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PARTE III

EL CORPUS ISAIANO
El libro (66 caps.) ha tenido una larga
formación: desde el s. VIII hasta el s. V a.C.
Tres partes:
*Primer Isaías (cc. 1-39)
*Segundo Isaías (cc. 40-55)
*Tercer Isaías (cc. 56-66)

Cada parte constituye un capítulo. A ellos


precederá uno de introducción y uno de
conclusión (Is en el NT).
Cap. I
Introducción:
Tres libros en uno
La distinción
Motivos históricos, literarios y teológicos justifican
la división del libro de Isaías en tres partes, que asumen
el aspecto de auténticos libros.
Primer libro
Historia: presencia del dominio asirio, bienestar
económico, figura central del rey y una vida socio-
religiosa desarrollada alrededor del templo.
Lenguaje: conciso, punzante, polémico,
amenazante y constituido, en gran parte, por oráculos.
Teología: Juicio sobre Jerusalén y sus habitantes,
con la apertura a una salvación en un futuro no
precisado, a través de la intervención de un Mediador
(mesianismo real).
Segundo libro
Historia: acontecimientos de mediados del s. VI
a.C.: surgimiento de Ciro (45,1); la dinastía davídica,
realidad del pasado; situación de los exiliados (temor,
incredulidad, rebelión, indiferencia religiosa, riesgo de la
idolatría).
Lenguaje: apasionado, solemne, sapiencial, con
variedad de géneros literarios).
Teología: domina el consuelo, la certeza de un
cambio y de una salvación gracias a los sufrimientos de
un misterioso Siervo (mesianismo sufriente). El
monoteísmo pacíficamente aceptado en el Primer Isaías,
pasa, aquí, a un monoteísmo como una conquista
alcanzada a través de una polémica cerrada con los
ídolos.
Tercer libro
Historia: se coloca a partir del edicto de
Ciro (538 a.C.; cfr. 2C 36,23; Esd 1,2-4); la
situación que revela es la que encontraron los
exiliados que volvieron a Judá (roces con los que
se habían quedado), la religiosidad superficial y
el valor del templo.
Lenguaje: Hay partes fácilmente compren-
sibles para cualquier lector, como partes difíciles
y laboriosas, como los tiempos que refleja.
Teología: Es más «prosaico» que las dos
partes anteriores: se interesa por el ayuno o el
valor del templo, aunque no carece de impulsos
renovadores (60; 61; 65,10ss.).
Unión entre las partes
El hilo conductor parece ser éste:
actuación del «Santo de Israel» con su gloria para
consolar, a través del don de la justicia, a
Sión/Jerusalén, que se encuentra inmersa en el
pecado/injusticia.
El Santo de Israel designa a Yhwh que
adapta su intervención a la situación del pueblo
juzgándolo por sus pecados o prometiéndole una
felicidad futura (1,4; 5,19.24; 10,20; etc.).
La gloria de Dios que lo llena todo y salva
(6,3; 40,5; 24,12; 60,1-3; 62,2; 66,18).
El consuelo divino (12,1; 40,1; 49,13; 51,3;
52,9; 51,12; 66,13; 61,2) se hace presente.
La justicia, a menudo unida al derecho
(1,21.27; 5,7; 9,16; 16,5), constituye el ideal
que Dios señala al hombre y la misma actitud de
Yhwh (sinónimo de salvación y paz en el Segundo
Isaías (5,16; 48,18; etc.).
Sión/Jerusalén
La culpa cometida por el pueblo: se ve
arrepentimiento y absolución hacia el futuro.
Aún viendo los hilos conductores, es difícil
definir la clara conexión entre las tres partes.
Una explicación probable J. Vermeylen (L’unité du
livre d’Isaïe).
1) Las colecciones del Primero y Segundo
Isaías se habrían formado de modo independiente,
en tiempos diferentes, teniendo como núcleo
original los oráculos del profeta del s. VIII,
sometidos a relectura, y los oráculos sobre Ciro.
2) Un redactor (Tercer Isaías) del tiempo de
Nehemías habría unido las dos partes alrededor del
año 445, considerando que la obra emprendida por
Nehemías abría una nueva época para Sión,
superando el juicio de condena del Primer Isaías y
la realización de las promesas del Segundo Isaías.
3) Parece ser que el Tercer Isaías no proviene
de un anónimo discípulo del Segundo Isaías, sino
del mismo redactor que, en tiempos de Nehemías,
reflexionó sobre lo que tenía (Is 1-55),
reinterpretando en particular Is 1-2.
4) Después del s. V. a.C. numerosos retoques
se habrían concentrado, sobre todo, en la polémica
contra los ídolos (2,11.18-19; 8,19-23; 41,21-24.26-
29; etc.) y en el tema de la conversión de los
paganos (14,1-2; 18,7; 45,14; 49,22-23; 66,18-21).
La mención de la sumisión de Egipto (45,14) parece
una adición posterior (s. III).
Méritos de la hipótesis:
a) No sacrifica uno de los dos aspectos de
problema, es decir, los claros elementos a favor
de la unidad del libro y las diferencias históricas,
literarias y teológicas existentes entre el Primero
y el Segundo Isaías;
b) Demuestra que son insuficientes las teorías que
propugnan una yuxtaposición accidental de los
capítulos o que atribuyen todo el libro al profeta
del siglo VIII a.C. o que defienden la existencia
de una escuela isaiana.
Pero a su argumentación falta un respaldo más
sólido en el argumento y datación de los versículos y
secciones.
Cap. II
El Primer Isaías
1. Contexto histórico y social
2. La personalidad del profeta
3. Estructura y análisis de los principales textos
a. Las seis colecciones: una mirada de conjunto
b. Riqueza argumentativa de la sección 1-6
4. Textos mesiánicos de Is 7-11. El libro de Emmanuel
c. El Emmanuel (7,10-17)
d. Reflexiones sobre el Emmanuel (9,5-6; 11,1-9)
e. La relectura del primer evangelista
5. Mensaje teológico
f. La centralidad de la fe
g. El santo de Israel
h. El hombre inmerso en el pecado Índice
i. El plan de salvación de Dios
1. Contexto histórico y social
El dominio asirio
Desde Teglatpalasar III (745-727 a.C.),
Asiria domina la escena política.
*Introduce el vasallaje
*Aumentó los tributos y expropiación de
territorios
*Sometimiento de la ciudad e intercambio de
ciudadanos en los pueblos.
La guerra siro-efraimita
Asiria avanza hacia Gaza y corta la posible
relación de los pueblos palestinos con Egipto.
Rasón (Damasco) y Pecaj (Samaría) buscan
alianzas contra Asiria. Puesto que Ajaz (736-716)
reina en Judá y rechaza la oferta, se confabulan
contra él.
Is 7-8 recoge lo que sucede: Isaías le
exhorta a confiar plenamente en Dios, que esté
«alerta, pero tranquilo» (7,5), que Dios guardará
a su pueblo y al rey.
La destrucción de Samaría
Damasco había sido destruida en el
732 a.C. Samaría viene a caer en el
722/721.
Oseas, el último rey de Samaría, se
rebela. Salmanasar V (727-722) emprende
contra Samaría y Sargón II vendrá a
terminar el trabajo.
Los «tizones humeantes» han caído,
como lo anunció Isaías (7,16). Samaría cayó
por su pecado (injusticia e irreligiosidad).
La guerra de Asiria contra el reino de Judá
Hay dos rebeliones de Ezequías (716-686),
hijo de Ajaz. La primera, se alía con Asdod, en
una liga antiasiria; el profeta la desaconseja (cfr.
Is 38-39). Asdod es ocupada y saqueda (711) y
Judá se somete a Asiria.
La segunda, en el 705, aprovechando la
muerte de Sargón II. Nuevamente Isaías lo
desaconseja (cfr. 18,1-6; 30,1-7). Senaquerib
vendrá a someter a Judá, pero lo intentará hacer
de mala manera. Al final, Dios defiende a su
pueblo portentosamente (37,22-25.36).
La opresión de los necesitados
Desde el punto de vista social, había un
abismo entre los ricos y los pobres, se había
descuidado la atención a los necesitados: los
acaudalados y poderosos oprimían a una mayoría
pobre. Isaías se pronuncia (1,1-7.21-28; 5,1-7).
Desde el punto de vista religioso, en Israel
se daba una aberrante separación entre culto y
vida: una exagerada atención a los ritos
sacrificiales (1,10-15) coexistía con un cínico
desprecio de los más necesitados y un lujo
provocador (3,16-24).
La reforma de Ezequías fue lluvia pasajera…
2. La personalidad del profeta
El nombre de Isaías significa «Yhwh
salva» o «Yhwh es salvación». El nombre
sugiere de por sí la intensa colaboración del
profeta en el designio de salvación
delineado por Dios a favor de su pueblo.
Su mujer es «profetisa» (8,3), los
nombres de sus hijos son signo de salvación
para Israel: «un resto regresará» (7,3) y
«presa veloz, saqueo rápido» (8,1).
Isaías nace en Jerusalén, hacia el 760
a.C., y ejerce su ministerio profético bajo los
reyes Ozías, Jotam, Ajaz y Ezequías (1,1).
«Descubrió» su vocación el 740 (6,1).
Predicará durante 40 años.
Es un hombre decidido (6,8). Pronuncia
invectivas, ironiza, amenaza a los poderosos.
Reprocha a las autoridades haber provocado
la degeneración social de la ciudad (1,6).
Exhorta al rey en momentos difíciles (7,4.10);
lanza invectivas contra las mujeres amantes
del lujo (3,16-24; 32,9-14). Defiende a los
pobres y al pueblo explotado (1,17; 3,12-15).
Rebelde ante el modo común de pensar,
pone la sabiduría humana frente al mensaje
recibido (29,13s.): a veces parece antiasirio,
antiegipcio o favorable ante la rendición.
Hombre de amplia cultura, se
desenvuelve en los más variados ambientes:
el templo, la corte, los círculos
aristocráticos. Habla con conocimiento de los
países extranjeros (Líbano, Filistea, Siria,
Asiria, Egipto).
Conoce las tradiciones de su pueblo
(contenidas en Gn, Ex, Jc; o sobre la dinastía
Conoce la geografía de la ciudad (7,3) y las
costumbres de su pueblo.
Es el creador de un estilo incisivo y cortante,
irónico y equilibrado, robusto y esencial, conciso o
sostenido con admirable maestría estilística, nunca
rebuscado.
Es distante, pero no indiferente, solemne y
vital, límpido y armonioso: un clásico de la lengua
hebrea.
Concede la primacía al oráculo (1,2-9; 2,2.5),
con el que amenaza, reprende, consuela y promete,
aunque también conoce el género parabólico, el
biográfico (7,1; 20,1), el autobiográfico (6,8) y el
alegórico (5,1-7).
3. Estructura y Análisis de los
principales textos
La singularidad de este Primer libro es
la de recoger textos muy variados desde el
punto de vista histórico (ss. VIII a V a.C.),
literario (oráculos de condena hasta el
género apocalíptico) y teológico (dinastía
davídica, salvación universal: Is 19,25).
a) Las seis colecciones: una mirada de
conjunto
Oráculos sobre Judá y Jerusalén (cc. 1-12)
Diversos textos se remontan al profeta
del siglo octavo, especialmente, los que
relatan la guerra siro-efraimita.
El conjunto parece constituir un
comentario al significado del nombre del
profeta: Yhwh salva. Is 1 (síntesis de la
predicación del profeta) forma inclusión con
Is 12 (cántico de acción de gracias y una
doxología).
Cinco secciones:
1) 1,1-31 (con fórmula introductoria)
2) 2,1-4,6
5,1-7: sección de síntesis.
3) 5,8-30: amenazas contra Judá
4) 6,1-9,6
9,7-10,4
5) 10,5-12,6: contraposición (Asiria-
Israel)
Oráculos sobre las naciones (cc. 13-23)
Combinan textos que son del profeta, con
seguridad (14,24-27; 17,1-11), y otros que lo son
probablemente (18,1-6; 20; 22,1-14; 22,15-25).
Es la colección de la mayor parte de los
oráculos isaianos, dirigidos, en ese orden, a
Babilonia, Asiria, Filistea, Moab, Damasco,
Egipto, Idumea, Arabia, Tiro y Sidón.
Recoge el único oráculo contra una
persona: Sebná (22,15-23).
Texto universalista: Is 19,16-25. Leer vv. 23-
25
El gran apocalipsis (cc. 24-27)
Remiten a una época posterior al exilio
(cuando se vea a Daniel).

Oráculos contra Samaría y Judá (cc. 28-33)


Recogen un vaticinio muy antiguo (28,1-
6) y reproducen en gran parte la predicación
de los últimos años de Isaías (705-701). A
menudo son introducidos con un «¡ay!» (28,1;
29,1.15, 30,1; 31,1; 33,1).
El pequeño apocalipsis (cc. 34-35)
Díptico perfecto de la acción de Dios contra los
paganos (c. 34) como bendición para Israel (c. 35).

Apéndice histórico (cc. 36-39)


El material tiene claro paralelo en 2R 18,13-20,19.
Parece que el redactor final tuvo la intención de
establecer un puente con Is 40-55, trasladando la
atención del lector desde la interacción entre
Israel y Asiria a la de Israel y Babilonia.
b) Riqueza argumentativa de la sección 1-6

Primera visión de Isaías (1,2-31)


Constituye como un resumen de todo
el libro.
Recoge una dura recriminación contra
Israel por no ser agradecido y consecuente
(vv. 2-3).
Dirige una invectiva particular contra
el culto superficial (vv. 10-17).
Pero existe la posibilidad de la
conversión (vv. 18-20).
Gloria de Sión y paz universal (2,2-4)
Importancia de Sión en la teología
judía.
Tiene un cierto paralelismo en Mi 4,1-
5.
Es un oráculo con visos universalistas:
afluirán «todas las naciones» y se darán cita
en Jerusalén (el monte del Señor). Allí se
consumará la paz.
Cántico de la viña (5,1-7)
Es una joya literaria de la poesía hebrea.
El «amigo» es Dios, la «viña» es Israel.
Recrimina al pueblo no haber dado más que
injusticia.
Hay un continuo movimiento desde el
«hacer» de Dios (7x) y el «no hacer» de la viña:
Dios, que «espera» el fruto de la viña (vv.
2.4.7), siente una profunda desilusión al final
de su trabajo.
Cfr. Am 9,13; Os 10,1; Is 7,23; 27,2.4; Ez
15,1-8 (17,3-10; 19,10-14); Jr 2,21; Mt 21,33-44; Jn
2,1-11; 15,1-6.
La vocación de Isaías (6,1-13)
3 partes: a) vv. 1-5; b) vv. 6-7; c) vv. 8-13.
a) vv. 1-5: una teofanía.
«Ver» (vv. 1.5) indica la experiencia de la
trascendencia de Dios («santo» - qādôš).
La santidad de Dios (triple repetición con
valor de superlativo absoluto que indica
exclusividad e intensidad) marca la diferencia
del resto de la realidad (esa santidad es
fascinante y terrible, atrayente y ardiente,
admirable y capaz de infundir terror); Dios es
trascendente pero, a la vez, se hace
b) Purificación realizada por Dios (vv. 6-
7)
Hay una transformación.
En presencia de Dios, el profeta se siente
pecador (esta conciencia es fruto de la
iniciativa de Dios). La revelación del pecado
es una gracia.
Reconocer el propio pecado y ser
consciente de merecer la sentencia de muerte
equivale a abrir una puerta hacia la salvación.
Piensa en la Confesión: a Dios no le interesa
saber nuestro pecado…
c) La misión (vv. 8-13)
Esquema: «Dios manda/el hombre va».
Los imperativos reforzados, la expresión
«ese pueblo» (8,6.12; 9,15; 28,11-14), la
radicalidad del endurecimiento expresado, la
misma atenuación de referencias del NT
hacen difícil la explicación.
En este texto, la «Palabra» es
«creadora». «En todo el AT, la obstinación se
describe como un actuar de Dios, y no como
una regulación legal que se realice en el
interior del hombre» (G. von Rad).
La palabra profética es verdadera causa
del endurecimiento. Dios permite la
obstinación en el rechazo de la Palabra, causa
provocadora del castigo, en vista de la
salvación: en su perversión, solo cuando el
hombre toca el fondo del mal, es capaz de
reaccionar en vistas de su salvación. El
endurecimiento, por tanto, es manifestación
del amor que Dios tiene por el hombre.
La salvación para el pueblo es la
aceptación del juicio divino como justo. Así
pasará de la muerte a la vida, como el
profeta.
4. Textos mesiánicos de Is 7-11.
El libro de Emmanuel
Los capítulos se centran en le
nacimiento de un niño, considerado signo
de la presencia salvadora de Dios, del «Dios
con nosotros» o «Emmanuel» (Is 7,14).
El relato central es 7,10-25, preparado
por 7,2-6 (Se’ār Yāšûb: un resto volverá) y
seguido por 8,1-4 (Mahēr-šālāl-hāš-baz:
pronto saqueo, rápido botín).
Is 7,2-9 describe la intervención del
profeta ante Ajaz. Isaías tranquiliza, tanto
con las palabras como con la presencia de su
hijo («un resto volverá»).
El profeta desaconseja tanto la liga
anti-asiria como la adhesión a los asirios.
Es una posición llena de fe la que pide
el profeta y la promesa divina acerca de la
perennidad de la dinastía davídica (2S 7,16).
Éste es el único camino (7,9b).
a) El Emmanuel (7,10-17)

Presunción y desconfianza si se
rechaza el ofrecimiento de la ayuda divina.
Tentar a Dios es pretender un milagro
innecesario (cfr. Mt 16,4). Incredulidad es
temer a los hombres y no confiar en Dios.
Isaías invita al rey a confiar más en la
palabra divina pronuncia desde antiguo
sobre la dinastía davídica (2S 7) y en las que
él ahora anuncia, que en las ayudas
humanas.
El nuevo signo (v. 14) que Dios ofrece
libremente, si, por un lado, no exige la
aceptación del rey, por otro, tiende a
demostrar la fidelidad divina a las
promesas.

Histórica y literariamente, con


probabilidad, el niño del que se habla es
Ezequías, hijo del rey y de Abi, mujer de
Ajaz (nacido en el año 733-732). La
inminencia del peligro (7,2) impide pensar
en acontecimientos distantes en el tiempo.
Filológicamente, conviene observar:
La madre de la profecía es indicada
con el término ‛almâ, cuyo significado
inmediato es el de «mujer joven».
Los LXX traducen 5x ‛almâ por νεάνις
(muchacha joven, doncella), y en dos por
παρθήνος (Gn 24,43; Is 7,14).
Por otra parte, el término ’ôt (señal)
no equivale necesariamente a «milagro»:
puede ser un evento providencial, que se va
a realizar en poco tiempo (cfr. Is 37,30;
38,7-8).
Es una prueba de la protección
de Dios, que mantiene sus promesas,
que el niño pueda nacer y crecer en
esas circunstancias de guerra, aunque
sea con dificultades (el alimento, v.
15).
b) Reflexiones sobre el Emmanuel (9,5-6;
11,1-9)
Los textos.
El primer pasaje (9,5-6) se sitúa en tiempos
de Teglatpalasar III (745-727 a.C.) cuando ocupa
los territorios del Norte. Se toma como una
liberación (9,1-4). El niño podría identificarse
con Ezequías entronizado (cfr. 9,6).
La segunda relectura (11,1-9) no se puede
situar históricamente, su cumplimiento se ve en
un tiempo lejano (verbos en futuro). Expresa la
plena confianza en la realización de la promesa a
David de un «descendiente» en un tiempo futuro.
El niño nacido para nosotros (Is 9,5-6).
Cuatro títulos referidos a oficios nobles de
la corte, pero los adjetivos lo elevan al
plano sobrehumano:

«Consejero maravilloso»: alude a una


sabiduría práctica que introduce en el
ámbito de las comunicaciones divinas que el
rey recibe como «hijo de Dios».
«Maravilloso» puede considerarse incluso
como «milagroso».
«Dios poderoso»: El adjetivo se aplica en
muchos otros contextos directamente a Dios, en
paralelo con «Santo de Israel» (10,20-21). El título
destaca el dinamismo divino que se transmite a
quien le representa en la tierra (cfr. Sal 45,4;
89,20).
«Padre sempiterno»: ¿aplicada a un niño? El
título indica al protector del pueblo, solícito por su
prosperidad (1S 24,12). Esta función será perpetua.
«Príncipe de la paz»: el compromiso primario
del rey es la salvación de su pueblo, mediante la
búsqueda de una paz duradera basada en la justicia
(cfr. 32,17). La interpretación indica que no se
trata sólo de Ezequías.
El vástago de Jesé (Is 11,1-9). Este niño
tendrá la plenitud del Espíritu con sus dones:
sabio como Salomón, fuerte como David, lleno
del temor de Dios como Moisés (11,2).
Sabiduría e inteligencia: El binomio
expresa la capacidad para comprender
situaciones complejas y tomar decisiones
adecuadas para alcanzar la justa finalidad.
Consejo y fortaleza: estos dones
conciernen a la voluntad: la prudencia en tomar
decisiones para realizar el proyecto acertado y
la constancia para superar las dificultades, sin
excluir las creadas por los enemigos.
Ciencia y temor: se refieren a la
relación con Dios hecha de confianza y
respeto, aun con la conciencia de la
insuperable diversidad.
Se trata de la sintonía con la acción
salvadora de Dios y con la experiencia
derivada de la reflexión sobre su actuación
histórica, que lleva a reconocerle como
Padre y Señor.
Con la fuerza perenne (cfr. «reposará»:
v. 2) del Espíritu, el vástago de la raíz de
Jesé hará triunfar la justicia amenazada por
agentes externos y por la arrogancia de los
soberbios, y abrirá una era de perfecta
armonía entre los hombres y de estos con la
creación.
En esta era, la debilidad humana
(niño) se trocará en fortaleza. Será una era
en la que, parece, se superará la enemistad
surgida por el pecado (v. 8; cfr. Gn 3; Rm
8,20s).
c) La relectura del primer evangelista

Mt 1 es un texto cristológico dirigido a


mostrar que Jesús es el Mesías prometido.
La centralidad del nombre de «Jesús» (1,21)
y la explicación del término «Emmanuel»
(1,23) no parece tener otra finalidad que la
de querer orientar hacia Jesús las 42
generaciones.
Por lo tanto, no se trata de un apoyo,
nada más, para probar la virginidad de
María, ya enfatizada (1,16.18).
El evangelista parece más bien
vislumbrar una continuidad entre Ezequías y
Jesús, ambos, signos de la fidelidad divina a
las promesas de salvación. El primero, un
signo reducido a la casa reinante; el
segundo, un signo definitivo para todos los
hombres.
Is 7,14 junto con Is 40,3-5; 52,13-53,12
posee «en el contexto ‘histórico’ significados
particulares que están razonablemente
clarificados, pero superados por la
interpretación aplicada a Jesús.
5. Mensaje teológico

Sólo se pondrá en evidencia cuatro


temas emergentes y algunas líneas
fundamentales para la actualización del
mensaje.

*Centralidad de la fe
*El santo de Israel
*El hombre inmerso en el pecado
*El plan de salvación de Dios
a) La centralidad de la fe
Como respuesta positiva al plan de
Dios en la historia, la fe genera en el
hombre una seguridad en la ayuda de Dios
que excluye todo temor (no es el pietismo).
Esta fe bíblica no excluye el recurso a
medios humanos, sino solo a las falsas
asistencias (Is 30,3.5).
La fe conlleva humildad (29,4),
obediencia (1,18-20) aceptación del querer
divino («derecho» y la «justicia»: 5,7; cfr.
1,16-17).
b) El santo de Israel

En la experiencia inaugural (6,1), Isaías


ha percibido a Dios, especialmente, como
realidad trascedente («santidad divina») a la
vez que presente («gloria») en el mundo y
entre los hombres.
Es una presencia que se formula con
antropomorfismos: Dios tiene ojos (1,15-16;
3,8), oídos (1,15; 37,17), manos (1,25; 9,11-
16.20; 10,4; 11,15), un espíritu multiforme
(11,2), conocimiento y sabiduría 85,9-11;
10,22-26), se aíra (9,16), etc.)
Se habla por eso de un Dios Poderoso
(1,24), Fuerte (9,5), Padre (1,2; 9,5; 30,1),
Príncipe (9,5), Roca (17,10; 26,4),
Cultivador (5,1-6), que invita a los hombres
a la conversión.
c) El hombre inmerso en el pecado

Pecados:
A la luz de la teofanía (c. 6), Isaías se
descubre pecador (v. 5) y a su pueblo,
soberbio (vv. 9-10).
Es una falta de fe que se expresa en la
vana confianza de las alianzas humanas
(30,1) y en las riquezas (2,7) y que alimenta
la vanidad de las mujeres (3,16.18), la
seguridad basada en armas y fortificaciones
(2,7; 7,3; 31,1) y la opresión de los débiles
(1,21.23). Ver 14,13-14: Babilonia.
Castigo:
Anuncio (7,9). Anarquía y robo (3,1-
7.18-23; 4,1) hambre, sed y esclavitud
(5,13), devastación (7,15-25), invasión (18,5-
8), asedio y abandono (29,3-4; 31,4; 32,14).
El castigo más grave consiste en la
incapacidad de entender el sentido de los
acontecimientos, en la cerrazón de corazón,
que se endurece (6,9-10).
Isaías condena el lujo y la religiosidad
externa (1,13).
También los pueblos son castigados (Is
12-23), particularmente los opresores con la
destrucción del propio ejército (10,5-19;
14,24-27; 17,12-14).
Esta fase es la primera del plan de Dios
orientada siempre a la salvación.
d) El plan de salvación de Dios

La última palabra de Dios es siempre


su voluntad de salvación, que en el pueblo
de Israel, se realizará con la supervivencia
de un «resto», formada por aquellos que
confían en el Señor (10,20).
Dios les concederá sus gracias (30,18),
introduciéndoles en un reino de justicia y
de paz, de libertad y de alegría (9,1ss), en
una Sión/Jerusalén renovada y gobernada
por un rey ideal, el Mesías davídico.
Isaías desarrolla ampliamente el tema
del mesianismo real.
Iluminado por la profecía de Natán (2S
7), orienta hacia la figura del Mesías Rey
«las grandes corrientes de la esperanza de
Israel, la dinástico-real (7,14; 8,8), la
profética (9,7; 11,25), la paradisíaca (11,6-
9) y la escatológica (9,7; 11,9). El futuro
David se convierte así en el centro de una
visión unitaria y religiosa de la historia del
mundo, que no es solo futura, sino también
presente» (T. Ballarini/S. Virgulin).

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