Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LOS PRESOCRÁTICOS
1. CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIOCULTURAL EN EL QUE SURGE LA FILOSOFÍA.
Estos filósofos, denominados “ presocráticos ” más por los temas tratados que por el hecho
de ser, cronológicamente hablando, anteriores a Sócrates, hubieron de enfrentarse al reto
de buscar las primeras explicaciones sobre el origen del universo (cosmogonía), su actual
estructura y funcionamiento (cosmología) con la sola arma de la razón y la observación de
los hechos que sucedían a su alrededor.
pag. 2/14
2. CUESTIONES QUE PREOCUPABAN A LOS PRIMEROS FILÓSOFÓS
Recordemos que el término fisis viene del verbo griego en infinitivo "fiei", que significa
nacer, crecer, desarrollarse, salir hacia fuera; es decir, indica una fuerza interna que impulsa
a crecer y desarrollarse, no a estancarse, a quedarse como estaba.
Así pues, para los primeros filósofos, preguntarse cuál es la naturaleza de las cosas es lo
mismo que preguntarse ¿cuál es la ley interna que rige las cosas?. Tiene que haber una ley
que rija el aparecer y el desaparecer de las cosas, porque el mundo (cosmos) no es un caos,
es un todo ordenado y bello.
La filosofía pretendía encontrar un principio último que diera una explicación satisfactoria de
cómo es la realidad y a este principio lo denominaron arjé, concepto que podemos entender
en un triple sentido:
a) Aquello a partir de lo cual se generan los seres del universo. El principio o arjé así
concebido es el origen.
b) Aquello en lo que consisten los seres del universo (aquello de lo que están formados).
El principio así concebido es lo permanente, el substrato último.
c) Es aquello que es capaz de explicar las distintas transformaciones del universo. El
principio así concebido es causa.
▪ monista: hay un único principio que explica todas las cosas, como es el
caso de Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito...
pag. 3/14
◆ El problema del conocimiento
Para responder a estas cuestiones, no sólo rechazaron todo tipo de explicación mítica sino
que, además, consideraron que el conocimiento sensible por sí sólo tampoco es suficiente;
los sentidos, por muy útiles que sean, no bastan para proporcionarnos el verdadero
conocimiento de la realidad. Antes al contrario, los sentidos nos muestran una multiplicidad
de individuos, de apariencias, de estados cambiantes y accidentales. Es necesario hacer un
esfuerzo racional, intelectual para alcanzar el ser de las cosas y es por ello que los griegos
establecerán una dualidad en el conocimiento: razón frente a los sentidos. Por un lado los
sentidos nos ponen en contacto con las cosas y, por otro, la razón nos hace llegar a la
esencia, a la verdad de las cosas. De ahí que el auténtico camino del conocimiento sea la
razón, que va más allá de lo observado.
De aquí se seguirán en la historia de la filosofía dos teorías del conocimiento que enfrentan a
distintas escuelas a través de los siglos: empirismo y racionalismo, o realismo e idealismo,
de las que hablaremos más adelante.
pag. 4/14
3. LA FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA
Lo que se denomina hoy filosofía presocrática la podemos situar en el período que va desde
principios del s. VI a. C. hasta mediados del s. V a. C porque es, efectivamente, en el siglo VI
a. C., en Grecia, cuando un conjunto de intelectuales, llamados actualmente presocráticos,
empiezan a cuestionar las explicaciones míticas que se dan a determinados problemas y
buscan explicaciones más seguras, más lógicas, explicaciones racionales en definitiva. De
esta forma, empiezan a investigar si detrás de la pluralidad de cambios que observamos en
la naturaleza, incluida nuestra propia vida, existe una realidad permanente, un principio
último que nos permita comprenderla.
En el siguiente mapa, puedes ver las distintas etapas de la filosofía griega y la procedencia
geográfica de los principales filósofos que vamos a estudiar en cada una de ellas.
La práctica del comercio marítimo y la fundación de colonias en lugares tan alejados como
Sicilia o España permiten a las ciudades griegas de Asia Menor, como Mileto o Éfeso,
convertirse en verdaderos emporios de riqueza y prosperidad. La clase de los mercaderes,
dominante en estas ciudades, impone un carácter práctico y "racional" a las decisiones
políticas, aspecto que se traduce en la primacía de un pensamiento más libre y flexible, con
intereses muy diferentes del pensamiento religioso rígidamente codificado en los mitos.
En el siglo VI a. de C,, en las polis más pujantes, situadas en las costas de Jonia, surgieron, en
un intervalo de tiempo relativamente corto, las dos primeras formas del pensamiento
racional: la filosofía y la ciencia. En el siglo VI, Mileto era una de las ciudades más ricas y
activas del mundo mediterráneo. Estaba en contacto con las grandes civilizaciones del
Próximo Oriente, como la persa y la egipcia. Al contrario que las sociedades rurales,
conservadoras de las tradiciones y tendentes al dogmatismo, las artesanales y comerciales,
como Mileto son más bien flexibles, expansivas, abiertas a las innovaciones. La necesidad de
pag. 5/14
aumentar la producción y de abrir nuevas rutas comerciales genera una serie de problemas
técnicos que requieren nuevas soluciones y, por tanto, estudios más minuciosos de los
elementos y fenómenos naturales para
poder aprovechar las posibilidades que
ofrecen y vencer las dificultades que
plantean. Las narraciones míticas
tradicionales no sirven para
proporcionar este tipo de respuestas
por lo que empieza a surgir un conjunto
de experimentadores e ingenieros que
se dedican al estudio y a la resolución
de problemas prácticos. Los primeros
filósofos fueron, precisamente, estos
científicos y técnicos al servicio del
desarrollo económico: Tales, por
ejemplo, inventó un sistema para
calcular distancias en alta mar por medio de la triangulación, y Anaximandro construyó una
especie de reloj de sol y diseñó mapas del cielo y de las tierras conocidas en su época. Esta
dedicación al estudio de la naturaleza les llevó a formular teorías generales sobre el origen y
la composición del universo que, a su vez, les servían para interpretar los fenómenos
particulares. De todos ellos sólo nos llegan o fragmentos de sus obras o las opiniones
recogidas sobre ellos de otros filósofos e historiadores posteriores (Es lo que se denominan
“doxografías”).
Se le suele considerar como el primer filósofo de la Historia. Viajero inquieto y curioso, fue
matemático, es el autor del teorema matemático que lleva su nombre, y también astrónomo
y político, con fama de “sabio distraído”. Aristóteles lo consideró el primero de los físicos. De
su pensamiento filosófico, apenas sabemos nada. Creía que la tierra descansaba sobre agua,
que el agua es el principio único de todas las cosas. Desconocemos si quería decir que todas
las cosas son - o se componen de- agua o, simplemente, que la tierra procede de ella, puesto
que sobre ella flota. Muy probablemente Tales recogió estas ideas de la cosmología egipcia y
babilónica, además de sus observaciones personales (vivía en Mileto, importante puerto de
mar, y el agua es imprescindible para la vida). Cuando afirma que «todas las cosas están
llenas de dioses», probablemente se refería a que toda la naturaleza, compuesta
básicamente de agua, tiene vida y movimiento propios; en ella, todo está vivo y animado
(hilozoísmo).
“Aunque la propuesta de Tales pueda parecer “rudimentaria”, dio un paso
fundamental. Comenzó a creer en algo natural, el agua, como clave de todo. En tanto
que matemático y astrónomo, rechazaba las explicaciones míticas y alegóricas. La
formulación de hipótesis físicas para explicar el universo le convirtió en la excepción
entre los griegos de su tiempo.”
F. NIETZSCHE, La filosofía en la época trágica de los griegos. Obras
Completas, Madrid, Aguilar, 1932: 329-330
pag. 6/14
◆ Anaximandro de Mileto (610-545 a.C., aprox.)
Discípulo de Tales, viajó mucho y participó en la vida pública de la ciudad. Construyó una
esfera celeste, descubrió la inclinación de la eclíptica y fijó los solsticios y los equinoccios. Es
el primer autor de escritos filosóficos de Grecia. Supuso que la tierra tenía una forma
esférica y ocupaba una posición central; también pensó que la Luna no tenía luz propia, sino
que es iluminada por el Sol, y que éste era de fuego y de tamaño mayor que la Tierra
Suponía que la sustancia original (el arjé) no podía ser ninguno de los elementos concretos,
como el agua, porque los unos son contrarios a los otros y, por tanto, ninguno de ellos se
puede convenir en su contrario. Consideró que todos debían provenir de una sustancia
primigenia que fuera indeterminada y, por consiguiente, pudiera adoptar cualquier
determinación. Por eso la llamó “ápeiron”, es decir, 'ilimitado', 'infinito' (de las palabras
griegas “a” no, y “peras” limitado). A partir de esta sustancia original indiferenciada, se
originaría todo el resto del mundo visible. A causa del movimiento, en el interior del ápeiron
se fueron separando los contrarios -lo caliente y lo frío, lo seco y lo húmedo- y .se fueron
diferenciando zonas en que unos prevalecían sobre otros, De esta manera, se originaron los
diversos elementos -la tierra, el agua, el aire, el fuego-, que se fueron depositando en
grandes capas esféricas.
El gran mérito filosófico de Anaximandro es que su planteamiento del problema de la Physis
supone un cierto avance abstracto frente al de Tales: afirmar que el arjé es algo
indeterminado viene a significar que no es un elemento concreto y observable por los
sentidos y, así, Anaximandro plantea una pura hipótesis mental, de la cual va derivando una
serie de consecuencias lógicas.
Discípulo de Anaximandro, pensaba que todo tenían un principio único e infinito, pero no
indeterminado, sino concreto: era el aire, del que todos los seres derivan por rarefacción
(convierte el aire en fuego) o condensación (transforma el aire primero en viento, después
en nube y, finalmente, en agua, que sobre la tierra puede convertirse en piedra). Concibe
el mundo como algo vivo: “Lo mismo que nuestra alma, que es aire, nos sostiene,
igualmente el aire envuelve al mundo entero”. Lo destacable es que explica las
transformaciones partiendo de un mecanismo uniforme y observable cotidianamente: los
cambios de densidad. De tal manera que las diferencias cualitativas entre las cosas se deben
a diferencias cuantitativas: tener más o menos aire y estar éste más o menos comprimido.
Al exponer como principio de la naturaleza el aire podría pensarse que hay un retroceso con
respecto a la concepción de Anaximandro, pues se pasa nuevamente de un principio
abstracto a un principio material. Sin embargo, tal retroceso es sólo aparente, pues la
introducción, por parte de Anaxímenes, de un criterio cuantitativo para explicar las
diferencias cualitativas que se observan en la materia será muy positiva para el pensamiento
posterior, ya que la ciencia se basa en el supuesto de que todas las diferencias cualitativas
pueden ser explicadas en términos cuantitativos, medibles y cuantificables.
pag. 7/14
3.2. LA ESCUELA PITAGÓRICA
Los pitagóricos constituyen un grupo o escuela fundada por Pitágoras1 alrededor del año
530 a.C. De Pitágoras apenas sabemos nada con certeza. En el pitagorismo encontramos,
junto con el componente racional, un componente místico y religioso: creían que los seres
humanos estamos constituidos por dos componentes de naturaleza diferente: el cuerpo y el
alma. Además, defendieron no sólo la inmortalidad del alma
sino también la doctrina de la transmigración de las almas.
Así pues, La finalidad de las comunidades pitagóricas era
básicamente la purificación del alma. El camino que proponen
los pitagóricos para purificarse y dejar que el alma salga del
ciclo de las reencarnaciones es el del estudio, la dedicación a
una vida intelectual.
Si los pensadores de la escuela de Mileto buscaban el
principio material del que todo emergía, los pitágóricos, en
cambio, buscan la estructura o forma del cosmos, no los
elementos materiales que lo integran. Muy aficionados a la
música, los pitagóricos descubrieron que ésta puede
reducirse a proporciones numéricas, a números; en un
segundo paso, consideraron que todos los objetos del mundo
también pueden reducirse a figuras geométricas, y éstas, a expresiones numéricas.
Entonces, si quiero descubrir los secretos del universo, del cosmos, palabra que significa
'orden, organización, armonía, belleza', necesito estudiar las proporciones numéricas,
porque la estructura del cosmos es matemática.
El universo está “hecho” de números y, por tanto, los principios de los números son, en
último término, los principios de todas las cosas. Estos principios son lo “par” y lo “impar”
que consideraban respectivamente como “ilimitado” y “limitado”. A diferencia de los
milesios, no mantuvieron una explicación monista sino dualista.
1
Pitágoras nació en el 570 a.C
pag. 8/14
reaccionó con particular dureza contra Pitágoras.
Destaca el carácter extraordinariamente individual de su pensamiento; familiarizado con las
doctrinas de sus predecesores, no quiso seguir ninguna de ellas y reaccionó con particular
dureza contra Pitágoras.
Propuso como sustancia primordial el fuego. En uno de los textos que conservamos de él se
dice que el fuego es una sustancia en constante transformación, y de ahí que afirme que la
realidad se halla en constante devenir, concibe el mundo como un proceso continuo de
cambios: no hay nada que permanezca siempre igual; lo que es claro se vuelve oscuro, el
agua caliente se enfría, la fruta verde madura, el cuerpo húmedo se seca, el niño crece y el
hombre maduro envejece... Las cosas se nos muestran de una manera, pero varían y dejan
de ser como eran para pasar a ser de otro modo, y de nuevo varían, y así indefinidamente.
«No se puede uno bañar dos veces en el mismo río. Descendemos y no descendemos
al mismo río, somos y no somos. Los que descienden se sumergen en aguas siempre
distintas en su fluir incesante. »
Heráclito afirma el dinamismo o la movilidad universal: todo fluye', todo cambia, todo
pasa, Pero este devenir, o fluir universal no es caótico, sino que obedece a un orden, a una
ley, que Heráclito denomina logos: todo sucede conforme a esta ley, o logos.
¿Y en qué consiste este orden o esta ley? Pues precisamente en que las cosas cambien y se
conviertan precisamente en su contrario. El logos, el plan que la naturaleza dispone para
todas las cosas, Heráclito también lo llama “pólemos”, que en griego significa “guerra”;
podríamos decir que la guerra es la ley de la naturaleza, una guerra entre contrarios, un
“fuego” constante, lucha de contrarios. De esta forma sabemos que lo que está vivo, morirá,
que el día se volverá noche, el frío calor, la paz guerra, la verdad mentira, etc..; el hecho
básico del mundo es la lucha de contrarios, que es la fuerza creadora y dominante
El conocimiento consiste precisamente en esto, en conocer la ley interna de la naturaleza y
no en lo que las cosas son, puesto que, dejarán de ser inmediatamente. Cuando uno
comprende esta ley entiende que las cosas no son un puro caos sino que reina en el mundo
una maravillosa armonía. Este logos nos dice que la realidad es contradictoria y armónica
al mismo tiempo, una y múltiple, estable en el cambio; los contrarios y opuestos se exigen
unos a otros, no hay vida sin muerte, ni belleza sin fealdad, ni bondad sin maldad; no hay luz
sin sombra ni orden sin caos. La armonía es, según Heráclito, el producto de los contrarios
El único conocimiento verdadero y firme es el conocimiento de ese orden, de ese logos, del
plan de la naturaleza en el que todas las cosas tienen su lugar.
pag. 9/14
pitagorismo. La influencia de Parménides no fue sólo importante en los autores
inmediatamente posteriores (pluralistas), sino también en el pensamiento de la gran
tradición griega de Sócrates, Platón y Aristóteles.
Se conservan de Parménides fragmentos de un poema que consta de un Proemio y dos
partes: la Vía de la Verdad y la Vía de la Opinión (o de la apariencia).
En el Proemio, Parménides es un ser privilegiado entre los mortales que es conducido a
través del cielo a la morada de una diosa. Es un viaje de la noche al día. La diosa le anuncia
que le mostrará "todas las cosas" tanto la verdad como las creencias falsas de los mortales.
Lo que aquí se describe es algo así como un viaje espiritual "más allá de la Tierra" para
alcanzar el conocimiento. El viaje de la Noche al día representa un progreso desde la
ignorancia al conocimiento o verdad.
Parménides propone dos vías: la de la Verdad y la de la Opinión. En la Vía de la verdad, la
diosa plantea a Parménides una dualidad: existen dos vías, dos caminos, a través de los
cuales se puede intentar buscar la verdad y obtener el conocimiento. De estas dos vías, una
es practicable y nos lleva a buen puerto; la otra, en cambio, no lleva a ninguna parte: nos
conduce a un callejón sin salida.
En la Vía de la VERDAD, recoge su célebre discurso sobre el SER2 Su tesis es que lo que es, es
y es imposible que no sea. Mantener esto es ir contra la creencia común según la cual existe
algo semejante a una génesis (milesios), a un proceso de llegar a ser. Este proceso requiere
que la misma cosa en un momento no sea y en otro sea, y, también, que sea en un momento
lo mismo y en otro no lo mismo. De este modo, los hombres imaginan las cosas como yendo
para adelante y para atrás, entre el ser y el no ser.
Parménides marca un hito decisivo en el desarrollo de la filosofía griega. En efecto, como
consecuencia de su doctrina, la pregunta sobre el origen del cosmos tomará un rumbo
totalmente diferente. Su doctrina acerca de la realidad, acerca de lo que hay o existe, puede
resumirse en estas dos afirmaciones:
❑ A partir de una única realidad es imposible que surja la pluralidad, contra lo
que afirmaban los milesios. En efecto, supongamos que originalmente existía
solamente agua. ¿Por qué no sigue habiendo sólo agua? Si únicamente había
agua, esta no pudo generarse a partir de otra sustancia (que, por hipótesis, no
había) ni puede tampoco transformarse en otra cosa o desaparecer (¿qué podría
hacerla desaparecer o transformarse, si nada hay aparte de ella?). Lo que no hay,
lo que no había originalmente, no puede originarse. Lo que hay desde siempre
no puede tampoco ser destruido. Por consiguiente, lo que hay (lo que es, el ente)
es inengendrado, indestructible, inmutable, finito, compacto, homogéneo,
indivisible y esférico.
Las consecuencias de estas dos afirmaciones son tajantes e ineludibles: si, por una parte, de
una única realidad no puede surgir la pluralidad y si, por otra, la razón nos obliga a aceptar
la existencia de una única realidad, no habrá más remedio que declarar que el movimiento
y la pluralidad son irracionales, ininteligibles. Ciertamente, la experiencia sensible nos
pag. 10/14
muestra un mundo donde hay pluralidad y hay movimiento. Pero esta experiencia resulta
contraria a las exigencias de la razón.
Al condenar la vía de la Opinión, lo que la diosa le ordena realmente es : no confiar en los
sentidos, sino, por el contrario, juzgar por medio de la razón, que es el único camino para
llegar a la verdad, la vía del conocimiento; lo que ofrecen los sentidos son meras
apariencias. Hay, pues, una oposición entre el conocimiento sensible y el racional; desde el
conocimiento racional hay que reflexionar sobre la fisis y el arjé.
pag. 11/14
realidad que nunca cambia. Las cosas naturales son combinaciones en proporción
matemática de estos elementos. La mezcla o combinación de estos elementos se produce
por dos fuerzas cósmicas, el Amor y el Odio, que actúan como fuerzas de atracción y
repulsión, respectivamente.
A finales del siglo VI a. C. los persas destruyen las ciudades jonias y, con ellas, su cultura y su
comercio. A partir de la victoria de Salamina (480 a. C.) se recobra el dominio griego de las
ciudades jonias y se convierten en colonias de Atenas. Atenas sustituye a Mileto como
centro comercial y político, y por ello los intelectuales comienzan a acudir a ella.
Precisamente Anaxágoras, aunque había nacido en la ciudad jonia de Clazomene hacia el
500 a. C., fue el primer pensador que, atraído por la reforma de Pericles, se trasladó a Atenas
(hacia el año 479 a. C., aproximadamente) inaugurando así el período de hegemonía cultural
de aquella ciudad, lo que se conocerá con el nombre de “Ilustración Griega”, que
estudiaremos en la unidad 2.
Admite la pluralidad y el movimiento, los cambios y transformaciones en la naturaleza. Al
igual que todos los pluralistas- aceptó como evidente el razonamiento parmenídeo de que
ninguna realidad nueva puede originarse. Sostiene que todo existe desde siempre y nada
nuevo puede originarse, aunque sí combinaciones diferentes de los elementos iniciales.
Todo lo que se produce y sucede es resultado de la mezcla de innumerables elementos:
«Nada viene a la existencia ni es destruido, sino que todo es resultado de la mezcla y
la división » (Fr. 17).
Llama a los elementos o «principios» iniciales “semillas” (spérmata), que son
cualitativamente distintas y divisibles hasta el infinito. En cada cosa hay semillas de todas
las demás y “todo participa de todo
Como todos los presocráticos, Anaxágoras, en efecto,
se preguntaba cómo era posible, por ejemplo, que la
hierba se convierta en carne – es decir, en la vaca que
la come -. Si es verdad que nada da lo que no tiene, la
hierba, concluyó nuestro filósofo, sólo puede ser carne
porque en ella hay, de algún modo, carne, es decir,
“semillas de carne”. Explica la pluralidad de objetos e
individuos en el universo y los cambios por la mezcla o
disgregación de las semillas. Estas innumerables
partículas se encontraban originalmente mezcladas en
una masa compacta y maciza, sin separación alguna.
Queda así explicado el origen de la pluralidad, pero
¿cómo se explica el movimiento? ¿Cómo empezó a moverse esta masa compacta originaria,
de modo que las partículas fueran separándose y uniéndose para dar lugar a los distintos
seres? Anaxágoras recurre a una causa exterior, un Entendimiento (en griego, Noús) que
imprimió a esta masa inerte un movimiento de remolino.
El recurso al Nous o Entendimiento por parte de Anaxágoras abre perspectivas nuevas, que
más tarde serán recogidas por Platón y Aristóteles. En Anaxágoras aparece por vez primera
de modo explícito la idea de un dios como principio rector del universo. Esto parecía llevar
a una concepción del orden del universo como resultado de una inteligencia que actúa
conforme a fines, de modo tal que el resultado de los procesos naturales sea siempre la
pag. 12/14
consecución de lo mejor, de la máxima perfección y belleza. Sin embargo, Anaxágoras no
llegó a desarrollar adecuadamente esta idea de una inteligencia ordenadora del universo.
Su sistema, por tanto, se sitúa entre una concepción finalista y otra mecanicista.
Leucipo nació en Mileto y fue maestro de Demócrito. Ambos son los creadores del
atomismo. Leucipo fue el iniciador pero de él se conoce muy poco, por ello casi todo se
atribuye a su discípulo.
Demócrito nació en Abdera (Tracia) en el año 460 a. C. en el seno de una familia acomodada
y vivió más de cien años. Fue contemporáneo de Sócrates y del joven Platón (el cual criticó
sus teorías sin mencionarlo explícitamente en sus diálogos). Por ello, referirse a él como
“presocrático” no deja de ser un poco forzado, puesto que su pensamiento, ya claramente
racionalista, expresa un momento más evolucionado de la filosofía griega. Pero, por su
doctrina cosmológica y su filosofía de la naturaleza, se le sigue incluyendo entre los
pensadores presocráticos. Visitó Atenas y Asia. Escribió más de sesenta obras en las que se
trataban cuestiones de ética, física, matemáticas, música, literatura y temas técnicos.
Filosóficamente hablando, Demócrito, con su maestro Leucipo, ofreció una respuesta audaz
y radical a Parménides. Acepta dos de las condiciones de la filosofía parmenídea:
Los atomistas consideran que la realidad está formada por una pluralidad infinita de
elementos, a partir de los cuales se originan todas las cosas: los átomos (palabra griega que
significa, literalmente, “sin parte”, y que, por
extensión, viene a significar “parte mínima e
indivisible de la materia”). Cada átomo es
inengendrado, compacto, homogéneo,
indestructible, indivisible, inmutable y finito.
Las únicas diferencias entre los átomos son
meramente cuantitativas: se diferencian entre
ellos por su forma, orden, posición y tamaño.
Básicamente, la realidad es totalmente
homogénea al estar constituida por multitud de
elementos idénticos: los átomos. Todas las
cosas de nuestro mundo, nosotros mismos, no
son más que un conglomerado de átomos. Y los
cambios que observamos en el mundo, y en nosotros mismos, no serían nada más que
reconfiguraciones de este conglomerado de átomos.
Ahora bien, ¿cómo es posible que los átomos se agrupen para dar lugar a los distintos
cuerpos que forman la physis? la teoría de los atomistas afirma que no es necesaria una
causa externa para explicar el movimiento de los átomos: el movimiento es una propiedad
esencial de la materia, los átomos tienen la capacidad de moverse por sí mismos.
Juntamente con los átomos, los atomistas afirman la existencia del vacío. El papel
desempeñado por el vacío es decisivo: no solamente hace posible la pluralidad (ya que es lo
pag. 13/14
que separa a los átomos) sino que también hace posible el movimiento, porque, si no
hubiera vacío, los átomos no podrían moverse.
El atomismo de Leucipo y Demócrito alumbró definitivamente una concepción, un modelo
mecanicista de la naturaleza: el universo no está presidido por un plan trazado por una
inteligencia trascendente, ni existe tampoco finalidad inmanente que preste inteligibilidad a
los procesos naturales. El universo es el resultado de una necesidad ciega y opaca, que para
el ser humano viene a confundirse con el azar. La concepción mecanicista quedará como
modelo siempre disponible que, tras un largo período de oscurecimiento, volverá a resurgir
con fuerza a partir de la Edad Moderna.
TEXTOS
«Los llamados pitagóricos se dedicaron a las matemáticas y fueron los primeros en hacerlas
progresar; absortos en su estudio creyeron que sus principios eran los principios de todas las
cosas. Puesto que los números son por naturaleza los primeros de estos principios y en los números
creían contemplar muchas semejanzas con los seres existentes y con los que están en formación -
más que en el fuego, la tierra o el agua (siendo tal modificación de los números la justicia, tal otra
el alma y la razón, otra distinta la oportunidad y casi de un modo semejante todas las demás
cosas)-; puesto que veían que los atributos y las relaciones de las escalas musicales eran
expresables en números y que parecía que todas las demás cosas se asemejaban en toda su
naturaleza a los números y que éstos parecían ser los primeros de toda la naturaleza, supusieron
que los elementos de los números eran los elementos de todos los seres existentes y que los cielos
todos eran armonía y número. Y cuantas propiedades de los números y escalas pudieron demostrar
que concordaban con los atributos, las partes y la disposición total de los cielos, las reunieron y las
ajustaron a su esquema; y si en alguna parte había algún espacio intermedio, hacían prestamente
adiciones, de modo que toda su teoría fuera coherente. Por ejemplo, como creen que la década es
perfecta y que abarca la naturaleza entera de los números, afirman que también los cuerpos que se
mueven en torno de los cielos son diez, mas, al ser nueve solamente los visibles, se inventan, por
esta razón, el décimo, la “anti-tierra”.
Hemos discutido estas cuestiones con más exactitud en otro lugar...
Es evidente que éstos creen también que el número es el principio material de las cosas y el que
constituye sus modificaciones y estados permanentes, que los elementos del número son lo par y lo
impar, que de éstos el primero es ilimitado y el segundo limitado y que la unidad procede de ambos
(porque es, a la vez, par e impar), que el número precede de la unidad y que todos los cielos, como se
ha dicho, son números.».
Aristóteles. Metafísica
«Leucipo y su colega Demócrito afirman que los elementos son lo lleno y lo vacío, a los que
respectivamente denominan «ser» y «no-ser»: lo lleno y sólido es el ser, lo vacío el no-ser. De ahí
que afirmen que no hay más razón para la existencia del ser que para la del no-ser, ya que tampoco
hay más razón para que haya vacío que para que haya cuerpo. Ambos son las causas -causa
material- de todo lo que existe. Y al igual que quienes establecen una sustancia o sustrato único que
generaría el resto de las cosas al sufrir distintas modificaciones postulando como principios de tales
modificaciones la condensación y la rarefacción, estos autores afirman que las diferencias
[existentes entre los átomos] son la causa de todas las demás cosas. Las diferencias entre los átomos
son, en su opinión, tres: figura, colocación y posición. El ser, dicen, difiere solamente en
«proporción», «contacto» y «dirección». La proporción es la figura, el contacto es la colocación y la
dirección es la posición. En efecto, A difiere de N por la figura, AN difiere de NA por la colocación,
Z, a su vez difiere de N por la posición.»
Aristóteles, Metafísica.
pag. 14/14