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RESUMEN 1ER PARCIAL CONTRATOS

Clase 16/8
La adopción de un sistema económico determinado condiciona el modelo de contrato,
ya que, a través de este, circulan los bienes y servicios de la sociedad.
El contrato es la institución jurídica que dispone el derecho como herramienta para
viabilizar el hecho económico de la generación de bienes y servicios, consumo y
propiedad privada.
Es un instrumento de control económico dentro de la estructura social que desarrolla
roles y funciones; y permite la satisfacción de necesidades individuales, familiares y
sociales.
Como antecedente del contrato, el núcleo es la conducta humana y tu interrelación
con otras conductas.
La CN y el CCC convierten a los sujetos de derecho en legisladores particulares de sus
negocios, de tal forma que la norma particular se convierte en ley para las partes.
957.- Definición. Contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más
partes manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o
extinguir relaciones jurídicas patrimoniales.
Simples convenciones: son acuerdos que no producen efectos jurídicos (Ej.: Juan y Ud.
se ponen de acuerdo para ir el domingo a la cancha, o para jugar al tenis, o para ir al
teatro, etc.);
Convenciones jurídicas: son acuerdos que producen efectos jurídicos, tal el caso de un
matrimonio, un tratado internacional, un contrato, etc. Entre convención jurídica y
contrato hay una relación de género a especie (género: conv. jurídica; especie:
contrato).
Contrato: es una especie de convención jurídica, pero no todas las convenciones
jurídicas son contratos. Para que sea un contrato debe producir efectos jurídicos
determinados:
a) debe reglar derechos de carácter patrimonial
b) debe estar destinado a crear, regular, modificar, transferir o extinguir obligaciones.
Naturaleza jurídica: El contrato es una especie de “acto jurídico” bilateral (entre vivos)
y con contenido patrimonial.
Contratos de consumo: es aquel mediante el cual la persona humana o jurídica que
adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios como destinatario
final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social, quedando afuera claramente
aquellos que compran estos bienes con el fin de revenderlos a terceros con fin de
lucro. Asimismo, la persona que, sin ser parte de una relación de consumo como
consecuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios con ese mismo
fin y bajo la misma modalidad, queda equiparado al consumidor.
El código establece como principios de interpretación del contrato de consumo la
protección del consumidor y el de acceso al consumo sustentable, siempre en el
sentido más favorable para el consumidor.
El papel del estado: El Estado interviene en los contratos para evitar que la parte más
poderosa se aproveche de la otra, y así, por ejemplo, regula todo lo relativo al contrato
de trabajo (sueldos, horas, vacaciones, indemnizaciones, etc.) o todo lo relativo al
contrato de adhesión para que no haya cláusulas abusivas.
Art. 963: Las normas se aplican con el siguiente orden de prelación:
- normas indisponibles de la ley especial y de este Código;
- normas particulares del contrato;
- normas supletorias de la ley especial;
- normas supletorias de este Código.
Art. 964: El contenido del contrato se integra con:
- las normas indisponibles;
- las normas supletorias;
- los usos y prácticas del lugar de celebración.
Art. 965: Los derechos resultantes de los contratos integran el derecho de propiedad
del contratante.
Presupuestos del contrato
Los contratos siempre regulan derechos patrimoniales. El contrato es fuente de
obligaciones y las obligaciones tienen siempre contenido patrimonial.
El contrato es un acto jurídico. Esto es un acto voluntario lícito que tiene por fin
inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.
Entonces, podemos decir que el contrato es una especie de acto jurídico. Para que
exista como tal, necesita que sea conformado por la voluntad de dos o más partes.
El acto voluntario es el ejecutado
con discernimiento, intención y libertad manifestada por un hecho exterior.
El discernimiento es la aptitud de apreciar nuestras acciones. Las causas obstativas son
las incapacidades de hecho y la insania. La intención es el querer humano aplicado a
una acción concreta. Cuando hay ausencia de intención, hay una discordancia entre lo
que uno quería y el resultado que se obtuvo. Los elementos obstativos de la intención
son el error (obrar con conocimiento equivocado), ignorancia (ausencia o falta de
conocimiento) y dolo (propósito deliberado y consciente de causar un daño a otro;
quien actúa con dolo hace caer al otro en error para obtener una ventaja patrimonial).
La libertad es la ausencia de violencia o coacción externa y, por ende, el agente tiene
pleno dominio de su persona y sus decisiones. La violencia puede ser física o moral.
Además, es necesario que las partes manifiesten externamente su consentimiento,
que le hagan saber a la otra parte su intención porque si no, no puede formarse el
contrato.
Los hechos jurídicos pueden ser de la naturaleza o humanos. El hecho humano, donde
interviene el comportamiento del hombre, puede ser voluntario o involuntario, siendo
el voluntario el ejecutado con discernimiento, intención y libertad.
El acto involuntario por falta de discernimiento: es el acto de quien al momento de
realizarlo está privado de la razón; el acto ilícito de la persona menor de 10 años; y el
acto lícito de la persona menor de 13 años. La licitud se relaciona con el principio de
clausura y entonces todo lo que no está prohibido, está permitido y será lícito. El acto
ilícito requiere la violación de una norma jurídica en particular y siempre genera un
perjuicio a un tercero.
Un acto jurídico unilateral es aquel donde interviene la manifestación de una sola
voluntad. El acto jurídico bilateral es el que requiere para su otorgamiento la
intervención de dos o más voluntades. El contrato como acto jurídico siempre
es bilateral porque requiere de la intervención de dos o más partes para su
conformación. A su vez, en cuanto a las obligaciones que genera, el contrato puede
ser unilateral o bilateral. Será unilateral cuando genere obligaciones para una sola de
las partes (donación). Será bilateral cuando genere obligaciones para ambas partes
(compraventa). Acto bilateral refiere a las partes necesarias para su otorgamiento
mientras que contrato bilateral se refiere a las obligaciones que genera.
El contrato como acto jurídico reviste los siguientes caracteres:
 Acto entre vivos
 Bilateral
 Carácter patrimonial.
La capacidad es un presupuesto de la validez del contrato. El consentimiento debe
exteriorizarse a través de una manifestación de voluntad que puede ser oralmente, por
escrito, signos inequívocos o la ejecución de un hecho material, excepcionalmente por
silencio y en determinados casos estará sujeta a alguna forma establecida por la ley o
las partes.

Un nuevo orden contractual


Una de las causas del advenimiento de este nuevo orden contractual es el
debilitamiento de los principios absolutos sobre los cuales estaba fundado el derecho
de los contratos, producto de la filosofía individualista y el liberalismo económico. El
derecho reposaba en el principio de la autonomía de la voluntad, presuponiendo la
existencia de contratantes libres, iguales e independientes. De esta manera, el
contrato era impermeable a la intervención del juez y, por lo tanto, se anudaba un
vínculo contractual sustentado en la irrevocabilidad y la intangibilidad del contrato.
La autonomía de la voluntad, ayer
La autonomía de la voluntad era libertad de contratación; la libre opción del individuo
de contratar y no contratar, libertad para elegir otro contratante y la posibilidad de
dotar de contenido al contrato. Significa, además, la libertad de elección del tipo
contractual y la libertad de construir otros distintos. Lo acordado solo era factible de
ser modificado por las mismas partes, celebrando otro contrato. El individualismo
consagraba la preeminencia del valor “seguridad” por sobre el de la “justicia
contractual”. La seguridad estaba dada por el principio de inmutabilidad o
intangibilidad de la palabra empeñada. Tampoco se aceptaba que el contrato se
tornara injusto.
La autonomía de la voluntad, hoy
Muy a menudo, en el momento de conclusión del contrato, uno de los contratantes se
encuentra en situación de inferioridad y de desigualdad con relación a su
cocontratante. Ese desequilibrio se manifiesta en la elaboración unilateral del contrato
por la parte que dispone del poder de negociación. La autonomía de la voluntad
constituye un principio relativo y subordinado a los límites que les son inherentes (la
ley, el orden público, la moral, las buenas costumbres y la facultad de los jueces de
modificar el contrato).
Ante un eventual conflicto de normas, prevalecen las normas imperativas de la ley
especial y del Código; las normas particulares del contrato; las normas supletorias de la
ley especial; y las normas supletorias del Código. Para la integración del contrato,
prevalecen las normas imperativas por sobre las cláusulas incompatibles (aplicación
del principio de prelación normativa). Se adopta el principio de libertad de las formas,
salvo que la ley imponga una forma determinada.
La fuerza obligatoria del contrato, ayer
Las convenciones hechas en los contratos formaban para las partes una regla a la cual
debían someterse como a la ley misma.
La fuerza obligatoria del contrato, hoy
La concepción liberal es irreal. Hoy, predominantemente, el contrato es el resultado
de la configuración interna de una sola de las partes que se auto atribuye la creación
exclusiva del contrato y deja a la parte débil la decisión de concertar sobre un esquema
predispuesto o no contratar. Por ello es que la fuerza obligatoria del contrato cede por
acuerdo de partes o en los supuestos que la ley lo prevé.
Los derechos resultantes de los contratos y el derecho de propiedad
Los derechos resultantes de los contratos integran el derecho de propiedad. La
Constitución Nacional asegura su inviolabilidad.
La “crisis del contrato”
Hay dos motivos por los cuales se puede decir que hay una declinación de la voluntad
contractual. El primero son las restricciones de lo acordado por las partes y que
resultan de las normas imperativas, denominado como “publicitación del contrato”. El
segundo es su estandarización a través de fórmulas predispuestas. Hoy, la declaración
de voluntad común tiene fuerza obligatoria en la medida que lo acordado por las
partes se halle conforme con el ordenamiento jurídico, sea individual y socialmente
útil; y se adecue al principio de la máxima reciprocidad de intereses. Los límites a la
fuerza obligatoria provienen de la ley. Esto significa que el rol de la autonomía de la
voluntad no debe ser entendido como una supremacía absoluta sino como un principio
relativo y subordinado a sus límites inherentes. El principio vinculante existe y obliga
no solo a lo que está formalmente expresado sino a todas las consecuencias que
pueden considerarse comprendidas en ellos, con los alcances en que razonablemente
se habría obligado un contratante cuidadoso y previsor.
Ejercicio de los derechos
Los derechos deben ser ejercidos de buena fe. La buena fe alude a la recíproca lealtad
de las partes, apreciado objetivamente, aplicando a cada situación el criterio de lo que
hubieran hecho dos personas honorables y razonables. Este principio ordena
conductas probas, dignas, leales y descarta todo proceder contrario a estas pautas
(objetiva) y manda a ajustarse a la apariencia, a lo que el otro pueda entender para no
defraudar la confianza suscitada (subjetiva).
El ejercicio regular de un derecho o el cumplimiento de una obligación legal no puede
constituir como ilícito ningún acto. La ley no ampara el ejercicio abusivo de los
derechos, considerándose tal el que contraría los fines del ordenamiento jurídico o
excede los límites de la buena fe, la moral y las buenas costumbres. El juez debe
intentar evitar los efectos del ejercicio abusivo y procurar la reposición al estado de
hecho anterior y fijar una indemnización.
La buena fe y el ejercicio regular de los derechos se aplican para cuando se abuse de
una posición dominante en el mercado.
Hay abuso de derecho cuando se lo ejerce contrariando al objeto de la institución, a su
espíritu y a su finalidad; cuando se lo desvía del destino para el cual ha sido creado; y
cuando excede los límites impuestos. De esta manera, podemos decir que el Código
conserva un criterio amplio ya que desglosa los tres supuestos de la moral, buena fe y
buenas costumbres.
Los actos masivamente celebrados que crean un mercado cautivo a través de los
contratos de consumo. Cuando este contexto se crea para desnaturalizar, obstaculizar
o impedir el ejercicio de la capacidad de elección de sus integrantes, se forma una
situación abusiva. Por obra del contexto se produce la lesión.
El juez tiene tres funciones: preventiva (debe arbitrar medios tendientes a evitar los
afectos del acto anti funcional), restauradora (previo al ejercicio abusivo del acto o
situación) y resarcitoria. El acto abusivo acarrea la responsabilidad civil de su autor por
los daños y perjuicios causados, incluyendo tanto el daño material como el moral.

Consentimiento: es el acuerdo de voluntades de las partes tendiente a la celebración


de un contrato. Es un elemento esencial del contrato, ya que no puede faltar: no hay
contrato si no hay consentimiento. El acuerdo de voluntades (consentimiento), para
tener importancia jurídica debe ser exteriorizado, manifestado.
971.- Formación del consentimiento. Los contratos se concluyen con la recepción de la
aceptación de una oferta o por una conducta de las partes que sea suficiente para
demostrar la existencia de un acuerdo.
972.- Oferta. La oferta es la manifestación dirigida a persona determinada o
determinable, con la intención de obligarse y con las precisiones necesarias para
establecer los efectos que debe producir de ser aceptada.
Requisitos de validez de la oferta:
1) Debe ser hecha por una persona que actúe con discernimiento, intención y
libertad, pues se trata de un acto voluntario. Si alguno de estos requisitos faltare -sea
por minoridad, error, dolo, violencia, fraude, etc.- la oferta no tendría validez, pues no
sería voluntaria.
2) Debe ser recepticia, es decir, debe tener un destinatario; debe estar dirigida a
personas o personas determinadas;
3) Debe ser completa. Esto significa que la oferta debe ser sobre un contrato
determinado y contener todos los elementos, circunstancias y antecedentes
constitutivos del contrato de que se trate, es decir: tipo de contrato, objeto del mismo,
determinación del oferente y del destinatario, precio si lo hubiere, etc.
973.- Invitación a ofertar. La oferta dirigida a personas indeterminadas es considerada
como invitación para que hagan ofertas, excepto que de sus términos o de las
circunstancias de su emisión resulte la intención de contratar del oferente. En este
caso, se la entiende emitida por el tiempo y en las condiciones admitidas por los usos.
974.- Fuerza obligatoria de la oferta. La oferta obliga al proponente, a no ser que lo
contrario resulte de sus términos, de la naturaleza del negocio o de las circunstancias
del caso.
La oferta hecha a una persona presente o la formulada por un medio de comunicación
instantáneo, sin fijación de plazo, sólo puede ser aceptada inmediatamente.
Cuando se hace a una persona que no está presente, sin fijación de plazo para la
aceptación, el proponente queda obligado hasta el momento en que puede
razonablemente esperarse la recepción de la respuesta, expedida por los medios
usuales de comunicación.
Los plazos de vigencia de la oferta comienzan a correr desde la fecha de su recepción,
excepto que contenga una previsión diferente.
975.- Retractación de la oferta. La oferta dirigida a una persona determinada puede
ser retractada si la comunicación de su retiro es recibida por el destinatario antes o al
mismo tiempo que la oferta.
976.- Muerte o incapacidad de las partes. La oferta caduca cuando el proponente o el
destinatario de ella fallecen o se incapacitan, antes de la recepción de su aceptación.
El que aceptó la oferta ignorando la muerte o incapacidad del oferente, y que a
consecuencia de su aceptación ha hecho gastos o sufrido pérdidas, tiene derecho a
reclamar su reparación.

Contratos de adhesión
El contrato por adhesión a cláusulas generales predispuestas es aquel en que la
configuración interna del mismo es dispuesta anticipadamente por una de las partes –
el predisponente-, de modo que, si la otra -adherente- decide contratar, debe hacerlo
sobre la base de aquel contenido. Esto constituye una restricción al principio de
libertad de contratación, en perjuicio de quien contrata.
La ordinaria determinación bilateral del contenido del vínculo queda sustituida por un
simple acto de adhesión a un esquema predeterminado unilateralmente. Podemos
afirmar que este contrato porta los siguientes caracteres:
 Unilateralidad: la configuración interna del contrato viene modelada solo por
una de las partes; el adherente no participa en la redacción ni influye en su
contenido.
 Rigidez: el adherente carece de poder de negociación, es decir, no cuenta con
la posibilidad de discutir o intentar influir en la redacción del contrato o una
cláusula.
 Poder de negociación a favor del predisponente y riesgo de aprovechamiento
de esta situación para consolidar cláusulas inequitativas contrarias al
adherente.
Formación del contrato por adhesión
El predisponente provee al oferente una solicitud de propuesta ya impresa,
reservándose el derecho de aceptarla o no. El consumidor o usuario, con la firma de la
propuesta emite su declaración recepticia de voluntad, dirigida a iniciar la formación
definitiva del contrato. La aceptación del predisponente perfecciona el contrato. El
consumidor adhirió a las condiciones generales predispuestas que le fueron
suministradas por el predisponente. Si el contrato alcanza a perfeccionarse es porque
el profesional o empresario acepta la oferta en su plenitud, lo que incluye las
condiciones particulares (elementos específicos de la relación singular).
Requisitos
Las cláusulas generales deben ser comprensibles y autosuficientes. Debe
ser innecesario un reenvío a otra cláusula. Se tendrán por no convenidas las cláusulas
que efectúen reenvíos a textos o documentos que no se faciliten previa o
simultáneamente a la conclusión del contrato. A la claridad, debe unírsele
la legibilidad para que las cláusulas predispuestas que contienen restricciones dirigidas
al adherente no pasen desapercibidas y, para ello, deben aparecer destacadas del
resto del documento. Los predisponentes tienen la obligación de redactar cláusulas
claras, serias e inequívocas, idóneas para ser entendidas por sí por el adherente.
Cláusulas
Las cláusulas particulares son aquellas que, negociadas individualmente, amplían,
limitan, suprimen o interpretan una cláusula general. En caso de incompatibilidad
entre cláusulas generales y particulares, prevalecen estas últimas. Esto es así ya que las
particulares apuntan a alterar, suprimir o aclarar el contenido de las generales,
suministrándole un contenido más concluyente y concretamente adaptado al caso de
que se trata. Además, la cláusula manuscrita o mecanografiada se estipula al tiempo
de la conclusión del contrato, mientras que la cláusula general viene predispuesta, sin
consideración al negocio concreto. La regla particularmente concertada revela la
auténtica y real intención de las partes de derogar la cláusula general redactada por el
profesional.
Las cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes se interpretan en sentido
contrario a la parte predisponente. Como el predisponente cuenta con todos los
medios para evitar toda duda, debe ser él quien asuma los riesgos de una defectuosa
declaración. La cláusula ambigua es aquella susceptible de varios sentidos o expresada
sin precisión, equívocamente.
Es abusiva la cláusula que, habiendo sido o no negociada individualmente, tiene por
objeto o por efecto provocar un desequilibrio significativo entre los derechos y las
obligaciones de las partes, en perjuicio del consumidor. Se deben tener por no escritas
las:
1. Cláusulas que desnaturalizan las obligaciones del predisponente
2. Que importan renuncia o restricción a los derechos del adherente,
o amplían derechos del predisponente
3. Que por su contenido, redacción o presentación no son
razonablemente previsibles.
La aprobación administrativa de las cláusulas generales no obsta su control judicial.
Cuando el juez declara la nulidad parcial del contrato, simultáneamente lo debe
integrar, si no puede subsistir sin comprometer su finalidad. Ante una cláusula a la que
se le atribuye el carácter de abusiva, el juez tiene dos caminos: establecer una
interpretación que reste toda potencialidad lesiva de los derechos del adherente; o
declarar la nulidad de la disposición.

El contrato de adhesión debió ser el centro de la regulación, estableciendo una


protección de las Pymes y de los consumidores y usuarios más real y cuidadosa en el
articulado y en el lenguaje, manteniendo al "expuesto" como sujeto trascendente en la
sociedad de consumo, consagrando el control de convencionalidad y preservando el
principio de progresividad y no regresividad en materia contractual, entre otros
aspectos.
El contrato de adhesión y la verificación econométrica
Como señala con toda razón y precisión el economista Ernesto Schargrodsky toda
elaboración intelectual, y la legislación lo es, debe responder a una "evidencia
empírica" y esto es precisamente lo que en el Código Civil y Comercial no se ha
verificado, a nuestro entender. En este sentido consideramos que las grandes
empresas como partes o sujetos dominantes en el mercado, hacia las Pymes y los
consumidores, operan con el "contrato de adhesión" (10) por múltiples razones; y sin
que esto sea antijurídico o un delito, simplemente una metodología de producción y
comercialización. En primer lugar, porque constituyen partes asimétricas de poder y
por esta razón las grandes empresas operan hacia los consumidores y Pymes bajo la
premisa de la confianza, es decir, simplifican la información, no sólo de sus productos y
servicios, si no de ellas mismas en su construcción y organización (la información
técnica implicaría una cuestión más costosa para las Pymes y los consumidores), lo que
compensa o equilibra que los de menor poder tienen la posibilidad jurídico-económica
de revisión del contrato de adhesión, ya que se cierra con el asentimiento y no con el
consentimiento (11). En segundo lugar, la econometría (análisis estadístico de alta
complejidad) nos demuestra y da fundamento a la imprescindibilidad del sistema
económico actual de la contratación por adhesión como "núcleo central del sistema
negocial" y que debió ser determinante en la metodología legislativa del Código Civil y
Comercial. La validez de una determinada postura —la nuestra aquí expresada o la de
los redactores del nuevo Código— se funda econométricamente en la utilización de
dos recursos: La regresión y la proyección estadística.
Ley de Defensa del Consumidor
Clase 28/8
Clasificación
Unilateral: una de las partes se obliga hacia la otra sin que ésta quede obligada
(testamento).
Bilateral: las partes se obligan recíprocamente la una hacia la otra.
Plurilateral: contrato en el que confluyen más de dos voluntades. Se rige
supletoriamente por las normas que rigen a los bilaterales.
A título oneroso: las ventajas que procuran a una de las partes les son concedidas por
una prestación que ella ha hecho o se obliga a hacer.
A título gratuito: aseguran a uno de los contratantes alguna ventaja, independiente
de toda prestación a su cargo.
Conmutativo: los contratos onerosos son conmutativos cuando las ventajas para
todos los contratantes son ciertas.
Aleatorio: cuando las ventajas o las pérdidas, para uno o para todos, dependen de un
acontecimiento incierto. Puede ser un contrato gratuito u oneroso.
Formal: contrato para el cual la ley exige una forma para su validez. Son nulos si la
solemnidad no fue satisfecha. Cuando la forma requerida lo es solo para que produzca
sus efectos propios sin sanción de nulidad, no quedan concluidos mientras no se
otorgó el instrumento previsto, pero valen como contratos en los que las partes se
obligaron a cumplir con la expresa formalidad. Cuando la ley o las partes no imponen
una forma determinada, ésta debe constituir solo un medio de prueba para la
celebración del contrato.
Nominado o innominado: según que la ley los regule especialmente o no.

Consumidor
Se considera consumidor a toda persona física o jurídica que adquiere o utiliza bienes
o servicios en forma gratuita u onerosa como destinatario final, en beneficio propio. Se
trata del consumidor contratante, el que adquiere por contrato de consumo un bien o
accede a un servicio. Se amplía el concepto, agregando la forma gratuita, como
muestras gratis.
Queda equiparado al consumidor quien, sin ser parte de una situación de consumo,
como consecuencia o en ocasión de ella adquiere o utiliza bienes o servicios, en forma
gratuita u onerosa, como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar
o social y a quien de cualquier manera está expuesto a una relación de consumo.
Se supera el concepto de contrato y se sustituye por el de relación de consumo,
extendiéndose a situaciones extracontractuales valiosas. Se deben considerar tres
supuestos de relaciones de consumo:
 El tradicional devenido del contrato de consumo.
 Quien se encuentra en una situación ocasional y el que está expuesto a una
relación de consumo.
 El grupo familiar o social y el consumidor equiparado.
La ley 26361 resguarda y protege a todos los miembros de la sociedad frente a la
sociedad de consumo. Toda persona humana se encuentra en una situación de riesgo
de ser dañado y de esta forma puede reparar el mismo a través de la legislación de
consumo. Sin embargo, se desprotege a los individuos expuestos en la sociedad de
consumo con el nuevo código.
No obstante, el código establece que las normas de esa sección son aplicables a todas
las personas expuestas a las prácticas comerciales, determinables o no, sean
consumidores o sujetos equiparados. Sin embargo, es diferente como valor jurídico ya
que no es igual darle al expuesto un lugar en las relaciones de consumo que colocarlo
con limitación a las prácticas comerciales o prácticas abusivas.
Por otro lado, el Código Civil y Comercial no es una ley de orden público ni una norma
indisponible, porque caracteriza o describe al consumidor y las relaciones de consumo.
Es, entonces, una norma complementaria de otras. Se puede sostener que el expuesto
sigue estando debido a la prelación normativa y que el Código no es de orden público y
por lo tanto no puede derogar los artículos de la ley 26.361. Conjuntamente, rige el
principio de progresividad y no regresividad de los derechos por lo tanto no se puede
quitar un derecho ya adquirido.
El agravamiento del daño por omisión de prevención
La omisión de cumplimiento del deber de evitación y prevención de daños se produce
la consecuencia: la agravación en el derecho de daños del dañador. Toda persona tiene
el deber de evitar causar un daño injustificado; adoptar, de buena fe y conforme a las
circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca un daño o
disminuir su magnitud; y no agravar el daño, si ya se produjo.
La reparación del daño debe ser plena y consiste en la restitución de la situación del
damnificado al estado anterior al hecho dañoso. Son reparables las consecuencias
dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Se
indemnizan las consecuencias inmediatas y mediatas.
Se repara en función de la intensidad de la conducta del dañador y no el daño y las
particularidades del dañado y los damnificados.
Proveedor
El proveedor es la persona física o jurídica pública o privada que desarrolla de manera
profesional u ocasionalmente actividades de:
 Producción: cualquier tipo de actividad destinada a la fabricación, elaboración
u obtención de bienes y servicios. Combina los tres factores de producción
(tierra, capital y trabajo) para satisfacer las necesidades de la sociedad.
 Montaje: colocación o ajuste de piezas de un aparato, máquina o instalación en
el lugar que les corresponde. En el rubro audiovisual, es la selección de material
de filmación y/o fotográfico para su posterior orden y edición final. También
incluye todo tipo de espectáculos públicos.
 Creación: vinculada a la creación intelectual.
 Construcción: se vincula a todo aquello que exige, antes de hacerse, disponer
de un proyecto y una planificación predeterminada.
 Transformación: es el conjunto de procesos y actividades que tienen como
finalidad convertir las materias primas en productos elaborados.
 Concesión: contrato celebrado entre dos partes para otorgar a una de ellas
(concesionario) la prestación, operación, explotación, organización y/o gestión,
total o parcial de un producto, marca o servicio, o la construcción, explotación
o conservación de una obra o bien destinados al servicio o uso público. Debe
responder de manera concurrente y solidaria tanto el concedente como el
concesionario como consecuencia de los incumplimientos a las normas legales
que le son impuestas.
 Distribución: toda la infraestructura y la organización que posibilita la llegada
de productos y servicios a los comercios mayoristas, minoristas y/o a los
consumidores finales, entre ellos el transporte y la actividad del equipo
humano.
 Comercialización: actividades desarrolladas con el objetivo de facilitar la venta
de una determinada mercancía, producto o servicio. Se da en el plano micro,
que observa a los clientes y a las actividades de las organizaciones individuales
que los sirven; y en el macro considerando a todo el sistema de producción y
distribución.
Esta lista no es de carácter taxativa.
El contrato de consumo es el celebrado entre un consumidor o usuario final con una
persona humana o jurídica que actúe profesional u ocasionalmente o con una empresa
productora de bienes o prestadora de servicios, pública o privada, que tenga por
objeto la adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por parte de los
consumidores o usuarios, para su uso privado, familiar o social.
La persona vendedora ocasional de bienes o servicios deberá ser considerada
proveedora cuando el adquiriente lo haga con el objeto de su consumo final, o del
grupo familiar o social conviviente. Por ello, debería cumplir con todos los deberes
impuestos: informar en forma oportuna, sencilla, adecuada, veraz, detallada y gratuita
para garantizar que el adquiriente comprenda adecuadamente los efectos y alcances
de la relación de consumo; brindar seguridad; dar garantía de mantenimiento por 3
meses; tratar con dignidad y en forma no discriminatoria al adquiriente; y proteger los
intereses económicos del comprador.
Esto desequilibra la noción de proveedor porque el concepto es reservado para
quienes tienen superioridad cognitiva ante el consumidor o el usuario, y esto no
ocurriría con el vendedor ocasional. En estos casos, puede que el consumidor tenga
mayor conocimiento que el vendedor sobre el objeto.
Se liberan de someterse íntegramente a los alcances de la ley 24.240 aquellas
personas que ejerzan profesiones liberales que requieran para su ejercicio título
universitario y matrícula profesional habilitante, extendida por colegios profesionales
reconocidos oficialmente o por otra autoridad oficial investida de la competencia y
facultad pertinente. Si el profesional puede prestar sus servicios sin la necesidad de
matrícula habilitante, se vería alcanzado por los efectos de la ley de Defensa del
Consumidor.
No se considera proveedor al profesional que requiere de matrícula habilitante
expedida por colegio o autoridad similar pero no cuenta con título. Esto puede ser así
por diversos motivos:
 El profesional liberal no suele contar con una estructura comercial que
profundice la supremacía ante su cliente.
 Presta un servicio unipersonal, no asimilable a una actividad comercial.
 Puede ser sancionado por el tribunal de ética de su Colegio.
 Está sometido a la norma de ejercicio profesional.
 No se libera ni disminuye su responsabilidad.
Las sociedades constituidas que prestan servicios profesionales (estudios jurídicos)
son de naturaleza y estructura comercial. Las relaciones que se generen con quienes
adquieran sus servicios profesionales serán de consumo. Ello sin perjuicio del matiz
profesional del vínculo y de la aplicación concurrente de las normas técnicas que
resulten pertinentes.
La relación existente entre el profesional liberal y quien adquiere sus servicios, solo
será asimilado a un usuario en lo concerniente a la materia de publicidad.
Frente a la premisa que dice que el profesional liberal no cuenta con la estructura
comercial que profundiza su supremacía ante su cliente, cabe objetar que la asimetría
se encuentra en la información. Se encontraría en una situación de indefensión la
persona que confía en el conocimiento de su profesional.
La Constitución le otorga al consumidor el derecho a la protección de su salud,
seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de
elección y a condiciones de trato equitativo y digno.
El derecho a la información, de raigambre constitucional, hace a la buena fe
contractual y cumple un rol preponderante en la prevención del daño. Toma especial
relevancia cuando estamos ante la presencia de cosas o servicios riesgosos, cuya
inadecuada utilización puede ser causa generadora de menoscabos sobre los bienes o
la persona de quien los manipula. El proveedor debe suministrar información gratuita,
cierta, clara y detallada, así como también debe entregar manuales e instructivos de
uso, que pueden o no ser suficientes para cumplir la finalidad perseguida. No puede el
proveedor estandarizar el nivel de información a prestar, sino que deberá atender
especialmente al nivel de riesgo del producto o servicio que intenta comercializar.
La publicidad es una forma de comunicación comercial que intenta crear o
incrementar el consumo de un producto o servicio a través de medios públicos o
audiovisuales. La publicidad manipula las decisiones del individuo. Por eso, se le
impone al proveedor el deber de abstenerse de formular precisiones falsas, confusas o
engañosas, atribuyéndole un carácter vinculante a la información allí contenida.
La Ley de Defensa del Consumidor impone al proveedor la obligación de garantizar
condiciones de trato digno, equitativo y no discriminatorio a los consumidores y
usuarios. Deben abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los consumidores
en situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias. Vergonzante es todo aquello
que pueda resultar deshonroso o humillante, poniendo al consumidor o usuario en
condiciones degradantes. Vejatoria refiere conductas del proveedor representativas de
malos tratos, agravios, perjuicios o padecimientos que se reflejan o prosiguen de
conductas persecutorias por parte del proveedor. Intimidatorio demarca
comportamientos que pueden influir temor, sintiéndose el consumidor o usuario
sospechado y amenazado, generándole irremediablemente miedo.
Los proveedores deben dar a los consumidores un trato equitativo y no
discriminatorio. No pueden establecer diferencias basadas en pautas contrarias a la
garantía constitucional de igualdad. Deben estructurar su operatoria comercial en
torno a garantizar las condiciones de trato digno y no discriminatorio. Para ello, deben
capacitar debidamente a sus trabajadores, elaborar estrategias y publicidades de venta
que resulten inclusivas como articular sus mecanismos de atención al público, de
manera tal que protejan la dignidad de los consumidores o usuarios.
Proveedor de bienes
Será proveedor de bienes quien tenga como actividad la importación, producción,
distribución y/o comercialización de bienes para su consumo final. Se le establecen
una serie de obligaciones adicionales a cargo del proveedor de cosas muebles no
consumibles:
 La imposición de una garantía legal mínima de 6 meses para cosas nuevas y 3
meses para usadas.
 La solidaridad del otorgamiento y cumplimiento de la garantía a los
productores, importadores, distribuidores y vendedores.
 La entrega al consumidor de un certificado de garantía y los requisitos para su
validez.
 La obligación de brindar un servicio técnico adecuado y entregar una
constancia de reparación, computando el plazo de reparación como una
prolongación del plazo de garantía.
 La obligación de resarcir al consumidor en caso de reparación no satisfactoria,
sustituyendo el bien, devolviendo el precio pagado o reajustándolo
equitativamente.
 La obligación de responder por vicios redhibitorios, quedando vedada la
posibilidad de dispensar tal garantía.
El producto elaborado es toda cosa mueble, natural o industrial, destinada a la
comercialización, en cuyo proceso de creación, transformación o desarrollo y la
preparación para su consumo o uso haya intervenido la actividad humana.
El incumplimiento de tales deberes constituye asimismo la violación del principio de
buena fe contractual y es causa generadora de responsabilidad.
La Ley de Lealtad Comercial impone al proveedor obligaciones relativas a:
 La debida identificación de las mercaderías, precisando la información mínima
que deberá brindarse, con prohibición de inducir a error, engaño o confusión al
consumidor.
 El tipo de denominación que será permitido utilizar, evitando que la misma
genere dudas respecto al origen del producto.
 La prohibición de utilizar publicidad y estrategias de venta de carácter
engañoso, incluido aquellas que consistan en ofrecer al consumidor premios o
regalos en razón directa o indirecta de la compra de mercaderías o la
contratación de servicios, cuando dichos premios o regalos estén sujetos a la
intervención del azar.
Proveedor de servicios
Se considera proveedor de un servicio a la persona física o jurídica cuya actividad
comercial consiste en responder a las necesidades del cliente. Una de sus
características principales es su carácter intangible, sin menoscabo de la utilización de
bienes tangibles para lograr la actividad. ISO busca estandarizar las normas de
seguridad y creó una serie de reglas inherentes a la calidad y administración aplicada a
las organizaciones que están dedicadas a la producción de bienes y servicios.
Quienes presten servicios de cualquier naturaleza están obligados a respetar los
términos, plazos, condiciones, modalidades, reservas y demás circunstancias conforme
a las cuales hayan sido ofrecidos, publicitados o convenidos. Reitera el carácter
vinculante de la publicidad y la fuerza obligatoria de la oferta.
Se obliga al proveedor a utilizar materiales de calidad óptima y a incluir en los
presupuestos de reparación una serie de datos mínimos que hacen al debido
cumplimiento del deber de información.
En caso de duda o conflicto entre dos o más normas, se resolverá por el principio
rector in dubio pro consumidor.
El estado como proveedor
El Estado tiene a su cargo la obligación de garantizar al individuo el acceso a
determinados bienes y servicios públicos, tanto cuando actúa como proveedor directo
o cuando lo hace a través de empresas concesionadas, ejerciendo su deber de control.
Asimetría de poder e información
La sanción de un régimen protectorio para el consumidor atiende al impacto que
produce en la vida social la asimetría entre el poder e información existente entre las
partes. La relación de consumo encuentra diferencias a nivel jurídico, económico y
social. Son las empresas las que manejan el mercado, las que determinan los precios
de los bienes y servicios, las que cuentan con los recursos necesarios para tomar
decisiones utilitarias, las que crean necesidades en los consumidores. La finalidad de la
publicidad es vender.
El acceso a la información influye directamente sobre la capacidad de decisión del
individuo y hace a su libertad de contratación. Cuanto mayor sea la información que
un consumidor pueda obtener, mayor será su grado de libertad para realizar
elecciones racionales.
Las empresas a veces retienen u omiten información a fin de obtener alguna ventaja
en el intercambio o para ahorrar costos de comunicación.
Se trata de la confianza que lleva al individuo a tener una expectativa especial de
cumplimiento de las obligaciones jurídicas, cuando contrata en miras del nombre
comercial de una empresa o servicio. Este valor constituye un recurso económico
intangible para la empresa.
El valor “confianza”, como capital valioso e intangible para la empresa, le permite
posicionarse más ventajosamente en el mercado y atraer clientela. Su
quebrantamiento constituiría una causa autónoma generadora de daños, debido a que
la preferencia del consumidor se encuentra fundada en una expectativa especial.
La competencia de mercado frente a los consumidores
La competencia es positiva para el desarrollo de la economía. La libre competencia es
una garantía de libertad de los operadores económicos para concurrir en el mercado.
Un escenario de competencia perfecta es aquel en el que existen varios compradores
y vendedores y de su libre interacción resulta el precio de los bienes y servicios. Se
trata de una situación de mercado donde las empresas carecen de poder para
manipular la relación precio-producto, maximizando el bienestar.
La competencia imperfecta es la situación de fallo de mercado en la que un solo
agente o unos pocos de los que funcionan en el mercado manipulan la condición del
producto y pueden afectar directamente la formación de los precios. Esto sucede
cuando median operaciones empresarias de concentración económica, para restringir
o distorsionar la competencia, afectando el interés económico general.
Esto obligó a los Estados a considerar el debido equilibrio entre el mercado, la
competencia, la oferta y la demanda y, por otro lado, la protección del consumidor.
La ley de Defensa de la Competencia establece que están prohibidos y serán
sancionados los actos o conductas relacionados con la producción e intercambio de
bienes o servicios, que tengan por objeto limitar, restringir, falsear o distorsionar la
competencia o el acceso al mercado o constituyan abuso de una posición dominante
en un mercado, de modo que pueda resultar perjuicio para el interés económico
general.
La ley busca evitar conductas anticompetitivas y limitar la conformación de
estructuras de mercado oligopólicas o monopólicas mediante fusiones y adquisiciones
que puedan restringir o distorsionar la competencia. La existencia de monopolios
afecta directamente al consumidor, ya que ve cercenada su posibilidad de elección. La
existencia de productos substitutos no es suficiente para subsanar este extremo.
Las empresas incurren en estrategias de competencia desleal, como reducir los
precios, al disminuir notoriamente la calidad de sus insumos, poniendo en riesgo la
salud de sus clientes. La ponderación costo-beneficio de tales acciones no repara en la
integridad de los destinatarios finales de los servicios o productos.
El cumplimiento de tales obligaciones se traduce para el proveedor en una variable
más de costo a ponderar en su desenvolvimiento comercial. Además, el cumplimiento
del deber de seguridad obliga al proveedor a afrontar costos de mantenimiento de
infraestructura y materiales de calidad para el proceso. El fundamento de estos costos
es la evitación del acaecimiento de daños en la relación de consumo. La prevención
del daño no debería ser un elemento accesorio o paralelo a la faceta resarcitoria, sino
que debería encontrarse situada en un lugar primordial.
El análisis económico del derecho es un modo de interpretación del derecho que se
orienta a maximizar beneficios al menor costo, o maximizar los resultados en un marco
de recursos escasos. El problema es cuando el cálculo se usa para prever la relación de
costo-beneficio respecto del incumplimiento de una o varias normas determinadas. En
otras palabras, es posible determinar la rentabilidad de un accionar ilícito.
Esta circunstancia puede beneficiar al dañador de dos maneras: a través de una
omisión por su parte en asumir costos de prevención; o puede considerar rentable una
práctica dañosa, ejecutándola adrede. A veces el costo de las indemnizaciones a
afrontar con motivo de los eventos dañosos que eventualmente se produzcan es
inferior a los costos de prevención.
El proveedor estima estadísticamente la cantidad de consumidores que van a iniciar
acciones judiciales y el monto a desembolsar en concepto de indemnizaciones. Si el
presunto beneficio supera considerablemente los gastos a afrontar, es posible que la
adopte, sin reparar en el daño que va a ocasionar a un enorme número de usuarios.

Clase 31/8

Causa

La causa en los actos jurídicos

La causa es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido


determinante de la voluntad. También integran la causa los motivos exteriorizados
cuando sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente
si son esenciales para ambas partes. Aunque la causa no esté expresada en el acto,
se presume que existe mientras no se pruebe lo contrario. El acto es válido, aunque la
causa expresada sea falsa si se funda en otra causa verdadera.
La inexistencia, falsedad o ilicitud de la causa no son discutibles en el acto abstracto
mientras no se haya cumplido, excepto que la ley lo autorice.

La causa en las obligaciones

No hay obligación sin causa, es decir, sin que derive de algún hecho idóneo para
producirla, de conformidad con el ordenamiento jurídico.

La causa en los contratos

La causa es uno de los elementos esenciales del acto jurídico y, por ello, del contrato.
Aun cuando la causa de un determinado negocio jurídico no se encuentre en él
expresada, se presume la existencia de ella. La licitud de esta causa debe ser
presumida, en tanto no se pruebe lo contrario. De ser la causa expresada falsa, el acto
será de todos modos válido si se funda en otra causa verdadera. Esto es un supuesto
de simulación relativa.

La causa debe existir en la formación del contrato y durante su celebración


y subsistir durante su ejercicio. La falta de causa da lugar a
la nulidad, adecuación o extinción del contrato. La existencia de causa lícita en la
formación del vínculo contractual es imprescindible, por tratarse de un elemento
necesario para la existencia misma del contrato. Su afectación o desaparición en la
etapa funcional puede dar lugar a la ineficacia contractual, por frustración de la
finalidad.
El contrato es nulo cuando:

1. Su causa es contraria a la moral, el orden público o las buenas costumbres;


2. Ambas partes lo han concluido por un motivo ilícito o inmoral común (un
contrato con finalidad típica lícita, como una compraventa, es celebrado por las
partes para el soporte de actividades ilícitas). Si solo una de ellas ha obrado por
un motivo ilícito o inmoral, no tiene derecho a invocar el contrato frente a la
otra, pero ésta puede reclamar lo que ha dado, sin obligación de cumplir lo que
ha ofrecido.

Clase 4/9

Objeto

Objeto de los actos jurídicos

El objeto de un acto jurídico no debe ser un hecho imposible o prohibido por la ley,
contrario a la moral, las buenas costumbres, el orden público o lesivo de los derechos
ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede ser un bien que por un motivo
especial se haya prohibido que lo sea. El acto jurídico sujeto a plazo o condición
suspensiva es válido, aunque el objeto haya sido inicialmente imposible, si deviene
posible antes del vencimiento del plazo o el cumplimiento de la condición.

Objeto en las obligaciones

La prestación que constituye el objeto de la obligación debe ser material y


jurídicamente posible, lícita, determinada o determinable, susceptible de valoración
económica y debe corresponder a un interés patrimonial o extrapatrimonial del
acreedor.

Objeto de los contratos

El objeto de los contratos puede consistir en bienes o hechos siempre que no se


encuentren comprendidos en alguna de las prohibiciones de la ley. El principio general
es la autonomía que tienen las partes para escoger el objeto que les convenga,
siempre que satisfaga determinados requisitos.

Debe ser posible: no debe ser contrario a las leyes físicas o naturales. La imposibilidad
no debe ser subjetiva o relativa ni debe consistir en una mera dificultad. El
impedimento se vincula con la imposibilidad material, absoluta y total y debe ser
originaria y no sobreviniente. Si fuera sobreviniente, el acto será válido, pero se
tornaría ineficaz.

Debe ser lícito: las cosas no deben estar fuera del comercio y los hechos no deben ser
ilícitos o contrarios a las buenas costumbres o prohibidos por las leyes o que se
opongan a la libertad de las acciones, conciencia o perjudiquen derechos de terceros.
El objeto no debe ser bienes que la ley hubiera prohibido, ya sean cosas materiales
como inmateriales. Ejemplo: las cosas muebles no pueden ser objeto de las hipotecas y
las cosas ajenas no pueden venderse.

Los hechos ilícitos no pueden ser objeto de los actos jurídicos porque el ordenamiento
legal no puede tutelar actos contrarios a sus disposiciones o principios.

El objeto no puede ser inmoral. Debe ser susceptible de apreciación económica. El


objeto debe tener un valor económico.

El objeto debe ser determinado al momento de la celebración del contrato. Puede


existir cierta indeterminación temporal que debe despejarse al tiempo del
cumplimiento. No es posible una falta absoluta de certeza. Los bienes deben estar
determinados en su especie o género, aunque no lo estén en su cantidad, si ésta
puede ser determinada.

Las partes pueden pactar que la determinación del objeto sea efectuada por un
tercero. Si el tercero no realiza la elección, por imposible o por que no haya observado
los criterios expresamente establecidos, puede recurrirse a la determinación judicial.
Esta petición debe tramitar por un proceso sumarísimo. Si el bien o cosa no está
determinado desde el inicio, no se produce la ausencia del objeto si los interesados
delegaron en un tercero su determinación.

Los bienes futuros pueden ser objeto de los contratos. La promesa de transmitirlos
está subordinada a la condición de que lleguen a existir, excepto que se trate de
contratos aleatorios.

Los bienes ajenos pueden ser objeto de los contratos. Si el que promete transmitirlos
no ha garantizado el éxito de la promesa, solo está obligado a emplear los medios
necesarios para que la prestación se realice y, si por su culpa, el bien no se transmite,
debe reparar los daños causados. Debe también indemnizarlos cuando ha garantizado
la promesa y ésta no se cumple. El que ha contratado sobre bienes ajenos como
propios es responsable de los daños si no hace entrega de ellos.

Los bienes litigiosos, gravados o sujetos a medidas cautelares pueden ser objeto de
los contratos, sin perjuicio de los derechos de terceros. El embargo o gravamen sigue
existiendo y recae sobre el adquiriente del bien. Quien de mala fe contrata sobre esos
bienes como si estuviesen libres, debe reparar los daños causados a la otra parte si
ésta ha obrado de buena fe.

Los actos que importan la aceptación o renuncia a una herencia futura son nulos, de
nulidad absoluta e insanable. El fundamento de esta prohibición es de índole moral,
para evitar especulaciones con la muerte de una persona.

Sin embargo, los pactos relativos a la explotación productiva o a participaciones


societarias, con miras a la conservación de la unidad de la gestión empresarial o a la
prevención o solución de conflicto, pueden incluir disposiciones referidas a futuros
derechos hereditarios y establecer compensaciones en favor de otros legitimarios. La
condición para que sean válidos es que tengan por fin la conservación de la unidad o la
prevención o solución de un conflicto y que estos acuerdos no afecten la legítima
hereditaria, ni los derechos del cónyuge ni de terceros.

En los contratos de larga duración, el tiempo es esencial para el cumplimiento del


objeto, de modo que se produzcan los efectos queridos por las partes o se satisfaga la
necesidad que las indujo a contratar. Las partes deben ejercitar sus derechos conforme
con un deber de colaboración, respetando la reciprocidad de las obligaciones del
contrato, considerada en relación a la duración total. La parte que decide la rescisión
debe dar a la otra la oportunidad razonable de renegociar de buena fe, sin incurrir en
ejercicio abusivo de los derechos.

En estos contratos, se pacta un plazo extenso, como los contratos de concesión, o


bien, superado el plazo contractual, el vínculo perdura, transformándose en un
contrato por plazo indeterminado, o bien no se estipula plazo resolutorio,
manteniéndose el vínculo mientras perdure el interés de ambas partes.

Clase 7/9

Incapacidad e inhabilidad para contratar

Declarada la nulidad del contrato celebrado por la persona incapaz o con capacidad
restringida, la parte capaz no tiene derecho para exigir la restitución o el reembolso de
lo que ha pagado o gastado, excepto si el contrato enriqueció a la otra parte y en
cuanto se haya enriquecido.

No pueden contratar, en interés propio o ajeno, los que están impedidos para hacerlo
conforme a disposiciones especiales. Los contratos cuya celebración está prohibida a
determinados sujetos tampoco pueden ser otorgados por esta persona. No pueden
contratar en interés propio:

1. Los funcionarios públicos, respecto de bienes de cuya administración o


enajenación están o han estado encargados;
2. Los jueces, funcionarios y auxiliares de la justicia, los árbitros y mediadores, y
sus auxiliares, respecto de bienes relacionados con procesos en los que
intervienen o han intervenido;
3. Los abogados y procuradores, respecto de bienes litigiosos en procesos en los
que intervienen o han intervenido;
4. Los cónyuges, bajo el régimen de comunidad, entre sí.

Los albaceas que no son herederos no pueden celebrar contrato de compraventa


sobre los bienes de las testamentarias que estén a su cargo.

Se persigue evitar que determinados sujetos, que se encuentran en una posición que
les da alguna ventaja concreta, se aprovechen de la situación para obtener una ventaja
particular. Para restarle eficacia a un determinado acto no se atiende solo a la
identidad de la persona que lo realiza, sino al interés por el que actúa.

Clase 11/9

Forma de los contratos

Solo son formales los contratos a los cuales la ley les impone una determinada forma.
La forma hace a la exteriorización de la voluntad de las partes. El principio general que
rige es el de la libertad de formas. Las formas son impuestas por diversas razones,
como: mayor certeza de los hechos; mayor y mejor determinación del objeto del
contrato; registro de los actos.

Aquellos para los que la ley impone la forma como requisito para su validez,
serán nulos en caso de inobservancia de la forma. Cuando no se establece tal sanción
de nulidad, no producirán plenitud de efectos hasta que se cumpla con la exigencia
formal. No obstante, valdrán como contratos en los que las partes se obligaron a
cumplir con ella.

Deben ser otorgados por escritura pública:

1. Los contratos que tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción


de derechos reales sobre inmuebles. Se exceptúan los actos realizados
mediante subaste de ejecución judicial o administrativa.
2. Los contratos que tienen por objeto derechos dudosos o litigiosos sobre
inmuebles.
3. Todos los actos que sean accesorios de otros contratos otorgados en escritura
pública.
4. Los demás contratos que, por acuerdo de partes o disposición de la ley, deben
ser otorgados en escritura pública.

El otorgamiento pendiente de un instrumento previsto constituye una obligación de


hacer si el futuro contrato no requiere una forma bajo sanción de nulidad. Si la parte
condenada es remisa, el juez lo hace en su representación, siempre que las
contraprestaciones estén cumplidas o sea asegurado su cumplimiento.

Prueba

Los contratos pueden ser probados por todos los medios aptos para llegar a una
convicción razonable según las reglas de la sana crítica, y con arreglo a lo que disponen
las leyes procesales, excepto disposición legal que establezca un medio especial. Los
contratos que sea de uso instrumentar no pueden ser probados exclusivamente por
testigos. Por esto, la prueba testimonial tiene, en los casos en que es de uso
instrumentar el acuerdo, una eficacia subordinada a la existencia de otros elementos
probatorios coincidentes o concordantes.

Los contratos en los cuales la formalidad es requerida a los fines probatorios pueden
ser probados por otros medios, inclusive por testigos, si hay imposibilidad de obtener
la prueba de haber sido cumplida la formalidad o si existe principio de prueba
instrumental, o comienzo de ejecución. Se considera principio de prueba instrumental
cualquier instrumento que emane de la otra parte, de su causante o de parte
interesada en el asunto, que haga verosímil la existencia del contrato.

La prueba principal y básica será siempre el propio instrumento. Se admite que se


pruebe por otros medios en tres supuestos:

1. Cuando existe imposibilidad de obtener la prueba de haber sido cumplida la


formalidad: lo que puede darse en caso de mediar destrucción, sustracción o
extravío del instrumento o de darse algún supuesto invencible de acceso al
documento.
2. Si existe principio de prueba instrumental: ocurre si quien sostiene la existencia
del contrato presenta facturas, recibos, remitos u otro tipo de instrumento que
tendría su origen en la existencia del vínculo contractual.
3. Si existe comienzo de ejecución: se verifica cuando se corrobora la realización
de determinadas prestaciones que pueden considerarse comprendidas en las
obligaciones generadas por el vínculo contractual invocado.

Es importante que aun cuando las partes cuenten con el instrumento en el que consta
la existencia del contrato, en caso de no haber sido este celebrado por medio de
escritura pública o de no contar con firmas certificadas por escribano, prevean el
ofrecimiento de prueba de respaldo, para el caso que éste sea negado por la contraria
en juicio.

Efectos del contrato


Abarca dos cuestiones, por un lado, las consecuencias propias del contrato, y por el
otro las
repercusiones que ese contrato tendrá en las personas.
En cuanto a la repercusión del contrato hay que poner en relieve que los efectos
generados por
el contrato, y en general, por todo acto jurídico, recaen sobre las partes intervinientes
y sobre
sus sucesores, pudiendo ser esta una aproximación a la regla general en material
contractual.
Las consecuencias propias del contrato apuntan a la autonomía de la voluntad de las
partes y la
fuerza obligatoria del contrato.
Si bien gozamos de la libertad de contratar o no contratar, de elegir con quien
contratar, y de
configurar el contenido del contrato, es claro que una vez que lo hemos celebrado
quedamos
obligados en sus términos, respetando los límites que la propia legislación puede
imponer. La
regla es que quedamos obligados en sus términos.
Incluso se ha consagrado como regla, que los contratos no producen efectos respecto
de
terceros. Sin embargo, esta regla tiene limitaciones, los contratos pueden afectar a los
terceros
o repercutir en los intereses de los acreedores de las partes contratantes, la regla
general es que
tiene efectos solo entre las partes

Efectos del contrato

Abarca dos cuestiones, por un lado, las consecuencias propias del contrato, y por el
otro las repercusiones que ese contrato tendrá en las personas. En cuanto a la
repercusión del contrato hay que poner en relieve que los efectos generados por el
contrato, y en general, por todo acto jurídico, recaen sobre las partes intervinientes y
sobre sus sucesores, pudiendo ser esta una aproximación a la regla general en material
contractual.

Las consecuencias propias del contrato apuntan a la autonomía de la voluntad de las


partes y la fuerza obligatoria del contrato. Si bien gozamos de la libertad de contratar
o no contratar, de elegir con quien contratar, y de configurar el contenido del contrato,
es claro que una vez que lo hemos celebrado quedamos obligados en sus términos,
respetando los límites que la propia legislación puede imponer. La regla es que
quedamos obligados en sus términos. Incluso se ha consagrado como regla, que los
contratos no producen efectos respecto de terceros. Sin embargo, esta regla tiene
limitaciones, los contratos pueden afectar a los terceros o repercutir en los intereses
de los acreedores de las partes contratantes, la regla general es que tiene efectos solo
entre las partes.

Las ideas expuestas sustentan lo evidente y fundamental: como principio general el


contrato

celebrado debe ser cumplido.

Y esta es también la idea del CCyCN al disponer que todo contrato válidamente
celebrado es

obligatorio para las partes (art. 959).

Más allá de la fuerza obligatoria de los contratos y su fundamento en el respeto de la


voluntad de los contratantes, también se reconoce la importancia de las necesidades
de tráfico.
Los contratos constituyen el principal medio del que se valen los hombres para tejer
entre ellos la casi totalidad de relaciones jurídicas, civiles y comerciales.

Son, por consiguiente, un instrumento esencial para la vida económica y para la


promoción de la riqueza, por todo ello es indispensable reconocerles fuerza jurídica,
media en la cuestión un interés de orden público, o si no queremos ser tan extremos
en la apreciación una cuestión de interés público.

La autonomía de la voluntad

Se vincula estrechamente con la fuerza obligatoria del contrato, en tanto lo que se


procura es que el contrato libremente pactado (art. 260 CCyCN) obligue a las partes. El
mero consentimiento contractual, prescindiendo de toda otra formalidad, obliga a los
contrayentes, una vez que se han obligado, a deber cumplir la obligación asumida o
responder por su incumplimiento. ¿Por qué no lo harían?

El individualismo del S. XIX

Durante el siglo XIX el individualismo reinante exalto la idea de la autonomía de la


voluntad consagrada en la formula del laissez faire.

La declaración de los Derechos del Hombre del año 1789 disponía que todo aquello
que no fuese objeto de la prohibición estaba permitido. Había que dejar a los
contratantes que celebraran sus contratos libremente, pues ellos mismos serían los
mejores defensores de sus propios intereses y así se lograría un orden económico de
equilibrio y crecimiento.

El cambio de paradigma

Sin embargo, ya entrando en el siglo xxi, resulta indudable que los ideales de libertad e
igualdad propagados por la Revolución Francesa se han demostrado falsos, no todos
somos iguales ni todos somos libres para contratar, menos aún para discutir cada
clausula. Es necesario dejar a un lado la utopía del contrato ideal para hacer jugar el
contrato real, el que atiende a las diferencias. Hoy a los históricos límites de la
autonomía de la voluntad conformados por los principios de orden público y de las
buenas costumbres, la necesaria licitas de la contratación y la no afectación de
terceros, deben añadirse las normas imperativas, la regla moral, la buena fe
contractual, el ejercicio regular de los derechos y la equidad (que no es sinónimo de
equivalencia económica) de las prestaciones.

Por otra parte, es visible que existen contratos en donde las libertades configurativas
de la autonomía de la voluntad tienden a desaparecer. Así en los contratos de
adhesión, la libertad contractual queda absolutamente conmovida, en tanto el
contenido del contrato es configurado exclusivamente por el proponente, quedándole
al adherente solo el derecho (la libertad) de contratar o no contratar. En otras
ocasiones, la propia libertad de contratar parece desaparecer, como ocurre con el
contrato de seguro automotor obligatorio.
Atenuación a la fuerza obligatoria de los contratos. Los contratos carecerán de fuerza
obligatoria: -Si son contrarios a las leyes de carácter imperativo o indisponible, -Si
procuran dejar sin efecto las leyes en cuya observancia está interesado el orden
público, -Si son contrarios a la moral, han surgido las siguientes limitaciones: a)Carecen
de fuerza obligatoria las cláusulas penales excesivas (art. 794) b)Pueden modificarse
las obligaciones contractuales cuando una alteración imprevisible y extraordinaria ha
modificado sustancialmente los presupuestos económicos del contrato (art. 1091)
c)Puede anularse o modificarse el contrato celebrado con vicio de lesión (art. 332),
esto es cuando una de las partes se encuentra bajo presión de apremiantes
necesidades conocidas y explotadas por la otra, y que la llevan a celebrar un contrato
gravoso o inconveniente para su patrimonio.

Así mismo, no tendrán validez aquellas cláusulas contractuales que importen un abuso
del derecho. El artículo 10 dispone que la ley no ampara el ejercicio abusivo de los
derechos. Se considera tal el que contraria los fines del ordenamiento jurídico o el que
excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres. Y se
añade que el juez debe ordenar lo necesario para evitar los efectos del ejercicio
abusivo o de la situación jurídica abusiva y, si correspondiere, procurar la reposición al
estado de hecho anterior y fijar una indemnización. Por lo tanto, si se trata de una
cláusula contractual abusiva, el juez debe dejarla sin efecto y ordenar reparar el daño
causado.

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