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El Bien Común

1.- El fin: el bien

De las cuatro causas de todo ser (material, formal, eficiente y final), hay que decir que la causa final
es “la primera de todas las causas”, pues mueve al agente a dar forma a la materia. La causa final
“atrae” al agente a moverse dando forma a la materia.

Por eso puede decirse que la causa final es “la causa” de las otras causas del ser. En otros términos,
la causa final de un ser es el principio del operar del agente. Es por eso también que podemos decir
que la relación entre el ser perfectible y el ser perfectivo es de causalidad.

• La causa final es la primera de las causas entre las cuatro causas del ser.

• la causa final es principio del movimiento.

Como venimos diciendo, todo ser obra por un fin. El fin es aquello por lo cual todo agente se mueve.
Por lo tanto el fin es aquello que el ser apetece.

Todo ser (finito) se mueve (pasa de potencia a acto) por un fin. Todo ser tiende a su perfección, a
su bien. Todo ente actúa por un fin, que le es su perfección. Bien, fin, perfección son realidades que
se identifican.

Bueno es lo perfecto y en razón de ello es amable, apetecible. Y es también por eso que lo bueno
(el bien) es perfectivo de otro que es el ser perfectible.

Por tanto, “bien” es el ser que es apetecible por otro ser, en vista de una perfección que es
comunicable. Hay en ese ser apetecido una perfección (ser de algún modo perfecto), que es
buscada por el aquel otro ser que la apetece (ser perfectible). Esa perfección es un acto de aquel
ente perfecto y apetecido.

Ese ente apetecido es considerado por el ser que apetece como un “fin”, como una completitud que
busca recibir. (Recordemos que todo ser en cuanto ser es bueno, por tanto, todo ser aún
mínimamente en tanto acto de ser, por ser bueno, puede ser un bien para otro).

Todo ser finito se dirige a un fin; se orienta a su perfección.

La perfección posible que se adquiere mediante el pasaje o movimiento de la potencia de ser


(potencia de perfección) al acto de ser (posesión de dicha perfección) se recibe de otro, del ser
perfectivo o perfecto -según su género-.

En otros términos, todo ser (imperfecto) está ordenado a un fin. El movimiento entendido como
paso de la potencia al acto, implica que el término o el fin del movimiento es la perfección del ente.
Por eso podemos decir que el “fin” tiene razón de “bien” para el ser que se mueve.

El “bien” es un “ser” considerado bajo la tendencia o apetito de otro que lo apetece como fin a
obtener o llegar y que lo completa o lo perfecciona.

Síntesis de expuesto hasta aquí: “El bien es el ser perfectivo de otro a modo de fin” (Tomás de Aquino
De veritate q. 21 art. 1).
De lo expuesto, tenemos que “bien” es el ser perfecto (con una perfección) que es perfectivo de
otro (ser perfectible) a modo de fin. De manera derivada o analógica se suele llamar bien además:

a) a la perfección que comunica el ser perfectivo al ser perfectible. (la perfección


comunicable).

b) A la adquisición de esa perfección. (El modo o el movimiento por el cual se recibe la


perfección)

c) Al ser perfeccionado -ya en posesión de la perfección lograda- (el ser perfectible ya


perfeccionado).

d) A la tendencia del ser perfectible para alcanzar su perfección 1. (La inclinación a la


perfección).

2.- El fin del ser humano: bien con otros

Como dijimos todo agente actúa u obra por un fin. En el caso del hombre, este obra por fines de
manera consciente y libre (tendencia natural al bien; a hacer el bien y evitar el mal). El fin es siempre
el bien, pues no puede ser el término de ninguna intención el mal como tal 2. El fin es el bien
intencionalmente considerado.

Cada ser posee una naturaleza o esencia y será bueno (su bien) aquel fin que va en línea del propio
ser actuante (en movimiento). En el caso del ser humano, es propio de su naturaleza el carácter de
ser social, es decir se plenifica (se perfecciona) con otros. Por tanto, debemos atender a dos
principios para comprender luego acerca del fin de la sociedad política.

Estos dos principios son: la tendencia natural del ser humano al bien y la tendencia natural del ser
humano a vivir en sociedad.

De aquí entonces que el perfeccionamiento del ser humano (su fin, su bien) se logra viviendo con
otros, en sociedad (fin común). El motivo de la vida social es precisamente la consecución de la vida
plena humana. El fin de ser humano requiere que sea la vida en sociedad con los otros.

El fin común de la sociedad humana (cualquiera sea ella desde la familia hasta el estado) es un bien
que no puede ser alcanzado por las partes aisladamente. El fin común (bien común) se obtiene con
las partes de la sociedad y se participa entre las partes de la sociedad. Por eso es común. El bien
de este tipo (común) ejerce causalidad de fin para los miembros (partes del todo que es la sociedad).
Entre los miembros hay comunidad -unidad que los une- que se da por causa del bien que les resulta
común. Por eso se dice que cuanto más perfección entitativa tiene un ser, más bueno es. Y en cuanto
más bueno, es más común.

Conclusión: el bien del hombre es un bien común y estos por dos razones: porque su naturaleza es
social y por tanto su bien también y porque obtiene su plenitud en tarea conjunta y dirigida.3

1
Rubén Calderón Bouchet. Sobre las causas del orden político. Ed. Nuevo Orden. Pag. 53.
2
Leonardo Castellani. Elementos de Metafísica. P. 41. Ediciones Penca. Buenos Aires, 1977.
3
Sostiene Rubén Calderon Bouchet que el ser humano es un ser sustancial pero su bien es relativo porque el ser humano carece en
sí de las perfecciones que van a darle la consecución del bien. En cambio, la sociedad es un ente relativo (porque es un accidente)
pero considerada como fin es un bien absoluto porque colma a sus miembros (las personas) de las perfecciones necesarias para
alcanzar el fin último. (Rubén Calderón Bouchet. Sobre las causas del orden político. Ed. Nuevo Orden.)
3.- El fin de toda sociedad humana: bien común

En cada conjunto de seres que conforman un todo según un cierto “orden” (ejemplos tales como
desde una biblioteca, una colmena, una familia, una sociedad política) es principio del orden que los
une un bien que les resulta común; un fin que da sentido y cohesión a ese “todo ordenado”. Se trata
de un bien que otorga sentido al orden de las partes constitutivas del todo y por tanto brinda unidad
a esa pluralidad.

Aplicados esos principios a la sociedad humana cualquiera sea ella -familia, gremio, estado),
podemos entonces señalar:

(i) Que se trata de una realidad accidental compuesta de relaciones entre los seres humanos.

(ii) Que se trata de un “todo” (conjunto de partes) conformado por un orden que le da cierta
unidad.

(iii) Que el sentido del orden está dado por un fin que es común a las partes del todo (bien
común).

(iv) Que se trata de una realidad práctica (no artificial o ni meramente instintiva) en tanto que
está constituida por los actos conscientes y libres de los hombres (forma del obrar
humano).

En síntesis, la sociedad humana es una realidad práctica constituida para la consecución de un fin
común. Es una pluralidad de personas unidas para conseguir mancomunadamente.4

4.- El bien común es causa fin (no es un universal meramente lógico)

Debemos distinguir dos tipos de comunidades de seres. Pues es crucial para determinar la
naturaleza de lo que es el bien común.

Una cosa es una comunidad de predicación donde no hay un bien común que una a las partes y otra
cosa es una comunidad de bien donde sí encontramos un bien común unificador. Veamos.

En un primer caso se trata de una comunidad de “razón” o de “predicación” es cuando el género es


común a diversas especies y las especies son comunes a diversos individuos. Es decir, una
“comunidad de predicación” se da cuando de manera mental-lógica se predica de varios entes, una
comunidad mediante la abstracción -separación- de algunas de características de los entes.

Por ejemplo, cuando decimos “animal” para aplicarlo -predicarlo- tanto del ser vivo irracional (un perro)
como de un ser humano. En ese caso ese “común denominador” (o género común) es sólo por
aplicación lógica, pues en la realidad de los hechos el ser humano existe con sus características y
diferencias que lo distingue de los seres irracionales (el perro).

Por eso una predicación común no es una comunidad de bien. Pues lo que es más común (el común
denominador) es lo más imperfecto (ver el ejemplo de “animal” como común denominador tanto
del ser viviente bruto como del ser humano). Este caso se trata de un universal lógico cuya nota de
“común” lo constituye lo menos noble de un ser (en el ejemplo, decir “animal” respecto del
hombre).

En cambio, algo es común por causalidad, cuando ese algo -que es perfecto o posee una perfección
4
Mancomunado: “manos comunes o conjuntas”, aludiendo a lo que se hace de modo coparticipativo en vistas a un fin único.
comunicable a otros seres perfectibles- comunica su perfección a otros muchos. La perfección de
ese ser (perfecto o perfectivo) es participable de manera que todos los entes que componen ese
grupo (como partes de un todo la poseen o la pueden poseer.

Dicha posesión u obtención de aquella perfección no se recibe en cuotas, no puede ser partida y
distribuida. La perfección es “participada” en la medida del ser perfectible que la recibe.

Por eso en el caso de un bien común se trata de una comunidad de fin, de la cual sus miembros
“participan” del logro y consecución de ese bien participable (común). Es decir, se trata de una
pluralidad de seres perfectibles que tienen por fin común ese bien o perfección que los une y da
sentido y orden en esa pluralidad. No se trata de una unidad por mera distribución o adjudicación
de cuotas o parcialidades a los miembros.

Es común a muchos cuando permanece sin diluirse o dividirse en la perfección que comunica a los
seres perfectibles5. Cuanta mayor perfección entitativa tiene un ser más bueno es y cuanto más
bueno más común.

El bien común es un bien perfectivo de varios. El bien común es aquel que es tanto mejor por
extenderse a todos los entes que de él participan. El bien común es un ente perfectivo de varios
cuya capacidad o virtud perfectiva no se agota al perfeccionar a cada uno de los miembros que de
él participan.

5.- El fin de la sociedad humana política: bien común político

Cada sociedad humana es tal en función del fin que la constituye. La sociedad humana (cualquiera
sea ella) está constituida por un conjunto de seres humanos y sus relaciones, en la que buscan en
forma mancomunada un fin.

Las diversas sociedades humanas tales como un gremio, un club, una asociación comercial, una
universidad, etc. apuntan cada una de ellas a sus bienes comunes. Pero ninguna de ellas puede
alcanzar el bien humano natural en su plenitud. Por eso se dice que es fin consistente en el bien
humano temporal, requiere necesariamente una sociedad humana que se funda en la búsqueda de
es bien común temporal.

Por tanto, la sociedad que busca ese fin, y que por tanto y de algún modo abarca los otros bienes
comunes sociales, es la “sociedad política”.

Decimos entonces que la sociedad política no atiende a un fin parcial, sino que se propone aglutina
y dinamiza el despliegue de la totalidad de las potencialidades humanas.

Esto no quiere decir que las sociedades humanas inferiores quedan absorbidas en la sociedad
política, sino que solo se subordinan a ella en función del fin integral de esta última (el bien común
político).

Por tanto, el bien común político atiende a actualiza todas las dimensiones naturales perfectibles
del hombre y no de uno sino de todos los hombres.

La sociedad política es una comunidad denominada “perfecta” pues puede proporcionar a sus
miembros la suficiencia de bienes, es decir de recursos necesarios para vivir una vida humana
completa. A su vez no está sometida a ninguna otra en lo temporal. (Solo queda subordinada en
cierto modo a otra sociedad también perfecta -que contiene los medios para su fin-,

5
De Veritate, art. 6 ad.7.
en tanto que esta está dirigida al bien común sobrenatural -trascendental del ser humano).

Ahora bien, dado que la sociedad política es un ente accidental compuesto de seres humanos el
bien común inmanente debe ser necesariamente un bien humano, un bien perfectivo del hombre
conforme su naturaleza. El bien humano comprende de los siguientes bienes:

Bienes según las partes integrales:

• Bienes exteriores: muebles e inmuebles.

• Bienes del cuerpo: salud, integridad, y

• Bienes del alma: ciencia, virtud.

Bienes según sus partes análogas:

• honestos (virtud),

• deleitables (gozo), y

• útiles (habilidad, riquezas).

(Existen visiones utilitaristas o superficiales que sostienen que los seres humanos tendrían una
interdependencia sólo en lo que respecta a los medios para la satisfacción de los deseos necesidades o
intereses individuales. El objetivo de la vida social sería meramente la utilidad. No habría un bien común
humano y si se sigue lógicamente esas premisas tampoco habría entonces sociedad humana y menos aún
sociedad política. Esta visión considera que el hombre entra a vivir en sociedad con otros para procurarse algo
singular, propio particular, por tanto la la sociedad sería un instrumento para ello.

Sin embargo, una visión realista debe considerar que aun cuando los seres humanos no tuviesen necesidad
de otro en orden a cosas meramente útiles (lo útil), de igual modo los seres humanos son llevados por su
propia naturaleza a vivir juntos y no aislados. El buen vivir de la persona es el vivir bien junto a otros (“nuestro
bien”). El motivo por el cual la felicidad común deriva de la felicidad propia es que el ser humano es por
naturaleza amigo de los otros hombres.

La razón enseña al hombre que la medida de la acción reside en el bien humano y si el bien común realiza el
bien humano más y mejor que su bien propio, debe estimar más aquel bien común. Quien busca su propio
bien busca implícitamente la colaboración y su efecto inmediato, el bien común6.)

6.- El fin de la sociedad política: No es la suma de bienes particulares

Si fuera la suma de bienes particulares no se trataría de un fin unificante, no es un bien común que
aglutina o lleva a la unidad. Sería tantos fines como partes haya en la sociedad política. No había
causa común (final).

Si fuera ese caso tampoco habría nada político pues todo sería un reaseguro de bienes individuales.
No sería necesaria la vida política como promotora de un bien super comprehensivo de los grupos
menores y los individuos. (Recordar que el ser humano se desarrolla, plenifica, perfecciona en
sociedades pequeñas –ejemplo la familia- hasta insertarse en el grupo que brinda el mayor
despliegue de su humanidad).

6
Louis Lachance. Humanismo Político. Ed. EUNSA. Pag. 268.
El bien común es más apetecible por cada uno que el bien particular o individual porque es más
perfecto y perfectivo. Quien elige entre bien común y un bien particular, no elige entre un bien
ajeno y un bien propio, sino por dos bienes propios de los cuales uno es mejor para él mismo.
(Ejemplo del padre de familia que no enajena sus ingresos en su provecho individual sino en el bien
de la familia, del bien común que es para él un bien personal mejor o preferible)7.

El bien es común porque es más perfectivo y no porque sea de otros. No se trata de un bien colectivo
sino común. (por ejemplo, de colectivo es un crédito divisible con pluralidad de acreedores
simplemente mancomunados).

7.- Consecuencias de negar el bien común político

Si se niega el bien común político de la sociedad caben dos alternativas: o bien se está negando la
existencia de la sociedad política misma, lo cual empíricamente es insostenible, o bien se está
cuestionando el carácter natural de la sociedad política. Si no hay naturaleza social no hay búsqueda
o consecución de un orden específico y tampoco fin común.

Si la vida social se reduce a bienes particulares entonces el sentido de esa vida social es pre-político.
El estado sería únicamente para custodiar a los grupos infra-políticos y a los individuos. La sociedad
política (al no ser natural al hombre y no tener un fin común natural) existiría para aquello que
demanden los grupos o los individuos frente a la debilidad o frente a la maldad. El orden político, es
decir la sociedad política sería nada más que un remedio o seguro para paliar los defectos y
maldades. La sociedad sería producto de pacto humano (contractualismo) y tendría por causa la
debilidad y la maldad humanas. Si la sociedad tiene por causa la promoción y protección de los
bienes particulares, no tiene fin común y en forma concomitante no tiene carácter natural.

8.- El Bien común político y el Derecho

El Derecho -lo justo- se orienta al bien común: 1) Una conducta justa está ordenada al bien común
sea de manera directa o indirecta. 2) Una norma jurídica es una ordenación racional referida al bien
común. 3) Un poder jurídico se funda en tanto referido al bien común. La vida
social toda consiste en un obrar colectivo -en común- en miras de un bien común.

De este modo incluso podemos afirmar que el Derecho es la vida social en referencia al bien común
humano (natural, también llamado temporal). El bien común es la “perfección” de la vida social”.

Hemos visto al tratar al Derecho, que lo justo remite al título jurídico por el que algo es de alguien.
Ahora bien, señala Guido Soaje Ramos que “todo título jurídico no tiene valor sino por sus relaciones
inmediatas o mediatas al bien común”. La determinación de los suyo de alguien, o lo justo de cada
uno tiene en cuenta el punto de vista del bien común de la sociedad política.

De tal modo que una conducta será jurídica si ella está referida inmediata o mediatamente al bien
común. En la justicia general y distributiva se advierte en una relación directa entre la relación
jurídica y el bien común. En la general se trata de la conducta justa de la parte hacia el todo social y
es la ley la que dirige las conductas de las partes hacia el bien común; por su parte en la justicia
distributiva la asignación de proporción de beneficios y cargas dimanantes del bien común.

La justicia conmutativa tiene una referencia mediata al bien común; pues lo justo en el sinalagma
de las relaciones de cambio entre las partes contribuye al bien común y no debe vulnerar la
orientación al bien común. Los bienes intercambiados en la justicia conmutativa son adquiridos o o
intercambiados con el apoyo del orden social político; el bien común es fin que sirve de coordinación

7
Pueyrredón. Semántica del bien común. Prudentia Iuris.
de esos bienes.

9.- El fin del Derecho

En el siguiente esquema representamos los fines del Derecho. El despliegue de lo justo (lo suyo de
otro) y la ley como ordenación racional al bien común, promueven la realización un orden justo en

la sociedad. Ese orden justo (jurídico) se compone de tres elementos constitutivos del bien común
político: el propio “orden” como objetivo, la “seguridad” jurídica que se desprende del anterior, y la
“justicia” como objetivo o logro en la sociedad.

Estos tres componentes (orden, seguridad y justicia) coadyuvan a la “paz” de la vida social, que
significa vivir en la tranquilidad de un orden justo. A su vez, la “paz” social es el presupuesto para
la vida virtuosa que incluye la amistad, la justicia y la caridad; máxima plenitud asequible por el ser
humano en ámbito temporal.

Por lo tanto, el Derecho a través de sus analogados: principal (lo justo) y secundario (la Ley) tiene
por fin el bien común político.

Dice Carlos Sacheri “entre los elementos principales del bien común político se encuentran: la
ciencia, la justicia, el orden, la seguridad. De su realización resulta la paz, que es como la conclusión
y síntesis de los anteriores. La tranquila convivencia en el orden -según la expresión de San Agustín,
pax tranquillitas ordinis- es el signo por excelencia que manifiesta la efectiva realización del bien en
una sociedad determinada. De ahí el carácter esencialmente dinámico del bien común político, el
cual no es tanto algo que se posee y reparte sino un bien moral que todos contribuyen a realizar
cotidianamente y del cual todos participan y disfrutan en común“8.

10.- Elementos que componen el bien común político9

Ahora estamos en condiciones de desarrollar muy brevemente los elementos que componen el bien
común político y de los cuales el Derecho tiende o se dirige.

Orden: es el elemento más urgente o primario. El orden es disposición que asigna a las cosas
diferentes y a las iguales el lugar que les corresponde (S. Agustín). Es un presupuesto y un resultado
a la vez. Pues el orden es necesario como paso para los demás elementos del bien común, porque
sin orden no es posible el desarrollo de los demás. Pero es a la vez el resultado o el fin que se busca;
es decir un orden al que la sociedad se dirige como fin.

Seguridad: Es un componente del bien común político que deriva del orden (del elemento anterior
mencionado).

Seguridad jurídica significa saber a qué atenerse en el actuar social. Implica tener la creencia cierta
de que no se recibirán ataques de otros pero que si lo hubiera habrá una razonable reparación.

El orden del bien común político no es el “orden” de una colmena o de una biblioteca. Es un orden
de la vida social, de las relaciones humanas constituidas de razón y voluntad.

Justicia: Aquí no se trata de la justicia como propiamente virtud, somo como el resultado de los
actos justos en la sociedad. Es decir, como el efecto o fin que se obtiene y desarrolla por efecto del
cumplimiento del Derecho en la sociedad; es decir la justicia como fin, como integrante del Bien

8
Carlos Sacheri. El orden natural. Ed. Eudeba. P. 150.
9
Bernardino Montejano. Los fines del derecho.
común político.

Paz: La paz es la tranquilidad en el orden. La paz es consecuencia del orden y de la justicia. Pero es
a su vez, la paz es fundamento de la justicia. Es el fin mediato en la sociedad.. En la paz cada uno
ocupa el lugar que le corresponde (Platón).

11.- La “tensión” entre la justicia y el orden. Planteo de Giuseppe Graneris10

Graneris plantea dos disyuntivas. Primera; el Derecho ¿parece tener por fin la instauración de la
justicia, del orden, o de ambos? En tal caso cómo se debe entender la combinación.

Parece que el Derecho persigue instaurar la justicia como fin pero a medida que se establece el
ordenamiento jurídico de una sociedad, parece haber un olvido y se termina estableciendo en
cambio el orden como único valor. De hecho, se aprecia efectivamente que el Derecho tiene una
tendencia al orden (como necesidad de certeza). De allí instituciones como la prescripción.

Pero parece que así entramos en una encrucijada, entre orden y justicia.

Una respuesta escolástica acertada indicaría que el orden y la justicia son dos fines colocados en
distintos puntos de una misma línea que une al Derecho con el fin último político (BC). El orden está
más al comienzo de la línea y la justicia más a su término. El orden sería un fin próximo y la justicia
un fin remoto. Sin embargo, esta línea de continuidad a veces no parece apreciarse con facilidad.

Entonces debemos ver que la regla del BC (que es la ley) debe operar del siguiente modo: no debe
imponer a la justicia sacrificios mayores que los necesarios para garantizar el orden y a su vez, no
debe poner al orden a un peligro que no sea mayor que el necesario para asegurar la justicia. Se
advierte entonces una regla de equilibrio entre ambos.

En este mismo sentido hay que tomar en cuenta que el orden no es cualquier orden formal o vacio
de contenido, sino que nace de la misma naturaleza de la materia a ordenar (la vida humana social)
y dicha materia es propiamente la cosa justa. Es decir que el Derecho tiene como tarea y como fin,
establecer un orden según la justicia. Es decir, un orden justo.

Ahora bien, demos un paso más. El establecimiento de un orden justo produce la paz, como
prolongación y estabilidad de ese orden con justicia. Un ejemplo es ver como una sentencia judicial
justa es obradora de paz social.

Y si avanzamos otro paso más vemos que la posibilidad de que el orden justo engendre la paz,
también genera la vida virtuosa (recordar aquí la función de la justicia general o legal abarcadora de
actos de todas las virtudes morales en tanto afecten a otros en relación al bien común); y fruto de
aquello será la amistad social y su corolario la caridad.

En síntesis, el aparente conflicto (o la aporía) entre el orden y la seguridad y la justicia es que


aquellos son una necesidad y por tanto el Derecho tiene la tarea de establecer un orden social, y la
justicia es un deber, por tanto es un fin del Derecho –establecer la realización de la justicia-.

Así, el Derecho tiene por tarea el orden social y por fin la justicia. Establecer en definitiva un orden
social según la justicia.

12.- El fin último del hombre

10
Giuseppe Graneris. Contribución Tomista a la Filosofía del Derecho. Ed. Eudeba.
Según Castellani las ideas sobre el fundamento último de los actos humanos (fin último) se divide
en tres grupos:

A.- Aquellas que indican que el hombre está ordenado a un fin último diferente de sí mismo, pero
dicho ser diferente de sí mismo es una cosa creada (limitada). Aquí podemos encontrar a quienes
hacen reposar el bien último en del hombre en:

1) el placer (Hedonismo, Epicuro)

2) lo útil (Utilitarismo, Bentham, Stuart Mill)

3) el Estado (Hegel)

4) la humanidad (Compte)

5) el progreso (Spencer)

6) la producción del superhombre (Nietzsche /transhumanismo)

Estas ideas rebajan al hombre por abajo de sí mismo pues proponen como último fin un bien que es
agotable, o que es inferior o que es limitado

B.- Aquellas que indican que el hombre no está ordenado a ningún fin último fuera de sí mismo.
Aquí encontramos a los que:

1) consideran a la moral (Estoicismo, Spinoza)

2) los que dicen que el deber por el deber se basta a sí mismo (Kant).

Estas doctrinas divinizan al propio hombre lo que es erróneo pues el ser humano busca un
inagotable, increado, infinito, que es distinto de él mismo. El hombre no agota en sí mismo, su
aspiración constitutiva es a un bien que lo trasciende.

C.- Aquellos que indican que el hombre está ordenado a un fin último superior a sí mismo.

En la historia de pensamiento se ha dado una aporía o aparente conflicto, que nace ante dos
certezas pasibles de entrar en confrontación: la certeza de la tendencia natural a la felicidad y la
conciencia natural de hacer el bien. Frente a la tensión de esas dos tendencias Emanuel Kant la
resuelve diciendo que hay que seguir férreamente la virtud (esto es hacer el bien como deber)
desentendiéndose de encontrar la felicidad. En el otro extremo, Epicuro sostenía que hay que seguir
el placer (la felicidad según él) desentendiéndose de la virtud. Ambas parecen algo inhumano.

Aristóteles parece resolver la tensión al sostener que la práctica de la virtud trae la felicidad. Lo
hace del siguiente modo. Deduce analíticamente el último fin del hombre indicando que está dado
por el desarrollo pleno de su naturaleza específica humana. Así esa perfección del ser humano será:
1) el mejor acto, 2) de la mejor potencia, 3) acerca del mejor objeto.

Pero esta deducción -dice Castellani- parece floja. Basta con ver los dolores y la rudeza de la vida
humana que no impiden o no permiten la práctica de la virtud (entendida como la conducta según
la razón en orden de las esencias que el hombre descubre) que logre la felicidad humana. La práctica
de la virtud es sólo camino y condición previa para la felicidad, pero no es la felicidad misma.
En realidad, la vida humana depende de la tendencia al sumo Bien del hombre que es trascendente. El
hombre está ordenado a un fin último superior a sí mismo y ese fin es absoluto (no
relativo) y es infinito (inagotable). Entonces así, si cobra sentido afirmar que el vivir en la virtud
(como refería Aristóteles) en tanto hay un fin trascendente que lo funda y lo justifica.

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