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[TEXTO SOBRE EL BIEN COMÚN POLÍTICO, TOMADO DE

CAMILO TALE, LECCIONES DE FILOSOFÍA DEL DERECHO, CÓRDOBA,


ALVERONI, 1995]

CAPÍTULO 16

EL BIEN COMÚN

Introducción

La noción de bien común está entrañada en todo el ámbito de lo político, desde el asunto
primordial de los fines del Estado, hasta los criterios para juzgar la legitimidad de un
régimen de gobierno y de cada una de las decisiones políticas en particular. En efecto, los
actos de los gobernantes, de los funcionarios, y aun aquel las conductas de los ciudadanos
que puedan afectar a la colectividad, se valoran a la luz del "bien común", el "bien
público" o la "utilidad general".

También es ineludible la consideración del bien común en las ciencias del derecho. La
necesidad de referirse permanentemente al bien público es algo muy palmario cuando se
abordan las ramas del "derecho público'', pero asimismo el estudio cabal de las disciplinas
del "derecho privado" exige tener en cuenta el bien común, y muchas veces ocurre que
solamente esta realidad permite comprender adecuadamente la razón de ser de ciertas
instituciones, como sucede con la prescripción liberatoria, entre otras. En las normas del
denominado "derecho privado" siempre está interesado, aunque sea indirectamente, el
bien comunitario.

En la más conocida definición de ley, se la concibe precisamente como la "ordenación de


la razón, dirigida al bien común, y promulgada por quien tiene a su cargo el cuidado de
la comunidad". El concepto que nos ocupa suele aparecer dentro del texto mismo de los
preceptos jurídicos, a veces con la denominación mencionada, pero generalmente con
términos sucedáneos, como son aquellos que suelen expresar algunos aspectos del bien
común: bienestar general, orden público, seguridad pública, salud pública, interés
general, utilidad social, moralidad pública, etc.

Podemos hallar con frecuencia el término en documentos eclesiásticos; se lo encuentra


asimismo en el discurso de gobernantes y de candidatos; y no es rara su aparición en las
sentencias de los jueces ...

Dedicamos la cuarta y última parte de estas Lecciones a profundizar la noción de bien


común en general, y de bien común político en especial, y a tratar brevemente algunos de
los problemas que suscita en la teoría política y jurídica esta realidad práctica, así como
su relación con el bien particular.
Plan.-

En el presente capítulo hemos de tratar del concepto de bien, de bien común y de bien
común político. El siguiente lo dedicamos a analizar los aspectos que están contenidos
dentro del bien común político.

Concepto de bien

Bien, en el sentido más amplio, se denomina todo aquello que un viviente apetece, o
también, y más propiamente, aquello que lo complementa o perfecciona.

Pero ¿no puede el hombre apetecer algo que no es un bien, sino un mal? Así por ej. ¿el delincuente
no desea el mal? En realidad, siempre se apetece un bien, aunque sea desde el punto de vista
sensible; por ej., en el caso del robo, el ladrón apetece la cosa que sustrae, o el dinero que obtendrá
en reducirla, y que se convertirá luego en otras satisfacciones sensibles o de otra clase, y también
apetece, claro está, el reposo, en cuanto se mueve hacia el delito como una manera de obtener el
sustento y otras cosas sin el esfuerzo del trabajo cotidiano. Cuando una persona obra mal (y no
solamente en el caso del delincuente)~ ocurre que ella deja de lado un bien necesario -y por esto
se dice que obra mal-, pero lo hace porque apetece algo que, en cierto sentido, es un bien, en tanto
aquieta su apetito. El obeso que experimenta la tendencia a ingerir cosas en cantidad tal que le
causan un sobrepeso evitable y que disminuyen su salud, cuando apetece de tal manera los
manjares persigue un bien, aunque en este caso se trate de un bien tan sólo desde el punto de vista
sensible, ya sea la gratificación del gusto inmoderado, para quien esté poseído por la gula, ya sea
cierta tranquilidad del ánimo, para quien busca en la comida paliar su ansiedad... Así también
para el diabético el azúcar es un bien sensible, aunque no sea e1 bien útil para su salud, y tampoco
sea bien moral la conducta voluntaria de consumir azúcar en esa circunstancia, habida cuenta del
deber que todos tenemos de conservar nuestra salud.

Nada es apetecido en cuanto es malo. La venganza, por la que se irroga un mal a otro,
aparentemente sin que sea un bien para quien lo hace, sin embargo busca un cierto bien, que es
acabar con el desasosiego que se experimenta hasta tanto se retribuya así la ofensa que antes se
recibió. Hay aquí también un bien intentado, aunque al mismo tiempo pueda ser un mal desde el
punto de vista moral.

Bien y perfección

Desde el punto de vista ontológico, el bien importa una perfección para el ente;
precisamente por causa de ello el bien es apetecible por el ente al cual lo perfecciona; esta
perfección puede ser la que el ente posee en sí mismo, de acuerdo con su naturaleza
específica (así por ej. la perfección del caballo en cuanto es caballo, la del hombre en
cuanto es hombre, la del hierro en cuanto es tal); también está la perfección peculiar del
individuo, que también posee naturalmente, y que se suma a la anterior (así por ej. la
perfección propia de este caballo, o de este hombre, por sus cualidades o dotes naturales).
Además, también constituyen un bien, desde el punto de vista ontológico, las perfecciones
adquiridas, que actualizan las potencialidades que están en la naturaleza del ente. Así por
ejemplo las habilidades que adquiere un caballo por medio del entrenamiento, los
conocimientos intelectuales que adquiere un ser humano. El saber es un bien para el
hombre porque es una perfección para éste, ya que consiste en la actualización de una de
sus potencias, que es el intelecto. Análogamente, el alimento es un bien para los vivientes
porque contribuye a la conservación, fortalecimiento y desarrollo del cuerpo, lo cual es
también una perfección ontológica.

Bien significa perfección y perfectividad, porque todo aquello que hay en un ente y que
lo perfecciona, es un bien de él, y también aquello que no hay en un ente, pero que es
capaz de perfeccionarlo, también se denomina bien de ese ente.

Bien y fin

El bien, en tanto mueve el apetito (ya sea el apetito sensible, ya sea el apetito racional,
también denominado voluntad), tiene razón de causa final. En el bien hay una esencial
finalidad: puesto que el bien es apetecible, es término o fin del movimiento. La causa
final es la "causa de las causas", porque es la causa por la cual el agente (o causa eficiente)
se mueve a hacer una cosa. La causa final influye sobre la causa eficiente. Ahora bien,
¿por qué la causa final mueve al agente? Porque la causa final importa un bien, algo
apetecible por el agente. Vemos, entonces, la necesaria y palmaria relación que hay entre
bien y fin.

El bien humano: concepto y clases

El hombre se constituye de alma o espíritu, y también de materia, la cual es organizada


en un cuerpo, por virtud de aquella alma o espíritu, como ocurre con todos los seres
corpóreos vivos. De modo que los bienes propios del hombre son bienes del cuerpo y
bienes del espíritu. Entre los bienes corporales, están la integridad corporal, la fuerza, la
salud física, la belleza, y los medios que son aptos para los mencionados bienes, como
son el alimento, la vivienda, las medicinas, la protección policial, etc. Entre los bienes del
espíritu, se cuentan la salud psíquica, la paz del espíritu, la filosofía, las ciencias, las
técnicas y demás conocimientos, las virtudes morales, las experiencias estéticas, la
"sabiduría práctica" ("prudencia" o "arte de vivir"), la amistad, etc. Además, están los
"bienes exteriores" o bienes útiles, los cuales sirven como medios para los bienes
intrínsecos del alma y del cuerpo. Entre estos bienes exteriores están las riquezas y el
poder.

El conjunto de los bienes de las dos primeras clases, más una conveniente dosis de los
segundos, constituyen el bien humano completo.
El "bien común"

De acuerdo con el Diccionario de la lengua, "común" significa "lo que no siendo


privativamente de ninguno, pertenece o se extiende a varios". Ahora bien, esta comunidad
puede ser de dos clases:

a) una comunidad de predicación o genérica, cuando una propiedad o atributo se halla en


varias cosas, y así decimos que tal atributo es común a todas ellas; y

b) una comunidad real o causal, cuando se trata de una cosa que es participada por varias.

La expresión "bien común'', en el sentido en que se emplea en el presente contexto, no se


refiere a una comunidad genérica (obtenida por abstracción a partir de los bienes
individuales); de modo que cuando decimos "bien común" de una multitud, no queremos
decir que se lo denomine así porque se trata de un bien que posee Pedro, un bien semejante
que tiene Luis, y también José, etc., de tal suerte que el "bien común" venga así a ser una
generalización de realidades individuales semejantes. No queremos significar una
comunidad genérica, sino una comunidad causal, o sea un bien que es capaz de satisfacer
y perfeccionar a muchos, un bien de tal índole que de suyo es capaz de perfeccionar a
José, a Pedro, a Luis, etc., y que se denomina por ello un "bien común".

Un ejemplo manifiesto de esto es el sol; que es un bien comunísimo de todas las clases
de vivientes.

Para que quede suficientemente clara la distinción entre lo "común genérico" y lo "común
causal", sea el siguiente ejemplo: en una colectividad determinada hay quinientas
personas que tienen talento para la pintura artística; la referida capacidad es un bien que
posee cada una de ellas, y entonces se puede decir que el talento para la creación pictórica
es un bien "común" de esas quinientas personas, en el mismo sentido en que se dice que
es· "común" a todas ellas el poseer una boca. Pero este no es el sentido estricto en el cual
usamos el término "bien común" en el discurso de la filosofía jurídica y política. En el
ejemplo que acabamos de dar, hay una "comunidad genérica" o "comunidad de
predicación".

Cuando hablamos de "bien común" en sentido estricto, como un bien específicamente


distinto del bien individual, nos referimos a una "comunidad de causalidad". Se trata de
un bien de tal magnitud o riqueza que es susceptible de pe1feccionar a muchos, v.gr. en
relación con el ejemplo anterior, un clima de cierto ocio creador, un ambiente favorable
para la expresión artística, la existencia de maestros de la pintura que contribuyan al
perfeccionamiento de los otros, estímulos adecuados., etc. constituyen un "bien común"
en el sentido estricto al cual nos referimos. En este último ejemplo, hay una "comunidad
causal".

De manera análoga y con una evidencia semejante, puede reconocerse en una localidad
un clima moral, como verdadero bien común, y es un bien distinto de las virtudes morales
que pueden poseer individualmente las personas que viven en otro lugar en el cual no
existe ese clima.
Los ejemplos expresados no deben llevarnos a la idea según la cual el bien común es tan
sólo un ambiente exterior o conjunto de condiciones sociales, sino que también las
perfecciones realizadas en las personas pueden ser un bien común, en tanto no consisten
en el bien del individuo que las posee, sino que es capaz de comunicarse a otros.

En síntesis, bien común se llama a aquello que es capaz de perfeccionar a más de un ser,
tanto cuando es un medio para ello, como cuando es ya un fin o perfección lograda.
Siempre el bien común es el bien de esto o aquello en cuanto esto o aquello es parte de
un todo.

Bien común humano

Bien común humano es aquel que es capaz de perfeccionar a más de un hombre, como
miembro de alguna comunidad. El ser humano es, como se sabe, un ser naturalmente
social. Se une con sus congéneres formando grupos de diverso tipo, por un natural
impulso y también para conseguir, en esa unión, ciertos fines, que constituyen el bien
común peculiar de cada uno de tales grupos.

El bien común de los hombres se denomina "común" por doble razón:

a) porque puede ser participado por muchos, y también

b) porque para obtenerlo es necesario el esfuerzo mancomunado de muchos.

De modo que tenemos que un bien común por participación de muchos, y también un
bien es común por gestión de muchos.

Lo dicho no significa que el conjunto de quienes colaboran para la obtención de


determinado elemento del bien común coincida con el conjunto de quienes han de
participar de ese mismo elemento, así, por ej. en una familia, o en un Estado, el bien
común respectivo es participado por los integrantes físicamente inválidos del grupo, pero
puede ser que ellos no cooperen en la obtención de ese bien, precisamente por su
minusvalía.

Los hombres, reunidos en una asociación, no pierden su ser individual; pero al ser y a la
operación de los individuos se agregan el ser y las operaciones de la multitud unida.
Podemos sintetizar la noción de bien común de un grupo de la manera que sigue:

1. Los grupos o asociaciones tienen un fin o fines peculiares de tal asociación, que son la
causa por la cual los hombres la han formado o la integran;

2. La realización de ese fin o fines, perfecciona a sus miembros, es decir, actualiza alguna
potencialidad de la naturaleza humana. Es, por tanto, un bien humano, de los mismos
miembros del grupo; no se trata de algo totalmente ajeno a ellos;

3. Tal fin es apetecido -y debe serlo- por los miembros del grupo. Representa para ellos
un bien.
4. La consecución de tales fines es una perfección que no perfecciona a un solo miembro,
sino a muchos, por causa de su riqueza, y por ello se llama "bien común".

5. Es un bien gestionado por muchos, y necesita, para ser conseguido, del concurso de
muchos, y se logra cabalmente tan sólo si todos o muchos contribuyen con denuedo a
procurarlo.

6. Este bien común no se distingue del bien individual de cada miembro solamente por la
cantidad; el bien común no es, entonces, la mera suma de los bienes individuales, sino
que es cualitativamente distinto del bien particular.

7. No debe convertirse en provecho exclusivo ni en provecho principal del jefe ni de una


"camarilla" o sector, porque en tal caso ya no es en la realidad un "bien común".

Héctor Hernández ilustra estos caracteres del bien común con el ejemplo de la asociación
científica: " 1) Hay un fin, el mayor conocimiento y la divulgación de la ciencia, que la
especifica y la distingue de otras asociaciones. 2 y 3) Este fin es un fin eminentemente
humano pues responde a una exigencia del hombre: la vocación a la sabiduría no resulta,
entonces, ni ajena al hombre en general, ni a cada hombre concreto que se asocia en dicha
institución: si así no fuere, no se asociaría. 4) Es un bien muchísimo mayor que el que
posee individualmente cada uno de los socios. Es inconmensurable con el bien ele cada
socio, pues con la asociación se logra una plenitud de sabiduría: unos estudian, por
ejemplo, el aspecto histórico, otros el aspecto sistemático de un tema, unos se dedican a
ciertos aspectos instrumentales, otros estudian aspectos principales, unos se inician en la
ciencia y se aprovechan así de los sabios, que a su vez aumentan su sabiduría al enseñarla,
o al menos se perfeccionan moralmente enseñando. Los socios ingresan a la asociación
porque quieren participar ellos de esa perfección. A nadie se lo invitaría para que
solamente contribuya a que los otros se perfeccionen ( ... ) Ese fin, esa perfección atrae a
los socios y, en la medida en que ella se alcanza, produce cierta satisfacción en ellos. 5)
Pero no se puede alcanzar sin el concurso de todos. En todo caso, en la medida en que
más socios participen activamente mejor se conseguirá aquél fin. 6) Esa perfección a que
la sociedad tiende y que aunque sea parcialmente, alcanza (si la alcanza) no es la mera
suma ele la sabiduría de cada uno: no es lo que sabe "X" más lo que sabe "Y" más lo que
sabe "Z". Cuando los socios actuando para el fin se conectan entre ellos, se iluminan
recíprocamente: la asociación, por oposición a la mera "suma", diríamos que "multiplica"
o que "potencia" los resultados que cada uno de por sí puede lograr. 7) Esa perfección
que el conjunto alcanza es muy superior, es "más perfección" que la que cada socio puede
apropiarse, la excede. Esa perfección no es la perfección, la sabiduría del jefe, o del
presidente. La asociación no se hace para que el jefe sepa él más, sino que se hace para
que todos sepan más" (“Derecho subjetivo y bien común”, p. 182).

Clases de sociedades y de bienes comunes


Hay un bien común para cada grupo humano que tiene una finalidad. Cuantas veces se
agrupan los hombres con miras a un fin, hay un bien común consistente en este mismo
fin, querido y perseguido en común, así como en todos los medios ordenados a él. Puede
tratarse de un grupo que existe con permanencia, como son las repúblicas, ciudades,
asociaciones, familias, universidades, etc., pero también pueden ser uniones de una
existencia transitoria. En estos últimos también hay un bien común, aunque sea un bien
común transitorio, por ej. en una peregrinación hay un bien común del grupo de
peregrinos; en el caso de un conjunto de personas en peligro también hay un bien común,
que consiste principalmente en la salvación de ellos; asimismo hay un bien común de los
participantes de una fiesta.

Podemos distinguir de una parte un bien común "perfecto", que corresponde a la


"comunidad perfecta'', en el sentido clásico de la expresión, o sea aquella que puede
contener todos los elementos de una vida humana suficiente, plena, lograda, como es la
comunidad política; y de otra parte bienes comunes imperfectos, que corresponden a
"comunidades imperfectas" en el sentido antedicho, como son por ejemplo la familia, el
municipio, un gremio o una asociación cultural cualquiera.

Fuera del Estado la vida humana es posible, pero no es una vida suficiente. El Estado o
comunidad política no es solamente muy conveniente, sino que además es imprescindible
para que el hombre desarrolle plenamente las potencialidades propias de su especie y las
peculiares de su ser individual. El bien común de las comunidades perfectas también se
divide en natural o sobrenatural, según que se trate respectivamente de una sociedad
natural o de la sociedad sobrenatural. El bien común de un grupo humano puede
comprender las diversas clases de bienes humanos. Puede tratarse de bienes deleitables,
como es el caso de los clubes; o de bienes meramente útiles, como ocurre en el caso de
las sociedades comerciales; o de bienes morales y religiosos, como en los grupos de
oración, o de bienes intelectuales, como sucede en las sociedades científicas. Hay algunas
comunidades, como la familia y el Estado, cuyo bien común incluyen bienes de los cuatro
géneros mencionados.

En síntesis, el Estado, república o comunidad política, se ha denominado clásicamente la


"comunidad perfecta" porque es la asociación suficiente para que el ser humano encuentre
en ella su bien natural -a diferencia de la familia, comunidad también natural, o sea
necesaria por naturaleza, pero "imperfecta", en comparación con aquélla, porque en la
comunidad doméstica el hombre no encuentra todo lo que necesita para alcanzar el
desenvolvimiento de su naturaleza, sino sólo una parte de cuanto requiere para su
perfección.

Concepto de bien común político


El bien común político es el bien común de los hombres que constituyen una república o
comunidad política, en tanto son miembros de ella. Se distingue del bien común de otros
grupos, como son una familia, un municipio, una universidad, una asociación gremial...

El fin de la comunidad política es el bien común político.

Hoy la principal forma de comunidad política es el Estado. De modo que el bien común
político es el fin del Estado (usamos esta palabra en su sentido principal, que es la
asociación de hombres, organizados en comunidad; cuando decimos "Estado" no nos
referimos por ende a esa parte del Estado que es el gobierno, ni a la administración
pública, sino a toda la comunidad estatal).

Ya dijimos que cuando se trata del bien común de grupos humanos, tal bien se denomina
así -"común"- por dos razones: a) porque es capaz de perfeccionar a muchos, y b) porque
resulta de la actuación de muchos.

Como enseña Guido Soaje Ramos, "por su grandeza y su complejidad el bien común
(político) ha menester para su realización de una empresa colectiva, cuya eficiencia
desborda las posibilidades de los miembros aislados" (“Sobre la politicidad del Derecho”)

Este bien comunitario debe lograrse por el esfuerzo mancomunado de muchos, mediante
la organización de la comunidad estatal, y generalmente requiere la intervención de la
autoridad pública, que emite las normas jurídicas necesarias para ello, y controla su
consecución.

La autoridad pública no es el único agente del bien común, pues también cooperan para
ello los sociales infrapolíticos, y los mismos individuos. En efecto, el bien común político
es (o debe ser) también procurado por diversos grupos intermedios de la comunidad (por
ej. asociaciones educativas, institutos de investigación, sociedades culturales, ligas para
la defensa del ambiente, etc.), los cuales existen no sólo para alcanzar su bien común
específico, sino también el bien de toda la comunidad. Pero de todos modos los
gobernantes son o deben ser los principales realizadores del bien común, como causa
eficiente principal.

La autoridad estatal debe definir el bien común, o sea que debe señalar los objetivos del
grnpo social en cada aspecto de la vida comunitaria; debe hacer las gestiones para
lograrlo; debe asegurar que los miembros cooperen con esos objetivos; debe suplir la
acción de los individuos y de los grupos infrapolíticos en aquello que normalmente
compete a éstos, en los casos en que la actividad de ellos sea nula o insuficiente
("principio de subsidiariedad").

El bien común político se denomina también “bien común temporal”. Guido Soaje Ramos
caracteriza el bien común de este modo: "El bien común político es el bien humano temporal
perfecto de todas las personas que son miembros o partes de la comunidad política". Ocurre que
este adjetivo tiene varios significados. Conviene distinguir al menos tres acepciones del término:
i) En su sentido propio, el vocablo "temporal" significa "que dura algún tiempo", y es opuesto a
lo eterno, intemporal o perpetuo. Si toda comunidad política es temporal (pues no dura más allá
de esta vida terrestre, e incluso menos), con más razón lo es el bien común de ella. Más aun:
aunque permanezca una comunidad política determinada, el bien común concreto de ella varía
con el tiempo. ii) Otro significado que tiene el término "temporal" es "secular" o "profano", lo
cual se opone a "sacro" o "sagrado". Al respecto, hay que decir que la comunidad política, de
suyo, no es una comunidad que tenga como Fin propio un fin religioso, de modo que su bien
común es también "temporal", en este sentido de la palabra. iii) Pero el vocablo "temporal" se
emplea asimismo como sinónimo de "material", y así lo temporal se opone a lo "espiritual". De
acuerdo con este sentido del adjetivo, no puede decirse que el bien común sea un bien meramente
temporal, ni principalmente temporal, pues incluye perfecciones espirituales diversas (como son
por ej. la concordia, la moralidad pública, la difusión del conocimiento, etc.).

Hay que distinguir el bien común, de los objetivos sociales. El primer concepto entraña
necesariamente siempre una valiosidad axiológica. (De otro modo, no podría denominarse "bien"
en el contexto de la filosofía práctica). En cambio, los objetivos sociales pueden ser valiosos o
disvaliosos, loables o censurables. Ciertas sociedades pueden proponerse -explícita o
implícitamente- ciertos objetivos que de ninguna manera pueden incluirse dentro del concepto del
bien común, como son por ejemplo, el mero dominio de otros pueblos, el máximo confort con
plena despreocupación de los valores espirituales,

Distinción del bien común con el bien singular de la persona

En la concepción individualista, la sociedad se explica como una suma de individuos,


como una agregación de ellos, que traban vínculos exteriores con el objeto de superar sus
indigencias. Por eso no hay dentro de este pensamiento otro bien que el de los individuos,
y se llama "bien común" a la suma de tales bienes individuales. Así, definía Jeremy
Bentham el interés de la comunidad como "la suma de los intereses de los varios
miembros que la componen" (Jeremy Bentham, An introduction to the principles of
morals and legislation, p. 164).

En esa misma línea, encontramos esta posición: "Una vez que se deja de lado la visión colectivista
que postula entidades supraindividuales que tienen un status ontológico autónomo con intereses
independientes de los de los individuos que las integran, el bien común es reductible al bienestar
de los miembros de la sociedad ( ...). Ese bien común está dado por la suma de beneficios que un
conjunto generalmente indeterminado de individuos no fácilmente identificables extraen de la
medida o acción política en cuestión" (Carlos Nino, Etica y derechos humanos, p. 127). Nótese
que el autor que se acaba de citar incurre en el error de falsa disyunción: o el bien de un todo
social separado de los individuos que lo forman, o sólo los bienes singulares de los individuos.
Pero hay algo que no es ni lo uno ni lo otro: el bien que pueden conseguir los propios individuos
en tanto son partes del todo comunitario.

Recordemos que, entre las doctrinas acerca de la naturaleza de los entes colectivos, que
se estudiaron en el capítulo 6, hay algunas que las conciben como puras ficciones, cuya
verdadera realidad se reduce a la de los individuos que la integran. De acuerdo con esta
idea, si ellas carecen de un "ser" propio, no hay un bien ·específico de ellas, que pueda
diferir del bien singular de los individuos que la integran.
Pero en verdad, el bien común no consiste en la suma de bienes singulares de los
individuos. Así por ejemplo, en una comunidad en que existe un clima de interés por el
estudio riguroso, allí donde hay en muchos el ansia de superación intelectual, y en la cual
el conocimiento superior es reconocido y existe constante incentivo para la búsqueda de
la verdad, allí tenemos un bien común, que es algo distinto de la mera suma de
conocimientos, vocaciones y esfuerzos de cada uno de los individuos que se dedican a la
investigación. Como decía Tomás de Aquino, "el bien común de la república y el bien
particular de una persona no se distinguen solamente como lo mucho de lo poco, sino
esencialmente" (S. Th., II-IIae., 58, 7 ad 2)

También podemos hablar de "bien común" para referimos a bienes de la persona que son
de la misma clase que el bien que puede obtener por sus propios medios, pero que, dadas
las circunstancias, es necesaria una gestión comunitaria para su cómoda obtención, por
ej. el agua para los habitantes de una ciudad actual.

Así como es incorrecto identificar el bien común como el agregado de los bienes
individuales, también es falso concebirlo como el 'bien de un todo separado de las
personas. Esta es la concepción hegeliana que ve el Estado como un "todo sustancial",
del cual los individuos son solamente partes componentes, y cuya existencia sólo tiene
valor en función del todo.

Pero esta idea no es conforme a la realidad. Los individuos son la única realidad
sustancial, o sea son las únicas "sustancias", en el sentido técnico filosófico del vocablo.
La sociedad de hombres es algo real, pero no se trata de un "todo sustancial", sino de un
"todo relacional", como estudiamos antes, en el capítulo 6.

El bien común se distingue del bien singular en que aquél es capaz de perfeccionar a
muchos, pero el segundo consiste en una perfección para un individuo.

El bien común no sólo es distinto del bien del individuo, sino que es superior, tanto
cuantitativamente como cualitativamente: consiste en una intensificación cualitativa del
bien del individuo. Avelino Quintas pone, a modo de figura didáctica, la orquesta: la
sinfonía es algo distinto de la música que emite un instrumento cualquiera, y además es
algo distinto de la mera suma del efecto de cada instrumento.

El bien común se distingue del bien particular en que el primero es el bien del todo social,
y el segundo es el bien de una parte. El bien común es de una riqueza perfectiva tal que
le permite perfeccionar a una pluralidad -la multitud de las personas que son partes de
una comunidad política- y no solamente a un sector, clase, grupo o profesión de dicha
comunidad.

El bien común se distingue del bien propio, en tanto esta segunda expresión indica aquello
de lo cual su dueño puede disponer con exclusividad, en contraste con el bien común, que
puede y debe ser participado por muchos.

Ahora bien, entre los conceptos de bien común y bien personal no puede haber distinción
total, porque el bien común político es un bien personal, ya que es el bien de las personas
asociadas en la comunidad política; en efecto, el "bien de la comunidad" no es una
realidad separada de sus miembros. De modo que entre ambos conceptos hay sólo
distinción parcial: el bien común político es parte del bien de la persona.

El bien común concebido como fin logrado y el bien común concebido como
"conjunto de condiciones sociales"

¿El bien común es un bien final de las personas, o es un conjunto de condiciones


favorables para que cada miembro de la comunidad alcance su bien? Muchos autores han
definido el bien común en el segundo de los sentidos mencionados, por ej. Joseph Delos:
"conjunto de condiciones externas, según las cuales cada uno de sus miembros podrá, si
quiere, llegar a la perfección a la que lo destina su naturaleza" (“Droit et morale”, p. 89).

De acuerdo con este concepto del bien común, éste consiste exclusivamente en las
condiciones de orden público y seguridad, posibilidades laborales, circunstancias morales
y culturales favorables, etc. que hacen posible el perfecto desarrollo de cada una de las
personas. El término “bien común” en realidad puede significar adecuadamente, ambas
cosas. Se llama propiamente "bien" a la perfección lograda por el hombre, y se también
llama "bien" a aquello que es un medio que posibilita la consecución del referido fin. As,
John Finnis, en su conocida obra Natural law and natural rights, en el capítulo que dedica
al bien común, discierne y admite los dos sentidos:

- el aseguramiento de un conjunto total de condiciones materiales y de otra clase que


tienden a favorecer la realización, por cada individuo en la comunidad, de su personal
desarrollo; y

- todos los bienes humanos básicos (que el iusfilósofo australiano agrupa en siete formas
básicas: vida, conocimiento, amistad, libertad para elegir el recto obrar, experiencia
estética, religión y diversión), en cuanto son participados por un número inagotable de
personas en una variedad inagotable de maneras o en una variedad inagotable de
ocasiones (op. cit., pp. 155 y ss).

En el sentido que se acaba de expresar, el bien común no es un medio, ni un conjunto de


medios, sino un fin. Es una realidad actualizada en el cuerpo político, en sus miembros,
como perfeccionante (Quintas, op. cit., p. 160).

Se trata de perfecciones actualmente alcanzadas por los miembros, y también otras que
son alcanzables por ellos.

Vemos que el término “bien común” es analógico, como lo es el término “bien”. Claro
está que de estos dos términos el principal es el de bien común como fin obtenido, pues
el medio se llama "bien" precisamente porque sirve para el bien que es fin. Es evidente
que el bien entendido como fin o perfección lograda es el analogado principal, y el bien
concebido como la condición o medio es el analogado secundario. Johannes Messner
enseña que el bien común propiamente dicho "no son los medios para la cooperación
social, como por ej. las instituciones jurídicas y sociales, sino su efecto en la realización
vital de los miembros de la sociedad ( ... ) Las mencionadas instituciones son bienes de
la sociedad, y tienen carácter de medios al servicio del bien común, es decir del bienestar
espiritual, físico y material de los miembros de la sociedad en su conjunto" (El bien
común, fin y tarea de la sociedad, pp. 61 y 62).

La relación entre las condiciones y el bien común propiamente dicho es semejante a la


relación que existe entre la sustancia medicinal y la salud: la primera es un instrumento
con respecto a la segunda, así como la organización sociopolítica y el conjunto de
condiciones es un medio para el bien común (Quintas, op. cit., pp. 164 y 179).

En síntesis, puede denominarse "bien común" al conjunto de las condiciones e


instituciones necesarias y convenientes para que los individuos puedan conseguir el
desarrollo de su personalidad, pero el bien común no se agota en tales condiciones
externas, sino que el bien común, consiste también, y principalmente, en las perfecciones
humanas actualizadas en las personas que componen la comunidad política.

CAPÍTULO 17

CONTENIDO DEL BIEN COMÚN POLÍTICO

El bien común político como bien humano integral

Al finalizar el capítulo anterior hemos referido que algunos autores han cuestionado el
uso del término "bien común", porque han estimado que es muy vago. En realidad lo que
ocurre es que se trata de un concepto muy amplio, de gran riqueza significativa, pues
comprende una gran diversidad de elementos. Los ingredientes del bien común son
realmente muchos. Es menester analizar este concepto, para discernir las varias partes
que encierra.

El bien común político es un bien humano. Ahora bien, el bien humano es el bien de cada
uno de los constitutivos esenciales de la persona: el cuerpo, el intelecto, la voluntad, la
afectividad. Por lo tanto, comprende bienes exteriores (vgr. riquezas materiales), bienes
del cuerpo (un ejemplo es la salud pública, que es parte del bien común), y también bienes
del espíritu, como son los conocimientos y las cualidades morales o virtudes.

El bien común político es un bien muy complejo que incluye muchas perfecciones de
distinta índole, en correspondencia con todos los aspectos de la estructura del hombre y
de las inclinaciones de la naturaleza humana. Abarca todas aquellas cosas necesarias para
la vida que ni el individuo aisladamente, ni la comunidad familiar, pueden obtener
convenientemente por sí solos.

La "vida suficiente" incluye la virtud realizada en los miembros que componen la


comunidad política. De modo que el bien común incluye la vida recta de los hombres
asociados en comunidad. Por ello se define clásicamente el contenido del bien común
como todas las cosas que se requieren para la vida del hombre, pero no sólo para que el
hombre viva, sino para que viva bien.

Concepciones reduccionistas

Siguiendo a Guido Soaje Ramos, contrastamos esta concepción del bien común político,
comprensivo del bien humano en su amplitud (todo el bien de los hombres que puede ser
logrado convenientemente en la colectividad política, y en una acción conjunta) con
diversas concepciones reduccionistas acerca del bien común:

"Ese fin de la comunidad política no es a) ni la libertad humana, como pretende el


liberalismo; b) ni la tutela de los derechos humanos; c) ni la mera seguridad de
supervivencia, como afirmara Hobbes; d) ni el respeto de la dignidad de la persona
humana, como se oye frecuentemente en nuestros días; e) ni un repertorio de condiciones
para el desenvolvimiento integral de la persona humana; f) ni objetivos meramente
económicos" (“Ocho tesis sobre el bien común”, 1991)

Claro está que ninguno de los diversos aspectos mencionados en el elenco expuesto es
una cosa ajena al bien común político, sino que cada uno de ellos lo integra, juntamente
con otros elementos. El error está en reducirlo a cualquiera de tales cosas.

Con frecuencia se exponen concepciones mutiladas del bien común político (por ejemplo,
las teorías tecnocráticas, economicistas y materialistas), que de modo explícito o implícito
niegan la jerarquía de lo espiritual. Suelen vivirse en las concreciones estatales
realizaciones disminuidas del bien común.
Análisis del contenido del bien común político

-Uno de los elementos es la concordia. El primer supuesto de una comunidad es que sea
tal; pero una vez producida una división, ya no es una comunidad; por esto, la concordia
es un bien prioritario. Precisamente por lo dicho, la sedición es un delito gravísimo. Hay
una unión mínima, que consiste en la mera congregación entre los miembros de la
comunidad, o sea en que no se disgreguen, pero ello es sólo un bien incipiente; el bien
común requiere una unión anímica, que llegue hasta cierta comunión de sentimientos, y
eso es la concordia
- La defensa común, con respecto a los actuales o potenciales enemigos exteriores es
también, obviamente, un elemento esencial del bien común. La vida y la libertad de los
habitantes, así como los bienes materiales y espirituales obtenidos por la sociedad política
con tanto esfuerzo, pueden peligrar -sea permanentemente, sea en cierta ocasión- por las
ambiciones foráneas. Ante las amenazas de poderes extranjeros que buscan oprimirla o
suprimirla, surge el deber natural e insoslayable de toda comunidad política de mantener
un ejército y dotarlo de medios eficaces para desalentar al eventual agresor, o para realizar
efectivamente la guerra defensiva si el país se viere atacado, o despojado con pertinacia
de un derecho cierto importante, y se hubieren agotado los medios pacíficos para
reivindicar el derecho.
- Otro aspecto del bien común es la independencia (o soberanía). Importa el pleno
ejercicio del dominio de una comunidad sobre todo el territorio propio, la plena autoridad
sobre sus ciudadanos, la plena potestad de adoptar una constitución política y cambiarla,
y de así tener su propia forma de gobierno, la plena autonomía para el ejercicio de las
funciones legislativas, ejecutivas y judiciales, lo cual incluye la autonomía para decidir la
política económica que conviene a la gente del país, como señala Santiago Ramírez
(Pueblo y gobernantes al servicio del bien común, p. 65)
Claro está que con solas la unidad interior, la defensa exterior y la soberanía, aun cuando
ellos son bienes primordiales, no se agota el fin del Estado. Así como el capitán de la
nave no procura como fin último la preservación del barco que se le ha confiado, ni
tampoco se contenta con mantener el dominio sobre él, pues el barco está ordenado a otro
fin, que es la navegación, así también el Estado está ordenado a otros fines, además de
conservarse uno e independiente de otros Estados, como son los fines que exponemos a
continuación
-La justicia es un elemento primordial dentro de los que componen el bien común. ´
Existe la justicia en una comunidad cuando cada uno de sus miembros recibe de los
diversos bienes comunes distribuibles aquello que le corresponde según sus méritos
(justicia distributiva); cuando cada uno entrega al procomún lo que le debe, de acuerdo
con las leyes y según su capacidad contributiva (justicia "general"); cuando en los
intercambios contractuales se da la equivalencia, sin que uno se aproveche a costa del
otro (justicia conmutativa); cuando los jueces corrigen las desigualdades indebidas en los
tratos entre los hombres y cuando los culpables y responsables reparan los daños
irrogados (justicia indemnizatoria); cuando a todo delincuente se le inflige una pena
proporcionada a su transgresión y al perjuicio que el delito ha causado a la comunidad
(justicia penal); cuando reina una adecuada distribución de la propiedad de los bienes
materiales y una recta distribución de los ingresos entre los agentes que contribuyen a la
producción de bienes y servicios de toda clase ("justicia social").
La justicia es un bien común, y como tal se instituye, se conserva y se restaura por la
acción organizada de la comunidad. Debe procurarse permanentemente, mediante un celo
y acción incesantes y tiene que ser la preocupación política por excelencia; es un fin
esencial e irrenunciable del Estado.
- Otro ingrediente del bien común es la seguridad jurídica, es decir, la certidumbre acerca
de cuáles son los derechos y obligaciones que tienen los miembros de la comunidad en
las varias situaciones en que ellos pueden ubicarse y en las diversas relaciones que pueden
trabar entre sí, pero además el sentimiento de confianza de que tales derechos serán
reconocidos por los órganos de aplicación del derecho. Hay varias instituciones que
contribuyen a la realización de este valor tan importante del derecho, tales como la
irretroactividad de las leyes, la publicación de ellas, la estabilidad de los preceptos legales
(o sea, que no se cambien con excesiva frecuencia), la prescripción de las acciones, la
protección de los terceros adquirentes de buena fe, etc..
- Dentro de los bienes materiales hay que considerar primeramente el territorio (que
incluye la tierra y también el mar adyacente), cuya integridad hay que proteger, así como
las riquezas· naturales renovables y no renovables que contiene, las cuales deben ser
explotadas racionalmente, y acuerdo con el interés general; por lo dicho, las concesiones
y demás contratos que con respecto a los recursos naturales se hagan con empresas locales
o extranjeras, deben ser de tal índole que la comunidad toda se aproveche realmente ellos.
-Asimismo, es parte del bien común cierta cantidad de bienes materiales, no sólo del
Estado en su conjunto, sino también en cuanto es poseído a título propio por cada
habitante, ya que su uso es necesario para el ejercicio de la virtud, para el cultivo del
intelecto y para la conservación de los bienes del cuerpo. Al respecto, nos recuerda
Santiago Ramírez algo que es muy obvio pero que a veces no se tiene en cuenta: "El
común de los hombres es incapaz como tal de llevar una vida heroica llena de
renunciamientos y de pobreza, al estilo de un San Francisco de Asís. Necesita
ordinariamente de bienes materiales suficientes para desarrollar sus actividades
superiores, y no estar siempre preocupado del pan nuestro de cada día, dedicando a
procurárselo, todas sus energías. Mal podría vivir vida superior y espiritual quien no tiene
resuelto el problema de la vida corporal" (Ramírez, op. cit., p. 51).
El fin del Estado no se limita a asegurar el orden y el respeto de los bienes económicos
de la gente y de su integridad física, sino que también comprende una misión civilizadora,
que se refiere al hombre en todos sus aspectos: "El bien común se extiende a todo lo que
puede perfeccionar al hombre aquí abajo, al menos en el dominio de lo temporal ( ... )
Pues el Estado no es solamente policía y "gendarme'', como lo pretendía la escuela liberal;
tiene también, como propulsor y coordinador de las energías privadas, una misión
civilizadora, que abraza al hombre todo entero, en sus facultades corporales y
espirituales" (Jean Dabin, La philosophie de l’ ordre juridique positif, p. 161)
- Las virtudes morales que reinan en una comunidad (el "ethos" de un pueblo), son parte
importantísima del bien común. Al respecto, señalaba Aristóteles: "Quienquiera
informarse del bien de la República, debe establecer previamente cuál es la forma de vida
más deseable. Si ésta le es desconocida, fracasará totalmente en el conocimiento de la
mejor república". [Las principales virtudes políticas son la justicia general o del bien
común; la solidaridad y el patriotismo].
- Asimismo el conocimiento es un elemento componente del bien común, en cuanto puede
ser participado por muchos, y necesita del concurso de muchos para lograrse, conservarse,
perfeccionarse, trasmitirse. Es un bien humano, y es precisamente el que perfecciona la
parte más específica de la persona. De modo que entre los bienes comunes deben contarse
los conocimientos o, lo que es lo mismo, la verdad, porque el conocimiento, para ser tal,
debe ser el conocimiento de alguna realidad, y la conformidad de la mente con la realidad,
es lo que se denomina verdad (La disconformidad de la mente con la realidad es el error,
y el error no es conocimiento, y tampoco es un bien).
- la libertad, ¿forma parte del bien común? La libertad es una facultad para obrar, de
modo que es un medio para otra cosa. Por ello no pertenece al bien común final, sino que
pertenece al bien común intermedio, o sea al conjunto de condiciones favorables al
desenvolvimiento de la persona. Es incorrecto restringir el bien común al aseguramiento
de las libe1tades del individuo, o ponerlas como el contenido principal del bien común,
pero también es incorrecto prescindir de ellas. El bien común incluye necesariamente el
ejercicio de todas las libe1tades legítimas, que son valiosos medios para el bien común
final de los hombres libres, que consiste en la virtud moral, el conocimiento, etc.
La libertad individual es un ingrediente importante del bien común, pero, como se ha
dicho, no se trata del bien común final, sino de un medio. Por lo tanto, el grado de
reconocimiento de las diversas libe1iades individuales (de comercio, de prensa, etc.) no
sirve como criterio para determinar el grado en se ha alcanzado el bien común de un
Estado.
- Un elemento del bien común es la amistad cívica que existe entre los ciudadanos. La
confiabilidad mutua que existe dentro en una colectividad porque siempre se cumplen allí
los contratos y, en general las promesas, es la primera grada de la amistad cívica.
De acuerdo con el análisis desplegado en los párrafos anteriores, el bien común es un bien
humano completo (Por ello Aristóteles lo caracterizaba como "perfecta suficiencia de la
vida" y como "todo lo que requiere el hombre no sólo para vivir, sino para vivir bien").

Puede apreciarse que la historia de los pueblos, así como la actualidad, nos exhiben a
muchos gobiernos y sociedades que persiguen realizaciones mutiladas del bien común
político, con frecuencia despojado de sus contenidos más valiosos.
Las comunidades dirigidas a veces hacia objetivos muy reducidos, en comparación con
la amplitud del bien común, y también a veces metas abie1tamente antagónicas con el
genuino bien del hombre.
Muchos son los ingredientes del bien común político. Cada uno de ellos es un
desiderátum. Pero es menester evitar el error de identificar el bien común con uno
cualquiera de sus partes, así por ej. la estabilidad monetaria no es el bien común político,
aunque la integre; la estabilidad monetaria ni siquiera es equivalente al elemento
económico del bien común, sino que sólo es una pa1te impo1iante de éste, el cual además
comprende: el adecuado abastecimiento de los bienes y servicios más necesarios, la
prosperidad de sus industrias, el desarrollo económico de las diversas regiones del país,
un buen nivel de ocupación, y también, claro está, una justa remuneración de todos los
que participan en la producción de los diversos bienes y servicios, porque esto permite
que los miembros de cada sector puedan, con los ingresos que reciben, satisfacer sus
necesidades corporales y espirituales, lo cual es, al fin y al cabo, el fin de la economía.
Hay bienes cuya realización, en principio, está a cargo de otros grupos, como por ej. las
familias, las asociaciones científicas, instituciones escolares y académicas, etc., y también
hay bienes que nominalmente pueden obtener las personas mediante sus mutuas
relaciones contractuales, para adquirir los productos y servicios que necesitan. Con
respecto a estas cosas, su gestión incumbe también a la comunidad política, pero de modo
supletorio, en virtud del principio de subsidiariedad ya mencionado. En cambio, hay otros
bienes, como son la institución de la justicia (que es cosa más amplía que la
administración de justicia, pues comprende también la oportuna legislación) y la defensa
común, cuya obtención pertenece inherentemente a la sociedad política. De acuerdo con
lo dicho, la regulación de las relaciones económicas, ¿es cometido esencial del Estado y
parte necesaria del bien común de toda colectividad política? Hay que distinguir: si se
trata de la intervención en la economía con el fin de promover el crecimiento de
determinado sector productivo, cuando ello importa a la utilidad común, o cuando se
quiere orientar el consumo porque hay razones de bienestar general para ello, o para
asegurar un abastecimiento necesario, etc., se trata del cumplimiento de una actividad
subsidiaria del Estado; pero si la intervención consiste en la regulación del contenido de
las relaciones económicas (v.gr. represión de la lesión o falta de equivalencia de los
contratos, fijación de salarios mínimos, de condiciones de trabajo, de tasa máxima de
interés para los préstamos de dinero, etc.), entonces se trata de la institución de la justicia,
que es una de las funciones inherentes de la sociedad estatal.

Jerarquía y urgencia en los elementos que integran el bien común político

Más perfecta será una sociedad política no solamente cuando tenga mayor abundancia de
todos los variados bienes mencionados, sino cuanto más difundidos se hallen en el cuerpo
social -pues sólo en tal medida serán bienes comunes- y además cuanto mejor
jerarquizados estén en ella.
Además de la referida jerarquía natural que deriva del valor intrínseco de cada bien
humano, hay también una prioridad que es dictada por la urgencia, Cuando en una
emergencia escasean los elementos vitales, como son el agua y los alimentos, de modo
que peligre todo el conjunto o una parte de él, la obtención de tales elementos pasa a ser
prioritaria. Hay un obvio condicionamiento de los bienes espirituales superiores, por
cierta mínima posesión de bienes materiales y biológicos.
En síntesis, el bien común de la multitud asociada en comunidad política es una plenitud
armónica de todos los bienes humanos, y además se deben tener en cuenta conjuntamente
el orden de prioridad cualitativo y el orden de prioridad dictado por la urgencia.

Bien común distribuible, bien común colectivo y bien común participable

Los diversos elementos que constituyen el bien común, según la manera como los
hombres participan de ellos, pueden clasificarse en tres especies:

1) El bien común distribuible. Está constituido por aquellas cosas que pueden repartirse
entre los individuos, como por ej. los fondos públicos que se dispensan en créditos
favorables, subsidios, becas y premios, las tierras públicas que se reparten para su cultivo,
etc. Estos bienes
deben dispensarse en proporción a los méritos de los ciudadanos o también según las
necesidades de ellos. Se denominan "comunes" porque son logrados por la comunidad, y
a ella le pertenecen antes de su distribución; y están destinados, por su cantidad, a
satisfacer a muchos. Pero sólo pueden ser aprovechados por los miembros de la
comunidad en tanto los posean separadamente.
Estos no son "bienes comunes" por su naturaleza, porque no son específicamente distintos
de los bienes individuales.

2) Bienes comunes colectivos. Son aquellos que por su naturaleza podrán distribuirse
entre propietarios particulares, pero de los cuales la comunidad conserva su posesión para
que puedan
ser gozados por todos o por muchos, por ejemplo parques públicos, plazas, museos
públicos,
hospitales públicos, teatros públicos, teléfonos públicos, ríos navegables, etc.
3) Bien común participable. Está constituido por aquellas cosas que no son susceptibles
de
repartición, pero que pueden ser participados por muchos. Aquí se comprenden la
concordia, la
defensa común, la seguridad jurídica, moralidad pública, la concordia, la salud pública,
los buenos ejemplos, la belleza de los paisajes, el aire incontaminado y muchísimas otras
cosas. También el conocimiento, que es el participable por antonomasia. Algunos autores
han dado a esta clase de bienes "bienes participables"; en realidad, este nombre puede
aplicarse correctamente también a la especie mencionada en el párrafo anterior, pero los
de este tercer género son los más participables, porque admiten ser gozados por un
número ilimitado de individuos sin mermarse: la participación de unos no disminuye el
grado de participación de los otros miembros.
Con respecto a esta clase de bienes, una característica es que no suelen perfeccionar a
todos los individuos en la misma medida, sino que cada miembro de la colectividad
participa de este bien de acuerdo con su capacidad de recibir perfección, y de querer
recibirla y disponerse a ello; Rubén Calderón Bouchet explica esta propiedad del bien
común participable con la figura de los que concurren a un concierto, que participan todos
en la escucha de la' misma partitura musical que se ejecuta, pero cada uno de ellos
participan en diverso grado, lo cual depende de la distinta sensibilidad musical de cada
oyente (Sobre las causas del orden político, p. 50).
De acuerdo con lo expuesto, es un error el definir el bien común político como el bien
que ha de distribuirse entre los ·miembros de la comunidad; tal cosa sólo corresponde con
respecto al primer tipo de bien común que se ha distinguido
También es erróneo pensar que lo que los miembros dan o hacen para el bien común,
debe volver a ellos. No es forzosa tal "devolución" o reversión del procomún al individuo
de cuanto éste le da. Todo aporte al bien común importa un bien de la persona, pero no
necesariamente se trata de una devolución o contraprestación, sino que puede ser por
modo de elevación: el que coopera al bien común se hace más perfecto.

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