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UD. 6: HÁBITOS DE AUTONOMÍA PERSOAL.

PROGRAMACIÓN Y EVALUACIÓN.

ÍNDICE

1. La importancia de lo cotidiano en la educación infantil.


2. Conceptos básicos: habilidad, rutina, hábito y autonomía.
3. Los hábitos: elementos constitutivos de los mismos.
4. Criterios a tener en cuenta en la formación de hábitos.
5. Fases en el aprendizaje de hábitos.
6. Principales hábitos de autonomía personal en la infancia.
6.1. Hábitos relacionados con la alimentación.
6.1.1. Aspectos a trabajar y secuenciación en la adquisición del hábito de alimentación.
6.2. Hábitos relacionados con la higiene.
6.2.1. La higiene corporal parcial y general
6.2.2. El control de esfínteres.
6.2.3. Secuenciación en la adquisición de hábitos de higiene general y control de esfínteres
6.2.4. Hábitos relacionados con la higiene buco-dental
6.3. Hábitos en relación con el vestido.
6.3.1 Aspectos a tener en cuenta
6.3.2 Secuenciación en la adquisición del hábito del vestido.
6.4. Hábitos en relación con el descanso.
6.4.1. Aspectos a tener en cuenta.
6.4.2. Secuenciación en la adquisición del hábito.
6.5. Hábitos relacionados con las relaciones sociales.
6.5.1. Aspectos a tener en cuenta.
6.5.2. Secuenciación en la adquisición del hábito.
7. Importancia de los espacios en el desarrollo infantil.
7.1. Espacios y tiempos favorecedores de la autonomía personal.
7.1.1. El centro escolar como espacio educativo.
7.1.2. Espacio para la alimentación.
7.1.3. Espacio para la higiene.
7.1.4. Espacio para el descanso.
7.1.5. Espacio para los aprendizajes escolares y las relaciones sociales.
7.1.6. Organización de los tiempos escolares
8. Papel del educador en la adquisición de hábitos de autonomía personal
9. Implicación de las familias en la adquisición de la autonomía personal.
10. Conflictos y trastornos relacionados con la adquisición de hábitos de autonomía personal
11. Programación de hábitos de autonomía personal.
11.1. Consideraciones previas antes de programar hábitos.
11.2. Elementos de la programación de hábitos.
12. Bibliografía.

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1. LA IMPORTANCIA DE LO COTIDIANO EN LA EDUCACIÓN INFANTIL: RUTINAS Y
HÁBITOS.

Las actividades de la vida cotidiana son las que el niñ@ realiza diariamente, y se encaminan a
satisfacer sus necesidades primarias: higiene, alimentación, sueño, vestido, utilización de los objetos
cotidianos y desplazamiento autónomo.

Estas actividades, son frecuencia, son olvidadas en las programaciones por ser obvia su
realización diaria; sin embargo, resultan fundamentales en el aprendizaje del niño, por lo que deben de
estar contempladas en la planificación didáctica. Su importancia radica en que, al repetirse de forma
regular, dichas actividades permiten adquirir hábitos de autonomía. Son totalmente globalizadoras,
pues llevan al conocimiento de los objetos (nombres, características, uso), permiten aprender a
utilizarlos ejercitando destrezas, se favorece la relación con los demás y la responsabilidad,
desarrollan capacidades, como ordenar y clasificar (por ejemplo, cuando se pone y se recoge la
mesa).

Se deben de plantear de modo que sean satisfactorias y resulten agradables al niño, que las
irá interiorizando como una necesidad y obligación. Por las características de estas actividades, se
debe aprovechar para su aprendizaje cualquier momento del día que sea propicio. Las aptitudes y
destrezas que se adquieren con ellas se aprenden paulatinamente, de acuerdo con la madurez del
pequeño y el momento de su desarrollo.

La actitud de los adultos para la adquisición de las diversas habilidades es básica, ya que el
adulto sirve como modelo adecuado y debe valorar todas las conductas positivas (sin insistir en lo
negativo) y no recriminar. Además se debe ofrecer a niños y niñas posibilidades de relación con
situaciones variadas para favorecer la ejercitación de las habilidades y, con ello, su desarrollo.

Pero, ¿a qué se hace referencia cuando se habla de hábito?, ¿es lo mismo que una rutina, que una
capacidad o una habilidad?, ¿qué significa autonomía?, para ello será necesario definir y diferenciar
entre los siguientes conceptos: habilidad, hábito, rutina y autonomía.

2. CONCEPTOS BÁSICOS: HABILIDAD, RUTINA, HÁBITO, AUTONOMÍA

 Habilidad.- Es la destreza de ejecución, por tanto se refiere a las capacidades o posibilidades


físicas, motrices y cognitivas que tiene un niñ@ para llevar a cabo, con el mayor éxito posible
y en función de las normas y valores culturales, una cierta conducta. Se podría decir, que
es la mejor manera, en el menor tiempo posible, de resolver una situación, de llevar a cabo una
conducta.

 Rutina.- Es una costumbre mecanizada repetitiva que se realiza diariamente. Al ser un acto
mecánico, es inflexible, no permite modificaciones o evoluciones. Se repite a menudo y
permite una organización metódica del tiempo y de las actividades (Por ejemplo, colgar el
abrigo al llegar a la escuela o la bata al irse). Las rutinas son muy importantes en la educación
infantil porque ocurren cada de día de manera estable. Por lo tanto, se utilizarán como hilo
conductor para la elaboración de las programaciones. Es decir que las actividades de
alimentación, higiene y descanso, son las que marcarán el ritmo de las actividades diarias
del niño en el centro.

 Hábito.- Significa conducta aprendida que se repite frecuentemente. Según M.J. Comesellas se
considera “que existe un hábito cuando el individuo lleva a cabo una conducta, que ha

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aprendido previamente, en el momento oportuno, de forma adecuada y sin necesidad del
control externo”.

La diferencia más importante entre rutina y hábito es que las rutinas pueden
desaparecer pero las habilidades desarrolladas con los hábitos siempre se mantienen.

Para conseguir que una conducta se convierta en hábito, el educador tiene que establecer
claramente el momento, el cuándo, los recursos y los lugares de ejecución de esa conducta el
mayor número de veces posibles. Una vez hecho esto llegará un momento en el que el niñ@ será
capaz de hacerlo automáticamente, sin control externo y sin apenas control interno, en ese preciso
momento se puede decir que el hábito ya está adquirido y por lo tanto se ha convertido en una rutina.

Sin embargo, la repetición innecesaria puede producir en el niñ@ aburrimiento y desinterés


por el aprendizaje, puede hacer pensar al niñ@ que es un aprendizaje aleatorio. El educador debe
asegurarse que se hace cuando es necesario evitando que el hábito pierda su carácter funcional.
Por ejemplo, en el caso de la adquisición del hábito de comer, la habilidad se basaría en la capacidad
o destreza que ha desarrollado el niñ@ para poder tomar una cuchara que le permite coger el
alimento del plato y llevárselo a la boca. Se debe repetir esta acción de manera rutinaria para
conseguir su aprendizaje. El hábito, sin embargo, no se daría hasta que el niñ@ identifique las
situaciones en que ha de comer y automáticamente ponga en marcha las habilidades aprendidas para
hacerlo. Una vez adquirido el hábito y desarrollado las habilidades necesarias para comer se puede
realizar esta conducta sin prestar atención, automáticamente, llevando a cabo, paralelamente, otras
acciones como conversar o mirar la televisión.

Existe otro tipo de hábitos, además de los relacionados con la satisfacción de las
necesidades básicas, son los relacionados con el desarrollo autónomo en casa, en la escuela o en
la calle. Serían, por ejemplo, preparar los utensilios necesarios para una actividad y colocarlos
posteriormente en su sitio, ordenando todo antes de pasar a realizar una nueva actividad; limpiar el
mobiliario que se ha ensuciado; abrir y cerrar puertas; colaborar mínimamente en tareas sencillas
(preparar los alimentos antes de hacer la comida, preparar las pinturas y pinceles antes de empezar
el dibujo, preparar la ropa por la noche, etc). En definitiva, se trata del uso de los objetos del entorno
cotidiano (incluyendo tijeras, punzones y sacapuntas), y del desplazamiento independiente (que
incluye habilidades que van desde saber la propia dirección y reconocer los trayectos familiares, hasta
jugar sólo en calles o plazas no peligrosas con la supervisión de algún mayor, así como manejarse con
las señales de circulación peatonal). Estas actividades desarrollan el sentido de la responsabilidad, el
respeto por las demás personas y los objetos compartidos, y el conocimiento del entorno.

Recordemos que la finalidad de la etapa de la educación infantil es conseguir que los niños
que los niños y niñas sean lo más autónomos posible. Es por ello que no podemos olvidar el
concepto de AUTONOMÍA:

Autonomía.- Es el objetivo final del proceso de adquisición de cualquier hábito. Capacidad


(física, social e intelectual) para desarrollar todas las actividades de la vida diaria. Significa
poder prescindir de la ayuda o del apoyo de otros para tomar decisiones y solucionar situaciones
cotidianas. Así pues, el concepto de autonomía es global, afecta a todos los ámbitos de la vida. La
autonomía depende tanto de las capacidades o competencias del individuo como de las características
del entorno, es decir, de que éste facilite situaciones o experiencias donde aplicar los hábitos
adquiridos. La autonomía es un factor que favorece la madurez personal.

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Resumiendo, y poniendo en común los conceptos estudiados hasta ahora (habilidad, rutina,
hábito, autonomía), diremos que para adquirir una capacidad (física, social o intelectual) es
imprescindible desarrollar la habilidad necesaria para llevar a cabo dicha actividad. La secuencia de
los hechos para ello sería la siguiente:
- Se inicia el proceso de adquisición de un hábito de autonomía mediante la rutina de una
actividad. (por ejemplo abrocharse el mandilón al llegar al aula)
- Al principio el resultado no será perfecto pero, gracias a las repeticiones (rutina), se va
depurando la técnica hasta que se acaba desarrollado la habilidad necesaria para realizarla
correctamente. (al principio no serán capaces de abrocharlo, no coincidirán bien cada botón
con su ojal pero a base de repetir conseguirán hacerlo bien)
- Una vez que tenemos la habilidad, la rutina se transforma en un hábito. Podemos
aprovechar una habilidad determinada para la realización de múltiples actividades. (ya sabe
abrocharse solo el mandilón y puede utilizar esa habilidad para abrochar cualquier cosa que
tenga botones: camisa, abrigo…)
- Finalmente, una vez consolidados la habilidad y el hábito, esta situación se convierte en un
aprendizaje que ya permite al niño la autonomía completa en esa actividad.

Hay que tener en cuenta que el hábito se considera adquirido no solo cuando el niño es capaz de
llevarlo a cabo, sino cuando es capaz de hacerlo en el momento preciso, sin que nadie tenga que
recordárselo. Justo en ese momento podemos hablar de autonomía en un hábito determinado.

3. LOS HÁBITOS: ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LOS MISMOS.

Los hábitos son conductas que se repiten frecuentemente, no innatas, sino adquiridas a
través de la experiencia y el aprendizaje. Para adquirir un hábito es necesario:

1) La repetición de una misma conducta a lo largo del tiempo y delante de los mismos
estímulos.
2) El grado de madurez necesario para crear la conducta que ha de constituir el hábito.

Podemos afirmar, que la adquisición de un hábito supone un aprendizaje que implica la


cotidianeidad, es decir, la realización de este proceso dentro del entorno natural en el que se desarrolla
el individuo, de esta manera este proceso será más fácil y eficaz. Es en el día a día donde el niñ@ se
desarrolla, satisface sus necesidades y sus deseos, sus sentimientos y emociones; son momentos
de referencia temporal en los que se repiten ritos y actividades que les hacen sentir seguros en
sus relaciones con los demás y con el entorno. Estos momentos son el gran recurso con el que los
educadores cuentan en el proceso de aprendizaje.

En el aprendizaje de los hábitos es de gran importancia la imitación: el niñ@ adquirirá más


fácilmente un hábito a partir de lo que nos ve hacer que de aquello que nos oye decir

Tenemos que reconocer que cualquier hábito lleva implícita una serie de exigencias de
corrección, de normas y valores concretos de cada cultura, lo que puede suponer la existencia de
diferencias en la ejecución correcta de un mismo hábito. Actualmente es importante tener en
cuenta esto porque están llegando a las aulas niñ@s y familias de diferentes países, religiones y
culturas que convivirán con los niñ@s de familias autóctonas. En este sentido los hábitos pueden
facilitar esta convivencia si se comparten o respetan las diferentes maneras de ejecutarlos o si se pacta
con anterioridad, en cada momento, cuál será la ejecución que se considerará correcta tanto en la
familia como en la escuela.

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Los hábitos dan identidad personal ya que muestran a los demás quién se es y lo que se ha
ido aprendiendo a lo largo de la vida. Y, los podemos dividir en dos grandes bloques: hábitos
personales y hábitos de las relaciones sociales.

1) Los hábitos personales: Dentro de estos hábitos se pueden diferenciar entre los aspectos relativos
a la autonomía y los hábitos de trabajo:

a) Aspectos relativos a la autonomía:


 Hábitos en el comer.
 Hábitos en el vestirse.
 Hábitos de higiene y limpieza.
 Hábitos de desplazamientos.

b) Hábitos de trabajo: entendidos como la forma global de llevar a cabo las tareas escolares.

2) Los hábitos de las relaciones sociales: En la escuela hay que fomentar, básicamente, la
responsabilidad personal y la solidaridad con los compañeros, sin olvidar la importancia de hacerlo
conjuntamente con la familia.

4. CRITERIOS QUE SE DEBEN DE TENER PRESENTES EN LA FORMACIÓN DE LOS


HÁBITOS.

Antes de iniciar cualquier aprendizaje hay que asegurarse de que el niñ@ cuenta con las
capacidades necesarias para iniciarlo. Lo mismo sucede con el aprendizaje de un hábito, no se puede
iniciar si antes no se cuenta con las habilidades necesarias para desarrollarlo. Se quiere decir con esto
que el niñ@ debe tener el nivel de crecimiento y desarrollo adecuado para adquirir el hábito.
“Comesella”,, habla de dos tipos de habilidades básicas para el inicio de la adquisición de los hábitos,
las habilidades de ejecución y las habilidades de planificación.

 Habilidades de ejecución. Hacen referencia a la habilidad motriz del niño para realizar la
acción, es decir, la capacidad de su cuerpo para llevar a cabo un hábito. El niñ@ ya tiene
cierta fuerza y aprehensión motriz en las extremidades superiores e inferiores y que hay un
cierto nivel de desarrollo de la coordinación manual y de la coordinación óculo-manual.
La práctica de ciertos hábitos hará que se fortalezcan y mejoren estas habilidades de ejecución
permitiendo a su vez realizar con más precisión y menor esfuerzo el hábito. Es un círculo
cerrado, las habilidades permiten iniciar el aprendizaje de ciertos hábitos y los hábitos, a su
vez, mejoran la ejecución, y permiten el perfeccionamiento de las habilidades.

 Habilidades de planificación. Son aquellas habilidades de tipo más cognitivo. El niñ@ ha de


entender y reconocer qué acciones implica cada hábito, en qué secuencia se producen
estas acciones, el porqué de ese orden y cuándo y dónde se han de llevar a cabo. Entender
y aprender esto es lo que garantizará que el hábito se adquiera correctamente y que, por tanto,
se llegue a la autonomía.

El proceso de adquisición de los hábitos es lento, pero continuo; se realiza día a día y resulta
fácil si se lleva a cabo con una adecuada programación. El aprendizaje tiene que ser gradual; se
pasará al entrenamiento o aprendizaje de una nueva habilidad sólo cuando el niño esté preparado para
ello. Darse demasiada prisa es, muchas veces, retrasar el aprendizaje y adquirir errores o conductas
viciadas difícilmente corregibles. No se debe exigir al niño o niña más de lo que es capaz de hacer.
Como en cualquier tipo de aprendizaje, estas actividades se adecuan a la maduración del pequeño, al

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ritmo de aprendizaje individual hasta que, poco a poco, pueden adaptarse al ritmo del grupo.

Si se observa que no se avanza, es conveniente volver a insistir en lo anterior o descomponer la


habilidad en otras más simples que se puedan ir alcanzando poco a poco. Al niño le resulta más fácil y
más gratificante realizar aprendizajes con éxito, pues se siente mayor a medida que precisa menos de
la ayuda del adulto. Por otra parte, es mejor terminar siempre con una acción que el pequeño sepa
hacer, por ejemplo, al quitarse el abrigo, desabrocharle y tirar hacia atrás de modo que el niño termine
de sacárselo.

5. FASES EN EL APRENDIZAJE DE UN HÁBITO.

El aprendizaje de un hábito pasa por diferentes fases: preparación, aprendizaje,


automatización y consolidación.

La preparación supone que la educadora analizará todos aquellos aspectos que tienen que ver y,
posibilitan el aprendizaje: las habilidades necesarias, los aspectos funcionales del aprendizaje, las
características del entorno y los instrumentos necesarios para llevar a cabo el hábito.
El aprendizaje es la fase en la que el educador enseña, muestra el hábito (en sus inicios como si
fuese un juego) que se ha de adquirir, deja que el niñ@ lo imite, observa las dificultades que éste
encuentra en la ejecución, guía, apoya y ofrece recursos, permite nuevas ejecuciones, valora y da
tiempo para la ejecución y para que el niñ@ aprenda a analizar sus errores y los corrija, finalmente, lo
motiva para que continúe poniendo en práctica lo que ha aprendido. Las actividades que se planteen
han de ser cortas de duración, pero repetitivas a lo largo del día y de la semana, han de ser trabajadas
como rutinas. Durante la fase, la colaboración del adulto y su ayuda es todavía esencial y necesaria.
La automatización del hábito supone la aceptación, por parte del niñ@, de la normativa implícita en
el hábito, es decir, su ejecución y mejora. El educador en esta fase se ocupa más de proponer
normas, valorar la ejecución, exigir autonomía, analizar las dificultades y motivar al niñ@ paras que
continúe la adquisición, que de ayudarlo a realizar el hábito.
La consolidación implica la aplicación autónoma de este hábito cada vez que las situaciones lo
requieran. Esto no solo supone el hecho de saber hacerlo, sino también cuándo y en qué situaciones
debe hacerse, sin que el adulto tenga que recodárselo. En esta fase el educador se ha de mostrar
coherente y estable, ha de evitar los refuerzos externos y la sobreprotección. La consolidación de
algunos hábitos puede llegar a durar más de un curso escolar.

6. PRINCIPALES HÁBITOS DE AUTONOMÍA PERSONAL.

6.1. HÁBITOS RELACIONADOS CON LA ALIMENTACIÓN:

La alimentación, además de cubrir una necesidad básica para la supervivencia, es la actividad


mediante la cual se establecen los primeros contactos sociales, es una actividad básicamente
afectiva.

Pautas básicas a tener en cuenta:

a) Horario:
Debemos establecer un horario fijo para las comidas que se adapte a las necesidades fisiológicas y a la
edad de los niños/as.

b) Duración:

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Dependerá de la edad del niño y del tipo de comida. Como norma general podrías establecer entre
media hora y una hora, adaptándonos siempre en la medida de lo posible a los ritmos de los niños.

c) Ambiente:

Debemos dar de comer al niño siempre en el mismo lugar, preferiblemente el comedor. Debe ser un
lugar tranquilo y libre de cualquier objeto que pueda distraerle: juguetes, tv, cuentos…

d) Utensilios:

Es importante que siempre sean los mismos para que el niño los vaya reconociendo y favorecer el
ritual de alimentación. Deben ser lo más ergonómicos posible y de material que no se rompa.

e) Persona responsable de la alimentación:

Es recomendable que lo haga siempre la misma persona. La actitud del educador debe ser tranquila y
afectuosa y debe potenciar la autonomía en la medida que vaya creciendo: comer solos, sentarse bien
en la mesa, usar los cubiertos, preparar y recoger la mesa…

f) Otros aspectos a tener en cuenta a la hora de trabajar la alimentación:

- No coartar al niñ@ tomando los adultos la iniciativa en el trabajo para acabar antes. Esto repercute
de manera contraria a la deseada, ya que, por miedo o por comodidad, el niño deja de desear ser cada
vez más autónomo y se vuelve más dependiente.

- Realizar pequeños rituales, presentados como juegos, con los objetos (cubiertos, servilletas....)
necesarios para la alimentación: canciones, música o frases adecuadas para motivarlo hacia la
actividad de comer.

- A partir de la comida se pueden obtener relaciones con los demás; en los centros de atención a la
infancia, la comida es un momento importante para la relación individual y directa con cada uno de
los pequeños, facilitándose una relación de apego y de reconocimiento mutuo.

- El educador o educadora ha de conocer y llevar a la práctica las normas higiénicas y las pautas
dietéticas convenientes a cada edad.

- Procurar tomarse con calma el momento de las comidas. El educador ha de entender que, dentro de
unos límites, cada niñ@ tiene su ritmo y los niñ@s han de entender que la hora de la comida no puede
durar todo el día. Es bueno ser tolerantes con la manipulación de la comida y de los utensilios,
teniendo presente que en los primeros ensayos de comer sin ayuda, los pequeños dejarán caer la
comida y mancharán, al principio, mucho para, poco a poco, hacerlo cada vez menos. Y se les irá
permitiendo que cada uno, con un plato con poca cantidad de comida, vaya experimentando comer
solo, mientras él le da de comer con otra cuchara.

- Es importante valorar en qué situación madurativa y de crecimiento se encuentra el niñ@ para saber
posicionarse y no ceder a los chantajes. En el caso de los más pequeños, se debe empezar por
estimularles, enseñándoles el biberón y haciendo que toquen éste o la cuchara. Hay que procurar que
se coloquen en una postura en la que se sientan seguros, pues el momento de la alimentación tiene un
carácter más íntimo en ellos; con la postura de sentados en brazos del adulto se refuerza el contacto
individual y la proximidad física.

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- Tener en cuenta que durante este período se llevan a cabo cambios muy importantes en la
alimentación:
* El niñ@ pasa de la alimentación líquida a ingerir papillas, triturados y, por último, alimentos
sólidos, con la consabida adaptación a diferentes gustos (hábito de nuevos sabores).
* También pasa de comer sentado sobre el adulto a hacerlo sobre una y trona y de aquí a la
mesa.
* Finalmente pasa de recibir la comida que le den a comer solo.

6.1.1 Aspectos a trabajar y secuenciación en la adquisición del hábito de alimentación:

El proceso de la alimentación supone la adquisición de diferentes y variados hábitos, para su


mejor comprensión se analizarán a partir de cinco bloques:

- Comportamiento en la mesa. Requiere la asimilación de una serie de condiciones por parte del
niño, tales como: mantenerse sentado correctamente en la silla, no distraerse con otras actividades
(juguetes, libros, televisión…), no utilizar los dedos, recoger todo lo que se le caiga fuera del plato o
bandeja…
- Utilización de los cubiertos. El dominio motriz de los cubiertos será progresivo, igual que la
confianza en él mismo al sentirse capaz de comer solo, sin ayuda del adulto. Los cubiertos deben estar
adaptados a los niños.
- Corrección con la bebida. Que sea capaz de diferenciar qué bebidas no son beneficiosas para él
(gaseosas, estimulantes…) y servirse solo la bebida es otro de los aspectos que ayudará al niño en su
camino a la autonomía, para ello tendremos en cuenta que las jarras o botellas estén en relación con la
fuerza y dominio motriz.
- Preparación de alimentos. Este proceso no se iniciará hasta que el niño o niña cumpla los 2-3 años,
deberán colaborar en la medida que vayan dominando las habilidades que se requieren, empezarán
untando con alimentos pastosos para la merienda, pero siempre bajo supervisión.
- Participación en la preparación del entorno. Se dejará que participe en la medida de lo posible, en
la preparación de la mesa y en la recogida, motivándolo y reforzándolo en todo aquello haga, de esta
forma se irá dando cuenta de la importancia que tiene la participación y la colaboración, tanto para él
por sentirse útil, autónomo y protagonista, como para el grupo.

A partir de ellos se establecerán los hitos a trabajar en esta área para cada edad,
recordando que éstos tienen sólo carácter orientativo.

De 1 a 3 años

 Comportamiento en la mesa.
 Debe de comer sentado en una silla adecuada.
 Al final de esta etapa debe comer solo, aunque en algunos momentos pueda necesitar ayuda.
 En su dieta se han de introducir progresivamente todos los alimentos, sin triturar.
 Necesita el babero y puede derramar o tirar alimentos líquidos.
 Debe de disfrutar de la compañía de los demás.

 Utilización de los cubiertos.


 Al final de la etapa ha de utilizar con cierta precisión el tenedor y la cuchara aunque todavía
tenga problemas con los alimentos más líquidos.

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 Corrección con la bebida.
 Pasa de beber todo el líquido en biberón a la utilización de vasos especiales, para después coger
el vaso normal con las dos manos, aunque en ocasiones se puede mojar.
 El biberón ha de quedar relegado a la noche y finalmente sólo utilizarse de forma esporádica.

 Preparación de alimentos.
 A esta edad es mejor mantener al niñ@ fuera de la cocina, aunque empieza a coger alimentos
que están a su alcance y comérselos.

 Participación en la preparación del entorno.


 Al final de este período puede poner y quitar objetos de la mesa uno a uno; siempre y cuando
su transporte o manipulación se hagan bajo el control de un adulto, especialmente si pueden
suponer riesgos para la salud y seguridad del niñ@.

De 3 a 6 años

 Comportamiento en la mesa.
 Debe de comer sentado hasta finalizar la comida.
 No hará “tonterías” comiendo, en general su comportamiento ha de ser adecuado aunque aún
puede sufrir pequeños accidentes o manchar alrededor del plato.

 Utilización de los cubiertos.

 Su control sobre los cubiertos ha de ser correcto, ha mejorado pero presentará dificultades en la
coordinación del tenedor y cuchillo. Su dominio óculo-manual todavía no es el óptimo pero
mejorará con la práctica y el crecimiento.

 Corrección con la bebida.

 Ya no utiliza el biberón para nada.


 Ha de coger el vaso con una sola mano y beber sin mojarse.
 Al finalizar la etapa será capaz de servir agua de una botella o de una jarra sin derramarla,
aunque tenga algunas dificultades.

 Preparación de alimentos.

 Podrá untar alimentos pastosos para la merienda o el desayuno.


 Podrá participar en la elaboración de alimentos sencillos.

 Participación en la preparación del entorno.

 Puede ser el responsable de poner y quitar la mesa, hasta de limpiar objetos sencillos utilizados
para comer, como platos, cucharas y tenedores, tapas de ollas....

6.2. HÁBITOS RELACIONADOS CON LA HIGIENE

Al igual que pasa con el hábito de la alimentación, las necesidades relacionadas con la
higiene requieren de una carga afectiva y de relación muy importante para los niñ@s, ya que

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son momentos de contacto privilegiados entre ellos y el adulto. Las actividades de higiene y
vestido se deben de tratar como actividades placenteras y gozosas si se quiere evitar la aparición de
los miedos en el niñ@ hacia este tipo de acciones. Es importante considerar que la adopción de estos
hábitos se desarrolla en una doble vertiente que es necesaria educar: una de relación y otra de
salud.

Al igual que sucede en las demás áreas, la adquisición de hábitos de higiene está directamente
relacionada con la adquisición de la autonomía, lo que le va a permitir al niñ@ aprender a depender
menos del adulto para su vida diaria. El trabajo sobre esta área además afecta directamente a la
personalidad del niñ@, a su autoimagen y a la aceptación y relación con los demás.

Las actividades de higiene son muy adecuadas para estimular el lenguaje de los gestos y el
oral, así como para aprender vocabulario sobre distintos objetos y su manejo, favoreciendo el
desarrollo de funciones motrices. Ayudan al pequeño a conocer su propio cuerpo, para lo cual, en el
caso de los más pequeños, será útil un espejo en el que se puedan mirar mientras se realizan los
cambios. Así pues los hábitos de higiene favorecen la relación con situaciones y con objetos nuevos,
estimulan el tacto a través del agua, la esponja, el jabón, el pañal limpio o sucio; también se estimula
el oído, al caer el agua sobre el recipiente, o al oír las palabras del educador; visualmente, hay un
enriquecimiento en contacto con la mirada del adulto, o la cara de quien le cambia o baña; las
sensaciones olfativas también quedan estimuladas por el olor del jabón, de la colonia...

La higiene deja de ser un acto reflejo para convertirse en un acto consciente que precisa un
período de tiempo más o menos largo, según el niño; en cualquier caso, el aprendizaje será lento y
se adaptará a su madurez psicológica y física. Siempre hay que tener mucho cuidado con las
medidas higiénicas destinadas a los niñ@s en los centros de atención a la infancia y, en el caso de que
exista algún riesgo de contagio, hay que extremarlas, cuidando, especialmente, la persona que haya
realizado los cambios, la limpieza de sus manos, y la limpieza de la mesa de cambios para cada niño o
niña; asimismo, se impedirá el acceso de los pequeños a los pañales sucios; se utilizarán guantes
desechables si fuese preciso; se extremará el cuidado de la limpieza de los genitales, que se hará en el
sentido adecuado, se destinará una esponja sólo para el aseo de los genitales.

Para analizar el proceso de adquisición de hábitos relacionados con la higiene, se pueden


distinguir dos bloques: la higiene corporal parcial o general, y el control de esfínteres.

6.2.1. La higiene corporal parcial:

Debemos recordar que hábito de higiene está relacionada con el hábito del vestir por lo que se
han de trabajar los dos de forma coordinada. En este bloque se ha de pretender que el niño:
- Comprenda la necesidad de la higiene para cuidar su salud.
- Asimile las diferentes acciones y secuencias para la realización de hábitos higiénicos.
- Entienda la repercusión que una buena higiene puede tener en su imagen personal y en la
aceptación de los otros.
- Comprenda la periocidad con que es adecuada realizarla.
- Genere actitudes positivas y activas respecto a su cuidado personal e higiene.

Para establecer un buen hábito a la hora de realizar la higiene infantil, debemos seguir unas pautas que
repetiremos cada día:

a) Horario:

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Es aconsejable realizar el baño siempre a la misma hora, para que el niño lo asimile en su horario
interno. Muchas veces se realiza antes de ir a dormir para aprovechar la relajación que supone el baño
para el inicio del sueño.
La higiene de las manos debe ser más frecuente y realizarse, como mínimo, siempre que estén sucias,
antes de comer, después de ir al baño y al llegar a casa.
La cara se debe lavar con agua como mínimo: al levantarse y a la noche.
No es recomendable lavar el pelo con champú todos los días. Será suficiente con 2-3 veces por
semana. El peinado y el cepillado del pelo sí se deben realizar a diario.

b) Duración:
Baño: 10-15 minutos aproximadamente.
Lavado de manos: 3-4 minutos.
Es importante no alargar en exceso el tiempo que se dedica a la higiene para no generar rechazo en el
niño.

c) Ambiente y utensilios:
La higiene debe realizarse en el baño o en el lugar destinado a ello. La temperatura debe ser agradable
y sin corrientes de aire. El niño debe poder acceder de manera autónoma (a veces será necesario el uso
de alzas)
El niño debe disponer de toalla, jabón ph neutro, y agua. Para realizar el baño general se usará una
esponja suave que se mantendrá escrupulosamente limpia.

d) Persona responsable de la higiene:


La persona que lo cuide debe ser la responsable de realizar la higiene de los niños pequeños y el que
enseñe a los mayores para que lo hagan autónomamente. La supervisión de un adulto es necesaria
hasta los 6-8 años.

6.2.2. El control de esfínteres.

Es un aprendizaje complejo que requiere de la madurez (implica un control muscular


voluntario consciente e inconsciente) y motivación del niñ@. Algo que debe de tenerse siempre
presente es que el control de esfínteres no es algo innato y además de trata de un aprendizaje difícil.
A menudo puede ser un aprendizaje generador de tensiones y puede ser utilizado por el niñ@ para
chantajear a los adultos cuando éstos no le dedican el tiempo necesario.

La mayoría de los niños logran el control diurno entre los dos y los tres años. Entre los tres y
los cinco años ha adquirido ya el control nocturno y entre los doce y catorce años únicamente el 2%
de los niños permanecen con incontinencia ocasional.

De este hábito se pretende que el niñ@:


* Aprenda el funcionamiento de su cuerpo, que reconozca sus necesidades y la manera de
satisfacerlas.
* Comprenda el proceso de evacuación de su cuerpo: lugar, momento, higiene...

Antes de iniciar la educación del control de los esfínteres es necesario que el niño esté preparado,
desde un punto de vista físico y cognitivo, para llevarlo a cabo.

 Preparación física:

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 La musculatura de los esfínteres debe controlarse de manera voluntaria.
 La vejiga ha de estar lo bastante desarrollada como para almacenar la orina durante dos o tres
horas.
 Las deposiciones deben ser ya consistentes y el niño debe expulsarlas de forma regulada.
 El niño debe tener el suficiente equilibrio y coordinación para sentarse y permanecer unos
minutos en esa posición.

 Preparación cognitiva:
 Tenga algunas nociones básicas del esquema corporal (como arriba, abajo, adelante, atrás…)
para poder seguir instrucciones
 Sea capaz de imitar y obedecer instrucciones simples (subirse y bajarse el pantalón).
 Debe conocer palabras clave (pis, orina, caca, heces, mojado, sucio, limpio, pañal, water,
servicio, retrete, orinal, …..). y avisa con antelación.
 Debe darse cuenta de las sensaciones que ocurren después de orinar o defecar estar "mojado",
"sucio",… y nos lo hace saber.
 Un poco más adelante, el niño será consciente de lo que se siente antes de: las "ganas" de orinar
(contracciones de la vejiga) o de defecar (movimientos del intestino)

Los adultos podemos observar en el niño signos concretos no verbales de que quiere ir a
miccionar (se mueven, cruza las piernas, se lleva las manos al pubis….) o defecar (se pone rojo, se
encoge…). Cuando esto ocurre, debemos preguntarle si quiere sentarse un ratito en el orinal, si tiene
éxito, lo celebraremos con una alabanza. Si no, no pasa nada le podremos decir que "otro día" o "la
próxima vez". Así pues, durante la fase de aprendizaje, se debe elogiar siempre los éxitos y quitar
importancia a los fracasos. Y por lo tanto nunca debemos:
- Tener prisa. Cada niño madura a su ritmo. Presionarlo solo conducirá a frustración y dificultades.
- Amenazarle, reñirle, gritarle, castigarles…cuando no logra controlar los esfínteres.
- Ridiculizarle en público, compararlo con otros niños más "adelantados".
- Forzarle a usar el inodoro (hay niños que tienen miedo a caerse.
- Ponerle dificultades involuntarias en forma de ropa difícil de manejar por el niño.

Para ayudar al niño a establecer un buen hábito a la hora de controlar esfínteres, debemos seguir unas
pautas que repetiremos cada día:

a) Horario:
No es aconsejable imponer un horario rígido, es mejor adaptarnos a sus necesidades fisiológicas e
intentar anticiparnos. De todas maneras podemos marcar unos momentos determinados de forma
flexible, para favorecer la adquisición de este hábito:
- Al levantarse por la mañana, después de dormir, o por la tarde, después de la sieta.
- Antes de ir a dormir.
- Después de tomar alimentos.
- Antes de salir de casa o hacer una actividad física intensa.
- Al volver a casa o al iniciar una actividad más relajada.

b) Ambiente y utensilios:
Es recomendable que el niño realice sus deposiciones en el lugar adecuado: el cuarto de baño. Hay
que adaptarlo a su tamaño, ya sea con un inodoro pequeño, una tapa especial para reducir el orificio
del váter o un orinal.

c) Persona responsable:

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La actitud del adulto que ayuda al niño en el control de esfínteres es muy importante. Nunca hay que
regañarlo, siempre hay que tener una actitud positiva y paciente. Cuando se le escape la orina o las
heces tenemos que mantener la serenidad y la tranquilidad y demostrarlo tanto con las palabras como
con los gestos.
Para acostumbrar al niño el educador debe proponer ir al baño varias veces a lo largo del día. Si en
vez de esto le preguntamos, la mayoría de las veces obtendremos una respuesta negativa porque estará
entretenido en otras cosas o porque todavía no es consciente hasta que sus necesidades son
inminentes.

d) Método

En lo que se refiere a la educación de este aspecto debemos tener en cuenta:

1º.- Todos los educadores deben mantener uniformidad de criterios en cuanto a las pautas,
actividades y exigencias con los niñ@s, considerando en todo momento las diferencias existentes
entre ellos, por eso, los ritmos y pautas de aprendizaje serán muy individualizados.

2º.- El educador mantendrá una estrecha y total colaboración con los padres. El control deberá
llevarse a efecto a lo largo de las 24 horas del día, porque un control parcial sería ineficaz. De esta
manera en el momento en el que se decida retirar el pañal debe hacerse tanto en casa como en la
escuela.

3º.- Una vez lograda la coordinación (padres- escuelas infantiles), lo primero que tendrá que
preguntarse el personal educador es si el niñ@ está efectivamente maduro para acometer con éxito el
aprendizaje de este control. Esto se puede saber mediante la constatación de los siguientes aspectos:
- Que el niñ@ sea capaz de permanecer sentado en una silla por un espacio, al menos, de 5
minutos.
- Que sea capaz de entender y responder a una orden sencilla.
- Que entre micción y micción transcurra, al menos, hora y media de tiempo.

Todo ello lo anotaríamos en una hoja de registro y teniendo en cuenta que conseguirán
primero la retención diurna y, posteriormente la nocturna.

Si el niñ@ está en condiciones, primero empezaremos con el control de la defecación, que


siempre es más fácil de lograr, y una vez conseguido éste, el de la micción. Normalmente el niñ@
realiza sus defecaciones a horas determinadas, casi todos los días, de tal forma que en un principio,
para conseguir un mayor número de éxitos, en las visitas del niñ@ al servicio, le pondremos en el
orinal quince minutos antes de su hora habitual de defecación. El número de veces que lo pondremos
para este control, al cabo del día, será de cuatro.

Para el control de la micción, lo primero que haremos es quitarle los pañales, y


programaremos entre seis y ocho visitas al servicio, a lo largo del día. Cada vez que pongamos al
niñ@ en el orinal no permanecerá en él mucho más de cinco minutos, pues un tiempo mayor puede
confundirlo, y pensar éste que el servicio es otro lugar de juegos, en vez de el lugar donde debe
realizar sus evacuaciones.

Cuando se trata de niñ@s de cuatro y cinco años, se podrá marcar un control un poco más
general, e ir habituándolos a visitar el servicio en determinados momentos, pero se cuidará que entre
estas visitas no transcurra un período superior a dos horas, pues muchos niñ@s aún se encontrarían

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con dificultades para aguantar un periodo de tiempo más amplio.

Conviene siempre y, quizá más en este período, que el pequeño lleve ropa que sea fácil de
quitar y de poner, para lo que es imprescindible la colaboración de los padres, que les habrán de vestir
con la que sea más cómoda y que él mismo pueda manipular. Y al retirarle el pañal, se ha de hacer de
una forma definitiva y no se ha de volver a colocar por comodidad. Si el pequeño se moja en alguna
ocasión, se le cambiará de ropa inmediatamente para que no se sienta incómodo ni se acostumbre a
estar mojado.

6.2.3. Secuenciación en la adquisición del hábito de higiene general y control de esfínteres:

 De 1 a 3 años:
 Se pasa a no utilizar pañales, aunque en algunos momentos se puedan producir descuidos.
 Debe pedir ayuda o informar de qué es lo que le está pasando.
 Debe iniciarse y empezar a valorar el baño y a colaborar en su higiene.
 Debe lavarse las manos e iniciar su aprendizaje bajo control.

 De 3 a 6 años:
 Durante esta etapa ha de asumir autónomamente el control nocturno de la orina, aunque aún
pueda haber descuidos.
 Debe adquirir autonomía en el control y manipulación de su ropa para hacer sus evacuaciones.
 Debe de ser capaz de limpiarse después de las evacuaciones con cierta corrección.
 Tiene que saber cómo y cuándo ha de lavarse las manos, la cara y los dientes o peinarse, como
parte de su higiene personal, aunque en algunas ocasiones se le ha de recordar que lo haga.
 Debe de utilizar los espacios de higiene con cierta corrección, tirar de la cadena cuando es
necesario y utilizar el papel higiénico.
 Empieza a querer bañarse solo y a controlar sus uñas, aunque pida ayuda para mantenerlas
adecuadamente.

6.2.4. Hábitos relacionados con la higiene buco-dental.

En cuanto al lavado de los dientes se trata de una medida higiénica que tiene una
importancia de primer orden. Se debe iniciar lo antes posible, siendo la madre o el educador o
educadora quien la comience, si no antes, desde el momento de la salida de los primeros dientes. Este
aprendizaje, lo hará con ayuda después del primer año y a partir del quinto o del sexto año, según el
ritmo individual, lo hará solo. Es bueno aprovechar el deseo por parte del niño de imitar a los adultos,
sean padres o educadores. Al principio, la limpieza será incompleta, pero servirá de base para la
consecución de un hábito tan recomendable como éste.

Para establecer un buen hábito a la hora de realizar una higiene bucal correcta debemos seguir
unas pautas que se repetirán cada día:

a) Horario:
A ser posible, la higiene dental se debe llevar a cabo después de cada comida y, en todo caso, antes
del descanso nocturno, que es el momento en que los gérmenes fermentan más el residuo
hidrocarbonado, sobre todo azucarado, que haya quedado depositado en las encías, siendo ésta una de
las causas más importantes de caries dental en niñ@s.
También se debería limpiar la boca de los lactantes varias veces al día; la limpieza más exhaustiva se
podría realizar ene l momento del baño.

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b) Duración:
El cepillado debería durar como mínimo dos o tres minutos.
c) Utensilios:
- Lactantes: gasa estéril o dedal de silicona y suero fisiológico o agua templada:
- Con los niños a partir de dos años usaremos: Cepillo de dientes con mango grueso, cabezal pequeño
y cerdas blandas. Pasta de dientes específica para su edad, vaso de plástico y alza para que alcance el
lavabo.

d) Persona responsable de la higiene dental:


El ejemplo de los adultos es indispensable para la adquisición de este hábito. Durante los primeros
años la persona adula (educador, padres…) serán los responsables de realizar la higiene buco-dental y
hasta los 6-8 años deben supervisar la higiene de los niños.

e) Método:
- En lactantes se debe mojar el dedal de silicona o la gasa y masajear las encías, limpiando los restos
de leche que puedan quedar.
- Desde la erupción de los dientes hasta los 2-3 años la higiene se puede realizar con cepillo pero sin
pasta. A partir de esa edad cuando el niño ya sepa escupir utilizaremos pasta.
Es aconsejable seguir el mismo orden cada día y no olvidar ninguna cara dental: interna, externa y de
contacto. También hay que acordarse de limpiar la superficie de la lengua y las mejillas.

6.3. HÁBITOS RELACIONADOS CON EL VESTIDO:

La adquisición de hábitos relacionados con el vestido también forman parte de las


actividades que favorecen la comunicación adulto- niñ@, el conocimiento del esquema corporal,
así como las condiciones del entorno y las exigencias sociales.

Hace referencia a una serie de hábitos relacionados con la manipulación y el cuidado de la


ropa. En general este conjunto de hábitos se dan asociados a los hábitos de la higiene, ya que se
adquieren paralelamente.

En un principio al igual que con la higiene, el adulto es el responsable de vestir y desvestir al


bebé. A medida que crece es el propio niñ@ el que empieza a participar en estas actividades debido a
que va adquiriendo dominio de su cuerpo, va desarrollando habilidades motrices finas y se va
volviendo más activo.

6.3.1. Aspectos a tener en cuenta.

Antes de iniciar estos aprendizajes, hay algunas consideraciones a tener en cuenta:

- Es una de las actividades, junto con la higiene, que más favorece el desarrollo afectivo y que
fomenta y propicia la comunicación entre el adulto y el niñ@. En estas situaciones el adulto se ha
de mostrar paciente y receptivo.

- El niñ@ debe de comprender qué es lo que se está haciendo para favorecer su interés y
motivación por participar.

- La organización temporal es un factor determinante. Debe darse tiempo al niñ@ para que
empiece a ejercitarse en algunas habilidades motrices necesarias para acabar siendo autónomo en esta
área. Cuando el niñ@ es muy lento se le puede ayudar a controlar el tiempo mediante la observación

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de un reloj donde se haya marcado, con una pegatina por ejemplo, el momento en que es conveniente
que acabe de vestirse.

- La presencia del adulto cuando el niñ@ ya está en el proceso de asimilación de estos hábitos es
muy importante. Hará de guía en el orden a seguir para colocarse o sacarse las prendas de vestir o
favorecerá la comunicación creando un clima afectivo positivo y distendido, (no se ha de dejar al
niñ@ vestirse/desvestirse solo en los primeros intentos).

- Se deben de plantear estas actividades como un juego. Se puede hacer referencia a la parte del
cuerpo o mover con una canción , mirando unos dibujos o simplemente señalándola cuando es
necesario utilizarla. Es bueno recordar que es una manera funcional y significativa de aprender las
partes del cuerpo.

- Se debería de iniciar con prendas fáciles ya que asumir estos hábitos implica el dominio del
esquema corporal y de la coordinación, (esto lleva su tiempo debido a que es un proceso madurativo).

- Enseñar estrategias para favorecer la resolución de las actividades y la propia autoevaluación para
mejorar la corrección en la realización de los hábitos.

6.3.2. Secuenciación en la adquisición del hábito del vestido.

 De 1 a 3 años:
 Debe de mostrar interés y ha de participar en las actividades de vestirse/desvestirse y de
ordenar la ropa.
 Tiene que empezar a hacer los primeros intentos de abrocharse el “velcro” o las cremalleras de
las prendas, de ponerse los zapatos y de bajarse o subirse los pantalones, etc.
 Al final de la fase debe de colgar y guardar algunas prendas, darse cuenta de que va sucio y
pedir que lo cambien.

 De 3 a 6 años:
 Debe acabar vistiéndose y desnudándose solo, sin ayuda, aunque en el vestir puede tener algún
percance.
 Al final debe saber abrocharse los botones y empezar a hacer lazadas, y ha de ser capaz de
girar la ropa si está del revés.
 Tiene que valorar su imagen y cuidar la ropa que lleva.
 Ya debe de poder participar en la limpieza de los zapatos o en poner a sacar las toallas del
baño.
 En algunos casos, a mediados de esta etapa, pueden empezar a aparecer los primeros criterios
de selección de las prendas de vestir, que a menudo no van relacionadas con el entorno o con
la actividad sino con una preferencia estética o de comodidad.

6.4. HÁBITOS RELACIONADOS CON EL DESCANSO

Los niños necesitan dormir bien y un número de horas suficientes para que descansen el cuerpo
y la mente. Hay que educar al pequeño desde el principio, porque a los seis meses los niños ya han
adquirido unos hábitos y es cuando aparecen los trastornos del sueño si esos hábitos no son los
adecuados. Esto supone ayudar al recién nacido a diferenciar el día de la noche, crear una rutina previa
a la hora de dormir que le dé la seguridad necesaria para conciliar el sueño y dormir tranquilo pero,
sobre todo, se le ha de enseñar a dormir sin compañía.

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Para establecer un buen hábito a la hora de dormir o descansar, hay que seguir unas pautas que
repetiremos cada día:
a) Horario:
El niño debe tener un horario fijo para el descanso nocturno y la siesta. De esta manera el cuerpo se
acostumbra a un ciclo de actividad-descanso concreto y es más fácil conseguir mantener la la rutina.
La hora más apropiada para ir a la cama es la 8 o 9 de la noche.

b) Duración:
Depende de la edad del niño.(UD 3). Cuanto más pequeño más tiempo necesita dormir.

c) Ambiente y utensilios:
Visto en UD 3. Recordamos que debe tener una temperatura agradable, luz tenue y silencio. No
podemos olvidar que algunos niños necesitan un objeto que les de seguridad.
En la escuela infantil las colchonetas, cunas o hamacas deben ser de uso individual y estar en óptimas
condiciones higiénicas.

d) Persona responsable del descanso:


Los adultos son los responsables de que los niños duerman las horas necesarias, de enseñarles el hábito
de dormir y conseguir las condiciones óptimas para que resulte placentero. Es importante que sea
paciente y mantenga la calma pero también firmeza.

e) Método:
Cada niño se comporta de un modo distinto en relación con el sueño, establece su propio ritmo y
costumbres, que han de ser respetados, procurándole las mejores condiciones de descanso y de
despertar.
La educadora o educador deben de informarse, por medio de los padres, de las costumbres que el niño
tiene en casa para no establecer cambios de ritmo tajantes entre el hogar y el centro educativo. Ya que,
algunos niños, frecuentemente, los más mayores, se resisten a la siesta; por eso, para que acepten el
hecho de acostarse, aunque sea sin dormir, es conveniente hacerles ver la necesidad del descanso.
A la hora de trabajar el hábito lo primero que hay que hacer es establecer un horario fijo y una
serie de actividades, tranquilas y relajantes (un baño, contar un cuento, escuchar música…), que
realizaremos siempre en el mismo orden.
En la escuela realizaremos actividades y seguiremos unas reglas básicas que podemos clasificar en tres
grupos, según el momento: Antes del sueño, durante el sueño, despertar (vistas en la unidad de sueño)

6.4.1 Aspectos a tener en cuenta en la adquisición del hábito de sueño.

Para que el aprendizaje del hábito de dormir sea el correcto se deben tomar una serie de medidas.
- Enseñar al niñ@ a comprender y aceptar por qué debe ir a dormir y la importancia del descanso.
- Ayudarle a vencer el miedo a la oscuridad.
- Enseñarle a identificar cuándo está cansado y por qué, y a reconocer su propio ritmo de actividad.
- Es importante que comprenda que todos no van a dormir a la misma hora.
- Se pueden utilizar estrategias para ayudar al niñ@ a relajarse como explicar un cuento, oír una
canción o recordar a los amigos. Si fuese necesario, se puede dejar una pequeña luz indirecta
encendida.
- Al despertar también se ha de procurar ayudar al niñ@ a situarse en la realidad y a recuperar el
dominio sobre sí mismo y sobre su propia actividad. Acompañándoles en su dormir y despertar se
consigue hacerles sentir seguros y protegidos.

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6.4.2. Secuenciación en la adquisición del hábito de dormir.

 De 1 a 3 años.
 Durante los dos primeros años se le puede permitir utilizar el chupete para dormir, pero éste se
debe de ir quitando paulatinamente antes de los tres años, para que no afecte al desarrollo de la
dentición y el paladar.
 Durante esta fase todavía se le puede ayudar a relajarse para dormir contándole cuentos o
cantándole.

 De 3 a 6 años.
 Tiene que empezar a controlar las estrategias para dormirse y abandonar una actividad, aunque
ésta sea muy interesante, para irse a dormir si está cansado.
 Debe de saber prepararse para ir a dormir: desnudarse, preparar la cama...

6.5. HÁBITOS RELACIONADOS CON LAS RELACIONES SOCIALES:

Dentro de esta área se incluyen todos aquellos hábitos que ayudarán al niñ@ a
desarrollar su sociabilidad. Principalmente se trabajará la adquisición y comprensión de las pautas
sociales. Básicamente, este conjunto de hábitos estarán relacionados con la comunicación y la
convivencia.

Estos aprendizajes exigen la adaptación del niñ@ a su entorno y a los demás, lo que
supone aprender a aceptar y recibir frustraciones como consecuencia de esta adaptación, ya que
el niñ@, en algunos momentos, tendrá que renunciar a alguno de sus intereses en favor de los
intereses del grupo.

El niñ@ en su desarrollo y crecimiento va teniendo experiencias de relación con los demás. Sus
primeras necesidades físicas son satisfechas por el adulto, no solamente como una tarea mecánica,
sino como una posibilidad de relacionarse y crear lazos afectivos con el niñ@, de hacerlo miembro del
grupo. Si estas relaciones son satisfactorias la autoimagen del niñ@, su conciencia de yo se sentirá
segura e irá adquiriendo motivación para relacionarse con otras personas, adultas o iguales.

6.5.1. Aspectos a tener en cuenta.

- Estos hábitos se inician paralelamente a la satisfacción de otros hábitos como son la higiene personal
o la alimentación que proporcionan experiencias de relación íntima o de apego con el adulto.

- El nivel de desarrollo comunicativo tanto verbal como no verbal del niñ@ favorecerá la ampliación
del número de personas con las que iniciará las primeras relaciones diferentes adultos-niñ@.
- En la adquisición de las relaciones sociales el niñ@ pasa por varias fases: primero muestra más
interés por relacionarse con el adulto que con otros niñ@s, después pasará a sentir interés por lo que
hace un igual y finalmente se relacionará o querrá formar parte de un grupo.
- La historia de las relaciones vividas en el seno familiar es muy importante y marcará sus estrategias,
motivaciones e intereses por relacionarse con otros adultos o con sus iguales, ya se individualmente o
en grupo.
- Las relaciones sociales dan lugar a la aparición de sentimientos y a actitudes tanto positivas como
negativas que se han de trabajar para ayudar a la construcción del yo del niñ@. La aparición de
conflictos y el trabajo que se realice para ayudar al niñ@ a solucionarlos serán la base de su futura vida
social.
- La afectividad y el apego, sobre todo con los adultos, son el motor del inicio de la socialización.

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6.5.2. Secuenciación en la adquisición del hábito:

 De 1 a 3 años:

 Las primeras manifestaciones que se darán en los bebés como respuesta a situaciones sociales
son la aparición de las primeras sonrisas después de estímulos afectivos ofrecidos por el
adulto.
 No será hasta los 2 o 3 años cuando el niñ@ empiece a comprender las pautas de relación
familiar.
 A esta edad (2 o 3 años) ha de ser capaz de adaptarse al cuidado de otras personas sin pedir
trato y cosas diferentes a las habituales, y sin mostrarse excesivamente (períodos de adaptación
a espacios nuevos como la escuela infantil) angustiado ante la separación de los adultos de
referencia.
 Deben de aparecer las primeras pautas de relación social como el saludar o despedirse pero
sobre todo para satisfacer la demanda del adulto.

 De 3 años a 6:

 Saludar y despedirse empiezan a tomar sentido de socialización aunque aún están muy unidas
a manifestaciones emotivas.
 Empiezan a hablar con desconocidos y a adaptar su conducta a entornos y situaciones nuevas o
poco habituales como la visita al médico o la celebración de una fiesta.
 Tiene que saber responder a respuestas o demandas precisas.
 Debe de saber responder y mantener una pequeña conversación telefónica.
 Tienen que ser capaces de transmitir informaciones sencillas de un adulto a otro.
 Debe de poder definir y explicar emociones sencillas o situaciones de placer o conflicto
producto de su relación con los demás.
 Empieza a comprender la utilidad y disponibilidad de algunos servicios públicos (policía,
bomberos...).

7. IMPORTANCIA DE LOS ESPACIOS EN EL DESARROLLO DE LOS HÁBITOS Y LA


AUTONOMÍA PERSONAL DE LOS NIÑOS.

Los diferentes espacios educativos deben estar diseñados y equipados, con recursos, no solo
atendiendo a normas de seguridad e higiene, sino también a la promoción y el desarrollo de la
autonomía, a la adquisición de hábitos y al desarrollo global del niño.

7.1. ESPACIOS Y TIEMPOS FAVORECEDORES DE LA AUTONOMÍA PERSONAL.

Los educadores tendremos que encargarnos de satisfacer las necesidades básicas de los niños, tenerlas
como eje de la actividad educativa, colaborar en el desarrollo de su autonomía, y todo ello llevado a
cabo dentro del centro escolar.
Basándonos en la legislación vigente, el espacio y los tiempos deben cumplir los siguientes requisitos:
- Estimular la interacción personal. La distribución de espacios y tiempos tiene que propiciar el
establecimiento de relaciones sociales con los iguales y con los distintos miembros de la comunidad
educativa.
- Estimular la manipulación y la observación. Los espacios tienen que ser motivadores para
incentivar la observación y estar adecuadamente diseñados y equipados para dotar al niño de medios
para la experimentación y la manipulación.

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- Proporcionar seguridad. El espacio debe estar diseñado de acuerdo a las normativas vigentes
respecto a la seguridad e higiene.
- Proporcionar seguridad afectiva y emocional. El cumplimiento de horarios va a facilitar la
creación de rutinas y la adquisición de diferentes hábitos, que van a hacer que el niño se sienta más
seguro y autónomo. Ambos factores serán determinantes para que el niño desarrolle de manera
apropiada su autoestima.
- Adaptarse a necesidades tanto individuales como grupales. Dependiendo de la edad, del
momento evolutivo de los niños y de las necesidades individuales o colectivas, los tiempos, los
espacios, el mobiliario y los utensilios utilizados en la escuela infantil serán diferentes y adecuados
para cada situación.
- Adaptarse a diferentes tipos de actividades. Tanto el espacio como el mobiliario el equipamiento
deben ser los adecuados a las actividades que se van a desarrollar.
Para un educador infantil, todos los momentos y todos los espacios tienen importancia en ellos
mismos. Deben ser espacios y tiempos flexibles, capaces de adaptarse a los intereses y
necesidades de los niños, y estar estructurados pero no cerrados.

7.1.1. El centro escolar como espacio educativo.

El centro educativo es un marco ideal para llegar a adquirir hábitos o incluso sustituir
costumbres no demasiado adecuadas que parten del entorno familiar.

La adaptación a nuevas situaciones y la capacidad creciente de tolerar la frustración son


objetivos de la educación infantil, cuya consecución depende de cómo se resuelve las situaciones
conflictivas que se repiten día a día y que tienen una importante función en del desarrollo y la
educación infantil.
Por lo tanto, la escuela infantil debe desarrollar en los niños las capacidades que les permitan
conseguir los objetivos generales de la educación infantil, “Decreto 330/2009, do 4 de xuño, polo quese
establece o currículo da educación infantil na Comunidade Autónoma de Galicia”.

Debemos crear un ambiente en el que se desarrollen rutinas que favorezcan la adquisición de


hábitos para la consecución de estos objetivos.

Es necesario dar identidad a todas las estancias, debe ser una decoración significativa, que
busque el centro de interés del niño, para que pueda identificar lo que se ha representado (murales,
pinturas, cuadros) con la estancia o la actividad que se desarrolla en ella. También es aconsejable huir
de los estereotipos decorativos que van a coartar la capacidad imaginativa del niño (por ejemplo,
personajes Disney). Hay que buscar algo más personal y cercano a ellos, sin caer en ningún caso en la
saturación del espacio.

7.1.2. Espacio para la alimentación. (Ver UD 2).


7.1.3. Espacio para el descanso. (Ver UD 3).
7.1.4. Espacio para la higiene. (Ver UD 4).

7.1.5 Espacios para los aprendizajes escolares y las relaciones sociales.

La escuela infantil cumple una importante función social, ya que en ella tiene lugar la primera
experiencia social fuera del núcleo familiar. Como educadores debemos dotar al niño de los recursos
que le permitan establecer relaciones sociales y afectivas, y contribuir al desarrollo de actitudes de
colaboración y apoyo que posibiliten la aceptación y el respeto por las normas del grupo.

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En casi todas las dependencias de la escuela infantil se consiguen aprendizajes escolares se
desarrollan relaciones afectivas y de un modo u otro se juega o se aprende algo a través de un juego ya
sea en la hora del comedor, durante una práctica educativa o jugando en el patio.

Como educadores debemos adecuar los espacios, los tiempos y los recursos para potenciar este
contacto social. El niño va a sentirse más seguro a medida que vaya creando vínculos de afecto.

Espacio físico, será el aula el espacio donde el niño va a pasar la mayor parte del tiempo. Según la
legislación (Decreto 329/2005, do 28 de xullo), debe tener una superficie mínima de 30 metros
cuadrados. En el caso de los menores de 2 años, debe contar con zonas diferenciadas para el descanso
y la higiene y, en el caso de los lactantes con un espacio específico para la preparación de alimentos.
En el aula hay que crear un ambiente de trabajo acogedor y motivador. La decoración tiene que ser lo
más significativa posible, huyendo de los esteriotipos para conseguir un pensamiento más divergente
y creativo. Se puede distribuir el espacio por rincones o centros de interés o preparar talleres, siempre
debidamente equipados y buscando la autonomía del niño.
Mobiliario debe ser elegido y estar colocado buscando la autonomía del niño.
Por lo tanto, será adecuado a su tamaño y a su momento evolutivo. Los armarios, las mesas y sillas
serán adecuados a la estatura de los niños. Si hay algún material que no queramos que cojan a
voluntad, lo colocaremos en los estantes o armarios más altos y serán las educadoras quienes lo
saquen cuando lo necesiten. Es importante para la autonomía del niño en el trabajo que los utensilios
se almacenen en los armarios dentro de recipientes transparentes para que pueda verse el contenido y
les resulte fácil sacar y recoger ese contenido.
Equipamiento serán todos los materiales del aula que utilicemos para el trabajo diario, desde
cartulinas, tijeras, ceras, plastilina, juegos de aprendizaje, muñecas, elementos para el juego
simbólico, etc. Todo el material que se utilice en la escuela infantil tiene que estar adaptado al
desarrollo evolutivo de los niños. Se debe disponer de material suficiente para que los niños puedan
elegir, pero no un exceso que cause aburrimiento, ni tan pocos que pueda dar origen a conflictos entre
ellos.

7.1.6. Organización de los tiempos escolares

No menos importante que lo anterior es la organización de los horarios, del ritmo diario en
función de las necesidades de los niñ@s.

El tiempo escolar se organizará teniendo en cuenta el enfoque globalizador del currículo de educación
infantil, y debe incluir actividades y experiencias que respeten sus ritmos de trabajo, de juego, de
higiene y descanso. Se llevará a cabo una distribución horaria basada en las rutinas, tan necesarias en
la infancia para adquisición de los diferentes hábitos. Y debe hacerse de tal manera que los niñ@s
perciban el paso del tiempo bien con palabras, gestos, cambios de lugar que indiquen que es la
hora de salir fuera, la hora de dormir o la hora en que les vienen a buscar, ya que es fundamental
para la estructuración mental de los pequeños poder ir anticipando los acontecimientos que se
producen a lo largo del día. El horario deberá ser flexible, natural y regular, sin alterar o forzar los
ritmos de los niñ@s: comer demasiado pronto o tarde, interrumpir el sueño, prolongar el juego cuando
están cansados... El cumplimiento del horario va a desarrollar en los niños confianza y seguridad
sobre el mundo que los rodea, favoreciendo su autonomía. Hay hábitos que para su adquisición
requiere todo el curso escolar.
A continuación veremos un ejemplo del horario en la escuela infantil. No será igual la
distribución horaria si la jornada comienza a las 7 de la mañana que a las 8.30 o a las 9, y además
debe adaptarse a las necesidades y a los ritmos individuales de los niños y del contexto que esté
inmersa la escuela infantil.

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Mañana Tarde

Horas Actividades Horas Actividades

8.30 - 9 Rutina de llegadas 13 - 13.15 Rutinas de higiene. Preparación para


la siesta
9 – 9:30 Rutinas de higiene 13.15 - 14.45 Siesta

9.30 - 11.00 Realización de actividades 14.45 - 15 Rutinas de higiene

11.00 - 11.15 Rutina de higiene 15 - 16.15 Realización de actividades

11.15 - Patio y juegos dirigidos 16.15 - 17 Merienda


11.45
11.45 - 12 Rutinas de higiene. Momentos 17 - 17.15 Rutinas de higiene
de preparación de la comida
12 - 13 Comida 17.15 -18 Rutinas de salida

8. PAPEL DEL EDUCADOR EN LA ADQUISICIÓN DE HÁBITOS DE AUTONOMÍA


PERSONAL.

Como la mayoría de los aprendizajes los hábitos se adquieren por imitación y jugando, es decir en
relación con las demás personas. Así pues, la relación que el niñ@ establece con la persona que le
enseña o exige el hábito es muy importante:

1º.- La actitud del educador es fundamental, puesto que tiene que considerar estas actividades como
una parte importante (que no exclusiva) del desarrollo global del niño, procurando no actuar de
manera mecánica, adoptando una postura tranquila, paciente y regular, y manteniendo un equilibrio
entre la flexibilidad necesaria propia de la educación de estas edades y la rigidez en cuanto a normas
imprescindibles. Así pues, las actitudes tienen que ser siempre las mismas para no confundir a los
niños. Procurando que sean siempre las mismas personas las que los atienden; así se logrará una
acción más coherente.

2º.- Se debe dejar al niño o niña hacer todo lo que sepa, no haciendo nada en su lugar, puesto que
esto supondría un retraso en el aprendizaje.

3º.- El educador tiene que animar, motivar y procurar la colaboración del niño siendo comprensivo,
afectuoso y evitando coacciones. Insistirá, pero no agobiará, alabará y reforzará las conductas
positivas. El empleo de refuerzos requiere un estudio cuidadoso de las características de cada niño, ya
que no todos los refuerzos sirven para todos los niños y niñas. En todo caso son preferibles refuerzos
como alabanzas, muestras de afecto, o la realización de alguna actividad que guste al pequeño. La
atención es una recompensa muy efectiva; se debe ignorar cualquier comportamiento que no sea
adecuado. Cualquier refuerzo se dará inmediatamente después de realizada la acción adecuada, y sólo
por esa acción. Según se vayan dominando las habilidades, se irá prescindiendo de ellos.

4º.- El lenguaje empleado ha de ser claro y preciso, y las instrucciones, sencillas y directas.
Téngase en cuenta que lo que parece muy claro para los adultos puede que no lo sea para los niños.

5º.- Es importante también que el educador capte la atención del niño y se asegure de que éste le
está escuchando.

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6º.- Tendrá siempre presente que es un modelo, lo que significa que, por un lado, debe tener cuidado,
pues cualquier hábito inadecuado será imitado por los pequeños y, por otro, que se trata de una
estrategia educativa muy útil.

7º.- El educador realizará las acciones que el niño tiene que aprender, y a éste le será fácil copiar de un
modelo, que a veces puede ser otro niño que ya tiene adquirido un determinado hábito. En este
sentido, los movimientos del educador serán lentos, amplios y, si se requiere, un poco
exagerados, para que sean más asequibles por parte de los pequeños.

8º.- Además de servir de modelo, el educador presta ayuda física o verbal a los niños y niñas
cuando lo precisan (pero sólo si es imprescindible), como cuando coloca bien la cuchara en la mano,
sujeta el ojal mientras el pequeño introduce el botón, pone el abrigo de espaldas sobre una superficie
para que se lo ponga, etc. Esta ayuda, cuando la haya, se irá atenuando y retirando paulatinamente,
según el desarrollo del aprendizaje de cada niño, hasta que no sea necesaria, ni siquiera, ayuda verbal.

9º.- La posición que ocupa el educador también es fundamental para ayudar a los niños en estos
aprendizajes. Es decir, según para qué aprendizajes, habrá que colocarse detrás, a un lado, en frente...
Así, si el niño tiene que imitar, ha de ver al educador, pero teniendo en cuenta que no se confunda
entre un lado y otro, porque en esa situación hay que colocarse a su lado y estar bien visible, pues de
frente actúa en espejo.

9. IMPLICACIÓN DE LAS FAMILIAS EN LA ADQUISICIÓN DE LA AUTONOMÍA


PERSONAL: RELACIÓN FAMILIA-ESCUELA

Uno de los objetivos generales es conseguir individuos autónomos, por lo que debemos
hacer partícipes a las familias para que continúen trabajando este objetivo, dejando que los
niños hagan las cosas por ellos mismos en la medida de sus posibilidades. Por lo tanto, debe
haber una intervención conjunta, para establecer pautas comunes, para dotar de funcionalidad los
aprendizajes.

Como el aprendizaje se va a iniciar en la escuela o en casa, los dos agentes tienen que
coordinarse y seguir en la medida de lo posible, la misma metodología para facilitar la adquisición
del hábito y los procedimientos y estrategias a utilizar, así se facilitará al niñ@ el proceso de
adquisición.

Si se tiene en cuenta que en los primeros meses de vida los encargados de satisfacer las
necesidades de los bebés serán los adultos, supone que tanto la familia como la escuela tendrán que
conocer las horas de las comidas, de sueño y cualquiera otra particularidad de la vida cotidiana
del niñ@. De esta manera facilitaran la continuidad entre la vida familiar y la vida escolar del bebé.

Un ejemplo claro de esta necesidad de interacción es el momento en que se decide quitar los
pañales a un niñ@. Este avance sólo se realizará con éxito si ambos ámbitos se coordinan
adecuadamente y aplican las mismas estrategias.

Esta actuación paralela también es importante debido a que los hábitos se adquieren y
consolidan en el día a día conjuntamente en los dos ambientes. Un hábito que el niñ@ sólo aplica
en casa no se puede considerar consolidado ya que sólo está adquirido cuando se aplica cada vez que
es necesario, adaptándose al entorno en que se ha de ejecutar.

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Hay muchas maneras posibles de establecer la relación entre la escuela y la familia, y depende
de cada centro. De forma general:

FORMAS DE TRANSMITIR LA INFORMACIÓN


Directa -Contacto informal diario (entradas y salidas): los educadores informarán sobre
cuestiones como alimentación, sueño, higiene, actividades….
-Las reuniones para transmitir información, normas, estrategias.
-La entrevista personal es un instrumento para intercambiar información, nos será útil
para informar sobre: vías de coordinación, puntos a mejorar en el desarrollo de
hábitos, otros a mantener,….
Indirecta .-Informes escritos que se entregarán periódicamente a los familiares para informar
sobre los progresos del niño.
-Notas informativas individualizadas (agenda escolar) son un instrumento muy
práctico en E.I para que los familiares conozcan todo lo acontecido en relación a su
hijo en el aula.
- Notas informativas a nivel de grupo-clase; consisten en mostrar, mediante carteles o
en el tablón de anuncios, información referente a reuniones, menús, necesidad de
materiales, celebración de fiestas, etc.
FORMAS DE RECABAR LA INFORMACIÓN
Directa - Entrevista personal: normalmente es de donde más información se obtiene. Durante
las entrevistas y especialmente en la inicial, se recaba información general del niño.
En el caso de que necesitemos ampliar la información de algún aspecto se realizará un
cuestionario abierto o cerrado a las familias.

Indirecta - Cuestionarios: se pueden entregar a las familias para recabar información sobre
aspectos generales relacionados con los hábitos, trastornos… Esta información será
analizada y se obtendrán las conclusiones sobre los hábitos del entorno social y
cultural de las familias.

La familia debe ser consciente de los avances del pequeño, y saber que para que sea
autónomo hay que darle tiempo. Debemos comunicar a los padres que sean constantes y pacientes
pues la adquisición de hábitos lleva su tiempo. De lo contrario, lo que se avanza en el centro educativo
en una semana, se puede perder en un fin de semana en casa.

Hay que ser sinceros con ellos respecto a lo que el pequeño hace en el centro y en relación con
la opinión que se tiene sobre como trabajan los padres los hábitos. La actuación será cautelosa en este
sentido, sin olvidar que es el profesional de la educación en quien los padres confían.

10. CONFLICTOS Y TRASTORNOS RELACIONADOS CON LA ADQUISICIÓN DE


HÁBITOS DE AUTONOMÍA PERSONAL.

10.1.- Relacionados con la alimentación (ver en la UD 2).


10.2.- Relacionados con la higiene (ver en la UD 4).
10.3.- Relacionados con el sueño y descanso (ver en la UD 3).

10.4.- Relacionados con la socialización y la afectividad.

Los celos aparecen siempre que el niño se siente en desventaja frente a otro (hermano o no hermano).
Es un sentimiento personal y subjetivo que puede no estar fundamentado objetivamente, pero que es
verdadero por quien lo siente. La solución es aceptarlos como algo natural que hay que trabajar para
minimizar y para dar salida al malestar del niño.
El plan de acción:
- Trabajar con la realidad del niño (con lo que él siente y vive).
- Tratar a cada niño según su carácter.

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- Subir o mejorar la autoestima, los valores personales, el afecto, el respeto a los demás y hacia sí
mismo, y propiciar un clima familiar de tranquilidad.
- Si el comportamiento del niño celosos es muy incorrecto o desagradable (pegar, romper, vomitar,
etc.), habrá que actuar corrigiendo o sancionando lo que está mal hecho, pero evitando criticarle a él
como persona.

Agresividad infantil. En niños de 1 a 3 años es frecuente las agresiones de pegar, morder, arañar y
hay razones biológicas, sociales que lo explican. Pero no por ello se debe dejar que este
comportamiento continúe, y es necesario diseñar y seguir pautas específicas para aumentar la
sociabilidad con conductas de cooperación, respeto al otro y habilidades sociales ante los conflictos.
Las pautas generales de acción serian:
- Trabajar para potenciar el comportamiento socialmente aceptable, haciendo juegos para practicar
habilidades sociales.
- Cuidar los modelos próximos: padres, familiares, educadores, etc.
- Comentar con él los modelos del ambiente: televisión, películas, etc.
- Explicar lo que está bien, qué está mal, el respeto hacia los otros, etc.
- Entrenar habilidades ante conflictos: cuentos dialogados sobre el conflicto a tratar, cómo hacer
turnos, etc.

Miedo. Es una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. El origen
puede ser: ansiedad general del niño, experiencias vividas (por repetición o intensidad), deficiente
desarrollo de habilidades, modelos, ambiente que induzca a que surja ese sentimiento. Cómo evitar
su aparición: aceptarlo con normalidad, dar apoyo afectivo, actuar siempre con tranquilidad,
controlar los modelos, cuidar mucho lo que no se debe hacer, cuidar la prevención, entrenar en
habilidades, observar los avances, aunque sean mínimos y reforzarlos.

Plan de acción cuando surge el ataque de miedo:


- Actuar con la mayor tranquilidad posible.
- Hablar con tonos bajos y ritmos pausados.
- Proporcionar contacto físico, siempre que sea posible.
- Dar apoyo afectivo.
- Transmitirle mensajes tranquilizadores y breves. En estas situaciones el niño no puede razonar y no
suele recibir los mensajes que se le envían. Necesita sobre todo afecto.
- Felicitarle por cualquier avance natural o espontáneo y resaltarlo para que se enorgullezca y continúe
avanzando. Favorecer ese avance con juegos, materiales o actividades.
- Tratar de convencerle de que no hay que avergonzarse de tener miedo. Plantearlo como algo normal
dentro de una situación de normalidad.

Rabietas. Son aquellos comportamientos (llanto, gritos, tirarse al suelo, enfurruñarse, quejarse, etc.)
que aparecen cuando no se satisface alguna de las demandas del niño o que se producen como llamada
de atención.

El plan de acción:
- El problema es técnicamente fácil, pero lo difícil es mantener la tranquilidad y la paciencia para
actuar constantemente de manera correcta. La clave es intentar cambiar ese comportamiento por otro y
tomar la firme decisión de actuar correctamente.
- Dejar de atender las rabietas de forma absoluta, en todos los grados y en todos los casos.
- Estar muy atento para atender cualquier demanda que se aun poco correcta.
- Actuar igual en todos los lugares y situaciones (calle, escuela, casa, tiendas, etc.).
- Mantenerse sin ceder y actuar con calma ante sus insistencias posiblemente incorrectas.

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- Cuando se pase la rabieta, actuar con normalidad, como si no se hubiera producido.
- Si al no atender su rabieta inicia comportamientos muy incorrectos o peligrosos, actuar como
haríamos en cualquier otra situación con ese comportamiento.
- Tratar de diferente manera las rabietas que aparezcan por sueño, cansancio, fiebre etc.

11. PROGRAMACIÓN DE HÁBITOS.

Antes de la programación tendremos que analizar todos los factores que pueden incidir de forma
directa o indirecta en la adquisición de los hábitos. Mediante la programación evitaremos el azar,
la improvisión, la pérdida de tiempo, la realización de esfuerzo en vano y se contará con la suficiente
flexibilidad para adaptarse al niño, su familia y entorno.

11.1. CONSIDERACIONES PREVIAS A LA PROGRAMACIÓN DE HÁBITOS

Los aspectos a tener en cuenta referente a los niños son:

Características y necesidades de los niños. No podemos olvidar, los cambios que se producen en el
crecimiento y desarrollo infantil, ya que definen de forma decisiva su evolución, sobre todo los que
ocurren en los tres primeros años.

A través de la marcha se abre un nuevo mundo de experiencias motrices gruesas e una incipiente
motricidad fina, que le conducirán hacia un notable incremento en todas las áreas de su desarrollo
integral. Y, el lenguaje le va ayudar a verbalizar las instrucciones para realizar de forma autónoma los
hábitos básicos, interiorizando la secuencia de acciones que se suceden hasta que se automaticen,
siempre que el niño tenga la maduración física y psíquica suficiente para realizar la acción.

Las necesidades, al igual que las características psico-evolutivas y madurativas de los niños van
cambiando y nosotros como educadores debemos conocerlas y actuar en relación a ellas, intentando
adecuar y ajustar nuestra programación de hábitos a esos aspectos.

La familia como primer agente de socialización marca la historia personal con la que el niño llega al
centro educativo. De la familia y de su entorno ha ido tomando los primeros contactos con los
aspectos relacionados con los hábitos de alimentación, higiene, sueño, descanso y relación. En muchas
ocasiones, por desconocimiento de las familias, los modelos que proyectan no son totalmente
correctos y beneficiosos para el desarrollo del niño, esto es algo que el educador debe analizar y
valorar, intentando compensar las desigualdades (sociales, culturales, económicas) que detecte.
Siempre con la cooperación con la familia.

Entorno.- El entorno que rodea al niño no es neutro, sino que en cierta forma, determina, la cantidad y
calidad de hábitos que va adquiriendo el niño. Además, son seres dinámicos y en un continuo cambio,
al igual que el entorno en el que viven. El entorno rico en estímulos potencia sus capacidades al igual
que el entorno pobre en estímulo los coartan. Otro aspecto a tener en cuenta es el entorno como
espacio físico (hogar, escuela infantil, calle), donde se pueden encontrar peligros que pueden de
alguna forma truncar el desarrollo integral del niño, y que se deben de tener en cuenta antes de
comenzar la programación. Desde el primer momento afrontaremos la protección y prevención de los
más pequeños, creando un entorno seguro, el cual se irá ampliando poco a poco a su campo de
experimentación y descubrimiento, al igual que su interés y curiosidad por todo lo que le rodea.

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11.2. ELEMENTOS DE LA PROGRAMACIÓN DE HÁBITOS

Programar: "consiste en introducir organización y racionalidad en la acción" (Ander-Egg,1998). "Idear


y ordenar las acciones necesarias para realizar un proyecto" (Rae, 2008).
Programación: "establecer una serie de actividades en un contexto y en un tiempo determinados para
enseñar unos contenidos con la pretensión de conseguir objetivos"(Antúnez y otros, 1992). Plan de
trabajo activo y secuenciado para que el alumnado adquiera los aprendizajes que se estiman adecuados
a su nivel de maduración y desarrollo en un tiempo determinado.
Evaluación: interpretar, mediante criterios, los resultados alcanzados por los niños durante el proceso
de aprendizaje de unos objetivos planteados.

Como toda intervención educativa, el aprendizaje de los hábitos requiere una programación y una
evaluación constante, para ir adaptando y asegurando que el proceso se vaya consiguiendo
correctamente.

Hay que partir de la base de que la adquisición de un hábito es un aprendizaje a largo plazo, por ello
se ha de plantear de forma sistemática, teniendo claros los objetivos en cada momento y la
metodología que se utilizará.

Para llevar a cabo la programación de hábitos, y antes de iniciar el aprendizaje de cada uno de ellos es
necesario tener en cuenta los siguientes aspectos:

 Saber lo que supone este aprendizaje: grado de dificultad.


 En qué acciones se descompone.
 Cuál es el orden de ejecución que asegura mayor éxito.
 Cuánto tiempo requiere su ejecución completa.
 Cuántas veces se tiene que llevar a cabo a lo largo del día.
 Qué instrumentos o recursos es necesario utilizar.

Por todo esto, la programación girará en torno a estos ejes:

1). ¿Por qué?


Esta pregunta hace referencia a la justificación de la programación, para ello debemos conocer y
analizar previamente las características y necesidades de los niños/as y las niñas a las que va dirigida
nuestra programación, conocer los requisitos previos necesarios para la programación del hábito y
ver si se cumplen o no. Se establece el inicio o punto de partida para determinar qué sabe hacer el
niño/a en relación con las habilidades o comportamientos que implica el hábito en cuestión. Hay que
tener en cuenta, que estas habilidades implican maduración neurológica, muscular e intelectual, por lo
que se deben ajustar las exigencias o expectativas que se esperan a la edad madurativa del niño.

2). ¿Qué tiene que aprender a hacer el niño? ----- Objetivo.


Como en toda programación se han de marcar unos objetivo (que son el fin o la meta) : esto supone
escoger la conducta que se quiera convertir en hábito, lo que estará en función del nivel de
crecimiento y desarrollo del niñ@.

Se han de seleccionar los contenidos (a través de ellos se pretende conseguir los objetivos
planteados, es decir los aspectos conceptuales, procedimentales y actitudes, valores y normas que
están implicados en el hábito y en su aprendizaje. A partir de aquí se establecerán las actividades, los
recursos y en qué momento y cuánto tiempo se va a dedicar a su adquisición, consolidación y
generalización.

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3). ¿Cómo tengo que enseñar? ---------- Estrategias metodológicas.
Tendremos en cuenta los principios de intervención más adecuados para el desarrollo de los hábitos de
autonomía personal. El método de trabajo se basará en las experiencias, motivación extrínseca,
aprendizajes significativos, globalización, organización de espacios y distribución de los tiempos en
el aula mediante los diferentes momentos, ritmos y rutinas, siempre atendiendo a la edad de los niños
y necesidades e intereses. Estos métodos de trabajo se aplicarán en un ambiente de afecto y confianza
para potenciar la autoestima y la integración social de los alumnos.
También debemos tener en cuenta los recursos y materiales específicos para cada hábito y las
actividades adecuadas a cada aprendizaje.

En este sentido se parte de la idea de que, las actividades de rutina diaria, deben:

● Ser globalizadas; con este enfoque se programan las actividades de rutina diaria que constituyen
los hábitos de cuidado propio o autonomía personal.

● Serán satisfactorias y agradables para el niño; así las irá interiorizando como una necesidad
propia. Cuando se practica una nueva habilidad, aunque se insista en ella, no se ha de trabajar de
forma aislada, sino que se deben realizar todas las conductas relacionadas que el niño ya sepa hacer.

● Conviene organizar las actividades de forma que se repitan siempre de la misma forma,
respetando las necesidades y peculiaridades de cada niñ@.

● Es necesario ordenar el momento en el que cada niñ@ va a ser atendido. Que cada niñ@ llegue a
saber el lugar que ocupa en el grupo. Cuando alguno se impaciente y “aún no le toca” el educador/a
podrá calmarle con palabras “espera un poquito más, que ya acabamos enseguida”.

● Hay momentos que son los propios para educar los hábitos, pero hay muchos más que resultan
propicios; por eso, cualquier momento que se preste a ello es bueno para reforzar comportamientos;
no hay que esperar al momento del lavado de manos para insistir en la higiene, los hábitos implican
actitudes generales de la persona.

● Se deben empezar con tiempo suficiente para que cada niño, según su propio ritmo, siga él solo
las conductas ya aprendidas. Aunque, con los más pequeños el educador es en realidad el que
desarrolla la actividad, se procurará dejar al niñ@ participar activamente, pidiéndole colaboración:
“abre bien la boca”, “acércame el pie”...

● Durante el desarrollo de las actividades el educador/a no impedirá nunca que el niñ@ explore y
experimente todo lo que quiera. Dejará que el niñ@, practique y consolide, tantas veces como dese,
las habilidades y aprendizajes adquiridos.

El desarrollo de cada uno de los hábitos de autonomía personal implica muchos aspectos. El
educador debe analizar y contemplar en su programación cada uno de ellos, atendiendo siempre
a las necesidades básicas, a las capacidades y maduración del niño en cada una de las edades.
Son actividades que permiten al niñ@ satisfacer sus necesidades básicas y que por lo tanto ha de ser
tratado como una persona individual que tiene sus propios ritmos, sentimientos y emociones.

4) ¿Cuándo?

Hace referencia a la temporalización, debemos temporalizar nuestra programación aunque eso no


significa ser rígidos ni marcar horarios ni un cronograma inflexible. Más bien todo lo contrario, si

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tenemos claro que cada niño/a tiene su propio ritmo de aprendizaje, y como educadoras nuestro papel
se basa en el respeto a los niños/as, a sus necesidades y ritmos, nuestra temporalización tiene que ser
flexible, dando pie a alargar y acortar tiempos, estará sujeta a modificaciones, los ritmos los marcará
el propio niño/a, y nos centraremos en momentos y rutinas y no en horarios donde el reloj nos marca
la actividad. Debemos tener en cuenta que hay hábitos que tardan un curso escolar en adquirirse.

5. ¿Dónde?

Hace referencia a los espacios, tanto en la escuela como en casa, es fundamental organizar los
espacios en los que se va a realizar el aprendizaje de hábitos relacionados con alimentación, higiene y
descanso. Es una tarea fundamental de la educadora, diseñar y organizar estos espacios de forma que
favorezcan el aprendizaje autónomo de los niños/as.

6. ¿Con qué?

Nos referimos a los recursos, humanos y materiales, que vamos a necesitar para llevar a cabo la
programación.
Los recursos deben responder a unos criterios pedagógicos (polivalentes, motivadores) y de calidad
(higiénicos, seguros y no tóxicos). Los recursos materiales ayudarán a interiorizar hábitos pero sin
olvidarnos que son medios y no fines.
De forma general, todo tipo de mobiliario que se utilice en la adquisición de hábitos tiene que
adaptarse al tamaño y a las características evolutivas de los niños.
Los utensilios estarán colocados en el lugar donde vayan a emplearse, bien ordenados y clasificados,
pues éste es también uno de los aspectos que se debe educar en los pequeños. Éstos podrán usar los
objetos sin dificultad.
Al principio, las prendas serán anchas y con las mangas cortas, pues esta ropa es fácil de quitar y
poner; se han de evitar los cuellos altos y cerrados. Las cremalleras no han de oponer resistencia; se
las puede suavizar untando en ellas jabón. Si se coloca una anilla en el tirador, se cogen mejor

Además de los materiales o utensilios propios de los hábitos cotidianos, existen recursos
didácticos de apoyo, como bastidores (de cremalleras, lazos, hebillas...), planchas con formas de
zapatos para atar cordones o cajas de madera con distintas cerraduras. Asimismo, hay juguetes y
materiales que desarrollan destrezas motrices que se ejecutan en los hábitos: juegos de enroscar y
desenroscar, juegos que ejercitan la pinza, ropa para vestir y desvestir a muñecos..., sin olvidar el
material del entorno.

7). ¿Cómo se puede saber si lo ha conseguido? ¿Hasta qué punto lo domina?------- Evaluación.
Debe de servirnos par identificar los aprendizajes y los hábitos adquiridos y los posibles problemas
que puedan surgir; de esta forma para ir modificando y readaptando al niño.

Se debe evaluar durante todo el proceso: antes (inicial), durante (continua) y después del mismo
(final).

En la evaluación inicial se le pasará un cuestionario a los padres sobre los hábitos que tienen el niño
en casa. Este cuestionario pasará a ser el informe inicial con el que contaremos para detectar cualquier
anomalía si la hubiera, pero sobre todo para conocer el punto de partida de nuestro trabajo con cada
niño.

Para la evaluación del proceso se utilizaría la observación directa de todos y cada uno de los
alumnos, sus respuestas, interacciones, iniciativas, reacciones, gestos, emociones, etc., así como la

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contextualización de los entornos donde aprende. Todo ello, se registrará en tablas de observación,
previamente diseñados con ítems que interesen observar. El resultado será un proceso concreto de
enseñanza/aprendizaje en el que debe existir la mayor coordinación de todos los profesionales.

Dado que los hábitos son trabajados a lo largo de la etapa educativa, trataremos mediante la
evaluación de determinar y consignar el grado de adquisición de cada uno de los hábitos. Se trata de
conocer en la fase de consecución en que se encuentran, si están iniciándolo, están en fase de
adquisición o lo han conseguido. Así pues, la observación de los comportamientos relacionados con
los hábitos se puede hacer atendiendo a una serie de parámetros, que tiene que establecer previamente
el educador:
* Qué: tipo de acciones realiza el niño, pertenecientes a qué ámbito.
*Cómo: el niño realiza las acciones solo o todavía precisa de ayuda, con qué órdenes o instrucciones
actúa ("come", "coge la cuchara", "coge la cuchara así"...), o si lo hace por propia iniciativa.
* Cuándo: en qué momentos ha llevado a cabo las acciones, por ejemplo, después de las comidas,
siempre que está sucio, etc.
* Cuántas veces: se debe realizar la acción para que el educador estime que el aprendizaje está
conseguido; por ejemplo, pedir pis una o dos veces indica, simplemente, que se está iniciando el
control de esfínteres, pero no se podría evaluar como un hábito adquirido.
* Qué nivel de perfección en la ejecución de la tarea se requiere.

Por último, en la evaluación final se analizarán los resultados obtenidos de las tablas de observación
y se realizará un informe individual y personalizado, indicando el grado de adquisición del hábito,
las propuestas de mejora o medidas de refuerzo dirigido a padres y si fuera necesario a otros
profesionales. (Ejemplos de instrumentos de evaluación).

Ejemplos de guías de observación


Hábito observado: La alimentación.
Se muestra activo y disfruta del momento de la comida. Come solo la mayoría de los platos, aunque a veces se manche. Tienen tendencia a
comer con los dedos y es reacio al uso de los cubiertos. Se muestra receptivo ante la introducción de nuevos alimentos.
Hábito observado: El descanso.
Le cuesta dormir la siesta, en general rehúye este momento, aunque se tranquiliza se duerme profundamente. Usa el chupete para dormir y
acostumbra a despertarse nervioso.
Hábito observado: La higiene y el vestido.
Empieza a controlar sus esfínteres durante el día. No le gusta ir mojado y reclama que le cambien en estas situaciones. Participa en las
rutinas diarias de higiene
Hábito observado: La relación.
En su relación con los otros niñ@s le gusta imponer sus deseos y difícilmente comparte sus objetos de juego. En general se muestra seguro
y tiene preferencia por los juegos motrices o de movimiento. Tiene una relación espontánea con la educadora y acostumbra a aceptar las
reglas impuestas por ella.

Pide o avisa el cambio.


Controla o no.
Higiene Frecuencia de micciones y defecaciones.
Tipo de colaboración.
Va solo al aseo.
Actitud ante la higiene.
Comportamientos adquiridos: lavado de manos, de cara, uso del peine, etc.
Manejo de utensilios.
Actitud y juego en el baño.

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Reconoce los preparativos de la comida.
Actitud ante ella.
Pide la comida.
Comida Cantidad, si termina o no, si repite o no.
Tipo de comida.
Uso de los cubiertos.
Ayuda que precisa.
Actitud durante el acto de comer.
Tiempo empleado en comer.
Problemas que presenta.

Sueño Tiempo que duerme.


Costumbres y manías
Actitud ante el sueño.
Tipo de sueño.
Forma de despertarse.
Dificultades que presenta.

Tipo de colaboración.
Si se quita prendas y cuáles; dominio exacto.
Vestido Si se pone prendas y cuáles; dominio exacto.
Botones, hebillas, cremalleras.
Se quita y se pone los zapatos.
Se quita o pone el gorro y los guantes.
Cuelga su ropa.
Cuida su aspecto.
Conoce el sitio de sus cosas.
Ordena sus cosas.
Recoge después del juego.
Otros hábitos Colabora.
Actitud en los momentos de llegada y salida del centro educativo; actitud de la persona que le trae y le
recoge.
Hace recados.
Actitud en el patio o jardín.
Reconoce los momentos fundamentales de las actividades cotidianas.
Se desplaza autónomamente por la sala de juegos o el aula (según el centro).
Se desplaza de forma autónoma por el centro.
Reconoce a las personas del centro.

Una manera sencilla y comprensible de mostrar el resultado de la valoración a los niñ@s de estas
edades es mediante un dibujo o fotografía de algo significativo, que muestre el estado de ánimo o
sentimiento en función del resultado de la ejecución. Ejemplo: si el hábito sale bien una imagen
sonriente, si no es así una imagen triste. A medida que vaya creciendo el resultado podrá ser
expresado más simbólicamente, con una nota.
Ayudo a ordenar los juguetes.

Reconozco mi percha.

Colaboro en mi higiene personal.

Respeto las normas de clase

Como yo solo.

Utilizo los utensilios en el comedor.

Me relaciono con mis compañeros.

Comparto los juguetes.

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