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Una fuente importante de nutrientes para los seres humanos y los animales la ha constituido
desde siempre los alimentos de origen vegetal. Estos alimentos aportan los carbohidratos
necesarios en la dieta, tales como azúcares, almidones y fibra.
Igualmente las frutas aportan agua, enzimas, minerales, vitaminas y otros compuestos que
son importantes en el mantenimiento de una buena salud. Es así que hoy la medicina y la
nutrición recomiendan incluir en la dieta porciones apreciables de frutas y hortalizas con el
fin de equilibrar el consumo de alimentos de origen animal.
De otra parte, según estos contenidos de agua y sus características de acidez, los vegetales
son clasificados como alimentos de diferentes grados de perecibilidad. Entre más agua
posean y pH más cercanos a la neutralidad son más propensos al rápido deterioro, sobre
todo por causa de origen microbiológico.
Es así que el contenido en agua de los vegetales oscila entre un 12% (en los cereales), a un
95% (en las hortalizas de hoja o algunas frutas como la patilla). El pH en las frutas oscila
entre 2,5 a 4,5. En los demás vegetales se aproxima a la neutralidad (6,0 -7,0).
El problema se agrava debido a las pérdidas en un 30% de esta fruta cultivada, que por las
más diversas razones se queda en el camino de la postcosecha antes que llegue al
consumidor final.
Ante esta situación, es urgente disminuir las pérdidas para contribuir al aumento de la
disponibilidad y del consumo de frutas sanas, nutritivas, agradables y en lo posible a precios
accesibles por la mayoría de la población.
Por ser las frutas alimentos vitales para la conservación y desarrollo de la especie.
Porque al prolongar la vida útil se aumenta su disponibilidad y consumo.
Porque así se protegen de otras especies que también compiten por su consumo.
Porque facilita alimentar de manera variada a amplias poblaciones aún alejadas de
los sitios de cultivo en forma simultánea.
Por ser fuente de seguridad nacional, de trabajo para personas de diferente grado de
capacitación y de amplias posibilidades de mercadeo a nivel nacional e internacional.
Porque le ahorran tiempo y esfuerzo al consumidor y a la vez le dan placer y
bienestar.
Porque es posible aplicar técnicas de conservación que le mantienen su alta calidad
sensorial y nutricional a costos razonables.
Porque permite estabilizar el suministro y los precios de los diferentes vegetales
estacionales.
Porque permite disponer en cualquier lugar y en cualquier momento de cantidades
suficientes de los alimentos sometidos a conservación.
Una vez cosechadas las frutas sanas, pintonas o maduras, como todo ser vivo, están
sometidas a procesos naturales de deterioro y descomposición progresivos.
Este deterioro se ve acelerado por el inadecuado manejo que puede realizarse durante las
operaciones de postcosecha. Este tipo de manejo favorece reacciones fisiológicas de
deterioro, y en la mayoría de los casos facilitan la contaminación microbiana.
Se puede afirmar que los microorganismos (MO) son la principal causa de deterioro grave y
rápido que pueden dañar las frutas en cualquier momento de su vida.
Los MO producen daños irreversibles en las frutas, los cuales se detectan fácilmente por el
cambio producido en una o más de sus características sensoriales, es decir su apariencia,
aroma, color, sabor y textura.
Los MO se desarrollan en medios que les son más favorables y les están disponibles.
Las principales condiciones internas del alimento que influyen en el desarrollo microbiano
son: el contenido de humedad o mejor aún su disponibilidad del agua, aw, la acidez y pH, la
capacidad tamponizante (buffer), el potencial oxirreducción (Eh), la composición nutricional,
el grado de madurez, la presencia de constituyentes antimicrobianos y su estructura. Más
adelante se aclararán algunos de estos términos.
En todos los casos el grado del daño por MO a la fruta está en proporción exponencial al
tiempo en que permanezcan sometidas a las anteriores condiciones que favorecen la
contaminación y deterioro.
Existen técnicas de conservación que le permiten al hombre controlar el daño producido por
los MO a las frutas. Entre las técnicas, hay unas tradicionales, que usan uno o dos efectos
intensos, que aunque logran detener las reacciones bioquímicas de deterioro propias del
material biológico y además controlar los MO que normalmente pueden contaminar las
frutas, disminuyen la calidad del alimento final. Otras técnicas se basan en la aplicación de
varios efectos moderados que no prolongan demasiado la vida útil pero si mantienen mejor
las características de calidad de los productos; estos son los nuevos orientamientos en la
conservación moderna de alimentos.
Cada técnica emplea efectos físicos o químicos que impiden o retardan el desarrollo de estos
MO. Entre las técnicas más usadas se hallan las que estabilizan un alimento por el empleo
adecuado de efectos como calor, frío, control de la actividad del agua, del oxígeno del aire,
del ácido, presencia de sustancias químicas u otras cepas competitivas y la aplicación de
radiaciones.
La aplicación de uno o dos de estos efectos, de manera intensa, era lo usual hasta hace unos
años. Hasta hace unas décadas se investigaba sobre cómo lograr procesos de alto
rendimiento, limitar los consumos de energía para reducir los costos, emplear los
subproductos y aumentar la productividad. La calidad no era una prioridad.
Fig.2 Alternativas de procesamiento y conservación de frutas.
Otra alternativa para mantener la calidad de los alimentos y evitar los daños propiciados por
el empleo de condiciones extremas es el de combinar varias técnicas aplicadas en forma
parcial. Un ejemplo de combinación es la 'dehidrocongelación'. Las mayores ventajas de esta
técnica se deben atribuir a la reducción de peso y especialmente en los líquidos, la reducción
de volumen, obtenibles en la fase de deshidratación. El contenido reducido de agua permite
que la siguiente fase de congelación sea menos traumática para los tejidos vegetales. La
deshidratación que normalmente se realiza por medio de aire caliente, puede ser
convenientemente realizada por ósmosis directa.
En resumen, se puede decir que en lo relacionado con los alimentos transformados, incluidos
los derivados de fruta, la tendencia para el próximo futuro estará orientada a una
transformación lo más "delicada" o "ligera" posibles. Esto significa que se podrá tener dos
líneas evolutivas distintas hacia el objetivo de "tecnología delicada". Una línea relativa a los
productos de larga conservación que pueden mejorar a través del empleo de técnicas muy
selectivas. Una segunda línea evolutiva se relaciona con productos frescos que tienden
progresivamente a enriquecerse de "contenido tecnológico" para un mejor mantenimiento de
las características peculiares (propiedades higiénicas, nutricionales y sensoriales) y más
convenientes bajo el perfil de su utilización.
Para estos productos se les ha acuñado una definición que los distingue: "Minimally
Processed Foods" (Huxsoll et al., 1989), 'Alimentos Mínimamente Procesados', cuyas
características peculiares son: alto contenido de mano de obra, siendo alimentos preparados
en modo de estar prácticamente listos para el consumo doméstico; alta perecibilidad, tanta
como la de los materiales originarios, estabilizados para tener una vida de anaquel (shelf
life) de pocos días, de máximo una semana, mediante la combinación de efectos 'delicados'
que promueven la refrigeración y el empacado en atmósferas modificadas y eventualmente
una ligera acidificación o/y una modesta disminución de la actividad del agua.
El máximo valor es 1,0. Cuando en agua pura se disuelven otras sustancias, el valor de la Aw
disminuye, o cuando a un alimento se le retira parte del agua su Aw también disminuye.
La pregunta es, cuántos de estos obstáculos son necesarios para lograr la estabilidad de IMF
y a qué niveles de estos obstáculos depende no solo el tipo, sino también el número de MO
presentes?
El ejemplo 1 presenta el caso de un alimento que posee 6 obstáculos, los cuales los MO
presentes no los pueden superar todos. Por lo tanto este alimento tiene suficiente estabilidad
microbiológica. Aquí todos los obstáculos tienen la misma intensidad, que en la realidad es
difícil encontrar.
El ejemplo 3 representa el mismo producto pero con una mejor condición sanitaria, es decir
con pocos MO al iniciar. Por lo tanto, en este producto, solo 2 obstáculos serían necesarios.
El ejemplo 6 ilustra el efecto sinérgico que los obstáculos en un alimento podrían tener entre
si.
En la Fig. 4 se presenta el efecto de la actividad del agua sobre la velocidad de las
principales reacciones degradación relativa que pueden ocurrir en los alimentos.
Para disminuir la contaminación en los alimentos, donde sea factible, las materias primas
deberían ser procesadas mediante calor; además los IMF deberían ser preparadas bajo
condiciones higiénicas y refrigeración para asegurar un bajo recuento inicial de MO tolerantes
a una determinada Aw.
Si las características sensoriales del producto lo permiten, la Aw de los IMF debería estar por
debajo de 0,85 o el pH < 5.0 ya que uno de estos obstáculos protege el producto contra la
presencia de enterotoxina del estafilococo. Sin embargo, IMF con una Aw< 0.90 son
microbiológica-mente estables si estos reciben un tratamiento térmico suficiente para
inactivar MO o si estos tienen "obstáculos" inherentes, los cuales inhiben el desarrollo de MO
indeseables. Si es posible, los IMF deberían ser empacados al vacío en recipientes que
ofrezcan impermeabilidad al oxígeno. Un bajo potencial de oxi-reducción (Eh) del producto
inhibe el crecimiento de hongos y la producción de enterotoxinas estafilocóccicas.
Hay diferentes niveles de tratamiento con calor, he aquí sus características generales:
Como el tiempo en que se aplique una cantidad de calor afectará las propiedades sensoriales
y las nutricionales del alimento y sin duda los costos, se debe conocer el tipo de MO que
pueden estarlo contaminando para asegurar su adecuada destrucción.
También hay que conocer las características de penetración del calor en el alimento. Esta
información permitirá racionalizar el empleo de energía y de equipos.
En el caso de las frutas y sus derivados, no se corre mucho peligro de contaminación con MO
patógenos para los humanos, ya que estos MO no crecen en medios de alta acidez o bajo pH
o con la composición en nutrientes que caracterizan a las frutas.
Esta última técnica de conservación es bastante benigna con respecto a los cambios de
sabor, textura, sabor y valor nutritivo, siempre y cuando no se prolonguen demasiado. No se
puede decir lo mismo cuando se emplean otros métodos de conservación como el calor, la
deshidratación, los aditivos o la irradiación.
La refrigeración aplicada lo más pronto posible, por ejemplo a una fruta recién cosechada y
mantenida durante el transporte, la conservación en bodegas, la venta y el almacenamiento
anterior al consumo, permite mantener sus características de calidad prácticamente intactas.
Para mantener alta la calidad de las pulpas se necesita que la pulpa se congele
completamente, de lo contrario en la masa concentrada que no alcanza a congelarse puede
sufrir daños en su textura, color y sabor, además de los daños que pueden causar los
microorganismos (MO) al poderse desarrollar aún en esas condiciones.
A esta temperatura o más bajas no se detienen las reacciones enzimáticas pero se hacen
más lentas así como los otros tipos de reacciones.
En general existen algunos factores que determinan la velocidad de congelación, los cuales a
su vez ayudan a determinar la calidad del alimento. Uno de estos factores lo constituyen las
resistencias a la transmisión del calor; el otro es la diferencia de temperatura entre el
producto y el medio de enfriamiento.
Las resistencias dependen de factores como la velocidad del aire, el espesor y composición
del producto, agitación y el grado de contacto entre el alimento y el medio de enfriamiento.
Debido a la tendencia que tiene el vapor de agua de sublimarse de las superficies de los
alimentos congelados a las superficies más frías de los congeladores y cámaras frigoríficas,
los materiales de envasado empleados deben tener un alto grado de impermeabilidad al
vapor de agua.
Por las razones anteriores el secado al sol evolucionó a fin de realizarlo en recintos interiores
en donde las condiciones pudieran ser controladas en forma más eficiente. Hoy en día el
término deshidratación de alimentos se refiere al secado artificial bajo control. Esta
eliminación de agua puede ser casi completa y se busca prevenir al máximo los cambios en
el alimento, a fin de lograr luego, durante la reconstitución, obtener productos lo mas
parecidos a los alimentos originarios. Los niveles de humedad remanente llegan alcanzar
valores de 1 al 5%, según el producto. Por lo general la calidad lograda en la de
deshidratación es proporcional al costo del proceso aplicado, existiendo sus excepciones.
Hay otras técnicas en las que se emplea calor durante el proceso de retiro de agua. Allí se
busca que sea lo más rápido posible, lo cual se logra teniendo en cuenta las siguientes
variables:
Area expuesta: Entre más dividido esté el alimento, hasta cierto límite, más
posibilidades hay para que el calor penetre y deshidrate.
Temperatura: Entre más alta sea la diferencia de temperatura entre el medio de
transmisión de calor el alimento mayor la velocidad de salida de humedad.
Velocidad del aire.
Humedad del aire.
Presión atmosférica
El punto crítico es que el material biológico que son los alimentos nunca es completamente
homogéneo y tiende a comportarse de manera diferente debido a que es diferente su
composición inicial, cantidad y características del agua que posee; los patrones de
encogimiento, migración de solutos y más importante, que cambian sus propiedades a lo
largo de la operación de secado. Por todo lo anterior es definitivo combinar unas buenas
condiciones de proceso, equipos adecuados y experiencia con los productos a deshidratar.
Cada uno de estos métodos tiene un número mayor de variantes que se ajustan a las
necesidades de volúmenes y características de productos finales.
Esta forma de conservar los alimentos se realiza prácticamente por las mismas razones que
se emplea la deshidratación. Aquí también se reduce el peso y el volumen que resultan en
algunas ventajas inmediatas. Casi todos los alimentos líquidos que se van a deshidratar se
concentran antes de ser sometidos a la deshidratación. Los alimentos concentrados más
comunes incluyen productos como los jugos y néctares de frutas, jarabes, mermeladas y
jaleas, pasta de tomate, y otros. Estos últimos son bastante estables debido a las altas
presiones osmóticas que los caracterizan.
Cuando los microorganismos se ponen en contacto con estos productos concentrados, sufren
una pérdida de agua que resulta letal para su desarrollo. Estos alimentos se conservan por
tiempos prolongados sin refrigeración, aunque estén expuestos a la contaminación
microbiana, a condición que no sean diluidos arriba de un punto crítico de concentración por
medio de la asimilación de humedad, por ejemplo del medio ambiente circundante.
Entre los métodos de concentración mas empleados esta el solar, muy empleado para
obtener sal del agua de mar. Otra forma de concentrar son las marmitas abiertas calentadas
principalmente con vapor para elaborar mermeladas y jaleas. Existen los evaporadores de
película descendente, película delgada y al vacío.
De esta forma es posible separar los cristales de hielo formados inicialmente antes de que se
congele toda la mezcla. Una forma de separar el hielo es mediante centrifugación a través de
un tamiz de malla fina. La solución de alimento concentrado sin congelar pasa por el tamiz,
en tanto que los cristales de agua congelada son retenidos y luego separados.
La ósmosis directa es otra técnica que permite concentrar a temperatura ambiente alimentos
sólidos. Un caso típico que son las frutas en trozos, que al ser sumergidas en soluciones
concentradas de azúcares, por el fenómeno de ósmosis el agua de las células de las frutas
sale a diluir el jarabe exterior. De esta forma la fruta se concentra y el jarabe se diluye
progresivamente con el agua y ciertos compuestos solubles de la fruta capaces de salir de
ésta a través de la membrana o paredes celulares.
Estos compuestos son los que contribuyen a comunicar al jarabe el sabor, color y aroma de
una determinada fruta. Este jarabe puede servir para endulzar jugos, mermeladas, jaleas o
cualquier otro derivado de las frutas o productos lácteos.
La concentración elevada del jarabe o compuesto que rodea los trozos de fruta no permite el
crecimiento microbiano, además evita el contacto directo con el oxigeno, y todo esto en
condiciones ambientales, sin necesidad de invertir de manera importante en energía o en
equipos sofisticados para lograr concentrar este tipo de alimentos.
En la técnica de ósmosis directa son factores importantes que influyen en la velocidad de
deshidratación la temperatura, agitación, presión, composición del sistema, cantidad de área
expuesta, tipo de membrana y características de los trozos de fruta.