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CRISTIANISMO
Trabajo presentado a
Por
10 de octubre de 2020
TABLA DE CONTENIDO
Introducción .................................................................................................................................... 3
Conclusión .................................................................................................................................... 13
BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................................... 15
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Introducción
Desde que comenzó el cristianismo (cuando hablamos del cristianismo nos referimos a la
advertido a sus discípulos que todo el que quisiera vivir piadosamente padecería persecución. El
mismo Señor Jesús, terminó siendo condenado a morir en una cruz, a sufrir el peor de los abusos
y atropellos que jamás se hallan registrado, muriendo entre dos ladrones. No fue sino cuestión de
días, para que entre sus primeros discípulos se acusara injustamente a un diacono ejemplar llamado
Esteban, quien termino siendo apedreado por la multitud y sus ropas eran depositadas a los pies de
un sangriento perseguidor de la iglesia: Saulo de Tarso. Tiempo después, Jacobo es decapitado por
orden de un terrible gobernante: Herodes. Y parece irónico pero aquel perseguidor de la iglesia
Saulo, una vez convertido al cristianismo (y cambiado su nombre a Pablo) daría su vida también
como mártir de aquella fe que trastorno al mundo entero. Y como señala Justo González: “A partir
de entonces, hasta nuestros días, nunca han faltado quienes se han visto en la necesidad de sellar
su testimonio con su sangre”. 1 Pero fue ese grano que cayó a la tierra y murió (ataque de
solo habría muerto. Fue la sangre de aquellos hombres, de aquellos primeros mártires, lo que
fortaleció y elevó el cristianismo por encima de cualquier otra corriente que jamás se haya
levantado. Fueron los testimonios de cristianos en las hogueras, cantando y alabando a Dios, lo
que motivó a otros a encontrar a ese Dios que amaban tanto esos hombres y mujeres de valor, que
1
Justo L. González, Historia de la iglesia primitiva (Miami, Fl. Editorial Unilit, 1994), 21
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trato que recibieron nuestros hermanos en la fe, tan solo por confesar a Jesucristo como el
Salvador de sus almas. Sin duda fueron tres siglos donde a manos del Imperio Romano, murieron
miles de creyentes, antes de que llegara Constantino y apoyara a los cristianos, uniendo el Estado
con el cristianismo. Pero en estas páginas siguientes quiero resumir un poco lo que vivieron
nuestros hermanos de los primeros siglos ante diferentes emperadores, uno del primer siglo, otro
parte del Estado, es interesante conocer un poco su historia. Fue el quinto emperador de Roma,
fue hijo adoptivo de Claudio, accedió al trono haciendo envenenar a su medio hermano
Británico. En sus inicios se presentó como prudente y beneplácito de los pobres y desvalidos.
pero después reveló un carácter sanguinario y cruel. En el año 64 d.c. (décimo año de su
reinado), estalló el gran incendio de Roma, este destruyó casi completamente tres de los catorce
distritos de la ciudad; y entonces se acusó al emperador de que él había sido quien había dado la
orden de provocar el incendio. Nerón estaba en graves problemas. Según se decía, Nerón había
pasado buena parte del incendio en lo alto de la torre de Mecenas, en la cumbre del Palatino,
vestido como un actor de teatro, tañendo su lira, y cantando versos acerca de la destrucción de
Troya. Luego comenzó a decirse que el emperador, en sus locas ínfulas de poeta, había hecho
incendiar la ciudad para que el siniestro le sirviera de inspiración.2 Para evitar la condenación del
2
Ibíd., 22
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pueblo, Nerón acusó a los cristianos ya que su distrito no había sido alcanzado por el fuego,
además se rumoraba que ellos creían que todo debía pasar por el fuego. Esto era una alusión a las
enseñanzas de Pedro en su segunda carta: “pero los cielos y la tierra que existen ahora, están
reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de
los hombres impíos”, por esa razón se les comenzó a llamar incendiarios a los cristianos. De esta
manera Nerón condenó a gran número de cristianos a suplicios atroces. La tradición señala que
hasta Pablo y Pedro estuvieron entre los mártires.3 No solo se encargó de matar cristianos,
dice que Nerón los vestía en pieles de bestias para que los perros los mataran a dentelladas, por
ejemplo, disfrazó a muchos niños de ovejitas para que lobos los despedazaran. A otros cristianos
los mandó crucificar, no solo porque era una muerte muy practicada entre los romanos, sino
porque se burlaba de ellos haciéndolos pasar lo mismo que su líder (el Señor Jesucristo). Y a
otros se les prendió fuego al caer la noche, para que la iluminaran como antorchas humanas.
Nerón hizo que se abrieran sus jardines para esta exhibición. Todo esto hizo que se despertara la
misericordia del pueblo, aun contra esta gente que merecía castigo ejemplar, pues se veía que no
se les destruía para el bien público, sino para satisfacer la crueldad de una persona.4 Como Tácito
(un historiador no creyente de los primeros siglos) lo muestra, el no creía que los cristianos
fueran verdaderamente culpables de haber incendiado a Roma, y también ese era el pensar de
muchos romanos, que de alguna manera sabían qué tipo de persona era Nerón. Pero de alguna
manera había crecido un odio contra los cristianos. Ya que ellos se abstenían de las actividades
de la época. el teatro, el ejército, las letras, los deportes, etcétera ya que están estaban tan ligadas
3
Diccionario bíblico Caribe. p. 630
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Justo González, 23.
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al culto pagano que los cristianos se veían obligados a ausentarse de ellas, había una inmoralidad
e idolatría inmensas en esas “fiestas”. Un romano que amaba su cultura y veía este desdén, este
decir gente que odiaba a la humanidad. Y aunque al principio se acusó a los cristianos de
incendiarios, todo parece indicar que pronto se comenzó a perseguirles solo por el hecho de ser
cristianos. En el año 68 d.c. (14 años después de su reinado), Nerón se suicidó. Todos pensarían
que la persecución acabaría con la muerte de este tirano, y así fue por algunos años, el Imperio
Se dice que Marco Aurelio tenía un espíritu refinado, culto y que dejó escritos acerca de
sus Meditaciones. Si leemos sus ideales, estos nos hablan de dignidad, bondad, libertad y
justicia. Pero una cosa es lo que decimos y otra lo que hacemos, así que no fue eso exactamente
lo que caracterizó el gobierno de este emperador. Al ver estos “ideales” alguien podría suponer
que los cristianos gozaron de un período de paz. Se veía que Marco Aurelio no era como Nerón
ni como Domiciano. Sin embargo, el mismo emperador que se expresaba en términos tan
elevados acerca de sus deberes de gobernante tristemente desató también una fuerte persecución
contra los cristianos. Marco Aurelio creció con las corrientes de que los cristianos eran un
problema para el imperio y como tal así vio a los cristianos. En la única referencia al cristianismo
que aparece en sus Meditaciones, el emperador filósofo alaba aquellas almas que están
dispuestas a abandonar el cuerpo cuando sea necesario, pero luego sigue diciendo que tal
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Además, este filósofo que alababa sobre todo el uso de la razón era en extremo
supersticioso. Cada vez que debía tomar una decisión, pedía ayuda y dirección de sus adivinos, y
ordenaba que los sacerdotes ofrecieran sacrificios por el buen éxito de cada empresa. Le paso en
los primeros años de su gobierno una serie de invasiones, inundaciones, epidemias y muchos
desastres que parecían suceder uno tras otro. Se corrió la voz de que todo esto era culpa de los
cristianos, que sus creencias y conductas habían atraído sobre el Imperio la ira de los dioses
romanos, y se desató entonces la persecución. No tenemos indicios de que Marco Aurelio haya
pensado que de veras los cristianos tenían la culpa de lo que estaba sucediendo; pero todo parece
indicar que le prestó su apoyo a la nueva ola de persecución, y que veía con buenos ojos este
intento de regresar al culto de los antiguos dioses.6 Marco Aurelio llegó a pesar que era necesario
castigar a los cristianos, si no por sus crímenes, al menos por su obstinación. Por no querer
participar de sus fiestas y cultos. Y así desato una cruel persecución contra varios cristianos
llevándolos al martirio. Algunos ejemplos de esto son: Felicidad y sus siete hijos. Esta viuda fue
detenida junto a sus hijos Alejandro, Felipe, Félix, Januario, Marcial, Silvano y Vital, fue
acusada injustamente de insultar a los dioses romanos. Los ocho fueron encarcelados por la fe y
uno por uno fueron pasando ante un tribunal para negar a Jesucristo o morir. Felicidad, antes de
que sus hijos fueran preguntados por el juez, les dijo: «Mirad, hijos míos, al cielo y levantad a lo
alto los ojos, allí os espera Cristo con sus santos. Combatid por vuestras almas y mostraos fieles
al amor de Cristo». Se dice que Felicidad tuvo que observar cómo, uno a uno, todos sus hijos
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Justo L. González, Historia de la iglesia primitiva (Miami, Fl. Editorial Unilit, 1994), 28
6
Ibíd., 28-29
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fueron martirizados por permanecer fieles a Jesucristo. Se cuenta que el mayor, ante las palabras
del juez que le inducían a traicionar a Cristo, le contestó: «¡Ea!, acaba ya con tu charla, sábete
que yo quiero permanecer fiel». Y la madre, que había tenido que sufrir ser testigo de tan
horrendo crimen, concluyó aquella inmolación heroica padeciendo, cuatro meses después, la
distinguido. Justino tenía una escuela en Roma, donde enseñaba el cristianismo, el mismo se
refería a él, como “la verdadera filosofía”. Un filósofo llamado Crescente le retó a un debate del
que el cristiano salió a todas luces vencedor. Crescente al sentirse humillado en público tomó
venganza acusando a su adversario Justino ante los tribunales. Y así fue que en el año 163
Justino y seis de sus discípulos fueron llevados ante el prefecto Junio Rústico, quien había sido
uno de los maestros de filosofía del emperador. Este juez trató de convencer a los cristianos
acerca de la necedad de su fe. Pero Justino no quiso retroceder y le contestó que, tras haber
estudiado toda clase de doctrinas, había llegado a la conclusión de que la cristiana era la única y
verdadera, y que por tanto no estaba dispuesto a abandonarla. Como era costumbre, el juez les
amenazó de muerte, y Justino junto con sus discípulos le contestaron que su más ardiente deseo
no era seguir viviendo sino sufrir por amor de Jesucristo, y que por tanto si el juez les mataba les
haría un gran favor. Ante tal respuesta, el prefecto ordenó que fueran llevados al lugar del
7
José Calderero de Aldecoa, “Felicidad y sus siete hijos, mártires de la fe”. última modificación 24 de
noviembre de 2012, accesado el 12 de octubre de 2020, https://alfayomega.es/felicidad-y-sus-siete-hijos-martires-
de-la-fe/
8
Justo L. González, Historia de la iglesia primitiva (Miami, Fl. Editorial Unilit, 1994), 29
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toda su plenitud la antigua religión de los romanos. Los romanos creían que desde que habían
aparecido los cristianos el imperio había comenzado a derrumbarse. Por eso Decio fue un
emperador que se propuso a aniquilarlos por completo. Veían a los cristianos como la mayor
maldición del imperio. Esta persecución por el Emperador Decio fue desde el año 249 al 251 A.
C., o sea que duró como dos años y medio. Decio murió en batalla con los Godos más o menos a
realizar actos de culto de la religión civil romana, actos que implicaban una adoración a la figura
del emperador. A principios del año 250, el Emperador emitió un edicto para la supresión del
Se requiere a todos los habitantes del imperio para que hagan sacrificios ante
los magistrados de su comunidad «por la seguridad del imperio» en un día
determinado (la fecha variaría en cada lugar y la orden pudo haber sido que
el sacrificio tenía que estar consumado dentro de un específico período
después de que la comunidad recibiera el edicto). Cuando hagan el sacrificio
podrán obtener un certificado (libellus) documentando el hecho de que han
cumplido la orden.10
llevaron a que se diera una cacería de cristianos en Cartago y Alejandría. Había días en los que
9
Richard Roberts. El Mártir de las catacumbas. (Grand Rapids, MI. Editorial Portavoz 1984), 10
10
Wikipedia, “Decio”. última modificación el 09 de julio de 2020, accesado el 12 de octubre de 2020,
https://es.wikipedia.org/wiki/Decio#cite_note-Decius:_249_-_251_AD-5
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quemaban tan solo a cincuenta de ellos en lámparas humanas. Tal como había enseñado a hacer
Nerón. Otros que corrían con “mejor suerte” eran degollados, se sabe que había días que
degollaban hasta a cien cristianos. Pero las matanzas más crueles que se recuerdan sucedieron en
un lugar de encuentro, una arena que reunía a miles de fanáticos. Más de cien mil almas llegaban
de cuando en cuando al Coliseo Romano, animadas por un sentimiento común, e incitadas por
una sola pasión. Pues lo que los había atraído a este lugar era una ardiente sed de sangre de sus
semejantes. Qué triste conocer esto de tan alardeada civilización de la antigua Roma. Que
macabro espectáculo crearon los romanos. En cierta ocasión, les toco atestiguar a uno de los más
grandes gladiadores de todos los tiempos, su nombre era Macer. Fue un gladiador que venció a
las más terribles fieras que se vieron en ese lugar. Leones africanos de enorme tamaño, tigres
traídos de lejanas tierras, ninguno de ellos prevalecía ante tan diestro peleador. Todo el público
lo aclamaba, hasta que cierto día le llevaron a un gladiador africano moribundo para que lo
terminara de matar. Pero ese día paso algo que les sorprendió a todos, Macer tiró su espada y se
dirigió al Emperador Decio diciéndole – Soy cristiano, podre luchar contra animales, pero
jamás levantare mi espada contra un hombre hecho semejante a mi Dios –. Aquel vitoreo se
convirtió en bulla y pronto miles de romanos comenzaron a despreciarlo por tan necia decisión.
Y comenzaron a pedir que muriera, por lo que el africano moribundo tomo su espada y le
traspasó el corazón. Acto seguido fue traída a la arena un anciano debilucho. Esto desato las
burlas de todo el Coliseo. Su nombre era Alejandro, un cristiano fiel y reconocido maestro entre
el pueblo creyente. Romanos, -dijo el anciano-, yo soy cristiano. Mi Dios murió por mí, y yo
gozoso ofrezco mi vida por El.11 Al instante fueron soltadas tres panteras que pareciera que no
habían alimentado por semanas, las cuales se abalanzaron sobre este anciano y lo despedazaron.
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Ibíd., 9
11
Seguido a este acto soltaron muchas más fieras en la arena. En medio de la arena fue arrojada
una banda de indefensos prisioneros. Eran muchachas indefensas de todas las edades, incluyendo
niñas. Una escena así, debió haber conmovido a los presentes. Pero en ese lugar la compasión era
algo que no se conocía. Al contrario, su sed por la sangre los impulsaba desenfrenadamente a
vitorear a las fieras. Aquellas indefensas muchas se tomaron de la mano formando un circulo, y
Una por una sus alabanzas fueron silenciadas por las dentelladas de estos felinos. Y aquel grupo
de muchachas creyentes quedo reducido a huesos y sangre. Pero dejaron un testimonio ante
miles de romanos de que era tal su amor por su Salvador que preferían la muerte antes que
negarle.
Las catacumbas
Ante tan atroz persecución, no hubo otra alternativa más que vivir en otro lugar. ¿Habría
un lugar dentro del Imperio Romano donde no los encontraran para llevarlos a la muerte? Si lo
hubo. Ese lugar fue “las catacumbas”. Era un distrito subterráneo que había debajo de la ciudad,
y cuyos límites nadie conocía. Los cristianos huían a las catacumbas cada vez que se hallaban en
peligro; era ese también el lugar donde enterraban a sus muertos. Una vez que lograban penetrar
allí, se podían considerar fuera del alcance de los poderes del estado romano. Nadie sabe con
exactitud quien hizo esas catacumbas, de hecho, en ese entonces ya tenían siglos de existencia.
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Es probable que fueron excavadas con la intención de sacar minerales del subsuelo.12 Pero se
cree que los cristianos las extendieron más hasta llegarse el punto de ser un laberinto al cual
quien osara entrar sin ser dirigido por alguien que las conociera, podía perderse en ellas para
siempre. No cualquiera osaba entrar allí, aun los mismos soldados romanos, aun sabiendo que
allí se refugiaban los cristianos, evitaban entrar. Pero muchos cristianos que tenían el oficio de
excavadores, vivieron allí toda su vida, así que conocían esos laberintos como la palma de su
mano.
Entonces hubo un soldado pretoriano que decidió entrar. Su nombre era Marcelo. A él se
le había encargado encontrar el paradero de los creyentes en las catacumbas y arrestarlo con el
fin de llevarlos al Coliseo Romano. Aquel hombre no sabía cómo entrar y si lograba entrar no
sabría cómo salir. Así que un determinado día, se fue solo con la intención de ingresar a las
catacumbas. En la Vía Apia le habían dicho que había una entrada de excavadores. Cuando llegó
armadura, cual rayo huyo de él. El día se agotaba sin esperanza, hasta que encontró un niño al
que agarro. Su nombre era Polio y este niño rogo por su vida. A lo que Marcelo le respondió, -no
tengas miedo, yo no vengo a entregarlos, llévame con los tuyos-. Polio no dudo en meterlo en las
catacumbas, fue un camino largo y oscuro, Marcelo llegó a pensar que si Polio lo abandonaba a
su suerte allí quedaría el resto de su vida. Pasaron por tumbas, bóvedas y aposentos, hasta que
llegaron a un lugar amplio y en penumbras, con unas cuantas antorchas. El anciano que dirigía se
llamaba Honorio. Al ver la armadura resplandecer, todos salieron corriendo, pero Marcelo les
dijo no he venido a destruirles. Unos cuantos se quedaron con el dirigente, el cual le pregunto --
¿Por qué nos persigues hasta lo último de la tierra? -- A lo que Marcelo le respondió: --no he
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Richard Roberts. El Mártir de las catacumbas. (Grand Rapids, MI. Editorial Portavoz 1984), 19-25
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venido a prenderlos, he venido porque vi en el Coliseo un grupo de cristianos morir por su fe, y
no he podido dormir desde entonces, ¿Quién es ese Dios por el cual los hombres están dispuestos
a dar su vida? —Entonces se dice que Honorio le hablo de Jesucristo y aquel General pretoriano
Conclusión
este breve resumen, no fue en vano tanta sangre derramada, hubo fruto producto de sus
aflicciones. Si algo dejó estas terribles persecuciones, fue un valeroso testimonio. Un testimonio
que impactó a miles de personas no solo en los espectáculos del Coliseo Romano sino también a
través de todo el Imperio Romano y que ha perdurado por los siglos. Porque Dios ha permitido
que haya registro de esto hasta nuestra época. Un registró que nos inspira a morir por Cristo y no
solo a morir sino a vivir para Cristo. Quién al ver y escuchar de estos relatos no derrama
lagrimas por sus ojos, sabiendo que aquellos hombres que murieron de tan cruel manera son sus
hermanos en Cristo y que un día les veremos en el cielo y le podremos preguntar de tan sublime
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Ibíd., 15
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hazaña. Y que, al compararnos con ellos, la verdad no hemos sufrido nada por nuestro Salvador.
¡Gracias Señor por tan sublime amor y tan digno ejemplo de mis hermanos, que me da el
BIBLIOGRAFÍA
12 de octubre de 2020).
González, Justo L. Historia del Cristianismo. Vol. Tomo I. 2 Tomos vols. Miami, Florida:
Roberts, Richard. El Martir de las catacumbas. Grand Rapids: Editorial Portavoz, 1984.