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FICHAS DE LECTURA UNIDAD III

Nicolás Felipe Booth Pichuante

Clifford

“Los ensayos que aquí se contienen hacen bien explícito un aserto: la ideologización, en el análisis,
ha claudicado, ha sucumbido. Estos ensayos son el resultado de una observación, de una visión a la
contra, única manera posible de componer un código fiable de representaciones. Se asume, en
este libro, que lo poético y lo político son cosas inseparables; y que lo científico está implícito en
ello, no en sus márgenes. O sea, como en todo proceso histórico y lingüístico. Asumen, estos
ensayos, que las interpretaciones puramente literarias son propicias a la experimentación, a la vez
que rigurosamente éticas. El texto en gestación, la retórica incluso, arrojan buena luz para
construir, siquiera sea artificialmente, una sucesión de eventos culturales. Ello mina ciertas
resoluciones que propenden al autoritarismo interpretativo; ello hace más transparente el sustrato
cultural que se contempla. Así se evita, en definitiva, que la interpretación etnográfica sea, más
que una representación de culturas, una reinvención de las mismas (véase a Wagner). Por todo ello
podemos decir que el problema no radica en la interpretación de unos textos literarios, en su
sentido más tradicional. La mayoría de estos ensayos, apoyados en un empirismo constatable, se
refieren a textos elaborados en contextos de poder, de resistencia, de tensiones institucionales, y
espoleado todo ello por una clara intención renovadora” (Clifford, J. y Marcus, G. E. (1986).
RETÓRICAS DE LA ANTROPOLOGÍA. Ediciones Júcar).

El tema principal de “verdades parciales” es una crítica dirigida hacia la objetividad


tradicionalmente buscada por la antropología y etnología, argumentando que esta es inalcanzable
debido a la inevitable influencia de las perspectivas culturales y políticas de los antropólogos y
etnógrafos. En lugar de ello, Geertz propone la honestidad y la reflexividad como principios guía
para la producción de conocimiento antropológico. Reconocer las limitaciones de nuestra propia
perspectiva y esforzarse por comprender las perspectivas de los demás se convierte en un aspecto
fundamental para lograr una aproximación más precisa y respetuosa hacia otras culturas. En esa
línea se critica la etnografía tradicional por su tendencia a representar a las culturas en formas
estáticas y simplificadas, ignorando su dinamicidad y diversidad sosteniendo que los etnógrafos
son intérpretes y constructores de significado, y que su labor implica una selección y
reconstrucción de la realidad etnográfica. Al crear narrativas sobre otras culturas, los etnógrafos
pueden caer en la tentación de simplificar, estereotipar o idealizar, lo que conlleva a una fabulación
de la realidad observada. Esta fabulación puede ser el resultado de sesgos culturales, estereotipos
preexistentes o la influencia de las propias perspectivas y prejuicios del etnógrafo. Esta fijación
puede llevar a estereotipos y generalizaciones inexactas, perpetuando una visión sesgada y
reduccionista de las culturas estudiadas. Además, destaca cómo la etnografía ha sido
históricamente utilizada como una herramienta de control colonial y para construir la otredad y el
exotismo de los sujetos estudiados, reforzando jerarquías de poder y la superioridad de la cultura
occidental. En contraposición a esta representación sesgada, Geertz propone una etnografía más
reflexiva y crítica, que permita reconocer la interconexión y la influencia mutua entre las culturas.
Que logre cuestionar las narrativas hegemónicas y los estereotipos culturales, fomentando un
enfoque que valore la diversidad y la complejidad de las prácticas culturales. Hay que reconocer
que en el ejercicio de las "verdades parciales" de cada cultura se deben evitar la fijación, los
prejuicios y los estereotipos culturales. En este sentido, Geertz destaca la importancia de la
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contextualización en el estudio antropológico. Reconoce que cada cultura se encuentra inmersa en


un contexto histórico, político y económico particular, y que comprender estos factores es esencial
para una comprensión más profunda y precisa de las prácticas y significados culturales. La
contextualización nos permite apreciar las dinámicas de poder, las influencias externas y los
cambios que influyen en las culturas estudiadas, evitando así representaciones estáticas y
simplistas.
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Nicolás Felipe Booth Pichuante

Descola

“Sin embargo, el hecho de que la naturaleza sea socialmente construida plantea una cuestión
impresionante: ¿debemos limitarnos a describir lo mejor posible las concepciones de la naturaleza
que diferentes culturas han producido en diferentes momentos, o debemos buscar principios
generales de orden que nos permitan comparar la diversidad empírica aparentemente infinita de
los complejos de naturaleza y cultura? Yo rehúyo adoptar la posición relativista porque, entre otras
razones, presupone la existencia de lo que es necesario establecer. Si se considera que cada cultura
es un sistema específico de significados que codifican arbitrariamente un mundo natural no
problemático, que en todas partes posee todas las características que nuestra propia cultura les
atribuye, entonces no sólo queda sin cuestionar la causa misma de la división entre naturaleza y
culturas, sino que, a pesar de las declaraciones en contrario, no puede haber escape del privilegio
epistemológico otorgado a la cultura occidental, la única cuya definición de la naturaleza sirve
como medida para todas las demás.” (Descola, P. (1996). Construyendo Naturalezas en P. Descola y
G. Pálsson (Ed.), Naturaleza y sociedad (pp. 101–123). Siglo XXI Editores).

El texto discute la construcción social sobre las concepciones de la naturaleza cuestionando la


visión dualista occidental de la realidad. Se menciona que antropólogos e historiadores han
reconocido que estas concepciones varían cultural e históricamente. Se destaca que la dicotomía
entre naturaleza y cultura no es adecuada para comprender cómo diferentes culturas hablan y se
relacionan con su entorno físico. El texto también critica el enfoque limitado de la antropología,
que se ha centrado en el estudio de taxonomías y ha ignorado las cosmologías nativas. Se
menciona la oposición binaria entre naturaleza y sobrenaturaleza y se plantea que esta distinción
se desarrolló en la matematización del mundo físico. Además, se hace referencia a las críticas a los
enfoques materialistas que reducen la construcción social de la naturaleza a reflejos de
determinaciones físicas y técnicas. Descola destaca que la dicotomía naturaleza-cultura ha sido útil
en ciertos contextos, como en la antropología estructural de Lévi-Strauss, pero también plantea
críticas a sus planteamientos. Finalmente se nos presenta La teoría de las ontologías múltiples, que
nos propone que las diferentes culturas tienen concepciones ontológicas diversas, es decir, formas
diferentes de concebir y clasificar la realidad. Descola argumenta que estas concepciones están
influenciadas por las estructuras cognitivas y las prácticas sociales de cada cultura en particular.

Según el texto, existen tres modos principales de relación entre los seres humanos y el entorno
natural:

Naturalismo: En el naturalismo, las culturas consideran que hay una continuidad entre los seres
humanos y el resto de la naturaleza. Ven a los seres humanos como parte de un todo orgánico y
creen que hay una base biológica compartida entre todos los seres vivos. Esta perspectiva se basa
en la idea de que existen leyes y regularidades naturales que rigen el mundo.

Animismo: En el animismo, las culturas atribuyen una vida o alma a todos los seres, tanto
animados como inanimados. Perciben una agencia y subjetividad en el mundo natural, y creen que
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hay una interconexión entre los seres humanos, los animales, las plantas y los objetos. Consideran
que el mundo está habitado por espíritus y entidades no humanas.

Totemismo: El totemismo se caracteriza por la clasificación de los seres y objetos en grupos o


categorías, a menudo basados en la ascendencia común o en una relación simbólica. Las culturas
totemistas establecen una conexión especial con ciertos seres o elementos del entorno natural,
como animales, plantas o fenómenos geográficos.

Cabe destacar que estos modos no son mutuamente excluyentes, y las culturas pueden combinar
elementos de varios modos ontológicos. La teoría de las ontologías múltiples de Descola busca
entender y explicar las diferentes formas en que las culturas humanas se relacionan con la
naturaleza y cómo influyen en la percepción y comprensión del mundo.

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