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¿Qué es un hábito?
Tal y como señala M.J. Comellas, decimos que “existe un hábito cuando el individuo lleva a
cabo una conducta, que ha aprendido previamente, en el momento oportuno, de forma
adecuada y sin necesidad de control externo”.
Las dos características principales de los hábitos son la constancia y la flexibilidad.
Habilidades de ejecución.
Dentro de las habilidades de ejecución son especialmente importantes las conductas motoras
básicas necesarias para desarrollar el hábito en el ámbito físico: la motricidad gruesa y la
motricidad fina y el dominio de los instrumentos necesarios para realizar una tarea.
Habilidades de planificación.
En la intervención de la persona adulta que pretende inculcar el hábito se hace necesario
descomponer la actividad que realiza el niño o la niña en diferentes pasos. Como los siguientes:
Comprensión de la tarea.
Comprensión de los diferentes momentos o acciones intermedias de la tarea.
Secuencia-pasos- de su ejecución.
Aprendizaje de los movimientos específicos necesarios.
Toda esta secuencia supone para la niña o el niño disminuir la complejidad de la tarea a
realizar, ayudándole a comprender que cada acción simple que logra realizar es necesaria para
la siguiente.
Junto con la temporalización de las acciones es necesario tener en cuenta la importancia que
los elementos ambientales y los materiales de que se dispone tienen en el aprendizaje del
hábito.
ADQUISICION DE HABITOS EN LA INFANCIA II
RECUERDA QUE
El hábito es una conducta aprendida que se realiza a partir de unos criterios, sin
control externo (premios o castigos) y de forma continua. Si el hábito se hace de
forma correcta favorecerá la autonomía.
No hay que confundir hábito con habilidad, que hace referencia al saber hacer del niño
y la niña a partir de las capacidades físicas, cognitivas o motrices que necesita para
realizar una conducta con éxito. Tener habilidad para llevar a cabo una acción no
significa que se tenga el hábito, ya que éste aparecerá cuando dicha acción se realice
sin esfuerzo cada vez que la situación lo exija.
Resulta evidente que antes de tratar de desarrollar un hábito debemos asegurarnos que
el niño o la niña poseen las capacidades suficientes para alcanzarlo. De lo contrario, el
proceso de adquisición del hábito sufrirá complicaciones, reduciendo su posibilidad de
éxito y generando desmotivación e inseguridad. En este sentido, existen dos tipos
de habilidades necesarias para iniciar el proceso de adquisición de un hábito:
Por otro lado, no sólo se fomenta la adquisición de hábitos con la práctica de los
mismos. También se puede potenciar su adquisición a través de canciones, poesías,
retahílas, juegos, cuentos o programas infantiles educativos que traten sobre el tema
que se quiera trabajar. De este modo, se refuerza la comprensión del hábito y su placer
por llevarlo a cabo.
Además del nivel de capacidad de los/as niños/as, otros aspectos a tener en cuenta a la
hora de desarrollar hábitos son los espacios y recursos de los que disponemos, el nivel
de satisfacción que suponga al niño o la niña, la relación afectiva con los adultos
implicados y la buena elección del momento. Todos ellos los veremos más adelante.
Otro aspecto relevante que no debemos olvidar es que la mera comunicación al niño o
niña de lo que tiene que hacer no es suficiente. La comunicación verbal ha de
acompañarse de una demostración física que sirva de modelo, para que así se puedan
poner en funcionamiento los mecanismos de imitación. En este sentido, el proceso de
modelado será más efectivo cuando la conexión afectiva entre el niño o la niña y el
adulto sea buena y si se presentan las pautas de forma lúdica.
RECUERDA QUE
“Háblame y lo olvidaré, muéstrame y lo recordaré, implícame y lo entenderé”.
Confucio (551 a.C. – 479 a.C.) Pensador chino
Por otro lado, es muy importante, antes de iniciar el aprendizaje de las conductas en
cuestión, analizar el propio proceso y preguntarse acerca del tipo de acciones en las
que se descompone el hábito y el orden que han de seguir, su grado de dificultad, la
frecuencia de su repetición, el tiempo que requiere su consolidación, quiénes van a
participar en el desarrollo de la programación o cómo se va a evaluar el proceso.
RECUERDA QUE
Hay que respetar el tiempo que necesita cada niño/a para adquirir el hábito, pues
no todos/as tienen el mismo ritmo o nivel de desarrollo.
Por otro lado, para la adquisición de hábitos y rutinas es muy importante establecer un
espacio temporal dedicado a su aprendizaje, temporalizándose las actividades tanto a
nivel diario como semanal o mensual. En la confección de estos horarios se tendrá en
cuenta:
El tiempo y la frecuencia que se le dedicará a cada actividad.
Que no sean actividades mecánicas exactamente iguales para todos los niños y
niñas, pues se deberá considerar los distintos ritmos, nivel de desarrollo y afectos de
cada niño/a.
La alternancia de periodos de actividad con periodos de descanso
La alternancia de actividades conducentes a la adquisición de hábitos con
actividades lúdicas y/o académicas.
Tener en cuenta los periodos de adaptación.
Flexibilidad, tratando de evitar tanto la excesiva división del tiempo como la
rigidez de la jornada
En términos generales, la división temporal de una jornada en una escuela infantil gira
en torno a una serie de momentos, como son:
La llegada a la escuela, con sus rutinas de acogida y saludos.
La asamblea, como primer momento de encuentro entre los/as niños/as.
La realización de actividades tanto individuales como colectivas en el aula-taller
(psicomotricidad, cuentos, fichas, etc.)
Desayunos y comidas, donde se trabajan hábitos de alimentación e higiene.
Rutinas de higiene, tanto de lavado de manos como de utilización del WC.
Desarrollo de actividades al aire libre, generadoras de mayor actividad.
Puesta en marcha de actividades de relajación y descanso.
Juego libre por los diferentes rincones.
Rutinas de recogida y ordenación de materiales.
Rutinas de despedida