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UN HOGAR PARA RESCATAR NIÑOS Y NIÑAS DE LA CALLE
en
C a
Xochicalco, Mor.
EL ESCUPIDO
EL VENDIDO
D E
E N
V
S E
CAPITULO III
EL HAMBRIENTO
EL SIN NIDO
1972, tal vez 1973.Es un verano. Vacaciones. En un baldío.
Después de un maravilloso encuentro con niños, intenso a
ellos, intenso a El.
Cuando el primer grupo de chavos de la calle está integrado
ya eh el hogar primero, cuando su modo de actuar es una
interrogante permanente a mi entendimiento, a mi espíritu
enraizado en El, llamado por El, en un retiro me decidí.
Una vez asegurados mis hijos en la casa, con Dolores, la tía
amorosa, me fui a vacacionar a mi baldío.
Mi baldío. No hace mucho fui de nuevo allá, todavía existe.
Mi baldío.
Mi Cristo.
El Cristo del baldío.
Fui al baldío para encontrarme con El.
Yo aún no lo sabía. Después de unos días el gran desafío.
Mario lo dijo:
"Yo creeré que eres sacerdote si dices misa en esa Iglesia".
"¿Por qué ahí?"
"porque de ahí siempre nos corren", fue la respuesta.
Fui, no sin antes invocar al Padre mío. Me acerqué al señor
cura, le pregunté:
"¿Podría decir misa?"
Me miró de arriba a abajo, de hito en hito. Llevaba yo varios
días en la calle. Me había lavado la cara, las manos, mas la
ropa, la figura toda apestosa, traslucía el baldío en el que
estaba.
Su mirada de asombro fue creciendo.
Al final respondió: "Mire señor, las misas se apuntan allá".
"No", dije yo, reafirmando mi posición primera. "Yo vengo a
decir| misa, soy sacerdote".
Para aliviar la duda del señor párroco le hablé en latín, que no
te escribo aquí para no hacerme pedante. Le dije en la lengua
del ayer, el misterio amoroso de hoy.
Después de oir mis latinas razones, de explicarle el por qué de
mi ñgura, de cómo vivía en la calle con los niños callejeros,
me pidió, en correcto español, por mis papeles. t L e
contesté, libre ya de los latines, diciendo así:
"Si trabajo con ellos en la calle, no voy a ir con mi valiz
con todos mis papeles. No llevo. Pero mire, falta casi una hora
para ! la misa de 11, que es la siguiente* mi superior vive en
tal lugar, (le di los datos), le puede llamar, le dice que soy un
señor pelón, barbón y muy sucio. Con estas señales le dirá:-
"Sí, es él"\; Todavía dudaba, me miró y me espetó la pregunta:
"¿Y la dignidad del sacerdocio?”
Lo miré con ternura y le respondí con el Cristo mío, el Cristo
del baldío, el sin nido. "Y la dignidad del Hijo Eterno del
Padre, que baja de lo alto del cielo, se hace hombre y
exclama: "los pájaros tienen sus nidos, las zorras sus
madrigueras, el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su
cabeza". Cuando Jesús se levantaba después de dormir en un
campo de aquella tierra llena de polvo, como era Hijo de Dios,
la túnica le quedaba limpia y sin una arruga.
Aquí viene Jesús, tal como vivía en su tierra, usted me lo mira
de arriba a abajo, y le dice: no tiene..."
No me dejó terminar, me dijo:
"Diga misa".
!Que bella misa aquélla. Aún recuerdo a ellos, los corridos del
templo, allá en primera fila, ahora los dueños. El Cristo del
baldío, el sin nido.
CAPITULO V
EL INMOVIL
El Cristo quieto, inmóvil.
Lo conocí hace años. Lo acompañaba su esposa. Lo vi en
varias reuniones. Pedían oración. Pedían sensación.
El cuerpo cada día más inmóvil.
La enfermedad iba creciendo.
Otros sanaban, él no.
Dios escuchó la oración.
Quedó inmóvil en absoluto, quieto, sólo los ojos y la lengua
vivos.
El alma cada vez más viva, más fuerte, más poderosa, más
luminosa, más bella.
Dios escuchó la oración.
Inmóvil, quieto.
Como sabía amar.
Su esposa, después de varios años, 12, 13, ella recuerda más
que yo, lleva 3 años muerto, 4 años ya muerto.
Ella lo sigue llorando.
Sus hijos crecieron fuertes, hombres, conscientes.
Tuvieron padre, inmóvil, quieto, pero ¡qué padre!
Parece chiste.
Siempre tuvo tiempo de escucharlos..
Este mi amigo vivía en Puebla, yo en México.
Iba a verlo de vez en cuando. Me ayudaba mucho. Engendraba
en mí gozo de vida, alegría en la lucha, fortaleza en la
debilidad.
Un día le dije: "Te voy a poner un apodo".
"¿Cuál", me preguntó.
"Fundamento".
"Por qué fundamento?"
"Cimiento, fundamento, la base de un edificio es lo que menos
semueve, como tú".
Reímos los tres, ella, él y yo.
A veces le reclamaba en mis visitas:
"Me estás fallando, tengo problemas".
El se disculpaba
"Sí, es cierto, pero no creas", me decía, "sigo firme".
Qué bello.
El Cristo inmóvil, quieto, el que no puede.
Recuerdo un día estando yo en la casa, le vino un amago, como
de muerte.
Llevaba varios años ya así.
La esposa, la amada esposa, se puso histérica ante el temor de
perderlo.
Me puse a orar y llegó la paz de nuevo y siguió siendo mi base,
fundamento.
El Cristo inmóvil, el de la cruz, el que no puede nada, lo
insultan, lo desprecian y El no contesta.
Ya vas conociendo mi Cristo escupido, vendido, el sin nido, el
hambriento y ahora el inmóvil.
CAPITULO VI
EL PRESO
Abril de 1985. En un taxi me dirijo a una de las casas. Estamos
casi llegando al destino y el taxista me dice:
"A usted no le voy a cobrar".
Le digo: "¿Por qué?, ¿Por qué no?"
Me contestó: "Yo soy del Reclusorio Norte".
Ah, me sonreí. El de la Navidad, y le afirmé:
"Fue bella aquella Navidad".
Me contestó: "Sí, aquel día cambió mi vida".
Te preguntarás lector amigo, qué pasó aquella Navidad en el
Reclusorio Norte.
Estaban ellos y yo y un par de hermanos de esos de la pastoral
penitenciaria.
Era el lugar donde estaba los, vamos a llamarlos así, nuevos.
Había bastantes.
Les pregunté: "A cuántos de ustedes les han partido la
madre?"
La mayoría levantó las manos.
Yo afirmé: "Jesús dice; a mí también".
"¿A cuántos les han escupido en la cara?"
Pocos levantaron la mano.
Yo añadí, "Jesús dice: a mí también".
"¿A cuántos les han insultado y les han mentado la madre?"
Varios también la levantaron.
"¿Cuántos de ustedes han pasado hambre?"
La mayoría levantó la mano.
"Jesús dice; yo también." *
"¿Cuántos de ustedes tuvieron que huir del pueblo porque el
cacique los buscaba para matarlos?"
Unos cuantos levantaron la mano.Añadí: "Jesús dice; yo
también".
“¿Cuántos de ustedes durmieron en las calles porque no
tenían en dónde?"
De nuevo se alzaron manos de presos.
Y volví a añadir: "Jesús dice; yo también".
"¿A cuántos de ustedes los metieron en la cárcel?"
Todos levantaron las manos sonriendo y cotorreando.
Añadí: "Jesús dice; yo también"
"¿A cuántos .. "
Siguieron dos o tres interrogantes más y a todas ellas la
afirmación "Jesús dice; yo también"
Se hizo el silencio.
Elocuente silencio.
Locuaz silencio.
Elevé mis ojos a lo alto, mi mano se alzó mirando a lo alto de
los cielos y el grito se hizo eco de lo profundo del silencio:
"Miren la estrella"
Nadie miró hacia el cielo, la mirada se dirigió hacia lo interno
de cada uno.
"Aquí baja la estrella al medio de vuestro patio. Ahí está Jesús
con cada uno de ustedes".
"Voy a adorar a Jesús".
Me arrodillé para adorar a Jesús.
Lloraban, lloré. Les desee feliz Navidad. Eso es la Navidad.
Jesús viene y desciende a tí
Querido lector, ya vas conociendo a mi Cristo. El Cristo mío
está preso.
CAPITULO VII
EL GOLPEADO
EL DESPRECIADO
Sáquese.
Sáquese.
Sáquese.
Y ahí va un niño corrido.
Y ahí va una niña corrida.
Ahí va un obrero hecho un reclamo, corrido.
Ahí va un ser despreciado, humillado.
¿Cuántos?
¿Cuántos son?
Tú que me lees, ¿Cuándo te pasó?
El hombre para sentirse fuerte en su debilidad domina al
débil, se siente grande.
Reúno fuerte la voz del cómo definirlo, voluptuoso, engreído,
hipócri y pongo tres puntos..: y defínelo tú. Herodes; el loco,
está loco. Estaba esperando circo, un show, se encontró con
un hombre de verdad.
Algo divino.
Se encontró con mi Cristo, el escupido, y lo definió de otro
modo nuevo. Despreciado, el loco y toda la jauría aulló al
unísono, a la voz del amo. el loco. Está loco, loco, loco.
Sáquese.
El humillado, el despreciado es otro de los aspectos del Cristo
mío.
CAPITULO IX
CRISTO EL ULTIMO
EL ABANDONADO
EFFETA - ABRIOS
TALITA KUM
MARIA.
María lo dijo.
Ella, la inmaculada, vió este mundo, El él estaba.
Era parte de El él.
No se sabía inmaculada.
Veía riñas, odios, robos, el mundo nuestro.
Sufría, oraba.
Su oración era un ansia en su justicia interna y
verdadera.
Dios envía al que ha de venir.
He aquí la esclava del Señor.
Ella con gozo lo engendra. Casi no pensaba ni en El, ni
en ella, pensaba en la misión de El.
Por eso su canto empieza magnificando a Dios.
Reconociendo su ilusión, la de la esclava, y cantando
gozosa la liberación, los humillados serán ensalzados.
Los hambrientos serán colmados de bienes.
Profeta de la vida nueva, del poder del Enviado.
Ella vivió el amor, todo lo espera,todo lo soporta...
José, el justo.
Su compañero en el amor. En el amor del Reino.
Patriarca de la justicia del nuevo testamento.
No juzguéis, no condenéis..
José, el hombre que ama por encima de la ley.
¿Cuál ley?
La ley ya no es sepulcro muerto.
Os doy el mandamiento nuevo: "Amaos como yo os he
amado". "Dad la vida por el enemigo".
El Cristo mío muere por mí, su enemigo.
Me da su vida.Es vivir mi vivir.
Mi ley.
Vivir es vida.
Toda ley se hace pequeña.
En mi ser el espíritu que clama: ABBA, me hace ser de
ley, de vida divina.
Cómo va a robar el que ama?
Cómo va a fornicar el que ama?
La luz resplandece en las tinieblas.
Las tinieblas ya son luz.
CAPITULO XIX
ALFA Y OMEGA
Principio y fin.
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. . .
En el principio existía el Verbo.
Hagamos tú y yo un esfuerzo y vayamos antes del
principio.
Sólo está Dios.
Vive su vida.
Dimensión: lo eterno.
El instante que no pasa, que siempre es.
Dios, Trinidad.
Pura luz. Puro amor.
El Padre inmenso, infinito, pleno, bello, tierno (pónle y
pónle cualidades y nunca abarcarás). Un yo perfecto. Se
conoce.
Al conocerse engendra un conocimiento perfecto de sí
mismo.
Tan perfecto que es persona también distinta e igual.
Otro yo.
El Padre Eterno en su perfección infinita se enamora de
ese yo perfecto, infinito.
"Tú eres mi Hijo. Hijo bello, hermoso..." (Haz lo mismo
de antes).
El Padre no se ama nada a sí mismo. Ama el
conocimiento de sí mismo.
A la otra persona, el Hijo.
El Hijo no se ama a sí mismo, ama al Padre que lo
engendra, al conocerse.
Ese amor no son dos, es uno solo. No es posesivo, es
eterno.
No es creciente, es infinito, pleno en el instante de lo
eterno.
Se llama Espíritu Santo.
Es un ir del Padre al Hijo y del Hijo al Padre.
Déjame nombrarlo a ese Dios tierno como el Saciado, el
Pleno, el Feliz, la sonrisa eterna. El gozo sin límites.
Y Dios, ¿Por qué será?, decide crear.
Crear a quién, a mí, a tí, ¿por qué?
El Padre dice al Hijo: "Hijo, te amo tanto que te quiero
repetir".
Y el Hijo le dice al Padre: "Te amo tanto que quiero
engendrar millones de seres y en cada uno decirte
"papá".
Y el amor, el espíritu se estremece en un gozo eterno y
el ser impasible, eterno, con un dinamismo infinito en
sil ser, el saciado, decide crear al hombre.
No, no decide crear la humanidad, decide crear cada ser
humano, único, tal como es, para lo eterno, para hacer a
cada ser único, parte de El.
Dios no puede crear otro Dios, pero sí puede crear un ser
pequeño, diminuto y hacerlo Dios.
Puesto Dios a crear, puede crear tantas humanidades
posibles, pero decide crearme a mí. Me veo a mí, a mi
amó, a mí.
En mi oración permanente con El le grito: "Por qué has
hecho este mundo así, por qué no hiciste un mundo
perfecto., qué no ves?
Y le hablé yo de tantos seres humanos con vidas
imposibles de vivir, pero que viven como pueden.
Le grité: "Por qué no has hecho un mundo perfecto?
Me contestó con una luz que me estremece:
"Alejandro, si llego a crear un mundo perfecto, ¿estarías
tú?.
Sabes por qué hice este mundo así? Porque te amo a tí
tal como eres".
Me sentí culpable, me sentí gusano.
Me sentí la causa de todo el sufrimiento del mundo mío,
del mundo tuyo, del mundo nuestro. Entiende lo que te
estoy escribiendo. Entiende al Cristo mío, el último.
Dios creó el mundo como es.
No, no se le escapó.
El hombre no destrozó el mundo que Dios creó.Dios
bien sabía el destrozo que iba a hacer el hombre.
El que vive en lo eterno sabe antes de engendrar al ser
humano en el espacio y el tiempo, lo que este ser
humano va a decir, va a hacer. El cómo, eso si yo no lo sé.
Pero El lo sabe. Te vió a tí, me vió a mí. Vió al enemigo.
Vió a la víctima del pecador.
Y en cada ser humano el Padre vió a su Hijo el Eterno.
El Hijo le dijo al Padre:
"Padre, te amo tanto que vamos a engendrar esta
humanidad, este nos va a poner al brinco".
A veces pienso que nuestra pequeñez y nuestra maldad
le dió ternura a Dios.
El Hijo le dijo al Padre:
"Hagamos a este ser humano y en la grandeza de
nuestro amar nos acercaremos a nuestra víctima de
nuestra decisión amorosa, y yo te podré amar de una
manera que no te pueda amar en nuestro mundo pleno
de saciedad".
Iré al mundo del hombre al que vamos a engendrar en
nuestro amor.
Y seré el último. A tí te amaré de una manera nueva,
como enemigo tuyo. Y los traeré junto a tí.
El Espíritu se moverá desde el origen del mundo entre
las aguas.
Dios decidió crear a millones de seres humanos libres,
sabiendo que en su libertad iban a ser pecadores. Y así
donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia y el
Hijo pudo dar gloria al Padre, expresando con su amor
la respuesta de Dios al interrogante de cada ser
humano. De cada por qué...
Por eso el Hijo, desde el ser humano Jesús, viene a dar la
gloria al Padre, a glorificar al Padre, a hacer entender al
hombre el porque de un amor tan grande que engendró
un mundo de seres humanos que libremente se harían
pecadores, lobos, los unos de los otros, para traer el
mundo eterno al mundo del hombre y poder convertir a
cada hombre en parte de Dios.
Una reunión de niños, yo en medio de ellos, es el COI, el
HogarUno, donde empieza el proceso.
Los vecinos, como siempre, en contra.
Doce niños, trece, no recuerdo el número, y yo en medio
de ellos enseñándoles el amor. Diciéndoles: "Tienen
que perdonar a sus papás, sus papás no sabían amar,
por eso eran así".
Un niño me miró y me dijo:
"yo no tengo que perdonar a mis papás, mis papás son
así, yo al que tengo que perdonar es a Dios".
Le pregunté extrañado: "A Dios por qué?".
"El me los escogió, ellos son así. No me dió opción":
Ahora sí lo entiendo. En aquel momento no lo entendí
muy bien, pero me gusta oir a los niños.
Hay muy poca gente que oiga a los niños, el mundo está
lleno de necios.
Me uní al niño e hicimos una oración para perdonar a
Dios.
Le dijimos así:
"Dios, te perdonamos porque a este niño, con
prepotencia absoluta, nocturnidad total, lo engendraste
a una vida imposible".
El respondió:
"Lo engendré así porque lo amo y él a sus padres tal
como son.
Yo no engendré el mal, pero engendré al ser humano
libre y bien sabía yo lo que iba a pasar a este niño, pero
yo ya pagué mi responsabilidad de amor".
"¿Cómo que ya pagaste?", le preguntamos.
"Si, yo envié a mi Hijo a ser el último, a vivir con este
niño para que tu le anuncies que yo le amo tal como es".
Entendí, la vida del hombre es una gestión de Dios.
Es el mundo, es el criadero de dioses, cada ser humano
tiené la posibilidad de llegar a ser dios.
El ser humano engendrado es gestado al ser en el seno
materno. Es gestado al yo en el proceso de infancia, es
gestado al yo social y al sentido de su adultez y de su
libertad para que puedaengendrar, en el tiempo y el
espacio, un acto de amor, muchas veces en lo obscuro y
en lo absurdo y así pueda engendrar un ser divino y al
morir llegue a su destino eterno, junto a Dios.
CAPITULO XIX
ALFA Y OMEGA.
Principio y fin en cada ser humano.
Dios es el principio y Dios es el fin.
No, no veas a Dios entonces como a uno que domina.
Mentiras. Es un ser que engendra seres libres para hacerlos
dioses. Por eso sólo hay dos caminos para el hombre.
Dos poderes, el de este mundo y el divino.
Por eso, bienaventurados lo pobres, los mansos...
Por eso el pecado es cuando el hombre dice: "Yo soy Dios".
Por eso la virtud es cuando el hombre reconoce su verdad, la
nada que tu amas y engendras al amar y entonces, oh
misterio, se hace Dios por el Cristo mío.
Ahora sí entendí que el Cristo sea el último.
CAPITULO XX
EL NACIMIENTO A LO PLENO.
Nace un niño. Nadie sabe que será guapo o feo, listo o tonto,
rico o pobre, sabio o necio, bueno o malo. Todo mundo sabe
morirá.
Desde el sepulcro muerto, desde el Cristo mío no hay muerte,
no existe la muerte, este mundo es un parto, el parto de
Cristo, del Cristo total, son palabras de Pablo el de Tarso.
Si cada ser humano no puede engendrar el Cristo en sí
mismo, tiene que engendrar el Cristo en el otro. Como Dios
es amor y no se amó a Sí mismo, porque el Padre no se ama a
sí mismo. Ni el espíritu se ama a sí mismo; El es amor. No se
puede engendrar el Cristo sin engendrarlo en los demás. El
amor es unir.
Psicológicamente se dice, y es cierto, que nadie puede amar
si no se ama a sí mismo.
A mí esa afirmación me pone nervioso, me inquieta, me
gusta transformarla en otra afirmación desde el Cristo mío.
Nadie puede amar si no es amado antes, eso sí.
El verdadero amante recibe amor y ama, no se ama, no
necesita amarse. El amor del amado lo estremece. Lo define,
lo hace pleno y al ser uno engendrado en un amor inmenso,
infinito. El Cristo en su amor infinito que desciende a lavar
los pies de uno.
Uno, al ser amado así, no puede amarse. Contesta con un
amor que es darse, con una plenitud de entrega que es un
desasosiego, hasta que al alma llega de manos de la amada
hermana muerte, al encontrarse con el amante, con el amado
pleno.
Es bello entonces el combate, la lucha, la tortura y hasta el
desasosiego del alma para poder amar y estar con El, con el
espíritu pleno, con el que se dió.
Por eso claramente lo afirmó el Cristo:
"Lo entenderán todo cuando les envíe mi espíritu. El los hará
entender todolo que yo os he enseñado".
Y así, el buen Pedro,, el de los tres, no será un sí hasta la
muerte en cruz.
Y será el pastor, el que apacienta. Poique en su humildad,
sabrá dirigir sin poder de este mundo.
Por esa, aquel que le es dado vivir la palabra, es un amén al
camino y lo que ocurre es un amén a la cruz, a la tortura y a la
muerte. Porque, querido lector, el sepulcro está muerto, está
vacío. El es vida, vida eterna.
Este mundo entonces tiene una belleza exclusiva que no está
en el mundo pleno, y es el combate, el poder amar al que
hiere, el poder vivir la vida y superar la muerte.
Cuentan de Ignacio, el de Loyola, que estaba viejo y se le
apareció el Cristo y le respondió aquel último suyo.
" Te vienes ya conmigo? ".
Y le respondió Ignacio:
" Tú sabes. Pero sabes que, mientras tenga fuerzas, mientras
pueda seguir luchando por tí, déjame estar aquí un tiempo
más. Luego es el puro gozo y allí ya no podré luchar más por
tí".
Y así la luz de las tinieblas ha convertido las tinieblas en luz,
convierte el combate, lo horroroso, en luminosa ofrenda.
EL REINO DE LA LUZ.
Un día. Una boda.
Y llegará la muerte.
El nacimiento, la boda y el banquete. Y llegaré yo al Reino; la
muerte es bella, al morir se ve la luz.
Ríete del sol, ahora sí se ve la luz.
De los sentidos el más profundo es el oido, es el que más
directamente se conecta al cerebro. Al morir, el último
contacto con el mundo es el oido. Como que el espíritu ya oye
en el seno materno, o si quieres, ya siente en el seno materno.
El hombre se va poco a poco.
Pierde el ver, pierde el tacto, ño hay catalepsia sin que el
cataléptico no oiga. Al irse el alma del camino ve, como que
ño oye, todavía ve la luz. La luz lo mece hacia upa paz que se
siente. Y que serena el alma, el alr que piensa ya sin
neuronas, repasa en un instante toda y, mecido por la luz, se
va tras ella. Hacia la boda, la unión eterna con el amado. De
otra manera a lo íntimo, con la vida del papá que nos
engendra aquí en el Cristo mío en un espíritu que a todos
hace uno.
A quien, rota la barrera de la muerte, al revivir el cuerpo lo
regresa y todo los que hañ vivido esta experiencia hablan de
una puerta, un hasta aquí, límite entre la vida y la muerte.
Hay quienes, felices y bienaventurados, ya no regresan, y son
la mayoría;, Parten hacia la luz y llegan al reino de la luz. No,
no es quimera.
En llegando se contempla la reina, llena de luz.
Y un asombrado dice: "Que bella luz".
Y ella contesta: (el oido ya oye, el cuerpo resucita
paulatino).
Dice María: "Esta luz tan bella es para tí".
Allá nadie dice yo.
Allá nadie dice es mío.
Todos dicen, para tí. El gozo de uno, el otro lo goza. Todo es
comunión\
De la mano de ella, el Cristo luminoso es el que más luz da.
El da la luz eterna.
No domina.
El poder de este mundo feneció. Todo es un canto. Sólo
hay un espíritu. La dimensión, lo eterno.
El ABBA, balbuceo del niño, se convierte en el papá ya
pleno, el del Hijo, el eterno y el ser humano sin perder su
esencia ni su ser, se encuentra al fin con su verdad, su yo.
Se descubre y se define y se conoce pleno y dice al Padre:
"Ya sé quién soy, el todo para tí, la nada que tú amas, tu
Hijo".
Y la palabra de este mundo muere; ni el ojo vió, ni el oido
oyó, ni cabe en el entendimiento del hombre lo que es el
reino de la luz eterna.
Qué bello será el contemplar allá al enemigo de uno,
viviendo el gozo del amor sin fin, el de mi padre Dios.
EL CRISTO ESCUPIDO
Sumo y Eterno Sacerdote.
U na de las características más relevantes
del Cristo del Padre Chinchachoma era la
del Cristo Escupido. Un cuadro que el P.
Alejandro pintó y se encuentra en la Iglesia de
San Jeronimito, con los ojos vendados y lleno
de salivazos. No es una obra artística, porque
el no era pintor, pero si lleno de creatividad
que le pegó la venda en los ojos.
No es un Cristo bello, ni hermoso, pero ¡qué Cristo¡ Firme, potente,
la cabeza recta, como quien es dueño de la situación, y está vejado,
escupido.
Este es EL CRISTO ESCUPIDO, el Sumo y Eterno Sacerdote, que el
Padre Chinchachoma nos deja, el mismo del pasaje de la Escritura.
Cuando el Padre Chinchachoma visitaba los baldíos y el Tutelar de
Menores de los niños y niñas, en su convivencia con ellos les
preguntaba: ¿A cuántos de ustedes han escupido en la cara? Sólo
algunos los habían escupido. Y él les dijo: "A Jesús también lo
escupieron, y saben ¿por qué?" "Porque nos han escupido a
nosotros; Porque te han escupido a Ti, porque los ama".
Te invito a que nos preguntemos como el Padre Chinchachoma: "¿A
cuántos los han escupido?, y siempre te encontrarás con alguien
que fue escupido como a Cristo.
Al Padre Chincha le gustaba decirles, "Te amo a ti porque te
escupieron y te pareces a mi Dios, a mi Jesús Escupido".
Mi Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, el Escupido, el único mediador
entre Dios y los hombres, te necesita para restaurar a los niños y
niñas de la calle y al pueblo de Dios. Ven a limpiar sus escupidas, su
mugre, como la suciedad y la basura que da asco."
Desde ese momento observe que el Padre Chincha, pedía a gritos la
ayuda a sus propios hermanos en el sacerdocio que no habíamos
descubierto al "Sacerdote del Cristo Escupido".
El Padre Chinchachoma veía en el sacerdocio una unión estrecha
con Cristo que permanece en una unidad sagrada con el sacerdote
humano y a través de él actúa en el tiempo actual. No se trata de
realizar en el Sacerdote o servidor del Cristo de Chinchachoma,
cualquier tipo de sacerdocio, sino debe ser un sacerdote
profundamente arraigado en Dios y sensible en el Amor de Cristo
de los escupidos, de aquellos que han sido privados de sus derechos
desde temprana edad, que pueden ver el dolor y la pobreza del
marginado y oprimido, y es capaz de amar ante el dolor humano.
Este sacerdote o siervo del Cristo Escupido ha roto definitivamente
con un estilo de vida sacerdotal, aburguesado, adinerado,
burocrático, formalista y obligado.
Año de la Misericordia