Las derechas argentinas y el golpe de 1930 principales exponentes del conservadurismo reclamaron
Las derechas ocuparon un lugar importante entre los
promotores del derrocamiento de Hipólito Yrigoyen. Sin
embargo, distaban de ser un grupo homogéneo: junto a
los conservadores, que querían desalojar al radicalismo y
retornar a la república, estaban los nacionalistas, quienes
anhelaban transformar al país siguiendo los modelos
autoritarios europeos. Las diferencias entre ambos pronto
condujeron a enfrentamientos.
¿Derecha o derechas?
Derecha es una noción utilizada en la ciencia política
pero también en la polémica cotidiana para distinguir una
opinión de otras denominadas de izquierda o centro. No
obstante, el significado detrás del concepto es sumamente
variado y resulta difícil de precisar. En política, puede
decirse que un gobierno es de derecha cuando pone los
intereses del Estado, la nación o la sociedad por encima de
los derechos de los individuos y las minorías,
restringiendo libertades y apelando a métodos arbitrarios y
autoritarios. En economía, puede estar asociada tanto a
ideas liberales, que intentan minimizar la intervención
estatal para dar un margen de acción mayor a las empresas
y otros actores privados, o a posiciones estatistas, que
buscan un mayor dirigismo de la economía por parte del
Estado. Finalmente, en lo social y cultural, la derecha
suele vincularse con la defensa de las tradiciones y la
conservación de las jerarquías sociales.
Hablar de "derecha”, en singular, puede ser poco
apropiado, en tanto dentro de esta orientación pueden
distinguirse distintas corrientes. En la Argentina de los
años treinta, conviene considerar dos: una derecha
moderada o conservadora, la cual apostó por el
sostenimiento del stotu quo. Esta orientación no se oponía
completamente a las transformaciones, pero sí buscaba
limitar sus alcances para evitar tensiones excesivas y
preservar sus privilegios.
La derecha radical, identificada con los nacionalistas,
aspiraba a una mutación del régimen político inspirada en
las dictaduras europeas. La república que los
conservadores querían restaurar era para los nacionalistas
la responsable de los males del país, por lo que proponían
un gobierno militar que hiciera uso de la violencia,
prohibiera los partidos políticos y aplastara a la oposición.
Los conservadores y la "restauración del orden"
Los conservadores estuvieron entre los principales
impulsores del golpe de Estado de 1930. La drástica
reducción de su influencia a partir de 1912 y las sucesivas
derrotas electorales habían sembrado el desconcierto entre
estos grupos, quienes criticaron despiadadamente a
Hipólito Yrigoyen desde la prensa. Tras su segunda
elección, esas fuerzas se aproximaron a las Fuerzas
Armadas y colaboraron en el planeamiento del
levantamiento y en su ejecución. Los medios
conservadores le dieron un amplio respaldo al gobierno de
facto, mientras que políticos de esa orientación ocuparon
puestos clave. Sin embargo, el apoyo fue condicional: los
una pronta convocatoria a elecciones para restablecer la
legalidad republicana. Desde su punto de vista, el
alzamiento militar se había producido para preservar la
república de la demagogia yrigoyenista, y no para
reemplazarla, como anhelaban José F. Uriburu y los
nacionalistas.
Los proyectos autoritarios provocaron rápidamente el
distanciamiento de conservadores notables y poderosos,
quienes se aproximaron al general Agustín P. Justo,
mucho más receptivo a los pedidos de restaurar el
funcionamiento de las instituciones democráticas previa
exclusión del yrigoyenismo. El apoyo conservador se
sumó al de otros grupos que le permitieron a Justo
imponerse con comodidad en las elecciones de 1931 y
acceder a la presidencia.
Los nacionalistas
El nacionalismo, al igual que la derecha, conoce
diversas orientaciones. Algunos de sus referentes, como
Manuel Ligarte, reivindicaron desde principios del siglo
xx la identidad argentina y americana frente a las
ambiciones extranjeras en la región. Otros, como
Leopoldo Lugones y Manuel Gálvez, arremetieron contra
la democracia y las influencias foráneas. Para ellos, el
sufragio universal permitía que las masas ignorantes
eligieran gobernantes mediocres, incapaces y corruptos, lo
que conducía incluso a la revolución social. En su lugar,
proponían restringir la toma de decisiones a las elites
sociales y culturales, integrando también a la Iglesia y a
las Fuerzas Armadas. Los nacionalistas buscaban una
renovación política, pero también espiritual: frente a la
inmigración masiva y la europeización de las costumbres,
reivindicaron la herencia hispánica, las tradiciones del
Interior y la figura del gaucho.
La Gran Guerra despertó dudas sobre el futuro de la
civilización liberal europea, las cuales hallaron voz en
intelectuales como el alemán Oswald Spengler y el
francés Charles Maurras. La Iglesia católica, por su parte,
buscó "recristianizar" a las juventudes y organizó cursos
de estudio de autores escolásticos, reaccionarios y
antimodernos.
Influidos por estas ideas, jóvenes como Juan Carulla
Ernesto Palacio y los hermanos Rodolfo y Julio lrazusta
en 1927, fundaron la revista La Nueva República. Desde
sus páginas atacaron al liberalismo, a la “partidocracia”, al
socialismo y al radicalismo. La elección de Yrigoyen en
1929 exacerbó sus opiniones y fundaron una banda de
choque llamada Liga Republicana, la cual se involucró en
luchas callejeras con los radicales, y estuvo entre los
adversarios más enconados del yrigoyenismo.
La búsqueda de un nuevo régimen
Estos intelectuales esperaban que la dictadura de
Uriburu sentara las bases de una “nueva Argentina”.
Antes que un regreso a la república, creían necesario
instaurar un gobierno inspirado en el fascismo italiano. El
Ejército y la Iglesia debían tener un rol preeminente en la
vida nacional, preservando tradiciones y defendiendo
contra amenazas internas y externas. Los partidos fueron
condenados por fomentar luchas facciosas y provocar la
aparición de una clase de políticos profesionales. En su
lugar, se proponía la representación de los intereses
“auténticos” de la nación en corporaciones, las cuales
reunirían a los sindicatos, las organizaciones patronales,
los intelectuales y otros grupos importantes.
Sin embargo, las expectativas de estos intelectuales se
vieron frustradas. Por empezar, Uriburu les concedió un
lugar marginal y pronto se distanció de ellos. Si bien el
general simpatizaba con sus ideas, no sabía cómo ponerlas
en práctica y carecía del apoyo necesario para hacerlo. No
obstante, buscó emular a las derechas europeas durante su
paso por el poder, formando y financiando organizaciones
parapoliciales y paramilitares que ocuparon las calles
porteñas.
1. Lean los últimos tres párrafos de "La hora de la
espada”, un discurso pronunciado por Leopoldo Lugones
a. ¿Qué antecedentes históricos menciona el poeta?
b. ¿Cuáles son los males que habría traído la
democracia?
c. ¿Por qué cree Lugones que el Ejército puede remediar
estos problemas?
d. ¿Qué relación encuentran entre las ideas de este autor y
el golpe de 1930?
Vean el documental sobre el golpe de 1930, en línea en
www.mandi.com.ar/MMB50d, y comenten
a. ¿Qué distinciones se establecen entre los
conservadores y los nacionalistas?
b. ¿Por qué las clases propietarias habrían preferido
a los conservadores? ¿Por qué fracasó el nacionalismo?
c. ¿Qué rol ocuparon en esta coyuntura los radicales,
los demócratas progresistas y los socialistas?
“Señores: dejadme procurar que esta hora de emoción
no sea inútil. Yo quiero arriesgar también algo que cuesta
mucho decir en estos tiempos de paradoja libertaria y de
fracasada, bien que audaz ideología.
Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora
de la espada.
Así como esta hizo lo único enteramente logrado que
tenemos hasta ahora, y es la independencia, hará el orden
necesario, implantará la jerarquía indispensable que la
democracia ha malogrado hasta hoy, fatalmente derivada,
porque esa es su consecuencia natural, hacia la demagogia
o el socialismo. Pero sabemos demasiado lo que hicieron
el colectivismo y la paz del Perú de los Incas y la China
de los mandarines.
Pacifismo, colectivismo, democracia, son sinónimos de
la misma vacante que el destino ofrece al jefe
predestinado, es decir al hombre que manda por derecho
de mejor, con o sin la ley porque esta, como expresión de
potencia, confúndese con su voluntad. [...]
La gloria y la dignidad son hijas gemelas del riesgo; y
en el propio descanso del verdadero varón yergue su oreja
de león dormido”.
Leopoldo Lugones, discurso pronunciado durante el homenaje realizado en
Perú por el centenario de la batalla de Ayacucho, 11 de diciembre de 1924.
“El Mayor continuó, fijas las miradas de todos en él: el
Ejército es un estado superior dentro de una sociedad
inferior, ya que nosotros somos la fuerza específica del
país. Y sin embargo, estamos sometidos a las resoluciones
del gobierno... ¿y al gobierno quién lo constituye?... el
poder ejecutivo y el legislativo... es decir, hombres
elegidos por partidos políticos informes... ¡y qué
representantes, señores! Ustedes saben mejor que yo que
para ser diputado hay que haber tenido una carrera de
mentiras, comenzado como vago de comité, transando y
haciendo una vida común con perdularios de todas las
calañas, en fin, una vida al margen del código y de la
verdad. No sé si esto ocurre en otros países más
civilizados que los nuestros, pero aquí es así. En nuestra
Cámara de Diputados y de Senadores hay sujetos
acusados de usura y homicidio, bandidos vendidos a
empresas extranjeras, individuos de una ignorancia tan
crasa que el parlamentarismo resulta aquí la comedia más
grotesca que haya podido envilecer a un país. Las
elecciones presidenciales se hacen con capitales
norteamericanos, previa promesa de otorgar concesiones a
una empresa interesada en explotar nuestras riquezas
naturales. No exagero cuando digo que la lucha de los
partidos políticos en nuestra patria no es nada más que una
riña entre comerciantes que quieren vender el país al
mejor postor.
Todos miraban estupefactos al Mayor. A través de los
rombos y campánulas veíase el celeste cielo de la mañana,
pero nadie reparaba en ello. Erdosain contábame después
que ninguno de los concurrentes a la reunión del
miércoles había previsto una escena de tan alto interés. El
Mayor pasó un pañuelo por sus labios y continuó:
Me alegro de que mis palabras interesen. Hay muchos
jóvenes oficiales que piensan como yo. Hasta contamos
con algunos generales nuevos”.
Roberto Arlt, Los siete locos, Buenos Aires Losada, 1996. Esta
novela fue publicada par primera vez en 1929
“El surgimiento de los medios de comunicación
masiva significó un cambio^ decisivo en el mundo
popular (especialmente el urbano), similar en sus alcances
al que venía trayendo la escolarización. Anteriormente las
clases populares todavía conservaban una cierta
autonomía a la hora de definir su propia cultura y los
lugares y las maneras en que disfrutaban del tiempo libre.
Aunque los mensajes procedentes del mundo de la clase
alta no dejaban de tener su influencia, era la que creaba y
difundía buena parte de los lenguajes, ideas, imágenes,
información, música, divertimentos, etc. que enmarcaban
su vida cotidiana. Todo eso fue cambiando con la
aparición de los medios masivos de comunicación. Una
porción cada vez más grande de la cultura popular se fue
transformando e integrando en una cultura de masas
elaborada y transmitida por empresas mediáticas y del
entretenimiento. Pese a que todavía en estos años muchas
de ellas eran poco más que pequeños emprendimientos en
manos de improvisados, la tendencia histórica fue la de
una progresiva transformación en verdaderas compañías
capitalistas. Como las de cualquier otro rubro, estas
empresas apuntaban a generar ganancias y estaban en
manos de personas que no pertenecían al mundo popular.
Inevitablemente, los mensajes que transmitieron
estuvieron teñidos por la mirada y las opiniones de sus
dueños y administradores y por los valores implícitos del
mercado. Así, los medios de comunicación y la
comercialización del entretenimiento llevaron contenidos
nuevos a un público mucho más amplio, pero al costo de
debilitar su capacidad de influir sobre ellos de manera
directa. Para quienes deseaban difundir ideas
y valores alternativos, como los anarquistas, los
socialistas, etc., la competencia con la cultura dominante
de pronto se volvió mucho más desigual. Anteriormente,
con su incansable labor de edición y de educación
popular, lograban contrapesar los mensajes de la elite con
sus propios contramensajes clasistas. Pero de pronto la
distancia se había vuelto sideral. Instalar una radio,
montar un estudio cinematográfico, imprimir cientos de
miles de copias de un periódico, contratar a las estrellas
más cotizadas del momento, estaba mucho más allá de las
posibilidades de cualquier grupo de trabajadores, por bien
organizados que estuvieran. Cuando la televisión
comenzara a difundirse en la segunda mitad de la década
de 1950, esta brecha se haría incluso más profunda. [...]
Pero incluso dentro de la nueva cultura de masas las
clases bajas tuvieron cierta influencia, aunque indirecta.
Como los medios de comunicación y las industrias del
entretenimiento necesitaban vender sus productos,
inevitablemente tenían que tener en cuenta los gustos
populares. Ninguna cultura es masiva si no la consumen
las masas y para ello era necesario que la oferta incluyera
elementos que ellas pudieran reconocer como propios.
Pero como, a su vez, estos elementos pasaban por el tamiz
de las empresas y de personas que no pertenecían al
mundo plebeyo, se abría así un nuevo espacio para la
circulación de manifestaciones culturales entre los
mundos de la clase baja y la clase alta”.
Ezequiel Adamovsky, Historia de las clases populares en la
Argentina. Desde 1880 hasta 2003, Buenos Aires, Sudamericana, 2012.
1. Analicen los textos escritos por Leopoldo Lugones y
Roberto Arlt . Luego resuelvan las preguntas.
a. ¿Qué opinaba Lugones sobre la democracia? ¿Cuál
creen que fue la influencia de este discurso en la política
nacional?
b. ¿Qué posición ideológica tiene el personaje de Arlt
denominado El Mayor?
c. Comparen ambos textos.
2. Lean el texto escrito por el historiador Ezequiel
Adamovsky y realicen las siguientes consignas.
a. Expliquen el impacto de los medios de comunicación
masiva en el ámbito popular durante las primeras décadas
del siglo XX.
b. Analicen por qué este historiador afirma que “la
competencia con la cultura dominante de pronto se volvió
mucho más desigual”.
LAS VANGUARDIAS CULTURALES
En la década de 1920 irrumpieron en el panorama
cultural argentino diversas corrientes que se proponían
renovar el arte y diferenciarse de los modelos heredados.
Conocidas como “vanguardias”, reflejaban la influencia
de las tendencias artísticas que se desarrollaban en Europa
y América latina en ese momento. Las nuevas inquietudes
vanguardistas fueron prolíficas tanto en el campo de la
literatura como en el de las artes plásticas.
Florida y Boedo
En el mundo literario convivieron dos grupos de
escritores que encarnaron preocupaciones y estilos
estéticos diferentes. Estos grupos fueron identificados
según el nombre del área de la Ciudad de Buenos Aires
que solían frecuentar: la aristocrática calle Florida, en un
caso, y el bohemio barrio suburbano de Boedo, en el otro.
Los escritores de Florida, en franca ruptura con los
cánones y estilos tradicionales, y en consonancia con las
tendencias vanguardistas, aspiraban a renovar las formas
literarias, principalmente en la poesía.
Se congregaron en torno a varias publicaciones, como
Prisma y Proa, aunque, sin duda, la más representativa fue
la revista Martín Fierro.
Entre las figuras más destacadas del grupo de Florida
estaban Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Ricardo
Güiraldes, Conrado Nalé Roxlo y Oliverio Girondo.
Los escritores de Boedo, en cambio, manifestaron un
fuerte compromiso con los problemas de la sociedad y se
dedicaron principalmente a la narrativa. Desde su punto
de vista, el arte debía cumplir una misión social, por lo
cual priorizaron los contenidos antes que las formas.
Colaboraron en varias publicaciones, como Los
Pensadores y La Campana de Palo, pero Claridad fue su
órgano distintivo, como parte de un proyecto editorial más
amplio que incluía la publicación de obras literarias de
autores nacionales y extranjeros.
1. Elaboren un cuadro sinóptico que detalle las
características de los grupos de Florida y Boedo.
2. Busquen fragmentos de obras escritas en la década de
1920 por autores de ambos grupos y señalen en cada caso
sus rasgos distintivos.