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Habilidades cognitivas

Las habilidades cognitivas son un grupo de procesos mentales relacionados con el procesamiento de
la información que nos permiten interactuar y relacionarnos de forma adaptativa en nuestra vida
diaria. Disponemos de diversas capacidades como la memoria, la atención, el lenguaje, etc. Estas
capacidades facultan la capacidad de responder ante estímulos y sobre ellas se puede intervenir
potenciándolas y mejorándolas. En este post, se explicara la definición de las capacidades
cognitivas, cuáles son las más importantes, cómo es su funcionamiento y algunas herramientas de
estimulación para frenar al deterioro cognitivo.
¿Qué son las capacidades cognitivas?
Podemos definir las capacidades o habilidades cognitivas como un conjunto de aptitudes, actitudes,
procesos y facultades de nuestra mente. Así mismo, son las que nos permiten percibir, atender,
procesar, seleccionar, interpretar, analizar y responder a todo aquello que nos rodean para poder
adaptarnos de forma adecuada a nuestro entorno y a los diferentes contextos y situaciones que se
nos presentan en cada momento.
Recibimos los estímulos del mundo en el que vivimos a través de los sentidos. La vista, el oído, el
olfato, el gusto y el tacto están continuamente recibiendo información. Otro de los sistemas que nos
proporciona datos que debemos tener en cuenta es el sistema somato sensorial, este nos
proporciona información relacionada con el dolor, la temperatura, la posición del cuerpo y de los
diferentes órganos que lo conforman. De toda la información que recibimos parte es procesada por
nuestro cerebro, el cual escoge los estímulos más relevantes para interpretar el medio que nos rodea
y mediante su análisis generamos una respuesta adecuada a la situación en la que nos encontramos
en ese momento y que debemos afrontar y la traducimos en una conducta. Esto lo podemos hacer
gracias a que nuestras capacidades cognitivas están funcionando.
Importancia de las capacidades cognitivas
Las situaciones a las que nos enfrentamos día a día exigen una reacción, bien por actuación o por
inhibición de una conducta, por nuestra parte.
Desde el momento en que nacemos estamos continuamente interactuando con el medio que nos
rodea. En ese primer momento, de la llegada al mundo, el llanto del bebe se produce de forma
automática e innata, nos lanza un mensaje que nos dice: ya estoy aquí, estoy respirando y necesito
que alguien cuide de mí. A partir del nacimiento y a través de los estímulos que vamos recibiendo en
nuestro desarrollo se van generando huellas en nuestro sistema nervioso central a través de la
especialización de grupos de neuronas. Las cuales, están asociadas a funciones definidas y bien
determinadas, hasta alcanzar un sistema sofisticado y perfectamente engranado.
Este desarrollo nos permite relacionarnos con el mundo de forma adaptativa, ajustada y adecuada,
respondiendo a las demandas que nos reclama y satisfaciendo las necesidades que nos permiten
conservar la vida. Este sistema tan refinado, selecto, delicado y preciso está formado, entre otros,
por las capacidades cognitivas.
Las capacidades cognitivas más importantes
Las capacidades cognitivas están relacionadas con el procesamiento de la información. Recibimos
un estímulo o input, lo interpretamos y damos una respuesta o output a través de la realización o
inhibición de una conducta. Las capacidades cognitivas más importantes son:
Memoria: Esta capacidad nos permite recordar que mañana tenemos una cita en el médico, como
se realiza una receta de cocina, como conducir un automóvil o en el plano más básico como
vestirnos. También, recordamos el orden en el que tenemos que colocarnos las diferentes prendas y
que tipo de vestuario debemos ponernos en relación al tiempo meteorológico en ese momento.
Aunque parezca algo que tan sencillo, es una capacidad muy importante para un desenvolvimiento
vital adecuado.
Atención: A través de la atención podemos poner interés en la información que nos resulta relevante
de la que se nos presenta. Esta actividad la realizamos de forma continua y muchas veces de
manera inconsciente.
Percepción: La percepción nos permite el primer acercamiento a los estímulos, el conocimiento
primero de los mismos, captarlos, como la propia nomenclatura de esta capacidad indica, percibirlos,
darnos cuenta de que algo nos reclama.
Lenguaje: El lenguaje es la habilidad que nos permite diferenciarnos del resto de los animales.
Tenemos un código generado para traducir nuestros sentimientos y pensamientos en palabras
comprensibles por el resto de seres humanos que nos rodean. Gracias al lenguaje podemos explicar
la secuenciación de una acción, contar nuestros recuerdos y expresar nuestras necesidades.
También, nos permite leer unas instrucciones, comprender lo que los demás nos están diciendo o
escribir la lista de la compra. La capacidad del lenguaje se divide en leguaje oral (expresado y
recibido) y lenguaje escrito, que se divide en escritura y lectura.
Funciones ejecutivas: Son un grupo de habilidades que nos permiten planificar las acciones, tomar
decisiones, generar un plan de acción y evaluar metas y subtemas. Así mismo, permiten monitorizar
los diferentes pasos orientados a la meta, reorientar y corregir las acciones que nos desvíen de la
acción que queremos conseguir. Por medio de las funciones cognitivas podemos flexibilizar los
objetivos finales e intermedios, impulsar e iniciar el comienzo de las acciones, organizarnos,
anticiparnos e inhibirnos. Estas funciones conllevan a un sistema complejo de procesos que se van
produciendo de forma ordenada y simultánea.
Orientación: La orientación nos posibilita por una parte estar integrados correctamente en el
espacio y en el tiempo. Así como saber dónde estamos físicamente, que fecha es hoy, que estación
del año y que parte del día. Por otra parte, nos proporciona la capacidad de prestar atención a la
información del entorno que nos resulta útil para garantizar la supervivencia. Por ejemplo, al oír un
fuerte ruido porque se ha caído algo o al percibir el olor a gas si está habiendo un escape.
Razonamiento: El razonamiento nos faculta para extraer un análisis adecuado tanto de situaciones
conocidas como de situaciones desconocidas que puedan ser análogas a las que conocemos. Por
ejemplo, si suena un trueno es porque hay una tormenta y si hay tormenta, lloverá. En función de
esta interpretación podremos coger un paraguas si vamos a salir a la calle.
Motivación: La motivación nos atribuye la opción de orientarnos hacia un determinado recurso o
procedimiento que facilite la satisfacción de nuestra necesidad, generando o reforzando el impulso
que necesitamos en el inicio de una conducta, para obtener dicha satisfacción.
Funcionamiento de las capacidades cognitivas
Las capacidades cognitivas no funcionan de forma aislada, sino que cada acción que realizamos,
cada decisión que tomamos y que genera una conducta determinada es fruto del funcionamiento de
diferentes habilidades a la vez. De esta manera, conseguimos, de forma conjunta y combinada, un
funcionamiento adecuado en nuestra vida cotidiana.
Las habilidades cognitivas nos permiten llevar a cabo todas las actividades que realizamos, tanto si
van acompañadas de una conducta motora, como si simplemente estamos recordando algo
sentados en el sofá o inhibiendo un comportamiento no adecuado.
Las utilizamos continuamente sin ser conscientes, desde que cada mañana abrimos los ojos y
comenzamos el día. Son necesarias para tener recuerdos, realizar acciones, aprender,
comunicarnos, saber actuar, dar respuestas, generar comportamientos, estar motivados, analizar,
juzgar un hecho, etc. Todas las actividades que realizamos requieren de las capacidades cognitivas.
Cada mañana al despertarnos comenzamos a activar una serie de habilidades. Cuando nos
duchamos, nos vestimos o preparamos el desayuno. Estas acciones son posibles gracias a que
nuestras capacidades cognitivas se han puesto en funcionamiento.
¿Cómo intervienen las habilidades cognitivas en las actividades diarias?
Por ejemplo, en la acción de preparar el desayuno interviene la atención, la percepción, la memoria,
la toma de decisiones, la orientación o las funciones ejecutivas entre otras.
Localización de las capacidades cognitivas
Algunas de estas capacidades o habilidades las podemos asociar con regiones concretas y
localizadas en nuestro cerebro. Por ejemplo, el área asociado al lenguaje está localizado en el lóbulo
frontal izquierdo del cerebro en más del noventa por ciento de las personas. Se la conoce como el
Área de Broca. Sabiendo esto, si una persona tiene un accidente cerebro vascular o desarrolla un
tumor, y las pruebas de diagnóstico nos indican que el mismo se ha producido en esta región,
podremos deducir que esta persona va a tener un déficit en el lenguaje y podremos establecer un
programa de estimulación para paliar o recuperar este déficit.
La memoria se encuentra localizada entre otras regiones: en el hipocampo, el tálamo, la amígdala,
los cuerpos mamilares y el cerebelo.
Otras capacidades como por ejemplo la atención o la percepción, no están asociadas de forma clara
a regiones concretas del cerebro, sino que su activación se produce de forma más difusa en
diferentes regiones cerebrales, repartidas por los diferentes lóbulos del cerebro, que se activan para
su funcionamiento.
Estimulación de las capacidades cognitivas
La neuropsicología es la ciencia encargada de estudiar el funcionamiento de las diferentes
capacidades cognitivas, nos dice que a través de los ejercicios de estimulación adecuados podemos
influir en el funcionamiento de las capacidades cognitivas. Con la excitación neuronal correcta
conseguimos la activación de las diferentes neuronas implicadas en el funcionamiento óptimo de las
distintas capacidades y por lo tanto logramos una adaptación adecuada al contexto. Así, generamos
las conductas o comportamientos más eficientes de respuesta o de compensación a las demandas
que nos exigen las circunstancias vitales en cada momento.
Las herramientas de estimulación como freno al deterioro cognitivo
1. Ejercicio mental: Leer cualquier tipo de formato, sea prensa, revistas o libros, es fundamental. Lo
importante es que nuestros mayores fomenten toda la actividad lectora que su vista les permita para
mantener el cerebro ‘en funcionamiento’. La imaginación es algo que se debe fomentar desde niños
a mayores.
Además, las personas de edad avanzada no deben dejar de informarse sobre lo que sucede en
nuestro día a día. Es recomendable que sigan programas de actualidad o informativos para que
puedan mantenerse en nuestra realidad. También hay que animarles a que asistan a iniciativas
culturales. Aunque el hecho de ir a un teatro, cine, conferencia… puede ‘asustar’ a algunos de
nuestros mayores por tener que desplazarse en transporte hasta otros puntos de su ciudad, cada
vez se realiza un mayor número de actividades en centros municipales de barrio. Esto les permite
disfrutar del ocio sin tener que moverse lejos de casa.

2. Estimulación mental: Apartado ligado al ejercicio mental, pero en este caso más centrado en
técnicas y juegos que persiguen evitar, o ralentizar, la pérdida de memoria en las personas de edad
avanzada. Los hay de carácter individual (pasatiempos como las sopas de letras, crucigramas,
‘sudoku’, autodefinidos) o grupales (juegos de cartas, parchís, dominó, ajedrez). También es
recomendable la práctica del cálculo de cifras (sumar mentalmente los diferentes apartados de la
lista de una compra, el número de productos que hay en la nevera o armario, etc), así como el
intentar aprender nuevas cosas (idiomas, disciplinas…).
3. Ejercicios físicos y sociabilidad: Existe una estrecha relación entre la salud física y la mental. La
eliminación del estrés, la ansiedad y la depresión a través de la actividad física favorece la
neurogénesis, o lo que es lo mismo, el nacimiento de nuevas neuronas. Por eso, es importante que
las personas mayores mantengan una rutina de ejercicios, aunque sean básicos: Caminar una o dos
horas al día. Realizar, si su movilidad se lo permite, algún tipo de gimnasia de carácter moderado.
Estimular la movilidad y musculación (por ejemplo, en los aparatos ubicados en numerosos parques
de nuestras ciudades, y dirigidos a mayores).También hay que evitar que terminen por aislarse en
casa, y animarles a mantener el contacto con familia, amigos… así como a acudir a actividades.
4. Alimentación: Otra herramienta fundamental a la hora de prevenir el deterioro cognitivo es la de
cuidar la alimentación. Las personas mayores deben apostar por una dieta saludable, que esté
compuesta por:
Frutas y hortalizas (naranjas, manzanas, uvas, piña, sandía, kiwi, cerezas, aguacate…).
Huevos, ya que poseen ácidos grasos que incrementan la memoria en las personas de edad
avanzada y tienen alto contenido en colina en su yema.
Carne roja, que cuenta con un componente importante para el cerebro, al que aporta oxígeno, como
es el hierro.
Frutos secos, que otorgan proteínas vegetales, calcio y magnesio, elementos destacados para el
correcto funcionamiento cerebral.
Pescado azul, rico en Omega 3, lo que favorece la conexión neuronal.
Ingesta de agua para favorecer la hidratación y que la falta de ésta no lleve a un desgaste muscular
y de las funciones cerebrales.
Por el contrario, hay que evitar en la medida de lo posible el consumo de grasas saturadas,
elementos precocinados, azúcar blanco y aditivos, que pueden afectar al comportamiento del
sistema nervioso.
¿Qué son las habilidades sociales?
Las habilidades sociales son el conjunto de estrategias de conducta y las capacidades para aplicar
dichas conductas que nos ayudan a resolver una situación social de manera efectiva, es decir, que
es aceptable para el propio sujeto y para el contexto social en el que está.
Permiten expresar los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de modo adecuado a la
situación en la cual el individuo se encuentra mientras respeta las conductas de los otros. Por esta
razón, nos hacen mejorar nuestras relaciones interpersonales, sentirnos bien, obtener lo que
queremos y conseguir que los demás no nos impidan lograr nuestros objetivos. Además, estos
comportamientos son necesarios para interactuar y relacionarse con los demás de forma efectiva y
mutuamente satisfactoria. Estas habilidades son imprescindibles en cualquier ambiente que nos
podamos encontrar (en familia, en el trabajo, en la calle, etc.). Una adecuada puesta en práctica de
estas habilidades es beneficiosa para aprender a expresarse y comprender a los demás, tener en
cuenta las necesidades e intereses de todo el mundo, intentar encontrar la solución más satisfactoria
para todos ante un problema o ser solidario, cosas fundamentales si queremos vivir en sociedad.
Tipos de habilidades sociales:
Habilidades sociales básicas: Escuchar, iniciar una conversación, formular una pregunta, dar las
gracias, presentarse, presentar a otras personas, realizar un cumplido.
Habilidades sociales complejas:
Empatía. Capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona.
Inteligencia emocional. La inteligencia emocional es la habilidad social de una persona para
manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para
dirigir los propios pensamientos y acciones (Salovey y Mayer, 1990).
Asertividad. Haciendo referencia a la habilidad para ser claros, francos y directos, diciendo lo que
se quiere decir, sin herir los sentimientos de los demás ni menospreciar la valía de los otros, sólo
defendiendo sus derechos como persona.
Capacidad de escucha. Es decir, ser capaz de escuchar con comprensión y cuidado, entendiendo
lo que la otra persona quiere decir y transmitiendo que hemos recibido su mensaje.
Capacidad de comunicar sentimientos y emociones. Poder manifestar ante las demás personas
nuestros sentimientos de una manera correcta, ya sean positivos o negativos.
Capacidad de definir un problema y evaluar soluciones. Es decir, la habilidad de una persona
para analizar una situación teniendo en cuenta los elementos objetivos. Así mismo, los sentimientos
y necesidades de cada uno.
Negociación. Capacidad de comunicación dirigida a la búsqueda de una solución que resulte
satisfactoria para todas las partes.
Modulación de la expresión emocional. Habilidad de adecuar la expresión de nuestras emociones
al entorno.
Capacidad de disculparse. Ser conscientes de los errores cometidos y reconocerlos.
Reconocimiento y defensa de los derechos propios y de los demás. Habilidad de ser consciente
de nuestros derechos y los de los demás y defenderlos de una manera adecuada.
9 sugerencias para mejorar las habilidades sociales
1. Aprender a escuchar: Esta recomendación viene con una primera comprensión: quizás esta es la
habilidad más importante en la comunicación y, por lo tanto, en el desarrollo de habilidades sociales.
Existen cuatro razones por las que se necesita escuchar al interlocutor: Se obtiene información, Se
comprende el punto de vista, Se disfruta la conversación, Se aprende algo.
La habilidad a dominar se llama escucha activa. Se hace un esfuerzo consciente no solo para
escuchar las palabras de una persona, sino más importante, para comprender la esencia de su
mensaje. Si al principio resulta difícil concentrarse en lo que dice una persona, repetirse las palabras
a sí mismo ayudará a concentrarse. Otros aspectos que pueden ayudar:
Prestar atención: Mostrando al interlocutor que se le está escuchando, Haciendo contacto visual.
Poniendo a un lado cualquier cosa que pueda distraer: el teléfono, los pensamientos. Ignorando las
distracciones ambientales. Leyendo el lenguaje corporal con el que se expresa. Mostrar que se está
escuchando
Empleando el propio lenguaje corporal para transmitir atención: Asintiendo periódicamente.
Sonriendo y respondiendo a las palabras con gestos y expresiones faciales. Prestando atención a la
propia postura y asegurarse de que muestre apertura. Animando al orador a continuar. Hacer
comentarios. Hay que tener en cuenta que los filtros personales, suposiciones, juicios y creencias
pueden distorsionar lo que se escucha. El papel de oyente es comprender lo que está en juego.
Reformulando lo que dice el interlocutor: "¿Entiendo correctamente esto...?".
2. Mejorar la comunicación verbal: Este es un tema complejo y, sin embargo, se pueden estudiar
varios principios básicos para aplicarlos.
Modular el volumen y tono de voz: El tono puede llevar a una situación aparentemente perfecta. Al
compartir experiencias difíciles, pueden sonar como queja de una vida dura. Ensayar frente a un
espejo, favorecerá el aprendizaje para expresar emociones específicas unidas al tono de voz. Es
importante ajustar el volumen de voz, para evitar hablar demasiado bajo o alto, procurando no poner
al interlocutor en una situación incómoda.
Aprender a iniciar una conversación: Comenzar con algo universal, no personal, de lo contrario
podría parecer ofensivo para algunas personas. Mantenerse alejado de temas polémicos lo principal
es hacer que la otra persona se sienta bien. Aprender a terminar cortésmente una conversación
En lugar de levantarse abruptamente diciendo adiós, tratar de ser cortés. Un modo de hacerlo es
informar que se tienen asuntos, disculparse y luego retirarse.
3. Mejorar la comunicación no verbal
A veces se transmite más en la comunicación no verbal que a través de las palabras. Prestar
atención al lenguaje corporal. El lenguaje corporal puede decir mucho. Cada segundo, el cerebro
humano analiza inconscientemente cada uno de los gestos y expresiones faciales para descubrir si
se es un amigo o no, si se quiere ofender y hacer daño.
Durante el diálogo, es importante emplear una postura cómoda y atenta, tener contacto visual y ser
consciente de las expresiones faciales.
Observar cómo se comportan las personas en situaciones sociales: Observar las posturas,
gestos y expresiones faciales de otros e intentar comprender lo que transmiten. Pensar en cómo se
podría mejorar el lenguaje corporal para hacer sentir a las personas en un ambiente agradable.
Interesarse en el interlocutor. Esta es una tarea muy difícil en nuestra era egoísta. Cualquiera que
aprenda a estar genuinamente interesado en un interlocutor aumentará instantáneamente sus
habilidades sociales.
4. Entrenar las emociones: Buscar una lista de emociones y probar nuevos estados por sí mismo.
Las emociones negativas también necesitan ser entrenadas. Esto es útil cuando el estado de ánimo
se deteriora: en tal caso el enojo no será inmediato, sino que estará moderado.
5. Empatizar: Lo mejor que puede suceder en cualquier situación social es poner al centro al
interlocutor e intentar comprender su realidad ¿cómo la vive? ¿Cómo le ha afectado?, etc. Este
hábito elimina la timidez y el estrés.
6. Practicar: Probablemente se sabe que para desarrollar cualquier habilidad depende en gran
medida de la práctica. Por eso es necesario pasar tiempo con otras personas, para ir desarrollando
la intuición y gradualmente comenzar a construir relaciones efectivas con ellas.
7. Confiar: Las habilidades sociales y la confianza van de la mano. Tener muy presente que no tiene
nada de malo tener un punto de vista diferente o estar en desacuerdo con el interlocutor. Es
fundamental tener confianza y no arrogancia.
8. Tener la iniciativa: Sorprendentemente, vale la pena mostrar al menos un poco de coraje, ya que
inmediatamente habrá fuerza y confianza. Esto no significa dominar a otros, sino solo ir primero a
contactar. Presentándose, haciendo preguntas, sugerencias e interesándose en las opiniones, esto
demostrará seguridad en sí mismo. Los mayores temores sociales son superados por la acción.

9. Establecer una meta: Si una actividad no tiene un objetivo, queda sin sentido. Establecer una
meta, puede conducir a la construcción de una mejor comunicación; donde se intercambien puntos
de vista, enriqueciendo la interacción. Es de aquí mismo, donde se pueden dar los pasos que lleven
a la edificar el propósito. Probablemente se tengan varias de las habilidades sociales mencionadas,
pero mejorarlas puede contribuir a tener relaciones más sólidas que impulsen a las personas de
nuestros entornos a desarrollar o también optimizar en ellos algunas habilidades, que propicien
mejores ambientes.
¿QUÉ SON LAS EMOCIONES? Aquellas respuestas fisiológicas inmediatas y de breve duración
ante un estímulo, poseen componentes: fisiológico, conductual y cognitivo”. Y también son impulsos
que nos llevan a actuar y desencadenan conductas de reacción automática.
TIPOS DE EMOCIONES: Primarias: Alegría, Enojo, Tristeza, Miedo, afecto, sorpresa. Secundarias:
Amor (apego) optimismo, sumisión, decepción, remordimiento, desprecio, agresión, lástima,
pesimismo. Sentimientos existenciales: Depresión, compasión, odio, vergüenza.
 Intensidad y duración. Tiene que ver con el nivel de respuesta que sentimos, esto depende
de la situación. Enojo con el novio(a) despido injustificado.
 Las emociones son respuestas inmediatas ante un estímulo. “Los sentimientos surgen,
cuando somos conscientes de lo que nos provoca dicha emoción y somos capaces de
asociarlas con nuestros conocimientos previos” (Iapa)
 NECESIDAD: De Identificar nuestras emociones para manipularlas y ponerse en el lugar del
otro. Contar con herramientas que nos permitan manejar nuestras emociones y que nos lleven
a un cambio de conducta. Considerar que nuestras acciones tienen un efecto. Cuando se esté
enojando hacer un alto afectivo: me detengo, respiro, pienso y actúo

¿QUÉ SON LAS HABILIDADES EMOCIONALES?


Las habilidades emocionales son destrezas que educan el carácter, desarrollan la personalidad y
mejoran la inteligencia emocional. El psicólogo Daniel Goleman habla, sencillamente, de madurez:
«Madurez es la palabra con la que tradicionalmente nos hemos referido al desarrollo de la
inteligencia emocional».
Además, las habilidades emocionales se pueden comprender desde las inteligencias múltiples de
Howard Gardner. Las habilidades emocionales forman parte de las inteligencias personales:
Inteligencia intrapersonal: una vuelta al interior para tener una imagen verdadera de nosotros
mismos.
Inteligencia interpersonal: comprender a los demás.
Según Daniel Goleman y la mayoría de expertos en educación emocional, como Rafael Bizquera,
hay cinco habilidades emocionales básicas que van de dentro de la persona hacia fuera. Es decir, en
la educación primero se hace un trabajo interno para mejorar luego la relación con el mundo y los
demás.
Las cinco habilidades emocionales básicas son las siguientes:
1. Conciencia de las propias emociones.
2. Regulación de las propias emociones.
3. Autoestima, confianza y motivación.
4. Empatía, conciencia de las emociones de los demás.
5. Habilidades sociales, de vida y bienestar.
Conócete a ti mismo: Quizá la expresión «conciencia emocional» parezca extraña, pero es de
sentido común: implica conocerse a uno mismo, clave para el desarrollo personal. Esta primera
destreza implica: Identificar y nombrar las propias emociones, que nos dan información sobre la
realidad. Distinguir entre pensamientos, sentimientos y acciones. Expresar los sentimientos.
Esclavos de la pasión: Una vez somos conscientes de nuestras emociones, podemos hacer algo
para no ser esclavos de ellas. Se trata de ganar en libertad, gracias a: Calmar y regular emociones
negativas, como la tristeza, la ansiedad o la ira, habilidades esenciales para prevenir la violencia y la
depresión. Controlar la impulsividad a base de retrasar gratificaciones, desarrollar la tolerancia a la
frustración y crecer en virtudes como la templanza. Generar emociones positivas, aprendiendo a
tomar decisiones y a actuar de manera realista y positiva.
Las raíces de la empatía: La educación emocional fomenta la empatía y el altruismo porque
reconocer las emociones de los demás nos hace más comprensivos con ellos. Otras habilidades que
desarrolla la empatía son: Escucha activa, destreza que, de nuevo, tiene que ver con saber controlar
el propio ánimo para mantener atención plena. Comprender normas de conducta porque nos
hacemos más conscientes de las consecuencias de nuestras acciones. Respeto, que crece cuando
somos sensibles al mundo emocional propio y ajeno.
Las artes sociales: Desarrollar las anteriores habilidades emocionales hace que mejoremos
nuestras relaciones sociales. Algunas habilidades sociales clave son: Asertividad, para comunicar los
propios pensamientos y sentimientos sin ira ni pasividad. Resolución de conflictos, que pone en
juego muchas habilidades emocionales de comprensión de problemas y negociación de soluciones.
Liderazgo, porque nuestras habilidades emocionales pueden influir en los demás, «contagiarles» y
despertar entusiasmo.
REFLEXIONANDO SOBRE LAS EMOCIONES
 “Aprender a navegar en el mundo de las emociones y sentimientos, logrando mayor sintonía
con el propio mundo afectivo y el de las demás personas.
 Aprender a escuchar nuestras emociones, ya que algo nos están diciendo.
 A veces pensamos que no tenemos derecho a sentir miedo, tristeza o ira y así el mundo
afectivo se puede ver distorsionado con prejuicios, temores y racionalizaciones.
 Comprender mejor lo que sentimos implica escucharnos y escuchar a los demás”.

Ejercicios y actividades para desarrollar tu Inteligencia Emocional


1. Ten tu diario de emociones: Para comenzar a practicar la Inteligencia Emocional
diariamente, no hay nada mejor que tener un diario emocional. Esta actividad es simple, pues
es similar al clásico diario de adolescente. Para llevar a cabo el diario de emociones, sólo
tienes que tomarte 10 o 20 minutos al día, preferiblemente antes de acostarte, para hacer un
repaso de cómo ha ido tu jornada a nivel emocional. Si por ejemplo sientes que has
estado experimentando estrés y te sientes triste, anótalo. Revisa cómo te has sentido durante
la semana y compáralo con la semana anterior. Es importante que añadas estrategias para
sentirte mejor, es decir, tareas que puedes realizar para evitar el exceso de emociones
negativas. Con el diario de las emociones es posible trabajar el autoconocimiento emocional
y la regulación emocional a medida que lo vas utilizando. Esta estrategia es útil para entender
tus emociones y para darte feedback sobre cómo te sientes.
2. La rueda de la vida: La rueda de la vida es una de las técnicas más eficaces para
conocernos a nosotros mismos y corregir aquellas áreas de nuestra vida con las que no
estamos contentos. Realizar este ejercicio no lleva más de 20 minutos y su funcionamiento es
muy simple. Su eficacia es tal, que incluso los expertos en desarrollo personal utilizan esta
técnica. Esta técnica nos ayuda a saber cuáles son nuestros deseos y necesidades, que
muchas veces quedan ocultos por las exigencias sociales. Por tanto, es una forma de
empoderarnos frente a la vida, de plasmar en un papel lo que realmente queremos y lo que es
importante para nosotros. Así podemos tener una visión clara más clara de hacia dónde
queremos ir, desde fuera de nuestra cabeza.
Para realizar este ejercicio, necesitamos una hoja de papel que contenga un círculo para que
podamos poner qué áreas de nuestra vida son importantes para nosotros y queremos
trabajar. Por ejemplo, trabajo, amistades, pareja, familia, ocio… Después, es necesario
evaluar cada variable con una puntuación que muestre nuestra preferencia. Por ejemplo, si el
trabajo es lo más importante, pondremos el número “1”. Una vez tengamos claro el orden de
preferencia, es necesario anotar diferentes acciones para mejorar nuestra vida.

3. Detente un minuto: La regulación emocional también es una de las claves de la Inteligencia


Emocional y de las relaciones interpersonales. Pero no siempre es posible detenerse un
minuto de nuestra vida para analizar el momento presente. Imagínate que estás en una
negociación colectiva en el trabajo y las cosas se van de las manos. El ambiente se ha vuelto
tenso y no estáis llegando a un acuerdo porque existe un cierto tono de crispación. Es posible
que desees pararte un momento, aclarar la mente y responder y negociar con la cabeza más
que con el corazón. Puedes aprender a relajarte y controlar tus emociones con la meditación
de un minuto. Una vez que la hayas perfeccionado, puedes usarla en cualquier momento y en
cualquier lugar. En el ejemplo anterior (el de la negociación colectiva), si las cosas se van de
las manos, siempre es mejor tomarse 5 minutos de descanso para que las aguas vuelvan a su
cauce y la negociación pueda retomarse con serenidad. En esa situación podrías aprovechar
ese descanso para practicar este ejercicio.

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