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Capítulo 16

Seguros
Sumario: 1. Generalidades. 2. El contrato de seguro. 3. Elementos subjetivos. 3.1. El asegurador. 3.2.
Tomador. 3.3 Asegurado. 3.4. Beneficiario. 3.5. Autoridad de Control. 3.6. Productor asesor de
seguro. 4. Elementos objetivos. 4.1. Riesgo. 4.2. Prima. 4.3. Indemnización o prestación a cargo de la
aseguradora. 4.4. Interés asegurable en los seguros patrimoniales. 5. Elementos formales. 5.1.
Forma. 5.2. Prueba - La póliza. 6. Derechos y obligaciones de las partes. 7. Reclamo ante la
compañía de seguros. 8. Caducidad y rescisión. 9. Declaraciones falsas y reticencia. 10. Duración y
extinción del contrato. 11. Clases de seguros. 11.1. Seguros de daños patrimoniales. 11.2. Seguros
de responsabilidad civil- 11.3. Seguros de personas. 12. Citación en garantía en los seguros de
responsabilidad civil. 13. Reaseguro. 14. Prescripción. 15. Seguro de caución.
1. Generalidades
Existen riesgos comunes a la población y a las empresas en general, como
incendios, robos, daños de terceros, etc., que pueden producir graves daños
económicos a los afectados por estos eventos.
Para paliar las consecuencias de sucesos riesgosos como los que se han indicado,
se recurre a un seguro, que tiene por finalidad que otra persona (el asegurador) se
haga cargo de las consecuencias económicas perjudiciales de estos sucesos.
No cualquier contrato por el que alguien se haga cargo de los riesgos que enfrente
otra persona es un contrato de seguro. Tampoco cualquier persona puede asegurar
bienes de otras personas ya que debe contar con capacidad técnica y financiera.
Los seguros, en uno de sus aspectos esenciales, son una técnica que utilizan las
empresas especializadas en esta actividad, que se funda en las estadísticas y el
principio de mutualidad. Solamente los contratos que integran un conjunto de
contratos que incorporan esta técnica podrán ser considerados como tales.
La técnica especial de los seguros se desarrolla agrupando un número considerable
de asegurados, sujetos a riesgos similares (por ejemplo: la destrucción total de un
vehículo). Todos los asegurados se comprometen a contribuir aportando dinero para
formar un fondo común, el cual está destinado para hacer frente a las
indemnizaciones (siguiendo con el ejemplo: se indemnizarán al asegurado el daño
sufrido en su patrimonio, como consecuencia de la destrucción total de su vehículo).
Ese fondo operativo es administrado por el asegurador y también está destinado a
cubrir los gastos operativos y las ganancias que éste obtenga por el negocio. Esta
tarea no puede ser realizada por cualquiera, sino que requiere contar con una
organización y un alto grado de especialización.
Para que esta técnica funcione, el siniestro no puede ser, ni muy raro ni muy
frecuente. En este sentido, las estadísticas muestran hechos que se repiten con
cierta regularidad y frecuencia. Así, por ejemplo: Los seguros de vida se planifican
sobre la base de los índices de mortalidad y las tasas de interés. En los seguros
sobre automotores, las compañías de seguros manejan estadísticas, que muestran
el porcentaje de automóviles que sufren las distintas clases de siniestros. Los
seguros de robos de vehículos se basan obviamente sobre las estadísticas de robos
de los mismos, etc.
Es esencial para que funcione correctamente la técnica de los seguros, la dispersión
del riesgo entre muchas personas o muchos asegurados. Si las estadísticas
muestran cuál es el porcentaje de autos asegurados que son hurtados y robados, la
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compañía de seguros puede calcular anticipadamente, con buen margen de certeza,


cuánto es lo que en definitiva va a tener que abonar por asumir este riesgo frente a
una masa de asegurados. Todos los que integran esa masa se comprometen a
hacer aportes, que se destinan prioritariamente a pagar a quien sufra la pérdida de
su vehículo.
Las estadísticas permiten a las compañías de seguros prever con antelación cuántos
siniestros se van a producir y por lo tanto, cuántos autos habrá que pagar a los
asegurados siniestrados. Ello permitirá calcular cuánto es lo que la aseguradora
debe cobrar a cada uno de los asegurados, por tomar a su cargo ese riesgo.
El principio de mutualidad o mecanismo de dispersión del riesgo, propio de la técnica
utilizada en los seguros, consiste en agrupar o clasificar los riesgos, según su
naturaleza, para reunir un fondo de primas que permita afrontar los siniestros con las
primas percibidas y cumplir la finalidad económica y social de los seguros. Es decir,
lo que se recaude de los asegurados debe resultar suficiente para permitir al
asegurador pagar los siniestros que se produzcan, cubrir los gastos operativos y,
además, obtener ganancias.
Los riesgos generales no son asegurables, ya que, si un mismo suceso afectara a
toda la masa de asegurados o una parte sustancial de ella, sería imposible afrontar
el pago de todas las indemnizaciones con el fondo operativo.
La actividad aseguradora, como consecuencia de su propia naturaleza, exige que
sea desempeñada por empresas especializadas. La contratación masiva de seguros
y la administración del fondo operativo solamente pueden ser realizadas por quienes
se encuentren organizados como empresa y bajo control estatal.
Los seguros están regulados en el derecho argentino, fundamentalmente en dos
leyes: La ley de seguros 17418, que trata sobre el contrato y las distintas clases de
seguros, y la ley 20091 que se denomina “Ley de Entidades de Seguros y su
Control”. Completa el sistema la ley 22400 que regula sobre la actividad del
productor asesor de seguros.
Estas normas sirven principalmente para dar apoyo a la técnica de los seguros,
garantizando que el sistema pueda funcionar y beneficiar a toda la sociedad.
Muchas de estas normas se explican solamente en la necesidad de garantizar que
funcione correctamente la técnica asegurativa y no podrían justificarse para otro
contrato.
Se aplican también a los seguros las normas de protección al consumidor. Aunque la
intervención de los organismos de protección al consumidor no puede interferir con
la competencia y facultades de la Superintendencia de Seguros de la Nación.
Asimismo, las normas de defensa del consumidor deben respetar la singularidad que
presenta la ley especial sobre el contrato de seguro (conforme lo ha declarado la
C.S.J.N. en las causas Buffoni y Flores).
Se ha puntualizado asimismo que la indemnización por daños derivada de un
accidente, no está originada en el contrato de seguro por responsabilidad civil, sino
en el acto ilícito que ocasionó el daño. Por tanto, el damnificado no es consumidor ni
parte en la relación de consumo, como sí lo es el asegurado (cuando el destino del
vehículo asegurado no fuera comercial).
El sistema de normas jurídicas sobre los seguros se completa en este caso con las
resoluciones administrativas dictadas por la Superintendencia de Seguros de la
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Nación (SSN). Este organismo tiene, entre sus diversas funciones, la de dictar
normas reglamentarias, las que en este caso cobran enorme importancia ya que
regulan toda la actividad. Se presenta una situación similar a la del sistema bancario
que está integrado por las reglamentaciones de otra entidad autárquica
especializada (el Banco Central de la República Argentina).
2. El contrato de seguro
Según la ley de seguros, hay contrato de seguro (*) cuando el asegurador se obliga
mediante una prima (*) o cotización (*), a resarcir un daño o cumplir la prestación
convenida si ocurre el evento previsto (ley 17418, art. 1).
El contrato de seguro –reiteramos- no es cualquier contrato por el cual una persona
asume un riesgo que puede tener otra persona. Resulta indispensable para que
exista este contrato, que la compañía de seguros se comprometa a aplicar la técnica
especial a la que antes hemos hecho referencia y que parte de insertar un riesgo
aislado o individual, en una masa de riesgos homogéneos. La aplicación de la
técnica propia de los seguros es la que permite la cobertura del riesgo, utilizando
para ello la masa de premios (*) que recauda la compañía de seguros.
Las características indicadas, hacen que este contrato sólo pueda tener lugar
mediante su contratación en masa y aplicando las técnicas propias de esta singular
actividad. Por todas estas razones, un contrato aislado por el cual una persona
asume el riesgo de otra, sería en realidad un contrato de juego o apuesta y no un
contrato de seguro.
Por otro lado, para que el sistema funcione resulta indispensable que la legislación
establezca para este contrato una serie de reglas que respalden y garanticen la
aplicación y funcionamiento de la técnica asegurativa. Es por ello que en esta
materia aparecen algunas reglas que parecerían abusivas para otros contratos, pero
que no lo son para los seguros.
Por ejemplo: debe garantizarse que la compañía de seguros disponga en el fondo
operativo, de suficiente dinero para cubrir las indemnizaciones que deba pagar. Para
apoyar y forzar a que esto suceda la ley establece durísimas sanciones a quienes no
paguen las primas.
La sanción más dura es que quien se encuentre en mora, no estará cubierto por el
seguro mientras dure la mora. Y para mayor severidad, además de no tener
cobertura, el moroso igualmente deberá pagar las primas adeudadas (ley 17418, art.
31).
En otras palabras: el legislador ha determinado esta gravísima consecuencia para la
mora para que los asegurados se vean conminados a pagar las cuotas
correspondientes y la compañía aseguradora disponga efectivamente de esos
fondos para su destino principal.
Los principales caracteres que presenta el contrato de seguro son los siguientes:
1°) Consensual: Sin perjuicio de la posterior emisión de la póliza que puede hacerse
con posterioridad, el contrato se perfecciona sólo con el acuerdo de voluntades (ley
17418, art. 4). La postergación de su vigencia hasta el pago efectivo de la prima,
tampoco afecta su carácter de consensual, puesto que el contrato ya existe como
tal, y sólo se difiere el nacimiento de las obligaciones del asegurador hasta el
correlativo pago de la prima.
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2°) Bilateral: Una de las partes se obliga a pagar la prima (*) y cumplir otras cargas;
y la compañía de seguros a pagar la prestación en caso de acaecer el siniestro.
Existen obligaciones recíprocas para ambos contratantes. Aunque no ocurra el
siniestro el contrato sigue siendo bilateral, ya que el pago de la prima es el precio
del riesgo corrido por el asegurador.
3°) Oneroso: por cuanto genera ventajas para ambas partes contratantes. No
cambia la situación en los casos en que existe un tercero beneficiario, ya que la
gratuidad para éste deriva de su relación con el tomador del seguro y no del contrato
de seguro.
4°) Aleatorio: Tomado cada contrato de seguro en forma aislada o individual, la
compañía de seguros no conoce, al momento de celebrarlo, cuál va a ser la
magnitud de la prestación que ha de enfrentar, la que depende de un acontecimiento
incierto (conf. CCC, art. 968). A los fines de considerar el contrato como aleatorio, no
debe confundirse a éste con la organización para su explotación empresaria, que
contempla a toda la masa de contratos celebrados por la compañía de seguros.
Como ya indicamos, la compañía de seguros puede prever con un buen margen de
certeza, gracias a las estadísticas, las prestaciones que efectivamente deberá
cumplir.
5°) De ejecución continuada: por cuanto su ejecución está destinada a prolongarse
en el tiempo (la ley presume en el art. 17 que el período de seguro es de un año).
Aún en caso que se aseguraran daños en un evento determinado como un partido
de fútbol, igualmente sería de ejecución continuada, ya que la cobertura y
obligaciones del asegurador no se agotan con el partido, sino que se prolongan al
posterior reclamo y eventual proceso judicial.
6°) No formal: Sin embargo, se instrumenta por medio de una póliza de seguro que
la aseguradora está obligada a entregar, a lo que nos referimos de manera especial
más adelante.
7°) En masa y por adhesión: La economía del contrato y la técnica de los seguros
exigen que la contratación sea masiva y que el asegurado acepte las cláusulas
predispuestas por la compañía de seguros. Aunque en este contrato existe una
limitación muy importante, dado que las condiciones generales deben estar
previamente aprobadas por la autoridad administrativa.
3. Elementos subjetivos
3.1. El asegurador
La necesidad de que el contrato de seguro se celebre en masa, determina que éste
sólo puede ser realizado por empresas. El asegurador es siempre una empresa de
seguros, que son las únicas que pueden aplicar la técnica especial a la que venimos
haciendo referencia.
Una empresa dedicada especialmente a este tipo de actividad, con control del
Estado, es la única que puede cubrir con seguridad riesgos ajenos (las únicas
excepciones son los seguros mutuos). Por esa razón, para identificar al asegurador
se suele también utilizar usualmente la denominación “compañía de seguros”.
Con las contribuciones que recoge de los asegurados, se forma un fondo para poder
luego pagar a los asegurados que han sufrido siniestros. La compañía de seguro
administra y dispone de ese fondo para cumplir dicha finalidad.
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Las informaciones estadísticas permiten al asegurador determinar el grado de riesgo


y calcular la prima (*) que deben pagar los asegurados, con un buen grado de
precisión. Si no existiera la contratación masiva y la aplicación de las técnicas
indicadas, se transformaría en una apuesta, en lugar de un contrato de seguro,
como ya hemos señalado.
La ley 20091 recepta este criterio (art. 2), estableciendo que sólo pueden operar
como aseguradoras las sociedades anónimas, cooperativas, de seguros mutuos,
sucursales de compañías extranjeras y entes oficiales. También se exige a los
aseguradores que se dediquen en forma exclusiva a efectuar operaciones de seguro
(ley 20091, art. 7, inc. b).
Asimismo, para proteger a los asegurados y la actividad de estas empresas, se ha
establecido como autoridad de control a la Superintendencia de Seguros de la
Nación (*). Esta repartición oficial, entre otras funciones, controla las cláusulas de las
pólizas de seguro, para evitar que las mismas no sean engañosas o tramposas.
3.2. Tomador
Usualmente quien contrata un seguro es el propio asegurado, siendo él mismo quien
se compromete a pagar la prima.
Sin embargo, puede aparecer la figura del tomador como alguien diferente al
asegurado. Al tomador se refiere el art. 27 de la ley como “el obligado al pago de la
prima” y el art. 10 como quien celebra el contrato “por cuenta ajena”, suponiendo
claramente que el tomador es un sujeto diferente al asegurado. En consecuencia, el
asegurado en este caso es un tercero (o como lo llama el art. 10: “tercero
asegurado”), frente al contrato que es celebrado entre el tomador y la aseguradora.
La importancia de la figura del tomador aparece casi exclusivamente en la etapa de
contratación del seguro, debiendo resaltarse como importante desde lo práctico, que
la ley permite expresamente la contratación por un tercero, al cual se denomina en
este caso como “tomador”.
Aparece hoy como algo usual, que los bancos que contraten seguros de vida a favor
de sus clientes que han tomado créditos, a fin de que la aseguradora cancele esos
créditos o los saldos de tarjetas de créditos, etc., si se produce el fallecimiento del
cliente. En estos ejemplos el banco es el tomador que contrata con la compañía de
seguros y su cliente es el asegurado frente a la compañía de seguros.
No hay disposiciones especiales respecto a la capacidad para contratar un seguro,
con excepción de una regla especial para los “menores mayores de 18 años”, a
quienes la ley de seguros les reconoce capacidad para contratar un seguro sobre su
propia vida, sólo si designan beneficiarios a sus ascendientes, descendientes,
cónyuge o hermanos, que se hallen a su cargo (art. 128, primer apartado). Dicha
disposición ha quedado derogada tácitamente, desde la modificación a la mayoría
de edad (la norma citada regía cuando la mayoría de edad se adquiría al cumplir 21
años habiéndose omitido derogarla). Se aplican, en consecuencia, las reglas
generales para todos los contratos.
3.3 Asegurado
El asegurado, en el seguro de daños patrimoniales, es el titular del interés
asegurable, pero dependiendo ello de la clase de seguro (no se presenta la misma
situación frente a un seguro sobre la vida que frente a un seguro de daños). Puede
reunir o no las calidades de tomador y beneficiario del seguro.
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En los seguros de personas, el asegurado es aquél sobre quien recae el riesgo


(como la muerte o un accidente personal). No existe interés asegurable dado que en
los seguros personales no rige el principio indemnizatorio (que sí se aplica de
manera estricta en los seguros patrimoniales).
3.4. Beneficiario
Es el acreedor de la prestación que debe cumplir la aseguradora como
consecuencia de haberse producido el siniestro. En el seguro sobre la vida será la
persona especialmente designada por el asegurado o sus herederos. El asegurado
ha fallecido y por eso –obviamente- no puede a su vez ser beneficiario.
3.5. Autoridad de Control
La ley 20091 organiza la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN) para regir
el ejercicio de la actividad aseguradora y reaseguradora en todo el territorio de la
Nación. Se trata de una entidad autárquica que tiene a su cargo la autorización
previa y control posterior de todas las compañías de seguros. Tiene la facultad de
dictar normas reglamentarias y aplicar sanciones. Y lo que es más importante, es
quien redacta o aprueba las condiciones generales del contrato de seguro.
En este organismo funciona un Departamento de Orientación al Asegurado
(Resolución de la SSN, no. 35.840), que recibe denuncias de los asegurados por los
posibles incumplimientos de las entidades aseguradoras, pudiendo dar lugar a la
aplicación de sanciones. El acceso a esa vía de reclamo es posible tanto en forma
personal, como por medio del sitio web de la SSN, lo cual facilita el acceso al
servicio.
3.6. Productor Asesor de Seguros
Se trata de un agente auxiliar independiente cuya actividad de intermediación
consiste en promover la concertación de contratos de seguros, asesorando a
asegurados y asegurables (Ley 22400, art. 1). Deben registrarse en la
Superintendencia de Seguros de la Nación (Ley 22400, arts. 3 y 4). Debe acreditar
idoneidad aprobando un examen ante una Comisión que funciona en la misma SSN.
3.7. Agente Institorio
El artículo 54 de la ley 17418 regula la figura del Agente Institorio, que es un
mandatario de la aseguradora, con facultad para actuar en su nombre y con
facultades para celebrar contratos de seguro.
Los Agentes Institorios son generalmente empresarios con una actividad principal
diferente al seguro. Utilizan su acceso a una amplia clientela para comercializar
seguros en forma masiva entre sus clientes.
La Superintendencia de Seguros de la Nación dictó la resolución 38052 (B.O.
24/12/2013) que reglamenta la actividad de estos Agentes Institorios de compañías
de seguros. Las consideraciones de la Resolución destacan que la figura del Agente
Institorio constituye un medio de comercialización al que se le aplican las reglas del
mandato.
Dicha reglamentación establece que deben registrarse en la SSN. Indica asimismo
que sólo podrán inscribirse en dicho registro las personas jurídicas, cualquiera fuere
la forma societaria adoptada, que acrediten como mínimo dos años de trayectoria en
su actividad principal.
4. Elementos objetivos
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Para que exista un contrato de seguros y no otro, son necesarios tres elementos
esenciales: el riesgo, la prima y la prestación a cargo del asegurador. Para los
seguros patrimoniales se agrega un cuarto elemento más, sin el cual esta clase de
seguros no podría existir: el interés asegurable. A cada uno de estos elementos nos
referimos a continuación.
4.1. Riesgo
Es la eventualidad prevista en el contrato. Debe tratarse de un hecho incierto en
cuanto a su producción. Basta la incertidumbre sobre el momento en que se
producirá. El riesgo es real, se trata de un peligro no querido, cuyas consecuencias
negativas en el patrimonio del asegurado se quiere evitar.
Puede tener por objeto toda clase de riesgos (ley 17418, art. 2) siempre que existe
interés económico lícito de que un siniestro no ocurra (ley 17418, art. 60). La ilicitud
del riesgo derivaría de la realización de una actividad ilícita, como sería el
contrabando y se produjera el siniestro en ocasión de esa actividad.
Suele pensarse en el riesgo como peligro y vinculado a un suceso dañoso que debe
ser indemnizado. En tal sentido, suele ser caracterizado como la posibilidad de
padecer un daño. Sin embargo, ello sólo sería correcto con respecto a los seguros
patrimoniales, pero no con respecto a los seguros sobre la vida (si el beneficiario es
un tercero).
Por lo tanto, el riesgo en el contrato de seguro debe asociarse, no a un suceso
productor de daño, sino a un acontecimiento futuro e incierto que tendrá por efecto
que el asegurador esté obligado a cumplir con la prestación a su cargo (Bulló). De
esta manera, puede extenderse el concepto de riesgo, como elemento indispensable
para todos los contratos de seguro y no sólo de los seguros patrimoniales.
Es necesario que el riesgo sea determinado de manera precisa, para evitar que el
contrato derive en una apuesta (cuya finalidad es el lucro) y sea un incentivo para la
destrucción del bien asegurado.
El contrato de seguro cumple una función exclusivamente de previsión, que no
admite jamás que se pueda obtener lucro a través del mismo. El asegurado no
puede beneficiarse por la producción del siniestro ya que ello alteraría la finalidad del
contrato. La ley preserva esa finalidad por medio de varias disposiciones que
previenen contra el enriquecimiento del asegurado (como pluralidad de seguros,
sobreseguro, etc.), a las que más adelante nos referimos.
Finalmente, es esencial que el riesgo exista al momento de hacerse el contrato. En
caso contrario, el contrato resultaría nulo.
4.2. Prima
La prima es el precio del seguro mediante la cual el asegurador obtiene su
remuneración por las obligaciones que asume. Puede ser fija o variable en cuyo
caso se denomina cotización (*).
Se determina de acuerdo a las estadísticas, que permiten calcular anticipadamente
con ciertos márgenes de seguridad, cuánto es lo que la compañía de seguros va a
tener que pagar por los siniestros y cuánto es lo que va a ganar por la actividad
realizada.
Está integrada por la prima pura, que es costo del contrato para el asegurador, es
decir, las sumas que éste deberá pagar como consecuencia de todos los siniestros
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que deba cubrir, aplicada proporcionalmente a cada contrato individual. A esa prima
pura se suman otros rubros (costos operativos, ganancia esperada, impuestos, etc.),
que determinan en definitiva la prima “comercial” o precio total que se establece
como contraprestación a cargo del asegurado, también denominado “premio”.
La fijación de la prima se ajusta de acuerdo a cálculos estadísticos. Además, para
que la aseguradora pueda cumplir con la obligación a su cargo, necesita formar un
fondo de primas que le posibiliten atender todos los siniestros que se produzcan. En
realidad, el asegurador paga con los fondos aportados por los asegurados. Por ello
es imprescindible que se pague la prima por parte del asegurado para que funcione
el sistema. Y, a su vez, ello justifica la grave consecuencia prevista por la ley para el
caso de mora del asegurado, esto es, la pérdida de la cobertura (ley 17418, art. 31).
4.3. Indemnización o prestación a cargo de la aseguradora
Es lo que deberá pagar el asegurador si se produce el siniestro. El siniestro es el
suceso previsto en el contrato que ya ha tenido lugar (ya ha acontecido) y torna
exigible la prestación a cargo del asegurador.
Para ello, el art. 46 de la ley de seguros establece diversas cargas que debe cumplir
en forma previa el asegurado:
1°) Denunciar al asegurador el siniestro dentro de los tres días de conocerlo;
2°) Suministrar al asegurador la información que éste le solicite para poder verificar
el siniestro o la extensión del daño; y
3°) Aportar la prueba instrumental que razonablemente le requiera el asegurador.
Las disposiciones siguientes (ley 17418, arts. 47 y 48), sancionan gravemente el
incumplimiento de estas cargas, con la pérdida del derecho a ser indemnizado.
Además, el pago de la prima debe estar al día, ya que, en caso de mora, se
suspenden automáticamente las obligaciones de la aseguradora (art. 31).
En el seguro de daños patrimoniales, una vez cancelada la indemnización por parte
de la aseguradora, ésta se subroga en los derechos del asegurado, o sea, queda
colocada en el mismo lugar que el asegurado para poder reclamar el pago, al tercero
responsable del daño si lo hubiere.
También en los seguros de daños patrimoniales rige el principio indemnizatorio, que
es de orden público, el cual tiene como finalidad impedir que el asegurado provoque
deliberadamente los siniestros, con la finalidad de recibir un resarcimiento superior al
valor del daño o procurárselo a un tercero, evitando que el seguro estimule
especulaciones fraudulentas y se aliente la provocación de siniestros. Así por
ejemplo, si la indemnización por el robo de un vehículo asegurado es mayor al
precio de venta del vehículo, al asegurado le convendría más que se lo roben que
venderlo.
Más adelante nos referimos a las etapas que pueden generarse para la tramitación
del reclamo y cumplimiento de la prestación a cargo de la aseguradora.
4.4. Interés asegurable en los seguros patrimoniales
Los tres elementos que se han considerado en los puntos anteriores -riesgo, prima y
prestación a cargo del asegurador-, son esenciales y resultan comunes a todo el
género de contratos de seguros.
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Se suma como un indispensable, pero sólo para los contratos de seguros


patrimoniales, otro elemento más: el interés asegurable.
Interés es la relación lícita, de valor económico, que una persona tiene sobre un
bien. Cuando esa relación se halla amenazada por un riesgo, estamos frente a un
interés asegurable (ley 17418, arts. 2 y 51).
Dispone la ley que puede ser objeto de los contratos de seguro, cualquier riesgo si
existe interés económico lícito de que un siniestro no ocurra (ley17418, art. 60).
Se adopta el principio indemnizatorio para los seguros patrimoniales,
estableciéndose una serie de reglas tendientes a evitar que el asegurado pueda
enriquecerse o lucrar por vía de la ejecución del contrato (conf. ley 17418, arts. 60,
61, 62, 63, etc.), las cuales sintetizamos a continuación (reiterando que no se aplican
estas reglas a los seguros personales):
1°) Pluralidad de seguros: Cuando se cubre inmediatamente el mismo interés contra
el mismo riesgo, por el mismo plazo, con distintos aseguradores. El art. 67 (ap. 1),
impone la obligación de denunciar a los aseguradores los contratos bajo pena de
caducidad. En caso de producirse el siniestro, cada uno de los aseguradores
concurre proporcionalmente al pago del mismo. Y si no se denunció previamente la
existencia del otro seguro, la aseguradora no cubre el siniestro.
2°) Coaseguro: Se presenta usualmente cuando un asegurado excede su capacidad
económico-financiera para tomar el seguro y acuerda con otras compañías asumir
proporcionalmente las responsabilidades contractuales. El asegurado contrata con
todas las compañías en conjunto. Esta modalidad permite que cada asegurador
cubra sólo una cuota parte del riesgo total y responda sólo por su parte, con
independencia de la caducidad o falta de pago a las otras compañías que se obligan
en conjunto, pero en forma mancomunada y divisible (no solidaria). Puede
contratarse en una única póliza o en diferentes contratos, pero supone un acuerdo
entre las aseguradoras que intervienen.
3°) Seguro subsidiario: En este caso la compañía de seguros responde cuando el
daño excede una suma determinada o por insolvencia o irresponsabilidad de los
aseguradores principales.
4°) Sobreseguro: Se denomina de esta manera a los casos en que el valor
asegurado excede el valor asegurable, el Asegurador se obliga a indemnizar solo el
perjuicio efectivamente sufrido aunque tiene derecho a percibir toda la prima (ley
17418, arts. 62 y 65 ap. 1).
5°) Infraseguro: Se produce cuando la suma asegurada es menor que el valor total
del interés asegurable. Para pagar la indemnización se aplica la regla de
proporcionalidad al menor valor (ley 17418, art. 65 ap. 2).
Tal como ya destacamos, las reglas que se han detallado sólo se aplican a los
seguros patrimoniales, a pesar de lo cual, la ley ha regulado en su primera parte,
todas las clases de seguros, bajo un mismo contrato.
Con relación al seguro de personas, al no tener carácter resarcitorio, la prestación a
cargo de la aseguradora no consiste en una indemnización o resarcimiento. Dada su
naturaleza, no se exige respecto a éstos interés asegurable, sino que encierran una
compleja operación de ahorro combinada con las técnicas de los seguros.
5. Elementos formales
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5.1. Forma
El perfeccionamiento de este contrato (ya mencionamos que es consensual y no
formal) presenta particularidades que lo distinguen de todos los demás. Las
cláusulas contractuales en el contrato de seguro se dividen y denominan
“condiciones generales” y “condiciones particulares”.
El consentimiento que prestan los contratantes se hace sobre las llamadas
condiciones particulares de la póliza, que se refieren a la identificación del
asegurado o del tomador, del bien sobre el que recae el interés asegurable, del
riesgo o riesgos cubiertos, así como sus delimitaciones, pago del premio (*), etc.
En cambio, con respecto a las llamadas “condiciones generales” de la póliza, las
mismas no requieren su previa o contemporánea aceptación por las partes para
integrar el contrato, ya que dichas condiciones generales ya están previamente
establecidas por haber sido aprobadas el Estado y no pueden ser modificadas.
Dichas condiciones generales deben ya estar aprobadas o autorizadas por la
autoridad administrativa (Superintendencia de Seguros de la Nación), quien de esta
manera toma directa intervención sobre los elementos técnico-contractuales a
emplear por las entidades aseguradoras.
Las mencionadas condiciones generales están ya determinadas en forma previa al
contrato, en una resolución administrativa del organismo de contralor. Se refieren, en
general, a los riesgos cubiertos, a sus límites, caducidades, agravaciones del riesgo,
denuncia del siniestro, rescisión parcial, prescripción, etc. Es decir, reglamentan los
derechos y obligaciones del asegurado y de la aseguradora para cada una de las
ramas técnicas en explotación. Interviene de esta manera el Estado para prevenir
abusos por parte de las compañías de seguros.
Sólo es posible la derogación o modificación de las condiciones generales,
haciéndolo mediante la inclusión en el contrato de condiciones particulares y
siempre que los preceptos legales lo permitan y en tanto no afecten normas
inderogables (ley 17418, art. 158).
5.2. Prueba - La póliza
El art. 11 de la ley 17418 autoriza a probar el contrato de seguro por escrito.
También por otro medio, si hay principio de prueba por escrito (por ejemplo, un
recibo de pago de la prima).
Normalmente, el contrato se prueba mediante una póliza (*). Se trata del instrumento
probatorio por excelencia del contrato, aunque no es el único. El asegurador está
obligado a entregar la póliza debidamente firmada (art. 11 ap. 2) al tomador del
seguro.
Sólo se entrega un ejemplar de la póliza firmado por el asegurador. Vale decir, que
no se instrumenta en doble ejemplar como usualmente sucede con los contratos
bilaterales.
Si existen diferencias de la póliza con la propuesta, el tomador debe reclamar en un
mes de recibida la póliza, ya que, si no lo hace, se considera aprobada la diferencia.
Aunque para ello se exige que la diferencia entre la propuesta y la póliza hubiera
sido advertida especialmente por cláusula destacada en el anverso de la póliza (art.
12).
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La póliza puede emitirse con diversas modalidades (art. 13). Puede ser nominativa,
a la orden o al portador, salvo para los seguros de personas en los que siempre es
nominativa (art. 13 ap. 4). Esto puede generar la duda sobre si se trata de un título
valor.
La póliza no es un título valor. La forma de emisión que ha dispuesto la ley sirve
para acompañar un título valor vinculado con los bienes asegurados. Tómese como
ejemplo el segundo ejemplar de la carta de porte o el conocimiento de embarque,
títulos valores utilizados en los contratos de transporte. La póliza de seguro de las
mercaderías transportadas se transmite junto con la carta de porte o conocimiento,
utilizando la misma forma (entrega, endoso o cesión de créditos), según el modo de
emisión (al portador, a la orden o nominativa, respectivamente).
Las principales enunciaciones que debe contener la póliza, se encuentran detalladas
en el art. 11 de la ley 17418. Allí se indica que la póliza deberá contener los nombres
y domicilios de las partes; el interés (por ejemplo: automotor, marca, modelo, estado,
suma asegurada, etc.) o la persona asegurada (beneficiario del seguro sobre la
vida); los riesgos asumidos; el momento desde el cual éstos se asumen y el plazo; la
prima o cotización; la suma asegurada y las condiciones generales del contrato.
Podrán incluirse en la póliza condiciones o cláusulas particulares.
En caso de no establecerse el tiempo de duración, se supone que el seguro ha sido
realizado por el plazo de un año (ley 17418, art. 17).
6. Derechos y obligaciones de las partes
a) Los principales derechos y obligaciones del asegurador, son:
1°) Asumir el riesgo: De esta obligación, que surge a partir del perfeccionamiento del
contrato, resulta la obligación eventual de pagar la indemnización (ver más abajo
mora de la compañía aseguradora). De aquí deriva también que el contrato de
seguro sea aleatorio ya que al celebrarlo la aseguradora no conoce cuál será la
medida de la prestación que tendrá que enfrentar.
En los contratos de seguro sobre la responsabilidad civil, se suelen pactar
franquicias o descubiertos obligatorios y, también, se fijan sumas aseguradas o
valores que juegan como límite de la cobertura. En estos casos, el asegurado
cargará con la cuantía fijada en la franquicia o descubierto obligatorio y la
aseguradora solamente abonará la parte que supere a la franquicia. Y en cuanto a la
suma asegurada, la misma se constituye en límite máximo o tope a cargo de la
compañía de seguros.
2°) Entregar la póliza de seguro: Como el contrato se perfecciona sin necesidad que
se emita la póliza, aparece la obligación de entregarla en la etapa de cumplimiento
del contrato y no en su formación. Si el asegurador no entrega la póliza, no tiene
derecho a exigir el pago de la prima (ley 17418, art. 30).
3°) Dirigir el proceso judicial en el seguro de responsabilidad civil. En este tipo de
seguros aparece como acreedor un tercero a quien el asegurado le ha causado un
daño. Si de ello se deriva un proceso judicial, es obvio que a través del mismo se
determinará la indemnización que deberá enfrentar la compañía aseguradora y por
ello se la faculta a dirigir al asegurado en dicho proceso judicial.
4°) Efectuar las reservas y notificaciones, tomar las decisiones impuestas por el
contrato, etc.: Así por ejemplo, la ley establece que el asegurado no puede
12 Derecho Privado - Capítulo 16 - Los seguros

reconocer su responsabilidad ni celebrar transacción sin anuencia del asegurador


(ley 17418, art. 116).
5°) Derecho a subrogarse en los derechos del asegurado en el seguro de daños
patrimoniales: reclamando en contra del tercero que fuera responsable del siniestro,
lo que hubiere abonado al asegurado, en concepto de indemnización, como
consecuencia del contrato. Este derecho no existe en el seguro de personas.
b) Los principales derechos y obligaciones del asegurado, son:
1°) Pagar la prima: Con la totalidad de las primas percibidas la compañía
aseguradora forma un fondo que, en parte, está destinado a cubrir las
indemnizaciones que deberá enfrentar. Para garantizar que el asegurador disponga
de este fondo, se imponen gravísimas sanciones a quien incurra en mora en el
pago de la prima. En tal caso, no está obligado el asegurador a cubrir el siniestro
(ley 17418, art. 31) e igualmente el asegurado estará obligado a pagar la prima de
un contrato sin cobertura. Puntualizamos que se produce aquí una suspensión de la
cobertura y no la extinción del contrato (por ello la compañía puede exigir el pago de
la prima).
Recién una vez purgada la mora mediante el pago de la prima, se restablece la
cobertura. Vale aclarar que, aun cuando se efectúe el pago, ya ello no tiene otro
alcance que la rehabilitación de esa póliza hacia el futuro y no purga con
retroactividad los efectos de la suspensión de la cobertura.
2°) Informar todas las circunstancias importantes para que el asegurador aprecie el
estado del riesgo al momento de la celebración del contrato y durante su vigencia.
Como por ejemplo, agravación del riesgo, producción del siniestro, enajenación de la
cosa, celebración de otros seguros, daños sufridos, etc.
Como los contratos de seguro se celebran en masa, las compañías de seguro no
tienen la posibilidad material de comprobar en cada caso concreto la veracidad de la
información que reciben de sus asegurados. Se deben manejar para hacer los
análisis estadísticos y técnicos únicamente con la información que le sea
suministrada por los propios asegurados. Para asegurar que dicha información sea
lo más precisa posible, la ley sanciona muy duramente a los asegurados que
suministren información falsa o incompleta (reticencia), que afecte la técnica
asegurativa.
También es dura la sanción por no informar hechos tales como la producción del
siniestro. En tal sentido se establece que el asegurado debe denunciar el siniestro o
el hecho del que nace su eventual responsabilidad en el término de tres días de
producido (ley 17418, arts. 46 y 115).
Más que obligaciones, estas informaciones son condiciones o cargas para hacer
valer la pretensión de indemnización en contra del asegurador. Si no son cumplidas,
se opera la caducidad del derecho a reclamar por parte del asegurado (ley 17418,
art. 36).
7. Reclamo ante la compañía de seguros
El plazo que tiene el asegurador para pagar la indemnización es de quince días (ley
17418, art. 49). Pero para que empiece a correr dicho plazo debe agotarse una
instancia o trámite previo, contemplado en la misma ley de seguros.
Derecho Privado - Capítulo 16 - Los seguros 13

En el art. 56 se encuentra la regla más importante que la ley de seguros ha dedicado


para encausar la relación entre las partes ante el acaecimiento de un siniestro. Se
establece allí un procedimiento para determinar claramente la postura que asume el
asegurador ante el reclamo indemnizatorio que le es formulado en virtud de un
siniestro. Se impone en dicho artículo una carga al asegurador, fijando un límite
razonable de tiempo para que decida e informe si va a indemnizar o si, por el
contrario, va a invocar algún hecho que lo exime de su obligación de indemnizar.
Ante la falta de rechazo del reclamo dentro del plazo legal (30 días), se produce la
caducidad del derecho del asegurador para alegar defensas que justifiquen no pagar
la indemnización. En otros términos: el silencio del asegurador durante ese plazo de
30 días es tomado por la ley como aceptación de su obligación de indemnizar (art.
56, última parte).
El plazo (de 30 días) para que el asegurador se pronuncie comienza a correr desde
la denuncia del siniestro. Sin embargo, dicho término puede ser interrumpido por el
requerimiento que realice el asegurador de información complementaria necesaria
para verificar el siniestro, la extensión de la prestación a su cargo, o por el pedido de
prueba instrumental que razonablemente deba suministrar el asegurado.
Destacamos finalmente con respecto a la carga impuesta al asegurador que, si éste
recibe la denuncia de siniestro sin formular oportuno reparo explícito, ni dar
explicación razonada en caso de considerar que el hecho está excluido de la
cobertura otorgada. Si no lo hace en esta oportunidad, no puede luego invocar
válidamente que el hecho denunciado o el riesgo concretado en el siniestro se
encuentra fuera de las previsiones de la póliza contratada. Ésta es la sanción que le
corresponde cuando deja transcurrir el plazo legal de pronunciamiento sin obrar en
la forma expresamente prevenida por el art. 56 (Meilij).
8. Caducidad y rescisión
En el contrato de seguro, la caducidad es la pérdida del derecho a ser indemnizado
o a recibir la prestación convenida, como consecuencia de una conducta u omisión
del asegurado o del beneficiario, posterior a la celebración del contrato.
La caducidad legal del contrato de seguro puede producirse frente al incumplimiento
de alguna carga u obligación del asegurado establecida por la ley. La caducidad
convencional se permite asimismo cuando en el contrato se prevean otras causales
de caducidad (conf. ley 17418, art. 36).
La caducidad convencional, funciona también como una causa de rescisión
contractual frente al incumplimiento culpable del asegurado y debe ser juzgada
conforme a los principios de dicho instituto (por ejemplo, evaluar la trascendencia e
importancia del incumplimiento con relación al sistema contractual).
La ley y el contrato imponen al asegurado el cumplimiento de diversas cargas, que
son conductas que debe observar a fin de evitar la caducidad de sus derechos.
Ejemplo de tal carga es la de denunciar el siniestro en el plazo de tres días (ley
17418, art. 46).
El contrato de seguro puede ser también rescindido por cualquiera de las partes, sin
expresión de causa, preavisando a la otra (ley 17418, art. 18).
Además de la indicada, la rescisión se puede producir por las siguientes causas:
1°) Mora en el pago de la prima;
14 Derecho Privado - Capítulo 16 - Los seguros

2°) Agravación de riesgos y desacuerdo sobre nuevos términos;


3°) Siniestro parcial (cualquiera de las partes);
4°) Enajenación de la cosa. 5°) Siniestro total;
6°) Desaparición del riesgo;
7°) Cláusulas especiales que introduzcan las partes en el contrato;
8°) Quiebra o liquidación del asegurador. 9°) Quiebra del asegurado, sólo si agrava
el riesgo.
La liquidación voluntaria de la compañía aseguradora y la cesión de cartera
aprobada por Autoridad de Contralor, no autorizan la rescisión del contrato por parte
del asegurado.
9. Declaraciones falsas y reticencia
El asegurador debe conocer todas las circunstancias que influyen en la apreciación
del riesgo, las cuales resultan elementos esenciales para usar la técnica
asegurativa. En todos los demás contratos, la apreciación del estado y condiciones
de los bienes que son objeto del contrato queda librado a la diligencia de las partes.
En el contrato de seguro ello es imposible por la masividad propia del mismo. El
asegurador no está en condiciones de constatarlas respecto a cada asegurado, por
tratarse de una tarea imposible o muy onerosa.
En estas circunstancias encuentra su fundamento el deber legal que tiene el
asegurado de declarar el estado del riesgo. Las informaciones que debe suministrar
el asegurado tienen que ser completas para que el asegurador pueda examinar el
riesgo y clasificarlo de acuerdo a la técnica asegurativa.
Por estas mismas razones es necesario establecer sanciones gravísimas para
aquellos asegurados que no suministren la información correspondiente. Por ello, la
ley de seguros tiene un régimen especial, frente a las declaraciones falsas u
omisiones de denunciar cuestiones que influyan en el contrato.
Toda declaración falsa o toda reticencia de circunstancias conocidas por el
asegurado, aun hechas de buena fe, que a juicio de peritos hubiese impedido el
contrato o modificado sus condiciones, si el asegurador hubiese sido cerciorado del
verdadero estado de riesgo, hace nulo el contrato (ley 17418, art. 5 ap. 1).
En estos casos, el asegurador debe impugnar el contrato dentro de los tres meses
de conocidas la reticencia o falsedad (ley 17418, art. 5 ap. 2). En los casos de
reticencia no dolosa, el asegurador puede, a su opción, anular el contrato
devolviendo la prima o reajustarla con la conformidad del asegurado (ley 17418, art.
6).
10. Duración y extinción del contrato
Normalmente se produce la extinción del contrato por vencimiento del plazo. El plazo
de duración se presume por un año, en caso de no encontrarse expresamente
establecido (ley 17418, art. 17). Se dispone asimismo que el comienzo y fin de la
cobertura se extiende desde las 12 horas del día en que se inicia la cobertura y
hasta las 12 horas del día que termina (ley 17418, art. 18), lo cual también se aplica
si no se pacta expresamente algo diferente.
11. Clases de seguros
Derecho Privado - Capítulo 16 - Los seguros 15

Existen diversas clasificaciones de los seguros. Nos concretamos a la clasificación


que toma el sistema de la ley argentina, que hace una distinción entre los que
denomina como seguros de daños patrimoniales (los regulados en los arts. 60 y
sgtes. de la ley 17418) y los seguros de personas o sobre la vida (contemplados
en los arts. 128 y sgtes de la misma ley); estableciendo reglas diferentes para cada
una de estas clases de seguros (en la primera parte de la ley se establecen las
reglas comunes para todas las clases de seguros).
Entre los seguros de daños patrimoniales, también denominados por la doctrina
como “seguros de intereses”, a su vez, se distinguen: a) Los seguros de
responsabilidad patrimonial por daños (ley 17418, arts. 60 a 108, 121 a 127 y 157) y
b) los seguros por responsabilidad civil (ley 17418, arts. 109 a 120).
11.1. Seguros de daños patrimoniales
En los seguros de daños patrimoniales el asegurador indemnizará el daño
efectivamente causado a los bienes asegurados. Tienen un carácter esencialmente
resarcitorio y su finalidad es preventiva. Producido el daño cubierto por el seguro, la
compañía aseguradora deberá abonar la indemnización al asegurado. Así, por
ejemplo, si un vehículo es dañado por la caída de granizo; lo cual está dentro de la
cobertura del seguro; la compañía deberá abonarle al asegurado el importe
necesario para que éste repare los daños sufridos en su vehículo por dicha causa.
Cuando los daños sufridos por el asegurado los causa un tercero (por ejemplo, en
un accidente de tránsito), la compañía de seguros queda subrogada en los derechos
del asegurado y podrá luego reclamar en contra de ese tercero culpable del daño lo
que hubiera debido abonar al asegurado (lo cual no sucede en los seguros
personales).
Los seguros de daños patrimoniales o de intereses comprenden varias ramas,
regulándose en nuestra ley los que considera más importantes (como incendio,
seguros de la agricultura, animales, etc.).
11.2. Seguros de responsabilidad civil
En los seguros de responsabilidad civil (también llamado de terceros) el hecho
dañoso no es en sí mismo el siniestro ni se refiere a algún bien del asegurado. La
obligación asumida por el asegurador consiste en mantener indemne el patrimonio
del asegurado, como consecuencia del reclamo del daño sufrido por un tercero. En
otras palabras, el riesgo asegurado en este último caso es el daño al patrimonio del
asegurado que ocasionaría el reclamo de un tercero damnificado.
El típico ejemplo de un seguro de responsabilidad civil es el seguro de automotores
que cubre daños a terceros. La compañía de seguros se compromete a hacerse
cargo de los reclamos que terceros le hagan al asegurado, por los daños que éste
hubiere causado a esos terceros con su automóvil.
La aseguradora en estos contratos, cubre los daños ocasionados a terceros aún en
caso de negligencia del asegurado, con excepción de que el siniestro se hubiera
producido por dolo o la culpa grave personal del asegurado (ley 17418, art. 114).
11.3. Seguros de personas
Respecto a los seguros de personas, distinguimos en un sentido amplio los seguros
sobre la vida y por accidentes personales, en los que el sistema se suele
caracterizar como de necesidad abstracta. Esto significa que los seguros de
16 Derecho Privado - Capítulo 16 - Los seguros

personas no tienen finalidad indemnizatoria y por lo tanto no se aplican a los mismos


los principios del sobreseguro e infraseguro.
Por el mismo motivo, si el responsable por la muerto o daños personales fuera un
tercero, no es posible que el asegurador se subrogue en los derechos del
asegurado.
El asegurador se obliga el pago de una suma de dinero o de una renta periódica
cuando se produce la muerte del asegurado o un hecho que afecte su salud. Para
calcular la prima se tienen en cuenta las sumas aseguradas.
12. Citación en garantía en los seguros de responsabilidad civil
La exigencia de cobertura por parte del asegurador de los daños que hubieren
sufrido los terceros damnificados por el asegurado, se puede hacer efectiva por
medio de la citación en garantía.
La ley prevé en el art. 118 la intervención del asegurador en los procesos judiciales
en los cuales se demande al asegurado, con el carácter de obligatoria y necesaria.
Dicha citación puede realizarse a pedido del propio asegurado y también a pedido
del tercero damnificado.
La compañía aseguradora está obligada a asumir la defensa del asegurado en el
juicio y a hacer frente a la condena que pudiera serle impuesta en el pleito.
Se dice que el damnificado tiene una acción directa para reclamar los daños en
contra de la compañía de seguros quien deberá responder en los términos del
contrato de seguro. Asimismo, se ha indicado que esta acción directa es “no
autónoma”, en razón que debe ser ejercida en forma conjunta en contra de la
compañía de seguros y el asegurado.
13. Reaseguro
Cuanto mayor es el número de asegurados, más exactas son las estadísticas que
marcan los índices de siniestros. Y más exactos son los cálculos actuariales que
permiten a las compañías de seguros prever, con mayor certeza, como habrán de
utilizar el fondo operativo de primas que administran. En especial lo que deberán
destinar a la cobertura de los siniestros.
Para evitar el riesgo asumido por variaciones de la cantidad de siniestros, el contrato
de reaseguro permite a las compañías de seguros descargar los riesgos asumidos
en todos o una parte de los contratos de seguro que celebra, en otra compañía a la
que se denomina reaseguradora.
En consecuencia, el contrato de reaseguro es una modalidad del contrato de seguro.
Se trata de un convenio mediante el cual el reasegurador contrae con la
aseguradora las mismas obligaciones que ésta ha contraído con el asegurado.
Como el contrato de reaseguro se celebra entre la aseguradora y el reasegurador, el
asegurado no tiene injerencia en su contratación ni desarrollo. El reaseguro es un
contrato independiente del seguro, con modalidades propias y su celebración o
extinción no influyen sobre el de seguro.
Se denomina de esta manera como reaseguro al contrato en que el asegurador a su
vez se asegura con otra compañía por los riesgos que ha asegurado. Podría decirse
que es un seguro de segundo grado. Sin embargo, el contrato de reaseguro se
independiza del contrato de seguro ya que el asegurador que contrata con el
Derecho Privado - Capítulo 16 - Los seguros 17

tomador es el único obligado con respecto a éste, que no puede ir con su reclamo en
contra de la compañía reaseguradora (ley 17418, art. 159).
14. Prescripción
La prescripción ha sido fijada en el plazo de un año (ley 17418, art. 58), el mismo
plazo por el cual tiene vigencia, en principio, el contrato (ley 17418, art. 17). El plazo
se computa desde que la obligación es exigible (véase al respecto lo señalado
respecto a la mora del asegurado y de la compañía de seguros).
15. Seguro de caución
Esta modalidad aparece como una combinación de los contratos de fianza y de
seguro, puesto que cumple una función de garantía, la cual es asumida por una
compañía de seguros.
En este contrato aparecen vinculadas necesariamente tres personas. La compañía
aseguradora asume el rol de garante; el deudor de la obligación principal el rol de
tomador del seguro y el asegurado es el acreedor de la obligación principal
garantizada.
El seguro de caución, como cualquier otro seguro, se instrumenta en una póliza y
cuenta con todas las herramientas de la técnica aseguradora, elemento que lo
distingue del contrato de fianza.
Esta clase de seguros no se encuentran regulados, como los demás, por la ley
17418, sino por la ley 20.091, que rige la actividad aseguradora, la que dispone que
las entidades aseguradoras podrán otorgar fianzas o garantizar obligaciones de
terceros cuando los planes que propongan “configuren económica y técnicamente
operaciones de seguro aprobadas” (ley 20.091, art. 7 inc. "b", ap. 2°). En esta
disposición quedan comprendidos los seguros de caución, además de las
reglamentaciones correspondientes dictadas por SSN.
La Superintendencia de Seguros de la Nación ha aprobado diferentes seguros de
caución, de acuerdo a la finalidad propia de garantía a la cual están destinados:
locación de obra pública o privada; locaciones de cosas; garantías aduaneras o
impositivas; ejercicio de una actividad o profesión; seguro de alquiler; contra
cautelas judiciales, etc..
El siniestro que debe cubrir la aseguradora consiste en el incumplimiento en que
eventualmente incurra el tomador (y deudor principal) de la obligación principal
garantizada. Frente al acaecimiento del "siniestro" (en este caso la falta de pago de
la obligación principal por parte del tomador del seguro), la obligación del asegurador
como garante es la pagar la deuda al asegurado, en la medida de la suma
asegurada. Si la deuda no fuera de pagar una suma de dinero, la aseguradora se
compromete a pagar la indemnización convenida, como sucede en la fianza.
Por las particularidades que presenta esta clase de seguro, la falta de pago de la
prima por parte del tomador no afecta la subsistencia del seguro de caución
contratado, ni las obligaciones de la aseguradora hacia el asegurado. Recordamos
que en los otros seguros, la falta de pago de la prima produce la suspensión de la
cobertura y aquí no.
Como toda garantía, se mantiene vigente hasta tanto el deudor haya sido liberado
de su responsabilidad, conforme al régimen aplicable a la obligación principal
garantizada. Por ello, en el seguro de caución, el contrato se formaliza por plazo
18 Derecho Privado - Capítulo 16 - Los seguros

indeterminado y su vigencia se extiende hasta la liberación del asegurador. Esa


incertidumbre temporal no permite la determinación de una prima única abarcativa
de todo el plazo de validez del contrato y, por ello, las primas se calculan en función
de “períodos de cobertura” más o menos abreviados. De ello se sigue que cada
período da lugar a que se devengue la prima y que, en caso de mantenerse el
riesgo, a medida que se suceden nuevos períodos de cobertura, se devengan
también nuevos premios, y que esto continúe hasta el momento en que el
asegurador es liberado del riesgo asumido.
En otras palabras, el riesgo asegurado es el incumplimiento del deudor principal, por
lo tanto, el tomador debe abonar las primas por todo el período en que se prolongue
su responsabilidad.
Esta situación precisamente es la que ha generado discusiones y conflictos
judiciales. Las aseguradoras han reclamado el pago de la prima en contra del
tomador del seguro de caución, aún después de extinguida la obligación principal.
Ello ha sucedido cuando el tomador se había obligado a comunicar el cese de la
responsabilidad mediante la devolución de la póliza o de una certificación del
asegurado, para que la compañía aseguradora tenga certeza de la 'cesación del
riesgo'.
A veces resulta bastante dificultoso para el tomador (y deudor principal) conseguir la
devolución de la póliza o un certificado de libre deuda por lo que las compañías de
seguro reclaman el cobro de la prima aún después de extinguida la obligación
principal garantizada.
La validez de estas cláusulas del contrato, produce que el seguro se mantenga
vigente hasta que se cumpla con esta obligación y, por lo tanto, que la compañía
aseguradora reclame el pago de las primas, hasta el momento en que efectivamente
se devuelva la póliza.
(*) Ver glosario.

Bibliografía
BULLO, Emilio H.: El derecho de seguros y de otros negocios vinculados, Abaco,
Buenos Aires, 1999.
FUSHIMI, Jorge F. (Director) y otros: Manual de Derecho Comercial y Contratos,
Asoc. Cooperadora Facultad de Ciencias Económicas, U.N.C., Córdoba, 2016.
HALPERIN, Isaac: Seguros. Depalma, Buenos Aires, 1975.
MEILIJ, Gustavo R.: Manual de seguros. Depalma, Buenos Aires, 1998.
PIEDECASAS, Miguel A.: Régimen legal del seguro. Ley 17418. Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe - Buenos Aires, 1999.
STIGLITZ, Rubén S.: Derecho de Seguros. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998.

Glosario
Contrato de seguro: Contrato por adhesión por el cual una de las partes, el
asegurador, se obliga, contra el pago o la promesa de pago del premio efectuado por
el asegurado, a pagar a éste o a un tercero la prestación convenida, subordinada a la
Derecho Privado - Capítulo 16 - Los seguros 19

eventual realización (siniestro) del riesgo, tal como ha sido determinado, durante la
duración material del contrato (Stiglitz). El art. 1 de la ley 17418 lo define así: “hay
contrato de seguro cuando el asegurador se obliga, mediante una prima o cotización,
a resarcir un daño o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento previsto”, lo
cual tiene las ventajas de, no comprometer opinión acerca de la naturaleza del
contrato, y de comprender a todas las especies de seguro (Halperín).
Cotización (en el contrato de seguro): Ver “prima”.
Póliza: Es el instrumento probatorio por excelencia del contrato de seguro, aunque no
es el único, ya que el artículo 11 de la ley de seguros 17.418 autoriza a probarlo por
escrito o por otro medio si hay principio de prueba por escrito. Las cláusulas de la
póliza se suelen denominar “condiciones”.
Premio: Precio del seguro que incluye la prima y otros gastos. Importe total que debe
pagar el asegurado.
Prima: Es el precio del seguro. La remuneración del asegurador por las obligaciones
que asume. La ley de seguros 17418 en su artículo 1 habla de prima o cotización. La
diferencia es que la cotización no es una suma fija; siendo determinada por las
sociedades de seguros mutuos y es variable de acuerdo a los resultados de la
explotación.
Superintendencia de Seguros de la Nación: Entidad autárquica que dicta
reglamentaciones en materia de seguros, otorga autorización previa y efectúa el
control posterior de todas las compañías de seguros. La ley 20091 contiene el marco
legal de actuación de esta entidad.

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