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TEORIA DEL ESTADO

POPULISMO

En discusiones políticas y en los medios, el concepto “populismo” suele


mencionarse como una amenaza. Sin embargo no existen en el mundo
movimientos que así se autodefinan. El historiador Ezequiel Adamovsky hace un
recorrido cronológico sobre el término, arrancando en la Rusia de 1800, pasando
por América Latina e incluyendo el sentido positivo que le dio Ernesto Laclau. Por
todas partes se habla del “populismo” en los debates políticos y en los medios. No
hay día en que no leamos columnas en la prensa norteamericana, europea o de
América Latina que nos adviertan sobre alguna amenaza “populista”. Es como si
fuera una especie de plaga desconocida: está por todas partes y nadie puede
explicar del todo cómo se ha expandido tanto. ¿Pero qué quiere decir “populismo”?
¿Existe realmente una “amenaza populista” que esté afectando a las democracias
de todo el planeta?   “Populismo” y el adjetivo “populista” fueron términos
académicos antes de transformarse en expresiones de uso común. A su vez, como
muchos otros conceptos académicos, nacieron como parte de vocabularios
políticos de algún país en concreto. “Populismo” fue utilizado por primera vez hacia
fines del siglo XIX para describir un cierto tipo de movimientos políticos. El término
apareció inicialmente en Rusia en 1878 como Narodnichestvo, luego traducido
como “populismo” a otras lenguas europeas, para nombrar una fase del desarrollo
del movimiento socialista vernáculo. Como explicó el historiador Richard Pipes en
un estudio clásico, ese término se utilizó para describir la ola antiintelectualista de
la década de 1870 y la creencia según la cual los militantes socialistas tenían que
aprender del Pueblo, antes que pretender erigirse en sus guías. Pocos años
después los marxistas rusos comenzaron a utilizarlo con un sentido diferente y
peyorativo, para referirse a aquellos socialistas locales que pensaban que los
campesinos serían los principales sujetos de la revolución y que las comunas y
tradiciones rurales podrían utilizarse para construir a partir de ellas la sociedad
socialista del futuro. Así, en Rusia y en el movimiento socialista internacional,
“populismo” se utilizó para designar un tipo de movimiento progresivo, que podía
oponerse a las clases altas, pero a diferencia del marxismo se identificaba con el
campesinado y era nacionalista. En la formulación de Shils, “populismo” no refería
a un tipo de movimiento en particular, sino a una ideología que podía encontrarse
tanto en contextos urbanos como rurales y en sociedades de todo tipo.
“Populismo” para Shils, designaba “una ideología de resentimiento contra un orden
social impuesto por alguna clase dirigente de antigua data, de la que supone que
posee el monopolio del poder, la propiedad, el abolengo o la cultura”. Movilizar los
sentimientos irracionales de las masas para ponerlas en contra de las élites: eso
era el populismo. En otras palabras, “populismo” pasó a ser el nombre para un
conjunto de fenómenos que se apartaban de la democracia liberal, cada uno a su
modo.    En las décadas de 1960 y 1970 otros académicos retomaron el término,
en un sentido algo diferente, aunque conectado con el anterior. Lo utilizaron para
nombrar a un conjunto de movimientos reformistas del Tercer Mundo,
particularmente los latinoamericanos como el peronismo en Argentina, el
Varguismo en Brasil y el Cardenismo en México. A pesar de que algunos de estos
académicos valoraban positivamente la expansión de nuevos derechos para las
clases bajas que había venido de la mano de estos movimientos, su tipo de
liderazgo era el rasgo distintivo: era personal antes que institucional, emotivo
antes que racional, unanimista antes que pluralista. En este sentido, se medían
con la vara implícita de las democracias “normales” (es decir, liberales) del Primer
Mundo. En eso, estos trabajos se conectaban con los de los académicos como
Shils: implícitamente compartían una mirada normativa sobre cómo se suponía que
debían ser y lucir las verdaderas democracias.   Así, en el mundo académico el
concepto de “populismo” mutó de un uso más restringido que refería a los
movimientos de campesinos o granjeros, a un uso más amplio para designar un
fenómeno ideológico y político más o menos ubicuo. Para la década de 1970
“populismo” podía aludir a tal o cual movimiento histórico en concreto, a un tipo
de régimen político, a un estilo de liderazgo o a una “ideología de resentimiento”
que amenazaba por todas partes a la democracia. En todos los casos, el término
tenía una connotación negativa.     Para complicar incluso más las cosas, el filósofo
post-marxista Ernesto Laclau propuso un sentido más para nuestro término,
completamente diferente a todos los anteriores. La influyente obra de Laclau
planteó la necesidad de reemplazar la noción de “lucha de clases”, entendida como
una oposición binaria fundamental que se generaba por la propia naturaleza de la
opresión de clases, por la idea de que en la sociedad existe una pluralidad de
antagonismos, tanto económicos como de otros órdenes. En tal escenario, no
puede darse por sentado que todas las demandas democráticas y populares van a
confluir como una opción unificada contra la ideología del bloque dominante. El
plano político tiene un papel fundamental a la hora de “articular” esa diversidad de
antagonismos. Y los discursos aquí son fundamentales, ya que son ellos los que
“articulan” las demandas diversas, produciendo un Pueblo en oposición a la
minoría de los privilegiados. Así entendido, el Pueblo es un efecto de la apelación
discursiva que lo convoca, antes que un sujeto político pre-existente.

Si bien vemos que el populismo es una adulteración de la democracia. Lo que el


populista busca al menos esa ha sido la experiencia latinoamericana, es establecer
un vínculo directo con el pueblo, por encima, al margen o en contra de las
instituciones, las libertades y las leyes. La iniciativa no parte del pueblo sino del
líder carismático que define a "el pueblo" como una amalgama social opuesta al
"no pueblo". El líder es el agente primordial del populismo. No hay populismo sin la
figura del personaje providencial que supuestamente resolverá, de una buena vez
y para siempre, los problemas del pueblo.

Cárdenas fue un presidente revolucionario que buscó cumplir al pie de la letra los
artículos centrales de la Constitución de 1917. Eso lo convirtió en un presidente
popular, no en un populista. Llegado su límite dejó el poder y, a diferencia de los
populistas típicos, jamás utilizó la palabra como medio específico de dominación.
Luis Echeverría, sin tener dotes mayores (o menores) para el discurso público,
intentó concentrar personalmente el poder a la manera del populista, pero cuando
quiso crear una base sindical propia por encima de las instituciones vigentes, es
decir, del PRI- Fidel Velázquez lo rebasó temporalmente por la izquierda, amagó
con la huelga nacional y lo puso en su lugar. López Portillo, él sí, campeón de
oratoria, cautivaba a las masas, pero lo hacía más por vanagloria que por
ambición. Aunque ambos dieron un uso populista a los recursos públicos y no
dejaron de fustigar a enemigos reales o fingidos (al "no pueblo"), su poder era
institucional, no personal, y cesaba a los seis años.

Se dice que el populismo:

- El populismo exalta al líder carismático. 


- El populismo se apodera de la palabra. 
- El populismo fabrica la verdad. 
- El populismo utiliza de modo discrecional los fondos públicos. 
- El populismo reparte directamente la riqueza a cambio de obediencia. 
- El populismo alienta el odio a las clases. 
- El populismo mina, domina y en último término doméstica o cancela las
instituciones de la democracia liberal. 

Hoy en día muchos políticos dicen ser “populistas” ¿y todo por qué? Por el afán de
tener más, de alimentar su ambición a costa de los mas débiles, aunque bien
cierto si la población rural, se une podrían crear una nueva etapa mejorando las
cosas, y no como ahora “el pobre más pobre y el rico más rico” si bien existe
muchas instituciones que les dan apoyos a los campesinos como es el caso del
Partido Institucional Revolucionario (PRI) como es el caso de la CNC, donde les
brindan el apoyo a los campesinos, pero bien se dice que el pueblo pone al político
en el poder, ¿Cómo lo hace? A través del voto, pero todo sabemos que el que llega
no es el más fuerte si no el más “inteligente” pero mejor dicho seria el mas
corrupto, por ejemplo cuando eligen a los subdelegados de cada comunidad o
pueblo, ¿Cómo los eligen? Pues a través del voto de los mismo ciudadanos, pero
en si no es verdad ya que sucede lo mismo que pasa en las elecciones
presidenciales, los del mismo partido llevan a la gente a votar, a través de pagarle
con dinero, despensas o cualquier cosa.

OLIGARQUÍA

Para las ciencias políticas, es la forma de gobierno en la cual el poder es ejercido


por un grupo reducido de personas que pertenecen a una misma clase social. Por
extensión, el término se utiliza para nombrar al conjunto de empresarios y sujetos
acaudalados que suelen actuar en conjunto para la defensa de sus intereses.

El concepto nació en la Antigua Grecia para nombrar a la degeneración de


la aristocracia. Cuando el sistema aristocrático comenzó a perpetuarse por la
descendencia sanguínea y la dirección del Estado dejó de estar en manos de las
mentes más brillantes, comenzó a hablarse de oligarquía. En la actualidad, se
suele mencionar como oligarcas a los millonarios, los latifundistas y a los dueños
de propiedades. La oligarquía, en este sentido, es una especie de estatus social
que tiene implicancias políticas (por ejemplo, a través de la presión económica
para conseguir mayores beneficios y ventajas) y culturales (una cierta vestimenta,
gustos compartidos, etc.).

La oligarquía no concibe la movilidad social. Los nuevos ricos no logran entrar a los
círculos oligarcas, que defienden un linaje similar a la nobleza. Cuando un oligarca
sufre problemas económicos, por otra parte, intenta sostener de cualquier forma
su estilo de vida o, al menos, sus apariencias. El estereotipo del oligarca lo
muestra como un sujeto sin ética ni moral, dispuesto a incurrir en la corrupción y
la violencia para sostener su poder, al que considera como un derecho adquirido.
Los partidos políticos de izquierda suelen tener a la oligarquía como
principal enemigo.

Vemos que en un periodo largo de tiempo el partido político de los presidentes y


de los gobernadores del Estado de México era el mismo (PRI) o correspondía al
mismo grupo de poder, eso no aseguraba que hubiera pertenecido o pertenecieran
al Grupo de Poder Atlacomulco o al grupo Televisa. Sin embargo, pudimos
constatar que México se encuentra en una oligarquía pues incluso los presidentes
que pertenecían al PAN, Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012),
pertenecían al grupo Televisa, dejando el gobierno mexicano en manos de la
élites. También vemos que los presidentes del periodo del Maximato (1924-1934),
se regían bajo un grupo de poder liderado por el ex presidente Plutarco Elías
Calles. Dejando otra vez, el poder del Estado en manos de unas pocas personas.
Pero si bien vemos que hoy en día, la realidad es que nos gobernamos por un
grupo de personas ambiciosas que bien buscan sus intereses propios y no del
pueblo, como es el caso de nuestros políticos, siempre hemos estado en un
gobierno oligárquico ya que los gobernantes siempre buscaran por sus intereses,
se menciona que un presidente tiene todo un respaldo de la ciudadanía, lo cual
puede ser verdad ya que los políticos más fuertes o bien se podría decir líderes son
los que perteneces a ese grupo, como en el caso del municipios el grupo
oligárquico está compuesto por el Presidente y sus Secretarios, ya que son los que
se quedan con todo, son los que buscan más y más el dinero asi como sus
beneficios, ya que a ellos no les interesa el pueblo si no solo alimentar su ambición
como anterior mente lo decía, a través de la corrupción, del mal manejo de su
gobierno para favorecer asi mismos.

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