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FINAL DE PSICOLOGÍA DE LAS

ADOLESCENCIAS

GAETE
La autora de este artículo se centra en el estudio del desarrollo psicológico y social de los
adolescentes. En su contenido, se destaca la importancia de que los pediatras estén
informados sobre la salud de los adolescentes, para poder brindarles información y recursos
necesarios en términos de salud física y mental. Esto permite que los jóvenes se sientan
seguros al comunicarse con los profesionales de la salud y ayuda a que los tratamientos
sean exitosos. Asimismo, estos recursos también pueden ser útiles para que los padres
puedan establecer una mejor comunicación con sus hijos e hijas y con los profesionales de
la salud.
La autora también hace énfasis en el proceso de la adolescencia y su desarrollo psicosocial.
La adolescencia es un período que se sitúa entre la infancia y la adultez, y se caracteriza
por cambios biológicos, psicológicos y sociales. Sin embargo, este proceso no es igual para
todos, ya que existen diversidades culturales, educativas y sociales, entre otras.
El desarrollo psicosocial en la adolescencia se divide en tres fases:
● Adolescencia temprana: de los 10 a los 13-14 años.
● Adolescencia media: de los 14-15 años a los 16-17 años.
● Adolescencia tardía: a partir de los 17-18 años.
Es importante destacar que las mujeres suelen iniciar la pubertad antes que los hombres.
Durante esta etapa, los adolescentes enfrentan diversas tareas:
● Descubrir su identidad personal: explorar y definir quiénes son.
● Separarse emocionalmente de sus padres: buscar autonomía.
● Desarrollar relaciones interpersonales: establecer relaciones profundas.
● Aceptar los cambios físicos y emocionales: aceptar y manejar los cambios.
● Prepararse para el futuro: pensar en el futuro y tomar decisiones.
Todo esto dependerá de la cultura y otros factores. Además, es importante que los padres
faciliten este proceso, ya que no es fácil para sus hijos e hijas. Si se logran establecer una
buena autonomía y búsqueda de identidad, el adolescente se encaminará hacia la adultez.
Durante la adolescencia temprana, se observan algunos cambios como el surgimiento del
egocentrismo, ya que el adolescente se centra en su propia conducta, cambios corporales y
apariencia física. Se siente como el protagonista principal de una película, siendo el centro
de atención. El joven elegirá su vestimenta, peinados, lenguaje y música, y también
aumentará su deseo de independencia, disminuyendo su interés en las actividades
familiares. En esta etapa, comienza a cuestionar la autoridad.
En la adolescencia media, se produce un distanciamiento afectivo de la familia y el
adolescente pasa más tiempo solo. Adopta la vestimenta, conductas y valores de su grupo
de pares.
Preguntas:
Expliquen a qué se refiere con el proceso de desarrollo psicosocial.
Se refieren al proceso el cual los individuos van construyendo su identidad y personalidad a
lo largo de su vida en función de los experimentos sociales y psicológicos que van
experimentando. Este proceso incluye la interacción con el entorno, la asimilación y
adaptación a las normas y valores. Hoy este proceso de desarrollo psicosocial se vuelve
especialmente complejo ya que los jóvenes están experimentando cambios importantes en
su cuerpo, en su manera de pensar, etcétera.

TAJER
En este artículo, la autora resalta la importancia de considerar la perspectiva de género en
la promoción y atención de la salud, particularmente enfocada en los adolescentes. Se
mencionan tres aspectos clave sobre por qué es relevante tener en cuenta el género en la
atención médica de los adolescentes.
En primer lugar, se abordan las diferentes problemáticas de salud relacionadas con los roles
de género. Se destaca que el género puede influir en las condiciones de salud que
experimentan los adolescentes, ya que existen diferencias sociales y culturales en la forma
en que hombres y mujeres interactúan con su entorno y afrontan los desafíos relacionados
con su salud.
En segundo lugar, se enfatizan las disparidades de género en la atención médica. Se señala
que los profesionales de la salud deben considerar estas diferencias para brindar una
atención más equitativa y de calidad. Es importante reconocer que los proveedores de
atención médica pueden tener ideas preconcebidas y creencias sobre los adolescentes, lo
que puede llevar a estereotipos de género y a un trato diferenciado según el sexo de los
pacientes.
Además, se mencionan algunos cambios positivos en el acceso a la atención médica para
los adolescentes, como permitirles acudir a consultas sin la necesidad de estar
acompañados por un adulto y asegurar la confidencialidad de la información. Esto busca
fomentar la autonomía y confianza de los adolescentes en el sistema de salud.
En cuanto a las consultas más comunes entre los adolescentes, se destaca que las
diferentes formas de violencia son motivo de preocupación. Se menciona que las mujeres
adolescentes suelen hablar más sobre el dolor, mientras que los varones no expresan tanto
sus experiencias de malestar. Además, se resalta la importancia de abordar la violencia de
género en esta etapa de la vida debido a sus consecuencias significativas para la salud.
Otro tema abordado es el consumo problemático de sustancias entre los adolescentes.
Algunos pueden enfrentar problemas relacionados con el consumo de alcohol y drogas, y es
esencial que los profesionales de la salud les brinden apoyo sin juzgar ni estigmatizar.
Lamentablemente, en ocasiones los estereotipos pueden dificultar que los adolescentes
reciban la ayuda que realmente necesitan.
Por último, se hace mención a la nutrición en los adolescentes, particularmente la
preocupación por el sobrepeso y la obesidad, especialmente en las mujeres. Esta cuestión
es importante en términos de promover hábitos saludables y prevenir enfermedades
asociadas.
Asimismo, se aborda la salud sexual y reproductiva en los adolescentes, subrayando la
importancia de brindar información y abordarla desde una perspectiva de género. Se
reconoce que existen diferencias en las experiencias y necesidades de hombres y mujeres
en relación con la sexualidad y la reproducción, por lo que es fundamental adaptar los
servicios de salud a estas particularidades.

VIÑA
La adolescencia es una etapa de transformación y crecimiento que está influenciada por la
cultura y no es un fenómeno natural en sí mismo. En la actualidad, existen diferentes
perspectivas sobre los adolescentes en comparación con tiempos pasados, ya que cada
adolescente es único en su desarrollo. Antiguamente, las abuelas solían dar a luz entre los
16 y 20 años, mientras que hoy en día esto se consideraría un embarazo adolescente. La
adolescencia es un proceso lleno de logros y fracasos, y los profesionales de la salud
mental deben estar atentos a ello. Este proceso puede comenzar en las niñas con su
primera menstruación y en los niños con su primera eyaculación, acompañados de cambios
corporales significativos.
Villar plantea que el período de la adolescencia se ha prolongado indebidamente y sugiere
que se retenga desde los 12-13 años hasta los 16-17 años, debido a los cambios físicos y
emocionales que ocurren tanto en el cuerpo como en el alma. El resto del tiempo se
considera como juventud o adolescencia tardía. Además, señala que la tecnología tiene un
papel predominante en la actualidad y es un punto de referencia para los adolescentes
actuales. El modelo anterior de desarrollo y madurez, que implicaba trabajo, autonomía,
vivienda y una pareja estable, ya no se sigue de manera generalizada en la actualidad.
Ahora, la responsabilidad de determinar lo que está bien o mal recae en cada individuo, lo
cual supone un avance en términos de autonomía, pero también conlleva el riesgo de
cometer errores y desviarse del camino adecuado. Los referentes sociales que solían
organizar nuestra mente, como la familia y el trabajo, han experimentado cambios
significativos en las últimas décadas.
En relación a los jóvenes, la adolescencia viene después de la infancia, etapa en la cual los
niños confían en el conocimiento y el juicio de los adultos para determinar lo correcto y lo
incorrecto. Sin embargo, durante la adolescencia, los jóvenes comienzan a cuestionar ese
conocimiento y la autoridad de sus padres. Se dan cuenta de que el mundo no es tan
sencillo como creían y que las cosas no siempre son justas, descubriendo la existencia de
diferentes puntos de vista. El proceso de separación de los padres o tutores es fundamental
para el desarrollo saludable del adolescente, aunque puede ser doloroso y causar un
desgarro emocional en ellos. Si esta separación no se lleva a cabo de manera adecuada, el
adolescente puede enfrentar problemas en su desarrollo psicológico y emocional.
El uso del término "adolescencias" en plural refleja la diversidad de experiencias y
situaciones que los jóvenes enfrentan durante esta etapa de la vida. Cada adolescente tiene
su propia personalidad y se enfrenta a desafíos individuales, por lo tanto, no se puede
reducir esta etapa a una experiencia universal única. Hablar de "adolescencias" en lugar de
"la adolescencia" permite comprender mejor la complejidad y diversidad de esta etapa.
El tránsito de la infancia a la vida adulta no solo implica un proceso de maduración, sino
también una transformación. Villar argumenta que no es necesario debatir si la crisis
adolescente se debe a la repetición del complejo de Edipo o a un proceso de creación
original, ya que ambos conceptos desempeñan un papel en el desarrollo adolescente a lo
largo del tiempo vivencial. La experiencia subjetiva del tiempo por parte de los adolescentes
es un factor importante a tener en cuenta al intentar comprender y acompañar a los jóvenes
en su proceso de desarrollo.
Viñar sostiene que el cuerpo es un elemento central en la vida de los adolescentes, ya que
a través de él experimentan una serie de cambios y transformaciones significativas tanto a
nivel físico como psicológico. Estos cambios pueden generar emociones tanto positivas
como negativas. El cuerpo desempeña un papel fundamental en la construcción de la
identidad de los adolescentes, ya que a través de él pueden expresar su personalidad,
gustos y preferencias. La imagen corporal y la autoestima también se ven influenciadas por
la relación que los adolescentes tienen con sus cuerpos durante esta etapa de sus vidas.

OLIVA
Autoconcepto
Con la llegada de la adolescencia, se producirán una serie de cambios físicos y psíquicos
que tendrán una importante repercusión en el autoconcepto del individuo. Estos cambios
pueden romper el equilibrio alcanzado en la etapa anterior. En cuanto a los contenidos que
los adolescentes suelen incluir en el concepto de sí mismos, es destacable que los cambios
físicos propios de la pubertad les obligarán a revisar la imagen que hasta entonces habían
construido, para incluir los nuevos rasgos que empiezan a configurar su cuerpo adulto.
Durante la adolescencia temprana, es común que las definiciones que los jóvenes hacen de
sí mismos incluyan muchas referencias o características corporales, ya que su apariencia
física representa una de sus principales preocupaciones. Sin embargo, estas alusiones a la
apariencia irán disminuyendo paulatinamente, siendo sustituidas por rasgos referidos a sus
creencias, filosofía de vida y expectativas futuras.
Este cambio se debe a la mayor capacidad para la abstracción que caracteriza al
pensamiento formal, combinado con la tendencia a la introspección propia de estos años. A
partir de la adolescencia media, se incrementará la propensión de los jóvenes a definirse a
través de su interior psicológico, con frecuentes referencias a sentimientos, aspiraciones y
deseos.
Asimismo, la importancia de las relaciones sociales durante esta etapa tendrá su reflejo en
los contenidos del autoconcepto. Aunque las referencias simples a vínculos personales más
propios de la niñez serán reemplazadas, como se mencionó anteriormente, por las
inscripciones de sentimientos interpersonales. Por lo tanto, en el autoconcepto de los
adolescentes más jóvenes, aparecen características o habilidades sociales que influyen en
sus relaciones con los demás, así como en la imagen que los demás tienen de ellos
mismos.
Además, en la estructura y organización del autoconcepto se producirán una serie de
cambios importantes a lo largo de la adolescencia, a medida que los jóvenes participen y
asuman nuevos roles en los diferentes contextos. Cada uno de estos contextos tendrá su
importancia y proporcionará información a los jóvenes sobre su imagen. Será en la
adolescencia tardía y con el avance del pensamiento formal cuando la capacidad de
coordinar abstracciones simples en abstracciones de orden superior generará imágenes
diferentes e incluso contradictorias.
Autoestima
Durante la adolescencia, el autoconcepto se vuelve más complejo y diversificado. Esto
significa que comenzamos a valorarnos de manera diferente en distintas áreas de nuestra
vida, como nuestra apariencia física, rendimiento académico y relaciones con los demás.
Esta diversificación también se refleja en la autoestima, que incluye los aspectos valorativos
y afectivos relacionados con nuestros autoconceptos.
En los años previos a la adolescencia, la autoestima ya había empezado a diversificarse, y
era común que los niños y niñas se valoraran de manera diferente en diferentes aspectos
de su vida. Durante la adolescencia, esta diversificación continúa y se agregan nuevas
dimensiones, como las relaciones afectivo-sociales y las habilidades relacionadas con la
elección de una carrera o la atracción física.
Debido a que las habilidades de un adolescente pueden ser diferentes en cada dominio, es
de esperar que la autoestima también varíe en cada área. Por ejemplo, cuando un chico
para quien el rendimiento académico es muy importante obtiene malos resultados, puede
tener una baja autoestima global a pesar de tener una alta autoestima en otros aspectos
menos relevantes para él.
Las relaciones con los padres continúan ejerciendo una poderosa influencia en la
autoestima durante la adolescencia. Un ambiente familiar cohesivo y la percepción positiva
por parte de los padres, que demuestran afecto y establecen un control democrático,
favorecen una autoevaluación positiva. La popularidad entre los iguales también adquiere
importancia durante la adolescencia, aunque enfocarse demasiado en el grupo puede
descuidar otros dominios importantes de la vida del adolescente, como el rendimiento
académico y las relaciones familiares. Es necesario encontrar un equilibrio entre los
diferentes dominios para tener una autoestima saludable y prevenir problemas emocionales
y conductuales.
Búsqueda de identidad personal
Durante la adolescencia, la formación de la identidad personal se convierte en una tarea
importante. La identidad está estrechamente relacionada con el autoconcepto, pero va más
allá de los aspectos cognitivos, ya que involucra cómo nos sentimos con nosotros mismos,
cómo nos vemos en relación con los demás y cómo nos definimos para desarrollar una
identidad sólida.
Para desarrollar una identidad sólida, necesitamos tener un sentido de integridad personal,
es decir, que nuestras acciones y decisiones sean coherentes y reflejen un estilo propio. La
identidad se construye en un contexto social. Según el modelo de Erikson, durante la
adolescencia nos enfrentamos a una crisis de identidad. Esta crisis surge debido a los
cambios propios de la adolescencia y nos lleva a cuestionarnos quiénes somos. En la
mayoría de los casos, esta crisis se resuelve de manera satisfactoria y se logra desarrollar
una identidad personal.
El estatus de identidad puede ser difuso cuando se adoptan compromisos sin explorar
opciones, moratoria cuando se está en proceso de búsqueda y lograda cuando se han
tomado decisiones sólidas después de una exploración adecuada.
Factores que influyen en el logro de la identidad
El logro de la identidad implica que los adolescentes elijan opciones y compromisos para
definirse a sí mismos. El contexto social y familiar influye en estas elecciones.
Paradigmas y prácticas políticas en el campo de la niñez
y la adolescencia. Los servicios y los consejos locales de
promoción
El artículo que trata sobre los diferentes paradigmas o modelos de abordaje en las políticas
públicas para la infancia es un estudio profundo y complejo que nos permite comprender las
distintas visiones y enfoques que han surgido a lo largo del tiempo en relación a la
protección y promoción de los derechos de los niños. Estos paradigmas son
representaciones sociales que se reflejan en prácticas, dispositivos y estructuras que
abordan los problemas relacionados con la infancia según la visión dominante de una
época.

En el contexto de América Latina y específicamente en Argentina, se identifican al menos


tres posturas analíticas en el campo de las políticas sociales para la infancia. Estas posturas
reflejan diferentes perspectivas y enfoques que han sido adoptados a lo largo del tiempo
para abordar los desafíos y problemáticas que enfrentan los niños en la sociedad.

La primera postura es la de los polos opuestos. Esta postura se caracteriza por presentar
dos polos opuestos, uno centrado en el control, la tutela y la "Ley de Patronato", y el otro en
la protección, la asistencia, la promoción y la Convención sobre los Derechos del Niño
(CIDN). En esta postura, prevalece un análisis normativo-prescriptivo que busca superar el
paradigma de la "situación irregular" y pasar al de la "protección integral". Se reconoce la
importancia de proteger y garantizar los derechos de los niños, pero también se enfatiza la
necesidad de control y tutela para mantener el orden social.

La segunda postura es la de la convivencia paradigmática. Esta postura sostiene que todos


los enfoques conviven en la actualidad y están presentes en las políticas sociales para la
infancia, debido a las diferentes representaciones sociales existentes. Aquí se enfatiza un
análisis técnico-político que busca comprender la realidad y tomar decisiones más
consistentes. Se reconoce que existen diferentes visiones e interpretaciones de los
paradigmas que rigen las políticas sociales para la infancia, y se enfatiza la necesidad de
comprender el trasfondo de cada paradigma y visualizar las prácticas asociadas a cada uno
de ellos para interpretar el funcionamiento de los abordajes de la problemática.

La tercera postura es la de la problematización de las prácticas cotidianas. Esta postura


afirma que la realidad es más compleja para encasillarla en un único paradigma, y que es
necesario revisar las experiencias y los abordajes de situaciones de vulneración de
derechos desde enfoques etnográficos, psicosociales y antropológicos de las prácticas
institucionales cotidianas. Se busca comprender las dinámicas y realidades concretas en las
que se desenvuelven los niños y cómo las prácticas institucionales pueden afectar su
bienestar y desarrollo.

En el artículo se exploran estrategias y abordajes que transgreden lo prescriptivo y buscan


transformar la realidad desde abajo, adoptando una institucionalidad basada en la
responsabilidad en las políticas sociales para la infancia. Se reconoce la necesidad de
superar los enfoques tradicionales y buscar nuevas formas de intervención que consideren
las necesidades y derechos de los niños de manera integral.
Además de estas posturas analíticas, el artículo también examina dos paradigmas históricos
en Argentina: el paradigma de la "situación irregular" y el paradigma de la "normalización de
la infancia". El paradigma de la "situación irregular" se basaba en la Ley de Patronato y
promovía la institucionalización y el control social de los niños considerados en situación
irregular. En este enfoque, se consideraba a los niños como sujetos problemáticos y se
buscaba regular y controlar su conducta.

Por otro lado, el paradigma de la "normalización de la infancia" buscaba transformar la


realidad de los niños a través de la formación y desarrollo, promoviendo la justicia social y la
eliminación de privilegios sociales. Este paradigma tenía como objetivo lograr una infancia
normalizada, en la que todos los niños tuvieran igualdad de oportunidades y acceso a los
recursos necesarios para su desarrollo pleno.

Sin embargo, ambos paradigmas presentaban limitaciones y enfoques adulto-céntricos. A


pesar de ello, sentaron las bases para la protección ampliada y la protección integral de los
derechos de la infancia, reconociendo la importancia de garantizar el bienestar y desarrollo
de los niños como sujetos de derechos.

En conclusión, el artículo examina de manera detallada los diferentes paradigmas en las


políticas públicas para la infancia, resaltando la existencia de posturas analíticas
divergentes y la importancia de comprender y reflexionar sobre las prácticas asociadas a
cada paradigma. También enfatiza la necesidad de reconocer a los niños como sujetos
plenos de derechos y adoptar enfoques integrales y comprensivos en las políticas y
prácticas relacionadas con la infancia. El estudio nos invita a reflexionar sobre cómo
abordamos los desafíos actuales en la protección y promoción de los derechos de los niños,
y nos anima a buscar nuevas formas de intervención que consideren la complejidad de la
realidad y las necesidades de los niños en su diversidad.

PARADIGMA DE LA COMPLEJIDAD
El paradigma de la complejidad, introducido por Edgar Morin, busca abordar el mundo de
manera integrada y completa, reconociendo que todo está interconectado y depende uno
del otro. Este enfoque va en contra de ciertos principios del pensamiento positivista, que
busca explicaciones simples y lineales, se enfoca en casos concretos y busca leyes
universales.
En la perspectiva de la complejidad, se entiende que los fenómenos sociales son mucho
más complejos y no pueden reducirse a relaciones de causa y efecto simples. En lugar de
eso, es necesario considerar las interacciones, las retroalimentaciones y las múltiples
influencias que existen en la realidad social. Esta comprensión implica abandonar la idea de
que se pueden encontrar respuestas definitivas y universales para todos los casos, ya que
cada situación es única y está influenciada por diversos factores.
El paradigma de la complejidad nos invita a adoptar una visión holística y sistémica del
mundo, donde se reconoce que todo está interrelacionado y que los problemas no pueden
ser abordados de manera aislada. En lugar de fragmentar la realidad en partes separadas,
se busca comprender las conexiones y las interdependencias entre ellas.
Este enfoque implica una mentalidad abierta y flexible, dispuesta a lidiar con la
incertidumbre y la ambigüedad. Reconoce que existen múltiples perspectivas y que la
realidad es dinámica y cambiante. La complejidad nos desafía a salir de la simplificación y la
linealidad, y a abrazar la diversidad y la interconexión.
En resumen, el paradigma de la complejidad nos invita a ver el mundo de manera integral y
a reconocer las múltiples interacciones y relaciones que existen en la realidad social. Este
enfoque rompe con la visión simplista y lineal del pensamiento positivista, y nos desafía a
adoptar una mentalidad más abierta y flexible, capaz de abordar la complejidad y la
incertidumbre de manera creativa y constructiva.

TOLLO
El videojuego se ha convertido en una forma popular de entretenimiento en la cultura
contemporánea, especialmente entre los adolescentes. Miguel Tollo explora cómo los
videojuegos influyen en la forma en que los jóvenes se relacionan con la tecnología,
imaginan y construyen su identidad en la era digital.
Aunque los videojuegos pueden ofrecer ventajas y beneficios a los usuarios, también
presentan una serie de problemas, especialmente cuando se abusa de ellos. El aislamiento
es uno de los problemas que se observa en muchos adolescentes que quedan atrapados en
los videojuegos. El tiempo que dedican a jugar a menudo reemplaza las interacciones
sociales, las salidas con amigos y los diálogos con la familia. El apego a los modos
instantáneos de satisfacción que ofrecen los videojuegos puede llevar a un hábito
compulsivo y dificultar el desarrollo de habilidades sociales y el establecimiento de
relaciones significativas.
Además del aislamiento, el sedentarismo es otro problema asociado con el uso excesivo de
los videojuegos. Pasar largas horas sentado frente a la pantalla puede tener efectos
negativos en la salud física de los adolescentes, contribuyendo al sedentarismo y
aumentando el riesgo de desarrollar problemas de peso y enfermedades relacionadas.
Otro aspecto a tener en cuenta es el predominio de lo imaginario en los videojuegos. A
través de estos juegos, los adolescentes pueden explorar diferentes identidades y ejercitar
su imaginación y pensamiento. Sin embargo, es importante fomentar un equilibrio entre el
mundo virtual y el mundo real, para que los jóvenes puedan desarrollar una identidad sólida
y conectarse con la realidad de manera significativa.
En el contexto de la cibercultura, los videojuegos se convierten en una parte integral de la
experiencia digital de los adolescentes. La forma en que los jóvenes se relacionan con los
videojuegos y la tecnología en general puede tener un impacto significativo en su forma de
pensar, imaginar y construir su identidad. Es esencial que los padres y educadores estén
atentos a este fenómeno y fomenten un uso equilibrado y saludable de los videojuegos,
promoviendo también otras actividades como el estudio, el deporte y las interacciones
sociales cara a cara.
En resumen, los videojuegos tienen una influencia significativa en la adolescencia y la
construcción de la identidad en la era digital. Si bien ofrecen ventajas en términos de
exploración de identidades e imaginación, también presentan riesgos como el aislamiento,
el sedentarismo y la pérdida de interés en otras áreas de la vida. Es fundamental fomentar
un uso equilibrado de los videojuegos y promover la participación en actividades diversas
para un desarrollo saludable y una conexión significativa con el mundo real.
NIÑECES
Las niñeces y adolescencias trans, travestis y no binaries son grupos que han sido
históricamente invisibilizados y marginados en muchas sociedades. Sin embargo, en los
últimos años ha habido un creciente reconocimiento de la importancia de garantizar sus
derechos y promover su inclusión en todos los ámbitos de la vida.
Es esencial comprender que la identidad de género es una experiencia personal y subjetiva.
Cada individuo tiene el derecho de definir y expresar su género de acuerdo con su
autopercepción. Las niñeces y adolescencias trans, travestis y no binaries pueden
experimentar una disonancia entre el género asignado al nacer y su identidad de género
interna. Por lo tanto, es fundamental respetar y validar su identidad de género,
reconociendo que no se trata de una elección, sino de una parte integral de quienes son.
En el ámbito educativo, es crucial promover una cultura de respeto e inclusión. Las
instituciones educativas deben ser espacios seguros y acogedores para todas las
identidades de género. Esto implica la implementación de políticas y programas que
aborden la discriminación, el bullying y la exclusión social basados en la identidad de
género. Además, es fundamental capacitar a docentes y personal educativo en temas de
diversidad de género y brindarles herramientas para apoyar y acompañar a las niñeces y
adolescencias trans, travestis y no binaries en su desarrollo.
La educación sobre diversidad de género y sexualidad debe ser inclusiva y abarcar no solo
a las niñeces y adolescencias trans, travestis y no binaries, sino también a sus compañeros
y compañeras. Promover la empatía, el respeto y la comprensión mutua es esencial para
crear un entorno escolar libre de discriminación y violencia. Además, es importante fomentar
la educación sobre la diversidad de género en los currículos escolares, de manera que se
aborden de manera adecuada y precisa los temas relacionados con la identidad de género y
las orientaciones sexuales diversas.
En el ámbito de la salud, es necesario garantizar el acceso equitativo a servicios de salud
adecuados. Las niñeces y adolescencias trans, travestis y no binaries pueden requerir
atención médica especializada, como la terapia hormonal o la cirugía de afirmación de
género en etapas posteriores de su vida. Es fundamental que estos servicios estén
disponibles de manera accesible, segura y respetuosa, sin discriminación ni
estigmatización. Los sistemas de salud deben estar capacitados para brindar atención
integral y sensible a las necesidades de estas poblaciones.
Además, se debe prestar especial atención a la salud mental de las niñeces y
adolescencias trans, travestis y no binaries. Muchas de ellas enfrentan un mayor riesgo de
sufrir problemas de salud mental, como depresión, ansiedad y suicidio, debido a la
discriminación y el rechazo social que pueden experimentar. Por lo tanto, es crucial contar
con servicios de salud mental especializados y accesibles, así como programas de apoyo
psicológico tanto para las personas trans en sí mismas como para sus familias. El apoyo
emocional y el fortalecimiento de la resiliencia son fundamentales para su bienestar.
Asimismo, es importante reconocer y apoyar a las familias de las niñeces y adolescencias
trans, travestis y no binaries. Muchas veces, los padres, madres y cuidadores pueden
enfrentar desafíos y dudas en relación con la identidad de género de sus hijos e hijas.
Brindarles información, recursos y espacios de contención puede ayudarles a comprender y
acompañar mejor a sus hijos e hijas en su camino hacia la autodeterminación de género.
Las organizaciones comunitarias y los grupos de apoyo pueden jugar un papel fundamental
en este sentido, proporcionando un espacio seguro donde las familias puedan compartir sus
experiencias y recibir apoyo mutuo.
En cuanto a la legislación y las políticas públicas, es necesario establecer marcos legales
que protejan los derechos de las niñeces y adolescencias trans, travestis y no binaries. Esto
implica garantizar la igualdad de trato y oportunidades en todos los ámbitos de la vida,
incluyendo la educación, el empleo, la vivienda y la participación política. Se deben eliminar
las barreras legales y administrativas que dificulten el reconocimiento legal del género
autopercibido y la obtención de documentos de identidad acordes a la identidad de género
de cada individuo.
Además, se deben establecer mecanismos efectivos para la denuncia y el seguimiento de
casos de discriminación y violencia basados en la identidad de género. Esto implica la
implementación de políticas de acción afirmativa que promuevan la inclusión y la igualdad
de oportunidades. También es necesario capacitar a los funcionarios públicos en temas de
diversidad de género y sensibilizar a la sociedad en su conjunto sobre la importancia del
respeto y la aceptación de las identidades de género diversas.
En resumen, garantizar los derechos y el bienestar de las niñeces y adolescencias trans,
travestis y no binaries es una responsabilidad compartida de la sociedad en su conjunto.
Promover una cultura de respeto e inclusión, brindar acceso equitativo a servicios de salud
adecuados, garantizar la educación y la información sobre diversidad de género y
sexualidad, apoyar a las familias y fortalecer la legislación y las políticas públicas son
acciones fundamentales para construir una sociedad más justa, igualitaria y respetuosa de
la diversidad. Solo a través de estas medidas podremos asegurar que todas las personas,
independientemente de su identidad de género, puedan vivir una vida plena y auténtica.

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