael no se parece en nada a mi padre, pero por alguna razón
me hace pensar en él y echarlo de menos más de lo normal. Creo que
es porque ha pasado mucho tiempo desde que alguien quiso cuidar de

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


mí. La última persona habría sido él. Ahora aquí Mikael se ocupa de
las cosas antes de que sepa que las necesito.
—No puedo creer que esté a punto de casarme. Es un hombre
tan dulce y bueno. — digo. Nikita hace una pausa, y sus cejas se
juntan mientras me mira con extrañeza. — ¿Qué?
—Nada. — se apresura a decir, volviendo a sonreír. —Parece
bastante dulce contigo.
—Más que dulce, sinceramente. No quiero pensar dónde estaría
si no fuera por él.
—Si te cuida y lo amas, eso es lo único que importa. —cierra su
maletín. —Mikael tiene la información de contacto del salón, pero voy
a dejar mi tarjeta aquí por si necesitas mis servicios para cualquier
cosa. Puedo pasarme por ahí si lo prefieres en casa como hoy. — Deja
la tarjeta sobre la bolsa de maquillaje que está dejando.
—Gracias. — le digo antes de que salga del dormitorio donde nos
instalamos para el día. Mikael no quería que la gente entrara y saliera
de nuestro dormitorio. Estoy de acuerdo. Ha habido un puñado de
personas que han estado aquí ayudándome a prepararme.
No estoy segura de que necesite que vuelva a venir a la casa.
Creo que esto fue solo por la boda. Mikael me había dado una tarjeta
de crédito pero había pedido que me quedara en la propiedad hasta
después de la boda. Creo que es por Edward. Mikael quiere asegurarse
de que permanezco a salvo hasta después de la boda. Una vez casada,
no tiene sentido que Edward venga por mí.
—Estás impresionante. — dice Ruby, entrando en el dormitorio.
—Ya es hora.
— ¿De verdad?— Me pongo nerviosa de repente. Me voy a casar.
—Sí, pensé que necesitarías ayuda con el vestido.
—Así es. — Dos mujeres habían venido ayer con un millón de
vestidos para que me los probara. El plan había sido que yo eligiera
uno y ellas le hicieran los arreglos de última hora. Sin embargo, el
vestido que acabé eligiendo me quedaba como si estuviera hecho para
mí. Las dos señoras estaban muy sorprendidas. Yo no lo estaba.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


En lo que respecta a Mikael, la suerte y supongo que el destino
intervinieron. Estaba segura de que los héroes y el amor a primera
vista eran cosas que solo existían dentro de los libros románticos que
tanto me gusta leer. Mi padre me había dicho que en cuanto vio a mi
madre supo que ella sería su esposa. La mujer que le daría un hijo.
Puede que por eso Mikael me recuerde un poco a mi padre. La forma
en que habla de que nos casemos me hace pensar que podría tener
esos mismos sentimientos.
—Entonces vamos a vestirte. Creo que la paciencia de Mikael se
está agotando rápidamente.
— ¿Por qué? ¿Pasa algo?— ¿Está diciendo que si no me doy
prisa, podría cambiar de opinión? Anoche, él estaba un poco diferente.
Después del placer que me había dado, pensé que tal vez
podríamos volver a hacer algo cuando nos acostáramos. Sin embargo,
nunca lo había sentido venir a la cama. Era la primera vez desde que
llegué. Esta mañana había sido dulce, trayéndome el desayuno, pero
de nuevo, el beso que me dio antes de irse para que la señora que me
hacía las uñas pudiera empezar fue rápido.
—Yo solo...
— ¿Crees que ahora no quiere casarse conmigo? Cuando me
besó esta mañana, fue diferente.
—Aurora. — La voz de Ruby es suave, y sé que está a punto de
intentar calmarme.
—No puedo. — Me doy la vuelta y salgo corriendo hacia el baño,
cerrando la puerta detrás de mí.
Las palabras de mi madrastra a lo largo de los años empiezan a
inundar mis pensamientos. ¿Por qué alguien querría casarse
conmigo? No tengo nada a mi favor. Sería una carga. Eso es lo que
siempre soy.
Me giro hacia la puerta cuando la cerradura salta antes de que
se abra. Mikael está de pie con su traje negro, tan guapo como puede
ser. Entra en el baño y cierra la puerta detrás de sí. Su expresión es
difícil de leer, pero creo que está enojado.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿No quieres casarte conmigo?— Despeja el espacio que queda
entre nosotros. Sus manos bajan sobre el mostrador, aprisionándome
entre ellas.
—No he dicho eso. — deja escapar un suspiro y parece relajarse.
—Ruby dijo que mencionaste nuestro beso esta mañana. — El
calor me sube a la cara. Odio sonrojarme por hablar de un beso. Es
una tontería. —Aurora. — Mikael me agarra la barbilla para inclinar
mi cabeza hacia atrás y mirarle.
—Anoche no viniste a la cama. — digo. —Luego me besaste tan
rápido como si quisieras alejarte de mí.
—Tienes razón. — Se me cae el estómago. Me suelta la barbilla
para tirar del lazo de mi bata y hacer que se abra. Ve las bragas y el
sujetador que me tomé la molestia de elegir ayer. Sé que había dicho
que esperaría si no estaba preparada para el siguiente paso después
de nuestra boda, pero quiero un matrimonio de verdad. —No confié en
mí mismo para estar en la cama contigo anoche. Ni tampoco esta
mañana.
— ¿Qué quieres decir?— lo miro fijamente, confundida.
—Tan inocente. — Su mano se desliza dentro de la bata, yendo
a mi cadera. — ¿Has elegido esto para mí?
—Sí, no quiero esperar. Sé que dijiste que lo harías, pero no
quiero que lo hagas. — Me agarra la cadera, sus dedos se clavan.
—Si me hubiera metido en esa cama contigo, no habría podido
controlarme. Te habría tenido. — Sus palabras borran mi
preocupación y mis dudas.
—No habría dicho que no. — Gime mientras toma mi boca en un
profundo y duro beso. Mis pies abandonan el suelo y me sienta en la
encimera. Se acerca, haciendo que mis piernas se abran para hacerle
sitio. Arranca su boca de la mía y el sonido de nuestra fuerte
respiración llena la habitación.
—Siempre me he enorgullecido de mi control. Contigo no lo
tengo. — Deja caer su frente sobre la mía.
—Puede que eso no te guste, pero a mí me encanta. Gracias por
admitirlo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Sonríe, levantando la cabeza. —Eres demasiado buena para mí,
pero ya has aceptado que te casarías conmigo. — Busca en su bolsillo
y saca una caja. —Debería haberte dado esto ya. Daremos las bandas
en la ceremonia. — Abre la tapa para revelar un impresionante anillo
de compromiso.
—Mikael, es demasiado. — Miro fijamente un gigantesco
diamante de talla esmeralda con un halo de diamantes a su alrededor,
que lo hace aún más grande.
—No quiero que nadie se lo pierda. El mundo tiene que saber
que eres mía. — Sonríe.
—Nadie se va a perder eso. — Me río.
—Dame tu mano. — La levanto, dejando que deslice el anillo en
mi dedo. —Ahora, ¿te vas a poner el vestido o tengo que bajarte en
bata y hacer que el clérigo nos case con los ojos cerrados porque no te
va a ver solo en bata cuando llevas esto debajo? — Pasa su dedo por
la parte superior de mis bragas blancas de seda.
—Me pondré el vestido.
—Buena chica. — Me besa la punta de la nariz antes de dar un
paso atrás. Me quedo con la boca abierta cuando veo el contorno de
su erección. Miro cómo se ajusta. —Te veré abajo.
—Sí, ya voy.
—Pronto. — Me guiña un ojo antes de darse la vuelta para
dejarme sonrojada en el baño.
— ¿Aurora?— Ruby llama. Me deslizo fuera de la encimera y me
apresuro a entrar en el dormitorio.
—Vamos a hacerlo. — Cojo mi vestido de donde está colgado.
Ruby suelta una carcajada al ver lo rápido que me muevo.
Me voy a casar. No voy a dejar que las cosas que me ha dicho mi
madrastra a lo largo de los años se interpongan. Hoy tengo el control
de mi vida, y voy a elegir a Mikael. Ese hombre va a ser mío.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 8
MIKAEL

—Mikael, tenemos un problema. — me dice Marco al oído.


Agarro la funda del teléfono con más fuerza. —Déjame adivinar.
¿Ha aparecido Blackstone?
—No exactamente. La policía está aquí. Están investigando una
acusación de secuestro presentada por una mujer llamada Mara
Langley y corroborada por su hija Isa. Mara afirma que es la madre de
Aurora y que está retenida contra su voluntad aquí.
Miro por encima del hombro hacia la puerta del dormitorio que
está ligeramente entreabierta. Adentro, Ruby está ayudando a Aurora
a ponerse el vestido. En silencio, cierro la puerta. —No se le ocurrió
eso por sí sola. Blackstone debe haber descubierto que el coche que
conducías esa noche era mío.
—Supongo. Es la única manera de que lo supiera.
—Deshazte de esas placas y consigue unas nuevas. Averigua
quién delató en el departamento de tráfico y encárgate de esa persona.
En cuanto a los policías, ¿cuánto tiempo crees que puedes
entretenerlos?
—Tal vez treinta minutos.
—Hazlo.
Me meto el teléfono en el bolsillo y golpeo el dorso de mi puño
contra la puerta de la habitación. — ¿Ya has terminado?
—Aguanta los caballos. — grita Ruby a través de la madera.
Cualquier otro día, le daría a Aurora todo el tiempo que
necesitara, pero tenemos que decir nuestros votos y firmar la licencia
de matrimonio lo antes posible. Mi mano cae sobre el pomo de la
puerta, pero éste gira bajo mi agarre y, de repente, Aurora está frente
a mí con los labios sonrojados y los ojos brillantes. El vestido le sienta

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


de maravilla. El encaje con incrustaciones de cristal abraza cada
curva. La falda del vestido es tan grande que podría ocultar a medio
batallón. Me acerco y la tela se desploma entre nosotros.
—Estás impresionante.
Suelta una suave carcajada. —Gracias. Aunque el maquillaje y
la ropa hacen el trabajo pesado.
—Y una mierda. — le levanto la barbilla con un nudillo para que
vea lo serio que estoy. —Nunca he visto nada más hermoso en mi vida.
No debería permitirme tocarte, pero nunca me han gustado mucho las
reglas. Vayamos a casarnos para que pueda desprender este vestido
de tu exuberante cuerpo y hacerte el amor como es debido.
El calor inunda sus mejillas y quizá también otras partes de ella.
Le guiño un ojo y meto su mano en el pliegue de mi codo. —No voy a
volver a besarte porque, si lo hago, nunca bajaremos las escaleras.
—Entonces vamos. Ruby y yo no luchamos contra quince kilos
de tela para que acabe en el suelo sin que se haga ni una sola foto.
La imagen del vestido de novia de Aurora tirado en desorden en
mi alfombra oscura me deja momentáneamente mudo, y Aurora tiene
que tirar de mi brazo para que me mueva.
—Lo siento. Casi me desmayo de la emoción. — le informo.
—Aguántate, soldado. — bromea. Su tono es ligero aunque sus
mejillas sigan encendidas. —Hay tiempo de sobra para todas tus
actividades planeadas después de la ceremonia.
— ¿Quién dice que están planeadas?— contraataco, contento de
que se enfrente a mí. No me gustaría tener una esposa mansa, que se
acobardara ante mí. Me gusta su espíritu. —Mis objetivos actuales
incluyen desnudarte, y eso es lo máximo que me permito pensar, si no
acabaremos follando en las escaleras. No hace falta que te quites el
vestido.
Emite un sonido ahogado y me trago la risa. La venganza es un
concepto lejano. Me habría casado con Aurora independientemente de
su relación con Edward. Me dio una razón, pero si Aurora no hubiera
sido quien es -guapa, divertida, aventurera, sexy- no habría seguido
este camino. Hay otras formas de obtener venganza.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Llegamos al final de las escaleras. Mi teléfono vibra en mi
bolsillo. Aurora ladea la cabeza y frunce las cejas. — ¿Hay alguien
llamando para objetar?
—Lo dudo, y aunque alguien se opusiera, ¿tengo pinta de hacerle
caso? — No necesito responder. Estoy seguro de que es Marco quien
me dice que me dé prisa. Guío a Aurora hacia la sala del jardín donde
el clérigo se ha instalado. Una pequeña mesa situada en su codo
izquierdo tiene nuestra licencia de matrimonio.
—Vamos a firmar primero. — digo, atrayendo a Aurora hacia la
mesa.
— ¿Antes de la ceremonia?
Miro al ministro. — ¿Hay un orden?
Nervioso, se tira del cuello de la camisa. —No. No exactamente,
pero...
—Bien, firma. — digo mientras el teléfono suena de nuevo en mi
bolsillo.
—Alguien insiste. — dice, con la mano puesta sobre el papel.
—Ese alguien puede esperar. — Le quito el bolígrafo de la mano
y garabateo mi nombre en la parte inferior. Con una sonrisa apretada,
le devuelvo el bolígrafo. —Tu turno.
Su sonrisa es incómoda. —Parece que tienes prisa.
—No te estás acobardando, ¿verdad?— Le contesto. La mejor
defensa es un buen ataque. Eso funciona porque se da una pequeña
sacudida.
—No. — Su nombre sale en letras redondas y precisas, tan
bonitas como ella. Asiento hacia el clérigo, que entiende mi deseo de
poner fin a esta ceremonia. Firma apresuradamente. Un notario aplica
el sello y firma también. Cuando nuestras T están literalmente
cruzadas, asiento al ministro.
—Comienza.
Se aclara la garganta. —Queridos hermanos, estamos aquí
reunidos...

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—A la parte de marido y mujer, si es tan amable.
A mi lado, Aurora se pone rígida. Mi bolsillo vibra. Le envío al
ministro una mirada oscura, y cuando no abre inmediatamente sus
fauces, empiezo.
—En el nombre de Dios, yo, Mikael Ackles, te tomo a ti, Aurora
Langley, como mi esposa, para tenerla y mantenerla desde este día, en
lo bueno, en lo malo, en lo rico, en la enfermedad y en la salud para
amarla y cuidarla. Este es mi voto solemne.
— ¿Y la parte de la pobreza?— Aurora sisea.
—Nunca seremos pobres, Aurora. No hago promesas que no
pueda cumplir.
Una ráfaga de risas nerviosas brota de ella, pero se recompone y
me repite el voto. —Este es mi voto solemne. — concluye.
Un escalofrío me recorre la espalda. Ya no hay vuelta atrás.
Hemos hecho nuestros votos solemnes delante de Dios. El ministro
inclina la cabeza. —Los declaro marido y mujer. Lo que Dios ha unido,
que no lo separe el hombre.
—Amén.
— ¿Qué demonios está pasando aquí? — grita un hombre desde
las puertas francesas.
Todos nos giramos a la vez.
—Edward. — jadea Aurora y se desliza detrás de mí.
Extiendo una mano protectora. —Blackstone, no creo que hayas
sido invitado.
—Me has robado a mi esposa. — grita.
—No puedes robar algo que nunca fue tuyo. Ahora lárgate. — le
respondo amablemente. —O haré que te arresten por allanamiento de
morada.
— El infierno que lo harás. — ruge y se lanza sobre mí.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 9
AURORA

Giro mi anillo de bodas alrededor de mi dedo mientras me siento


frente a un oficial de policía, que me está interrogando. No estoy
segura de que Mikael sepa que esto está ocurriendo.
De hecho, ha entrado en otra habitación para hablar con otro
agente, diciéndome que no me preocupe, que todo irá bien. Cuando
salieron, entró otro agente. No estoy segura de dónde fue Edward. Uno
de los hombres de Mikael lo sacó de la sala del jardín antes de que
llegara la policía. Me pregunto quién los llamó.
Algunas de las preguntas de los policías son extrañas y no son
las que yo pensaba. Estoy un poco confundida. Empiezo a
preguntarme si debería pedir un abogado. Pero ni Mikael ni yo hicimos
nada malo, así que no creo que sea necesario. Solo había golpeado a
Edward porque nos atacó. No es que me hayan preguntado sobre eso
todavía. Su línea de interrogatorio se orienta más hacia si quiero estar
aquí, y si me casé voluntariamente con Mikael.
— ¿Pero estabas comprometida con Edward Blackstone?— Bien.
Esa es una nueva pregunta.
—Nunca acepté casarme con él. — respondo con sinceridad
porque es la verdad.
— ¿Quieres explicar esto?— El hombre gira su teléfono para que
vea la pantalla. Mis ojos leen por encima la invitación de boda.
—Nunca lo había visto, pero fueron mi madrastra y Edward los
que tuvieron la idea de que me casara con él. El hombre es lo
suficientemente mayor como para ser mi padre. Nunca estuve de
acuerdo. Me encontré con Edward Blackstone una vez hace un año en
un evento en casa. Hablamos durante unos dos minutos. Luego, hace
unas semanas, mi madrastra me informó que me casaría con él.
Entonces prácticamente me obligó a subir a un avión...

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Obligada?— El oficial Owens pregunta con una expresión
escéptica en su rostro.
—Bueno, no estoy segura de cuál es tu definición de forzada,
pero ella me dijo que subiera al avión o me quedaría sin hogar. —
Tengo en la punta de la lengua decirles que mi madrastra también
temía la ira de Edward porque ya había gastado el dinero que él le
había dado. Que yo era su pago a él.
—El Sr. Blackstone...
—Realmente no me importa Edward Blackstone. ¿Está bien
Mikael?— Esta vez hago mi propia pregunta. Cuando Edward se había
lanzado sobre nosotros, Mikael se abalanzó sobre él. Solo le había
dado la única vez, y Edward cayó al suelo.
Fue un poco gratificante de ver después de la bofetada que
Edward me dio poco después de recogerme en el aeropuerto. No estoy
segura de si debo contarles todas estas cosas o no. Lo último que
quiero hacer es enojar más a Edward. Tengo la esperanza de que
después de esto y de que él sepa que ahora estoy casada, todo termine.
—Está más que bien. El Sr. Ackles tomó algo de Blackstone que
quería. Así es como funciona siempre su jueguecito. — dice un hombre
con traje, entrando por las puertas francesas. Veo una placa sujeta a
su cinturón.
Sus palabras me resultan extrañas, teniendo en cuenta que
Mikael nunca me dijo que conociera personalmente a Edward
Blackstone o que tuvieran algún tipo de historia. Está claro que la
tienen. Dejo de hacer girar el anillo en mi dedo.
— ¿Qué quieres decir?
—Son rivales. Así que cuando tu madrastra acudió a nosotros,
diciéndonos que habías desaparecido, y luego descubrimos que
estabas aquí, pensamos que tal vez Mikael te había secuestrado. ¿No
es así?— Se me cae el estómago.
Nada de esto tiene que ver con la pequeña pelea de Edward y
Mikael. La policía está aquí por mí. —Aurora, ¿te obligaron a casarte
con Mikael Ackles?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—No. — respondo con sinceridad mientras mi corazón empieza
a romperse.
Me utilizó. No fue un caso de amor a primera vista para Mikael,
y definitivamente no es mi caballero de brillante armadura. Me
enjuago la lágrima que se me escapa. Soy tan ingenua.
—Puedes decírmelo sinceramente. Podemos salir de aquí y nadie
nos detendrá. — me dice el elegante detective de traje. Por alguna
razón no estoy tan segura de que eso sea cierto.
—No, me quedo aquí.
— ¿Entonces por qué lloras?
—Esta no ha sido la boda que pensaba que sería. — De nuevo,
digo la verdad.
— ¿Qué demonios está pasando?— Mikael entra en la
habitación. — ¿Crees que puedes entrar en mi casa y acorralar a mi
esposa en un interrogatorio?— El oficial Owens se levanta de un salto
del asiento de enfrente y prácticamente corre para ponerse detrás del
detective. —Tendré tu maldita placa, Murphy. — El oficial levanta las
manos como si no tuviera intención de hacer daño.
—Teníamos que saber de la chica sin que estuvieras cerca para
asegurarnos de que estaba aquí por su propia voluntad.
— ¿Y?
—Parece que sí. Al menos por ahora.
—Salgan de mi casa y no vuelvan a menos que tengan una orden
judicial. — Asienten y todos empiezan a salir. —Murphy. — llama
Mikael justo antes de que el oficial esté a punto de salir de la
habitación. Se gira para mirar de nuevo a Mikael. —Saluda al jefe
Jones de mi parte. — Murphy se pone rígido pero no responde.
Simplemente se va. Entonces solo quedamos mi flamante esposo y yo.
De repente, tiene mucho más sentido por qué Mikael se apresuró a
casarse conmigo.
—No estaban aquí por la pelea. — No es una pregunta. En
realidad no me habían preguntado nada sobre eso.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Tu madrastra denunció tu desaparición. — Mikael se acerca a
mí. Me sorprende que se ponga de rodillas frente a la silla en la que
estoy sentada para que estemos casi a la altura de los ojos. —No llores.
— Intenta secar las lágrimas por mí, pero me retiro. Su mano se
congela en el aire.
—No me has dicho que tú y Blackstone tenían alguna disputa o
rivalidad en curso.
— ¿Te han dicho eso?— Asiento. —Es un ser humano horrible.
Cualquiera con un mínimo de moral despreciaría a Edward
Blackstone.
—Me has utilizado. — Dejo caer la cabeza, mis ojos se dirigen al
hermoso anillo en mi dedo. No lo compró para que cualquier otro
hombre supiera que estaba casada. Lo compró para que Edward lo
supiera.
—Aurora, eso...
—Sabías que estaba desesperada. No solo eso, estoy segura de
que es fácil darse cuenta de que estoy hambrienta de afecto y amor,
así que sabías que si me dabas esas cosas caería en tu trampa. — Mi
corazón se rompe un poco más al admitirlo en voz alta.
—No fue así.
— ¿No fue una trampa?
—Fue en gran medida una trampa. — Le doy una bofetada.
Recibe el golpe. Parece que estoy más sorprendida por mis acciones
que él. Me sacudo la mano porque, maldita sea, duele. Ni siquiera
parece inmutarse. De repente, se mueve y me agarra las dos muñecas
con una mano. —No te vas a hacer daño porque estés enojada
conmigo.
—Me hiciste pensar que podríamos enamorarnos. — Hundo los
dientes en mi labio inferior cuando empieza a temblar.
—Te deseaba antes de saber quién eras. Pegárselo a Edward fue
un extra. Te traje aquí y te mantuve a salvo. Dormí en la cama a tu
lado para asegurarme de que estabas bien porque sabía que serías
mía, y eso fue antes de saber nada excepto la promesa que te había
hecho.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Debería haberme ido con ellos. — Mis palabras salen casi como
un susurro. No hay fuerza detrás de ellas. El agarre de Mikael en mi
muñeca se hace más fuerte.
—Eres mi esposa. No vas a ir a ninguna parte. — Una espiral de
calor recorre mi cuerpo ante la posesividad de sus palabras. No, no
me voy a ninguna parte, y no solo porque sé que es mejor estar con
Mikael que con Edward. Todavía lo deseo. Es terrible. No debería
querer estar en la misma habitación que él. Sé que me usó, pero no
quiero ir.
—Creo que sabe que no tengo ningún sitio al que ir. En el
momento en que me vaya de aquí, Edward me tendrá.
—Nunca te tendrá. — Se inclina hacia mí. —Nadie te tendrá.
Eres mi esposa. Edward podría morir mañana. Muy bien podría
hacerlo si sigue intentando venir por mi esposa, pero seguirás
perteneciéndome mucho después de que él se haya ido.
Intento apretar los muslos mientras mi clítoris empieza a
palpitar. Mis bragas se humedecen vergonzosamente. Pero no puedo.
El gran cuerpo de Mikael las mantiene abiertas.
Tiro de mis brazos y me suelta las muñecas. Mis manos se
dirigen a su pecho, donde me digo que voy a empujarlo hacia atrás,
pero cuando las coloco ahí, mis dedos se clavan en el material de su
camisa.
— ¿No me digas que no sientes esto?— Lo hago, pero todo es tan
confuso. Me cuesta creer que este hombre me desea de verdad. Años
diciéndome que nadie me querría, y ahora aquí tengo al hombre más
sexy que he visto en mi vida deseándome. —Lo sientes. — Se inclina
un poco más. Su boca está tan cerca de la mía.
Lo siento, y no puedo soportarlo más. Sus palabras son
demasiado. Así que hago lo único que se me ocurre para que deje de
hablar.
Lo beso.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 10
MIKAEL

Solo tengo un pensamiento: reclamarla. Sin romper el contacto


con su boca, la estrecho entre mis brazos. Mis pies saben dónde ir.
Los pasillos están benditamente vacíos cuando subo al dormitorio.
Ruby y Marco han hecho su trabajo de desalojar a todo el mundo.
Cierro de una patada la puerta de mi dormitorio y no dejo de besar a
Aurora hasta que llegamos a la cama. Cuando mis rodillas chocan con
el marco, la arrojo sobre el colchón.
—Bebé, estás preciosa.
Deslizo las pequeñas mangas abullonadas desde sus hombros
hasta sus brazos. Le doy un beso en su piel desnuda, siguiendo un
camino a lo largo de su omóplato hasta la base de su cuello. Su pulso
late con fuerza contra mi boca. Ella también me necesita.
Mi deseo por ella, mi absoluta lujuria por ella no tiene nada que
ver con Edward Blackstone, y voy a demostrárselo.
—Más vale que este vestido tenga cremallera. — gruño mientras
paso las manos por su cintura ceñida para encontrar la abertura. Mis
planes de quitárselo rápidamente se ven frustrados cuando encuentro
una hilera de lo que parecen cien botones de raso. —No.
Sonríe. —Hay una cremallera. Está escondida.
Empujo los botones y suspiro de alivio cuando veo la lengüeta
metálica del cierre. —Menos mal. Estaba a punto de tener una rabieta.
— ¿En qué consiste una rabieta de Mikael?
—En llorar. Tirar cosas. Más llanto, supongo. No lo sé. No he
tenido ninguna que recuerde. — Le bajo la cremallera y observo con
placer cómo su piel dorada se desvela como el mejor regalo de Navidad
conocido por la humanidad.
— ¿Porque siempre consigues lo que quieres?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Posiblemente. — Me inclino hacia delante y le doy un beso
entre los omóplatos. Basta de charla. La necesito.
— ¿Especialmente cuando se trata de Edward?
Hago una pausa y continúo mi camino por su recién expuesta
espalda. —Él no tiene nada que ver con nosotros. — El silencio me
saluda, así que continúo besándola hasta que mis labios se
encuentran con la fina banda elástica de su delicado tanga.
—Voy a arruinar esto. — Tiro de la correa con los dientes. Se
estremece.
—Es tu dinero.
Pretende ser un insulto, pero sale entrecortado, como un suspiro
de placer. Lamo bajo el encaje hasta que mi lengua encuentra el
pliegue de sus nalgas. Se tensa, no está preparada para esa intimidad.
Avanzo hacia su cadera, apartando la tela con la nariz, dejando un
rastro húmedo de mordiscos y besos. —El mejor dólar que he gastado.
— murmuro cuando llego a su cadera.
—Mikael... — empieza.
—Guárdalo para después. — le ordeno. —Cuando hayamos
terminado. Cuando te haya adorado con mis manos, mi lengua, mi
cuerpo, entonces hazme tus preguntas, haz tus acusaciones, lo que
necesites hacer, pero por ahora, hagamos un recuerdo que ambos
queremos. El que nuestros cuerpos piden a gritos. — Me sumerjo en
la parte delantera de su falda y meto la mano entre sus piernas. —
Ves, estás mojada, bebé. Estás mojada y necesitada.
Suelta un agudo jadeo cuando mi dedo roza su clítoris. —Voy a
ocuparme de esto por ti. No pasará ni un día en el que tengas que
preguntarte quién te va a hacer sentir bien, porque yo estoy aquí. —
Deslizo mi dedo hacia delante en sus resbaladizos pliegues.
— ¿Es suficiente? — se pregunta.
Tiro bruscamente de su culo contra mi polla. —Juzga tú misma.
Me sumerjo dentro de ella, esta vez con dos dedos. Su canal está
empapado y apretado. No sé cómo voy a mantener el control cuando
se siente así: el cielo y el pecado envueltos en un paquete glorioso. Su
mano intenta agarrarme del brazo, pero el vestido de novia se

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


interpone. No puede alcanzarme. No puede detenerme. Su cuerpo se
arquea ante mi contacto.
—Más vale que lo hagas bien. — consigue jadear.
Me río, en voz baja y áspera, en su oído. —Entonces, aguanta.
— Introduzco y saco los dedos de su coño, utilizando el pulgar para
rodear y presionar la pequeña porción de carne encapuchada en la
entrada de su sexo. Los músculos de su coño se agitan y aprietan
alrededor de mis dedos. Me muevo con rapidez y deliberación,
rogándole interiormente que se corra. No voy a durar mucho más. No
tengo mucho control.
Debería tratarla con delicadeza. Es virgen, por el amor de Dios.
Es su noche de bodas. Pero no puedo evitarlo. La quiero demasiado.
La necesito demasiado. Arranco mis dedos de ella. Grita de sorpresa.
—Lo siento, bebé. — murmuro. Mis ojos están ciegos de
necesidad. —Tengo que estar dentro de ti.
Rasgo el vestido por su cuerpo. Unas pequeñas gotas golpean mi
cara cuando el violento movimiento arranca algunos de los bonitos
adornos de sus anclajes. Me mira con ojos acalorados mientras me
arranco la ropa. Una risa ahogada sale de ella cuando casi me ahogo
con mi pajarita. La risa se apaga cuando mi pesada y voluminosa polla
se libera.
Su boca forma un círculo de sorpresa al asimilar su enorme
tamaño. Desnudo, me cojo con la mano y aprieto hasta que gotas de
presemen caen sobre mi muslo. —Vas a tomar todo de mí. — le
prometo. —Tu dulce coño está hecho para esto.
Me subo a la cama, la empujo de espaldas al colchón y meto mi
polla entre sus piernas. El semen de su cuerpo brilla en sus muslos.
Sea lo que sea lo que pasa por su cabeza, su cuerpo está más que
preparado.
—Abre, dulzura, y no cierres los ojos. Vas a querer ver esto.
Coloco la cabeza de mi polla en su entrada y la introduzco
lentamente. Su dulce coño me absorbe, una fracción lenta a la vez.
—Eres tan grande. —respira rápidamente. —Dios mío, siento
que voy a explotar. — Su cabeza cae sobre el colchón.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


No puedo dejar de ver cómo su coño me traga entero. Mareado
por la lujuria, me retiro lentamente, permitiéndonos a ambos saborear
la fricción de mi pene contra sus pequeñas terminaciones nerviosas.
Mis pelotas se tensan y sé que no podré contenerme mucho más.
—La próxima vez, bebé, estaremos una hora o tres, pero esta
primera vez no puedo contenerme, así que necesito que te corras
conmigo. ¿Entendido?— No espero una respuesta. Me meto entre
nosotros y meto un dedo en el clítoris en pequeños círculos. Me inclino
hacia delante y atrapo su boca, introduciendo mi lengua en su interior
al mismo ritmo que mi polla bombea su coño. Justo cuando creo que
voy a vencerla hasta la línea de meta, se paraliza. Me trago el gemido
que sale de su garganta cuando su jugo inunda su coño. Las paredes
de su canal me agarran con tanta fuerza que me pregunto vagamente
si mi polla podría romperse.
Su cuerpo tiene espasmos, se estremece, tiembla y se aprieta. Mi
cuerpo capta esa señal, y disparo mi carga en largos y pesados
chorros. Apenas evito aplastar su pequeño cuerpo cuando caigo sobre
el colchón.
—Joder. — murmuro.
—Así de bien, ¿eh? — dice, con una voz que parece salir del final
de un túnel.
Me paso el dorso de la mano por la frente. —Me has matado,
nena. Nunca seré el mismo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 11
AURORA

Me acuesto en la cama sin planes de salir de ella. Supongo que


son alrededor de las diez de la mañana. Han pasado dos semanas
desde que me casé con Mikael, y no estoy segura de qué hacer con
nuestra relación.
Las palabras del detective Murphy todavía se me quedan
grabadas. Que Mikael se casó conmigo por alguna rivalidad u odio que
los dos se tienen. No estoy segura de qué o por qué no se quieren.
Espero que a Mikael no le guste Edward porque es un hombre terrible.
Si algo sé, es eso.
Es probable que Edward tenga que ser derribado en lo que sea
que esté haciendo. Estoy segura de que sus negocios son turbios. No
puedo culpar a Mikael por eso. Solo desearía que hubiera sido más
honesto conmigo. Todavía podría haber aceptado casarme con él si me
hubiera dicho la verdad desde el principio, solo que los términos
habrían sido un poco diferentes.
Curiosamente, de todo lo que ocurrió el día que bajé del avión,
fue el golpe de Edward en la parte trasera de la limusina lo que me ha
perseguido. Se podría pensar que fue correr por los callejones para
escapar de su conductor o ser atropellada por un coche.
En realidad, el coche me empujó más bien, pero aun así, eso no
es lo que me persigue. Puede que tenga algo que ver con el hecho de
estar atrapada en la parte trasera de la limusina con él. Tal vez en
algún nivel pude sentir la oscuridad y la crueldad dentro de él. Estaba
viendo mi futuro, o eso creía en ese momento.
Ahora soy de Mikael. Mi esposo. No tengo que preocuparme de
que me golpee. No; cuando Mikael me toca, es diferente a todo lo que
he experimentado, y el hombre siempre me está tocando. Si estoy al
otro lado de la habitación, se acerca a mí. Busca cualquier motivo para
tocarme. Desde colocarme el pelo detrás de la oreja, hasta limpiarme
algo de la comisura de los labios mientras cenamos, pasando por jugar

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


distraídamente con las puntas de mi pelo. Incluso me he dado cuenta
de que hace girar su anillo de boda en el dedo cuando está pensando.
No sé qué pensar de todo esto. Él jura que nuestro matrimonio
no tiene que ver con Edward ni con la rivalidad entre ellos. Que solo
es una pequeña ventaja el haberme robado a él, y que si hubiera
estado prometida a alguien, también le habría robado a él.
Tengo tantas ganas de creerle, pero soy tan ingenua cuando se
trata de personas. Les doy todo lo que tengo, amándolos y queriendo
su amor a cambio, pero al final siempre me utilizan. Mi madrastra y
mi hermana son un buen ejemplo de ello.
Tampoco puedo olvidar a Leslie, de noveno curso, que creía que
quería ser mi amiga. Resulta que solo me había elegido como
compañera de biología y pretendía ser mi amiga para poder
aprovecharse de mi trabajo y dejarme los grandes proyectos. Siempre
se ponía enferma los fines de semana en que debíamos hacer nuestro
trabajo o los fines de semana en que hacíamos planes para salir.
Cuando terminamos el noveno grado, me dejó claro que nunca
seríamos amigas y me dijo que dejara de llamarla. Me sentí desolada.
Luego estaba la señorita Wilson. Había sido mi profesora de arte
en quinto grado. Era tan dulce conmigo. Iba a casa y le contaba a mi
padre lo genial que era. Pasó de ser dulce a ser el maldito diablo
cuando mi padre la rechazó para una cita. Solo lo sé porque me gritó
un día después de clase cuando me dijo que me quedara atrás. No
paraba de hablar de que mi padre se creía mejor que ella y no era así.
No tengo ni idea de por qué no había aceptado la cita, pero mi padre
nunca se ha creído mejor que nadie. Me gustaría pensar que vio a
través de la señorita Wilson, pero por alguna razón no lo había hecho
con mi madrastra.
Me doy la vuelta, apartando todos esos pensamientos
deprimentes de mi cabeza, y busco mi Kindle en la mesita de noche.
Por mucho que no quiera pensar en ellos, sé que necesito el
recordatorio. Mikael podría hacerme mucho más daño de lo que podría
hacer la bofetada de Edward. Podría destruir fácilmente lo que queda
de mi corazón.
Cada vez es más difícil no creer lo que me dice. La forma en que
me besa con tanta pasión. Cómo parece que nunca tiene suficiente de

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


mí. Me toma antes de acostarse y luego me despierta por la noche,
necesitándome de nuevo. A veces ni siquiera es para tener sexo. El
otro día, me encontró en la biblioteca. Entró y me besó antes de
levantarme el vestido y enterrar su cara entre mis muslos, diciendo
que necesitaba mi sabor. Luego me había vuelto a besar antes de
volver a su despacho.
— ¿Qué demonios?— murmuro al no ver mi Kindle en la mesita
de noche. Me deslizo fuera de la cama y miro debajo antes de empezar
a retirar las mantas.
— ¿Buscando esto?— Mi cabeza se levanta al oír la voz profunda
y sexy de Mikael. Lleva su traje normal, pero tiene mi Kindle en la
mano. No creía que mi esposo pudiera estar más guapo, pero me
equivocaba.
Empiezo a mojarme. El hombre ha entrenado mi cuerpo o algo
así. Lo veo y sé que el placer está al alcance de mi mano si lo quiero.
Mikael siempre está dispuesto a darlo.
— ¿Por qué tienes mi Kindle?— me acerco a la cama.
—Tratando de ver qué tiene que yo no tenga.
— ¿Qué?— me río, alargando la mano para cogerlo.
—Le prestas más atención que a mí.
— ¿Estás celoso de mi Kindle?
—Sí. — dice simplemente. En realidad había estado bromeando.
—Estoy celoso de esta bata. — me agarra, tirando de mí hacia él, su
boca baja hacia la mía. El beso crece rápidamente. Mikael se retira de
repente. Esperaba que me levantara y me llevara de regreso a la cama.
—Pensé que querrías salir hoy. Te he preparado para el spa. Esta
noche quiero llevarte fuera.
— ¿Como fuera de casa?
—Sí, por mucho que me guste saber que estás aquí, no puedes
quedarte encerrada en casa para siempre.
— ¿Por qué no?— Me permito discrepar.
—Me preocupa. — lo miro fijamente. —Quiero que seas feliz, y
no creo que quedarte encerrada te haga feliz. De hecho, creo que

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


empezará a hacer lo contrario. — Estos son los momentos en los que
me siento tan confundida. Me digo que soy parte de algún juego, pero
entonces él hace esto.
— ¿Podemos hablar un momento?— le pregunto. —Estaba
pensando en algo.
—Podemos hablar de cualquier cosa cuando quieras. — Me coge
de la mano y me guía hasta la zona de estar junto a la chimenea. Voy
a coger la otra silla, pero él se sienta y me arrima a su regazo. No
protesto, porque entonces me besará y me convertiré en masilla en su
regazo.
—Estaba pensando. — Mikael envuelve la punta de mi pelo
alrededor de su dedo. —Edward Blackstone es un hombre terrible.
Correcto.
—No me interesa en absoluto que estés pensando en él. — Pongo
los ojos en blanco.
—No sé qué pasa entre ustedes dos, pero supongo que quieren
destruirse o algo así.
—O algo así. — responde.
—Estoy de acuerdo con eso. No necesitabas engañarme para
estar casada contigo. Además, necesito tu protección. Podríamos
haber hecho como un matrimonio arreglado. No teníamos que hacer
todo lo emocional. — siento que Mikael se tensa debajo de mí. Deja de
jugar con mi pelo. —Quiero decir, podemos estar casados con
beneficios porque creo que ambos disfrutamos de esos beneficios. —
Definitivamente soy una mojigata. El hombre ha estado dentro de mí
más veces, ¿y ni siquiera puedo decir la palabra sexo?
—Beneficios. — La única palabra sale como un gruñido.
—También estaba pensando.
—Estoy pensando que no me va a gustar lo que va a salir de tu
boca a continuación. — Empieza a estar muy enojado. Enojado de una
manera que nunca se ha dirigido a mí. Sigo adelante porque Mikael
no me asusta cuando está enojado. Puede que sea una tontería por mi
parte, pero no lo hace.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Ya que esto sería más bien un matrimonio concertado —me
lamo los labios, aun tratando de redactar bien esto— No hemos usado
nada. Tal vez deberíamos hacerlo. — Me mira fijamente. ¿No entiende
lo que estoy diciendo? —Ya sabes. Control de natalidad.
Las palabras apenas salen de mis labios y Mikael se levanta de
la silla conmigo en sus brazos. En un tiempo récord, me arranca la
bata del cuerpo y tiene su polla dentro de mí, inmovilizándome en la
cama.
—Eres mi esposa. — gruñe. — ¿Crees que alguien no me sugirió
eso? ¿Un matrimonio concertado contigo?— escupió las palabras
como si tuvieran un sabor repugnante. Se retira y me penetra hasta
el fondo. Dejo escapar un gemido. Tenía razón la noche de nuestra
boda. Mi cuerpo está hecho para recibirlo.
—Escucha, por favor. — se queda quieto dentro de mí. —Mi
corazón, tengo miedo de que no quede mucho. La gente sigue
rompiéndolo. Solo quiero que sepas que haré esto de cualquier
manera, pero no puedo tener lo que queda de él roto. No creo que
pueda soportarlo porque me enamoraré de ti si seguimos así.
—Aurora. —inclina su cara hacia abajo, más cerca de la mía. —
Necesito que esta vez me escuches. — Asiento. —Te deseo. Algo en ti
me llama. Serás mi esposa en todos los sentidos. Hasta mi último
aliento. — Sus ojos no se apartan de los míos mientras habla. —Si me
dejas entrar, hasta el fondo, volveré a unir tu corazón.
—Mikael. — Una lágrima se escapa. ¿Cómo puedo responder a
eso? ¿Quiero dejar que todas esas personas que se aprovecharon de
mí en el pasado me quiten algo más porque me hicieron sentir
demasiado miedo? Si quiero tener el control de mi vida, entonces tengo
que tomarlo, y más que nada, quiero tomar a Mikael.
—No solo por ti. Lo pondré todo junto de nuevo porque lo quiero.
Me pertenece. Cada pedazo de él. ¿Entiendes?
—Sí.

Una sonrisa se extiende por sus labios. —Sí, ¿qué, mi esposa?

—Sí, lo entiendo, mi esposo. — respondo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Esa es mi chica. — dice con orgullo en su voz antes de reclamar
mi cuerpo una vez más. Me envuelvo en él y lo reclamo de regreso.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 12
MIKAEL

—Gracias por tu hospitalidad. — Asiento hacia Marco, que


coloca una caja de caoba en la mesa revestida de cuero que tenemos
delante.
—No debiste hacerlo. — dice Red Swanson mientras abre la caja.
Dentro hay una botella de Hennessy Beaute du Siecele. —He oído que
solo se han fabricado cien botellas de éstas. Esto parece un poco
excesivo para una reunión privada.
—Es con la esperanza de que si nos necesitamos en el futuro,
recordemos esta vez con buenos sentimientos.
El lateral de la boca de Red se inclina hacia arriba. —Me lo
beberé y te lo haré saber. Algunos de estos viejos licores no son
bebibles, y no soy de los que coleccionan cosas solo para tenerlas.
Por eso he traído el coñac en lugar de un cuadro. —Si no se
puede beber, te compraré un maldito viñedo.
—Te tomo la palabra. — Red da la señal a su hombre, que se
acerca a recoger el regalo.
—Puedes coger el plástico. No lo necesitaré. — Al menos no esta
noche.
Red arquea una ceja. — ¿Estás seguro?
—Sí. Mucho. — Pienso tener una charla con Blackstone, nada
más.
—Es un regalo muy caro para una simple charla. — repite Red.
—No hay nada malo en ser generoso. — contraataco.
Red da otra orden sin palabras y dos de sus guardaespaldas de
traje oscuro levantan la mesa mientras un tercero enrolla el plástico
que hay debajo. Mientras los vemos trabajar, Red me da un puro. —
Enhorabuena por tus nupcias. Me he enterado de que le has quitado

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


el pájaro de las narices a Blackstone, literalmente. Supongo que tu
venganza está completa.
—Gracias por tus amables palabras sobre mi reciente
matrimonio. Mi esposa es un regalo. En cuanto a Blackstone, aún
respira, por lo que mi venganza no está completa, pero ambos no
tienen nada que ver y, si alguien lo pregunta, por favor, corrige esa
conclusión errónea.
—No puedes haberte enamorado de esta niña. — exclama Red.
— ¿Acaso los hombres como nosotros sabemos lo que es el
amor? — Muerdo la punta del cigarro y pido fuego. Red saca su
mechero -el que utiliza para quemar a sus enemigos- y me lo sujeta.
—No. Supongo que no, pero si no es amor o venganza, ¿qué es?
Supongo que es bonita, pero hay muchas chicas bonitas en el mundo.
No hace falta atarse a una.
Aprieto el cigarro un momento antes de contestar. Es difícil
explicar a una persona de fuera lo que siento por Aurora. Fue
conveniente que privara a Edward de un juguete, pero no habría
tenido que casarme con Aurora para lograrlo. Podría haberle dado una
maleta llena de dinero y haberla enviado lejos. Edward habría pasado
a la siguiente chica indefensa.
—No soy un filósofo ni un poeta. No sé lo que es el amor, aparte
de un término que la gente utiliza para hacerse daño, la mayoría de
las veces. — Cojo el cigarro y aprieto la punta roja y ardiente contra el
interior de mi muñeca. La piel me chisporrotea y el dolor me recorre
el cuerpo. Sin embargo, miro fijamente la mirada sorprendida de Red.
—Me arrancaría el corazón antes de hacer daño a Aurora, por mi mano
o por la de cualquier otro.
Los ojos de Red se dirigen a mi muñeca, donde el cigarro me
quema la piel. Su rostro se tensa y chasquea los dedos. —Ya lo has
dicho. Correré la voz.
Un guardaespaldas aparece con una jarra de cubitos de hielo y
una toalla húmeda. Me meto el cigarro entre los labios y trago un siseo
de alivio cuando el hielo alivia parte del dolor.
—Estás loco. — dice Red, dándome una palmada en el hombro.
—Edward debería haberlo sabido.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Sí, debería haberlo hecho. — respondo.
Red se marcha, llevándose a su equipo con él. Cuando todos se
han ido, Marco se acerca y me envuelve la muñeca. —Edward está
aquí. Ha traído a cuatro hombres.
— ¿Solo cuatro? Espero que no te sientas insultado.
Marco sonríe. —Aunque quiero estarlo. Hace tiempo que no hago
ejercicio.
—Le dije a Red que se llevara el plástico.
—Qué manera de arruinarme la tarde.
Intercambiamos una risa baja, y así es como nos encuentra
Edward cuando entra pisando fuerte.
— ¡Tú! — dice como un villano del servicio de streaming de
tercera categoría. — ¿Dónde está Red?
—Organizó esta reunión para mí. — Señalo una silla frente a la
única mesa. Solo hay una mesa en esta sala sin ventanas que Red
utiliza para todas sus “charlas”. Las paredes están acolchadas con
terciopelo rojo, y hay una barra bien surtida a lo largo de una pared.
El suelo es de cemento, pero bajo la mesa hay una alfombra tejida a
mano que se rumorea que procede de Versalles durante el reinado de
Luis. No hay ni una mancha de sangre en ella, como presume Red.
Eso dice más de la calidad de la lona que se utiliza durante sus charlas
que de cualquier otra cosa.
Edward frunce el ceño ante el montaje y se niega a moverse. —
Tienes algo que me pertenece y quiero que me lo devuelvas. — exige.
—Y mi tía quiere recuperar a su hija.
La cara del otro hombre se pone roja. —Eso fue un error, y dije
que lo sentía.
—Mi tía no acepta tus disculpas. Tendrás que encontrar una
manera de compensarla por su pérdida. Ella desea un pago en especie.
— ¿Pago en especie?— Sus cejas chocan entre sí. —Tu prima
está...

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Muerta? Sí. Mi tía exige lo mismo a cambio. El hombre que
mató a mi prima debe entregarse a mi tía antes del próximo domingo,
o vendremos por todos ustedes.
—Fue un accidente. — protesta.
—No me importa, Blackstone. Para mi tía y para toda mi familia,
solo hay una forma de compensación. El responsable de su muerte
también debe morir. Tienes diez días. — Arrojo la toalla sobre la mesa
y me dirijo hacia la salida. En la puerta, me detengo. —Además,
tendrás que cortar la mano que usaste para golpear a mi esposa. Ese
tipo de insulto no se sostiene.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 13
AURORA

Creo que mi esposo tenía razón. Necesitaba salir de casa. He


estado encerrada dentro de ella durante algunas semanas ya. Desde
la boda. En realidad, he estado ahí desde que Mikael me llevó ahí
después de encontrarme. No he salido de ella, salvo las pocas veces
que me asomé al patio trasero. Eso había sido antes de casarnos.
Una vez que supe que Mikael y Blackstone tenían una historia,
me encerré más, limitándome a nuestro dormitorio y a la cocina. A
menudo me quedaba dormida, así que nunca desayunaba con Mikael,
pero él exigía que cenara con él. No lo había dicho, pero cuando llegaba
la hora de cenar, si no estaba ahí venía a buscarme.
He achacado el hecho de dormir hasta tarde a la insaciable
necesidad que tiene mi nuevo esposo de mí durante toda la noche y
cuando se despierta para el día. Puede que eso sea una pequeña parte,
pero la verdad es que he estado cayendo en un lugar oscuro.
Un lugar al que fui cuando perdí a mi padre. Esa sensación de
estar sola de nuevo ha empezado a hundirme. Pensé que había
encontrado a alguien solo para pensar que lo había perdido tan rápido
como lo había encontrado. Dejándome sola una vez más. Me hice creer
que las caricias de Mikael eran solo porque teníamos una innegable
conexión física. Las quería igual de mal. Cuando me toca, solo hay
placer y nada más. Fui capaz de perderme en él.
Sonrío mientras camino por el centro comercial, pensando en
que Mikael no solo se dio cuenta de que estaba pasando, sino que se
preocupó por mí. Se preocupa. Hacía mucho tiempo que no tenía a
alguien en mi vida que hiciera eso de verdad.
Ahora me siento más ligera. Mi corazón ya no pesa. Salir hoy ha
sido tan bueno para mí como él sugirió que sería. Pero sé que la mayor
razón por la que me siento mejor es por las palabras de Mikael. Le
creo. No tiene ninguna razón para mentirme. Le ofrecí una salida que

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


aún le daría lo que yo creía que realmente quería, pero no la tuvo.
Realmente me quiere como su esposa.
Cuando veo una tienda de lencería, entro. Mikael me preparó
para pasar la tarde en el spa. Fue increíble. Después de frotarme y
sumergirme en una bañera mágica, me peinaron, me maquillaron y
me hicieron las uñas. Podría haber añadido un servicio que Mikael no
había preparado para mí. Pensé que sería una sorpresa divertida y que
valdría la pena el dolor. Ahora estoy sin vello ahí abajo.
Cuando la mujer me preguntó si quería que me lo quitaran todo,
asentí. Continuó aclarando lo que significaba. Sinceramente, no me
había dado cuenta de que había mucho pelo en el trasero, pero mi
mente se remontó a nuestra noche de bodas, cuando la lengua de
Mikael había llegado hasta el pliegue de mis nalgas. Cuando me tensé
por la sorpresa, se retiró. No estoy segura de si eso es algo que me
gustaría, pero no lo sabré hasta que lo pruebe. También sé que Mikael
es un hombre muy posesivo cuando se trata de mí. Si por él fuera,
ninguna parte de mí se le ocultaría, y no quiero ocultarle nada.
Ahora necesito algo que ponerme para que él lo desenvuelva y
revele lo que he hecho. Tengo bonitos conjuntos de bragas y
sujetadores que han aparecido con el resto de la ropa con la que
Mikael ha llenado mi armario. Me he dado cuenta de que también hay
algunas prendas de dormir de aspecto sedoso, pero suelo estar
desnuda cuando estoy en nuestra cama. Quiero conseguir algo más
sexy.
Vuelvo a mirar por encima del hombro una vez que estoy dentro
de la tienda, preguntándome cómo va a manejar esto la seguridad. Me
dan un buen margen de espacio, pero nunca están lejos de mí. Me doy
cuenta de que el hombre Sanders se queda atrás mientras Tracy entra
conmigo.
— ¿Hay algo que pueda ayudarte a encontrar?— Se acerca a
preguntar una de las vendedoras.
—Estaba buscando algo para ponerme debajo del vestido esta
noche. Mi esposo va a salir y quería, ah... — digo, sin saber cómo
decirlo.
—Te tengo. — Sonríe alegremente.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


No estaba bromeando. Cuando por fin salgo de la tienda, tengo
las manos llenas de bolsas. Casi me ahogo al ver la factura. Debería
haber sabido que iba a ser una locura porque cuando le pregunté por
qué nada tenía etiquetas de precio, me dijo que podían enganchar el
material. También vi cómo sus ojos se dirigían al anillo que llevaba en
el dedo antes de decirme que mi esposo estaría más que bien con mis
elecciones.
Deslicé la tarjeta negra que me había dado Mikael por primera
vez, y funcionó. En el spa, todo acababa de ser cubierto. Mikael había
hecho los arreglos de antemano, así que no tuve que preocuparme por
nada de eso. Aun así, no puedo evitar preocuparme un poco. Sé que
Mikael es rico. Incluso más que mi padre cuando estaba vivo, pero ya
me ha dado mucho. No quiero aprovecharme nunca. Supongo que
podría mencionarlo esta noche o puede que él diga algo antes.
Cuando salgo de la tienda de lencería, sé que tengo que volver a
la casa para cambiarme. Mikael no me ha dado una hora exacta para
salir esta noche, pero no quiero llegar tarde ni que me atrape
vistiéndome y me arruine la sorpresa para cuando lleguemos a casa
después de nuestra noche.
Cuando me dejó en el spa, mencionó que tenía que ir a una
reunión y que se reuniría conmigo en la casa.
—Señora Ackles. — dice Tracy cuando me quita las bolsas para
meterlas en la parte trasera del todoterreno.
— ¿Sí?
—Su esposo está intentando localizarla.
—Oh, mi teléfono. — Me río. Me deslizo en el asiento trasero
antes de ir a buscar mi teléfono en el bolso. No estoy acostumbrada a
tener uno. Mi hermanastra tenía uno, pero yo nunca lo tuve. Veo unas
cuantas llamadas perdidas antes de que empiece a vibrar en mi mano.
Me río cuando veo que la etiqueta de la llamada es esposo. Contesto.
—Lo siento, no sabía que estaba en silencio. Yo...
—No tienes que disculparte, pero si quieres disculparte por algo
quizá podríamos hablar de una tienda de lencería llamada Bare Love.
— Su tono es burlón, pero he gastado mucho dinero ahí.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Yo, ah…
— ¿Podrías haberme llevado contigo? ¿Comprar más?
—Estás arruinando mi sorpresa.
— ¿Así que soy yo quien debería disculparse entonces?
—Eso parece.
—Entonces ven a casa. Estoy más que feliz de disculparme con
mi boca. Una y otra vez.
—Nada de eso. Tenemos planes. — le devuelvo la broma. Deja
escapar un gemido. —Nos vemos pronto.
—No lo suficientemente pronto.
— ¿Tanto me echas de menos?— Sonrío tanto que me va a doler
la cara.
—Siempre.
Mikael está empezando a ser demasiado bueno para ser verdad.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 14
MIKAEL

Aparto el teléfono y miro el reloj. Debería llegar a casa en menos


de media hora. Debería tener algo de comida preparada. Voy a ponerla
a trabajar.
Los pasos suben con fuerza por las escaleras. Se me revuelve el
estómago y la sonrisa se me borra de la cara cuando Marco aparece
en la puerta.
—Tenemos un problema. — me informa.
— ¿Qué le ha pasado?
—Nada. Tracy pudo esquivar el ataque, pero está herida. Están
en el hospital.
Me pongo en marcha hacia las escaleras. Marco ya está en
movimiento. — ¿Cuánto personal de seguridad enviaste?
—Una docena.
Excesivo, pero lo agradezco. — ¿Estado médico?
—Tu esposa tiene abrasiones en la mano y el codo. Se cayó al
suelo mientras Tracy luchaba contra los hombres de Blackstone.
Aparte de eso, parece ilesa. Le están haciendo una tomografía de la
cabeza para estar seguros, pero ella afirma que nunca se golpeó la
cabeza.
Supongo que los hombres de Blackstone tendrán una muerte
rápida en lugar de una tortuosa. — ¿Y Tracy?
—Una puñalada en el hombro y heridas defensivas en los
antebrazos. Debería estar bien.
— ¿Solo cuchillos?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Fue en el estacionamiento del centro comercial. Supongo que
no querían crear una escena, y las heridas de bala son un informe
automático del personal del hospital. Las heridas de cuchillo no lo son.
El coche está en marcha cuando lo alcanzamos. Otro agente de
seguridad, Randolph, está al volante. Arranca en cuanto se cierran las
puertas.
Marco continúa con su informe. —Había cuatro asaltantes. Uno
murió, dos resultaron gravemente heridos. El cuarto escapó en un
Ford negro sin marcas. Los dos heridos están en el hospital. No sé si
podremos interrogarlos.
— ¿Supongo que a pesar de la falta de disparos, alguien notificó
a la policía?
—Sí, un nuevo interno tratando de ser útil.
—Llamaré al jefe Jones. — Llamo al hombre al que le doy un
millón de dólares cada año para momentos como este.
—Ackles, ha pasado un tiempo. — El jefe de la policía suena
receloso.
—No me gusta molestarlo ya que sé que es un hombre ocupado.
— ¿Así que solo llamas para asuntos importantes?
El jefe siempre ha sido inteligente. —Precisamente. Hay dos
hombres que han ingresado recientemente en el hospital con...
—Brazos rotos. Espinilla, mandíbula y nariz rotas.
—Miembros rotos y lesiones faciales. Estos hombres intentaron
secuestrar a mi esposa...
— ¿Esposa? — interrumpe.
—Sí. Esposa. — No se ha corrido mucho la voz. Tendremos que
organizar una gran fiesta para que todos sepan cómo dirigirse
correctamente a Aurora cuando esté fuera. Debería haber hecho eso
de inmediato. —Estos hombres intentaron secuestrar a mi esposa, y
su equipo de seguridad luchó contra ellos. Un hombre escapó.
Necesitaré saber su paradero, y esos dos hombres heridos son la mejor
fuente de información. Si tiene oficiales apostados ahí, por favor
retírelos.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—No puedo permitir que interroguen a los criminales.
Envenenará nuestra investigación y hará imposible una condena
penal. — resopla.
Mi silencio transmite la respuesta necesaria que el jefe Jones
entiende rápidamente. Suspira con fuerza. — ¿Cómo se supone que
voy a encubrir esto?
—Ese no es mi problema. — Cuelgo porque no tengo intención
de negociar.
Marco me dice que los dos hombres están en una habitación de
la tercera planta. —En la UCI.
— ¿Están en una habitación privada? ¿Juntos?
—Juntos, en una habitación no privada. Hay otros dos pacientes
con ellos.
Eso no es lo ideal. — ¿Tenemos a alguien en el personal que
pueda trasladarlos a una habitación privada?
—Va a ser un problema. — advierte Marco.
Lo que significa que tendremos un montón de pagos y
encubrimientos de los que ocuparnos después. —No puedo evitarlo.
Sé todo lo tranquilo y generoso que necesites. Voy a ver a Aurora.
Randolph nos deja salir en la entrada principal. Me dirijo
directamente al ascensor VIP, que me lleva a la planta del nivel de la
suite donde se encuentra Aurora. La pared de hombres y mujeres de
negro es gruesa, y agradezco la vista. — ¿Ha vuelto de radiología?
Uno de ellos asiente, y el mar de trajes negros se separa para
revelar a Aurora acurrucada en una silla junto a la cama vacía del
hospital con aspecto culpable y apenado.
— ¡Mikael! — llora cuando me ve.
Cruzo la habitación y la levanto en mis brazos. — ¿Dónde te has
hecho daño?
Hace a un lado mi preocupación. — ¿Qué pasa con Tracy? Nadie
me dice nada.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Tracy está bien. — Dejo a Aurora en la cama del hospital y
hago un gesto para que todos se vayan. En cuanto nos quedamos
solos, le subo la bata del hospital y la examino.
Me golpea las manos. —Deja de hacer eso. Estoy bien. Me he
raspado la mano con el asfalto y ya está. Uno de esos imbéciles
apuñaló a Tracy. ¡Vi salir sangre de su hombro! ¡No puede estar bien!
Después de confirmar con mis propios ojos que Aurora,
afortunadamente, no tiene ninguna herida grave, la empujo de nuevo
a la cama. —Está bien. No hay daños graves, pero la están cosiendo.
Marco está recibiendo una actualización y estará aquí pronto para
informarnos.
—Quiero verla.
—No puedes porque también eres paciente. Te prometo que si
las cosas fueran graves, no estaría aquí contigo.
—Mentiroso.
Suelto una pequeña carcajada. —De acuerdo, estoy mintiendo.
Tú siempre vas primero, pero lo de Tracy es la verdad. Como estás
bien, voy a darte el alta y a llevarte a casa.
— ¿Qué pasa con los otros?
— ¿Los hombres que intentaron llevarte?
Asiente. Parece preocupada, y no sé si es porque está asustada
o preocupada. Elijo mis palabras con cuidado. —Cuando me casé
contigo, prometí cuidarte. Eso no significa solo tu estado físico, sino
también el emocional. No debe haber un día en que salgas de casa con
miedo a lo que hay afuera. — Me inclino y le doy un beso en la frente.
—Cuidaré de ti en todos los sentidos.
—Reconozco que me dolió y me enojó un poco cuando me enteré
de que te habías casado conmigo por venganza, pero Edward es un
mal tipo, así que te lo agradezco.
Un ceño fruncido arruga mi frente. —Ya te dije que no me casé
contigo por venganza.
—Lo sé y te creo, Mikael. Me lo has demostrado. Pero, ¿podrías
decirme por qué tú y Edward se están peleando?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Es eso lo que estamos haciendo?— Miro fijamente su palma
más pequeña colocada sobre el dorso de la mía, mucho más grande.
¿Intenta protegerme o protegerse? Le doy la vuelta a mi mano y doblo
sus dedos en mi agarre. Aquí el protector soy yo.
—No sé cómo llamarlo. Si no es una pelea, ¿entonces qué?
—Intentó secuestrarte de nuevo. Creo que pelear es una palabra
suave. — No quiero decirle que voy a acabar con él. Cuando duerme a
mi lado por la noche, debería tener sueños de dulzura y no de sangre.
—Antes solo queríamos justicia, pero ahora... — Hago una pausa,
pensando en cómo podría haber sido herida o algo peor. —Supongo
que sigue siendo justicia. En el mundo en el que vive Edward, lo único
que entiende es la fuerza.
—Mi prima, Bethany, corría cada mañana a las cinco. Tenía un
trabajo estresante como comerciante, y decía que le despejaba la
mente y la preparaba para el trabajo. Solía correr por las tardes, pero
su madre, mi tía Jo, se peleaba con Bethany por ello. — Es una de las
cosas que persigue a mi tía. Se culpa a sí misma. —La tía Jo sentía
que las carreras nocturnas eran inseguras. Que alguien podía hacerle
daño.
Aurora lo capta enseguida. —Así que cambió su horario de correr
a la mañana y aun así se lastimó.
—Sí. Fue una semana después de que se pelearan y Bethany
decidió ceder. Salió por la mañana temprano. Uno de los hombres de
Edward estaba borracho y volvía a casa de una fiesta. No vio a Bethany
o estaba demasiado intoxicado para darse cuenta. En cualquier caso,
la atropelló con su coche.
— ¿No lo arrestaron?
—El hombre se dio a la fuga, y la policía solo investigó a medias
el asunto porque muchos están en la nómina de Edward, como viste
el otro día.
Mi esposa pone cara de disgusto.
—Jones no era el jefe en ese momento. Lo patrociné para
sustituir al hombre de Edward. Al principio, estaba dispuesto a
permitir que las vías legítimas se ocuparan de este asunto, pero ya no.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


No es seguro para nadie. — Red tendrá que desenrollar el plástico que
le hice guardar.
—Lo siento. — dice en voz baja.
Mis ojos se dirigen a su cara. Hay culpa en sus ojos. — ¿Por qué?
—Porque he traído más mierda de Edward a tu puerta.
—Edward ya estaba en mi puerta, quizá incluso dentro de la
casa, antes de que tú llegaras. — La beso suavemente para puntuar
la frase. —Vamos a darte el alta y luego te llevaremos a casa. Sin
discusiones.
—No voy a discutir. Quiero ir a casa. — Empieza a apartarse de
la cama.
—Todavía no. Espera al médico. — Quiero escuchar primero el
diagnóstico oficial y asegurarme de que no hay ninguna lesión oculta
en la cabeza. — ¿Dónde están las bolsas de la compra?
La habitación está casi vacía, y por las alertas de la tarjeta de
crédito, parecía que había comprado en la tienda.
—Ugh. — Se da una palmada en la frente y se deja caer contra
las almohadas.
Me apresuro a acercarme. — ¿Qué pasa?
—Nada. No llames a la enfermera. Es que... Dios, esto es
embarazoso ahora.
— ¿Necesitas ir al baño? No hay nada de qué avergonzarse. Deja
que te ayude.
—No. ¿Recuerdas que tenía una sorpresa para ti?
—Sí. — Pero había apartado de mi mente los pensamientos sobre
su sexy lencería y su cuerpo aún más sexy. —Cuéntame.
—Es más una cosa de mostrar que de contar. Cuando lleguemos
a casa, lo compartiré. — Hay un brillo diabólico en sus ojos.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 15
AURORA

Mi audacia se desvanece en el dormitorio. Lo que era bonito y


divertido en el hospital y en el centro comercial parece incómodo y
tonto cuando me alejo del dormitorio. Ni siquiera me he quitado la
ropa y me siento expuesta.
— ¿Qué pasa? — pregunta mientras coloca su chaqueta sobre el
respaldo de una de las sillas frente a la chimenea.
Este hombre está tan en sintonía con mis estados de ánimo que
es casi como si estuviera dentro de mi cabeza, lo que me asusta y me
tranquiliza a la vez.
—Puede que haya exagerado mi sorpresa. — confieso.
Por mucho. Sé que nunca ha hablado de mujeres en el pasado,
pero es rico y guapo, así que debe haber tenido todo un harén. No lo
culpo por ello, y no me preocupa que me engañe. Tiene un fuerte
sentido del honor. Engañar lo ofendería, pero ¿ante mí? No quiero ni
saberlo. Aguanto la respiración y luego la escupo. —
Meafeitéahíabajoperonoesgrancosa.
Se congela a medio camino de desabrochar su camisa. Una
expresión de ojos vidriosos se cierne sobre su rostro, y creo que se
tambalea sobre sus pies. Alargo la mano para sujetarlo y se echa atrás.
—Joder, no me toques. Podría explotar. — Traga con fuerza, su
nuez de Adán se mueve prominentemente en su garganta.
Todo mi cuerpo se aprieta de lujuria. Es un misterio por qué
encuentro todo lo que hay en él tan sexy. Me gustaría ocultarlo porque
mi lujuria le da poder sobre mí, pero soy demasiado inexperta o tal vez
demasiado necesitada.
—Olvida lo que he dicho. — Abro los brazos.
—Y una mierda. — Me arranca la camisa. Ni siquiera se molesta
en los últimos cinco o seis botones, simplemente la arranca. Los

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


botones caen a la alfombra. Se baja la cremallera de los pantalones
antes de llegar a mí y su enorme polla se balancea en el aire. No es la
primera vez que me pregunto cómo puede caber esa cosa dentro de
mí.
Me coge la cara y me cubre toda la mandíbula con un gesto
posesivo y dominante. —No puedo creer que hayas hecho eso. Suena
jodidamente doloroso, pero lo honraré. Te lo juro.
—Estoy segura de que lo has visto antes.
—Nunca.
Mis ojos se agrandan. —No tienes que mentirme.
Me echa la cabeza hacia atrás, de modo que me veo obligada a
mirarlo fijamente a los ojos. —No miento, Aurora. Nunca he tenido
interés en nadie antes de ti, y te aseguro que no pienso en nadie
después de ti. No me fío fácilmente. Permitir a alguien tan cerca podría
ser la muerte.
— ¿No tienes miedo de que pueda matarte?— Doy una sonrisa
tímida. Soy la misma chica que encontró una araña el otro día y lo
hizo venir a buscarla y sacarla afuera por mí. Aun así, una felicidad
como ninguna otra me llena. Confía en mí cuando es más vulnerable.
Puede que no sea amor, pero está cerca.
— ¿No lo entiendes? Tú lo eres para mí. No voy a pasar de ti. Si
me dejas, solo voy a seguirte. Seré ese molesto trozo de papel higiénico
pegado a la suela de tu zapato del que no puedes deshacerte.
Me ahogo en la risa. Llena de vertiginoso regocijo ante sus
palabras, le respondo: —Espero que seas más duradero que el papel
higiénico.
Me aprieta contra la cama. —Te demostraré que eres duradero.
Y lo hace. Introduce sus hombros entre mis piernas y da un buen
homenaje a mi tierna piel. Me besa por todas las zonas recién
descubiertas. Me chupa el clítoris hasta que está tan sensible que el
aire quieto me hace temblar. Me lame y mordisquea a lo largo de mi
sexo, provocándome con la promesa de penetración, pero sin llegar a
cumplirla, hasta que lo agarro por el pelo y lo aprieto contra mí.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Él se ríe, bajo y grave, el sonido reverbera a través de mi cuerpo,
y luego me llena, primero con su lengua y luego con su polla. Su boca,
mojada por mi coño, se estrella contra la mía. Me saboreo a mí misma
y a él, un cóctel travieso que me enrosca los dedos de los pies y me
provoca ondas de choque en la espalda.
Sus manos están por todas partes: en mi pelo, en mis pechos,
agarrando mi culo y luego mis muslos. Cada parte de él ama cada
parte de mí.
— ¿Estás conmigo, Aurora? — me dice al oído. Asiento y le rodeo
los hombros con los brazos.
—Lista. — Y aunque lo digo, no estoy preparada para la potencia
de sus embestidas. Siempre se contiene hasta el final, hasta que estoy
cerca. Quiere que me corra con él. De hecho, no se dejará llevar, no se
entregará al placer, hasta que yo me corra primero. Cierro los ojos y
dejo que el torrente de sensaciones me inunde. El éxtasis estalla en
mi interior con las reverberaciones que bajan por mis piernas hasta
los dedos de los pies y suben por mi espalda hasta agarrarme por la
garganta. Se traga mis gritos de placer y me impulsa a un nuevo pico,
punteando mi clítoris hasta que mi cuerpo se apodera de nuevo.
Todo el miedo y la ansiedad de hoy se desvanecen. Cuando estoy
en los brazos de Mikael, sé que siempre estaré a salvo. Tal vez incluso
un día... amada.
Eso podría ser lo único que me retiene por completo. Él ha dejado
más que claro que esto es algo más que Blackstone, pero esa palabra
me tiene en espiral, mi propia mente jugando a que él es demasiado
bueno para ser verdad.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 16
MIKAEL

— ¿Quiero saber a dónde vas? ¿Debería ofenderme porque el


sexo no ha drenado toda tu energía como lo ha hecho con la mía? Ni
siquiera puedo levantar el brazo. — Levanta el brazo unos cinco
centímetros del colchón y lo deja caer.
Me aprieto la corbata antes de cruzar a la cama. Parece
adormilada y dulce metida bajo el gran edredón de plumas, rodeada
de media docena de almohadas. Perfecto. La tentación de volver a la
cama con ella es fuerte, pero tengo asuntos pendientes de los que
ocuparme.
—Voy a hacer un recado. — Me inclino hacia delante y le doy un
beso en la mejilla. El aroma de su cálido cuerpo me llena los pulmones
y mis dedos se enroscan involuntariamente alrededor de mi corbata.
Sería tan fácil quitarme toda la ropa y volver a tomarla. —Mantén mi
lado de la cama caliente.
— ¿Debo preocuparme?
—No. En absoluto.
Asiente cansada, sin poder hacer mucho más que levantar la
barbilla. Sus pestañas parpadean mientras el sueño la arrastra. Le
acaricio la frente con un dedo y espero a que su respiración se
estabilice. Tendré mi recompensa cuando salga del trabajo. Le doy una
última pasada a la manta y me voy.
Abajo, Marco me tiende la funda del hombro para que me la
ponga. — ¿Querías traer a alguien más? — me pregunta mientras
guardo mis armas.
—Creo que no. ¿Has llamado a mi tía?
—La ha traído Pietri.
—Bien. Les avisaremos cuando esté despejado.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Solo toma media hora llegar a la casa de la amante de Edward.
De camino, llamo al jefe Jones y me aseguro de que cualquier queja
en esta zona sea ignorada. Hay cuatro coches estacionados delante de
la seductora casa de piedra rojiza que él le compró hace dos años.
Marco y yo hacemos un trabajo rápido con los cuatro hombres de los
dos coches de atrás. Se han vuelto perezosos y no se han percatado
de nuestra presencia hasta que les hemos puesto las manos en la
garganta.
Abandonamos el segundo coche, ya que el conductor es el que
mató a mi prima. Los ocupantes del primer coche oponen una pequeña
resistencia y Marco es incapaz de esquivar un cuchillo. Descansamos
detrás del guardabarros del primer coche.
— ¿Necesitas una curita?— Le señalo la herida de la mejilla.
—Jódete. — maldice suavemente. Coge mi pañuelo y lo presiona
contra su piel.
Unas cuantas balas salen disparadas hacia nosotros. Marco
pone los ojos en blanco ante la estupidez de los hombres de Edward.
Los disparos en el exterior significan posibles víctimas civiles. Se
llamará a la policía. Tal vez incluso a los federales. Son tan
jodidamente tontos.
—Cúbreme. — digo antes de que Marco pueda saltar. Maldice
porque se supone que es el guardaespaldas, pero por algo soy el jefe
de mi familia. Me lanzo hacia delante, agachándome mientras Marco
hace un par de disparos. Abordo al conductor y lo propulso contra el
asfalto. Su cabeza rebota contra el alquitrán con un ruido sordo.
Un rápido golpe de la culata de mi pistola contra su frente, y está
fuera de combate. Me apresuro a rodear el lado del coche y me
encuentro con el segundo hombre. Le quito la pistola de la mano y le
hago retroceder con una bota en el pecho. Marco arrastra al conductor
por la parte trasera del coche, le da la vuelta y le ata las manos y los
pies con una cremallera. Me subo el peso muerto al hombro y sigo a
Marco hasta mi coche, donde el cuerpo descansará en el maletero
hasta que llegue mi tía.
Me quito el polvo del traje y me aliso las mangas. Es hora de ver
a Edward. —Asegúrate de que todo esto se limpie. No queremos
complicarle la vida al jefe Jones.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Marco me hace un gesto con la barbilla. Subo los escalones de
tres en tres y entro como si viviera aquí. Dentro hay un guardia que
está viendo la televisión. Lo saco con facilidad y sacudo la cabeza
consternado por su descuido. Supongo que los hombres de dentro se
fiaban de los de afuera y viceversa. Qué jodida estupidez. Mientras
subo las escaleras, los sonidos del celo resuenan en el primer
dormitorio. Los gruñidos y chillidos suenan como un cerdo
perseguido. Quizá la televisión estaba encendida por alguna razón.
También explica por qué la amante de Edward fue comprada tan
fácilmente. Estaba cansada de tener que acostarse con el animal.
Por su bien, doy un discreto golpe antes de abrir la puerta de
golpe. Edward apenas se da cuenta de mi intrusión. Está demasiado
concentrado en tratar de sudar su almuerzo. Su amante, una mujer
que apenas tiene edad para comprar su propio licor, me lanza una
mirada mordaz. ¿Qué te tomó tanto tiempo? sus ojos brillan.
Giro mi arma para que la culata quede afuera y la golpeo contra
el trasero de Edward. —Se acabó el tiempo, mi hombre.
Se levanta de un salto, con la polla agitándose al viento como
una rama. La mujer coge una sábana y se lanza al suelo corriendo.
Edward explora la habitación en busca de un arma y cae sobre uno
de sus zapatos Tom Ford. —Jodidamente retrocede. — grita,
blandiendo el mocasín de cuero marrón sobre su cabeza.
— ¿O qué? ¿Me vas a matar a golpes? — Pateo el zapato a juego
hacia su lado de la habitación. —Toma dos de ellos. No quiero que
estés en desventaja.
Su boca se tensa. —Sal y me vestiré. Podemos discutir esto como
gente civilizada.
— ¿Ahora somos civilizados?— Arqueo una ceja. —Te dije que
pusieras tus asuntos en orden en diez días, y en lugar de escucharme,
aterrorizaste a mi esposa. No creo que tenga que explicarte por qué me
importan una mierda las normas y los procedimientos. — Le doy la
vuelta a la pistola y disparo. Su boca forma un pequeño círculo antes
de caer al suelo. Enfundo la pistola y salgo.
No hay necesidad de explicar las cosas. He hecho lo que tenía
que hacer. Abajo, la amante está en la cocina con una bata y
preparando café.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Tienes que ir a algún sitio?— Pregunto. —El equipo de
limpieza llegará en breve.
Golpea la cuchara contra el borde de la taza. — ¿Tengo que irme?
Considero su petición por un momento. No es que el equipo vaya
a hacer algo peor de lo que ya he hecho. Solo están aquí para borrar
las pruebas. —No.
Me da una sonrisa alegre. —Entonces me quedaré. Es mi casa,
después de todo. ¿Por qué debería irme?
El hogar era el precio de su silencio. Merece la pena. Le hago un
gesto con la cabeza y me dirijo a la puerta.
—La chica que salvaste, la que Edward quería...
En la puerta, me tenso. — ¿Sí?— Pregunto.
— ¿Está bien? Escuché que Edward la golpeó. Estaba
presumiendo de ello.
Miro por encima del hombro con una sonrisa macabra. — ¿Estás
intentando que reanime su cadáver para poder matarlo de nuevo?
La mujer se ríe. —No. Supongo que debería sentir
remordimientos o algo así por el hecho de que se haya ido, pero lo
único que siento es felicidad. Era un tipo malo, y si no hubieras
aparecido cuando lo hiciste, estaría atrapada aquí haciendo todas las
cosas desagradables que los tipos ricos como él pagan para que hagan
las pobres como yo. Probablemente pienses que soy la enferma por
haberme lanzado con él.
—No. No pienso eso en absoluto. La gente hace lo que tiene que
hacer para sobrevivir. Eso es todo. No te juzgues. Hiciste lo que tenías
que hacer. — Saco una tarjeta del bolsillo y vuelvo a la cocina. —Toma.
Si necesitas ayuda, llama a este número.
Toca la tarjeta. — ¿Por qué creo que este no es tu número?
—Porque eres inteligente. Es mi número de conductor. Soy un
hombre de una sola mujer, así que mis servicios son solo para mi
chica, pero no te dejaré expuesta. Hoy me has hecho un favor, y no lo
olvidaré.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Mi teléfono suena, y el mensaje de Marco me dice que el equipo
está aquí para limpiar. Me dirijo a la puerta y les hago pasar. Marco
parece sorprendido al ver a la dama de pie en la cocina sorbiendo su
café.
—Se queda. — le digo.
No lo cuestiona, sino que se limita a dirigir al equipo de tres
hombres hacia el interior. Todos van vestidos con trajes para
materiales peligrosos y con máscaras de gas, de modo que aunque la
mujer quisiera hacer fotos, cosa que se asegurarán de que no haga,
no serían identificables.
En el exterior, todos los coches han desaparecido, incluido el de
mi tía. No hay ni un rastro de sangre ni siquiera una marca de derrape
en la calle. El equipo de limpieza ha hecho su trabajo. Mientras Marco
y yo caminamos por la calle hasta nuestro vehículo estacionado, le
explico lo que ha pasado dentro, terminando con el hecho de que le
entregué una tarjeta de protección.
— ¿Crees que me va a llamar?— Mira la casa con una expresión
ilegible. No puedo decir si está intrigado o enojado, pero es interesante
que haya utilizado la palabra “me”.
—Probablemente. ¿Qué vas a decir?
El lado de su boca se levanta. —Supongo que lo veremos cuando
llame.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 17
AURORA

No sé a qué hora se metió Mikael en la cama. Las cortinas


estaban cerradas y no se filtraba ni una pizca de luz de luna. Sin
embargo, no parecía que hubiera amanecido. Olía a jabón fresco y su
piel estaba fría al tacto.
Su cuerpo se calentó rápidamente cuando se deslizó entre mis
piernas y apoyó su lengua en mi coño. En ese momento me desperté,
y las preguntas que tenía sobre los asuntos de los que tenía que
ocuparse se olvidaron mientras me lamía de delante a atrás. Me costó
incluso recordar mi nombre cuando me abrió en tijera con dos dedos
y luego me comió como si no hubiera comido en un mes.
Tenía los ojos vidriosos y el cuerpo inerte cuando se levantó como
un ángel vengador y me atravesó con su enorme polla. No pude evitar
el grito cuando me penetró. Esa sensación de plenitud de ser poseída
por este hombre me llevó al precipicio y a mi segundo orgasmo. Me
aferré a sus hombros y me dejé llevar por las olas hasta el país del
sueño.
Cuando me despierto, ya no está. Estiro el brazo y me estremece
el dolor entre las piernas. Me ha hecho trabajar mucho. Su lado de la
cama está caliente, así que echo un vistazo a la habitación y lo veo
sentado en una de las sillas frente a la chimenea. De alguna manera,
sabe que estoy despierta porque gira la cabeza y nuestros ojos se
encuentran.
—Hola. — le digo, sintiéndome repentinamente tímida.
Se levanta de un salto y se acerca a mi lado de la cama. El
colchón se inclina cuando se sienta. — ¿Tienes hambre?
— ¿Es por la mañana?
—Es temprano. Acaba de salir el sol.
No debe haber dormido mucho. —Deberías volver a la cama.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Una sonrisa irónica toca sus labios. —Creo que estás demasiado
dolorido para eso.
—La cama puede ser para dormir. — respondo. —No es que la
hayas usado para eso.
—No necesito dormir mucho. — Me acaricia la cabeza. Me
encanta cuando hace eso.
— ¿Quieres decirme de qué asuntos te ocupaste anoche?
—No.
—Me lo imaginaba, pero dímelo de todos modos porque no quiero
que me lo ocultes. Eso se siente mal. Mi imaginación se disparará
pensando que estás haciendo cosas con otras mujeres y demás. No
quiero tener esas dudas.
Su dedo se detiene a mitad de camino, y estrecha los ojos. —
¿Tienes dudas sobre nosotros?
—No es como si tuviéramos una relación de pareja convencional
en la que nos encontramos en una cafetería, y tú dejaste tu número
en una servilleta.
El surco entre sus cejas se profundiza. — ¿Por qué iba a dejar
mi número en una servilleta? Podrías tirarla.
Esta pregunta me distrae. Agarrando la sábana a mis tetas
desnudas, me esfuerzo por ponerme en posición vertical. — ¿Cómo
ibas a coquetear conmigo en una cafetería? O espera, ¿te tirarías
encima de mí?
— ¿Lo haría? ¿Qué clase de pregunta es esa? Si te viera en una
cafetería, te pagaría la comida, te cogería de la mano y te llevaría a
casa. No hay servilletas y números y la posibilidad de que otros
hombres hagan mierda a tu alrededor. — Parece enojado con la idea.
Eso también me encanta. Es muy posesivo, lo que podría irritar a otras
mujeres, pero yo lo necesito. Es tranquilizador. No me pide nada, solo
que me siente y disfrute de su atención. Ni siquiera sabía que existía
ese tipo de relación. Intenta dejar de fruncir el ceño, pero me doy
cuenta de que incluso la idea de que otro hombre charle conmigo no
le sienta bien, así que lo dirijo de nuevo al tema que nos ocupa:
Edward.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿El asunto con Edward?
Su ceño está aún más fruncido. —No fue nada.
Alargo la mano y toco el dorso de la suya, que se ha cerrado en
un puño sobre el edredón. —Nada de lo que has hecho va a cambiar
lo que siento por ti.
El surco oscuro se suaviza y, en su lugar, una ceja se arquea
hacia arriba en señal de curiosidad. — ¿Y qué sientes exactamente por
mí?
Es mi turno de retorcerme y sentirme incómoda. Nunca he
sacado el tema de los sentimientos porque él nunca lo ha sacado. Por
alguna razón, quería casarse conmigo. Supongo que es por el tema del
sexo. Me deseaba y decidió que la única manera de tenerme era con
un anillo en el dedo. Lo habría hecho de seis maneras a domingo sin
votos, pero no iba a rechazar la oferta de matrimonio. No soy tonta.
Además, lo quiero y no solo de manera carnal, sino que lo anhelo en
mi vida. En serio, no puedo imaginar cómo sería mi futuro sin él a mi
lado. Literalmente no quiero contemplarlo. Quiero que me devuelva
esos sentimientos, pero también me aterra el rechazo. Casi todo el
mundo en mi vida me ha abandonado o, como mi madrastra, me ha
vendido a un hombre asqueroso para que pague sus deudas.
—No hace falta que digas nada. — Voltea su mano y toma la mía.
—Las palabras no son necesarias.
—Eso no es cierto. — suelto. —Necesito palabras. Sé que son
tontas, y que solo son sonidos, y que las acciones hablan más fuerte,
yadda, yadda, pero necesito las palabras; pero no voy a pedirte que
hagas cosas a las que me niego, así que aquí va. — Cierro los ojos. —
Te amo.
Lo digo rápido, como si fuera una sola palabra y no tres, y luego
espero, con los ojos fuertemente cerrados y la respiración contenida.
El silencio desciende como una pesada manta. Es asfixiante. Quiero
tirarme la sábana por encima de la cabeza y rebobinar hasta la parte
en la que todavía estoy durmiendo y Mikael sigue en la silla frente a
la chimenea apagada.
Un dedo me hace levantar la cabeza. —Ojos. — ordena Mikael.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Mis párpados se levantan en rápida reverencia. Hay una
expresión de ternura en su rostro, pero no estoy segura de sí es
compasión, amabilidad o qué. Presa del pánico, le digo: —No hace falta
que me lo digas. Tienes razón, las palabras no son necesarias. Las
palabras son inútiles. — Le doy un tirón de la mano. —Ven a la cama.
Haremos el amor y olvidaremos todo esto.
—Nunca. — Se inclina hacia mí y se detiene cuando sus labios
están a un centímetro de mi boca. —Estoy grabando este momento en
mi cerebro. Será lo último que vea cada noche antes de dormir. A mí
tampoco me gustan las palabras, Aurora, y quizá lo hayas adivinado,
pero no soy un experto en amor.
Suelto una risita porque, sí, supongo que tiene razón. No creía
que este hombre tan duro, con su guardaespaldas, su gran mansión
y su pelea con Edward pasara mucho tiempo amando a la gente, pero
la verdad es que es un protector, y eso significa que sí ama a la gente.
Solo que lo expresa de diferentes maneras, y si lo pienso bien, me ama
a su manera. Aunque probablemente nunca obtendré una respuesta
completa sobre ‘su asunto’, puedo adivinar que tenía algo que ver con
Edward y el peligro que representaba para mí. Eso es amor. No
necesito las palabras. Estoy a punto de decirlo cuando me besa. Con
fuerza. Con mucha lengua. Lo suficiente como para que no pueda
recordar la conversación que estábamos teniendo. Dejo caer la sábana
y le rodeo el cuello con los brazos.
Se hunde en mí, presionándome firmemente contra el colchón.
Mikael es un hombre de acción, no de palabras floridas, y eso me
gusta. Me gusta. Realmente me gusta. Las palabras no tienen
importancia: el sello entre nuestras bocas se rompe. Parpadeo,
confundida.
Vuelve la mirada tierna. —No soy un experto en el amor, y sí creo
que las acciones hablan más fuerte que cualquier colección de
palabras que pueda decir, pero sí te amo, y con eso quiero decir que
cuando estamos separados, anhelo estar a tu lado. Cuando duermes,
me gusta observarte, saber que te sientes segura conmigo. Cuando
estás despierta, quiero alimentarte, vestirte, protegerte. Consumes
mis pensamientos. Antes de que entraras en mi vida, yo existía, y
ahora tengo un propósito. Vivo para hacerte feliz, para verte contenta.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Creo que eso es el amor, y si no lo es, entonces puedes enseñarme a
amarte mejor.
Me derrito. —Oh, Mikael, no puedo enseñarte nada. Ya eres un
experto.
Una amplia sonrisa se extiende por su exuberante boca. —Bien,
y ya que soy mejor haciendo cosas, déjame demostrarte mi amor.
—Creía que estaba demasiado dolorida. — me burlo.
—Seré suave.
—Espero que no.
Sus ojos se iluminan con un regocijo impío. No volvemos a
hablar. No durante mucho tiempo. Y él es gentil porque yo estoy
adolorida. Su lengua me hace trabajar de forma celestial. Su polla me
acaricia lentamente, llevándome al límite una y otra vez antes de
enviarme al océano del éxtasis. Y, al final, cuando se derrama dentro
de mí, me susurra al oído su amor duradero por mí. Hasta el final de los
tiempos, hasta que los mares y los desiertos sean uno, hasta que no haya nada en esta
tierra más que tú y yo, e incluso entonces, mi amor perdurará.
Sus palabras son perfectas. Él es perfecto. Lo que sucedió por
casualidad se convirtió en algo hermoso. Nunca supe que podía tener
un hombre así, pero ahora que lo tengo, nunca lo dejaré ir.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Epílogo
AURORA

Muchos años después…


— ¿Lo quieres aquí o más abajo?— Mikael mueve el marco un
centímetro hacia abajo.
Arrugo la nariz.
— ¿Aquí?— Lo mueve cinco centímetros más arriba. La acción
levanta su camiseta lo suficiente como para que pueda ver un trozo de
su piel dorada. Una punzada de deseo me recorre. Después de todos
estos años, todavía me excita una pequeña muestra de carne.
—Quizá más arriba. — digo, queriendo ver más de él. Con buen
humor, accede. Podría estar aquí todo el día y decirle que mueva el
marco de un solo grado alrededor de la pared, y él nunca perdería la
paciencia. Cada día me demuestra lo mucho que me ama en cada
pequeña acción, desde recoger mi ropa de la tintorería hasta traer a
casa fresas bañadas en chocolate cada semana, hechas solo los
martes en la tienda de dulces Crissy.
Dejo que mi mirada descienda de sus bíceps ligeramente
abultados a su cintura recortada, hasta posarse en su firme trasero.
Se sabe que he clavado mis uñas en esas mejillas.
— ¿Me estás mirando el culo? — pregunta sin apartarse de la
pared.
—Sí. ¿Cómo lo has sabido?
—Mi polla se está poniendo dura, así que o bien la pared me está
excitando o bien tú me estás mirando.
— ¿Tu cabecita puede ver lo que pasa detrás de ti? Sabía que
tenías poderes especiales, pero no sabía que incluían ese tipo de cosas.
Baja los brazos y deja el marco en el suelo antes de avanzar hacia
mí con un brillo particular en los ojos. —Nena, los dos sabemos que

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


mi polla es cualquier cosa menos pequeña. — Me pone una mano
junto a la cabeza y coloca la otra sobre mi redondeado vientre. —
Estaría encantado de recordarte su tamaño ahora mismo. — La mano
sobre mi vientre se curva hacia abajo, y los músculos de mi sexo se
contraen involuntariamente.
Hace mucho tiempo, después de que Mikael se ocupara de un
asunto que implicaba que un hombre malo intentara hacerme daño,
me enseñó algunos movimientos básicos de defensa personal. Aprendí
a bloquear un golpe en la cara, a romper una nariz con la base de la
palma de la mano, e incluso a controlar la cadera y lanzar un cuerpo.
Podría evadir el agarre suelto de Mikael si quisiera, pero el círculo de
sus brazos es el único lugar en el que quiero estar.
Además, hay otra arma que puedo usar contra Mikael. Me
inclino hacia delante y, con un movimiento rápido e inesperado,
atrapo sus labios con los míos. Sus ojos se abren con sorpresa, y luego
sus párpados caen. Su boca se abre y su lengua se lanza a un duelo
con la mía. La mano que está junto a mi cabeza se desplaza para
agarrarme por la parte posterior del cráneo, inclinándome hacia atrás
para que pueda profundizar.
Levanto su camisa y coloco mis dedos a lo largo de esa perfecta
porción de piel justo por encima de su cintura.
—Oh, no, otra vez no. — gime la voz de un estudiante de
secundaria. —No subas aquí, Mona. — le grita nuestro hijo a su
hermana. —Se están besando.
A su advertencia le siguen unas fuertes arcadas. La boca de
Mikael tiembla contra la mía mientras intenta contener sus risitas, el
ánimo lujurioso se convierte rápidamente en risa. Le doy un pequeño
empujón y los dos miramos al techo durante un breve recuento para
recomponernos.
Mikael se recupera primero, tragándose las risas mientras sale
por la puerta para saludar a nuestros dos hijos. Me doy unos segundos
más porque las risas siguen brotando en mi garganta.
Los encuentro a los tres abajo, en la cocina. Mikael está
preparando una merienda de plátanos y mantequilla de maní. Asher,
nuestro hijo de trece años, me mira fijamente cuando entro, mientras
que Mona, nuestra hija de diez años, se limita a suspirar.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Por qué se besan siempre?
—Porque tu mamá está caliente, por eso. — dice Mikael,
empujando dos platos hacia sus hijos.
Mona lanza un gigantesco suspiro, mientras Asher pone los ojos
en blanco. —Hasta mis amigos lo comentan. Cómo no pueden quitarse
las manos de encima. Se supone que tú eres la madre genial, siendo
joven y todo eso. — Asher me señala con su tenedor.
Mikael empuja los cubiertos hacia abajo con una mirada de
advertencia. Asher me mira con timidez y se come el bocadillo. Sabe
que hay una línea que no puede cruzar, y ha estado a punto de hacerlo
señalando en mi dirección. Mikael es siempre protector, incluso con
este tipo de cosas pequeñas.
—Nunca fui una chica genial, Ash, cariño. Soy tan poco genial
como se puede ser, y no voy a mejorar con la edad. — Me acerco a la
nevera y empiezo a sacar los ingredientes para la cena.
—Eso es mentira. — dice Mikael. —Mejoras con la edad. Como
un buen vino. Además, si su madre no me pareciera sexy — dice
Mikael a nuestros dos hijos— ustedes dos no estarían aquí.
— ¿Me disculpan?— pregunta Mona. —Tengo deberes.
—Tienes diez años. ¿Cómo puedes tener deberes?— pregunta
Mikael.
—Yo también los tengo. — proclama Asher.
—Te quiero, mamá. Lo siento. — grita Mona a modo de disculpa.
—Yo también. — dice Asher.
— ¿Y yo qué? — grita Mikael en señal de indignación.
Una ola de risas nos saluda.
Antes de que pueda protestar, los dos salen corriendo. Mikael
me agarra del brazo antes de que pueda perseguirlos. —Déjalos. Ahora
estamos solos.
—Si por solos te refieres a mi pollo descongelado en la encimera
y a nuestro tercer hijo en mi vientre, entonces sí.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Mikael sonríe, recoge el pollo y lo vuelve a colocar en la nevera.
Me coge en brazos y se dirige a las escaleras traseras que llevan a
nuestra suite.
— ¿Qué pasa con la cena?— Pregunto, rodeando su cuello con
mis brazos.
—Pediremos fuera.
Me parece perfecto. Y después, también se siente perfecto, con
el cuerpo de Mikael moviéndose poderosamente sobre el mío, su voz
áspera susurrando tiernamente en mi oído lo mucho que me ama, me
adora, no puede creer que soy suya.
No sabía que podía ser amada así. No sabía que me merecía esto,
pero ahora que lo tengo todo, ahora que tengo mis dos hermosos hijos
y un tercero en camino, ahora que tengo a mi guapo como el infierno
esposo, ahora que soy amada y amo a cambio. Probablemente no me
merezca esto, pero lo tengo y no lo voy a dejar pasar.

Fin…

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

También podría gustarte