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TRASTORNOS CON SINTOMAS INTERIORIZADOS

(EMOCIONALES)

Trastornos emocionales

En este caso se han identificado aquellos trastornos que se relacionan con el


manejo emocional que afecta a niños de forma interna, ante algunos adultos estos
trastornos pueden pasar desapercibidos Podemos identificar aquí trastornos de
depresión y ansiedad, se pensó con anterioridad que la depresión se presentaba
solo en adultos, ala mitad de el siglo pasado se empezó la investigación en niños.
La ansiedad en los niños se refiere a las ansiedades que se vuelven trastornos
Los trastornos emocionales o trastornos del estado de ánimo son uno de los tipos
más comunes de enfermedades psicológicas. Se caracterizan por una alteración
significativa en el estado de ánimo de las personas afectadas. Los estudios
calculan que aproximadamente el 25% de la población mundial sufrirá alguno de
ellos en algún momento de su vida.
Existen muchas clasificaciones distintas para los trastornos emocionales; pero la
más habitual es la que distingue entre los que provocan emociones negativas, y
los que hacen que los pacientes cambien entre un estado de ánimo positivo y otro
deprimido de forma continua.
En la última versión del DSM, el manual diagnóstico utilizado en psicología, se
definen los siguientes trastornos del estado de ánimo: depresión mayor, distimia,
trastorno bipolar, ciclotimia, trastorno afectivo estacional, trastorno disfórico
premenstrual, y trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo.
También pueden aparecer ciertos trastornos emocionales debidos a causas
externas, como por ejemplo el abuso de drogas o alcohol, o la presencia de
alguna enfermedad física. En cualquier caso, todos estos síndromes provocan un
impacto muy negativo en la vida de quienes lo sufren, y deben ser tratados con la
mayor rapidez posible.

Causas de los trastornos emocionales


En la comunidad científica y académica existen distintos puntos de vista y
polémicas en torno a cuáles son las causas más frecuentes de los trastornos
emocionales. Sin embargo, sí que hay varios factores que pueden influir en su
aparición.
Estos trastornos mentales son multicausales. Estos no aparecen por culpa de un
solo factor, sino que es la adición de varios factores los que pueden llegar a
causar el trastorno.

1. Genética
Si existen antecedentes en la familia de personas que han sufrido trastornos
emocionales, esto puede indicar una predisposición biológica y genética. Distintas
investigaciones concluyen que las personas con familiares que han sufrido
trastornos del estado de ánimo tienen entre 2 y 3 veces más probabilidades de
sufrir el mismo trastorno psicológico (Gershon, 1990).

Sin embargo, también hay casos en que se desarrolla un trastorno sin que existan
o se puedan comprobar antecedentes familiares. Por este mismo motivo muchos
expertos indican que hay factores ambientales y psicosociales que pueden estar
íntimamente vinculados a la aparición de enfermedades como la depresión.

2. Bioquímica
El cerebro y su bioquímica interna tiene unos efectos determinantes en la
aparición (o no) de los trastornos emocionales.
Neurotransmisores: los estudios demuestran que los bajos niveles de la hormona
serotonina en personas que sufren depresión. Este neurotransmisor regula
nuestras emociones, y cuando tenemos los niveles bajos tendemos a mostrarnos
más inestables y vulnerables.
Sistema endocrino: varias investigaciones apuntan al vínculo entre la aparición de
la depresión y la hormona cortisol. Esta hormona aumenta en los momentos de
estrés y, por lo visto, también es inusualmente alta en las personas afectadas por
trastornos del estado de ánimo.

3. Estrés y episodios traumáticos


Más del 60% de trastornos emocionales surgen tras una mala experiencia
psicológica. Los traumas psicológicos y el estrés están detrás de la mayoría de los
trastornos psicológicos.
Cuando a un paciente de depresión se le pregunta por los acontecimientos vitales
acaecidos justo antes de caer en un estado depresivo, muchos de ellos refieren
haber sufrido una ruptura amorosa, haber tenido un hijo, haber sido despedido del
trabajo, haber iniciado una carrera universitaria…
Con esto no hay que entender que el trastorno emocional aparece únicamente por
ese trauma psicológico, sino que la persona ya tenía una predisposición a padecer
un trastorno del estado de ánimo, y el estrés ha acelerado los mecanismos que
conducen a él.

4. Personalidad
Ciertos individuos tienen pensamientos negativos recurrentes, autoestima baja,
locus de control externo y tienden a preocuparse excesivamente por las
circunstancias que les presenta la vida. Este tipo de personalidad les hace más
propensas a sufrir un trastorno emocional.
Son individuos que incurren en un sesgo cognitivo muy común: la inferencia
arbitraria. Es decir, tienden a destacar los factores negativos de una situación o
circunstancia por encima de los positivos. Además, cometen sobre generalización,
es decir, sacan conclusiones de corte general ante situaciones puntuales y
negativas que les hayan ocurrido.

Tratamiento
Existen varias formas de tratar los trastornos emocionales.

1. Antidepresivos
Existen tres tipos de fármacos que se usan para aliviar la depresión: los
antidepresivos tricíclicos, los inhibidores de monoamino oxidasa (MAO) y los
inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).
Estos medicamentos actúan en el cerebro y regulan los neurotransmisores, lo que
lleva a que el estado de ánimo del paciente mejore en la mayoría de los casos. De
todos modos, este tipo de tratamiento farmacológico ha de ser recetado por un
médico psiquiatra, quien hará un seguimiento sobre la evolución del paciente.

2. Litio
El litio es una sal común que se emplea como medicamento que regula el estado
de ánimo, principalmente en los episodios maníacos del trastorno bipolar. En
cualquier caso, tiene efectos secundarios más severos comparados con otros
fármacos que combaten la depresión.
En casos de bipolaridad, también es frecuente la administración de ciertos
antidepresivos con el fin de aliviar los episodios de bajo estado de ánimo.
Asimismo, antipsicóticos como el haloperidol pueden ser también recetados si su
reacción al litio no ha sido la esperada.

3. Terapia psicológica
La terapia psicológica es muy efectiva a la hora de gestionar los episodios de
depresión y trastorno bipolar. En algunos casos, especialmente en el trastorno
bipolar, la psicoterapia ha de realizarse de forma paralela al tratamiento
farmacológico.
Des pues de una amplia investigación puedo concluir que a pesar de que el
estudio de trastornos es muy amplio podría catalogar los siguientes mencionados
como los mas comunes o principales

Lista de trastornos emocionales


Depresión
Ansiedad
Bipolaridad
Entre muchas otras que, aunque no profundizaremos en ese momento su
importancia de ninguna manera es menor o estará a discusión su importancia
tanto de detección como de tratamiento mencionare algunas para no pasarlas de
largo

Trastorno de Ciclotimia
Trastorno afectivo estacional
Trastorno disfórico premenstrual
Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo
Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad
Trastornos de la eliminación: enuresis y encopresis
Trastorno de Distimia
ETC.

Después de estas menciones daremos un breve vistazo a las 3 principales antes


mencionadas aclarando que estas tienen barias divisiones y dando a entender que
profundizar en cualquiera llevaría una investigación propia de las mismas

Depresión
Probablemente el trastorno psicológico más conocido de todos y uno de los que
afectan a más personas, la depresión o trastorno depresivo mayor es mucho más
que simplemente sentirse triste o decaído. Sus síntomas afectan a prácticamente
todos los aspectos de la vida de los pacientes de formas extremadamente
negativas.
Se calcula que 1 de cada 15 adultos se ve afectado por un episodio depresivo
cada año; y a lo largo de toda su vida, al menos 1 de cada 6 personas acabará
desarrollando este trastorno.
Aunque puede presentarse en cualquier momento de la vida de una persona, lo
más común es que aparezca entre la adolescencia y el comienzo de la vida adulta.
¿Cuáles son los síntomas provocados por el trastorno depresivo mayor? Según el
DSM – V, son los siguientes.

Cambios en el estado de ánimo


La persona con depresión experimentará un estado de ánimo alterado durante al
menos dos semanas, durante las que los cambios son persistentes y están
presentes de manera continua.
El estado de ánimo más habitual es la tristeza. Sin embargo, en la depresión
mayor, la persona no se siente simplemente decaída o desmotivada:
frecuentemente los pacientes dicen sentirse desesperados y sin esperanza,
cambiando su visión del mundo por una extremadamente pesimista.
Además, por lo general se sentirán «vacíos», estarán mucho más irritables de lo
habitual, y desarrollarán sentimientos como la culpa, o la sensación de que no
sirven para nada. A menudo, también aparecen ideas suicidas de forma más o
menos recurrente.
Cambios en la actividad cotidiana
Las personas con depresión mayor pierden la capacidad de disfrutar de las cosas
que antes les llenaban. Dejarán de lado sus aficiones y hobbies, y por lo general
verán muy reducidos sus niveles de actividad cotidiana.
Esto puede observarse incluso en su forma de hablar: los afectados por este
trastorno generalmente se comunican de forma más lenta, como si no tuviesen
energía. Sus movimientos generalmente también se vuelven más lentos.
Por último, también suelen presentar dificultades para concentrarse o permanecer
llevando a cabo una sola tarea durante cierto tiempo. Otras áreas de su vida,
como por ejemplo la ingesta de alimentos o el sueño, también se ven afectadas de
manera muy negativa.
BIPOLARIDAD
El trastorno bipolar, antes conocido como trastorno maníaco depresivo, se
caracteriza por la presencia de síntomas similares a los de la depresión mayor que
se alternan con otros propios de un estado de ánimo excesivamente elevado. Se
trata de uno de los trastornos mentales más comunes, afectando a
aproximadamente el 7% de la población mundial.
Al contrario de lo que ocurre en el caso de las dos enfermedades mentales
anteriores, existen dos tipos de trastorno bipolar. En el primero de ellos, la persona
afectada alterna episodios maníacos con otros depresivos, mientras que en el
segundo la depresión se alterna con fases de hipomanía.
Pero ¿qué síntomas se producen en ambos casos? Los síntomas de los estados
depresivos son iguales a los que aparecen en la depresión mayor. Sin embargo, la
manía y la hipomanía merecen ser estudiadas aparte.
Manía e hipomanía
Un episodio maníaco es aquel en el que la persona presenta un estado de ánimo
exageradamente elevado durante un tiempo lo suficientemente largo (al menos
dos semanas). Los síntomas son muy similares para las dos condiciones; pero en
el caso de la hipomanía no son tan graves ni incapacitantes para el individuo.

Entre los síntomas más comunes de ambas condiciones se encuentran un estado


de ánimo eufórico o exageradamente alegre, una excesiva e irracional confianza
en uno mismo, y un gran aumento de los niveles de actividad cotidianos. También
suelen aparecer un exceso de locuacidad y una menor necesidad de dormir.
Por otro lado, cuando aparece un episodio maníaco o hipomaníaco, la persona
suele sentir que sus ideas van demasiado rápido; debido a ello, le cuesta
concentrarse en una sola tarea y pasa de una actividad a otra con frecuencia.
Por último, las personas en esta fase del trastorno bipolar suelen involucrarse en
conductas de alto riesgo, como conducir tras haber bebido, tener sexo sin
protección, tomar drogas o apostar. Cuanto más grave sea el episodio maníaco,
más pronunciadas y peligrosas serán estas conductas.
Para los observadores externos, la conducta de la persona bipolar suele ser muy
desconcertante, al alternarse periodos de depresión con otros de estados de
ánimo muy elevados. Este trastorno suele ser extremadamente incapacitante,
siendo la segunda causa de baja laboral permanente a nivel mundial.
ANSIEDAD
¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada?
Este  miedo o preocupación es irracional, irreal y desproporcionado, y la vida
diaria se convierte en una preocupación constante. Por tanto, la ansiedad acaba
dominando la vida del individuo, lo que afecta negativamente a su funcionamiento
normal en las distintas áreas de su vida, como las actividades sociales, el trabajo o
las relaciones interpersonales. Además, el trastorno de ansiedad generalizada
también afecta a la capacidad para imaginar vívidamente posibles situaciones
futuras, haciendo que la atención se centre más bien en las sensaciones negativas
que se perciben en el presente.
Diferencias entre el TAG y otros trastornos de ansiedad
La  ansiedad es una reacción normal de los individuos frente a situaciones de
estrés e incertidumbre. Ahora bien, cuando varios síntomas ansiosos provocan
angustia o algún grado de deterioro funcional en la vida del individuo que lo sufre,
se diagnostica el trastorno de ansiedad. Existen distintos tipos de trastornos de
ansiedad: trastorno de pánico, trastorno fóbico, trastorno obsesivo-compulsivo
(TOC)…
Todos ellos, incluido el TAG, tienen en común que dificultan el funcionamiento en
distintas áreas de su vida de la persona que lo sufre. Por ejemplo: las relaciones
sociales y familiares, el trabajo, la escuela. Pero entre los distintos tipos de
trastornos de ansiedad, existen diferencias. Y saber cómo distinguir entre estos
diferentes fenómenos es importante, porque si hay otra categoría diagnóstica que
explica lo que sucede mejor que la del trastorno de ansiedad generalizada, el
experto en salud mental descartará el TAG. 
Así pues, veamos algunas claves para diferenciar categorías diagnósticas,
teniendo en cuenta que el diagnóstico solo puede ser realizado por psicólogos o
psiquiatras debidamente titulados y entrenados para ello.
Ansiedad persistente
En el caso del trastorno de ansiedad generalizada, la preocupación y las
reacciones de ansiedad no se limitan a lo que es propio de otros trastornos; por
ejemplo, la posibilidad de sufrir un ataque de pánico y quedarse sin aire (trastorno
de pánico), sentirse humillado en público (fobia social), sufrir contaminación
(trastorno obsesivo-compulsivo), o tener una enfermedad grave (hipocondría). A
diferencia de los anteriores, la característica principal del trastorno de ansiedad
generalizada (TAG) es tener una preocupación y ansiedad excesivas e
irracionales, persistentes (al menos la mitad de los días durante al menos 6
meses) y difíciles de controlar sobre un número de acontecimientos o actividades
tales como el trabajo, la escuela, los amigos y la familia.
Además, según el DSM-V, para diagnosticar el TAG, el trastorno no ha de ser
debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (droga, fármaco) o
enfermedad (por ejemplo, hipertiroidismo) ni ocurrir exclusivamente durante un
trastorno afectivo, un trastorno por estrés postraumático, un trastorno psicótico o
un trastorno generalizado del desarrollo.
Síntomas del trastorno de ansiedad generalizada
Siguiendo los criterios diagnósticos para el TAG como se define por el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-V, la ansiedad y
preocupación se asocian a tres (o más) de los seis síntomas siguientes. En el
caso de los niños, solo se requiere uno de los ítems.
Inquietud o sentirse agitado.
Fatigarse fácilmente.
Dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco.
Irritabilidad.
Tensión muscular.
Trastornos del sueño (dificultad para conciliar o mantener, dormir poco o inquieto).
Además, la ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan malestar
clínicamente significativo o deterioro en las áreas sociales, ocupacionales, u otras
importantes del funcionamiento.
A diferencia del DSM-V, según los Criterios Diagnósticos de la CIE-10
(Organización Mundial de la Salud, OMS) no es necesario que las preocupaciones
sean excesivas y difíciles de controlar. Además, exige la presencia de los
siguientes síntomas:
Síntomas autónomos: palpitaciones o taquicardia, sudoración, temblor o
sacudidas, sequedad de boca (no debida a medicación o deshidratación).
Relacionados con pecho y abdomen: dificultad para respirar, sensación de ahogo,
dolor o malestar en el pecho, náuseas o malestar abdominal.
Relacionados con el estado mental: sensación de mareo, inestabilidad o
desvanecimiento; desrealización o despersonalización; miedo a perder el control,
a volverse loco o a perder la conciencia; miedo a morir
Síntomas generales: sofocos o escalofríos; aturdimiento o sensaciones de
hormigueo; tensión, dolores o molestias musculares; inquietud o incapacidad para
relajarse; sentimiento de estar al límite o bajo presión, o de tensión mental;
sensación de nudo en la garganta o dificultad para tragar.
Otros síntomas no específicos: respuesta exagerada a pequeñas sorpresas o
sobresaltos; dificultad para concentrarse o “mente en blanco” debido a la
preocupación o la ansiedad; irritabilidad persistente; dificultad para conciliar el
sueño debido a las preocupaciones.
El CIE-10 especifica la presencia de 4 de los 22 síntomas para el diagnóstico de
esta patología, y es necesario que al menos uno de los síntomas sea del grupo
autónomo. A pesar de las diferencias entre el DSM y el CIE, el grado de
concordancia entre ambos es bastante alto: un estudio de Andrews, Slade y
Peters (1999) concluyó que en el 77% de los sujetos diagnosticados por uno de
estos sistemas tuvo un diagnóstico positivo en el otro también.
En cualquier caso, los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada deben
estar presentes de manera casi constante durante un periodo de 6 meses
seguidos, al menos.
Causas
El TAG no es diferente al resto de trastornos psicológicos en lo que respecta al
origen multicausal que le da inicio. No existe una sola causa que produzca la
aparición del trastorno de ansiedad generalizada en la persona, sino muchas. Las
principales son las siguientes:
Predisposiciones genéticas a experimentar estrés.
Haber experimentado vivencias traumáticas.
Factores de personalidad: timidez y temor a la imagen que se da.
Factores de género: las mujeres presentan TAG con mayor frecuencia.
Las bases neurológicas del trastorno de ansiedad generalizada
Poco se sabe sobre las bases neurológicas del trastorno de ansiedad
generalizada, más allá de haberse registrado evidencias de que está asociado a
una activación más baja de lo normal en la corteza prefrontal y en el córtex del
cíngulo anterior. Por otro lado, las emociones de estado de alerta como el miedo
están relacionadas con el funcionamiento de la amígdala cerebral.
Es necesario realizar muchas más investigaciones al respecto para llegar a
entender bien este trastorno.

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