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Capítulo 14

Los nuevos contratos de mercado y el fideicomiso


Sumario: PARTE PRIMERA: 1. Formas jurídicas de las nuevas técnicas de comercialización. 2. Función
económica. 3. Caracteres comunes. PARTE SEGUNDA: Los principales contratos de mercado: 1.
Agencia; 2. Concesión; 3. Concesión de uso. 4. Distribución; 5. Franquicia. PARTE TERCERA: El
fideicomiso: 1. Concepto; 2. Función económica; 3. Sujetos; 4. Elementos reales; 5. Elementos
formales. 6. Efectos del fideicomiso; 7. Extinción; 8. Fideicomiso financiero.
PARTE PRIMERA: Generalidades
1. Formas jurídicas de las nuevas técnicas de comercialización
En los últimos años han aparecido nuevas formas de comercialización de bienes y
servicios, utilizadas para asegurar que los productos lleguen a los mercados y a los
consumidores en forma masiva. Estas técnicas son propias de las organizaciones
empresarias.
Estas nuevas técnicas han sido de tanta importancia, que incluso han determinado
nuevas pautas culturales, comportamientos sociales y conductas económicas. Hoy en
día, por ejemplo, tener o no la posibilidad de usar una marca, puede determinar el
éxito o fracaso de una explotación comercial, de un producto o de un servicio.
Las nuevas técnicas económicas han influido en el derecho originado nuevas formas
de contratación. Se han alterando las concepciones jurídicas clásicas y excediendo las
figuras contempladas por los contratos que estaban regulados por la ley, que
aparecían como totalmente insuficientes para proporcionar las reglas que se deben
aplicar.
En una primera etapa, estas nuevas formas de comercialización originaron, con su
repetición en el tiempo, contratos con tipicidad social. Es decir, contratos que no
aparecían regulados por la ley sino por los usos sociales, nacidos por la reiteración de
contratos similares que sirven principalmente para facilitar la aplicación de la técnica
de comercialización utilizada.
Para dar un ejemplo, tomemos la fabricación de automóviles y su posterior
comercialización. Nos encontramos con que las técnicas que se utilizan para producir
y comercializar masivamente automóviles son en todo el mundo similares. Las fábricas
organizan las llamadas redes de concesionarias que ponen en manos de empresarios
independientes, que son los que se encargan de vender los automóviles a los
consumidores. Todos los grandes fabricantes actúan de la misma manera. Todas
utilizan contratos con reglas similares que se van repitiendo en el tiempo y en todo el
mundo.
La manera que se utiliza para comercializar automóviles originó el contrato de
concesión comercial. Desde lo jurídico, la evolución de la figura pasó desde una
primera etapa como contrato atípico. Luego, pasó a ser un contrato con tipicidad social
debido a su reiteración de manera uniforme, lo cual generó reglas propias de los usos
y costumbres comerciales. Finalmente, llega la última etapa en la que, por la
importancia adquirida, termina siendo regulado por una ley o el Código, es decir, pasa
a tener tipicidad legal.
La técnica para fabricar y comercializar automóviles no es la misma que la utilizada
para comercializar telefonía celular, hamburguesas u otra clase de productos y
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servicios. Cada contrato aparece ligado al uso que se le da y a la actividad que


pretende regularse, y se repite en ese ámbito frente a la misma clase de negocios.
Podemos decir también que son contratos propios de empresas que producen bienes
y servicios, y que contratan con otras empresas que se especializan en hacer llegar
los productos y servicios a los consumidores. Las empresas productoras no pueden
dejar librado el éxito comercial a la suerte de una buena elección de la empresa
intermediaria. Lo que hacen es organizar y ejercer efectivamente un control de lo que
hacen estos intermediarios. Esto es precisamente lo que hacen las fábricas de
automóviles con sus concesionarias.
La finalidad de este género de contratos es distribuir productos y servicios en el
mercado. De allí la denominación de contratos de mercado que hemos utilizado.
Rivera denomina genéricamente a estas relaciones como "contratos de distribución",
incluyendo entre los mismos a la agencia, concesión y distribución propiamente dicha.
Algunos los ubican como formando parte de un género más amplio llamado contratos
de colaboración o coordinación empresaria entre los que se encuentran la franquicia y
formas asociativas como el joint venture o uniones transitorias de empresas (UTE) y
agrupaciones de colaboración empresaria. Romero, por motivos similares, les
denomina “contratos de organización del mercado”.
2. Función económica
Nuestro derogado Código de Comercio del siglo XIX, puso como centro de las
relaciones jurídicas al comerciante. Tomó como modelo una realidad económica de
esa época, en la que los comerciantes eran intermediarios entre productores y
consumidores, realizando actividades que hoy podrían ser consideradas como
artesanales.
En la circulación de bienes entre productores y consumidores, se utilizaba como
modelo una cadena de contratos de compraventa, que desde su punto de vista
jurídico, se contemplaba como un negocio individual, que se agota en su cumplimiento
y no obliga a realizar nuevos contratos (nuevas compraventas). En otras palabras, se
regulaba sólo el contrato de compraventa, sin contemplarse relaciones que tuvieran
vocación de continuidad o planificación hacia futuras relaciones.
Se puede sumar a este contexto existente al momento de ponerse en vigencia el viejo
Código de Comercio, pero con mucha menor importancia, la utilización del contrato de
consignación (*) cuya naturaleza es la de un mandato sin representación, como ya
hemos visto en el capítulo anterior. Pero que también se ligaba al contrato de
compraventa.
Podemos decir también, que la empresa productora vendía sus productos y se
desentendía de lo que luego hacía la empresa intermediaria para colocar los
productos en el mercado, revendiéndolos a los consumidores.
La otra vía de comercialización reflejada en nuestra legislación comercial del siglo XIX,
es la que se diseña mediante la instalación de sucursales o establecimientos
comerciales a cargo de dependientes, regulándose detalladamente la actuación del
factor o gerente, que es el dependiente de mayor jerarquía a quien se pone a cargo de
la sucursal. El Código de Comercio del siglo XIX reguló ampliamente las relaciones
entre el comerciante y su factor o gerente y otros dependientes, ya que no existían
todavía las reglas de protección del Derecho del Trabajo que luego apareció como un
sistema especial que se apartó del derecho común.
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La realidad nos muestra hoy una situación bastante diferente a la que tuvo en cuenta
el legislador del siglo XIX y que se prolongó en la primera parte del siglo XX.
Encontramos ahora una evolución hacia la organización del intermediario en forma de
empresa independiente, en un medio donde el avance tecnológico es incesante y la
producción masiva de bienes hace necesario una comercialización también masiva de
los mismos, para competir agresivamente con otras empresas en el mercado.
Esta realidad se refleja en el derecho. De aquel modelo contractual individual y aislado
que tomaba como base el Código de Comercio del siglo XIX al regular el contrato de
comisión (no regula la comisión general), se ha pasado a formas estables, que
implican negociaciones continuas y en masa y que no pueden explicarse en forma
aislada. De la contratación de dependientes se ha pasado a la contratación de otras
empresas especializadas en hacer llegar los productos a los consumidores.
Así como la economía evolucionó desde el almacén de ramos generales del siglo
pasado, hasta los hipermercados de hoy, las formas jurídicas han reflejado la misma
evolución, apareciendo una serie de contratos que presentan caracteres propios que
los distinguen de las modalidades clásicas. Y la evolución nos encuentra hoy frente a
contratos que han pasado a estar regulados por el nuevo Código.
Reiteramos que los contratos más utilizados por las empresas para aplicar las técnicas
utilizadas para hacer llegar sus productos a los consumidores, en una primera etapa
se diseñaron como contratos atípicos por parte de los mismos empresarios. Estas
formas se fueron repitiendo en las prácticas económicas apartándose de los moldes
legales, esto es de los contratos regulados por la ley..
Las grandes empresas productoras en serie o en masa, para llegar en mejores
condiciones a los consumidores, vender más y optimizar sus rendimientos, necesitan
vincularse con otras empresas. Esos vínculos se hacen a través de contratos que
generalmente no están regulados por la ley. Estos contratos presentan características
comunes y también diferencias que derivan de las particularidades que presentan las
diferentes técnicas de comercialización. Tal como ya ejemplificamos, no es lo mismo
vender hamburguesas que vender automóviles ni la organización y técnicas que se
utilizan en uno y otro caso.
Para resumir: las empresas, con el propósito de aumentar su productividad y
multiplicar sus beneficios, recurren a otras empresas para llegar mejor con sus
productos y servicios a los consumidores y usuarios. Unas se especializan en producir
y las otras se especializan en comercializar los productos.
Analizaremos en este capítulo, en primer lugar, los caracteres comunes que presentan
estos contratos. Luego nos referiremos a los más utilizados en la actualidad, cuyas
variaciones desde el punto de vista del derecho, se producen –principalmente- por las
diferentes técnicas de comercialización que se reflejan claramente en las cláusulas
contractuales.
3. Caracteres comunes
Enumeramos sintéticamente las características comunes que presentan estos
contratos (Romero, a quien seguimos y actualizamos en este punto, las sintetiza con
mucha precisión):
1°) Los contratantes son sujetos que actúan en forma independiente y organizados
ambos en forma de empresa. No existe entre los mismos relación de dependencia ni
societaria. Además, cada uno de ellos cuenta con una organización empresaria propia
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y mantienen independencia subjetiva. Es obvio que no son contratos de consumo.


2°) Uniformidad contractual: casi todos tienen una forma similar y se celebran por
adhesión a las cláusulas que generalmente son predispuestas por la empresa
productora (asumiendo también esta posición dominante del productor, los
importadores y las empresas prestadoras de servicios masivos). Se aplican por tanto
las reglas dispuestas por el Código para los contratos de adhesión.
3°) Aparecieron como contratos atípicos, adquirieron tipicidad social y finalmente se
convierten en contratos legalmente típicos: Los contratos más utilizados se empiezan
a repetir con tanta frecuencia que fueron adquiriendo en una primera etapa tipicidad
social, siendo regulados por los usos y costumbres, hasta llegar ahora a la tipicidad
legal por encontrarse ya regulados en su mayor parte por el Código.
4°) Relación de confianza: El éxito de cada una de las empresas depende en alguna
medida de la otra. Por ello se presentan esencialmente como relaciones de confianza
recíproca, resultando esenciales las condiciones personales del otro contratante. Ello
implica un deber de fidelidad entre ambas partes. Por este mismo motivo, cualquier
alteración de esas condiciones personales y de confianza determina la extinción del
contrato.
5°) Aparecen como forma de organización de la comercialización de bienes y
servicios: Se establecen relaciones de colaboración entre las partes que cumplen
funciones económicas distintas, pero se integran una con otra. Una empresa produce
o presta servicios en forma masiva y la otra se encarga que los productos o servicios
lleguen a los consumidores o usuarios utilizando diversas técnicas comerciales para
lograr más eficiencia económica.
6°) Dependencia económica: Las empresas productoras fijan condiciones que deben
cumplir todos los distribuidores (distribuidores en sentido general), estableciéndose
una subordinación en la determinación de las condiciones de venta de los productos y
distribución de servicios. A la independencia jurídica se contrasta esta dependencia
económica. Además de las reglas de cada contrato, se presenta la posibilidad de
abuso de posición dominante y abuso del derecho por explotación de una situación de
dependencia económica (CCC, arts. 10 y 11).
7°) Son contratos de duración: están destinados a prolongarse en el tiempo. Como
consecuencia de ello no pueden romperse intempestivamente antes que cumplan la
finalidad económica de cada contratante. La empresa distribuidora debe efectuar una
serie de inversiones para organizarse. La duración del contrato ha de garantizar un
plazo mínimo para amortizar dicha inversión. En caso de ruptura unilateral e
intempestiva del contrato, por lo tanto, se deben indemnizar los perjuicios que se
cause al otro contratante teniendo en cuenta estos principios.
8°) Exclusividad: Cumplen una función de protección mutua en contra de la
competencia. Para ello se establece o presupone algún grado de exclusividad para los
dos contratantes.
9°) Caracteres: Además de los que ya se han mencionado, son todos contratos
bilaterales, no formales (salvo la agencia que debe formalizarse por escrito) y
onerosos.
10°) Prescripción: No existen plazos de prescripción especiales por lo que se aplica a
los mismos el plazo de prescripción genérico de cinco años fijado por el Código (CCC,
art. 2560).
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PARTE SEGUNDA: Los principales contratos de mercado


En la primera parte, consideramos las características comunes que presentan los
contratos de distribución o de mercado. En esta segunda parte pasamos a analizar
las características y elementos que distinguen a cada uno de estos contratos.
1. Agencia
Existe contrato de agencia cuando una persona, denominada “preponente” o
empresario, encarga a otra, denominada “agente”, que promueva la realización de
negocios, de manera estable, en forma independiente, en beneficio de aquél, por el
pago de una retribución o comisión.
Esta definición, tomada de la doctrina, es la que trae el art. 1479 del Código, aunque
éste agrega algunas aclaraciones útiles: indica que no debe mediar relación laboral
alguna entre las partes, que el agente es un intermediario independiente, que no
asume el riesgo de las operaciones y no representa al preponente.
El agente (*) asume la obligación de promover negocios. En la práctica comercial
encontramos casos especiales de sujetos que cumplen estas funciones, en los
agentes teatrales, de seguros, de bolsa, de viajes, de deportistas, de publicidad, etc.
Aunque las funciones de algunos de estos sujetos han sido reguladas en leyes
especiales.
La otra parte del contrato (el preponente) es también denominado por la ley como
“empresario”, aunque en realidad suelen ser empresarios las dos partes del contrato.
Las disposiciones sobre el contrato de agencia no se aplican a los agentes de bolsa o
de mercados de valores, de futuros y opciones o derivados; a los productores o
agentes de seguros; a los agentes financieros, o cambiarios, a los agentes marítimos
o aeronáuticos ni a los regidos por leyes especiales (CCC, art. 1501).
El vínculo está destinado a prolongarse en el tiempo (de manera estable o continuada
como dice la definición del art. 1479), a diferencia de los corredores y consignatarios
que actúan en negocios aislados.
Presenta este contrato los siguientes caracteres: bilateral, formal, ya que debe ser
hecho por escrito (CCC, art. 1479, último párrafo), típico, de ejecución continuada y
oneroso.
Si bien hay agentes que se pueden desempeñar con diversas modalidades, es
esencial para este contrato que el agente no tenga relación de dependencia (CCC, art.
1479).
Se prevé como elemento natural del contrato que el agente no represente al
preponente. Vale decir, que el contrato de agencia no otorga por sí mismo
representación, no permitiendo que el agente concluya los negocios en nombre del
preponente. Como consecuencia de esto, cuando el objeto del contrato es la venta de
mercaderías, el agente no adquiere la propiedad de las cosas a vender, no concreta o
concluye el negocio y no asume el riesgo de las operaciones que se realicen (como la
solvencia del comprador).
Para que el agente se encuentre facultado para celebrar contratos y representar al
preponente, será necesario que se le otorgue un mandato que lo faculte (CCC, art.
1485). De otra forma no se obligará al preponente.
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Por lo tanto, el negocio lo debe concluir el empresario. El agente tampoco está


facultado para hacer los cobros de los créditos resultantes, salvo –reiteramos- que se
le otorgue un mandato para ello (CCC, art. 1485).
Por otro lado, el agente no queda obligado personalmente frente a los terceros que
contratan con el preponente. Si bien el agente actúa siempre utilizando el nombre del
preponente, no está facultado para concluir negocios con terceros, sino solamente
“promoverlos”, para que los concrete el preponente por sí mismo.
Lo esencial de la función que desempeña el agente, consiste en la creación,
mantenimiento, y aumento de clientela a favor de la empresa para quien actúa.
Puede tener un grado de exclusividad, puesto que suele tener asignada una zona en
la que no pueden desempeñarse otros agentes y la que no puede tampoco ser
excedida por el agente. La ley requiere que se determine el grado de exclusividad
expresamente en el contrato (CCC, art. 1480). Y si bien permite ser agente de varios
empresarios, prohíbe que sean del mismo ramo, así como la realización de
operaciones en competencia. Esto se prevé para evitar los conflictos de intereses
(CCC, art. 1481).
La exclusividad se puede convenir que continúe siendo respetada, aún hasta por un
año después de extinguido el contrato (CCC, art. 1499). Se trata con ello de evitar
abusos por parte de los dos contratantes.
El agente no asume el riesgo de las operaciones. En este sentido, no se permite que
el agente encargado de promover la venta de la mercadería, sea garante de la
cobranza de lo adeudado por el comprador a favor del empresario. Solo se permite
que garantice el pago con la comisión que ya ha cobrado por ese mismo negocio, que
deberá restituir, en caso de fracasar la cobranza (CCC, art. 1482).
El Código regula las principales obligaciones del agente (CCC, art. 1483), aunque es
de uso que las mismas se enuncian en un contrato escrito que las partes formalizan,
cuyo contenido generalmente redacta e impone el empresario. También se regulan las
principales obligaciones del empresario (CCC, art. 1484). A la lectura de los artículos
respectivos nos remitimos.
El ejemplo de contrato de agencia que solemos utilizar para explicarlo en clase, es el
que vincula a las empresas que comercializan líneas de teléfonos celulares, utilizando
para ello a una verdadera red de agentes como intermediarios. Estos actúan en
nombre de las empresas telefónicas, pero sin representarlas. Los clientes contratan
con las compañías telefónicas a través de sus agentes. Y son las compañías
telefónicas las que abonan la retribución –comisiones- a sus agentes.
La retribución del agente por lo general está pactada expresamente en el contrato,
pero la ley establece, para el caso en que las partes no lo hayan hecho, la aplicación
de los usos y prácticas (CCC, art. 1486). Lo usual es que se pacte una comisión
proporcional a los negocios concretados en los que haya intervenido el agente,
estableciéndose en la ley la base para el cálculo (CCC, art. 1487).
El agente no puede ceder el contrato a un sub agente, salvo que esté expresamente
permitido, en cuyo caso se prevé que será solidariamente responsable por la
actuación del sub agente (CCC, art. 1500).
En cuanto a la extinción del contrato que no tienen plazo convenido, o el que se
prolongó de hecho después del vencimiento, al que la ley convierte en uno de plazo
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indeterminado (CCC, art. 1491), se permite a cualquiera de las partes disponerlo por
su sola decisión, notificando para ello a la otra parte, preavisándole con un mes de
anticipación por cada año de contrato (CCC, art. 1492).
En caso de falta de preaviso el contrato igualmente se extingue, pero la parte que no
fue notificada con antelación pueden reclamar el lucro cesante durante el plazo fijado
de preaviso (CCC, art. 1493). El agente puede reclamar también una indemnización
por clientela que no puede exceder un año de retribuciones (CCC, art. 1497,
estableciéndose en el art. 1498 las excepciones).
El contrato también se extingue por las causales enumeradas por el art. 1494 y que se
refieren -por ejemplo- a la afectación de las calidades personales tenidas en cuenta al
celebrar el contrato, como muerte del agente, quiebra, incapacidad, etc., además del
vencimiento del plazo convenido, el incumplimiento y por disminución significativa del
volumen de negocios del agente.
2. Concesión
El contrato de concesión tiene su origen en el derecho público, especialmente del
reconocimiento que determinadas actividades pertenecen al Estado y que deben ser
prestadas como servicios públicos. Cuando la Administración Pública decide no
prestar ella misma un servicio público, comienza a recurrir a autorizar (conceder) a un
particular, para atender a su riesgo, la prestación del mismo, por un tiempo
determinado, percibiendo directamente de los usuarios las tarifas correspondientes.
Encontramos un ejemplo de esta relación cuando las municipalidades conceden la
prestación del servicio público de transporte urbano de pasajeros en autobuses a
empresas privadas. Estas relaciones, que se rigen por normas de derecho público,
dieron origen a otras relaciones desarrolladas en el ámbito privado.
El contrato regulado en el Código no es el que regula el derecho administrativo. Es por
ello que, para distinguir al que se utiliza en la actividad empresarial privada se le suele
denominar “concesión comercial” (*).
La figura que analizamos se originó fundamentalmente en el ámbito de la
comercialización de automotores. Forma parte de la técnica para comercializar
masivamente estos vehículos fabricados en serie. Las grandes empresas
automotrices, empezaron a organizar redes de ventas, integradas por empresas
concesionarias, que se encargan de vender los automóviles a los consumidores y
darles asistencia técnica.
Destacamos que el concesionario también toma a su cargo la prestación de la
garantía de buen funcionamiento y servicio de mantenimiento de los productos, incluso
sobre los vehículos no vendidos por el propio concesionario. También suelen
imponerse cupos de compra que hacen diferente a este contrato de una simple
acumulación de compraventas.
Presenta este contrato la particularidad que el concesionario actúa en su propio
nombre en las ventas que realiza, pero utilizando la marca del concedente. Existe una
dependencia técnica casi absoluta con el productor o fabricante quien, por su parte,
delega la venta al consumidor, exclusivamente en los concesionarios. Supone también
al menos un cierto grado de exclusividad.
La ley regula ahora este contrato definiéndolo en el art. 1502. Dice que hay contrato
de concesión cuando el concesionario, que actúa en nombre y por cuenta propia
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frente a terceros, se obliga mediante una retribución a disponer de su organización


empresaria para comercializar mercaderías provistas por el concedente, prestar los
servicios y proveer los repuestos y accesorios según haya sido convenido.
En la práctica los contratos son redactados solamente por la empresa concedente al
que se adhiere la empresa concesionaria, conteniendo una detallada descripción de
las prestaciones a las que se obliga la concesionaria. De esta forma, la empresa
concedente unifica las reglas para toda la red de concesionarias, las que dependen
económicamente de la concedente.
En el art. 1504 se enumeran las principales obligaciones del concedente, las que
podemos sintetizar diciendo que se obliga a asegurar que la concesionaria pueda
desenvolver su actividad de manera sustentable y rentable. Para ello debe proveerle
suficiente cantidad de mercadería para que venda, respetar la exclusividad, proveerle
repuestos, permitirle el uso de la marca, etc.
En el art. 1505 se detallan las principales obligaciones del concesionario, las que
podemos sintetizar señalando que se compromete a vender la mercadería a los
consumidores, proveerles los repuestos y prestar el servicio técnico. Para ello debe
comprar la mercadería y repuestos a la empresa concedente, respetar la exclusividad,
utilizar las técnicas de comercialización y publicidad dispuestas por el concedente,
organizar la prestación del servicio técnico, etc.
El legislador interviene en protección del concesionario, estableciendo el plazo mínimo
de duración del contrato en cuatro años. Aunque en caso que el concedente provea el
uso de las instalaciones principales, el plazo mínimo puede reducirse a dos años
(CCC, art. 1506).
El contrato es oneroso. El concesionario tiene derecho a una retribución que se puede
pactar libremente, mencionando la ley que puede fijarse mediante una comisión, por la
diferencia de precio entre la compra y la venta de las unidades, o en cantidades fijas
por unidad, etc. (CCC, art. 1507). En protección del concesionario, se establece que
los servicios de pre entrega y de garantía gratuita a la clientela, son a cargo del
concedente.
En cuanto a la extinción del contrato que no tiene plazo convenido, o el que se
prolongó de hecho después del vencimiento, al que la ley convierte en uno de plazo
indeterminado, se aplican las mismas reglas del contrato de agencia (CCC, art, 1508
que remite a los arts. 1492 y 1493). Igual remisión se hace para las otras causales de
extinción que la ley agrupa denominándolas resolución (CCC, art. 1509, que remite al
art. 1494) y para la cesión del contrato a sub concesionarios (CCC, art. 1510).
3. Concesión de uso
La concesión de uso (*), se trata de una modalidad diferente al contrato considerado
en el punto anterior. La concesión de uso se presenta cuando el contrato tiene por
objeto el uso de un lugar dentro de un ámbito que pertenece al Concedente quien está
interesado en la comercialización de ciertos productos y servicios en ese ámbito. Se
utiliza por parte de empresas, clubes, universidades, etc. para prestar a sus
empleados, clientes, alumnos, etc. algún servicio dentro de ese ámbito, por ejemplo,
bar, kiosco, fotocopiadora, etc.
La obligación principal del concesionario es justamente la prestación de este servicio
en el que está interesado especialmente el concedente.
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Este contrato no está regulado por la ley y presenta grandes diferencias con el
contrato de concesión regulado por el Código.
La concesión de uso tiene una gran similitud con la locación. Aunque en esta
concesión se destaca la importancia que tiene el destino del uso, por sobre el pago del
precio y las demás cláusulas del contrato. También guarda algún parecido con el
contrato de suministro (*) aunque el destinatario no es el mismo concedente sino las
personas que están relacionadas con él (asociados, alumnos, clientes, etc.).
Si bien en el contrato de concesión privada de uso existe una innegable vinculación
entre las partes firmantes, no hay aquí una relación de subordinación técnica o
económica como en la concesión comercial, ni una relación evidente de subordinación
orientada necesariamente al interés público como se da en la concesión
administrativa. Hay, sí, una importante autonomía de acción entre las partes, que se
ve limitada únicamente por las pautas convenidas vinculadas con el destino del
inmueble o espacio que es objeto de este contrato.
4. Distribución
El contrato de distribución no presenta mayores diferencias jurídicas con la concesión.
En realidad, en la evolución que han tenido estas figuras, las particularidades que
tiene la concesión se originan en las características propias de la comercialización de
automotores, que exige una mayor reglamentación de las prestaciones y control por
parte del concedente, así como una mayor integración y colaboración entre las partes.
Si bien el contrato que aquí consideramos está conformado, en uno de sus aspectos,
por una serie de múltiples compraventas sucesivas, éstas son tomadas y reguladas en
su conjunto por este contrato, lo que hace que esta serie de compraventas pierdan
individualidad, integrando una relación diferente que se ha denominado contrato de
distribución.
Se trata de la actual evolución de la relación que antes vinculaba a los llamados
comerciantes mayoristas con los minoristas. El productor de mercaderías ahora no se
desinteresa de la suerte de sus productos en el mercado, ni lo deja librado totalmente
a la organización de terceros. Por medio de este contrato obtiene que el distribuidor se
obligue a promover el producto, hacerlo llegar a todos los ámbitos posibles y acentuar
sus ventas.
La actividad del distribuidor es más libre e independiente del principal y puede no ser
exclusivo. Este contrato permite a los productores la planificación comercial. A tal fin, el
productor suele centralizar y reservarse las facultades de fijar precios unitarios,
efectuar publicidad, etc.
En el contrato de distribución el distribuidor adquiere la propiedad de los bienes a
distribuir, para revenderlos o comercializarlos a otros comerciantes o a consumidores
finales. No existe representación por parte del distribuidor que actúa en nombre propio
con relación a los terceros a quienes vende o cede los productos y servicios.
La retribución o utilidad las obtiene el distribuidor por la diferencia de precios de
adquisición y de venta de los productos (a diferencia de lo que sucede en el contrato
de agencia).
Se trata de un contrato no regulado directamente por la ley, salvo la distribución de
diarios y revistas (decreto-ley 24095/45) y algunos aspectos relacionados con la
distribución de películas cinematográficas (ley 17741).
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Si bien no hay una regulación general de este contrato, el art. 1511 del Código prevé
expresamente que se apliquen las reglas de la concesión a los contratos de
distribución (CCC, art. 1511, inc. B), dejando sin definir a este contrato.
Finalmente, si bien lo normal es que el objeto de la distribución sean productos,
también se aplica a los servicios.
5. Franquicia
Este contrato, también denominado franquicia comercial o como " franchising", tiene
su origen en Estados Unidos. Los elementos que presuponen la realización de este
contrato, son: una empresa dueña de un producto y determinada forma de
comercialización ya probada, que recurre a empresas independientes mediante una
licencia (*) para que use las mismas marcas y formas de comercialización,
procedimientos de elaboración, patentes, etc. Las empresas franquiciadas abonan a
cambio un precio que se denomina regalía o royalty.
La franquicia es un contrato diferente a los otros contratos de mercado que hemos
analizando con anterioridad. Además de la concesión del uso de una marca,
designación comercial, patente, etc., se transmite las técnicas de fabricación y
comercialización o “know how” (*) asegurando una explotación rentable ya probada.
Se suman la transferencia de tecnología, marcas, designaciones y asistencia técnica.
Sirve como ejemplo típico de este contrato la relación de Mc Donald`s con las distintas
empresas que comercializan comidas rápidas en todo el mundo. Son motivo de
transferencia no sólo el derecho a usar la marca, sino también las técnicas de
elaboración del producto y las técnicas de comercialización del mismo.
Estamos también frente a contratos redactados por el franquiciante que impone las
cláusulas al otro contratante. Se regulan aspectos tales como el origen de las materias
primas, controles de calidad de los productos, la forma de presentación de los mismos,
la forma y distribución de los locales, la formación profesional del personal, control de
gestión y tantos otros aspectos que hacen al éxito de estas empresas.
El Código incorpora este contrato a sus regulaciones dando el siguiente concepto: hay
franquicia comercial cuando una parte, denominada franquiciante, otorga a otra,
llamada franquiciado, el derecho a utilizar un sistema probado, destinado a
comercializar determinados bienes o servicios bajo el nombre comercial, emblema o la
marca del franquiciante, quien provee un conjunto de conocimientos técnicos y la
prestación continua de asistencia técnica o comercial, contra una prestación directa o
indirecta del franquiciado (CCC, art. 1512).
Se trata de un contrato entre dos empresas independientes (CCC, art. 1520) lo que se
preserva incluso prohibiendo al franquiciante tener participación accionaria de control
directo o indirecto en el negocio del franquiciado (CCC, art. 1512, última parte),
agregando el derecho de exclusividad para ambas partes (CCC, art. 1517 y 1518 inc.
B).
En el art. 1514 se enumeran las principales obligaciones del franquiciante, las que
podemos sintetizar diciendo que se obliga a asegurar que el franquiciado pueda
desenvolver su actividad de manera sustentable y rentable. Para ello debe proveerle
información suficiente, asistencia técnica, los bienes y servicios comprometidos,
respetar y garantizar la exclusividad, etc.
En el art. 1515 se detallan las principales obligaciones del franquiciado, las que
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podemos sintetizar señalando que se compromete a desarrollar la actividad


franquiciada de acuerdo a las instrucciones recibidas y pagar la retribución. Para ello
debe utilizar las técnicas de producción, comercialización y publicidad dispuestas por
el franquiciante, guardar el secreto de la información recibida, etc.
Para los plazos de duración del contrato se remite a lo dispuesto para el contrato de
concesión (CCC, art. 1516, que remite al art. 1506).
Se prevé, asimismo, dejando a salvo la facultad de pactar en contrario, que el derecho
a la clientela corresponde al franquiciante y que el franquiciado no puede mudar la
ubicación de sus locales de atención o fabricación (CCC, art. 1518, inc. C).
La ley distingue dos clases de franquicias (CCC, art. 1513), las que tienen como único
efecto práctico la facultad o no de otorgar sub franquicias:
1°) franquicia mayorista: es aquella en virtud de la cual el franquiciante otorga al
franquiciado un territorio o ámbito de actuación nacional o regional o provincial con
derecho de nombrar sub franquiciados;
2°) franquicia de desarrollo: es aquella en virtud de la cual el franquiciante otorga a
un franquiciado denominado desarrollador el derecho a abrir múltiples negocios
franquiciados bajo el sistema, método y marca del franquiciante en una región o en el
país durante un término prolongado no menor a cinco años, y en el que todos los
locales o negocios que se abren dependen o están controlados, en caso de que se
constituyan como sociedades, por el desarrollador, sin que éste tenga el derecho de
ceder su posición como tal o sub franquiciar, sin el consentimiento del franquiciante;
Las causales de extinción son similares a la agencia y concesión (CCC, art. 1522).

PARTE TERCERA: El Fideicomiso


1. Concepto
En el año 1995 se introdujo en nuestro sistema legal el instituto del fideicomiso por
medio de la ley 24441. En realidad, existía con anterioridad a dicha fecha una muy
escasa e insegura regulación a su respecto, de casi nula aplicación práctica.
El nuevo Código ha mantenido y mejorado la regulación de esta figura legal, la cual
ha adquirido en los últimos años una enorme importancia práctica, siendo utilizada
en una gran variedad de negocios y como forma de organización jurídica de algunas
empresas.
Advertimos, que la ley permite que se constituyan fideicomisos, no solamente por
medio de un contrato, sino también por testamento y que la figura puede ser
utilizada para negocios individuales y ajenos a la actividad empresarial.
El fideicomiso es una institución compleja y dúctil, que se constituye con la
transmisión de la propiedad fiduciaria de bienes determinados, por parte de una
persona llamada fiduciante, a favor de otra persona denominada fiduciario, quien se
obliga a ejercerla en beneficio de quien se designe en el contrato como beneficiario,
y a transmitirla al cumplimiento de un plazo o condición a un destinatario final o
fideicomisario (CCC, art. 1666).
Para precisar los conceptos que contiene la definición legal, debe distinguirse entre
el dominio fiduciario (o propiedad fiduciaria) y el acto jurídico que sirve de causa a la
transmisión del dominio fiduciario. Lo primero, implica un patrimonio afectado a un
12 Derecho Privado - Capítulo 14 - Contratos modernos

propósito determinado en beneficio de alguien. Lo segundo, el negocio o acto que


dio origen o nacimiento a ese patrimonio fiduciario, que en nuestro sistema puede
tratarse de un contrato de fideicomiso o un testamento, como ya indicamos.
Damos prioridad en esta síntesis sobre el tema, al fideicomiso como contrato, que
es el que se utiliza en la organización de negocios empresarios, principal objeto de
este curso.
2. Función económica
Por medio de esta figura, se produce la transmisión a otra persona de bienes o
derechos, para que éste les dé el destino especial requerido por el transmitente o
constituyente (fiduciante). Para asegurar que se cumpla dicha finalidad, se
independizan la titularidad del bien o derecho y su manejo o "gerenciamiento", tanto
del transmitente como del adquirente (fiduciante y fiduciario).
Es una figura que presenta tanta ductilidad que puede utilizarse para cumplir una
función de garantía, administración o inversión.
En el fideicomiso financiero, que es un tipo especial de fideicomiso, se produce un
fenómeno particular al que se ha denominado “titulización” o “securitización”. Se
trata de un proceso consistente en emitir títulos de deuda con respaldo en activos
ilíquidos. Los títulos son colocados entre los inversores, utilizándose el flujo de
fondos por la cobranza de las cuotas de los créditos, lo cual retroalimenta el
sistema.
La ley 24441 derogada parcialmente por el nuevo Código, se denomina de
"Financiamiento de la vivienda y construcción", lo que exterioriza la intención del
legislador de utilizar el sistema para la construcción de viviendas. Aunque no se ha
regulado de manera especial el fideicomiso de construcción. Lo cierto es que la gran
ductilidad que presenta la figura del fideicomiso, permite utilizarla en una gran
variedad de operaciones y negocios.
Ya nos hemos referido con anterioridad, a las funciones que cumple el fideicomiso
como medio para limitar la responsabilidad de los inversores, independizando un
patrimonio para afectarlo a un destino y como técnica de organización de una
empresa. Este patrimonio fiduciario queda indemne de la agresión de los
acreedores personales del fiduciante y fiduciario, lo cual sirve para asegurar que el
destino del fideicomiso pueda ser efectivamente cumplido.
El fideicomiso financiero, permite buscar financiamiento directamente en el
mercado, sin tener que recurrir a entidades financieras, atento a que se intenta
captar directamente a los inversores que estén interesados en invertir, logrando así
reducir los costos de la intermediación financiera tradicional.
3. Sujetos
Se necesitan dos sujetos para constituir un fideicomiso mediante un contrato,
aunque debe participar necesariamente también un tercero, para que el mismo sea
válido.
Los sujetos que intervienen pueden ocupar cuatro posiciones diferentes.
Puntualizamos que pueden intervenir cuatro sujetos diferentes que ocupen cada
uno de los cuatro roles que prevé la ley y que también puede intervenir más de un
sujeto desempeñando el mismo rol.
Asimismo, si al menos deben intervenir tres sujetos ocupando estos cuatro roles, es
Derecho Privado - Capítulo 14 - Contratos modernos 13

obvio que uno de los sujetos puede ocupar dos o más roles diferentes.
Estas son las cuatro posiciones o roles que prevé la ley:
1°) Fiduciante o constituyente: Es quien transmite la propiedad al Fiduciario quien se
convierte en titular de los bienes o derechos hasta que deba restituirlos al Fiduciante
(allí solo intervienen 2 personas) o a un tercero Beneficiario o Fideicomisario. En el
contrato intervienen siempre sólo dos personas: fiduciante y fiduciario. Los otros
sujetos (Beneficiario y Fideicomisario) no son partes en el contrato y alguno puede
no existir (CCC, arts. 1671 y 1672).
2°) Fiduciario: Es quien adquiere la propiedad fiduciaria para cumplir con el destino
que ha fijado el fiduciante. El fiduciario puede ser sustituido (CCC, art. 1679). No
puede ser fiduciante ni fideicomisario prohibiéndose al fiduciario que ocupe
cualquiera de esos dos roles para preservarlo de cualquier conflicto de intereses
(CCC, art. 1672).
La ley ahora permite ahora que sea también beneficiario, aunque en tal caso debe
evitar cualquier conflicto de intereses y obrar privilegiando los de los restantes
sujetos intervinientes en el contrato (CCC, art. 1673).
El fiduciario es el titular de un patrimonio fiduciario, que no se mezcla ni confunde
con su patrimonio personal. Una misma persona es titular de dos patrimonios lo cual
resulta contrario a las concepciones clásicas al respecto. O más precisamente: se
es titular de un patrimonio personal (como cualquier sujeto de derecho) y de tantos
patrimonios como los que administre en carácter de fiduciario.
El fiduciario puede cesar en sus funciones y ser reemplazado por las causales
establecidas por la ley (como mal desempeño en el cargo) y por las fijadas en el
contrato (CCC, art. 1678). Los bienes no pueden quedar sin fiduciario por lo que se
debe designar un sustituto que tome a su cargo la función. El contrato generalmente
designa al sustituto o fija la manera en que se designa, porque si no lo hace debe se
designado judicialmente (CCC, art. 1679, primera parte).
3°) Beneficiario: Es la persona a favor de quien se ejerce el fideicomiso durante el
plazo de vigencia del mismo. Tiene el derecho a percibir los beneficios y utilidades
que generen los bienes que integran el patrimonio fiduciario mientras dure el
fideicomiso. Puede ser una persona humana o jurídica, que puede o no existir al
tiempo del otorgamiento del contrato (CCC, art. 1671).
4°) Fideicomisario: Es el llamado a recibir la propiedad de los bienes a la extinción
del fideicomiso. Adquiere el dominio pleno de los bienes. Se utiliza la denominación,
en un sentido amplio, como destinatario final de los bienes entregados en
fideicomiso o, en un sentido estricto, como una cuarta persona que ocupa una
posición diferente a las tres anteriores (CCC, art. 1672). Es el destinatario final de
los bienes. A su favor se deben transferir al momento de extinción del fideicomiso.
4. Elementos reales
Pueden ser objeto del fideicomiso bienes de toda índole, incluso universalidades
como un fondo de comercio (CCC, art. 1670). El contrato de fideicomiso sirve como
título para trasmitir la propiedad o dominio fiduciario a favor del fiduciario (CCC, arts,
1701 a 1707 y 1682). La ley exige que el contrato individualice los bienes objeto del
fideicomiso (CCC, art. 1667).
El derecho que va a adquirir el fiduciario sobre los bienes objeto del contrato, se
14 Derecho Privado - Capítulo 14 - Contratos modernos

califica como “propiedad fiduciaria”, dado que el derecho del fiduciario sobre esos
bienes está limitado y afectada a cumplir el destino que se la ha asignado en el
contrato (como construir un edificio, otorgar préstamos, administrar bienes, etc.).
También sirve para identificar y distinguir los bienes que integran el patrimonio
fiduciario, de los otros bienes que son también propiedad del fiduciario, pero a título
personal y que integran su patrimonio personal.
La ley aclara que el titular del dominio fiduciario tiene las facultades del dueño
perfecto, en tanto los actos jurídicos que realiza se ajusten al fin del fideicomiso y a
las disposiciones contractuales pactadas (CCC, art. 1704). Esto significa que el
fiduciario, cuando enajena un bien, transmite la propiedad plena del mismo sin
limitaciones, a pesar que él en realidad no tiene una propiedad plena sobre el
mismo, sino una propiedad fiduciaria limitada.
Por otro lado, frente a los acreedores, se presentan dos patrimonios separados e
independientes. Los acreedores personales del fiduciario no pueden agredir
jurídicamente los bienes que integran el patrimonio fiduciario, y los acreedores del
patrimonio fiduciario no pueden ir contra los bienes personales del fiduciario.
5. Elementos formales
El contrato de fideicomiso debe celebrarse por escrito e inscribirse en un registro. El
fideicomiso constituido por testamento debe cumplir las mismas reglas de estos
actos –los testamentos- y también registrarse.
Entendemos que los contratos de fideicomiso, por lo menos, deben celebrarse por
escrito, ya que es lo mínimo necesario para poder inscribirlos en el registro (como
por ejemplo en un fideicomiso sobre bienes muebles no registrables). En rigor, se
deben cumplir las formas propias para cada clase de bien y si se trata de bienes
registrables, debe proceder a inscribirse en el registro correspondiente a esos
bienes con transcripción del contrato (CCC, art. 1669).
Así, un fideicomiso que tenga por objeto un inmueble, deberá celebrarse por
escritura pública e inscribirse en el registro de la propiedad (en Córdoba el Registro
General de la Provincia). Si se trata de automotores, deberá formalizarse su
inscripción en el Registro del Automotor. Si se trata de créditos, la cesión de los
mismos debe hacerse por escrito y además notificar al deudor cedido, etc.
En caso de no cumplirse con las formalidades legales, el contrato vale como
promesa de otorgarlo con las formalidades correspondientes. La situación se asimila
a la de los boletos de compraventa que ya hemos tratado, obligándose las partes a
suscribir la correspondiente escritura pública o la forma que corresponde (el caso
está contemplado especialmente en el art. 1669).
Si el objeto del fideicomiso son bienes no registrables, el fideicomiso debe
inscribirse en el registro que fije cada jurisdicción (CCC, art. 1669) y hacerse por
escrito como ya indicamos.
Se puede decir que el contrato de fideicomiso es típico, bilateral, oneroso, de
ejecución continuada y formal. El Código regula también las cláusulas que debe
contener el contrato como la individualización de los sujetos, individualización de los
bienes y su destino, plazo, etc. (CCC, art. 1667).
Finalmente destacamos que el Código se ha preocupado del fideicomiso de
garantía, que venía generando algunos problemas de interpretación. Se convierte a
Derecho Privado - Capítulo 14 - Contratos modernos 15

esta figura en un excelente medio de obtener una “garantía auto liquidable” (*). Esto
significa que el acreedor no tiene necesidad de iniciar alguna acción judicial ni
extrajudicial para ejecutar la garantía (como sucede con la prenda o la hipoteca)
sino que es el propio fiduciario quien se encarga de la liquidación y pago al acreedor
garantizado (CCC, art. 1680).
6. Efectos del fideicomiso
Sintetizamos los principales efectos que caracterizan al negocio que estamos
considerando:
1°) El contrato sirve de título para transmitir el dominio fiduciario de los bienes objeto
del mismo. Constituye un patrimonio separado o independiente de los del fiduciario
y fiduciante (CCC, arts. 1682 y 1683), afectado al destino que se ha asignado en el
contrato (CCC, arts. 1667, inc. E y 1674).
2°) Oponible a terceros, de acuerdo a la naturaleza de los bienes, ya que puede ser
necesario el cumplimiento de alguna forma, como por ejemplo la inscripción en los
casos que lo exija la naturaleza de los bienes (inmuebles, automotores, etc.) (CCC,
art. 1683).
3°) Está sujeto a un plazo o condición. El plazo de duración no puede ser mayor a
30 años (CCC, art. 1638).
4°) Se establece la limitación de la responsabilidad del fiduciario, al valor del
patrimonio fideicomitido, si el fiduciario no pudo razonablemente haberse asegurado
(CCC, art. 1685). El fiduciante también limita su responsabilidad a los aportes
comprometidos.
5°) Los acreedores del beneficiario no pueden agredir jurídicamente el patrimonio
fiduciario, hasta que su deudor adquiera los beneficios que le corresponden (CCC,
art. 1686).
6°) El fiduciario debe cumplir las obligaciones impuestas por la ley y por el contrato
con la prudencia y diligencia del buen hombre de negocios que actúa sobre la base
de la confianza depositada en él. Si son varios fiduciarios, su responsabilidad es
solidaria (CCC, art. 1674, segunda parte) .
7°) El fiduciario debe rendir cuentas al menos una vez al año (CCC, art. 1675).
Pueden solicitarla el fiduciante, el beneficiario o el fideicomisario.
8°) El fiduciario tiene derecho a cobrar una retribución por su gestión. Se supone
que el contrato es oneroso salvo pacto en contrario. Si la retribución no la fija el
contrato la fija el juez (CCC, art. 1677).
9°) El fiduciario puede ser sustituido por otro que asume en su lugar como titular del
patrimonio fiduciario (CCC, art. 1679).
7. Extinción
Como toda relación jurídica, nace, vive y se extingue, según los hechos que
determina la ley o el contrato. La ley prevé dos causas admitiendo que el contrato
prevea otras. Las que regula ley son: 1° cumplimiento de la condición o plazo (el
máximo que se puede fijar es el de 30 años); y 2° revocación por parte del fiduciante
si se hubiere reservado esa facultad en el contrato (CCC, art. 1697).
También se ha previsto la situación de insolvencia del patrimonio fiduciario después
de establecer el principio general de limitación de responsabilidad, en los términos
16 Derecho Privado - Capítulo 14 - Contratos modernos

que ya hemos mencionado.


Dice el art. 1687 que los bienes del fiduciario no responden por las obligaciones
contraídas en la ejecución del fideicomiso, las que sólo son satisfechas con los
bienes fideicomitidos. Tampoco responden por esas obligaciones el fiduciante, el
beneficiario ni el fideicomisario, excepto compromiso expreso de éstos.
Esta responsabilidad limitada, es uno de los efectos más importantes tenidos en
cuenta por quienes deciden utilizar esta figura para organizar un negocio.
Con respecto a la situación de insuficiencia de los activos fideicomitidos para
atender el pasivo, se prevé que ello no da lugar a la declaración de su quiebra. En
tal supuesto, y a falta de otros recursos provistos por el fiduciante o el beneficiario
según previsiones contractuales, procede su liquidación, la que está a cargo del juez
competente, quien debe fijar el procedimiento sobre la base de las normas previstas
para concursos y quiebras, en lo que sea pertinente.
Producida la extinción del fideicomiso, el fiduciario está obligado a entregar los
bienes fideicomitidos al fideicomisario o a sus sucesores, a otorgar los instrumentos
y a contribuir a las inscripciones registrales que correspondan (CCC, art. 1698).
8. Fideicomiso financiero
La ley regula una clase especial de fideicomiso, que se da cuando se cumplen los
siguientes requisitos: 1°) El fiduciario es una entidad financiera o persona autorizada
por la Comisión Nacional de Valores (que se encarga de dictar normas
reglamentarias); y 2°) los Beneficiarios son los titulares de certificados de
participación o títulos representativos de deuda garantizados por los bienes
fideicomitidos (CCC, art. 1690). Estos papeles son verdaderos títulos valores que
pueden transmitirse por endoso (CCC, art. 1691).
La finalidad que tiene esta modalidad de fideicomiso, es la administración del ahorro
público por empresas especializadas. Se elimina la intermediación bancaria y por lo
tanto se reducen los costos financieros. Sirve para captar fondos y destinarlos a
inversiones productivas. Por ello, los fideicomisos financieros tienen control
permanente de la Comisión Nacional de Valores.
Es una fuente alternativa de financiamiento de las empresas, con la característica
principal de diversificar los instrumentos de inversión e ir eliminando o disminuyendo
el costo de la intermediación bancaria clásica, poniendo en contacto directo a los
inversores con los tomadores de crédito.
También tiene la ventaja de disminuir el riesgo del negocio, al encontrarse
garantizada la recuperación de la inversión con los activos que integran el
patrimonio fiduciario. La seguridad está referida principalmente a la existencia de un
patrimonio separado, en el cual se encuentran aislados los activos que se
destinarán al pago (o garantía de pago) de los títulos valores que se emitan como
consecuencia de la utilización de esta técnica.
Resulta propio de esta clase de fideicomiso el fenómeno denominado
“securitización” o también “titulización”, que consiste en convertir activos crediticios
(o flujos de fondos generados por el pago de créditos no vencidos), en títulos de
crédito negociables en los mercados garantizados por dichos activos. Permite
recobrar liquidez a los titulares de los activos inmovilizados.
Supongamos que un empresario vende mil máquinas a diferentes compradores que
Derecho Privado - Capítulo 14 - Contratos modernos 17

serán pagadas en cuotas mensuales a dos años de plazo. Para recuperar el dinero
por el precio de las máquinas, este empresario tendría que esperar a que venzan
las cuotas convenidas. Para utilizar la terminología propia de este negocio diremos
que estas operaciones de venta masivas generan un flujo de fondos futuro, desde
los compradores (deudores del precio), hacia el vendedor (acreedor). Los
compradores van pagando mes a mes las cuotas y el vendedor va cobrándoles el
precio de las compraventas.
Ese flujo de fondos futuro que se producirá por el pago de las cuotas, puede ser
objeto de un fideicomiso financiero, permitiéndole al vendedor del ejemplo, hacerse
anticipadamente de esos fondos, sin tener que esperar el vencimiento de las cuotas.
El vendedor transfiere la propiedad de estos créditos a un fiduciario, que se encarga
del cobro de los mismos. Los compradores de los bienes le pagan las cuotas al
fiduciario que ha pasado a ser el titular de estos créditos.
Los títulos valores que se emiten (certificados de participación o títulos de deuda)
representan los derechos de los beneficiarios y fideicomisarios (los inversores).
Esos derechos se encuentran, por lo tanto, garantizados por ese flujo de fondos que
se afectan a la cancelación de los títulos o eventualmente a ejecutar la garantía.
En síntesis: por medio de este negocio, se puede captar dinero de los inversionistas,
a quienes les entregan estos papeles que instrumentan el fideicomiso financiero y
representan los derechos que tienen. Los fondos captados son destinados por el
fiduciario al negocio previsto.
Los certificados de participación permiten asociarse a algún proyecto asumiendo
riesgos en común. Por ejemplo, reunir un fondo de dinero para otorgar préstamos
con garantía hipotecaria para la construcción de inmuebles. A medida que se van
abonando los créditos, se van amortizando los títulos con más sus intereses. El
Banco cobra su retribución por administrar el fideicomiso (presta y recupera los
fondos más los intereses, ejecuta a los morosos, etc.), sin comprometer fondos
propios ni responder personalmente por los créditos incobrables, por lo que se
disminuye el costo financiero.
Los títulos representativos de deuda instrumentan un préstamo en serie. En lugar de
existir un solo acreedor, se divide o fracciona el derecho del prestamista en partes.
Cada una de esas partes se representan en cada uno de los títulos. Todos los
poseedores de los títulos tienen los mismos derechos. El cobro de los créditos está
garantizado con los bienes aportados al fideicomiso. El fiduciario se encarga de
cobrar al deudor y eventualmente ejecutar la garantía para pagar a los acreedores.
Los certificados de participación son emitidos por el fiduciario. Los títulos
representativos de deuda garantizados por los bienes fideicomitidos, pueden ser
emitidos por el fiduciario o por terceros.
(*) Ver glosario.

Bibliografía
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014.
FUSHIMI, Jorge F. (Director) y otros: Manual de Derecho Comercial y Contratos, Asoc.
Cooperadora Facultad de Ciencias Económicas, U.N.C., Córdoba, 2016.
18 Derecho Privado - Capítulo 14 - Contratos modernos

RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014, tomo IV.

Glosario
Agente (de comercio): Auxiliar del comercio, que no tiene relación de dependencia,
cuya función consiste en la promoción de negocios para su principal, generalmente sin
facultad para concluirlos. La prestación de estas funciones está evolucionando hacia
una organización empresaria de comercialización que origina el contrato de agencia.
Concesión comercial: Contrato por el cual un comerciante (concesionario) pone su
empresa al servicio de un comerciante o industrial (concedente) para asegurar,
exclusivamente, sobre un territorio determinado, durante un período limitado y bajo la
vigilancia del concedente, la distribución de sus productos cuyo monopolio de reventa
le es concedido (Romero).
Concesión de uso: Contrato entre particulares por medio del cual una de las partes
(concedente) encarga o autoriza a la otra (concesionario) a explotar un servicio, para
lo cual comúnmente recibe bienes o el uso de un espacio físico del primero, a nombre
y por cuenta y riesgo del segundo, a cambio de una compensación en favor del
concedente.
Contrato de consignación: Contrato mediante el cual una persona denominada
comisionista se compromete a realizar por otro, denominado comitente, la venta de
cosas muebles, obrando en nombre propio. Es una especie de mandato en el que el
mandatario no actúa en representación del mandante.
Garantía auto liquidable: Garantía que por su modalidad prescinde del proceso
judicial. Uno de los principales problemas que se presenta en la ejecución de una
garantía, son los procesos judiciales que pueden dilatarse temporalmente o bien
porque existen interpretaciones o rectificaciones de lo acordado que se quieren evitar.
El fideicomiso permite trasmitir bienes en garantía a nombre de un tercero (el
fiduciario) que como dueño de esos bienes se encarga de liquidarlos y pagar al
acreedor, sin la intervención del deudor y sin proceso judicial.
Know how: Síntesis de la expresión en inglés “to know how to do it”, que significa
saber como hacerlo. Se denomina así a los conocimientos técnicos que sirven para la
elaboración y comercialización de productos, que pueden ser transferidos a otra
persona. Se denomina como contratos de know how a los que tienen por objeto la
transmisión de estas técnicas o tecnología. El precio que se abona por la tecnología
transferida se denomina regalías o royalties.
Licencia: Contrato mediante el cual el titular de un derecho sobre un bien inmaterial
de propiedad industrial (licenciante) transfiere a la otra parte (licenciatario) el uso y
goce de ese derecho (Farina). El objeto de este contrato son las patentes de
invención, los modelos de utilidad, los diseños o modelos industriales, las marcas, y el
know how (ver). A través de este contrato no se transfiere la titularidad del derecho
intelectual, sino sólo el derecho a usarlo
Suministro: Contrato por el cual una parte (suministrante) se obliga a entregar cosas
en forma periódica o continuada, de acuerdo a su capacidad de producción o a las
necesidades de la otra (suministrado), quien se obliga a cambio a pagar un precio
unitario por ellas.

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