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UNIVERSIDAD

ACADEMIA
DE HUMANISMO CRISTIANO Revista Tiempo Histórico. Santiago-Chile. Año 9 / N°16 / enero - junio 2018 / 15-38 /

“INDIOS EN COLLERA”, DEPORTACIONES COLONIALES


DE TRABAJADORES HUARPES Y AUCAES.
RAZÓN DE ESTADO E INTERESES PARTICULARES.
CHILE, 1598-1658

“INDIANS IN COLLERAS”, COLONIAL DEPORTATIONS OF HUARPE


AND AUCAE WORKERS. STATE REASONS AND PARTICULAR INTERESTS.
CHILE, 1598-1658

Jimena Obregón Iturra*

Resumen Abstract

El análisis caracteriza los desplazamien- The analysis characterizes the forced


tos bajo apremio a los que fueron sometidos, territorial movements suffered by natifs of
en la primera mitad del siglo XVII, miembros two indigenous peoples, Huarpes and Aucaes,
de dos pueblos originarios que se encontra- which were in different situations regarding
ban en situaciones distintas ante el poder the Spanish colonial power during the first half
colonial español. Los huarpes eran indios de of the XVII century. While the Huarpes were
encomienda, deportados en colleras por vía under the Encomienda system and transferred
terrestre desde Cuyo hacia Santiago, a través from Cuyo to Santiago by land (crossing the
de la cordillera de los Andes. Por su parte, Andes), the Aucaes- Araucano-Mapuche- were
los araucano-mapuches llamados aucaes, war slaves transported towards El Callao,
eran esclavos de guerra que, también atados Lima by ship. However, what was common
en colleras, fueron transportados en navíos to both groups was the fact that they moved
hacia Lima/El Callao. El artículo indaga las tied up in “colleras”. The article investigates
condiciones materiales de los traslados indí- the material conditions of those indigenous
genas, así como el tipo de deportación al que transfers, as well as the kinds of deportations
se procedió. Las élites coloniales necesitadas carried out. The colonial elites in need of labor,
de mano de obra, buscaban más bien acercar carried the deported to the centers of power
a los deportados a los centros de poder y and surrounding regions, often managing to
regiones aledañas, logrando a menudo que make the Spanish authorities disregard the
las autoridades hispanas hicieran caso omiso protective character of the Indian legislation.
de la vertiente protectora de la legislación de
Indias.

Palabras Clave Keywords

Huarpes, Araucano-Mapuches, esclavos aucaes, Huarpes, Araucano-Mapuches, Aucae slaves,


colleras, deportaciones, siglo XVII, Chile. colleras, deportations, XVII century, Chile.

Recibido 8 de abril de 2018 Aprobado 20 de junio 2018

* Univ Rennes, Francia / ERIMIT. E-mail: jimena.obregon-iturra@univ-rennes2.fr

15
“Indios en collera”, deportaciones coloniales...

E
n Chile hispano colonial los despla- entramado sumamente conflictivo de
zamientos de pueblos originarios visiones e intereses contrapuestos: con
bajo presión, coacción y apremio, frecuencia comunidades indígenas se ven
presentan una magnitud y trascendencia aún golpeadas, arrinconadas o desalojadas
que sobrepasa el interés académico que por implantaciones de mega proyectos que
hasta hace poco había suscitado tal asun- irrumpen en sus territorios ancestrales.
to. Sin embargo, el estado de la cuestión
está cambiando aceleradamente. Estos El contexto chileno del siglo XVII,
últimos años, una nueva generación1, al cual se limitará este artículo, presenta
ha retomado el hilo de investigaciones características singulares que lo distinguen,
precedentes, pioneras en su momento2. tanto de lo que se dio en Chile en otras
Gracias a nuevas problemáticas y a con- épocas, como de lo que experimentaron
sistentes renovaciones documentales, estos otras provincias americanas del imperio
investigadores han ido adentrándose en español5. No obstante, las comparaciones
múltiples facetas novedosas de fenómenos regionales también revelan convergencias;
que impactaron violentamente a los afec- no es cuestión de originalidad absoluta
tados y transfiguraron considerablemente ni de procesos inéditos, sino más bien
a las sociedades implicadas3. Desde luego, de una peculiar combinación de factores
deportaciones y relocalizaciones no se que nos proponemos especificar. Los
produjeron exclusivamente en Chile. A desplazamientos forzados recubren una
lo largo del tiempo, sacudieron de lleno serie de prácticas variables que respondían
al mundo amerindio en su conjunto4 y a motivaciones diversas de quienes impu-
siguen constituyendo, hoy en día, un sieron la movilidad, en pos de sus propias

1
Jaime Valenzuela Márquez, “Indígenas andinos en Chile colonial: inmigración, inserción espacial, integración económica
y movilidad social”, en Revista de Indias LXX/250 (Madrid 2010):749-778; “Inmigrantes en busca de identidad:
los indios cuzcos de Santiago de Chile, entre clasificación colonial y estrategia social”, en América colonial. Denominaciones,
clasificaciones e identidades, (eds.) Alejandra Araya Espinoza y Jaime Valenzuela Márquez (Santiago: RIL editores, 2010);
“Indios de arriba en Santiago de Chile según los registros de bautismo: entre el auge esclavista, la reconstrucción urbana
y el abolicionismo (1665-1685)” en Chungara. Revista de antropología chilena 46/4 (Arica): 625-636; Hugo Contreras,
“Siendo mozetón o güeñi salió de su tierra a vivir entre los españoles. Migración y asentamiento mapuche en Chile central
durante el siglo XVIII, 1700-1750”, en Historia Indígena 9 (Santiago):7-32; “Aucas en la ciudad de Santiago. La rebelión
mapuche de 1723 y el miedo al ‘otro’ en Chile central”, en Anuario de Estudios Americanos 70/1 (Madrid): 67-98, Francis
Goicovich y Daniel Quiroz, De insulares a continentales. (La historia de los mochanos, desde sus orígenes hasta su desintegración
social en la misión de San José de la Mocha) (Santiago: Ediciones Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de
Chile, 2008); José Manuel Díaz Blanco, “La empresa esclavista de don Pedro de la Barrena (1611): una aportación al estudio
de la trata legal de indios en Chile”, en Estudios Humanísticos de Historia 10 (Madrid 2011): 55-70; Juan Guillermo Muñoz
Correa, “La esclavitud indígena, el caso de Colchagua”, en Revista de Historia Social y de las Mentalidades 7/2 (Santiago 2003): 113-147.
2
Álvaro Jara, “Importación de trabajadores indígenas en el siglo XVII”, en Revista Chilena de Historia y Geografía 124 (Santiago 1958):
177-212; Fuentes para el trabajo en el Reino de Chile, t.1. (Santiago: Centro de Investigaciones de Historia Americana, 1965);
Guerra y sociedad en Chile. La transformación de la guerra de Arauco y la esclavitud de los indios (Santiago: Editorial Universitaria,
1971[1961]); Álvaro Jara y Sonia Pinto, Fuentes para el trabajo en el Reino de Chile, t.2. (Santiago: Editorial Andrés Bello, 1983).
3
Cabe destacar que la mayoría de estas investigaciones se enmarcan en proyectos Fondecyt que han permitido propiciar proyectos
colaborativos y conectar estudios sobre distintos grupos socio-históricos víctimas de deportaciones, tanto en el Chile colonial
como en el republicano. El libro editado por J. Valenzuela Márquez (2017) patentiza tal dinámica al recopilar estudios que abarcan
el fenómeno de norte a sur de Chile: tanto en cuanto a esclavos deportados desde África como en cuanto a los procesos que afectaron
al mundo indígena -incluyendo a sus componentes isleños-, ampliando el alcance hasta las deportaciones rapanui a Perú en la que
participaron navieros chilenos (Godoy Orellana, 2017) y, de modo esporádico, abriéndose también hacia otros territorios del Virreinato.
4
El dossier “’Relocalisations’ et résilience autochtones” de Recherches Amérindiennes du Québec, 2011, 41, 2-3 presenta un panorama
reciente y ampliamente documentado. Ver en particular la introducción de F. Laugrand y la recopilación bibliográfica de M. P. Renaud.
5
Conviene señalar aquí una reciente y muy notable recopilación de estudios sobre dos formas de concentración forzada de
población indígena en reducciones praticada en el Virreinato peruano: la que fue propiciada por el virrey Toledo y la emprendida
por los jesuitas; Akira Saito y Claudia Rosas Lauro, (eds.), Reducciones. La concentración forzada de las poblaciones indígenas en
el Virreinato del Perú. (Lima: National Museum of Ethnology, Japan/ Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo editorial, 2017).

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concepciones e intereses. En el contexto fueron sometidos. La saca de huarpes


considerado, sectores coloniales periféricos parece tanto más intensa cuando men-
a los principales centros de poder, como guaron las fuentes de abastecimiento
era entonces el caso de los españoles e sureñas después de la victoriosa ofensiva
hispano-criollos de Chile. araucano-mapuche iniciada en Curalaba
en 1598, que también abre la época de la
El artículo propone una reflexión llamada guerra defensiva. En cambio, a
terminológica y a la vez entrecruzar una mediados del siglo XVII, se intensificó la
doble perspectiva de análisis. Por un lado “cacería”6 y trata de aucaes en gran escala.
dirimir lo que, frente a la razón de estado,
resulta de intereses particulares y, por El primer momento de análisis pro-
otro, indagar las condiciones concretas pondrá una visión general, especificando
de traslados coaccionados que afectaron el empleo del término “deportaciones”
a miembros de dos pueblos originarios, para calificar prácticas imperantes en el
caracterizando a qué tipo de deportación espacio y periodo considerado. Se inten-
fueron sometidos. Las colleras permiten tarán precisar los ámbitos específicos a
explorar destinos semejantes ante la los que remitía la terminología vigente:
coerción y el destierro de huarpes y au- sacas desnaturalizaciones, secuestros, pero
caes, quienes no suelen ser examinados también otra serie de términos relativos a
simultáneamente dado que atravesaron procedimientos estrechamente vinculados
distintas circunstancias históricas y fue- como: malocas, correrías, campeadas,
ron sometidos a diferentes condiciones entradas, etc. o bien reducciones, reloca-
jurídicas. Allende las discordancias, el lizaciones y, en menor medida, éxodos o
enfoque propuesto revela un devenir más diásporas. Como se percibe desde ya, la
convergente de lo que podría parecer pues- extensión y ramificaciones del fenómeno
to que sus historias específicas presentan son considerables: la perspectiva termi-
notables interconexiones. Exploraremos nológica procura establecer diferencias,
además funciones análogas que en distintas determinar inflexiones y matices. Tam-
coyunturas desempeñaron ambos pueblos bién se introducirá el ámbito de acción
originarios, en tanto que reserva de mano de fuerzas coloniales que obraban por el
de obra forzada. La constante compulsión beneficio político, económico e inclusive
al trabajo ejercida por la sociedad colonial religioso de los traslados.
adquirió formas cambiantes, adaptándose
a las circunstancias. Admitiendo como Enseguida se buscará dar mayor
hipótesis un sistema de vasos comunicantes concreción a las condiciones materiales
entre mano de obra aucae –proveniente de las deportaciones, rastreando asuntos
del sur– y huarpe –oriunda del este–, el sólo mencionados puntualmente en ciertos
descenso demográfico huarpe no sería el documentos, como las colleras de cautivos.
único factor explicativo del declive de No por escuetas tales indicaciones de orden
los traslados transcordilleranos a los que práctico dejan de ser claves, cuando afloran

6
Se retoma aquí la terminología cinegética propuesta por Grégoire Chamayou, Les chasses à l’homme.
Histoire et philosophie du pouvoir cynégétique, Paris: La fabrique editions, 2010.

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abren pistas fecundas, favorables a nuevos dillera nevada. Además de transportar


enfoques. Además de identificar las dimen- animales y armas, a menudo en apoyo a
siones corpóreas de la coacción física, los las guerras hispano-indígenas del sur de
acollerados, las travesías y los navíos de la Chile, también trasladaban indios huarpes
deportación permitirán replantear in situ en colleras. Así, indagaremos cómo y por
coerciones ejercidas, por varias instancias qué las actuaciones ilegales fueron consoli-
coloniales, con miras a apropiarse de la dando un escenario derogatorio, un estado
fuerza de trabajo indígena. En torno a dos de excepción en relación a la legislación
casos específicos, veremos cómo las élites vigente en las Indias Occidentales.
actuaban de modo convergente y cómo,
en otras oportunidades, pugnaban por El segundo caso de estudio remite
apoderarse o usufructuar de la mano de a la deportación de lo que entonces se
obra indígena. identificaba como indios aucaes, cautivos
de guerra esclavizados originarios del sur
Aunque los huarpes de Cuyo, ac- Bío-Bío, y que también denominaremos
tual territorio argentino, no constituyen araucano-mapuches. Durante gran parte
nuestro ámbito habitual de estudio, en esta del siglo XVII el fruto de las cacerías -las
ocasión nos pareció imposible disociarlos “piezas” de seres humanos capturados-, eran
de la reflexión global sobre deportaciones vendidas como esclavos a gran distancia
indígenas que, pese a las diferencias,
de sus lugares de origen. Consideraremos
responden a una misma pauta colonial.
situaciones de mediados de siglo, uno
Las dinámicas consideradas estaban es-
de los periodos culminantes de las sacas,
trechamente ligadas: involucraban a las
traslados de indios de guerra y trata de
mismas instancias administrativas y, en
esclavos aucaes. Se intentará evaluar cómo,
parte, los promotores de las deportacio-
en torno a las deportaciones en cuestión,
nes coincidían. La vinculación señalada
resulta decisiva, por más que muchas intereses particulares e intereses de Estado
circunstancias fueran disímiles y que los se entrecruzaban y confundían, poniendo
pueblos afectados pertenecieran a espacios a los funcionarios reales ante dilemas, en
culturales, lingüísticos y medio-ambientales ocasiones, verdaderamente inextricables.
contrastados. Al haberse efectuado la
conquista cuyana y la fundación de las
ciudades a partir de Chile, en el periodo Aclaraciones terminológicas y
de referencia aquí estudiado la gestión contextualizaciones
de la región le competía y la provincia
de Cuyo se encontraba altamente conec- No pretendemos introducir un
tada a Santiago7. Era así como muchos debate teórico en torno a la terminología
estancieros, encomenderos, mercaderes y a la categorización del mundo que en sí
y funcionarios de la corona, intervenían supone cada denominación. Se proyecta
constantemente a ambos lados de la cor- sencillamente dilucidar cómo se insertan,

7
Margarita Gascón, “Comerciantes y redes mercantiles del siglo XVII en la frontera sur del Virreinato Perú”, en Anuario de Estudios
Americanos LVII/ 2 (Madrid 2000): 413-448; “Transición de periferia a frontera: Mendoza en el siglo XVII”, en Andes 12 (Salta): 175-1993.

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los abundantes vocablos imperantes, dentro magnitud, por lo cual dos vertientes son
de los tres momentos que implica el despla- indisociables: por un lado capturar o cazar
zamiento forzado: punto de partida inicial, a seres humanos y por otro arrebatar todo
despliegue espacio-temporal y término de lo transportable. Por añadidura, se detecta
destino final. Situaremos y definiremos la a menudo una tercera faceta: destruir lo
“deportación”, denominación propuesta que no se podía coger y acarrear (“talar
en el título de este artículo, introducien- la tierra”, “quemar las sementeras”, etc.).
do a la vez a grandes rasgos la específica
configuración chilena del siglo XVII y su Prescindimos adrede de contex-
inserción dentro de la política desplegada tualizaciones historiográficas pormeno-
por la corona española. La primera serie rizadas sobre estos procedimientos en
terminológica apunta a la expedición que las guerras de Arauco: quedan fuera de
procedía a la captura de esclavos en el sur lo que priorizamos puesto que, pese a su
de Chile, verdadera incursión en territorio estrecha vinculación con lo estudiado,
enemigo. Los términos de la época eran: los dos casos seleccionados remiten a lo
maloca, correría, entrada, campeada; to- que cronológicamente sucedía después
dos evocan la movilidad de ejércitos que de la captura. Baste destacar el giro que
salían de sus acantonamientos habituales, implicó el retroceso de conquista pro-
disponiéndose a “correr la tierra”. vocado por la acumulación de victorias
araucano-mapuches a partir de 1598 y
Lo que comúnmente se llamaba la posterior legalización de la esclavitud
“saca”, corresponde al momento culminan- indígena durante la mayor parte del siglo
te en el que la cacería daba con su presa: XVII9, además de su uso ilícito cuando
por metonimia se utilizaba también de dejó de ser legal10.
modo más amplio y genérico, utilizándose
igualmente en cuanto a los huarpes, aunque Desde principios de siglo, extensos
estaban bajo dominio colonial. Cacería, territorios sureños se mantuvieron bajo
razzia o redada no eran fórmulas emplea- control indígena. En la interfaz hispano-
das en el contexto estudiado, aunque el indígena, tanto los araucano-mapuches
uso generalizado de “presa” y de “pieza”, como los hispano-chilenos recurrieron
tanto para referirse a los animales como a asiduamente a la guerra de malocas, que
las personas capturadas, autoriza a inferir antes irrumpía sólo de modo esporádi-
que, para los hispano-chilenos de la época, co. En ciertos momentos la incursiones
el procedimiento entraba en un esquema maloqueras se intensificaron, en otros en
ideológico de tipo cinegético, vinculado al cambio decayeron considerablemente.
fenómeno de caza del hombre que analiza Nunca desaparecieron del todo, aunque
de modo amplio Grégoire Chamayou8. sin duda disminuyeron con la abolición
Corresponde sin embargo considerar que definitiva de la esclavitud legal en el último
las destrucciones también cobraban gran cuarto de siglo. En sentido estricto, no se
8
Chamayou, Les chasses à l’homme. Histoire et philosophie...
9
Walter Hanisch Espíndola, “Esclavitud y libertad de los indios de Chile, 1608-1696”, en Historia 16 (Santiago 1981): 5-65
10
Jimena Paz Obregón Iturra y José Manuel Zavala Cepeda, “Abolición y persistencia de la esclavitud indígena en Chile
colonial: estrategias esclavistas en la frontera araucano-mapuche”, en Memoria Americana 17/1 (Buenos Aires 2009): 11-35.

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pueden desvincular las deportaciones en sí, idea de coerción o imposición. Tampoco


de las cacerías humanas que las proveían; es el caso de migración ni de sus derivados,
resultan ser facetas de un mismo proceso, inicialmente utilizados para el reino animal.
conviene tenerlo presente, aunque el eje
director y el espacio impartido a este artí- A nuestro entender, todos estos
culo, impliquen pasar a segundo plano las vocablos tienen cabida para designar el
expediciones depredadoras, que además fenómeno estudiado, a condición de
no se planteaban del mismo modo en el añadirles sistemáticamente un calificativo
territorio cuyano. que especifique el carácter forzado que,
en sí mismo, ninguno de ellos posee,
El momento post-captura enfocado excepto “deportación” y también a su
en primer plano, comprende a su vez nu- manera, dentro de la mentalidad de la
merosos términos que, sin ser perfectos época: “desnaturalización”. Por su parte, en
sinónimos, cobran en contexto sentidos hispanoamérica colonial las “reducciones”
cruzados y convergentes. Mayormente constituyeron relocalizaciones configuradas
manejados en la época: “desnaturalización” de manera singular, mayoritariamente en
o “desnaturalizar”, indicaban la acción un contexto misional jesuita; en cambio
de sacar, separar y alejar de su ámbito en Chile, las reducciones remiten en el
natural. El prefijo “des” adquiere en este siglo XVII a cuadriculaciones del espacio
caso un valor privativo: indica la idea de indígena de otro tipo, que no considera-
desposeer a una persona o a un grupo de remos aquí12.
su entorno “natural”. Muy habitual para
referirse al ámbito americano indígena, Los únicos términos que excluiría-
se usaba también con frecuencia en con- mos a priori son aquellos que caracterizan
textos ibéricos, indicando la privación de una exterioridad total dado que entran
un derecho11. en contradicción con el propósito de
quienes imponían la deportación. Es un
Una serie de términos más actuales, punto importante teniendo en cuenta que,
añaden al privativo en cuestión la idea de dentro del mismo imperio, se procedió a
movimiento: desplazar/desplazamiento, expulsar en masa de la península ibérica a
deslocalizar/deslocalización. etc. El empleo ciertas categorías de población estimadas
pronominal señala voluntad propia, el no- indeseables. Después de las guerras de
pronominal indica un impulso exógeno, las Alpujarras (1568-1571), los moriscos
sin marcar no obstante un fuerte grado de fueron deportados a otros reinos peninsu-
coacción. Otro conjunto terminológico lares, siendo posteriormente expulsados
afín se construye con el prefijo “trans” o hacia territorios bajo otras soberanías y
con su forma simplificada “tras”, del latín otra religión (1609). Con anterioridad
“del otro lado”, y marca un cambio de los judíos reacios a la conversión habían
posición espacial sin conllevar en sí una sido igualmente expulsados (1492).

11
Sebastián Covarrubias Orozco, Tesoro de la lengua Castellana o Española (Madrid: Editorial Castalia, 1995 [1611]).
12
Jimena Obregón Iturra, Des indiens rebelles face à leurs juges. Espagnols et Araucans-Mapuches dans le Chili colonial,
fin du XVIIe siècle (Rennes: Presses universitaires de Rennes PUR, collection Des Amériques, 2015), 232-236.

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Conviene entonces recalcar que en Adoptar “deportaciones”, en vez de


las Indias Occidentales, jamás se consideró “desnaturalizaciones” propio a las fuentes
expulsar a los indígenas y que, muy por pero en desuso, conlleva la voluntad de
el contrario, la corona nunca renunció plantear interrogantes de manera abierta
a controlar el devenir de los nativos de- teniendo en cuenta que constituyen fenó-
portados. Se requiere, por consiguiente, menos persistentes e incesantes, aunque
descartar vocablos compuestos por el presentan singularidades a lo largo del
prefijo “ex”, que sugieren la salida del tiempo. Las deportaciones estudiadas,
territorio y la exclusión definitiva del pudieron ser masivas aunque no de modo
cuerpo político de la monarquía (éxodo, sistemático, formaron más bien flujos
exilio, etc.). Por razones equivalentes, se continuos de mediana intensidad. Una
descartan términos como destierro, que diferencia más significativa, que habrá
implican un más allá fuera de control y que profundizar, es que en lugar de poner
exento de sujeción. a distancia y confinar a lo lejos, captaban
y acercaban mano de obra conminada
Al usar “deportación” la ventaja al trabajo hacia centros urbanos y focos
radicaría simplemente en que, prescin- políticos y económicos más dinámicos.
diendo de añadidos, indica sin equívoco Conservemos entonces en mente que, en
el férreo control que sigue ejerciendo, el el contexto y época considerada, existe una
ente coercitivo, en los lugares de desti- tensión entre alejamiento y acercamiento.
no. Los diccionarios decimonónicos del Si las víctimas eran alejadas de sus oriun-
castellano señalan la relegación punitiva das tierras, no se procuraba confinarlos
ejercida por los romanos a islas alejadas a tierras remotas sino más bien tenerlos
y registran principalmente deportaciones cerca de las poblaciones hispano-criollas
que requerían de su trabajo y servicio.
penitenciarias, hacia lugares distantes, por
lo general márgenes coloniales ultrama- En ambos casos estudiados los esta-
rinos; inflexión señalada igualmente en tutos legales, los grados de dependencia y
cuanto al vocablo francés13. Antes del vulnerabilidad de los afectados manifiestan
siglo XX, la deportación no implicaba marcados contrastes. Según Leyes Nuevas
sistemáticamente un carácter masivo, el (1542) los huarpes, tal como la mayoría
giro terminólogico advino con la segunda de los nativos americanos bajo dominio
guerra mundial, que la asoció estrechamen- español, eran sujetos del rey que no podían
te a los campos de concentración14. Las ser esclavizados, lo que sin embargo no
víctimas fueron confinadas por lo general los ponía a salvo de muchas otras mo-
a lo lejos, en recintos estrictamente sepa- dalidades de compulsión al trabajo y de
rados, como ocurrió igualmente durante dependencia servil (encomienda, mitas,
las deportaciones nacionales practicadas etc.). Por su parte, al recobrar un terri-
por la Unión Soviética. torio independiente a partir de 1598, los

13
Annette Wieviorka, Qu’est-ce qu’un déporte? Déportation et génocide. Entre mémoire et oubli (París: Plon. 1992), 25.
14
Wieviorka, Qu’est-ce qu’un déporte? Déportation…; Tal Bruttmann, “Qu’est qu’un déporté”, en Qu’est-ce qu’un déporté. Histoires et mémoires
des déportations de la Seconde Guerre mondiale. dir. Joly Bruttmann y Annette Wieviorka, 19-39, cap. 1. (París: CNRS éditions, 2009).

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araucano-mapuches que escapaban al poder las travesías transcordilleranas impuestas


colonial fueron sometidos a la esclavitud: a los huarpes de Cuyo.
la captura en “justa guerra” los integraba
con violencia al cuerpo político de la mo- Por su etimología, collera remite a
narquía. La condición de esclavos de las cuello. El de ciertos animales que atados
“piezas aucaes” fue ratificada por la corona, por el pescuezo tiran un carro15 o bien
permitiendo así a los captores lucrarse el de convictos condenados a trabajos
con los saqueos y ventas de prisioneros; forzados que, para impedir su fuga, eran
era ni más ni menos que la legitimación llevados a las galeras atados unos a otros
regia de la apropiación privada del botín por las gargantas16. La collera animal
de guerra. Si la trata y deportación de los combina usualmente cuero y madera. Para
aucaes remitía a la esfera punitiva, no era los seres humanos se recurrió a todo tipo
de ningún modo el caso de los traslados de componentes: madera, cuero, lianas
forzosos de los huarpes. vegetales y, muy especialmente, grillos
de hierro; el vocablo “grillo” vendría del
ruido producido por el metal al entre-
chocarse que habría sido asemejado al
Deportaciones por vía terrestre: el canto de los insectos del mismo nombre.
largo camino transcordillerano de Así, diversos artefactos desempeñaban
los huarpes
funciones equivalentes: obstaculizar la
Los artefactos de la sujeción movilidad y prevenir las fugas. Ninguno
de los dos diccionarios españoles de la
Al intentar identificar artefactos época ya citados contempla que la suje-
tangibles mediante los cuales eran llevadas ción por ligaduras mutuas –que hacía de
a cabo las deportaciones, la evocación de los compañeros de infortunio un freno a
indios huarpes en collera nos llamó po- la evasión– era igualmente utilizada con
derosamente la atención. El imaginario la intención de poner traba a la huida de
iconográfico de la esclavitud afroamericana los esclavos deportados desde África hacia
está cargado de filas de cautivos encami- América de modo masivo; a propósito
nados en collera, subiendo o bajando de de colleras, tampoco mencionan a los
navíos esclavistas. Al no encontrar equi- indígenas americanos.
valentes en cuanto a las deportaciones
indígenas estudiadas, prestamos mayor
atención a los dispositivos de retención Traslados transcordilleranos, la potente
y sujeción, durante el traslado, de quie- captación santiaguina
nes eran sacados contra su voluntad de
sus territorios nativos. El rastreo mostró En la documentación relativa a
que, aunque poco señaladas, las colleras Chile, las colleras emergen sobre todo en
también fueron utilizadas en los despla- cuanto a los huarpes. Por lo que sabemos,
zamientos forzados, particularmente en el historiador Álvaro Jara fue el primero

15
Covarrubias, Tesoro de la lengua Castellana…, 374.
16
Autoridades, 2002 [1732] t2: 416-418)

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en destacar y documentar, a finales de El mayor obstáculo fue entonces que, casi


los años 1950, la utilización de colleras la mitad de los encomenderos en cuestión,
para transferir trabajadores huarpes desde pertenecía al cabildo de Santiago20. El
Mendoza hacia Santiago. El autor presta peso contundente que habían adquirido
una atención minuciosa a las condiciones los encomenderos de Cuyo en los asun-
materiales de los trayectos en un apartado tos de Santiago se explica por la estrecha
titulado “Formas del traslado: las colleras vinculación de las élites de ambos lados
de indios”17. También recalca la conver- de la cordillera y la potencia de las redes
gencia de intereses entre los encomenderos mercantiles establecidas21.
de Mendoza y las élites económicas de
Santiago; pese a lo incierto de las fuentes, A principios del siglo XVII, la escasez
de mano de obra frenaba las crecientes
logra evaluar las ganancias sustanciales
aspiraciones de lucro de pudientes sectores
obtenidas del alquiler de los encomendados
de Chile central, potente foco de atracción
“importados” desde Cuyo18.
interconectado con las regiones adyacen-
Es más, con o sin licencia real, tes. Al descenso demográfico indígena se
numerosos encomenderos mendocinos contraponía una alta demanda de mano
residían en Santiago, lejos de sus en- de obra, la cual fue suplida sacando de sus
comiendas, contraviniendo el requisito tierras a trabajadores indígenas oriundos
elemental de residencia que condicionaba de varias regiones22. Los huarpes nativos
de Cuyo fueron a tal punto numerosos
su atribución y beneficio. Las autoridades
que al protector de naturales de Santia-
delegadas poco intervenían, si no era para
go se le añadió la tarea de atender a los
reparar excesos, como por ejemplo en
“huarpes y demás indios que viniesen”;
1623 exigiendo que los encomenderos
ciertos años la función fue desempeñada
ausentes hubieran designado delegados
por dos personas en vez de una sola23. La
(escuderos) que los representaran junto
importación de huarpes había cobrado
a sus encomendados19. El gobernador
grandes proporciones desde comienzos
Laso de la Vega, que diez años más tarde del siglo XVII, en Santiago y regiones
(1632) tomó drásticas medidas, arrestando adyacentes del valle central de Chile. El
a encomenderos que faltaban a sus obliga- periodo coincide con la pérdida de control
ciones e intentando obligarlos a retornar a colonial al sur del río Bíobío a principios
Cuyo, terminó desistiendo de su empeño. de siglo.

17
Jara, “Importación de trabajadores indígenas…”, 207-211.
18
Ibid., 199.
19
Juan Luis Espejo, La provincia de Cuyo del Reino de Chile. t. 1. (Santiago: Fondo Histórico Bibliográfico José Toribio Medina, 1954), 62-65.
20
Actas...t10/30:389-390; Espejo, La provincia de Cuyo del Reino…, 84-85.
21
Gascón, “Comerciantes y redes mercantiles del siglo XVII…”; “Transición de periferia a frontera…”.
22
Valenzuela, “Indígenas andinos en Chile colonial…”, 749-778; “Inmigrantes en busca de identidad: los indios cuzcos de
Santiago de Chile, entre clasificación colonial y estrategia social”, en América colonial. Denominaciones, clasificaciones e identidades,
eds., Alejandra Araya Espinoza y Jaime Valenzuela Márquez (Santiago: RIL editores, 2010); “Indios de arriba en Santiago de Chile
según los registros de bautismo: entre el auge esclavista, la reconstrucción urbana y el abolicionismo (1665-1685)”, en Chungara.
Revista de antropología chilena 46/4 (Santiago 2014): 625-636; Muñoz Correa, “La esclavitud indígena, el caso de Colchagua”…, 113-147.
23
Espejo, La provincia de Cuyo del Reino…, 72-75.

Año 9 / N°16 / enero - junio 2018. 23


“Indios en collera”, deportaciones coloniales...

Titubeos en la política real propios principios, intentando sólo paliar


los mayores excesos, sin cortar de raíz el
El continuo traslado cordillerano flujo de indígenas llevado por la fuerza
respondía a intereses locales y contradecía a través de la cordillera, de oriente hacia
la doctrina protectora de la cual se enor- occidente.
gullecía la corona y por la cual velaba en
teoría la legislación de indias. Asignados a
una posición de inferioridad, los indígenas
eran simultáneamente objeto de numero- Justificaciones al estado de excepción
sas prevenciones, dentro de las cuales la
Las presiones locales fueron múlti-
preocupación reiterada de que los indios
repartidos “no se lleven de partes distantes ples e intensas, tanto para perpetuar los
ni de temples notablemente contrarios” y traslados como para que los encomen-
que puedan volver a sus pueblos después deros de Cuyo siguieran residiendo en
de las mitas (Recopilación, Libro VI). Ante Santiago. La argumentación a favor de
repetidas muertes en las travesías cordi- las deportaciones huarpes presentada por
lleranas, efectuadas a pie en condiciones el gobernador de Chile en 1628, junto a
climáticas a menudo extremas, surgieron la exención de residencia que otorgó a
quejas y denuncias de las autoridades ecle- los encomenderos mendocinos, es muy
siásticas. En 1602 el obispo de Santiago, característica del doble lenguaje y de las
Juan Pérez de Espinoza, señalaba que en el justificaciones más frecuentes:
camino: “ví con mis propios ojos muchos
“son desnudos y desarmados ... por
indios helados”24. ser gente tan pusilánime, miserable y
desnuda y la tierra donde habitan tan
La corona, preocupada por la des- estéril de bastimentos... Ha tenido
población de las ciudades de Mendoza, y tiene por cosa importantísima, la
San Juan y San Luis, consecutiva a las comunicación, venida y vuelta de
dichos indios en mita.... a donde son
deportaciones, procuró limitar los traslados adoctrinados, comen y visten, porque
promulgando cédulas reales sobre “las en los dichos pueblos y provincia hasta
colleras de indios que se sacan de allí”. el día de hoy no lo han sido, ni son,
Sus efectos fueron limitados, así como las ni se sabe que la mayor parte de ellos
sean cristianos ni catequizados...”26.
órdenes exigiendo que los gobernadores
cesaran de otorgar licencias “por inte- En resumen, los traslados se harían
ligencia y negociaciones que tienen”25. por el bien material y espiritual de los
Se trataba por consiguiente de intereses huarpes, aliviados de su desafortunada
particulares en colusión con las autoridades condición por los viajes transcordilleranos,
locales que, en provecho propio, otorgaban que les permitirían alimentarse y vestirse
favores, en este caso licencias de traslado. mejor que en sus lugares de origen. El
Informadas de la situación, las autoridades gobernador proseguía su razonamiento
peninsulares hicieron caso omiso de sus justificante explicando las dificultades
24
Jara, “Importación de trabajadores indígenas…”, 208.
25
Ibid., 182.
26
Espejo, La provincia de Cuyo del Reino…, 65.

24 Revista Tiempo Histórico


Jimena Obregón I.

económicas –falta de sínodos– y los en 1620, el gobernador Cristóbal de la


obstáculos lingüísticos para doctrinar Cerda Sotomayor, le concedió al cabildo
a los huarpes en sus propias tierras. Es 150 indios de Cuyo para las obras públicas
de notar igualmente la referencia a dos de la ciudad de Santiago. En búsqueda de
factores acordes a la legislación real: las una “persona inteligente” para ejecutar el
mitas, que sólo representaban parte de traslado, el cabildo eligió a un volunta-
los requerimientos de mano de obra, rio que cumplía una pena de un año de
así como la evocación de viajes de ida y destierro en las guerras de Chile. Así y
vuelta –estos últimos muy improbables. todo, Alonso de Cepeda fue considerado
persona “práctica y de confianza” por lo
En cuanto a la obligación de resi- cual –mediante una fianza– la pena fue
dencia de los encomenderos, la corona conmutada por una licencia para “traer
acabó por promulgar en 1630 una cédula huarpes” desde Cuyo a Santiago. Resulta
derogatoria que ratificaba las autorizacio- casi redundante señalar hasta qué punto
nes otorgadas por los gobernadores27. En prevalece el aprovechamiento bajo apremio
este caso el argumento decisivo fue que la de mano de obra indígena deportada,
presencia de los encomenderos de Cuyo dejando totalmente en segundo plano las
era indispensable en Santiago visto las ne- intenciones benefactoras de la legislación.
cesidades de la guerra de Arauco, pretexto Por mucho que se dispusiera insistentemen-
bastante falaz considerando los años en te el retorno de los indígenas a sus pueblos
cuestión y el perfil mercantil de dichos al terminar las mitas, las travesías de los
encomenderos, bien poco entregados a huarpes eran por lo general sin retorno.
asuntos militares.
Tampoco habría que pensar que
la convergencia entre las élites de ambos
lados de la cordillera hubiera sido absoluta,
Convergencias y contradicciones los vecinos que residían efectivamente en
Cuyo se quejaron repetidamente a las au-
Todavía más inconsecuente fue
toridades peninsulares de la despoblación
la política de mitas instaurada, por los
sufrida, acusaban a los gobernadores de
gobernadores de Chile y el cabildo de
Chile de llevarse a los indios en collera
Santiago, para llevar a cabo las obras reales
y de “desnaturalizarlos perpetuamente”,
de la ciudad: tajamares, reconstrucción
encomendándolos en Santiago29. La diver-
de edificios destruidos, etc. Se enviaban
gencia de intereses entre Cuyo y Santiago
comisionados a Cuyo con el fin expreso
fue creciendo a lo largo del siglo XVII,
de proceder a las sacas; en ocasiones se
los cuyanos solicitaron repetidamente la
ejecutaba más de una por año, en general
incorporación de Cuyo a Tucumán hasta
se requería una centena de trabajadores, a
obtener, aunque tardíamente, su desvin-
veces se establecía un mínimo de veinte28.
culación administrativa de Chile (1776).
Un ejemplo llamativo tuvo lugar cuando

27
Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias. Libro VI, tit.9) Madrid: Consejo de la Hispanidad, 1943 [1680].
28
Actas... t.9/28:9 y 398; Espejo, La provincia de Cuyo del Reino…, 59-62.
29
Jara, “Importación de trabajadores indígenas…”, 186; Espejo, La provincia de Cuyo del Reino…, 536.

Año 9 / N°16 / enero - junio 2018. 25


“Indios en collera”, deportaciones coloniales...

En 1627 otro obispo de Santiago, los miembros inferiores, habría agravado


Francisco Salcedo, denunció los excesos la dificultad y las pérdidas de la travesía.
provocados por el sargento Rafael Zárate Los comisionados que transportaban a
que había sido comisionado oficialmente los huarpes desde Cuyo tenían objetivos
–en diciembre 1626– por acuerdo del ca- numéricos que cumplir, sobre todo si pre-
bildo de Santiago para abastecer las obras tendían lucrarse con los gastos que recibían
reales de trabajadores huarpes30. La saca por el “envío”; en 1626 el cabildo pagaba
alcanzó tal violencia que el comisionado al comisionado 5 pesos de a ocho reales
terminó siendo detenido y llevado a Men- por cada huarpe transferido a Santiago32.
doza, junto con la collera ya dispuesta. La
situación raya en lo insólito: un hacedor de Así, las ataduras de cuerda de cabuya
colleras, facultado para ejercer tal misión, parecen haber constituido el artefacto más
finalmente apresado con su presa: “... fue adecuado para las deportaciones huarpes
llevado por fuerza a Mendoza, junto con la que beneficiaban a las élites santiaguinas
collera de indios...”. En aquella ocasión se con el beneplácito de la corona. Aunque
especifica un dato por lo general omitido: a veces en competición, en aquel rubro,
la collera que sujetaba a los deportados por intereses particulares concordaban con las
las gargantas era de cuerda de cabuya31. prioridades de las autoridades delegadas
que actuaban en nombre del rey. La coro-
na contravino a varios de sus principios,
La materialidad de la coacción física haciendo oídos sordos y hasta decretando
medidas derogatorias, que satisfacían los
La precisión material cobra rele- requerimientos de sectores pudientes
vancia a doble título. Permite reafirmar residentes en Santiago. Estos últimos
que las colleras eran real y efectivamente supieron manejar, de modo enérgico y
dispositivos de amarre, descartando toda eficiente, las guerras hispano-indígenas
interpretación laxa que hubiera podido del sur de Chile, en tanto que justificación
reducirlas a simples cuadrillas o conjun- al quebrantamiento de normas generales
tos de personas, aduciendo arcaísmos o aplicadas en otras provincias del imperio33.
inercias idiomáticas. Además, patentiza En definitiva, la impotencia colonial que
la naturaleza o calidad de las ataduras: la se manifestó en el sur del Reino de Chile,
fibra vegetal era un material idóneo, com- provocó múltiples repercusiones indirectas
parado con el metal, por su accesibilidad en los territorios orientales que estaban
y bajo coste; sin contar con el poco peso, bajo la dominación hispana, equiparando
que en algo aliviaba las arduas caminatas el destino de los huarpes encomendados
y el cruce de pasos por sobre los tres mil al de los esclavos aucaes que abordaremos
metros de altitud. Toda ligadura que hu- a continuación.
biera obstaculizado la marcha, bloqueando

30
Actas... t.9/28:398.
31
Jara, “Importación de trabajadores indígenas…”, 209.
32
Actas... t.9/28:369.
33
Recopilación de Leyes de los Reinos…, t. 2, Libro VI, tit.9; Espejo, La provincia de Cuyo del Reino…, 74.

26 Revista Tiempo Histórico


Jimena Obregón I.

Deportaciones a Lima por vía marítima: Lima; el cómputo exacto fue de 1917
navíos y aucaes acollerados censados en 3163 casas.
Ante rastros documentales escuetos Se reportan datos en cuanto al
y fragmentarios, seguiremos la pista de un género, la edad, el oficio, etc., indicando
caso particular, propicio para ir aclarando asimismo las regiones de origen de los
la deportación y transporte de los aucaes; se empadronados. Semejante profusión de
irán señalando, en paralelo, los cuantiosos antecedentes, que supera por mucho lo
vacíos documentales aún persistentes34. El estudiado aquí, deja constancia de la gran
expediente emana de un fallo logístico, diversidad de población residente en la
un tropiezo en el transporte destinado a capital virreinal a principios del siglo XVI37,
conducir una collera de 12 indios aucaes, que abarcaba a varias decenas de indios
desde el sur de Chile, a la ciudad de los de Chile38. Entre casi dos mil personas,
Reyes del Perú: Lima. en total 82 pueden definirse como origi-
narias de Chile; se indica con frecuencia
su condición de esclavos, especificando
Aucaes en Lima en ocasiones que fueron cogidos en la
guerra. En su gran mayoría los esclavos
La presencia en Lima y sus alre- formaban parte del servicio doméstico
dedores de nativos del sur de Chile, es y eran sumamente jóvenes; las mujeres
corroborada con precisión por varios (45) sobrepasaban levemente el número
documentos administrativos. El padrón de de hombres (37). Llama la atención que
Lima efectuado en 1613, a instancias del muchos de ellos estuvieran en Lima antes de
Virrey Montesclaros, es el más impactante, que, en 1608, se promulgara la esclavitud
por lo temprano de la fecha y por el carácter de los araucano-mapuches capturados en
sistemático de la empresa35. El recuento la guerra de Chile. No obstante, hace ya
dejó fuera al pueblo del Cercado, hoy un muchos años Á. Jara había hecho hincapié
barrio de Lima, originalmente destinado a en la esclavitud ilegal de indios de Chile,
reagrupar a los indígenas alejándolos de la preexistente a la cédula de esclavitud39.
ciudad36. Visitando, una por una, más de
tres mil casas, se procedió a empadronar Rastreando la marcación de los
a los casi dos mil indígenas residentes en esclavos, autorizada por Luis Fernández

34
Concordamos plenamente con Hugo Contreras Cruces, -“Indios de tierra adentro en Chile central. Las modalidades
de la migración forzosa y el desarraigo (fines del siglo XVI y comienzos del XVII)”, en América en diásporas. Esclavitudes
y migraciones forzadas en Chile y otras regiones americanas (siglos XVI-XIX), ed. Jaime Valenzuela Márquez,
(Santiago: RIL editores, 2017)- en el dictamen de lagunas documentales ante las cuales hay que seguir lidiando.
35
Padrón de indios de Lima en 1613. Introducción: Noble David Cook; transcripción paleográfica: Mauro Escobar Gamboa,
(Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1968).
36
Alexandre Coello de la Rosa, Espacios de exclusión, espacios de poder. El Cercado de Lima colonial (1568-1606) (Lima: IEP – PUCP, 2006).
37
Berta Ares Queija, “Lima colonial (1535-1635): crisol de gentes, ¿crisol de culturas?”, en La ciudad americana:
mitos, espacios y control social (Madrid: Ed. doce calles, 2010), 115-132.
38
Sady Arenas Uriarte, “La esclavitud de los aborígenes en el Reino de Chile y el Padrón de Montesclaros (1613-1614)”,
en Revista del Archivo General de la Nación 22 (Lima 2001): 205-244.
39
Álvaro Jara, Guerra y sociedad en Chile. La transformación de la guerra de Arauco y la esclavitud de los indios
(Santiago: Editorial Universitaria, 1971 [1961]). Como lo señala J. M. Díaz Blanco (2011), en cuanto a la esclavitud
indígena Álvaro Jara no tuvo los continuadores que hubiese requerido su inacabada empresa.

Año 9 / N°16 / enero - junio 2018. 27


“Indios en collera”, deportaciones coloniales...

de Córdoba, gobernador interino de Chile gráficos: las autoridades coloniales ejercían


a finales de los años 1620, se vuelven a variados tipos de compulsión al trabajo
detectar aucaes en la capital del virreinato. (mita, encomienda, etc.) según un amplio
Herrar a los esclavos aucaes a fuego vivo entramado de vínculos de dependencia
desencadenó polémica. A quienes preco- que incluía la esclavitud. Desde el sur de
nizaban las marcas para facilitar el control, Chile –a partir de Chiloé y Valdivia– el
otros se oponían por juzgar que era cruel, transporte marítimo constituía el único
inhumano o atentatorio a la ley divina, modo de comunicación y abastecimiento,
sobre todo cuando laceraban el rostro40. desde Concepción también era habitual.
Otro argumento señalaba el peligro de que La saca de esclavos hacia zonas adyacentes
los araucano-mapuches procedieran de se efectuaba por vía terrestre, lo que era
igual manera con los cautivos españoles. impracticable cuando eran transferidos a
Ahora bien, los archivos arzobispales de zonas más distantes. Las fuerzas españolas
Lima conservan varios expedientes de
hubieran sido absolutamente incapaces
los años 1650-1670, referentes a indios
de emprender con éxito deportaciones
de Chile: la donación de un esclavo a un
de cierta envergadura por caminos y
convento; juicios por bigamia; una monja
sendas que tenían que atravesar territorios
que, contraviniendo la abolición, oculta
controlados por los araucano-mapuches.
y violenta a una esclava para impedir su
matrimonio, etc41. Numéricamente res- Además de las deportaciones de cercanía,
tringidos, estos casos otorgan, no obstante, se procedió a transferencias mucho más
consistencia documental a la presencia lejanas, como a Lima vía El Callao, el
efectiva de indios de Chile en el virreinato punto de destino más citado. La gran difi-
peruano, incluso durante la segunda mi- cultad para documentar tal procedimiento
tad del siglo XVII, confirmando además proviene, no sólo de procederes ilícitos y
que ciertos esclavos chilenos presentaban clandestinos, sino también de pérdidas
huellas indelebles de haber sido herrados y destrucciones de registros de la época
visiblemente en el rostro42. relativos a los puertos, el de Concepción
en particular. Por consiguiente, la infor-
mación al alcance es muy fragmentaria43.
¿Cómo llegaban a Lima los esclavos
aucaes?

Como señalado, Santiago captaba


mano de obra de múltiples orígenes geo-

40
Diego Rosales, Historia General del Reino de Chile. Flandes indiano, 3 vol. (Valparaíso: Impr. del Mercurio, 1877-1878).
2da edición, t.3, (Santiago: Editorial Andrés Bello, 1989), 37-43.
41
Quisiera expresar mi reconocimiento a la Sra. Laura Gutiérrez, directora del Archivo Arzobispal de Lima, por haber
facilitado el acceso a esta documentación, así como a Jaime Valenzuela, académico de la PUC de Chile y responsable
del proyecto Fondecyt “Diáspora mapuche... siglos XVI-XVII”, por la colaboración en la reproducción del material.
42
Por ejemplo: Archivo Arzobispal de Lima, Causas de negros: legajo XI-3, 1653.
43
La información marítima es mucho más profusa para el siglo XVIII, cuando se estructuran potentes compañías, ver por
ejemplo Jakob Schlüpmann, Cartas edificantes sobre el comercio y la navegación entre Perú y Chile a comienzos del siglo XVIII.
Correspondencia y contabilidad de una compañía comercial 1713-1730 (Lima: IFEA / IEP, 2007). (traducción Sandra Recarte).

28 Revista Tiempo Histórico


Jimena Obregón I.

12 indios en collera varados en Valpa- alterado por el requisito de embarcar la


raíso, rumbo a El Callao collera: Las Ánimas de Purgatorio se quedó
varada en el puerto de Valparaíso por falta
La collera de 12 aucaes documentada de las autorizaciones necesarias a la parti-
en 1658, permite entrever cómo, al sur del da. Además, temerosos ante una travesía
virreinato, se articulaban itinerarios orien- marítima en tal compañía, los pasajeros
tados a encauzar remesas de mano de obra previstos anularon su viaje.
coaccionada, requeridas prioritariamente
por los núcleos urbanos y jurisdicciones El contador y juez oficial de la real
aledañas donde se concentraba la pobla- hacienda, a quien le tocaba autorizar el
ción española. La capital virreinal absorbía despacho de navíos en Valparaíso, se vio
fuerza de trabajo mucho más distante y en una situación insostenible. Aunque
numerosa que Santiago: el puerto del absolutamente consciente de ser el punto
Callao a cercanías de Lima era el destino flaco de una contienda que lo sobrepasaba,
final asignado a la collera aucae que se Juan Hurtado de Mendoza, que tenía en
encontraba bloqueada a medio camino, en efecto pocas posibilidades de eludir la
el puerto de Valparaíso. El capitán Lorenzo contradicción, dice hallarse “confusísimo”.
de Ulloa, a cargo del transporte y entrega Parece lúcido y extremadamente pesimista:
de los esclavos, tenía ordenes del propio “Y en lance donde hay razones de una y
gobernador de Chile de embarcarse con otra parte, siempre padece riesgo el minis-
su carga en el primer navío que saliera tro, y más tan mal afortunado como yo”.
rumbo al Perú; si lo hubiera conseguido
sin tropiezos, probablemente no quedaría
rastro alguno del episodio44.
La peligrosidad de los deportados
Se dio el caso que el primer navío
de salida hacia El Callao era una fragata La opinión del desafortunado
llamada Las Ánimas de Purgatorio y que su ministro era que, aunque estuvieran
maestre, el alférez Félix Gómez, se opuso “acollarados”, la detención de los aucaes
tajantemente a embarcar la collera. Tenía en el puerto era peligrosa, porque eran 12
sobradas razones: además de ser pequeña, y por el “natural indómito de esta gente”.
la fragata ya estaba abarrotada de mer- En pocas palabras reitera los principales
cancías y no había manera de disponer tópicos de la época: “siempre anhelando
la collera en un lugar separado, como se su libertad” o “siempre están maquinando
le ordenaba. La única posibilidad hubiera la traición y el atrevimiento”, lo que no
sido en cubierta, lo que el maestre de la deja de llamar la atención al referirse a
embarcación juzgaba de sumo peligro, deportados en collera, aunque menciona
siendo sólo tres los hombres de mar a simultáneamente “su desesperación”. Tam-
bordo y 12 los acollerados. El desempeño bién alude a hechos sangrientos acaecidos
habitual de la fragata se vio profundamente en años pasados, referencia implícita al

44
La información al respecto, así como todas las citas, provienen de: Archivo Nacional de Chile, Real Audiencia,
vol.1.237, pza.18. La ortografía fue modernizada y la puntuación añadida.

Año 9 / N°16 / enero - junio 2018. 29


“Indios en collera”, deportaciones coloniales...

gran descalabro de los ejércitos españo- del Perú y los acollerados eran remitidos a
les en 1654 y 1655, cuyas repercusiones título de “esclavos del rey”. Nada sabremos
seguían siendo impactantes cuando, sólo en cuanto a la posición del virrey Alba
tres años después, se remitió la collera de de Liste: ni si él mismo había cursado
aucaes desde la tierra de guerra. En defini- un encargo de esa naturaleza tampoco
tiva, según el oficial de turno a cargo del si estaba al tanto. Quien remitía a los
despacho de navíos, si la collera se detenía aucaes, no era sino el gobernador en
en el puerto: “es de temer algún accidente funciones, Pedro Porter Casanate, quien
trágico”. Para este oficial la percepción del se encontraba a la sazón en Concepción,
peligro era en realidad doble: el riesgo que dirigiendo operativos de contención de la
supondría la detención de una collera de ofensiva indígena. Para la real audiencia,
indios esclavos en Valparaíso se superponía que tomó cartas en el asunto de la collera,
el desasosiego de saber que, hiciera lo que la identidad del remitente no eximía de
hiciera, acarrearía descontento y provocará presentar los certificados, indispensables
la ira de los perjudicados. para sacar a indios esclavos del reino. El
capitán Ulloa produjo varios documen-
Cabe notar que, recurriendo a los tos, pero faltaba la visita de salida de la
mismos tópicos, cada cual evaluaba el embarcación en la que los aucaes habían
peligro según su propio enfoque. Según llegado desde Concepción a Valparaíso.
el maestre de Las Ánimas de Purgatorio, Faltaba por una simple y buena razón, el
hubiera sido en la fragata en donde: “Se navío Nuestra Señora de los Ángeles había
debe y puede temer una gran desdicha zarpado de Concepción sin licencia, en
del natural de dichos indios y que han condiciones rocambolescas que terminaron
de obrar con desesperación, como lo valiéndole una causa criminal, ante la real
han hecho en otras ocasiones”. Conviene audiencia, a los capitanes Juan Martínez
señalar de paso que la referencia exacta de Junco y Francisco González Jerez,
a los episodios aludidos se nos escapa respectivamente dueño y piloto.
por completo. Por otra parte, según el Numerosos pormenores del asun-
encargado de la collera, el mayor peligro to se nos escapan, parece sin embargo
radicaría en una eventual fuga que hiciese claro que para sortear con tal osadía y
“perder estos esclavos”, puesto que en tal descaro los controles de salida del puerto
caso habría sido él quién hubiese tenido de Concepción, los portadores del flete
que rendir cuentas. sólo podían sentirse bien protegidos. Se
puede conjeturar que transportar un car-
gamento del gobernador no era ajeno a su
Remitente y destinatario de la collera sentimiento de impunidad, en todo caso
levantaron sin más las amarras y se echaron
A decir verdad, el oficial a cargo a la mar, sin dar tiempo a los trámites de
de la supervisión de las entradas y salidas la visita. Es más, los oficiales a cargo del
del puerto tenía sobradas razones para registro, todavía a bordo, tuvieron que
preocuparse: el destinatario de la collera salir a escape en una barca: “arriesgando
no era nada menos que el propio virrey sus personas”. Difícil saber lo que escondía

30 Revista Tiempo Histórico


Jimena Obregón I.

el cargamento, la real audiencia exigió se disponible, las condiciones concretas del


diera cuenta del registro de pasajeros y apremio físico se pasan por alto, sin que
pidió se señalaran todos los indios y no se mencione por ejemplo el material de
sólo los que Ulloa llevaba en collera. la collera. Por indicaciones externas nos
inclinamos a pensar que lo más usual en
Podría tratarse de otros aucaes, los barcos eran las colleras de hierro. Lo
quizás mujeres y niños tenidos por menos precisa, por ejemplo, Rosales al referir un
peligrosos y por tanto no acollerados, episodio posterior a la rebelión araucano-
pero acaso también de mercancías: el mapuche de 1598:
gobernador instaba a su encargado a que
se embarcara “no dejando cosa de lo que “Y embarcáronse todos en un navío
lleva a su cargo”, lo que incita a pensar para Valdivia con grandes prevenciones
de grillos y cadenas para aprisionar
que, además de la collera, el capitán Ulloa muchos esclavos y enviarlos a vender
también era portador de encargos de otro machinando más en hacer granjería la
tipo. Sea como fuere, Porter Casanate guerra que en pacificar la tierra. Los
había accedido al gobierno en condicio- yanaconas que iban en el navío y eran
naturales de Valdivia, esparcieron luego
nes excepcionales gracias al virrey, como la voz, entre sus parientes y amigos,
resultado de la remoción de su antecesor de como los españoles habían traído
ante el descontento y pánico provocado muchos grillos, cadenas y colleras de
por el levantamiento indígena. Por con- hierro para aprisionar indios y cargar
el navío de ellos para venderlos por
siguiente, su nombramiento provenía de esclavos”45.
una decisión virreinal con la cual no todos
los oidores de Santiago se conformaban. Indiscutiblemente el hierro -pesado,
Tal coyuntura podría explicar que pu- sólido, imputrescible- era más adecuado
sieran pegas a un flete de esclavos aucaes para transportes marítimos, en los cuales
que no cumplía con todos los requisitos no se necesitaba preservar cierta movilidad
y que probablemente se superponía a de los deportados, sino todo lo contrario.
otros tráficos. Bajo tal perspectiva la Escogimos también esta cita porque Ro-
collera también podría ser interpretada sales denuncia de paso la avidez del lucro,
como una suerte de agradecimiento por el antepuesto a imperativos de seguridad.
nombramiento recibido, una contraparte Será una queja constantemente reiterada
remitida a posteriori al benefactor. en sus escritos: el jesuita se codeó muy de
cerca con quienes estaban en el meollo de
la contradicción entre intereses particulares
y razón de Estado, que buscamos registrar.
Interrogantes abiertos
La segunda cuestión atañe a la in-
El expediente que acabamos de serción del caso relatado en la dinámica
examinar suscita múltiples interrogantes, global de las remesas de aucaes destinadas
señalemos principalmente tres. Como a Lima. Aunque aporta un registro docu-
en la casi totalidad de la documentación mental cualitativamente no desdeñable,
45
Rosales, Historia General del Reino de Chile, Libro V, cap.13). La cita de Rosales proviene, por vez única, de la edición de 1989 (:704),
ya que el capítulo en cuestión faltaba en la edición de 1877-1878. El destacado en negritas es nuestro, la ortografía ha sido modernizada.

Año 9 / N°16 / enero - junio 2018. 31


“Indios en collera”, deportaciones coloniales...

no permite ratificar la importancia de los en evidencia de modo muy indirecto.


flujos que sugieren algunos datos. Por Por lo que se refiere al resto, reiteramos
ejemplo, el gobernador Fernández de nuestra convicción de que, a pesar de
Córdoba (1625-1629) llegó a multar con las innegables destrucciones de la docu-
500 pesos a quienes embarcaban esclavos mentación administrativa, en particular
indios hacia el Perú, lo que implicaría la la de Concepción, debería terminar por
represión de un tráfico privado de cierta recabarse mayor documentación aunque
cuantía. Cuando su sucesor, Laso de la sea dispersa, fragmentada y parcial.
Vega (1629-1639), obtuvo la gran victoria
de La Albarrada en 1631, no solo repartió El tercer asunto incumbe al papel
esclavos localmente, despachó además a desempeñado por Valparaíso, apenas
50 o 60 indios a las galeras de Lima46, lo vislumbrado hasta el expediente sobre la
que constituye un antecedente, en mayor collera de 12 aucaes. Desde Concepción
escala, a la collera de 12 aucaes remitida o Valdivia, no parece ser una parada ha-
por Porter Casanate en 1658. En esta bitual en el itinerario hacia Lima. El fallo
ocasión el gobernador Laso de la Vega logístico administrativo, que inmovilizó
también parece haber tenido que devolver la collera en Valparaíso, confirmaría que
favores al virrey de turno, es sin embargo no era una vía asegurada o habitual de
un asunto tangencial a lo estudiado, que tránsito de esclavos aucaes. No obstante,
requeriría indagaciones a futuro. el transporte obstruido a medio camino
representa una oportunidad documental
El jesuita Rosales no sólo corrobora que podría estar indicando un camino
estos dos episodios47, añade que los navíos alternativo a seguir en torno a este puerto.
que transportaban el situado del ejército a Sin esperar cuantificar flujos en torno a
Concepción, exportaban esclavos al volver series documentales, que han permitido
a Lima: “... no sacan carga alguna de con- avances sustanciales en el conocimiento
sideración, sino los esclavos que cogen en de otras deportaciones esclavistas, el
la guerra”48. Dado que el situado llegaba rompecabezas podría seguir armándose
anualmente, esto estaría implicando un con otros expedientes puntuales que ayu-
tráfico de mucha mayor magnitud y serían darían a dilucidar cuestiones aún opacas
muchas remesas de esclavos deportados que en demasía.
hasta hoy no se han logrado documentar.
Las autorizaciones de salida y embarco, así
como los quintos reales que se debían por Reflexiones finales
cada “pieza” vendida, han aportado hasta
ahora datos parciales. En cuanto a la faceta En los contornos australes del
totalmente ilegal del tráfico, parece lógico imperio, numerosos agentes coloniales,
e irremediable que sólo pueda ponerse afines a las élites locales, lograron poner

46
Arbieto, “Informe sobre Francisco Laso de la Vega, presidente de Chile (1634)”, en Claudio Gay, Documentos sobre la Historia,
la estadística y la geografía, t. 2. París/ Santiago, 353-409 1832 [1634]; Tesillo, 1631)
47
Rosales, Historia General del Reino de Chile…, t.3, 37 y 86.
48
Ibid., t.1. p.282.

32 Revista Tiempo Histórico


Jimena Obregón I.

en primer plano sus propios beneficios Sin embargo, también se tiene que tener
materiales, sobreponiéndose a los intereses presente que durante el periodo anterior
geopolíticos o a los principios protecto- –siglo XVI– parte de los araucano-ma-
res reivindicados por la monarquía. En puches entonces encomendados también
oportunidades, se arriesgó así la seguri- fueron víctimas de deportaciones49. Por
dad de las regiones sureñas de Chile o se lo general, los indígenas habían dejado de
menoscabó la consolidación del oriente ser esclavos; salvo aquellos que, como los
cuyano. Políticas pragmáticas a menudo araucano-mapuches, habían rechazado la
versátiles, lo fueron aún más en zonas sujeción con “pertinacia”. Fue así como
alejadas del poder virreinal, donde los en el siglo XVII, pese a estatutos legales
controles eran más inciertos y el dominio distintos, las condiciones de explotación
efectivo menos afianzado. de huarpes y aucaes pudieron ser seme-
jantes: siendo deportados a territorios
Como bien sabido, en la sociedad muy distantes de sus comarcas de origen,
colonial la fuerza de trabajo indígena fue un sufrían un similar desarraigo.
recurso primordial. Con todo, las formas
de explotación se atenían a prescripciones El procedimiento no consistía en
en teoría válidas en el conjunto de las apartarlos, transladándolos a territorios
posesiones americanas de la monarquía bajo otras soberanías políticas, como
hispana. En los márgenes australes, se cuando la Monarquía Católica expulsó
toleró que estos preceptos fueran ilegal- a los judíos o a los moriscos; tampoco
mente infringidos; en otras oportunidades en alejarlos y confinarlos a distancia de
fueron ostensiblemente suspendidos, sin los centros de poder, como se verificó en
necesidad siquiera de quebrantar la ley. las deportaciones europeas del siglo XX.
Las aristas inoportunas o embarazosas de Muy al contrario, el propósito apuntaba
la legislación fueron atenuadas, abriendo a acercarlos por la fuerza a los núcleos
paso a formas de explotación extremas, de población y de actividades españolas,
que admitían o fomentaban la depor- poniéndolos a disposición de los hispano-
tación de los nativos. El recelo ante el chilenos necesitados de mano de obra. Los
mundo araucano-mapuche fundamentó viajes de larga distancia, habitualmente
con vigor medidas derogatorias en torno sin retorno para las víctimas, respondían
a dos instituciones claves: la encomienda a imperativos de lucro y a pesar de que,
y la esclavitud. en ocasiones, pudieran asociarse criterios
geopolíticos y diagramas administrativos de
La encomienda procedía a un reor- control territorial a menudo la prevalencia
denamiento que constreñía a los indígenas de intereses particulares ponía en peligro
al trabajo, pero en sus lugares de origen, los propios intereses de Estado.
por lo cual la deportación sufrida por los
huarpes encomendados es tan impactante En principio, el gran contraste entre
y aproxima sus condiciones de existencia los dos casos estudiados consistía en que,
a las que padecieron los esclavos aucaes. contrariamente a los aucaes, a los huarpes
49
Contreras Cruces, “Indios de tierra adentro en Chile central...”

Año 9 / N°16 / enero - junio 2018. 33


“Indios en collera”, deportaciones coloniales...

no se les podía imputar ningún desacato: la intensidad. Siempre se temía que, desde el
ley imperante tenía por misión protegerlos. valle central y Santiago, los aucaes huyeran
En la práctica sabemos por ejemplo que a y retornaran al sur Bíobío, lo que desde
finales de 1626, 16 o 17 huarpes llevaban Lima era reputado imposible.
año y medio trabajando en la obras públicas
de Santiago sin ninguna remuneración50. Deseamos terminar este recorrido
Sin que quede totalmente claro el grado que hermana a huarpes y aucaes en el
de obligatoriedad y coacción al que estu- infortunio de las deportaciones, refiriendo
vieron sometidos, el margen de decisión una notable hazaña relatada por el jesuita
propia parece sumamente restringido. Rosales: una caminata de retorno em-
Pocos años más tarde (28-01-1633), el prendida por seis aucaes que habían sido
gobernador prometía al cabildo de Santiago deportados a Lima; intentaban reintegrar
“dar algunos indios de los tomados en la su tierra natal a pie, siguiendo el curso
guerra”; al cabo de unos meses el cabildo de la cordillera nevada52. Entre los seis
preveía dinero no para remuneraciones, fugitivos, sólo uno de ellos –oriundo de
como pudo ser puntualmente el caso en las tierras del cacique Tinaqueupu–, logró
cuanto a los huarpes, sino para los gastos su cometido y llegó de regreso con vida,
de prisiones de seis aucaes “dedicados los otros cinco perecieron de hambre o
para el servicio” de las obras públicas51. de frío durante el largo trayecto. Serían
Comparativamente, el grado de sujeción más de cuatro mil kilómetros de distan-
de los aucaes era entonces mayor o, por lo cia. Una de las amargas ironías de esta
menos, expresado con mayor desenvoltura historia es que en el camino de vuelta, el
al no infringir la ley. sobreviviente habría salido hacia Mendoza,
vertiente oriental de la cordillera nevada:
A su vez el género y la clase etaria el rumbo de la salvación pasaba por el país
inducían diferencias de tratamiento y de los huarpes desde el cual el caminante
de integración: mujeres y niños eran cruzó los Andes para reencontrarse con
habitualmente asentados en entornos los suyos53. Aunque no quede a ciencia
domésticos, no así los guerreros aucaes cierta constancia de cuántos fueron los
que eran por lo general forzados a trabajos deportados a tierras tan lejanas como
pesados, bajo férreo control –apresados y Lima, capital virreinal, parece razonable
atados–. Cuanto más lejos mejor se evita- afirmar que la proporción de retornados
ban las evasiones, por lo cual Lima era un era ínfima, casi improbable. En tal aspecto,
destino preferido para lo varones aucaes. las deportaciones de cercanía y de lejanía
La lejanía inspiraba alivio y seguridad: la presentan una bifurcación notable que
distancia ideal del traslado era tanto más cabría reconsiderar a futuro, ensanchando
grande cuando la coerción era de mayor los enfoques cruzados.

50
Actas... t.9/28.
51
Ibid., t.10/30:485.
52
(Rosales, Historia General del Reino de Chile…, t.3, 257.
53
Las fugas en sentido inverso, de huarpes fugados que atravesaban la cordillera en dirección contraria al del traslado forzado, para
retornar a sus tierras, son señaladas por Catalina Teresa Michieli, Los Huarpes protohistóricos (San Juan: Instituto de Investigaciones
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