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Maestría de Derecho Penal

CURSO DE CRIMINOLOGÍA

CRIMEN Y TRASTORNOS MENTALES

CATEDRÁTICO
Dr. David Saúl Paulett Hauyon

INTEGRANTES DEL EQUIPO DE TRABAJO


1. Guerrero Alarcón, José Carlos
2. Melgar Campos, César Elías

LIMA - PERÚ

Noviembre - 2021

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CRIMEN Y TRASTORNOS MENTALES

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

I. Revisión histórica del tema.

II. Mitos y teorías respecto a los trastornos mentales y criminalidad.

III. Conceptos básicos y evaluación situacional de los trastornos mentales en


torno a la criminalidad.

IV. Abordaje de los trastornos mentales desde el Derecho Penal y una


perspectiva de criminología moderna.

CONCLUSIONES

REFERENCIAS CONSULTADAS

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INTRODUCIÓN

El presente trabajo monográfico aborda uno de los temas más sensibles del
curso de Criminología: crimen y trastornos mentales, el mismo que oculta una
gran problemática de salud pública a nivel mental que finalmente afecta a la
sociedad en gran medida; aún más en tiempos de contextos difíciles y exigentes
de capacidades de resiliencia humana.

Como equipo de trabajo, compartimos nuestra satisfacción por haber


profundizado en esta problemática; ya que nos ha permitido advertir el
predominio de prejuicios y estereotipos que aún se mantienen vigentes en la
práctica del Derecho Penal, mucho más en el desempeño cotidiano de la sociedad
peruana marcada por la violencia en sus diversas modalidades, lo que evidencia la
falencia de políticas públicas preventivas y de atención a la salud mental con
apego al cumplimiento de los derechos humanos.

Por ello, se hizo una revisión somera del devenir histórico del tema, consignando
los mitos, teorías y medidas que fueron aplicadas en los diversos contextos;
continuamos con el reconocimiento de los conceptos básicos, consignando modos
o mecanismos de evaluación situacional de los trastornos mentales en torno a la
criminalidad.

En el antepenúltimo ítem, presentamos un análisis de los trastornos mentales


desde el Derecho Penal, bajo una perspectiva de criminología moderna que
recoge los últimos aportes de la Neurociencia. Finalmente se comparten las
conclusiones y las referencias consultadas.

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CRIMEN Y TRASTORNOS MENTALES

I) REVISIÓN HISTÓRICA DEL TEMA.

Históricamente la enfermedad mental ha desafiado a la sociedad en general


a los profesionales de la salud mental y al sistema de justicia penal. En el
pasado los individuos que exhibían comportamientos fuera de lo común eran
sometidos a métodos extraños y en ocasiones a tortura.

La historia ha documentado ceremonias religiosas para ayudar a esos individuos a


librarse de los que se creía que eran espíritus del mal, técnicas no sometidas a
prueba como hacerlos girar en los bancos con ruedas o lanzarlos al agua helada,
o simplemente encerrarlos en ático o asilos sin intención de dar tratamientos para
modificar sus comportamientos (Rotman,1975 - 1980).

La medicación era un elemento fundamental porque se creía que los trastornos


mentales tenían una base fisiológica; aunque este uso exclusivo de fármacos para
tratar la enfermedad mental continúa hasta la fecha.

1.1. Trastornos mentales como síntomas sobrenaturales.-

En la Edad Media a las personas con un trastorno mental se las trataba como
poseídas por espíritus diabólicos. Especialmente por parte de la iglesia católica,
que consideraba los síntomas como algo relacionado con la brujería. Por lo tanto,
el tratamiento pasaba por la tortura o la hoguera para liberar el alma del
demonio.

En la Europa del siglo XIX proliferaron los manicomios, una especie de cárceles
en las cuales la tortura fue disfrazada en forma de curación.

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Por ejemplo, en el hospital de Charenton de París hay registros de “tratamientos”
en los cuales a las personas se las mantenía atadas, se les sumergía la cabeza en
una bañera, se les aplicaban chorros de agua fría o se las golpeaba. Según ellos,
para apartar las ideas fijas e ilusiones que pudieran albergar.

Precisamente, éste es el hospital en el cual estuvo ingresado el Marqués de Sade,


quién también trabajó allí como escritor, director y actor principal en
representaciones teatrales que realizaban con otros pacientes del manicomio, ya
que atraían a la clase burguesa francesa. Todas las atrocidades vividas en
aquella época pueden leerse en la obra de Michel Foucault “Historia de la
locura en la época clásica”.

A finales del siglo XIX, Cesare Lombroso, un psiquiatra italiano movido


por convicciones humanitarias, demostró que muchos de los autores de delitos
violentos estaban afectados por trastornos mentales. Describió casos de
homicidas y de agresores sexuales con graves alteraciones mentales
congénitas e incurables.

A partir de estas observaciones formuló su teoría sobre la peligrosidad criminal


asociada a las enfermedades mentales. Su teoría ha sido muy influyente tanto
en las leyes como en las creencias populares que asocian la locura y la
violencia.

Desde entonces la creencia de que hay una relación causal entre enfermedad
mental y violencia forma parte de nuestra cultura y emerge cada vez que nos urge
comprender los porqués de la violencia.

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1.2. Trastornos mentales en el siglo XX siguieron con tratamientos que
vulneraron la dignidad humana .-

Ahora bien, en el siglo pasado, con los avances de la medicina y el desarrollo de


los tratamientos psiquiátricos, la situación no fue mejor; durante la 2ª Guerra
Mundial gran cantidad de personas con trastorno mental fueron esterilizadas
y ejecutadas en nombre de una supuesta pureza racial.

Pero los horrores descubiertos tras la finalización de la 2ª Guerra Mundial no


fueron suficientes para cambiar esta tendencia.

En el año 1949, le fue concedido al Dr. Egas Moniz - primer presidente de la


Sociedad Española de Neurocirugía - el Premio Nobel de Medicina por “su
descubrimiento del valor terapéutico de la lobotomía en la psicosis”. ¿Qué
es la lobotomía? Pues un “tratamiento” que consiste en cercenarle un trozo del
cerebro (la corteza prefrontal) a la persona.

¿En base a qué investigaciones se justificó su aplicación? Aunque resulte


increíble, la lobotomía se basó en “una única observación en un único caso
que ni siquiera era humano, sino un chimpancé”. Unas 50.000 personas
fueron lobotomizadas, con poco o ningún seguimiento posterior para conocer las
consecuencias de la intervención. En 1967, este “tratamiento” dejó de ser legal.

Paralelamente, entre los años 1957 a 1964, la CIA llevó a cabo un proyecto
denominado MK-ULTRA, dirigido por Donald Ewen Cameron, el primer presidente
de la Asociación Mundial de Psiquiatría y ex miembro del Comité Profesional del
Tribunal de Nuremberg que juzgó a los nazis por sus crímenes.

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¿En qué consistía este proyecto? MK-Ultra pretendía, entre otras cosas, encontrar
métodos para controlar la mente. Con esta idea se desarrolló la Conducción
Psíquica, una teoría según la cual era posible la corrección de la locura,
borrando la memoria existente y reconstruyendo la psique por completo.

Algunos de los experimentos realizados con este fin, aplicados a personas sin su
consentimiento, fueron la radiación, los psicodélicos, la inyección simultanea de
barbitúricos y anfetaminas y las descargas eléctricas al cerebro. La Conducción
Psíquica nunca funcionó, pero como secuela dejó un número incierto de personas
con daño cerebral severo.

1.3. Trastornos mentales en el siglo XXI como sinónimo de la


sobremedicación para controlarlos.-

Y en la actualidad, nos encontramos con la influencia de las compañías


farmacéuticas, entre las más poderosas desde el punto de vista económico.
Actualmente, los antidepresivos y los tranquilizantes se encuentran en la
clase de medicamentos más vendidos.

Estas compañías financian buena parte de la investigación psiquiátrica y realizan


presiones sobre médicos, políticos, etc. Las políticas sanitarias están bajo su
influjo. Un ejemplo de esta presión lo tenemos en la nueva herramienta de
diagnóstico: el DSM-V.

Se trata de un manual según el cual ser excéntrico, estar triste por la muerte de un
familiar o ser un niño respondón son trastornos mentales que necesitarían
medicación. Si la sobremedicación ya es un problema en el ámbito de la salud
mental, imponer este manual sería como proponer medicar a toda la población.

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II) MITOS Y TEORÍAS RESPECTO A LOS TRASTORNOS

MENTALES Y CRIMINALIDAD.

Los crímenes brutales y violentos generalmente no son cometidos por


personas que tienen algún trastorno mental. Si así fuera, la tasa de
criminalidad se elevaría de forma exorbitante ya que se estima que alrededor del
37% de la población adulta del Perú sufre una enfermedad mental, y más de un
10% padece de enfermedad mental grave (EMG).

Los medios de comunicación han sido instrumentos para establecer la


relación entre trastorno mental y delito, en particular cuando se trata de
crímenes graves y violentos. La enfermedad mental es una motivación básica
en la gran mayoría de los crímenes que se representan en televisión y en otros
medios de entretenimiento.

La abundancia de programas de cadena de televisión o que se difunden en


sistemas de cable, en la actualidad tienden a representar a los criminales
violentos, en particular a los asesinos como individuos extraños, a menudo
psicóticos y resistentes ante los esfuerzos de los criminólogos de entrar en sus
mentes.

2.1. Los trastornos mentales no predisponen a la violencia.-

Erróneamente se cree que los diagnosticados de este tipo de problemas de


salud tienden a ser agresivos y a cometer crímenes.

Los recientes y múltiples hechos de violencia en el Perú, incluyendo el


escalofriante caso del hombre que le prendió fuego a una joven en un vehículo de
transporte público, han hecho que se perpetúe el antiguo mito de que las personas

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que sufren de un trastorno de su salud mental son más violentas que aquellas que
no los padecen.

¿Pero qué sabe la ciencia de este asunto? ¿Es cierto que los individuos
diagnosticados de trastornos mentales tienen una mayor predisposición a la
violencia y a cometer crímenes?

Como ya se ha visto, en la antigüedad, cuando nada se sabía sobre el


funcionamiento del cerebro y el rol de los neurotransmisores, se creía que las
personas con trastornos de salud mental estaban poseídas por demonios o seres
sobrenaturales.

Debido a eso, siempre se les tuvo miedo, siendo consideradas peligrosas,


agresivas y violentas. Increíblemente, ese prejuicio permanece hasta la actualidad
y quienes padecen de este tipo de mal, sufren aún ese estigma, el cual es
perpetuado y sensacionalizado por los medios de comunicación cada vez que
ocurre un hecho violento mediático.

Se cree, por ejemplo, que personas con esquizofrenia o trastorno bipolar son
capaces de agredir a otros individuos y que cada vez que ocurre una balacera o
un irracional acto –como el de quemar a una mujer– es muy probable que haya
sido cometido por alguien con un trastorno de su salud mental.

Pero lo cierto es que diversos estudios han revelado que los pacientes con
algún trastorno de salud mental, son menos violentos que las personas que
no las sufren, y que la abrumadora mayoría de hechos violentos en la
sociedad lo comete gente que no sufre estos trastornos.

Distintas investigaciones han demostrado que - a diferencia de lo que se cree - las


personas que tienen algún trastorno de salud mental no son violentas.

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Quizá esa creencia provenga de los raros casos en que un paciente con trastorno
mental - ya sea al comienzo de la enfermedad o cuando está bajo efecto de
drogas o alcohol - puede ser agresivo, generalmente contra familiares y amigos,
pero casi nunca contra extraños.

Al respecto, solo 3% a 5% de los actos violentos en la sociedad son


cometidos por personas con problemas mentales. Al revés, al ser pacientes
vulnerables, estas personas son víctimas de violencia por parte de la familia o
gente conocida.

Es más, se calcula que una persona con un trastorno de salud mental es 12 veces
más propensa a ser víctima de violencia que aquella que no tiene un diagnóstico
de salud mental.

2.2. Factores desencadenantes de los crímenes violentos no se vinculan


directamente con los trastornos mentales diagnosticados.-

Si los crímenes violentos no son cometidos por personas que sufren


un trastorno de salud mental, ¿Cómo se explica entonces que una persona
aparentemente normal, cometa crímenes con tanta violencia
y salvajismo?

¿Cómo se explica que una persona cuyos vecinos y familiares aseguraron que era
“normal” y que “nunca se imaginaron que podía hacer algo así” pueda de un
momento a otro cometer un crimen?

El neurobiólogo R. Douglas Fields, aventura nueve razones para que eso suceda.
En su libro “Por qué nos cruzamos: Entendiendo el circuito de ira en el
cerebro”, él cuenta acerca del día en el que saliendo del metro de Barcelona, su
hija fue asaltada.

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Relata el Dr. Fields que “cuando él se despertó” estaba encima del delincuente,
ahorcándolo y llenándolo de improperios. Eso le hizo pensar en los mecanismos
que se dispararon en su cerebro y que casi lo convierten en asesino.

Las nueve razones que da el especialista en su libro para que una persona se
cruce, son las siguientes:
1. Situación de vida o muerte. Esta es una explicación obvia y en términos
jurídicos se llama autodefensa.

2. Ser insultado. De acuerdo con el Dr. Fields, los animales se dan cabezazos,
los seres humanos usan palabras para retarse, y en épocas antiguas, eran causa
de los famosos duelos.

3. Protección de la familia. Al igual que los animales protegen a su descendencia


(única posibilidad de pasar sus genes a futuras generaciones), los seres humanos
se cruzan cuando tienen que proteger a sus familiares.

4. Protección del territorio. Los animales (seres humanos incluidos) son


extraordinariamente territoriales y defienden su hábitat con su vida, agrediendo
con violencia a quienes lo invaden.

5. La pareja. Situaciones que tienen que ver con celos o infidelidad amenazan la
primitiva inclinación que tienen muchos seres humanos de creer que su pareja le
pertenece. Esta situación puede magnificarse cuando en una sociedad –como la
peruana– es eminentemente machista.

6. El orden social. Cuando una persona siente que está siendo avasallada,
percibe que su orden social está amenazado y eso explica actos de violencia en
las carreteras (cuando un vehículo cruza a otro), en las colas de los

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supermercados (cuando alguien se mete sin respetar el orden), o se perciben
como actos de injusticia social, desencadenando revoluciones sociales.

7. Robo de recursos. Según Fields, defender una propiedad es el equivalente a


defender los alimentos. ¿Quién se atreve a quitarle la comida a un perro
hambriento?

8. La tribu. Al ser seres tribales, la defensa de la tribu es esencial. Esto explica las
guerras, las peleas de pandillas e incluso la violencia política.

9. Libertad. Condición fundamental. Los animales se arrancan una pata si quedan


atrapados en una trampa. Los seres humanos que ven amenazada su libertad
reaccionan violentamente, y pueden matar a sus opresores.

III) CONCEPTOS BÁSICOS Y EVALUACIÓN SITUACIONAL DE


LOS TRASTORNOS MENTALES EN TORNO A LA
CRIMINALIDAD.

Es frecuente, para los legos en salud mental, creer que la frontera entre la condura
y la locura es muy nítida y que todo aquel que no sea un “enfermo mental
declarado” cuando delinque debería ser enviado directamente a la cárcel. Sin
embargo, existen muchos casos en los que los límites entre lo que es y no
es enfermedad mental son borrosos.

Por ello, en este acápite se trata sobre aquellos delincuentes que presentan una
intensa desconexión con la realidad y en los que su actividad delictiva se ha
producido como consecuencia de dicha alteración:

A) Los esquizofrénicos (en sus distintas manifestaciones).


B) Aquellos que sufren trastorno bipolar.
C) Los que están afectados de trastornos depresivos graves.

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3.1. Los delincuentes con graves trastornos mentales.-

Son los llamados “enfermos mentales” y popularmente “locos”. Jurídicamente lo más


significativo es que con frecuencia tienden a ser considerados inimputables.

Para ello hay que demostrar que el trastorno mental estaba influyendo sobre la conciencia y
voluntad del sujeto en el momento de cometer el delito. En estos casos los enfermos son
procesados y en lugar de aplicárseles, en su caso, una pena se les impone una medida de
seguridad y se les ingresa en un centro asistencial (casi siempre en régimen cerrado) para
ser tratados de su trastorno mental.

Posiblemente el manejo de este tipo de delincuentes, especialmente cuando abandonan el


centro penitenciario, después del cumplimiento de la medida de seguridad, necesite un
mayor apoyo en medios materiales y humanos.

Evaluar delincuentes con trastornos mentales supone integrar 2 tareas:

A) Analizar la peligrosidad del individuo atendiendo al riesgo de


reincidencia.

 Estudiando su conducta, afectividad y cogniciones.


 Perfilando una serie de objetivos de tratamiento.
 Revisando periódicamente la administración del programa.

B) Valorar el trastorno mental y los problemas asociados para tratarlos.

 Evaluando la intensidad, duración de la sintomatología, grado de


afectación, secuelas, deterioro, etcétera.

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 Analizando las características del individuo y como se relacionan con su
conducta violenta.

Ambas tareas tienen el propósito de establecer un programa de tratamiento


individualizado utilizando diferentes fuentes de información:
 Entrevistas con el sujeto y personas significativas.
 Administración de pruebas para analizar el funcionamiento cognitivo, afectivo o
conductual.
 Información anterior proveniente del sistema sanitario y judicial.
 Observación de su conducta en el contexto institucional.

Evaluación de las necesidades de tratamiento en los casos de graves


trastornos mentales. Las necesidades de tratamiento son de 2 tipos:
 Las derivadas del trastorno que presenta el sujeto.
 Las necesidades criminógenas; es decir, los factores asociados a la conducta
delictiva.

Una vez identificadas se deben operativizar como objetivos de tratamiento.

Entre los delincuentes con problemas mentales graves suelen aparecer


diversos problemas:
 Déficits neuropsicológicos.
 Errores de procesamiento cognitivo.
 Creencias erróneas o desviadas relacionadas con su delito.

Los tratamientos pueden variar según se busque:


 Compensar carencias en habilidades sociales.
 Modificar pautas distorsionadas en la interpretación de hechos.
 Aliviar al paciente de sufrir delirios y alucinaciones.
 Reducir o hacer desparecer el abuso de sustancias (posible patología dual o
comorbilidad enfermedad mental-consumo de sustancias).

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Problemas de frecuente aparición en relación con las necesidades derivadas
del trastorno:

 La escasa motivación del paciente.


 Las carencias intelectuales producidas por una historia de privación
sociocultural o por el deterioro que causa la enfermedad.
 El intento de ocultar o falsear la evaluación para obtener beneficios penales.
 La presencia de 2 o más trastornos asociados (esquizofrenia y consumo de
drogas; o esquizofrenia y deficiencia intelectual; trastorno de personalidad
antisocial o límite y deficiencia intelectual).

Problemas que dificultan actuar sobre las necesidades criminógenas:

 Actitudes, creencias y valores que apoyan los actos delictivos.


 Amigos antisociales y familia inadecuada.
 Impulsividad y falta de autocontrol.
 Baja inteligencia verbal y escasa habilidades académicas o profesionales.
 Falta de habilidades de resolución de problemas.
 Necesidad de estimulación y/o búsqueda de sensaciones.
 Abuso de sustancias.

3.2. La esquizofrenia y su vinculación con la criminalidad.-

¿Qué es la esquizofrenia?

En sus orígenes los primeros psiquiatras que estudiaron el trastorno querían


destacar “que el sujeto que la padecía experimentaba una fragmentación de
las diferentes funciones mentales (pensamiento, lenguaje, percepción)”; de
esta manera, durante muchos años se creyó que el origen del trastorno era
psicológico.

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Actualmente se considera que es el resultado de una alteración en el
funcionamiento y estructura del cerebro debido a la confluencia de factores
genéticos y ambientales.

Indicadores diagnósticos de la esquizofrenia: Fundamentalmente son


sintomáticos y psicobiográficos; aunque últimamente también son biológicos:

 Hipótesis de la tasa de cerebro ventricular. En esquizofrenia habría menos


tejido cerebral.

 Hipótesis de la hipofrontalidad. En esquizofrenia habría un funcionamiento


alterado del lóbulo frontal que es donde radica la capacidad para resolver
problemas y realizar juicios de realidad.

 Hipótesis de los neurotransmisores. En esquizofrenia habrían alteraciones


en dopamina y serotonina.

Criterios diagnósticos de la esquizofrenia:

A) SÍNTOMAS CARACTERÍSTICOS: Según DSM-IV se han de presentar 2 o más


de los siguientes durante una parte significativa de 1 mes:

1) Ideas delirantes.
2) Alucinaciones.
3) Lenguaje desorganizado.
4) Comportamiento catatónico o gravemente desorganizado.
5) Síntomas negativos: Alogia o empobrecimiento del pensamiento y lenguaje,
abulia, aplanamiento afectivo.

B) DISFUNCIÓN SOCIAL/LABORAL: Alteración en el trabajo, relaciones


interpersonales o autocuidado.

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C) DURACIÓN: Al menos 6 meses (al menos 1 mes con síntomas del criterio A).

D) Exclusión de trastorno esquizoafectivo o del estado de ánimo.

E) Exclusión del consumo de sustancias y enfermedad médica.

F) Relación con un trastorno generalizado del desarrollo.

Síntomas de la esquizofrenia y violencia:

Los síntomas de la esquizofrenia se clasifican en 4 grupos:

A. Positivos: Alucinaciones, delirios y desorden del pensamiento.

B. Negativos: Falta de motivación, asilamiento social, escasa comunicación e indiferencia


emocional.

C. Cognitivos: Pobre atención y débil memoria a corto plazo (no así a largo plazo).

D. Afectivos: Sensación de pérdida de vitalidad y de desmoralización.

Estos síntomas son la consecuencia de la alteración cerebral producida por la enfermedad y


responden habitualmente, al tratamiento farmacológico.

Las personas con esquizofrenia no presentan un riesgo de violencia superior a la


población general. No obstante, algunos estudios (Torrey, 1994, 1995; Taylor (1993) han
encontrado una incidencia creciente de conductas violentas en algunos individuos con
esquizofrenia especialmente después de la aparición de la enfermedad.

Otros estudios (White y Gage, 1991) señalan que la asociación entre esquizofrenia y
trastorno de personalidad se relaciona con mayores tasas de violencia, especialmente al
terminar el periodo de custodia.

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También se está estudiando la asociación entre esquizofrenia y abuso de sustancias sobre
todo cuando los sujetos no cumplen la prescripción farmacológica.

No existen unos síntomas de la esquizofrenia más asociados a la violencia que otros, sin
embargo, sí parece que el subtipo paranoide muestra mayor peligrosidad que otros.

El tratamiento de los delincuentes con esquizofrenia descansa en:

 Fármacos
 Atención psicológica
 Apoyo social

De los tres, la piedra angular es una correcta administración de los fármacos


antipsicóticos adecuados al caso. En este sentido se ha producido una gran evolución de
estos fármacos cada vez más eficaces y mejor tolerados.

El tratamiento psicosocial permite un mejor ajuste al medio. Ya no se busca curar la


esquizofrenia mediante psicoterapia sino en proporcionar apoyo y rehabilitación:

 A ser posible, en la comunidad.


 Por medio de programas específicos; no generalizados ni vagos.
 Combinar entrenamiento en habilidades sociales y habilidades para la vida con
estrategias de apoyo comunitario.

3.3. Los grandes síndromes en salud mental y síntomas que pueden


vincularse con la criminalidad.-

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SÍNDROMES NEURÓTICOS SÍNDROMES SÍNDROMES SÍNDROMES
ORGÁNICO – PSICÓTICOS PSICOPÁTICOS
CEREBRALES

ORIGEN Fundamentalmente Fundamentalmente endógeno Causas biológicas Disposición constitucional


exógeno. y en menor medida, exógeno. endógenas y posibles y posible influencia exógena.
desencadenantes exógenos.

SINTOMATOLOGÍA Angustia, ansiedad, Daño o deterioro cerebral, y Alteración de la realidad. Disfunción y sufrimiento social
sentimiento de posibles correlatos y personal.
ESENCIAL inferioridad. comportamentales.

Normalmente ansioso, Bajo control afectivo. Variable, cambiante, sobre Frío, agresivo e
frecuentemente Impulsividad. todo inapropiado. Indiferente.
AFECTO
depresivo.

VIVENCIA Pasado negativo, Desorientación espacio Problemas en memoria, Ruptura en la evolución


futuro amenazador. temporal. pensamiento, lenguaje. biográfica y de la continuidad
DEL del yo.
TIEMPO
En presente, sin influencias del
pasado ni expectativas de
futuro.

COMUNICACIÓN Posible y Difícil, ya que el juicio crítico Siempre difícil y a veces Solo aparente y vinculada a
normalmente está alterado. imposible. intereses.
INTERPERSONAL Fácil.

IMPLICACIONES ESCASAS MODERADAS IMPORTANTES SIGNIFICATIVAS


LEGALES
Algunos trastornos Las demencias, algunos En especial los estados Especialmente los
de ansiedad muy trastornos delirantes y alucinatorios, trastornos de personalidad
graves pueden orgánico-cerebrales y la maniacos y las psicosis antisocial, límite y
provocar reacciones discapacidad intelectual tóxicas. explosivo.
impulsivas y por pueden modificar la
tanto posibles conducta y la voluntad.
delitos contra las
personas.

Síndromes


IV) ABORDAJE DE LOS TRASTORNOS MENTALES DESDE EL

DERECHO PENAL Y UNA PERSPECTIVA DE CRIMINOLOGÍA

MODERNA.

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IV.1. Aportes de la psiquiatría, psicopatología y neurociencias en el
abordaje de los trastornos mentales y criminalidad.-

Las causas de inimputabilidad o incapacidad de culpabilidad se encuentran


reguladas en los ordenamientos jurídicos de cada país. Ello no significa que,
necesariamente, se trate de una lista numerus clausus.

Los resultados de las investigaciones en los campos de la psiquiatría y psicología


forenses así como de las neurociencias; eventualmente pueden generar cambios
en el Derecho Penal y, de manera concreta, en el concepto de capacidad de
culpabilidad.

Así, un trastorno o anomalía mental que hoy se considere no tiene incidencia en la


imputabilidad, podría ser que, a partir de los datos que arrojen diversos estudios,
con el paso del tiempo, el panorama sea distinto, con las respectivas
consecuencias en un proceso judicial de naturaleza penal.

Precisamente se puede presentar la misma situación a partir de hallazgos que


surjan en investigaciones en el ámbito de las neurociencias, hoy bastante en boga
frente al tratamiento de la criminalidad y trastornos mentales.

La psiquiatría -especialidad médica que se ocupa del estudio de las alteraciones y


anomalías psíquicas - aporta información decisiva sobre la anormalidad psíquica y
motivacional, que constituye la otra cara de la categoría dogmática de la
imputabilidad.

Es importante para las ciencias penales, las elaboraciones y clasificaciones de los


principales trastornos psíquicos, alteraciones y anomalías que contribuyen a
definir los criterios de la inimputabilidad, es decir, se suministra un núcleo de
conocimientos científicos que permiten al penalista establecer qué trastorno,

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alteración o anomalía impide comprender la ilicitud de su conducta y actuar
en consecuencia.

A su turno, la sicopatología, ofrece una imagen mucho más rica y compleja del
psiquismo humano y de sus trastornos. En el mundo del Derecho y a herencia de
los clásicos, se dimensionan sólo dos facultades: la inteligencia y la voluntad,
cuando existen otras junto con sus afecciones y trastornos, como por ejemplo: la
memoria, la atención, la afectividad, la percepción, la motivación.

IV.2. Causas de la inimputabilidad provenientes de los trastornos


mentales.-

Un sujeto es inimputable si al llevar a cabo la conducta típica y antijurídica no


posee capacidad de comprender el carácter ilícito del hecho (aspecto
cognoscitivo) y/o de determinarse de acuerdo con esa comprensión (aspecto
volitivo).

Las causas de inimputabilidad suelen establecerse en los ordenamientos jurídicos


de cada país. Por ejemplo, en Argentina se contemplan las alteraciones morbosas
o estados de inconsciencia; en España “cualquier anomalía o alteración psíquica”;
en Alemania, perturbaciones psíquicas patológicas, perturbaciones profundas de
la consciencia, debilidad mental u otras alteraciones psíquicas graves.

Entonces, la imputabilidad se define en dos aspectos:

A) Capacidad de comprender lo injusto del hecho o del comportamiento que


se ha tenido: Conciencia.

B) Capacidad de dirigir la actuación conforme a dicha comprensión:


Voluntad.

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En tanto que la Inimputabilidad se conceptualiza también en dos aspectos:

A. Aquella persona que no puede responder penalmente porque actúa o


mejor dicho, ha actuado sin libertad o sin conocimiento.

B. La imputabilidad puede verse anulada o reducida por factores


individuales (enfermedad mental y deficiencias intelectuales) o
situacionales.

La capacidad de culpabilidad o imputabilidad se ha conceptualizado como la


ausencia de impedimento de carácter psíquico para la comprensión de la
antijuricidad y para la adecuación de la conducta conforme a esa comprensión, es
decir, como el conjunto de facultades psíquicas mínimas que debe poseer un
sujeto autor de un delito.

Por consiguiente, si el sujeto carece de estas facultades psíquicas mínimas,


se considera que no es capaz de hacer uso de su libertad y, por lo tanto, no
puede ser responsable por inimputable de sus actos.

De acuerdo con Armaza, existe un alto nivel de consenso en lo que respecta a la


idea de que una persona es culpable (imputable), únicamente, cuando en el
momento de cometer un injusto –esto es una acción típica y antijurídica– gozaba
de la plena capacidad de obrar de otro modo, es decir, de la capacidad de adoptar
una resolución de voluntad diferente, que vaya de acuerdo con las exigencias del
ordenamiento jurídico.

El sujeto es inimputable, si en su comportamiento antijurídico es incapaz de


comprender el significado injusto del hecho que realiza (vertiente
cognoscitiva o cognitiva) y/o de dirigir su actuación conforme con dicha
comprensión (vertiente volitiva).

La imputabilidad, no se reduce al análisis de la capacidad para comprender la


ilicitud del hecho. También se relaciona con la capacidad del individuo de actuar
conforme a esa comprensión, capacidad que habitualmente se identifica con la
voluntad o capacidad volitiva, sin embargo, actualmente se utilizan en su lugar
expresiones como capacidad de determinación o autodeterminación, de
autoconducción, autocontrol, de autogobernarse o de controlar los impulsos.

En el examen de la imputabilidad se siguen criterios biológico-psicológicos y


psiquiátricos, por cuanto se trata de establecer estados psicopatológicos o
anormalidades psíquicas graves (enfermedad mental) de carácter orgánico o de
base biológica.

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También, se determina la existencia de trastornos, cuya causa no es orgánica o
cuya base no es biológica o corporal, denominados trastornos de la conciencia.

Grosso modo, sin que ello constituya una lista taxativa, en la praxis judicial se
han aceptado como trastornos que pueden ocasionar una inimputabilidad,
enfermedades mentales como la esquizofrenia, la psicosis
maniacodepresiva y la demencia.

Por su parte, se ha conceptualizado el desarrollo mental insuficiente (oligofrenias


estados de retraso mental, subnormalidad o deficiencia mental). También, la grave
perturbación de la conciencia, dentro de la que se ubican los afectos o estados
emocionales, así como las intoxicaciones por consumo de alcohol, drogas,
estupefacientes, sustancias enervantes u otras semejantes.

Finalmente, con gran discusión, una parte de la doctrina ha afirmado que entre
otras anomalías o alteraciones mentales, podrían formar parte la psicopatía, la
paidofilia y trastornos del control de los impulsos.

En lo que respecta a las causas de inimputabilidad, cabe indicar que, en la medida


en que se apoyen en clasificaciones psiquiátricas superadas, puede generar
dificultades, ello en razón de que la medicina está en constante cambio. De ahí
que se considere un mito el afirmar que los trastornos mentales o anomalías
psíquicas que pueden generar una inimputabilidad constituyen una lista
taxativa.

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IV.3. Relación entre trastorno mental, imputabilidad y conducta delictiva
Nivel

NIVEL CAUSAL CLASE DESCRIPCIÓN


DE EXIMENTE
Correspondencia perfecta entre trastorno y
Nivel I INIMPUTABLE delito; el trastorno es inseparable (o causa)
del delito.

Por ejemplo: El acto criminal se basa en una


interpretación delirante de la realidad.

Nivel II INIMPUTABLE El trastorno tiene un impacto significativo en


el delito, pero median variables intervinientes
actuales.

Por ejemplo: El acto criminal es un efecto de


un impulso irresistible como puede ser un
síndrome de abstinencia a drogas.

Nivel III IMPUTABILIDAD El trastorno es un factor de influencia, pero la


conducta no está determinada decisivamente
DISMINUIDA por él.

Por ejemplo: La deficiente expresión


emocional favorece la desinhibición explosiva
de los impulsos bajo ciertas sustancias
intrasujeto o ambientales.

Nivel IV IMPUTABLE La relación entre trastorno y delito es


indirecta, no influyendo causalmente el uno
en el otro.

Hay trastorno, pero éste determina


actividades periféricas al delito, no al delito en
sí.

Por ejemplo: Un drogodependiente con


síndrome de abstinencia que comete un delito
sexual.

CONCLUSIONES

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1. Históricamente, los límites entre el trastorno mental, la conducta violenta y
criminalidad han sido muy imprecisos; además, están cargados de
prejuicios y estigmatizaciones.

 En la actualidad aún persiste la creencia popular de que los delitos más graves
como pueden ser el asesinato con componentes sexuales, la conducta
parricida, el infanticidio y los que incluyen elementos que permiten la
clasificación de agravamiento de un delito (ensañamiento y alevosía, víctimas
muy vulnerables etc.) son llevados a cabo por personas con algún tipo de
enfermedad mental grave.

2. El papel de los medios de comunicación no hace más que aumentar la


creencia en la asociación, enfermedad mental- delincuencia; de esta manera,
los delitos puntuales de gran violencia protagonizados por una proporción
pequeña de pacientes siquiátricos pasan a convertirse en la generalidad.

 La abundancia de programas de cadena de televisión o que se difunden en


sistemas de cable, en la actualidad tienden a representar a los criminales
violentos, en particular a los asesinos como individuos extraños, a menudo
psicóticos y resistentes ante los esfuerzos de los criminólogos de entrar en sus
mentes.

3. Los resultados de las investigaciones en los campos de la psiquiatría


y psicología forenses así como de las neurociencias; eventualmente
pueden generar cambios en el Derecho Penal y, de manera concreta,

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en el concepto de capacidad de culpabilidad, frente a las personas
con trastornos mentales.

 Los más recientes avances en las investigaciones de las neurociencias –


respecto a los trastornos mentales- deben ser considerados con mesura en la
medida en que de forma paulatina podrían conducir a repensar los
fundamentos del concepto de culpabilidad.

4. Destaca la necesidad de abandonar la vieja y prejuiciosa idea de la


que peligrosidad criminal, está asociada a la enfermedad mental;
renovando las políticas públicas de prevención y atención de la salud
mental según indicadores realistas.

 Si hablamos de violencia y enfermedad mental hay que decir, en primer lugar,


que estos enfermos están más expuestos a sufrir la violencia como víctimas
que a ejercerla como agresores. A su vez, especialmente cuando el trastorno
mental está activo, tienen más riesgo de encontrarse en situaciones conflictivas
y, por tanto, es más probable que recurran al uso de la violencia.

Los enfermos mentales presentan una probabilidad algo mayor que aquellos


no afectados por un trastorno mental pero, y esto es importante, ante
situaciones conflictivas similares.

Los mismos factores que aumentan el riesgo de violencia en cualquier


persona, como el consumo de drogas, las actitudes antisociales, el aislamiento
social, etcétera, también influyen en las personas con enfermedades mentales
incrementando su riesgo de actuar violentamente. 

Hoy podemos afirmar que del mismo modo que la enfermedad mental es
tratable, sabemos que la violencia y criminalidad se puede preveni

REFERENCIAS CONSULTADAS

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1. Gómez Rivero, M. Nuevas tendencias doctrinales y jurisprudenciales en el
tratamiento del enfermo mental. Consejo General del Poder Judicial. 2006.

2. Harbottle Quirós Frank. Psicopatía y capacidad de culpabilidad: un


acercamiento al debate actual. Med. leg. Costa Rica [Internet]. 2019.

3. Pozueco Romero, J.M. Psicopatía, Trastorno mental y crimen violento. Aspectos


Clínico- Forenses, Médico-Legales y Criminológicos. Madrid: Editorial EOS; 2011.

4. Soria, M.A. y Sáiz, D. (2006). Psicología Criminal. Madrid: Pearson.

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