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PRÓXIMA PARADA: LA MUERTE

La pena de muerte es uno de los temas polémicos en lo que respecta a las sanciones
penales de los sistemas carcelarios de todo el mundo. Desde los tiempos más antiguos, castigar
con la muerte a un criminal ha existido en diversas culturas y en prácticamente todas las
épocas. Por ejemplo, el Código de Hammurabi (Babilonia, siglo XVIII a. C.) establece que, si un
hijo golpea a su padre, debe cortarle la mano. Al igual que "La ley del talión" establecía que la
pena siempre iba en correlación directa con el crimen cometido, a esto se le denomina como
el "principio de reciprocidad". Estos antecedentes históricos fueron las bases de
muchos ordenamientos jurídicos de la actualidad. A nivel mundial la penade muerte está
abolida en gran parte de América, Europa o Asia, pero también sigue siendo aplicada en
grandes países como Estados Unidos y Japón.

Estoy en contra de la pena capital debido a que nadie tiene el derecho de influir en el
ciclo de vida de terceras personas sin importar la gravedad del delito. Existen miles de
formas de castigar a alguien, pero matar o torturar a alguien que ha perjudicado de
alguna forma a la sociedad nunca será una buena opción porque prácticamente es
pagar con la misma moneda, violencia con más violencia. Además, la moral y la
ética de cada persona varia con relación al entorno en el que se encuentran así que la
capacidad de juzgar a un individuo justamente no será posible.

Los que defienden la aplicación de esta pena, argumentan de la siguiente manera: El


castigo debe de igual proporción al daño producido, es decir, estamos ante la famosa
frase "ojo por ojo". La relación se hace en forma pareja. Todo aquel
criminal que realice un crimen, especialmente el homicidio, merece un castigo igual
al daño que ha causado. Por tanto, si mata, ese individuo merece la muerte.
Analizando desde ese punto de vista, se podría afirmar entonces que la ejecución, en
teoría, es una sanción justa. O al menos que busca la justicia para la víctima. Sin
embargo, cabe recordar que la función de un sistema penal, de cualquier país, siempre
debe procurar que los delincuentes tengan una oportunidad de reinsertarse a
la sociedad. Ese es el argumento en contra de la pena de muerte, el cual es avalado por
los países en donde dicha pena es prohibida Un sistema de sanciones no
necesariamente debe regirse por el principio de reciprocidad antes citado.

Lo que se busca es que haya menos delitos, menos delincuentes. Y la pena capital, en
los países en donde es aplicado, hasta el momento no ha demostrado ser lo
suficientemente eficaz para disuadir a los potenciales criminales. Esta sanción
puede corresponder al principio lógico de justicia, la ponderación de daños y
sanciones. La duda ahora es si esta sanción extrema realmente beneficia la sociedad en
su conjunto, entendida como un componente más que debe tener participación en la
forma en que sus criminales son juzgados y se entiende como un elemento más que
debe preocuparse por la revisión de sus autores. En la mayoría de los casos no lo es; así
mismo, no hay que olvidar el innegable derecho expreso a la vida de cada ser humano,
contemplado como un derecho universal.

Finalmente, para concluir la pena capital, si bien tiene la intención de conseguir justicia
para las víctimas, no es la mejor opción como una medida social de
prevención del delito. La sociedad no solo necesita que sus criminales sean
castigados en forma ejemplar y justa, necesita también que, simplemente, no sean
cometidos más crímenes y es ahí donde la eficacia de la pena de muerte se torna
dudosa. Más aun el abuso de poder afecta sobre el desequilibrio de acusar y juzgar sin
pruebas o con ellas, dándose así la discriminación y la injusticia. En cualquier caso, la
violencia no se soluciona con más violencia

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