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Antecedentes y de niciones
Referencias
LECCIÓN 1 de 2
Antecedentes y definiciones
Fuente: Fahsbender, F. (2020). ¿Rodrigo Eguillor es inimputable?: la pericia del Cuerpo Médico Forense que reveló una
inimputable-la-pericia-del-cuerpo-medico-forense-que-revelo-una-afliccion-psiquica/
La consideración del análisis de este y muchos casos más implica tener en cuenta aportes de numerosas disciplinas
en relación con distintas temáticas, ideas y realidades en particular. La representación de la locura y su relación con
lo criminal se remite a muchísimos años atrás. Esto no solo en relación con perspectivas clínicas y de tratamientos
médicos, sino para reconocer las implicancias en lo criminal y sus consecuentes incidencias en los marcos jurídicos y
legislativos. Todos los desarrollos determinan en la actualidad la incidencia de la enfermedad mental en ciertos
hechos delictivos, lo que no implica que todas aquellas personas a las que se les diagnostique algún trastorno mental
deban ser exceptuadas de la pena por la responsabilidad de los hechos.
A pasos de la Revolución francesa, con las ideas de la ilustración enarboladas por Montesquieu y por Rousseau, y el
cambio de paradigma originado un siglo antes gracias a Galileo, Descartes y Voltaire, entre otros, se vieron
impulsadas también las ideas de reforma en el plano penal y jurídico, lo que hoy, y luego de una gran y continua
evolución en materia de derechos humanos, permite considerar a las enfermedades y trastornos mentales en los
procesos judiciales, diferenciando responsabilidades, penas y tratamientos.
Fue Beccaria, jurista y filósofo, quien marcó la bisagra en este sentido y dio pie a que las ciencias médicas prestasen
mayor atención al tema del hombre criminal. En este sentido, la medicina mental comienza a prestar atención a
algunos factores considerados como causa de desorden social, multiplicándose estudios referidos al aumento de
alienados en los asilos, al alcoholismo y al suicidio. Beccaria sostenía que las penas tienen un carácter preventivo,
tanto para el delincuente que ha cometido la falta como para el conjunto de la sociedad.
A principios del siglo XIX, el médico francés Philippe Pinel habló, en su Traité Médico-Philosophique sur
l’aliénation mentale (Tratado médico-filosófico sobre la locura), de la manía sin delirio o razonante e hizo alusión,
por primera vez, a la relación entre locura y criminalidad. Pinel impulsó la humanización del tratamiento de los
alienados, buscando la supresión de las cadenas que sujetaban a los internos, las sangrías, las purgas y los
tratamientos inútiles que solo servían para debilitar a los enfermos.
Si nos servimos de la noticia planteada al comienzo acerca del caso de Rodrigo Eguillor y lo relacionamos con lo
obtenido a lo largo de la historia y su desarrollo, podríamos considerar este fragmento puntual:
Luego fue enviado al PRISMA, el hospital psiquiátrico del penal de Ezeiza, donde sigue hasta hoy,
junto a ladrones detenidos que pelean para salir de su adicción al paco, o junto al Pity Álvarez.
El abogado de Eguillor insistió a la Cámara de Casación con llevarlo fuera de la cárcel, enviarlo a una
clínica psiquiátrica privada provista por su servicio de medicina prepaga para poder tratarlo con una
tobillera electrónica en su pie, para que pudiera enfrentar las causas en su contra en un tribunal. El
pedido fue denegado por los tres jueces; en un escrito al que accedió a Infobae, fundamentaron que un
psiquiátrico privado no reunía las condiciones de seguridad de un sistema penitenciario, además de la
existencia del riesgo de que entorpezca la causa.
Sin embargo, el proceso contra Eguillor quedó suspendido por decisión judicial: el juicio oral se
¿Cómo se llega a considerar la posibilidad de enviar a alguien a una clínica psiquiátrica en lugar de permanecer
recluido en una prisión como los demás delincuentes? Es gracias a todo el proceso humanizador y desarrollo médico
y científico que refuerza el enfoque de los derechos humanos que posibilita hoy en día diferenciar quien es imputable
de quien no lo es.
Puntualmente y siguiendo con el hilo histórico, el giro impulsado por Pinel, Esquirol y otros profesionales de la
época no solo implicó dejar de tratar a los alienados como criminales, sino que también implicó comenzar a observar
en qué medida los criminales eran alienados o no. En relación con esto, prestemos atención al siguiente fragmento
de la noticia.
Sin embargo, el proceso contra Eguillor quedó suspendido por decisión judicial: el juicio oral
se vuelve algo incierto.
El fallo también incluye un dato revelador. En octubre del año pasado, fuentes cercanas a su
encierro decían que su problema “no era psiquiátrico”, sino que se trataba de “su
personalidad”. (Fahsbender, 2020, https://bit.ly/ 3fL2ZYo).
Con todos estos desarrollos se inició entonces un dedicado estudio de las enfermedades mentales, que fueron
separando a los alienados de los criminales, pero que, a su vez, fueron marcando también algunos puntos de contacto
entre las dos entidades. Este punto es importante para reforzar la idea de que no necesariamente aquellas personas a
las que se les diagnostique algún trastorno mental deben ser exceptuadas de la pena por la responsabilidad de los
hechos
Justamente, este hecho se basa en numerosos aportes posteriores. Es imprescindible nombrar a algunos autores que
continuaron adentrándose en el novedoso y yermo territorio de la psiquiatría en su vinculación con lo criminal.
Entre ellos, está Cesare Lombroso, médico y criminólogo italiano de fines del siglo XIX, representante del
positivismo criminológico, llamado en su tiempo la nueva escuela (Nuova Scuola) y autor del libro L’Uomo
delincuente (1876). Este médico propuso una clasificación dividida en:
También es importante hacer referencia a José Ingenieros, médico psiquiatra, nacido en Italia y radicado en
Argentina, que dedicó parte de su vida a la sociología y a la criminología, entre otras actividades. Confeccionó la
siguiente clasificación psicopatológica:
1 Anómalos morales
2 Anómalos intelectuales
3 Anómalos volitivos
4 Anómalos combinados
Cada una de las tres primeras se subdivide, a su vez, en congénitas, adquiridas y transitorias, mientras que el último
ítem es una combinación de los otros tres.
Por otro lado, Koch impuso la denominación psicopatía con el significado que hoy se le atribuye (variante anormal
del carácter, mayormente congénita). Y distinguió tres formas, que van de una simple disposición (diátesis o
tendencia) para el crimen, pasando por una tara, hasta la degeneración.
Otro aporte, y de enorme importancia, es el de Emil Wilhelm Magnus Georg Kraepelin (1904), quien señaló la
diferencia entre la personalidad psicopática y los estados psicopáticos. Ubicó entre los primeros a los criminales
innatos y describió los subtipos inestables, mentirosos y excéntricos. Para él eran formas frustradas de psicosis y en
el límite de la neurosis.
Kurt Schneider (1923) en su trabajo Personalidades Psicopáticas describió diez tipos psicopáticos, aclarando que
no implicaban diagnósticos. Propuso como factores etiológicos la disposición, a veces hereditaria, en combinación
con lo vivencial. Concluyó que los psicópatas no eran asociales o criminales directamente, sino en una pequeña
proporción. El delito era un dato significativo pero marginal, como lo era el suicidio en las depresiones. Este autor
elaboró una clasificación asistemática de los psicópatas, de acuerdo con su característica más sobresaliente, pero
aseguró que existía el peligro de que el individuo aislado fuera visto solo como una fórmula, que se pasase por alto el
contenido, los motivos y fundamentos psíquicos de las oscilaciones y fracasos, lo biográfico y, con ello, las
posibilidades de la influencia terapéutica. Recomendaba ser cautelosos con la designación de psicópata en informes
periciales.
Hervey Cleckley (1941) distinguió dos tipos: completos y parciales o encubiertos. Sostuvo que la mayoría de los
psicópatas típicos no cometía crímenes violentos. Enumeró dieciséis rasgos: encanto superficial; buena inteligencia;
ausencia de alucinaciones o pensamiento irracional; ausencia de nerviosismo o neuroticismo; indignidad de
confianza; mentiras y falta de sinceridad, carencia de sentimientos de culpa y vergüenza; comportamiento antisocial
sin remordimiento; dificultad en el juicio y para aprender por la experiencia; egocentrismo patológico; incapacidad
para el amor; pobreza afectiva; pérdida de la intuición; irresponsabilidad en las relaciones interpersonales;
comportamiento fantástico y poco regulable bajo el efecto del alcohol; suicidio rara vez; vida sexual impersonal,
trivial y mal integrada, y carencia de proyecto de vida.
Luego de esta larga lista, concluyó que carecían de capacidad social, aunque aceptaban superficialmente
convenciones sociales, lo que Cleckey denominó máscara externa del psicópata, que es de salud mental robusta.
Cometía delitos sin mayores metas, por tedio.
Luego de múltiples desarrollos, en la actualidad, podemos hablar de los que se denomina Trastorno antisocial de la
personalidad, en el que profundizaremos más adelante. Existen muchísimos aportes más, pero es posible delimitar
hasta aquí una idea central.
Si bien en la noticia del caso planteado no se hace explícito un diagnóstico psiquiátrico puntual, ¿qué podemos
pensar en relación con la naturaleza de los hechos, los modos, motivaciones y contenidos? La posibilidad de ir a una
clínica psiquiátrica privada y que sea denegado, ¿qué puede hacernos pensar? Incluso, podemos intentar relacionarlo
con el siguiente fragmento.
Un informe elaborado por especialistas con fecha del 2 de octubre de 2019 aseguró que “las
facultades mentales de Rodrigo Eguillor... no encuadran dentro de los parámetros considerados
como normales desde la perspectiva médico-legal; presenta una aflicción psíquica compatible con
un trastorno”.
El informe aseguró que Eguillor presentaba un riesgo para sí mismo y para terceros. Un informe
posterior del mismo Cuerpo Médico aseguró que ese riesgo había desaparecido al aceptar “un
tratamiento psiquiátrico/psicológico”.
El riesgo para otros se fue. Sin embargo, su trastorno persistía. (Fahsbender, 2020,
https://bit.ly/3fL2ZYo).
Si pensamos en la etimología de la palabra psiquiatría podemos aludir a su significado como “medicina de almas”.
No obstante, y en relación con lo hasta aquí desarrollado, esta disciplina puede pensarse como una especialidad
médica cuyo órgano de estudio es el cerebro en tanto es el sitio anatómico donde tiene lugar toda la integración de la
percepción, el procesamiento de la información y la ejecución de la conducta humana.
Si entendemos en qué consiste la principal función de la mente y que su desarrollo se asienta en el sistema nervioso
central, podemos afirmar lo siguiente: la psiquis es el conjunto de procesos, fenómenos y funciones generados en el
encéfalo, y lo percibido en este, a partir de estímulos tanto internos como externos, que permiten al ser humano
relacionarse con el mundo y consigo mismo.
Si aunamos la información hasta aquí referida podemos, finalmente, referirnos a la psiquiatría forense. En el ámbito
penal, esta disciplina dictamina acerca de la enfermedad mental del sujeto, la existencia de retraso mental, así como
la estimación de la peligrosidad del sujeto implicado.
En relación con el caso, y tal como se refirió con anterioridad, ¿podríamos plantear que Rodrigo Eguillor no fue
trasladado a una clínica psiquiátrica privada dadas sus características de personalidad y posible evaluación de su
peligrosidad?
El informe aseguró que Eguillor presentaba un riesgo para sí mismo y para terceros. Un informe
posterior del mismo Cuerpo Médico aseguró que ese riesgo había desaparecido al aceptar “un
tratamiento psiquiátrico /psicológico”.
Así como esta disciplina puede definir si una persona que padece una dependencia de sustancias adictivas puede
aumentar notablemente sus probabilidades de cometer un ilícito al estar intoxicado, tiene de igual modo competencia
para determinar si existe simulación de trastornos mentales con la finalidad de sacar ventajas.
En este último fragmento aparece la figura de inimputabilidad, por lo que se hace preciso definir la imputabilidad.
Esta implica “la capacidad psicológica de actuar con discernimiento, voluntad, juicio y aptitud, y por tanto debe
someterse a las normas jurídicas o ajustarse a ellas” (Grandini González, Carriedo Rico, Gómez García, 2014), ya
que en un funcionamiento psicológico normal, conlleva una intención a nivel cognitivo y volitivo implícito,
constituyendo los principales factores de responsabilidad.
... quienes no hayan podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus facultades,
por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconciencia, error o ignorancia de
hecho no imputables, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones.
En caso de enajenación, el tribunal podrá ordenar la reclusión del agente en un manicomio, del
que no saldrá sino por resolución judicial, con audiencia del ministerio público y previo dictamen
de peritos que declaren desaparecido el peligro de que el enfermo se dañe a sí mismo o a los
demás.
En los demás casos en que se absolviere a un procesado por las causales del presente inciso, el
tribunal ordenará la reclusión del mismo en un establecimiento adecuado hasta que se comprobase
SUBMIT
1 Ley N.o 11179. (1984). Código Penal de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm
LECCIÓN 2 de 2
Referencias
Fahsbender, F. (2020). ¿Rodrigo Eguillor es inimputable?: la pericia del Cuerpo Médico Forense que reveló una
“aflicción psíquica”. Infobae. Recuperado de https://www.infobae.com/ sociedad/policiales/2020/02/05/rodrigo-
eguillor-es-inimputable-la-pericia-del-cuerpo-medico-forense-que-revelo-una-afliccion-psiquica/
García López, E. (2014). Psicopatología Forense. Bogotá, CO: Editorial Manual Moderno.
Grandini González, J., Carriedo Rico, C. y Gómez García, M. (2014). Medicina forense. Bogotá, CO: Editorial
El Manual Moderno.
Ley N.o 11179. (1984). Código Penal de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/ 15000-19999/16546 /texact.htm