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ALCANCES SOBRE LA COMPETENCIA

DE LA SALA SUPERIOR PARA


RESOLVER EL RECURSO DEL ACTOR
CIVIL CONTRA UN AUTO DE
SOBRESEIMIENTO, A PROPÓSITO DE
LA CASACIÓN 1089-2017,
AMAZONAS
 Estudio
 Noviembre 26, 2020

Por: Fredy Valenzuela Ylizarbe


1.- Resumen del caso
En el presente caso, que originó la casación que se comenta, el fiscal emitió el
requerimiento acusatorio por el delito de parricidio y homicidio calificado en
contra de tres personas, el cual superó la fase intermedia y, por tanto, pasó a
juzgamiento. En esta fase, el juez absolvió a los acusados. Contra la sentencia
absolutoria el fiscal no interpuso ningún recurso, pero sí lo hizo el actor civil, quien
interpuso, cumpliendo con todos los presupuestos, el recurso de apelación, en
virtud de lo prescrito en el art. 95.1.d) del Código Procesal Penal de 2004.

El recurso fue elevado ante la sala penal de apelaciones, la que programó, luego de
cumplir con el procedimiento respectivo, la audiencia de apelación de sentencias.
En ella participó el fiscal superior e indicó expresamente que estaba conforme con
la sentencia absolutoria, en la medida de que consideraba que no existía una
imputación directa y coherente contra los acusados.

Pese a ello, la sala penal de apelaciones declaró fundada la apelación del actor civil
y, consecuentemente, en aplicación del principio de proporcionalidad e invocando
el control difuso, declaró la nulidad de la sentencia absolutoria de primera
instancia. El control difuso la aplicó en contra de la casación n.o 187-2016, y
dispuso la elevación en consulta a la Sala de Derecho Constitucional y Social de la
Corte Suprema. Ante este pronunciamiento de la sala superior, el fiscal superior
interpuso el recurso de casación y es, precisamente, el que ha originado la casación
bajo comentario.

La Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema para resolver la casación planteada


delimita el ámbito de su pronunciamiento. Así, en primer lugar, analiza (i) Control
difuso; (ii) Principios acusatorio y de jerarquía del Ministerio Público; (iii) La víctima
y los derechos a la tutela jurisdiccional efectiva y pluralidad de instancia.

2.- La posición asumida por la Sala Penal Transitoria de la Corte


Suprema
2.1 Sobre el control difuso
En resumen, en el considerando décimo tercero, la Sala Penal Transitoria de la
Corte Suprema estableció que “(…) es pertinente precisar que el control
constitucional es un control normativo, pues tiene por objeto a leyes y normas con
rango legal incompatibles con la Constitución, y las de menor rango, que son
incompatibles con la ley”.

“Por tanto, no se trata de un control de la jurisprudencia que emiten los órganos


jurisdiccionales, a través de los precedentes vinculantes, sentencias casatorias o
acuerdos plenarios, que son el resultado de la interpretación de las leyes o de sus
disposiciones, y constituyen doctrina jurisprudencial”.

2.2 Principio acusatorio y de jerarquía del Ministerio Público


En el fundamento jurídico trigésimo cuarto la Corte Suprema concluye “que, en
línea de principio, si el fiscal superior en grado se encuentra conforme con el
sobreseimiento o la absolución y el Tribunal Revisor aprecie que tal posición es
razonable, puede aplicar los principios acusatorio y de jerarquía del Ministerio
Público para desestimar el recurso de la víctima”

“No obstante, si el Tribunal Revisor, en atención a los agravios postulados por la


víctima o el actor civil advierte que la decisión de sobreseimiento o de absolución
no se encuentra debidamente motivada, o ha incurrido en violación al derecho a la
prueba, de defensa, y al principio de legalidad material o procesal, más allá de la
posición del fiscal superior, puede anular la decisión y disponer un nuevo
pronunciamiento”.
En base a lo sostenido, en el cuadragésimo segundo se afirma que “(…) de
conformidad con el tercer párrafo, del artículo 22, de la LOPJ, este Supremo
Tribunal se aparta de las casaciones números 413-2014 y 187-2016, establecidas en
su momento como doctrina jurisprudencial, con base en la línea jurisprudencia
fijada en las casaciones números 353-2011, 966-2017 y 1184-2017, y reafirmada en
esta ejecutoria suprema, con los fundamentos que la sustentan”.

Pese a que en este resumen se hace referencia a todos los puntos por los que se
pronunció la Sala Penal Transitoria, es necesario aclarar que en adelante solo se
comentará el punto referido a las facultades de la sala penal de apelaciones para
resolver un recurso de apelación interpuesto, únicamente por el actor civil, contra
una sentencia absolutoria.

3.- Breves críticas a la posición asumida por la Sala Penal Transitoria


de la Corte Suprema
No comparto la posición asumida por la Corte Suprema, pues considero que para
resolver el problema planteado no debe partirse del principio acusatorio o de
jerarquía, sino fundamentalmente de los principios de los medios impugnatorios.
Lo determinante, en este caso, es si la sentencia absolutoria fue impugnada por el
fiscal o si, por el contrario, esta fue consentida. Si hubiera ocurrido esto último, sin
perjuicio de discutirse el extremo civil de la sentencia en virtud de la impugnación
del actor civil, y con independencia de la posición que pueda asumir el fiscal
superior, la sala penal superior no puede alterar o pronunciarse sobre el objeto
penal del proceso, que ya ha sido resuelto y está consentido por el fiscal provincial.

Así las cosas, la pregunta que debe ser respondida es: ¿el órgano ad quem puede
ingresar a pronunciarse sobre el objeto penal del recurso si el único recurrente es
el actor civil, como ocurrió en este caso? La Corte Suprema, como se ha dicho, ha
respondido a esta cuestión y ha asumido una posición que no comparto y,
precisamente, motiva la elaboración del presente breve reporte.

Previamente a poner de manifiesto mi posición, conviene mencionar que las salas


penales de la Corte Suprema no han sido uniformes al momento de pronunciarse
sobre el tema planteado. Es así que, para analizar este tema, es necesario que se
revisen, como mínimo, los siguientes pronunciamientos de la Corte Suprema:
casación n.o 1032-2016, Lambayeque, Sala Penal Transitoria; casación 546-2015,
Arequipa, Sala Penal Permanente; casación n.o 1184-2017, El Santa, Sala Penal
Permanente; casación n.o 475-2013, Tacna, Sala Penal Permanente; casación n.o
187-2016, Lima, Sala Penal Permanente; casación 353-2011, Arequipa, Sala Penal
Permanente; casación n.º 879-2016 Piura, Sala Penal Permanente; casación n.o 413-
2014, Lambayeque, Sala Penal Permanente; casación n.o 966-2017, Ica, Sala Penal
Permanente(1).

Ahora bien, uno de los efectos que es consustancial a los recursos –con mayor
razón al recurso de apelación– es el efecto devolutivo, por medio del cual el
recurso se elevará y será resuelto por un órgano superior. Además, este efecto
determina que la competencia para resolver definitivamente la controversia recaiga
en el órgano superior, por lo que, respecto de lo impugnado, el iudex a quo carece
de competencia.
La competencia del iudex ad quem está establecida en el Código Procesal penal de
2004, que prescribe que la impugnación confiere al tribunal “competencia
solamente para resolver la materia impugnada, así como para declarar la nulidad
en caso de nulidades absolutas o sustanciales no advertidas por el impugnante”
(art. 409.1); que la apelación atribuye a la sala superior, “dentro de los límites de la
pretensión impugnatoria, examinar la resolución recurrida tanto en la declaración
de hechos cuanto en la aplicación del derecho” (art. 419.1); y dentro de los límites
del recurso, confirmar o revocar la resolución recurrida (art. 425.3.b).
A partir de ello, considero que lo relevante para dilucidar la facultad del iudex ad
quem se centra en establecer quién impugnó la sentencia absolutoria, ya que los
medios impugnatorios se rigen, conforme la propia Corte Suprema lo reconoce,
por el principio dispositivo y, en consecuencia, “la revisión de la sentencia se ejerce
de acuerdo con la voluntad de las partes impugnantes que delimitan el marco de la
competencia del Tribunal”(2). Es decir, para establecer la competencia del órgano
superior es insoslayable que se recurra a los principios de los medios
impugnatorios y a lo que la propia ley establece.

En el caso bajo comentario no está en discusión que el único recurrente es el actor


civil, la pregunta es: ¿qué extremos de la sentencia absolutoria puede impugnar
esta parte procesal? La respuesta es clara y se halla en el artículo 407.2 del Código
Procesal Penal de 2004, el cual prescribe “que el actor civil sólo podrá recurrir
respecto del objeto civil de la resolución”. Esto significa que el actor civil no puede
impugnar el objeto penal de la sentencia absolutoria.
Lo dicho queda más claro aún si se recuerda –y esto es fundamental– que en el
proceso penal generalmente se produce la acumulación de objetos, esto es, que
tanto la acción penal como la acción civil se ejercitan en el proceso penal, salvo
que el agraviado decida acudir directamente a la vía civil (art. 12.1 CPP). Ello origina
que haya dos objetos del proceso –uno penal y otro civil– que se rigen por sus
propias reglas y que cada uno tiene un sujeto legitimado casi siempre distinto –el
fiscal ejerce la acción penal y actor civil, la acción civil–, aunque esta también puede
ser ejercida por el fiscal(3), en tanto que el agraviado no se constituya en actor civil,
pues cuando ello ocurre cesa la legitimidad de aquel (art. 11.1 CPP de 2004).

Si lo referido se aplica a los medios impugnatorios, queda claro que la facultad


para impugnar el objeto penal recae exclusiva y excluyentemente en el fiscal y que,
del mismo modo, el objeto civil solo puede ser impugnado por el actor civil. En
otros términos, para que no quede ninguna duda, el fiscal no puede impugnar el
objeto civil, así como el actor civil no puede impugnar el objeto penal de una
resolución.

Así las cosas, en virtud de que en este caso la sentencia absolutoria ha sido
recurrida únicamente por el actor civil, queda claro que solo se impugnó el
extremo civil y, consecuentemente, el ámbito del objeto penal –al no haber sido
impugnado– ha sido consentido y tiene la calidad de firme, de modo que es
inmutable. En efecto, en tanto que el objeto penal de la sentencia absolutoria no
fue impugnado por el sujeto legitimado, la sala superior no puede ingresar a ese
ámbito, tan solo tiene que circunscribirse o limitarse a pronunciarse sobre lo que
fue impugnado por el actor civil. Lo contrario significaría que la sala superior se
pronuncie de oficio incluso sobre un extremo de la resolución que no fue
impugnado, lo que desnaturaliza las reglas de los medios impugnatorios(4).
Distinto sería si el fiscal impugnó solo por unos motivos y la sala superior advierte
que hay otros motivos de nulidad absoluta, en dicho caso sí está legitimado para
pronunciarse, pues es claro que el fiscal no consintió la resolución.

La posición del fiscal superior, que en este caso, además, fue la de estar de acuerdo
con el fiscal provincial, resulta irrelevante para determinar las facultades de la sala
superior, pues si el fiscal provincial no interpuso recurso, aquel no puede introducir
una pretensión impugnatoria en la audiencia de apelación –sea verbal o por
escrito–, pues sostener ello sería desconocer disposiciones expresas del Código
Procesal Penal de 2004, las que establecen que los recursos se interponen ante el
juez que emitió la resolución recurrida (art. 404.1) y deben hacerse por escrito y
dentro del plazo de ley (art. 405.1.b). Es más, ello tendría como consecuencia la
desnaturalización del sistema recursivo. Tan evidente es esto que, para no afectar el
principio de igualdad, tendría que permitírsele lo mismo –introducir una pretensión
impugnatoria en segunda instancia– a las otras partes. Y es que una regla para no
ser arbitraria debe ser universalizable (aplicable para todos los casos).

Del mismo modo, aunque en este caso no se haya empleado este argumento, el
principio de jerarquía bajo ningún supuesto puede reemplazar o subsanar la
ausencia de impugnación, mucho menos puede permitir que una sentencia firme –
en el extremo del objeto penal– pueda ser anulada. Además, el principio de
jerarquía es aplicable para supuestos distintos y están establecidos en la propia ley.
Es el caso, por ejemplo, del forzamiento de la acusación. Es claro que en este
contexto prevalece lo que pueda manifestar el fiscal superior. Otro supuesto sería
el del desistimiento del recurso por parte del fiscal superior, pues no tiene el deber
de seguir con la impugnación realizada por el fiscal provincial. Contrariamente, no
existe un marco normativo que habilite al fiscal superior, en virtud del principio de
jerarquía, a introducir una pretensión en segunda instancia.

Asimismo, no es atendible el argumento del derecho a la verdad que emplea la


Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema en la sentencia bajo comentario, pues
este derecho se encuentra limitado a casos en los que se han producido hechos
graves de violaciones de derechos humanos y el Estado no ha adoptado ninguna
medida idónea para investigar y, de ser el caso, sancionar a los responsables(5). Es
más, este derecho, pese a su empleo frecuente por la Corte Interamericana, no se
encuentra expresamente reconocido como un derecho fundamental autónomo en
ningún instrumento internacional de protección de los derechos humanos. Lo
dicho no quiere restarle importancia, solo busca poner de manifiesto que si bien
puede emplearse válidamente para determinados supuestos –graves violaciones de
derechos humanos y desidia del Estado para investigar–, lo cierto es que emplearlo,
sin más, para resolver todos los casos podría significar que se desnaturalice los
principios –en este caso de los medios impugnatorios– e incluso el propio proceso
penal.

La posición adoptada no tiene como propósito dejar en indefensión o afectar la


tutela judicial del actor civil, pues su recurso –interpuesto cumpliendo con todos
los presupuestos– deberá ser materia de pronunciamiento por la sala superior,
pero solo –porque es el único extremo que puede impugnar– sobre el objeto civil.
La sala, por tanto, emitirá la decisión que corresponde con relación al recurso de
apelación interpuesto por el actor civil, pero no podrá, como ya se tiene dicho,
alterar el objeto penal de la resolución recurrida.

Por todo lo expuesto, debe quedar claro que la sala superior, ante la impugnación
del de la sentencia absolutoria solo por el actor civil, tiene competencia para
resolver única y exclusivamente respecto de lo que fue materia de impugnación –el
objeto civil de la resolución–, pues así lo exige el principio de congruencia recursal
(tantum devolutum quantum apellatum)(6); la sala superior no puede arrogarse
competencia para resolver no solo respecto de lo que no fue impugnado –el
ámbito penal de la resolución–, sino lo que ya fue consentido y, por tanto, al tener
la calidad de firme, es inmutable, y ello no puede alterarse bajo el argumento del
derecho a la verdad.
Finalmente, para evitar que una sentencia absolutoria arbitraria quede firme por la
inoperancia del fiscal provincial, se podría plantear algunas alternativas. Una de
ellas puede ser que el fiscal superior se adhiera al recurso del actor civil; sin
embargo, esto no es posible no solo porque la oportunidad legalmente establecida
para adherirse es antes de que se eleve el expediente ante el juez superior, sino
también porque mediante la adherencia a un recurso no se puede crear una
pretensión distinta al del recurrente –en este caso la apelación del actor civil está
circunscrita al objeto civil–. Otra alternativa sería la siguiente: que la decisión de
impugnar la sentencia absolutoria recaiga en el fiscal superior, pero esta alternativa
exigiría que internamente así lo decida el Ministerio Público, pues el Código
Procesal Penal de 2004 no exige que el recurso sea interpuesto por el fiscal
provincial.

4.- Conclusiones
Primera conclusión, lo determinante para fijar la competencia del tribunal superior
para resolver la impugnación sobre la sentencia absolutoria es determinar qué
parte procesal interpuso el recurso. No resulta relevante, en consecuencia, la
posición que asume el fiscal superior en la segunda instancia.

Segunda conclusión, si el actor civil es el único recurrente bajo ningún supuesto el


tribunal superior puede pronunciarse sobre el objeto penal, pues ello significaría la
clara vulneración no solo de los principios dispositivo y de congruencia recursal,
sino también afectar la firmeza de la resolución en ese extremo. El tribunal superior
sí tendrá que pronunciarse sobre el objeto civil de la sentencia impugnada, a
efectos de no vulnerar la tutela judicial efectiva que resguarda al actor civil.

Tercera conclusión, debería evaluarse como alternativa para evitar situaciones


como las descritas en la casación bajo comentario –juez que no justifica
suficientemente su resolución y fiscal provincial que no impugna– que en el caso
de las sentencias absolutorias la facultad para impugnar se le otorgue directamente
al fiscal superior. Esto no garantiza que se impugnará la sentencia necesariamente,
pero podría por lo menos resolver en alguna medida el problema descrito. La
adopción de esta alternativa dependería en buena cuenta de una posición
institucional del Ministerio Público.

Cuarta y última conclusión, el problema en este caso no es normativo, de manera


que un cambio legislativo o pronunciamientos de la Corte Suprema no podrán
resolverlo. El problema es de las personas –juez que no justifica suficientemente su
decisión y fiscal que, pese a ello, no la impugna–, por lo que cualquier alternativa
que se adopte, para que funcione, requerirá necesariamente del concurso de los
operadores jurídicos, especialmente el juez y el fiscal, quienes deben tener como
rol fundamental la emisión de decisiones justas.

* Fredy Valenzuela es coordinador del Área de Litigio del Estudio Oré Guardia.
Máster en Justicia Criminal por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en
Argumentación Jurídica por la Universidad de Alicante, España. Docente de la
Universidad San Martín de Porres y de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega.
Miembro del Instituto de Ciencia Procesal Penal.
1 Mi opinión sobre estos pronunciamientos de la Corte Suprema puede revisarse
en mi artículo: “La impugnación del auto de sobreseimiento y la sentencia
absolutoria y las facultades del órgano ad quem”, Gaceta Penal & Procesal Penal,
2020/130, pp. 195-206.
2 R. N. 2875-2016, Amazonas (cons. 11). El profesor San Martín Castro afirma, en
cuanto a los alcances del principio dispositivo, que son las partes los que, emitida
una resolución, se adueñan del proceso en tanto que a ellos les corresponde
delimitar las pautas del juego y su voluntad es la que condiciona la etapa de
impugnación. San Martín Castro, César, Derecho procesal penal. Lecciones, Lima
(Inpeccp – Cenales), p. 650.
3 La Corte Suprema, en el Acuerdo Plenario 04-2019, ha manifestado, en su FJ. 26,
que la acción civil ex delicto es ejercitada por el perjudicado o, en su defecto, por el
Ministerio Público, supuesto en el cual este actúa “mediante legitimación derivada
o por sustitución”.
4 Es del mismo parecer el juez superior Mendoza Ayma, Celis, “La legalidad del
proceso impugnatorio, casación n° 413- 2014-Lambayeque”, en Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos, Análisis y comentarios de las principales sentencias
casatorias en materia penal y procesal penal, Lima, 2017, p. 277.
5 Así, en un estudio realizado entre la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y la Organización de los Estados Americanos sobre el derecho a la
verdad en las américas se pone de manifiesto que “El derecho a la verdad ha
surgido como respuesta frente a la falta de esclarecimiento, investigación,
juzgamiento y sanción de los casos de graves violaciones de derechos humanos e
infracciones al DIH por parte de los
Estados”. http://www.oas.org/es/cidh/expresion/showarticle.asp?artID=156&lID=2
6 Maier, Julio, Derecho procesal penal, tomo I, 2.ª ed., Buenos Aires (Editores del
Puerto), 2004, p. 592.

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