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Desde siempre, los seres humanos han sentido la necesidad de encontrar respuestas a grandes cuestiones
fundamentales, como cuál es el origen del mundo, cuál es la razón de nuestra existencia, por qué las cosas son
del modo en que son, etc.
En las civilizaciones antiguas, se daba a este tipo de cuestiones explicaciones míticas. Los MITOS eran
narraciones en las que se ofrecía una respuesta a grandes preguntas sobre el origen del mundo y del estado
actual de las cosas.
• Estas narraciones estaban protagonizadas por criaturas superiores, como dioses y héroes.
• En ellos se contaba cómo las acciones y hazañas de estas entidades divinas, en un pasado remoto, habían
dado lugar al mundo y a los fenómenos tal y como los conocemos. Ellos habrían moldeado la realidad a
su antojo.
Así, en las narraciones míticas, se explicaba la realidad a través de CAUSAS TRASCENDENTES, es decir,
de elementos que se encuentran más allá de este mundo que queremos explicar.
Mito griego del rapto de Perséfone, que intenta dar cuenta del origen y causa de las estaciones.
Deméter, diosa de la agricultura, tenía una hija llamada Perséfone. Un día, se encontraba Perséfone
recogiendo flores del campo, cuando Hades emergió de las profundidades y se la llevó con él al Inframundo, con la
intención de convertirla en su esposa.
Deméter, desconociendo el paradero de su hija, la buscó desesperadamente, descuidando todos los demás
asuntos y provocando que la tierra se secase y se volviese estéril, por lo que todo dejó de crecer en los campos, y el
ganado no tenía con qué alimentarse.
Zeus vio lo que estaba pasando e intentó negociar con Hades la liberación de Perséfone, para evitar el desastre
que estaba teniendo lugar, pero Hades mantenía que Perséfone había comido seis granos de granada estando en el
inframundo, y que todo aquel que probaba los alimentos de allí debía quedarse.
Finalmente, llegaron a un acuerdo: Perséfone permanecería en el Inframundo con Hades seis meses al año
(uno por cada grano de granada que había comido), y los otros seis meses del año con su madre Deméter. Así, los
seis meses que Perséfone está en el Inframundo, los campos se secan y las cosas dejan de crecer, porque Deméter
está triste separada de su hija, dando lugar a las estaciones del invierno y el otoño, mientras que los meses que pasa
con Deméter todo vuelve a crecer y a dar frutos, siendo esta temporada del año la correspondiente a la primavera y
el verano.
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2. EL PASO DEL MITO A LA RAZÓN (LOGOS): EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA
Sin embargo, llegado un punto, este tipo de explicaciones ofrecidas por las narraciones míticas dejó de
ser suficiente, y empezaron a buscarse respuestas de otro tipo, RESPUESTAS RACIONALES, que no atribuyesen
a la acción de caprichosos dioses los fenómenos de la naturaleza. Y ahí nace la FILOSOFÍA.
Muchos consideran que este paso al pensar racional se da en varios puntos geográficos, prácticamente
de modo simultáneo: en India, China y Grecia. Sin embargo, el pensamiento nacido en oriente tomaría un
camino muy diferente, más ligado a la religión, por lo que aquí tendremos en cuenta exclusivamente el
fenómeno griego, que constituye el origen y el principio del pensamiento filosófico occidental.
CONTEXTO
de pensar y de preguntarse.
Así, entre los siglos VI y V a.C. , vivieron los primeros filósofos (varios de ellos, los más antiguos, en
la zona de Jonia, en Mileto), a los que denominamos con el nombre de PRESOCRÁTICOS, por haber vivido
antes de Sócrates, un importante filósofo ateniense del siglo IV a.C. que veremos más adelante.
Estos filósofos presocráticos centraron su atención en la naturaleza (en griego, physis, o fisis).
Observaban los fenómenos naturales, como las estaciones, los ciclos, los cambios que se producían... y se
formulaban preguntas sobre ellos, como:
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• ¿Qué era lo que hacía que esa naturaleza, esa physis, se mantuviese, siguiese ahí a pesar de los cambios?
• ¿Es lo que captamos (cosas, fenómenos naturales) la auténtica realidad o es mera apariencia?
Y buscaban las respuestas a todas estas preguntas dentro de la propia naturaleza. Es decir, rechazaban
la posibilidad de que todos estos fenómenos y cambios fuesen aleatorios o simple voluntad caprichosa de los
dioses: por el contrario, aquello que buscaban era una ley natural, un orden natural, dentro de la propia physis,
que explicase su comportamiento, cambios y fenómenos. Así, en contraposición con las narraciones míticas,
lo que proponían los primeros filósofos, con sus respuestas racionales, era una explicación de la realidad a
través de CAUSAS INMANENTES, que no tuviesen su origen más allá del mundo, sino dentro de él.
Así, los presocráticos invirtieron todos sus esfuerzos en encontrar la causa de los fenómenos y de la
permanencia de la naturaleza (physis) a través de ellos, del cambio. Buscaron el origen común, el primer
PRINCIPIO de la realidad (en griego, ARJÉ) que la explicase en su totalidad (considerada como un todo),
aquello causa de todas las cosas que existen, de todas las cosas que son: el principio que explicase el origen y
funcionamiento del universo.
PRINCIPIO (ARJÉ):
Es decir, aquello de lo que todas las cosas nacen, aquello a lo que vuelven todas ellas al
perecer y, al mismo tiempo, eso que perdura siempre, que se mantiene y permanece a través
del cambio, haciendo que la realidad siga existiendo. El principio de las cosas, curiosamente,
no tendría un principio (cronológico), ya que es aquello originario, aquello a partir de lo cual no
se pueden buscar más causas; la explicación última de la realidad tomada como un todo.
La palabra griega utilizada para este concepto era ARJÉ, que significaba "el comienzo, lo
primero, lo que rige".
Observemos que la búsqueda de un principio de este tipo supone un gran avance con respecto a las
explicaciones míticas del origen del universo y la realidad, ya que requiere de un razonamiento y un grado de
abstracción del que carece el mito.
Veamos ahora algunos de los presocráticos más sobresalientes.
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3. PRESOCRÁTICOS MONISTAS
Llamamos "monistas" a aquellos presocráticos que consideraron que el principio de la realidad era
solamente uno, y no varios.
Quizás nos cueste comprender este tipo de concepciones, pero debemos tener en cuenta que de la
Antigua Grecia y sus pensadores nos separa una gran distancia, tanto geográfica como cronológica, así
como de idioma, por lo que es difícil explicar algunos de sus conceptos e ideas a través de nuestro lenguaje
y conceptos actuales
Así, a algunos presocráticos (a Tales, Anaximandro, Anaxímenes) que comparten esta idea de que la
materia está animada, se les suele llamar HILOZOÍSTAS (hylé significa en griego "materia", y zoon hace
referencia a algo con vida, "ser vivo", "animal").
Pues bien, Tales buscaba el principio de esa vida de la naturaleza, lo que la mantiene y hace que las
cosas sean, y creyó haberlo encontrado en el agua, en la humedad. Él observó que el agua (la humedad) era el
sustento de las cosas (por ejemplo, aquello que necesitaban las semillas o gérmenes para poder desarrollarse),
mientras que la desecación total suponía en todo organismo vivo la muerte.
Observemos que Tales introduce, con respecto a las explicaciones míticas, dos importantes
novedades. Por una parte, ofrece una explicación racional de la physis, busca la causa y el
sostén de la naturaleza dentro de la propia naturaleza. Por otra parte, comienza una
investigación y proceso de conocimiento de la realidad tanto en su conjunto, considerada
como un todo (dando lugar a la filosofía), como en alguna de sus partes (dando lugar a la
ciencia que hoy llamamos física). Vemos así que filosofía y ciencia (física) nacen juntas.
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3.2. ANAXIMANDRO (S. VI A.C.)
Fue discípulo de Tales. Él sí escribe un Tratado sobre la naturaleza, del cual nos ha llegado algún
fragmento. Se cree que es el primer escrito en prosa de la Grecia Antigua, lo cual supondría un importante
avance: el estudio racional de la naturaleza habría empezado ya a necesitar un modo nuevo y específico de
expresión, distinto de la poesía y la épica griegas escritas en verso.
En opinión de Anaximandro, el agua no podía ser el principio de la naturaleza y el origen del universo,
ya que ésta es ya algo derivado, es decir, el agua está sujeta a cambios (podemos encontrarla en estado sólido,
líquido o gaseoso), y el arjé no puede estar sujeto a cambios, ya que es aquello que permanece a través de
ellos.
Anaximandro creía que el principio de todas las cosas debía ser lo infinito, algo indefinido. Consideraba
que el arjé debía ser el ÁPEIRON, que en griego significa "lo que no tiene límites".
El ápeiron, como decíamos, no tiene límites, ni cualitativos ni cuantitativos, y las cosas (las cosas que
nosotros vemos, los objetos, etc.) serían delimitaciones concretas de ese ápeiron; éste, por tanto estaría en
todo, sostiene todas las cosas, la realidad, las circunda, lo abraza todo. Todo se genera de él, y es él.
Tales no dio una respuesta a preguntas como por qué o cómo todo llegó a ser lo que es a partir de ese
principio originario. Anaximandro sí lo hizo: él consideraba que la causa de que el cosmos se hubiese originado
a partir de ese ápeiron era la lucha de contrarios, que habrían surgido en un momento concreto, y cuya
predominancia alterna habría dado lugar a las cosas materiales.
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3.3. ANAXÍMENES (S. VI A.C.)
Anaxímenes conoció también a Tales y a Anaximandro, y emprendió también la búsqueda del principio
originario o arjé. Al contrario que sus dos compatriotas, él pensaba que ese arjé era el AIRE, ya que éste
parecía no tener límites, ser infinito. De él surgirían las nubes, a partir de las cuales de originaría la lluvia (y
por tanto el agua), y en momentos de tempestades se producirían rayos, y con ellos el fuego. Así como defendía
que el cosmos está envuelto en un aire o aliento que lo anima, creía también que el aliento del hombre, el aire
de su cuerpo, era su alma, el principio que lo anima y le da vida.
Pitágoras era natural de Samos, una isla frente a las costas de Jonia. Fundó una escuela, una
confraternidad que no distaba mucho de ser una orden religiosa, que tenía como propósitos las contemplación
o búsqueda de la verdad, y la purificación. Los miembros de la escuela estaban sujetos a unas estrictas normas
de convivencia y conducta, y estaba totalmente prohibido transmitir los conocimientos alcanzados dentro de
ella a gente ajena. No fue hasta muchos años después que uno de los discípulos de Pitágoras decidió poner por
escrito las enseñanzas de la escuela, y es por esto que hoy en día no sabemos a ciencia cierta qué datos acerca
de ellos son verdaderos y cuáles no, y tampoco si las enseñanzas que nos han llegado fueron elaboradas por el
propio Pitágoras o por algún otro miembro de la escuela.
Lo que sí sabemos es que los pitagóricos llegaron a la conclusión de que el arjé o principio de la realidad
era el NÚMERO. Observando la naturaleza y los fenómenos, se dieron cuenta de que las cosas parecían hechas
a imagen y semejanza de los números, y que por ello el universo era completa armonía, habiendo en todos los
ámbitos una precisa regularidad matemática.
Debemos tener en cuenta que la concepción pitagórica de los números no era la misma que la nuestra.
Mientras que nosotros los pensamos como entidades abstractas, ellos los veían como materiales, unidades
con magnitud corporal, que configuraban el mundo también de forma material
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4. EL SER Y EL DEVENIR: UNOS MONISTAS PECULIARES
Los autores que vamos a ver a continuación podrían considerarse monistas; sin embargo, por su
peculiaridad (que entenderemos a continuación) serán aquí vistos de manera independiente.
Heráclito estaba en completo desacuerdo con los rasgos generales de la religión popular griega, que
concebía a los dioses con forma humana (antropomórficos), los personificaba.
Por el contrario, Heráclito defendía, en su concepción del mundo, la unidad de todo ente, es decir, que
todo lo que existe conforma una unidad, un todo. Además, consideraba que nada permanece en el mundo, sino
que éste está sujeto a un cambio continuo, a un DEVENIR, que sería lo verdaderamente esencial y originario.
Nuestros sentidos, al mostrarnos cosas que parecen permanecer, nos engañan, y Heráclito ilustra esta idea con
el siguiente ejemplo: cada vez que vamos a un río, puede parecernos que éste es el mismo, que ya nos hemos
bañado en él, pero sin embargo esto es falso, ya que el agua corre, y aquella en la que nos bañamos hoy no es
la misma que aquella en la que nos bañamos ayer.
En definitiva, que TODO FLUYE, todo es un constante devenir. Es por esto que a veces puede parecernos
ver cualidades contrarias en una misma cosa (por ejemplo, que algo que estaba frío ahora está caliente); el paso
de un contrario a otro vendría dado por una lucha de fuerzas contrapuestas, un constante vencer y ser vencidas,
que da lugar al movimiento del mundo. La ley universal que rige este movimiento de fuerzas es, según
Heráclito, un Dios, pero no un Dios personal como los de la religión popular griega, sino un Dios impersonal,
una RAZÓN (logos) UNIVERSAL. Esta razón, este Dios, estaría encarnado en un sustrato material, aquel del
cual todas las cosas son cambio, y éste sustrato material es el FUEGO (por esto suele decirse que en el
pensamiento de Heráclito el arjé es el fuego): éste sería de donde surgen los demás elementos y cosas, y a
donde todas ellas vuelven, para luego volver a surgir, y más tarde volver a perecer, etc., y así siempre en un
eterno movimiento sin fin.
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4.2. PARMÉNIDES DE ELEA (S. VI-V A.C.)
Parménides sostiene una concepción del mundo completamente opuesta a la de Heráclito. Nos
muestra, en su famoso poema, que existen dos caminos a seguir en la búsqueda del conocimiento. Por una
parte, el camino de la verdad absoluta, que escogeremos si utilizamos nuestra razón, y por otra el de la doxa
falaz, es decir, el de la falsedad y el error, por el cual nos perderemos si decidimos fiarnos de nuestros
sentidos.
D CAMINO DE LA DOXA FALAZ: si seguimos aquello que parecen mostrarnos nuestros sentidos, habremos
escogido el camino del error. Nuestros sentidos nos engañan, ya que a través de ellos podemos percibir
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cambios, movimiento, muerte... y ya hemos visto que utilizando la razón llegamos a la conclusión de que esto
no puede darse.
Más tarde, algunos discípulos de Parménides, que había fundado la escuela eleática, fueron modificando
detalles de la doctrina de su maestro, para conseguir que toda ella fuese completamente coherente (por ejemplo,
Parménides había incluido un tercer camino, el de la doxa plausible, para explicar por qué suceden los
fenómenos, pero al encontrar ciertas incoherencias entre esto y el resto de su teoría Meliso de Samos lo
eliminó).
Otros de sus discípulos se encargaron de mantener y extender sus enseñanzas, como es el caso de Zenón
de Elea. Zenón quería hacer ver a los demás pensadores que, si se partía de la aceptación de la existencia del
movimiento y el cambio, se llegaba a paradojas irresolubles. En este vídeo encontrarás la explicación de dos
de esas paradojas: Paradojas de Zenón de Elea
5. PRESOCRÁTICOS PLURALISTAS
Llamamos "pluralistas" a aquellos presocráticos que, al contrario que los monistas, consideraron que los
principios de la realidad eran varios, y no solamente uno.
Empédocles intenta resolver la aporía eleática. Acepta la premisa de que "el ser es y el no-ser no es", así
como el hecho de que no puede pasarse de uno a otro, pero defiende la existencia del movimiento y el cambio.
Lo hace considerando el nacimiento y muerte de las cosas no como un paso del no-ser al ser y viceversa, sino
como un mezclarse y disolverse (respectivamente) de determinadas sustancias. Estas sustancias son el AGUA,
el AIRE, la TIERRA y el FUEGO, y considera Empédocles que son "las raíces de todas las cosas", que
permanecen siempre iguales e inalterables. Estas sustancias constituirían el principio de la realidad.
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Podemos decir que con Empédocles nace la noción de ELEMENTO como aquello básico,
inalterable e indestructible.
Aquello que provoca que estos elementos se unan y se separen, dando lugar a las cosas, son dos fuerzas
cósmicas: el AMOR y el ODIO. Estas fuerzas predominarían una sobre la otra según periodos constantes fijados
por el destino. Así, en el momento de predominancia total del amor sobre el odio, todos los elementos estarían
totalmente unidos formando una unidad compacta, que Empédocles denomina UNO o ESFERA, que sería el
momento de mayor perfección. En el momento de predominancia total del odio sobre el amor, los elementos
estarían completamente separados los unos de los otros. Sería en los periodos intermedios, entre la
predominancia total del amor y la predominancia total del odio, cuando surgirían las cosas (cuando los
elementos no están del todo unidos unos a otros pero tampoco del todo separados).
Anaxágoras continúa el intento de solucionar el problema originado por lo eleáticos. Al igual que
Empédocles, considera que el nacer y el morir de las cosas no es más que un componerse y descomponerse de
ciertos elementos. Sin embargo, aquellos propuestos por Empédocles (agua, aire, fuego, tierra), le parecen
insuficientes, ya que no llegan para explicar la infinita variedad de cualidades que podemos observar en los
fenómenos.
Él propone como elementos originarios unas semillas, que podemos llamar HOMEOMERÍAS (fue
Aristóteles el que utilizó este término para describirlas). Hay, según Anaxágoras, tantas semillas como
cualidades de las cosas, es decir, infinitas, por lo que estas homeomerías son cualitativamente infinitas. Pero
también son cuantitativamente infinitas, ya que cada una de ellas puede dividirse infinitamente en partes
iguales (homeomerías significa "partes semejantes", "partes cualitativamente iguales").
En cuanto a cómo se crea el cosmos a partir de esas homeomerías, Anaxágoras nos cuenta que en un
principio todas ellas estaban mezcladas, conformando una masa indiferenciada en la que no se distinguía nada.
Surge entonces un movimiento producido por una INTELIGENCIA DIVINA (o NOUS, que es ilimitada,
independiente y lo conoce todo; es "la más sutil y pura de todas las cosas"), que ordena la mezcla, y que hace
que las semillas se dispongan de modo que se conforma la realidad. En todas las cosas hay homeomerías de
todas y cada una de las cualidades existentes, y es la predominancia de unas u otras la que hace que las cosas
sean diferentes unas de otras. De ahí que Anaxágoras haya dicho que "todo está en todo".
También continuaron el intento de superar el problema provocado por los eleáticos. Defendieron que el
nacer y el morir, lejos de ser un paso del no-ser al ser y viceversa, eran un agregarse y separarse de ciertos
elementos.
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Ellos concibieron unos cuerpos, infinitos en número, invisibles (debido a su pequeño tamaño), no
engendrables, indestructibles, inmutables y cualitativamente indiferenciados (sólo se diferenciaban unos de
otros en su forma, posición y orden). A estos cuerpos los llamaron ÁTOMOS (que en griego significa "no
divisible").
En un primer momento, se habría dado un movimiento caótico y desordenado de los átomos. Éste
movimiento habría dado lugar a otro movimiento que habría hecho que los átomos semejantes se juntasen
entre sí, dando lugar a las cosas.
Una de las novedades introducidas por los atomistas es la concepción de la idea de VACÍO. Los
griegos anteriores fueron incapaces de concebir tal idea, pero Leucipo y Demócrito
defendieron que era necesario que éste existiera, ya que si no hubiese vacío, los átomos no
podrían diferenciarse unos de otros, y tampoco moverse, y por lo tanto el mundo no podría
haberse conformado tal y como ahora lo conocemos.
Además, otro punto innovador de su teoría es que el orden del cosmos habría sido originado
por un movimiento AZAROSO y MECÁNICO de los átomos, es decir, prescinden de cualquier tipo
de inteligencia superior para dar una explicación de nuestra realidad ordenada.
Por lo tanto, en la explicación del origen del cosmos intervendrían únicamente los átomos, el vacío y el
movimiento. Además, como los átomos son infinitos en número, no habrían dado lugar solamente a nuestro
mundo, sino que existirían infinitos mundos, que llegado un punto se descompondrían, los átomos que
formasen parte de ellos darían lugar a otros mundos, etc.
Abdera
Elea
Clazomene
Samos Éfeso
Agrigento Mileto
Tales de Mileto,Mileto,
s. VII-VI a.C. Anaxímenes, Anaxágoras,Clazomene,
Mileto, s. V a.C.
s. VI a.C.
Demócrito,Abdera,
s. VII s. VI s. V s. V a.C.
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