Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Persona jurídica (art. 141): es el ente al cual el ordenamiento jurídico le confiere aptitud
para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines
de su creación. La existencia de la persona jurídica privada comienza desde su constitución.
No necesita autorización legal para funcionar (excepto disposición legal en contrario, en
cuyo caso no puede funcionar antes de obtenerla).
Los entes públicos son creados por el Estado, con excepción de la Iglesia.
Son personas públicas las que persiguen un fin público, o de interés público o de utilidad
general, en tanto las privadas persiguen fines privados o de interés particular.
Los entes públicos se caracterizan por el ejercicio de prerrogativas de poder público. Este
principio no es absoluto, puesto que pueden existir entidades privadas con prerrogativas de
poder público y entidades públicas sin esas prerrogativas.
Criterios de diferenciación:
⮚ Tutela o control del Estado sobre el ente, a efectos de asegurar que éste cumpla con
sus fines;
⮚ Satisfacer fines específicos del Estado y no fines comerciales o industriales. En
realidad el criterio de finalidad perseguida por el Estado, considerado como opuesto
a la actividad industrial o comercial, no puede erigirse en condición sine que non para
atribuir carácter estatal a una entidad.
Esas entidades ineludiblemente han de ser creación estatal, persiguen fines de bien común
y, en principio, gozan de prerrogativas de poder público, además de hallarse sujetas a un
control estatal de cierta intensidad.
3) Carácter público o privado de los actos que celebran las entidades estatales:
⮚ Las decisiones que dictan sus órganos no constituyen actos administrativos, lo cual
no excluye la aplicación de las normas y principios del derecho público para reglar
determinados aspectos de la actividad de estos entes.
Personas jurídicas privadas del Estado: Entes privados de propiedad estatal, cuya
condición y régimen jurídico se rigen por el derecho civil o comercial. El Estado en su
accionar con miras al logro del bien común, puede recurrir a la creación de nuevos entes
dotados de una personalidad jurídica distinta de la estatal asumiendo, recurriendo o
sometiéndose a figuras del derecho público o del derecho privado.
Cuando se adopta una forma del derecho privado, se produce la creación de un nuevo ente
con personalidad propia del derecho privado, si bien sujeto a un determinado contralo.
—------------------------------------------
Al principio, las personas jurídicas públicas fueron entendidas y calificadas como personas
jurídicas públicas estatales, aceptándose de ese modo un necesario parangón entre ambos
conceptos: toda persona jurídica pública era estatal, y toda persona jurídica estatal era
pública, lo cual implicaba, además su sometimiento prioritario y preponderante al derecho
público.
Fue Michoud quien primeramente destacó la posibilidad de que existieran personas jurídicas
públicas estatales, y personas jurídicas públicas no estatales, temperamento que fue
doctrinalmente desarrollado por Sayagués Laso, que sostuvo que es innegable que existen
personas colectivas que no son estatales, que no pertenecen a la colectividad, ni integran la
administración pública, ya sea porque el legislador las creó con ese carácter, ya sea porque
su propia naturaleza resulta incompatible con la calidad de estatal, lo cual no impide, sin
embargo, que tales personas jurídicas sean públicas y estén regidas, en todo o en gran
parte, por el derecho público.
Los criterios propuestos para diferenciar a una y otra clase de personas jurídicas públicas,
son los siguientes:
1) Sistema de la satisfacción de fines específicos del Estado. Según este criterio, son
personas jurídicas públicas estatales aquellas que tienen como objetivo la satisfacción de
fines específicos del Estado, es decir, propios de éste, mientras que son personas jurídicas
públicas no estatales las que no persiguen el logro de finalidades específicas del Estado,
aún cuando las que pretenden alcanzar sean de interés general. Así ocurriría, por ejemplo,
en el caso de aquellas entidades públicas que desarrollan actividades de tipo comercial o
industrial, debiéndose tener presente, sin embargo, especialmente en nuestra época (el
autor escribe en 1984), que el propio Estado crea diversos tipos de entidades públicas que
cumplen cometidos de esa clase, con lo cual el distingo puede no parecer tan claro y
estricto.
2) Sistema que atiende al origen del capital de la entidad. Para quienes propugnan este
sistema, la nota que permite diferenciar y clasificar a una persona jurídica pública como
estatal o no estatal es el origen y la composición de su capital. Si éste pertenece o ha sido
suministrado íntegramente por el Estado, la entidad es estatal; si el capital pertenece o ha
sido suministrado total o parcialmente por personas privadas, la entidad es no estatal. Se ha
señalado, con razón, que este sistema no suministra un criterio de diferenciación cierto, ya
que una u otra forma de integración del capital – total o parcialmente proveniente del Estado
o aun totalmente proveniente de personas privadas- puede darse tanto en el caso de
personas jurídicas públicas estatales o no estatales, citándose, en apoyo de esta objeción, la
situación de las Cajas Nacionales de Previsión, en el régimen de la ley 17.575.
Todo lo dicho pone de manifiesto que la diferenciación de las personas jurídicas públicas en
estatales y no estatales, no obstante aparecer como atrayente y fundada, es en realidad
bastante confusa, máxime si se considera que los criterios puntualizados para distinguir una
y otra clase de entidades se superponen o coinciden, en gran parte, con los que se aplican
para diferenciar las personas jurídicas públicas de las privadas
Es por eso que distintos autores destacan que la distinción no puede fundarse en uno sólo
de los elementos propuestos, sino más bien en varios o en todos ellos, aún cuando esa
coincidencia no se extienda a la determinación de cuáles deben ser ellos.
Dentro de esa tónica, se ha sostenido que las personas jurídicas públicas no estatales
presentan los siguientes caracteres:
Principio de la competencia:
Concepto.- Es el conjunto de facultades, atribuciones y deberes que la Constitución
Nacional, leyes o reglamentos les asignan a cada órgano y que deben ejercer
obligatoriamente. Esta potestad atribuida a cada órgano, surge ante la imposibilidad de que
todas las funciones las realice un sólo órgano, es decir que a través de la competencia, las
funciones se reparten logrando más rapidez y eficacia, delimitando y regulando las
relaciones entre los órganos.
Esta institución se encuentra erigida fundamentalmente para preservar y proteger –de una
manera objetiva y muchas veces genérica– el cumplimiento de las finalidades públicas o de
bien común que la Administración persigue.
Desde otra perspectiva, la competencia puede ser definida como el conjunto o círculo de
atribuciones que corresponden a los órganos y sujetos públicos estatales o bien con un
alcance jurídico más preciso, como la aptitud de obrar o legal de un órgano o ente del
Estado.
El error en que incurren los partidarios de la distinción deriva de definir la competencia como
la medida de la potestad de un órgano, mientras que la competencia consiste en la aptitud
legal para ejercer dichas potestades y ser titular de ellas.
● Es objetiva, en cuanto surge de una norma que determina la aptitud legal en base al
principio de la especialidad,
● En principio, resulta obligatoria, cuando el órgano o ente tenga el deber de efectuar
la actividad, dentro de las atribuciones conferidas,
● Es improrrogable, lo cual se funda en la circunstancia de hallarse establecida en
interés público o por una norma estatal,
● Es irrenunciable, perteneciendo al órgano y no a la persona física que lo integra.
● De orden público.
Dentro de esta relación tenemos líneas (es la sucesión de órganos en sentido vertical) y
grados (indican en qué posición están los órganos dentro de las líneas, en sentido
horizontal). Es decir que existe una escala en donde unos van a estar por encima de otros,
jerárquicamente.
El órgano superior tiene el poder jerárquico sobre el inferior (el cual tiene el deber de
obediencia, siempre que la orden sea legal) como por ejemplo: dirigir su accionar dictándole
normas internas de organización; controlándolo a través de pedidos de informes o
inventarias; avocarse (es tomar una facultad que le corresponde al inferior) o delegarle
(cuando el superior le pasa al inferior una facultad suya); nombrar a sus funcionarios;
resolver problemas entre órganos inferiores.
Los efectos que se derivan de la relación jerárquica trasuntan para los órganos superiores el
reconocimiento de importantes facultades, tales como:
Control jerárquico.- Es el poder que tiene el órgano superior sobre el inferior dentro de un
mismo ente administrativo A través del control jerárquico se expresa la jerarquía.
Sintetizando, para que haya jerarquía necesitamos 2 cosas:
Centralización.- En este sistema todas las decisiones importantes las toman los órganos
superiores o entes centrales de la Administración, mientras que sus órganos inferiores están
subordinados jerárquicamente a aquellos, es decir, son sus delegados (por ello las pocas
decisiones que adoptan están sujetas a revisión por los superiores). El defecto que presenta
este sistema es que los administrados no tienen un fácil acceso a la administración, por
ejemplo, para pedir o dar informes.
Existe cuando las facultades decisorias están adjudicadas a entidades con personalidad
jurídica propia que constituyen la llamada Administración descentralizada o indirecta del
Estado. En la descentralización la actividad administrativa la lleva a cabo indirectamente
órganos dotados de determinadas competencias, que se traducen en poder de decisión e
iniciativa. Constituye un presupuesto de la descentralización administrativa la existencia de
personalidad jurídica, en el organismo en el cual se le transfiere la competencia.
Autarquía: es la atribución que tienen las personas públicas estatales de administrarse por
sí mismas; éste es un concepto administrativo. La autarquía consiste en la atribución que
tienen las personas públicas estatales de administrarse por sí mismas.
Existe concentración cuando las facultades decisorias se agrupan en los órganos superiores
de la Administración central, o en los órganos directivos de las entidades descentralizadas.
En cambio, hay desconcentración cuando las competencias decisorias se asignan a órganos
inferiores de la Administración centralizada o descentralizada.