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“La mayoría imagina que la filosofía consiste en

discutir desde lo alto de una cátedra y profesar


cursos sobre textos. Pero lo que no llega a
comprender esa gente es la filosofía ininterrumpida
que vemos ejercer cada día de manera perfectamente
igual a sí misma (…) Sócrates no hacía disponer
gradas para los auditores, no se sentaba en una
cátedra profesoral, no tenía horarios fijos para
discutir o pasearse con sus discípulos. Pero a veces
bromeando con ellos o bebiendo o yendo al ágora y
por último yendo a prisión y bebiendo veneno,
filosofó. Fue el primero en mostrar que en todo
tiempo y en todo lugar, en todo lo que nos sucede y
en todo lo que hacemos, la vida cotidiana da la
posibilidad de filosofar”.

Plutarco, “Si la política es asunto de los ancianos”, 26- 96 d.

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EJE Nº 1 ¿Para qué filosofar? ¿Qué nos mueve a filosofar?

Nos preguntábamos cuál era el mejor camino para enseñar en este módulo
aquello que entendemos por filosofía y descubrimos que podíamos elegir modos muy
distintos. Una alternativa consistía en comenzar haciendo una historia de la filosofía,
entones lo que primaba eran autores, fechas y contextos históricos, o bien podíamos
narrar las grandes teorías filosóficas, y en este sentido analizaríamos textos de diversos
pensadores tratando de advertir su teoría principal.
Finalmente, y entendiendo el objetivo de nuestra disciplina decidimos
conjuntamente, desandar otro camino. Nos hemos propuesto en este módulo
problematizar la disciplina, consideramos a la disciplina filosófica como una práctica
reflexiva y crítica capaz de generar un espacio de indagación. La enseñanza de la

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filosofía queda, entonces, asociada a la pregunta y al ejercicio de pensamiento que
provoca su respuesta. Aconsejamos entender esta asignatura a la luz de las relaciones y
vinculaciones entre conceptos. Podrán analizar aquí diferentes ejes o problemas
filosóficos que no estudiaremos de manera aislada o en bloque, sino que serán
interpretados articulando cada concepto con el eje siguiente.
“Enseñar filosofía es invitar a pensar. Es invitar a compartir una actividad que
supone un esfuerzo, es cierto, pero tiene la enorme perspectiva de llegar a enfrentarse
con lo nuevo. Y cuando se posibilita la novedad, cuando aparece algo que antes no
había, en alguna medida, hemos transformado el mundo”. (Cerletti 2008:21)
Para ello necesitamos filosofar. Por lo tanto, le daremos la ardua tarea, a este que
será nuestro material de estudio, de introducirnos en el ejercicio de pensar, de
reflexionar acerca de la naturaleza, de nuestra propia existencia y la existencia del otro.
Porque consideramos que la filosofía debe guiarnos a realizar buenas elecciones, a
tomar sabias decisiones y a reconocer nuestros límites y principios como individuos
parte de una sociedad.
Nos proponemos realizar un primer acercamiento a los principales interrogantes
de la filosofía, ¿Cuáles son aquellas cuestiones que competen a tal disciplina? Y ¿cual
será el camino para hallar la respuesta?
El principal interés de la filosofía es analizar y entender ideas muy comunes que
usamos todos los días sin pensar sobre ellas. Siguiendo a Nagel, un historiador podría
preguntar qué sucedió en algún momento en el pasado, pero un filósofo preguntará:
“¿Qué es el tiempo?”; un matemático podría investigar las relaciones entre los
números, pero un filósofo se preguntará: “¿Qué es un número?”; un físico preguntará
de qué están hechos los átomos o qué explica la gravedad, pero un filósofo preguntará
¿Cómo podemos saber que hay algo fuera de nuestras mentes? un psicólogo podría
investigar cómo un niño aprende un lenguaje, pero un filósofo preguntará: “¿Qué hace
que una palabra signifique algo?”. Cualquiera puede preguntarse si es bueno entrar al
cine a ver una película sin pagar, pero un filósofo se preguntará: “¿Qué hace que una
acción sea buena o mala?”

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Lo primero que afirmaremos, es que la belleza de la filosofía no radica en
respuestas posibles, sino en la pregunta; es en la interrogación donde encontramos lo
maravilloso de la filosofía, allí donde todo parece cierto, donde florece la obviedad,
nace la filosofía. Por esto podemos interpretar que la filosofía, tal como la concebían los
griegos, es “el afán o anhelo de saber.”

La filosofía antes de la filosofía

Se suele ubicar a los primeros pensadores griegos a principios del siglo VI a.C,
en las colonias de Asia Menor, exactamente en la ciudad de Mileto: así nos encontramos
con Tales de Mileto, matemático y técnico, célebre por haber predicho un eclipse de sol
el 28 de mayo de 585 a.C.
Sin embargo, existían antes de ellos, en el cercano Oriente y también en la
Grecia arcaica, cosmogonías, que describían el comienzo del universo a través de los
mitos. Mito, entendido como un relato sagrado, acontecido en un tiempo remoto,
protagonizado por dioses y seres sobrenaturales.
Podemos afirmar que el inicio de la filosofía como saber racional, radica en el
paso del mito al logos, es decir, en el paso de explicaciones o respuestas tradicionales y
arbitrarias a explicaciones lógicas y racionales. El vocablo “Logos”, hace referencia al
pensamiento racional, a la reflexión.
El pensamiento mítico, al que apelaban los griegos, basaba su creencia en que
todo principio, incluyendo al hombre, era gracias a los dioses; es entonce a través de los

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mitos que los hombres comprendían el mundo, los encargados de divulgarlos eran los
poetas, tal es el caso de Hesíodo, quien nace hacia la segunda mitad del siglo VIII a.C.
El poeta escribe “La teogonía”, una obra poética que contiene una de las
versiones más antiguas del origen del cosmos y el linaje de los
dioses de la mitología griega:
“¡Salud hijas de Zeus! Otorgadme el hechizo de vuestro canto.
Celebrad la estirpe sagrada de los sempiternos Inmortales, los
que nacieron de Gea y del estrellado Urano, los que nacieron de
la tenebrosa Noche y los que crió el salobre Ponto. Decid
también cómo nacieron al comienzo los dioses, la tierra, los ríos,
el ilimitado mar de agitadas olas y, allí arriba, los relucientes astros y el ancho cielo. Y
los descendientes de aquellos, los dioses dadores de bienes, cómo se repartieron la
riqueza, cómo se dividieron los honores y cómo, además, por primera vez, habitaron el
muy abrupto Olimpo. Inspiradme esto, Musas que desde un principio habitáis las
mansiones olímpicas, y decidme lo que de ello fue primero.
En primer lugar, existió el Caos. Después Gea la de amplio pecho, sede siempre
segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo
de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso tártaro. Por último, Eros, el mías
hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los
dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos. Del Caos
surgieron Erebo y la negra Noche. De la Noche a se vez nacieron el Éter y el Día, a los
que alumbró preñada en contacto amoroso con Erebo. Gea alumbró primero al
estrellado Urano con sus
mismas proporciones, para que
la contuviera por todas partes y
poder ser así sede siempre
segura para los felices dioses.
También dio a luz a las
grandes Montañas, deliciosa

Bajorrelieve romano “Gea/Tellus” Ara Pacis, s.Ia.C.

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morada de diosas, las Ninfas que habitan en los boscosos montes. Ella igualmente
parió al estéril piélago de agitadas olas, el Ponto, sin mediar el grato comercio. (…)”.
(Hesíodo 1987:17)
Leemos en estas líneas la pregunta filosófica que hace referencia al origen del
universo. Aquí también está presente la filosofía con sus ansias de saber, apoyándose en
respuestas del orden de lo fantástico, de lo mítico.
Un siglo más tarde, se reitera este interrogante filosófico planteado por Hesíodo,
sin embargo, no se invoca a las Musas para hallar una respuesta. Los pensadores griegos
de la época dejan de lado el mito, y pasa a tener protagonismo la razón el logos.
Ello debido a diferentes factores: los cambios que van aconteciendo en este área
geográfica, necesitaba algo más que el pensamiento mítico, para explicar su desarrollo y
transformaciones. En ese momento histórico la polis griega se encontraba en pleno
desarrollo, había cierta organización social, un creciente intercambio comercial,
intercambio de costumbres entre pueblos. Estos sucesos, como otros factores, ayudaron
al surgimiento del pensamiento racional como forma de entender el mundo. A partir del
siglo VII a.C. se produce el paso del mito al logos, dando lugar a la filosofía como saber
racional.
Podemos situar aquí a Tales de Mileto (hacia el 585 a.C.) Luego Anaximandro y
Anaxímenes, llamados también filósofos naturalistas, ya que atribuyen a los fenómenos
naturales el comienzo del universo. Estos pensadores proponen una explicación racional
del mundo. Se considera aquí a la filosofía como saber racional. En efecto, el pensador
milesio no se refiere a nada sobrenatural, no habla de dioses que hayan hecho este
mundo, ni de las relaciones, amistades y luchas entre los mismos. Simplemente, Tales
se pregunta qué son las cosas, a lo que el filósofo responde que todo procede del agua,
el principio o fundamento de todas las cosas es el agua. La afirmación de Tales carece
de elementos míticos o fantásticos, porque no habla del agua como un elemento
sobrenatural, tal como lo mencionaba Hesíodo al referirse al Océano, que para él era
una divinidad, sino que aborda su respuesta de manera puramente pensante, de modo
puramente conceptual.

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Si bien en el siglo VI a.C. surge la filosofía como saber racional, entendemos
que previamente también había filosofía, una filosofía que emparentada con el mito, se
hace la pregunta fundamental por el cosmos.
“Mitos que no solo relatan el origen del mundo, de los animales, de las plantas
y del hombre, sino también todos los acontecimientos primordiales a consecuencia de
los cuales el hombre a llegado a ser lo que es hoy, es decir, un ser mortal, sexuado,
organizado en sociedad, obligado a trabajar para vivir (…) si el mundo existe, si el
hombre existe, es porque los Seres Sobrenaturales han desplegado una actividad
creadora en los comienzos” (Elíade 1991: 23)

¿Por qué podemos afirmar que antes de la filosofía


considerada como saber racional también había filosofía?

Comienzo y Origen de la Filosofía

¿Cuáles son las motivaciones que nos


llevan a filosofar?
¿Por qué filosofamos?
¿En qué momento de nuestras vidas
apelamos a la pregunta filosófica?

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Hasta aquí todo lo que concierne al momento histórico en el que surge la
filosofía, es decir, el comienzo. Es momento de diferenciar comienzo de origen de la
filosofía.
Por comienzo se entiende el momento histórico en que los hombres empezaron a
filosofar, es un dato convencional pues se refiere a un tiempo y a un espacio
determinados: el lugar es Grecia y el tiempo se ubica en el siglo VII a. C. Se relaciona
con el momento histórico en el que surge la filosofía.
Por origen consideramos aquello que mueve al hombre a filosofar, aquel
momento en el que el hombre se encuentra cara a cara con la filosofía. Este momento
podemos describirlo mediante tres conceptos. El primero de ellos ya propuestos por
Platón y Aristóteles, consiste en el Asombro o sorpresa que nos genera el mundo que
nos rodea, esta contemplación nos lleva a hacernos preguntas de índole filosófica y nos
conduce al encuentro con el conocimiento, tal como lo plantea Platón en su diálogo
Teetetos:
“Teet. - Por los dioses Sócrates, mi admiración es desmesurada cuando me
pongo a considerar en qué consiste todo esto, algunas veces al pensar en ello, llego a
sentir vértigo.
Soc..- Querido amigo, parece que Teodoro no se ha equivocado al juzgar tu
condición natural, pues experimentar eso que llamamos la admiración es muy
característico del filósofo. Este y no otro es el origen de la filosofía” (Platón 1975:60II)
Aquellas preguntas que se desprenden de nuestro asombro generan nuevos
interrogantes, he aquí un segundo momento en el cual nos encontramos con la pregunta
filosófica: La duda, entonces aquellas preguntas y este estado de cosas nos llevan a la
reflexión del hombre sobre sí mismo.
Por último, en el siglo XIX, nos encontramos con el filósofo alemán Karl Jaspers
(1883-1969) quien introduce la expresión "situaciones límites". Jaspers, en su libro
titulado “LA FILOSOFÍA” distingue claramente tres orígenes del filosofar: “La
admiración y el conocimiento, la duda y la certeza, el sentirse perdido y el encontrarse
a sí mismo— no agotan lo que nos mueve a filosofar en la actualidad. En estos tiempos,
que representan el corte más radical de la historia, tiempos de una disolución inaudita

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y de posibilidades solo oscuramente atisbadas son, sin duda, válidas, pero no
suficientes, los tres motivos expuestos hasta aquí. Estos motivos resultan subordinados
a una condición, la de comunicación entre los hombres (…) Comunicación que no se
limite a ser de intelecto a intelecto, de espíritu a espíritu, sino que llegue a ser de
existencia a existencia”. (Jaspers 1980:18)
El hombre se encuentra siempre en situaciones; por ejemplo, la del conductor de
un taxi, guiando su vehículo, o la del pasajero, transportado en él. En casos como éstos,
se trata de situaciones que cambian o pueden cambiar; el conductor puede empeñarse en
cambiar de oficio, e instalar un negocio. Pero además de las situaciones de este tipo, hay
otras "que, en su esencia, permanecen, aún cuando sus manifestaciones momentáneas
varíen y aun cuando su poder dominante y embargador se nos disfrace", dice Jaspers; y
agrega: "debo morir, debo sufrir, debo luchar, estoy sometido al azar, inevitablemente
me enredo en la culpa". A estas situaciones fundamentales de nuestra existencia Jaspers
las denomina: "Situaciones Límites", siguiendo a Jaspers:
“Cerciorémonos de nuestra humana situación. Estamos siempre en situaciones.
Las situaciones cambian, las ocasiones suceden. Si éstas no se aprovechan, no vuelven
más. Puedo trabajar por hacer que cambie la situación. Pero hay situaciones por su
esencia permanentes, no puedo menos de morir, ni de padecer, ni de lucha. Estas
situaciones fundamentales de nuestra existencia, las llamamos: situaciones límites.
Quiere decir, que son situaciones de las que no podemos salir y que no podemos
alterar. En la vida corriente huimos frecuentemente ante ellas cerrando los ojos y
haciendo como si no existieran”. (Jaspers 1980:20)
Para reflexionar entre todos.

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Museo MAR Muestra 2018, Eugenio Cuttica “Ataraxia”.

Trataremos de que lo visto hasta el momento no quede solo en un apartado de


este módulo. Comencemos a leer estas líneas con una mirada crítica, una mirada
reflexiva que nos lleve a preguntarnos ¿Para que sirve la filosofía? Dijimos que el
asombro es uno de los conceptos que me lleva a estar en contacto con la pregunta
filosófica: ¿Tenemos hoy esta capacidad de asombro? ¿Generamos espacios que
nos permitan poder reflexionar acerca del mundo y de mi mismo? ¿Qué me sucede
ante una situación que resulta irreversible y me afecta anímicamente? ¿De que
modo enfrento esas situaciones con las que me encuentro a menudo? Estos y
muchos interrogantes más debiera ser un primer paso para comenzar a filosofar.
Hemos perdido la capacidad de asombro ante lo simple, no podemos ver que en
ello muchas veces encontramos posibles respuestas, no miramos al otro como a un par,
como a un hermano, nos olvidamos por completo de observar la naturaleza que nos
rodea… en estas pequeñas cosas está presente el filosofar.

Sócrates y los Sofistas

Imaginemos por un momento que entablamos un


diálogo con nuestro compañero de banco, al que vemos muy
alegre cada mañana, al que parece que la vida día a día le
sonríe, entonces al verlo inevitablemente le preguntamos si es

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verdaderamente feliz. Nuestro compañero, tal como lo esperábamos, responde
afirmativamente. Sin embargo, no nos contentamos con su respuesta y agregamos:
Entonces amigo mío, si eres feliz podrás decirme qué es la felicidad.
Sorprendentemente nuestro amigo y compañero nos dice que no puede
respondernos, que nunca se ha hecho esa pregunta y no puede definirla…

¿Por qué creen que nuestro amigo no pudo responder a esa pregunta?
Piensen qué otros conceptos no podemos definir, aunque habitualmente hablemos
de ello.

Introducción:
Con Sócrates y los sofistas comienza un nuevo período de la filosofía. Ambos
corresponden a la época clásica de la filosofía antigua, un período fértil para la filosofía.
La pregunta filosófica por excelencia ya no girará en torno al cosmos (período
cosmológico) sino a las conductas humanas; estamos en presencia de un periodo
antropológico, las principales preocupaciones estaban determinadas por la naturaleza
humana, las condiciones para una vida buena y la centralidad del concepto de justicia
para la comprensión de la naturaleza de los sistemas políticos, entre otros.

Un poco de Historia…
Hacia el siglo VI a.C. el clima de inquietud en torno a los posibles “arjes”
postulados y la evolución política de las polis hacia formas complejas de regulación de
la convivencia, se sumaron al protagonismo de una polis en especial: Atenas, que
desarrolló un sistema único hasta entonces: la democracia. Así, la filosofía también dio
un giro, volcándose hacia los temas propios del hombre: de sus decisiones, de sus
acciones y en definitiva, de su ser. Este “giro antropológico” está marcado por los
Sofistas y por una figura emblemática de la filosofía: Sócrates.
Todas las poleis fueron sufriendo un proceso de cambio de sus organizaciones
políticas desde el momento de su fundación. En general podemos seguir esta secuencia
de transformaciones desde la monarquía hasta la última y más compleja formulación
política que fue la democracia. No obstante, no todas las poleis siguieron el mismo

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curso en sus gobiernos. Tras las Guerras Médicas que enfrentaron a las poleis griegas
con el poderoso Imperio Persa; Atenas quedó fortalecida; ya sea por su fortuna en los
combates navales, como por su capacidad de recuperación a expensas de la Liga délico.
ática, la polis ateniense se convirtió muy pronto en el centro económico, filosófico y
artístico de toda la hélade.
Clístenes estableció en la segunda mitad del s. VI a.C. las bases de la democracia
ateniense alcanzadas bajo Solón primero y luego bajo el gobierno de Pericles en el siglo
V a.C. Desde entonces, el ideal político ateniense se fundamentó en una vida en común
en la que el mayor placer del ciudadano consistía en la participación en la vida pública.
La democracia se asentaba sobre algunos principios: la eleuthería, “la libertad"; la
isegoria, "el derecho a hacer uso público de la palabra" y la isonomia, "la igualdad ante
la ley". Pericles justificaba sus reformas bajo estos principios, en un famoso discurso
recogido por el historiador Tucídides podemos leer: “…pues tenemos una ciudad que
no sigue las leyes de las otras ciudades vecinas y comarcas, sino que da leyes y
ejemplos a los otros, y nuestro gobierno se llama democracia, porque la administración
de la ciudad no pertenece ni está en pocos sino en muchos. Por lo cual cada uno de
nosotros, de cualquier estado o condición que sea, si tiene algún conocimiento de
virtud, tan obligado está a procurar el bien y honra de la ciudad como los otros, y no
será nombrado para ningún cargo, ni honrado, ni acatado por su linaje o solar, sino
tan solo por su virtud y bondad. Que por pobre o de bajo suelo que sea, con tal que
pueda hacer bien y provecho a la ciudad, no será excluido de los cargos y dignidades
públicas.” (Tucídides 1994: 48b)
Como vemos, la libertad es el sostén de la democracia ateniense, pero se
entiende la libertad como el respeto por la ley. Este respeto por la ley implicaba la
participación obligada del ciudadano en la vida pública. Para hacer efectiva esta
democracia, se aplicaron un conjunto de instituciones caracterizadas por la rotación de
los cargos, la designación de los magistrados por sorteo y la ampliación del cuerpo de
gobernantes. El objetivo era que todos los ciudadanos participasen en la vida pública,
sin exclusiones por rango o riqueza. Esto constituía una novedad en el mundo antiguo.

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Y en todos los casos era necesario que el ciudadano pudiera argumentar adecuadamente,
persuadir, convencer. De allí el carácter central de la oratoria.
La participación de los ciudadanos en el gobierno llega en esta época a su
máximo desarrollo; cada vez interviene mayor número de gente en las asambleas y en
los tribunales, tareas que hasta entonces habían estado reservadas, de hecho, si no de
derecho, a la aristocracia. Pero ahora el número de intervinientes crece cada vez más, y
sienten la necesidad de prepararse, para la nueva tarea que se les ofrece, desean adquirir
los instrumentos necesarios para que su actuación en público sea eficaz. Por tanto,
buscan, por una parte, información, que los capacite para enfrentarse con los problemas
de que ahora tendrán que ocuparse. Por otra parte, necesitan también un instrumento
con el que persuadir a quienes los escuchen, un arte que les permita expresarse con
elegancia, y discutir, convencer y ganar en las controversias, el arte de la retórica u
oratoria. Los encargados de satisfacer estos requerimientos de la época son unos
personajes que se conocen con el nombre de sofistas. Ellos eran maestros ambulantes
que iban de ciudad en ciudad enseñando, con la particularidad que cobraban por sus
lecciones, y en algunos casos sumas elevadas.
Los sofistas más conocidos fueron Gorgias y Protágoras.
De los escritos de Protágoras (480-410 a.C.) sólo quedan fragmentos, entre
ellos el pasaje que cita Platón: "El hombre es la medida de todas las cosas".
En este contexto surgen los sofistas, convencidos del poder de la palabra, los
estos maestros del saber enseñaban el arte de persuadir, para demostrar al interlocutor
que lo que se afirma es verdadero, aunque no lo sea, o por lo menos para impedir que
pueda refutarlo o demostrar lo contrario. (Diaz Liesa 1964:18)
Las implicancias de tales ideas en la democracia serán profundas, pero primero
echemos un somero vistazo a sus ideas. No podemos agrupar a los sofistas bajo una
escuela, dada la diversidad de su pensamiento1, pero podemos señalar bien algunos
rasgos comunes reunidos en dos grandes líneas de convergencia: Escepticismo y
relativismo. Por escepticismo entendemos la imposibilidad del conocimiento de la
1
Originalmente el término sofista aludía a quienes enseñaban retórica a los jóvenes, el término era descriptivo de una
función: la enseñanza de un saber técnico. Luego de las guerras del Peloponeso y con las críticas de Platón y de
Aristóteles, el término adquiere una connotación negativa y peyorativa.

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verdad, bien porque ésta no existe, bien porque existe, pero no puede llegar a ser
conocida. El conocimiento tenía para los sofistas una relación de conveniencia con el
propio sujeto que pretendía poseerlo, de manera que la verdad de un juicio sólo
dependía de la eficacia convincente del argumento respectivo y no de su
correspondencia con la realidad objetiva. (Díaz Liesa 1964:19)
El relativismo supone la existencia de múltiples verdades, considerando que hay
tantas como individuos las crean verdaderas. Es decir que eleva la opinión al plano de
verdad, otorga a la verosimilitud carácter de verdad. Así, la verdad depende de las
circunstancias que la produce y de la óptica psicológica y cultural propia de cada sujeto.
Ambas ideas tienen su correlato en el concepto de ley, opuesto a la concepción
tradicional de que la ley había surgido de la mano de los dioses para ordenar la vida
humana. Los sofistas suponían que la ley era una convención arbitraria, es decir, una
creación meramente humana. Como tal, era coercitiva, forzaba a los hombres a
someterse a su imperio, no obstante, esta coerción supone que quienes adquieran la
capacidad para legislar a su conveniencia se tornarán los más fuertes. Veamos las
palabras de Gorgias escritas por Platón: “Pero creo que quien ha hecho las leyes son los
débiles y las masas. Y establecen como ley lo que les beneficia y favorece atemorizando
a los más fuertes y capaces de superarlos, para que no los sobrepasen (...) Ellos, los
más débiles, se contentan con la igualdad. Por ello, esto es llamado injusto y torpe por
la ley, el intento de superar a la multitud, y lo llama hacer injusticia; pero, a mi
parecer, la naturaleza misma demuestra que lo justo es que el más fuerte exceda al más
débil, y el más poderoso al impotente. Y de muchas maneras es evidente que es así, y
entre los animales y entre todos los estados y las razas de los hombres, pues es el
criterio de lo justo: el dominio y el predominio del más fuerte sobre el más débil.
(Platón 1975:14III)
Los más fuertes se impondrán sobre los débiles haciendo la ley en su propio
beneficio. La retórica, la oratoria y la gramática constituyen, por tanto, poderosas
herramientas de poder. Por esto: “…se ofrecían como maestros de sabiduría a los
jóvenes de las familias ricas, para darles la oportunidad de poseer, según decían todos

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los medios adecuados para adiestrarse en la lucha por la riqueza y por el poder”
(Capelle 1958:159.)
Es decir, se trata de que los ciudadanos se eduquen mediante ciertas técnicas que les
permitan alcanzar el éxito. Ni la virtud, ni la moral entran en esta educación; pues
porque ni la virtud es educable, ni la verdad es asequible. De este modo socavaban los
fundamentos de la democracia: la libertad y la isegoría estaban circunscritas a unos
pocos que merced a una técnica de oratoria y argumentación pulida, podía torcer las
decisiones y legislar. Esos pocos constituían quienes podían pagar la enseñanza de los
sofistas, de hecho, unos muy pocos. Con lo cual también quedaba descartada la
isonomía.
Sin embargo, tenemos que ser concientes que los sofistas también nos han
legado unas valiosos aportes. En principio, sitúan a la filosofía en el plano humano,
alejada de la naturaleza. Les importa destacar al hombre como sujeto capaz de conocer
y de obrar, y no como una mera entidad abstracta. También han dado origen a la lógica
mediante el ejercicio de la dialéctica y sus investigaciones sobre el impacto de la
retórica en el público les han llevado a consideraciones muy cercanas a nuestra moderna
idea de las teorías de la comunicación. Asimismo, fundaron las bases de la gramática y
de un sistema de pedagogía.

Sócrates: la verdad, la virtud y el ideal cívico


En este momento de pleno auge de la sofística aparece la figura de Sócrates. En
este punto haremos una breve aclaración: lo único que conocemos del filósofo Sócrates,
es gracias a los diálogos escritos de su discípulo Platón. De Sócrates no se han hallado
escritos, los diálogos platónicos son los encargados de reproducir y representar su
pensamiento. Esto llevó a muchos traductores e interpretes, a dudar de su existencia.
En el siglo V a.C. todo cambia radicalmente, y hacia fines de este ya nadie sabía
orientarse mentalmente; el inteligente subvertía las concepciones y creencias conocidas,
y el simple sentía que todo eso estaba ya pasado de moda. Si
alguien hablaba de la Virtud, la respuesta era: "Todo depende de lo

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que entiendas por Virtud", es decir, se trata de algo relativo a cada uno; y nadie lo
comprendía, razón por la cual los poetas dejaron de interesarse en el problema. Como
suele suceder en momentos de crisis, apareció el hombre capaz de desenmascarar la
debilidad esencial del punto de vista sofístico, una personalidad destinada, si no a
restaurar la moral tradicional, sí en todo caso a fundar una moral rigurosamente
objetiva, un personaje llamado a mostrar que el relativismo de los sofistas no era ni con
mucho tan coherente ni sostenible como a primera vista podía parecer. Este personaje
fue Sócrates.
Con la figura de Sócrates se produce un giro, se dejan atrás las inquietudes
científicas y se aborda el problema de la ética, al filósofo le preocupaba la moral, el
descubrimiento de lo justo, lo verdadero y lo bueno. Para Sócrates la filosofía no era
una profesión, como sucedía con los sofistas, sino una manera de vivir. Convencido de
su misión, Sócrates persigue sin cesar a sus conciudadanos, por las plazas y los
gimnasios, por calles y casas; y los interroga constantemente -de un modo que sin duda
debió parecer molesto, cargoso a muchos de sus contemporáneos- para saber si llevan
una vida noble y justa, o no, y exigiéndoles además en cada caso las razones en que se
fundan para obrar tal como lo hacen, y comprobar así si se trata de verdaderas razones,
o sólo de razones aparentes. Tal actitud, y la crítica constante a que sometía las ideas y
las personas de su tiempo, puede, por lo menos en buena medida, explicar el odio que
sobre sí se atrajo y la acusación de "corromper a la juventud e introducir nuevos dioses",
acusación que lo llevó a la muerte (muerte a la que no quiso substraerse, aunque lo
hubiese logrado con facilidad, por respeto a las leyes de su ciudad y a su propia
convicción referente a la unidad entre pensamiento y conducta)
Sócrates, pues, no comunicaba ninguna doctrina a los que interrogaba. Su objeto
fue completamente diferente: consistió en el continuo examen de los demás y de sí
mismo, en la permanente incitación y requerimiento a problematizarlo todo,
considerando que lo más valioso del hombre, lo que lo define, está justo en su capacidad
de preguntar, de plantearse problemas, que es lo que mejor le recuerda la condición
humana, a diferencia del Dios -el único verdaderamente sabio y por ello libre de
problemas y de preguntas. Por todo esto puede hablarse del carácter problematicista de

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su filosofar: su "enseñanza" no consistía en transmitir conocimientos, sino en tratar de
que sus interlocutores tomaran conciencia de los problemas, que se percatasen de este
hecho sorprendente y primordial de que hay problemas, y sobre todo problemas éticos,
problemas referidos a la conducta, o, si se quiere, problemas existenciales, esto es,
referentes a la existencia de cada uno de nosotros. Estos problemas no son casuales, ni
caprichosos, ni académicos; por el contrario, se insertan en la realidad más concreta de
cada individuo.
Resulta interesante entender por qué Sócrates tuvo la necesidad de salir a las
calles e indagar a los atenienses. En el 399 a.C Sócrates, el filósofo, fue condenado a
muerte y ejecutado por los atenienses por el
cargo de impiedad. Años después, su
discípulo, Platón, publica un ensayo que
pretendía ser el discurso de defensa de
Sócrates. En la Apología de Sócrates, Platón
narra la defensa del filósofo frente a los jueces
atenienses y nos relata cómo Sócrates aduce
Momento de la apología. Fotograma del
su inocencia: Filme: “Sócrates” de Roberto Rossellini
Sócrates- Una vez Querefonte fue a (1970).

Delfos y tuvo la audacia de preguntar al


oráculo esto: -si había alguien más sabio que yo. La Pitia le respondió que nadie era
más sabio (…) yo tengo conciencia de que no soy sabio, ni poco ni mucho. ¿Qué es lo
que realmente dice al afirmar que yo soy muy sabio? Sin duda no miente, no le es lícito.
Y durante mucho tiempo estuve confuso de lo que quería decir. Más tarde a
regañadientes me incliné a una investigación del modo siguiente: Me dirigí a uno de los
que parecía ser el más sabio, en la idea que, si en alguna parte era posible, allí
refutaría al vaticinio y así demostraría al oráculo que no estaba en lo cierto. Al
examinar a este, experimenté lo siguiente atenienses: me pareció que muchas otras
personas creerían que ese hombre era sabio y especialmente él mismo lo creía, pero no
lo era. A continuación, intentaba yo demostrar que creía ser sabio pero en realidad no
lo era. A consecuencia de ello me gané la enemistad de él y de todos los presentes. Al

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retirarme de allí, razonaba que yo era más sabio que aquel hombre. Es probable que ni
uno ni otro sepamos nada que tenga valor, pero este hombre cree saber algo y no lo
sabe, en cambio yo así como no se, tampoco creo saberlo.” (Platón 1975: 23III)
He aquí la sabiduría en Sócrates, tal como lo describe Pierre Hadot:
“Así Sócrates está en efecto en el mundo y fuera del mundo trascendiendo a los
hombres y a las cosas por su exigencia moral y el compromiso que implica, mezclado a
los hombres y a las cosas porque no puede haber verdadera filosofía sino en lo
cotidiano. Y en toda la antigüedad Sócrates, será el modelo de filosofía ideal, cuya obra
filosófica no es más que su vida y su muerte”. (Hadot 1998:50)
A él le corresponde dar un fundamento científico a la destrucción de la moral
operada por los sofistas. Sócrates opone al relativismo de los sofistas la verdad objetiva.
Añade a esto la existencia de los conceptos universales y la posibilidad del hombre de
alcanzar su conocimiento.
Nos dice Jenofonte que Sócrates: “Razonaba siempre sobre las cosas humanas,
indagando qué es la piedad, y qué la impiedad, lo bello, lo feo, lo justo y lo injusto, en
qué consiste la sabiduría y en qué la locura; qué es la fortaleza y la vileza; qué es el
estado y qué el hombre de estado. Y así, de muchas cosas más, de las que juzgaba que
quien posee esos conocimientos, es un hombre libre, y el que carece de ellos, se
encuentra en estado de esclavitud. (1997:97)
El método de su indagación consiste en la ironía y la mayéutica. Ambas formas
conducen al descubrimiento de la verdad en el sujeto y no a su imposición. Según
Platón, Sócrates definía su método del modo siguiente:
“Yo nada sé, y soy estéril; pero puedo servirte de partera, y por eso hago
encantamientos para que des a luz tu idea.” (Platón 1997:213III)
Nada sé: la ironía inicial de negar el cocimiento como principio para conocer.
Una suerte de humildad frente a las cosas. La ignorancia es el punto de partida. El
autodescubrimiento, el “dar a luz una idea” el de llegada. El maestro intermedia, “hace
de partera”, pero no impone. Por esto la moral transmitida mediante la virtud eran
posibles de ser educadas. Nos refiere Aristóteles que:

18
“Sócrates creía que las virtudes fuesen razón, sosteniendo que todas constituían
ciencia... y afirmaba a todo trance, apelando a la razón, que (donde hay ciencia) no
pueden faltar dominio de sí mismo, pues ningún hombre de juicio obra contrariamente
a lo mejor, sino que lo hace por ignorancia.” (Aristóteles 1998:78)
Las acciones virtuosas son resultado del conocimiento. Quien conoce el bien no
puede obrar mal. Se trata entonces del autodominio, de una férrea disciplina interior en
la que cifra la libertad del hombre. El fundamento de la virtud no puede ser otro más
que la verdad, objetiva y existente por sí.
“Esta inmediata conciencia moral de Sócrates brota al tener el hombre que
elegir diariamente entre el bien y el mal, el concepto de deber (…) que tiene su origen
más bien en la conciencia de Sócrates (…) –que- descubrió (…) la ley moral en lo
íntimo del alma.” (Capelle 1968: 87)
Y no solo descubrió la ley moral. El sentido del deber de Sócrates alcanzaba sus
mismas acciones. Lo maravilloso de Sócrates está en que, así como enseñó, vivió. La
concordancia entre pensamiento y acción lo elevaron a ojos de los griegos como modelo
de ciudadano. Como nos dice Rodolfo Mondolfo:
“Sócrates mantuvo también frente a la muerte esta exigencia de hegemonía del
alma: por eso se convirtió en la figura ideal del griego.” (Mondolfo 1979:119)
Finalmente queda por explicar su método “La Mayéutica”:
“Dar a luz” y en este contexto, “dar a luz nuevos conceptos”. Su método consta
de tres momentos:
La Ironía: Consistía en fingir ignorancia sobre un tema; tenía la función de hacer
hablar al otro y dejar que se explaye sobre el tema que cree conocer bien.
Refutación: Consistía en demostrar, a través del diálogo, la existencia de
contradicciones en el mismo pensamiento; tenía el objetivo de eliminar ideas falsas y
llevar al otro a tomar conciencia de su propia ignorancia.
Mayéutica: Arte de ayudar a dar luz ideas; tenía la finalidad de llevar al otro, a
respuestas contradictorias.
Así lo explica Sócrates:

19
“Mi arte mayéutica tiene las mismas características generales que el arte de las
comadronas. Pero difiere de él en que hace parir a los hombres y no a las mujeres y en
que vigila las almas y no los cuerpos, en su trabajo de parto. Lo mejor del arte que
practico es, sin embargo, que permite saber si lo que engendra la reflexión del joven es
una apariencia engañosa o un fruto verdadero” (Ferrater Mora 1969:63)

¿Por qué podemos considerar que Sócrates era un


verdadero filósofo?

Mencionamos anteriormente que la época clásica de la filosofía fue muy


fértil, ello se debe a la presencia de los pensadores más influyentes de la
antigüedad: Sócrates, Platón y Aristóteles. A continuación, comprenderemos los
postulados fundamentales de estos dos últimos filósofos griegos.
Platón nació en Atenas en 429 ó 427, y murió en la misma ciudad en 348 ó 347
a.C. Después de dedicarse a la poesía, pronto se consagró a los
estudios filosóficos. A los veinte años entró en contacto con
Sócrates, que determinaría decisivamente su pensamiento, y en
cuy
a
boc
a
pus
o la
ma

20
yor parte de sus propias doctrinas -máximo homenaje del gran discípulo al maestro.
Hacia el año 385 estableció su escuela, la Academia, así llamada por encontrarse en un
parque y gimnasio consagrado al héroe Academo.
Contrariamente a los postulados relativistas de los Sofistas, Platón está
convencido de la posibilidad de acceder a un conocimiento absoluto y verdadero que no
cambio y sea permanente.
Este verdadero conocimiento deberá ser totalmente diferente del que
proporcionan los sentidos; no vacilante y contradictorio como el que la percepción
suministra, sino constante, riguroso y permanente. Así Platón postula otro mundo, el
mundo de las "ideas" o mundo inteligible, o lugar "supraceleste", del que el mundo
sensible no es más que copia o IMITACIÓN.
Un concepto clave en Platón: “la IDEA”. Conviene despojarnos de toda acepción
que tengamos respecto al término idea, para poder entender la teoría platónica.
La palabra Idea en el lenguaje corriente, nos hace pensar en algo del orden de lo
psíquico, para Platón en cambio, las IDEAS, son algo real, cosas verdaderas.
La palabra "idea" (en griego ειδος [eidos], ιδεα [idea]) proviene del verbo εοδω
(eido), que significa "ver"; literalmente, "idea" sería lo "visto", el "aspecto" que algo
ofrece a la mirada, la "figura" de algo, su "semblante", por ejemplo, el aspecto o figura
que presenta esto que está aquí, esta silla. En Platón, la palabra alude, no al aspecto
sensible, sino al "aspecto" intelectual o conceptual con que algo se presenta; por
ejemplo, en nuestro caso, el aspecto, no de ser cómoda o incómoda, roja o verde, sino el
aspecto de ser "silla" -lo cual, es preciso observarlo bien, no es nada que se vea con los
ojos del cuerpo, ni con ningún otro sentido (no hay, en efecto, ninguna sensación de
"silla", sino sólo de color, o sabor, o sonido, etc.), sino solamente con la inteligencia:
por eso se dice que se trata del aspecto "inteligible", es decir, de la "esencia". (Carpio
2004:23ss)
Ejemplo: teniendo en cuenta la silla, no se considerará si es cómoda o incómoda, roja o
verde; sino el aspecto de ser “silla”. Se trata de ver la ESENCIA.
La belleza es siempre la belleza, en cambio, las personas bellas por más
hermosas que sean llegan un momento en que dejan de serlo. Por lo tanto, las cosas

21
sensibles son contradictorias, cambiantes e imperfectas en cambio, la idea de belleza, la
idea de igualdad y en general todas las ideas, son idénticas e inmutables. La cosas
iguales se las conoce a través de los sentidos, en cambio la igualdad se la conoce
mediante la razón, la inteligencia, por ello se dice que son INTELIGIBLES.
Si bien hay cosas sensibles e ideas, y ambas representan distintos modos del ser;
hay entre ellas una relación: Platón afirma que hay una relación de SEMEJANZA,
COPIA o IMITACIÓN.
Ejemplo: Para que al ver una foto de Juan yo me acuerde de Juan, es preciso
que yo haya conocido a Juan, de otro modo no lo reconocería; del mismo modo si al ver
dos trozos de maderas iguales, reconocemos allí la IDEA de igualdad, ésta es el modelo
que cada una de esas cosas que imita.
Platón describe en la alegoría de la caverna, su teoría del conocimiento en el
libro titulado la República. Lo que el filósofo intenta a través de esta alegoría, es
mostrarnos que estamos en el mundo de lo sensible, por lo tanto creemos que todo lo
que vemos es real, pero en verdad es solo el reflejo o las sombras de ello; si nos
liberamos de nuestras ataduras y tomamos el arduo y difícil del conocimiento,
lograremos ver la realidad del mundo de las ideas, que no es alumbrada por la luz del
sol, sino por la luz del bien y del saber.
Leamos a continuación el pasaje:
-Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la
entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas
y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de
ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más
lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los
prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de
lado a lado como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para
mostrar, por encima del biombo, los muñecos.
- Me lo imagino.

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-Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase
de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de
diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.
-Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
– Pero son como nosotros. Pues, en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o
unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la
caverna que tienen frente a sí?
-Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
- ¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del
tabique?
– Indudablemente.
– Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar
nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?
– Necesariamente.
– Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno
de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo
que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?
– ¡Por Zeus que sí!
– ¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los
objetos artificiales transportados?
– Es de toda necesidad.
– Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su
ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera
liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la
luz, y al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de
percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que
respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora,
en cambio está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira
correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado
del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que

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se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más
verdaderas que las que se le muestran ahora?
– Mucho más verdaderas.
– Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de
eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que
éstas son realmente más claras que las que se le muestran?
– Así es., Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin
soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser
arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían
ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?
– Por cierto, al menos inmediatamente.
– Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer
lugar, miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y
de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A
continuación, contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la
luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.
– Sin duda.
– Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros
lugares que le son extraños, sino contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio
ámbito.
– Necesariamente.
– Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las
estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es
causa de las cosas que ellos habían visto.
– Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.
– Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus
entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que
los compadecería?
– Por cierto.

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– Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las
recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos
que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían
desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz
de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y envidiaría
a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿O más bien no le pasaría como al
Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre»
o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a
aquella vida?
– Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.
– Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no
tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
-Sin duda.
– Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con
aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta
que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada
breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta
lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar
hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si
pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?
-Seguramente.
– Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que
anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la
vista con la morada–prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol;
compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el
camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que
estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en
todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y
con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa
de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al

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señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la
inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto
en lo privado como en lo público.
– Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.(Platón 1975:218-222II)
Para reflexionar entre todos…
Pensemos casos concretos en los que veamos reflejada esta alegoría ¿Medios
de comunicación? ¿Uso de la tecnología?...

Ahora bien, vamos a acercarnos a la visión filosófica aristotélica.


Aristóteles fue discípulo de Platón por excelencia, y como todo gran discípulo,
no se limitó a repetir a su maestro, sino que creó un sistema de
filosofía nuevo. Nació en el año 384 a.C, y murió en el 322 a.C.
Es autor de, una obra muy vasta, que abarca no solamente todas
las ramas de la filosofía, sino también prácticamente todos los
sectores de la ciencia y, en general, del saber humano; sus
escritos cubren el territorio de la física, la biología, la psicología,
la sociología, la política, la poética, etc.

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El término mismo de "metafísica" no lo empleó Aristóteles, pero es el título con
que, en época posterior, se bautizó una de sus obras más importantes. Aristóteles mismo
llama a esta disciplina "filosofía primera", y la define, como "un saber que se ocupa de
manera puramente contemplativa o teorética del ente en tanto ente y de lo que en cuanto
tal le compete".
Dos aspectos de UNA sola realidad:
La realidad posee dos aspectos para Aristóteles: lo sensible (objeto de los sentidos)
y lo inteligible (objeto de la inteligencia). Las cosas que hay en este mundo, pueden ser
captadas por los sentidos, en su dimensión móvil o cambiante, pero también por la
inteligencia aquello que no cambia. Este proceso por el que la inteligencia capta lo
“inteligible de las cosas”, su esencia y propiedades, a partir de la experiencia sensible, la
denomina Aristóteles: ABSTRACCIÓN.
Para Aristóteles no existen ideas previas que recordar. El alma es como una hoja
en blanco y a medida que conoce a través de los sentidos, va llenándola de
conocimiento. “Nada cae en el intelecto que primero no haya pasado por los sentidos”
Según Aristóteles, sólo conocemos a través de los SENTIDOS, de modo que la
inteligencia debe operar a partir de los datos suministrados por aquellos. Sin embargo,
oculta, detrás de los datos sensibles, se encuentra la ESENCIA del objeto. La
inteligencia opera como una luz que descubre la esencia oculta detrás de los accidentes;
a este proceso se lo denomina ABSTRACCIÓN, en latín abstrahere, significa
“separar”, por lo tanto: La inteligencia al iluminar los datos sensibles, logra separar los
accidentes de la esencia del objeto.
Según Aristóteles, la realidad es este mundo de cosas concretas en que vivimos:
como esta casa, este árbol, aquel hombre.
Ahora bien, ocurre que la palabra "ente" -como la palabra "ser"- tiene diferentes
significados: "El ente se dice de muchas maneras": no es lo mismo decir: "esto es una
silla", que decir: "esta silla es blanca", o bien: "la silla es de un metro de alto". En los
tres casos nos referimos a entes -la silla "es", y "es" el blanco, y también "es" la altura-;
pero está claro que en cada caso el "es" tiene sentido diferente, y por ello dice
Aristóteles que el ser se dice de muchas maneras. Tales maneras se reducen a dos

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fundamentales: el modo de ser "en sí" (in se) y el modo de ser "en otro" (in alio). El ser
de esta mesa es in se, es decir, en sí o por sí mismo; se trata de un ser independiente. El
color, en cambio, o la cantidad, son modos de ser que sólo son en tanto están en otro
ente; el blanco es el blanco de la mesa. Este ser "en sí" lo llama Aristóteles ουσια:
"substancia"; con más exactitud, se trata de la ousía primera, esto es, el individuo, o, tal
como también lo expresa Aristóteles, el "esto (que está) aquí.
EJEMPLO: Si se habla de Sócrates, por ejemplo, la substancia o ousía es este
individuo llamado Sócrates; y decimos de Sócrates que mide un metro setenta
(cantidad), que es calvo (cualidad), que es el marido de Jantipa (relación), que está en la
plaza (lugar), esta mañana (tiempo), que está de pie (posición) y calzado (posesión o
hábito), que come (acción) o que es interrogado (pasión).
A estas diez maneras según las cuales algo es, a estas maneras de enunciar que
expresan las formas fundamentales de ser, las llamó Aristóteles categorías.
Estructura de la substancia. Forma y materia, acto y potencia.
Desde el punto de vista de su estructura, la ousía sensible es un compuesto o
concreto, es decir, no algo simple, sino constituido por dos factores o principios, que
Aristóteles llama MATERIA y FORMA. Éstos no se dan nunca aislados, sino sólo
constituyendo el individuo, por ejemplo, esta mesa, en que se encuentra la materia -
madera- y la forma "mesa".
La materia: es aquello "de qué", dice Aristóteles; esto es, aquello de lo cual algo está
hecho, su "material". Para saber cuál es la materia de una cosa, entonces, hay que
preguntar: ¿de qué está hecha? Si en el caso del ejemplo anterior se formula esta
pregunta, la respuesta será: "madera". La materia es lo indeterminado, lo pasivo, el
contenido o material de algo, aquello "de que" este algo está constituido; y su
determinación no la tiene de por sí, sino que la recibe de la forma.
La forma: es el "qué" de la cosa, y por ello, para saber cuál es la forma de algo, hay
que preguntar: ¿qué es esto? Para el ejemplo anterior, será "mesa".
Acto y potencia
Todo lo que se ha dicho, se refiere a las cosas sensibles consideradas estáticamente,
encarando la materia y la forma en estado de equilibrio, deteniendo el devenir que

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caracteriza al contraste. Pero ocurre que todas las cosas sensibles devienen, cambian, se
mueven, y por tanto el análisis de la cosa que distingue en ella nada más que forma y
materia nos dice de la cosa menos de lo que en realidad ésta es; nos da sólo una
"instantánea", para decirlo con una comparación fotográfica. Lo que ahora hay que
tratar de lograr es más bien una película cinematográfica considerando la cosa dinámica
o cinéticamente. Ejemplo: Piénsese, en el proceso de fabricación de una mesa: mientras
el carpintero trabaja la madera, se produce un pasaje de la madera, de algo en que se
destaca más la materia, hacia un predominio cada vez mayor de la forma, hasta que
llega el momento, terminada la mesa, en que lo que sobresale es primordialmente el ser
"mesa", es decir, la forma. Pero este equilibrio que se ha alcanzado, a su vez, no es
estable, porque en cualquier momento puede romperse; por ejemplo, siguiendo un
proceso inverso al anterior, si se destroza la mesa con el fin de obtener leña para el
fuego: aquí se habrá pasado del predominio de la forma al de la materia, se habrá hecho
menos forma y más materia.

Pues bien, para pensar este dinamismo o desarrollo, Aristóteles introduce dos
nuevos conceptos: ACTO y POTENCIA
La potencia: es la materia considerada dinámicamente, esto es, en sus
posibilidades; en este sentido puede decirse, por ejemplo, que el árbol es una mesa, pero
no porque lo sea ahora y de hecho, sino porque lo es como posibilidad: en términos de
Aristóteles, el árbol es mesa en potencia. Por el otro lado, el acto, es la forma
dinámicamente considerada, es decir, la forma realizada, consumada, y, en el caso
extremo, en su perfección; en este sentido, el árbol que vemos es árbol en acto. Acto

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entonces se opone a potencia como realidad se opone a posibilidad. "Actual", pues, en
el lenguaje de Aristóteles, significa "real", por oposición a "posible" o "potencial".
Este esquema sintetiza lo visto sobre el hilemorfismo:

AA.VV. (1995) Filosofía. Editorial Vicens Vives: Madrid. p. 38.

SÍNTESIS EJE 1

30
31
EJE Nº 2:
¿Todo conocimiento es
verdadero?

Rafael de Sanzio ca. 1511. Alegoría del


conocimiento. Pallazzo della Segnatura. Museo
del Vaticano.

En esta unidad abordaremos el conocimiento humano, nos proponemos realizar


un recorrido por sus principales problemas y sus posibles soluciones. La rama de la
filosofía que se ocupa de la reflexión del conocimiento, se llama Gnoseología, gnosis,
en griego significa conocimiento. Esta rama reflexiona sobre el acto de conocer, es decir
sobre el proceso por el cual se conoce, sin embargo, podemos responder ¿Qué es
conocer?
El conocimiento es un tipo de relación que se establece entre un sujeto y un
objeto. No podría haber conocimiento si faltara alguno de estos dos elementos. Sujeto y
objeto son conceptos interdependientes: solo puede haber objeto de conocimiento para
un sujeto cognoscente y alguien es sujeto cognoscente si tiene delante de él un objeto de
conocimiento.
¿Cuándo se da el conocimiento? El conocimiento se da cuando el sujeto
cognoscente logra aprehender las características esenciales del objeto. Detengámonos
un momento en esta palabra: Aprehender, entendemos por ella: «asir», «agarrar»,
«apropiarse», «captar».
Siguiendo con nuestro interrogante inicial, vamos a utilizar distintas
experiencias como ejemplo, que reflejen la palabra conocer. Para comprender este
concepto, veamos cuáles son los distintos tipos de conocimientos.
En nuestro lenguaje corriente, la palabra conocimiento, se aplica a varias
acepciones. Decimos que conocemos a nuestros vecinos; un idioma o el teorema de

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Tales. En algunos casos, el conocer implica memorización de datos; en otros realizar
procesos de inferencia; tener habilidades para realizar algo. En el caso de quien conoce
a sus vecinos, estamos frente a un conocimiento experimental: es un conocimiento
sensorial. Por ejemplo, el que se expresa cuando digo «yo conozco esta mesa», o «yo
conozco el mar» Se trata de un conocimiento directo a través de mis sentidos. También
cuando conocemos a alguien personalmente y no solo «por referencia»: decimos «yo
conozco a Juan» porque alguna vez lo vi personalmente, o porque conversé con él.
También cuando decimos «conozco la ciudad de Miramar», porque estuve ahí, es
conocimiento directo. Se trata de conocer un «objeto» (una cosa, un lugar, una
persona…) a través de nuestros sentidos.
El «conocimiento proposicional» es un tipo de conocimiento intelectual.
Cuando decimos «Yo sé que “todos los seres humanos son mortales”». O «los colores
primarios son tres» o «circular a más de 60 Km. por hora en una avenida constituye una
infracción de tránsito». Se trata de afirmaciones (cuando se afirma o se dice algo acerca
de algo). Acá, en este tipo de conocimientos interviene necesariamente el lenguaje,
hacemos afirmaciones a través del lenguaje. En cambio, en el conocimiento directo
intervienen necesariamente los sentidos (conocemos cuando vemos, tocamos,
escuchamos, olemos, gustamos). Luego nos encontramos con el «conocimiento por
habilidad» (también llamado «práctico» u «operativo») es un tipo de conocimiento que
puede ser motriz, intelectual, emocional, etc. Es cuando decimos «yo sé andar en
bicicleta», o «yo sé cómo manejar una amoladora». Aquí no se trata de aprehender
teóricamente un «objeto» de conocimiento, sino saber «poner en práctica» una habilidad
propia. Estos ejemplos que mencionamos son habilidades motrices. También hay
habilidades intelectuales: uno puede ser muy hábil argumentando, razonando,
realizando cuentas, o escribiendo cartas. También hay habilidades emocionales: saber
manejar el propio miedo, por ejemplo, no dejarse vencer por la desesperación, saber
controlar la propia ira, son habilidades emocionales. Es importante tener en cuenta que
hay casos de conocimientos que no se dan en estado puro, aislados, sino que se dan
juntos, que colaboran entre sí. Por ejemplo, si quiero aprender a nadar, entonces debo
«ver» las demostraciones de los movimientos que me da el profesor de natación (y ese

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ver es conocimiento directo), pero además tengo que entender sus «instrucciones
verbales» (y eso es conocimiento proposicional) y además tengo que traducir esas
instrucciones y visualizaciones en movimientos motrices (y eso es conocimiento
práctico o por habilidad)

Ya mencionamos que al estudiar el conocimiento, sus problemas, la filosofía


trata de explicarlo a partir de dos conceptos fundamentales: el «Sujeto» (que conoce) y
el «Objeto» (a conocer). En este sentido, conocer algo, significa apropiarnos de una
cosa, aprehenderla.

Vamos a suponer que yo soy el Sujeto y miro una silla (Objeto); ahora tratemos
de responder a la siguiente pregunta: ¿Puedo conocerla? ¿Ustedes qué creen?

Nos encontramos, desde una perspectiva filosófica, con diversas respuestas a


esta pregunta, dos extremadamente opuestas y algunas intermedias. Veremos entonces
cuáles son estas posturas gnoseológicas.

Dogmatismo: Esta postura va a responder afirmativamente a nuestro


interrogante propuesto: conocemos esta silla al verla; eso que vemos es la silla misma.
Identifica nuestra visión del objeto con el objeto mismo. Dogma, significa algo fijo, que
no se puede negar ni discutir. Así, para un dogmático el conocimiento de los objetos es
algo indiscutible, se acepta la posibilidad de conocimiento, esto no necesita ser
investigado.

Nos encontramos ahora, con una postura contraria al dogmatismo y dispuesta


también a responder nuestro interrogante: Escepticismo: Es una postura filosófica que
se desarrolló en Grecia entre los siglos IV y II a.C. La palabra escéptico suele utilizarse
para nombrar a alguien que no cree en nada o es pesimista; por ejemplo, con respecto a
la política se suele decir que muchas personas son escépticas. Sin embargo, si vamos a
la etimología de la palabra, no significa el que no cree sino el que investiga, el que
duda; el escéptico seria entonces el que no se deja llevar por los demás, el que duda de
las verdades establecidas. Con respecto al conocimiento, los escépticos niegan la

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posibilidad del conocimiento objetivo. Ellos plantean los siguientes interrogantes:
¿Cómo es la realidad? ¿Qué actitud debemos tenemos que adoptar frente a la realidad?
¿Qué resultará de esa actitud? A la primera pregunta responden: solo podemos saber
cómo es la realidad para nosotros nunca podremos saber cómo es en sí misma. Por
ejemplo, sentimos que la miel es dulce, la dulzura es el resultado del contacto de la miel
con mi paladar, por lo tanto, puedo afirmar que la miel es dulce para mi pero no en sí
misma, es decir no tengo ninguna posibilidad de adjudicarle a la miel esas propiedades
que surgen de mi relación con ella. Y como solo podemos relacionarnos con la realidad
a través de nuestros sentidos, nuestro conocimiento de esa realidad es siempre subjetivo.
Debo abstenerme de pronunciar afirmaciones que pretendan asegurar una verdad
objetiva, la propuesta escéptica consiste en suspender el juicio objetivo. Ante nuestra
pregunta, el escéptico afirmará que es imposible conocer un objeto tal como es. Sólo
tenemos una imagen de la cosa, pero esa imagen es siempre cambiante, no coincide con
el objeto tal como es. De esto último se deduce, que no podemos conocer esta silla,
nunca y de ninguna manera.

Pasemos ahora a otra corriente filosófica, que afirma que, aunque una imagen no
corresponda al objeto, nos conviene confiar en esa imagen falsa porque es útil para la
vida cotidiana. Entonces tenemos que fingir que esa imagen nos otorga el conocimiento
real del objeto, fingir que conocemos esta silla. Y lo hacemos con el fin práctico de
reconocerla para sentarnos en ella o para no llevárnosla por delante. No importa que no
conozcamos las cosas tal como son, porque para orientarnos en la vida nos alcanza con
hacer de cuenta que las conocemos. Esta postura se llama «pragmatismo» que
significa «acción». Esta postura cree que el hombre es un ser práctico más que teórico.
Es la postura epistemológica, según la cual lo verdadero es aquello que nos es
provechoso y útil para la vida. La verdad o la falsedad de las cosas dependen de su
contribución a un fin práctico. Al enfrentarse con la realidad, el sujeto debe encontrar
una manera de orientarse, de situarse y alcanzar un fin. Para ello debe ser práctico y
adoptar la verdad que le sea útil. Entonces la verdad (teoría) debe estar en congruencia

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con la práctica. Para que algo sea verdadero, debe plasmarse bajo la forma de una
actividad práctica.

Pasamos ahora a otra corriente epistemológica denominada «subjetivismo», la


cual sostiene que todo conocimiento es relativo al «sujeto» que conoce. Así, cada sujeto
conoce a su manera. Entonces el conocimiento es válido solo para cada uno de nosotros,
de manera individual. Es decir, yo conozco esta silla a mi manera, ustedes conocen la
misma silla a su manera. No hay un solo conocimiento de la silla sino tantos
conocimientos como sujetos que conocen. La imagen que yo me hago de la silla es
distinta de su imagen de la misma silla.”

Por último, vamos a describir aquella postura que sostiene que todas las
imágenes que tenemos de los objetos son para todos iguales. Sin embargo, esa imagen
no es producida por el aparato mental propio de la especie humana, sino que es
producida por el objeto mismo. La imagen de la silla es exactamente igual a como la
silla es. ¿Nuevamente Aristóteles?

Podemos conocer por medio de esa imagen denominada silla, la esencia del
objeto. Por eso se llama esta postura «esencialismo». Cuando miramos la silla, la silla
nos proporciona su imagen exacta, y de esa imagen en nuestra mente extraemos su
esencia, lo que ella es en realidad más allá de lo que se observa con nuestros sentidos.

¿Más problemas?

Cuando hablamos de conocimiento, nos tropezamos con distintas dificultades:


una de ellas es poder establecer las fuentes de conocimiento ¿Cuales son los elementos
que me permiten conocer? ¿Cuál es el origen del conocimiento? ¿Cuáles son las
fuentes de conocimiento?

Desarrollaremos aquí dos corrientes de pensamiento, ambas son de gran


importancia en nuestra cultura pues imprime un sello característico a la historia europea
de los siglos XVII. Dichas corrientes son: Racionalismo y Empirismo.

36
Pero antes reflexionemos un poco acerca de lo que le ocurrió al mulá Nasrudin:
Nasrudin paseaba cerca de un pozo, cuando se sintió
impulsado a mirar adentro. Era de noche y, al escudriñar la
profundidad del agua, vio allí el reflejo de la luna. ¡Debo salvar la
luna! pensó, de otro modo nunca menguará y el mes de ayuno del
Ramadan no terminará nunca...Halló una cuerda y arrojó un cabo
dentro del pozo, al tiempo que exclamaba: ¡mantente firme, no te
descorazones ya llega el socorro! La cuerda quedo enlazada en una
roca dentro del pozo y Nasrudin tiraba con todas sus energías. Estaba
haciendo fuerza hacia atrás cuando, de pronto, la cuerda se zafó y el
Mula cayó de espaldas al suelo. Mientras se hallaba tendido jadeante,
observó a la luna surcar el cielo. ¡Me alegra haberte sido útil!, dijo
Nasrudin. Fue una suerte que yo justamente pasara por aquí, ¿no es
cierto?
AA.VV.,(1978) Selección de cuentos sufíes. Anagrama: Bs.As. p. 18.
¿Nasrudin fue engañado? y si es así ¿Quién lo engañó?

Hacia el siglo XVII, aparecen algunas respuestas modernas a la pregunta por el


conocimiento. El filósofo francés René Descartes, quien vivió en el siglo XVII, se
propuso rechazar el método utilizado hasta ahora por autoridades de la filosofía
medieval y establecer bases sólidas para la ciencia moderna. Descartes busca la
posibilidad de fundamentar un conocimiento absolutamente seguro, objetivo, necesario
y universal; para esto se propone dudar de todo hasta hallar alguna evidencia que sea
indubitable, lo que este filósofo desea, es ver si dudando de todo queda algo que resista
a la duda. Cuando decimos de “todo”, es importante aclarar que para Descartes
implicaba una tarea ardua e infinita, con lo cual, en lugar de dudar de cada saber
particular, Descartes aplica la duda, a las fuentes de conocimiento, la razón y los
sentidos; si estas fuentes son dudosas, todo lo conocido a través de ella también lo será.

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Hace ya mucho tiempo que me he dado cuenta de que, desde mi niñez, he
admitido como verdaderas una porción de opiniones falsas, y que todo lo que después
he ido edificando sobre tan endebles principios no puede ser sino muy dudoso e
incierto; desde entonces he juzgado que era preciso seriamente acometer, una vez en mi
vida, la empresa de deshacerme de todas las opiniones a que había dado crédito, y
empezar de nuevo, desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constante
en las ciencias.” (Descartes 1°med.)

Esta duda no es la duda escéptica, la cual no me conduce a ningún conocimiento,


sino que es una duda metódica, es el camino para llegar a la verdad.

Se lo reconoce a René Descartes como el padre del


racionalismo, teoría según la cual, el verdadero conocimiento
es el conocimiento necesario y universal, el que se logra con la
sola y exclusiva ayuda de la razón, sin recurso ninguno de la
experiencia ni de los sentidos. Su crítica proveniente de los
sentidos es sencilla:

“…hemos descubierto que los sentidos a veces yerran y es propio de la prudencia no


confiar en aquellos que ya nos han engañado una vez. La única actitud prudente sería
desconfiarle. Nuestros sentidos muchas veces nos engañan, por lo tanto "las cosas
sensibles" resultan dudosas, y no podemos saber si los sentidos nos engañan en todos
los casos, por lo menos no es seguro que no nos engañen. Entonces según el método de
dar por falso todo lo dudoso, se deberá desechar el saber que nos proporcionan los
sentidos.” (Descartes 1°med.)

El otro argumento que sostiene Descartes se vincula con los sueños:

“He de considerar aquí que soy hombre y que tengo costumbre de dormir y de
representarme en sueños las mismas cosas y aun a veces menos verosímiles que los
dementes cuando velan, si pienso en ello con atención, me acuerdo de que muchas
veces ilusiones semejantes se han burlado de mi mientras dormía, y veo tan claramente
que no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la vigilia, me quedo atónito, y es

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tal mi extrañeza que casi es bastante persuadirme de que estoy durmiendo.” (Descartes
1°med.)

Así sucede que alguna vez en sueños, el filósofo ha imaginado estar sentado y
escribiendo, cuando en realidad estaba dormido y acostado. Según Descartes, no
tenemos ningún indicio, ningún signo seguro o criterio que nos permita establecer
cuando estamos despiertos y cuando dormidos: no hay posibilidad ninguna de distinguir
con absoluta seguridad el sueño de la vigilia. Resulta entonces, que todo conocimiento
sensible es dudoso, ya sea a través de los sentidos o a través de los sueños.

Su crítica al saber proveniente de la razón es más compleja: No es posible dudar


de las verdades a las que llegamos a través de la razón, como las verdades matemáticas;
sin embargo, afirma Descartes, podría ocurrir que un genio maligno me esté engañando
y me haga creer que es cierto aquello que es absolutamente falso. Si este demonio o
genio maligno existiera, ningún saber sería seguro, pues mi razón estaría siendo
engañada. En este punto Descartes llega al extremo de su duda y es acá cuando el
filósofo alcanza la primera verdad indubitable:
“Pero advertí luego que, queriendo yo pensar, de esa suerte, que todo es falso,
era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa; y observando que esta
verdad: "yo pienso, luego soy", era tan firme y segura que las más extravagantes
suposiciones de los escépticos no son capaces de conmoverla, juzgué que podía
recibirla sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que andaba buscando.”
(Descartes Disc.IV)
Aunque Descartes suponga que el genio maligno existe y ejerza su maléfico
poder sobre él, el filósofo da cuenta de su existencia porque de otro modo no podría ser
engañado:

“No cabe, pues, duda alguna de que yo soy, puesto que me engaña [el genio maligno],
y, por mucho que me engañe, nunca conseguirá hacer que yo no sea nada, mientras yo
esté pensando que soy algo. De suerte que, habiendo pensado bien y habiendo
examinado cuidadosamente todo, hay que concluir por último y tener por constante que
la proposición siguiente: "yo soy, yo existo", es necesariamente verdadera, mientras la

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estoy pronunciando o concibiendo en mi espíritu. En efecto, aunque suponga que el
genio maligno existe y ejerce su maléfico poder sobre mí, yo mismo tengo que existir o
ser, porque de otro modo no podría siquiera ser engañado” (Descartes 2°med.)

Para desechar la idea de este genio, Descartes indaga cuáles son las ideas que
hay en el pensamiento. Una de las ideas es la idea de Dios, es la idea de un ser perfecto.
¿Cómo llegó esta idea a estar en mí? Yo no puedo haber sido la causa, puesto que soy
imperfecto ya que dudo y lo imperfecto no puede ser causa de lo perfecto; por lo tanto,
la idea de Dios es una idea innata que fue puesta en mí por un ser perfecto.
De este modo Descartes demuestra la existencia de Dios. Dios existe y como es
perfecto, no puede ser engañador, así se restablece la confianza en el conocimiento
racional. En cambio, el saber sensible es poco fiable, aunque Dios exista.
Abordaremos ahora, la corriente filosófica que se opone al racionalismo, el
empirismo.
El término empirismo deriva la palabra griega empeiría, que significa
experiencia. El empirismo es la postura contraria al racionalismo. No es la razón sino la
experiencia la única fuente de conocimiento y sin la experiencia no es posible ningún
saber. La mente es como un papel en blanco donde la experiencia va escribiendo. No
existen ideas innatas como lo afirmaba Descartes.
Uno de los exponentes más destacados del
empirismo fue David Hume, siglo XVIII. Para
este filósofo inglés, todo conocimiento procede
de la experiencia externa (la que proviene de los
sentidos) y la experiencia interna (estados de
ánimo del sujeto, fenómenos psíquicos) Hume
reconoce dos tipos de percepciones: directas: las llama impresiones, por ejemplo,
sensaciones de dolor, percepciones de color, textura, etc.) e indirectas: a las que
denomina ideas, recuerdos o fantasías. Las ideas derivan de las impresiones y se
diferencian en la vivacidad o intensidad: el recuerdo de un dolor es mucho menos
intenso que el dolor mismo.

40
Para Hume todos nuestros conocimientos derivan directa o indirectamente de
nuestras impresiones. Incluso las ideas más complejas provienen de ellas. Y no existe
ninguna idea que no tenga su origen en la impresión; esto vale también para las
fantasías, por ejemplo, la idea de centauro se compone de las impresiones de hombre y
de caballo.
La idea de Dios deriva de la experiencia, es una idea que no es más que la
reunión y multiplicación al infinito de ideas sobre cualidades características de los
humanos. Se por experiencia que tengo cierto saber, cierto poder, cierta bondad; son
cualidades que en mi son imperfectas.
Multiplico al infinito la idea de saber de poder y de bondad y construyo la idea
de un ser en el que se dan la sabiduría infinita, el poder absoluto la bondad perfecta.
La idea de Dios no es la idea del Dios cartesiano, una idea innata, sino una idea
compleja que conjuga diversas ideas derivadas de sus correspondientes impresiones de
las que deriva.
Lo que nuestra mente puede hacer es guardar recuerdos o componer ideas, en
base al material que recibe de las impresiones y para Hume, la mente compone no de
manera aleatoria o arbitraria sino siguiendo ciertos principios, de esta manera. Hume,
formula tres leyes:
 Ley de asociación por semejanza
Está presente cuando alguien ve una cosa que ya ha visto y de la que ha
guardado una idea y la nueva percepción lo remite inmediatamente a la idea
guardada
Observar la foto de alguien y relacionarlo con la persona que representa.
 Ley de asociación por contigüidad espacial y temporal:
Cuando hay dos objetos que aparecen y se perciben juntos en el espacio y
aparece uno solo de ellos, la mente lo asocia a la idea del otro elemento con el
que generalmente aparece. Si dos alumnos se sientan sistemáticamente juntos y
los profesores los ven siempre juntos, cuando uno de esos profesores lo
encuentra en la calle, seguramente le remitirá la idea del otro compañero.
 Ley de asociación por causa y efecto:

41
Si hay dos hechos que siempre se dan de manera consecutiva uno después de
otro, la mente suele asociarlos no solo por su contigüidad sino como portadores
de una relación de dependencia. Podemos observar claramente cómo funciona
esta ley en el juego de billar: cuando una bola golpea a la otra, asociaremos que
la segunda bola se moverá.

Recordemos entonces, que, para Hume, las ideas no están en forma desorganizada ni
caótica en nuestra mente, existen principios que las regulan y ordenan, así el filósofo,
justifica la existencia de estas tres leyes.

Conocimiento sensible y Conocimiento inteligible

Cabe ahora distinguir, siguiendo con las características generales que le


atribuimos al acto de conocer y en consonancia con la teoría aristotélica sobre la
realidad, dos tipos de conocimiento: conocimiento sensible y conocimiento inteligible.
Recordemos, como vimos en la unidad anterior, que para Aristóteles la realidad
es este mundo de cosas concretas en que vivimos: como esta casa, este árbol, aquel
hombre y posee dos aspectos: lo sensible (objeto de los sentidos) y lo inteligible (objeto
de la inteligencia). Las cosas que hay en este mundo, pueden ser captadas por los
sentidos, en su dimensión móvil o cambiante, pero también por la inteligencia aquello
que no cambia.
El primer paso del conocimiento humano, se llama Conocimiento Sensible,
porque intervienen en él los sentidos externos e internos, que son los que nos permiten
tener un conocimiento del mundo que nos rodea, con sus características externas y
accidentales.
Los sentidos, no son ni puramente materiales ni puramente espirituales: ya que
son parte del alma, pero operan a través de órganos corporales.
Como afirma Santo Tomás de Aquino:
“Sentir no es algo propio del cuerpo ni del alma, sino del conjunto”

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En tanto, el conocimiento inteligible o intelectual, es otra de las manifestaciones
o fenómeno de la vida consciente, gracias a éste podemos conocer la realidad
abstractamente a través de conceptos y realizar diversas operaciones que nos ayudan a
conocer e interactuar con la realidad de un mundo más profundo que la vida
simplemente sensible.

Naturaleza y alcance del conocimiento


Existe ante este aspecto del conocimiento, dos posiciones opuestas: idealismo y
realismo. Comencemos por el idealismo, esta postura sostiene que todo ente se da en el
interior del conocimiento; no existen o no nos son cognoscibles las cosas en sí.
El realismo, en cambio, afirma, que no todo ente, se da exclusivamente en el
interior del conocimiento y que estos entes reales existentes en sí, son parcialmente
cognoscibles por el conocimiento humano (Casaubon 1992: 28). Para el realismo, la
realidad de las cosas es independiente de la conciencia subjetiva, por lo cual es una
postura objetivista. El realismo sostiene que, en el proceso de asimilar las percepciones,
conocemos la realidad objetiva tal como es.

Conocimiento y Verdad
La realidad se nos plantea como un conjunto ordenado, donde cada ser tiene su
finalidad y el hombre tiene esa capacidad para ir descubriendo ese mundo. Por lo tanto
debemos concluir que en lo profundo de la realidad las cosas son verdaderas, tienen una
verdad que es independiente de nuestras interpretaciones y debemos buscar el mejor
camino para descubrir esa verdad. Y en la medida que vamos descubriendo la verdad de
las cosas, su verdad ontológica, nos vamos acercando cada vez más a Dios, que ha dado
el ser, el orden y la verdad a todas las criaturas.
Así afirmamos que:
● Podemos conocer la verdad.
● Las cosas existen en sí y las conocemos tal como son en sí.
● Hay primacía del ser sobre el conocer, (sobre la esencia)
● La realidad desborda nuestro pensamiento.

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● La experiencia sensible es la base y el origen de todo conocimiento humano.

Las corrientes actuales de pensamiento suelen prestarle más atención al discurso


o al relato que a los juicios, nos dejamos maravillar por una parte lógica brillante que en
el discurso deleita nuestra inteligencia, pero no reparamos en la verdad o falsedad de los
juicios de los cuales se compone el discurso. Esto es propio de una época relativista
como la nuestra, donde nos conformamos con decir que nadie tiene la verdad, que sólo
hay discursos más o menos convincentes y cada uno elige con cuál se queda, esto raya
lo absurdo como si una hoja verde, pudiera ser roja o amarilla, depende de qué discurso
elija, cuando nadie reparó en la hoja misma ni en su color. El atractivo de un discurso
debiera estar en la verdad de sus juicios y no en su apariencia.
Vamos a finalizar la unidad con algunos interrogantes que nos permitan
responder teniendo en cuenta lo anteriormente planteado.
Nos interesa abordar ahora un concepto reciente que se vincula con nuestro
conocimiento y la verdad. Nos referimos al concepto de posverdad. Pero para una
mejor comprensión, les mostramos algunas imágenes que aclaran bastante a qué nos
referimos:

44
Cada año, el diccionario Oxford elige la ‘palabra del año’. En 2016, esa palabra
fue posverdad, definida como ‘las circunstancias en las que los hechos objetivos
influencian menos a la opinión pública que las apelaciones a la emoción o a las
creencias personales’.
A fines de 2017, el término ingresó al diccionario de la Real Academia
Española: “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y
emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.
La posverdad es distinta del error, o de la mentira. El que yerra puede
eventualmente encontrar y corregir su error. El que miente, sabe que miente.
Podemos definir la posverdad como el momento en que los hechos se ocultan,
moldean, manipulan (muchas veces de forma deliberada y sistemática) y las emociones
que esos hechos generan o incluso otros totalmente inventados pasan a primer plano.
A veces, la posverdad se manifiesta como una especie de mentira arquitecturada,
cohesiva y sistemática en la que la coherencia interna le gana al anclaje al mundo real.
Uno de los problemas de la posverdad es aparecer como una alternativa a la verdad,
como si la verdad fuera una cosa que alguien tiene, y no lo que es: un objetivo
desconocido en el horizonte hacia el que vamos, y para el que necesitamos una brújula.
Si nos sentimos perdidos, podemos construir una brújula. Si no nos ponemos de acuerdo
en cuál es el norte, no habrá brújula posible y estaremos condenados a vagar siguiendo

45
los caminos erráticos de la ignorancia. O peor, condenados a seguir a quien cree un
norte que puede mover a su conveniencia. 2
“Decir de lo que es que no es, y decir de lo que no es que es, es falso; decir de lo
que es que es, y decir de lo que no es que no es, es verdadero”. ARISTÓTELES

PARA REFLEXIONAR ENTRE TODOS…

¿Podemos pensar en alguna experiencia, dónde aparezca el término posverdad?


¿Cuántas veces actuamos en pos de lo que conocemos…? y ¿de acuerdo con lo que
nos dicen creer conocer?

2
https://elgatoylacaja.com.ar/gstp/capitulo-1

46
SÍNTESIS DEL EJE 2
El esquema se síntesis puede utilizarse para elaborar un cuadro con los contenidos.

47
EJE Nº 3:
¿Qué hacemos con nuestra
libertad?

Peter Gric (2017) A disolution of ego. Gricartgallery.com

Comencemos por afirmar que Dios le dio a la persona humana diferentes


cualidades que lo hacen semejante a Él y superior al resto de las criaturas: Inteligencia,
Voluntad y Libertad.
Trataremos de analizar cada una de estas facultades. La inteligencia es la
capacidad que tiene el hombre para pensar, para buscar y hallar la verdad a través de la
mente y la razón. Gracias a esta capacidad, el hombre puede entender y aprender,
imaginar y memorizar, puede hacer grandes descubrimientos e inventar cosas
maravillosas, puede mejorar el mundo, pero lo más importante es que, gracias a su
inteligencia, el hombre puede llegar a conocer la verdad. Conocer la verdad significa
que aquello que pensamos coincide con lo que realmente es o sucede. Por ejemplo: Si
vemos un burro y pensamos: "aquello que veo es un burro", estamos en la verdad. Pero
si somos medio miopes y viendo un burro, pensamos que lo que vemos es un caballo,
entonces nuestra miopía engaña a nuestra inteligencia y la aleja de la verdad. La verdad
de si era burro o caballo, puede ser intrascendente en nuestra vida (a nadie van a matar
por confundir un burro por un caballo), pero hay verdades que son muy importantes de
conocer porque afectan a toda nuestra vida. Son las verdades que llamamos
"trascendentes" y que responden a las preguntas: ¿Por qué estoy vivo? ¿Quién me dio la
vida? ¿Por qué me la dio? ¿Qué quiere de mí? ¿Por qué voy a morir si deseo vivir? ¿Por
qué existe el mal en el mundo? ¿Por qué existe el sufrimiento, si yo quiero ser feliz? La
inteligencia nos hace capaces de conocer estas verdades trascendentes.

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La Voluntad: El hombre no sólo piensa, sino también "quiere". Es decir, el
hombre busca aquello que le atrae. La voluntad es la capacidad que tiene el hombre para
"moverse" hacia un bien que desea. La voluntad busca siempre un bien que ha sido
pensado y prestando a ella anteriormente por la inteligencia. La voluntad se mueve para
alcanzar la felicidad que la inteligencia piensa que le dará tener el bien deseado. Y así
como hay verdades y Verdades, también hay quereres y Quereres: el "querer comer un
chocolate en este momento" es un querer intrascendente, pero el "Querer ser feliz
eternamente", es un querer que puede afectar todos nuestros pensamientos y acciones.
La libertad: es la capacidad que tiene el hombre para actuar o no actuar, para
hacer eso o aquello, de acuerdo con su inteligencia y voluntad. Es la capacidad que
tiene el hombre para escoger, para decidir entre dos o más bienes. Al ser el hombre
libre, se convierte en responsable de sus acciones; es decir, él tiene que responder por lo
que hace o dice y se le pueden pedir cuentas de lo que hace o dice. A un animal no se le
puede exigir lo mismo. Un lobo, por ejemplo, no se da cuenta de lo que hace cuando
mata una oveja, simplemente tiene hambre y actúa. En cambio, el hombre puede tener
hambre y escoger libremente comer o no comer. Y volvemos a lo mismo... Así como
hay verdades y Verdades, y así como hay quereres y Quereres, también hay decisiones y
Decisiones...
Por ejemplo: No me afectará en nada si decidí libremente ponerme la camisa blanca
en lugar de la azul para ir a una reunión, pero puede tener ciertas consecuencias sobre
mi vida si decido libremente casarme con la persona equivocada y puedo. Una decisión
importante necesita que se piense bien y que sea revisado lo que la voluntad quiere.
Cuando hablamos de decisiones, nos estamos refiriendo a la libertad moral. Esta
facultad es la que nos permite elegir entre el bien y el mal. Por ejemplo: Decidí no
tomar más alcohol porque quiero dejar de sentirme mal y de hacer daño a mi familia.
Pero la libertad no es "hacer lo que uno quiera", porque existen leyes (naturales y
humanas) que deben respetarse para poder vivir en paz con nosotros mismos y con
todos los demás. Imagínense qué sucedería si tratáramos de no respetar la ley natural de
la gravedad (que es la que hace que se caigan los objetos) y decidiéramos lanzarnos
desde un quinto piso, moriríamos estrellados contra el suelo. De la misma manera,

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imagínense que no quisiéramos obedecer las leyes humanas del respeto a la propiedad
privada. Por lo tanto, aunque seamos libres, totalmente libres, esto no nos da el derecho
de hacer cuanto nos venga en gana. El Papa Juan Pablo II, en su "Mensaje a los
Universitarios" que pronuncio en México en enero de 1979, exhortó a todos los jóvenes
del mundo: "Hagan buen uso de su libertad, para que con base en la verdad, puedan
lograr realmente cosas buenas".
Ahora bien, mencionamos estas tres facultades a saber, inteligencia, voluntad y
libertad, ¿pero qué relación hay entre ellas?
La inteligencia, la voluntad y la libertad actúan siempre juntas: La inteligencia
hace que el hombre descubra un bien (algo bueno o que parece bueno). La voluntad
mueve al hombre para que busque y consiga ese bien descubierto por la inteligencia.
La libertad le permite al hombre decidir si se mueve o no se mueve con su
voluntad para alcanzar el bien que ha descubierto la inteligencia, pues hay que tener
presente que la voluntad del ser humano, como el libre, puede elegir actuar en contra de
algunos datos ofrecidos por la inteligencia. Así, por ejemplo ¿no hemos bebido agua
alguna vez sin la seguridad de que sea potable al estar presionados por una fuerte sed? Ó
¿no hemos renunciado a un dinero que nos atraía para fines razonables para dárselo a
quien lo necesitaba? Aclaremos la actuación conjunta de esas tres facultades:
Imaginemos que uno de ustedes, paseando por la calle, ve a una muchacha muy
hermosa. La observa y descubre que parece una chica simpática y decente. La
inteligencia descubre un bien. Al descubrir, a esa joven como posible bien siente deseos
de conocerla mejor. La voluntad quiere conseguir ese bien. Duda un momento, pero al
final se acerca a ella y la invita a tomar un helado. La libertad decide alcanzar ese bien.
(Catholic.net 2010)

Vinculado a esto último vamos a desarrollar la teoría ética que propone el


filósofo griego Aristóteles. Fue el primero en escribir un tratado de ética; su mayor obra
es ética a Nicómaco, dedicada a su hijo. Para Aristóteles, todos los actos humanos
tienen un fin, siempre que hacemos algo lo hacemos para llegar a una meta o un
objetivo y esa meta es lo que le da sentido a nuestro accionar. Por ejemplo, un alumno

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va a la escuela para aprender y aprende para poder entrar en la universidad y quiere
entrar en la universidad para recibirse y quiere recibirse para conseguir un buen empleo
para ganar un buen sueldo y quiere ganar un buen sueldo para comprarse una casa y así
sucesivamente. Según Aristóteles nuestra vida se va conformando con una cadena de
fines. El acto tiene que tener un fin si no carecería de sentido. Este planteo es un planteo
teleológico (telos en griego significa fin). Pero entonces tiene que haber un fin último,
un fin que no sea medio para llegar a otra cosa. Es necesario, afirma Aristóteles, que se
quiera por si mismo, que tenga un valor intrínseco. ¿Para qué hacemos todo lo que
hacemos? Si esa pregunta no tuviera respuesta, nuestra actividad seria inútil y absurda.
Pero este fin último existe y es la felicidad; y como el término griego que emplea
Aristóteles es eudaimonia, se dice que la ética aristotélica es eudaimonista. Todos los
seres humanos desean ser felices, y nadie desea ser feliz para llegar a otra cosa, la
felicidad es un fin supremo, no es un medio. ¿Para qué queremos ser felices? Para ser
felices, no hay otra respuesta. Todo lo que hacemos, lo hacemos teniendo como objetivo
ultimo ser felices. Ahora bien, la felicidad solo es posible para aquel que vive guiándose
por la razón, para aquel que no se deja llevar por las pasiones, para aquel que es capaz
de controlar sus deseos y temores. La razón debe guiar nuestras vidas; solo guiados por
la razón podremos vivir una vida feliz. El hombre bueno es el hombre prudente, aquel
que busca el término medio entre los extremos. En las acciones y en las pasiones puede
haber exceso, defecto o término medio. Por ejemplo con respecto al valor, la temeridad
es un exceso, la cobardía un defecto y la valentía el termino medio. Cometemos excesos
cuando nos dejamos llevar por las pasiones y actuamos defectuosamente cuando nos
dejamos llevar por nuestros temores. Nadie nace con la capacidad de elegir el termino
medio; esta capacidad se aprende mediante la educación y la practica reiterada de
buenas acciones, adquirir esta capacidad nos hace digno de ser felices; sin embargo la
felicidad solo puede alcanzarse si se dan ciertas condiciones: corporales, anímicas,
materiales. No se podría alcanzar la felicidad en soledad, la felicidad debe obtenerse
dentro de la sociedad, en la solidaridad con los demás. Termino importante destacar en
Aristóteles, es la Virtud: es aquella por lo cual somos moralmente buenos. Es una
disposición permanente, es decir no es una afección azarosa o algo que nos sucede sin

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que tengamos responsabilidad de ello, tampoco es algo pasajero o accidental, sino que
implica una elección voluntaria., Es decir la virtud es un habito deliberativo respecto a
nosotros de la elección del termino medio entre exceso y defecto, tal como lo haría un
hombre prudente: Hábito: se refiere a un acto recurrente; Deliberativo: me pone en
situaciones de deliberar, de elegir; Término medio: vinculado con la mesura. Al
formular que la virtud es un hábito, nos quiere decir que es una practica recurrente,
repetida. Por ejemplo si una persona ayuda a alguien una vez en la vida, no soy una
persona virtuosa, hace falta la repetición de la acción moralmente buena. El virtuoso es
el hombre que logra una tendencia general en su vida a elegir el termino medio,
evitando el exceso y el defecto. ¿Cómo juzgar si un hombre es feliz o no, si la virtud
que practica lo lleva a una vida feliz? Para Aristóteles, esta felicidad no es sinónimo de
placer, la vida humana no debe ser centrada en el placer; hay quienes hacen del placer el
centro y motivo principal de la moralidad, ni equivale a una serie de instantes de alegría.
La felicidad es una cierta plenitud que se construye a lo largo de la vida entera, por lo
tanto solo podremos decir que alguien es feliz cuando veamos todo el conjunto de su
vida.

Por otro lado y en la antípoda del pensamiento aristotélico, nos encontramos con
un planteo deontológico, es decir con una ética basada en el deber, de la mano del
filósofo alemán del siglo XVIII: Inmanuel Kant. Si para Aristóteles lo bueno se
vinculaba con la felicidad, para el filósofo alemán lo bueno, es lo que se hace por deber.
Lo único absolutamente bueno es la “buena voluntad” “Ni en el mundo ni en general,
tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno,
sin restricción, a no ser una buena voluntad”, afirma Kant. El talento, el carácter, la
fortuna, pueden emplearse para fines malos. La buena voluntad en cambio es buena por
sí misma, no es buena por lo que efectúe o realice, es buena sólo por el querer.
Ejemplo: A-Una persona se está ahogando en el río, trato de salvarla, hago todo lo
posible, pero no lo logro y se ahoga. B- Una persona se está ahogando en el río trato de
salvarla y lo logro. C-Una persona se está ahogando en el río y por casualidad pescando
con una gran red, sin darme cuenta la rescato. ¿Cuáles de estos actos tendrá valor

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moral? El caso A y B son actos de buena voluntad. Para entender lo que hace a una
buena voluntad, es preciso introducir la noción de deber en Kant. El hombre no es sólo
un ser racional, sino también un ser sensible, de modo que sus acciones están en parte
determinadas por la razón, en parte por las inclinaciones: el amor, el odio, el orgullo,
etc. La buena voluntad se manifiesta en la lucha con las inclinaciones; es por esto que
Kant va a distinguir entre: actos contrarios al deber, actos conformes al deber y actos
por deber. Siguiendo el ejemplo del salvataje hacia alguien que se está ahogando
podemos ilustrar la diferencia de estos actos. 1- Veo que alguien se está ahogando en el
río, es alguien a quien justamente le debo dinero y entonces, movido por una inclinación
avara, dejo que se ahogue, esta es una acción claramente contraria al deber. 2-Veo que
quien se está ahogando es una persona que me debe dinero a mi, corro entonces a
salvarlo. No podemos decir que es un acto malo pero tampoco es bueno, es neutro, ya
que el motor de mi acción fue la inclinación (el deseo de recuperar el dinero) Mi acción
es conforme al deber. 3-Veo que quien se está ahogando es un desconocido o un
enemigo sin embargo el deber me dice que debo salvarlo, entonces me esfuerzo por
salvarlo. Estamos ante una acción realizada por deber, es este el único caso en el que se
observa un acto bueno. Para Kant, somos seres racionales, por ser seres racionales, nos
regimos por una ley moral, esta está en nuestra razón, ¿qué dice esta ley moral? Afirma
que cuando nos proponemos hacer algo, debemos asegurarnos de que desearíamos que
todos los demás hicieran lo mismo si se encontrasen en la misma situación. Es decir lo
que creo que vale para mí, debe valer para todos los demás. Cuando actuamos bien no
tenemos dificultad en cumplir esta ley; es decir si salvo a alguien que se está ahogando,
voy a querer que todos hagan lo mismo. Pero si me propongo mentir, no voy a querer
que todos mientan; por eso cuando actuamos mal, no queremos que esto se convierta en
ley universal, no así cuando actuamos bien. Kant se opone a toda ética que valore los
actos por sus fines. Lo que importa no es el fin de los actos, ni los resultados, lo único
que importa es el querer, la intención de los actos; y la única intención que hace que el
acto sea bueno, es la intención de cumplir el deber. Sólo es buena la conducta que se
realiza por deber, no importa la utilidad de esa conducta, solo importa que el acto haya
sido realizado con buenas intenciones. La razón no nos manda a realizar ciertos actos

53
para ser felices; la felicidad no es el fin de los actos morales; la razón nos manda a ser
buenos, más allá de que esa bondad produzca placer o felicidad. Los actos buenos son
los que se realizan por deber por conciencia del deber, sin importar si esa acción
conviene o perjudica; por ejemplo una persona que en juicio dice la verdad, aunque esté
amenazada de muerte, dice la verdad porque sabe que es su deber aunque corra riesgo
su vida. En cambio si una persona actúa correctamente pero lo hace por conveniencia,
ese acto para Kant no es considerado bueno. Actuar por deber, es para Kant, hacerlo por
respeto a la ley moral y la prueba para saber si uno está actuando así, consiste en buscar
cuál es la máxima o el principio por el cual se actúa, el imperativo al que se ajusta el
propio acto. Se distinguen dos tipos de imperativos o mandatos: El imperativo
hipotético: tiene la siguiente forma: “no debo matar si no quiero ir preso” en estos
imperativos hay una condición, la acción depende de esa condición. Imperativo
categórico: es incondicional y tiene la siguiente forma. “independientemente del fin que
deseas alcanzar, actúa de tal o cual manera” Kant lo formuló así: “Obra de tal manera
que puedas querer que la máxima de tu acción se convierta en ley universal” ejemplo:
no debo matar.

Un acto será moralmente bueno sólo si está hecho por deber

PARA REFLEXIONAR ENTRE TODOS…

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a
encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba sus días en su laboratorio en busca de
respuesta para sus dudas.
Cierto día, su hijo de seis años invadió su santuario, decidido a ayudarlo a trabajar. El
científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo
que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo. De repente se
encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con
unas tijeras, recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta, se lo entregó a su
hijo diciendo:
- “Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin la
ayuda de nadie.” Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero
no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente:
- "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".

54
Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera
conseguido componer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó
la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su
sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos
lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? – “Hijito, ¿tú no sabías cómo
era el mundo, ¿cómo lo lograste?”
– “Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para
recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura del hombre, así, dí vuelta a los recortes, y
comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era.”
- “Cuando conseguí arreglar al hombre, dí vuelta a la hoja y vi que había arreglado al
mundo.”
Gabriel García Márquez “Arreglar el mundo” https://www.aciprensa.com/historias/el-cientifico-que-
queria-arreglar-el-mundo-63

¿Cómo relacionarías este cuento con la libertad y la voluntad? ¿Qué explicación


brindarías a la última frase del niño: “¿Cuando conseguí arreglar al hombre, dí vuelta a
la hoja y vi que había arreglado al mundo”? ¿Se relaciona con el tema de la
responsabilidad? ¿Cuáles son las implicancias de estas reflexiones para nuestro mundo
actual?

SÍNTESIS EJE Nº 3

55
56
EJE N.º 4

Yo-Nosotros-los Otros
Leonardo Da Vinci, Códice
Atlántico, evolución del
embrión en el vientre materno.
Ca. 1510.

¿Quién o qué es el hombre?


¿Cuál es la relación entre hombre-mundo?
¿Qué lugar ocupa el hombre en el orden de la naturaleza?

Estas y otras preguntas surgen si incursionamos dentro de una de las ramas de la


filosofía llamada Antropología filosófica. El término antropología está compuesto por
dos palabras griegas: anthropo, que significa hombre y logos, en este sentido se trata de
el estudio del hombre.
La antropología filosófica reflexiona sobre el hombre, cuestionándose, ¿Qué
constituye el hombre? ¿Cuál es su esencia? ¿Qué tiene que tener un ser para ser
considerado hombre?

El hombre y el hilemorfismo realista.


Para comenzar con este tema hemos de regresar a unas nociones liminares
acerca del alma en Aristóteles y luego en Santo Tomás.

57
Recordemos que para Aristóteles el alma es “principio vital” por tanto, no
constituye sustancia espiritual, sino que es el acto de aquellos seres que tienen vida en
potencia. Así, el alma distingue a los seres vivos de aquellos que no poseen vida.

“Ahora bien, entre los cuerpos naturales los hay que tienen vida y los
hay que no la tienen; y solemos llamar vida a la autoalimentación, al
crecimiento y al envejecimiento. De donde resulta que todo cuerpo
natural que participa de la vida es entidad, pero entidad en el sentido
de entidad compuesta. (...) el alma es necesariamente entidad en
cuanto forma específica de un cuerpo natural que en potencia tiene
vida. (...) Queda expuesto, por tanto, de manera general qué es el
alma, a saber, la entidad definitoria, esto es, la esencia de tal tipo de
cuerpo.”
Aristóteles, 1996: 28-29.

Y entonces, distingue tres tipos de alma de acuerdo con los “grados de vida”: el
alma vegetativa, el alma sensitiva y el alma racional o inteligible. Esta última es propia
del hombre, aunque en él, se sintetizan los otros tres tipos de alma.

En su aplicación del hilemorfismo, para el estagirita, el alma es la forma del


cuerpo y constituyen juntos una unidad sustancial, empero al no tener naturaleza
espiritual, alma y cuerpo mueren juntos.

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En el siglo XIII tras la elucidación de los principios aristotélicos, Santo Tomás
de Aquino rechaza la teoría agustiniana de que el hombre es principalmente su alma,
para defender -siguiendo a Aristóteles-, la unidad de forma sustancial. El
hombre es la unión del cuerpo y del alma. Y el aquinate
entiende al hombre como PERSONA. Este es el concepto que hemos de considerar y
que había definido en el siglo V el filósofo Boecio. Persona es “sustancia individual de
naturaleza racional”.
Santo Tomás retoma el concepto. Sustenta
que el alma es creada de la nada por Dios. Así el
alma es inmortal, debido a su simplicidad, y
también espiritual, al realizar funciones que no
dependen de la materia, tales como el
pensamiento. Es, además, subsistente, esto
significa que no necesita de la materia para
subsistir –por ser espíritu- pero que el cuerpo sí
requiere de ella para “informarse”.
El alma racional o intelectiva realiza todas
las funciones en su unión con el cuerpo. Una vez Santo Tomás de Aquino (1225-1274).
Pintado por Carlo Crivelli (1476).
que el cuerpo se ha corrompido (muerto), Santo
Tomás responde que el alma se sigue manteniendo en su unidad, y esta persistencia de
la individualidad en el alma separada, abre la posibilidad de la resurrección corporal.
Cada alma puede recobrar la materia en las dimensiones determinadas que le eran
propias y reconstruir su propio cuerpo. Aunque esto último es una tesis solo abordable
por vía de la fe y no por la razón, Santo Tomás incardina los principios de la filosofía
realista en la fundamentación de las bases teológicas.
Otras cualidades sustantivas del alma humana son la voluntad y la libertad o
libre albedrío, gracias al cual el ser humano puede realizar actos moralmente correctos
siguiendo la ley natural, o incorrectos, cuando deliberadamente se aparta de esta ley.
En síntesis, para Santo Tomás:

59
Por otra parte, el alma humana para Santo Tomás:

60
La antropología personalista. El
neotomismo o neoescolasticismo NEOESCOLÁSTICA O NEOTOMISMO

“Se suele dar el nombre de


Neoescolástica o Neotomismo al
Las acuciantes problemáticas del hombre a movimiento de renovación de la Filosofía
partir de la Revolución Industrial, en particular, de y Teología en los siglos XIX y XX, que
continúa y pone al día la tarea realizada
su segunda fase 1850-1870, la consecuente por los mejores filósofos y teólogos del
Medievo, especialmente S. Tomás de
deshumanización del trabajo y – a posteriori- las dos Aquino, y sus continuadores renacentistas
y barrocos, especialmente de la escuela
guerras mundiales y el surgimiento de una sociedad de Salamanca. La consagración del
Neotomismo vino con la Encíclica
relativista y hedonista que reduce al hombre o bien Aeternis Patris del Papa León XIII
que en aras de proclamar su emancipación de toda llamado el Papa social, escrito en 1879,
que impulsó la restauración y
norma, contrariamente, lo condena a estar actualización de los estudios filosóficos y
teológicos (…) Aunque guarden relación
determinado. o conozcan profundamente el
pensamiento escolástico y el tomista en
Renovados en el siglo XIX con las particular, su investigación sigue con
frecuencia rumbos personales, o
Encíclicas Papales de S.S. León XIII atenientes a necesidades de la época, con amplio
cuestionar los materialismos –en su forma marxista y conocimiento de las ciencias modernas y
de todas las corrientes filosóficas. (…) La
en su forma liberal- surgió la Doctrina Social de la neoescolástica rescata el valor de la
objetividad frente al relativismo, destaca
Iglesia y con ella, nuevas corrientes filosóficas que el valor del realismo frente al idealismo
y promueve el valor del personalismo.”
proponían una reflexión cristiana acorde a la realidad
Gran Enciclopedia Rialp, Ediciones
del mundo Contemporáneo. Una de estas corrientes Rialp, Madrid 1991. 366-377.
fue el Neotomismo o Neoescolasticismo, que busca
reivindicar el pensamiento de santo Tomás de
Aquino para iluminar la resolución de los problemas contemporáneos.
El neotomismo se coloca entre las corrientes de pensamiento que
reaccionan contra el racionalismo de derivación ilustrada, contra el inmanentismo
idealista y el materialismo positivista entendidos como sistemas filosóficos, e intenta
también ser una respuesta superadora al liberalismo político, identificado con el
laicismo y la secularización de la sociedad, así como también a todo sistema
determinista que niega la dignidad de la persona humana.

61
El argentino, Mons.Octavio Derisi lo ha definido como: “La comprensión honda
y fidelidad a los principios perennes de la doctrina del Aquinate, por una parte, y el
discernimiento e incorporación asimilativa de toda verdad contenida en los aportes de la
Cultura moderna, por otra". (Derisi 1984: 12).
Bajo esta corriente se encuentran nombres de todas las partes de Europa
como los franceses: Reginald Garrigou-Lagrange y Jean Maritain, el polaco Mieczyslaw
Krapiec, los ingleses Federick Copleston, Gilbert K. Cherteston y Christopher Dawson,
los españoles Julián Marías y Antonio Millán Puelles. En América Latina existen
numerosos continuadores de los filósofos cristianos europeos, entre los que se destaca el
argentino Mons. Octavio Derisi.
El neotomismo trajo de relieve la cuestión de la PERSONA HUMANA y
de su dignidad. El personalismo subsecuente con ello tuvo fuertes fundamentos en los
escritos –y obras- de San Juan Pablo II y del médico genetista Jérome Lejeune
descubridor –entre otras cuestiones- de las causas del síndrome de Down.
Examinaremos en unas líneas los principales representantes e ideas del
neotomismo.

JACQUES MARITAIN
1882-1973

Fue uno de los partícipes en la ONU de la construcción de la


Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948 y
uno de los grandes defensores del ideal
democrático amenazado por las ideologías totalitarias del siglo
pasado. Sus reflexiones sobre democracia, arte y ciencia constituyen
un instrumento sólido y efectivo para la interpretación de los cambios que experimenta
el mundo de hoy. Reintrodujo la riqueza universal y milenaria del pensamiento cristiano
al abordar los temas más apreciados por el hombre contemporáneo: desde su

62
sufrimiento a la acción política y social; desde la libertad a la belleza; desde la adhesión
a la fe a la autonomía de la razón. El suyo fue un mensaje de compromiso con un futuro
de diálogo y cooperación entre los hombres y las culturas. Comparte características
esenciales con la antropología tomista una estructuración metafísica que lleva la
concepción del hombre como un compuesto de materia y forma sustancial, la
afirmación de la existencia del alma humana y de su carácter incorruptible e inmortal, la
concepción estructural de la persona en torno a las facultades sensitivas y espirituales -
la inteligencia y la voluntad- trascienden la materia. Junto a estos rasgos clásicos del
tomismo Maritain aporta temas nuevos: insiste en el concepto de persona y remarca su
carácter existencial, así como su subjetividad en un mundo complejo. Despliega esta
noción entendiendo que “No existe en mí una realidad que se llama individuo y otra
que se dice persona, sino que es un mismo ser, el cual, en un sentido es individuo y en
otro es persona; yo soy todo individuo en razón de lo que me viene de la materia y todo
persona en razón de lo que me viene del espíritu” (Maritain 1938: 34) de ahí que la
materia –siguiendo el realismo aristotélico tomista- sea principio de individuación, pero
el espíritu, la forma, compone la individualidad (o podríamos decir la personalidad) que
es más bien el perfeccionamiento de la esencia.
Esto convierte a una idea universal (hombre) en un ser existente e individual
(persona). Cada hombre es único e insustituible, irremplazable en todo el universo. La
persona humana se distingue del resto de los seres por ser un sujeto y poseer una
subjetividad es decir un mundo propio personal e intransferible que la distingue de
cualquier otra persona y cosa. Con mayor claridad, en sus palabras:
“Cuando decimos que un hombre es persona no queremos decir sólo que es un
individuo como lo son un átomo una espiga de trigo una mosca o un elefante el hombre
es un individuo que se rige con la inteligencia Y con la voluntad no existe solamente en
modo físico sino que sobre existe espiritualmente en conocimiento y en amor De tal
forma que en algún sentido es un universo por sí un microcosmos en el cual el gran
universo todo entero puede quedar comprendido con el conocimiento y con el amor y
puede darse todo entero a seres que están ante el como otros tantos el mismo relación
de la que es imposible encontrar el equivalente en el mundo físico la persona humana
posee estos caracteres porque En definitiva el hombre está carne y estos huesos
perecederos y un fuego divino hace vivir y obrar existe desde el útero hasta el sepulcro

63
por obra de la existencia misma de su alma que domina el tiempo y la muerte es el
espíritu la raíz de la personalidad “(Maritain 1938:22)

MONS. OCTAVIO DERISI


1907-2002

En la prolífica obra de Mons. Derisi hallamos varias


consideraciones acerca de la Persona humana y sus fundamentos
ontológicos que trataremos de sintetizar.
El hombre es persona, es decir, es un ser espiritual y por
eso es libre e inteligente. Por tanto, es el espíritu la nota
específicamente constitutiva de la persona. Gracias a él, el hombre puede inteligir el
mundo, al otro y a sí mismo y también a Dios. Pero más aún, por el espíritu puede
descubrir lo que el mundo, él mismo y Dios son, es decir, puede descubrir su esencia.
Aún más, el hombre puede modificar mediante su actividad su ser y el ser de las cosas,
de acuerdo con unos fines que él se propone, esta actividad creadora del hombre -co-
creadora con Dios- es otra facultad posible por el espíritu.
La conciencia y la libertad, finalmente, radican en el espíritu. El hombre es
persona porque además de “existir como una sustancia completa en sí o separada de
todo otro, (...) tiene la conciencia de su ser y dominio sobre su propia actividad por la
libertad, que es la nota específica de la conciencia o aprehensión consciente de sus ser
(...) y esto como tal, se logra mediante la aprehensión del mundo circundante. (...) la
libertad se ejerce no sólo sobre su propia actividad volitiva sino mediante está sobre
otros sectores de su actividad y sobre su mismo ser (...) Indica entonces que la apertura
de la conciencia y de la voluntad “conduce la persona hasta el ser de Dios como su
Suprema instancia ontológica y como bien supremo y último fin.” (Derisi 1983: 15) De
tal modo, la persona está afincada en el espíritu y por el propio inteligir está llamada a

64
alcanzar el fin último en Dios, en un movimiento ascencional desde la naturaleza con la
razón, por la fe hacia lo divino.

Jérome Lejeune.
Persona y vida desde la concepción.

(1926-1994) Médico genetista de origen francés. En 1958, a


la edad de 32 años, descubre la primera anomalía
cromosómica en el hombre: la trisomía 21 o Síndrome de
Down. Más tarde, junto a sus colaboradores, descubre el
mecanismo de otras patologías cromosómicas, abriendo así la
vía a la citogenética y a la genética moderna. Se le considera
como el padre de la Genética moderna. Siguiendo el
personalismo tomista, defendió la vida a través de numerosas
asociaciones. Por su trabajo en favor de la vida, la Iglesia inició su proceso de
canonización en 2007.
Su discípula Dra. Pilar Calva comenta acerca de su experiencia: “Fue Lejeune el
médico genetista que llegó a tener 9000 expedientes clínicos de pacientes con síndrome
de Down, desde recién nacidos hasta llegar a ancianos. (…) A lo largo de horas
de consultas, lo que más me sorprendió fue su amor a la vida. Veía casos difíciles,
pacientes que a pesar del tratamiento que les daba no mejoraban y sufrían tanto
ellos como su familia, especialmente sus padres. También recuerdo las palabras que
dirigía a aquellos padres decididos a dejar a su bebé recién nacido en la maternidad si
el resultado del estudio era alguna enfermedad cromosómica, en especial la trisomía
21. Enamorar a los padres y a los pacientes de la vida, y mostrarles en el microscopio
lo que les hacía diferentes de los demás. Creer y hacer creer que las personas con
enfermedades de la mente son capaces de amar, en especial de amar la vida. Por ellos
dedicó horas de clínica y de investigación, y poco antes de morir le confió a su esposa

65
que lo único que le preocupaba era no haber cumplido la meta de encontrar un
tratamiento. Es por esto que en la actualidad la Fundación Jérôme Lejeune continúa
financiando investigaciones. (…) Gracias al testimonio del Profesor Lejeune recibí mis
primeras lecciones de bioética: La misión del médico y del científico es entregarse al
servicio de sus pacientes. La vida de todo paciente es valiosa por ser persona
independientemente de su edad, enfermedad o el sufrimiento que ésta le cause. Los
científicos debemos combatir las enfermedades. No es un triunfo sino una cobardía
deshacerse de los enfermos cuando nos abate la desesperanza por no haber encontrado
la curación. Los actos médicos y científicos no son ajenos a la ética. La ciencia debe
estar al servicio de la persona, no la persona al servicio de la ciencia. Los límites de la
ciencia son el respeto a las leyes propias de la naturaleza. Al que viola las leyes
naturales, solamente Dios puede perdonarlo verdaderamente; el hombre perdona a
veces; la naturaleza no perdona jamás. (…) Lo más valioso fue lo que logró en mí.
Cuando llegué yo tenía una dicotomía entre la fe y la razón, porque pensaba que de
lunes a sábado yo me ponía la “bata blanca” para mi quehacer científico, y el domingo
era el día en que me quitaba la “bata blanca” y me ponía el crucifijo y me dedicaba a
mis deberes religiosos. Él realmente me convirtió, me hizo ver que se puede llevar al
mismo tiempo la “bata blanca” y la cruz, es decir, que uno puede volar con el ala de la
fe y el ala de la razón.” (2014)
Leemos al Dr. Lejeune:
"El huevo fertilizado es la célula más especializada que existe en el mundo,
puesto que posee instrucciones especiales que subrayan qué segmentos de ADN deben
expresarse y cuáles no. Ninguna otra célula poseerá esto en la vida del individuo.
Cuando un óvulo fecundado se divide en dos células, se realiza un intercambio de
información entre ambas. Cuando se divide en tres células, éstas reciben la siguiente
información: somos un individuo. Y, en el proceso de desarrollo, el sistema de
subrayado cambia progresivamente, de modo que las células se diferencian y se
especializan (...) A decir verdad, durante este proceso de expansión de la fórmula
primaria que está escrita en el ser humano no se aprende nada, sino que
progresivamente se van olvidando cosas. La primera célula sabía más que el estadio de
tres células, y el estadio de tres células sabía más que la mórula, que, a su vez, sabia
más que la gástrula, la cual sabía más que la línea primitiva y el sistema nervioso
primitivo. Al comienzo, no sólo estaba escrito lo que constituye el mensaje genético que
podemos leer en cada célula sino también el modo en que debía leerse, una secuencia

66
tras otra. Todo está escrito en la primera célula, y se olvida progresivamente en las
demás células de nuestro cuerpo” (Lejeune 1993: 51-52.)

Por otro lado nos encontramos con un movimiento actual (podrán observar que
hemos subrayado este último término, es importante entender que esto está sucediendo,
nos atraviesa HOY, AHORA) que busca promover la evolución de la humanidad más
allá de las limitaciones presentes a través del uso de las ciencias de la tecnología
cultural e intelectual de carácter internacional que tiene como eventual objetivo
transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnologías
ampliamente disponibles, que mejoren las capacidades humanas, tanto a nivel físico
como psicológico o intelectual, este movimiento es denominado: Transhumanismo, Un
movimiento global que busca la manera de extender la vida del ser humano. Con ayuda
de la tecnología, esperan que los descubrimientos del futuro sean suficientes para revivir
a unos pocos privilegiados en avatares cibernéticos. Un artículo publicado el 27 de
agosto de 2020 titulado “Transhumanismo: la búsqueda incesante por estar vivos para
siempre”, lo describe perfectamente:

"Es evidente que el paso del tiempo es irreversible", cantaba Jorge Serrano en un
popular tema de Los Auténticos Decadentes, para luego prometer que vivirá por
siempre en los corazones de quienes lo quisieron. Pero... ¿y si se pudiera volver atrás?
¿Qué pasaría si los muertos se levantaran de sus tumbas, las computadoras se
convirtieran en el nuevo hogar para nuestros cerebros y la comunión entre cuerpos y
máquinas fuera completa? La idea de vivir para siempre, de pasar al siguiente estadío
en la evolución humana, es inquietante pero nada nueva. Su encarnación actual se
conoce como transhumanismo, un movimiento internacional que tiene por objetivo
mejorar a toda la Humanidad a través del desarrollo y la fabricación de nuevas
tecnologías, tanto desde lo psíquico como desde lo social. Esto es lo que plantea el
filósofo sueco Nick Bostrom, uno de los fundadores de esta movida intelectual con ya
muchos efectos prácticos, en un paper publicado en 2005.

67
En el pasado, estas necesidades de transcender los límites físicos de la vida como la
conocemos aparecían en forma de búsquedas apócrifas o literarias como la Épica de
Gilgamesh o el Santo Grial. O, más acá en el tiempo, la leyenda urbana de Walt
Disney y su criogenización hasta que pudiera ser revivido. "El ensamblaje con objetos
diseñados que nos permiten trascender nuestra biología dada nuestra inmersión en
prácticas culturales como, por ejemplo, valernos de lápiz y papel para hacer un cálculo
complicado no es algo novedoso. En este sentido, podría decirse de modo un tanto
provocador que “somos naturalmente transhumanos", argumenta Karina Pedace,
doctora en Filosofía y que este año publicó un paper sobre transhumanismo junto a
Tomás Balmaceda, Diego Lawler, Diana Pérez y Maximiliano Zeller. "Ahora bien, el
sueño de eludir el envejecimiento, y aún la muerte, mediante biomejoramiento -por
ejemplo, a través de tratamientos regenerativos con nanotecnología) está siendo
fogoneado desde hace algunos años por cierta élite intelectual que confía en que los
incrementos cuantitativos van a posibilitar un salto cualitativo novedoso hacia lo que
llaman la singularidad que, como privilegio de clase, parece quedar reservada para
pocos." El próximo salto evolutivoAhora la carrera es tecnológica y ya no hay una sola
manera de ganarle a la muerte: a los esfuerzos de, por decirlo de manera directa,
congelar a aquellas personas que mueren para revivirlas más adelante, cuando la
tecnología y la ciencia lo permitan, hay que sumarle la posibilidad de pasar el contenido
de nuestros cerebros a una supercomputadora. Ya lo dijo el tecnólogo Raymond
Kurzweil. Ve en nuestro futuro una inteligencia artificial, a la que llama Singularidad
Tecnológica, que superará en capacidad intelectual a los seres humanos y que espera
que llegue antes de 2045. El salto evolutivo será biológico. Esto es clarísimo para Rob
Spence, que sostiene que la humanidad no está tan lejos de este salto. Spence se quedó
casi ciego de su ojo derecho cuando tenía nueve años, tras darse un culatazo con la
escopeta de su abuelo. A los 13 años, le terminaron de extirpar el ojo que no dejaba de
darle problemas. Desde hace varios años, se llama a sí mismo Eyeborg (que mezcla las
palabras inglesas para ojo y cyborg), porque donde estaba su ojo dañado se colocó una
prótesis ocular que fue reconvertida en cámara. Esta puede emitir imágenes de video,
pero el software de la cámara y el cerebro de Spence no están conectados. "No soy

68
transhumanista", dice Spence, que hizo de su necesidad una virtud y se convirtió en
director de cine, desde Toronto, Canadá. "Sólo quiero tener un juguete extra para usar
como director, pero di tantas charlas que conozco varias de estas personas. Sí creo que
el próximo salto evolutivo será tecnológico: una vez se consiga una interfaz entre el
cerebro y una máquina, todo va a cambiar", argumenta, en charla telefónica con LA
NACION. Y pone como ejemplo el trabajo de la neuróloga Sheila Nemberg, que está
trabajando con algas y estímulos eléctricos para devolverles la visión a personas ciegas.
"Ya existen ojos biónicos que son como chips que se ponen en la retina y que funcionan
como una recreación rudimentaria. Lo que queda de la retina original es la que habla
con el cerebro. Nemberg fue capaz de decodificar el lenguaje que hablan entre la retina
y el cerebro", sigue. De eso se trata, de aprehender el lenguaje de una maquinaria
biológica que el hombre no inventó. Pero Spence no está solo en esta movida por aunar
a la biología con la tecnología. "En la edad eléctrica llevamos a toda la humanidad
como nuestra piel", escribió el filósofo Marshall MacLuhan en 1964. Y eso es lo que
hace el argentino Franco Falaschi, especialista en Experiencia de usuario de día y
biohacker de noche. El biohacking es parte del transhumanismo y buscan modificar el
propio cuerpo humano con implantes para hackear, justamente, a la biología. Falaschi
se implantó un chip en 2017, aprovechando la visita al país de Janine Medina , una
biohacker y experta en biomedicina estadounidense, a la conferencia de seguridad
Andsec. "El chip, que se inyecta entre la piel y el músculo, viene ‘vacío’ y uno se
encarga de programarlo con un teléfono con NFC y un programa que sirva para escribir
datos básicos como los de una tarjeta de presentación", dice. Ese chip era el primero de
su tipo que salió al mercado y permitía guardar tan solo 400 bytes de información; ahora
existen otros más avanzados. Sin embargo, y a pesar de su visible entusiasmo, Falaschi
considera que la tecnología va hacia otro lado: "con los dispositivos vestibles como el
Apple Watch, estamos logrando lo mismo que queríamos hacer con los chips, pero de
una manera no invasiva". Además, agrega que hay cuestiones regulatorias sobre los
datos personales que las empresas y organizaciones no van a resignar así nomás. "Lo no
invasivo va a ganar", afirma. "Pero el día que se pueda implantar un brazo mecánico
voy a ser el primero en la fila", dice con una sonrisa. ¿Por qué? "Pura curiosidad, pero

69
también la necesidad de experimentar hacia dónde va la tecnología." Lo que más llama
la atención dentro del movimiento transhumanista, la estrella más brillante de su
horizonte, es justamente la criónica, es decir, la preservación de seres vivos a bajas
temperaturas, cuando la medicina actual ya no puede hacer nada por ellos. La esperanza
es que, en un futuro próximo o lejano, el cerebro pueda ponerse en marcha de nuevo
gracias a los descubrimientos médicos y tecnológicos. Esto quiere decir que, si bien en
la mayoría de los casos se preservan cuerpos, la esperanza esta cifrada en revivir el
cerebro y trasladarlo a una máquina o cuerpo mecánico. Uno de los creadores del
transhumanismo, Robert Ettinger, tomó esta noción de un cuento que leyó cuando era
chico, en la edición de julio de 1931 de Amazing Stories, una de las revistas pioneras de
la ciencia ficción. Allí apareció el cuento "The Jameson Satellite", escrito por Neil R.
Jones, en el que un profesor congelado fue encontrado perdido en el espacio millones de
años después de la extinción de la humanidad por una raza de hombres mecánicos con
cerebros orgánicos que lo revivieron a su imagen y semejanza. La primera persona
congelada para extender su vida fue James Bedford, en 1967. En la actualidad, hay tres
empresas u organizaciones que se dedican a la preservación de los cuerpos para una
posteridad. La más conocida, y la más cara, es Alcor. Fue fundada en 1992 y preserva
los cuerpos en nitrógeno líquido, previo tratamiento de vitrificación, a través del cual se
evita la formación de hielo en las células (un proceso que las destruye) gracias al uso de
crioprotectores, como el glicerol. Cobra 200.000 dólares la preservación de un cuerpo
completo y 80.000 por solo la cabeza. Las otras dos son el Cryonics Institute y la rusa
KrioRus. Si bien hay quienes consideran a la criónica como una pseudociencia, y
cuestionan la práctica de crio - preservación a partir de los límites de la tecnología,
ellos se defienden diciendo que el objetivo actual no es revivir a nadie sino simplemente
preservar el cerebro. "La posibilidad es mayor a cero", dice Rodolfo Goya, bioquímico e
investigador del Conicet, y defensor a ultranza de estas prácticas. Es el único argentino
conocido que ya sabe que será criopreservado a -196º C tras su muerte, justamente en el
Cryonics Institute de Michigan, Estados Unidos. Para ello ya pagó 2000 dólares en 2010
como parte de su admisión, pero no le exigen el pago total de 35.000 dólares hasta que
él lo decida. "El de Michigan es menos conocido y más barato, su único defecto es que

70
no acepta cerebros", dice Goya. "No hay una ley fundamental que impida que un
individuo reviva", sostiene Goya y pone el ejemplo de los tardígrados, pequeños
animalitos conocidos popularmente como osos de agua y que aparecieron en la primera
temporada de Star Trek: Discovery. "Los tardígrados se congelan cuando hace mucho
frío y están técnicamente muertos, pero cuando llega la primavera se descongelan y
siguen su vida. Claro que estos son organismos simples y el ser humano es complejo,
pero el potencial es enorme", analiza Goya en diálogo con LA NACION. Goya espera
revivir en una Singularidad o Avatar tecnológico como las que plantea Kurzweil, pero
no cree que sea tan pronto como el gurú estadounidense lo espera. Valeriya Udalova es
CEO de la rusa KrioRus, una empresa dedicada a la criogenia que nació hace 15 años.
Lo que distingue a esta compañía es que, además de cuerpos y cerebros, congelan
mascotas. Cobran 36.000 dólares por un cuerpo, 15.000 por un cerebro y arriba de 3000
por animales. Cuenta, vía Skype, que su organización nació tras un seminario
transhumanista y que crearon la compañía para congelarse a ellos mismos. "Ahora no
podemos vivir para siempre, pero esperamos que alguna vez sí", afirma. El comunicado
de prensa de entonces generó un importante impacto y eso les hizo ver que había
muchos interesados. En la actualidad, tienen congeladas a 74 personas, entre cuerpos y
cerebros (ellos lo llaman neuropreservación), tal como puede verse en su página web,
40 animales y cientos de ADN. Y, si bien no tienen ningún latinoamericano, ya hay un
representante en la Argentina. El método que utilizan es similar al de Alcor y, para
aquellos interesados, Udalova -que es una líder del movimiento transhumanista ruso-
aclara que el precio no incluye logística (que es bastante complicada, el cuerpo tiene
que ser puesto en frío casi inmediatamente). Suelen recibir unas 50 consultas por mes y,
pandemia mediante, comenzaron a tener más preguntas desde estas latitudes. Ahora, con
el transporte aéreo mundial funcionando a medias, tienen muchos cuerpos esperando a
ser trasladados. No son todas rosas: la cabeza de la Comisión de Pseudociencias de la
Academia Rusa de Ciencias, Evgeny Alexandrov, describió a la criónica como "una
iniciativa exclusivamente comercial que no tiene ninguna base científica", en
declaraciones dadas al diario Izvestia y que fueron recogidas por la agencia Reuters en
los primeros días de enero de este año.

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Posiciones filosóficas y críticas

"El transhumanismo propone que la técnica obligue a que la humanidad trascienda",


explica Pablo Rodríguez, doctor en Ciencias Sociales, ensayista y estudioso de esa
conjunción entre ciencia y sociedad. "Es una postura reduccionista y simplista porque
supone que la definición del humanismo moderno vale para toda la historia. Su falla
conceptual es no reconocer que el humanismo es un fenómeno histórico." Y pone de
ejemplo la escena que abre 2001: Odisea en el Espacio, en la que el simio da su primer
paso hacia la humanidad cuando descubre que puede usar los huesos pelados como un
arma p El neurocientífico argentino Rodrigo Quian Quiroga saltó a la fama mundial
en 2009 cuando descubrió la "neurona Jennifer Aniston" -junto al investigador Hernán
Rey-. Hoy es es director del Centro de Neurociencias de Sistemas y jefe de
Bioingeniería en la Universidad de Leicester, Inglaterra, y autor de varios libros de
divulgación científica, entre ellos "NeuroCienciaFicción: Cómo el cine se adelantó a la
ciencia" (2018), que relaciona avances científicos con la ciencia ficción, tanto escrita
como filmada.

Respecto al transhumanismo, lo primero que hace es relacionarlo con esa


historia que Ingmar Bergman creó en El Séptimo Sello: la de un cruzado jugando al
ajedrez con la muerte para extender su vida. "Si lo ves desde el punto de vista filosófico,
lo que me constituye es la actividad de las neuronas, y el sustrato de esa actividad puede
ser biológico o el silicio y los algoritmos de una computadora", dice en relación con la
idea de Singularidad de Kurzweil. Pero, y retomando lo planteado por Karina Pedace,
no olvida que estas movidas son exclusivas para millonarios o, a lo sumo, personas muy
motivadas. El instinto de supervivencia primero se ocupa de sobrevivir día a día;
cuando los ingresos son bajos, no queda tiempo para plantearse la posibilidad de vivir
eternamente, pero cuando estás hecho, las urgencias comienzan a cambiar. No te vas a
quedar sin comida, pero la vida se va a acabar igual, dice Quiroga. "Los
transhumanistas, entonces, prefieren esa posibilidad minúscula, mayor a cero, a aceptar
la muerte. Yo, como científico, no puedo probar que eso no pueda pasar en un futuro.

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Pero sí puedo decir que esa personas que ‘vuelva a la vida’, con la identidad en una
máquina, no será la misma persona." En este sentido, dice Pedace, "todo depende de qué
entendamos por ‘humano’. Y, sin duda, se trata de una cuestión que nos interpela,
porque no resulta nada clara. Sin embargo, si pensamos en nuestra existencia como
ligada íntimamente con la muerte y con el tipo de elecciones que supone el sabernos
seres finitos, el movimiento transhumanista que abraza la ‘singularidad’ parece
pretender "deshumanizarnos’ bajo la promesa de la inmortalidad en el horizonte de
Silicon Valley". Ser consciente de la muerte te cambia la vida, argumenta Quiroga y por
eso muchos seres humanos prefieren autoengañarse. "Vivimos pensando que somos
eternos, pero aquellas personas que padecen un cáncer terminal o sufren un accidente
gravísimo terminan cambiando. Cuando alguien atraviesa un batacazo así, la muerte te
apremia y te lleva a disfrutar el tiempo al máximo. O, como dicen los Decadentes en su
canción: "si vivís cada segundo a pleno, serás el dueño de la eternidad".

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SÍNTESIS EJE Nº 4

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EJE 1
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ÍNDICE

Introducción………………………………………………………………… 1

EJE 1……………………………………………………………………… 2-30

EJE 2……………………………………………………………………… 31-46

EJE 3……………………………………………………………………… 47-54

EJE 4……………………………………………………………………… 55-75

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