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MEDIPRINSESA ÉTICA MÉDICA MEDICINA 2º UV

SEMINARIO 7: Análisis de las situaciones I


Se van a exponer casos, hay que responder con las pautas de acción basadas en
los 4 principios. Algunos fragmentos de la información están sacados de apuntes
de https://www.misscosasdehogar.com/apuntes-medicina.

CASO 1

En el período de 1950 a 1970, se realizó una investigación, conocida como el Estudio


de Willowbrook. En éste, se analizó un grupo de niños con retraso mental, que
estudiaban con régimen de internado, en la Escuela Estatal de Willowbrook en
Nueva York. En esta institución había una alta incidencia de hepatitis, por lo que se
observó estos casos cuidadosamente. El objetivo del estudio era determinar el curso
natural de la enfermedad sin recibir tratamiento alguno. Más tarde se descubrió
que existían dos tipos distintos de Hepatitis (A y B). Al mismo tiempo se demostró
que inyectando a los residentes infectados con Gamma Globulinas (un tipo de
inmunoglobulinas), se podía desarrollar una inmunidad pasiva, por lo que se
tomaría ésta como una forma de tratamiento. Este estudio fue aprobado por el
Departamento de Salud Mental del Estado de Nueva York, y apoyado por el área
Epidemiológica de las Fuerzas Armadas. En la escuela se aceptaban de manera
preferencial niños con retraso mental que eran portadores de Hepatitis y se
inocularon cientos de niños para que la contrajeran. Los niños recién ingresados, de
entre 3 y 11 años de edad, eran sistemáticamente inoculados con hebras del virus
aisladas de las fecas de enfermos con hepatitis de la misma escuela. El
consentimiento de los padres para la investigación en sus hijos era una exigencia
para la admisión a esta institución que tenía cupos limitados. El estudio fue
realizado por el Dr. Saul Krugman y colaboradores, quiénes lo justificaban como
beneficioso para estos niños enfermos por la ayuda médica sin costo, y para la
humanidad por los nuevos conocimientos. Las inoculaciones con el virus de la
hepatitis en forma intencionada, fueron justificadas por la inevitabilidad del
contagio, por la alta densidad de niños enfermos en la escuela de Willowbrook.
Además, señalaban, era mejor para los niños ser contagiados bajo cuidadosas y
controladas condiciones de investigación, supervisados por médicos de excelencia.

→ Asistencia sanitario – educativa pública, en los años 50 en EE. UU.,


(concepción de la asistencia pública en EE.UU. en la postguerra). Tener en cuenta
esto, pues indica que hay mucha demanda para entrar en esta escuela.

→ No existían los diferentes tipos de virus, había una hepatitis transmisible y otra
no transmisible. Más tarde se descubrió que había dos tipos de hepatitis.

→ Se desarrollaron inyecciones de gammaglobulinas que ofrecían una inmunidad


pasiva. A los niños infectados tras aceptarlos en el estudio se les ofrece
únicamente un tratamiento sintomático.

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→ Se aceptaban PREFERENTEMENTE niños con problemas mentales PERO


previo este estudio, se vio que existía una elevada prevalencia de hepatitis.

→ “Vamos a aceptar preferentemente niños infectados por hepatitis. Vamos a


ofrecer la inoculación voluntaria del agente infeccioso de la hepatitis de los otros
compañeros y de esta forma vamos a poder describir la evolución de la
enfermedad. De esta forma podremos ver el momento 0 de la infección (A los 2
meses aparece ictericia, a los 5 meses una elevación de las transaminasas...). Es
difícil establecer el curso natural de la enfermedad en los niños ya contagiados,
porque no conocen el momento 0 de la infección. Por ello, era muy útil inocular
los virus a los niños que ingresaban y podían ser observados desde el momento 0
de la inoculación del virus.

→ El doctor se justificaba diciendo que: Aunque no tenga la enfermedad, al tener


una prevalencia altísima, se va a contagiar igual.

→ Si los niños se infectaban dentro, los padres tendrían que pagar el tratamiento.
De otra forma, si se inoculaba el virus, se les ofrecía tratamiento sintomático.

AUTONOMÍA

Debemos entender la autonomía como la capacidad del paciente de tomar una


decisión libre, voluntaria y consciente, respecto a su salud. En este caso, el niño
es incapaz, por lo que debe existir un consentimiento legal por representación.

Cuando hablamos de consentimiento, debemos analizar tanto la forma (firmar el


papel) como el fondo (el paciente está siendo informado correctamente).

De manera formal, parece ser que sí se cumple el principio de autonomía. Les


informo a los padres, son representantes legales, lo que queremos hacer y ellos
en función de la información que yo les doy, aceptan o no que el niño participe o
no en el estudio.

En lo que respecta al fondo del consentimiento, este no se está cumpliendo.


Existe una clara tendencia a sesgar la información para inducir la participación,
como podemos identificar en el último párrafo: “se van a infectar igual”. ¿Es esto
cierto? Los niños se infectaban porque había una falta de cuidados e higiene
deficiente. La lejía ya se conocía en esta época y el mecanismo de infección
también, pues sacaban las hebras para la inoculación de las heces (demostrando
conocer la vía de transmisión). Sabían por ende cómo prevenirlo, pero les venía
bien que aquello se produjera porque así tenemos muchos sujetos para la
experimentación. Trasformaron así una negligencia en un argumento a favor
suyo.

Así, la información que se da a los padres no es una información neutra. Induce


a la participación. La realidad de la información no es correcta, por lo que invalida
ese consentimiento, al no tratarse de un consentimiento libre. Es cierto que los

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padres eran libres de elegir si dar el consentimiento o no, pero si no lo dabas,


nunca ibas a avanzar en la lista de espera. Sin embargo, al dar el consentimiento,
te saltas la lista de espera y entras directamente a la institución. Esto invalida
completamente el principio de autonomía, pues el hecho de no participar puede
quitarle la opción de tener asistencia sanitaria.

Se trata pues de un consentimiento claramente viciado. Los padres están


condicionados por una necesidad de llevar a sus hijos a la escuela y se ven
obligados a participar en el estudio por ello. A su vez, les están diciendo que les
pagan el tratamiento. Coartan así la libertad bajo la premisa de que te están
“regalando dinero”.

Además, otro aspecto a destacar es que los representantes legales, en este caso
los padres, jamás puede tomar decisiones que vayan en contra de los intereses del
representado. Al ingresarlo aquí con estas condiciones, no se ha actuado a favor
de los intereses del representado. No obstante, no podemos culpar a los padres
de tomar una mala decisión pues actúan bajo un estado de necesidad viciado.

BENEFICENCIA

Debemos analizar la beneficencia desde la perspectiva de si hay una búsqueda de


alcanzar algún objetivo sanitario.

Los investigaciones se protegen bajo la premisa de que hay una beneficencia para
el niño, porque está siendo tratado. No obstante, no tiene ningún sentido
acogerse al principio de beneficencia en este caso, si los propios investigadores
son los que provocan la enfermedad. Además, el tratamiento ofrecido es
puramente sintomático. Uno podría argumentar que ofrecerles este tratamiento
supone un coste económico, pero jamás hemos de confundir esto con el principio
de beneficencia. Nunca hablaremos de dinero si hablamos de beneficencia.

A nivel colectivo se dice que repercutirá en el descubrimiento de la enfermedad,


saber más cosas sobre ella. Aunque sea una monstruosidad de estudio a nivel
individual, generará beneficios a nivel colectivo. PERO, la beneficencia colectiva
NUNCA puede sobreponerse al individual. No es tolerable sacrificar individuos
en aras de un bien común. El eje del análisis de los 4 principios siempre ha de ser
el individuo y no el colectivo.

NO MALEFICENCIA

Definimos la no maleficencia como el estudio del balance riesgo-beneficio, ante el


cual el profesional nunca habrá de generar un perjuicio mayor al posible
beneficio que se pueda obtener de cualquier procedimiento. Habiendo
establecido pues que la beneficencia en este caso es nula, está claro que el
principio de no maleficencia tampoco va a cumplirse.

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Inyectar un extracto de heces a un niño que genera una enfermedad y no tengo


tratamiento, cualquiera diría que viola este principio y no es tolerable.

También debemos pensar, que cuando cumplan 18 y salgan de la institución,


seguirán infectados, dejarán de recibir tratamiento y continuarán infectando a la
sociedad, por lo que se vuelve a violar el principio.

Otro aspecto que viola este principio es negar un tratamiento curativo


(gammaglobulinas) a los niños del estudio porque no querían modificar el
trascurso de la enfermedad. Estoy negando un tratamiento y no lo voy a dar
porque queremos a los niños sin tratamiento.

A su vez, como ya comentado anteriormente, hay una clara omisión de higiene en


la institución. Saben que la vía de transmisión es fecal oral; pero no hacen nada al
respecto. Se trata de un perjuicio directo porque no interesa para el estudio.

JUSTICIA

Para poder analizar el principio de justicia, debemos plantearnos si existe algún


tipo de discriminación.

Existe una 1ª discriminación fuera de la institución: ¿Está justificado que solo


los niños con retraso mental participen en el estudio? No. La institución parece
un “garaje de residuos sociales”, donde se juntan a personas con enfermedades
mentales sin cuidados ni higiene. Hay, por ende, un claro componente de
discriminación por su enfermedad.

Además, debemos plantearnos hasta qué punto es correcta la investigación con


niños. Solo utilizaré gente incapaz cuando no pueda investigar una enfermedad
solo existente en este tipo de personas [p.ej., investigar el Alzheimer en personas
que no lo tienen, no tendría sentido, es necesario investigar de esta forma porque
si no, no progresaríamos en el avance de esta enfermedad]. Sin embargo, no hay
una justificación para utilizar solo a niños con retraso mental en este caso.

A su vez, cabe destacar que hay un 2º tipo de discriminación. Los padres y sus
hijos pertenecen a un extracto bajo de la sociedad, sin recursos y sin unos
estudios. Este tipo de discriminación es socioeconómica. Es muy típico de EEUU
que la asistencia médica para la clase social pobre sea considerada un “acto
altruista de beneficencia”, donde el paciente debe compensarlo con su propia
salud, en este caso.

También existe una clara discriminación a la hora de aceptar a los niños a la


institución, donde se saltan la cola aquellos que aceptan participar en el estudio.
Después de ingresar, se les da además un tratamiento sintomático. Se trata de
una discriminación positiva a aquellos que quieren participar. Una vez dentro, se
trata, sin embargo, de una discriminación negativa, pues si se encuentra un

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tratamiento curativo, se le será negado. Además, los niños ya ingresados


enfermos tendrán que pagar por su tratamiento sintomático.

CASO 2

Eduardo tiene 87 años y acude a consulta por tos pertinaz. La radiografía de tórax
muestra un tumor pulmonar en bronquio principal izquierdo. Su mujer e hijos no
quieren que se le informe de su patología porque alegan que es muy impresionable
y esto puede hundirlo definitivamente si no lo hace su enfermedad. La enfermedad
avanza y entra en estado terminal. Manifiesta repetidamente al médico que no
quiere morir en el hospital y prefiere hacerlo en casa. Afirma que desde este
momento no quiere que lo lleven más al hospital. La familia rechaza de plano esta
idea porque no tienen medios para atenderlo dignamente. Cuando se produce la
llamada al médico por una disnea que se ha agravado en las últimas horas La
familia solicita un traslado urgente a un centro hospitalario a lo que el paciente se
negaba hace unas horas. Actualmente el paciente está semiconsciente y no
responde. ¿Qué haría el médico? ¿Qué cosas deberían haber quedado claras cuando
el paciente expresó su deseo de no ingresar en un centro médico de nuevo?

En primer lugar, cabe destacar que no es posible argumentar que se va a violar el


principio de no maleficencia, simplemente porque el paciente se vaya a
“impresionar”. Esto solo ocurre en casos de privilegio terapéutico, lo cual no
ocurre aquí.

El paciente tiene 87 años y, simplemente por el hecho de ser anciano, se le


infantiliza. Se le trata de forma paternalista, a pesar de que nada pruebe que sea
un paciente incapaz. Antes de informar debemos evaluar si el paciente es capaz,
pero también si desea o no ser informado; procedimientos no realizados en este
caso. El médico debería haber indicado a la familiar que solo estaba autorizado a
hablar con Eduardo. Al solo dirigirse a la familia, está creando un complot de
silencio.

Una vez avanzada la enfermedad, hemos traicionado la relación médico-paciente,


pues al mentirle hemos creado la base perfecta para que siembre la desconfianza
en la RMP. Eduardo sigue siendo capaz cuando se niega al tratamiento, por lo que
tiene derecho a ejercer su principio de autonomía. Para solucionarlo deberíamos
hablar con la familia, exponerles la información, pues sirve como antídoto frente a
los miedos. Debemos explicarles que Eduardo tiene derecho a quedarse en casa.
Si se niegan, se le puede pedir a Eduardo algo que nos defienda en el caso de que
se vuelva incapaz, como las voluntades anticipades. Nosotros, como
profesionales, seremos esclavos de estas voluntades.

No le estamos aportando al paciente ninguna beneficencia al no ser sinceros


con él y, además, estamos violando su autonomía. Cabe destacar que es
discriminado por tratarse de anciano, no recibiendo la misma atención que si se

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tratase de un joven; pues le infantilizamos y no le dejamos ejercer su principio de


autonomía; por lo que también violamos el principio de justicia.

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SEMINARIO 8: Análisis de las situaciones II


Se van a exponer casos, hay que responder con las pautas de acción basadas en
los 4 principios. Algunos fragmentos de la información están sacados de apuntes
de https://www.misscosasdehogar.com/apuntes-medicina.

CASO 1

Paciente de 46 años que es traído a urgencias por la policía porque al parecer


estaba alterando el orden público en un parque, vociferando e interpelando a los
viandantes. El médico encargado de triaje detecta un estado de ansiedad, junto con
ideas delirantes sobre el fin del mundo, relacionadas con el calendario maya. Una
vez realizada la exploración le indica que vuelva a la sala de espera para que el
psiquiatra lo atienda. Cuando el psiquiatra acude a urgencias y se le llama por
megafonía, éste no responde. Cuando se persona en la sala de espera los otros
enfermos le comentan que el paciente estaba muy inquieto y que ha salido de la
habitación. Lo buscan por todo el centro y ha desaparecido. Horas después, el
paciente es traído a urgencias inconsciente tras una ingesta masiva de herbicida.
Acude con sus familiares. Su estado se deteriora rápidamente. Se informa de que la
única opción adecuada a su situación es proceder al traslado a la UCI para
instaurar medidas de soporte ventilatorio y hemodinámico que pueden garantizar
la recuperación del paciente. Los padres piden que no se emprendan tales medidas.
Entre lágrimas informan que llevan años sufriendo un infierno de palizas y
amenazas y que el propio enfermo vive presa del peor de los tormentos que han
culminado en una decisión soberana del paciente de poner fin a su vida y piden que
se siga su voluntad. Se opta por dejar al paciente en planta, donde en pocas horas
sufre un shock y muere.

AUTONOMÍA

a. Por la mañana

Que el Estado tome custodia de este hombre, es claramente un primer indicio de


que se trata de un paciente incapaz. Además, por la clínica que demuestra el
paciente, tenemos una persona con unas ideas totalmente fuera de la realidad,
con un comportamiento paranoide y presenta verborrea. Todo ello asociado a los
20 años de evolución de la enfermedad, que se indican en el texto, apuntan hacia
un cuadro de esquizofrenia paranoide. Todo ello nos indica que se trata de un
paciente incapaz, por lo que le trataremos como tal. Igual de lesivo es para un
paciente no permitirle decidir cuando es capaz que permitírselo cuando es
incapaz.

En este caso, el Estado ha tomado custodia del hombre por la policía. Al enviarlo
al hospital, el funcionario médico se convierte en el responsable de salvaguardar
la seguridad del propio paciente y de los terceros a su alrededor; como
representante del Estado y la custodia que tiene este sobre él. Enviar al paciente

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sin vigilancia a la sala de espera supone por lo tanto un error fatal y una falta
de responsabilidad. Estamos dejando que un paciente incapaz tome decisiones
por sí mismo, por lo que estamos violando claramente el principio de autonomía.

b. Por la tarde

Llega el paciente inconsciente, ya de por sí incapaz; pero ahora con sus padres.
Estos actúan como representantes legales. Se les ofrece la asistencia sanitaria y
la rechazan. Pero, la regla de oro del representante es, “el representante legal lo
que elija tiene que ir encaminado a preservar la salud de su representado”. En
este caso no se cumple, por lo que estamos claramente ante un homicidio.
Cuando llega un suicida a un centro, no podemos pensar que el paciente era capaz
cuando tomó la decisión de atentar contra su vida. Es por ello por lo que es
intolerable que se argumente su tentativa como voluntad y se rechace la
asistencia. Se trata además de una urgencia vital, por lo que el médico debería
actuar ante todo.

BENEFICENCIA

Cuando analizamos la beneficencia, nos debemos preguntar: ¿Qué pretende?


¿Pretendo un beneficio, mejorar cualquier cosa? (diagnosticar, curar, prevenir...)

a. Por la mañana

¿Qué pretende el médico de triaje? Que lo vea un especialista, pero tiene una
violación del detalle de autonomía. Sí que avisa al especialista, por lo que no viola
el principio. Lo que está violando en este caso es el principio de no maleficencia,
pues no mide bien el perjuicio que está generando al dejar solo al paciente en la
sala de espera.

b. Por la tarde.

Omisión de tratamiento ¿qué pretende? ¿Mejora algo? No, se viola el principio de


beneficencia.

NO MALEFICENCIA

Cuando analizamos la no maleficencia, nos debemos preguntar: ¿Perjudicamos a


nuestro paciente? ¿Habrá mayor riesgo que beneficio?

a. Por la mañana

Se viola el principio de maleficencia porque le hago correr un riesgo que no es


justificable. Soy yo el que garantiza su seguridad y no lo estoy haciendo.

b. Por la tarde.

Dejo morir a alguien sin un tratamiento, omisión que provoca la muerte. Se viola
este principio, no es un error, sé que va a morir.

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JUSTICIA

Cuando analizamos el principio de justicia, debemos preguntarnos: ¿Pertenece el


paciente a un colectivo que es discriminado a la hora de acceder a un
determinado servicio sanitario?

En este caso, el paciente es un enfermo mental. Su colectivo es discriminado


sistemáticamente en el acceso (socialmente, familiarmente, culturalmente,
laboral, económico, sanitario...). El principio de justicia para este tipo de enfermos
no suele ser respetado. Estos pacientes no acceden a los tratamientos a los que
tienen derechos.

CASO 2

Paciente de 15 años que acude por sí solo a consulta de psiquiatría de un centro de


especialidades. No ha querido decir nada a sus padres por miedo a lo que puedan
pensar de él y a la reacción que tengan sobre aquello que tiene que contarle al
psiquiatra. Tras la evaluación del paciente no entiende comprometidas su
intelección ni su volición, y parece contemplar adecuadamente los pormenores de
su patología. Basa su petición d no informar a los padres por la reacción de su padre
ante su homosexualidad, ya que en otras ocasiones ha demostrado reacciones muy
viscerales ante este tipo de condición. Se opta por continuar tratamiento por un
síndrome ansioso-depresivo para el que se le administra tratamiento con un
antidepresivo y un ansiolítico. En una visita posterior tras seguir tratamiento por
meses, el paciente aparece acompañado de sus padres, los cuales se enteraron de su
cita médica de manera casual y exigen explicaciones sobre la falta de información
que viola la patria potestad. Además, optan porque no tome las pastillas, porque
según ellos, no necesita este tratamiento sino únicamente un cambio de aires. El
paciente ha acudido tres veces a consulta, se muestra colaborador y objetivamente
se ha encontrado una mejoría.

Hablando con el paciente, parece un chico capaz y maduro. Se decide empezar


con las sesiones a espaldas de los padres. Paciente mejora positivamente y se
controla la sintomatología. Hasta que los padres se enteran y vienen a pedir
explicaciones.

AUTONOMÍA

Para poder analizar la autonomía, debemos preguntarnos: ¿Se trata de un


paciente capaz?

Según la Ley 41/2002, se otorgará el consentimiento por representación


cuando el paciente menor de edad no sea capaz intelectual ni emocionalmente
de comprender el alcance de la intervención. En este caso, el consentimiento lo
dará el representante legal del menor, después de haber escuchado su opinión,
conforme a lo dispuesto en el artículo 9 de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de
enero, de Protección Jurídica del Menor. Cuando se trate de menores
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emancipados o mayores de 16 años no cabe prestar el consentimiento por


representación, a no ser que tengan su capacidad modificada judicialmente o
no sean capaces intelectual ni emocionalmente de comprender el alcance de la
intervención. No obstante lo dispuesto en el párrafo anterior, cuando se trate de
una actuación de grave riesgo para la vida o salud del menor, según el criterio
del facultativo, el consentimiento lo prestará el representante legal del menor,
una vez oída y tenida en cuenta la opinión del mismo.

Por debajo de los 16 y encima de los 12 debemos valorar la madurez del menor.
En este caso el médico decide que, aunque tenga menos de 16 años es capaz,
(pista, no hay alteraciones de su capacidad en su patología, persona que entiende
lo que pasa). Si el paciente no quiere comunicarles sus cosas a los padres está en
su derecho porque es un menor maduro con autonomía. En caso de tener una
cirugía mayor o situación de gravedad primaría la patria potestad y los padres
debería ser informados, pero no es este el caso. El niño no puede tomar
decisiones en contra de su salud antes de los 18 años, pero este tampoco es el
caso. El médico hace un juicio al instante y cataloga al paciente como capaz, por
lo que ha respetado la autonomía del paciente.

BENEFICENCIA

Para analizar la beneficencia debemos preguntarnos: ¿Mejora la salud del


paciente? Sí, la mejora.

NO MALEFICENCIA

Para analizar la no maleficencia debemos preguntarnos: ¿Valora riesgos?

Valora muy bien los riesgos, un motivo extra de no avisar a los padres es el
motivo de la violencia. En ese caso no hay una violación, estoy protegiendo al
paciente de otro riesgo potencial.

JUSTICIA

Para analizar la justicia debemos preguntarnos: ¿Estamos ante un paciente que


pertenece a un colectivo que es sistemáticamente discriminado a la hora de
recibir una atención médica?

El paciente pertenece a 2 colectivos, los enfermos mentales y los menores. Cabe


destacar que la relación de los menores con sus derechos es muy espinosa. Como
profesionales, tendemos a respaldarnos comunicando todo siempre a los padres.
Sin embargo, es un error y viola los derechos en caso de menor maduro que es.
Este caso pone en relieve el riesgo de discriminación de este tipo de pacientes.

CURSO DE ACCIÓN ÓPTIMO

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Le comunicaremos al paciente que no vamos a hablar de nada de lo que él no


quiera con sus padres (especialmente aquello que atañe a su intimidad, como su
orientación sexual).

Les pediremos unos minutos a los padres para hablar con el paciente y le
preguntaremos al menor si nos permite hablar del acoso, de lo ocurrido en el
pueblo, de los objetivos de salud del menor y cómo el tratamiento los está
alcanzando.

Intentaremos hablar de todo sólo con la madre, pues parece ligeramente más
comprensivas y con que haya 1 progenitor ya estamos cumpliendo con sus
exigencias de información. Debemos decirle con tacto que ella no puede obligar al
niño a dejar de tratarse.

Como último recurso podemos recurrir a la vía legal, pero no es recomendable


pues supondría una carga sobre el niño. Aunque el niño no quiere judicializarlo, no
obstante, la no maleficencia primará sobre su autonomía.

ESQUEMA GENERAL
El eje del análisis siempre ha de ser el individuo.

1. Autonomía

a. ¿Qué es la autonomía?

Entendemos como principio de autonomía la capacidad del paciente de tomar


decisiones libres, voluntarias y conscientes. En ausencia de autonomía, estaremos
ante un paciente incapaz. Cuando analizamos el cumplimiento de este principio,
debemos preguntarnos: ¿Es capaz el paciente o no?

b. ¿Es capaz el paciente?

Si es un paciente mayor de 18 años capaz, deberemos respetar sus decisiones. Si


se trata de un menor de 12 a 18 años capaz, que no está atentando contra su
propia salud, también hemos de respetar su voluntad. Si se trata de un
procedimiento de grave riesgo en un menor, sus progenitores, ostentores de la
patria potestad, deberán ser informados y prestar su consentimiento.

El médico sólo expone las opciones que tiene el paciente, con sus pros y sus
contras. El profesional no toma las decisiones; sino que esto es labor del paciente.
Para ello deberemos proporcionarle al paciente la información necesaria,
suficiente y neutra, para que pueda tomar decisiones de forma autónoma.

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NO

Si el paciente no es capaz, no podemos dejarle decidir, pues estamos violando su


autonomía al dejar que tome decisiones en un estado incapaz. Igual de lesivo es
para un paciente no permitirle decidir cuando es capaz que permitírselo cuando
es incapaz. Es por ello por lo que será designado un representante legal.

El representante deberá garantizar el cumplimiento de la autonomía del paciente,


garantizando siempre su beneficencia y nunca yendo en contra de los intereses
del representado; sea un menor o no. Si no se respeta esta premisa, hemos de
comunicarlo a la Justicia para que designe a un nuevo representante.

De nuevo, debemos evitar recurrir a un modelo paternalista. No podemos


permitir que el representante legal nos diga “haz lo que creas correcto”. No es
nuestra labor tomar la decisión; sino del representante.

Si se trata de una situación de urgencia, actuaremos aún sin el consentimiento


del paciente

En el caso de que la respuesta a esta pregunta haya sido no, también deberemos
preguntarnos:

c. ¿Existen voluntades anticipadas?

Si existe un documento de voluntades anticipadas, hemos de cumplir las


voluntades expresadas. No obstante, cabe destacar que podemos negarnos a
dejar morir a un paciente, respaldándonos en la Lex Artis Ad Hoc.

Por ejemplo, pongamos que acuden a urgencias un motero de 25 años que ha


tenido un accidente de moto y un hombre de 65 con una enfermedad crónica,
ambos habiendo expresado en sus voluntades anticipadas el deseo de no recibir
soporte vital. Ambos están inconscientes, por lo que no pueden negar sus
voluntades anticipadas expresadas anteriormente. Al primer hombre no le
dejaremos morir porque va en contra de su salud, le estamos exponiendo a un
riesgo mayor que el beneficio que pudiera obtener y no estamos cumpliendo
ningún objetivo de salud. Al segundo hombre probablemente sí le dejaríamos
morir, bajo la premisa que se trata de una muerte digna, pues al darle soporte
vital solo estaríamos prolongado el sufrimiento ante una inevitable muerte o
pésima calidad de vida. De esta forma, hay mayor beneficio que riesgo en el
segundo caso.

2. Beneficencia

a. ¿Qué es la beneficencia?

Entendemos como principio de beneficencia, realizar determinados


procedimientos en aras de la búsqueda del cumplimiento de determinados
objetivos de salud. Cuando analizamos el cumplimiento de este principio,

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debemos preguntarnos: ¿Estamos buscando cumplir los objetivos de salud del


paciente?

b. ¿Estamos cumpliendo los objetivos de salud del paciente?

Los objetivos del paciente pueden variar desde un diagnóstico, hasta un


tratamiento, prevención o paliación.

Nunca incluiremos una bonificación monetaria como parte del principio de


beneficencia, pues únicamente hablamos del cumplimiento de objetivos de salud
y no socioeconómicos. Cabe destacar, además, que dar dinero al paciente merma
su autonomía e impide que tome decisiones libres y voluntarias.

3. No maleficencia

a. ¿Qué es la no maleficencia?

Entendemos como principio de no maleficencia, medir los riesgos tomados al


realizar procedimientos en aras de la mejora de la salud del paciente, para que
estos no resulten un mayor perjuicio frente al posible beneficio a alcanzar.
NUNCA podemos definir la no maleficencia simplemente como no hacer daño,
pues en muchas de las prácticas médicas concurren riesgos que, con el objetivo
de salud en mente, han de ser tomados [véase p.ej. la quimioterapia].

Cuando analizamos el cumplimiento de este principio, debemos preguntarnos:


¿Estamos eligiendo el camino que minimiza el perjuicio a la salud del paciente?

b. ¿Estamos eligiendo el camino que minimiza el perjuicio a la salud del


paciente?

4. Justicia

a. ¿Qué es la justicia?

Entendemos como principio de justicia, proporcionar acceso adecuado a los


servicios sanitarios en base a las necesidades de cada uno. Cuando analizamos el
cumplimiento de este principio, debemos preguntarnos: ¿Pertenece el paciente a
un colectivo discriminado?

b. ¿Pertenece el paciente a un colectivo discriminado?

Algunos ejemplos de colectivos sistemáticamente discriminados son:

- Menores
- Ancianos
- Enfermos mentales

Debemos asegurarnos de que estamos cumpliendo los principios de la ética y


proporcionando un acceso adecuado, especialmente en lo que respecta a estos
colectivos, altamente vulnerables de no ser tratados como debe.

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