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Como repensar nuestras prácticas pedagógicas en tiempo del covid .

A partir de la declaración del aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO),


frente a la pandemia que azora a todo el mundo, las escuelas se vieron obligadas
a cerrar sus puertas por lo que, tanto alumnos como docentes, y el conjunto de la
sociedad, tuvieron que respetar y cumplir dicho aislamiento social, provocando, en
la sociedad y en el conjunto de las comunidades educativas, que se deban
repensar las prácticas pedagógicas y la comunicación extrainstitucional entre los
actores de la educación. Ya no va a ser lo mismo, ya lo presencial perdió la
centralidad, todo lo que vino en demasía fue la inserción de los medios de
comunicación virtuales, para todos, sin excepción de culturas. Culturas, que más
allá de lo que estemos acostumbrados a ver, en cuestión de telefonía celular, que
todos tienen o poseen uno, pero no quiere decir que tengan acceso ilimitada de
internet, problema latente al momento y que no tiene solución de parte del estado
nacional.

Esto marca un nuevo paradigma en lo que se refiere a la enseñanza primaria y


secundaria, la enseñanza a la distancia. En tiempos de conectividad comienza
nuestra travesía sobre qué caminos tomar y cuáles serian las decisiones más
importantes al momento de la transmisión de la enseñanza y aprendizaje.

Todo el devenir de la pandemia, en cuestión de enseñanza y aprendizaje, fue una


situación de ensayo y error o también prueba y experimentación, donde los
involucrados, tanto alumnos como docentes, nos vimos envueltos en maneras
diferentes de enseñar a aprehender.

El recorrido se centró en la incertidumbre, en la búsqueda de información y de


medios de comunicación considerablemente pertinentes y que estén al alcance de
nuestros alumnos. En esta búsqueda “descubrimos” muchos recursos y
herramientas que jamás vimos ni pensamos en usar. Por ejemplo el Padlet, Zoom,
Meet, grupos de whatsApp, mail, facebook, etc. Predominando el whatsApp y el
mail sobre todos los demás, por tener mejor accesibilidad en ciertos tiempos del
comienzo del aislamiento, y después irse diluyendo, perdiendo el contacto en
ciertos grupos, por no querer publicar o no dar a conocer sus números
particulares, cuidando su privacidad y tratando por distintos medios de lograr
mantener la comunicación. Se logra la interacción con Whatsapp, respetando el
uso sin abuso del mismo, consiguiendo, así, resolver problemas en el momento y
disipar dudas para adelantar trabajos. Después de un tiempo la comunicación
comienza a ser inmediata, alumnos y alumnas comienzan a consultar más, a
responder, a enviar trabajos terminados.
A medida que fueron transcurriendo las semanas en aislamiento, se comenzó a
notar que ya no era la falta de conectividad de los alumnos, lo que provocaba el
incumplimiento de las actividades, sino que ya se había asentado dentro de un
círculo social, el desinterés total, por lo dicho por el ministro de educación de que
no iba haber “calificación” y que los alumnos iban a ser promovidos igual, dando
rienda suelta a que ciertas familias se dieran por desentendidas, en la realización
de las actividades.

Con el paso de las semanas las respuestas y trabajos comenzaron a disminuir,


evidenciando falta de interés, de responsabilidad, sólo unos pocos alumnos
siguieron activos.

Todos los cambios realizados fueron realizados como respuesta a la poca


participación de los alumnos y falta de apoyo y acompañamiento de las familias.

Frente a la falta de compromiso y acompañamiento de ciertas familias, nos vimos


resueltas a reformular nuestras actividades y ordenarlas en tiempos y espacios,
los cuales ya no eran los mismos o iguales a los que estábamos acostumbrados.
(EL AULA)

Ahora es el espacio, tiempo de la virtualidad desde casa. En contextos diferentes,


en el ir y venir de gente dentro de la mima casa, en la falta de atención a la
realización de actividades, en la falta de comunicación de entre pares, al despejar
dudas, en el que el otro como docente no está presente de forma singular para
atención y ayuda de las actividades pero así mismo trata de estar, siempre que lo
dejen entrar, a ese entramado contexto que es lo domestico de cada uno, tanto
docente como alumno; y así dar lugar a lo subjetivo en lo que es la transmisión de
saberes en el ámbito que cada alumno se desarrolla, ya que la diversidad está
muy latentes.

Segun Edith Litwin dice “las buenas prácticas suceden cuando subyacen a ellas
buenas intenciones, buenas razones y sustantivamente, el cuidado por atender la
epistemología del campo en cuestión”.

Son distintas las situaciones al momento de realizar o planificar nuestras prácticas,


porque en este tiempo debemos repensar nuestras prácticas atendiendo a la diversidad
cultural y contextual. Y atendiendo la epistemología del campo en cuestión “buenas
prácticas en tiempos de pandemia”

El aislamiento social, irrumpe y transforma nuestras prácticas, al estar en contextos


determinados hubo que repensar el tema de las tareas y la practicas pedagógicas. En
que contengan una oralidad adecuada, empático, un léxico técnico didáctico, solidario,
comprensivo, adecuado y graduado de acompañamiento y compañerismo en la distancia.
Las situaciones que nos están confirmando en nuestro oficio son las que tienen
que ver con el interés en que los niños y niñas aprendan a pesar de no estar en la
escuela, las ganas de enseñar, el querer que los alumnos sigan aprendiendo, el
interés que surge por la situación particular de cada uno, de cada familia que
conforma la comunidad educativa de nuestra institución. Las transformaciones en
nosotros son más personales que profesionales, tenemos más paciencia y más
prudencia al momento de explicar algo, al momento de pedir en tiempo adecuado
la entrega de trabajos, nuestra capacidad de mirar “más allá de los muros de la
escuela”, y en nuestros modos de pensar las prácticas, las estrategias, las
adaptaciones que hacemos, cómo seguimos en este contexto donde una
pandemia surgió, seguida de un aislamiento repentino que nos tomó por sorpresa,
sin estar preparados, sin conocer ni tener muchas herramientas para poder llevar
adelante una educación a distancia que va siendo pensada y programada, día a
día, sobre la marcha, a medida que va cambiando la actualidad del país, que va
avanzando este virus.

El docente está permanentemente reconfigurándose, ya sea en el enseñanza –


aprendizaje con el otro “alumno, familia, docentes, etc;” en lo que es relacionable
con el otro. Pero en este contexto de tiempo de cuarentena, lo que hace hincapié
es el modo de preparar o dictar una clase, la forma de enseñar cambio, la forma
de pensar en el otro, en cómo aprende el otro, cuál es nuestro alcance y cómo
llegamos a los alumnos y alumnas y a sus familias, a través de diferentes medios
y estrategias.

Esta nueva configuración de la clase, la tele clase, la virtualizacion de la clase,


hace que se extrañe el vinculo de lo gestual, verbal, corporal, lo singular del otro,
el abrazo y el beso del saludo, el contacto que tanto nos acerca, el ida y vuelta de
las charlas, esas charlas espontáneas que hacen que surjan mil temas en 5
minutos. ¡Se extraña la espontaneidad! Se extrañan las risas, los juegos, las
“charlas en silencio”. Podemos sostener, que a pesar de estar en contacto, a
través de muchas nuevas herramientas virtuales, en las cuales nos podemos ver
y escuchar, no quita que la presencialidad sea un estimulo más grande que el
estar enlazados en la distancia. Podemos seguir creando lazos a la distancia, pero
lamentablemente no lograremos crear el “vínculo” que nos permite crear la
presencialidad

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