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Derecho a
Solidarizarse
Compilado por DANSOCIAL
Presidente de la República
ÁLVARO URIBE VÉLEZ
Director de DanSocial
ALFREDO SARMIENTO NARVÁEZ
Edición
MILENA PATIÑO VILLA
Coordinación Educación e Investigación DanSocial
Diseño y Diagramación
DENIS TOLEDO N.
Corrección de Estilo
GUSTAVO PATIÑO DIAZ
Impresión
TEORIA DEL COLOR LTDA. - Medellín
ISBN: 958-33-7860-7
Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso
escrito del editor. Todos los derechos reservados.
Impreso en Colombia
Contenido
PRESENTACIÓN ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 7
LECCIÓN INAUGURAL ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 9
PRIMER MOMENTO
Solidaridad: nociones, enfoques, tendencias y fronteras
Solidaridad
José María Larrañaga ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 56
SEGUNDO MOMENTO
Pedagogía social y sus vínculos con la solidaridad
TERCER MOMENTO
Cultura solidaria
Cultura solidaria
Luis Emiro Valencia ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 187
CUARTO MOMENTO
Papel de las organizaciones solidarias en la construcción de cultura solidaria en Colombia
Presentación
El Departamento Administrativo Nacional de la Economía Solidaria -DANSOCIAL-
tiene como objetivos fundamentales dirigir y coordinar la política estatal para la promo-
ción, planeación, protección, fortalecimiento y desarrollo empresarial de las organizacio-
nes del sector solidario.
Globalización y solidaridad
Joaquín García Roca1
1 . Introducción
Me bastaría compartir con ustedes aquel deseo profundo de Ernesto Sábato en sus
memorias tituladas Antes del fin:
Para realizar esta operación existe un lugar privilegiado: asomarse a los desagües de la
historia, como se propone en la película Mistic River, a aquellas rutas que no han sido
transitadas, a las voces y a los silencios del reverso de la historia. Este principio
epistemológico ha sido formulado con distintos códigos.
La sabiduría popular reconoce que desde los últimos y excluidos se accede más direc-
ta y libremente a la verdad de todo pensamiento. Las crónicas de la guerra de Irak podían
escribirse desde el ejército que avanza vencedor o desde la cercanía a los estragos que
producía. El riesgo de esta operación fue advertida por Horkheimer a su amigo teólogo
Paul Tillich; decía que en situaciones de barbarie y sufrimiento es necesario eliminar “la
frase subordinada”, el “matiz”, para no bagatelizarlos. En ese caso “sólo la exageración
es verdadera”5 .
Una historia que ponga en el centro el sufrimiento, no está vencida por la impoten-
cia, sino que conoce pequeños brotes de invierno y rutas que no se navegaron, caminos
que no se activaron.
que hay, hasta convertir la historia moderna de la libertad en una historia de dominio, de
colonización, de autoafirmación y de negación del otro. La dinámica interna de esta
segunda ilustración fue denunciada por la escuela de Frankfurt, al mostrar cómo al nacer
bajo el signo de la lógica del poder se ha vuelto a caer en el mito, en la idolatría de la que
pretendía liberar8 . Ahí están el mito de la razón, el mito de la libertad, el mito de la
economía y, sobre todo, el mito del oro que se trajo del mundo no emancipado y
conquistado, que produce grandes pirámides de sufrimientos9 .
No cabe duda de que este proceso silenció otras narraciones e historias, que no se
activaron; se marginaron otras rutas a las que no se recurrieron. Las rutas de Kant silen-
ciaron los caminos de Bartolomé de Las Casas o de Antonio Montesinos; las rutas de
Bacon triunfaron sobre los caminos propuestos por Francisco de Asís. La historia, de este
modo, es también el relato de los silencios, de los vencidos, de los perdedores. Pierde y
se debilita el valor de la compasión, que llegaría a convertirse en un signo de afemina-
miento10 , se oscurece la cooperación con los otros, que se identifica con la debilidad;
incluso, la diversidad se convierte en equivalente y la gratuidad evoca servidumbre e
irracionalidad.
Quiero compartir con ustedes las tres intenciones: identificar las avenidas subterrá-
neas, mostrar los potenciales que producen un futuro para todos y señalar los frenos de
emergencia que debemos activar ante el actual huracán de irracionalidad e inhumanidad.
2. TTres
res miradas al proceso globalizador
el tercero, se despliega en las alternativas que son propuestas por la sociedad civil, en
orden a otro mundo posible.
el remedio no puede ser nacional, aunque haya que tomar medidas en este plano. Frente
a sus amenazas, es pertinente una alianza entre todos los Estados, entre las instituciones
locales e internacionales, entre los distintos actores.
nos”13 . Lo advertía con preocupación el secretario general de las Naciones Unidas ante el
Consejo de Seguridad, el 28 de enero de 2002:
El director del Centro Carr de política sobre derechos humanos de Harvard, M. Ignatieff,
afirmaba: “el problema es saber si, tras el 11 de septiembre, la era de los derechos
humanos ha llegado a su fin”.
Los que asistimos a este encuentro nos alistamos en una tercera globalización, la de
las causas solidarias. Por la mundialización de la solidaridad todos los seres forman una
realidad orgánica e interconectada; la conciencia humana se amplía a escala planetaria y
se ha creado una nueva alianza del ser humano con la naturaleza. Se trata no sólo de un
cambio de escala, que pasa del Estado-nación al sistema-mundo, sino de un cambio de
residencia mental y cordial. Un mundo único e interconectado ha impregnado todos los
sueños diurnos elaborados tanto por las tradiciones religiosas, que plasman trazos de las
manos divinas en toda la creación, como por la cultura laica, que conjuga la emancipa-
ción individual en el interior de un proyecto colectivo de dignidad y de justicia.
Si la primera globalización está impulsada por las fuerzas económicas y por las em-
presas multinacionales, la segunda por instituciones políticas nacionales e internaciona-
les, la sociedad civil de todos los países ha buscado sus propios caminos para la
mundialización, que resisten a la primera y reivindican la segunda, pero las trascienden.
La tercera globalización, de índole sociocultural, se alimenta de valores y de sueños de
gentes y pueblos que imaginan otro mundo posible y necesario. El paso de la primera
globalización económica, que convierte al mundo en un supermercado, a la segunda
globalización, que despoja a los Estados de su autosuficiencia, requieren de la tercera
globalización como respuesta a los procesos globales de conquista, colonización y em-
pobrecimiento.
18
JOAQUÍN GARCÍA ROCA
Como dice Carlos Fuentes, el Everest está ahí. Sólo resta saber cómo escalarlo, cuál es
su cara buena para el ascenso. ¿Cómo podemos revertir la globalización económica en
mundialización de la solidaridad? ¿Cómo podemos convertir la lógica de poder en un
horizonte ético? ¿Cuáles son sus fortalezas? ¿Qué rutas hay que desandar y cuáles debe-
ríamos transitar?
La tercera globalización no se contenta con acumularse a las dos primeras, sino que
socava, amenaza y transforma al submundo económico, político, moral y cultural, ya
que pretende transformar la residencia mental y cordial15 . A través de esta transforma-
ción, las tres globalizaciones pueden articularse en un proyecto humanizador y crear
alternativas en orden a otro mundo posible (tercera globalización).
Después de lograr la independencia de las naciones a lo largo del siglo XX, nos
adentramos ahora en la construcción de la interdependencia. Para las naciones ya no hay
un dentro y un fuera, ni un propio y un ajeno; todo se encuentra profundamente relacio-
nado, en permanente relación entre sí. Las fronteras ya no funcionan para aquello que
nacieron: conceder la identidad y proteger a los ciudadanos. “No se puede basar la
seguridad en los muros”.
personas entran en comunicación generan una realidad nueva, que no puede reducirse a
la acción de cada una de las partes. Hay un plus en la interacción, del mismo modo
como un partido de fútbol no es sólo la suma de las acciones individuales, sino algo que
acontece en la articulación de cada jugador. Es el llamado “efecto de interacción” que
resulta del condicionamiento recíproco.
¿Sobre qué ejes se puede construir una interdependencia solidaria? En primer lugar,
es necesario recrear el vínculo social. Ante un mundo interconectado por los intereses y
por los problemas, necesitamos de un nuevo pacto social a escala mundial, cuyo cemen-
to no sean sólo los problemas y los intereses. La globalización realmente existente nece-
sita de un alma. Estamos ya vinculados por los mercados, por la tecnología, por las
comunicaciones, pero no ha nacido un nuevo vínculo social. Los grandes teóricos socia-
les de la modernidad ilustrada no fueron capaces de pensar la vinculación más allá del
Estado nacional. La modernidad entendió que la justicia, la igualdad y los derechos han
de aplicarse en el marco jurídico de un Estado.
transformar las cosas. Ignacio Ellacuria lo formuló magistralmente al decir que conocer
es hacerse cargo, cargar con y encargarse de19 .
Asimismo, indica que los seres humanos podemos vivir en la medida en que poda-
mos cuidarnos mutuamente. El cuidado comporta activar las tres ecologías: el cuidado a
uno mismo y a sus energías síquicas (ecología mental), el cuidado a los demás (ecología
social) y el cuidado a los demás seres (ecología medioambiental). La dimensión humana
del cuidar resulta tanto o más importante que ser racional o productor. Como propone
Leonardo Boff, la ética del cuidado es seguramente la más imperativa en los días actua-
les, dada la condición de descuido y dejadez que planea como una amenaza sobre la
biosfera y el destino humano20 .
La solidaridad es una escuela de los ojos abiertos, del mirar detrás y más lejos; los ojos
abiertos es el imperativo del voluntariado. “Mira y verás”, ha dicho el filósofo Hans
Jonas, que ha convertido así el ver a los otros en la raíz de una cultura de la sensibilidad
como nueva forma de moral universal. La conciencia se despierta con la mirada, sobre
todo cuando se mira el rostro desagradable de la pobreza, que ha dejado de esperar y
muchas veces, incluso, de desear.
Ante el frío del mercado, la cultura de la solidaridad genera una cultura cálida, que
confía en la inteligencia emocional, valora el sentimiento y la implicación de las entrañas.
La forma más perversa de neutralizar el sufrimiento, hoy, consiste en utilizar el mecanis-
mo de la abstracción: hay millones de excluidos del mundo laboral, pero no conocemos
a ningún parado; hay millones de excluidos de las condiciones de vida, pero no tienen
nombre. Se soportan mejor los números que proclaman la situación de la economía
mundial e incluso los muertos de la guerra cuando no tienen rostro. Se consagra así, la
incapacidad de mirar cara a cara al excluido. “No oyes el río de lágrimas porque no has
llorado. El día que nosotros lloramos, caímos en la cuenta de que otros también lloran”.
Así empezaba su homilía Monseñor Arturo Lona en la masacre de Chiapas, donde mata-
ron a adultos, mujeres y niños en la Navidad de 1998.
23
GLOBALIZACIÓN Y SOLIDARIDAD
Nace así un freno de emergencia ante la ideología del conquistador. Como el guerre-
ro de ayer, el ejecutivo global de hoy es un conquistador incapaz de sentir y de amar;
neutralizador de sentimientos y de convicciones, se mueve por afán de éxito y deseo de
acumulación: contabiliza su cuota de poder y su capacidad adquisitiva, sacraliza su
ambición y equipara el sentido de la vida al éxito; blindado en su propio autismo, sólo se
comunica con el móvil y le resulta suficiente llevar la tarjeta de crédito para que nadie se
le resista. Desde que confundimos la conquista con el descubrimiento, la relación con el
Sur está dominado por una antropología de dominio28 .
Dentro de esta cultura del reconocimiento nos encontramos con todas aquellas cosas
que nosotros hemos olvidado en nombre del progreso y del crecimiento económico:
tiempo liberado frente a la aceleración, capacidad de resistencia frente al sufrimiento, la
capacidad de dejarse consolar frente a la autosuficiencia, la capacidad, incluso, de estar
triste.
El amor incondicional es aquel que no pone ninguna condición para ser vivido: ni
condición de raza, de religión, de ideología o de mérito. Ama por amar; va al otro y
reposa en el otro sin retorno ni recompensa. Es el amor incondicional el que da origen a
la relación incluyente que por eso es divina: sólo Dios ama también sin condiciones ni
presupuestos lo que no tiene valor, lo que puede repugnar y ni siquiera tiene rostro
humano. El don resulta, así, absolutamente gratuito, asimétrico y, en consecuencia,
universalizable.
En primer lugar, le corresponde visibilizar lo oculto; no sólo las existencias que se han
convertido en invisibles y se esconden por toda la geografía de lo social, sino aquellas
alternativas que rompen, a pequeña escala, la lógica del sistema. La nueva pobreza se
recubre de invisibilidad y, cada vez más, tiene la existencia propia de la piel, que se
confunde con la realidad misma. La solidaridad hoy ha de ser capaz de nombrar todos
los infiernos y de señalar todos los gérmenes que anuncian un nuevo futuro, aunque
sean, como propone Ernesto Sábato, “brotes de invierno”.
26
JOAQUÍN GARCÍA ROCA
Pero, sobre todo, el potencial cantor propone caminos y metas que neutralicen la
actual geopolítica de la impotencia, que se impone hoy en todo el mundo. Se extiende la
convicción de que no podemos enfrentarnos al estado actual de las cosas y que nada
podemos hacer por medio de nuestras ideas, nuestras esperanzas y nuestros conflictos.
Existen dos versiones de esta tesis; ambas coinciden en negar la responsabilidad personal
y colectiva, bien por estar sometido al poder de los mercados, o bien porque las víctimas
son impotentes. “Las dos posiciones opuestas, que pueden identificarse como pensa-
miento único y contrapensamiento único, tienen en común lo esencial: no creen ni el
uno ni el otro en la formación de actores sociales autónomos, capaces de influir sobre las
decisiones políticas”31 .
27
GLOBALIZACIÓN Y SOLIDARIDAD
cual el enfermo dependía del sano mientras estaba enfermo, el anciano dependía del
joven en la misma manera que antes éste dependió de aquél, el parado se apoyaría en el
trabajador mientras estuviera en el paro. En la actualidad, se devalúan los sistemas de
protección en favor de los planes individuales, se devalúan las pensiones para entronizar
las jubilaciones, se devalúan las organizaciones para exaltar la generosidad personal, se
critican los convenios colectivos para exaltar la relación personal del trabajador con la
empresa.
Las redes sociales nos invitan a recuperar una intuición antropológica básica, que ha
expresado poéticamente Manuel Rivas: “Todos soltamos un hilo, como los gusanos de
seda. Roemos y nos disputamos las hojas de morera, pero ese hilo, si se entrecruza con
otros, si se entrelaza, puede hacer un hermoso tapiz, una tela inolvidable”35 .
Para esta cultura de las redes internacionales de solidaridad necesitamos de todas las
tradiciones culturales que nos enseñaron a caminar juntos y a resistir. Pero, sobre todo,
necesitamos de la memoria histórica. Durante quinientos años, el Occidente viajó al Sur
y al Oriente, imponiendo su voluntad económica y política sobre las culturas de la peri-
feria, sin pedirle permiso a nadie. Ahora, esas culturas regresan al Occidente poniendo a
prueba los valores mismos que el Occidente propuso universalmente: libertad de movi-
miento, libertad de mercado y el respeto debido a los derechos humanos que acompa-
ñan a todos y cada uno de los trabajadores migratorios38 . Hace unos días lo solicitaban
los padres de esos 10.000 jóvenes muertos en las pateras: querían que alguien desde
aquí les dijera si habían llegado o si se habían quedado en el estrecho. Con este reclamo,
invitaban a la sociedad civil a desempeñar funciones de seguimiento, información y
comunicación.
Finalmente, la red es una alternativa al modelo burocrático cuyo eje central es una
cadena de mando jerárquica y centralizada, en el que las partes se subordinan al centro.
La estructura de una red, dice Morin: “no es jerárquica porque ningún nivel es más
importante que el otro”, las partes están sobre un mismo plano con un mismo poder y
con idéntica autonomía40 .
Quisiera terminar como lo hacía un insigne testigo del siglo XX, Don Helder
Camara: “Dichosos ustedes que sueñan y luchan porque correrán el dulce riesgo de ver
realizado su sueño”.
Bibliografía
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del hombre, Barcelona, Orbis, 1985.
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Capra, F., La trama de la vida, Barcelona, Anagrama, 1998.
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—, Exclusión social y contracultura de la solidaridad. Prácticas, discursos y narraciones,
Madrid, HOAC, 1998.
33
GLOBALIZACIÓN Y SOLIDARIDAD
Solidaridad: nociones,
enfoques, tendencias y
fronteras
Mario Arango Jaramillo1
Las ponencias presentadas por José María Larrañaga, Daniel Vaz y Alfredo Sarmiento
enriquecen mucho el discurso sobre la solidaridad, desde diferentes áreas. El doctor José
María Larañaga representa al Grupo Empresarial Cooperativo Mondragón, que, sin duda
alguna, es uno de los grupos empresariales más dinámicos del mundo, y ha hecho de esa
parte del País Vasco una de las regiones más desarrolladas de Europa y con una mejor
distribución del ingreso.
Por otra parte, se encuentra la representación de Alfredo Sarmiento como vocero del
actual gobierno y representante del sector responsable del fomento de la economía soli-
daria y el cooperativismo en Colombia.
La solidaridad es una oportunidad para los 1.450 millones de habitantes del planeta
que están excluidos de los beneficios que ha traído la globalización para el 20% próspe-
ro.
Otro aspecto que resalta Larrañaga es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) no
pertenece a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ésta fue creada para buscar
el bienestar de la humanidad en todos los campos, pero el organismo que está rigiendo
38
MARIO ARANGO JARAMILLO
ahora la humanidad, la mayor parte de los países de toda la humanidad, tal vez con la
excepción de la China, que es el país mas dinámico y próspero, es el Fondo Monetario
Internacional, y éste no está regulado por ningún principio comunitario, ni mucho me-
nos por el principio de solidaridad. Para Larrañaga, es fundamental generar una revolu-
ción pacífica en el campo empresarial, desde la solidaridad, para lo cual enuncia y desa-
rrolla seis principios a tener en cuenta y que causarían un verdadero cambio en las
prácticas empresariales: el predominio de la persona sobre la economía, reconocer y
celebrar el pluralismo, universalizar la democracia y los derechos humanos, repensar la
ecología, consensuar nuevos dioses, nuevos mitos y nuevos valores, y, por último, pro-
mover la iluminación espiritual.
Daniel Vaz habla de la solidaridad desde el punto de vista de los movimientos socia-
les, que es otro campo, a veces opuesto o que creemos opuesto o contradictorio al
sector empresarial por que es frecuente que los sectores empresariales solidarios sean
reticentes a participar en los movimientos sociales ya que son renuentes a participar en la
política; sin embargo, señala Vaz, los movimientos sociales se identifican con los movi-
mientos o partidos políticos de izquierda. Daniel Vaz nos recuerda cómo toda esa trans-
formación que ha tenido el Brasil en los últimos años, y aun los años oscuros de las
dictaduras, fue posible superarlos gracias a la fortaleza de los movimientos sociales, y
esto ha permitido, también, avanzar hacia un modelo político y económico como el del
actual presidente del Brasil.
Plantea Vaz que es necesario integrar la teoría con la práctica, principalmente en los
movimientos sociales, y aprovechar la facilidad que existe hoy en el mundo para integrar
los movimientos sociales, para intercambiar experiencias, para aunar objetivos, para salir
de la domesticación que busca la televisión internacional y todos los medios electróni-
cos, a través de la Internet como mecanismo de integración y de interactuación entre los
diferentes movimientos sociales. De otra parte, resalta la importancia de los movimientos
sociales en el hecho de que provocaron en el Brasil la realización del Foro Social Mundial,
que indudablemente constituye uno de los grandes eventos en que se ha hecho presente
en los últimos años la sociedad civil en el mundo, y se ha convertido en un eje articulador
de los países de América latina en la búsqueda de una identidad cultural propia.
39
SOLIDARIDAD: NOCIONES, ENFOQUES TENDENCIAS Y FRONTERAS
1
Docente de la Universidad Cooperativa de Colombia.
40
La empresa de indagar sobre las vías por medio de las cuales la solidaridad interpela
a la pedagogía y la cultura, es imposible ser llevada a cabo sin abordar, de manera
simultánea y sistémica, la reflexión sobre la manera como ésta interpela a la ética, a la
antropología, a las teorías y prácticas motivacionales, a la psicología social y a la política,
amén de reconocer, que en relación con la economía y el derecho, la solidaridad se ha
convertido en un principio dinamizador de prácticas sociales que ha llevado a estas dos
últimas disciplinas a romper con los moldes tradicionales impuestos por el dualismo
público versus privado, que acota los lenguajes económicos y jurídicos a las nociones de
economía pública y economía privada, derecho público y derecho privado; lo que da
paso hoy a reconocer la legitimidad, pertinencia y necesidad de hacer desarrollos alrede-
dor de una economía solidaria y un derecho solidario.
Este escrito, cuyo hilo conductor radica en revelar las relaciones de la solidaridad con
la pedagogía y la cultura y, en consecuencia, con el párrafo precedente, las relaciones de
la solidaridad con la ética, la antropología, la teoría de la motivación, la psicología social
y la política; también se explica, y no de forma marginal, por las subjetividades políticas,
laborales y existenciales de su autor.
Las subjetividades políticas del autor nacen cuando éste reconoce en la solidaridad el
fundamento (el dínamo) para construir un proyecto político de Sociedad Comunitaria y
Estado Comunitario2 que no claudique ante:
Las subjetividades laborales del autor residen en que, al escribir este documento,
funge como director del Departamento Administrativo Nacional de la Economía Solidaria
(Dansocial)5 , cuya relación entre el nombre extenso y la sigla que da nombre a esta
entidad pública, sugiere una estrecha afinidad entre el universo de las organizaciones de
la economía solidaria y las diversas formas del emprendimiento social, afinidad que ha
llevado al autor a entender que, sin eludir las necesarias particularidades e identidades
diferenciales de las diversas formas del emprendimiento solidario (no es idéntica una
cooperativa a una fundación, o una fundación igual a una acción comunal, o una acción
comunal igual a un voluntariado, o un voluntariado igual a una caja de compensación, o
esta forma de emprendimiento solidario igual a un fondo de empleados o a una mutual),
estas organizaciones comparten una característica común a saber: son organizaciones de
origen privado con vocación social y/o pública, que actúan sin ánimo de lucro individual
y reivindican ante la sociedad y el Estado una serie de beneficios tributarios y tratamien-
tos diferenciales por ser formas de propiedad solidaria y de utilidad común6 .
Una tercera y última subjetividad condicionante para el autor de este texto, se refiere
a que escribe desde un lugar existencial que podría llamarse el lugar de la inclusión, y
reconoce que aborda estas temáticas de la solidaridad en sus múltiples perspectivas, al
ser una persona que no sufre de las grandes exclusiones que caracterizan la vida cotidiana
del país que lo vio nacer y de las comunidades iberoamericanas; participa en condiciones
de dignidad de los circuitos económicos de su país, circuitos económicos que, al mismo
tiempo, producen pobreza, miseria, desempleo, subempleo e inequidad social en am-
plios sectores de la población, y reproducen prácticas rentísticas que no contribuyen a
generar verdadera riqueza económica con criterios de productividad y competitividad
social.
Cuenta el autor con alto grado de inclusión política. No obstante no tener una parti-
cipación activa en ninguno de los partidos tradicionales (Liberal y Conservador), ha logra-
do participar en procesos políticos que le han llevado, en diferentes momentos, a tener
responsabilidades públicas de orden nacional y distrital. Sus ideas y pensamientos, sus
aportes, grandes o pequeños, han tenido acogida y respetuoso tratamiento (que lo llenan
de gratitud) entre actores políticos de diversas ideologías y de corrientes que algunos, no
él, consideran irreconciliables entre sí7 .
Desde esa inclusión existencial, al hacer conciencia y mirar de frente tantas formas de
exclusión que existen en su sociedad y en otros ámbitos más globales, el autor no alcanza
del todo la felicidad, porque en él cobra sentido esa definición que leyó de la solidaridad,
en alguna oportunidad, en un Diccionario Larousse, y donde se asume a ésta como el
sentimiento por el cual una persona no puede ser del todo feliz si otros no lo son.
Muchos no son felices y ello dificulta las posibilidades de felicidad plena si se hace de la
solidaridad un mojón referencial en la vida económica, social, política y cultural de una
comunidad.
Puestas en escena las subjetividades que condicionan al autor de este escrito, lo que
no tiene otro propósito distinto que ser un acto de elegancia comunicativa con el lector,
se retoma el hilo conductor de este ensayo, y ello se hará sobre la base inicial de recono-
cer que, en el particular caso de Colombia (con posibles analogías para el caso iberoame-
ricano), hay dos narrativas, dos relatos, dos discursos que describen el espectro dentro
del cual oscila el diálogo, la conversación, la acción, la vivencia, las prácticas culturales y
educativas de la solidaridad. Estos relatos son: el relato explorado y el relato emergente8 .
(Véase Figura 1)
44
ALFREDO SARMIENTO NARVÁEZ
Fuente: Alfredo Sarmiento Narváez, Los amigos siempre inspiran, sobre la solidaridad en
Colombia, Corporación Opción Colombia, 1997.
2. Afirmar que es necesario obligar al acto solidario, como lo sugiere el relato explo-
rado, consecuente con una visión heterónoma de la ética en lo solidario, esto es, la
solidaridad como deber, tiene una implicación diferente a seducir al acto solidario como
se lee en el relato emergente, acción consecuente con una visión del comportamiento
ético en lo solidario desde una perspectiva autónoma, es decir, la solidaridad como
derecho. En esta línea de tensión, emerge el campo dialéctico pedagógico. En la peda-
gogía de la solidaridad por la vía de la obligación, la consecuencia es que la solidaridad
se logra aún en contra de la voluntad del sujeto a solidarizarse y de esta opción se
desprende una serie de recursos coercitivos que alguien, por fuera del sujeto llamado al
acto ético solidario, tiene la facultad y potestad de utilizar. En la pedagogía de la solida-
ridad por la vía de la seducción, la solidaridad y el acto de solidarizarse se logra solamen-
te si se implica la voluntad del sujeto a solidarizarse, y los recursos pedagógicos dejan de
ser coercitivos para trabajar en la generación de prácticas persuasivas y efectos demostra-
tivos, para que los sujetos llamados al acto ético de la solidaridad lleguen a ella por
principio y autónoma decisión. (Véase Figura 3)
3. Que el ser humano sea un ser con esencias que lo determinen, como se lee en el
relato explorado cuando afirma que éste tiene una esencia egoísta (una forma de enten-
der la tesis hobessiana de “el hombre es un lobo para el hombre”) o una esencia solidaria
(otra forma de entender la tesis rousseauniana según la cual el “hombre es bueno pero la
sociedad lo corrompe”), es una antropología diferente a la que se predica al afirmar que
el ser humano tiene en sí mismo, en cualquier circunstancia y al mismo tiempo, la
posibilidad de actuar de manera solidaria o egoísta.
Esta línea de tensión entre el ser humano con esencias que lo determinan y posibili-
dades que lo condicionan, genera un campo dialéctico-antropológico. El reconocer que
la solidaridad es una posibilidad en el ser humano, un comportamiento más o menos
probable según ciertas condiciones, justifica una pedagogía de la seducción y la persua-
sión. Si se parte de la creencia según la cual la solidaridad es parte de la esencia humana,
no es necesario esfuerzo pedagógico alguno, ni la creación de ambientes que propicien
el acto solidario ya que éste fluiría de manera natural; si, por el contrario, se cree en la
esencia egoísta del ser humano, inevitablemente el camino pedagógico es en una vía: la
obligación y la coerción o una claudicación en cualquier esfuerzo pedagógico, ya que el
46
ALFREDO SARMIENTO NARVÁEZ
ser humano estaría, según esa antropología, determinado, casi condenado, a ser egoísta
bajo cualquier condición. (Véase Figura 4)
4. Motivar el acto solidario por la vía de hacer entender que ésta es una forma de
expiar culpas para un sujeto solidario que detenta algún tipo de privilegio (sea económi-
co, educativo, político o social), y vea en este acto una forma de retornar a la sociedad
un servicio que lo deje tranquilo en su conciencia como se expone en el relato explorado,
supone unas prácticas motivacionales diferentes a las derivadas de entender el acto de la
solidaridad como una fuente de goce, de placer,, como lo propone el relato emergente.
La manera en que se motive a la solidaridad y al acto de solidarizarse tiene implícita una
postura ética, pedagógica y antropológica en relación con la misma solidaridad. Es un
contrasentido pensar que se motiva a la solidaridad mostrando las posibilidades de placer
inherente a ella (como se desprende del relato emergente) si se asume una ética del deber
y una pedagogía de la obligación para alcanzar el acto solidario, propias del relato explo-
rado.
5. Una tendencia propia del relato explorado es hacer creer que la solidaridad de un
sujeto con otro supone, en algunos casos, una renuncia a los propios intereses y los
propios bienestares, casi como una renuncia a sí mismo, en aras de los demás, con la
idea, implícita o explícita, de que para que el otro o los otros ganen, el yo, el sí mismo,
tiene que perder y sacrificar; es el juego suma cero. Esta tendencia contrasta de manera
47
PEDAGOGÍA Y CULTURA SOLIDARIA
nítida con aquella que propone el relato emergente, donde es posible los modelos gana-
gana; donde coexisten, al mismo tiempo, la reivindicación de los intereses del otro o de
los otros y la reivindicación de los intereses del yo, de la mismidad. Emerge en esta
tensión entre el sí mismo y el otro, en un caso por anulación del sí mismo en aras del otro
(la lógica sacrificial), y en el otro caso, una posibilidad de afirmar y reivindicar los intere-
ses del otro y del sí mismo, un campo dialéctico que se puede llamar psicosocial: no hay
sociedad viable con psicologías anuladas, no hay sicologías maduras en contextos socia-
les donde muchos otros no tengan viabilidad. La sociedad y la persona suponen el
equilibrio yo-tú, alteridad-mismidad9. (Véase Figura 6)
Al unir los dos relatos y los campos dialécticos implicados se obtiene la Figura 8:
48
ALFREDO SARMIENTO NARVÁEZ
Algunas personas se aferran a la totalidad de las categorías propias del relato explora-
do, otras hacen sus apuestas por la totalidad de categorías que describe el relato emer-
gente. La mayoría de las narrativas y discursos de la solidaridad en Colombia optan por
posiciones intermedias, como decir que, al mismo tiempo, la solidaridad es deber y
derecho susceptible, de manera simultánea, de delegar o de ser ejercida.
Cualquier opción que se tome en relación con los discursos y narrativas de la solida-
ridad y sus grados intermedios son opciones legítimas y hacen parte de un proceso
dinámico, dialéctico y de construcción de sentidos comunicativos alrededor de la expe-
riencia solidaria.
En el caso particular de quien escribe este texto, la opción tomada para sustentar sus
discursos, narrativas y acciones solidarias es la del relato emergente, con todas las cate-
gorías que le están asociadas: derecho, seducción, posibilidad, placer, mismidad-alteridad
y ejercicio; lo hace por estar convencido de que esta opción contribuye a recrear las
actitudes y procedimientos necesarios que demanda una cultura política democrática, y
porque desde ese relato se pueden visualizar mejor las implicaciones sociales que son
inherentes a un discurso integral de la solidaridad.
Finalmente, una aproximación que ligue las nociones de solidaridad y sus interpelaciones
a las diversos campos dialécticos, en los términos que propone el relato emergente, con
las nociones de responsabilidad y competencia social, así como con las también emer-
gentes nociones de sociedad y Estado comunitario, no puede soslayar, desde una pers-
pectiva cultural y pedagógica, las necesarias relaciones de la solidaridad con la caridad, la
justicia y la liberación.
Las sociedades actuales, y en ellas las organizaciones y las personas que las confor-
man, ganan en viabilidad en la medida en que se convierten en eternos aprendices y
educadores. Aprender a pescar con el otro supone entender que todos somos sujetos
activos en el propio y común desarrollo. Las relaciones pedagógicas, en este momento,
no ocultan soterradas prácticas del poder, ni son verticales; son democráticas en tanto
que todos están en condiciones de aprender y en condiciones de aportar al aprendizaje.
Ahora, la solidaridad despliega todas las posibilidades de creatividad que hay como po-
tencial en las personas y las organizaciones. Desde el punto de vista educativo, el mo-
mento liberador de la solidaridad crea el ambiente para que cada sujeto desarrolle
autónomamente su más íntimo llamado, su vocación. El empleo, como medio para vivir,
cede al trabajo como dador de sentido. En este contexto, los intereses y los conflictos no
desaparecen, pero se tornan en mejores intereses y conflictos, más humanos y menos
deshumanizantes. La cultura, en el momento liberador de la solidaridad, ocupa lugar
privilegiado en las agendas políticas de las sociedades que ven en ella la garantía de su
identidad y vocación universal.
Una sociedad entre más madura y socialmente competente, menos requerirá de los
momentos caritativos y justicialistas de la solidaridad y todos pondrán sus mejores ener-
gías en liberar la creatividad de sus miembros, tanto en sus esfuerzos personales como
colectivos. Sociedades menos maduras y menos competentes socialmente, no podrán
prescindir de trabajar de manera simultánea en los tres momentos de la solidaridad.
Harían bien estas sociedades en echar a la cesta de la basura esa frase llena de arro-
gancia y de soterradas prácticas de poder anquilosantes que reza “no hay que dar el
pescado, sino enseñar a pescar”, ya que, de insistir en ella, estarían esperando vanamen-
te mesías y caudillos que dicen tener soluciones a todo tipo de problemas, que dicen
saber pescar, y estarían renunciando a construir colectivamente, comunitariamente, la
solución a sus sentidas necesidades.
1 Director de DANSOCIAL
2 Las reflexiones y posiciones del autor sobre el comunitarismo, sus implicaciones en el
pensamiento social y la teoría del Estado están claramente referidas e inspiradas por autores
como Amitaí Etzioni con sus libros La tercera vía hacia una buena sociedad y La nueva regla
de oro, así como por el escrito de Pablo Guerra Comunitarismo en América Latina, y el de
José Pérez Adán La salud pública, que abordan el tema del comunitarismo desde el campo de
la sociología. El autor del texto también ha abrevado en los trabajos de filosofía política de
autores como Michael Walzer o Charles Taylor. Todos estos autores son de necesaria
remisión y lectura crítica cuando se avanza en la construcción de un proyecto político de
Estado comunitario y sociedad comunitaria como el que hoy se vive en Colombia.
3 José Pérez Adán, La salud social, de la socioeconomía al comunitarismo, s. l., Trotta, 1999,
p. 13. La salud social, concepto acuñado por Pérez Adán, tiene diferencias con las nociones
de bien común e interés común, para efectos de este texto se asumen como sinónimos.
4 “Una buena sociedad está constituida por la agrupación de tres compañeros de viaje:
gobierno, sector privado y comunidad... ninguno es tachado de ser la fuente del problema.
Son complementarios, no antagonistas”, son afirmaciones que hace Amitai Etzioni. Véase:
Amitai Etzioni, La tercera vía hacia una buena sociedad, propuestas desde el comunitarismo,
Madrid, Minima Trotta, 2000, p. 75.
5 Entidad del gobierno nacional, con carácter de ministerio técnico, que bajo las directrices
del Presidente de la República, tiene por objeto promover y fomentar todas las formas de
emprendimiento solidario, y que en la coyuntura en que se escribe el texto ejecuta su labor
bajo un plan de desarrollo cuyo objeto es avanzar hacia la construcción de un Estado
55
PEDAGOGÍA Y CULTURA SOLIDARIA
comunitario, concepto acuñado e introducido en la vida social y política del país por el actual
Presidente de la República Álvaro Uribe Vélez.
6 Estas reivindicaciones, las hacen amparadas en la Constitución de 1991, en el caso
particular de Colombia.
7 Alfredo Sarmiento fue fundador y directivo del Partido del Socialismo Democrático, una
de las vertientes del actual Polo Democrático, y fue, al mismo tiempo, promotor de las ideas
del Estado comunitario que promueve Álvaro Uribe Vélez. En las elecciones presidenciales
de 2002, fue jefe de debate de la campaña presidencial de Álvaro Uribe Vélez en el departa-
mento del Tolima. Mantiene canales de comunicación con las diversas vertientes de la
izquierda democrática.
8 Esta figura es resultado de una investigación que promovió la Corporación Opción
Colombia en 1997 y contó con el patrocinio de la Red de Solidaridad Social, la Fundación
Social y la Cámara de Comercio de Bogotá. Los resultados de esta investigación se recogen
en el texto Los amigos siempre inspiran, sobre la solidaridad en Colombia, escrito por Alfredo
Sarmiento Narváez [en prensa], que reposa en el centro documental de la Corporación
Opción Colombia.
9 La noción de persona, desde la perspectiva comunitarista, no se puede equiparar a la
noción de individuo liberal, donde éste se basta a sí mismo. La noción de persona supone
reconocer su vocación social. No se es persona sin otro con el cual entrar en relación social o
de comunidad. Se sugiere, en esta perspectiva, abordar las reflexiones de persona en
Emmanuel Mounier y las reflexiones sobre el yo-tú de Martin Buber, dos autores que marcan
el pensamiento comunitarista.
10 Leonardo Schvarstein, La inteligencia social de las organizaciones. Desarrollando las
competencias necesarias para el ejercicio efectivo de la responsabilidad social, s. l., Paidós, 2003.
11 Alejandro Llano, Humanismo cívico, s. l., Ariel, 1999, p. 35.
12 Justo Zambrano, La política en el laberinto, salidas por la izquierda, s. l., Kriterios-
Tusquets, 2003, p. 71.
Bibliografía
Etzioni, Amitai, La tercera vía hacia una buena sociedad, propuestas desde el comunitarismo,
Madrid, Minima Trotta, 2000.
José, Pérez Adán, La salud social, de la socioeconomía al comunitarismo, s. l., Trotta, 1999.
Llano, Alejandro, Humanismo cívico, s. l., Ariel, 1999.
Sarmiento Narváez, Alfredo, Los amigos siempre inspiran, sobre la solidaridad en Colom-
bia, s. l., Corporación Opción Colombia, 1997.
Schvarstein, Leonardo, La inteligencia social de las organizaciones. Desarrollando las com-
petencias necesarias para el ejercicio efectivo de la responsabilidad social, s. l., Paidós,
2003.
Zambrano, Justo, La política en el laberinto, salidas por la izquierda, s. l., Kriterios-Tusquets,
2003.
56
Solidaridad
José María Larrañaga1
1. ¿Qué es solidaridad?
—¿Por qué debemos ser solidarios con los demás? —me pre-
guntó, en su clase de humanidades, José María Arizmendiarrieta,
mientras me sonreía con esa peculiar manera que me ha quedado
indeleblemente grabada en mi memoria, una sonrisa cálida como
un abrazo y abierta; como la misma sabiduría que inspiraba, espe-
cialmente, confianza en el interlocutor. Conocía la respuesta y, por
consiguiente, seguro de mí mismo respondí —porque todos so-
mos hijos de Dios.
—Sin dejar de sonreír dijo —“Tu respuesta sólo es válida para
los creyentes; pero, ¿cuál sería tu argumento para convencer a un
ateo?”.
Quedé perplejo, nunca me había planteado esa eventualidad.
Me di cuenta de que mi réplica era aprendida, ajena, no pensada
ni elaborada por mí; era una respuesta que me habían enseñado a
repetir como si de un eco se tratara, pero que, en ningún caso, era
original; no era un argumento propio.
La clase, que duraba media hora, se me hizo eterna.
Arizmendiarrieta no nos dio la respuesta y en mi interior creció
una primera desazón por no saber responder a la pregunta, pero,
posteriormente, se convirtió en un sentimiento de ansia por en-
contrar un criterio, un razonamiento adecuado para convencer a
todos, fueran de una religión o de otra, fueran agnósticos o incré-
dulos. Aún sigo buscando la respuesta.
A veces pienso que doy con el argumento acertado, pero, al
tiempo, encuentro fallas que me gustaría subsanar y… ¡vuelvo a
empezar la búsqueda!
Llegué a una primera conclusión (que aún mantengo): la solidaridad debe elaborarse
no para el necesitado, sino con el necesitado. De lo contrario, no deja de ser caridad.
Es desolador contemplar el deprimente espectáculo que se repite cada vez que hay
una catástrofe humanitaria singular, espectacular y trágica, en cualquier parte del globo,
que los medios de comunicación de mi país convierten en una impúdica exhibición de
sentimentalismo aduciendo que se trata de solidaridad: las buenas conciencias quedan
satisfechas por algún tiempo y todos podemos seguir con nuestra confortable vida de
pequeñas y grandes corruptelas, seguros de nuestra profunda solidaridad, contrastada
por la cantidad de euros que hemos recaudado para los necesitados del terremoto, del
tifón, de las inundaciones o de la guerra, en públicas subastas o en donativos que las
autoridades se encargan de recordar como un dato de la buena salud ética del pueblo y
de sus dirigentes.
Decía un sabio español que había pasado treinta años de su vida tratando de encon-
trar el eslabón perdido entre el mono y el hombre. Por fin lo había encontrado: somos
nosotros.
“Y dijo Dios: ¿qué has hecho de tu hermano? Respondió Caín: ¿soy acaso guardián
de mi hermano?” Nuestra respuesta es rotunda: ¡Sí!
58
JOSÉ MARÍA LARRAÑAGA
En un universo en el que todo está relacionado con todo, donde no existe manifesta-
ción de fuerza o de poder que no logre repercusión y reciprocidad, ni grito que se
ahogue sin eco, la única excepción la constituye el corazón impasible al dolor ajeno. Esto
es un engendro, un monstruo, que no llega a la categoría humana y, desde luego, menos
a la cristiana.
Ya el filósofo estoico llegó a decir que nada humano le era ajeno y los cristianos
creemos en un Dios que se hizo humano para compartir con el género humano sus
ilusiones, problemas y tragedias. Cristo no envió una ayuda en forma de medicinas,
dinero o mantas: vino a ser uno más entre nosotros. Fue solidario en el acto de la
encarnación, no caritativo. La caridad la ejerció una vez se instaló en la solidaridad.
La naturaleza del ser humano, en su diseño genético, está proyectada para ser buena,
para mantener relaciones sostenibles sin muchos quebraderos de cabeza y, desde luego,
no está preparada para emponzoñarse en el crimen. Por ese motivo, la solidaridad, el
respeto y, en general, las buenas obras, no requieren justificación, se hacen porque sí. El
crimen, el asesinato, la extorsión requieren de una justificación, de una razón que el
criminal encuentra, no en el fondo de su alma, sino en las razones de Estado, en la
religión, en los agravios históricos, en lo que sea ajeno a su propio albedrío porque es
estremecedor mirarse a sí y contemplarse como antihumano.
La solidaridad no es una pura proclamación teórica, sino algo que debe ponerse en
activo y de manifiesto, aceptando de buen ánimo las limitaciones de toda acción con los
59
SOLIDARIDAD
demás. Les aseguro que la batalla interna más dolorosa que yo haya disputado en mi
interior es el hecho de aprender a no tener razón.
Cada individuo de la especie se vincula con los otros por el código genético, desde la
realidad personal. Afirmada la singularidad y la independencia individual necesitamos de
la interdependencia para poder existir y progresar, incluso, como personas. Somos noso-
tros mismos a causa de otros. La realidad de los otros se nos revela cuando aceptamos a
los otros como otros yo, aunque con diferentes peculiaridades. Cuando algo es común,
como el caso de nuestra pertenencia a la misma especie, no es privativo de uno.
Una persona solidaria es aquella que ha ganado, previamente, dos batallas internas,
una contra el egoísmo autista y la otra contra la dependencia claudicante a cualquier
dogma externo a su propia naturaleza y a su propia responsabilidad: la persona solidaria
es “propietaria y protagonista” de su propio destino. La persona es autor y actor de la
historia y del cambio en la historia siendo la libertad el necesario, aunque no suficiente
requisito para lograr ese cambio que hoy necesitamos.
Dicen que el Corán no predica ni perdona los hechos de sangre. Dicen que los
fundamentalistas hacen una interpretación equivocada del texto sagrado. Los judíos re-
pudian la muerte de niños inocentes (todos los niños lo son). Tampoco los Evangelios
propugnaban las Cruzadas, la quema de herejes o la Inquisición. Ni estaba el Gulag
contemplado en los sesudos y fundamentados textos de Marx o Engels. Ni el nacionalis-
60
JOSÉ MARÍA LARRAÑAGA
Las barbaridades, los crímenes y la injusticia no son privativos de una sola ideología,
aunque algunas sean más nocivas que otras. Tampoco la solidaridad, la justicia, el desa-
rrollo de las personas son patrimonio de unos y no de otros. Ni ortodoxos, cristianos
católicos o cristianos adventistas, ni los comunistas, se diferencian de los budistas en el
acto de ayudar a los demás: la ideología no sirve para eso. En cambio, para matar a
alguien, para torturarlo, masacrarlo o destruirlo hace falta un motivo de cierta enverga-
dura, de ser posible un motivo trascendente, y para eso nada mejor que una ideología,
una doctrina, una religión. Y para la función de matar todas ellas sirven.
Ahora bien, los actos humanitarios deben realizarse con base en la buena voluntad y,
normalmente, quedan sin recompensa. Son, además, aburridos. Podemos comenzar por
saludar en la calle o en el ascensor, acompañar al vecino necesitado, ceder el asiento a la
embarazada, hasta participar en la redistribución de los beneficios de nuestra actividad
con los más necesitados, no son actividades estimulantes para el gusto egoísta - como-
dón - aburguesado. Por el contrario, una buena ideología, una vibrante doctrina totalita-
ria, no sólo justifica cualquier barbaridad, sino que ofrecen un “subidón de adrenalina” a
quien mata o a quien se inmola vociferando un eslogan. Las buenas obras pasan de
manera imperceptible por la vida, son acciones menudas, no dejan grandes rastros en la
historia; las ideologías, sin embargo, enseguida alzan el vuelo; los profetas y los pioneros
pronto son sustituidos por aprovechados, salvo que los propios profetas decidan incluirse
en la nómina de los últimos. Las ideologías tienen una sospechosa tendencia a devenir en
un aparato jerarquizado que, a menudo, actúa con voluntad propia, incluso contra los
planes de los propios seguidores, como ya no hay responsabilidad individual (salvo en el
caso de no cumplir con los dictados del aparato) ensangrentarse las manos es fácil. Es
entonces cuando aparece alguien que, con gran dolor y semblante compungido, clama
que no era eso, que la letra no se ha interpretado bien.
Los neurólogos han descubierto que no vemos la realidad de las cosas y luego las
interpretemos, sino que, según parece, la inteligencia funciona al revés: primero interpre-
tamos y luego vemos. Somos seres utópicos, incluso, para los científicos.
Cuando un esclavo es solidario lo hace apelando a esa parcela privada donde su amo
no puede llegar: su libertad personal. Pero, la carencia de un entorno de libertad dificulta
la aparición de comportamientos generalizados de solidaridad. Una libertad universal es
previa, aunque no sea requisito suficiente, para la solidaridad mundial. Y la sociedad
nunca será libre si no lo es hasta el último de los miembros de la especie, y ello comporta
varios aspectos:
de la injusticia, de la guerra (la primera de las injusticias), y que los que la practiquen sean
aislados como apestados de la comunidad.
Decía Francisco Rojas Zorrilla: “Advertid que más sabe, que el entendido en la ajena,
en su casa el ignorante”. Entender la propia libertad como arma arrojadiza dirigida a los
demás, o entronizarla de tal manera que nos encoja en nuestro acercamiento a los
demás, impidiéndonos, por un dudoso respeto de su libertad de conciencia, ayudarles a
su promoción y cambio, significan un falso concepto de la libertad como don del hom-
bre. No sólo debemos aceptar la libertad, sino que la tenemos que utilizar para hacer
crecer a las personas. Para dirigir la libertad hay que obedecerla.
Se debe aceptar al prójimo en su libertad propia, pero no sólo tal como es, sino,
también, tal como debiera ser, tolerar sus defectos y deficiencias, pero sin renunciar al
buen impulso de acogerle para que los supere con nuestra colaboración. Las personas
que se unen para trabajar y crear buenas cosas, no deben olvidar que se unen para la
mutua promoción.
Porque los hombres necesitan los unos de los otros; y los mismos hombres, cuando
cooperan leal y responsablemente, avanzan y ganan más que cuando actúan cada uno
por su lado. En el plano de las relaciones individuales, pesan mucho las posiciones
adquiridas, los intereses creados, la historia de las culpas y de los chantajes, pero no cabe
duda de que la inteligencia de los hombres de buena voluntad no tardará en ver la
solidaridad como un factor competitivo de primer orden.
63
SOLIDARIDAD
Un amigo mío, empresario cooperativo, que ha puesto en marcha una planta pro-
ductiva en India, asegura que este país nunca superará a otras naciones porque está
carcomida por dentro por el cáncer de las castas. Una persona dependiente nunca podrá
ser solidaria. Al obedecer a otras instancias que no son las propias podrá ser obediente
pero no solidaria. Una persona independiente no será solidaria si se aísla del resto del
mundo. Una persona solidaria será conscientemente interdependiente, o no será solida-
ria.
Nos puede servir como orientación, para una mejor comprensión de la cooperación
solidaria, la coordinación existente en el organismo de un cuerpo humano sano: el brazo
cumple su función responsablemente, de acuerdo con el interés general, pero con res-
ponsabilidad funcional propia. Nada de lo que haga el brazo, o el hígado, tiene poca
importancia, aunque, desde otros puntos de vista, unas funciones puedan ser considera-
das más nobles que otras. Es el imperativo de la interdependencia.
4. La solidaridad es acción
Porque también está en la esencia del hombre la acción, una persona es acción. La
acción más genuina del ser humano, la que lo diferencia y define, es el trabajo. En
apariencia, todos los sistemas socioeconómicos reconocen como bien fundamental del
hombre su trabajo. Todas las ideologías y doctrinas modernas recogen esta idea, así
como las constituciones. En la realidad, las cosas aparecen distintas; todos hablan de la
dignidad del trabajo humano pero prevalece el sentido de mercancía, magnitud econó-
mica, castigo. Puede ser que el trabajo sea todo eso, pero es algo más. Es lo que diferen-
cia a los humanos de los animales. Ellos viven, se mueven, sienten, sufren, pero no
trabajan.
El trabajo es, por tanto, lo más valioso y lo más sagrado que tenemos entre manos,
y entre manos quiere decir entre que nacemos y morimos. ¿Qué es lo más grande que
una persona puede dar a los demás?: “trabajo”.
El trabajo es la huella que toda persona deja en el mundo, de su paso por la vida. Y
la más hermosa de las huellas que una vida puede dejar como prueba de su existencia es
64
JOSÉ MARÍA LARRAÑAGA
la obra bien hecha que se comparte con el mayor número posible de seres. Pero hay
trabajos destructivos, empresas nefastas y esfuerzos perniciosos. Cada arma de fuego
que se fabrica, cada navío de guerra que se construye, cada misil que se lanza, significa,
en último término, un robo contra quienes padecen hambre y a los que no damos de
comer, contra los que padecen frío y a los que no damos vestidos para vestirse. Este
mundo no sólo está gastando dinero en armas, también está gastando el sudor de sus
obreros, el genio de sus científicos y las esperanzas de sus hijos. Se calcula que por cada
muerte producida por la agresión de otro país, mueren 33 personas como consecuencia
del abandono social.
Para nosotros, en Mondragón, la solidaridad comienza por hacer bien lo que se hace.
La persona que realiza su trabajo sin calidad, de manera ineficaz o cobra un precio
abusivo por lo que hace es un timador y un defraudador. Decimos que aquello que
merece ser hecho merece ser bien hecho.
Si nuestra meta en el trabajo no fuera más allá de las simples opciones de promoción
individual, si trabajáramos para nuestro propio beneficio, los necesitados del mundo
estarían en su derecho de escupirnos a la cara a los cooperadores. No tiene sentido
preguntarse quién está antes en la concepción cooperadora: si la sociedad o el individuo.
Contemplar a la persona como un ente aislado es signo de subdesarrollo; la persona es
esencialmente comunitaria y su suerte se juega, hoy más que nunca, más allá de su
órbita individual.
5. La solidaridad es exigente
que sea; pero la vida nos demuestra que es precisamente el conflicto su seña de identi-
dad, la muerte es quietud, estabilidad, falta de lucha.
El corazón de los jóvenes, según nos dicen los cardiólogos, tiene un ritmo caótico,
con enormes altibajos, aceleraciones y descansos. El corazón de los ancianos mantiene
un ritmo más estable, pausado y sin variaciones: es el que anuncia la muerte en forma de
serena quietud.
Busquemos problemas como un tesoro que nos abrirá las puertas a otras realidades
mucho más felices que las actuales. Celebremos la diversidad, alegrémonos de tener
diferentes puntos de vista.
Se trata de iniciar una revolución donde el conflicto sea precisamente el motor que
aliente el trabajo, pero donde las formas de plantear el conflicto sean respetuosas para
con las demás opiniones.
Cuentan que el hombre de las cavernas escupía al sol cada día, cuando se acercaba el
ocaso, y esto se había convertido en una especie de rito religioso, hasta que un hetero-
doxo se enfrentó al conflicto que suponía la oscuridad, cuando y donde no estaba el sol
con su luz, e inventó la tea. No necesitamos de la protesta porque la mayoría de las veces
es inútil, sino la propuesta comprometida e innovadora que nos haga avanzar.
Así como los padres que se empeñan en ser “padrazos”, permisivos en la educación
y blandos en el rigor de la escuela, crían y educan mal a sus hijos (en mi país cada día es
más evidente que fabricamos jóvenes de invernadero), una solidaridad paternalista pue-
de resultar contraproducente para el ejercicio de la propia responsabilidad.
Puede resultar chirriante en los oídos de los puristas, pero la solidaridad debe ser una
especie de “democradura”, en el sentido afirmativo de la democracia exigente y fuerte.
En un régimen de dictadura, la postura moral debe ser la de la rebelión, pero en una
democracia se impone, tras la noble confrontación de pareceres, la disciplina y el cumpli-
miento de las decisiones legítimamente adoptadas por la gente.
Es impresionante la fuerza de una persona que desea quedar bien ante Dios o ante los
hombres. Cuántas veces el genio duerme en el fondo del alma esperando, como Lázaro,
una voz que le diga: “levántate y anda”. Seamos nosotros, empresarios y educadores esa
voz solidaria.
La lógica y la contrastación empírica ya nos advierte que es más barato educar y dar
expectativas de vida, con un trabajo, a una persona, que convertirla en un joven sin
formación ni futuro, antesala de un individuo rabioso, delincuente peligroso al que hay
que perseguir, dar caza, juzgar y encarcelar para hacerlo aún más marginado e irrecupe-
rable.
Pero, entre nosotros se da una excesiva insensibilidad contra el abuso de poder, con la
negligencia culpable. Parece como si los enemigos de la juventud fueran activos y los
amigos pasivos. Daña lo bueno quien permite lo malo. No podemos ser cómplices de
manipuladores, abusones, ni ladrones. El primer deseo que apetece el malvado es la
impunidad.
El amor hace sufrir, es a veces la esencia misma del sufrimiento. La libertad exige
responsabilidad y supone inseguridad. La felicidad es efímera y huidiza. La solidaridad
cuesta, es trabajosa y vulnerable. El amor, la libertad, la felicidad y la solidaridad son
atributos humanos.
6. La cooperación es oportunidad
Los antiguos vascos se consideraban, todos ellos, sin distinción, nobles. Pero eran
unos nobles atípicos, pobres, que dependían de su trabajo más que de sus tierras y
posesiones, las cuales eran exiguas o nulas; pero poseían un concepto de la cooperación
que les hacía poderosos. Tenían una fórmula para relacionarse con la monarquía castella-
na, decían esto: “Yo soy tanto como vos, pero unido a otros soy mucho más que vos”.
En el lado opuesto, me referiré a otro diálogo que mis abuelos relataban en las
veladas invernales junto al fuego del hogar: “Caballero, dijeron los hermanos, en nuestra
lucha por imponer la razón de cada uno al otro, hemos agotado nuestras fuerzas y
perdido mucha sangre. No podemos batirnos contigo. Entonces ¡rendíos!”.
Sobre esas fuerzas poderosas que se presentan a nuestros ojos como invencibles, nos
percatamos de que su sombra llega muy lejos, pero es una falsa imagen; no es que sean
67
SOLIDARIDAD
grandes, es que su sol se está poniendo y por eso la sombra se alarga. Hay una delirante
obsesión por hacernos creer que estamos al “final de la historia”; que los tiempos de
búsqueda del modelo sociopolítico definitivo han terminado porque hemos llegado a la
meta. En la España de Franco, se anunció el final de las ideologías, los nazis, en Alema-
nia, proclamaron el Reich de los mil años; algún científico eminente, ya olvidado, de
principios de siglo pasado, aseguró que los inventos y los descubrimientos se habían
agotado: no había nada por descubrir. Pero el mundo sigue, la vida está llena de oportu-
nidades, el futuro espera con sus cuartillas en blanco que nosotros y nuestros hijos y
nietos escriban nuevas historias. Nadie conduce un vehículo mirando por el espejo retro-
visor, nadie alumbra el camino en la noche enfocando el haz de luz hacia atrás. Hoy
podemos decir que no estamos en la era del cambio, sino en el cambio de era.
Para ser solidario, es preciso comenzar por crear una abultada cuenta bancaria emo-
cional. Con ilusiones y con la certidumbre de alcanzar nuevos horizontes. Sabemos que
no es posible motivarnos con el pasado, que toda motivación está en creer posible
alcanzar algo en el futuro.
A veces la insolidaridad se esconde tras las quejas y los lamentos. Nos lamentamos de
las divisiones, pero en aquello que podemos unirnos y beneficiar a todos por igual,
discriminamos. Menos lamentos y más acción porque el lamento es disgregador y la
acción integradora, y necesita de propuestas alentadoras.
7. La solidaridad en Mondragón
Permítanme que me exprese a través de un pequeño relato para definir lo que, creo,
ocurre entre nosotros con respecto a la solidaridad.
69
SOLIDARIDAD
No podemos terminar esta exposición sin que de ella no surjan proyectos para mejo-
rar la situación de la solidaridad en el mundo, en el ámbito en el que nosotros podemos,
y debemos, influir.
La riqueza crece cada año pero se reparte peor. El problema no es tanto la creación de
la riqueza como su redistribución. Hoy se contabilizan 800 millones de pobres (por
debajo del umbral de la pobreza) para los que el sistema capitalista y de libre mercado ha
sido un fracaso.
Antes se pensaba que lo mejor era lograr sociedades uniformes. Hoy celebramos el
pluralismo y la multiculturalidad. En el mundo hay 190 Estados, 2.000 pueblos, miles de
culturas diferentes, innumerables acentos étnicos diferenciados, incontables orientacio-
nes éticas distintas.
70
JOSÉ MARÍA LARRAÑAGA
Es necesario que cada una de estas unidades humanas tenga su propio espacio de
libertad, que se respeten los códigos y la forma de entender el mundo y la vida, evitar
que los promotores del pensamiento único, y de la uniformidad, agredan desde su pro-
pia visión uniformadora. No un respeto indiscriminado, los derechos humanos son la
base en el que se asienta el respeto a la cultura. A este respecto, conviene conocer la
Declaración Universal sobre la multiculturalidad, publicado por la Unesco.
Hoy, por primera vez en la historia de la humanidad, los Estados no controlan todos
los medios de comunicación. Se les escapan los cibernautas.
Hay que romper con los intereses de Estado, relativizarlos y ponerlos bajo el manto
de los derechos humanos. Ya no nos pueden exigir la devoción por el Estado que antaño
ha servido como excusa para guerras, pillajes y tropelías.
Seguir por el sendero que hoy hemos tomado es un acto de suicidio para la especie
humana.
La población mundial no puede consumir los recursos naturales con la misma inten-
sidad con que lo hacemos, hoy día, los americanos, los europeos y los japoneses: los
recursos se agotarían rápidamente. Es preciso atemperar nuestro desarrollo a las posibili-
dades reales del planeta. Algunas reservas y recursos podrán ser renovados, pero otros no
tienen vuelta atrás. La pérdida de las especies es irrecuperable.
71
SOLIDARIDAD
Ahora poseemos el culto a dioses locales. Como dice Pániker, debemos abordar un
modelo cosmoteándrico para superar fundamentalismos disgregadores. Desde los dioses
actuales, desde los mitos y los valores propios debemos llegar a un consenso partiendo
de las cosas que nos unen, en lugar de enfrentarnos por las que nos separan, para poder,
así, convivir. Que nuestros dioses no agredan a los otros dioses, ni los excluyan.
La escuela debe formar almas grandes, y la familia y las instituciones. Las religiones
están adormecidas, no sabemos, hoy día, qué papel juegan en el mundo; las jerarquías
religiosas no se oponen con la debida valentía y con la necesaria nitidez a los que pro-
mueven guerras, a los poderosos. Pero, son los monasterios de todo el mundo el último
reducto (¿el único?) de los valores transcendentes. Tenemos una tecnología grande y un
alma pequeña.
Las organizaciones sociales han venido ocupando cada vez más espacio institucional
en el contexto mundial. Podemos decir que ellas poseen mayores espacios de visibilidad
y reconocimiento dentro de la sociedad en el poder público y, especialmente, en los
medios masivos de comunicación. Hoy, la sociedad percibe el importante papel que
puede ser cumplido por dichos entes en la búsqueda de los más diversos intereses,
especialmente los del colectivo, por medio de la libre organización, lo que trae inmerso,
para este momento, la urgente discusión de caminos que reconstruyan los procesos de
identidad y adecuación de nuevos perfiles organizacionales.
El periodo de los noventa en Brasil, como en la mayor parte del mundo, da inicio a la
creación masificada de Organizaciones no Gubernamentales (ONG); sin obviar, claro
está, su proceso histórico iniciado tiempo atrás con las primeras entidades sindicales,
estudiantiles, rurales, sin dejar a un lado la actuación de las Iglesias, particularmente la
católica. Todas ellas tuvieron un papel importante en la mediación de la acción social con
la política de resistencia a la dictadura militar, ocurrida de 1964 a 1985.
Podemos decir que estas organizaciones también son integrantes del sector que hoy
discutimos, pues, aunque algunas de ellas tengan su foco principal en el debate de ideas,
son espacios de participación social donde el pueblo se junta en torno a intereses propios
en el ámbito en que vive, sin intereses formales con la disputa del poder político.
Puede surgir la pregunta: ¿dichas organizaciones son instrumentalizadas por los par-
tidos políticos de izquierda, en el sentido de colaborar en este proceso de disputa y
hegemonía? La respuesta es sí. Existe tanto una serie de ONG que están al servicio de
intereses y grupos diversos, con propias motivaciones, como aquellas que promueven la
73
Esta diversidad de temáticas es una característica de ese llamado tercer sector, que no
es público ni tampoco privado, a pesar de trabajar con elementos de los sectores antes
referidos. Muchas de éstas se caracterizan por ser organizaciones serias, reconocidas,
que buscan ser respetadas, y que no solamente discuten sobre temas como el medio
ambiente, como hace un tiempo atrás, sino que, además, abordan cuestiones relativas al
incentivo del papel social de las empresas. Aquellas que trabajan por la afirmación racial,
en el campo de la libre orientación sexual, la salud, en los campos de la prevención de
cáncer de mama o en la detección e información de las Enfermedades Sexualmente
Transmisibles (DST); o bien, en el campo de la economía solidaria y generación de em-
pleo y renta, en el montaje de cooperativas, microcrédito popular, empresas de propie-
dad colectiva, y en la confección de productos social y ambientalmente responsables.
Es así como sigue aumentando el número de ONG creadas y dirigidas por jóvenes.
Pienso que esto ocurre con el objetivo de propiciar nuevos espacios de participación
como respuesta a la ausencia de identificación con los actuales procesos políticos, con
las tradicionales formas de representación de sus intereses y la falta de perspectiva que se
presenta para la juventud. A estas situaciones se suma la necesidad de empleo, la cons-
titución de la familia, las posibilidades profesionales, el ascenso social, entre otros.
Los que no lo consiguen, buscan el suceso efímero aliándose al tráfico de drogas que
les da, de manera fugaz, la posibilidad de una fácil ascensión social, la misma que es
diariamente transmitida por los medios de comunicación. Ésta es la única forma de
74
DANIEL VAZ
obtener información de este público, como modelo de vida a ser seguido por todos:
intenta ser el mejor a cualquier costo y tendrás tus quince minutos de fama, así sea en los
programas policiales.
Fue también a partir del FSM que el diálogo entre "ricos y pobres" se tornó más
equilibrado que aquél propiciado por quienes se encuentran todo el año en Davos, Suiza,
en el Foro Económico Mundial. En el FSM se pudo percibir la fuerza de la sociedad civil,
a partir de una actuación más coordinada.
El movimiento social del mundo tiene una gran responsabilidad sobre eso, y pode-
mos sentirnos orgullosos de tales hechos. Las redes pueden ayudarnos decisivamente a
75
TENDENCIAS DEL DISCURSO SOLIDARIO
Debemos incentivar a las personas para que se organicen y ejerzan su papel de prota-
gonistas en la sociedad, en una ONG, en la asociación de moradores de su barrio, en la
dirección estudiantil, en un partido político, o en cualquier otra manifestación social.
Retomo la frase célebre de un cantor brasileño, llamado Raúl Seixas, que en una de
sus canciones dice: "un sueño que se sueña solo es sólo un sueño, un sueño soñado
juntos se transforma en realidad". Creer que es posible alcanzar lo inalcanzable, tal vez
sería la idea que todos deberíamos preservar desde la niñez.
Otra de las formas de mostrar indignación con las injusticias que ocurren en el mun-
do, y contribuir para que ellas terminen, es formar y fortalecer la participación social
activa, ejercida a plenitud. Ésta es nuestra obligación.
La pedagogía de la solidaridad
desde la pedagogía social
Claudia Vélez1
Con respecto a la pedagogía de la solidaridad son muchas las cosas que se han dicho
ya, pero ese saber no se ha sistematizado aún. De lo que se trata, entonces, es de
plantear insumos teóricos que ayuden a ir sistematizando las distintas experiencias en la
pedagogía de la solidaridad.
se puede seguir fortaleciendo el hecho de que el Estado es el que nos soluciona las cosas
problemáticas de la sociedad civil. El Estado es un interlocutor ocasional, por lo tanto, es
necesario reconocer que la escuela no sigue siendo el lugar privilegiado de la educación;
sin embargo, en sus preguntas y en sus intervenciones siguen mostrando, de alguna
manera, la importancia de la escuela como referente para una pedagogía escolar o edu-
cativa.
El trabajo de Alba González y Rosario Jaramillo nos muestra que lo que hacen ambas
experiencias pedagógicas, en Argentina y en Colombia, es fortalecer el vínculo escuela-
comunidad; por lo tanto, la pedagogía escolar en este caso se sale de su escenario y su
finalidad de instrucción para buscar otros escenarios sociales generando movilidad so-
cial, reconocimientos escolares, y entendiendo que la educación, mas allá de la instruc-
ción, es formación social del aprendizaje para fortalecer la democracia, ésa es la apertura
para una pedagogía social de la solidaridad.
Desde ese punto de vista, tendríamos como actores a los docentes, los estudiantes, la
sociedad civil, los actores comunitarios, las organizaciones sociales, las organizaciones
cooperativas, etc., que son los que nos permitirían decir, desde sus prácticas, cómo se
enseña el comportamiento solidario, pero, también, cómo se actúa, porque queda claro
que no basta ilustrar un conocimiento para hacerlo enseñable, sino que se debe tener
una coherencia social desde el punto de vista de una ética de la responsabilidad, de la
que habla el profesor Luis Enrique Orozco, y de una política de responsabilidad, que sería
el papel de los Estados desde sus políticas públicas y desde sus políticas estatales. Por lo
tanto, si fuéramos a hacer un ejercicio de subcategorías que nos permitiera empezar a
darle cuerpo a la pedagogía social, desde el punto de vista de sus vínculos con la solida-
ridad, tendríamos que la pedagogía busca promover la educación solidaria, articular esas
prácticas sociales con la educación formal sin desconocer la educación no formal ni la
educación informal, separaciones que ya empiezan a ser obsoletas en la finalidad de una
organización de la educación social.
Igual puede suceder con los enfoques. Todos los enfoques contemporáneos tienen
algún tejido común porque están leyendo el saber de la época, de hecho, Foucault lo
decía: “cada época genera sus propias representaciones de saber y de cultura”, pero,
desde este punto de vista, tenemos un insumo teleológico en todo el presupuesto
habermasiano, a partir del cual nos plantea el doctor Luis Enrique Orozco la posibilidad
de un horizonte de sentido para la enseñanza de la solidaridad; un autor aún más cerca-
no a las prácticas sociales es Paulo Fred y la investigación social. Desde otro ámbito,
Poper planteaba que en la lógica del descubrimiento, para crear un nuevo saber hay que
saber muy bien la teoría acumulada, para que, si se establece una ruptura epistemológica,
tengamos la posibilidad de una excelente fundamentación en cuanto a las nociones
básicas. En ese sentido, el profesor Elizalde plantea que tendríamos que pensar qué es la
moralidad social en cuanto a la solidaridad: entender la solidaridad como una virtud. Si
uno fuese a realizar el ejercicio de integración tendría que hacer, de alguna manera, una
descentración para separar aquello que significa la discusión del derecho y el deber en la
solidaridad, pero, también, para comprender con un enfoque como el sistémico.
La experiencia Argentina nos está mostrando una tendencia a que se pueda reconocer
la educación no formal en la educación escolar y a que se creen currículos desde el punto
de vista de esas experiencias comunitarias. En Colombia, empieza a haber una preocupa-
ción, no quiere decir que antes no la hubiera, ni que ahora que empezamos la formación
en competencias ciudadanas nunca hubiese habido formación cívica de alguna manera
(las normas de Carreño, como una aproximación a una moralización del urbanismo para
aprender a convivir en el espacio público y la educación para la democracia con la
educación ambiental), sino que ahora se le ha concedido un lugar más pertinente y
necesario.
“Una economía que invierte en el bien, en la justicia y en la paz resulta más rentable
que una economía que invierte en la guerra y el mal. Por ello, la economía debe estar
regida por la libertad, una libertad corresponsable y realista, lejos de intereses y enga-
ños”. Esta afirmación, del economista Jordi Cusso, pertenece a un texto que motivó la
participación en un foro online realizado en febrero de 2004, por la Fundación Ayudan-
do Ayudar2 , entidad promotora de la Red Internacional Solidaria (RIS)3 . En definitiva, se
planteaba la capacidad de crear una sociedad solidaria, que pueda utilizar la economía
83
como una herramienta para construir un mundo más justo. Este economista reconocía
también la solidaridad y la inteligencia como fundamentos para orientar los criterios de
distribución económica.
Un famoso grafitti del mayo francés decía: “Cuando me había aprendido las respues-
tas, me cambiaron las preguntas”. El mundo globalizado hoy cambia cada día sus pre-
guntas, y, sin embargo, escuelas, liceos, colegios y universidades siguen dando las mis-
mas respuestas. Por eso hoy, quienes planteamos la necesidad de un cambio de época,
debemos pensar en gestar una educación radicalmente distinta. Y esto es muy difícil. La
mayoría de los educadores nos formamos en una escuela tradicional, transmisiva,
memorística, autoritaria, donde los valores eran universales, únicos e indiscutibles, y el
saber se equiparaba a la acumulación de datos.
En el mundo en que nacimos era relativamente fácil educar. Había consenso entre lo
que se consideraba bueno y malo —lo que es más importante—, y la búsqueda y viven-
cia del bien parecía ser tarea de todos. En general, había una coherencia entre lo que se
practicaba y enseñaba en la casa (todo el mundo, por ejemplo, consideraba que robar era
algo malo y por eso podían decir con sinceridad y orgullo “somos pobres pero honra-
dos”), lo que se vivía en la calle (cualquier persona se consideraba con autoridad para
llamar la atención y denunciar las conductas irregulares), lo que se enseñaba en las
escuelas y lo que se predicaba en las iglesias. En cierto sentido, toda la sociedad asumía
su papel de educadora. Hoy, esto no es así: los padres parecen haber renunciado a su
papel de primeros y fundamentales educadores y le reclaman a los maestros que desem-
peñen el papel que ellos no supieron cumplir. Renunciaron al autoritarismo, pero no han
sabido reconstruir un principio de autoridad que sirva de referencia para la construcción
de la identidad personal y social de niños y de jóvenes.
Los jóvenes flotan en una sociedad dominada por el vacío de ideales y de metas. La
televisión, con su enorme fuerza seductora, les propone como modelos ídolos del depor-
te, de la música, de las telenovelas, meros productos de la publicidad, creaciones efíme-
ras del mercado, que, por lo general, suelen ser personas inmaduras, vanas y superficia-
les, agobiadas por una fama repentina que no saben cómo manejar.
Ante esta avalancha deseducadora, las escuelas se sienten solas y desorientadas, im-
potentes para promover valores que la sociedad no está dispuesta a practicar y que,
incluso, considera inapropiados para triunfar en la vida.
Es muy poco lo que pueden hacer los maestros, a pesar de sus esfuerzos y buena
voluntad, si las familias y, en general toda la sociedad, no asume su papel de educadora.
86
ANTONIO ELIZALDE HEVIA
Las escuelas no pueden crear lo que no existe afuera. De ahí que la educación deba
constituirse en la principal preocupación y primera ocupación de toda la sociedad.
En segundo lugar, cada día está resultando más y más difícil educar porque, hasta
hace poco, todos estábamos convencidos de que la humanidad, guiada por la ciencia y
el progreso, avanzaba inexorablemente y con pasos firmes hacia un futuro que se vislum-
braba como cada vez mejor. La educación era el medio para progresar, para la movilidad
social, para tener acceso a la modernidad, para construir, tanto individual como colecti-
vamente, ese futuro mejor.
Este temor al futuro, esta incertidumbre frente al mañana, se traduce en una vivencia
light del presente, que lleva al abandono de todo idealismo, a la vivencia de un
pragmatismo inmediatista, y a desechar todo lo que implica esfuerzo, planificación,
compromiso, disciplina. Si no sabemos a dónde vamos, ¿de qué sirve ir juntos? La crisis
más grave es la carencia de un horizonte utópico que motive y justifique un compromiso
solidario para tratar de cambiar el mundo. De ahí que la política se vea con desdén y
escepticismo, o como un medio de ascender y medrar en la sociedad.
87
REFLEXIONES SOBRE PEDAGOGÍA, EDUCACIÓN Y CULTURA SOLIDARIA
En este contexto, ciertamente, hoy resulta muy difícil educar, pues la educación
implica una siembra a largo plazo, apuesta por la lenta germinación de las semillas, exige
coraje, esfuerzo, tesón, esperanza para asumir responsablemente las riendas de la propia
vida y así, con los demás, ir construyendo el futuro. Construirse como persona exige
renuncias, sacrificios, paciencia y esperanza. Sin esfuerzo, la libertad se vacía de signifi-
cado y de sentido. La genuina convivencia exige salir de uno mismo, preocuparse por el
prójimo. Si aceptamos que “todo vale”, le estamos dando carta blanca al tirano, al
poderoso; estamos promoviendo la ley del más fuerte.
En tercer lugar, hoy está resultando cada vez más difícil educar porque, en la llamada
sociedad del conocimiento, entró en crisis el modelo informativo, transmisivo e instruc-
tivo, y las escuelas y centros educativos, más allá de la retórica del “aprender a apren-
der”, no han sido capaces de sustituirlo por otro. Hoy resulta imposible, y hasta ridícula,
la aspiración enciclopédica de la escuela como transmisora del saber.
Hoy la información se presenta como una avalancha inabarcable, incierta, y los cono-
cimientos, como los yogures, nos llegan con fecha de vencimiento. De ahí que la mayor
parte de los contenidos que trata de enseñar la escuela resulten obsoletos. En la actuali-
dad, la World Wide Web se amplía, diariamente, con siete millones de páginas electróni-
cas.
¿Cómo educar a unos jóvenes nacidos en una sociedad mediática y sometidos, por
consiguiente, a una constante avalancha de informaciones múltiples que, además, perci-
ben de un modo pasivo, sin el menor esfuerzo? Al lado de lo que dice el maestro, o el
texto escolar, está la enorme cantidad de información de la que disponen la mayoría de
los alumnos. Los conocimientos impartidos en la escuela: “a menudo sólo tienen el
respaldo de la palabra y lo escrito, le parecen al niño y al joven (habituados a la imagen
y al entretenimiento) pobres, tristes y arcaicos, frente a la combinación de colores, mo-
vimientos y sonidos que han despertado su emoción y llenado su imaginación”.
Hoy, más que nunca, se necesitan educadores que ayuden a los alumnos a adquirir
los lenguajes necesarios, las estructuras mentales, las referencias históricas y geográficas,
los códigos morales que les posibiliten un crecimiento autónomo. Educadores capaces
de integrar ciencia y humanismo, cultura histórica y cultura tecnológica, que promuevan
la reflexión ética sobre los avances tecnológicos e impulsen el equilibrio entre la moral de
la solidaridad y la moral de la competencia.
Necesitamos una educación que proporcione una brújula para poder orientarse en
este mundo turbulento que vivimos. Se trata de desarrollar la semilla de uno mismo, de
promover ya no el conformismo y la obediencia, sino la libertad de pensamiento y de
expresión, y la crítica sincera, constructiva y honesta. El reto de la educación no puede
ser formar meramente productores eficientes y consumidores acríticos, como pretenden
algunos, sino formar personas auténticas, plenas.
consigo mismos. La genuina educación debe ayudar a los alumnos a plantearse las
preguntas esenciales y a responderlas con valor: ¿qué sentido tiene la existencia?, ¿quién
soy yo?, ¿para qué vivo?, ¿cuál es mi misión en la vida?, ¿cómo me concibo como una
persona realizada y feliz? Para poder realizarnos plenamente, todos necesitamos enfren-
tar el misterio de la existencia, que la vida se manifieste como pregunta y el ser humano
como interrogado. Ya lo decía Einstein: “Podemos vivir como si no existiera el misterio o
vivir como si todo fuera un misterio”.
Si nos falta autoestima, si no nos sentimos queridos, eso actúa como una fuerza en
contra de querer conocernos, de indagar en nuestra profundidad. De ahí la importancia
de que los maestros quieran a sus alumnos, de modo que se sientan importantes, valo-
rados, amados. A algunos les va a tocar, incluso, llenar ese vacío de amor que sus
alumnos nunca encontraron en los padres y curar, de este modo, las profundas heridas
del desamor. Por ello es tan importante un educador autoestimante. Por ello es también
tan necesario concebir y estructurar los centros educativos como comunidades de vida,
de participación democrática, de búsqueda intelectual, de diálogo, de trabajo y aprendi-
zaje compartido, y de discusión abierta sobre las tendencias socializadoras. Comunida-
des educativas en las que se aprende porque se vive, porque se participa, se construyen
90
ANTONIO ELIZALDE HEVIA
Adela Cortina11 ha señalado que no podemos olvidar que los bienes son por
naturaleza sociales: “Una ética del consumo se ve obligada a decir que una forma de
consumo es injusta si no permite el desarrollo igual de las capacidades básicas de todos
los seres humanos”.
Este tipo de educación intenta superar una concepción puramente economicista del
desarrollo y contempla un mundo cada vez más interdependiente, determinado por la
división crucial entre el norte y el sur del planeta y entre el norte y el sur de nuestros
propias sociedades; asimismo, trata de garantizar un desarrollo sostenible, no sólo para
el presente, sino, también, para el mundo futuro en toda su riqueza económica y ecológica.
La solidaridad es una actitud, una disposición aprendida, que tiene tres componen-
tes: un componente cognitivo, un componente afectivo y otro comportamental. De aquí
que los conocimientos que una persona tiene son suficientes para fundamentar la acti-
tud, acompañados del componente afectivo —el fundamental—, y el comportamental
94
ANTONIO ELIZALDE HEVIA
que sería el aspecto dinamizador de dicha actitud. Por tal razón, no podemos olvidar
aquello que sostiene Humberto Maturana: “al declararnos seres racionales, vivimos una
cultura que desvaloriza las emociones y no vemos el entrelazamiento entre razón y
emoción que constituye nuestro vivir humano, y no nos damos cuenta de que todo
sistema racional tiene un fundamento emocional”16 .
Entre los determinantes de las actitudes existen los factores genéticos y fisiológicos,
pero también los de contacto directo con el objeto de actitud, es decir, que las actitudes
se aprenden a través del proceso educativo. Asimismo, el ejemplo o las enseñanzas o
recomendaciones de los otros influyen en nuestras actitudes, pero el contacto directo
con los objetos es un factor de capital importancia en la conformación de las mismas,
también el factor ambiental, porque la infancia es la etapa decisiva que, en buena medi-
da, predetermina cuáles serán las actitudes básicas generales del sujeto ya adulto, la
pertinencia a un grupo, la comunicación, las características de la personalidad y la con-
ducta. Todas estas variables contribuyen a que las personas tengamos ciertas actitudes
ante los sucesos o individuos.
Es muy importante recordar aquí lo que afirma García Roca: “Primariamente, la soli-
daridad es un hábito del corazón que comienza su andadura en el simple hecho de
prestar atención, dejarse afectar, interesarse por los otros, cargar con la realidad para
poder encargarse de ella. Algo tan sencillo está en el origen de un enorme potencial. Hay
que caer en cuenta para movilizarse solidariamente”17 .
- Aumenta la motivación.
- Permite percibir nuevos sentidos al aprendizaje.
- Permite aplicar conocimientos teóricos en contextos reales.
- Genera nuevos aprendizajes.
Hay experiencias como la del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Soli-
dario19 , el cual nació al servicio de docentes y escuelas que han sido sensibilizadas por la
gran cantidad de niños y jóvenes en riesgo de ahogarse en la cascada de la pobreza. La
apatía, la falta de interés por una escuela alejada de la realidad, la carencia de modelos
adultos que propongan valores creíbles, el exceso de espejos virtuales y la ausencia de
afectos reales son otras tantas cascadas por las que también caen niños y adolescentes
cuyas necesidades materiales están satisfechas.
Cada día vemos más que la escuela tradicional ya no resulta suficiente para contener
a chicos que viven en situaciones extremas, pero también que los problemas no se
solucionan convirtiendo a los docentes en repartidores de leche o psicoterapeutas amateurs.
Por eso, en las escuelas solidarias, el protagonismo no es el del “docente-asistente-so-
96
ANTONIO ELIZALDE HEVIA
La solidaridad puede ser, entonces, para esta generación, mucho más que una buena
intención. Puede ser la pedagogía más eficaz para ayudarlos a crecer, y para que nos
ayuden a crear un mundo mejor para todos.
En una entrevista realizada a Benito Baranda, director del Hogar de Cristo y persona
que ha comprometido su vida, desde hace ya muchos años, al desarrollo de una cultura
solidaria en Chile, responde lo siguiente a las preguntas de quien lo entrevista:
Para ello, será necesario un currículo asociado a actividades sociales que sean perti-
nentes a la edad de niños y jóvenes, e, incluso, personas adultas, y que tengan sus
respectivos momentos del ver, el juzgar y el actuar. Esto es aplicar los principios de la
pedagogía social. Que esto no pase por la buena voluntad de apoderados o profesores,
debe ser parte fundamental de la labor educativa. Es necesaria una pedagogía que nos
permita incentivar en y desde la escuela la solidaridad en el espacio familiar, en el espacio
lúdico, en la calle, en la vida cotidiana; esto es, en los diversos colectivos en que partici-
pan las personas.
Sin embargo, para formar una actitud solidaria permanente, que refleje lo más íntimo
del ser humano y su necesidad de amar y entregarse a los demás, como decía el padre
Alberto Hurtado, fundador del Hogar de Cristo en Chile, es necesaria una pedagogía
social, la cual: “no puede contentarse con decir al niño: cuando tú seas grande harás esto
o aquello. La enseñanza moral, más que ninguna otra disciplina, para ser asimilada debe
ser vivida”.
En relación con el incentivo de la solidaridad como actitud de vida, queda claro que
esto se realiza por intermedio de la acción, es decir, de las oportunidades permanentes de
servicio que se ofrecen a niños y jóvenes de acuerdo con su edad, y del acabado conoci-
miento de la realidad social, familiar y personal. En este sentido, también el padre Hurta-
do estaba preocupado, éste decía: “la educación para ser realista ha de ir siguiendo paso
a paso los acontecimientos de la vida real y enseñando a los alumnos a verlos, a juzgarlos
y a actuar según lo pidan las circunstancias, para poder actuar así el profesor debe
comenzar por conocer y sentir estas realidades con un conocimiento real, no puramente
libresco”.
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101
1. Introducción
Para recorrer el camino abierto por estos interrogantes nos serviremos de autores ya
reconocidos en el área de la filosofía política, a saber, la obra de Karl Otto Apel, Jürgen
Habermas y Adela Cortina, los cuales, en forma y ritmo diferente, articulan su reflexión
sobre la base del planteamiento ético abierto por Kant. Éste es, por lo tanto, un texto que
busca hacer visible el pensamiento especializado de los autores en materia de filosofía
política, para acercarlo a un público más amplio, sin perder precisión, y usarlo para la
comprensión de nuestra realidad. En nuestro medio, todavía el discurso filosófico no
permea la acción política; debemos ir cerrando este abismo para encontrar ámbitos de
diálogo que acerquen la filosofía a la realidad política de nuestro medio y conduzcan al
hombre de acción hacia una fundamentación de su quehacer. Esta tarea podrá contri-
buir, hacia el futuro, a disponer de mejores criterios para el establecimiento de las políti-
cas públicas.
La tesis que trataremos de demostrar es que una política de la solidaridad hunde sus
raíces en la denominada ética de la responsabilidad; tiene sus principios fundantes en el
reconocimiento y valoración de la racionalidad comunicativa y en la aceptación de la
existencia posible de una comunidad de diálogo, en cuyo marco se considera posible
que la solución de las diferencias entre los seres humanos se resuelva sin recurrir a la
violencia.
Hacer visible esta tesis requiere que abordemos tres ejes diferentes, pero complemen-
tarios, de argumentación. De una parte, el esclarecer algunos términos; luego, delinear el
perfil de una ética de la responsabilidad y, finalmente, hacer explícito el vínculo entre una
ética de la responsabilidad y el principio de solidaridad. A partir de este punto, no será
102
LUIS ENRIQUE OROZCO
posible hacer algunas derivaciones apropiadas y consistentes para sugerir la labor que
incumbe a las universidades en su función de contribuir a la formación moral y ética de
los profesionales en el ámbito de una cultura de la solidaridad.
Las normas, por su parte, pueden ser jurídicas o morales, y cuando de lo fines se
trata, éstos pueden referirse a la acción política o a la tarea moral. Para decirlo de modo
más preciso, la vida moral transita entre normas y fines y tienen como substrato los
valores. Las normas no son fines en sí mismos, sino medios para la realización de valores
que asumimos en la vida práctica. A su vez, son condición de nuestra socialización y, por
lo tanto, revisten cierta necesariedad; y son o no legítimas en la medida en que consulten
los intereses de quienes serán afectados por ellas.
Debemos señalar, igualmente, que las normas son válidas justamente en la medida
en que encarnen valores, entendiendo por valor una opción que asume la persona con
miras al logro de un fin. Su fundamento lo encontramos en la interacción social. Se trata
de fines de la especie o del Estado como un todo. Todos los seres humanos poseemos
intereses y éstos se entretejen en relación con el interés colectivo y, al hacerlo, converti-
mos estos intereses en valores. De este modo, podemos señalar que la moral es algo que,
además de ser normativa, tiene que ver con los fines. Las preguntas pertinentes y en
secuencia adecuada serían, según lo plantea Beatriz Restrepo, las siguientes: ¿qué fines
queremos?, ¿qué valores requerimos?, ¿cuáles normas debemos establecer?
Y es secular por cuanto excluye sin negar todo principio de orden trascendente, o a
ideologías específicas, lo que haría de su argumentación algo particular. A este propósito
podemos recordar el señalamiento que hace Robert Misrahi a raíz de la famosa ley de
1905 que establece la separación de la Iglesia y el Estado.
Pero si bien la moral y la ética nos hablan de cosas diferentes, no obstante están
estrechamente vinculadas para conformar lo que podríamos llamar la dimensión ético-
moral del obrar humano. El discurso de la ética se vincula a prácticas morales de las
cuales rinde cuenta y explicita razones. La moral es, entonces, el objeto de la ética, como
lo puede ser la filosofía del arte respecto del arte. No es suficiente con obrar de modo
moral, hay que dar buenas razones. En la perspectiva de este texto, podríamos decir que
no es suficiente tener una formación moral, es necesario disponer de una buena forma-
ción ética.
K. Popper, uno de los filósofos más relevantes en materia de filosofía política, de los
últimos años, ha sugerido, a propósito de la sociedad, que vivimos en el mejor de los
mundos posibles4 . Pero, aún si de ello no podemos estar muy seguros, sí podemos
sostener que es mejorable y, por lo tanto, confiamos en que los procedimientos demo-
cráticos son racionales y, más aún, que son los más consistentes con la naturaleza de los
hombres y mujeres de hoy. Se trataría de procedimientos que constituyen la única elec-
ción voluntaria y libre, adecuada a las condiciones ideales aceptadas por todos al argu-
mentar. Condiciones que consisten, básicamente, en tres elementos: que todos los
interlocutores reales, actuales o posibles, son personas dotadas de igual derecho a parti-
cipar en los procesos de diálogo encaminados a establecer un consenso sobre las nor-
mas, cuyo seguimiento va a afectarles de alguna manera; que, a pesar de las limitaciones
de los consensos fácticos, es posible confiar en la realización de un consenso futuro que
tendrá lugar entre los medios de una comunidad de comunicación sometida a reglas
dialógicas propias de la argumentación y, finalmente, que en un consenso como ése
sería posible determinar las leyes correctas para los hombres.
Ahora bien, puesto que estas condiciones son aceptadas por cualquier ser que argu-
mente (por cualquier ser racional en cuanto racional), y dado que lenguaje y forma de
vida están unidas de modo intrínseco, quien opta por una forma de vida no democrática
efectúa una opción pragmáticamente contradictoria con su propia racionalidad. Estas
tres condiciones tienen sentido si, como lo muestra Ernest Boch, el hombre posee una
estructura utópica según la cual puede tener sentido esperar. En caso contrario, el pre-
sente tampoco tiene sentido y, por lo mismo, el confiar en una comunidad ideal de
diálogo sería una posición absolutamente idealista.
Pero habrá que dilucidar cómo sería el modo de evitar el idealismo que podría impli-
car la aceptación de la utopía. O, ¿cómo aplicar ese criterio regulativo que permite que
todo diálogo o convención obedezca sólo a la lógica del estratega y haga referencia a la
comunidad ideal de comunicación? Pero, lo que parece tener más dificultad, ¿cómo
aplicarlo a la vida práctica? Para muchos podría ser irresponsable vivir de principios
ideales (utopía y éticas de la intención), razón por la cual prefieren ajustarse a un
pragmatismo que asumen como realismo.
Según la máxima primera, ciertas acciones son buenas o malas en sí mismas con
independencia de las condiciones, y sin tener en cuenta las consecuencias posibles. De
este modo, el móvil para efectuarse no puede ser un condicionamiento empírico y,
además, debe aceptarse o no sin consideración a las circunstancias. Los mandatos son
idénticos para todos y en cualquier situación6 . Así las cosas, el político tiene que respon-
der a quienes le han elegido con verdad y sin violencia, independientemente de las
circunstancias.
Nos encontramos, pues, ante dos posibilidades: asumir una ética absoluta o una
posición estratégica. Si tomamos la primera, toda medida violenta es inmoral, incluida la
defensa de los débiles o de los pobres. No sería posible, ni siquiera, ponderar las conse-
cuencias de la acción. Si, por el contrario, tomamos la segunda opción, nos encontra-
106
LUIS ENRIQUE OROZCO
mos frente a una situación de tipo estratégico, lo que conduciría a decir que todo aquello
que no sea susceptible de cálculo estratégico no merece análisis alguno.
Pero, acaso, ¿no habrá una tercera opción? La respuesta es afirmativa; pero, para
captarla mejor, es necesario hacer algunas aclaraciones respecto a cada uno de los enfo-
ques éticos mencionados. En efecto, hagamos referencia a lo que entendemos por una
ética de la intención. Ésta significa que lo esencialmente bueno de la acción es la inten-
ción que a ella conduzca con indiferencia del éxito o fracaso que tenga. Lo único que
habría que tener en cuenta es la intención (la forma). El destino verdadero de la razón
tiene que ser producir una voluntad buena y buena en sí misma; lo que exige utilizar los
medios de los que se disponga para lograrlo. Una vez hecho esto, el éxito o fracaso no
inciden en la valoración moral porque no dependen del sujeto que obra7 .
Como puede observarse, nos encontramos aquí con la vieja pregunta acerca de si el
fin justifica los medios. En el enfoque de una ética de la intención, no pueden usarse
medios dudosos para lograr un fin bueno. De algún modo, parecería que para este
enfoque la ética no tomaría suficientemente en serio el logro de la felicidad. Pero no es
así, sucede, más bien, que funciona sobre la base de una lógica según la cual de una
acción buena no podría seguirse una consecuencia mala, y viceversa. Luego, podemos
decir: no es que sea irracional, sino que, por el contrario, es absolutista en tal lógica y
sostendrá, en consecuencia, que aunque el bien no se siga de inmediato, vendrá más
adelante, porque el destino de la razón ha de ser el de producir una voluntad buena
(Kant).
Claro está, otros enfoques solucionan esta perplejidad acudiendo a instancias trascen-
dentes: Dios, la Providencia, y dejan en sus manos el juicio último: “que Dios los juz-
gue”. El punto es el siguiente, para unos y otros: para cualquiera que posea sensibilidad
moral, lo absurdo del mundo no le puede ser indiferente. Es necesario, por lo tanto,
acudir a principios trascendentes, cualesquiera que ellos sean, tanto en el esquema cris-
tiano como en el marxista (la historia).
Pero, además, este principio tiene un valor universal; es decir, que vale incondicional-
mente y se constituye de esta manera en un a priori categórico. A los únicos a quienes no
se aplicaría sería a quienes quieran optar por un comportamiento irracional; contrario,
por lo tanto, a su naturaleza. Pero, para los demás, estos intereses de la razón práctica no
son subjetivos, sino objetivos y, por ello mismo, ningún condicionamiento empírico
debilita su fuerza.
De modo más preciso, ¿en qué consiste una ética de la responsabilidad solidaria? En
primer lugar, se trata de una ética que asume el carácter incondicionado de los mandatos
como el síntoma de una universalidad humana posible; los seres humanos somos seme-
jantes, aunque no idénticos; no nos percibimos recíprocamente como extraños y por ello
tiene sentido hablar de una “comunidad ideal de comunicación” que forma, a su vez,
parte de una lógica de la acción.
Para entender este planteamiento de forma más completa, es necesario apelar a una
distinción central que debemos al Kant de las Críticas. Se trata de que podamos distinguir
la razón en cuanto facultad de engendrar formas que posibilitan los juicios analíticos; de
una razón que ofrece estructuras que configuran nuestro modo de conocer. Pero la razón
humana es también facultad de sentir, de obrar y de esperar. La razón es el principio que
permite mantener unida y referida a un yo toda experiencia posible; sujeto trascendental,
mediado históricamente (¿en este punto nos separamos de Kant?).
lidad, intersubjetividad y objetividad de sus mandatos. Todos los seres humanos posee-
mos una dimensión universal, hasta el punto que la condición de ciertas leyes resulta
valedera y que renunciar a ellas es renunciar a la racionalidad misma. Así lo entiende
también la ética de la intención; para la ética solidaria, sólo hay una condición para los
mandatos de la razón práctica: querer comportarse de modo racional.
De esta manera, podríamos decir que una ética de la responsabilidad solidaria tiene
algo en común con la ética de la intención, y esto es la comunicabilidad como posibili-
dad subyacente a los tres usos de la razón (teórica, estética y moral práctica).
Se trata, por lo tanto, de una ética que argumenta y que asume responsabilidades
guiada por un ideal humano de solidaridad. Esta ética de la solidaridad argumenta,
valora y busca consensos; así, es regulativa en el sentido kantiano de esta expresión. Sus
juicios son prácticos, orientan la vida.
Pero esta presentación esquemática quedaría incompleta sin una referencia mínima a
las dificultades encontradas por esta propuesta. Dificultades para cuya respuesta se han
hecho algunas elaboraciones en la obra de Adela Cortina y Apel, principalmente. Ellas
tienen que ver con dos asuntos. De una parte, ¿cómo exigir a todos, de modo incondi-
cional, que actúen según reglas de una comunidad ideal de diálogo, cuando tales reglas
no se encarnan en una institución real?, y, de otra, ¿cómo exigir de modo incondicional
el cumplimiento de un principio, de cuyo acatamiento universal no tenemos plena ga-
rantía?
Por lo tanto, la actitud moral no consiste sólo en actuar de modo responsable, sino en
valorar la finalidad propia del ser humano. A la razón no puede serle indiferente la
historia concreta en la que los hombres y mujeres luchamos por nuestro mutuo recono-
cimiento.
De un modo más preciso, podríamos identificar algunas tareas mínimas para el inme-
diato futuro en la dirección de buscar el imperio de una ética de la responsabilidad
solidaria que nos permita avanzar en la dirección adecuada.
En el orden de los conceptos sería muy difícil la construcción de una ética en cuyo
centro y fundamento encontremos la solidaridad como valor fundamental, sin asumir
otros conceptos clave como el de la igualdad, el reconocimiento del otro, el sentido de
la justicia, la autonomía, el autodesarrollo y la apreciación de los valores como funda-
mento y sentido de nuestras acciones. Más, no se trata de conceptos cuya significación
intelectual sea clara, sino de interiorizar, por medio de una pedagogía de la contamina-
ción, su valor para el logro de una vida buena que incluya la felicidad como finalidad
última del mundo de la vida. Esta acción pone en cuestión las prácticas sedimentadas en
las instituciones, en el terreno de la docencia, de los métodos y de las formas de operar
en la organización, articulados muchas veces, no todas, sobre fundamentos que no se
discuten y sobre esquemas de valoración que excluyen toda referencia moral en el terre-
no de la academia.
De igual manera, tendría mucho sentido la discusión argumentada sobre las limita-
ciones de sistemas de moralidad individualistas e insolidarios, temerosos de la autonomía
de las personas, rígidos e inflexibles en su normatividad, carentes de fines y pobres en su
propuesta de desarrollo humano.
Podría constituir una tarea de todo el profesorado del país, desarrollar una competen-
cia para mostrar en sus cursos la significación cultural y moral de los contenidos de la
docencia. Esta carencia hace visible posiciones ideológicas, no siempre reflexivas, como
transmitir la idea de un dualismo entre ciencia y cultura, entre razón y fe, entre ciencia y
reflexión ética. Es fundamental que los estudiantes no sólo aprendan a comportarse bien,
sino a dar razón de su comportamiento. Es decir, que logren en su paso por la universi-
dad incrementar su talante moral y su formación ética. Evitar una formación escindida
puede ser una tarea que convierta el proyecto académico universitario en algo más perti-
nente y, por lo tanto, más apto para el logro de una ética de la responsabilidad solidaria
en el país. Es un compromiso ineludible para el presente y el futuro de nuestro sistema de
educación superior.
112
LUIS ENRIQUE OROZCO
Bibliografía
Cortina, Adela, Ética aplicada y democracia radical, Madrid, Taurus, 1993.
—, Razón comunicativa y responsabilidad solidaria, epílogo de K. O. Apel, Madrid, Edicio-
nes Sígueme, 1985.
Habermas, J., Conciencia moral y acción comunicativa, Barcelona, Península, 1985.
Kant, I., Crítica de la razón práctica, París, P. U. F, 1971.
Misrahi, Robert, “La laïcité est l´intelligence de la démocratie”, en: Le Figaro Magazine, s.
l., 23 de octubre de 2004.
Orozco Silva, Luis Enrique, Ideas filosóficas y políticas del Estado, Bogotá, Universidad de
los Andes, 2004.
113
FUNDAMENTOS ÉTICOS DE UNA POLÍTICA DE LA SOLIDARIDAD
Programa de competencias
ciudadanas
Rosario Jaramillo Franco1
1 . Introducción
Al recorrer el país, en estos últimos meses, hemos encontrado experiencias que nos
han fascinado al interior del Ministerio de Educación y que podríamos describir como de
una educación verdaderamente humanista. En los lugares más apartados, y muchas
veces en situaciones sociales dramáticas, descubrimos maestros que modelan cariño
inteligente y devoción sincera hacia sus alumnos, y logran formar muchachitos y mucha-
chitas seguros de sí mismos, capaces de argumentar sus propias ideas, competentes en
escuchar y respetar las ideas de sus pares, en sentir empatía por ellos cuando tienen
problemas, en recapacitar cuando se equivocan o hieren a alguien, y en trabajar juntos
para sacar proyectos adelante. Al hacerle seguimiento a las instituciones donde se han
dado estas experiencias, hemos visto el crecimiento de los niños, desde ya ciudadanos,
que se están desarrollando cognitiva y afectivamente y están aprendiendo a comunicarse
de manera atenta y a la vez asertiva. Muchos de estos maestros trabajan en escuelas en
las que priman el diálogo y la solución auténticamente concertada de los problemas
entre directivos y docentes, docentes y alumnos y alumnos entre sí, y donde los padres
de familia sienten que pueden acudir en busca de apoyo para la educación de sus hijos.
Estas experiencias hacen que podamos contar hoy con numerosos ejemplos que nos
permiten inspirarnos para reflexionar y profundizar en los procesos de enseñanza que
conducen a formar personas humanas y auténticas.
En muchas otras instituciones existe, sin embargo, una enorme brecha entre el discur-
so democrático y las prácticas cotidianas que son impositivas y autoritarias. Con frecuen-
cia, los procedimientos democráticos que se han incorporado al funcionamiento cotidia-
no de la institución no pasan de ser formalidades o simulacros ritualizados, carentes de
sentido para los estudiantes y sin mayor impacto en la formación de sus competencias
ciudadanas. En muchas de estas escuelas, las relaciones sociales y académicas, viciadas
por prejuicios y estereotipos, siguen marcadas por prácticas autoritarias que llenan de
temor a sus miembros y les impiden el desarrollo de la autenticidad y de la autonomía. La
evaluación, en lugar de ser informativa es punitiva, carente de criterios claros y públicos
que permita a los evaluados y los evaluadores saber hacia dónde se dirigen, y el sentido
del ejercicio. Allí no existe una pregunta auténtica, las prácticas pedagógicas privilegian
la memoria en vez del método, y se caracterizan por la debilidad de un espíritu verdadera
115
y rigurosamente crítico. Es claro que todas estas prácticas son lo opuesto a una educa-
ción humanista.
¿Qué hace que haya unas escuelas democráticas y otras no? ¿De qué depende?
¿Habrá en todas partes maestros generadores de ambientes abiertos y constructivos,
capaces de escuchar y valorar las ideas y opiniones de sus estudiantes, de sus compañe-
ros y de las distintas personas con quienes interactúan?, pero, ¿aún cuando los haya, los
cambios institucionales no son mucho más difíciles de lo que se cree?
Lo que es claro es que para poder entender mejor cuáles son los factores que influyen
en conseguir la formación de buenos ciudadanos, debemos comenzar por decidir qué es
un ciudadano y comprender bien cómo se forma. Además, tenemos que desarrollar un
sistema de evaluación que nos permita saber qué posibilita los efectos esperados, qué no
y, especialmente, por qué. Y digo que necesitamos un sistema que nos permita saber y
no simplemente creer. Un sistema de evaluación que nos permita ir más allá de la
ideología y la opinión y que nos ayude a ver nuestras debilidades y fortalezas como
requisito indispensable para el mejoramiento.
que, con los resultados, se vea, como en un espejo, qué tanto comprende la persona lo
que está aprendiendo. Es en los desempeños, en la práctica y en la reflexión sobre la
competencia donde las personas pueden verse a sí mismas, conocer sus propios proce-
sos y entender qué les falta aún para que el producto o el desempeño quede bien.
Por otra parte, los resultados de las pruebas nacionales e internacionales venían mos-
trando bajos rendimientos del sistema educativo colombiano, especialmente en habilida-
des de pensamiento. Esto apuntaba a que la autonomía curricular, por sí sola, no era
suficiente para lograr la clase de educación que todos queríamos para los niños y las
niñas de Colombia, ya que no estaba garantizando equidad en la calidad de la educa-
ción. Se reconoció, entonces, la necesidad de construir unos criterios básicos de calidad
compartidos por todas las instituciones educativas, sobre los cuales se podrían desarrollar
autónomamente los PEI, y que incluyeran habilidades cognitivas y comunicativas. Con el
tiempo, también se vio la importancia, sobretodo en competencias ciudadanas, de desa-
rrollar competencias emocionales, importantísimas para disponer a la acción. Estos acuerdos
mínimos fundamentales sobre la calidad educativa a la que tienen derecho todos los
niños de Colombia son los estándares básicos de calidad, que, en esencia, buscan garan-
tizar la equidad del sistema educativo.
Por eso, en la revolución educativa del actual gobierno se ha decidido retomar los
diversos programas que venía desarrollando el mismo Ministerio (lineamientos curriculares,
Pruebas Saber en las áreas básicas, recolección de experiencias exitosas y planes de mejo-
ramiento), y combinarlos con estándares en competencias de matemáticas, de lenguaje,
de pensamiento científico y ciudadanas, y las Pruebas Saber adaptadas a estos estándares.
117
PROGRAMA DE COMPETENCIAS CIUDADANAS
2.3 TTalleres
alleres regionales
A partir del trabajo realizado en los talleres, las Secretarías de Educación animaron
foros municipales (realizados de abril a junio de 2004), en los que se creó el espacio para
dar a conocer diferentes experiencias significativas que pudieran convertirse en alternati-
vas pedagógicas para desarrollar competencias ciudadanas en las instituciones educati-
120
ROSARIO JARAMILLO FRANCO
vas. Las mejores experiencias fueron invitadas a foros regionales (efectuados de julio a
septiembre de 2004) en los cuales se presentaron y, además, contaron con el apoyo de
un experto en el tema, que ayudó a realizar ajustes a las experiencias para hacerlas más
exitosas. Por último, se llevó a cabo el foro educativo nacional (en octubre 25 y 26 de
2004), en el que participaron como ponentes las experiencias más significativas en el
ámbito nacional. También se contó con la asistencia de expertos en el tema a escala
nacional e internacional para comentar las experiencias y encontrar tendencias o patrones
que permitieran ofrecer ideas para el desarrollo de políticas educativas. Después del foro,
hubo tres días de talleres de formación, en siete ciudades del país (Bogotá, Bucaramanga,
Cali, Cartagena, Florencia, Manizales y Medellín) en las que expertos nacionales e inter-
nacionales intercambiaron ideas con los ponentes de las experiencias exitosas y otros
asistentes, para que esto les permitiera seguir creciendo en el tema de las competencias
ciudadanas. Con los foros y los talleres se espera ofrecer a las instituciones educativas los
conocimientos y las herramientas pedagógicas para desarrollar planes de mejoramiento
que contribuyan a la formación ciudadana, integrándola con la enseñanza de sus áreas
disciplinares y su gestión institucional.
Para divulgar las experiencias significativas y los logros de estos foros, se utilizarán
medios como la televisión educativa a través de Señal Colombia y la generación de redes
y foros de discusión virtual, en el portal educativo http://www.colombiaaprende.edu.co.
Necesitamos acercar lo que ocurre en el aula con las políticas locales, departamentales y
nacionales. Para ello, debemos aprender a utilizar la tecnología que nos ofrece el portal
para ir creando redes que aproximen a los administradores de políticas educativas a lo
que sucede en el aula de clase, y entender qué tan efectivos y verdaderamente útiles son
las pruebas que estamos desarrollando, qué tanto les permiten a los docentes compren-
der mejor a sus alumnos y, probablemente, a sí mismos; qué elementos hacen falta, y
qué otros territorios cognitivos, afectivos, comunicativos o de otra índole se deben ex-
plorar.
Los medios de comunicación serán usados por el programa como una valiosa herra-
mienta de divulgación, donde se darán a conocer diversas alternativas pedagógicas para
el fomento de las competencias ciudadanas.
Para generar debates sobre el papel que pueden desempeñar las universidades en la
reflexión sobre lo que significa ser ciudadano y sobre la formación de la ciudadanía tanto
121
PROGRAMA DE COMPETENCIAS CIUDADANAS
2.9 Investigación
2.10 Alianzas
2.11 Concursos
El programa del Ministerio se asocia también a concursos como “adiós a las trampas”
patrocinado por el Ministerio de Cultura, la Oficina de Anticorrupción de la Presidencia
de la República, el Fondo de Cultura Económica y el Banco de la República.
3. Competencias ciudadanas
La convivencia pacífica.
Participar responsable y constructivamente en procesos democráticos.
Respetar y valorar la pluralidad y las diferencias tanto en el entorno cercano
como en la comunidad, el país y en el mundo.
Al pensar que los estándares de competencias ciudadanas tienen como marco funda-
mental de su formación el respeto y la defensa de los derechos humanos, pensamos que
esto exige el desarrollo de habilidades y conocimientos para la orientación y regulación
pacífica de la convivencia en condiciones de respeto a la dignidad humana.
Son las habilidades necesarias para la identificación y respuesta constructiva ante las
emociones propias y las de los demás, y para desarrollar una empatía que pueda llegar a
incluir a todas las personas —aún las más lejanas emocionalmente—, en el ámbito del
cuidado y atención a sus necesidades. Sobra explicar en qué sentido esto nos hace más
humanos, más dispuestos a crecer con el otro, que el sólo desarrollar las competencias
cognitivas.
Pensamos que las siguientes sugerencias impulsan los ambientes democráticos en las
escuelas:
La solidaridad como
pedagogía: el aprendizaje-
servicio en Argentina y
América Latina
María Nieves Tapia1
Alba González2
1. La solidaridad en el sistema educativo: tradición e innovación
niños y niñas de nivel primario que mejoran su escritura mandando cartas a los diarios
con el fin de reclamar mejoras en la plaza de su barrio; estudiantes de agronomía que
desarrollan sus prácticas profesionales capacitando a familias sin recursos en el desarrollo
de huertas familiares, futuros médicos y odontólogos que agregan a sus prácticas hospi-
talarias prácticas en centros comunitarios o en áreas altamente vulnerables, y la lista
podría seguir, abarcando una amplia gama de temáticas y experiencias4 .
Sabemos que la palabra solidaridad puede ser usada en contextos muy diferentes: se
puede hacer “un llamado a la solidaridad” para pedir donantes de sangre o voluntarios
sociales, hablar de solidaridad entre los trabajadores de un sindicato o solicitar la solida-
ridad latinoamericana para afrontar la deuda externa. En nuestro continente, tanto políti-
cos progresistas como conspicuos dictadores han utilizado la expresión como parte pre-
ciada de su vocabulario.
De hecho, muchos líderes de la sociedad civil están preocupados por una cierta moda
solidaria que pareciera estarse difundiendo en el ámbito mundial y regional. Cuando casi
todo el mundo —desde estrellas de la televisión hasta secretarios de Estado— hace
llamados a la solidaridad, la palabra corre el riesgo de convertirse en un cliché vacío de
contenido o en un vago sentimiento de buena voluntad. De hecho, muchas acciones
solidarias difieren muy poco de las antiguas beneficencias, y algunas parecen no tener
ningún otro propósito que aligerar la conciencia del donante, o formar parte de estrate-
gias de marketing de empresas que, simultáneamente, evaden impuestos o contaminan
el medio ambiente.
127
LA SOLIDARIDAD COMO PEDAGOGÍA
No es la menor de las diferencias culturales que nos separan del mundo anglosajón el
hecho de que sea casi imposible traducir solidaridad al inglés (solidarity es un término
prácticamente sin uso en la lengua cotidiana, y en el contexto cultural norteamericano
hace referencia casi exclusiva a las posiciones políticas del socialismo de principios del
siglo XX, o a Lech Walesa), y que sus cuasiequivalentes (service y caring) tengan raíces
históricas y culturales muy diversas, sin la fuerte implicación comunitaria, de compromi-
so asumido colectivamente, que tiene el término solidaridad en la lengua castellana, así
como en portugués o francés6 .
Los estudios sobre prosocialidad vienen cobrando mayor peso en las últimas décadas,
y creemos que pueden ser un aporte significativo para sustentar, desde las ciencias socia-
les y la psicología, el concepto de solidaridad.
Si bien el término “conducta prosocial” fue acuñado en 1972 por L. Wispe, como
antónimo de conducta antisocial, recién en la década de los ochenta se comenzó a
desarrollar un modelo pedagógico teórico de enseñanza de la prosocialidad.
Una definición más amplia y precisa, que tiende a diferenciar mejor la prosocialidad
de la definición tradicional de altruismo, es la elaborada por el equipo de la Universidad
Autónoma de Barcelona:
Figura 1. Aprendizaje-servicio
las instituciones educativas: por un lado, actividades con objetivos específicamente aca-
démicos, como los estudios o trabajos de campo o en terreno, pasantías, etc., que se
realizan con el fin de que los alumnos apliquen metodologías de investigación y hagan
contacto con la realidad en función de un aprendizaje disciplinar determinado. Por el
otro lado, en miles de instituciones educativas de nuestro continente se desarrollan acti-
vidades solidarias, ya sean campañas solidarias con la propia comunidad o con otras
comunidades: iniciativas de alfabetización, forestación, apoyo escolar y tantas otras.
Entre ellas, consideramos que puede ser de utilidad presentar los “Cuadrantes del
aprendizaje y el servicio” desarrollados por la Universidad de Stanford, con algunas adap-
taciones propias13 . (Véase Figura 2)
El eje vertical del gráfico refiere a la menor o mayor calidad del servicio solidario que
se presta a la comunidad, y el eje horizontal indica la menor o mayor integración del
132
MARIA NIEVES TAPIA - ALBA GONZÁLEZ
En el caso del eje horizontal, se refiere a la mayor o menor integración de los apren-
dizajes académicos formales con la actividad de servicio desarrollada: en este sentido, las
actividades de servicio pueden ser parte de los contenidos de aprendizaje requeridos por
una asignatura (como en el caso de las pasantías universitarias orientadas al servicio de
una comunidad determinada), pueden tener una vinculación explícita con las actividades
desarrolladas en el aula o los contenidos curriculares de una o más áreas o disciplinas
(estudiantes de una escuela técnica que aplican sus conocimientos a la instalación de
paneles solares en una escuela rural), o puede haber escasa o ninguna conexión entre lo
estudiado y la actividad de servicio14 .
En función de estos ejes quedan delimitados cuatro cuadrantes, que permiten dife-
renciar cuatro tipos de experiencias educativas:
I. TTrabajos
rabajos de campo
Entre las limitaciones que más frecuentemente pueden evaluarse en este tipo de
iniciativas, es necesario señalar que suele primar en ellas una mirada asimétrica
con relación a los necesitados. El concepto de ayuda suele prevalecer sobre la
reflexión acerca de las estructuras socioeconómicas o las problemáticas ambienta-
les que están en la raíz de la demanda atendida, y, difícilmente, se enfatiza la
relación entre solidaridad y justicia social.
La calidad del servicio de este tipo de iniciativa se considera baja porque una
acción asistemática tiene escasas posibilidades de generar soluciones duraderas a
un problema social, y porque, a menudo, no involucran un compromiso personal
de los estudiantes en la solución de los problemas. Por otra parte, la calidad del
aprendizaje se considera pobre porque, aunque los alumnos adquieran una cierta
conciencia sobre problemáticas como la pobreza, o el impacto de las catástrofes
naturales sobre la vida cotidiana, este tipo de acciones no se articulan con los
aprendizajes disciplinares.
Básicamente, diferenciamos las iniciativas solidarias asistemáticas del aprendi-
zaje-servicio en que no se proponen articular la actividad solidaria de los estudian-
tes con los contenidos que se aprenden en clase.
Fuente: Andrew Furco y Shelley H. Billig (eds.), Service-Learning: The Essence of the
Pedagogy, s. l., IAP, CT, 2002. (Las modificaciones que hemos introducido están en cursiva).
En 1990, Jane Kendall reveló que sólo en el idioma inglés se habían desarrollado más
de 140 definiciones distintas de service-learning17 . En la década siguiente, el espectro de
definiciones se multiplicó aún más; se estima que se han producido más de 400 defini-
ciones diversas18 . En Gran Bretaña, por ejemplo, el término service-learning ha sido
progresivamente reemplazado en el sistema educativo por active learning in the
community.
En gran parte del mundo hispano parlante hay escaso conocimiento sistemático de la
metodología del aprendizaje-servicio como tal, y numerosas prácticas que podrían ser
consideradas como de aprendizaje-servicio son definidas indistintamente como “proyec-
tos de acción social”, “acción solidaria” u otras definiciones semejantes19 .
Consideramos que esta definición recoge las tres notas características del aprendizaje-
servicio que son comunes a la mayoría de las definiciones aceptadas en forma más
generalizada en la comunidad académica: el protagonismo de los estudiantes, la provi-
sión de un servicio concreto y significativo tanto para la comunidad destinataria como
para los estudiantes, y la conexión entre ese servicio y los contenidos de aprendizaje.
140
MARIA NIEVES TAPIA - ALBA GONZÁLEZ
Entre los pedagogos de la Escuela Nueva, seguramente quien más incidió en los
fundamentos teóricos del aprendizaje-servicio en Estados Unidos fue John Dewey29 .
Las teorías de Dewey se centraban en que el niño aprende aquello que experimenta,
y que lo que no es tamizado por la experiencia, sobre la que se reflexiona, no permanece
como un aprendizaje apropiado. Este énfasis se tradujo en muchos aspectos de las prác-
ticas educativas, incorporando, en casi todas las disciplinas, elementos de práctica, tra-
bajo de laboratorio, trabajos de campo y salidas educativas.
Ahora bien, sin negar este dato histórico, hay que señalar que aún en Estados Unidos
y sobre todo en Europa y América Latina, el desarrollo de proyectos de aprendizaje-
servicio ha tenido que ver también con otras fuentes de pensamiento.
Autores como Piaget, Freinet, Vigotsky y otros, han enfatizado la relación entre el
actuar y el desarrollo del pensamiento conceptual, y han contribuido a la reflexión teórica
de quienes desarrollan prácticas de aprendizaje-servicio30 .
Para Piaget, conocer un objeto es actuar, operar sobre él y transformarlo para captar
los mecanismos de esa transformación, siendo estas estructuras elaboradas por la inteli-
gencia en tanto que prolongación directa de la acción: “La inteligencia es asimilación en
el sentido que incorpora dentro de su marco toda la información ofrecida por la experien-
cia”31 . Para la construcción de la razón del niño es también necesaria una estructura
social que englobe no sólo la cooperación entre niños, sino también la cooperación con
el adulto. Serán estas cooperaciones las que den lugar a la autonomía en la reciprocidad,
a la madurez social32 . Desde esta perspectiva, el aprendizaje-servicio, que promueve la
reflexión sobre la experiencia solidaria desarrollada, y que enfatiza la necesidad de coope-
ración entre niños y adultos al servicio de mejores condiciones de vida para todos, con-
tribuye al desarrollo de la inteligencia tal como la entendía Piaget33 .
El concepto de aprendizaje significativo, tal como fuera planteado por David Ausubel,
está también íntimamente ligado al desarrollo de prácticas de aprendizaje-servicio. Para
Ausubel, el aprendizaje significativo —al que diferencia del aprendizaje reiterativo— par-
te de la premisa que la persona aprende un contenido cuando es capaz de atribuirle
significado. La significatividad del aprendizaje no es algo que se alcance de una vez, sino
que es un proceso abierto y dinámico por el cual se van construyendo significados cada
vez más complejos.
- La autoestima.
- El compromiso moral, ético o religioso.
- La capacidad de actuar con independencia e iniciativa personal.
- La creatividad.
- La capacidad de relacionarse positivamente con otros.
- La capacidad de instrospección.
- El sentido del humor.
Frente a tantos discursos adultos que sostienen que toda generación pasada fue me-
jor, más comprometida y más idealista, frente a tantas profecías autocumplidas de fraca-
so, necesitamos mostrar a nuestros alumnos que ellos son capaces de hacer algo positivo
por los demás. Pero, para fortalecer su autoestima, es necesario, en primer lugar, que
nosotros creamos en ellos, que les demos la oportunidad de ser protagonistas, y no sólo
destinatarios de acciones educativas o sociales.
En este sentido puede ser ejemplificador el caso del Centro Educativo Integral Enrique
Angelleli de Bariloche, en Argentina. Este centro educativo, que brinda capacitación
laboral y les permite completar sus estudios primarios a jóvenes que han abandonado la
escuela, está ubicado en un barrio marginal en el que la desocupación, la droga y la
violencia son problemas cotidianos.
Desde una mirada sociológica, los alumnos del Centro podrían ser definidos con toda
precisión como: “jóvenes en riesgo” o “población vulnerable”. Desde una mirada poli-
cial, como potenciales delincuentes. Los directivos y docentes advertían que la actitud
predominante en los estudiantes era la de una permanente demanda: de dinero, de
comida, de ropa, de ayuda. En definitiva, nada que no resulte familiar a quienes hayan
trabajado en una escuela urbano-marginal.
La escuela reorientó las actividades de los talleres laborales y las asignaturas académi-
cas de modo que, desde ciencias sociales, se orientó a los estudiantes para realizar un
145
LA SOLIDARIDAD COMO PEDAGOGÍA
Para concluir la revisión de los pilares de la resiliencia identificados más arriba, debe-
mos reconocer que no podemos demostrar científicamente que el aprendizaje-servicio
fortalezca el sentido del humor. Sin embargo, sí podemos compartir una constatación:
las escuelas solidarias que hemos visitado son instituciones llenas de un entusiasmo
contagioso. El peor humor suelen padecerlo quienes bajaron los brazos, y quienes nunca
intentaron modificar al menos algo de lo que criticaban.
146
MARIA NIEVES TAPIA - ALBA GONZÁLEZ
estandarizadas que no pueden dar cuenta más que de algunos contenidos conceptuales
de enseñanza.
En este sentido, uno de los puntos de referencia puede ser el informe publicado por
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco)
con las conclusiones de una destacada comisión internacional de expertos, dirigida por
Jacques Delors, denominado La educación encierra un tesoro44 . En esa difundida obra
se planteaban cuatro grandes desafíos para la educación en el siglo XXI: aprender a
aprender, a ser, a hacer, y a vivir juntos.
Simplemente a título ilustrativo, creemos que pueden ser interesantes las conclusio-
nes de una investigación empírica desarrollada por G. Philips, en la cual indagaba en qué
medida se retiene el aprendizaje de acuerdo con la metodología de adquisición. El estu-
dio sostiene que se retiene un 10% de lo que se escucha, un 15% de lo que se ve, y un
20% de lo que se ve y escucha simultáneamente (esto explicaría por qué lo que le
decimos a nuestros hijos y alumnos les resulta tan fácil de olvidar, y por qué la televisión
suele impactar el doble que las clases expositivas). El mismo estudio afirma que retene-
mos un 80% de lo que experimentamos activamente y un 90% de lo que enseñamos a
otros46 .
Creo que todos, como docentes, hemos constatado cuánto se aprende dando clase.
Pero también nuestros alumnos y alumnas pueden vivir esa experiencia, pueden aprender
enseñando a otros. De hecho, en los últimos años, numerosos estudiantes argentinos
han brindado apoyo escolar a niños menores, ya sea en su propia escuela o en otros
contextos comunitarios. En este momento, más de 1.000 estudiantes de institutos de
formación docente están actuando como tutores de 6.000 adolescentes en riesgo
socioeducativo, por medio del proyecto Aprender enseñando. El seguimiento de expe-
riencias desarrolladas en distintos puntos del país muestra que este apoyo personalizado
mejora las posibilidades de éxito escolar de niños y adolescentes en situaciones vulnera-
bles, pero que también quienes brindan ese apoyo fortalecen su propio rendimiento
escolar. Al enseñar a otros, los estudiantes están revisitando conceptos básicos de las
149
LA SOLIDARIDAD COMO PEDAGOGÍA
Junto con este evidente impacto en la calidad de vida de la comunidad, creemos que
no es casual que los estudiantes de Ramona fueran galardonados en todas las ferias de
ciencias a las que se presentaron, y que su experiencia haya sido seleccionada para el
prestigioso Premio Internacional del Agua, otorgado por Suecia a las mejores investiga-
ciones y proyectos educativos sobre el tema. Como en tantos otros casos, la intención de
solucionar un problema comunitario motivó a los alumnos a adquirir conocimientos
científicos de una profundidad superior a la que les requerían los planes de estudio, y a
desarrollar procedimientos y métodos propios de diversos campos disciplinares que difí-
cilmente hubieran practicado en contextos educativos más tradicionales.
Si bien son aún muy escasas las investigaciones sistemáticas en este campo en Amé-
rica Latina, el estudio de algunos casos en Argentina y Chile permitiría afirmar que el
aprendizaje-servicio impacta especialmente en la retención y calidad educativa de las
escuelas en contextos de alta vulnerabilidad socioeducativa.
Liceo para todos, del Ministerio de Educación de Chile, que atiende a las escuelas medias
más vulnerables desde el punto de vista socioeducativo.
El segundo desafío planteado por la Unesco para la educación del siglo XXI es el de
aprender a hacer.
g Comunicación: el mundo del trabajo pide que nuestros egresados sepan hablar,
leer y escribir correctamente, que sean capaces de comunicarse eficazmente. Se
pide que tengan capacidad de tratamiento de información y de interpretación
para la toma de decisiones.
g Adaptación a entornos cambiantes: que puedan responder con iniciativa y
con responsabilidad a situaciones novedosas y problemáticas.
g Capacidad de aprendizaje y autoformación: volvemos a la importancia del
aprender a aprender permanentemente.
g Gestión: dirigir y organizar secuencias de trabajo.
g Capacidades relacionales: colaboración, responsabilidad y autonomía. Que
sepan trabajar en equipo49 .
Lo que nos dice el mundo del trabajo es que los conocimientos técnicos y los modos
de gestión cambian tan rápido, y son tan específicos de cada ámbito productivo, que se
deben aprender de acuerdo con las condiciones de cada lugar de trabajo. En cambio,
para las competencias básicas como la comunicación, la responsabilidad y el sentido de
iniciativa no hay ni tiempo, ni modo de formarlas en el mundo de la producción, si la
escuela no las formó primero.
- Trabajar en equipo.
- Comunicarse eficazmente.
- Desarrollar iniciativa personal.
152
MARIA NIEVES TAPIA - ALBA GONZÁLEZ
- Asumir responsabilidades.
- Desarrollar competencias organizacionales y de gestión.
Recientemente, la directora de una escuela situada en un barrio periférico de una
ciudad argentina que ha sido pionera del aprendizaje-servicio comentaba que una em-
presa acababa de instalarse en la localidad, y había comenzado a entrevistar jóvenes para
un trabajo que implicaba atención al público. En una ciudad con altísimos índices de
desocupación, la competencia era muy dura. Para su propia sorpresa, todos los ex alum-
nos de la escuela que se presentaron a la selección fueron contratados. La explicación
que se les dio en la empresa es que habían visto en los currículum vitae que los candida-
tos habían desarrollado tareas comunitarias, y eso los hacía más aptos que a otros jóve-
nes para el empleo ofrecido, ya que sabrían cómo vincularse positivamente con otras
personas, y no necesitarían tanto entrenamiento para organizarse y cumplir con respon-
sabilidad las tareas.
La Unesco postula que aprender a ser: “[...] tiene por objeto el despliegue completo
del hombre en toda su riqueza y en la complejidad de sus expresiones y de sus compro-
misos; individuo, miembro de una familia y de una colectividad, ciudadano y productor,
inventor de técnicas y creador de sueños”, y subraya: “mientras los sistemas educativos
formales propenden a dar prioridad a la adquisición de conocimientos en detrimento de
otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación como un todo”51 .
Para concluir con las razones pedagógicas por las cuales impulsamos el aprendizaje-
servicio, nos referiremos al cuarto desafío planteado por la Unesco para la educación en
el siglo XXI: “aprender a vivir juntos”.
Como advierte Juan Carlos Tedesco (2001), sólo un imperativo ético puede impedir la
marginalidad de quienes han sido excluidos por el sistema económico. La lógica del
mercado es una lógica de la exclusión, y si no “globalizamos la solidaridad”, como
exhortaba Juan Pablo II, es muy probable que la globalización del mercado excluya del
acceso a los bienes más elementales a gran parte de la humanidad.
Para los estudiantes más pobres, el aprendizaje-servicio puede ser una vía de
autoafirmación y de superación de esos prejuicios que los colocan en un lugar de recep-
tores pasivos de decisiones ajenas.
Cuando los chicos y chicas más pobres experimentan que sí pueden hacer algo por la
comunidad que los rodea, que algo cambia a su alrededor gracias a sus actividades;
cuando los ayudamos a que aprendan cuáles son los canales por medio de los que
pueden solicitar, articular esfuerzos, estamos abriendo las puertas para una profunda
renovación de la cultura clientelista, y contribuyendo a que también los jóvenes con
menos recursos económicos adquieran una cultura ciudadana participativa.
Sería muy difícil encontrar un docente de educación física que pretendiera enseñar a
jugar al fútbol o al volley con los estudiantes prolijamente sentados en el aula, y estu-
diando en detalle, y exclusivamente, los reglamentos de esos deportes. Sin embargo, no
todos los docentes de formación ética y ciudadana ofrecen a sus estudiantes la oportuni-
dad de “salir a la cancha” de la democracia, poniendo en práctica los principios, valores
y conocimientos adquiridos en clase.
Todos sabemos que las innovaciones educativas requieren de un tiempo para instalar-
se en el sistema. Así como hoy ya no concebimos una buena escuela sin un patio y un
laboratorio, tal vez no tarde tanto en llegar el momento en que la mayoría de las escuelas
tengan establecido en qué espacios comunitarios sus alumnos pueden desarrollar su
práctica de formación para la ciudadanía y la conciencia solidaria.
Quisiera citar otros tres casos, de distintos países y niveles educativos, que pueden
ejemplificar cómo a partir de un proyecto de investigación escolar o de una práctica
profesional requerida académicamente, se puede desarrollar una experiencia de aprendi-
zaje-servicio.
156
MARIA NIEVES TAPIA - ALBA GONZÁLEZ
Veamos en primer lugar el caso de la escuela No. 2 José Pedro Varela, de Colonia,
Uruguay, una de las escuelas que participan en el programa Aprendiendo Juntos, una
experiencia de aprendizaje-servicio promovido por el Centro del Voluntariado de Uru-
guay.
Como en este caso, un número creciente de cátedras universitarias están abriendo las
prácticas profesionales al servicio de la comunidad, y permitiendo que los sistemas de
pasantías, antes abiertos exclusivamente a las empresas comerciales, puedan incluir tam-
bién a organizaciones de la sociedad civil.
Como hemos afirmado anteriormente, las escuelas latinoamericanas tienen una larga
tradición de solidaridad. En lo que corresponde al aprendizaje-servicio en sentido estric-
to, en la región se han relevado experiencias en edades tan tempranas como las del jardín
de infantes, y aun en salas de cuatro años.
Hay países que tienen requisitos obligatorios de servicio comunitario para la gradua-
ción en la educación media, como Costa Rica, República Dominicana, Venezuela, Hon-
duras, entre otros. Las escuelas latinoamericanas que adhieren al bachillerato internacio-
nal también tienen un requisito de servicio obligatorio. En general, se trata más de
servicio comunitario que de aprendizaje-servicio en sentido estricto, si bien en algunas
instituciones se aprovecha el requisito obligatorio para generar proyectos que articulan el
aprendizaje y el servicio.
En cambio, en el caso de la mayoría de los países del Mercado del Sur (Mercosur)
fueron las escuelas —especialmente las escuelas medias— las que tomaron la delantera,
“inventando” el aprendizaje-servicio desde la experiencia. En estos días hemos tenido
ocasión de celebrar los logros de algunas de esas pioneras, como la escuela media de
Ramona, Santa Fe, o la escuela agropecuaria Justo Pastor Santa Cruz de Salta, que vienen
desarrollando experiencias de aprendizaje-servicio desde mediados de los noventa, y ob-
tuvieron este año el Premio Presidencial. También pudimos escuchar la presentación del
programa Liceo para Todos del Ministerio de Educación de Chile, que viene promovien-
do el aprendizaje-servicio en escuelas medias de alta vulnerabilidad desde el 2001.
158
MARIA NIEVES TAPIA - ALBA GONZÁLEZ
Junto con estos sistemas educativos que incorporan el servicio estudiantil como un
requerimiento obligatorio habría que agregar el caso de Ecuador (hay un requisito legal
para desarrollar actividades de servicio, del que tenemos escasa información), y de las
instituciones afiliadas a la Organización del Bachillerato Internacional (IBO), que en todo
el mundo requieren para la graduación la realización de proyectos de lo que se conoce
como CAS (Creatividad, Acción y Servicio)56 .
Por un lado, somos un país federal, y todos sabemos que el grado de fragmentación
del sistema hace difícil establecer reglas comunes al conjunto. Podríamos promover un
acuerdo del Consejo Federal para establecer horas de servicio estudiantil obligatorio, pero
creemos que no sería lo mejor para las escuelas ni para los estudiantes.
Hemos optado por una política que respeta, reconoce y valora a las instituciones que
toman la iniciativa de desarrollar proyectos solidarios como ejercicio de su propia auto-
nomía, y en respuesta a su propia realidad. Hemos optado por fortalecer y premiar las
experiencias replicables y de alta calidad, como las de las escuelas ganadoras del Premio
Presidencial, para darles visibilidad y atraer una sana emulación por parte de otras institu-
ciones. Nos proponemos convencer a los docentes a partir de la experiencia y la voz de
otros docentes, convocar a los estudiantes a partir de la experiencia y la voz de otros
estudiantes, para que se vayan sumando o no en función de su propio proyecto, respe-
tando la identidad y las prioridades de cada institución educativa.
También sería necesario tener en cuenta que, a escala internacional, los modelos de
obligatoriedad están comenzando a ser cuestionados desde la investigación57 , y han
generado autocríticas desde los propios protagonistas. Muchos docentes dominicanos
me manifestaron su preocupación por la burocratización del requisito de servicio, que
luego del impulso inicial terminó convirtiéndose, según la percepción de muchos estu-
diantes, en poco más que un trámite que hay que cumplir. Por ejemplo, una de las tareas
de servicio más habituales —y más necesarias en República Dominicana— es la de forestar.
En más de una escuela escuché el relato de estudiantes que cumplieron el requisito de
servir sus sesenta horas plantando árboles, pero, cumplida la obligación, dejaron morir
los árboles por falta de riego. En otras palabras: la obligatoriedad puede anular la
intencionalidad solidaria, y, con ella, gran parte del elemento motivador de los aprendi-
zajes y del servicio.
México es, en muchos sentidos, el pionero del servicio estudiantil en América Latina.
El servicio social fue incluido como una obligación para los universitarios en la Constitu-
160
MARIA NIEVES TAPIA - ALBA GONZÁLEZ
Como todos sabemos, muchos de los contenidos básicos nunca han llegado al aula,
porque los docentes —sea por falta de capacitación o de convicción— nunca los adop-
taron. Por eso, para nosotros, una de las satisfacciones más grandes de este año fue
constatar, evaluando los proyectos que se presentaron al Premio Presidencial 2003, cuán-
tas escuelas del país han aprovechado los espacios de proyectos de las cinco modalida-
des para desarrollar experiencias de intervención comunitaria. El hecho de disponer de
horas cátedra y de un docente en condiciones de coordinar el proyecto de aprendizaje-
servicio ha redundado en la multiplicación de proyectos de calidad.
Como muestra de esto, una de las diez escuelas ganadoras del Premio Presidencial, la
escuela Polimodal de José C. Paz, está desarrollando su proyecto de biblioteca circulante
comunitaria utilizando los espacios de investigación e intervención comunitaria de la
modalidad de humanidades y ciencias sociales. También hemos visto en estos días ejem-
plos de numerosos proyectos tecnológicos, microemprendimientos y proyectos
comunicacionales puestos al servicio de necesidades comunitarias.
La crisis política y social del 2001-2002 provocó que el Programa Nacional Escuela y
Comunidad, y el Premio Presidencial se discontinuaran. Hoy podemos constatar que,
pese a ello, las escuelas redoblaron su apuesta al aprendizaje-servicio.
En este sentido, me parece importante analizar brevemente algunos datos que surgen
de las experiencias educativas solidarias presentadas durante el 2003.
Figura 3. Proyectos
En relación con anteriores ediciones del Premio, las experiencias presentadas expresan
con mucho más equilibrio a los primeros años de la Educación General Básica (EGB1-2/
Primaria) y a la escuela media (EGB3/Polimodal). Por otra parte, también sabemos que es
bastante pareja la proporción de escuelas de ámbito urbano, de ámbito urbano-marginal
y de ámbito rural (si bien muchos establecimientos no completaron esa información). La
proporción de establecimientos de gestión estatal y privada es también pareja con la
relación existente a escala nacional.
Estas cifras expresan dos cuestiones fundamentales: en primer lugar, que el aprendi-
zaje-servicio se practica en Argentina en todo tipo de escuelas. El aprendizaje-servicio es
una innovación pedagógica que se está desarrollando transversalmente en todo el siste-
ma educativo, y que no es patrimonio de ningún tipo particular de escuelas. En segundo
lugar, los datos están demostrando algo que hemos expresado en otras oportunidades:
para el aprendizaje-servicio: “nadie es demasiado chico ni demasiado pobre como para
no tener algo que ofrecer a los demás”. Si las escuelas argentinas pudieron presentar
5.500 experiencias educativas solidarias, es porque hay muchos docentes que creen que
sus alumnos pueden ser algo más que receptores pasivos de ayuda, de comida y de
zapatillas, que creen que sus alumnos pueden ser mucho más que la “esperanza del
mañana”. Los docentes de las escuelas solidarias saben que nuestros chicos pueden ser
protagonistas ya, desde ahora, de una Argentina mejor.
Quisiera terminar con una frase que muestra que las innovaciones pueden tener tam-
bién raíces muy antiguas. Ya en el siglo XVII, en la Didáctica Magna, Comenius decía:
“Aumentarás la facilidad en el discípulo si le haces ver la aplicación que en la vida común
cotidiana tiene todo lo que le enseñas. Si le muestras para qué vale cada cosa, le pondrás
en su mano que sepa que lo sabe y pueda emplearla”.
Hoy está claro que para educar a ciudadanos participativos y solidarios no basta con
impartir conocimientos conceptuales sobre normas constitucionales, tratados internacio-
nales sobre derechos humanos y principios éticos.
9 Ibid., p. 145.
10 Donald Eberly y Roberto Roche Olivar, “Aprendizaje-servicio y prosocialidad”, en:
Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS), Aprender sirve,
servir enseña, Buenos Aires, 2002.
11 María Nieves Tapia, La solidaridad como pedagogía, Buenos Aires, Ciudad Nueva, 2000.
12 Ibid., pp. 26-30.
13 Service-Learning 2000 Center, Service-Learning Quadrants, California, Stanford
University, 1996; Tapia, La solidaridad como pedagogía, op. cit.
14 Tapia, La solidaridad como pedagogía, op. cit.
15 Ibid., p. 26.
16 Andrew Furco y Shelley H. Billig (eds.), Service-Learning: The Essence of the Pedagogy,
IAP, CT, 2002, p. 14.
17 J. Kendall & Associates, Combining service and learning. A resource book for community
and public service, vol. I-II, Raleigh, National Society for Internships and Experiential
Education, 1990.
18 R. W. Cairn y J. Kielsmeier, Growing Hope. A sourcebook on integrating Youth Service into
the School Curriculum, Minneapolis, MN, National Youth Leadership Council, 3.ª edición,
1995; Andrew Furco y Shelley H. Billig (eds.), Service-Learning: The Essence of the
Pedagogy, IAP, CT, 2002; National Youth Leadership Council (NYLC), Growing to Greatness
2004. The state of service-learning project, St. Paul, MN, 2004.
19 CLAYSS, op. cit.
20 Disponible en: http://www.facaparte.org.
21 National and Community Service Trust Act. Ley sobre Servicio Nacional y Comunitario.
Originalmente aprobada en 1990, fue ratificada y ampliada en 1993. United States Congress,
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Employment Opportunities, The Voluntary National Youth Service Act and the Select
Commission on National Service Opportunities Act of 1985, 99th Congress, 1st session, 1986.
22 Disponible en: hpp://www-gse.berkeley.edu/research/slc/faq.html
23 Disponible en: http://www.nylc.org.
24 Disponible en: htpp://www.mineduc.cl/media/lpt/pedagogico/aprendizaje.html.
25 G. Sepúlveda, Diseño participativo y microcentros, en: Jornada Nacional de Superviso-
res, Valdivia, 1996.
26 Disponible en: http://www.me.gov.ar/edusol/aprenser.htm.
27 Paso Joven, “Participación solidaria para América Latina”, en: Manual de formación de
formadores en aprendizaje-servicio y servicio juvenil, Bid-Ses-Clayss-Alianza Ong-Cebofil,
2004.
28 A. Ferriere, La educación autónoma, Madrid, Ediciones Beltrán, 1926.
29 Giles Jr., Dwight E. y Janet Eyler, “The Theoretical Roots of Service-learning in John
Dewy: Toward a Theory of Service-learning”, en: Michigan Journal of Community Service
Learning, Michigan, vol.1, No. 1, 1994.
166
MARIA NIEVES TAPIA - ALBA GONZÁLEZ
A sourcebook on integrating Youth Service into the School Curriculum, Minneapolis, MN,
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cia y el aprendizaje”, en: A. Furco, Improving Student Learning and Building Social
Responsibility Through Service-Learning [presentación en Power Point], disponible en: htpp://
www.clayss.org.
47 Eyler y Giles, op. cit.
48 Delors, op. cit., p. 99.
49 Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, Fuentes para la transformación
curricular. Consulta a la sociedad, s. l., s. e., 1997, pp. 95-120, especialmente p. 112.
50 NYLC, op. cit.; Furco, El impacto educativo... op. cit.
51 Delors, op. cit., pp. 16 y 19.
52 NYLC, op. cit.
53 Tapia, La solidaridad como pedagogía, op. cit.
54 Paso Joven, op. cit.
55 Delors, op. cit., pp. 105-106.
56 Ministerio de Educación de la Nación. Secretaría de Educación Básica. Programa
Nacional Escuela y Comunidad, “La solidaridad como aprendizaje”, en: Actas del 2º
Seminario Internacional Educación y Servicio Comunitario, s. l., s. e., 2000, pp. 60 y ss.
57 Una investigación desarrollada por la Universidad de Berkeley (aún inédita) estaría
mostrando que en las universidades que impusieron el aprendizaje-servicio como requisito
obligatorio de graduación, éste obtiene menor impacto positivo —y en algunos casos incluso
un efecto negativo— en comparación con las universidades en las que los docentes introdu-
cen el servicio como requisito voluntario.
58 Disponible en: http://www.opcioncolombia.org.co
59 Ministerio de Cultura y Educación. Consejo Federal de Cultura y Educación, Contenidos
básicos para la educación polimodal, s. l., s. e., 1997.
60 Más de 19.000 docentes participaron de actividades de capacitación ofrecidas por el
Programa Nacional Escuela y Comunidad.
61 Entre el 2000 y 2001 se distribuyeron 64.000 ejemplares de materiales de difusión y
capacitación.
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TERCER MOMENTO
Cultura solidaria
173
Conceptos sobre la
solidaridad
Constanza Gómez 1
En las ponencias presentadas por Luis Emiro Valencia, Pablo Guerra y Bernardo Toro
se tratan distintos conceptos sobre los cuales se han fundamentado ideas sobre la solida-
ridad. Para Luis Emiro Valencia, la solidaridad tiene que ver con la capacidad de una
persona o un grupo de personas para beneficiar a otros; no existe un lugar específico para
ser solidario, sino que es una posibilidad permanente del ser humano.
Por otro lado, se expone que la solidaridad como cultura es una construcción colec-
tiva; digamos que aquí el concepto de solidaridad nos plantea la realidad de la alteridad
y la necesidad del otro. También se dice que, etimológicamente, la solidaridad tiene un
origen latente que tiene que ver con la palabra integrado y que se entiende como hacer
algo en conjunto. Adicionalmente, se presenta la relación altruista que tiene cuando se
menciona la solidaridad, y distingue acciones, no sólo en beneficio propio, sino, tam-
bién, del prójimo.
Es necesario, por lo tanto, la búsqueda de una sociedad más justa, equitativa, que
pueda construirse solidariamente, que cuestione la economía actual que olvida las raíces
humanas y sociales que tiene la economía como ciencia social, dedicándose, en los
últimos tiempos, solamente a la parte monetaria, económica y matemática. Digamos
que esta búsqueda, y la realidad misma que se plantea todas las problemáticas anterior-
mente expuestas, ponen de presente una paradoja para la economía solidaria; pareciera
que en un mundo tan inequitativo, injusto, violento y con todas estas grandes problemá-
174
CONSTANZA GÓMEZ
ticas, no existiera una economía solidaria, pero eso, en sí mismo, hace posible, necesaria
y urgente la consolidación de su existencia.
Entre tanto, Bernardo Toro presenta, alrededor del tema cultural, que la cultura es la
creación de condiciones estables, para que los diferentes sentidos y formas de ver el
mundo circulen y compitan en igualdad de condiciones; para esto, y para hacer viable
una cultura de la solidaridad, cuya herramienta fundamental puede ser la economía
solidaria, es urgente plantearse una pedagogía de la solidaridad. No podemos hablar de
una economía solidaria o una cultura solidaria si no nos planteamos, desde las diferentes
instancias y organizaciones, una pedagogía solidaria que busque fortalecer el trabajo en
valores y el factor C. Adicionalmente, la pedagogía solidaria es necesaria para fortalecer
la cultura solidaria por que ésta, en sí misma, justifica el éxito del proceso solidario.
Pero, para poder apostarle a una solidaridad social y política es necesario trabajar por
una cultura de la convivencia democrática y por una cultura de lo público, entendiendo
lo público más allá de los equipamientos urbanos, mas allá de los espacios y las estruc-
turas.
Pablo Guerra, por su parte, habla acerca de la cultura solidaria contra la cultura
individualista. Esa cultura que plantea una economía solidaria y otra de carácter neoliberal.
Cita diferentes experiencias exitosas en torno a la construcción de cultura solidaria en
relación con el comercio justo y la producción limpia. Para él, la cultura solidaria tiene
que ver con la historia del ser humano en sí mismo. Cita a K. Polanyi, el cual hace un
175
CONCEPTOS SOBRE LA SOLIDARIDAD
análisis de toda la estructura económica desde las sociedades tribales hasta la sociedad
industrial, y nos muestra, con la condición del ser humano como ser social, que aunque
pasen muchas ideologías y procesos económicos, esto es algo que no se le puede negar
al ser humano en sí mismo.
Retos de la solidaridad
Los ponentes plantean diferentes retos para la solidaridad. Hacen una contraposición
entre el ambiente de individualidad con una realidad utópica que se requiere en este
momento para poder salir de todas esas problemáticas en las cuales nos encontramos,
planteándonos, como lógica, cambiar de la conquista y el dominio al cuidado, a la
compasión y a la cooperación, con la planeación de objetivos que modifiquen la situa-
ción actual y que promuevan la ayuda mutua, la participación, la gestión democrática, el
crecimiento económico, la participación comunitaria, la confianza, la sensibilización, la
capacitación, la difusión, la formación y la organización.
Socioeconomía y cultura
solidaria
Pablo A. Guerra1
1. Introducción
Las categorías analíticas son clave para comprender mejor la realidad. El papel de la
teoría es justamente ayudar a la práctica allanando su camino. En asuntos
socioeconómicos, y más concretamente en los asuntos vinculados a los comportamien-
tos solidarios en nuestras economías, se hace necesario revisar algunas de las categorías
económicas más comúnmente utilizadas por los principales paradigmas teóricos, so pena
de mirar, con los anteojos equivocados, ciertas prácticas concretas que enriquecen el
panorama económico con el que convivimos a diario. Desde este punto de vista, se
comprenderán los dos objetivos superiores que guían a quienes nos hemos dedicado a
las economías solidarias: por un lado, se trata de rescatar todas aquellas experiencias que
demuestran en los hechos cómo es posible, además de deseable, producir, distribuir,
consumir y acumular con sentido solidario. Por otro lado, se trata de construir el herramental
teórico necesario para dar cuenta de lo anterior. Ambos objetivos deben complementar-
se. Si sólo nos detenemos en la teoría, sin vincularla a la práctica, podemos caer en la
enajenación, o, incluso, en el mero ideologismo. Ahora bien, sin una correcta teoría,
muchas veces las prácticas pasan desapercibidas y terminan perdiendo fuerza como
motores de cambios significativos.
Hemos sido testigos en tal sentido, acerca de cómo muchos grupos comunitarios y
experiencias asociativas, sólo después de escuchar algo de teoría de las economías solida-
rias, comienzan a tomar conciencia de su identidad propia y de la potencialidad que
tiene su particular racionalidad en materia de desarrollo humano. Dicho de otro modo,
hay gente que hace economía solidaria sin darse cuenta de ello, lo que demuestra cómo
el trajín de la práctica cotidiana suele envolver, en un manto de reserva, las cualidades
propias de cada experiencia.
no) a actividades que no le implicarán ningún retorno económico?, ¿es razonable que
millones de personas en todo el mundo se organicen para aportar de acuerdo con sus
posibilidades y recibir de acuerdo con sus necesidades, sin que medie el manido pago
por productividad? o ¿qué es lo que mueve a millones de productores de todo el mundo
a desechar los agroquímicos, cuando su uso podría abrir indudables posibilidades de
mejora en materia de competitividad? En la misma línea, ¿qué ventaja económica sacan
aquellos ciudadanos dispuestos a consumir determinados productos provenientes del
comercio justo, con precios superiores a los del mercado? Estas preguntas, enmarcadas
en casos concretos que existen en nuestras economías contemporáneas, sólo se podrán
responder adecuadamente si partimos de una teoría ideada para dar cuenta de los fenó-
menos vinculados a las economías alternativas2 .
2. La cultura y la economía
Desde este punto de vista, se comprenderá cómo la economía es mucho más que
meras fórmulas matemáticas. La economía implica tomar decisiones con vista a la satis-
facción de las necesidades humanas. Y desde el momento en que debemos empezar a
definir nuestras necesidades, y a tomar nuestras decisiones, comienzan a importarnos los
contextos sociales en los que estamos participando.
En tal sentido, una cultura individualista será la plataforma perfecta para el desarrollo
de una economía neoliberal, así como una cultura comunitaria y solidaria posibilitará,
seguramente, el desarrollo de una economía con rostro más humano5 . Una de nuestras
178
PABLO GUERRA
misiones consiste en observar las prácticas de nuestros pueblos para detectar cuánto de
individualista y cuánto de solidario hay en nuestras culturas.
Primera
Primera. Etimológicamente, el concepto de solidaridad proviene del latín solidum
(sólido) para hacer referencia a algo que está integrado.
Desde este punto de vista, la solidaridad se entiende como hacer algo en conjunto,
con espíritu comunitario y asociativo.
Segunda. Se asocia la solidaridad con el altruismo, para distinguir aquellas
acciones que se hacen no en beneficio propio, sino en beneficio de un prójimo.
Atendiendo a las dos acepciones anteriores, podemos decir que la economía de la
solidaridad incluye todas aquellas experiencias comunitarias donde se comparten me-
dios y beneficios (caso de las comunidades de trabajo, empresas autogestionadas, coo-
perativas, mutualidades, etc.); como aquellas otras que, explícitamente, tienen como
referencia en los resultados económicos no sólo los propios intereses, sino también —en
un mismo o superior rango— los de terceros beneficiados (como ocurre con las corrien-
tes de comercio justo, fondos de inversión ética, etc.).
Sabemos que, desde la filosofía política de los siglos XVII y XVIII, se nos ha intentado
convencer de que a todos nos irá mejor si cada uno se preocupa sólo de sí mismo. Los
aportes de Adam Smith, pero también de Say, Menger, Vico, Mandeville, Spinoza, Hume,
Hobbes, Steuart, etc., son elocuentes en la materia. Friedrich Hayek, verdadero maestro
179
SOCIOECONOMÍA Y CULTURA SOLIDARIA
Con esto nos alejamos del principio del homo economicus9 . Nuestra crítica, además
de basarse en posturas teóricas, se apoya en evidencia empírica: lo que muestra la histo-
ria (y prehistoria) de la humanidad es que sin solidaridad no hubiera sido posible sobre-
vivir como especie. Estudios clásicos de la antropología económica, además, subrayan
que las culturas ágrafas organizaron sus economías en torno a instituciones fundamen-
talmente solidarias. Las tesis de Karl Polanyi, finalmente, apuntan a que no fue sino hasta
la revolución industrial que los mecanismos de mercado de intercambios comienzan a
primar por sobre las relaciones de reciprocidad y redistribución.
Estas últimas, no obstante, todavía tienen una alta incidencia en nuestros comporta-
mientos. Nuestra tesis es que llegan a expresarse económicamente bajo determinadas
pautas culturales y formas concretas de organización social. Para ser más claros al respec-
to: somos de la idea de que las relaciones alternativas promueven pautas comunitarias de
organización social en los contextos sociales en las que tienen cabida.
180
PABLO GUERRA
El SEP, entonces, vendría a sintetizar las acciones de la persona, pero en relación con
sus semejantes14 , donde la razón comparte posiciones con los valores y las emociones, y
cuyo fin trasciende los meramente egoístas. Queda clara, entonces, la distinción entre un
paradigma individualista y otro comunitario:
Siguiendo en esta línea, coincidimos con Etzioni cuando señala la existencia de una
voz moral que guía mucho de nuestros comportamientos16 . Contra la opinión utilitaris-
ta, el comportarse de acuerdo con esta voz moral (en su doble versión de voces interio-
res y comunitarias), no implica seguir el principio del placer y de la maximización. Evi-
dentemente, determinados comportamientos guiados por la moral (por ejemplo, salvar a
un niño de un incendio, contribuir a una causa, etc.) no terminan satisfechas (como diría
un utilitarista, que parte de la base de que todos estos comportamientos, en definitiva,
persiguen la búsqueda de algún placer) sino, más bien, ennoblecidas. Y vaya si estas
acciones tienen importancia en nuestras vidas diarias. Sólo razonando en estos términos
podríamos comprender algunas experiencias que privilegian, por ejemplo, el dar sobre el
recibir, sin caer en las explicaciones de irracionalidad o búsqueda de placer. Estos com-
portamientos puros, influidos por la cultura solidaria, comienzan a operar a escala fami-
liar y luego se trasmiten en otros ambientes comunitarios, incluidas algunas empresas
(solidarias), así como diversas organizaciones de la sociedad civil. Piénsese, por ejemplo,
cómo los niños y adolescentes viven en un hogar con base en donaciones trasmitidas por
sus padres, o cómo los ingresos de una familia se redistribuyen conforme a patrones
comunitarios (por ejemplo, al desviar mayor cantidad de recursos para el miembro más
necesitado, por causa de alguna enfermedad o accidente).
En sociología, las obras de Homans parecen ser las más antagónicas a nuestro marco
interpretativo, o sea, las más próximas al esquema que Etzioni llama REM. Homans,
182
PABLO GUERRA
basado en Bentham y Mill, presenta una tesis central según la cual las personas organi-
zan sus conductas de tal forma que esperan un mínimo de sanciones y un máximo de
gratificaciones. Las consecuencias son evidentes: la competencia pasa a ser la regla en
materia de comportamiento, instituyéndose nuevamente el homo oeconomicus: “No
sólo uno alcanza [...] un máximo de gratificación, sino que también se ocupa de que
nadie del grupo propio alcance una gratificación mayor que la de uno mismo”17 . A partir
de este autor se desarrollarían las tesis —por cierto heterogéneas— del rational choise.
Los intentos por superar algunas de estas nociones en que se basa la economía
convencional, desde un paradigma alternativo, han sido patrimonios de una importante
cantidad de autores y escuelas que recogen antecedentes filosóficos en Aristóteles y
Kant, entre otros. Es así como algunos autores han rescatado la teoría de la acción
comunicativa de Habermas para superar el analizado paradigma utilitarista. Es el caso de
Ulrich, quien también rescata a Polanyi para señalar una relación entre la economía
primitiva con la categoría habermasiana del “mundo de la vida”. Explica este autor que el
institucionalismo habría sumado un nuevo modelo de comportamiento, esta vez conoci-
do como “Ressourceful, Evaluating, Maximmizing Man (REMM)” que, no obstante ser
menos abstracto que el modelo neoclásico, no llega a tener en cuenta la dimensión
comunicativa18 . En definitiva, se trata —dice Ulrich— de construir una “moralización de
la economía”, volviendo a las fuentes de la “razón práctica”.
Desde este punto de vista, para la socioeconomía, los actores amoldan sus preferen-
cias a los valores de la comunidad y privilegian lo cooperativo a lo competitivo. Por su
lado, también desde la socioeconomía, se critica la invasión de la lógica instrumental a
los comportamientos no económicos e, incluso, al retomar a Polanyi, se puede decir que
ocurre exactamente al revés de lo planteado por Gary Becker: más bien, los factores
extramercantiles explican o influyen en el comportamiento económico. De allí la necesi-
dad de estudiar cómo los condicionamientos morales y sociales, o culturales, influyen a
la hora de hacer economía.
pues, en el hecho de que esta última es la principal fuerza a la que se recurre para
alcanzar logros que puedan dejar atrás la cultura del “no se puede”.
Los comportamientos sociales, desde esta lógica, como se comprenderá, son muy
distintos a los antes citados. El profesor Joaquín García Roca lo relata de la siguiente
manera:
Desde esta perspectiva solidaria, y siguiendo al mismo autor, los bienes producidos
pasan a ser bienes relacionales, con significados personales, sobre todo “de pertenencia,
de confianza, de identidad, de reconocimiento, que son valores que se cultivan en los
mundos de vida”, dando lugar a acciones solidarias “capaces de recrear formas de agru-
pación y modos de asociación cuyo éxito mayor se basa en el ejercicio de la solidaridad
y en la dignificación del actor humano, en la visión del cambio colectivo y en la articula-
ción de lo microsocial con lo macrosocial”.20
Visto de esta manera, los actores se autoperciben, en esta lógica, como hermanos,
como compañeros, como socios o como copartícipes en determinada actividad. En
definitiva, volvemos a una relación social que redescubre en el campo de lo social y de lo
económico, la relación personalizada del yo-tú que Buber distinguía como central en su
modelo comunitario.
3. Para concluir
Creemos que los actos y experiencias solidarias se apoyan en una matriz social de
valores que justamente forman parte del acervo de cultura de nuestros pueblos. En el
184
PABLO GUERRA
fondo, existe una racionalidad utópica en los valores de la cultura solidaria, que terminan
por dar forma y contenido, además de mística, a diversas experiencias concretas que
muestran cómo la eficiencia económica puede ir de la mano de la ayuda mutua, de la
cooperación y de la participación democrática.
Bibliografía
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Aguliar, 1980.
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186
PABLO GUERRA
Cultura solidaria
Luis Emiro Valencia1
En nuestro tiempo, los cambios que estamos viviendo afectan los ritmos, paradigmas,
estructuras y relaciones humanas, sociales, bioambientales e institucionales, en general,
lo cual tiene carácter universal3 . Es aquí donde cabe apropiarse del aforismo señalando
que debemos pensar globalmente desde lo local y globalmente lo local, conocido con el
neologismo “glocal”.
188
LUIS EMIRO VALENCIA
Esta etapa final del siglo XX, y el tránsito al siglo XXI, no constituye “el fin de la
historia y el mensaje del último hombre”, como anotara Francis Fukuyama4 en su inter-
pretación en la última década de los noventa del siglo XX, a raíz de la implosión del
capitalismo de Estado representado por el “socialismo realmente inexistente”, bajo el
totalitarismo fundamentalista y dogmático, practicado en la Unión Soviética y coreado
por sus epígonos; pues, la caída del imperio calificado erróneamente como “comunista”,
repite en su dramática descomposición los conocidos caminos de la historia, como ocu-
rrió con la Atenas de Pericles o la Roma de los Césares.
Es previsible que, eventualmente, ocurrirá algo semejante con los nuevos imperios —
si recordamos al historiador inglés Arnold Toynbee—, por poderosos que sean, en sus
efímeras pretensiones de hegemonía universal y eterna, terminarán su ciclo.
De otra parte, planteamos dentro del marco contemporáneo, que los procesos en
marcha, caracterizados por la internacionalización de la economía, bajo el modelo de-
nominado neoliberal, con la alienación del mercado, lo estimamos reversible y sujeto a
ajustes estructurales o de coyuntura, en el orden de las relaciones sociales y culturales.
Las relaciones asimétricas e inequitativas entre los países industrializados y los subde-
sarrollados, conducen a replantear estas políticas internacionales. Es el caso, por ejem-
plo, de las críticas y propuestas de revolución cultural, planteadas por el premio Nobel de
economía Joseph E. Stiglitz, y Samir Amin7 , entre otros científicos sociales. En la actua-
lidad, se discute como respuesta al consenso de Washington de los años noventa y su
decálogo neoliberal, el disenso de Barcelona como redefinición del modelo que ha resul-
tado inequitativo por su costo social, todo lo cual nos acerca a confirmar las hipótesis de
su reversibilidad o ajuste significativo.
El balance crítico que refleja esta situación y sus condiciones sociales generales, obje-
tivas e históricas, definen la precariedad de una cultura solidaria en Colombia, cuyos
elementos como caso, pueden hacer parte del diagnóstico también general para América
Latina y el Caribe, si repasamos los análisis de la Comisión Económica Para América
Latina (CEPAL) y de los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) para el continente subdesarrollado y dependiente.
Esta situación de crisis ha tenido las respuestas sociales en Colombia a través de varias
formas como la abstención electoral, paros cívicos, marchas campesinas, huelgas ilega-
les y subversión armada o guerrillas, que llevan casi cincuenta años y cuyas acciones
desataron la reacción paramilitar, con su secuela de horror (masacres, secuestros, críme-
nes atroces) y destrucción de la precaria convivencia y solidaridad, cuyos presupuestos
de negociación con el gobierno, sobre la base de desmovilización “verdad, justicia y
reparación a las víctimas”, manteniéndose la alerta de la Corte Internacional de Justicia
en el nuevo orden de derecho de la globalización cultural, potencia una compleja pers-
pectiva que facilita la construcción de una cultura solidaria universal.
De otra parte, como respuestas institucionales frente a la crisis que genera pérdida de
legitimidad y credibilidad, se han formulado planes nacionales y reformas constituciona-
les y legales, sin que sean resueltos los problemas estructurales identificados, mediante
cambios profundos, por lo cual parece que la definición de Gramsci encaja con estas
realidades, al señalar que la crisis consiste en: “muere lo viejo y no nace lo nuevo” o que
193
CULTURA SOLIDARIA
se opera dentro del esquema del Gatopardo de Lampedusa: “que todo cambie para que
todo siga igual”.
2. En torno a definiciones
Políticamente
Políticamente: democrático, pluralista, incluyente, participativo y con capaci-
dad de decisión consciente.
Económicamente: sustentable, moderno, competitivo, basado en la filosofía
Económicamente
de poner la economía al servicio de la persona humana y la sociedad, y no a la
inversa, fortaleciendo las formas asociativas de propiedad solidaria.
Socialmente
Socialmente: equitativo y justo, privilegiando la educación y la seguridad hu-
mana universal, abriendo el acceso pleno a la formación superior mediante la
creación de instancias democráticas, como la Universidad Solidaria en proyecto.
Bioambientalmente
Bioambientalmente: sostenible, mediante el manejo racional y armónico en
las relaciones biodiversas entre las personas, la sociedad y la naturaleza.
Administrativamente: eficaz y eficiente, orientado al bien común, con insti-
Administrativamente
tuciones transparentes, practicando la ética individual y social, construyendo un
Estado como una estructura de servicios para el uso de la comunidad y con su
participación decisoria, responsable y consciente.
195
CULTURA SOLIDARIA
Territorialmente
erritorialmente: descentralizado, armonizando las regiones en función
geoeconómica, social y culturalmente regionalizado, unitario y articulado al con-
cepto de nación moderna e integrada.
Culturalmente
Culturalmente: afirmativa de los valores e identidades culturales nacionales,
regionales y locales, como contribución autónoma a la cultura universal.
Internacionalmente: afirmativa de la soberanía territorial biodiversa, popular
Internacionalmente
y nacional, dentro de los límites de una interdependencia universal, solidarista,
equitativa, democrática y participante.
En cuanto a la estructura económica de Colombia, coexisten en la realidad social y la
teoría constitucional, las formas plurales expresadas en el sector privado, el público y el
solidario.
La propiedad y la empresa privada deben cumplir su función social moderna, más allá
de las limitaciones subjetivas del paternalismo, la caridad y la filantropía o formulaciones
de gremialismo anacrónico y monopólico, articuladas en unas metas progresistas, demo-
cráticas y modernas, mediante la construcción interactuante de una cultura universal y
de políticas, públicas y privadas, basadas en la solidaria social moderna9 .
En este apartado, cabe señalar que se entiende por economía solidaria, el conjunto
de unidades productivas y de servicios organizadas bajo formas asociativas diversas,
autogestionarias y participativas, estructuradas como sectores parte de un “sistema soli-
dario”, naturalmente bajo los pilares de valores y principios específicos, materia de su
historia y desarrollo social conocidos a escala mundial, nacional, regional y local, desde
los pioneros del cooperativismo con los tejedores de Rochdale, en Inglaterra, en el siglo
196
LUIS EMIRO VALENCIA
XIX, y la experiencia de la cooperativa Mondragón del País Vasco, España, en el siglo XX,
hasta nuestros días; para plantearnos también la viable construcción de una economía
neosolidaria.
Estas formas tratan de ocultar las peores intenciones y patrimonios, por organizacio-
nes producto de la crisis y descomposición social, generadas por la multiviolencia, los
secuestros, la extorsión, el narcotráfico y la corrupción generalizada en una sociedad que
tiene como paradigma de éxito lo que se tiene y no lo que se es. Es una llamada de
atención pertinente dadas las conocidas experiencias de ayer y las perspectivas de hoy.
La cobertura actual de las Juntas de Acción Comunal (JAC), llegan a cerca de 50.000
juntas de base con personería jurídica, y presencia en más de 1.100 municipios como
cimiento orgánico de la pirámide de las asociaciones municipales, federaciones departa-
mentales y la Confederación Nacional Comunal. La descentralización suprimió la Direc-
ción General de la Acción Comunidad y la Participación (Digedacp), del Ministerio del
Interior, y quedaron, sólo, los departamentos y municipios con sus Secretarías de Desa-
rrollo Social o Comunitario, encargadas del control y vigilancia de la acción comunal, lo
que dejó un limitado espacio institucional a escala central.
país. Naturalmente, vigilando la lógica de sus principios y valores, para depurar y extirpar
cualquier reproducción socioeconómica, política o politiquera perversa, que niegue o
tergiverse su vocación de servicio y razón democrática y social, ajena a su historia,
naturaleza y razón de ser solidaria y comunitaria.
Educación comunitaria
8 Nossa Antonio García, Dialéctica de la democracia, Bogotá, Plaza & Janes, 1987; Jorge
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9 Fundación Social, Andi, Cámara de Comercio y otras entidades, Empresa privada y
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201
CULTURA SOLIDARIA
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Valencia, Luis Emiro (director), Censo calificado de acción comunal-1993, Bogotá,
Mingobierno, 1993.
202
En la solidaridad hay múltiples condiciones, pero no hay una forma específica. Las
sociedades crean muchos sentidos y significados alrededor de la solidaridad. Por ello, me
interesa desarrollar el concepto de solidaridad desde la cultura democrática. Es decir,
desde la manera como se deben crear condiciones estables para que los diferentes senti-
dos y formas de ver la solidaridad puedan competir en igualdad de condiciones dentro de
la sociedad.
Iniciaré mi presentación con una breve explicación sobre qué es la democracia, sus
principios y el Estado social de derecho como proyecto de nación que hemos elegido los
colombianos. Desde este contexto, me referiré, posteriormente, a la cultura de lo público
y la cultura de la convivencia democrática, conceptos a través de los cuales enunciaré
algunas características de la solidaridad. También hablaré del ciudadano y de las organi-
zaciones y, finalmente, de los espacios de socialización, como aquellos lugares donde se
construyen los valores y la cultura de la solidaridad.
Nadie puede darle la democracia a una sociedad. La democracia es una decisión que
toma la sociedad y esa fue la decisión que tomamos los colombianos en la Constitución
de 1991: construir el Estado social de derecho. Esto implica que el Estado y la sociedad
tienen sentido si son capaces de construir un orden social, político, económico y cultural
que haga posible la dignidad humana para todas las personas, es decir, que haga posibles
los derechos humanos.
g El principio de secularidad
secularidad: el orden social no es natural, se debe construir
y por ello las transformaciones de la sociedad son posibles.
203
g El principio de autofundación
autofundación: la democracia es un orden que se caracteriza
porque las leyes y las normas son construidas o transformadas por las mismas
personas que las van a vivir, cumplir y proteger.
g El principio de incertidumbre
incertidumbre: no existe un modelo ideal de democracia
que podamos copiar o imitar: a cada sociedad le toca crear su propio orden
democrático.
g El principio ético
ético: aunque no existe un modelo ideal de democracia, todo
orden democrático está orientado a hacer posibles los derechos humanos y a
cuidar y proteger la vida.
g El principio de la complejidad
complejidad: el conflicto, la diversidad y la diferencia
son constitutivos de la convivencia democrática.
g El principio de lo público
público: en la democracia lo público se construye desde
la sociedad civil.
Siempre que una persona o un grupo de personas toman la decisión libre de hacer
cosas que beneficien a un tercero —conocido o desconocido—, y buscan contribuir a la
vida digna de las personas hay solidaridad. La solidaridad puede darse en la política, en la
economía, en el arte, en la casa, en el juego. Desde esta perspectiva, es posible plantear
algunas características de lo que podríamos llamar solidaridad social y política. Para
construirlas es necesario desarrollar la cultura de la convivencia democrática y la cultura
de lo público.
2. La cultura de lo público
Lo público no se refiere únicamente a los bienes y servicios que se pagan con recursos
del Estado. Uno de los casos ejemplares en Colombia es la educación. En nuestro país la
educación no es pública, pues, es de una calidad para unos y de otra calidad para otros,
aunque se paga con dineros del Estado y, en algunos casos, con recursos de las familias.
Imaginemos un acueducto que por una parte de la tubería distribuye agua potable y
por la otra, agua contaminada. Entonces, ese acueducto no es público, porque el bien
no es de igual calidad para todos; sería público si una persona de estrato 6 y una de
estrato 1 recibieran la misma calidad de agua. La educación en nuestro país sólo será
pública cuando un niño que estudia en un colegio privado —de Jesuitas, por ejemplo—
204
BERNARDO TORO
y uno que lo hace en uno oficial —el Simón Bolívar— reciban los mismos conocimien-
tos, reconocimientos y las mismas posibilidades sociales. Esa característica es la que hace
que un bien sea considerado como un bien público.
En Colombia tenemos que hablar del punto más importante de la solidaridad: enten-
der al otro como congénere. El primer paso de la solidaridad es la convivencia y el primer
paso de la convivencia es aprender a no agredir al otro. Ése es el aprendizaje fundamental
en ambos casos.
Entre los mamíferos superiores, el hombre es una de las pocas especies que mata a
sus congéneres. La mayoría de las especies está dotada genéticamente para no agredir a
los de su misma especie; sólo en algunos casos, y bajo condiciones extremas, un león
mata a su cachorro si ve que nace lisiado o que no tiene posibilidades para sobrevivir por
largo tiempo. La agresión intraespecífica no es común entre los animales; aunque haya
peleas rituales no hay eliminación del otro. Los animales agraden extraespecíficamente,
eso es fundamental para la cadena de la vida. Cuando el león salta sobre la gacela no lo
hace con odio, lo hace con ternura. A ustedes no les puede extrañar eso porque ninguno
de ustedes se come un churrasco bravo; se lo comen muertos de la risa. La agresión
extraespecífica nunca se hace con odio. El odio sólo existe en la agresión intraespecífica.
El ser humano, y eso es parte del costo de la libertad, tiene una pequeña dotación
genética para no agredir a sus congéneres. Así, puede eliminar al otro física, psicológica
o sociológicamente. Cuando intenta sacarlo del tiempo y el espacio dándole un tiro es un
asesinato físico; cuando busca eliminarlo de su conciencia con el odio y el anonimato
interior es un asesinato psicológico; cuando intenta eliminarlo con juegos ilegales o
sucios para sacarlo de su campo de competencia, hay un asesinato sociológico. Colom-
bia puede ser una muestra de lo fácil que es pasar la barrera de los dos primeros casos,
205
SOLIDARIDAD SOCIAL Y POLÍTICA
Ser ciudadano implica entender que el orden de la sociedad (las leyes, las costum-
bres, las instituciones, las tradiciones, etc.) no es natural. Es un invento, una creación
hecha por los hombres y las mujeres. También debe entender que si ese orden no produ-
ce dignidad, se puede transformar o crear uno nuevo, en cooperación con otros.
Ser ciudadano no es tener 18 años, ni tener cédula, ni poder votar. Esos son derechos
ciudadanos o condiciones para ejercer ciertos derechos, porque el gran norte ético de la
solidaridad no es la solidaridad misma. La razón de la solidaridad es hacer posible la
dignidad humana de todas las personas, en este caso, la de todos los colombianos, y por
esto no es posible ser ciudadano sin la organización.
Por medio de una organización las personas pueden actuar en cooperación con otros
y transformar el orden social. Así, se convierten en sujetos sociales y políticos. Una
persona tiene mayores posibilidades de influir en su entorno social, mientras pertenezca
a más organizaciones, ya que sus actuaciones, su pensamiento y sus decisiones pueden
afectar a más personas. De ahí que, por medio de las organizaciones, las personas pue-
dan negociar y establecer su futuro; ésta es la máxima expresión de la autonomía, es
decir, de la ciudadanía.
206
BERNARDO TORO
Los espacios de socialización tienen una característica: aunque todos están relaciona-
dos, cada uno tiene un papel que no pueden cumplir los otros. La familia, la calle, los
amigos, la escuela, el trabajo, las organizaciones comunitarias, las organizaciones inter-
medias, las iglesias, los medios de comunicación, los partidos y los movimientos políti-
cos son espacios de socialización (véase Figura 1). De ahí que no haya un sólo lugar
donde se forme la solidaridad, sino que ésta se va convirtiendo en una actitud, una forma
de ocupación, una preocupación y una obligación.
207
SOLIDARIDAD SOCIAL Y POLÍTICA
Hace poco, en el Primer Congreso La educación desde las éticas del cuidado y la
compasión, realizado en Bogotá, el doctor Gabriel Lago, quien lleva doce años siguiendo
el problema de la violencia intrafamiliar y escolar, empezaba la conferencia con esta
frase: “El lugar más inseguro para un niño es la familia; el lugar donde más se violan los
derechos del niño, la escuela”. Una de las causas de la violencia intrafamiliar es que no
logramos introducir muchos grados de nutrición afectiva en nuestros niños y en nuestros
muchachos, en nuestras relaciones como socios, compañeros, amantes o esposos. Este
tipo de nutrición no se da gratuitamente, hay que diseñarla, trabajarla.
familia, se prueban, entre otros lugares, en la calle y con el grupo de amigos, pues este
lugar genera constantemente muchos valores. Es lo que ahora denominamos cultura
urbana.
La escuela (la educación formal en todas sus formas): uno de sus papeles fundamen-
tales es crear en los niños las virtudes fundamentales para entender el sentido de la
democracia, la convivencia, la solidaridad, el cuidado, la paz y la productividad. Pero
esto sólo podrá lograrse si decidimos implementar en el sistema educativo un enfoque
pedagógico en el que primen las metodologías de autoestudio y de trabajo cooperativo.
Nuestro país es reconocido internacionalmente por sus modelos e innovaciones en este
tipo de metodologías: escuela nueva, escuela personalizada en grupo, contrato de apren-
dizaje colectivo, etc. Sin embargo, en la cultura educativa siguen primando las clases
magistrales. Ésta es una gran contradicción.
Las Iglesias, allí aprendemos a desarrollar los valores transcendentes. Con la comuni-
cación y los medios de comunicación aprendemos a hacer circular nuestra forma de ver
el mundo y las formas como otros lo ven. A través de las imágenes escritas, sonoras y
visuales creamos e interpretamos el mundo y la realidad.
Además, los medios nos pueden ayudar a ver a nuestro país en sus limitaciones y
necesidades. Esto nos permitirá entender por qué somos como somos, para comprender
por qué tenemos los conflictos y las formas solidarias que tenemos.
Es muy importante que los colombianos entendamos que para construir una solida-
ridad sólida debemos reconocer que somos mestizos, que somos África, América y Euro-
pa. Éste fue un territorio conquistado por hombres, no por familias; y esos hombres
violaron, sedujeron y embarazaron a las mujeres indígenas que habitaban estas tierras.
Después hicieron lo mismo con las mujeres negras. De esa mezcla venimos todos. Esto
es una ventaja, pues somos tan racionalistas como los europeos, tan contemplativos
como los indígenas, tan rítmicos y eróticos como los africanos. Pasamos de la razón, a la
oración y a la fiesta con gran facilidad, porque somos mestizos. Eso nos obliga a asumir
una tarea desde el punto de la solidaridad: incluir en nuestra conciencia, en nuestro
lenguaje, en nuestra forma de ver el mundo, en los textos escolares, en las novelas de
televisión, en las noticias de los periódicos y en la forma de hacer las revistas que somos
mestizos.
6. Reflexiones finales
Para terminar, quisiera de decir que para construir solidaridad social y política es
necesario que evolucionemos del paradigma de la conquista y el dominio de la lógica a
los grandes criterios orientales de la solidaridad: el cuidado, la ternura y la compasión,
conceptos desarrollados por tres autores: Leonardo Boff, Nel Noddings y el Dalai Lama.
210
BERNARDO TORO
También, quiero decir que de nada sirve ganar y tener la razón. Sólo sirve acertar en
la lógica de la vida. John Nash, premio Nobel de economía, nos muestra esta idea. En
inglés, assertivity hace referencia a que hay que hacer lo que se debe hacer en el momen-
to adecuado para encontrar el problema y buscarle alternativa. En español se traduce en
asertividad. Esto quiere decir que la mejor solución no necesariamente es la óptima. La
solución óptima puede ser excluyente y la mejor solución es aquella que logra incluir a
todas las personas, la que es totalizante. Y para no perdernos del camino necesitamos de
la ética, es decir, del arte de elegir lo que conviene a la vida digna de todos.
Carl Sagan, en el capítulo “Otros seres, otros mundos” de su programa Cosmos, dice:
“probablemente existieron otros sistemas solares y otros planetas como nosotros, pero
tuvieron la desgracia de que la técnica les llegó primero que la ética. Cuando la ética no
precede y dirige a la ciencia, a la técnica y al poder; la técnica, la ciencia y el poder
pueden destruir la especie humana”.
Bibliografía
Toro A., José Bernardo, El ciudadano y su papel en la construcción de lo social, Bogotá,
Alcaldía Mayor de Bogota - Universidad Javeriana, 2000.
—, “El saber social y los contextos de aprendizaje”, en: Primer Foro de Pedagogía, Bogotá,
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bienes públicos” [Serie documentos de trabajo I-25], Washington D.C., Banco Interame-
ricano de Desarrollo (BID) - Instituto Interamericano para el Desarrollo Social (INDES),
2001.
CUARTO MOMENTO
Papel de las organizaciones
solidarias en la construcción de
cultura solidaria en Colombia
213
1. Introducción
Si nos referimos al Informe de Desarrollo Humano presentado por las Naciones Uni-
das, Colombia en el 2002 ocupó el puesto 73 entre 177 países. Esto significa que es un
país con un índice de desarrollo humano medio, y pone a la nación al mismo nivel de
países como Santa Lucía, Brasil y Omán. Este índice mide tres aspectos muy determinan-
tes: esperanza de vida al nacer, educación (alfabetización y matriculación primaria, se-
cundaria y terciaria) y Producto Interno Bruto (PIB) per cápita6 . La posición de Colombia
no parece ser tan alarmante, pero esta afirmación cambia notablemente al mirar con
detalle otro grupo de indicadores sociales.
Pero no sólo hay un fuerte atraso en la infraestructura social. Existen otros problemas
como el desempleo, que es un fenómeno muy extendido y afecta a los jóvenes con una
intensidad inusitada (a marzo de 2004 la tasa de desempleo en el ámbito nacional fue de
13,6%, mientras que en los jóvenes supera el 30%). Por otro lado, en cuanto a seguridad
social, según cifras presentadas por el Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud, a
finales de 2003, la cobertura por afiliación al Sistema General de Seguridad Social en
Salud era de 54,5%; es decir, el 45,5% de la población colombiana no se encuentra
afiliada al Sistema General de Seguridad Social.
214
JORGE CÁRDENAS - CAROLINA DÁVILA
Todo lo anterior lleva a que la sociedad colombiana sea cada vez menos cohesionada
y tenga menos espacios de socialización. La violencia no sólo destruye entornos tradicio-
nales e impide el desarrollo de redes sociales, sino que genera desconfianza y recelo en la
población civil y limita la participación. Pero, sin duda, lo más preocupante de todo es
que las cifras anteriormente presentadas nos llevan a inferir que existe una continuada
destrucción de capital social.
hacia comunidades. Una sociedad aislada, sin interacción entre sus miembros, con pro-
fundas fuentes de desconfianza, es una sociedad que se va quedando en el tiempo, pues
no promueve el surgimiento de relaciones, ni la colaboración, que es lo que conduce al
crecimiento de una sociedad. Todos estos vínculos generalmente llevan a la creación de
objetivos comunes que son, finalmente, los que permiten el cumplimiento de las metas
de desarrollo del país.
Muchas de las interacciones que ocurren a escala local y entre grupos de la comuni-
dad generan confianza, reciprocidad, y esto es, finalmente, lo que conduce al fortaleci-
miento de estas organizaciones. En ese sentido, el proceso de la descentralización ha
sido muy positivo.
Pero este proceso no es tan fácil como puede parecer. A primera vista, la construc-
ción de capital social implica una transformación cultural a la cual se llega después de
una modificación de valores y percepciones, y después de aceptar que lo que prevalece
es el interés de la comunidad por encima del interés individual. Según Rodrigo Villar, un
punto importante que no se debe perder de vista es que el fortalecimiento de estas
organizaciones implica: “no sólo la promoción de organizaciones democráticas y
sostenibles, sino generar patrones de interacción que permitan compartir información,
juntar recursos escasos y trabajar en esfuerzos colectivos, así como de espacios
institucionales y de un marco normativo que haga esto posible”12 .
Otro componente que ayuda de una forma muy favorable y positiva a la construcción
de capital social, y al fortalecimiento de las comunidades y organizaciones que lo gene-
ran, es la existencia y el dinamismo del tercer sector, o, como lo denomina Lester Salamon,
216
JORGE CÁRDENAS - CAROLINA DÁVILA
En sus estudios acerca del tercer sector, Salamon ha identificado una serie de caracte-
rísticas adicionales que vale la pena destacar15 :
dado una importante evolución. Cada vez es más común el trabajo en alianza entre
organizaciones del tercer sector y el Estado.
Por sus características especiales, el tercer sector, que como hemos visto agrupa a
organizaciones muy particulares, se ha dedicado en gran parte a resolver problemas
sociales que afectan a la sociedad. Esto se ha hecho desde diferentes enfoques y con
ideologías muy variadas. Una de estas formas de intervención se da por medio de la
filantropía.
Durante las dos últimas décadas, la filantropía ha venido atravesando por una gran
transformación; de una filantropía tradicional, centrada exclusivamente en la ayuda y
caridad hacia los demás y en una serie de relaciones entre donante y destinatario, sin
mayor involucramiento; a una filantropía más comprometida y moderna.
Las actividades filantrópicas son muchas y muy diversas. Una característica importan-
te que las distingue es que ahora involucran de una forma más directa al sector corpora-
tivo. De esta forma, se han creado gran número de iniciativas de responsabilidad social
empresarial. Así, los empresarios han empezado a pensar de forma más estratégica en el
campo social. Ya no se limitan a llevar a cabo actividades que benefician únicamente a
las comunidades cercanas a su empresa, o a hacer donaciones puntuales. Las empresas
y los empresarios buscan trascender un poco más e involucrarse directamente en los
problemas sociales del país.
Esta evolución en el rol de los empresarios como instrumento de cambio social tomó
gran fuerza en la década de los noventa. Ahora, los empresarios con sus acciones
filantrópicas y en responsabilidad social, al igual que las organizaciones del tercer sector,
pueden contribuir a cerrar brechas de desigualdad social. Obviamente, la responsabilidad
social de las empresas no puede ser únicamente con la comunidad externa a ella. Todas
las prácticas, políticas y proyectos deben empezar en una dimensión interna, es decir, en
la esfera de sus trabajadores, clientes, proveedores, accionistas, etc.
Esto se ve muy claramente en Colombia, un país con una amplia tradición filantrópica
y donde el número de organizaciones sociales ha crecido de manera sorprendente. A
pesar de que este crecimiento se ha dado, en algunos casos, de forma un poco desigual
y sin mucha claridad frente a cuáles son los objetivos de ciertas instituciones, podríamos
decir que Colombia es un país donde se ha avanzado mucho en filantropía y,
específicamente, en lo que concierne a responsabilidad social empresarial.
problemas de la sociedad y, en muchos casos, puede llegar a trascender e ir más allá del
carácter empresarial.
Algo que caracteriza a la Fundación es que ésta no ejecuta directamente los proyec-
tos, sino que se dedica, más bien, a diseñarlos, desarrollarlos y promoverlos. La Funda-
ción Corona trabaja en alianza con otras organizaciones y son éstas quienes ejecutan los
proyectos. Estas organizaciones son de diversa índole, desde fundaciones, organizacio-
nes de carácter ciudadano, hasta entidades públicas y privadas.
Para guiar y centrar su trabajo, la Fundación cuenta con unos criterios orientadores
que ayudan a tener una mejor coherencia en sus diferentes áreas de intervención (salud,
educación, gestión local y comunitaria, y desarrollo empresarial). Dentro de estos crite-
rios vale la pena destacar algunos aspectos muy importantes como: concentrar la actua-
ción en el desarrollo institucional como un camino para alcanzar la equidad; poner
atención a la efectividad de organizaciones sociales que atiendan la salud y la educación
básica; privilegiar el apoyo a programas y proyectos que planteen innovaciones en la
forma de solucionar problemas, o que desarrollen nuevos conocimientos, seleccionar
aquellas intervenciones con mayores posibilidad de ser efectivas y generar un impacto
sistemático y duradero.
Este trabajo debe dirigirse principalmente a tres aspectos. En primer lugar, las funda-
ciones pueden ayudar a fortalecer a todos los actores y organizaciones que componen el
sector (cooperativas, asociaciones mutuales, etc.). Esto es, finalmente, lo que han veni-
do haciendo muchas fundaciones desde hace décadas; la diferencia principal es que las
fundaciones han centrado su trabajo en organizaciones comunitarias y de base. El traba-
jo aquí debe ser en muchos campos, por ejemplo, en el mejoramiento de la gestión
organizacional, de forma que las acciones de estas instituciones sean cada vez más
visibles y efectivas, en la participación y en la construcción de capacidades en la comu-
nidad. Adicionalmente, se debe trabajar en el acompañamiento de estas organizaciones
y en su fortalecimiento.
Un segundo punto, y tal vez el más prioritario para las fundaciones, es el de respon-
der a las demandas sociales, enfocándose en procesos y proyectos que lleven al mejora-
miento de la calidad de vida de los sectores más pobres, y el de continuar trabajando en
corregir las brechas de desigualdad social. Éste es el fin último de las fundaciones que
trabajan, desde diversos campos, con la meta de lograr el bienestar y la equidad.
Si recapitulamos sobre estos tres ejemplos, podemos observar que las fundaciones
empresariales sí pueden trabajar en la creación y construcción de capital social. Es claro
que no deben pretender reemplazar al Estado en sus responsabilidades y deberes, pero sí
222
JORGE CÁRDENAS - CAROLINA DÁVILA
pueden trabajar en alianza con éste, en algunos casos, y pueden buscar darle una mayor
visibilidad a una serie de acciones que se están llevando a cabo en las diferentes comuni-
dades.
6. Oportunidades y desafíos
Sin duda, el avance de las organizaciones del tercer sector en América Latina es
contundente y su trabajo ha sido definitivo por su innovación y por el desarrollo de
procesos sociales más justos y equitativos. A pesar de esto, aún falta mucho camino por
recorrer.
Las instituciones colombianas del tercer sector deben trabajar por ser aún mucho más
profesionales, de forma que sus acciones sean más efectivas y de mayor impacto. Una de
las grandes oportunidades que se vislumbran en el sector es trabajar por la construcción
de capacidades institucionales en pro del mejoramiento del desempeño de las organiza-
ciones sin ánimo de lucro. Esto implica trabajar en aspectos como el mejoramiento de
sus prácticas gerenciales, capacitar a sus miembros, proveer recursos financieros, entre
otras cosas. Con un grupo de organizaciones más profesionales y fortalecidas, es posible
demostrar mayor transparencia y resultados en las muy diversas actividades del tercer
sector.
4 CEPAL, Panorama Social de América Latina 2002-2003, CEPAL, s. l., agosto de 2003.
5 Departamento Nacional de Planeación, op. cit.
6 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Informe de desarrollo
humano. La libertad cultural en el mundo diverso de hoy, s. l., Ediciones Mundi Prensa, 2004,
p. 258.
7 Ibid., p. 269.
8 Hernando Gómez Buendía, “El conflicto callejón con salida”, en: Informe nacional de
desarrollo humano, Colombia 2003, Bogotá, 2004, p. 122.
9 Intervención del Presidente de Colombia en la 57 sesión de la asamblea general de la
Organización de la Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, septiembre 13 de 2002, citado
en: Gómez Buendía, Ibid., p. 101.
10 Gómez Buendía, op. cit., p. 110.
11 Consejo Nacional de Planeación, La casa de la diversidad. Una sociedad plural interpela al
plan. Cambio para Construir la Paz, Bogotá, TM Editores, 1999, pp. 29-30.
12 Rodrigo Villar y Manuel Rojas, “El proceso de consulta para el fortalecimiento de las
OSC en Colombia”, en: Enrique Valencia y David Zinder (coords.), El desarrollo, una tarea
en común. Diálogos sociedad civil-gobierno. Brasil, Colombia, México, s. l., The Synergos
Institute, 1997.
13 Lester M. Salamon, Leslie C. Hems y Kathryn Chinnock, “The Nonprofit Sector: For
What and for Whom?”, en: Working Papers of the Johns Hopkins Comparative Nonprofit Sector
Project, Baltimore, No. 37, The Johns Hopkins Center for Civil Society Studies, 2000.
14 Lester M. Salamon, S. Sokolowski y Regina Wojciech List, “Global Civil Society. An
Overview”, en: The John Hopkins Comparative Nonprofit Sector Project, Baltimore, The
Johns Hopkins University. Institute for Policy Studies. Center for Civil Society Studies,
2003.
15 Salamon, Hems y Chinnock, op. cit.
16 Rodrigo Villar, “Defining The Nonprofit Sector: Colombia”, en: Lester M. Salamon y
Helmut Kanheier (eds.), Working Papers of the Johns Hopkins Comparative Nonprofit Sector
Project, Baltimore, No. 29, The Johns Hopkins Institute for Policy Studies, 1998.
17 Kamerman y Kahn, citados en: Charles T. Clotfelter, Who benefits from the non propfit
sector?, The University of Chicago Press, Chicago, 1992, p. 135.
18 Cynthia Sanborn, La filantropía “realmente existente” en América Latina, Lima, Departa-
mento de Ciencias Sociales y Políticas. Centro de Investigación de la Universidad del
Pacífico, junio de 2004.
19 Fundación Corona, Cuarenta años Fundación Corona, s. l., s. e., 2004, p. 8.
20 Fundación Corona, disponible en: http://www.fundacioncorona.org.co/programaalianzas/
index.htm
21 La Corporación Consorcio para el desarrollo comunitario está conformada por diferentes
instituciones, entre las que se encuentran: Fundación Corona, Codesarrollo, Epsa,
Fundaempresa, Fundación Smurfit Cartón de Colombia, Fundación Social, Fundación FES y
Procomún. Disponible en: http://www.consorcio.org.
224
JORGE CÁRDENAS - CAROLINA DÁVILA
Bibliografía
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—, “Defining The Nonprofit Sector: Colombia”, en: Working Papers of the Johns Hopkins
Comparative Nonprofit Sector Project, Baltimore, No. 29, The Johns Hopkins Institute for
Policy Studies, 1998.
225
1. Introducción
Para iniciar este tema, he tomado los siguientes apuntes del libro Economía solidaria
una alternativa económica y social”, de Mario Arango Jaramillo:
2. La cultura de la pobreza
Nuestra vida cultural ha generado una sociedad que no valora el trabajo, el cual es
mirado como un castigo de la Providencia, sentimiento que aflora en nuestro folclore
como en aquella conocida canción cubana:
226
GERARDO MORA NAVAS
3. La cooperación en Latinoamérica
El querer ser lo que no somos produjo una ruptura frontal con nuestro pasado, y nos
dejó vulnerables a todo tipo de dominación: económica, política, social y cultural, de la
cual apenas comenzamos a tener conciencia, sin que aún hoy nos podamos liberar.
Dentro de la idea de la cooperación sucedió algo distinto. Ella no fue extirpada como
el resto de la cultura, sino que, más bien, se tomaron las formas de cooperación existen-
tes, y se aprovechó la inclinación de los aborígenes a la práctica del trabajo comunitario
para utilizarla en provecho de los conquistadores.
Para abordar el tema, se requiere ahondar en las raíces y buscar la génesis de quienes,
hace más de setenta años, soñaron con construir una nueva salida a los problemas de los
trabajadores en Colombia, que, sin desconocer ni demeritar otras formas solidarias, por
lo demás exitosas, iniciaron la titánica tarea de crear un nuevo modelo solidario que
tuviese sus propias características y tipología, pues, desde allí se inicia el desarrollo de un
principio constitucional como lo es la libertad de asociación; y la infranqueable tarea de
darle largo plazo y consistencia al nuevo modelo en lo teórico y práctico, de lograr
definitivamente el mejoramiento de la calidad de vida de un sinnúmero de colombianos
que exitosamente han visto nuevas salidas y oportunidades con los servicios que brindan
los fondos de empleados.
Hoy, después de haber transcurrido quince años, estamos reafirmando nuestra iden-
tidad, buscando que ésta sea el punto de partida para el diseño del nuevo modelo del
fondo, que permita replantear nuestra institucionalidad en la profundización de lo solida-
rio, unido a la empresarialidad, para constituir una salida estratégica y diferenciadora,
con otras entidades solidarias.
Los excelentes resultados sociales y económicos nos están dando la razón para afir-
mar que este milenio es el de la solidaridad, bajo la expresión que se decida libremente
adoptar, pues, la crisis que hoy vive nuestro país no da para exclusividades ni espacios
reservados.
Estos cuatro actores deben articularse adecuadamente para el logro de los objetivos y
fines de la economía solidaria, donde se mezclan los elementos asociativos y empresaria-
les marcando la línea donde la solidaridad estimula la propiedad colectiva y el camino
para la generación de puestos de trabajo para el futuro del país.
Vale destacar las siguientes conclusiones del Noveno Congreso Nacional de Fondos
de Empleados:
Muchos son lo logros que se han construido, son 23 años de aprendizaje continuo,
durante los cuales Analfe ha ido especializando sus actividades, siempre con el propósito
de fortalecer y cooperar en las diversas actividades que ejercen los fondos de empleados,
brindando herramientas que ayudan a edificar verdaderas empresas solidarias.
Gracias a las claras directrices establecidas en Analfe, los fondos de empleados cuen-
tan con una asociación que, además de representarlos en forma integral y pragmática,
les ofrece seguridad en sus labores cotidianas, al brindarles asesoría oportuna y especia-
lizada en sus diferentes áreas de gestión; y les facilita soluciones reales para sus necesida-
des en educación, asistencia técnica y recursos económicos.
Con hechos concretos podemos fácilmente demostrar que la labor de Analfe, de más
de dos décadas, ha tenido un gran significado en la vida de los fondos de empleados.
Durante toda su existencia, Analfe ha luchado por los intereses de sus asociados, con
argumentos claros y contundentes que han hecho entender al país entero la gran labor
social que desarrollan los fondos de empleados en beneficio de sus asociados y sus
familias, y la importante tarea de cubrir algunas necesidades básicas de los colombianos,
como el acceso a la vivienda, a la educación y a la recreación.
Todas estas acciones realizadas por Analfe han creado, dentro de los grupos organiza-
dos de personas a través de los fondos de empleados, una verdadera “cultura fondística”,
donde la consistencia, perseverancia y permanencia durante más de setenta años y,
como ya se dijo, con la participación actual de algo más de 500 mil trabajadores, ha
afianzado la cultura solidaria en la búsqueda de recursos económicos para satisfacer las
necesidades humanas como producto de su acción mancomunada; acciones que se
deben reconocer, estimular y proteger con fundamento en las garantías que el Estado
debe brindar para el libre desarrollo de las entidades de la economía solidaria.
1. Introducción
Quiero iniciar esta intervención haciendo alusión al informe “Por una globalización
más justa: crear oportunidades para todos”2 , de la Comisión Mundial sobre la Dimen-
sión Social de la Globalización, texto reeditado por Comfama con motivo de sus cincuen-
ta años. El informe argumenta que el nuevo individuo, que surge con la globalización,
demanda un papel más activo en la sociedad; habla de la necesidad de ayudar al Estado
en las políticas contra el desempleo; clama por una sociedad más activa y una interven-
ción de ésta en la resolución de los problemas locales, mediante redes de apoyo. Dice,
también, que es necesario ligar la participación a la responsabilidad, y reconoce el aporte
del voluntariado en la reconstrucción del tejido social. Es decir, ve un camino en la
solidaridad. Creo que es en este punto donde se une el quehacer de las cajas de compen-
sación con los objetivos trazados por los organizadores de este Congreso Internacional
de Pedagogía y Cultura Solidaria.
El encuentro del sistema de compensación con las conclusiones a las que llegó la
Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización está dado en el princi-
pio del enfoque de las cajas de compensación, que se resume en la idea según la cual el
desarrollo es el resultado del funcionamiento de las relaciones entre economía, institucio-
nes públicas, estilos de vida y formas productivas. Es decir, abogamos, desde nuestro
hacer, por un Estado íntegro, fuerte y capaz de asumir sus responsabilidades sociales.
Asimismo, trabajamos con la certeza de que, desde las cajas de compensación, podemos
impulsar, con nuestros medios, una matriz que articule, entre muchos otros, esfuerzos
de economía popular con otros de poder local y democracia participativa. Brevemente
reseñaré, entonces, las principales conclusiones de dicho informe.
En las 185 páginas del informe se reconoce que los beneficios que pueden obtenerse
con la globalización son inmensos, y que la globalización ha propiciado sociedades y
economías abiertas, así como una mayor libertad para el intercambio de bienes, ideas y
conocimientos. Como resultado de ello, comienza a configurarse una verdadera con-
ciencia global, muy atenta a las desigualdades ligadas a la pobreza, a la discriminación
por razón de sexo, al trabajo infantil y a la degradación medioambiental.
Señala que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) global fue de apenas un
0,08%, y, en términos per cápita, sólo 16 países en desarrollo lograron crecer a una tasa
mayor al 3% entre 1985 y 2000. Lo anterior ha provocado el aumento de la brecha de
ingresos entre países, ya que el PIB por persona promedio de los más ricos ha pasado de
representar 54 veces el de los más pobres, en 1960; a 121, en 2002.
Gobernanza global, con este término se expresa la preocupación, cada vez más ex-
tendida en el mundo, por el establecimiento de un orden político, de una democracia
que no solamente sea electoral, sino incluyente, que respete y garantice los derechos
humanos no sólo en su sentido político restringido, sino ampliado a los derechos econó-
micos, sociales y culturales.
Esta Comisión entrega un mensaje de esperanza claro y con sentido común. Conse-
guir que la globalización sea justa e integradora es difícil pero posible, y es una prioridad
en el ámbito mundial.
238
MARÍA INÉS RESTREPO
Plantea temas como la necesidad de normas más justas para el comercio internacio-
nal; flujos de inversión, finanzas y migración que tengan en cuenta todos los intereses,
derechos y responsabilidades; medidas para promover las normas fundamentales del
trabajo y un nivel mínimo de protección social en la economía global; y nuevos esfuerzos
que permitan movilizar los recursos internacionales necesarios para aumentar las capaci-
dades y responder a los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM)4 .
La Comisión sostiene que una globalización justa depende, también, de una mejor
gobernanza nacional en todos los países, y propone prioridades en materia de políticas
nacionales, locales y regionales que capaciten a las personas para participar con las
oportunidades que ofrece la globalización.
Recomienda que el trabajo decente para todos se convierta en un objetivo global, que
debería perseguirse mediante políticas complementarias en el ámbito nacional e interna-
cional. Esto daría respuesta a una importante exigencia política en todos los países.
Abordar la necesidad de acelerar la creación de empleo en todos los países contribuiría a
reducir las tensiones sociales dentro de los países y los roces económicos entre los mis-
mos. El informe insta a una mayor coordinación de las políticas macroeconómicas para
elaborar una estrategia más equilibrada de crecimiento global sostenible y del acceso al
empleo, en la que se prevea el reparto equitativo, entre los países, de la responsabilidad
del mantenimiento de altos niveles de demanda efectiva.
Asegura que objetivos sociales como el empleo no han recibido prioridad a escala
global debido, entre otras razones, a que las organizaciones internacionales con diferen-
tes mandatos no se colaboran. La Comisión recomienda que las organizaciones interna-
cionales pertinentes adopten “iniciativas de coherencia política” con miras a desarrollar
políticas más equilibradas que permitan lograr una globalización justa e integradora. El
objetivo sería elaborar, de forma progresiva, propuestas de políticas integradas que armo-
nicen adecuadamente las preocupaciones económicas, sociales y medioambientales que
se plantean respecto a cuestiones específicas. La primera de estas iniciativas debería
abordar la cuestión del crecimiento global, la inversión y la creación de empleo; y en ella
deberían participar los organismos competentes de las Naciones Unidas, el Banco Mun-
dial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio
(OMC) y la OIT. Otras esferas prioritarias para iniciativas similares serían la igualdad de
género y la emancipación de la mujer, la educación, la salud, la seguridad alimentaria y
los asentamientos humanos.
239
LAS CAJAS DE COMPENSACIÓN
Una mejor globalización es la clave que permitirá lograr una vida mejor y segura para
la gente de todo el mundo en el siglo XXI. El mensaje, crítico y positivo a la vez, aspira
a cambiar el rumbo actual de la globalización.
La desigualdad social crece todos los días. Cuando una familia pobre tiene hijos, y las
mujeres tienen un embarazo precoz. Cuando los ingresos no alcanzan y los niños se
retiran de la escuela para ir a trabajar. Cuando los jóvenes pobres no pueden terminar la
educación básica. Cuando la familia tiene que dejar de comer para atender necesidades
de salud o educación. Cuando la jefa del hogar no tiene dinero para elaborar cualquier
producto y sostenerse. ¿Qué debemos hacer? Llevar el crédito a los más pobres. Garan-
tizar que los nuevos cupos escolares y las inversiones en la calidad de la educación
atiendan primero a quienes no tienen cómo pagarlos. Llevar la seguridad social a más
personas. Mejorar la cobertura de los programas de salud reproductiva para que no se
produzcan embarazos en adolescentes, y cuando se formen las familias, éstas sean más
pequeñas y, por tanto, más fácilmente sostenibles.
Cada acción que una familia, una organización social, una empresa o una administra-
ción municipal haga en esta dirección, ayudará a la equidad social. Los orientales dicen
que una persona con una pequeña paja puede perturbar la tranquilidad de un gran lago.
El informe sobre la Dimensión Social de la Globalización llama a empezar por casa.
Esas pequeñas cosas juntas, hechas con perseverancia, día tras día, a través de estos
cincuenta años en Comfama, han significado millones de oportunidades para los colom-
bianos. Es imposible pensar, por ejemplo, en la sociedad antioqueña sin la atención que
las cajas de compensación brindamos a 2 millones 200 mil personas, la mitad de la
población del departamento.
Por ello, ante estos planteamientos, creo oportuno hacer una reflexión de cuál es el
rol de la institucionalidad en Colombia para aportarle al desarrollo integral de cara a la
gente. Por tanto, me propongo ver la contribución en esa institucionalidad del Sistema
de Compensación Familiar como el mejor modelo redistributivo de ingreso y riqueza, y la
mejor estrategia de política social.
Las cajas de compensación familiar son empresas sociales de carácter privado, autó-
nomas, vigiladas por el Estado colombiano, que cubren, con sus acciones, a doce millo-
nes y medio de colombianos pobres, que representan el 23% de la población. Prestan
servicios de educación formal, capacitación, salud, crédito, vivienda, recreación, cultura,
comercialización de productos y subsidio al desempleo.
Actuar sobre una realidad que hoy reporta que más de 25 millones de compatriotas
apenas obtienen ingresos para cubrir las necesidades alimenticias. En los últimos años, el
país ha visto las consecuencias en un proceso de empobrecimiento sin precedentes,
caracterizado por la caída de los ingresos de los hogares en un 20%.
Por ello, todo el empeño de las cajas de compensación está encaminado a prestar, en
forma masiva, sus servicios y a aumentar las capacidades de acceso de la población
excluida de la seguridad social y de los servicios de protección social públicos y privados.
Con recursos de diversas fuentes. De un lado, con dineros del sector privado y del
sector público. Más de 189 mil empresas aportan el equivalente al 4% del total de los
salarios, es decir, de la nómina de 3.670 mil trabajadores que participan en el proceso
productivo. Esto, en el primer semestre de este año. De otro, con los copagos. Y, final-
mente, con los ingresos propios.
Participando en:
Como empresas sociales, buscan preparar a las personas para una multiplicidad de
interacciones. Por ello, participan en los procesos de educación, formación, capacitación
y socialización, y es en estos procesos donde imparten los aprendizajes fundamentales
que garantizan el desarrollo pleno de las personas y de las comunidades.
Bajo el criterio de que existe una alta asociación entre salarios bajos, número de
personas a cargo y probabilidad de ser pobre, la entrega del subsidio se cumple mediante
un esquema focalizado que privilegia el pago de la cuota monetaria a los trabajadores
244
MARÍA INÉS RESTREPO
Como un principio básico que rige el accionar del sistema, la atención de las necesi-
dades habitacionales de la población más expuesta a la pobreza es la brújula que orienta
la aplicación de los recursos en el campo de la vivienda. Con ese propósito, las cajas de
compensación se han convertido en actores de máxima importancia para el desarrollo
íntegro de uno de los programas bandera del gobierno actual: el fomento de la Vivienda
de Interés Social (VIS). Por esta vía se proveen soluciones de vivienda con un valor míni-
mo de cincuenta salarios mínimos mensuales y máximo de 135, esto es, entre US$7.000
245
LAS CAJAS DE COMPENSACIÓN
y US$18.000. Como muestra de lo que significa la gestión del sistema en este ámbito,
basta con decir que en el 2003 entregó, con recursos propios, 26.569 subsidios por un
valor cercano a los US$67 millones.
Sobre los programas de apoyo al plan del gobierno nacional: Atención Integral a la
Niñez, Jornada Escolar Complementaria, Fomento al Empleo y Protección al Desempleo,
Microcrédito; el Sistema de Compensación canaliza cuantiosos recursos, aproximada-
mente, el 10,4% de los aportes, cerca de US$59 millones para el año en curso.
Como lo pueden ver, los habitantes de este continente no nos podemos dar el lujo de
decir que no estamos en la posibilidad de hacer nada. Cada persona, hasta la más desva-
lida, tiene capacidad de hacer cosas. Si cada uno empuja en la misma dirección, los
resultados se verán.
Si volvemos al texto que compartí con ustedes sobre la globalización, y enmarco sus
ideas en los roles y acciones que requiere Colombia, lógicamente, puedo enfatizar que la
fortaleza hacia las metas del desarrollo la aporta una institucionalidad sólida concebida
desde la gente, con una clara concepción de lo social, es decir, cuya acción se basa en
políticas sociales de alta envergadura en proyectos incluyentes.
Por ello, entiendo el gran papel que juega la solidaridad para conducir, por los cami-
nos del mundo globalizado, acciones que contribuyan desde la acción social al desarrollo
integral de los pueblos. Desde lo micro hasta lo macro, la contribución de la solidaridad
es hoy relevante en un mundo que busca, afanosamente, llevar el desarrollo por la senda
de lo social.
Quiero finalizar esta intervención con el texto de una canción de Mercedes Sosa, que,
con entusiasmo, cantamos tiempo atrás; considero que el llamado que ella nos hace no
ha perdido vigencia, sencillamente, porque nuestro trabajo debe estar encaminado a que
la solidaridad nunca deje de tener vigencia.
246
MARÍA INÉS RESTREPO
La educación cooperativa y
solidaria como requisito para
la participación en el modo de
producción cooperativo
Henry Acosta1
Con el fin de sentar unas premisas que nos permitan elaborar las reflexiones de mane-
ra teóricamente coherente, definiremos el cooperativismo como un modo de produc-
ción, que cabe dentro de los sistemas económicos, definidos por las doctrinas económi-
cas.
También las relaciones sociales entre las personas son del tipo competitivo-individua-
lista. El asociado es forzado a asumir un comportamiento contradictorio. Por un lado, se
le pide participar en la cooperativa pero fue educado para un comportamiento competi-
tivo individualista.
Cabe, en relación con esta realidad, que la educación cooperativa defina claramente
sus objetivos:
Pero, igualmente, parece válido que la educación cooperativa conceda igual impor-
tancia a la formación de personas solidarias, democráticas, responsables, capaces de
autogestionar sobre la base de la autoayuda. Capaces, con el tiempo, de situar el bienes-
251
LA EDUCACIÓN COOPERATIVA Y SOLIDARIA
tar del grupo cooperativo en el mismo grado de importancia que el de los intereses
individuales y familiares. En otras palabras, que progresivamente sean capaces de ver a la
cooperativa como instrumento tanto de promoción de los intereses del grupo asociado
como de la promoción individual.
En este particular, parece que es importante que los agentes del proceso educacional,
el educador y el educando, estén advertidos contra un cierto mecanismo tecnicista y
utilitarista, profesado, específicamente, por ciertos tecnócratas que ponen en la técnica,
especialmente extranjera, y en la organización, el remedio único contra todos los males
del subdesarrollo. La aceptación de esta visión generalmente conlleva a la aceptación de
un modelo de desarrollo propio de los países del Primer Mundo, donde la abundancia de
capital y tecnología ha posibilitado un progreso exitoso. Este éxito es cuestionable en
otras sociedades, donde la realidad económica, social y cultural es diferente.
253
LA EDUCACIÓN COOPERATIVA Y SOLIDARIA
Es necesaria una metodología que articule la práctica con la teoría, que considere,
como punto de partida y como referencia permanente, las prácticas desarrolladas por la
población en su vida diaria, práctica no vivida aisladamente, sino en la comunidad, en un
proceso de permanente comunicación e interacción. Todo grupo o comunidad estructu-
ra así su propio sistema de comunicación, en formas adaptadas a las condiciones sociales
globales, pero particularizadas en las situaciones socioeconómicas concretas.
diente, sujeta a intereses y voluntades ajenas, penetrada por valores ajenos, la conciencia
del pueblo le es ajena, sujeta al imperio de formas alineadas de percepción de la realidad.
Los grupos envueltos en la lucha diaria por la subsistencia no pueden llegar por sí
solos a la conciencia de la totalidad y a la elaboración de un instrumental adecuado de
percepción de lo que está por detrás de las apariencias, para ir más allá de lo inmediato
en el espacio y en el tiempo. La superación de la experiencia inmediata se hace por la
mediación de una práctica social distinta: la teorización científica, obra de un grupo
social específico, que realiza una función explícita de intervención pedagógica.
No toda intervención educativa es explícitamente percibida como tal. Por ejemplo, las
soluciones administrativas y técnicas adoptadas en una cooperativa, los servicios ofreci-
dos a los asociados, realizan una intervención educativa implícita, y quizá por eso, más
efectiva que la ejercida por los servicios de educación y comunicación. De allí, la gran
importancia educativa de estos servicios cuando son bienes prestados.
Los servicios explícitos de educación tendrían así, quizá, entre sus métodos funda-
mentales, explícitas, también, la naturaleza y las presuposiciones de las prácticas induci-
das a través del contacto cotidiano con los problemas de la organización.
Es necesario que quienes opten por ser los facilitadores de la expresión de la organi-
zación y de la afirmación creciente de los intereses de los asociados, tomen clara con-
ciencia de que el desafío fundamental que asumen es el de su relacionamiento con el
reconocimiento de que los asociados pueden enfrentar sus propios problemas, percibién-
dolos y asumiéndolos en la búsqueda de soluciones. No se trata de crear lo nuevo, sino
de incrementar lo que existe. Es necesario adecuarse al modo como se expresa una
conciencia todavía ingenua, subalterna y fragmentaria para, a partir de ella, llevarla a la
conciencia crítica, capaz de asumir, en la promoción de sus intereses, el comando y las
decisiones.
La activación del proceso decisorio solamente se hará a partir de los problemas inme-
diatos, cotidianos y vivenciados por los propios interesados directos. Éste es el ámbito de
percepción posible a los implicados en el proceso, la visión general debe inducirse desde
las situaciones particulares.
modo de producción cooperativo. Esto requiere de un largo camino hecho por medio de
pequeños pasos.
Sin embargo, a cada ámbito más amplio de toma de conciencia de los problemas
surgen nuevos ámbitos de percepción y de análisis, que requieren métodos y técnicas
apropiados, a partir de teorías, de visiones amplias, experimentados en numerosas y
variadas prácticas.
Por esto, toda intervención educativa se caracteriza por la continuidad, que significa
la capacidad de reformularse, de perfeccionar los instrumentos de sensibilización a los
cambios que ocurren en las expectativas y en las necesidades objetivas de la población en
la cual actúa.
Los instrumentos pedagógicos se definen por los criterios fundamentales que son:
Pero, para que esto ocurra, se exigen ciertas condiciones previas, tales como un
espacio definido y aceptado en la estructura organizacional, autonomía funcional, flexi-
bilidad y agilidad frente a situaciones imprevistas, recursos materiales y prácticos, situa-
dos en un punto accesible al público, movilización fácil y a cualquier hora.
Proyecto Organización
comunitaria para la salud
integral, origen de las
Empresas Solidarias de Salud
(ESS)1
Bernardo Alexander Ibarra Pérez2
1 . Presentación
Desde la creación de las Empresas Solidarias de Salud (ESS), se pensó en éstas como
una estrategia e instrumento para mejorar la calidad en salud de la población, mediante
la organización y participación de la comunidad en el aprovechamiento del subsidio a la
demanda, de tal manera que le facilitase a las personas intervenir de manera directa sobre
la prestación de los servicios de salud y adquisición de los mismos, responsabilizando a
las comunidades en el cuidado integral de la salud y ubicando a la familia dentro del
enfoque de salud familiar para la identificación y solución conjunta de sus problemas de
salud.
En el país se constituyeron entre 1994 y 1995, por iniciativa del entonces Ministerio
de Salud, cerca de 186 ESS, de las cuales, en la actualidad, hacen presencia ocho de ellas
en el ámbito nacional. Como ESS, Asmet Salud nace en el municipio de El Tambo,
departamento del Cauca, la cual, por medio de la expedición del Decreto 1804/99, logra
la articulación de otras Empresas Solidarias de Salud3 ; esto le permite hacer presencia
nacional con un total de 641.316 afiliados, distribuidos en 15 departamentos y 165
municipios; desde el punto de vista de asociados, suman un total de 21.847 personas4 .
Los asociados son dueños y beneficiarios de los servicios de la ESS, lo que ha permi-
tido identificar y promover un nuevo concepto en salud: no solamente como presencia o
ausencia de enfermedad, sino como una situación integral; así la salud es también la
posibilidad de educarse, trabajar, recrearse, vivir la vida. En este concepto holístico de la
salud ha trabajado Asmet Salud ESS, sin dejar de lado la capacitación y participación de
los asociados en la gestión de la entidad.
Por ello, desde sus inicios como organización comunitaria, Asmet Salud ESS ha esta-
do realizando actividades tendientes a potenciar la capacidad de los líderes comunitarios
para que puedan participar activamente en la toma de decisiones al interior de la organi-
zación. Con esta iniciativa, Asmet Salud ESS, luego del proceso de incorporación, proce-
dió a identificar conjuntamente con los asociados, y en especial con la Junta Directiva de
la Entidad, aspectos que limitaban esta posibilidad, encontrándose que el bajo nivel de
escolaridad de los asociados y comunidad en general, aunado a la carencia de programas
de educación para adultos en el sector rural, era uno de los principales generadores de
inequidad en la participación al interior de la organización5 .
Por ello, se decidió trabajar en una organización que pudiera hacer frente a estos
inconvenientes. Así, en el 2001, se crea el Programa de Educación Continuada el cual fue
aprobado por la Secretaría de Educación, Cultura y Deporte del departamento del Cauca,
como Instituto de Educación no Formal La Nueva Esperanza, mediante Resolución 0017
de 17 de enero de 2002. Hoy cuenta con el Código ICFES 111179. Inicialmente, el
Instituto realizó un convenio con el colegio Comfacauca para implementar el mismo
modelo educativo, como respaldo y apoyo mientras se obtenía la aprobación legal por el
órgano competente (el convenio se realizó por dos años).
El trabajo realizado por Asmet Salud ESS a través del Instituto ha permitido un alto
reconocimiento hacia la entidad en el departamento del Cauca. Sin embargo, la labor de
la Junta Directiva de Asmet Salud ESS, no se quedó ahí. Como Empresa Solidaria de
Salud que es, se hizo necesario idear una estrategia que permitiera ir más allá del concep-
to educativo y permitiese unir éste al concepto solidario y al concepto tradicional de
salud (promoción de la salud, prevención de la enfermedad, identificación de riesgo en
salud).
Por ello, consideramos importante retomar el concepto inicial dado a las ESS, donde
los asociados, y en especial la familia, fueran los responsables de su salud al tomar como
base los conceptos antes mencionados, lo cual dio como resultado el proyecto Organiza-
ción Comunitaria para la Salud Integral, como una experiencia piloto a desarrollarse, que
tiene como sustento la misión y visión de Asmet Salud ESS. Ésta es la de administrar
planes de beneficios para sus asociados con transparencia, eficiencia y un moderno
sistema de información para el mejoramiento de la calidad de vida de sus afiliados y
asociados7 .
2 . El proyecto
2.2 Objetivos
2.1.1 Generales
2.1.2 Específicos
2.4 Beneficiarios
El proyecto está dirigido a los asociados y afiliados a Asmet Salud ESS, personas de
estratos 0, 1 y 2.
2.5 Duración 10
2.6 Logros
Los grupos comunitarios de salud locales deben comprometerse a asistir a las diferen-
tes actividades de capacitación convocadas por el representante, participar activamente
en la elaboración del diagnóstico comunitario y en la gestión de programas y propuestas
comunitarias y dar apoyo en la convocatoria de los integrantes del grupo para la realiza-
ción de las diferentes actividades.
269
PROYECTO ORGANIZACIÓN COMUNITARIA PARA LA SALUD INTEGRAL
Asimismo, se han identificado algunas reglas de convivencia, entre las cuales pode-
mos citar: escuchar, respetar las decisiones y opinión de los integrantes del grupo, tomar
las decisiones en colectivo y cumplir con el horario establecido.
Cada grupo comunitario de salud local debe elegir su representante, para lo cual se
han definido los siguientes criterios: que tenga aceptación y credibilidad por parte de la
comunidad, sentido comunitario, seriedad, responsabilidad, honestidad, cumplimiento
y prudencia; que, además, sepa leer y escribir, que disponga de tiempo libre y sea solida-
rio.
Asimismo, cada representante tiene estipuladas las siguientes funciones: asistir a los
talleres de capacitación programados, ser multiplicador de los conocimientos adquiridos
en las capacitaciones de manera responsable, generar ideas y propiciar la participación de
los integrantes del grupo en torno a la identificación de los factores que ponen en riesgo
su salud y a la formulación de propuestas de intervención de los riesgos, servir de apoyo
entre las instituciones, las autoridades y la población usuaria de Asmet Salud ESS para
gestionar alternativas de solución a los problemas comunitarios identificados, aplicar las
metodologías definidas para desarrollar las diferentes actividades, propiciar la participa-
ción de todos los integrantes del grupo y el fortalecimiento de los valores para la convi-
vencia pacífica y promocionar, al interior de la comunidad, la necesidad de educarse.
Hacen parte de este grupo, profesionales del área de atención al usuario y otras
personas con perfil social y experiencia en economía solidaria de Asmet Salud ESS; así
270
ASMET SALUD ESS
Bibliografía
CONPES 001 de febrero de 1993, s. d.
Asmet Salud ESS [base de datos], s. d.
—, “Misión y visión”, s. d..
—, “Acuerdo 093 de 16 de octubre de 2003”, s. d.
—, “Acuerdo 120 de 25 de julio de 2004”, 2004, s. d
271
1 . Presentación
Coomeva es una reconocida organización del sector solidario colombiano con más
de cuarenta años de trayectoria, que ha logrado una exitosa aplicación del modelo de
empresa cooperativa, gracias a su convencimiento de que esta forma de hacer gestión
económica y social tiene una amplia validez y perspectivas en nuestro medio.
Durante estas cuatro décadas, Coomeva se ha destacado también por liderar proyec-
tos e investigaciones que han contribuido a la divulgación, promoción y aplicación de las
ideas y teorías que inspiran el movimiento cooperativo internacional, entre sus asocia-
dos, dirigentes y colaboradores. Esta labor se encuentra en la actualidad concentrada en
la Fundación Coomeva, organismo creado por la cooperativa con el propósito de ampliar
el impacto de su gestión educativa, interna y externamente.
2 . El proyecto
273
MÁS DE 40 AÑOS FORTALECIENDO EL ESPÍRITU COOPERATIVO
2.1 Fases
2.2 Logros
A la fecha, y luego de haber culminado las dos primeras fases del proyecto Fortaleci-
miento del Espíritu Cooperativo, La Fundación Coomeva quiere compartir los siguientes
logros:
274
FUNDACIÓN COOMEVA
Fase I. Sensibilización
Modelo pedagógico y de
cultura solidaria para el
sector. Aula Virtual de
Economía Solidaria (AVES)1
María del Pilar Jaime Cuadros2
1 . Presentación
2. Justificación
Las nuevas propuestas en educación apuntan hacia la idea de utilizar la red Internet
como un detonante para el diseño de nuevos ambientes de aprendizaje, lo que lleva a un
cambio radical en la forma de enseñar y aprender, en los métodos de evaluación y, lo
más importante, un cambio en los papeles del docente y del estudiante en los procesos
de enseñanza y aprendizaje. Un campo en la actual exploración es el de herramientas de
aprendizaje colaborativo, las cuales pueden apoyar el montaje de programas educativos
a través de la red.
za-aprendizaje, se han descubierto nuevos problemas que afectan a los educadores, los
aprendices y la academia en general.
Según lo anterior, hay una necesidad imperante por mejorar los procesos de gestión
de materiales educativos, para lograr una administración eficiente de la documentación
de apoyo a cursos; ahorrar costos en tiempo, espacio físico y suministros a las institucio-
nes. Para dar solución a los problemas mencionados, se han creado herramientas tecno-
lógicas que colaboran en la administración de recursos de aprendizaje; sin embargo, no
son asequibles debido a sus elevados costos y a la dificultad de personalización o adap-
tación al entorno real, o a la organización que las va a emplear.
3 . El proyecto
b. Fundamentos teóricos
c. Atributos de la propuesta
Los contenidos de los cursos fueron elaborados por el grupo de investigación; éstos
fueron construidos con los contenidos mínimos establecidos en la Resolución 0194 de
2001, expedida por Dansocial.
1. Presentación
Los campesinos de esta zona cafetera enfrentan una serie de problemas, muchos de
ellos comunes a la población rural colombiana, tales como inseguridad alimentaria, altos
índices de pobreza por ingreso y Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI); falta de oportu-
nidades de trabajo —especialmente para los jóvenes—, presencia de actores armados
que han generado muerte y desplazamiento de familias. Además, la rica biodiversidad
aún presente en la región y el conocimiento tradicional asociado a su uso y manejo están
en riesgo de perderse.
sus habitantes. En este contexto, y convencidos del potencial que representa la educa-
ción y la economía solidaria, se generó la idea de “conformar una red integrada por
instituciones de educación superior, media y primaria vinculadas con el sector rural”, que
contribuya a: generar condiciones para un desarrollo rural integral, mejorar la calidad de
vida de las familias, elevar la formación del recurso humano local, apoyar alternativas
productivas, mejorar la seguridad alimentaria y reconocer y valorar la biodiversidad de la
región y el saber tradicional asociado a su uso y manejo.
La Red pretende articular esfuerzos, coordinar acciones y aunar recursos entre institu-
ciones de educación que trabajan en diferentes niveles de formación y que son convoca-
das por “el interés por la ruralidad”. Consideramos que las instituciones educativas tienen
el potencial para apoyar procesos de estabilización social y familiar, en la medida en que
generen alternativas sustentadas en el potencial de la zona y sus gentes, creen sentido de
pertenencia y ayuden a mitigar los efectos psicosociales del conflicto.
La idea del proyecto se empezó a gestar a partir del primer semestre de 2003, y se
formuló con participación de profesores de la Universidad del Cauca, la Fundación para
la Educación Agropecuaria José María Obando y las escuelas, y el apoyo de productores
y estudiantes de las dos primeras instituciones. Después de las negociaciones, ajustes y
acuerdos entre las partes se firmó el Convenio con la OIM, en octubre de 2003.
2. Integrantes de la red
283
FORTALECIMIENTO DE UNA RED DE EDUCACIÓN RURAL
La Universidad del Cauca es una entidad pública de carácter nacional, fundada hace
177 años, con sede principal en Popayán. Cumple sus funciones de formación integral y
desarrollo de las potencialidades del ser humano por medio de la docencia, la investiga-
ción y la proyección social.
El colegio, ubicado en la vereda San Joaquín (El Tambo), cuenta con doce profesores
de planta, asisten 167 estudiantes, dispone de un área de 47 ha, y cuenta con instalacio-
nes como galpones, establo, cuyera, porqueriza, estanques, invernadero, talleres, culti-
vos, huerta y praderas. Además, la Fundación es un importante centro de capacitación
de productores agropecuarios de diferentes municipios del Cauca y departamentos veci-
nos.
Actualmente, nueve escuelas rurales del municipio de El Tambo, de las veredas San
Joaquín, Cabuyal, Loma Larga, Pomarrosos, Alto del Credo, Independencia, Versalles, El
Placer y Loma de Astudillos participan de la Red, junto con las escuelas de las veredas
Urubamba y Samboní Alto de Timbio. En estas escuelas funciona, por lo regular, del
grado 1° al 5°, con un promedio de 24 niños por grado, para un total de 33 profesores y
700 estudiantes. Se han identificado como problemas la deserción escolar, edad extraescolar,
trabajo infantil, deterioro e insuficiencia de instalaciones físicas y dotación, y escasez de
material didáctico de apoyo.
284
UNIVERSIDAD DEL CAUCA
la producción y venta de pie de cría a los productores de la región para diversificar sus
fincas y generar nuevas fuentes de ingresos y alimentos a escala predial. El invernadero,
de 1.000 m², ubicado en la finca La Sultana de la Universidad del Cauca, permitirá
generar ingresos a sus asociados por la producción de tomate y pimentón, especialmen-
te; crear nuevas fuentes de empleo y proveer materia prima a la planta, además de la
función pedagógica que pueda cumplir.
Los proyectos productivos se están apoyando por la Red con capitación y asesoría en
producción, agrotransformación, comercialización, administración y organización
socioempresarial, y con recursos de operación a través de un fondo rotatorio de crédito.
Adicionalmente, se está definiendo con los productores una estrategia de comercialización,
que permita una mejor inserción en los mercados locales, regionales e institucionales.
Este componente tiene por objetivo contribuir a identificar y propagar especies vege-
tales y animales adaptadas a la región; conservar y manejar estos materiales, y recuperar,
valorar y difundir el conocimiento tradicional asociado al manejo y uso de estas especies.
De las características del proyecto, se pueden señalar cuatro puntos como clave en el
logro de objetivos: a) responder a necesidades sentidas de la comunidad (falta de oportu-
nidades para los jóvenes y las familias desplazadas y retornadas; inseguridad alimentaria
y secuelas del conflicto armado). b) El carácter participativo desde la formulación y
negociación del proyecto hasta su gestión. c) El soporte de la Red, integrado por entida-
des educativas vinculadas con la región, condición que genera apropiación, facilita la
participación de la comunidad y otorga legitimidad al ser éstas reconocidas y respetadas
en la región. d) Proponer alternativas de producción y económicas a partir del potencial
de la región y sus habitantes, generar encadenamientos productivos, trabajar en torno a
la seguridad y soberanía alimentaria, motivar la conformación de empresas solidarias,
operar un fondo rotatorio de crédito y fortalecer economías locales. Además, el compo-
nente de reconocimiento y valoración de la biodiversidad y del conocimiento tradicional
ofrece sostenibilidad y genera alternativas novedosas.
Proceso formativo,
pedagógico y productivo con
comunidades rurales en la
zona de Urabá
1 . Presentación
Existe una aceptación general entre el público respecto a la importancia del sector
rural para la viabilidad social de una nación. Según cifras oficiales, actualmente Colombia
tiene la cuarta parte de su población caracterizada como de tipo rural. Esto es el resulta-
do de un franco proceso de urbanización generado por el efecto de situaciones como el
ajuste que vivió el sector agropecuario con la implantación de un modelo de desarrollo
aperturista, influido por la tendencia globalizadora mundial, el deterioro permanente de
la calidad de vida de las familias del campo y el impacto de la agudización del conflicto
armado. Los indicadores de desarrollo humano en el campo presentan cada vez más
deterioro, especialmente en lo que corresponde a la seguridad alimentaria, la cobertura
en términos de seguridad social y la calidad de las condiciones de vida materiales, dentro
de lo que se destaca la vivienda.
En el marco de esta situación, la Fundación Proban, como entidad sin ánimo de lucro
y empresa de carácter social empresarial, ha desarrollado un programa social de tipo
pedagógico y productivo cuyo fin más alto es contribuir a revertir, en lo posible, estas
difíciles condiciones de vida familiares, en las zonas rurales de su área de influencia.
Medellín para Antioquia el 24 de febrero de 1997, es decir que cuenta con más de
quince años de trabajo sin interrupción. Fundaproban es una entidad sin ánimo de lucro
de carácter empresaria, puesto que pertenece al grupo económico liderado por la
comercializadora internacional C. I. Proban S. A, especializada en la cadena productiva
del banano en Colombia. No obstante, Fundaproban tiene independencia y autonomía
jurídica y administrativa para cumplir con su objeto social. Desde sus inicios, la Funda-
ción Proban se ha dedicado a la promoción y realización de programas, proyectos, acti-
vidades y obras para el beneficio de los habitantes de la región de Urabá, orientando su
labor a desarrollar acciones preventivas, promocionales y correctivas, mediante la
implementación de programas en las áreas de: educación, salud, vivienda, recreación,
cultura, deportes y medio ambiente.
2 . El proyecto
La zona de Urabá es una de la regiones más pobres del país, cuenta con un
porcentaje de la población con necesidades básicas insatisfechas (alimentación, salud,
vivienda, saneamiento básico y educación) superior al 65%. Esta situación se torna aún
más grave para las zonas rurales de la región, cuyo índice de población con Necesidades
Básicas Insatisfecha (NBI) es superior al 80%. Este escenario, unido a precarios sistemas
de comunicación y transporte entre las zonas rurales y los centros urbanos con algún
grado de desarrollo, ha limitado el acceso de los pobladores de estas zonas a los servicios
de salud, educación y vivienda mínimos, a pesar de la intención de las autoridades
nacionales y locales de mejorar los indicadores de cobertura con las restricciones de tipo
presupuestal que se tienen.
El programa está dirigido a los padres y madres, o jefes de hogar, de las comunida-
des; sin embargo, la totalidad de la población se beneficia del programa, de una u otra
forma; así, la población potencial que puede favorecerse de esta iniciativa, en general,
asciende a 10.450 personas, lo que corresponde, en promedio, a 2.300 familias. Estas
familias son de muy bajos ingresos, equivalente a estratos 1 y 2, dedicados a la actividad
rural agrícola (cultivos de pan coger, jornales ganaderos y algunos pequeños parceleros
de plátano) o con altos índices de desempleo. Los habitantes proceden mayoritariamente
de otras regiones, por razones de diversa índole que los forzaron a migrar hacia la zona.
Las regiones principales de procedencia son los departamentos de la costa Atlántica
colombiana, especialmente de Córdoba, la costa Pacífica y, en menor medida, otras
regiones del país. La antigüedad máxima de formación de estas comunidades es de 33
292
FUNDACIÓN PROBAN
Características tales como el bajo nivel educativo, la alta tasa de desempleo, la cons-
tante rotación y migración territorial, la descomposición y la desarticulación del núcleo
familiar, la inseguridad alimentaria recurrente, los bajos niveles de cobertura efectiva en
seguridad social, las nulas experiencias de participación social, comunitaria o de
empresarismo colectivo, etc., son los principales elementos que describen la situación
socioeconómica actual de las poblaciones rurales de Urabá. Esto se puede plantear como
el debilitamiento y destrucción paulatina del tejido social de las zonas rurales, desarticu-
lándolas del proceso de desarrollo de las localidades municipales a las que pertenecen.
Las causas de esta situación se encuentran en la mala formación respecto a los roles
que la vida familiar les plantea a los individuos, la incapacidad para formar, liderar e
interactuar en equipos de trabajo, la ausencia de una conciencia social efectiva frente a
los beneficios de la solidaridad y la cooperación, la ausencia de condiciones generales
mínimas apropiadas para el desarrollo de un proceso económico sostenible, y de accio-
nes de inversión social por parte de los entes territoriales, lo que se da, principalmente,
por problemas presupuestales.
2.2 Objetivos
El programa está conformado por dos macroetapas básicas que son: formación fami-
liar en torno a los valores, principios y comportamientos individuales dentro de la familia,
la comunidad y la sociedad, y formación de competencias técnicas en procesos produc-
293
PROCESO FORMATIVO, PEDAGÓGICO Y PRODUCTIVO CON COMUNIDADES
RURALES EN LA ZONA DE URABÁ
En la primera etapa, y como condición previa para el logro de los objetivos, el progra-
ma pretende vincular a la cotidianidad de las familias de estas comunidades, los conoci-
mientos relativos al proceso de desarrollo de la personalidad del ser humano a través del
ciclo vital. Se propone, así, un cambio del modelo de formación del núcleo familiar por
tradición, hacia otro fundado en valores y principios que permitirá a los individuos ser sus
propios guías para el cambio y, como efecto de ello, para su familia y para la construc-
ción de comunidad y tejido social. En la segunda etapa, y con la fase de formación
familiar cumplida, se imparte capacitación y asesoría específica en una actividad concer-
tada con la población, aquélla aprovecha las ventajas comparativas del territorio en fun-
ción de la generación de ingresos económicos competitivos, con énfasis en lo agrario.
Los componentes básicos que se requieren para el desarrollo de esta iniciativa son la
capacitación, la aplicación de tecnologías y técnicas apropiadas a las posibilidades de las
comunidades, y un fuerte componente organizativo solidario para que puedan mejorar la
comercialización (de insumos y de productos); facilitar y viabilizar la solución común de
aquellos problemas que no puedan solucionar en forma individual; obtener economías
de escala para adquirir equipos y hacer inversiones, y lograr la fuerza política, ya no con
la visión obsoleta de reivindicar que el Estado haga lo que no puede con recursos que no
tiene (créditos, subsidios, proteccionismos, obras de infraestructura, etc.), pero sí para
exigir, como mínimo, que el Estado reoriente y vuelva más eficientes sus servicios
indelegables (salud, educación básica, etc.), de modo que éstos cumplan verdaderamen-
te con su deber de proporcionarles los conocimientos y las condiciones que ellos necesi-
tan para volverse menos dependientes de los recursos y servicios que el Estado no puede
ofrecerles.
El supuesto sobre el cual está concebido el programa, y que sustenta el logro de sus
propósitos, es la importancia de los individuos y de las relaciones familiares como eje
fundamental para la construcción de comunidad, lo cual, a su vez, es una condición
necesaria para establecer el camino del desarrollo. La lógica del supuesto plantea que no
se puede lograr la autogestión del desarrollo si no se tienen sólidas bases comunitarias,
con énfasis en lo solidario. Y estas bases no se pueden construir sin la participación de la
familia y de los individuos como unidades básicas que son, al tiempo, ejecutoras y
beneficiarias de los cambios. Es indispensable, entonces, como punto de partida, la
formación de excelentes individuos, con criterio, responsabilidad y capacidad de toma de
decisiones suficientes, y, como efecto de esto, buenos miembros de familia para cons-
truir la comunidad capaz de gestionar por sí misma el desarrollo.
294
FUNDACIÓN PROBAN
El programa se justifica, desde esta perspectiva, dado que por su estructura logra
crear esa base formativa de individuos y familias. Según un estudio reciente de la Orga-
nización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su nom-
bre en inglés):
El programa ya cumplió tres años de haber iniciado actividades con tres comunida-
des. En el presente año, esas tres comunidades culminaron su segunda etapa de forma-
ción en procesos productivos artesanales solidarios, y se vincularon siete comunidades
rurales; éstas culminaron la primera etapa, para un total de diez comunidades en tres
años de trabajo.
1 . Puntos de partida
· Un escenario desolador
Los datos estadísticos que nos llegan dan cuenta de un crecimiento acelerado de la
pobreza en el mundo. La vida digna es esquiva a la mayoría de la población mundial. A
pesar del enorme avance de los conocimientos, de las tecnologías, de la globalización de
los principales procesos económicos, políticos y culturales, y pese a la articulación de las
naciones en grupos estratégicos, la inmensa mayoría de la población mundial está exclui-
da de los beneficios del progreso. El diagnóstico hecho por el Concilio Vaticano II, en
1965, parece inmodificable:
Esta situación no es fruto del azar, sino de modelos de desarrollo cuya finalidad
primordial es la concentración de la riqueza y del poder de pocas naciones, organizacio-
nes y personas. El grupo del Centro de Alternativas de Desarrollo (CEPAUR), escribió,
hace 18 años, un bello documento sobre el desarrollo a escala humana; uno de sus
miembros, Antonio Elizalde, nos acompañó en esta ponencia. En dicho documento, se
plantearon las causas de esta frustración de la siguiente forma:
2 . Sentido de la solidaridad
parte, el profesor Luis Razeto2 , a partir de un estudio de las economías populares, explora
la construcción de un modelo económico en solidaridad. Ambos autores se plantean los
problemas relativos a la estructuración socioeconómica de la sociedad y a los plantea-
mientos éticos que se introducen cuando se habla de solidaridad, de cooperación, de
gratuidad.
Para lograr una movilidad social hacia las experiencias prácticas de solidaridad hay
muchos caminos. El ejercicio de la solidaridad como comportamiento ético social y
como forma alternativa de estructurar la sociedad toma forma en una variada gama de
organizaciones. Esta realidad se ha expresado en conceptos como: el sector de la econo-
mía solidaria, la economía social, el sector de la economía del trabajo. Pero, poco a
poco, se ha ido aceptando y validando, en América Latina, el término economía de la
solidaridad, y se incluye en éste todas aquellas experiencias económicas, sociales, cultu-
rales y políticas de los sectores populares que propenden por su propio desarrollo a partir
de organizaciones democráticas de interés social. En Colombia, el mundo solidario abar-
ca a todas aquellas organizaciones voluntarias de interés común. Esta comprensión ha
llevado al gobierno a una acción consciente para articular las distintas manifestaciones de
la solidaridad social en el programa Suma Solidaria.
Parafraseando a Razeto4 , se podría señalar que la solidaridad tiene, entre otros, los
siguientes caminos:
302
MIGUEL ARTURO FAJARDO ROJAS
3. El desarrollo
Las nuevas concepciones del desarrollo (desarrollo a escala humana, desarrollo sus-
tentable y desarrollo autocentrado) se concentran en la persona y no en los indicadores
económicos; en su calidad de vida y no en la cantidad de bienes.
La esencia del desarrollo a escala humana9 es: “el protagonismo de las personas y el
fortalecimiento de los espacios locales, en una combinación de participación y respeto a
la diversidad y heterogeneidad”. Con el desarrollo sustentable se revaloriza el capital
natural, en cuanto es insustituible, como base para cualquier proceso de cambio, y se
enfatiza la participación de la gente y, sobre todo, de los grupos más vulnerables (como
las mujeres). Finalmente, el desarrollo autocentrado parte de lo local-regional, como
configuración de un contrapoder, para luego llegar a establecer cambios en lo nacional.
Esos tres enfoques, aunque distintos, se complementan entre sí, pues tienen un alto
contenido humanista y una visión multidisciplinaria e integral del desarrollo desde la
persona (fortalecimiento de los sujetos sociales del cambio). Además, plantean cambios
fundamentales de concepciones y prácticas para alcanzar su concreción10 . Resurgen, así,
con fuerza, las ideas de especificidad y singularidad.
Frente a la crisis del Estado benefactor, la sociedad civil debe asumir su función
solidaria, con la apertura de mayores espacios a las iniciativas que se originan en las
distintas comunidades.
Esta consideración tiene aplicación total para el caso de los estudios cooperativos
realizados hasta la fecha, y da sustento a la consideración según la cual el éxito se
relaciona con la permanencia en el tiempo de la experiencia analizada y con la manera
como la organización ha logrado apropiarse de ese conocimiento.
De igual manera, la propuesta que hace Hirschman, citado por Berdagué: “que los
individuos y los grupos cooperativos se transforman ellos mismos continuamente para
tratar los nuevos problemas sociales, de manera que existe una acumulación de conoci-
miento acerca de la acción colectiva: cuándo es factible, cuáles son los resultados proba-
bles, si la comunidad participará y qué parte de ella lo hará, etc.” se evidencia en los
estudios de caso cooperativos realizados, atrás mencionados, lo que permite afirmar que
la organización cooperativa es una organización basada en el conocimiento, característi-
ca que se convierte en una condición básica a tener en cuenta cuando se estudia el éxito
en la cooperativa.
Una de las conclusiones a las que llega Berdagué es que el proceso de acción colec-
tiva:
Los estudios permiten afirmar que los casos cooperativos exitosos no lo han sido por
la acción de funcionarios de gobierno, sino por miembros de la misma comunidad,
externos o internos a la forma asociativa.
Estas interdependencias, que se tratan como reciprocidades: “que pueden ser ‘equi-
libradas’ (cuando hay un intercambio simultáneo en ítems de valor equivalente) o ‘difu-
sas’ (cuando el intercambio corresponde a las expectativas mutuas de que un beneficio
cedido hoy, será devuelto en el futuro)” son elementos clave cuando se estudia la forma
cooperativa, pues, ésta se considera un sistema de reciprocidades y lealtades basadas en
la confianza, una de las maneras como se expresa la solidaridad.
“La visión que aparece es la de que no es viable el desarrollo social sin crecimiento
económico pero el mismo, a su vez, no tendrá carácter sustentable sino está apoyado en
un intenso crecimiento social”.
En este contexto, donde las dificultades de la realidad han impulsado una crisis y un
proceso de reenfoque profundo del pensamiento económico, se inscribe la integración
activa a los análisis del capital social y de la cultura. Una ola de investigaciones de los
últimos años indica, con datos de campo a su favor, cómo diversos componentes no
visibles del funcionamiento cotidiano de una sociedad, que tienen que ver con la situa-
ción de su tejido social básico, inciden silenciosamente en las posibilidades de crecimien-
to y desarrollo.
El capital social y la cultura han comenzado a instalarse en el centro del debate sobre
el desarrollo, y no como adiciones complementarias de un modelo de alto vigor que se
perfecciona un poco más con ellos. Todo el modelo está sufriendo severas dificultades
por sus distancias con los hechos, y las críticas procedentes de diversos orígenes se
encaminan de un modo u otro a “recuperar la realidad” con miras a producir, en defini-
tiva, políticas con mejores chances respecto a las metas finales. En ese contexto, el
ingreso al debate de los mismos, forma parte del esfuerzo por darle realidad a toda la
reflexión sobre el desarrollo.
309
LA FORMACIÓN DE CAPITAL SOCIAL
La formación de capital social está, en primer lugar, relacionada con las personas que
hacen parte de la organización. El tejido social formado por la organización crea la
sinergia a partir de seis fundamentos imprescindibles:
Pero es de vital importancia crear las acumulaciones económicas necesarias para que
permitan a la organización realizar una acción oportuna.
Así, el éxito de una empresa será más grande en la medida en que la organización
cuente con un inmenso patrimonio ético y cultural y haya sido capaz de construir un
sólido patrimonio económico que garantice el cumplimiento efectivo de las misiones
institucionales.
Bibliografía
Da Ros Sabot Sara Giusspenina, et al., “Conferencia” [inédita], 2004.
Razzeto, Luis, Los caminos de la economía de la solidaridad, Santiago, Impresos, 1993.
Dávila, Ricardo, et al., Éxito e innovación en la gestión: las cooperativas como agentes de
desarrollo local [inédito].
312
Fortaleciendo la formulación
de modelos pedagógicos
apropiados para el desarrollo
solidario.
El inventario sistematizado de experiencias
pedagógicas en procesos de inducción y
educación en la práctica de la economía
solidaria en Colombia
La educación para la solidaridad ha avanzado por caminos muy diversos en la historia
del desarrollo colombiano de los últimos treinta años. Son muchas las acciones que se
realizan, agenciadas por actores muy diversos en su finalidad y visiones, y con productos
muy variados."Es por esta razón, y en la búsqueda de fortalecer la formulación de mode-
los pedagógicos cada vez más apropiados y pertinentes al desarrollo solidario en el país,
que el Departamento Administrativo Nacional de Economía Solidaria (Dansocial) ha que-
rido profundizar en esta problemática.
No obstante, esta visión no ha sido totalmente clara en las discusiones acerca del
desarrollo en la América Latina de las últimas décadas. La confusión de enfoques y de
planteamientos que se ha presentado ha ido desdibujando, paulatinamente, la atención
general a las iniciativas educacionales.
Por esta razón, se planteó que un trabajo de este tipo debía buscar, ante todo, ubicar
en el centro de la discusión del desarrollo solidario el papel asignado a la educación
como instrumento de promoción y mejoramiento, tanto del acto solidario, como de las
capacidades de las personas que conforman su universo.
Una vez definido el norte, se compatibilizaron los recursos disponibles con las posibi-
lidades reales de acción. Así, se definió un esquema muestral que debía contemplar, al
mismo tiempo, la representatividad nacional. Por esta razón, se consideraron las cuatro
regiones de mayor relevancia en el país en cuanto a número de organizaciones, número
de personas vinculadas y trascendencia del sector, a saber: Bogotá, Antioquia, Santander
y Valle del Cauca. El universo del estudio de casos quedó, finalmente, configurado así
(véase Tabla 1):
Finalmente, surgió dentro del desarrollo del trabajo la necesidad de incluir las expe-
riencias universitarias y su contribución en el campo de la formación, la capacitación y la
extensión. De esta manera, se seleccionaron dos entidades con sede principal en Bogotá,
dados los aportes que, a nuestro juicio, han realizado a la pedagogía solidaria.
Los resultados obtenidos permiten caracterizar las tendencias de tipo general presen-
tes en el medio de la pedagogía solidaria, construida con base en los casos estudiados.
No obstante, y dado que no están todos los que son, la utilidad del trabajo puede residir
en poner de relieve la importancia de estructurar un modelo pedagógico explícito, con
una finalidad específica, y estructurado con procesos claros, concretos y cuantificables.
Nuestra intención es que un trabajo de este tipo sirva, ante todo, para promover la
construcción consciente de modelos pedagógicos cuya finalidad sea la de posibilitar la
concreción de la promesa realizada por el accionar solidario, a las personas que lo confor-
man y a la sociedad colombiana.
titiva. Dependiendo de esta visión, así se caracterizan la finalidad de los modelos pedagó-
gicos.
b. La concepción pedagógica
En los casos estudiados, existe un gran control sobre la determinación de los objeti-
vos, pero una excesiva dependencia de labores realizadas por agentes externos.
f. El método propuesto
Aunque las estrategias discursivas son las más frecuentemente utilizadas, aparece
claramente, en las experiencias visitadas, que las estrategias que tienen un mayor impac-
to son aquéllas relacionadas con métodos activos, participativos o de aplicación práctica.
La mayoría de las entidades soporta sus actividades educativas sobre la base de carti-
llas textuales (diez entidades). En el 40% de estos casos, el material se adapta a las
condiciones concretas de la actividad que se está desarrollando. Una pequeña fracción
declara que su principal recurso es el mismo personal de la organización.
Programa de desarrollo
comunitario y empresarial
para el fortalecimiento de la
Empresa Solidaria de Salud
Emssanar y sus unidades de
servicios sociales1
Localización de la experiencia
experiencia: Sur Occidente Colombiano,
departamentos de Putumayo, Nariño, Cauca y Valle del Cauca.
Objetivo principal de la iniciativa: generar un modelo de
organización empresarial de la economía solidaria, basado en la
implementación de un proceso de desarrollo local y comunitario, a
través del fortalecimiento de las Unidades de Servicios Sociales de
Emssanar, Administradora de Régimen Subsidiado, Institución
Prestadora de Servicios de Salud, Servicio Farmacéutico y Funda-
ción.
Nombre de la organización que postula la experiencia:
Fundación Emssanar
Representante legal
legal: Carlos Fajardo Pabón, director general.
La respuesta es no.
La Asociación Mutual actúa como Empresa Solidaria de Salud, prestando servicios del
régimen de salud subsidiado a más de setecientas mil personas de niveles 1, 2 y 3 del
SISBEN en 87 municipios de los departamentos de Nariño, Putumayo, Cauca y Valle del
Cauca.
Para cada unidad de servicios sociales se cuenta con un objetivo específico, expresado
de la siguiente manera:
En este sentido, por una parte se busca promover procesos de asociatividad a través
de grupos comunitarios de base y, por la otra, generar alternativas económicas frente al
modelo neoliberal imperante.
324
PROYECTO EMSSANAR
La tercera causa respondió a la convicción social frente al tema del desarrollo local y
regional, para lo que se tuvo como base el hecho de que los procesos de organización
comunitaria permitirían desarrollar un modelo de economía solidaria alternativo al mode-
lo de economía capitalista neoliberal.
dad y ayuda mutua entre los asociados de la Mutual, quienes, en primera instancia, se
unieron como beneficiarios del régimen subsidiado de salud con lo que buscaban la
prestación de servicios en forma eficiente, oportuna y de calidad, y luego iniciaron un
proceso de organización social basado en una estrategia de comunicación educativa para
la formación de facilitadores comunitarios.
Presentación
En este sentido, las acciones del área hacia las diferentes unidades de negocios se
enfocarán en la implementación de proyectos para el mejoramiento continuo de los
servicios con criterios de calidad; sobre la base de que la población objetivo primario
corresponde a comunidades vulnerables, quienes tienen vinculación directa con la orga-
nización en calidad de beneficiarios del subsidio de salud. El fortalecimiento de las unida-
des de negocio permitirá, a mediano plazo, ofertar servicios al conjunto de la población,
con el propósito de ampliar la cobertura y generar excedentes que posibiliten brindar un
servicio justo y equitativo a la comunidad en general.
Los grupos asociativos que servirán de base para la conformación de empresas comu-
nitarias estarán constituidos por asociados que denoten participación activa (hábiles) en
los procesos que lidera la organización, por lo que se tendrán en cuenta los siguientes
criterios de selección:
Con base en los anteriores criterios, se priorizarán poblaciones en las que existan las
condiciones para implementar las acciones de desarrollo comunitario y empresarial, de
acuerdo con el avance del proceso de participación y organización que viene impulsando
la empresa; para lo cual se tendrán en cuenta los siguientes parámetros:
Finalmente, se debe aclarar que las acciones del área de Desarrollo Comunitario y las
de la Fundación Emssanar, como entes cooperantes, se complementarán y retroalimentarán
permanentemente, buscando la sinergia empresarial necesaria que permita aportarle, de
328
PROYECTO EMSSANAR
Objetivo general
Objetivos específicos
Tabla 5. Actividades
Estrategia 2
2: autogobierno y control social.
Subproyecto 11: transferencia de metodologías de priorización de
problemas y fortalecimiento de organismos de control social.
Objetivo
Objetivo: fortalecer las asociaciones de usuarios y los comités lo-
cales de asociados para la promoción del control social y comunita-
rio.
Ámbito de acción
acción: en todos los municipios de las dos regionales.
(Véase Tabla 6)
Tabla 6. Actividades
Subproyecto 2
2: resolución de conflictos.
Objetivo
Objetivo: propiciar espacios para la reflexión conjunta de los acto-
res comunitarios en la búsqueda de soluciones a la problemática
social.
Ámbito de acción
acción: en todos los municipios de las dos regionales.
(Véase Tabla 7)
331
PROGRAMA DE DESARROLLO COMUNITARIO Y EMPRESARIAL
Tabla 7. Actividades
Estrategia tres
tres: intercambio de saberes y construcción de con-
ceptos de desarrollo local.
Subproyecto 1
1: construcción de un modelo de economía solida-
ria local.
Objetivo
Objetivo: aportar a la construcción de un modelo de economía
solidaria apropiado para las condiciones locales de desarrollo.
Ámbito de acción:
acción en todos los municipios de las dos regionales.
(Véase Tabla 8)
Tabla 8. Actividades
Subproyecto 2
2: formación de facilitadores institucionales.
Objetivo
Objetivo: fortalecer el proceso de construcción de capital humano
por medio de la formación de facilitadores institucionales.
Ámbito de acción:
acción todos los municipios de las dos regionales.
(Véase Tabla 9)
Tabla 9. Actividades
Estrategia cuatro
cuatro: investigación participativa.
Subproyecto 11: estudios sociales y culturales de la población afi-
liada a Emssanar.
Objetivo
Objetivo: realizar estudios sociales y culturales en la población
afiliada a Emssanar con el fin de incluir dicha información en los
procesos de gestión social que adelante la organización.
Ámbito de acción
acción: en todos los municipios de las dos regionales.
(Véase Tabla 10)
Tabla 10. Actividades
Estrategia cinco
cinco: Evaluación y seguimiento de los proyectos co-
munitarios.
Suproyecto 1
1: sistema de medición de indicadores de proyectos.
Objetivo
Objetivo: implementar el sistema de medición de indicadores de
gestión del área, por medio de la implementación de los proyectos.
333
PROGRAMA DE DESARROLLO COMUNITARIO Y EMPRESARIAL
Ámbito de acción
acción: en todos los municipios de las dos regionales.
(Véase Tabla 12)
Tabla 12. Actividades
Subproyecto 2
2: evaluación de impacto social de los proyectos.
Objetivo
Objetivo: evaluar el impacto social de los proyectos que adelante
la organización con las comunidades.
Ámbito de acción:
acción todos los municipios. (Véase Tabla 13)
Tabla 13. Actividades
Una dificultad que ha afectado el desarrollo del proyecto se relaciona con la situación
de orden público y conflicto social que se vive en la región del sur occidente colombiano.
El hecho de que las comunidades participantes del proceso hayan sido intervenidas
permanentemente por programas y proyectos estatales y privados con experiencias nega-
tivas, ha generado algunas resistencias frente a los procesos de participación y trabajo
solidario que implica el proyecto.
4.5 Indique cómo han sido o podrían ser superadas estas dificulta-
des y quiénes han contribuido o podrían contribuir en su solución.
En gran medida, las dificultades se han podido superar por la presencia permanente
y el acompañamiento continuo de la organización a través de los profesionales y técnicos
a las organizaciones comunitarias de base.
Por otra parte, las organizaciones comunitarias en gran medida son lideradas por
gestores comunitarios vinculados a la base social de Emssanar, desde el inicio de las
empresas solidarias, hace más de diez años.
5 . Información general
Al ser una experiencia exitosa, puede ser estudiada y analizada por la academia y los
investigadores de la economía solidaria, para el desarrollo conceptual y metodológico de
la pedagogía social y solidaria
Además, se puede demostrar que los procesos comunitarios de base son una alterna-
tiva económica solidaria para el mejoramiento de las condiciones de vida
Los aspectos innovadores están relacionados con que los procesos de desarrollo so-
cial generados se basan en una estrategia de comunicación educativa para la formación
338
PROYECTO EMSSANAR
La experiencia puede enseñar varios aspectos, entre otros se destacan los siguientes:
Cabe resaltar que tanto el equipo técnico de Emssanar como los líderes comunitarios
participaron del proceso de identificación de las cadenas productivas priorizadas para la
región.
Pedagogía solidaria en el
SENA
Jesús Galindo 1
Objetivos
General
A partir de este marco, se aplican las metodologías específicas para las empresas de
economía solidaria que se esbozan más adelante.
Como finalidad concreta se deben apoyar unidades económicas para que sean
autogestoras de su propio desarrollo. Se debe propender por un equilibrio de los aspectos
socioeconómicos, dentro de un proceso productivo, que haga uso de las mejores opcio-
nes tecnológicas para la producción, la transformación y la comercialización, en relación
orgánica con procesos de participación real de los asociados en la gestión de las unidades
económicas.
Los procesos metodológicos buscan que los usuarios reflexionen sobre su práctica
social y productiva, ubiquen sus puntos fuertes y débiles, así como las amenazas y
oportunidades de su entorno, local, regional o nacional y, a partir de ellos, definan
planes de desarrollo, con acciones de corto, mediano y largo plazo.
Desde la creación de los programas de Promoción Profesional Popular (PPP); los rura-
les a finales de la década del sesenta, y los urbanos a principios de misma década, la
entidad ha venido desarrollando actividades orientadas a apoyar la creación o el avance
341
PEDAGOGÍA SOLIDARIA EN EL SENA
El trabajo que realiza el SENA para el sector solidario de la economía tiene un enfoque
empresarial-social. Esto significa que las organizaciones deben estar en la perspectiva de
encontrar nuevos mercados, crear nuevos productos y servicios, y diseñar y rediseñar
técnicas para modernizar las diferentes funciones del proceso empresarial y de gestión.
Proyecto PMUR
Esta herramienta metodológica, junto con los demás productos del proyecto, permi-
tió impulsar tanto a escala institucional como externo, el trabajo con unidades asociativas,
cuyos resultados se reflejan en el incremento significativo de cooperativas y precooperativas
en la década de los ochenta.
Actualmente se está iniciando una nueva revisión con participación de los centros
líderes, algunos intermedios y básicos.
Contempla una fase previa en la que se orienta a los interesados para desarrollar la
idea empresarial, a partir de la cual se inicia el proceso para el montaje de la unidad
económica. Al igual que en la metodología Peceas, enfatiza en el proceso, el cual debe
desarrollarse sobre bases técnicas y económicas consistentes.
Por otra parte, liga en forma estrecha el proceso de capacitación a las necesidades de
las empresas.
El trabajo con empresas asociativas es muy complejo y exige un alto desempeño a los
docentes, así como el uso creativo de múltiples opciones metodológicas y pedagógicas
que se fundamentan en el trabajo en grupo, en la reflexión, en la construcción de cono-
cimientos a partir de la práctica de los asociados y sus dirigentes.
344
SERVICIO NACIONAL DE APRENDIZAJE
Otras experiencias
pedagógicas
1. Nombre de la entidad: USTA
Título de la experiencia
Fortaleciendo la formulación de modelos pedagógicos apropiados
para el desarrollo solidario: el inventario sistematizado de experien-
cias pedagógicas en procesos de inducción y educación en la prác-
tica de la economía solidaria en Colombia
Localización
Bogotá, Antioquia, Valle del Cauca y Santander
Objetivos
Promover la construcción consciente de modelos pedagógicos, cuya
finalidad sea la de posibilitar la concreción de la promesa realizada
por el accionar solidario a las personas que lo conforman y a la
sociedad colombiana
Resultados
a) La finalidad de la formación solidaria
b) La concepción pedagógica
c) El establecimiento de las necesidades de formación, la determi-
nación de los objetivos de aprendizaje y la administración de los
procesos
d) La orientación de los contenidos
e) La secuencialidad de los contenidos
f) El método propuesto
g) Los recursos utilizados: el mismo personal de la empresa
h) Los procesos de evaluación y seguimiento: aplicación de proce-
sos de evaluación para medir el grado de cumplimiento de las ac-
ciones educativas
346
Título de la experiencia
Programa de desarrollo comunitario y empresarial para el fortaleci-
miento de la empresa solidaria de salud Emssanar y sus unidades de
servicios sociales
Localización
Sur Occidente Colombiano, departamentos de Putumayo, Nariño,
Cauca y Valle del Cauca
Objetivos
Generar un modelo de organización empresarial de la economía
solidaria, basado en la implementación de un proceso de desarrollo
local y comunitario, a través del fortalecimiento de las Unidades de
Servicios Sociales de EMSSANAR: administradora de régimen
subsidiado, institución prestadora de servicios de salud, servicio far-
macéutico y fundación.
Resultados
a) Se cuenta con diez organizaciones comunitarias debidamente
conformadas y vinculadas a un proyecto productivo
b) Se han capacitado a 13.000 personas en los diferentes talleres de
habilidades para la vida, promoción del régimen subsidiado,
autoestima, economía solidaria y planeación participativa de pro-
yectos
c) Se han fortalecido las 87 asociaciones de usuarios y comités loca-
les de asociados donde opera la empresa
d) Se han generado procesos de membresía e identidad frente al
modelo de organización social y comunitaria promovido desde
Emssanar
e) Se han fortalecido los procesos de control social y comunitario de
los asociados y afiliados de Emssanar, por medio de las organizacio-
nes comunitarias de base
f) Se está aportando a la generación de un modelo de economía
solidaria para el fortalecimiento del desarrollo local y regional
347
OTRAS EXPERIENCIAS PEDAGÓGICAS
Título de la experiencia
Pedagogía solidaria en el SENA
Localización
Cubrimiento nacional.
Dirigido a:
•Directivos, funcionarios y asociados de empresas solidarias
•Formadores de ONG
•Entidades públicas y privadas que apoyan las empresas de econo-
mía solidaria
•Docentes del SENA (instructores y profesionales asesores)
•Entidades educativas
Objetivos
Contribuir, por medio de la formación profesional, los servicios tec-
nológicos y la información para el empleo, a la promoción, el esta-
blecimiento y la consolidación de las empresas asociativas y del
sector solidario de la economía, como alternativa viable para el de-
sarrollo social y económico del país
Resultados
Implementación de programas como:
a) Promoción profesional popular: orientado a apoyar la creación o
el avance de unidades asociativas que le permitan a los usuarios de
la capacitación técnica, mejores desarrollos de tipo organizativo,
tecnológico, administrativo y social
b) Proyecto Pmur: este proyecto permitió impulsar, tanto a escala
institucional como externa, el trabajo con unidades asociativas, cu-
yos resultados se reflejan en el incremento significativo de coopera-
tivas y precooperativas en la década de los ochenta.
c) Promoción, establecimiento y consolidación de empresas
asociativas- peceas): el proceso formulado busca generar organiza-
ciones con alto grado de autogestión y de desarrollo empresarial,
con la aplicación de los enfoques modernos de administración en
348
Título de la experiencia
La universidad del sector solidario: un nuevo enfoque hacia la
humanización de la educación
Localización
Cubrimiento nacional.
Dirigido a: entidades del sector de la economía solidaria
Objetivos
Construir, desde el sector solidario, una nueva universidad compro-
metida con el ejercicio responsable de la autonomía con libertad y
legalidad, la calidad en el desempeño académico y en la generación
de conocimientos, la búsqueda de la consolidación de las ciencias
sociales, humanas y las artes, el impulso a las ciencias básicas, el
desarrollo humano y desarrollo tecnológico, y la permanente vincu-
lación al entorno
Resultados
Con la creación de una universidad del sector solidario se busca:
349
OTRAS EXPERIENCIAS PEDAGÓGICAS