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TEORÍA DEL CONFLICTO

Clase 1
La creciente organización racional-funcional de la sociedad moderna favorece por fuerza solo la racionalidad
funcional, es decir, la organización de las conductas de los miembros de una sociedad en ciertos terrenos y
no exige en igual medida la racionalidad sustancial, o sea, la facultad de actuar en situaciones dadas con
capacidad de juicio en base a una inteligencia propia de las conexiones (Brie).
Esta organización generalizada racional-funcional dominante produce un efecto “paralizador” del juicio
propio; parecería que la esencia de la racionalidad funcional es eximir al individuo medio del pensamiento,
de la inteligencia, de la responsabilidad, y traspasar esas facultades a los individuos que dirigen la
racionalización de la sociedad.
Cuanto más se acentúa la división del trabajo y la organización global concomitante, tanto más hay un mayor
número de esferas de la actividad humana que se hacen funcionalmente racionales y, con ello, calculables
de antemano; esto lleva consigo una exigencia de auto-racionalización en el individuo, que se define como
el control sistemático de los impulsos que el individuo tiene que proponerse de antemano cuando los quiere

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operar o ser insertado en una estructura objetiva de actividad racional, y que le exige al individuo un esfuerzo
de reflexividad (auto-organización) y que no es sino parte de ese proceso de auto-conformación de la
persona al proceso de organización racional-funcional, determinado por quienes planifican.
Lo que se pretende rescatar es la categoría “capacidad de juicio propia”. En efecto, queda planteado el
problema de cómo educar la inteligencia para que conozca la realidad de las cosas, y de acuerdo a ellas se
ordene.

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Se utilizará el término hábito por dos razones: a) porque desde la antigüedad clásica se ha atribuido siempre
a los hábitos un peso esencial en la educación y b) porque la experiencia cotidiana nos dice que los buenos
hábitos facilitan enormemente el desenvolvimiento de la existencia humana.
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La tradición filosófica occidental ha distinguido siempre dos acepciones del concepto de ciencia: la ciencia
objetivamente considerada, como desenvolvimiento de proposiciones acerca de un objeto y que expresan
sistemática y metódicamente una relación causal; y la ciencia subjetivamente considerada, como disposición
y perfeccionamiento de nuestra inteligencia en relación a un objeto. Hay correspondencia entre ambas; la
primera se da en la medida en que se haya dado, de alguna manera, la segunda.
El hábito es propiamente una forma permanente o una cualidad de una potencia. Es una cualidad difícilmente
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removible y que se utiliza cuando se quiere. Se adquiere un hábito por la repetición de los actos o por el
ejercicio. Los hábitos son necesarios para lograr tres características en el obrar: la firmeza, la prontitud y la
deleitación.

Cuando se habla del pensar riguroso como hábito o de la ciencia como hábito, se habla de una forma
FI

permanente que el individuo va generando, de encarar los problemas del orden especulativo o del orden
práctico que se le presentan al entendimiento, que tiene como fin el esclarecimiento o solución de dichos
problemas, de acuerdo a los principios lógicos del recto pensar. Entonces, ¿cuáles son los actos o
procedimientos que deben ejercitarse para lograr los hábitos del recto pensar? El hábito de pensar
rigurosamente se adquiere o afianza en la medida en que se ejerciten ciertos procedimientos u operaciones


del entendimiento, que son: 1) la definición; 2) la distinción; 3) la relación y la causalidad; 4) la


sistematización; 5) la crítica; 6) la síntesis.
1) La definición. Se parte de una experiencia cotidiana: la de la confusión de significados distintos,
atribuidos a los mismos signos (palabras); diversidad de significados que, a veces, ni siquiera se
explicita, que generan así equívocos o ambigüedades.
Definir es decir lo que la cosa es; es tener en claro el significado y sentido de un término cuando se
lo utiliza dentro de un contexto. Definir con transparencia posibilita saber cuál es la comprensión y la
extensión de un concepto.
La mayor parte de los errores que se cometen surgen de una mala comprensión del término que se
utiliza, es decir, qué características entran como componentes esenciales de ese concepto.
La definición pone límites a algo. Toda figura es tal por su límite.
2) La distinción. Separa una cosa de otra, que en el orden real no están separadas. Gracias a esta
operación el entendimiento avanza en el conocimiento.

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3) La relación y la causalidad. La verdad (o falsedad) solo se da en el juicio, es decir, solo se da cuando
se ha establecido y afirmado una relación. La observación y la reflexión son las que hacen posible
descubrir las relaciones. Se puede relacionar más y mejor en la medida en que se cuente con
pluralidad de elementos a relacionar.
La capacidad de relación es la que nos abre el camino al conocimiento de la causalidad como
principio explicativo de las cosas.
4) La sistematización. Las teorías científicas son, en definitiva, sistemas de hipótesis. Se entiende por
sistema un conjunto de elementos interrelacionados y ordenados a un fin. Comporta, pues, el
sistema, dos determinaciones: por un lado, la dependencia recíproca de los elementos que lo
componen; y por otro, la teleología, que es en último término el criterio que confiere unidad al sistema.
Todo saber tiende a ser, inexorablemente, sistemático, es decir, tiende a ser un conocimiento
organizado.
Kant definió al sistema como la totalidad del conocimiento, ordenado de acuerdo a principios. La
sistemática depende, pues, de un principio ordenador, que no puede sino ser una unidad de razón,

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es decir, una idea que postula una unidad del conocimiento.
Los principios sistematizadores acerca de un objeto o conjunto de objetos pueden ser diversos. En
cualquier caso, debe siempre explicitarse el principio ordenador del que se parte.
El saber sistemático es un saber deliberado, opuesto al espontáneo. Comte hacía notar que la idea
de sistema implicaba no solo la idea de orden, sino también la idea de acción intencional, opuesta a
la mera espontaneidad.
Los criterios de sistematización de los conocimientos varían en cada sujeto y en cada ciencia en la

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medida que el conocimiento progresa.
5) La crítica. Una evaluación que puede ser positiva o negativa. Comportamiento específico de nuestro
entendimiento por el que somete un juicio a una prueba de validez, con instrumentos considerados
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válidos en un momento dado.
El arte de la apreciación. Permite distinguir lo verdadero de lo falso, lo valioso de lo que no es valioso.
Cada ciencia y disciplina científica progresan en la medida en que afinan instrumentos metodológicos
y críticos para avanzar a partir de la experiencia del error.
6) La síntesis. Toda ciencia aspira, por fuerza de su propia dinámica, a síntesis cada vez más generales,
más inclusivas. Hablamos de síntesis en el sentido de una tendencia, de un esfuerzo del
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entendimiento por lograr visiones lo más inclusivas posibles de todos los conocimientos, y no
precisamente de un conocimiento acabado y definitivo.
La síntesis, en el sentido aquí considerado, es un tipo de relación totalizante. No es resumen.

Por aprender se entiende el conjunto de cambios de conducta relativamente estables y duraderos originados
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en la experiencia. Nadie habla de aprender hábitos; los hábitos no se aprenden, sino que se generan, o sea,
los produce el mismo sujeto a través de la repetición de los actos.
Una fuerte motivación o una vivencia puntual profunda pueden acelerar la generación del hábito hasta el
punto de que un solo acto, o muy pocos, produzcan el hábito.
Para generar en quien aprende la capacidad propia de juicio, hay que dar mayor espacio y mayor importancia


a la generación de los hábitos intelectuales rigurosos.


Toda problemática del aprendizaje tiene una articulación clave que es la motivación. Si esta no se da, no es
posible el aprendizaje.

Los hábitos del pensamiento riguroso – Brie


Se entiende por hombre de ciencia no solo al investigador que por vocación/profesión centra en la ciencia y
en la reflexión su tarea ordinaria, sino también a quien se vincula en forma estable con la vida universitaria
y académica, a la cual está a su vez ligada la vida de los que cultivan las profesiones liberales.

Karl Mannheim afirma que la sociedad moderna, estructurada y organizada de una forma crecientemente
racional-funcional, en lugar de conducir a los hombres a comportamientos cada vez más substancialmente
racionales, paradójicamente los lleva a conductas cada vez más irracionales, con la consiguiente
multiplicación de conflictos y su exacerbamiento, los cuales, cuando toman carácter estructural y no tienen

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salida, inducen poco a poco la situación de crisis, con la consiguiente amenaza al sistema básico de
convivencia.
El problema radica en que la creciente organización racional-funcional de la sociedad moderna favorece por
fuerza solo la racionalidad funcional, es decir, la organización de las conductas de los miembros de una
sociedad en ciertos terrenos, y no exige en igual medida la racionalidad substancial, es decir, la facultad de
actuar en situaciones dadas con capacidad de juicio en base a una inteligencia propia de las conexiones.
Esta organización generalizada racional-funcional dominante produce un efecto paralizador del juicio propio;
parecería que la esencia de la racionalidad funcional es eximir al individuo medio del pensamiento, de la
inteligencia, de la responsabilidad, y traspasar esas facultades a los individuos que dirigen la racionalización
de la sociedad.
Cuanto más se industrializa una nación, cuanto más se acentúa la división del trabajo y la organización
global concomitante, tanto más hay un mayor número de esferas de la actividad humana que se hacen
funcionalmente racionales y, con ello, calculables de antemano. Esto lleva consigo una exigencia de auto-
racionalización en el individuo que Mannheim define como el control sistemático de los impulsos que el

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individuo tiene que proponerse de antemano cuando los quiere operar o ser insertado en una estructura
objetiva de actividad racional, y que le exige al individuo un esfuerzo de reflexividad (auto-organización) y
que no es sino parte de ese proceso de auto-conformación de la persona al proceso de organización
racional-funcional, determinado por los que planifican.
La capacidad de juicio propia es una gran ausente en nuestra sociedad. Es solo a través de la educación
que se podrá poner un dique a este proceso de deterioro.
Mannheim concibe a la educación como un fenómeno social básico y central en la configuración de la vida
de convivencia.

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En el ámbito de la educación superior o universitario, pero extensible en su medida a los otros niveles, se
dan tres tendencias: la pérdida creciente del sentido de los saberes estrictos; la pérdida de la necesaria
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subalternación de las ciencias; la creciente pérdida del fin propio que legitimó en su momento el surgimiento
de las universidades en el medioevo.

Aristóteles había señalado que la mente humana puede perfeccionarse de dos maneras: primero, por el
conocimiento del objeto, es decir, por la adquisición de la ciencia acerca de un objeto; segundo, por el
conocimiento del método adecuado al estudio del objeto. Por el primer camino se llega a poseer un cúmulo
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determinado de conocimientos sobre el objeto; por el segundo, en cambio, se tiene la posibilidad de ampliar
indefinidamente los conocimientos. Es a este segundo tipo de conocimiento al que nos referimos al hablar
de hábitos del entendimiento o del pensamiento riguroso.
El hábito es propiamente una forma permanente o una cualidad de una potencia, corno principio productos
de actos, caracterizados precisamente por su permanencia.
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La ciencia es un producto del hombre, y desde esta perspectiva se inserta en el mundo de la cultura, es
decir, en el universo de los productos del hombre y, por lo tanto, se constituye en un hacer cuyos resultados
serán las teorías científicas.
Sin embargo, el poseer de alguna manera los hábitos intelectuales no implica necesaria o mecánicamente
la generación de nuevos conocimientos, o el buen uso del conocimiento.


Hablar del pensar riguroso como hábito o de la ciencia como hábito, es hablar de una forma permanente
que el individuo va generando de encarar los problemas o interrogantes del orden especulativo o del orden
práctico que se le presentan al entendimiento, que tiene como fin el esclarecimiento o solución de dichos
problemas, de acuerdo a los principios lógicos del recto pensar.
El pensamiento riguroso se genera en la medida en que se generen los hábitos de definir rigurosamente,
distinguir, etc.

Clase 2
La abogacía es una profesión regulada por el Estado, entre otras, porque su ejercicio puede comprometer
el interés público poniendo en riesgo de modo directo la salud, la seguridad, los derechos, los bienes o la
formación de los habitantes.
De acuerdo al Anexo C de la Res. 3401/14, las actividades profesionales reservadas al título de abogado
son las siguientes:
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1) Prestar asistencia jurídica a toda persona física o jurídica que lo requiera, cuando estén involucradas
decisiones de riesgo directo sobre personas o bienes, tanto en sede judicial como extrajudicial.
2) Patrocinar y representar a las partes (incluido el Estado en sus diversos niveles y formas de
organización) en procedimientos administrativos, contravencionales, judiciales o arbitrales, sean
voluntarios o contenciosos.
3) Ejercer la función jurisdiccional en sede judicial y administrativa.
4) Emitir dictámenes e informes jurídicos.
5) Realizar los procesos de sindicatura en sociedades.
Las actividades reservadas están referidas solo al proceso de formación expresado en un título.

La carrera de abogacía de la UBA cuenta con un perfil de graduado. Así, estos desarrollarán un perfil acorde
con las siguientes características profesionales:
1) Capacidad para conocer sustancialmente el derecho positivo y las grandes categorías del derecho.
2) Capacidad para resolver problemas profesionales complejos, pensar, razonar y argumentar con

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espíritu crítico, manejar con precisión el lenguaje técnico y diseñar y proponer soluciones jurídicas
originales ante nuevas exigencias del ejercicio profesional.
3) Capacidad para el análisis de las decisiones y prácticas judiciales.
4) Capacidad para reconocer las necesidades sociales en relación con las transformaciones del
derecho en un contexto de Estado social y democrático de derecho y de compromiso con la
promoción de los DDHH.
5) Habilidad para analizar críticamente el sistema jurídico e incentivar el interés para emprender

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proyectos y trabajos de investigación jurídica con metodología apropiada.
6) Capacidad de evaluar axiológicamente las diversas interpretaciones que la norma permite efectuar.
7) Capacidad de desempeñarse de manera humanística y ética.
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8) Capacidad para reconocer la apertura hacia otros campos de conocimiento.
9) Capacidad específica para la elaboración de normas jurídicas.

Se pronostica que las instituciones pasadas de moda, al igual que las empresas comerciales no
competitivas, serán barridas por un cambio tecnológico radical.
Con el teletrabajo se rompe la barrera geográfica.
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Cuando seas abogado – Fayt


Debemos procurar ser amigos de la claridad y precisión del lenguaje. Es un instrumento para el ejercicio de
la abogacía. Decir lo necesario, todo lo necesario, pero nada más que lo necesario.
En todo alegato, expresión de agravios o recurso fundado, subyace una idea de justicia que no debe ser
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ahogada por un torrente de citas y precedentes innecesarios, para la diáfana compresión de la verdad
material y legal que puede asistir al litigante.

Don Ángel Osorio y sus diez máximas: 1) no pasar por encima de un estado de tu conciencia; 2) no afectes
una convicción que no tengas; 3) no te rindas ante la popularidad ni adules a la tiranía; 4) piensa siempre


que tun eres para el cliente y no el cliente para ti; 5) no procures en los tribunales ser más que los
magistrados, pero no consientas en ser menos; 6) ten fe en la razón, que es lo que en general prevalece; 7)
pon la moral por encima de las leyes; 8) aprecia, como el mejor de los textos, el sentido común; 9) procura
la paz como el mejor de los triunfos; 10) busca siempre la justicia por el camino de la sinceridad y sin otras
armas que las de tu saber.
En las profesiones, la ciencia no es más que un ingrediente. En el abogado, la rectitud de la conciencia es
mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos. La prueba de fuego de la rectitud del abogado
es la del momento de aceptar o rechazar una causa. Los conflictos son diversos. Entre ellos se encuentran
los asuntos en que esa instancia moral (conciencia) nos indica que existen dudas sobre la moralidad
intrínseca de la causa; sobre la moralidad de los medios inevitables para sostenerla; sobre la licitud o ilicitud
de los razonamientos, es decir, sobre la tergiversación de los hechos y la estafa procesal; sobre la oposición
del interior del abogado y el de su cliente; sobre si la función es abogado es servir a la justicia o la de servir
al cliente.
El abogado tiene por tarea velar por el triunfo de la verdad y la justicia.
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Couture enumera como imperativos: 1) estudia. El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus
pasos, será cada día un poco menos abogado; 2) piensa. El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce
pensando; 3) trabaja. La abogacía es una ardua tarea al servicio de la justicia; 4) lucha. Tu deber es luchar
por el derecho, pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia; 5) se
lea. Leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal
con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe
confiar en lo que tu dice y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tu invocas;
6) tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya; 7) ten
paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración; 8) ten fe. Ten fe en el derecho,
como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en
la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia; y, sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay
derecho, ni justicia, ni paz; 9) olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras
cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida
tan pronto tu victoria como tu derrota; 10) ama tu profesión.

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Podría decirse que la abogacía es una magistratura al servicio de la república democrática.
El derecho es un medio y la justicia un fin, y los ardides jurídicos pueden ser eficaces, pero no son justos.

El Código de ética del Colegio Público de Abogados de CABA establece que es misión esencial de la
abogacía, el afianzar la justicia y la intervención profesional del abogado, función indispensable para la
realización del Derecho; que es deber del abogado preservar y profundizar el Estado de Derecho fundado
en la soberanía del pueblo y su derecho de autodeterminación; que es consustancial al ejercicio de la

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abogacía la defensa de los DDHH, entendidos como la unidad inescindible de los derecho civiles y políticos,
y derechos económicos, sociales y culturales conforme los contenidos en la CN, y de las declaraciones,
cartas, pactos y tratados internacionales ratificados por la República Argentina. Por último, que es contrario
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y violatorio de los deberes fundamentales del ejercicio de la abogacía, el prestar servicio a la usurpación del
poder político, aceptando ingresar a cargos que impliquen funciones políticas, o a la magistratura judicial.
Como deberes fundamentales inherentes al ejercicio de la abogacía, el Código establece, entre otros, el
utilizar las reglas del derecho para la solución de todo conflicto fundamentado en los principios de lealtad,
probidad y buena fe; abstenerse de publicitar sus servicios sin la mesura y el decoro exigidos por la dignidad
de la profesión o en base al monto de los honorarios a percibir, o que pueda inducir a engaño; desechar
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toda influencia política o cualquier otra situación excepcional; respetar rigurosamente todo secreto
profesional y oponerse ante los jueces u otra autoridad al relevamiento del secreto profesional, negándose
a responder las preguntas que lo expongan a violarlo. Solo queda exceptuado cuando el cliente así lo
autorice o si se tratare de su propia defensa; defender el derecho a la inviolabilidad del estudio jurídico y de
los documentos que le hubiesen sido confiados.
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Todo abogado debe respetar la dignidad de sus colegas y hacer que se la respete. No debe compartir la
maledicencia del cliente hacia su anterior abogado, ni respecto del que represente o patrocine a la
contraparte. Debe abstenerse de expresiones indebidas o injuriosas respecto de sus colegas, así como
aludir a antecedentes personales, ideológicos, políticos o raciales que puedan resultar ofensivos o
discriminatorios. Los sentimientos hostiles que puedan existir entre los clientes no deben influir en la


conducta y disposición de los abogados entre sí. Debe dar aviso fehaciente al colega que haya intervenido
previamente, en el caso de reemplazarlo o participar en la representación, patrocinio o defensa; no debe
tratar ni arribar a ningún tipo de convenio o acuerdo con personas patrocinadas y/o asesoradas por otro
colega, sin la intervención o conocimiento de este; debe abstenerse de realizar acciones para atraer asuntos
o clientes de otro abogado, de utilizar o aceptar la intervención de gestores o corredores para captar clientes;
y cumplir estrictamente con los acuerdos que realice con sus colegas.
Debe abstenerse de disponer de los bienes o fondos de su cliente, aunque sea temporalmente, rindiendo
cuenta oportuna de lo que perciba; poner en conocimiento inmediato de su cliente las relaciones de amistad,
parentesco o frecuencia de trato con la otra parte, o cualquier otra circunstancia que razonablemente pueda
resultar para el cliente un motivo determinante para la interrupción de la relación profesional, proporcionar a
su cliente información suficiente acerca del Tribunal u organismo donde tramite el asunto encomendado, su
estado y marcha, cuando así se lo solicite, en forma y tiempo adecuados; abstenerse de representar,
patrocinar y/o asesorar, simultánea o sucesivamente, intereses opuestos, en la misma causa.

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El abogado es libre de aceptar o rechazar asuntos en los que se solicite su intervención profesional, sin
necesidad de expresar los motivos de su determinación, salvo en los casos de nombramiento de oficio o
cuando actúe en relación de dependencia y sujeto a directivas del principal. En estos casos, el abogado
podrá justificar su declinación fundándose en normas éticas o legales que puedan afectarlo personal o
profesionalmente. Cuando el abogado renuncie al patrocinio o representación, cuidará que ello no sea
perjudicial a los intereses de su cliente.
Son faltas de ética: no guardar un estilo adecuado a la jerarquía profesional en las actuaciones ante el poder
jurisdiccional y órganos administrativos; incurrir en los procesos o actuaciones en expresiones agraviantes
respecto de magistrados, funcionarios o empleados; efectuar desgloses o retirar expedientes, copias o
actuaciones sin recibo o autorización; valerse, a sabiendas, de pruebas falsas así calificadas judicialmente,
constituyan o no fraude procesal; incurrir en temeridad o malicia, así calificadas judicialmente; no hacer
preservar el respeto que se le debe al abogado como auxiliar de la Justicia; no difundir o dar a publicidad
sentencias que no se encontraren firmen, sin hacer constar tal circunstancia.
Es falta de ética efectuar citas doctrinarias o jurisprudenciales inexistentes, o exponerlas en forma tal que

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falseen la opinión o el fallo invocados, como realizar falsas transcripciones de resoluciones judiciales o
escritos del contrario.

La abogacía implica una función de carácter público y el abogado es un colaborador del juez y un auxiliar
de la justicia, en grado tan alto que la justicia no podría funcionar si no existiesen los profesionales del
derecho.
Según Calamandrei, el abogado es un elemento integrante de la organización judicial, un órgano intermedio

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entre el juez y la parte, en el cual el interés privado de alcanzar una sentencia favorable se concilia con el
interés público de alcanzar una sentencia justa.
La actividad del abogado y la del juez generar espontáneamente un recíproco control que resulta beneficioso
DD
para la administración de justicia.

Bielsa se inclina porque los colegios de abogados funcionan teniendo en miras el interés público, con
competencia sobre la admisión por grados de estudios cursados y la disciplina según normas de ética.

La profesión legal siempre ha reclamado, como elemento esencial, independencia de cuanto pudiera
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desvirtuar o degradar su libertad en el ejercicio profesional.


Esa independencia se encuentra en relación directa con las distintas estructuras de poder, los diversos
sistemas jurídicos y políticos y el consecuente grado de respeto a la dignidad humana.
Sin libertad, ni la magistratura ni la justicia funcionan con las garantías propias de los verdaderos tribunales
de justicia.
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La profesión legal tiene por función eminente la de servir al derecho. A ella le está confiada la defensa en
juicio de los litigantes y la de auxiliar de la justicia en la protección de la dignidad humana. Además, la de
constituir un elemento orientador y purificador de la vida judicial. Estas funciones determinan el carácter
público de la abogacía.
Los profesionales del derecho garantizan, con su intervención, la seriedad del proceso y libran a la justicia


de la mala fe.
El abogado participa en la creación del derecho judicial a través de su actuación profesional, por la índole y
naturaleza de sus conocimientos, en directa relación con el tipo de organización política y jurídica en la que
actúa, y en particular, con la que corresponde al Estado de Derecho. También interviene e influye en las
distintas instancias de las que emanan las decisiones que orientan el proceso social. Desde esta perspectiva,
el abogado no solo contribuye a la permanencia de los distintos ordenamientos jurídicos, sino que gravita
en el cambio del orden social; y a través de sus consejos, induce pautas de la progresiva configuración de
una forma de vida individual y social más armónica, racional, justa y libre.
La finalidad ética del derecho, en cuyo logro todo abogado debe estar comprometido, es la realización de
aquellas condiciones sociales de vida que tiendan a asegurar, en forma real, la inviolabilidad de la dignidad
del ser humano.

En los países con democracias débiles, enfermas, inestables, recién nacidas o en transición, es función del
abogado trabajar en la consolidación del Estado de Derecho. Estado de Derecho que tiene por finalidad el
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bienestar social, la reducción de los conflictos sociales y la promoción de la justicia y la libertad. Facilita la
participación en la vida política, económica, cultural y social. Garantiza el principio de legalidad, la jerarquía
normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de la ley penal, la seguridad jurídica, la
responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes políticos, reconoce la dignidad de la
persona y los derechos inviolables que le son inherentes.
De este modo, la dignidad de la persona humana se convierte en el supremo valor del Estado de Derecho.
A esa función de la profesión legal dirigida a la consolidación del Estado de Derecho, se suma la función de
agente de mejoramiento de las instituciones y, en la medida de sus posibilidades, agente de la
transformación jurídica, social, económica y política del país.

El abogado es un defensor de la vida, la libertad, los derechos humanos, la seguridad individual y colectiva.
Su conducta y acción solo pueden ser juzgados por sus pares en juicio imparcial, y los miembros del tribunal
de conducta deben surgir de la elección de todos los abogados, legalmente colegiados, depositarios del
autogobierno de la matrícula y del poder disciplinario. No puede esa conducta estar subordinada al

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monopolio ideológico del sector gobernante, ni al programa de un partido.

Así como no puede ni debe dejar de reaccionar ante la violación de la ley, la arbitrariedad, la inhumanidad y
la injusticia, tampoco puede ni debe realizar acto alguno que perjudique a su país, lo mantenga en el atraso,
la ignorancia o la miseria.
La Argentina tiene derecho a determinar su destino, como mecanismo de defensa contra la agresión de las
potencias altamente desarrolladas, y una elemental forma de alcanzar el desarrollo, para hacer real la

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libertad y la justicia. Como una forma de hacer posible un cambio en las instituciones e ideas, sobre la base
de que el objeto de las acciones humanas, al producir riquezas, es el beneficio de la sociedad como tal y no
el provecho de un reducido número.
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El abogado – Bieger
Pese a las molestias que generan los abogados, resultan necesarios.
La función inmediata del abogado es intentar ganar el pleito, que es para lo que se le contrata. De ello se
sigue, en teoría, que los abogados auxilian a que se aplique eficazmente el derecho. El abogado es un
colaborador del juez porque labora en su lugar para recoger los materiales del litigio, traduciendo en lenguaje
LA

técnico las fragmentarias y desligadas afirmaciones de la parte, sacando de ellas la osamenta del caso para
presentarlo al juez en forma clara y precisa y en los modos procesalmente correctos. El juez, entonces, llega
a estar en condiciones de ver, sin perder tiempo, el punto vital de la controversia que está llamado a decidir.
Por tanto, defendiendo el interés particular de su cliente, el abogado colaboraría de forma mediata al bien
común. En este sentido, desempeñaría una función pública: sería un servidor del bien público.
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En la visión mayoritaria, solo existe una solución justa, recogida en la ley, y si un abogado triunfa en hacer
que el juez se incline por otra solución, ello se deberá necesariamente a sus malas artes, o a una grave
torpeza por parte de su oponente.
Sin embargo, esto no es así. Dada la cantidad de conflictos posibles en cualquier sociedad, para prever toda


casuística, la ley debería tener una extensión prácticamente infinita. Razón por la cual, la ley es abierta,
sienta principios generales y, a la vez, esos principios generales entran con frecuencia en colisión. No se
produce, por tanto, en realidad, salvo en contados casos, una subsunción del supuesto en la norma: en lugar
de ello, lo que tiene lugar es una integración del caso con las diversas normas que le son potencialmente
aplicables, para arribar a la construcción de la solución que el juzgador cree más equitativa, de conformidad
con su personal sistema de valores.
La función es los abogados es, simplemente, proporcionar al juez las soluciones posibles, todas conformes
con el ordenamiento, para que el juzgador escoja, a si gusto, cuál encuentra más equitativa. Lo mismo ocurre
cuando el abogado desarrolla una función consultiva: estará advirtiendo a sus clientes cuáles son, a su modo
de ver, las soluciones posibles, y por cuál cree más probable que, en principio, se decante un juez.
Por tanto, los abogados desempeñan una función pública, aunque no en los términos que normalmente se
cree: los abogados auxilian en la resolución de los conflictos sociales.

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La creciente proliferación normativa, las exigencias del mercado y la presión de la competencia han hecho
que, a lo largo de las últimas décadas, el tradicional abogado generalista haya sido reemplazado, de forma
paulatina, por profesionales cada vez más especializados.
Las actividades de cualquier abogado pueden sintetizarse en siete categorías, aunque en cada caso
concreto, el tiempo que se dedique a cada una pueda variar de forma sustancial.
• La actuación en sala. Es el origen de la profesión.
• La escritura.
• La negociación. Flexibilidad, capacidad de observación y buenas dotes de persuasión.
• La emisión de augurios. El abogado ha de saber escuchar con paciente atención todos los
pormenores del asunto, apreciar todos sus matices y asesorar a su cliente en función de las
posibilidades que presente el caso.
• El estudio. Estudiar las nuevas disposiciones, las nuevas sentencias. Estudiar las fuentes específicas
que puedan servir para defender mejor la tesis que conviene al interés de su cliente.
• La actividad comercial. El abogado precisa tener clientes para continuar siéndolo.

OM
• La gestión.

El abogado puede ejercer su oficio en medios diversos. Puede hacerlo, en primer lugar, en un despacho
artesanal. Este tipo de firma presenta, a su vez, variedades: el abogado trabaja solo; el abogado trabaja con
unos pocos pasantes; los pasantes son hijos u otros allegados del abogado.
Otro modelo también artesanal es el despacho en el que unos pocos compañeros comparten nombre y

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especialidad, con un reparto de ingresos y gastos; o bien no se comparte la especialidad y el acuerdo
consiste simplemente en compartir gastos y, quizás, en remitirse asuntos de forma cruzada, según las
especialidades respectivas.
Frente a estos modelos tradicionales, vienen creciendo los despachos “industriales” en los que trabajan
DD
decenas de abogados, estructurados por especialidades y por niveles de formación. Para los socios, la
principal ventaja es que se apropiarán de la plusvalía, obteniendo mucho más de lo que obtendrían
trabajando solos. Además, pueden repartirse las tareas de modo acorde con las inclinaciones naturales de
cada uno, sin verse obligados a ser, como el titular de un despacho artesano, todoterreno. A su vez, los
riesgos también son claros: cuando un socio baja el ritmo y no es productivo como el resto, es expulsado.
En cuanto a los asociados, cuentan con una retribución estable y más alta que la que obtendrían por su
LA

cuenta, tienen una formación excelente y acceso a asuntos que no podrían conocer fuera de estos
despachos, y tienen una magnífica oportunidad de hacer carrera. En cuanto a los clientes, tienen equipos
amplios, especialistas en todos los ámbitos y control de calidad del servicio global por parte de la firma. Pero
el riesgo es la propensión de algunos de estos despachos a delegar en exceso asuntos delicados en manos
de sus profesionales más baratos para maximizar el beneficio.
FI

Por último, el tercer medio en el que el abogado puede ejercer su actividad es la empresa. Tienen un solo
cliente, pero este es su jefe.

A principios del SXIX se decía que los abogados eran conservadores. Esto era por su uniforme extracción
social: lógicamente, los cachorros de la burguesía habían de ser sus defensores. Pero, al menos en nuestro


país y el surgimiento de la clase media en los años sesenta, las cosas cambiaron: provienen de todo el
espectro socioeconómico.
En segundo lugar, se dice que son un cuerpo social reaccionario a causa de su mera actividad, que defiende
el orden establecido. Sin embargo, los abogados se hallan con frecuencia entre los grupos sociales que
impulsan las reformas legales.

El abogado en ejercicio aprende enseguida qué es el derecho: lo que dispone la ley positiva o lo que dicen
los jueces.

¿Qué hace a un buen abogado? Tiene una capacidad todoterreno para ser orador, oyente, escritor, etc.;
para él, lo determinante es lo que diga el juez; capacidad de persuasión; familiarización con la norma
aplicable.
¿Qué hace a un abogado exitoso? Inspirar confianza al cliente.

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El futuro del trabajo en la era de la automatización – Oppenheimer
Los robots están realizando cada vez más labores en las compañías de abogados. Sus algoritmos están
pasando por encima a los abogados y están ofreciendo servicios legales automatizados que resultan mucho
más baratos para los clientes.
Hasta los jueces corren el riesgo de ser reemplazados por algoritmos. Estos programas de computación, a
diferencia de los juristas humanos, no tienen prejuicios y pueden emitir veredictos mucho más imparciales.
En el área de educación, ya hay robots en el mercado que prometen realizar varias labores que hoy día
desempeñan los docentes. Entre sus ventajas está la paciencia infinita para explicar las cosas de cientos de
maneras.

Los robots y las plataformas de internet de servicios legales ya están ofreciendo muchos servicios rutinarios
que hoy en día ofrecen los abogados.
Hoy día, es muy difícil para una persona de bajos ingresos contratar a un buen abogado. No es casual que
hayan surgido plataformas de internet ofreciendo servicios legales más baratos y que estén creciendo a

OM
pasos agigantados.
Se argumenta que las plataformas de servicios legales virtuales se dedican a tareas rutinarias y no
amenazan los empleos de los abogados que se ocupan de casos más complejos.
Las plataformas reemplazarán cada vez a más abogados y jueces porque las cortes en todo el mundo no
se dan abasto con los casos pendientes y cada vez menos empresas y personas están dispuestas a esperar
meses y años para la resolución de sus disputas.

.C
Se concluyó en un estudio que las áreas del trabajo de los abogados que se automatizarán a más corto
plazo serán las de revisión de documentos, la búsqueda de antecedentes de casos legales, y el análisis
predictivo de las posibilidades de ganar casos.
DD
Los algoritmos también pueden ser imperfectos, pero, según los autores, los robots se equivocan menos.

Los abogados podrán ofrecer sus servicios a toda la población a muy bajo costo, pues solo tendrán que
supervisar los borradores de documentos legales producidos por los robots. Los algoritmos se encargarán
de las tareas más tediosas de su trabajo.
Asimismo, siempre habrá la necesidad de contratar abogados humanos para interpretar leyes con reformas,
LA

o anticiparse a las modificaciones en las leyes. Las máquinas inteligentes operan sobre información
existente.
Los abogados hacen algo más que analizar casos legales: crean un vínculo con sus clientes, que lleva a
relaciones de confianza que les permiten ver los intereses a largo plazo.
FI

Mitos del milenio – Rojas


Mito 1: el fin del trabajo.
Los datos muestran que una serie de países altamente desarrollados han exhibido una capacidad notable
de crear nuevas oportunidades de trabajo.
En las naciones más desarrolladas no existe ninguna tendencia absoluta respecto de la capacidad de crear


más o menos puestos de trabajo; ello depende, sencillamente, del entorno institucional y de política
económica con que los distintos países enfrentan los desafíos del cambio tecnológico y de un mundo cada
vez más globalizado.
Además, se puede constatar una disminución radical de la extrema pobreza, la mortalidad infantil y la
desnutrición, lo que ha llevado a un aumento notable de las expectativas de vida en los países menos
desarrollados.
En los países latinoamericanos se crea trabajo, y mucho, pero lamentablemente no trabajos de más alta
productividad o, al menos, no en cantidades suficientes como para mejorar la tasa general de productividad
laboral. Esto explica los niveles bastante estancados o simplemente en declive del ingreso per cápita.
Habitualmente circula la idea de una creciente desigualdad global. Sucede todo lo contrario.
El problema de los que fracasan no radica ni en la globalización ni en diversos organismos internacionales
ni en la libertad de comercio ni en la tecnología. Es la calidad y confiabilidad de sus instituciones y políticas,
la apertura y capacidad de adaptación ante un entorno en rápido cambio, así como la seriedad de su
capitalismo, el respeto a la libre empresa, a la propiedad honestamente ganada y, en general, al esfuerzo
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productivo de sus ciudadanos lo que le otorga a los países, ya sean altamente desarrollados o se encuentren
en vías de desarrollo, la posibilidad de hacer una realidad de las promesas de la era presente.
Para vencer la pobreza y el subdesarrollo se requiere más libertad económica y civil, más economía de
mercado, libertad de comercio y globalización.

Mito 2: la nueva tecnología está destruyendo el trabajo.


Esta falacia constituye el fundamento “teórico” del mito anterior.
Si este mito tuviera relación con la realidad, entonces EEUU, el país más avanzado, debería haber sido
profundamente afectado por el problema de falta de trabajo. Pero, sucede lo contrario.
Con políticas adecuadas y un entorno institucional propicio, a mayor intensidad tecnológica se da más y no
menos empleo.

No hay que olvidar aquellos grupos y organizaciones directamente interesados en manipular la opinión
pública a fin de promover sus intereses particulares. Estos son de gran importancia en América Latina.

OM
Nada es seguro o definitivo en este escenario de cambio permanente que es una economía basada en la
libertad de quienes participan en ella.

Clase 3
Hace años se desarrollan investigaciones y técnicas para reducir a su mínima expresión el uso de la violencia
en la resolución de conflictos internacionales, pero, a su vez, se ha avanzado poco en igual dirección para
convertir en más pacífica la vida social en el interior de los Estado.

.C
Las sociedades modernas prohíben a sus integrantes que usen la violencia, pero los facultan a solicitar a
los jueces su aplicación.
Tanto Weber como Kelsen han descripto al derecho como un monopolio de la violencia en manos de la
DD
comunidad que delega la administración y ejercicio en los jueces.
Los jueces, dentro del marco de la división del trabajo social, constituyen una clase experta en la que la
comunidad confía para que no haya un uso arbitrario de la fuerza.
Así, se ponen de manifiesto dos fenómenos: 1) la existencia de conflictos entre posiciones antagónicas e
incompatibles, en aquellas situaciones que el derecho declara permitidas a ambas; 2) el carácter violento
del método judicial y la necesidad de reducir su uso a medida indispensable mediante la utilización de otras
LA

técnicas de resolución de conflictos.


Esta visión apunta a una sociedad más pacífica donde la regla no sea el proceso judicial que, aunque puede
resolver conflictos y hacerlo con ajuste a los valores vigentes, no puede evitar el deterioro de los vínculos
que constituyen las relaciones sociales de quienes sometieron a juicio sus controversias.
Esto no implica postular una sociedad sin jueces. No todos los conflictos pueden encontrar solución en los
FI

métodos que no emplean la violencia monopolizada. Además, los miembros de la sociedad tienen, entre sus
postulados, la asunción de que un sector especializado e independiente de la sociedad ha de cumplir dos
funciones esenciales: 1) definir, en última instancia, el contenido de las normas que expresa el lenguaje del
legislador (las leyes solo dicen lo que los jueces dicen que ellas dicen); 2) ser el responsable de que los
otros órganos del sistema, creados por el derecho, también lo cumplan y ajusten su desempeño a la CN y


las leyes.

El ordenamiento jurídico resulta ser la más antigua de las estrategias disuasivas de prevención de conflictos
y solo uno de los métodos disponibles en la sociedad moderna para la administración y resolución de
conflictos.

Freund (referente de la polemología en Francia) define al conflicto en general en estos términos: el conflicto
consiste en un enfrentamiento o choque intencional entre dos sectores o grupos de la misma especie que
manifiestan los unos hacia los otros una intención hostil, generalmente acerca de un derecho, y que, para
mantener, afirmar o restablecer el derecho, tratan de romper la resistencia del otro, usando eventualmente
la violencia, la que podría llevar al aniquilamiento físico del otro.
De esta definición, surge el conflicto como una relación social, que excluye al conflicto con uno mismo.

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Pueden distinguirse diversos tipos de relaciones sociales: a) relaciones permanentes, como las familiares
en general, o transitorias, como las que mantenemos con un taxista; b) relaciones sociales continuas, como
la de tres miembros que integran un cuero estable que dura años en sus funciones sin alterar su integración
y se reúne accidentalmente, o accidentales, como la que se mantiene con el pasajero que ocupa el asiento
contiguo en un vuelo; c) relaciones ostensibles (públicas), como el matrimonio, o las ocultas o privadas,
como las de las asociaciones ilícitas; etc.
Serán relaciones de conflicto cuando sus objetivos sean incompatibles o todos o algunos miembros de la
relación los perciban como incompatibles. Cuando los objetivos no sean total o parcialmente incompatibles,
sino comunes o coincidentes, tendremos relaciones de acuerdo que, en lugar de conductas conflictivas,
generarán conductas cooperativas o coincidentes, que pueden ser individuales o colectivas.
Entelman propone la siguiente definición: el conflicto en general, es una especie o clase de relación social
en que hay objetivos de distintos miembros de la relación que son incompatibles entre sí.
Calvo Soler considera al conflicto como una relación de interdependencia entre dos o más actores, cada
uno de los cuales o percibe que sus objetivos son incompatibles con los de los otros actores (conflicto

OM
percibido) o no percibiéndolos, los hechos de la realidad generan dicha incompatibilidad (conflicto real).
Calcaterra define al conflicto como la relación social de desacuerdo entre bandos de composición simple o
múltiple, integrados por actores individuales o por una simple pluralidad de actores o por actores colectivos
organizados de hecho o de derecho, cohesionados o, en su caso, sus fragmentaciones, que persiguen metas
u objetivos incompatibles y que deben tener conciencia de estar en conflicto como condición de operatividad
de este.

.C
El sistema jurídico es una técnica de motivación social. Representa un progreso indiscutible en la
organización de la sociedad estatal que, al retener y administrar centralizadamente el monopolio de la fuerza,
excluye a sus miembros del uso privado de la violencia.
DD
El derecho es un sistema de normas que cumple el doble rol de disuadir conductas declaradas prohibidas y
de brindar apoyo a sus miembros para resolver conflictos, poniendo a disposición de uno de los bandos
conflictuantes, en determinadas situaciones, la fuerza monopolizada por la comunidad a ese efecto.
Esta metodología de resolución de enfrentamientos entre los miembros de una sociedad estatal, o entre ella
y algunos de sus miembros, no está disponible en todos los enfrentamientos posibles, sino en aquellos que
la comunidad selecciona sobre la base de criterios axiológicos de preferencia y mediante procedimientos
LA

establecidos a tal fin.


La sola existencia de un sistema de normas que establece conductas sometidas a sanciones, que
usualmente se denominan ilícitas, antijurídicas o prohibidas, actúa como criterio clasificador y agrupa todas
las conductas posibles en dos clases: conductas prohibidas y conductas permitidas.
La consecuencia de esto es que se genera un inevitable estilo de pensamiento en el sentido de que cuando
FI

en una relación social se enfrentan dos pretensiones incompatibles, sus miembros se preguntan sobre quién
“tiene razón” para el derecho. Tratan de saber cuál de los miembros enfrentados es titular de un derecho y
cuál está obligado.
En algunos supuestos puede definirse que una parte tiene derecho y la otra está obligado. En esos casos,
la sociedad ha asumido el problema y ha protegido a una de las partes pretensoras, poniendo a cargo de la


otra obligaciones cuyo cumplimiento significa para aquella la obtención de su objetivo.


Sin embargo, en los demás supuestos, la respuesta del sistema enfrenta a los conflictuantes con el
inesperado fenómeno de que para cada uno de ellos es libre pretender lo que pretende. Ninguna de ellas
tiene apoyo para obtener su objetivo.
Cuando alguien nos enfrenta con sus pretensiones que sabemos no obligatorias para nosotros, nuestra
inmediata reacción es pensar que no estamos obligados. Esto es así porque ninguna norma sanciona la
acción u omisión que el otro conflictuante pretende. Frente a esa constatación, concluimos que no estamos
en conflicto con él, desde que no tiene derecho a lo que nos pide, y que no es, por ende, nuestro interlocutor.

Cuando hemos aceptado la validez de un sistema normativo autónomo de orden moral, ético, religioso o
propio de una comunidad como ocurre en los ámbitos profesionales, deportivos o de negocios, y creemos
que ese sistema nos impone deberes religiosos, éticos, morales o comunitarios frente al pretensor que nos
reclama, reconocemos estar en conflicto pese a no tener obligación jurídica.

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Las normas jurídicas funcionan en la vida social como instrumentos para la resolución de conflictos entre
pretensiones incompatibles de dos o más sujetos.
Según la norma de clausura, todo lo que no está prohibido por las normas del sistema, se considera
jurídicamente permitido. Su corolario es la idea de que el ordenamiento jurídico es un sistema cerrado de
normas que resuelve todos los enfrentamientos posibles.

Las conductas prohibidas son definidas como aquellas que constituyen el hecho antecedente de la sanción
de la norma.
La clase conductas prohibidas deja fuera de su ámbito a las conductas no sancionadas, que se llaman
permitidas.
A su vez, la clase conductas permitidas se divide en dos subclases: conductas no obligatorias y conductas
obligatorias. Estas últimas resultan definidas como el opuesto contradictorio, en términos lógicos, de las
conductas prohibidas.

OM
Subsiste un amplio espacio donde el derecho deja a los ciudadanos en libertad de confrontar, ya que no
prevé proteger la pretensión de uno, poniendo a cargo del otro la obligación de satisfacerla. Es en este
espacio donde se producen los conflictos entre pretensiones incompatibles pero igualmente permitidas, es
decir, no prohibidas porque no están amenazadas con sanción por el ordenamiento.
La mayor parte de las disputas entre particulares no se dan entre una pretensión legítima y otra ilegítima.

El sistema jurídico es un método violento y no pacífico de resolución de controversias. Violento, porque

.C
recurre al uso o a la amenaza de la fuerza.
La sanción, que en las normas está prevista como la consecuencia de determinada conducta (antijurídica),
es un acto que deben realizar los jueces o sus ejecutores, y cuyas múltiples variantes tienen, sin embargo,
DD
dos notas esenciales en común: a) consisten siempre en una privación de algo valioso; y b) están siempre
previstas como susceptibles de ser aplicadas con independencia de la voluntad del sancionado y aún contra
ella, mediante el uso de la fuerza, por disposición del juez, en caso de resistencia.
Es correcto sostener que el derecho genera paz social cuando monopoliza la fuerza y prohíbe a los
particulares usarla en forma directa. Sin embargo, las relaciones entre los miembros de la sociedad son más
pacíficas y armónicas si, para resolver sus conflictos, no recurren al uso o amenaza de la fuerza centralizada
LA

en el juez por delegación de la comunidad.

En 1965, Galtung pudo ofrecer como resultado de sus investigaciones un inventario de doce métodos,
violentos y pacíficos, de resolución de conflictos: juegos de azar; ordalías; oráculos; combate sin
limitaciones; guerra limitada; duelos verbales; duelos privados; debates judiciales; debates; mediación y
FI

arbitraje; tribunales; votaciones. Entelman pone el foco sobre los dos últimos.
A las votaciones, generalmente, se las concibe como una forma de participación en el poder. Significan
excluir la violencia como método de solución y adoptar una resolución pacífica, institucionalizada y
reglamentada.
El sistema jurídico es un método de resolución de conflictos que trata de excluir el uso de la violencia por


los particulares. Sin embargo, tal exclusión no importa eliminar totalmente el uso de la violencia, porque esta
queda reservada en el estado moderno a los órganos judiciales encargados de administrar la fuerza
sustraída a los particulares, en términos reglamentados por el mismo sistema.
Para evitar la conducta A, se amenaza a quien la realiza con una sanción. Y, lo que es lo mismo, para
obtener una determinada conducta X, se amenaza con una sanción a quien realice la conducta contraria.
Esta técnica indirecta supone la amenaza del uso de la fuerza e implica en la realidad histórica el uso
concreto de la fuerza.
Este sistema solo prohíbe a los particulares el uso de la fuerza, pero no la amenaza de recurrir a ella,
solicitando al juez su aplicación.
El monopolio de la fuerza por la comunidad no significa en absoluto autorizar a los jueces para utilizar esa
fuerza en favor de cualquier pretensión contra cualquier oposición.
A mismo tiempo que se establece un sistema de amenazas contenidas en normas jurídicas, se definen las
metas legítimas al servicio de cuyo logro el sistema está dispuesto autorizar el uso de la fuerza. Esto se

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hace mediante una técnica tal que deja puntualizadas las metas ilegítimas creadas para privilegiar aquellas
otras.
Por el solo hecho de generar un inventario de conductas sancionadas (prohibidas), todas las conductas
posibles restantes resultan calificadas por el sistema como conductas permitidas.

Lagunas legales > no siempre la ley contiene normas que puedan ser aplicables a determinados casos o
problemas de hecho, es decir, existen problemas que no pueden ser subsumidos en una norma legal.
Está prohibido a los jueces, so pena de incurrir en responsabilidad, dejar de resolver alegando el silencio o
la omisión legislativa. Dificultad que han de salvar mediante la aplicación analógica de otras leyes, de los
principios generales del derecho o de la simple equidad.
En materia penal, sin embargo, las lagunas legales no pueden ser sustituidas ni por aplicación analógica ni
por el recurso a los principios generales del derecho ni por los conceptos derivados de la equidad, porque
en ese fuero se impone el principio fundamental de que no hay delito ni pena sin previa ley que los
establezca, de donde resulta la ineludible necesidad de absolver al imputado.

OM
Teoría de conflictos – Entelman
La teoría de conflictos adolece de la falta de un lenguaje construido que le sea propio, de una nomenclatura
suficientemente amplia y de un adecuado sistema de conceptos clasificatorios. Es probable que esa carencia
explique por qué se trata algún sector del universo de los conflictos, sin describirlos con las características
genéricas comunes a todos los otros y sin marcar sus diferencias con aquellos.
El ordenamiento jurídico resulta ser la más antigua de las estrategias disuasivas de prevención de conflictos

conflictos.
.C
y solo uno de los métodos disponibles en la sociedad moderna para la administración y resolución de

Freund define al conflicto en general en estos términos: el conflicto consiste en un enfrentamiento o choque
DD
intencional entre dos seres o grupos de la misma especie que manifiestan los unos hacia los otros una
intención hostil, generalmente acerca de un derecho, y que, para mantener, afirmar o restablecer el derecho,
tratan de romper la resistencia del otro, usando eventualmente la violencia, la que podría llevar al
aniquilamiento físico del otro.
Presenta al conflicto como una relación social. Para lograrlo, plantea un conjunto imaginario de opciones
que se ofrecen a un mismo individuo y las presenta como deseos concurrentes. Luego propone la elección
LA

entre las mismas alternativas, pero no ya como opciones dentro de la conciencia de un mismo individuo
(conflicto interno), sino como la elección a efectuar entre objetivos incompatibles de distintos integrantes de
una familia (conflicto con otro). Se excluye de la expresión conflicto al enfrentamiento de dos opciones que
provocan una elección dentro de la conciencia de un mismo sujeto.
Partiendo del pensamiento de Weber, muestra la relación social como el comportamiento recíproco de dos
FI

o más individuos que orientan, comprenden y resuelven sus conductas teniendo en cuenta las de los otros,
con lo que dan sentido a sus actos.
Los miembros de una relación social no solo realizan conductas recíprocas que de alguna manera tienen en
cuenta a los otros miembros. También ejecutan conductas independientes que son concebidas y resueltas
sin tomar en cuenta las conductas de los demás integrantes del grupo. Tales conductas independientes no


definen la existencia de una relación social. Las conductas recíprocas que nos interesan son las que se
condicionan entre ellas.
Serán relaciones de conflicto cuando los objetivos sean incompatibles, o todos o algunos miembros de la
relación los perciban como incompatibles. Cuando los objetivos no sean total o parcialmente incompatibles,
sino comunes o coincidentes, tendremos relaciones de acuerdo que, en lugar de conductas conflictivas,
generarán conductas cooperativas o coincidentes que pueden ser individuales o colectivas.
Esta definición solo denota las características del género supremo “conflicto en general” sin incluir las notas
definitorias de ninguna clase, especie o subespecie de conflicto.

El sistema jurídico como técnica de motivación social representa un progreso indiscutible en la organización
de la sociedad estatal que, al retener y administrar centralizadamente el monopolio de la fuerza, excluye a
sus miembros del uso privado de la violencia. El derecho es un sistema de normas que cumple el doble rol
de disuadir conductas declaradas prohibidas y de brindar apoyo a sus miembros para resolver conflictos,
poniendo a disposición de uno de los bandos conflictuantes, en determinadas situaciones, la fuerza
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monopolizada por la comunidad a ese efecto. Esta metodología de resolución de enfrentamiento entre los
miembros de una sociedad estatal o entre ella y algunos de sus miembros no está, sin embargo, disponible
en todos los enfrentamientos posibles, sino en aquellos que la comunidad selecciona sobre la base de
criterios axiológicos de preferencia y mediante procedimientos establecidos a tal fin.
La sola existencia de un sistema de normas que establece conductas sometidas a sanciones, que
usualmente se denominan ilícitas, antijurídicas o prohibidas, actúa como criterio clasificador y agrupa todas
las conductas posibles en dos amplias clases: conductas prohibidas y conductas permitidas. Como
consecuencia de ello, se genera un inevitable estilo de pensamiento para el cual, cuando en una relación
social se enfrentan dos pretensiones incompatibles, sus miembros se preguntan sobre quién tiene razón
para el derecho.
Norma de clausura: todo lo que no está prohibido por las normas del sistema, se considera jurídicamente
permitido. La consecuencia principal de la aceptación del principio de clausura es la idea de que el
ordenamiento jurídico es un sistema cerrado de normas que resuelve todos los enfrentamientos posibles.
Dada la existencia de un orden jurídico con validez y vigencia en una sociedad determinada, todas las

OM
conductas posibles de los individuos que la integran quedan automáticamente clasificadas en dos grandes
categorías: conductas prohibidas y conductas permitidas. Las primeras son definidas como aquellas que
constituyen el hecho antecedente de la sanción de la norma.
La clase de conductas prohibidas o sancionadas deja fuera de su ámbito a las conductas no sancionadas o
permitidas. Son las conductas que alguien tiene derecho a realizar.
La clase conductas permitidas o no sancionadas se divide en dos subclases: conductas no obligatorias y
conductas obligatorias. Estas últimas resultan definidas como el opuesto contradictorio, en términos lógicos,

.C
de las conductas prohibidas.
Tener derecho a una acción, omisión o pretensión significa, en el sentido más amplio de la expresión, que
ello no está prohibido o sancionado. En otros contextos se dice que alguien tiene derecho a X si hay otro
DD
que tiene la obligación correlativa. Finalmente, en algunos usos, tener derecho significa no solo que otro
tiene obligación, sino que el titular del derecho es el único que dispone de la acción que pone en movimiento
el proceso judicial en que se impondrá la sanción a quien no cumplió la obligación.
Subsiste un amplio espacio donde el derecho deja a los ciudadanos en libertad de confrontar, ya que no
prevé proteger la pretensión de uno, poniendo a cargo del otro la obligación de satisfacerla. Es en este
espacio donde se producen los conflictos entre pretensiones incompatibles pero igualmente permitidas, es
LA

decir, no prohibidas porque no están amenazadas con sanción por el ordenamiento.


Las conductas permitidas y las pretensiones no reforzadas por el derecho mediante la generación de
obligaciones son muchas más que las acciones prohibidas. Esto es así porque esas conductas integran el
área de la libertad jurídica que el derecho solo invade con prohibiciones cuando la sociedad lo considera
indispensable.
FI

Las situaciones de conflicto son excepcionales dentro de las relaciones regidas por las normas de derecho.
Sencillamente porque, estadísticamente, los obligados cumplen sus obligaciones.
El sistema jurídico es un método violento y no pacífico de resolución de controversias. Violento, porque
recurre al uso o a la amenaza de la fuerza.
La sanción, que en las normas está prevista como la consecuencia de determinada conducta (antijurídica),


es un acto que deben realizar los jueces o sus ejecutores, y cuyas múltiples variantes tienen, sin embargo,
dos notas esenciales en común: consisten siempre en una privación de algo valioso (liberad, vida, cosas,
honores, atributos, distinciones); y están siempre previstas como susceptibles de ser aplicadas con
independencia de la voluntad del sancionado y aún contra ella, mediante el uso de la fuerza, por disposición
del juez, en caso de resistencia.
En la comunidad estatal, la sociedad monopoliza la fuerza y centraliza su uso en manos de órganos
especializados, los jueces.
El derecho genera paz social cuando monopoliza la fuerza y prohíbe a los particulares usarla en forma
directa. Sin embargo, las relaciones entre los miembros de la sociedad son más armónicas y pacíficas si,
para resolver sus conflictos, no recurren al uso o amenaza de la fuerza centralizada en el juez por delegación
de la comunidad. Esto requiere recurrir al manejo de técnicas de administración y de resolución, que
funcionan dentro del sistema conflictual (endógenas) o con participación de una múltiple gama de terceros
(exógenas) y no tienen a su disposición la colaboración del juez y de la fuerza física que él administra.

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El sistema solo prohíbe a los particulares el uso de la fuerza, pero no la amenaza de recurrir a ella, solicitan
al juez su aplicación. No obstante, el monopolio de la fuerza por la comunidad no significa en absoluto
autorizar a los jueces para utilizar esa fuerza en favor de cualquier pretensión contra cualquier oposición. Al
mismo tiempo que se establece un sistema de amenazas contenidas en normas jurídicas, se definen las
metas legítimas al servicio de cuyo logro el sistema está dispuesto a autorizar el uso de la fuerza.
Cuando el sistema jurídico elige los objetivos o metas que quiere privilegiar y pone a disposición de ellos la
fuerza monopolizada, lo hace mediante una técnica tal que deja puntualizada las metas ilegítimas creadas
para privilegiar aquellas otras.
La teoría de conflictos radica su quehacer en la descripción del conflicto, en el análisis de sus elementos y
modos de ser, en la generación de los métodos a que da lugar la aplicación de sus conocimientos y en los
desarrollos tecnológicos que realiza con auxilio multidisciplinario. Ello no solo abarca la problemática de la
resolución del conflicto, sino también la de su conducción o manejo y prevención.
Todas las confrontaciones posibles no asumidas por el sistema están permitidas, no son prohibidas y
constituyen derecho en el sentido más lato de esta expresión. En la medida que los abogados no asumen

OM
la administración de ese tipo de conflictos permitidos, generan en quienes los consultan la percepción de
que, en esos enfrentamientos, no tienen problema alguno.

Clase 4 (primera parte)


Las funciones del derecho en el estado de derecho.
Hoy en día hay crisis del estado y hay crisis del derecho. Hay crisis del estado porque está en crisis un
principio central de la idea moderna de la sociedad, que es el principio de la soberanía estatal. Vivimos

.C
tiempos de globalización. El estado deja de ser el agente exclusivo del progreso y del desarrollo.
Se entiende como crisis a una puesta en tela de juicio.
Crisis del papel regulativo de las leyes. El pensamiento moderno acuñó una idea donde la ley era la
DD
expresión de la voluntad general. Se generaba en los parlamentos (representantes del pueblo) como
resultado de un proceso de deliberación, de razonamiento colectivo. Hoy la ley no tiene esas características.
Las leyes son sospechadas porque son sospechados los parlamentos. La sociedad no cree en los procesos
de cómo se construyen y aplican las leyes.
Procesos de delegación. La teoría tradicional del estado de derecho planteaba que había tres poderes
fundamentales: el poder legislativo que producía la ley; los jueces que aplicaban las leyes; los ejecutivos
LA

que administraban las instrucciones que las leyes les daban a las sociedades. Esto se ha roto. Hay
delegaciones legislativas: los parlamentos les ceden a los ejecutivos, los jueces legislan. Se ha roto la
división de poderes ideal.
Judicialización de la política y politización de la justicia. Todas las cuestiones judiciales se politizan porque
los jueces toman partidos. Constantemente las cuestiones que se discutían en la arena política o sindical o
FI

empresaria van a parar a la justicia.


Los hechos desafían los valores y las concepciones recibidas. La realidad es más dinámica y compleja que
nuestras propias herramientas para analizarla.
Nueva visión del derecho: los derechos nacionales incorporan el ordenamiento internacional. Monismo
internacional. Hay una fuente de las fuentes del derecho. Hay una supralegalidad.


Neoconstitucionalismo: además de la ley, por sobre esta, está la constitución. El parlamento puede dictar
por unanimidad una ley, pero los jueces pueden revisar la constitucionalidad de esa ley. Las constituciones
pasan a ser instrumentos activos que regulan la vida de la sociedad. Desplazan a las leyes, las convierten
en algo relativo. Constitucionalización de los ordenamientos jurídicos.
Estado de derecho: estado en el cual el poder se subordina al derecho. El derecho lo crea el estado. Imperio
de las leyes sobre los hombres.
El concepto meramente formal del estado de derecho comenzó a ser interpelado porque había procesos
contrarios al estado de derecho que se implementaban a través del derecho.
Hay un reclamo de trascender esa idea formal del estado de derecho. Se le da a ese gobierno de las leyes
ciertas exigencias. No basta con que las leyes sean más importantes que los hombres; las leyes y los
hombres tienen que reflejar cierto contenido, ciertos valores. Estado de derecho es sentido sustancial.
El estado de derecho sustancial supone dos principios que están íntimamente compenetrados. Principio de
difusión del poder y principio de diferenciación del poder. El poder se difunde y al mismo tiempo se diferencia.
El poder se difunde porque se reconoce que el centro del sistema jurídico y político es el individuo, la persona
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es el sujeto de derecho y todos somos iguales ante la ley. No puede haber una condena sin una ley previa
al hecho (principio de legalidad). Poder difundido entre iguales.
Además de ser diversas las funciones del poder, tienen que ser diferenciadas: una cosa es legislar, otra
juzgar y otra ejecutar. El estado de derecho sienta una cantidad de principios, reglas, procedimientos que
permiten regular esa especie de compenetración que existe entre los poderes.
El estado de derecho es aquella concepción de las relaciones entre el estado, el poder y los ciudadanos que
parte de ciertos principios: el principio de legalidad; el principio de publicidad (las leyes, para regir, deben
estar publicadas, ser conocidas); los principios legislativos deben ser generales, públicos, regulares
(mantenerse en el tiempo, aspirar a la certeza y seguridad), deben garantizar el debido proceso (toda
decisión debe legitimarse en un procedimiento formal y sustancial).

Hay una crisis de la legislación, que tiene que ver con su relación con la razón. Hay una crisis de racionalidad.
Las leyes no son naturales y esencialmente racionales.
La ley ha perdido el atributo de sistematicidad, de generalidad, de estabilidad, de certeza y de publicidad.

OM
Las leyes han dejado de ser instrumentos fijos que se mantienen en el tiempo. Son instrumentos flexibles
que cambian, adaptativos, dinámicos, descentralizados y, a veces, negociados.
Regulación económica de las leyes. Los jueces, cuando aplican las leyes, necesitan buscar interpretaciones
que sean aplicables, necesitan ver los efectos. El análisis de las consecuencias tiene que ver con una
capacidad de estudiar las funciones. Los resultados no pueden ser tales que hagan que la ley sea absurda.
Principio de economía de la regulación.
El derecho se discute en los tribunales. En el dictado de la ley está presente que, en su aplicación, esta sea

.C
controversial y que esta controversia se judicialice. Cuando se judicializa el derecho, este pierde, por eso
son importantes las instancias arbitrales, la composición amigable de los conflictos.
Estado de emergencia. En la complejidad de la sociedad contemporánea, la emergencia es un dato
DD
permanente. El derecho, además de ser regularidad, es emergencia. Lo instantáneo es tan importante como
lo permanente.
Crisis de la división de poderes, ampliación de la esfera del derecho no legislado (el que nace de las
costumbres, pactos, etc.), hay momentos donde el derecho se oculta.

Funciones del derecho. Hay funciones tradicionales y funciones nuevas. Una función tradicional del derecho
LA

era un mecanismo de función social. Este mecanismo a veces funcionaba como un mecanismo de
conservación social protegiendo de los cambios, y a veces como un mecanismo de innovación social. El
código (de Napoleón) es también una técnica de modelación social, un instrumento de pedagogía social, es
el anuncio de un nuevo hombre y una nueva sociedad y política (aspecto moral). Su aspecto técnico es la
ordenación de las normas. El derecho es una técnica de estímulo social: premios y castigos para que la
FI

ciudadanía emprenda ciertos comportamientos. Otra función es la de programación social: a través de las
leyes y constituciones programábamos la sociedad que queríamos fundar. Otra función es operar como un
instrumento de justificación ideológica, conservadora o revolucionaria: se justifica la posición de uno a través
del derecho. También es una forma de administración de la complejidad. Es una estructura de autoridad. Es
un instrumento de arbitraje social o instrumento de administración de conflictos. Es un factor de integración


social y cultural. Tiene la función de pedagogía social: se enseña a ser ciudadano a través de la enseñanza
del derecho.
Estas funciones del derecho se combinan con la idea del buen gobierno, porque además de funcionar de
hecho de una manera, estas funciones del derecho aspiran a constituir una sociedad ideal, razonable,
preferible.
¿Qué es lo que exigen las sociedades contemporáneas al derecho? Que el derecho, además de cumplir
esas funciones, sea legítimo, es decir, que su origen sea democráticamente establecido; que sea
participativo, las sociedades no se resignan a ser objeto del derecho, quieren participar; debe ser equitativo,
no solo debe ser justo en el sentido riguroso, también quiere que esa justicia sea aplicable, sea razonable,
sea la justicia del caso concreto, sean tenidas en cuenta las excepciones; quiere eficiencia, relación
beneficio-costo, no el derecho a cualquier costo pague quien pague; debe ser tolerante de la diversidad, de
la complejidad, de la incapacidad de ciertos sectores para estar a la altura de lo que le exige la sociedad;
debe ser merecedor de confianza, estar, las normas, orientadas a la calidad, ser transparentes, estar bien
pensadas y articuladas al servicio del interés general.
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La ley es el único instrumento posible de reconstrucción de la idea de gobernanza social, de la idea del buen
gobierno. Este bueno gobierno va a pasar por una articulación de nuestro sentido de la realidad y de nuestra
vocación de construcción institucional.

Clase 4 (segunda parte)


Todo análisis de las funciones que el derecho cumple en la sociedad pasa por considerar que el sistema
jurídico es una parte o un subsistema dentro del sistema social.
La doctrina coincide en considerar al sistema jurídico como parte de un marco de interactuación al que se
denomina sistema social. En tanto se trata de parte de un todo, el sistema jurídico tiene funciones asignadas,
que se conocen como funciones sociales del derecho y que, a su vez, está en comunicación con los otros
subsistemas que forman la totalidad del sistema social.

Se trata de responder a la pregunta de para qué sirve el Derecho, sus normas o instituciones, qué utilidad
social tienen.

OM
Cárcova sostiene que la especificidad del derecho consiste en su carácter instrumental, en la autonomía de
la estructura respecto de cualquier fin específico.
Se trataría de atender a la forma en que ciertos fines son perseguidos y no a los fines mismos.
Raz destaca la importancia de dilucidar el concepto para cualquier teoría del derecho que intente una
explicación general de la naturaleza del derecho. También es relevante para otras disciplinas relacionadas,
a saber: para las consideraciones de los abogados, jueces y funcionarios que se enfrentan a problemas
sobre la interpretación y aplicación correcta del derecho; para sociólogos y politólogos que desean explicar

.C
la interacción del derecho con otras normas e instituciones sociales; indispensable para teóricos de la moral
y la política que elaboran principios generales a los cuales el derecho debe conformarse y por cuya
desviación del derecho debe ser criticado; indirectamente, para la filosofía normativa, ya que esta se ocupa
DD
de una explicación general de las funciones de las normas, que es parte de la elucidación de la naturaliza
de los sistemas normativos, sean jurídicos, morales, sociales u otros.
Raz advierte que la cuestión de las funciones sociales del derecho debe ser claramente distinguida de la
clasificación de las normas jurídicas en distintos tipos normativos. El carácter normativo de una norma
jurídica es cuestión de sus propiedades lógicas, es una cuestión de las implicaciones lógicas de un
enunciado que afirma a tal norma. Las funciones sociales del derecho son consecuencias sociales del
LA

derecho, intentadas o efectivas.


Raz señala dificultades para clasificar las funciones sociales con la pretensión de agotarla y señala un peligro
especial: pueden estar muy íntimamente vinculadas a principios políticos y morales particulares, de forma
que no puede ser de ninguna utilidad para cualquier que no respalde exclusiva y totalmente tales principios.
Sin embargo, siguiendo a Carrió, las clasificaciones no son verdaderas ni falsas, son serviciales o inútiles:
FI

sus ventajas o desventajas están supeditadas al interés que guía al que las formula y a su fecundidad para
presentar un campo de conocimiento de una manera más fácilmente comprensible o más rica en
consecuencias prácticas deseables. Siempre hay múltiples maneras de clasificar un campo de relaciones o
de fenómenos, el criterio para decidirse por una de ellas está dado por consideraciones de conveniencia
científica, didáctica o práctica.


Bobbio define al derecho como el conjunto de normas de conducta y de organización que constituyen una
unidad, que tienen por contenido la reglamentación de relaciones fundamentales para la convivencia y la
supervivencia del grupo social, así como la reglamentación de los modos y las formas con que el grupo
social reacciona a la violencia de las normas de primer grado o institucionalización de la sanción, y que tiene
como fin mínimo el impedimento de las acciones consideradas más destructivas del conjunto social, la
solución de los conflictos que amenazan, si no son resueltos, con hacer imposible la propia subsistencia del
grupo, la consecución y el mantenimiento, en suma, del orden o la paz social.
Nino remarca que las definiciones que suelen darse de las palabras con carga emotiva son persuasivas
puesto que están motivadas por el propósito de orientar las emociones, favorables o desfavorables, que
provoca en los oyentes el empleo de ciertas palabras, hacia objetos que se quiere encomiar o desprestigiar.
Los términos “social” y “derecho” tienen carga emotiva positiva.

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Aun cuando se diera por sentada una interpretación teleológica de función (por tanto, relativa a los fines que
persigue una institución), no es lo mismo preguntarse acerca de cuál es la finalidad perseguida por una
determinada norma jurídica en relación con una comunidad reducida de individuos, que indagar acerca de
cuáles son los objetivos que pretenden alcanzarse por cualquier sistema jurídico en relación con cualquier
sociedad humana. Los estudios de sociología deberían contestar al primer interrogante, mientras que
responder al segundo tal vez sea más propio de la teoría del derecho.
Identificar qué objetivos persigue determinada regulación y cuál de ellos se cumple, es una cuestión concreta
que exige una respuesta sociológica, basada en estudios empíricos. Cuáles son (si es que existen) los fines
comunes perseguidos por todos los sistemas jurídicos, es una pregunta de carácter conceptual y general,
propia de una teoría del derecho.
Raz destaca que los filósofos tienen ocasión de referirse a las funciones del derecho al menos en tres
diferentes contextos: a) las funciones que todos los sistemas jurídicos necesariamente realizan,
considerando así ciertas funciones como parte de la definición de un sistema jurídico o como implicada por
tal definición y ciertos hechos universales de la naturaleza humana; b) los teóricos están interesados, no en

OM
las funciones realizadas por todos los sistemas jurídicos, sino en aquellas funciones realizadas por algunos
o por la mayoría. Su empresa puede residir en comparar el grado en el que tales funciones son llevadas a
cabo y qué técnicas son promovidas en varios sistemas jurídicos; c) también están interesados en pretender
que los sistemas jurídicos en general, o bajo ciertas circunstancias, deben realizar ciertas funciones de cierta
manera.

El filósofo utilitarista Bentham ordenó y agrupó las funciones con el criterio de que las disposiciones jurídicas

.C
deben ser arregladas en base a las acciones que ordenan o prohíben.

Se reclama una respuesta a la ciencia jurídica: ¿cuál es la función del derecho en la era de los derechos?
DD
Entra así en crisis la concepción del derecho como una totalidad coherente, unitaria y jerarquizada, con una
nota de sistematicidad que responde a las exigencias de claridad, simplicidad y certeza.
Procesos que explican el cambio en la dirección de la intervención estatal: pérdida de los atributos de
sistematicidad, generalidad y estabilidad de la legislación; quiebre del principio de racionalidad de la ley
(como consecuencia de la crisis de los parlamentos y la desconfianza social creciente acerca de los
procedimientos y procesos de gestación de las leyes) y entronización de un nuevo derecho de la emergencia;
LA

judicialización de los conflictos jurídicos; avance del poder judicial sobre las cuestiones políticas y la
expansión de la justiciabilidad de todos los problemas; demanda creciente de derechos; inflación normativa;
flexibilización de la regulación jurídica; crisis de la idea de Estado de Derecho; ampliación de la esfera del
derecho no legislado.
Se da una flexibilización de la regulación jurídica en la que la imagen del Derecho como un orden imperativo
FI

de las conductas asistido por la nota de coercibilidad se ve superada por un derecho cada vez más flexibles.
Los textos normativos señalan objetivos que convocan más a la adhesión que a la sumisión, las normas
jurídicas se interpenetran con las técnicas y adquieren grados cada vez mayores de relatividad y variabilidad.
En los países emergentes (como Argentina), el Estado ha dejado de proveer las funciones básicas del
sistema de legislación y justicia y sectores fundamentales de la vida económica funcionan bajo condiciones


de emergencia legal.
Asimismo, la cooperación internacional viene siendo importante en reglas que sostienen nuestra vida común.
Gobierno global centralizado.
Reglas de gobernanza: el acto, modo o función de gobernar, la manera de gobernar que se propone como
objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio
entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía.

En ciencias sociales se han utilizado dos conceptos de función, basados en dos perspectivas distintas que
podrían denominarse objetivista y subjetivista.
Desde una perspectiva epistemológica objetivista, se entiende por función (en términos del paradigma
biológico-organicista que realiza la analogía de la sociedad humana con un organismo vivo) a la tarea o
contribución que una parte (un órgano) realiza para el mantenimiento de un todo (el organismo).
En cambio, desde una perspectiva epistemológica subjetivista, el concepto de función parte de la acción
social de los individuos y, por tanto, de los objetivos y finalidades que estos se proponen al interactuar en el
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marco del sistema social. Así, se entiende por función a la tarea o conjunto de tareas, no incompatibles entre
sí, que son atribuibles con carácter primario a aquel elemento por el sujeto que actúa mediante ellos en el
sistema.
La perspectiva epistemológica objetivista tiene una visión apriorística, es decir, para saber cuáles son las
funciones de cada parte del sistema, es preciso definir cuáles son las necesidades del sistema en cuestión.
Algo así como sostener que existen funciones objetivas y universales. Esto permite presentar una serie de
catálogos cerrados de funciones universales del derecho.
En tanto, desde la perspectiva subjetivista, las funciones son relativas en cada momento y en cada sistema
y el análisis consistirá en una explicación crítica y empírica del funcionamiento y utilidad real de cada sistema.
Así, la función que en cada caso se atribuya dependerá de las necesidades sociales y de los fines u objetivos
definidos para satisfacer esas necesidades.
Desde una perspectiva crítica y estrictamente metodológica, pueden diferenciarse dos tipos de funciones:
las positivas y las negativas. Las primeras surgen cuando existe una correlación adecuada entre las
necesidades planteadas al sistema o a una de las instituciones y la tarea realizada por estos. En tanto, la

OM
función negativa aparece cuando no existe correlación entre lo demandado como necesidad y la respuesta
institucional.
Cabe diferenciar el concepto de función negativa de la disfuncionalidad. Bobbio aclara que la disfunción
pertenece a la patología de la función y la función negativa a la fisiología.
La disfunción se refiere al funcionamiento de una determina institución y la función negativa a su
funcionalidad. El concepto de disfunción puede hacer referencia a la gestión de la función de la institución.
Pueden darse casos de que existan instituciones con funciones positivas, pero disfuncionales, por una mala

.C
gestión o realización de la función, o instituciones que realizan una función negativa, pero que funcionan
bien y cuanto mejor sea su funcionamiento, más evidente será el carácter negativo de la función que realizan.
Desde el punto de vista de los efectos producidos por una institución o por una norma jurídica, podemos
DD
diferenciar entre funciones latentes o patentes. Las funciones latentes son aquellas que no aparecen como
queridas o exigidas conscientemente por la sociedad. Pueden ser positivas o negativas según que
contribuyan o no a la funcionalidad del sistema. En tanto, las funciones patentes son aquellas queridas o
demandadas conscientemente por los actores sociales. Las que tiene carácter positivo cumplirían un efecto
funcional en relación con los objetivos inicialmente previstos; en cambio, las de carácter negativo
provocarían los efectos perversos en relación a dichos objetivos.
LA

Según la mayoría de la doctrina funcionalista, puede afirmarse que las funciones del derecho son: función
de integración social o de control social; función de tratamiento y resolución de conflictos; función de
organización social; función de legitimación del poder.
La función de integración o de control social es señalada como la más importante del derecho, al considerarlo
FI

como el mayor y más importante factor de cohesión social. Esta función consiste en, básicamente, la
orientación de los comportamientos de los individuos, con la finalidad de producir y mantener la cohesión de
un grupo social. Ello, ya que siempre puede acudirse al derecho cuando fallan otros medios de integración.
Esta suele considerarse como la tarea básica del derecho en la que se enmarcan otras funciones que se le
asignan.


Esta función se realiza mediante el carácter persuasivo de sus normas en la acción social de los individuos,
lo cual provoca un proceso de socialización de los individuos en un determinado modelo normativo y, cuando
la persuasión falla, la integración se consigue mediante los mecanismos jurídico-formales del control social.
Esta función puede realizarse mediante el uso de diferentes técnicas: protectoras y represivas; organizativas,
directivas, regulativas y de control público; promocionales. Las técnicas protectoras y represivas son
aquellas que tienden a imponer deberes jurídicos positivos (obligaciones) o negativos (prohibiciones) a los
individuos, bajo la amenaza de una pena o sanción de tipo negativo.
El derecho tiende a proteger una serie de comportamientos a los que denomina actos lícitos
(comportamientos permitidos u obligatorios) y paralelamente, reprime otro tipo de comportamientos, a los
que denomina actos ilícitos (comportamientos prohibidos), bajo la amenaza de sanciones negativas,
impuestas por los mecanismos jurídicos de control penal. Con el uso unilateral de este tipo de técnicas, el
derecho se convierte en el instrumento político para salvaguardar el orden público y la armonía social.
Este tipo de técnicas (el derecho represivo) son las típicas del Estado liberal clásico, donde el derecho es
un mero garante de la autonomía individual y del libre juego del mercado.
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En tanto, las técnicas organizativas, directivas, regulativas y de control público son las que usa el derecho
para organizar la estructura social, define y distribuye roles sociales, define y otorga poderes, otorga
competencias, regula la intervención política de la actividad social y económica mediante el diseño de
programas intervencionistas de políticas públicas y redistribuye los recursos disponibles.
Las técnicas del derecho regulativo tuvieron su auge con la aparición del Estado social y cumplen una función
reformadora de las estructuras sociales y económicas a través de la legislación. Se caracterizan por el
aumento de las estructuras burocráticas de carácter público o semipúblico, por un incremento de la
legislación administrativa y por la aparición de técnicas de control positivo junto a las tradicionales de control
negativo.
En tanto, las técnicas promocionales son las que pretenden persuadir a los individuos para la realización de
comportamientos socialmente necesarios. Para ello, se utiliza las leyes-incentivo, a las que se une un tipo
de sanción positiva, que puede consistir en la concesión de un premio o compensación por una determinada
acción.
Esta técnica comienza su despliegue con el Estado de bienestar, con el fin de conseguir la realización de

OM
valores o fines sociales y emancipatorios para toda la ciudadanía, que se considera imposible de conseguir
mediante un derecho meramente protector y no intervencionista.
No se trata de una nueva función del derecho (la función promocional frente a la función represiva), sino la
intervención de nuevas técnicas jurídicas para el cumplimiento de esta función de orientar los
comportamientos y ejercer el control social.
La función de tratamiento y resolución de conflictos parte de la base de la consideración de que la estructura
social es una estructura conflictual. De esta manera, el derecho afronta el conflicto no solo desde los

.C
tribunales que lo resuelven cuando se trata de un conflicto declarado, sino que su tratamiento comienza
cuando ya es juridificado en la fase legislativa y en la normación administrativa.
Es ese momento, lo que hace el derecho es juridificar el conflicto, lo mantiene bajo su control jurídico
DD
ofreciendo esquemas regulativos sustanciales y procedimentales para encauzarlo. El conflicto social no
desaparece.
El derecho también origina conflicto (capacidad disgregadora del derecho), ya que las mismas
transformaciones sociales y económicas de la legislación pueden generar conflictos; e incluso la misma
resolución judicial puede verse como productora de estos.
En cuanto a los mecanismos de resolución de conflictos, debemos distinguir entre los formales o judiciales
LA

y los informales o extrajudiciales. Estos se distinguen de los mecanismos alternativos de resolución de


conflictos, que son aquellos que no están integrados en el derecho estatal y compiten con este en la
resolución de conflictos. Muchos mecanismos extrajudiciales comenzaron como alternativos.
La función de organización social tiene básicamente un carácter procedimental: distribuye poder social y,
por tanto, asigna roles sociales, otorga competencias, regula comportamientos interviniendo en las
FI

estructuras sociales culturales y económicas y distribuyendo o redistribuyendo recursos disponibles (bienes,


dineros o servicios) entre individuos o grupos sociales. Ofrece esquemas procesales para dirimir potenciales
conflictos cuando las partes llegan a la conclusión de que por sí solas no pueden alcanzar el acuerdo pese
a los criterios persuasivos de las normas.
Se trata del primer objetivo en orden cronológico o funcional, al establecer un orden social, una organización


de los elementos, fuerzas e intereses que componen el grupo social.


Esta función organizativa ha trascendido a la concepción exclusivamente privatista de la economía y a la
concepción abstencionista del derecho. En los últimos años ha provocado una inflación legislativa, así como
un aumento de las normas burocráticas y administrativas.
Se trata, en definitiva, de una nueva forma de regulación y organización social en la que el derecho se hace
más intervencionista y, por tanto, menos neutral.
Función de legitimación del poder social. Tradicionalmente se ha considerado al derecho como un
mecanismo mediante el cual se otorga legitimidad, aceptación y consenso a las decisiones políticas. El poder
se transforma en derecho mediante la existencia de normas jurídicas que otorgan competencias y establecen
procedimientos para la toma de decisiones.
El derecho otorga legitimidad a toda persona que pueda tener capacidad de decisión y de realizar una
actuación en el ámbito jurídico, es decir, no solamente las autoridades u órganos públicos, sino toda persona
usuaria del sistema jurídico puede utilizar los argumentos jurídicos como forma de legitimación o
autojustificación.
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Entonces, esta función tiene dos fases: 1) otorgar legitimidad a los órganos y autoridades públicas mediante
normas de competencia y procedimientos; 2) otorgar legitimidad a las acciones de los destinatarios de las
exigencias jurídico-normativas.

Las preguntas ¿para qué sirve el derecho, sus normas o instituciones? ¿Qué utilidad social tienen?, sirven
para responder a la pregunta ¿qué es el derecho?
Funciones primarias: prevenir conductas indeseables y obtener conductas deseables; provisión de medios
para los acuerdos privados entre individuos; provisión de servicios y redistribución de bienes; resolución de
disputas no regladas. Afectan a la población en general.
Funciones secundarias: regular el funcionamiento de los órganos jurisdiccionales; regular procedimientos
para la modificación del derecho. Contribuyen al mantenimiento del sistema.
Funciones directas: se realizan cuando se obedece y aplica el derecho.
Funciones indirectas: son aquellas cuya realización consiste en generar actitudes, comportamientos u
opiniones. Resultan del conocimiento sobre la existencia del derecho. Son las que el derecho aspira

OM
alcanzar.

Clase 5
El conflicto es una especie del género relación social, es decir, una secuencia de conductas recíprocas, cuya
diferencia con ese género reside en la incompatibilidad de los objetivos de los actores que las realizan. Tal
sucesión de conductas es un proceso dinámico.
Cuando Entelman categoriza el conflicto como una relación social, queda dicho que sus actores son seres

.C
humanos. Puede distinguirse a los actores en dos grupos: individuales y plurales o colectivos.

Primer problema: identificación. Comúnmente, en una relación entre dos individuos aislados, hay, por un
DD
lado, objetivos comunes, idénticos o coincidentes y, por el otro lado, objetivos incompatibles en conflicto.
Sin embargo, no hay dudas de quiénes son cada uno de los actores. La coexistencia de objetivos
compatibles e incompatibles en una misma relación es una realidad que incide en la selección de métodos
de resolución, pero no en la determinación de quiénes son los actores, cuando se trata de conflictuantes
individuales.
Pero, cuando se trata de actores colectivos, existen entre algunos miembros de cada uno de los grupos
LA

enfrentados diversos tipos de relaciones aisladas y plenas de alta proporción de compatibilidad de objetivos
y aún de cooperación más o menos intensa.
Estas relaciones parciales intergrupos generan a su vez vínculos y sentimientos destinados a influir en el
grado de participación que esos subgrupos o sus integrantes están dispuestos a tomar en la relación de
conflicto entre los grupos más amplios a los que ellos pertenecen.
FI

La existencia de conflictos internos en un actor colectivo enfrentado con un adversario externo complica y
altera para este la identificación del adversario.

Segundo problema: fragmentación. El conflicto interno dentro del seno de un actor colectivo puede provocar
la fragmentación de ese actor. Ello explica por qué en los conflictos en que participan actores plurales,


organizados o no, sus adversarios traten de influir, con estrategias psicosociales, sobre la opinión interna de
los miembros de su oponente.
Cuando en el seno del actor colectivo las disidencias respecto al conflicto, su intensidad o su terminación se
convierten en un verdadero enfrentamiento interno entre miembros del actor colectivo, el otro actor dispone
de la misma alternativa de concebir al grupo disidente como un tercero con quien puede intentar una alianza
que aumente su poder. El llamado frente interno de un grupo social durante un conflicto de alta intensidad
es visto, a menudo, como un verdadero tercero.
Se trata del fenómeno de la fragmentación de los actores colectivos.
Una de las características de los actores colectivos consiste en la tensión que dentro de ellos se produce
entre dos fuerzas opuestos: la cohesión y la fragmentación.

Debe tenerse en cuenta si los individuos que integran cada campo son todos los de su género o solo una
parte de ellos.

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Si no se mezclan, las fronteras que separan ambos campos son rígidas e infranqueables. El fenómeno de
contagio del conflicto se produce más fácilmente en los conflictos entre unidades conflictivas plurales
separadas por fronteras rígidas que en las de fronteras abiertas. Ello es así porque en estos últimos, la
existencia de miembros del otro bando en cada uno de los grupos conflictuantes hace más difícil la
propagación.

Los diversos tipos de actores colectivos ofrecen grados muy distintos de organización.
En primer lugar, en un grupo organizado debe poder observarse la existencia de un mínimo de liderazgo.
Hay líderes que los adversarios reconocen como tales y sobre cuyo liderazgo no hay un claro reconocimiento
dentro del grupo. Y a la inversa, a menudo el líder aceptado por el grupo no es reconocido externamente.
El liderazgo de los grupos menos estructurados ofrece dificultades propias de su escasa organización. A
menudo, el propio grupo es reacio a que se genere un liderazgo capaz de ejercer la representación de todos
los miembros que quieren participar en las acciones conflictivas o en la toma de decisiones.
La tensión entre líderes y liderados ofrece muchas complicaciones. Mientras que la representación de un

OM
actor individual permite al representante compatibilizar las necesidades de secreto de sus acciones con su
deber de lealtad, ello no es igualmente fácil para los líderes que conflictúan o negocian en representación
de actores colectivos.
La multiplicidad de sus representados hace que toda reserva sobre una gestión o una propuesta, que solo
debería transmitirse al bando oferente cuando se tenga respuesta de su destinatario, genere una crisis de
confianza.

sistema.
.C
Entelman indica que, con frecuencia, los conflictos se producen entre unidades que integran un mismo

Cuanto más alto es el nivel en que se ubica un actor, más parece representar no solo sus intereses, sino los
DD
de todos los niveles inferiores. Y cuando conflictúa con el nivel más alto, este representa aparentemente
todos los intereses, incluido el de la unidad inferior que es su contraparte.

Hasta ahora, el conflicto aparece tratado como un fenómeno bipolar que encierra a todos sus actores en dos
campos enfrentados por incompatibilidad de sus objetivos.
Se habla sobre conflictos de actores múltiples que, a diferencia de los actores colectivos, el problema se
LA

plantea en tanto que no se distingue claramente dos bandos constituidos por sendos grupos integrados por
individuos o subgrupos con intereses claramente coincidentes.
Lo que ocurre en estos supuestos es que, cuando hay varios actores con incompatibilidades cruzadas, se
perfilan inicial o progresivamente dos bandos dentro de los cuales se agrupan todos los miembros de la
relación. Lo hacen teniendo en cuenta sus coincidencias sobre los temas que más les interesan o que
FI

simbolizan sus valores más elevados. Otras situaciones de conflicto que pueda haber entre integrantes de
un mismo campo son rápida y previamente resueltas o postergadas.

La conciencia del conflicto menciona el producto de un acto intelectual en el que un actor admite encontrarse
con respecto a otro actor en una relación en que ambos tienen, o creen tener, objetivos incompatibles.


En cambio, la percepción es el contenido con que acceden a nuestro intelecto los datos externos relativos a
fenómenos tales como conductas, actitudes, pretensiones, intenciones, riesgos o amenazas.
Así, puede tenerse percepción de la incompatibilidad de objetivos y no tener conciencia de estar en conflicto,
como ocurre cuando alguien cree que su pretensión no está jurídicamente prohibida. En tales condiciones,
generadas por una estructura normativa del pensamiento, la consecuencia es que quien razona así cree
que no está en conflicto con el pretensor porque no se considera obligado a satisfacer la pretensión ajena.
¿Es necesario que los miembros que pujan por metas incompatibles tengan conciencia de esa
incompatibilidad? Es decir, ¿existe conflicto sin que sus actores estén conscientes de ello? Entelman
destaca que solo puede ocurrir que: ambos crean que una relación es de conflicto; ambos crean que una
relación no es de conflicto; uno de ellos crea que es de conflicto y el otro que no lo es.
La trascendencia del proceso de concientización radica en que sería muy difícil programar una conducta
conflictual que lleve a un proceso de resolución satisfactorio si no se realizan los actos tendientes a crear,
en el actor que no se ha apercibido del conflicto, la convicción de que está inmerso en él.

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Solo cuando el oponente o el actor propio han llegado a tomar conciencia del conflicto, todo lo que pueda
hacerse técnicamente para conducirlo o resolverlo comienza a ser posible.
En la mayor parte de las situaciones en que un actor no toma conciencia de encontrarse en conflicto con
otro, de lo que se trata en realidad es de su convicción de no estar obligado a considerarlo su interlocutor
por ninguna norma impuesta o aceptada.
Históricamente, la evolución del problema muestra que cuando el conflicto existe, tarde o temprano, las
partes desarrollan metodologías tendientes a hacer consciente a la otra parte y a procurar encontrarle
solución.
En este contexto, los oponentes terminan por reconocer el carácter de interlocutor y, por ende, la facultad
de conflictuar, es decir, de tener metas propias y antagónicas, así como de realizan conductas que no le
estén prohibidas. Además, este tardío reconocimiento cuenta con la agravante de que, en muchos
supuestos, han obligado a su oponente a realizar actos que afectan al nivel de intensidad inicial del conflicto.
Cuando ambas partes creen que existe un conflicto sin que el mismo sea advertido por un operador en la
relación objetiva, habría que convencer a las partes de que tienen percepciones erróneas de la realidad, que

OM
sus metas no son incompatibles. La comunicación e intervención de terceros cobran un valor instrumental
considerable.
Por último, si una de las partes cree que hay conflicto y no lo hay, se debe tratar de hacerle ver que la
situación conflictiva no existe.

Los actores conflictúan para obtener objetivos, enfrentándose con oponentes que a su vez pugnan por
alcanzar los suyos, que son incompatibles con aquellos.

.C
Los objetivos o metas de los actores en los conflictos son objetos, materiales o espirituales, a los que cada
actor les agrega un valor.
Se distinguen entre objetivos concretos, simbólicos y trascendentes. Se denominan objetos concretos a
DD
aquellos objetivos más o menos tangibles que, además, de una u otra manera son susceptibles de ser
pensados como divisibles. Esos objetivos tienen la característica de que su obtención importa la automática
satisfacción de las pretensiones de quien conflictúa por ellos. Esto es así porque en tales objetivos, el valor,
económico o de cualquier otra naturaleza, que la parte les atribuye es inseparable del objeto mismo.
A su vez, los objetivos simbólicos son aquellos en los que en realidad el objetivo exhibido como tal no es la
última meta deseada por el actor en conflicto, sino más bien un representante de otra, lo cual convierte en
LA

muy difícil de definir la relación entre el objeto o situación que hace de sustrato depositario del valor y el
valor mismo. El objetivo simbólico escondido detrás de uno concreto tiene el mismo sustrato, pero oculta el
valor cuya satisfacción busca el actor.
Frente a este tipo de objetivos resulta más difícil encontrar una solución que no sea la total ganancia o
pérdida del actor que sustenta la pretensión.
FI

En ciertas circunstancias, los actores tienden a teñir los objetivos concretos a los que les agregan
valoraciones que los convierten en simbólicos, porque les preocupa, más que obtener satisfacción a su valor
mediante el logro del objetivo, provocar en su adversario una pérdida. Tal pérdida es el verdadero objetivo
concreto disimulado detrás del simbólico.
Por último, se llama objetivo trascendente a aquel en el que en realidad puede decirse que el valor mismo


está puesto como objetivo porque no se divisa que esté anexo a un objetivo tangible ni divisible.

A los conflictos puros se les atribuyó la particularidad de arrojar, como único resultado posible al tiempo de
su resolución, un ganador y un perdedor. Si uno de los actores lograba su objetivo por cualquier método
disponible, el otro actor perdía el suyo. En los conflictos impuros, parecía ocurrir lo contrario. Los resultados
que podían obtenerse al resolverlos, permitían una distribución de ganancias entre todos los actores. Todos
ganaban.
En medio de este proceso se acudió a la terminología “Teoría de Juegos”.
Se introducen las expresiones “juegos de suma cero o constante” y “juegos de suma variable”. En pocos
años, fue corriente hablar de conflictos puros de objetivo único o de suma cero y distinguirlos de conflictos
impuros o de suma variable o suma indeterminada.
Un juego de suma cero es aquel en el que alguien gana todo lo que otro pierde. La sola aplicación de ese
nombre a los conflictos de objetivo único, contribuyó a la afirmación de que los conflictos puros solo podían
arrojar un ganador y un perdedor.
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Entelman afirma que la clasificación no es útil ya que no hay conflictos de suma cero. Con más precisión,
no hay relaciones que se agoten en un único objetivo, igualmente valorado como incompatible por los actores
en pugna.
No hay relaciones de puro conflicto, relaciones de un solo objetivo incompatible sin algún área de
coincidencias o de intereses comunes.
Tal distorsión solo proviene del empleo inapropiado de expresiones técnicas, tomadas de otro lenguaje en
el que su rol es denotar otros objetos.
Afirmar que un conflicto es puro o de suma cero solo significa que uno de los actores no comparte con su
adversario la creencia de que existen otras soluciones que beneficien a ambos. Buscar soluciones
cooperativa y creativamente, supone una actitud o, si se quiere, una mentalidad o un estado de ánimo.
Así, Entelman afirma que, si bien no cabe hablar con propiedad de objetivos de suma cero, es muy apropiada
la afirmación (metafórica) de que hay mentalidades de suma cero. Los actores o sus operadores son los que
impregnan a una contienda de su carácter de no negociable, de su supuesta necesidad de generar un
ganador y un perdedor.

OM
Cuando la administración de un conflicto ha producido suficiente inteligencia y dispone de la información
que ella provee, se descubre que en la mayor parte de los casos los actores tienen varios objetivos en
disputa y algunos objetivos coincidentes o comunes. O, aun tratándose de objetivos únicos de disputa, tienen
coincidencia sobre el marco en el que se produce la incompatibilidad.
Entre el objetivo final y quien lo procura hay una sucesión de medios que actúan como fines intermedios, de
modo tal que el primer objetivo a obtener es un medio para el siguiente y así sucesivamente.
Es muy difícil encontrar en la realidad una relación de conflicto que se dé aislada de toda otra relación entre

.C
las mismas partes. Ello se evidencia por el solo hecho de la existencia de un contexto social dentro del cual
las partes conviven. Normalmente ellas integran algún grupo social más o menos extenso o, por lo menos,
la comunidad a que pertenecen.
DD
En consecuencia, es muy probable que tengan otras relaciones dentro de cada uno de esos grupos, o al
menos que tengan intereses coincidentes vinculados. El prestigio de cada uno de los actores dentro de su
grupo no le es indiferente a ninguno de ellos, y puede constituir un interés amplio o difuso en el que ambos
debieran, en la mayor parte de los casos, coincidir.
Los participantes en una disputa mantienen entre sí relaciones coexistentes de carácter conflictivo y no
conflictivo.
LA

Mientras el conflicto de suma variable o de objetivos mezclados ofrece una rica gama de posibilidades de
solución a través de los diversos métodos que denominamos “de resolución”, el conflicto de suma cero
supone de hecho su terminación, por lo que llamaremos, en términos simples, la victoria de una parte, y la
derrota de la otra.
La existencia de conflictos estrictamente de objetivo único es casi una abstracción. En realidad, todo
FI

aparente conflicto de ese tipo se puede tratar como un conflicto de suma variable. Esto puede obtenerse
mediante la extensión del conflicto proponiéndose, respecto del mismo adversario, otras metas distintas.
Las otras metas pueden ser también de carácter cooperativo. Posibilita a cada parte ceder el objetivo menos
valioso para ella en canje con el más valioso para la otra. Cada parte gana en la escala de sus valores sin
que ninguna de ellas resulte estrictamente la ganadora o perdedora.


Otro método es la división del objetivo. La pureza de un conflicto depende del conjunto total de las relaciones
entre las partes y de la posibilidad que haya de dividir las cuestiones en conflicto en elementos más
pequeños.

Conflicto de visiones – Sowell


Un conflicto entre visiones difiere de un conflicto entre intereses encontrados. Cuando hay intereses en
juego, las partes afectadas suelen entender claramente cuál es el problema y qué pueden ganar o perder.
Sin embargo, cuando hay un conflicto de visiones, los más afectados por una visión determinada puede ser
los menos conscientes de los supuestos subyacentes, o los menos interesados en detenerse a examinar
cuestiones teóricas cuando hay urgentes cuestiones prácticas que se deben abordar, campañas que se
deben lanzar, o valores que se deben defender a toda costa.
Las visiones pueden ser morales, políticas, económicas, religiosas o sociales. Nos sacrificamos por nuestras
visiones y a veces, si es preciso, preferimos enfrentar el desastre antes que traicionarlas.

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Las visiones son indispensables pero peligrosas, precisamente porque tendemos a confundirlas con la
realidad. Aquello de lo cual se prescinde deliberadamente quizá resulte no ser prescindible cuando se mida
su efecto sobre los resultados.
Se ha descrito una visión como un acto cognitivo preanalítico. Es lo que intuimos o sentimos antes de
elaborar un razonamiento sistemático que se pueda denominar teoría, y aun antes de que hayamos deducido
consecuencias específicas que, en la forma de hipótesis, deban contrastarse con la realidad. Una visión es
nuestra percepción de cómo funciona el mundo.
Las visiones constituyen el cimiento de las teorías. La estructura final no depende solo de los cimientos, sino
también del empeño y de la coherencia con que se construye el marco teórico, y de los datos concretos que
lo apuntalan. Las visiones son muy subjetivas, pero las teorías bien elaboradas tienen connotaciones claras,
y los hechos permiten verificar y mensurar su validez objetiva.
La lógica es un ingrediente esencial en el proceso de transformación de una visión en teoría, así como las
pruebas empíricas son esenciales para determinar la validez de dicha teoría. Pero la visión inicial es crucial
para nuestra vislumbre de cómo funciona el mundo.

OM
Todas las visiones son, en cierta medida, simplistas. Las visiones sociales deben por fuerza dejar muchos
importantes fenómenos sin explicación, o darles solo una explicación ad hoc, o una explicación basada en
supuestos incoherentes derivados de más de una visión. La visión más pura no es necesariamente el
fundamento de las teorías más convincentes, y mucho menos de las más válidas, pero pueden ser más
reveladoras, en cuanto a las premisas tácitas, que las teorías más complejas.
Una visión es una forma de causación. Se parece más a una corazonada que a un ejercicio lógico o una
verificación fáctica. Estas cosas vienen más tarde, y se alimentan de la materia prima provista por la visión.

.C
Hay tantas visiones como seres humanos, si no más, y más de una visión puede ser coherente con un hecho
dado. Los hechos nos obligan a desechar algunas teorías, pero nunca pueden otorgar a una teoría dada el
imprimátur de verdad definitiva. La verificación empírica puede servir para revelar cuál de las teorías que
DD
sometemos a nuestra consideración es más coherente con lo que se conoce fácticamente.
Las políticas basadas en cierta visión del mundo tienen consecuencias que se difunden por la sociedad y
reverberan a través de los años. Las visiones guían el curso del pensamiento y de la acción. Las visiones
cubren las lagunas del conocimiento individual.
El efecto de las visiones no depende de que se las exprese, ni siquiera de quienes toman las decisiones
estén al tanto de ellas.
LA

Las visiones sociales difieren en su concepción básica de la naturaleza del hombre. Las capacidades y
limitaciones del hombre son implícitamente muy diferentes para aquellos cuyas teorías filosóficas, políticas
o sociales explícitas parten de visiones diferentes. Las diversas visiones de la naturaleza moral y mental del
hombre son tan distintas que sus respectivos conceptos del conocimiento y las instituciones difieren
FI

necesariamente. La causación social misma es concebida de otra manera, tanto en cuanto a la mecánica
como en cuanto al resultado. El enfoque del tiempo y sus fenómenos auxiliares es también muy diferente en
teorías basadas en diferentes visiones. Quienes creen en ciertas visiones se ven a sí mismos en un papel
moral muy distinto del que se adjudican los defensores de otras visiones. Las ramificaciones de estas
visiones conflictivas se extienden a las decisiones económicas, judiciales, militares, filosóficas y políticas.


Se pueden agrupar las visiones en dos categorías amplias: una visión que enfatiza las restricciones humanas
y una visión que enfatiza la superación de dichas restricciones. Visión restringida y visión no restringida.

En la práctica, las gentes a menudo sacrifican sus propios intereses en bien del mayor interés ajeno (Smith),
pero ello se debe a factores tales como la devoción por los principios morales, los conceptos de honor y
nobleza, y no porque amaran al prójimo como a sí mismos. Estos recursos artificiales persuadían al hombre
de hacer, en bien de su autoestima o sus necesidades interiores, lo que no haría por el bien de un semejante.
Una de las características definitorias de la visión restringida es que encara transacciones antes que
soluciones.
Otro modo por el cual se podía inducir al hombre, con todas las limitaciones concebidas por Smith, a producir
beneficios para los demás, era por razones que, en última instancia, obedecían al interés individual.

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Mientras que en Adam Smith la conducta moral o socialmente beneficiosa solo se podía suscitar mediante
incentivos, en William Godwin la comprensión y la disposición del hombre eran capaces de crear
intencionalmente beneficios sociales.
Godwin consideraba que la intención de beneficiar a otros era la esencia de la virtud, y la virtud era, a su
vez, la senda hacia la felicidad humana. Consideraba que los beneficios sociales no intencionados apenas
eran dignos de nota.
Tenía una visión no restringida de la naturaleza humana, en que el hombre era capaz de sentir las
necesidades ajenas como más importantes que las propias y, por lo tanto, de actuar con persistente
imparcialidad, aunque estuvieran involucrados sus propios intereses o los de su familia. Admitir la conducta
egocéntrica de sus contemporáneos no implicaba declarar que ella fuera un rasgo permanente de la
naturaleza humana.
Godwin desdeñaba los incentivos creados por la sociedad como recursos indignos e innecesarios, pues era
posible alcanzar directamente aquello que los incentivos de Smith aspiraban a alcanzar indirectamente. Al
contrario de Smith, que consideraba el egoísmo humano como un elemento dado, Godwin lo consideraba

OM
un producto del propio sistema de recompensas utilizado para encararlo. La verdadera solución hacia la cual
debían encaminarse los esfuerzos consistía en que la gente hiciera lo correcto porque era correcto, no por
recompensas psíquicas o económicas, es decir, no porque alguien le ha anexado una gran carga de interés
egoísta.
La meta consistía en el desarrollo a largo plazo de un sentido más elevado del deber social.
Condorcet atribuía a la visión que tenían sus adversarios de la naturaleza humana el error de confundir al
hombre natural y su potencial con el hombre existente, corrompido por prejuicios, pasiones artificiales y
hábitos sociales.

.C
La visión restringida y la visión no restringida perciben la prudencia (la atenta evaluación de las
DD
transacciones) de manera muy distinta. En la visión restringida, en la que solo podemos a aspirar a
transacciones (se transige con males menores para evitar males mayores), la prudencia se cuenta entre los
deberes más altos. En cambio, para la visión no restringida, donde el perfeccionamiento moral no tiene límite
fijo, la prudencia tiene menor importancia.
En la visión no restringida está implícita la idea de que lo potencial es muy diferente de lo real y de que
existen medios para elevar la naturaleza humana hacia su potencial, o bien que tales medios se podrían
LA

desarrollar o descubrir, de tal modo que el hombre actúe rectamente por rectas razones, en vez de buscar
retribuciones psíquicas o económicas.
El hombre es perfectible, en el sentido de que puede mejorar continuamente aunque no alcance la perfección
absoluta.
Se alcanza una solución cuando ya no es preciso transigir, aunque el desarrollo de tal sociedad haya
FI

implicado costos que hoy pertenecen al pasado. La meta de alcanzar una solución justifica los sacrificios
iniciales o condiciones de transición que de otro modo se considerarían inaceptables.

Godwin dividió los actos humanos en beneficiosos y perjudiciales, y a la vez dividió estos en intencionales y
no intencionales. La creación intencional de beneficios se llamaba virtud, la creación intencional de perjuicios


era el vicio, y la creación no intencional de perjuicios era la negligencia, una subespecie del vicio.
La categoría faltante era el beneficio no intencional. Esta constituía precisamente el centro de la visión de
Adam Smith. Los beneficios económicos brindados a la sociedad por el capitalista no formaban, según él,
parte de su intención.
La visión restringida y la visión no restringida ven los grandes males del mundo con un enfoque totalmente
distinto. Si las opciones humanas no están innatamente limitadas, la presencia de fenómenos tan
repugnantes y desastrosos exige explicaciones y soluciones. Pero si las limitaciones y pasiones del hombre
están en el corazón de estos dolorosos fenómenos, se requieren explicaciones para hallar el modo de
evitarlos o reducirlos. Mientras la visión no restringida busca las causas específicas de la guerra, la pobreza
y el delito; la visión restringida busca las causas específicas de la paz, la riqueza o el respeto a las leyes. En
la visión no restringida, no hay causas insolubles de los males sociales, y por lo tanto no hay razón para no
solucionarlos, dado el suficiente compromiso moral. Pero en la visión restringida, los artificios o estrategias
que restrinjan o palien los males sociales innatos también tendrán un precio. Ese precio consiste a veces en

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nuevas enfermedades sociales creadas por estas instituciones civilizadoras, así que solo es posible llegar a
una prudente transacción.
La visión restringida es una visión trágica de la condición humana. La visión no restringida es una visión
moral de las intenciones humanas, que en última instancia se consideran decisivas. La visión no restringida
promueve la persecución de los ideales más elevados y las mejores soluciones. En cambio, la visión
restringida considera que lo mejor es enemigo de lo bueno, un vano intento de alcanzar lo inalcanzable que
se juzga no solo fútil sino, a menudo, contraproducente, mientras que los mismos esfuerzos pudieron haber
producido una transacción viable y benéfica. Adam Smith aplicó este razonamiento no solo a la economía
sino también a la moral y la política: el reformador prudente respeta los hábitos y prejuicios confirmados de
la gente, y cuando no puede imponer lo recto, no se niega a paliar lo incorrecto. Su meta no es crear el ideal
sino establecer lo mejor que las gentes puedan tolerar.
Mientras la visión restringida juzga la naturaleza humana como algo que no ha sufrido cambios esenciales
a través del tiempo ni en todo el mundo, no considera que las expresiones culturales particulares de las
necesidades humanas, propias de sociedades específicas, se puedan cambiar pronta y benéficamente

OM
mediante una intervención impuesta. En cambio, la visión no restringida suele considerar la naturaleza
humana como algo que se puede transformar benéficamente, y las costumbres sociales como desechables
lastres del pasado.
La visión restringida mide los ideales según el precio que cuesta alcanzarlos. En cambio, para la visión no
restringida, toda aproximación al ideal es preferible. El precio es lamentable, pero de ningún modo decisivo.

Las visiones descansan, en última instancia, en cierta percepción de la naturaleza humana: no solo sus

.C
prácticas existentes, sino su potencial y sus limitaciones últimas. Quienes consideran que las
potencialidades de la naturaleza humana trascienden las manifestaciones actuales tienen una visión social
muy diferente de quienes ven a los seres humanos como criaturas trágicamente limitadas cuyos impulsos
DD
egoístas y peligrosos solo se pueden contener mediante dispositivos sociales que a la vez producen efectos
lateral indeseables.
Para la visión restringida, el problema fundamental no es la naturaleza ni el hombre sino las instituciones.
La visión diametralmente opuesta dice que el poder armado de las instituciones políticas era lo único que
impedía la guerra de cada uno contra todos, la cual de lo contrario existiría entre hombres en estado natural,
entre quienes la vida sería solitaria, miserable, fastidiosa, brutal y breve (Rousseau y Hobbes).
LA

Mientras la visión no restringida inducía a buscar una sociedad donde la natural inclinación del hombre
coincidiera con el bien social, la visión restringida llevó a la conclusión de que las reglas indispensables de
la sociedad libre nos exigen muchas cosas desagradables, es decir, que la naturaleza humana no puede
coincidir con el bien social, sino que es preciso subordinarla a él deliberadamente, a pesar de lo
desagradable que ello pudiera ser.
FI

Dada la mayor capacidad que el hombre tiene en la visión no restringida, las intenciones que guían tal
capacidad son de gran importancia. Pero en la visión restringida, en la que la capacidad del hombre para
consumar sus intenciones es muy limitada, las intenciones significan mucho menos.
En la tradición de la visión no restringida figura la convicción de que las opciones necias o inmorales explican
los males del mundo, y de que la solución consiste en políticas sociales más sabias, más morales o más


humanitarias. Por contraste, la visión restringida entiende que los males del mundo derivan de las
restringidas y desdichadas opciones disponibles, dadas las innatas limitaciones morales e intelectuales de
los seres humanos. Para paliar estos males y promover el progreso, defienden las características sistémicas
de ciertos procesos sociales tales como las tradiciones morales, el mercado y la familia. Conciben estos
procesos como producto de una evolución y no de un designio, y confían en estos patrones sociales de
interacción social antes que en una política específica destinada a producir resultados particulares para
individuos y grupos particulares.
El importante y notable fenómeno de que el modo de concebir inicialmente la naturaleza humana está muy
relacionado con la concepción del conocimiento, la moral, el poder, el tiempo, la racionalidad, la guerra, la
libertad y la ley que define una visión social.

La teoría del agente y el principal en la estructura de la empresa – Krause


Fenómenos básicos de la vida en sociedad son la división del trabajo y los intercambios. Estos se realizan
por intermedio de contratos.
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Los intercambios son posibles porque las valoraciones subjetivas de los individuos con respecto a un mismo
bien o servicio difieren.
Ex-ante ambos esperan salir beneficiados. Ex-post la situación puede ser diferente: puede ser que las
expectativas que tenía sobre el producto o servicio en cuestión no se cumplieron o puede ser que la calidad
del producto o servicio recibido no sea lo que debía recibir. Es por esa razón que ambas partes de una
transacción saben que tienen que controlar el cumplimiento del contrato.
Un contrato de agencia resulta cuando una persona, el agente, acuerda realizar un servicio al otro, el
principal. El intercambio se realiza porque uno valora más el servicio que va a recibir que el monto que va a
pagar mientras que el otro lo valora a la inversa. En el caso del agente, este controlará que el principal
cumpla con el pago determinado y otras cláusulas del contrato de agencia. En el caso del principal, controlará
que el agente actúe contribuyendo a su interés.
Todos los esfuerzos que el principal realiza diseñando e implementando sistemas de evaluación, motivación
y compensación están dirigidos precisamente a reducir la discrepancia entre sus intereses y los del agente.
Mucho de lo que se realiza como motivación en las organizaciones se reduce a cambiar los objetivos de la

OM
gente; son formas de reducir las diferencias entre los objetivos del agente (empleado) y el principal
(empleador).

Cuando predominaban las empresas familiares o unipersonales, el accionista principal y el manager


coincidían en la misma persona y no se presentaban problemas de divergencia de intereses.
Esto fue cambiando. En las grandes empresas hay un número tan grande de accionistas que ninguno de
ellos es propietario de un porcentaje importante y no tiene, por lo tanto, el poder para controlar las acciones

.C
de los managers, los que se convierten en de facto dueños de la empresa.
En esas circunstancias, el interés de un pequeño accionista de controlar a los managers sufriría típicos
problemas de acción colectiva. Es decir, el servicio de control de los managers tendría las características de
DD
bien público: cualquiera que incurriera en el costo de controlar a los managers no podría recuperar esos
costos cobrando a los otros accionistas porque no puede excluirlos ni su consumo del servicio es rival. Todos
serían free-riders en su esfuerzo. Es decir, si un accionista decidiera realizar el control tan solo porque quiere
hacer uso de su derecho de propiedad, no podría cobrarle a otros porque los demás se darían cuenta que
recibirían los beneficios de esa acción de todas formas. Como todos piensan lo mismo, nadie terminaría
realizando el control: los managers se convierten en dueños efectivos.
LA

Si ese control no existe, no es de extrañar que la divergencia de intereses lleve a los managers en la
búsqueda de objetivos que no son necesariamente de los accionistas.

Varios son los mecanismos por medio de los cuales la disciplina es establecida. Pueden ser externos e
internos.
FI

• Externos.
o La competencia en el mercado de productos o servicios. Cuanto mayor es el grado de
competencia en los mismos, mayor presión existe en los managers para alcanzar la eficiencia,
mejorar la calidad, reducir los costos y, por ende, menor margen tienen para generar
beneficios personales que seas costos para la empresa. En este caso la empresa con


mayores costos corre el riesgo cierto de perder mercados y eventualmente desaparecer.


En el caso que la empresa tenga otorgado un monopolio o se encuentre protegida de la
competencia, este mecanismo pierde eficacia para forzar a los managers.
o La carrera del ejecutivo a largo plazo. Los objetivos de una carrera individual a largo plazo
también generan autodisciplina por parte de los managers: solamente podrá ir alcanzando
posiciones en empresas cada vez más importantes quien se haya desempeñado
correctamente en sus cargos anteriores. Por otro lado, ese individuo se encuentra en
competencia con otros potenciales candidatos alternativos.
o El mercado de fusiones y adquisiciones. Cuando muchos accionistas quieren vender y pocos
inversores quieren comprar, el precio de la acción baja, enviando una señal acerca de la
eficiencia de los managers. Una buena empresa mal administrada es un candidato ideal para
un take-over.
Los managers reaccionan ante esta amenaza: supermayorías (tratan de convencer a la
asamblea de accionistas para que toda propuesta de adquisición tenga que ser aprobada por
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porcentajes mayores a una simple mayoría de votos); poison pills (otorga derechos
preferenciales para la compra de acciones a los actuales accionistas, lo que eleva
considerablemente el costo de un intento de adquisición); greenmail (si el potencial adquirente
ha obtenido un determinado porcentaje de las acciones de la empresa, el management
procede a comprarle esa parte con una prima sobre el precio de la acción, en la práctica,
gastando dinero de los accionistas para evitar perder el control de la empresa); paracaídas
de oro (es un acuerdo de otorgar una compensación elevado a los managers en caso de
perder su posición por una adquisición).
• Internos.
o El sistema de compensación. La compensación de los managers es un sistema de premios
(y eventualmente castigos) para incentivar la búsqueda por parte de estos de alcanzar los
objetivos de los accionistas. Implica, por supuesto, la vinculación de la remuneración a
resultados.
o El Directorio. Es la institución que los accionistas han creado como representantes de sus

OM
intereses y cuyo objetivo es promover los mismos y la adecuación de las acciones de los
managers a estos. Es el componente “democrático” dentro de las empresas.
➢ Directores independientes. Para que el directorio pueda contribuir a superar la
divergencia de intereses entre el principal (accionistas) y el agente (management), es
clave la presencia de directores que no respondan a estos últimos, es decir, directores
independientes con capacidad y motivación de supervisar.
➢ Remuneración de los directores. Directores cuya remuneración es un plan de retiro

.C
estarán motivados precisamente a eso: retirarse tranquilos. La tendencia, correcta
desde el punto de vista de los incentivos, es remunerar a los directores con acciones.
Es más, no solamente se remunera la actividad general del director, sino que en
DD
particular se paga por participar de cada reunión del directorio.

Los inversores están dispuestos a pagar más de un 11% adicionales por empresas con adecuadas
estructuras de gobierno. Lo hacen porque creen que una empresa de esas características va a tener una
mejor performance en el tiempo, porque se reducen los riesgos y porque otros inversores también la van a
valorar mejor.
LA

Creciente presencia de inversores institucionales, locales y extranjeros, entre los accionistas principales de
las empresas. Participan de los directorios y promueven la participación activa de otros accionistas.

Teoría de conflictos – Entelman


La expresión estática del conflicto para contradictoria si se refiere a la descripción de un objeto, es conflicto,
FI

definido como una especie del género relación social, es decir, como una secuencia de conductas
recíprocas, cuya diferencia con ese género residen la incompatibilidad de los objetivos de los actores que
las realizan. Tal sucesión es conductas es un proceso dinámico. La expresión estática empleada para
calificar un análisis de características del conflicto responde solo a un afán pedagógico. Es preciso conocer
los elementos para comprender un posterior examen dinámico.


Al categorizar el conflicto como una relación social, queda dicho que sus actores son seres humanos.
Debemos distinguir a los actores en dos grupos: actores individuales y actores plurales o colectivos.
Dos problemas que generan los actores colectivos son los de su identidad y los de su fragmentación.
Por lo común, en una relación entre dos individuos aislados hay, por un lado, objetivos comunes, idénticos
o coincidentes y, por el otro, objetivos incompatibles en conflicto. Sin embargo, no tenemos dudas de quiénes
son cada uno de los actores en ninguna de las situaciones de conflicto o de coincidencia. La coexistencia
de objetivos compatibles e incompatibles solo incide en la selección de los métodos de resolución. Pero,
cuando se trata de actores colectivos, además de las relaciones de conflicto y cooperación, existen entre
algunos miembros de cada uno de los grupos enfrentados diversos tipos de relaciones aisladas y plenas de
alta proporción de compatibilidad de objetivos y aun de cooperación más o menos intensa. Estas relaciones
parciales intergrupos generan a su vez vínculos y sentimientos destinados a influenciar en el grado de
participación que esos subgrupos o sus integrantes están dispuestos a tomar en la relación de conflicto entre
los grupos más amplios a los que ellos pertenecen.
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La existencia de conflictos internos en un actor colectivo enfrentado con un adversario externo complica y
altera para este la identificación del adversario.
Junto a la cuestión de la identificación puede surgir otro problema. El conflicto interno dentro del seno de un
actor colectivo puede provocar la fragmentación de ese actor. Eso explica por qué en los conflictos en que
participan actores plurales, organizados o no, sus adversarios traten de influenciar sobre la opinión interna
de los miembros de su oponente.
Cuando en su seno las disidencias respecto al conflicto, su intensidad o su terminación se convierten en un
verdadero enfrentamiento interno entre miembros del actor colectivo, el otro actor dispone de la misma
alternativa de concebir al grupo disidente como un tercero con quien puede intentar una alianza que aumente
su poder.
El llamado frente interno de un grupo social durante un conflicto de alta intensidad es visto a menudo como
un verdadero tercero, con quien es posible gestionar alianzas o coaliciones.
Una de las características de los actores colectivos consiste en la tensión que dentro de ellos se produce
entre dos fuerzas opuestas: la cohesión y la fragmentación.

OM
Características que deberían tenerse en cuenta en el análisis de un actor plural:
• Separación entre actores colectivos. Debe tenerse en cuenta si los individuos que integran cada
campo son todos los de su género o solo una parte de ellos. Los límites entre bandos pueden ser
fluctuantes o rígidos.
El fenómeno de contaminación conflictual se produce más fácilmente en los conflictos entre unidades
conflictivas plurales separadas por fronteras rígidas que en las de fronteras abiertas. Ello es así
porque en estos últimos la existencia de miembros del otro bando en cada uno de los grupos

.C
conflictuantes hace más difícil la propagación.
• Actores colectivos organizados. Los diversos tipos de actores colectivos ofrecen grados muy distintos
de organización.
DD
o El liderazgo de los actores colectivos. En un grupo organizado debe poder observarse la
existencia de un mínimo de liderazgo. A veces hay líderes que los adversarios reconocen
como tales y sobre cuyo liderazgo no hay un claro reconocimiento dentro del grupo, y a
menudo el líder aceptado por el grupo no es reconocido externamente.
El liderazgo de los grupos menos estructurados ofrece dificultades propias de su escasa
organización. A menudo el propio grupo es reacio a que se genere un liderazgo capaz de
LA

ejercer la representación de todos los miembros que quieren participar en las acciones
conflictivas o en la toma de decisiones. Es precisamente la disidencia con el liderazgo una
de las mayores fuentes de fragmentación dentro de los grupos.
Otras complicaciones de la tensión líderes-liderados son que, mientras la representación de
un actor individual permite al representante compatibilizar las necesidades de secreto de sus
FI

acciones con su deber de lealtad, ello no es igualmente fácil para los líderes que conflictúan
o negocian en representación de actores colectivos. La multiplicidad de sus representados
hace que toda reserva sobre una gestión o una propuesta, que solo debería transmitirse al
bando oferente cuando se tenga respuesta de su destinatario, genere una crisis de confianza.
• Actores colectivos con relaciones intrasistémicas. A menudo los conflictos se producen entre


unidades que integran un mismo sistema. Cuanto más alto es el nivel en que se ubica un actor, más
parece representar no solo sus intereses sino los de todos los niveles inferiores. Y cuanto conflictúa
con el nivel más alto, este representa aparentemente todos los intereses, incluido el de la unidad
inferior que es su contraparte.

Actores múltiples. No existen dos campos excluyentes. No se distinguen claramente dos bandos constituidos
por sendos grupos integrados por individuos o subgrupos con intereses claramente coincidentes.
¿Cómo se explica la bipolaridad del conflicto? Lo que ocurre es que, cuando hay varios actores con
incompatibilidades cruzadas, se perfilan inicial o progresivamente dos bandos dentro de los cuales se
agrupan todos los miembros de la relación. Lo hacen teniendo en cuenta sus coincidencias sobre los temas
que más les interesan o que simbolizan sus valores más elevados. Las otras situaciones de conflicto que
pueda haber entre integrantes de un mismo campo son rápida y previamente resueltas o postergadas.

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La conciencia del conflicto menciona el producto de un acto intelectual en el que un actor admite encontrarse
con respecto a otro actor en una relación en que ambos tienen, o creen tener, objetivos incompatibles. Por
el contrario, la percepción es el contenido con que acceden a nuestro intelecto los datos externos relativos
a fenómenos. Se puede tener percepción de la incompatibilidad de objetivos y no tener conciencia de estar
en conflicto, como ocurre cuando alguien cree que su pretensión no está jurídicamente prohibida. La
consecuencia es que quien así razona cree que no está en conflicto con el pretensor porque no se considera
obligado a satisfacer la pretensión ajena.
Algunos autores consideran que la conciencia que las partes tengan del conflicto que las enfrenta es un
elemento esencial del mismo, lo que significa que para esos actores el conflicto no sería tal si faltara esa
conciencia. Otros, en cambio, ven el conflicto como un fenómeno objetivo que existe aunque no sea
advertido por alguno de sus participantes o por todos.
La idea realista de que el mundo existe y ha sido constituido con independencia del ser humano es
irreconciliable con la tesis idealista de que el conocimiento del hombre constituye al mundo como objeto de
ese conocimiento.

OM
Conflicto subjetivo y conflicto objetivo. Por un lado, la incompatibilidad subjetiva de metas sería solo una
creencia que se dan en el nivel intelectual de la conciencia interna o, en todo caso, un sentimiento que
todavía se encuentra en el nivel afectivo de esa conciencia. Mientras que, por el otro, habría una razonable
incompatibilidad objetiva de metas, susceptible de ser demostrada.
Kriesberg distingue, por un lado, la índole de las situaciones objetivas, entendiendo por tales las relaciones
entre actores; y por el otro lado, la creencia de tales actores sobre la índole de esas situaciones objetivas.
Clasifica tales situaciones en dos grupos: conflictivas y no conflictivas. En lo referente a las creencias,

.C
destaca que solo puede ocurrir que: ambos crean que una relación es de conflicto, ambos crean que una
relación no es de conflicto, uno de ellos crea que es de conflicto y el otro que no lo es. De tal manera, se
dan seis situaciones distintas:
DD
1. Si no existe relación conflictiva y ninguna de las partes cree que existe esta alternativa ella es, en el
fondo, una mera posibilidad lógica.
2. Ambas partes creen que existe entre ellas un conflicto y realmente ambas tienen objetivos
incompatibles. Típico caso en que no es necesario concientizar a ninguna de las partes sobre el
problema en que se encuentran.
3. Una de las partes no advierte el conflicto. El operador deberá concientizar.
LA

4. Ambas partes no lo advierten. El operador deberá concientizar a los actores. Sería muy difícil
programar una conducta conflictual que lleve a un proceso de resolución satisfactorio si no se realizan
los actos tendientes a crear la convicción de que están inmersos en un conflicto.
En la mayor parte de las situaciones en que un actor no toma conciencia de encontrarse en conflicto
con otro, de lo que se trata en realidad es de su convicción de no estar obligado a considerarlo su
FI

interlocutor por ninguna norma impuesta o aceptada. Pero resulta que nadie puede evitar ni impedir
que otro lo haga objeto de un requerimiento, lo que significa, en resumen, que lo involucran en un
conflicto. Frente a cualquier clase de requerimiento, una de las actitudes que el requerido puede
tomar es la de no reaccionar. Sin embargo, tarde o temprano, las partes desarrollan metodologías
tendientes a hacer consciente a la otra parte y a procurar encontrarle solución. En este contexto, los


oponentes terminan por reconocerle el carácter de interlocutor y, por ende, la facultar de conflictuar,
es decir, de tener metas propias y antagónicas, así como de realizar conductas que no le estén
prohibidas. Además, este tardío reconocimiento cuenta con la agravante de que, en muchos
supuestos, han obligado a su oponente a realizar actos que afectan al nivel de intensidad inicial del
conflicto.
5. Ambas partes creen que existe un conflicto sin que el mismo sea advertido por un operador en la
relación objetiva. Habría que convencer a las partes de que tienen percepciones erróneas de la
realidad, que sus metas no son incompatibles. La comunicación e intervención de terceros son
importantes.
6. Una de las partes cree que hay un conflicto y no lo hay. Se debe hacerle ver que la situación
conflictiva no existe.

Los actores conflictúan para obtener objetivos, enfrentándose con oponentes que a su vez pugnan por
alcanzar los suyos, que son incompatibles con aquellos.
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Los objetivos o metas de los actores en los conflictos son objetos, en el más amplio sentido de la expresión,
materiales o espirituales a los que cada actor les agrega un valor. Son objetos culturales, con un sustrato y
un sentido axiológico, distintos de los objetos naturales y de los ideales. Tales objetivos conflictuales pueden
distinguirse entre ellos según el número de valores que se les atribuye y según la cantidad de valor que se
les adjudica.
Llamaremos concretos a aquellos objetivos más o menos tangibles que además de una u otra manera son
susceptibles de ser pensados como divisibles. Esos objetivos tienen la característica de que su obtención
importa la automática satisfacción de las pretensiones de quien conflictúa por ellos. Esto es así porque en
tales objetivos el valor, económico o de cualquier otra naturaleza, que la parte les atribuye, es inseparable
del objeto mismo.
Por su parte, los objetivos simbólicos son aquellos en los que en realidad el objetivo exhibido como tal no es
la última meta deseada por el actor en conflicto, sino más bien un representante de otra, lo cual convierte
en muy difícil definir la relación entre el objeto o situación que hace de sustrato depositario del valor y el
valor mismo. El objeto simbólico escondido detrás de uno concreto tiene el mismo sustrato, pero oculta el

OM
valor cuya satisfacción busca el actor. Frente a este tipo de objetivos resulta más difícil encontrar una
solución que no sea la total ganancia o pérdida del actor que sustenta la pretensión.
En ciertas circunstancias los actores tienden a teñir los objetivos concretos agregándoles valoraciones que
los convierten en simbólicos, porque les preocupa, más que obtener satisfacción a su valor mediante el logro
del objetivo, provocar en su adversario una pérdida. Tal pérdida es el verdadero objetivo concreto disimulado
detrás del simbólico.
Por último, llamamos objetivo trascendente a aquel en el que en realidad puede decirse que el valor mismo

.C
está puesto como objetivo porque no se divisa que esté anexo a un objeto tangible ni divisible. Está en juego
un principio moral que difícilmente pueda llegar a una transacción. Toda transacción supone perder parte de
algo que en su integridad ha sido declarado fundamental para la parte.
DD
A los conflictos puros se les atribuyó la particularidad de arrojar, como único resultado posible al tiempo de
su resolución, un ganador y un perdedor. Si uno de los actores lograba su objetivo por cualquier método
disponible, el otro actor perdía el suyo. En los conflictos impuros parecía ocurrir lo contrario. Los resultados
que podían obtenerse al resolverlos permitían una distribución de ganancias entre todos los actores. No
había perdedores, todos ganaban.
LA

Como en la terminología de la Teoría de Juegos, un juego de suma cero es aquel en el que alguien gana
todo lo que otro pierde, la sola aplicación de ese nombre a los conflictos de objetivo único contribuyó
imperceptible e involuntariamente a dotar de un aval terminológico lleno de prestigio a la afirmación de que
los conflictos puros solo podían arrojar un ganador y un perdedor. Del otro lado se encontraban los juegos
de suma variable.
FI

Esta clasificación no tenía utilidad a los fines del estudio de los conflictos con miras a generar técnicas
idóneas para su resolución.
No hay relaciones que se agoten en un único objetivo, igualmente valorado como incompatible por los
actores en pugna. Sí existen conflictos de objetivo único, pero no hay relaciones sociales de puro conflicto,
relaciones de un solo objetivo incompatible sin algún área de coincidencias o de intereses comunes. Si todo


conflicto es pensado dentro de una relación social, se ve clara la distorsión que resulta de afirmar que hay
relaciones sociales de suma cero o puras en las que un miembro necesariamente pierde lo que el otro gana.
Tal distorsión solo proviene del empleo inapropiado de expresiones técnicas tomadas de otro lenguaje en el
que su rol es denotar otros objetos.
Afirmar que un conflicto es puro o de suma cero solo significa que uno de los actores no comparte con su
adversario la creencia de que existen otras soluciones que beneficien a ambos. Los actores u operadores
son los que impregnan a una contienda de su carácter de no negociable, de su supuesta necesidad de
generar un ganador y un perdedor.
Es común que los actores de tales relaciones conflictivas estén vinculados entre ellos por intereses comunes
y complementarios que generan coincidencias, cooperación o intercambios de otra naturaleza. En la mayor
parte de los casos, los actores tienen varios objetivos en disputa y algunos objetivos coincidentes o comunes.
O, aun tratándose de objetivos únicos de disputa, tienen coincidencia sobre el marco en el que se produce
la incompatibilidad.

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Entre el objetivo final y quien lo procura hay una sucesión de medios que actúan como fines intermedios, de
modo tal que el primer objetivo a obtener es un medio para el siguiente y así sucesivamente. Y ello ocurre
así por sencillos que sean los fines últimos declarados por los actores, desde que, en todo caso, es posible
expandir el conflicto incorporando valores de cada actor que estén, en su escala de preferencias, por encima
de aquellos que sustentan el objetivo simple que aparece como final.
En la realidad es muy difícil encontrar una relación de conflicto que se dé aislada de toda otra relación entre
las mismas partes. Ello se evidencia por el solo hecho de la existencia de un contexto social dentro del cual
las partes conviven. Normalmente ellas integran algún grupo social más o menos extenso o, por lo menos,
la comunidad a que pertenecen. En consecuencia, es muy probable que tengan otras relaciones dentro de
cada uno de esos grupos, o al menos que tengan intereses coincidentes.
Los participantes de una disputa mantienen entre sí relaciones coexistentes de carácter conflictivo y no
conflictivo.
La existencia de conflictos estrictamente de objetivo único es casi una abstracción, por lo que todo aparente
conflicto de ese tipo se puede tratar como un conflicto de suma variable. Ello puede obtener por diferentes

OM
caminos, entre ellos: extender el conflicto proponiéndose, respecto del mismo adversario, otras metas
distintas. Se selecciona lo que se ofrece, desprendiéndose de lo que menos valor tenga para uno y que para
el otro signifique, por el contrario, de un valor mayor. Por medio del intercambio, cada parte gana en la escala
de sus valores sin que ninguna de ellas resulte estrictamente la ganadora o perdedora.
Otro método consiste en dividir el objeto, cuando ello es posible.
El análisis debe hacerse también con relación al tiempo. En determinadas relaciones puede detectarse que
las partes o a alguna de ellas les interesarán en el futuro ciertos objetivos. Cálculo de coste-beneficio

.C
proyectado al futuro de la relación entre los mismos actores.

Clase 6
DD
Cada autor o escuela define poder de conformidad con sus necesidades teóricas o ideológicas, de manera
que no le resulta posible hallar en esas concepciones la solución para el concepto universal de poder que
pueda utilizarse en el análisis de cualquier clase de conflictos.
Entelman entiende por poder de los actores en el conflicto al conjunto de recursos de cualquier índole de
que dispone cada actor, o cree disponer, para procurar su objetivo.
Al hacer referencia a recursos disponibles, se halla cerca de la concepción del poder como una capacidad
LA

y no como la ejecución de esa capacidad.


Las amenazas, ofertas, propuestas combinadas que contienen amenazas y ofertad, la influencia, la
persuasión, la posibilidad de una alianza con terceros, el poder de convicción, la autoridad moral o el
prestigio frente al adversario integran el conjunto de recursos a los que se llama el poder de los actores.
El poder se refiere a una característica, atributo o capacidad de los actores del conflicto, que se da en el
FI

marco de esa específica relación social en que este consiste. Tiene sentido de tal solo dentro de la relación:
en un concepto relacional. Es un poder de un actor, del que este dispone para obtener su objetivo que es (o
el cree que es) incompatible con el objetivo de otro actor. A su vez, para este actor, hablaremos de un poder
para fines similares o simétricos.
El poder con que trabaja la Teoría de Conflictos es el poder de alguien frente a alguien en una concreta


relación conflictual. Es un poder relativo.


Aunque el poder sea un conjunto de recursos de muy diversa índole, tales recursos solo son eficientes si
existe también la voluntad de usarlos.
El cálculo del poder se vincula fundamentalmente con el costo del mismo. Todo recurso y su utilización
generan un costo, que no necesariamente es económico. A su vez, el oponente tiene costos que deben ser
evaluados por su adversario. Puede ocurrir que un actor tenga mucho poder y demasiado costo para
utilizarlo.
Existen varios criterios para efectuar las comparaciones que permitan definir cuándo un poder es grosso
modo mayor que otro.
Un criterio de medición reside en la probabilidad de que se produzca el efecto que se procura obtener con
los recursos de poder. Cuanto mayores sean las probabilidades de que B reaccione positivamente a las
directivas de A, mayor será el poder de A sobre B.

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Otro criterio está dado por el número de destinatarios a que está dirigido el poder. Hay poderes que se
refieren a la relación de quien lo posee con una sola persona, o con varios. En otros casos, el poder está
dirigido a millares o millones de personas, como el poder de un líder o de un gobernante.
Un tercer criterio, referido a una escala de valores, permite asimismo una comparación de poderes mayores
con poderes menores.
Una cuarta dimensión atiende al grado de modificación de la conducta de B que el poder de A produce.
La quinta dimensión propuesta toma en cuenta el grado en que el poder de A restringe las alternativas de
B.

En principio, el conflicto consiste en una relación caracterizada como una dualidad adversario-adversario,
que tiene lugar entre dos oponentes y más aún, con la bipolaridad como nota definitoria (que supone una
exclusión de terceros).
No obstante, los terceros existen y en realidad o bien son absorbidos por el conflicto, o bien se mantienen
fuera de él.

OM
Entelman cita la clasificación que realiza Simmel, que distingue tres clases de terceros:
• Los terceros imparciales que no están implicados en el conflicto, pero a quienes se les pide que los
juzguen o le pongan fin.
• Tercero ventajista. Se trata de aquel no implicado en el conflicto, pero que obtiene de él beneficios
para sí mismos. Estos terceros beneficiarios a veces lo son porque uno o ambos actores del conflicto
tratan de favorecer a un tercero porque ello refuerza su posición. Hay casos incluso de conflictos que
se generan a causa de terceros cuando uno de los conflictuantes tiene en vista obtener algún tipo de

.C
beneficio del tercero, por estar en conflicto con otro.
• Dividir para gobernar. Este tercero interviene en el conflicto directamente, porque obtiene de él
ventajas o espera obtener una posición dominante.
DD
Freund critica esta clasificación en la medida en que no advierte cómo un tercero en conflicto puede
producirse sin provocar la bipolaridad. De este modo, propone distinguir entre terceros que participan en el
conflicto y terceros que no participan. Dentro de la primera categoría considera tres tipos: las alianzas o sus
homónimos; el tercero protector de uno de los campos adversarios; el tercero beneficiario. Entre los terceros
que intervienen en la resolución sin participar en la contienda incluye al disuasor, el persuasor y el
moderador, de quien dice que es, esencialmente un mediador.
LA

El tercero que interviene para cooperar en la resolución o terminación del conflicto no integra ninguno de los
campos del conflicto.

Endelman describe el magnetismo conflictual como una fuerza de atracción ejercida por el centro de cada
campo del conflicto y que tiene un radio de acción desde su núcleo hasta una zona que bordea los límites
FI

del sistema social en conflicto.


La comprensión del magnetismo que ejercen los campos adversarios de un conflicto para los terceros que
integran su entorno es fundamental para entender los diferentes tipos de terceros y poder evaluar la facilidad
con que quienes no eran participantes al comienzo del conflicto, pasan a serlo.


Dentro de los terceros que intervienen, puede distinguirse entre: los terceros que se ofrecer para colaborar
con las partes en conflicto; los terceros que se avienen a hacerlo a requerimiento de ellas; los terceros cuya
intervención es impuesta por un sistema mayor al que pertenecen los actores y les resulta obligatoria en
algún sentido normativo que no necesariamente tiene que ser jurídico.
En las sociedades modernas con un sistema indirecto de motivación consistente en un conjunto de normas
que amenazan con sanción a ciertas conductas, la intervención de un tercero para solucionar los conflictos
que se producen entre pretensiones legítimas e ilegítimas es, por lo general, obligatoria.
Por lo común, el sistema establece que si uno de los conflictuantes pretende que el juez resuelva el conflicto,
el otro está jurídicamente obligado a aceptar esa intervención y acatar la decisión del juez adjudicando los
objetivos.
En otras situaciones, la obligación de someterse al juez no depende de la decisión del otro actor, sino de la
del propio juez o la de otro órgano del sistema. En todo caso, estos matices no alteran la esencia del órgano
judicial.

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Existen terceros a los que las partes en conflicto o el sistema superior que las obliga, encomiendan la
resolución del conflicto y la determinación de qué parte obtendrá el objetivo incompatible. En términos
técnicos se dice que a esos terceros se les adjudica el conflicto. O que ellos adjudican los objetivos a los
actores. De las intervenciones de terceros más comunes, solo el juez y el árbitro integran esa categoría.
Entre las diferencias entre ambos, hay una esencial: los árbitros no tienen delegada por el sistema social la
facultad de ejercer el monopolio de la fuerza para ejecutar sus decisiones. Para hacerlo, deben solicitar la
intervención del juez. Esta petición está generalmente a cargo del actor que tiene interés en obtener el
cumplimiento del laudo arbitral.
En cambio, existen otras intervenciones de terceros que se distinguen de los anteriores, en el sentido de
que no se les adjudica el conflicto ni ellos resuelven o adjudican los objetivos. Su similitud con el juez y el
árbitro radica en que su desempeño se cumple en proceso más o menos complejos y más o menos
prolongados, en los que también participan las partes, aunque de maneras diversas. Un caso típico de esta
subcategoría de tercero interviniente es el mediador que, aunque no resuelve el conflicto, colabora con las
partes. La idea de que la resolución depende de las partes es un elemento esencial de su actuar.

OM
Entelman incluye entre los mediadores a los terceros denominados moderadores y a los posibilitadores o
facilitadores de comunicaciones. Estos son terceros intervinientes que tienen la función principal de bajar el
nivel de amenaza y de desconfianza entre los adversarios y de generar mejores canales de comunicación
entre ellos, al establecer a su vez sendos sistemas de comunicación entre el tercero y cada uno de los
actores.
A medida que la intensidad del conflicto avanza, las comunicaciones se constituyen en uno de los problemas
fundamentales. La bipolaridad del conflicto genera el aislamiento de los adversarios respecto de su entorno.

.C
A su vez, las comunicaciones entre las propias unidades en conflicto disminuyen, se hacen menos
frecuentes y responden al crecimiento del nivel de desconfianza, recelo y hostilidad.
El posibilitador de comunicaciones puede dialogar fácilmente con ambos actores y entender los temas en
DD
conflicto, tanto como las percepciones que cada adversario tiene de otro actor y del conflicto. Ello le permite
transmitir a cada parte mensajes, propios y de la otra, que tienden a clarificar imágenes o a corregir erróneas
percepciones, todo lo cual genera un campo mucho más apto para la negociación en el proceso de
terminación del conflicto.
La intervención de terceros es un sistema destinado a actuar sobre las percepciones y las actitudes de los
actores, para quitarles toda mentalidad de suma cero y toda visión de su pertenencia a un sistema que
LA

distingue yo de él o nosotros de ellos. Las partes no deben sentirse protagonistas de una etapa de resolución
dentro de un sistema de conflicto que los une, sino partícipes de la solución de un problema común.

El segundo tipo de terceros son los terceros participantes.


De acuerdo a Freund, existe la figura del protector de uno de los campos.
FI

En esta categoría se incluyen los terceros disuasores, que son aquellos cuyo poder les permite obligar a la
terminación del conflicto bajo la amenaza de intervenir en él.
El poder del que aquí se habla se refiere obviamente a cualquier clase de recursos que el tercero tenga a
su disposición para disuadir a los conflictuantes. Cuando el disuasor no actúa sobre ambos conflictuantes,
corre el riesgo de ser percibido por el otro conflictuante como aliado del que intenta disuadir.


Como similar a la figura del disuasor suele mostrarse la del persuasor, aquel tercero que, por una u otra
razón, tiene el poder peso suficiente de influencia para persuadir a las partes o a alguna de ellas a realizar
los actos u otorgar las concesiones que solucionen el conflicto, resolviendo la incompatibilidad de metas.
En el caso de abogados que actúan como operadores de conflicto, debe enfatizarse la conveniencia de tratar
de imitar el rol de tercero que posibilita las comunicaciones, aun cuando uno represente a una de las partes,
desde una relación profesional independiente o bajo relación de dependencia laboral. Sin embargo, frente a
los reclamos de sus clientes sobre una actitud enérgica y acciones de alta intensidad, se lo induce a escalar
el conflicto a la mayor intensidad posible de conducta conflictiva y la transmisión de amenazas en tono
violento pasa a ser su arma más eficiente, por lo menos para exhibirla a su cliente. Ello con prescindencia
de cuál sea el nivel de credibilidad que pueda otorgarse a la misma por el adversario que la recibe.
El interés que despiertan los llamados métodos alternativos de resolución de controversias y todas las
prácticas modernas de conducción de conflictos muestra que la sociedad avista las desventajas de un
manejo incontrolado del escalamiento y las ventajas de una acción que posibilite, facilite o mejore las
comunicaciones.
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En el transcurso de la historia se probaron diferentes métodos para solucionar los conflictos. El primero, a
través de la fuerza: la vigencia de la ley del más fuerte. Pero la evolución de las sociedades ha llevado a dar
preponderancia a otros valores, entre ellos, la justicia y la paz. Para evitar la ley del más fuerte, las distintas
comunidades intentaron vías pacíficas.
Existen dos formas esenciales de solución de conflictos por la vía pacífica: las adversariales y las no
adversariales. Según provengan de la voluntad del legislador o del libre acuerdo de las partes, serán legales
o convencionales.
Los métodos adversariales tienen las siguientes características: las partes están enfrentadas y son
contendientes; un tercero suple la voluntad de las partes y toma la decisión; si una de ellas gana, la otra
necesariamente pierde; la decisión que pone fin al litigio se basa en la ley o el precedente, por lo que no
necesariamente se resuelve el problema de un modo que satisfaga el interés de las partes.
En cambio, en los métodos no adversariales: las partes actúan juntas y cooperativamente; mantienen el
control del procedimiento; acuerdan la propia decisión, que resuelve el problema, sin importar la solución
jurídica o los precedentes judiciales.

OM
Las comunidades políticamente organizadas se reservaron para sí el dirimir las controversias a través de
terceros (jueces) cuando los protagonistas del conflicto no lograsen hacerlo por sí mismos.
Ello se ve reflejado en la función judicial. Ella es ejercida por los jueces que actúan como representantes del
Poder del Estado y su misión es dirimir las controversias, mediante la aplicación de las leyes y con imperium
para hacer cumplir sus decisiones. Entre las soluciones adversariales, el proceso judicial es el de mayor
relevancia. Su origen es legal.
En nuestro país, existe el PJN cuya cabeza es la CSJN y además, los tribunales inferiores creados por ley.

materias.
.C
En cada provincia, además de su tribunal superior de justicia, existen tribunales con competencia en diversas

Lamentablemente, es conocida la lentitud de los tribunales, sumada al formalismo del proceso que en
DD
ocasiones facilita esa tardanza, la falta de recursos suficientes y el alto índice de litigiosidad que, entre otras
razones, ha llevado a cierto descreimiento en la justicia.
A ello se agrega el alto costo que significa litigar y la complejidad de los ordenamientos jurídicos, los cuales
muchas veces contienen normas de dudosa interpretación, que no tornan predecible el resultado.
Pero, adicionalmente, la solución judicial muchas veces no conforma a ninguna de las partes. En efecto, la
solución impuesta por un tercero crea la sensación de que hay un vencedor y un vencido. Ello, si bien
LA

concluye el juicio, muchas veces no hace concluir el conflicto, que sigue latente entre las partes y que
muchas veces desemboca en ulteriores litigios.
Todo ello ha servido de incentivo para que se piense en métodos de solución más rápidos, alternativos al
clásico del PJ. La ventaja de alguno de ellos es que el protagonista principal de la solución deja de ser el
juez y las partes no resignan el papel central que deben tener en la solución de sus propias controversias.
FI

De este modo, la solución buscada y encontrada por las mismas partes adquiere una fuerza mayor, porque
proviene de la propia convicción.
• Arbitraje. Por lo general, es de fuente convencional, aunque nada obsta a que provenga de la ley, lo
cual sucede cuando es ella la que impone esta vía a los fines de la solución de un conflicto y sin
perjuicio del ulterior acceso a la justicia.


El arbitraje convencional es el que proviene del acuerdo de las partes.


ARTICULO 1649.- Definición. Hay contrato de arbitraje cuando las partes deciden someter a la
decisión de uno o más árbitros todas o algunas de las controversias que hayan surgido o puedan
surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica, contractual o no contractual, de
derecho privado en la que no se encuentre comprometido el orden público.
ARTICULO 1650.- Forma. El acuerdo de arbitraje debe ser escrito y puede constar en una cláusula
compromisoria incluida en un contrato o en un acuerdo independiente o en un estatuto o reglamento.
La referencia hecha en un contrato a un documento que contiene una cláusula compromisoria
constituye contrato de arbitraje siempre que el contrato conste por escrito y la referencia implique
que esa cláusula forma parte del contrato.
ARTICULO 1651.- Controversias excluidas. Quedan excluidas del contrato de arbitraje las siguientes
materias:
a) las que se refieren al estado civil o la capacidad de las personas;
b) las cuestiones de familia;
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c) las vinculadas a derechos de usuarios y consumidores;
d) los contratos por adhesión cualquiera sea su objeto;
e) las derivadas de relaciones laborales.
Las disposiciones de este Código relativas al contrato de arbitraje no son aplicables a las
controversias en que sean parte los Estados nacional o local.
También puede suceder que, en ausencia de compromiso previo, una vez suscitado el conflicto, las
partes se sometan al arbitraje por medio de un acuerdo posterior.
Su estructura tiene semejanza con el proceso judicial, en cuanto a que las partes someten a un
tercero la definición del conflicto, quien habrá de pronunciar el laudo. A diferencia de la mediación,
en la que el mediador nada decide ya que su actuación se limita a facilitar el acercamiento de las
partes, en el arbitraje la decisión del árbitro es vinculante, por lo que las partes deben acatarla.
Incluso su estructura es formal. A salvo el acuerdo de partes, existe un procedimiento regulado por
las leyes procesales con los requisitos del juicio ordinario o sumario, según establezcan los árbitros
conforme a la naturaleza e importancia económica de la causa.

OM
El árbitro pronuncia su fallo sobre todas las pretensiones sometidas a su decisión, sin que pueda
incurrir en extra petita. Y para el caso en que haya mediado falta esencial del procedimiento, se
pronuncie fuera del plazo o sobre puntos no comprometidos, el fallo está sujeto al recurso de nulidad.
Por último, el arbitraje puede ser de derecho o de amigables componedores. En este último caso,
fallan según su leal saber y entender, es decir, sobre la base de la equidad. En el primero, en cambio,
habrán de aplicar el derecho. La decisión se denomina laudo.
• Mediación. Es un procedimiento por el cual las partes, que se encuentran sumergidas en un conflicto,

.C
buscan una solución aceptable, a la que podrán llegar debido a la ayuda de un tercero neutral que,
mediante el uso de técnicas aprendidas, intenta ayudarlas a llegar a su propio acuerdo.
El mediador pretende facilitar el diálogo, restablecer la comunicación entre las partes y, más allá de
DD
sus posiciones, detectar sus intereses. Intenta inducir a las partes para que generen propuestas
mutuamente aceptables y, en definitiva, solucionen ellas mismas dicho conflicto.
LA
FI


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Los agrupamientos o sistemas humanos presentan diferencias, en ciertos casos, según el número de
miembros que los integran.
Todos los grupos de más de tres miembros puede ser reducidos a tríadas y pensados triádicamente.
Una diada o grupo diádico está integrado por dos miembros. Una tríada es un sistema social formado por
tres miembros relacionados entre sí en una situación persistente.
Entelman afirma que todos los enfrentamientos, asociaciones o configuraciones naturales deben basarse
en modelos triangulares de los que no escapa la sociedad humana, que parece ajustarse a ese principio
estructural.
Esta afirmación no contradice la ley de la bipolaridad del conflicto porque el triángulo o tríada a que se hace
referencia se integra con los dos miembros actores del conflicto y el auditorio que constituye el tercero
(entorno). Este último, en mayor o menor grado, controla, en nombre del sistema más amplio al que
pertenecen los actores, la conducta recíproca de estos.
Toda tríada tiene tres miembros y las convenciones han dado en denominarlos A, B y C, reservando la letra
A para designar al actor con mayor poder y la letra C para el de menor poder relativo. Así, la tríada tiene tres

OM
relaciones posibles: AB, BC y AC.
La primera diferencia notoria entre una relación diádica y una tríada reside en que el grupo de dos no existe
como algo distinto de sus miembros, porque la desaparición de uno de estos hace desaparecer el grupo.
Sin embargo, en toda organización que tenga por lo menos tres miembros, uno puede distinguir los
miembros y la organización, porque esta sobrevive a la desaparición de uno cualquiera de ellos en la tríada.
Esa desaparición, hasta que el tercero miembro sea reemplazado, cambia la estructura de la organización
de triádica a diádica. Pero precisamente por eso el grupo sigue siendo un grupo.

.C
La tríada muestra otra diferencia significativa: el grupo triádico es el único grupo social que posee un número
de relaciones igual al número de sus miembros.
La propiedad más importante de los grupos triangulares es su tendencia a formar coaliciones (alianzas)
DD
entre dos de sus miembros frente al tercero. El análisis del poder relativo de cada uno de los tres miembros
permite predecir con bastante certeza las coaliciones que habrán de formarse en cada grupo o que
razonablemente puede esperarse que en él se formen.
Los miembros de las tríadas puede ser individuos aislados o unidades colectivas de cualquier volumen o
una mezcla de ellos: un individuo y dos grupos, dos individuos y un grupo, tres individuos o tres grupos.
La tríada más frecuentemente analizada, probablemente porque es la que en mayor proporción han
LA

encontrado los investigadores en la realidad, es aquella en la que un miembro tiene más poder que los otros
dos y estos tienen igual poder entre sí. La coalición más previsible es la que pueden celebrar los dos
miembros de igual poder, frente al tercer miembro de más poder que cada uno de ellos.
Si el miembro de más poder A forma una coalición con el miembro B contra el miembro C, o con C contra
B, no aumenta su poder, sino que lo disminuye; porque alguna concesión de su poder originario tiene que
FI

hacer a B o C para que estos entren en la coalición. La alianza BC, en cambio, es una suma de poder que
convierte a A en el miembro más débil. Tan pronto como quede constituida la coalición, A preferirá negociar
con B o C, de modo de constituir la coalición AB o AC, que le conviene más que correr el riesgo de convertirse
en el tercero más débil de una eventual coalición BC.
Las coaliciones son mutables y transitorias, cuando no efímeras.


El tercero entre los miembros de las tríadas no es uno de los miembros concretos, sino uno cualquiera de
los miembros. Entre los miembros de la tríada, siendo las relaciones de conflicto de carácter bipolar y
manteniendo el pensamiento de que hay dos actores que conflictúan dentro de ellas, el rol de tercero puede
definirse como rotativo. Cualquiera de los miembros puede jugar el papel de tercero.
El tercero puede tener, además de las características del mediador, que es la más común de las actuaciones
de un tercero, el rol de tercero opresor. El tercero que actúa como opresor sigue una política de provocación
del conflicto, en interés propio.
El tertius gaudens recibe propuestas de ambas partes para conseguir su apoyo, lo que le permite negociar
y aumentar un precio explotador. Aparece como un socio o compañero deseado por los otros dos miembros
para una solución.

Las tríadas pueden clasificarse según las situaciones en que aparecen:


• Tríadas en situaciones continuas. Sus miembros se relacionan entre sí de un modo permanente
dentro de un sistema social más amplio que les requiere interactuar. Se espera que mantengan cierto
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grado de unidad más allá de sus divisiones internas. Estas tríadas ofrecen permanentemente a sus
miembros una larga continuidad de elecciones revocables.
• Tríadas en situaciones episódicas. También se encuentran dentro de una organización permanente,
pero el objeto de las coaliciones es asegurarse ventajas en un contexto concreto regido por reglas
específicas.
• Tríadas en situaciones terminales que existen involuntariamente. La coalición se forma por motivos
agresivos o defensivos, en búsqueda de beneficio y protección, de destrucción del adversario o de
preparación de posteriores revanchas.
Si se toman como relevantes las distribuciones de poder entre los miembros de las tríadas, entonces pueden
distinguirse ocho tipos distintos de ellas.
El signo > o < significa más o menos poder relativo.

OM
.C
DD
LA

Tríada organizacional: aquella cuyos miembros pertenecen a una organización y a quienes su programa les
exige que interactúen unos con otros.
La característica de estos grupos es que poseen una organización de status o jerarquía, que distribuye a
sus miembros según el orden de su influencia relativa, de modo tal que, cuando responden a la exigencia
de interactuar, tienen establecidas de antemano las relaciones de superioridad, subordinación o igualdad, lo
FI

cual excluye, generalmente, la necesidad de confrontación de fuerzas.


Las coaliciones que se producen en las tríadas organizacionales tienen que ver con las relaciones de poder
jerárquico, dependencia o dominación del miembro superior respecto del miembro inferior.
Ello permite clasificar tales coaliciones en:
• Revolucionaria. Es una coalición dominante que, al celebrarse, obtiene dominio sobre el miembro


superior de una tríada organizacional. Este es el caso en que los dos subordinados B y C, cuyo poder
conjunto supera al de A, formulan una coalición contra A, que en la estructura organizacional es
superior a ellos.
• Conservadora. Es aquella que no altera el orden de status prescrito dentro de la tríada
organizacional. Si el miembro A es supraordinado a B y C e integra con cualquiera de ellos una
coalición, no se altera la relación de dominación, sino que se fortalece.
• Impropia. No es revolucionaria porque no altera la relación de dominio, no es conservadora porque
no trata de protegerla.
Un análisis del poder de cada uno de los tipos de tríadas posibles permite definir cuáles de estas coaliciones
son posibles en cada uno de los ocho tipos. Ello permite definir en una organización cuáles son las
coaliciones posibles entre sus miembros y de qué carácter serán. De ese modo, la organización puede
fomentar o dificultar e impedir la formación de las coaliciones posibles, de acuerdo a lo que convenga a sus
objetivos.

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OM
Las tríadas se constituyen por actos voluntarios de sus miembros, de manera formal o informal.
Es cierto que tres individuos pueden resolver formar un grupo, pero existe, además, el pensamiento triádico.
Puede pensarse a tres individuos como formando un grupo, aunque esa no sea la intención de ninguno o
alguno de ellos. Puede después estudiarse cómo podrían interactuar en un conjunto mayor o aislados de
todo conjunto, evaluar su poder relativo y luego diseñar las alianzas posibles. Es decir, las alianzas que

.C
serían posibles si aceptaran, expresa o tácitamente, comportarse como grupo triádico. Ello permite diseñar
estrategias destinadas a posibilitar a uno de los miembros de una diada el intento de aumentar su poder
relativo frente al otro miembro del grupo de dos.
DD
Cambios que una audiencia produce en un conflicto público. La opinión pública, motivada por los medios
masivos de comunicación, actúa juzgando la controversia con los datos que obtiene de la prensa, casi como
si fuera un juez. Los medios organizan tríadas entre los dos bandos enfrentados y la poderosa opinión
pública, que influye sobre los jueces.
La función de los medios masivos de comunicación ha sido definida como la postulación cotidiana de la
LA

agenda que constituye el temario de discusión de los destinatarios, lectores u oyentes.

Teoría de conflictos – Entelman


Un actor que trata de obtener su objetivo, incompatible con el de su adversario, puede hacerlo mediante el
uso de sanciones, es decir, de privaciones impuestas efectivamente o amenazadas. Pero puede también
FI

hacerlo ofreciendo beneficios, premios. Y, finalmente, puede utilizar la persuasión. La diferencia entre
amenazas y ofertas es puramente semántica porque ambas tienen el mismo efecto.
Lo que interesa saber, en cada conflicto, para cada uno de los actores, es cuáles son sus recursos, cuál es
su poder, en comparación con el poder del otro, con relación a este. Se analiza el poder relativo.


En la categoría de terceros que participan en el conflicto se incluye al tercero disuasor. Se trata de un rol
que generalmente asume el miembro de más poder de un grupo de más de dos miembros frente al conflicto
entre los otros dos miembros cuando realmente desea terminarlo.

La interacción social es siempre triangular o triádica, ya que recibe la influencia de un determinado auditorio,
presente o no físicamente. Se trata del entorno, más o menos cercano y más o menos fuertemente vinculado
a aquel al cual nos referimos al sostener que los conflictos puros o de suma cero son, en el fondo, una
abstracción.
Este auditorio controla, en nombre del sistema más amplio al que pertenecen los actores, la conducta
recíproca de estos.
La teoría de las tríadas considera que todo agrupamiento de cuatro, cinco, seis o más miembros se reduce
a agrupamientos triádicos. Se incrementan las coaliciones posibles.

Clase 7

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La intensidad del conflicto es un concepto vinculado con la intensidad de los medios o recursos de poder
que utilizan las partes en busca de sus objetivos (al hablar de uso de recursos, se incluye también la
amenaza de esa utilización).
La tendencia de los conflictos a aumentar su nivel de intensidad se percibe tanto cuando los actores están
ligados por sentimientos relativamente positivos como cuando sus sentimientos son recíprocamente hostiles.
Lo que en realidad ocurre es que la administración de los recursos más o menos intensos no es un producto
de la conciencia emocional, donde se dan los sentimientos, sino una decisión racional del sector intelectual
de la conciencia.
Así las cosas, una vez identificada la noción de intensidad, surgen dos problemas: la cuestión de la
cuantificación de la intensidad y la identificación de aquellas medidas que cabe utilizar para establecer su
medición.
En orden a representar la intensidad, Entelman acude a un sistema de coordenadas. En este, la línea
horizontal (eje de las X) indicará de izquierda a derecho el transcurso del tiempo en que se desarrollan las
conductas que integran la interacción conflictúan de los actores en disputa. Por su parte, la línea vertical (eje

OM
de las Y) señalará, de abajo hacia arriba, el incremento de la intensidad.
En la abcisa será fácil acordar la unidad de medida y aplicarla correctamente. Así, elige el calendario
gregoriano, del cual puede usarse para cada caso la unidad que resulte más conveniente: minutos, horas,
días, semanas, meses, años, décadas. La unidad seleccionada está directamente relacionada con el tipo de
conflicto cuya intensidad se desea graficar.
¿Cómo se mide el cambio de intensidad? En cada momento que se marque en la línea de tiempo, se estará
utilizando un recurso de x intensidad. Este recurso puede ser mayor (x+n) o menor (x-m) que el que se haya

.C
usado en un momento anterior o el que pueda utilizarse en un momento futuro. Debe marcarse en el espacio
de las coordenadas esa acción como un punto a la altura que en la ordenada fije el valor de intensidad que
se le atribuye. Pero, ¿cómo se hace para identificar esta intensidad?
DD
Resulta posible, según Entelman, intuir en cada contexto o entorno la diferencia de intensidad que supone
el uso de distintos recursos. Ello porque en cada contexto cada conducta contiene una información y un
mensaje que los implicados saben interpretar.
En la evaluación de intensidad hay que tener en cuenta lo que la acción o recurso analizado significa para
el adversario a quien está destinado. Este a su vez tiene su percepción condicionada por su conocimiento
del adversario.
LA

Sin embargo, esto no brinda la unidad de medida de la intensidad.


Pueden utilizarse escalas de 0 a 10 o de 0 a 100. En cuanto a intensidades intermedias, recurren a las
fracciones decimales.
Siempre la intensidad de las acciones conflictuales que se trata de evaluar debe medirse con referencia a
los valores que uno supone que se adjudicará su destinatario.
FI

El conflicto es un proceso dinámico, sujeto a la permanente alteración de todos sus elementos. A medida
que se desarrolla su devenir, cambian las percepciones y las actitudes de los actores que, en consecuencia,
modifican sus conductas, toman nuevas decisiones estratégicas sobre el uso de los recursos que integran
su poder y, a menudo, llegan a ampliar, reducir, separar o fusionar sus objetivos.


La intensidad de los recursos que utilizan para procurar sus objetivos en la dinámica de la interacción de los
conflictuantes está sujeta a cambios de nivel que condicionan las posibilidades y los métodos de
administración y de resolución. El carácter dinámico del conflicto produce una inevitable y permanente
alteración de sus términos. Una situación conflictiva totalmente estática no existe en la realidad, aunque el
conflicto pueda tener períodos de estancamiento en que aparentemente un statu quo perdura. Incluso es
período de aparente inmovilidad produce cambios en las percepciones de los actores, en sus imágenes del
adversario y del conflicto mismo y anticipa decisiones futuras que serán distintas de las que se hubieran
emprendido de no haber mediado el statu quo.
Los movimientos de escalada y desescalada de los procesos intelectuales, emocionales y volitivos que se
desarrollan en la conciencia de los actores y de las leyes empíricas que rigen todos estos fenómenos, se
dan como modificaciones de la intensidad de la conducta conflictiva dentro de una relación social que, por
ser tal, es recíproca. En este sentido, su análisis está conceptualmente vinculado con las nociones de
interacción e intensidad.

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Puede hablarse de interacción cuando dos o más entidades realizan conductas recíprocas y puede
detectarse una secuencia de por lo menos dos actos discernibles tales que el primero pueda razonablemente
ser interpretado como parcialmente responsable del segundo. En este contexto, debe interpretarse la
expresión “responsable del” como el que provoca, produce u ocasiona el segundo. Es decir, existe
interacción cuando, de dos actos discernibles de esa secuencia de conductas recíprocas, uno puede
razonablemente ser interpretado como causa del otro.

La intensidad de un conflicto no se mantiene estable a lo largo de su transcurso. Esto no significa que las
conductas conflictivas aumenten indefinida e inevitablemente su intensidad o deban producir
necesariamente picos de gran incremento o declinación.
El ciclo de los conflictos evidencia aumentos y disminuciones del nivel de intensidad, pero con la
característica saliente de que el proceso de incremento es más frecuente que el de declinación, aunque, en
algún momento, al tiempo de la resolución, el nivel de intensidad se reduzca notablemente.
¿En el momento de resolución la intensidad no es necesariamente cero? Entelman cree que no. Puede

OM
sostenerse que, concluido el conflicto, todo nuevo acto conflictual es ajeno a él y marca el comienzo de un
nuevo conflicto. Es decir, que la intensidad cesa con la resolución porque si termina el conflicto, ya no hay
actores ni conducta conflictual, con lo que no puede hablarse de mayor, menor o ninguna intensidad, porque
esta es un adjetivo de conflicto o de conducta conflictual. Pero, en la experiencia de los seres humanos,
cada conflicto es un proceso que ocurre dentro de una relación determinada. Su terminación es un fenómeno
que solo admite tratamiento empírico y no axiomático. La desconfianza y la reticencia que toda interacción
conflictiva genera en algún grado, tardan generalmente en borrarse definitivamente para dar paso a fases

.C
más cooperativas de la relación.
Se llama escalada o escalamiento hacia niveles de mayor intensidad de la conducta conflictiva de cualquiera
de los actores. Inversamente, la desescalada o el desescalamiento es un desplazamiento hacia niveles más
DD
bajos de intensidad.
Cuando las unidades conflictivas están constituidas por pluralidades de individuos, el aumento o disminución
de magnitud puede advertirse también en el aumento o disminución del número de personas implicadas en
la acción colectiva. En efecto, cuando conflictúan grupos integrados por gran número de miembros, existen
siempre algunos integrantes que no participan o se muestran indiferentes. La escalada del adversario
estrecha los vínculos internos de solidaridad e incorpora más activamente a esos miembros indiferentes al
LA

campo de conflicto. A su tiempo, cuando la intensidad del conflicto disminuye a valores bajos, decrece el
número de miembros comprometidos con la disputa.
A su vez, en la medida que uno de los actores escala, la situación conflictiva hace propicia la aparición de
nuevas pretensiones de cualquiera de las partes o de ambas, esto es, la propuesta de objetivos nuevos, que
supone la extensión del conflicto. De algún modo, la extensión es, en sí misma, una forma específica de
FI

escalada.

Una vez que se ha iniciado una acción conflictiva, los actos producidos por una de las partes, aunque solo
lleve el conflicto a un nivel bajo, pero superior de intensidad, tienden a producir en la otra, cambios que
fomentan el escalamiento.


Cuando hay actores colectivos, la agresión de una unidad a la otra, cualquiera sea el contenido del acto
agresivo, produce, entre muchos efectos, la solidaridad, unidad, lealtad y vocación de participación de los
miembros de la unidad agredida, que aumentan así su compromiso con las metas perseguidas. Este
aumento de compromiso justifica un incremento del esfuerzo destinado a alcanzar tales metas, y una
predisposición a absorber mayores costos provenientes del ejercicio del poder del adversario y de la
utilización del poder propio. Esto fomenta el escalamiento.
Esto pone casi en evidencia una ley empírica del desarrollo del conflicto. Producida una escalada, un
aumento de magnitud de la conducta conflictiva de una de las partes, la otra, generalmente, se ve obligada
a responder con una conducta de magnitud mayor. Mantener su conducta anterior y soportar la escalada
del adversario supone, o un sometimiento a este, o el fomento de su vocación de escalar. La respuesta con
intensidad mayor genera a su vez el circulo de provocar en el otro, autor de la escalada originaria, una nueva
reacción de ascenso de la conducta.
La dosificación de estos actos requiere una especial cautela, puesto que, alcanzado un determinado nivel
de intensidad, su estancamiento o la iniciación de un proceso se descenso se tornan muy dificultosos. En
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efecto, salvo que exista entre las partes un muy buen nivel de comunicación, dentro de un marco que dé
posibilidad a un compromiso de tregua o de desescalada, uno de los contendientes no puede fácilmente
iniciar una acción de descenso. Ella sería interpretada por su adversario como un acto de debilidad, que en
general no lo motivaría a descender también a un nivel más bajo de interacción. Por el contrario, le haría
vislumbrar la ventaja de aumentar considerablemente su escalamiento a fin de colocarse en condiciones
óptimas para el proceso de terminación del conflicto.
En tales condiciones, el desescalamiento que no puede generarse por acuerdo expreso o tácito de las
partes, solo puede intentarse con la intervención de terceros.
En la mayor parte de los casos, los acuerdos de desescalada no son formales. La dificultad de negociarlos
expresamente sin generar en la otra parte la percepción de debilidad que fomentarían el aumento de
intensidad, hacen que por lo común se celebren a través de actos de las partes que contienen mensajes
que la otra está en condiciones de bien interpretar en un sistema adecuado de comunicación.

Aspectos que pueden distinguirse en la interacción conflictiva: cooperación, participación y conflicto.

OM
La dinámica de la cooperación tiende a ser una función de características relacionadas con los temas en
conflicto, particularmente la tangibilidad de los objetivos, mientras que la dinámica del conflicto tiende a estar
en función de características relacionadas con los actores.
Entelman cita tres aspectos de la interacción que permiten explicar los fenómenos de cooperación tanto
como los de conflicto, y así separarlos. Tales aspectos, llamados variables, son: acuerdo versus desacuerdo;
realización de actos positivos versus realización de actos negativos; amistosidad versus hostilidad.
La primera variable pertenece al plano de la conciencia intelectual, la segunda a la esfera volitiva de la

.C
conciencia y la tercera a su plano afectivo. Las últimas dos variables tienen que ver con la conducta y las
actitudes de los actores, mientras que la primera se vincula a la inteligencia por estos respecto de los temas
y objetivos con relación a los cuales interactúan.
DD
En el plano del acuerdo y desacuerdo habrán de darse los intercambios que posibiliten las soluciones
negociadas por los actores o a través de la participación de terceros.
La realización de actos positivos y de actos negativos actúa como un directo inductor en el aumento o
disminución de los niveles de amistad y hostilidad. A su vez, los positivos facilitan y los negativos dificultan
el alcance de las metas del otro actor. La cooperación aparece a la observación externa como una sucesión
de actos positivos que se realizan en el marco de una actitud benevolente o amistosa.
LA

Las actitudes de amistad u hostilidad que integran la tercera variable, tienen una incidencia directa a su vez
en la generación de actos positivos o negativos, y en la obtención de acuerdos o en la generación de
desacuerdos. Cuanto más amplio es el conjunto de temas que relacionan a las partes (relaciones de suma
variable), mayor es la posibilidad de operar con modelos de intercambio de acuerdos y desacuerdos, en que
las concepciones recíprocas posibiliten la terminación satisfactoria de los conflictos.
FI

Cuando domina en la relación la variable amistad-hostilidad, el acuerdo y el desacuerdo dependen de esa


variable. En circunstancias normales, la relación entre las dos variables debe ser pensada como de
congruencia.
El predominio de la hostilidad o de la amistosidad tiene directa relación con la interpretación que cada actor
hace de las intenciones o motivaciones de los otros. Cuando las relaciones son de nivel amistoso, se tiende


a interpretar los actos del otro como accidentes, malos entendidos o acciones impulsivas. Cuando la relación
es hostil, todos los actos del otro actor son vistos con desconfianza, recelo y sospechosos de albergar
segundas intenciones. Los actores con relación amistosa buscan detectar sus similitudes, los que tienen
relación hostil enfatizan sus diferencias.
El ascenso o descenso de la conducta requiere que las tres variables se muevan en una misma dirección
realimentándose recíprocamente. Para revertir un proceso de escalada en que las tres variables se mueven
en el mismo sentido, es indispensable producir un cambio de dirección al menos en una de ellas.
Es difícil provocar el cambio de dirección negativa en la variable amistosidad-hostilidad. El nivel donde
pareciera más fácil iniciar el proceso es en el de acuerdo-desacuerdo, donde el intercambio de posibilidades
que razonablemente se pueden mostrar como convenientes a cada uno de los actores, provoca en estos la
comparación de esas posibilidades con los daños que pueden surgir del aumento de intensidad conflictual.
Sin embargo, la hostilidad funciona a menudo como un esfuerzo consciente o subconsciente destinado a
evitar acuerdos. La división de temas se hace difícil y, por lo tanto, el tratamiento del conflicto como de suma
variable, porque la relación de hostilidad circula entre los actores como si lo hiciera atravesando los temas
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en conflicto. Los actores hostiles concentran los objetivos distintos en uno solo, porque no están
afectivamente en condiciones de facilitar resultados de conveniencia mutua dividiendo los objetivos. Del
mismo modo que la división o pluralidad de objetivos facilita la solución, la concentración la dificulta, al
constituirse en el predominio de la mentalidad ganadora en ambos actores, es decir, al enfatizar en ellos
una mentalidad de suma cero.
Si desde el nivel intelectual no es posible disminuir la hostilidad y aumentar la amistosidad, aparece como
evidente que el cambio tiene que producirse en el área de intercambio de actos positivos y de reducción de
los actos negativos.
El análisis del conflicto debe procurar una temprana definición de cuál es la variable predominante en un
conflicto. Si el problema reside en el acuerdo o desacuerdo, el operador debe manipular los paquetes de
ofertas y proposiciones concretas. Cuando el predominio se advierte en el intercambio de actos negativos,
el operador debe inducir la generación de actos positivos. Cuando se advierte que las raíces del conflicto
están en el nivel de la hostilidad, se está frente a conflictos de difícil administración. La única guía posible
es la generación de actos positivos, lo cual es difícil que cada actor decida por sí mismo y solo se hace

OM
relativamente posible con la intervención de los terceros.
En el largo plazo, en toda ausencia de manipulación de una de las variables, una relación de conflicto
estabilizada no tiende por sí misma a transformarse en relación de cooperación. Lo que se denomina Ley
de Gresham muestra que los elementos más negativos, peligrosos y dañosos de la conducta de interacción
conflictual, van con el tiempo excluyendo a aquellos otros que hubieran mantenido el conflicto en un
estancamiento, dentro de límites aceptables.

.C
La noción de dimensión hace referencia a las actitudes de los actores con relación al adversario y al objetivo
en conflicto. En este punto, se pueden identificar dos actitudes distintas: las que centran el conflicto en
relación con los actores y las que centran el conflicto en relación con los objetivos.
DD
Aunque en un mismo conflicto pueden concurrir ambas actitudes, siempre una de ellas prevalece sobre la
otra. En la primera clase de relaciones, el acento está puesto en la relación entre los actores y en la
ponderación que cada uno de ellos hace del beneficio que obtiene en comparación con la pérdida que
experimenta el oponente. El costo propio no es un elemento de consideración, En el otro tipo de relaciones
conflictuales, se enfatiza la temática conflictiva, es decir, los objetivos, metas, pretensiones y propuestas de
las partes. En el primer supuesto se habla de dimensión actoral. En el segundo, de dimensión objetal.
LA

La racionalidad indica que el cálculo prevaleciente en que se fundan las decisiones de cada actor, es el de
costo-beneficio. Existen conflictos en los que un actor (o ambos) valoran el daño causado a su adversario
por encima de la obtención de su objetivo, real o aparente. En el ámbito de los análisis del conflicto se ha
llamado a la evaluación que toma en consideración las pérdidas de la otra parte, cálculo de affectio. Y a la
evaluación que considera solo los costos y beneficios propios, cálculo de costo-beneficio.
FI

En el conflicto objetal, los actores procuran su objetivo sin medir negativamente el hecho de que el coste del
oponente puede ser menor que su beneficio. Los actores no piensan la relación desde el prejuicio de que
todo lo que uno gana tiene necesariamente que perderlo el otro. Por el contrario, en el conflicto actoral, el
cálculo de affectio toma una posición preponderante.
En relación con la variable “acuerdo-desacuerdo”, la dimensión objetal permite con mayor facilidad el manejo


de metas múltiples y diferenciadas, la expansión del conflicto a otras metas o la división de las metas u
objetivos para facilitar una negociación. Por el contrario, la dimensión actoral provoca que los temas
individualizados respecto de los cuales los contendientes están envueltos en conflicto, tiendan a fusionarse
dentro de un solo tema, una sola meta. En realidad, ocurre que, en buena parte, los objetivos se formulan a
partir de la relación de adversariedad o colaboración.
El conflicto actoral hace dificultosa la aparición de modelos en que se puedan incorporar nuevos valores que
permitan ensayar intercambios recíprocos de concesiones que cuestan menos al que las otorga que lo que
valen para el que las recibe. Las alianzas tienen el carácter de pacto ideológico con terceros contra el
adversario y no el de acuerdos para obtener el propio objetivo. En otras palabras, las alianzas en el conflicto
de dimensión actoral son alianzas contra alguien más que alianzas para algo. Estas últimas emergen de los
conflictos de dimensión objetal.
También en el nivel de la variable “actos positivos y actos negativos”, la relación de estos es afectada por la
dimensión en que se centre el conflicto. En los conflictos objetales, los objetivos varían de uno de los temas
conflictuales a otro de los temas conflictuales y los actos negativos o positivos se dirigen a cada uno de ellos
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independientemente, como actos que pueden ayudar o entorpecer la obtención de esas metas separadas.
Cuando el conflicto tiene dimensión actoral, los actos negativos y positivos tienden a concentrarse del mismo
modo en que tienden a fusionarse los objetivos. Esto contribuye al aumento de los actos negativos, al
predominio del cálculo de affectio o, al menos, a la interpretación de que el adversario actúa no para obtener
algo, sino en contra de su oponente.
Por el contrario, en un conflicto de dimensión objetal, no cuenta la satisfacción de producir un daño o costo
al adversario, ni la de favorecer a aquel con el cual se tiene una relación más amistosa. En consecuencia,
solo en el conflicto de dimensión objetal se obtiene una variable y accidental distribución de los actos
positivos y negativos entre una variedad de objetivos a los que estos actos se destinan.
Ya que los actores de este tipo de conflicto no excluyen ni descartan la coexistencia o el avenimiento
posterior de colaboración con sus actuales oponentes, tienden a moderar la intensidad de sus conductas.
Por último, la variante “amistad-hostilidad”. Cuando el conflicto es objetal, las partes tienden a pensar en
términos de ganancias o pérdidas propias, sin preocuparse por generar más costes o daños al adversario.
En el conflicto actoral, los actos tienen fuertes percepciones de satisfacción o disgustos en relación con el

OM
daño que le producen al adversario o la ventaja con la que lo benefician. Todo ello significa que, mientras
en el conflicto objetal los adversarios están orientados hacia sus objetivos, en el de dimensión actoral se
orientan contra el adversario, lo cual los hace más susceptibles a los sentimientos de amistad u hostilidad
cuando llega la hora de solución o terminación del conflicto.
Así ocurre sobre todo cuando un actor que tienen posición objetal ve constantemente rechazadas sus
propuestas por cálculos de affectio de su adversario. Este procura tratar solamente soluciones de alto costo
para aquel. Tal actitud es valorada como la producción de actos negativos y genera un incremento de la

.C
hostilidad del bando objetal o la disminución de su actitud amistosa original.

No todos los conflictos ocupan el mismo lugar dentro de las relaciones sociales en que se producen, ni tienen
DD
la misma significación para ella. Hay conflictos que son ajenos a la índole de la relación que los alberga.
Otros son típicos de ella, consustanciales con la esencial del vínculo existente entre los actores.
De los conflictos identificados como causales o accidentales respecto de la relación, podría predicarse que
son susceptibles de terminación.
La expresión resolución quedaría reservada para la etapa final de aquellos otros que muestran una especie
de presencia reiterada, que parecen intrínsecos de la particular relación en la que se producen.
LA

En muchas circunstancias, tanto los actores de un conflicto como sus entornos disponen de elementos que
explícitamente evidencian su cese. Pero en muchos otros casos, los conflictos terminan sin que las partes
ni los terceros que les sirven de audiencia definan claramente que así ha ocurrido.
A veces, cuando una parte siente y declara que ha obtenido su objetivo, la otra es reticente a aceptarlo. A
menudo el actor que considera haber obtenido su objetivo coincide expresa o tácitamente con su adversario
FI

en no hacer manifestaciones que informen sobre esos resultados al entorno del sistema en conflicto. En
otros supuestos, la parte que no puede obtener el objetivo que se propone cesa en el uso de recursos para
lograrlo, pero lo hace sin declarar si su actitud es una definitiva conclusión del enfrentamiento o una simple
postergación unilateral de la acción conflictiva. En tales condiciones, puede ocurrir que el otro actor tenga
interés en producir signos indudables de un resultado que quiere fortificar como definitivo.


Puede darse también la situación de que prefiera adoptar una conducta prudente y expectante para decidir
su modo de interactuar en las relaciones futuras.
Es común que los actores que creen haber obtenido la “victoria” consideren que ha cesado el conflicto.
Puede suele ocurrir que, aún en supuestos que la parte “derrotada” no discuta el resultado, en el futuro
inmediato se haga necesaria una nueva definición sobre resultados, en el proceso de implementar la
“victoria”. Cuando tanto los actores como los terceros de su entorno consideran concluido un conflicto,
aparecen nuevos enfrentamientos en la etapa de hacer efectivos (ejecutar) los resultados producidos por la
terminación.

Entelman considera erróneo confundir los modos o maneras en que puede concluir un conflicto con los
métodos utilizados a tales efectos.
Pueden usarse métodos distintos para terminar o resolver un conflicto de un modo determinado.
Al margen de los métodos de resolución disponibles, son muy pocos los modos en que terminan los
conflictos.
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Hacia 1970, los nacientes análisis sobre la terminación de los conflictos se orientaron hacia los resultados
del proceso de resolución:
• Imposición. Aquel resultado en que el objetivo incompatible era obtenido por uno de los actores, en
tanto el otro veía frustrada la obtención de su meta. El primero imponía su voluntad al otro. De él se
decía que ganaba. El otro perdía.
• Retirada o desistimiento. Uno de los actores abandona la lucha. Lo hace explícitamente o cesa en
su acción conflictual. En cualquier caso, no aplica más recursos de poder para obtener su objetivo.
Desiste de él.
• Conversión o allanamiento. Algunos actores concluían el conflicto porque uno de ellos adoptaba los
valores de su adversario, que ahora aceptaba como los propios. Se convertía en ellos.
• Compromiso. Intercambio de concesiones recíprocas que de cierta manera satisfacían, al menos
parcialmente, los valores de cada uno de los actores. Muchos de esos resultados provenían en
aquella época de la colaboración de terceros que intervenían colaborando con los miembros del
sistema en conflicto desde muy distintos roles, y que generaban o posibilitaban procesos de

OM
negociación.
Un buen criterio para distinguir los distintos modos en que concluyen los conflictos es tratar de descubrir las
diferencias existentes entre los modos de tratar los objetivos. O sea, preguntar sobre qué resultados arroja
la terminación con referencia a los objetivos. Pareciera que la respuesta puede distinguir entre resultados
en los cuales los actores distribuyen entre ellos los objetivos o los valores que para cada uno de ellos
representan los objetivos; y resultados en los cuales los actores participan en los objetivos. Puede llamarse

.C
a los primeros resultados de distribución y a los segundos resultados de participación, o bien, distributivos y
participativos.
Los resultados distributivos otorgan a veces todo lo que es objeto de conflicto a un actor en desmedro del
otro. Se trata de soluciones ganador-perdedor. En otros supuestos, se distribuyen objetivos o valores. Se
DD
habla entonces de soluciones ganador-ganador.
Los resultados participativos reestructuran los objetivos, incorporan nuevos valores y son el producto de
esfuerzos compartidos que, al tratar el conflicto, no intentar resolverlo. Lo conciben como un problema que
no requiere obtener una resolución, sino una solución. En ese contexto, los actores pueden participar
también de las pérdidas que generan al reestructurar el conflicto, sus objetivos y la forma en que participan
en ellos.
LA

Entelman da importancia a la distinción entre los resultados posibles y los métodos para obtenerlos, porque
está persuadido de que estos poseen versatilidad suficiente como para ser utilizados en procura de uno u
otro resultado.
La distinción entre resultados distributivos y participativos es una cuestión de actitud de los actores y no de
métodos, sin negar que algunos métodos son, en principio, más propicios que otros para obtener un
FI

determinado objetivo.

Entelman realiza una primera distinción entre métodos que se desenvuelven dentro del sistema de conflicto
y métodos que se desenvuelven fuera del sistema en conflicto. Denomina a los primeros métodos endógenos
y a los segundos métodos exógenos (nombre que denota la participación de terceros ajenos al sistema,


externos a él).
La negociación en todas sus formas es el prototipo de los métodos endógenos. A través de ella, las partes,
dentro de su relación, siguen procedimientos tendientes a resolver su conflicto o solucionar su problema.
Por el contrario, el prototipo de método exógeno es el proceso judicial, en la medida que es emblemático de
la intervención de un tercero en el proceso de terminación. Corresponde a este tercero la función de resolver
la adjudicación de los objetivos sin que los conflictuantes participen en la decisión resolutiva.
A su vez, la clase de métodos exógenos admite subclasificaciones: la distinción entre participación o
intervención. Se trata de distinguir entre participación o intervención de terceros que resuelven por sí
mismos; y la de otros, que solo actúan o intervienen para colaborar con las partes en el proceso de
resolución, para facilitarles su propia toma de decisiones. La mediación es una típica intervención de terceros
que no resuelven. Nótese aquí la diferencia que existe entre el árbitro y el mediador y, en cambio, la similitud
que tiene la función del árbitro con la del juez.
Cuando los actores focalizan su atención sobre sus relaciones de conflicto y no ven en conjunto sus
relaciones totales que incluyen coincidencias pasadas, actuales y eventuales del futuro, un claro efecto se
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produce cuando uno de ellos tiende a pensar en resultados distributivos con la expectativa de resultar
ganador frente a su adversario perdedor. Ello provoca la elección de métodos que tengan más que ver con
la coerción que con el premio (concesión) o la persuasión. Ello provoca la temprana ubicación del conflicto
en niveles altos de intensidad y pone en juego la tendencia a la escalada. Luego, desde un alto nivel, con
las comunicaciones entre conflictuantes afectadas, es más difícil tornar la actitud hacia la concepción del
conflicto como un problema común que debe ser solucionado por ambas partes con una actividad creativa
compartida.

Claves de la teoría del conflicto


• El conflicto es un fenómeno social. Se abandona así el concepto de conflicto como patología social.
• El conflicto es siempre dinámico. La estática se utiliza solo como recurso para mostrar sus partes
constitutivas.
• Se denomina actores a todos aquellos implicados en el campo conflictivo. Este está conformado por
los bandos que son, a su vez, la expresión de la bipolaridad que es esencia de la relación social de

OM
conflicto. Estos bandos están integrados por los actores que son los sujetos que originariamente
conforman la incompatibilidad de metas en que el conflicto consiste, es decir, los fundamentes de la
relación, y por los terceros, que son quienes se suman a los actores en cada bando por vía de las
coaliciones o alianzas. Son actores quienes persigan una meta a obtener y dispongan de los recursos
de poder aptos para perseguir esas metas.
• La percepción es el contenido con que acceden a nuestro intelecto todos aquellos datos de la realidad

.C
externa. La conciencia, por su parte, menciona el producto de un acto intelectual en el que un actor
admite encontrarse con respecto a otro actor en una relación en que ambos tienen o creen tener
objetivos incompatibles.
• La falta de conciencia por parte de alguno o de todos los actores dificulta la gestión del conflicto, lo
DD
que equivale a decir que la conciencia es un elemento necesario para que el conflicto sea operable.
• Los actores persiguen la obtención de metas u objetivos a través de la utilización recursos de poder.
• Para que el recurso implique poder, es necesario que el actor tenga la propiedad del recurso y,
además, que esté dispuesto a utilizarlo. La utilización del recurso es un cálculo de costo-beneficio.
• No existen poderes absolutos. El cálculo del poder siempre se refiere a la cantidad de recursos de
un actor con relación al otro actor en conflicto.
LA

• La utilización del recurso se traduce en conductas y es una decisión de la esfera intelectual de la


conciencia de los actores.
• A la dinámica del conflicto se ingresa a través del poder y la intensidad depende de la magnitud de
la conducta conflictiva puesta por cada actor al servicio de la obtención de sus metas.
• Los conflictos tienden naturalmente a la escalada si no se regulan. Rige la ley de comportamiento
FI

empírico del conflicto que establece que, a determinada magnitud de conducta conflictiva por parte
de un actor, el otro actor debe responder con igual o mayor cantidad de conducta conflictiva.
• Las variables se balancean entre sí. La realización de actos positivos o negativos actúan como un
directo inductor en el aumento o disminución de los niveles de amistad y hostilidad. A su vez, facilitan


o dificultan el alcance de las metas del otro actor.


• Las dos formas de desescalada de un conflicto son: a) por la regulación de un tercero que evita el
cumplimiento de la ley empírica, o b) el intercambio de actos positivos.
• En la dimensión actoral rige el cálculo de affectio, cuya determinación presenta habituales
dificultades. En la objetal, el costo-beneficio.

Teoría de conflictos – Entelman


Por intensidad no debe entenderse la intensidad de sentimientos conflictivos, sino la de la conducta
conflictiva. Este concepto está vinculado con la intensidad de los medios o recursos de poder que utilizan
las partes en busca de sus objetivos, incluyendo también la amenaza de esa utilización.
La tendencia de los conflictos a aumentar su nivel de intensidad de percibe tanto cuando los actores están
ligados por sentimientos relativamente positivos como cuando sus sentimientos son recíprocamente hostiles.
Lo que ocurre es que la administración de los recursos más o menos intensos no es un producto de la

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conciencia emocional, donde se dan los sentimientos, sino una decisión racional del sector intelectual de la
conciencia.

Las variables amistad-hostilidad y acuerdos-desacuerdos son congruentes. Es común encontrar que actores
hostiles entre ellos se pongan de acuerdo en temas concretos. Igualmente se encuentran fuertes
desacuerdos e incluso escaladas conflictuales entre actores que mantienen relaciones amistosas. Esto
ocurre así porque las decisiones estratégicas que producen la escalada son de carácter racional y se
adoptan en el nivel intelectual de la conciencia.

Los actores deben tener clara la relatividad de los conceptos de terminación, resolución y victoria.

OM
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DD
LA
FI


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