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TEMA 7. CONCEPTO Y CLASES DE TRIBUTOS.


1. Los ingresos de Derecho Público.

1.1. Concepto y diferencias con los ingresos de Derecho privado.

Cuando la Administración actúa como tal, en sus relaciones con los administrados, ostenta
la denominada potestad de imperio, ostentando una serie de prerrogativas y privilegios, las
cuales se hallan sometidas al Derecho Público. Es decir, las relaciones entre la
Administración y los administrados, cuando la Administración actúa en su condición de
tal, se encuentran reguladas por normas de Derecho público.

De esta forma, los ingresos que la Administración obtiene de los administrados en virtud
de normas de Derecho público tienen la condición de ingresos de Derecho público.

Estos ingresos de Derecho público se suelen contraponer a los ingresos que una
Administración puede obtener actuando como si fuera un particular más en virtud de
relaciones sometidas al Derecho privado (civil o mercantil). Estos ingresos son los ingresos
de Derecho privado.

Los ingresos de Derecho público se han clasificado tradicionalmente entre ingresos


ordinarios y extraordinarios. Los primeros son los que se obtienen de forma más estable y
recurrente en el tiempo, mientras que los segundos son considerados como más
excepcionales o menos estables.

Esta distinción ha perdido en gran medida su vigencia, aunque se siga manteniendo por
motivos didácticos por dos causas principalmente: en primer lugar, porque esta distinción
tiene un carácter ciertamente cambiante a lo largo del tiempo; lo que hoy es ordinario,
puede pasar a ser extraordinario y viceversa; en segundo lugar, porque legalmente no se
establece ningún tipo de régimen diferenciado entre ambos tipos de ingreso.

1.2. Clases de ingresos de Derecho Público.


Los ingresos de Derecho público pueden sistematizarse atendiendo a diversos criterios,
vamos a ver algunas de las clasificaciones más significativas:

a) En función del ente perceptor:


a. Ingresos de la Hacienda Pública estatal: A ellos se refiere el art. 5.2 LGP,
según el cual:
“Los derechos de la Hacienda Pública estatal se clasifican en derechos
de naturaleza pública y de naturaleza privada.
Son derechos de naturaleza pública de la Hacienda Pública estatal los
tributos y los demás derechos de contenido económico cuya titularidad
corresponde a la Administración Central del Estado y sus organismos
autónomos que deriven del ejercicio de potestades administrativas.”
b. Ingresos de las Haciendas autonómicas (art. 157.1 CE y 4.1 LOFCA)
c. Ingresos de las Haciendas locales (art. 2.1 LRHL)

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b) En función de la fuente:
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a. Tributos
b. Crédito público.
c. Precios públicos.
d. Transferencias.
e. Multas.

2. El concepto de tributo.
Los ingresos de carácter tributario son en el momento actual, con mucha diferencia, la
mayor fuente de recursos de los Estados modernos. Además, la mayor parte de las normas
que regulan la actividad financiera se dirigen a ordenar la obtención de recursos mediante
los tributos. Por último, la parte del Derecho encargada del estudio de estas normas, el
Derecho Tributario, ha sido la más tratada por parte de la doctrina.

En el libro se ofrece una definición doctrinal de tributo como “la obligación de realizar
una prestación pecuniaria a favor de un ente público para subvenir (colaborar o ayudar) a
las necesidades de éste, que la ley hace nacer directamente de la realización de ciertos
hechos que la misma establece.”

En consecuencia, las notas características de un tributo, es decir, aquellos aspectos que los
distinguen de los demás institutos jurídicos serían los siguientes:

• Son debidos a un ente público, ya que se trata de ingresos públicos y son exigidos
por el Estado u otro ente público.
• Su fundamento se encuentra en el poder de imperio del Estado. De este
fundamento surge la nota de la coactividad, es decir, los tributos resultan exigibles
independientemente de la voluntad del contribuyente cuando se da el supuesto de
hecho que lo hace surgir (hecho imponible).
• Se imponen con la finalidad de cubrir las necesidades públicas realizando el gasto
público que corresponda.
• Por último, como consecuencia del principio de legalidad, se puede establecer
como característica del tributo que debe ser establecido por una Ley.

Por lo que se refiere al ordenamiento jurídico, la antigua LGT de 1963 no establecía ningún
concepto legal de tributo, limitándose a describir cada una de las categorías tributarias
(impuestos, tasas y contribuciones especiales), pero sin dar una definición general que las
comprendiera a todas.

Sin embargo, la LGT de 2003 sí que establece en su art. 2.1 lo que debe entenderse por
tributo:

“Los tributos son los ingresos públicos que consisten en prestaciones pecuniarias exigidas
por una Administración pública como consecuencia de la realización del supuesto de
hecho al que la Ley vincula el deber de contribuir, con el fin primordial de obtener los
ingresos necesarios para el sostenimiento de los gastos públicos.

Los tributos, además de ser medios para obtener los recursos necesarios para el
sostenimiento de los gastos públicos, podrán servir como instrumentos de la política

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económica general y atender a la realización de los principios y fines contenidos en la
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Constitución.”

La definición legal, como se puede apreciar contiene referencias a todos los caracteres
señalados anteriormente y, además, hace referencia a los fines extrafiscales de los tributos
que, como ya se ha comentado, han sido aceptados por el Tribunal Constitucional.

3. Qué clases de tributos existen: impuestos, tasas y contribuciones


especiales.

El art. 2.2 de la LGT establece que “los tributos, cualquiera que sea su denominación, se
clasifican en tasas, contribuciones especiales e impuestos.”

A continuación, procederemos a estudiar en detalle cada una de estas figuras tributarias


tratando de determinar sus caracteres definitorios y los elementos de diferenciación entre
ellas, lo que nos debe permitir reconocerlos, como dice el texto legal, independientemente
de cuál sea la denominación que se les dé.

Básicamente, para su reconocimiento debemos fijarnos principalmente en el HECHO


IMPONIBLE, es decir, aquel acontecimiento que, al producirse, hace surgir la obligación
para el contribuyente de satisfacer el tributo.

3.1. El Impuesto.

3.1.1. Concepto y características.


La definición legal del impuesto se recoge en el art. 2.2 LGT, que dice: “Impuestos son los
tributos exigidos sin contraprestación cuyo hecho imponible está constituido por negocios,
actos o hechos que ponen de manifiesto la capacidad económica del contribuyente”.

Al referirse la Ley a la falta de contraprestación que concurre en el impuesto, podría parecer


que en el resto de tributos (tasas y contribuciones especiales) se produce una auténtica
contraprestación, tal y como ésta se entiende en el ámbito de las relaciones jurídico-
privadas. Sin embargo, esto no es así; los tributos vienen exigidos por normas de rango
legal muy distantes de un contrato, o un acuerdo de voluntades cualquiera, y la
contraprestación recibida puede ser equivalente o no a la actividad desplegada por la
Administración.

En mi opinión, sería más correcto decir que, al contrario de lo que sucede en los otros dos
tipos de tributo, en el impuesto no se produce ningún tipo de actividad administrativa
directamente relacionada con el abono de la cuota tributaria.

En definitiva, los rasgos caracterizadores del impuesto que se pueden extraer de los
conceptos legales o doctrinales son, en esencia, los siguientes:

1.- Se trata de una obligación legal: Su origen lo encontramos en la realización por


parte del contribuyente de un hecho imponible que, por una norma de rango legal,
se conecta directamente con el devengo del impuesto. Quedan fuera, por tanto, las

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voluntades de los sujetos participantes en esta relación jurídica cuyos aspectos se
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encuentran regulados por la ley, en virtud del principio de legalidad.
2.- Es una obligación de Derecho público: Sometida a normas de Derecho público.
3.- Es una obligación pecuniaria: Esta obligación se satisface mediante la entrega de
una determinada cantidad de dinero. Aunque algunos autores plantean que también
se podría satisfacer en especie (en realidad esto no se da, incluso cuando los
impuestos se pagan mediante entregas de bienes del patrimonio cultural, ya que la
cuota se cuantifica en unidades monetarias).
4.- Son obligaciones debidas a un ente público; por lo tanto, sólo podremos hablar de
impuesto cuando el acreedor que la exige sea la Hacienda Pública.

Algunos autores, sin embargo, han puesto de manifiesto que, aunque esto es cierto
en la mayoría de las ocasiones, en algunos casos la prestación impositiva se realiza
en un marco algo distinto. Así ocurre en el IVA y en los casos de retención o ingreso
a cuenta. En estos casos la obligación tributaria no es exigida directamente por la
Administración, sino por otro particular que actúa a modo de “recaudador” para la
Hacienda Pública, ya que posteriormente deberá ingresar en el Tesoro todo lo
repercutido o retenido.

5.- La realización del hecho imponible no presupone en ningún caso el ejercicio de


actividad alguna por parte de la Administración. Esta es la característica que nos
permite distinguir el impuesto de otras figuras tributarias.

3.1.2. Clases de impuestos.

La LGT no dedica ningún artículo a realizar una clasificación de los impuestos como sí
hace con los tributos; sin embargo, las leyes particulares de cada impuesto sí que suelen
determinar ante qué clase de tributo nos encontramos. También la doctrina ha elaborado
toda una serie de tipologías de las cuales algunas han tenido más éxito que otras.
Analizamos algunas de ellas:

• Los impuestos según su objeto:

Según esta clasificación distinguimos diferentes tipos de impuesto según la manifestación


de riqueza que se pretenda gravar. De esta forma distinguimos los siguientes tipos de
impuesto:

 Impuestos sobre la renta obtenida: Se diferencias dos formas de hacer tributar la


renta: mediante el gravamen de la suma algebraica de todos los rendimientos
obtenidos en un determinado periodo; o bien, el método de la diferencia o
variaciones patrimoniales. Ambos pueden (y suelen) coincidir dentro del mismo
impuesto. Ejemplos: el IRPF, el IS, el IRNR.
 Impuestos sobre el patrimonio: Se pueden gravar tanto la titularidad del patrimonio
(es el caso del IP), como el tráfico patrimonial (como en el ITPAJD o en el ISD).
 Impuestos sobre el consumo: El ejemplo paradigmático sería el IVA, así como los
II.EE.

• Los impuestos directos e indirectos:

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Si hablamos desde un punto de vista estrictamente económico, los impuestos directos
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serían aquéllos que gravan una manifestación directa de la capacidad económica (p. ej.: la
renta obtenida en un periodo de tiempo); por el contrario, los indirectos hacen tributar
manifestaciones indirectas de la capacidad económica (p. ej.: el consumo, o la posibilidad
de adquirir bienes patrimoniales)

Por otra parte, si nos fijamos en la forma elegida por la norma tributaria para la exacción
de cada uno de los impuestos, también se distinguen ya que:

 En los impuestos directos no se ofrece al contribuyente la posibilidad de resarcirse


del pago del impuesto mediante la posibilidad de hacer partícipes a terceras
personas en la contribución, mediante la traslación de la cuota tributaria por algún
sistema.
 En el caso de los impuestos indirectos la propia normativa prevé expresamente
esta traslación a un tercero de la carga tributaria. Así ocurre en el IVA (art. 88
LIVA) y en los II.EE. (art. 14 de la LIIEE).

• Los impuestos personales y reales:

Los impuestos personales serían aquellos que únicamente pueden ser concebidos desde su
vinculación a una persona, sea física o jurídica, concreta. Es decir, el fundamento de su
existencia está íntimamente relacionado con una persona, sin la que carecerían del
presupuesto objetivo necesario para mantener su propia entidad. El resto de impuestos
serían reales.

Por ejemplo, cuando nos referimos al IRPF y a su hecho imponible hablamos de la


obtención de toda la renta, con carácter universal, de una persona física residente en España
en un periodo de tiempo. Sin embargo, podemos hablar de que una misma persona ha
pagado varios recibos del IBI en un mismo ejercicio, puesto que el presupuesto de su
existencia es la titularidad de bienes inmuebles, sean éstos de quien sean.

La distinción entre tributos personales y reales no aparece reflejada en ninguna norma


positiva aunque, como ya vimos, el art. 11 habla del criterio de residencia como punto de
conexión espacial de los tributos personales y del de territorialidad en el caso de los tributos
reales. También algunas normas específicas de los impuestos califican de forma expresa
algunos impuestos como “de naturaleza personal” (ej. IRPF o IS).

• Impuestos subjetivos y objetivos:

Los impuestos subjetivos son los que tienen en cuenta la situación particular del sujeto
pasivo a la hora de determinar la cuantía de la deuda tributaria, mientras que los objetivos
no tienen en cuenta esa situación.

Normalmente, los impuestos personales suelen ser subjetivos y los reales suelen ser
objetivos, pero no siempre tiene por qué ser así.

• Impuestos instantáneos y periódicos.

Son impuestos periódicos aquéllos en los que la realización del hecho imponible se
prolonga en el tiempo (ej.: obtener rentas). De esta forma, el hecho imponible debe
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fraccionarse en distintos periodos a cada uno de los cuales corresponde el nacimiento de
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una obligación tributaria distinta.

En el caso de los impuestos periódicos, lo que ocurre es que su hecho imponible consiste
en una acción o hecho que se agota en el acto mismo de su realización (ej. una compraventa,
el fallecimiento del causante, etc.).

Esta distinción tiene una gran trascendencia en cuanto al instituto tributario del devengo,
momento en el cual surge la obligación de satisfacer el tributo correspondiente.

• Impuestos proporcionales y progresivos.

Son impuestos proporcionales aquellos en los que el tipo de gravamen es fijo; son
impuestos progresivos aquellos en los que se aplica una escala de gravamen para
determinar la cuota a ingresar.

3.2. La tasa.

3.2.1. Concepto.

El art. 2.2.a) LGT define las tasas como “los tributos cuyo hecho imponible consiste en la
utilización privativa o el aprovechamiento especial del dominio público, la prestación de
servicios o la realización de actividades en régimen de derecho público que se refieran,
afecten o beneficien de modo particular al obligado tributario, cuando los servicios o
actividades no sean de solicitud o recepción voluntaria para los obligados tributarios o no
se presten o realicen por el sector privado.”

De esta definición podemos extraer como consecuencia que, básicamente, existen dos
clases de tasas:

• La utilización privativa o el aprovechamiento especial del dominio público (p. ej.:


tasa por vado permanente, tasa por ocupación de aceras con mesas, tasa por usos
cinematográficos, etc.)
• La realización de actividades o servicios públicos (p. ej.: tasa por servicio de grúa,
tasa por renovación del DNI, tasa de recogida de basuras, tasa entrada Planetario
de Madrid).

En este segundo caso, para que nos encontremos ante una prestación tributaria del tipo tasa
es necesario que se dé alguna de estas dos circunstancias:

• O bien se trata de una actividad de carácter obligatorio como por ejemplo la


obtención del DNI. Se considera también obligatoria aquella actividad cuya
realización resulta imprescindible para satisfacer las necesidades básicas de la vida
personal y privada del solicitante.
• O bien se trata de una prestación que se presta únicamente por un ente público, no
por el sector privado, ya sea porque se trata de un monopolio legal, ya sea porque
de hecho sólo se presta por el sector público.

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3.2.2. Características. 7
Los principales rasgos caracterizadores de la tasa son los siguientes:

a) La actividad administrativa. Esta actividad administrativa beneficia a personas


concretas y es un elemento esencial del concepto de tasa ya que es precisamente
esta actividad lo que define el hecho imponible de este tributo.

En cuanto a la actitud del sujeto pasivo de la tasa con respecto a la actividad


administrativa, dependerá de la clase de tasa que se trate si resultará necesaria por
su parte la solicitud de los servicios prestados por el ente público o, por el contrario,
no será imprescindible dicha solicitud.

Con carácter general podemos decir que en el derecho español, lo más habitual es
que la actividad administrativa se supedite al hecho de que sea solicitada por el
administrado.

b) Los sujetos. Los sujetos que intervienen en la relación jurídica que se crea con
motivo de la exigencia de la tasa por un ente público son: como sujeto activo un
ente público que realiza una actividad, y como sujeto pasivo la persona que se
beneficia de dicha actividad, en la mayoría de los casos solicitada por él mismo.

c) La finalidad de la tasa es la financiación del coste del servicio prestado o el


resarcimiento del beneficio obtenido por el particular que utiliza de forma privativa
el dominio público. Esta vinculación, al contrario que en el caso de las
contribuciones especiales, no significa que el producto obtenido por el tributo se
destine directamente a dicha financiación, puesto que rige el principio de unidad de
caja, pero sí que afecta a su régimen jurídico y en concreto a su cuantía

3.2.3. Diferencias de la tasa con las demás categorías tributarias.

Las distinciones parten fundamentalmente de la distinta configuración del hecho imponible


de cada una de las figuras tributarias. En concreto:

• Distinción tasa-impuesto:

La principal diferencia se encuentra en la actividad administrativa que caracteriza


el hecho imponible de toda tasa y que se encuentra ausente en el caso del impuesto.
Por otro lado, en cuanto al sujeto pasivo de la tasa, únicamente podrá ser el
beneficiado o afectado por dicha actuación.

• Distinción tasa-contribución especial:

En la contribución especial también se produce una actividad por parte de la


Administración, pero son varias las diferencias con las tasas por cuanto en la
contribución especial esta actividad no reviste las mismas modalidades. Por
ejemplo, no se puede aplicar una contribución especial a un hecho imponible
constituido por la utilización con fines privativos del dominio público.

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Además, en este caso no se puede hablar de un solo sujeto beneficiado por la
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actividad administrativa, sino que la misma afecta a un conjunto más o menos
amplio de personas, entre las que se reparte la carga impositiva.

Por último, en el caso de las contribuciones especiales no existe la solicitud por


parte del contribuyente, sino que la actividad administrativa se lleva a cabo
independientemente de su voluntad.

3.2.4. Breve referencia a los precios públicos.


Son ingresos públicos ya que provienen de la actividad desarrollada por la Administración
en régimen de Derecho Público, pero no son tributos, en principio, ya que no comparten
algunas de las características esenciales propias de cualquier tributo.

En este caso, la recepción por parte del administrado de los servicios o actividades es
absolutamente voluntaria, dándose además la circunstancia de que esta actividad, o los
servicios prestados, también se lleva a cabo por entidades del sector privado en régimen de
libre concurrencia.

Por otro lado, en el caso de los precios públicos, al contrario que en el caso de la tasa, su
importe deber ser, al menos, el suficiente para cubrir el coste del servicio o actividad. En
las tasas ese principio de equivalencia se establece, pero como límite máximo del importe
de las mismas. También se puede dar el caso, ya que así lo admite la Ley, de que cuando
por razones sociales, benéficas, culturales u otras similares el precio público sea inferior al
coste, encontrándonos entonces con los precios públicos subvencionados.

Otra nota característica es la concurrencia con el sector privado en la prestación del servicio
o en la realización de la actividad correspondiente. De esta forma, los administrados pueden
elegir si cubrir sus necesidades a través de la empresa privada o a través del ente público.

En cualquier caso, es necesario atender a cada caso concreto para determinar si bajo el
nombre de precio público no se encuentra una tasa. Según la STC 185/1995, el factor
determinante para discernir este aspecto será el rasgo de la coactividad entendida como la
obligatoriedad en la recepción de la actividad administrativa, o como la posición de
monopolio legal o de hecho que puede concurrir en dicha actividad por parte de la
Administración.

Las consecuencias de encontrarnos o no con un precio público son ciertamente


significativas, por cuanto éstos se pueden imponer sin necesidad de una norma de rango
legal que los ampare. No existe respecto de ellos principio de reserva de ley. Se fijan por
una Orden Ministerial o, incluso por el propio órgano que los impone, previa autorización
del ministerio correspondiente.

Por último, señalar que es posible acudir al procedimiento ejecutivo previsto en la LGT y
en el Reglamento de Recaudación para su cobro. En estos aspectos se regirán por lo
previsto en esas normas.

3.2.5. Clasificación de las tasas.

Utilizamos dos tipos diferentes de clasificación para las tasas:

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a) En función del sujeto activo o ente titular de las mismas:
a. Tasas estatales: Reguladas por normativa estatal Ley 8/1989, de Tasas y
Precios Públicos.
b. Tasas autonómicas: Reguladas por la LOFCA y en sus respectivos Estatutos
de Autonomía (Ley 12/1997 de Tasas)
c. Tasas locales: Reguladas en la LRHL y en las Ordenanzas fiscales propias
de cada Ayuntamiento.
b) En función del presupuesto objetivo o hecho imponible:
a. Por utilización privativa o aprovechamiento especial del dominio público.
b. Por prestación de servicios públicos.
c. Por la realización de actividades por parte de la Administración.

3.3. Las contribuciones especiales.

3.3.1. Concepto.

En determinadas ocasiones la Administración realiza algunas actuaciones que, si bien van


dirigidas a satisfacer las necesidades colectivas de la sociedad, realmente benefician de
forma específica a determinados contribuyentes por encima de los demás. De esta forma
parece justo que sean éstos los que participen de una forma especial en la financiación de
esa actividad que les ha beneficiado de forma más específica. El tributo que se les exige en
estos casos se denomina contribución especial.

Según el artículo 2.2.b) LGT, son contribuciones especiales “los tributos cuyo hecho
imponible consiste en la obtención por el obligado tributario de un beneficio o de un
aumento de valor de sus bienes como consecuencia de la realización de obras públicas o
del establecimiento o ampliación de servicios públicos”.

De esta definición podemos extraer dos notas características principales para configurar el
concepto de contribución especial:

• La realización de una actividad administrativa consistente en la realización de obras


públicas o el desarrollo de servicios públicos (establecimiento, mejora o
ampliación)
• La ventaja obtenida por determinados ciudadanos que se concreta en la obtención
de un beneficio especial, o en el aumento del valor de sus bienes.

Es evidente que en la realización de esta actividad administrativa se benefician, no solo


aquellas personas que están específicamente afectadas por la mejora o por el aumento del
valor de sus bienes, sino toda la comunidad. Sin embargo, no es menos cierto que el
beneficio es mayor para aquéllos, por lo que deben contribuir de forma “especial” a su
financiación mediante este tributo.

3.3.2. Distinción con el resto de figuras tributarias.


Respecto al impuesto surgen dos diferencias principales. En primer lugar, el despliegue de
la actuación administrativa de mejora o establecimiento del servicio o la realización de la
obra, tan extraña al impuesto. En segundo, el beneficio directamente producido en
determinados contribuyentes, el cual no se produce en el caso del pago de los impuestos.

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En cuanto a la tasa, si bien en ambos supuestos se produce una determinada actuación por
parte de la Administración, ahí se acaban las semejanzas. En el caso de la tasa se suele
producir una solicitud de dicha actividad, lo cual no ocurre en el caso de la contribución
especial. Además, el beneficio comunitario es superior en el caso de las contribuciones
especiales y, por último, las modalidades de actuación administrativa en uno y otro caso
son completamente distintas.

3.3.3. Régimen jurídico.


Por el tipo de actividades administrativas a las que se vincula la figura de la contribución
especial, su mayor ámbito de aplicación se ha desarrollado en el campo de la financiación
local y, más en concreto, de los Ayuntamientos. Normalmente las obras y servicios
financiados con cargo a una contribución especial son de competencia municipal y, por
eso, vamos a estudiar este apartado atendiendo a lo establecido en la LRHL (arts. 28 a 37).

La vinculación de la contribución especial con el gasto o inversión concreta que trata de


financiar es tan directo que el art. 29.3 LRHL establece que “Las cantidades recaudadas
por contribuciones especiales sólo podrán destinarse a sufragar los gastos de la obra o
del servicio por cuya razón se hubiesen exigido”.

Distinguimos en el estudio de este régimen jurídico entre aspectos materiales y formales:

a) Aspectos materiales:

En relación con los sujetos pasivos que deben satisfacer la contribución especial serán los
que se encuentren especialmente beneficiados por las obras o por la ampliación o mejora
de los servicios públicos que generan la obligación de contribuir.

En concreto la Ley señala los siguientes:

• Los que afecten a bienes inmuebles, sus propietarios.


• En el caso de obras o servicios que afecten a explotaciones empresariales, a sus
titulares.
• En el caso de los servicios de extinción de incendios, además de los titulares de
bienes afectados, las compañías de seguros del ramo.
• En el caso de galerías subterráneas las empresas suministradoras que las utilicen.

Por otro lado, en cuanto a la cuantía de la contribución especial, ésta se hace depender
totalmente del coste de la obra o implantación o mejora del servicio, estableciendo la Ley
como límite máximo para la contribución el 90% del coste total de la actuación
administrativa. Se incluyen la totalidad de los costes, desde los relacionados con
actividades preparatorias o estudios previos, hasta los intereses de un hipotético préstamo
solicitado por el ente público para acometer la obra. Se minorará el coste a efectos del
cálculo en el importe de las posibles transferencias o subvenciones recibidas de otros entes
públicos o privados.

En el caso de las CC.AA. el límite se marca en el coste de la obra o servicio realizados.

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El momento del devengo de la contribución especial, es decir, el momento en el cual se
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puede exigir el importe del tributo será cuando se termine la obra o se empiece a prestar el
correspondiente servicio. Sin perjuicio de esto, se permite el cobro de importes por
anticipado en el caso de que la obra sea susceptible de dividirse en tramos o ejecuciones
parciales. Una vez finalizada la obra se realizará una liquidación definitiva para cada sujeto
pasivo en la que se restarán los anticipos ya realizados.

Será el momento del devengo el decisivo a la hora de determinar el sujeto pasivo del tributo.
Por ello, es necesario comunicar a la Administración el traspaso de la propiedad de las
propiedades que originan la obligación de pago del mismo para que desde ese momento la
Administración se entienda con el nuevo propietario, incluso aunque en el momento de
acordarse la imposición todavía fuera propietario el primero.

Finalmente, el importe total de la contribución especial debe ser dividido entre el conjunto
de sujetos beneficiados por la actuación administrativa de acuerdo con unos criterios de
reparto fijados en la Ley: metros de fachada, metros cuadrados de superficie, valor catastral
del inmueble, primas obtenidas por las compañías de seguro, espacio reservado a las
empresas suministradoras.

b) Aspectos formales:

Las contribuciones especiales en ningún caso tienen un carácter obligatorio en cuanto a su


imposición por parte del ente público. Éste puede adoptar esta medida de financiación o no
hacerlo, a su opción. Por lo tanto, si el ente quiere imponer este tipo de tributo deberá emitir
un acto administrativo en virtud del cual se acuerde la imposición de este tipo de tributos.

En cualquier caso, el contenido mínimo de este acuerdo viene determinado por el coste
previsto de la obra o instalación del servicio, la contribución a repartir entre los distintos
beneficiarios, así como los criterios de reparto escogidos de los previstos en la Ley.

También se prevé la posibilidad de que exista una ordenanza general de contribuciones


especiales a la que se pueda remitir cada uno de los acuerdos de imposición que se
establezcan.

Finalmente señalar que el acuerdo por el que se decida la realización de una obra o
implantación de un servicio no podrá adoptarse en tanto no se acuerde la imposición de la
contribución especial si se escoge esta vía para financiar dicha obra.

3.3.4. Clases de contribuciones especiales.

Según los criterios que también tomamos para clasificar las tasas, distinguimos:

a) Según el sujeto activo:

a. Contribuciones especiales estatales: Carreteras (salidas de autovías, vías de


servicio, ramales que beneficien a determinadas urbanizaciones, etc.)
b. Contribuciones especiales autonómicas.
c. Contribuciones especiales de los entes locales. Estas son las que se
producen en la inmensa mayoría de los casos, debido al hecho imponible

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reservado a este tipo de tributos, que casi siempre quedan en el ámbito
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municipal.

b) Según la actividad administrativa:


a. Contribuciones por ejecución de obras.
b. Contribuciones por servicios; bien por su establecimiento, bien por su
ampliación o mejora.

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