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Cuando la Administración actúa como tal, en sus relaciones con los administrados, ostenta
la denominada potestad de imperio, ostentando una serie de prerrogativas y privilegios, las
cuales se hallan sometidas al Derecho Público. Es decir, las relaciones entre la
Administración y los administrados, cuando la Administración actúa en su condición de
tal, se encuentran reguladas por normas de Derecho público.
De esta forma, los ingresos que la Administración obtiene de los administrados en virtud
de normas de Derecho público tienen la condición de ingresos de Derecho público.
Estos ingresos de Derecho público se suelen contraponer a los ingresos que una
Administración puede obtener actuando como si fuera un particular más en virtud de
relaciones sometidas al Derecho privado (civil o mercantil). Estos ingresos son los ingresos
de Derecho privado.
Esta distinción ha perdido en gran medida su vigencia, aunque se siga manteniendo por
motivos didácticos por dos causas principalmente: en primer lugar, porque esta distinción
tiene un carácter ciertamente cambiante a lo largo del tiempo; lo que hoy es ordinario,
puede pasar a ser extraordinario y viceversa; en segundo lugar, porque legalmente no se
establece ningún tipo de régimen diferenciado entre ambos tipos de ingreso.
2. El concepto de tributo.
Los ingresos de carácter tributario son en el momento actual, con mucha diferencia, la
mayor fuente de recursos de los Estados modernos. Además, la mayor parte de las normas
que regulan la actividad financiera se dirigen a ordenar la obtención de recursos mediante
los tributos. Por último, la parte del Derecho encargada del estudio de estas normas, el
Derecho Tributario, ha sido la más tratada por parte de la doctrina.
En el libro se ofrece una definición doctrinal de tributo como “la obligación de realizar
una prestación pecuniaria a favor de un ente público para subvenir (colaborar o ayudar) a
las necesidades de éste, que la ley hace nacer directamente de la realización de ciertos
hechos que la misma establece.”
En consecuencia, las notas características de un tributo, es decir, aquellos aspectos que los
distinguen de los demás institutos jurídicos serían los siguientes:
• Son debidos a un ente público, ya que se trata de ingresos públicos y son exigidos
por el Estado u otro ente público.
• Su fundamento se encuentra en el poder de imperio del Estado. De este
fundamento surge la nota de la coactividad, es decir, los tributos resultan exigibles
independientemente de la voluntad del contribuyente cuando se da el supuesto de
hecho que lo hace surgir (hecho imponible).
• Se imponen con la finalidad de cubrir las necesidades públicas realizando el gasto
público que corresponda.
• Por último, como consecuencia del principio de legalidad, se puede establecer
como característica del tributo que debe ser establecido por una Ley.
Por lo que se refiere al ordenamiento jurídico, la antigua LGT de 1963 no establecía ningún
concepto legal de tributo, limitándose a describir cada una de las categorías tributarias
(impuestos, tasas y contribuciones especiales), pero sin dar una definición general que las
comprendiera a todas.
Sin embargo, la LGT de 2003 sí que establece en su art. 2.1 lo que debe entenderse por
tributo:
“Los tributos son los ingresos públicos que consisten en prestaciones pecuniarias exigidas
por una Administración pública como consecuencia de la realización del supuesto de
hecho al que la Ley vincula el deber de contribuir, con el fin primordial de obtener los
ingresos necesarios para el sostenimiento de los gastos públicos.
Los tributos, además de ser medios para obtener los recursos necesarios para el
sostenimiento de los gastos públicos, podrán servir como instrumentos de la política
La definición legal, como se puede apreciar contiene referencias a todos los caracteres
señalados anteriormente y, además, hace referencia a los fines extrafiscales de los tributos
que, como ya se ha comentado, han sido aceptados por el Tribunal Constitucional.
El art. 2.2 de la LGT establece que “los tributos, cualquiera que sea su denominación, se
clasifican en tasas, contribuciones especiales e impuestos.”
3.1. El Impuesto.
En mi opinión, sería más correcto decir que, al contrario de lo que sucede en los otros dos
tipos de tributo, en el impuesto no se produce ningún tipo de actividad administrativa
directamente relacionada con el abono de la cuota tributaria.
En definitiva, los rasgos caracterizadores del impuesto que se pueden extraer de los
conceptos legales o doctrinales son, en esencia, los siguientes:
Algunos autores, sin embargo, han puesto de manifiesto que, aunque esto es cierto
en la mayoría de las ocasiones, en algunos casos la prestación impositiva se realiza
en un marco algo distinto. Así ocurre en el IVA y en los casos de retención o ingreso
a cuenta. En estos casos la obligación tributaria no es exigida directamente por la
Administración, sino por otro particular que actúa a modo de “recaudador” para la
Hacienda Pública, ya que posteriormente deberá ingresar en el Tesoro todo lo
repercutido o retenido.
La LGT no dedica ningún artículo a realizar una clasificación de los impuestos como sí
hace con los tributos; sin embargo, las leyes particulares de cada impuesto sí que suelen
determinar ante qué clase de tributo nos encontramos. También la doctrina ha elaborado
toda una serie de tipologías de las cuales algunas han tenido más éxito que otras.
Analizamos algunas de ellas:
Por otra parte, si nos fijamos en la forma elegida por la norma tributaria para la exacción
de cada uno de los impuestos, también se distinguen ya que:
Los impuestos personales serían aquellos que únicamente pueden ser concebidos desde su
vinculación a una persona, sea física o jurídica, concreta. Es decir, el fundamento de su
existencia está íntimamente relacionado con una persona, sin la que carecerían del
presupuesto objetivo necesario para mantener su propia entidad. El resto de impuestos
serían reales.
Los impuestos subjetivos son los que tienen en cuenta la situación particular del sujeto
pasivo a la hora de determinar la cuantía de la deuda tributaria, mientras que los objetivos
no tienen en cuenta esa situación.
Normalmente, los impuestos personales suelen ser subjetivos y los reales suelen ser
objetivos, pero no siempre tiene por qué ser así.
Son impuestos periódicos aquéllos en los que la realización del hecho imponible se
prolonga en el tiempo (ej.: obtener rentas). De esta forma, el hecho imponible debe
Bases Actuales del Derecho Financiero y Tributario
Profesora: María del Carmen Úbeda Esteban
Curso: 2022/2023
fraccionarse en distintos periodos a cada uno de los cuales corresponde el nacimiento de
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una obligación tributaria distinta.
En el caso de los impuestos periódicos, lo que ocurre es que su hecho imponible consiste
en una acción o hecho que se agota en el acto mismo de su realización (ej. una compraventa,
el fallecimiento del causante, etc.).
Esta distinción tiene una gran trascendencia en cuanto al instituto tributario del devengo,
momento en el cual surge la obligación de satisfacer el tributo correspondiente.
Son impuestos proporcionales aquellos en los que el tipo de gravamen es fijo; son
impuestos progresivos aquellos en los que se aplica una escala de gravamen para
determinar la cuota a ingresar.
3.2. La tasa.
3.2.1. Concepto.
El art. 2.2.a) LGT define las tasas como “los tributos cuyo hecho imponible consiste en la
utilización privativa o el aprovechamiento especial del dominio público, la prestación de
servicios o la realización de actividades en régimen de derecho público que se refieran,
afecten o beneficien de modo particular al obligado tributario, cuando los servicios o
actividades no sean de solicitud o recepción voluntaria para los obligados tributarios o no
se presten o realicen por el sector privado.”
De esta definición podemos extraer como consecuencia que, básicamente, existen dos
clases de tasas:
En este segundo caso, para que nos encontremos ante una prestación tributaria del tipo tasa
es necesario que se dé alguna de estas dos circunstancias:
Con carácter general podemos decir que en el derecho español, lo más habitual es
que la actividad administrativa se supedite al hecho de que sea solicitada por el
administrado.
b) Los sujetos. Los sujetos que intervienen en la relación jurídica que se crea con
motivo de la exigencia de la tasa por un ente público son: como sujeto activo un
ente público que realiza una actividad, y como sujeto pasivo la persona que se
beneficia de dicha actividad, en la mayoría de los casos solicitada por él mismo.
• Distinción tasa-impuesto:
En este caso, la recepción por parte del administrado de los servicios o actividades es
absolutamente voluntaria, dándose además la circunstancia de que esta actividad, o los
servicios prestados, también se lleva a cabo por entidades del sector privado en régimen de
libre concurrencia.
Por otro lado, en el caso de los precios públicos, al contrario que en el caso de la tasa, su
importe deber ser, al menos, el suficiente para cubrir el coste del servicio o actividad. En
las tasas ese principio de equivalencia se establece, pero como límite máximo del importe
de las mismas. También se puede dar el caso, ya que así lo admite la Ley, de que cuando
por razones sociales, benéficas, culturales u otras similares el precio público sea inferior al
coste, encontrándonos entonces con los precios públicos subvencionados.
Otra nota característica es la concurrencia con el sector privado en la prestación del servicio
o en la realización de la actividad correspondiente. De esta forma, los administrados pueden
elegir si cubrir sus necesidades a través de la empresa privada o a través del ente público.
En cualquier caso, es necesario atender a cada caso concreto para determinar si bajo el
nombre de precio público no se encuentra una tasa. Según la STC 185/1995, el factor
determinante para discernir este aspecto será el rasgo de la coactividad entendida como la
obligatoriedad en la recepción de la actividad administrativa, o como la posición de
monopolio legal o de hecho que puede concurrir en dicha actividad por parte de la
Administración.
Por último, señalar que es posible acudir al procedimiento ejecutivo previsto en la LGT y
en el Reglamento de Recaudación para su cobro. En estos aspectos se regirán por lo
previsto en esas normas.
3.3.1. Concepto.
Según el artículo 2.2.b) LGT, son contribuciones especiales “los tributos cuyo hecho
imponible consiste en la obtención por el obligado tributario de un beneficio o de un
aumento de valor de sus bienes como consecuencia de la realización de obras públicas o
del establecimiento o ampliación de servicios públicos”.
De esta definición podemos extraer dos notas características principales para configurar el
concepto de contribución especial:
a) Aspectos materiales:
En relación con los sujetos pasivos que deben satisfacer la contribución especial serán los
que se encuentren especialmente beneficiados por las obras o por la ampliación o mejora
de los servicios públicos que generan la obligación de contribuir.
Por otro lado, en cuanto a la cuantía de la contribución especial, ésta se hace depender
totalmente del coste de la obra o implantación o mejora del servicio, estableciendo la Ley
como límite máximo para la contribución el 90% del coste total de la actuación
administrativa. Se incluyen la totalidad de los costes, desde los relacionados con
actividades preparatorias o estudios previos, hasta los intereses de un hipotético préstamo
solicitado por el ente público para acometer la obra. Se minorará el coste a efectos del
cálculo en el importe de las posibles transferencias o subvenciones recibidas de otros entes
públicos o privados.
Será el momento del devengo el decisivo a la hora de determinar el sujeto pasivo del tributo.
Por ello, es necesario comunicar a la Administración el traspaso de la propiedad de las
propiedades que originan la obligación de pago del mismo para que desde ese momento la
Administración se entienda con el nuevo propietario, incluso aunque en el momento de
acordarse la imposición todavía fuera propietario el primero.
Finalmente, el importe total de la contribución especial debe ser dividido entre el conjunto
de sujetos beneficiados por la actuación administrativa de acuerdo con unos criterios de
reparto fijados en la Ley: metros de fachada, metros cuadrados de superficie, valor catastral
del inmueble, primas obtenidas por las compañías de seguro, espacio reservado a las
empresas suministradoras.
b) Aspectos formales:
En cualquier caso, el contenido mínimo de este acuerdo viene determinado por el coste
previsto de la obra o instalación del servicio, la contribución a repartir entre los distintos
beneficiarios, así como los criterios de reparto escogidos de los previstos en la Ley.
Finalmente señalar que el acuerdo por el que se decida la realización de una obra o
implantación de un servicio no podrá adoptarse en tanto no se acuerde la imposición de la
contribución especial si se escoge esta vía para financiar dicha obra.
Según los criterios que también tomamos para clasificar las tasas, distinguimos: