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Cabe aclarar que nuestro Código Civil peruano de 1984 regula a las arras en dos
títulos. Título XIII (Arras confirmatorias) y Título XIV (Arras de retractación) no
existiendo propiamente un título específico para las “arras penales” pues estas
en realidad están comprendidas dentro de aquel título y se manifiestan cuando
quien da las arras (o quien las recibe) para concluir el contrato lo incumple
después.
Por tanto, podemos definir a las arras confirmatorias como aquellos bienes
físicos o dinero que da una de las partes de la relación contractual para la
conclusión del mismo (constituyendo a su vez un medio de prueba de la
celebración del contrato). En caso de cumplimiento del contrato quien las recibió
podrá o bien devolverlas o imputarlas a su crédito. No obstante, cuando las arras
tengan una naturaleza distinta al crédito de quien las recibió este deberá
devolverlas.
“Si la parte que hubiese entregado las arras no cumple la obligación por causa
imputable a ella, la otra parte puede dejar sin efecto el contrato conservando las
arras. Si quien no cumplió es la parte que las ha recibido, la otra puede dejar sin
efecto el contrato y exigir el doble de las arras”.
La otra situación prevista por el artículo 1478 es cuando quien recibió las arras
no cumple el contrato por causa que le es imputable. “A” entregó a “B” una suma
de dinero en calidad de arras confirmatorias, en la prueba de la conclusión de un
contrato por el cual el segundo se comprometió a fabricar una maquinaria en un
plazo determinado. Si vencido el plazo y sin causa justificada “B” no ha
satisfecho la obligación, le queda a “A” la alternativa de dejar sin efecto el
contrato y exigir la devolución de las arras, pero dobladas, o hacer uso del
artículo 1479 y demandar la ejecución o la resolución del contrato, más la
indemnización de los daños y perjuicios resultantes. (Arias Schreiber Pezet,
2011, p. 302)
Por tanto, las arras (bien físico o dinero) penales hacen alusión al
incumplimiento efectuado por una de las partes del contrato concluido. Si el
contrato es incumplido por quien dio las arras la otra puede conservarlas y
resolver el contrato; en cambio, si el contrato es incumplido por quien las recibió,
este las devolverá dobladas teniendo la otra parte la opción de resolver el
contrato también.
Cabe señalar que no obstante reconocerse a las arras simples una función
“penitencial” y que según lo consideran algunos autores, esto las “aproxima” a
una cláusula penal, la diferencia entre estas y las confirmatorias penales radica
en que mientras en las primeras el retracto es lícito y por ende ninguno de los
dos podrá después de ejercidas, preservar en el contrato, las segundas sí
constituyen una estipulación anticipada de perjuicios por el incumplimiento
contractual, situación que permite a la parte agraviada con tal incumplimiento
ejercer los derechos principales de ejecución forzosa o resolución. (Oviedo
Albán, 2007, pp. 37)
Las arras penitenciales tienen, por su parte, una finalidad y alcance distintos. Ya
no estamos, en efecto, en presencia de una manifestación o señal de voluntad
de cumplir un contrato sino por el contrario, ante la eventualidad válida de que
las partes se arrepientan de ejecutarlo. El sentido de estas arras no está, de
consiguiente, en reafirmar el valor del contrato, sino de autorizar a resolverlo.
Confiere, pues, el derecho de retractarse de una relación convencional existente
por cumplirse. Quien ejercita este pacto, se aparta así de su obligación, sin que
por ello incurra en una causal de incumplimiento no justificado. Sostiene Rotondi
que “…es claro que en este caso no se puede hablar en realidad de
incumplimiento porque el que desiste hace uso de una facultad expresa”. (Arias
Schreiber Pezet, 2011, pp. 298-299)
Como se puede inferir, no estamos en realidad ante un castigo, razón por la cual
el nuevo Código ha dejado atrás la expresión que empleaba el derogado y las
conoce como arras de retractación. Veamos el siguiente ejemplo. “A” celebra
con “B” un contrato de promesa de arrendamiento (contrato preparatorio) de una
casa, por el plazo forzoso de un año. En una cláusula se establece que el primero
podrá liberarse válidamente de este compromiso preparatorio, para lo cual
entrega a “B” la suma de 500 soles como arras de retractación. Si “A” ejecuta
dicha cláusula y se desliga de la promesa de contratar, “B” a su vez hará suyos
los 500 soles. (Arias Schreiber Pezet, 2011, p. 298)
Para una doctrina nacional, las arras de retractación no se entregan como seña
de la celebración del contrato, sino como retribución para que las partes
adquieran el derecho de desistirse del contrato preparatorio que han celebrado;
constituyen el precio que se paga para tener el derecho de retractarse, es decir,
de separase unilateralmente del contrato sin tener que dar explicaciones. Con la
entrega de las arras de retractación las partes contratantes están acordando
que, cualquiera de ellas, puede decidirse alternativamente por cumplir o por no
cumplir el contrato; tanto el cumplimiento como el incumplimiento del contrato
constituyen el ejercicio legítimo de un derecho. (Torres Vásquez, 2009, p. 44)
Por tanto, concebimos a las arras de retractación como aquel derecho que
tienen las partes que celebraron un contrato preparatorio (compromiso de
contratar o contrato de opción) de desistirse del mismo previa entrega de un
bien físico o de dinero.
5.- Conclusiones
Cabe aclarar que nuestro Código Civil peruano de 1984 regula a las arras en dos
títulos. Título XIII (Arras confirmatorias) y Título XIV (Arras de retractación) no
existiendo propiamente un título específico para las “Arras penales” pues estas
en realidad están comprendidas dentro de aquel título y se manifiestan cuando
quien da las arras (o quien las recibe) para concluir el contrato lo incumple
después.
Las arras confirmatorias son aquellos bienes físicos o dinero que da una de las
partes de la relación contractual para la conclusión del mismo (constituyendo a
su vez un medio de prueba de la celebración del mismo). En caso de
cumplimiento del contrato quien las recibió podrá o bien devolverlas o
imputarlas a su crédito. No obstante, cuando las arras tengan una naturaleza
distinta al crédito de quien las recibió este deberá devolverlas.