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Gran incendio de Roma: Cómo se originó y por qué culparon a los cristianos

Posterior a este incendio, se dio la persecución de Nerón, que es quizá la primera


persecución masiva contra los cristianos en el Imperio romano.

Un gran incendio estalló la noche del 18 de julio del año 64 d.C. en la ciudad de Roma. Tan
pronto como Nerón se enteró de lo que estaba sucediendo, viajó rápidamente a la ciudad
desde su estancia en Auntium, a unos 70 kilómetros de Roma, para ayudar a asistir a los
afectados. Nerón abrió los jardines de su palacio para las víctimas del incendio y se mostró
empático y preocupado por la terrible tragedia.

El incendio fue tan grave que se prolongó por una semana, para luego volver a surgir en
diversas zonas de la ciudad por al menos tres días más. Al menos 10 de los 14 barrios de la
capital del Imperio fueron destruidos por el incendio. Dos de los únicos barrios que no
sufrieron destrucción estaban habitados por una gran cantidad de judíos y de cristianos.

Pero no todos estaban cómodos con la aparente misericordia del Emperador. Muchos
sospechaban que Nerón estaba loco y que podría ser el culpable de la tragedia. En medio del
terrible sufrimiento el pueblo empezó a exigir justicia. Surgió la hipótesis de que el propio
Emperador había sido el culpable. No solo se empezó a creer que él había iniciado el fuego,
sino que había planeado quemar la ciudad para reconstruirla como un gran monumento a su
persona.

El historiador Tácito (56-120) es quizá la mejor fuente histórica que tenemos de lo sucedido
en la ciudad. Tácito, que se encontraba en Roma en ese momento, dejó documentado el
hecho de que existían varios tipos de rumores acerca de la causa del incendio, pero dio a
entender que, en su opinión, todo habría sido causa de un accidente.

Pero las sospechas hacia el emperador no cesaban. Un rumor muy popular decía que Nerón
había pasado una buena parte del tiempo del incendio en lo alto de una torre, en la cumbre
del Palatino, vestido como actor de teatro, tocando su lira y entonando versos de la
destrucción de Troya mientras contemplaba la escena de la destrucción. Otro rumor decía
que Nerón había hecho quemar la ciudad para que las llamas le sirvieran de inspiración para
componer un poema.

Crueldad excesiva
Nerón quería alejar toda sospecha que había caído sobre sí, pero sus estrategias no parecían
funcionar. Sin embargo, la opción de culpar a los cristianos del incendio resultaba bastante
creíble, pues los barrios en los que habitaban no habían ardido como los demás. Tácito
escribió al respecto:

A pesar de todos los esfuerzos humanos, de la liberalidad del emperador y de los ofrecidos a
los dioses, nada bastaba para apartar las sospechas ni para la creencia de que el fuego había
sido ordenado. Por lo tanto, para destruir ese rumor, Nerón hizo aparecer como culpables a
los cristianos, una gente a quienes todos odian por sus abominaciones, y los castigó con muy
refinada crueldad. Cristo, de quien toman su nombre, fue ejecutado por Poncio Pilato durante
el reinado de Tiberio. Detenida por un instante, esta dañina superstición apareció de nuevo,
no sólo en Judea, donde estaba la raíz del mal, sino también en Roma, ese lugar donde se dan
cita y encuentran seguidores todas las cosas atroces y abominables que llegan desde todos
los rincones del mundo. Por lo tanto, primero fueron arrestados los que confesaron [ser
cristianos], y sobre la base de las pruebas que ellos dieron fue condenada una gran multitud,
aunque no se les condenó tanto por el incendio como por su odio a la raza humana (Anales,
15.44).

El testimonio de Tácito es de vital importancia, pues nos da luz sobre la forma en la que los
romanos veían a los cristianos. Es importante notar de este testimonio que el propio
historiador estaba del lado de los cristianos y en contra de la crueldad de Nerón. Sin
embargo, también podemos ver la sospecha con la que se refiere a los cristianos. Tácito cree,
no sabemos claramente por qué, que los cristianos “odiaban a la humanidad” y que
“practican abominaciones”.

Desafortunadamente, el historiador no nos ofrece una explicación a estos apelativos, pero


podemos hacer algunas propuestas. Algunos consideran que se deben a que los cristianos no
participaban de las actividades de entretenimiento propias de la época, como el teatro, los
deportes, las letras y tampoco prestaban el servicio militar. Al negarse a estas prácticas, que
los romanos consideraban parte de su cultura, los cristianos despertaban el desprecio de los
paganos.

A pesar de que Tácito no era precisamente un admirador de los cristianos, condenó las
acciones contra ellos, describiéndolas como excesivas y producto de un capricho de Nerón.

Además de matarles, se les hizo servir de entretenimiento para el pueblo. Se les vistió con
pieles de bestias para que los perros los mataran a dentelladas. Otros fueron crucificados, y a
otros se les prendió fuego al caer la noche, para que la iluminaran. Nerón hizo que se
abrieran sus jardines para esta exhibición, y en el circo él mismo ofreció un espectáculo,
pues se mezclaba con las gentes disfrazado de conductor de carrozas, o daba vueltas en su
carroza. Todo esto hizo que se despertara la misericordia del pueblo, aun contra esta gente
que merecía castigo ejemplar, pues se veía que no se les destruía para el bien público, sino
para satisfacer la crueldad de una persona (Anales 15.44).

No sabemos mucho del número total de muertos durante esta persecución. Sin embargo, fue
un hecho recordado posteriormente en varios documentos cristianos como un tiempo de
dolor y sufrimiento para el pueblo de Dios.

Según la tradición, como ciudadano romano, Pablo probablemente habría sido decapitado
con una espada. Se dice que Pedro fue crucificado cabeza abajo. La persecución que empezó
a darse con la acusación de ser los culpables del incendio, poco a poco se fue transformando
en una persecución directamente relacionada con su fe. A los cristianos se les empezó a
perseguir después de este hecho por otras razones.

Después de Nerón
Durante su reinado, Nerón promulgó un edicto en contra de los cristianos, probablemente
con el propósito de ampliar la persecución hasta los límites del Imperio. En el año 68 d.C.
gran parte de la población romana se reveló contra él y el senado romano lo retiró de su
cargo. Prófugo y sin un lugar a donde ir, Nerón se suicidó. Aunque muchas de sus políticas
fueron derogadas, el edicto contra los cristianos prevaleció. Siempre y cuando nadie acusara
a los cristianos, estos podrían vivir en paz, pero en tanto algún emperador o funcionario
quisiera iniciar una persecución, podía hacerlo apelando a la ley promulgada por Nerón.

A la muerte de Nerón, el Imperio se sumió en un corto periodo de confusión y desorden, a tal


punto que los historiadores llaman al 69 d.C. el “Año de los cuatro emperadores".
Vespasiano tomaría el poder y las riendas del estado, mientras su hijo Tito invadiría la
ciudad de Jerusalén en el año 70 d.C., destruiría el Templo y expulsaría a los judíos de su
tierra. Este fue un periodo de profunda turbulencia y cambios tanto para cristianos como para
judíos. Mientras los judíos emigraban de su tierra, los cristianos seguían creciendo
silenciosamente en todo el Imperio.

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