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TEMA 2. LA CULTURA Y SU CONCEPTO.

¿Qué es la cultura?
Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.

LA CULTURA Y SU CONCEPTO.
La especie cultural:
La cultura es, en última instancia, la forma que tiene la especie humana de satisfacer sus necesidades biológicas, esto es, un mecanismo de
adaptación que presenta rasgos muy peculiares, dado el alto grado de sofisticación que posee, como así lo demuestran las manifestaciones
artísticas, religiosas o científicas.
Más allá de configuraciones socioculturales, nuestra especie (humana) se distingue de las demás por su cultura.
La sociabilidad humana (la capacidad de socializar del ser humano) está íntimamente influida por la cultura y ésta es un mecanismo que sólo
puede existir/aprenderse en sociedad, de hecho las formas culturales varían notablemente de unas sociedades a otras.
No existen culturas individuales, sino que es nuestra especie cultural en sí misma (la cultura exige una sociedad).
Todo aquello que el hombre es y hace fuera de su herencia biológica (que no es por voluntad propia), forma parte de lo cultural.
Cuando hablamos de cultura ateniéndonos a nuestra experiencia cotidiana, a menudo pensamos en los aspectos más “elevados” de la
capacidad mental:
✓ Obras de arte
✓ Logros científicos
✓ Inventos tecnológicos

Sin embargo, en un sentido socio-antropológico la cultura viene referida a los modos de vida compartidos por una misma sociedad.
Además, la cultura es un elemento que puede contribuir a la desigualdad, acentuando o atenuando las diferencias sociales. En general cuanto
mayor tamaño posee una sociedad y mayor complejidad su cultura, las desigualdades serán también mayores y en ellas el componente cultural
tendrá mucho más peso que los aspectos físicos.
Podemos definir la cultura, por tanto, como el cuerpo de conocimientos, valores y creencias que comparte una comunidad, así como las
normas que acatan y los bienes materiales y simbólicos que producen.

La diversidad cultural:
El contenido de los elementos de cada configuración cultural (lo que caracteriza a cada cultura) varía enormemente de unas culturas a otras.
Cada cultura posee modelos propios de comportamiento que resultan extraños para aquellos que tienen otro bagaje cultural.
Existe una corriente apoyada por determinados autores que entienden que las diferentes formas culturales se están desvaneciendo y, por
tanto, se estarían homogeneizando como consecuencia de la extensión global de la cultura occidental, aunque no está claro (existe
discrepancia ante esta cuestión) que la tendencia sea hacia una mayor uniformidad.
De hecho, hoy en día, cuando nos encontramos ante culturas distintas de la nuestra (basta para ello con cruzar una frontera), generalmente se
produce lo que en Antropología se denomina un “choque cultural”.
✓ La desorientación y la tensión que la gente siente al entrar en un ambiente cultural desconocido.

El choque cultural posee una sintomatología típica:


✓ Sensaciones de incompetencia (competencia cultural).
✓ Miedos a ser contagiado, engañado, objeto de burla, de aislamiento, etc. (inseguridad).
✓ Cambio en los patrones de conducta habituales para adoptar los del entorno (adaptabilidad).
✓ Cierta impredecibilidad en la vida cotidiana que puede desencadenar situaciones de anomia*.
• *Anomia, del griego anomos, “sin ley”.
• RAE:
✓ Ausencia de ley.
✓ Psicol. y Sociol. Conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación.
• La anomia irrumpe, por tanto, cuando las normas sociales no son respetadas y el Estado pierde su capacidad de control.
La anomia es un concepto muy importante en la teoría sociológica y ha sido empleado a menudo para explicar las conductas humanas que se
desvían de la norma y que contradicen el mandato social.
El primero en utilizarlo fue el sociólogo francés E. Durkheim, en su estudio sobre el suicidio de 1897 y en su célebre obra La división del trabajo
en la sociedad de 1893. Posteriormente Merton desarrolló el concepto.

Dentro de la diversidad del comportamiento cultural humano, sin embargo, existen ciertos rasgos comunes.
Cuando estos rasgos comunes se encuentran en todas o prácticamente en todas las sociedades, reciben el nombre de “universales culturales”:
✓ La posesión de una lengua gramaticalmente compleja.
✓ La institución de matrimonio.
✓ Los rituales religiosos.
✓ Los derechos de propiedad.
✓ Algunas formas de prohibición del incesto.
Los “universales culturales” son los elementos de la cultura, la sociedad, el lenguaje, el comportamiento y la mente que, según los estudios
antropológicos realizados hasta ahora, compartimos prácticamente todas las sociedades humanas.
Pese a estos “universales culturales” comunes en sociedades diversas, el hecho que más nos impida aceptar la diversidad cultural, quizás, sea el
etnocentrismo.
ETNOCENTRISMO Y RELATIVISMO CULTURAL.
ETNOCENTRISMO:
La palabra, como tal, se forma a partir de las raíces etno-, que significa ‘pueblo’; centro, en referencia al lugar que el individuo considera que su
cultura ocupa, e -ismo, que indica ‘tendencia’ o ‘actitud’.
El etnocentrismo, por tanto, vendría a significar aquella tendencia a considerar la propia cultura como el único criterio válido para interpretar o
valorar los comportamientos, costumbres, tradiciones o valores de otros grupos, etnias o sociedades.

RELATIVISMO CULTURAL:
El relativismo cultural es una corriente de pensamiento que consiste en entender las bases culturales distintas a las nuestras para ponernos en
el lugar del otro.
Esta definición establece y reafirma la suposición de que lo que en cada cultura se cree y practica tiene un mismo valor y jerarquía.
Por consiguiente, no pueden compararse una cultura con otra. Solo puede haber comparaciones intraculturales, no interculturales.
La visión intracultural, según este relativismo, es la única que vale. La comparación entre varias culturas es indebida y no tiene sentido.
Como ejemplo de relativismo cultural podemos mencionar cómo para una población urbana los avances tecnológicos, como la canalización del
agua potable, no son vistos como un avance en las poblaciones rurales donde existe una cultura de respeto por la naturaleza, por ende, se
prefiere no interferir tecnológicamente en ella.
En relación a la estructura social, como otro ejemplo, las jerarquías sociales o de familia también cambian según la cultura, esto lo podemos ver
reflejado en el mayor respeto que las culturales orientales tienen para y con sus ancianos.
En definitiva, el etnocentrismo es lo contrario al relativismo cultural. El etnocentrismo se refleja cuando se califica peyorativamente a otras
culturas y solo se considera correcto y positivo los comportamientos del grupo del que se forma parte.

CULTURA IDEAL Y CULTURA REAL.


CULTURA:
Hace referencia a el conjunto de conocimientos e ideas, tradiciones, creencias y costumbres que se adquieren de generación en generación
caracterizando a un pueblo, clase social, o una época.
Por lo tanto, la cultura nos permite regir reglas para el correcto comportamiento y armonía de convivencia entre las personas que conforman el
pueblo, ciudad o país.
Dentro de ello, tenemos dos tipos de ideología de cultura:
✓ La Real.
✓ La Ideal.

Cultura Real
Es de la que somos participes actualmente. Esta es heredada por nuestros padres pero modificada por el avance tecnológico. Por lo tanto, es el
producto de la supervivencia de las generaciones.
Cultura ideal.
Es aquella que anhelamos poseer e idealizamos de forma futurista. Se fundamenta en la mayor práctica u defensa de valores que se han
olvidado o se han dejado de practicar en la actualidad.
La brecha entre la cultura ideal y la real es evidente, por ejemplo, en la forma en que se observa el valor de la igualdad.
En la sociedad moderna, la igualdad se enfatiza como un valor importante. Sin embargo, las situaciones de la vida real, como las mujeres que
ganan menos que los hombres y las minorías que están marginadas, demuestran que la igualdad es parte de la cultura ideal.
En la cultura ideal, no habría accidentes automovilísticos, asesinatos o discriminación racial, sin embargo supone una realidad cotidiana.

Desviación positiva y desviación negativa.


Relacionados con los conceptos de cultura real e ideal están los términos de desviación positiva y negativa.
En sociología, la desviación describe una acción o comportamiento que viola las normas sociales, incluida una regla formalmente promulgada
(por ejemplo, un delito), así como violaciones informales de las normas sociales (por ejemplo, el rechazo de las costumbres y costumbres
populares).
Toda cultura posee pautas ideales (que en la realidad casi nunca se cumplen por ser consideradas como expectativas comportamentales
utópicas) que hacen que exista una especie de “comportamiento medio” que aceptamos como umbral de la normalidad, y que dependerá
fundamentalmente del grado de presión social que exista para favorecer el cumplimiento de las normas.

Desviación positiva.
Aquellos que intentan aproximarse al ideal de las pautas de conducta elevándose por encima del cumplimiento normal, decimos que se
desvían positivamente.

Desviacion negativa.
Los desviados negativamente caerán por debajo del umbral de cumplimiento considerado normal.
- Ideal. Positivo.
- Comportamiento considerado normal.
- Comportamiento real.
- Ideal negativo.
La cultura real y la ideal forman el común denominador aceptado en una sociedad, pero en toda cultura, particularmente en las sociedades
grandes, coexisten muchas variaciones culturales.

SUBCULTURAS Y CONTRACULTURAS.
Estas variaciones, cuando alcanzan un nivel de desarrollo y entidad diferencial suficientes (con respecto a la cultura predominante), reciben el
nombre de subculturas.

Subcultura.
Es una cultura (creencias, valores, normas, símbolos, productos materiales, lenguaje) que distingue a un grupo particular de los demás
miembros de su sociedad.
Esta subcultura la conforman grupos de personas con creencias y comportamientos que los hacen diferenciarse de la cultura predominante de
la que también son parte (desde una perspectiva más amplia).
Para que una subcultura exista sus miembros deben identificarse con el grupo y deben interactuar y compartir información con el resto del
grupo, ya sea directa o indirectamente.
Las características más destacadas de la subcultura son:
- Suele asociarse esta palabra a grupos con integrantes jóvenes que tienen intereses comunes. Sin embargo, la subcultura no tiene
edad, ya que está vigente para cualquier franja de edad.
- Comparten símbolos distintivos, así como ideas y comportamientos.
- Los gustos musicales, nutricionales o estéticos son motivo de la creación de subculturas.

Existen numerosos ejemplos de la subcultura. Por ejemplo, los raperos que tienen en común el gusto por ese género musical y además
comparten símbolos y atuendos característicos.
Otro ejemplo sería la subcultura gótica asociada al género musical dark. Suelen utilizar maquillajes similares, resaltando sus rostros pálidos y
haciendo uso del color negro en la mayoría de sus vestimentas.
Los veganos también representan una subcultura alejada de la cultura predominante que sería comer carne y animales en general. En este
caso, su alimentación y creencias se basan en no comer ni utilizar nada que provenga de un animal y así evitar cualquier maltrato posible.
Las subculturas pueden darse de forma pacífica o, por el contrario, de forma beligerante con respecto a los intereses y valores del sistema
culturar predominante.
Cuando una subcultura se opone de forma activa a la cultura principal se forma lo que se denomina una contracultura, es decir, un grupo
contra la cultura (predominante).

Contracultura
Mientras que la subcultura comparte la mayoría de sus fundamentos con la cultura general, la contracultura a menudo niega los valores
centrales del sistema cultural en que está inserta e infringe (o al menos lo intenta) las normas sistemáticamente.
Las características más destacadas de la contracultura son:
- Los grupos que están inmersos en la contracultura surgen con la idea de cumplir determinados objetivos. Por ejemplo, cambiar los
derechos que existen con respecto a un tema determinado como podría ser la homosexualidad.
- La contracultura puede diferenciarse entre los que ha dejado una huella histórica a través de revoluciones, y los que se manifiestan
con sus peculiaridades y características propias ante determinadas circunstancias.
- Suelen surgir como rechazo a lo que está establecido socialmente.
- Otra de las causas de la contracultura y de los grupos que se originan basándose en ella es el hecho de que los individuos que
participan se sientan en minoría y, por tanto, no suelen ser tenidos en cuenta sus intereses por el sistema vigente.
- Los grupos de contracultura suelen manifestarse a través de acciones públicas, símbolos y mensajes.
Muchas subculturas juveniles constituyen ejemplos de contraculturas.
El movimiento musical Punk, por ejemplo, reivindicaba una serie de valores ajenos al modelo imperante de sociedad y sus ideales culturales,
negando las ideas de desarrollo impuestas. Su máxima era invertir el orden de las cosas y la norma es, precisamente, la ruptura de la norma
preestablecida.
Otros ejemplos de contracultura son aquellos grupos que han encabezado movimientos sociales y culturales para cambiar el sistema y ser
tenidos en cuenta (hippies, movimientos obreros, feminismo, etc.).
En resumen, la contracultura tiene como objetivo cambiar todo aquello establecido y aceptado socialmente. La idea de los grupos que
pertenecen a la contracultura es que se les escuche y mostrar su disconformidad ante los valores sociales o culturales que prevalecen.

LA CULTURA Y LA CRIMINALIDAD:
Desviacion y cultura:
La cultura, como característica distintiva de la especie humana, nos convierte en seres culturales que ajustamos nuestro comportamiento a las
condiciones de nuestro entorno dentro de un marco de valores, normas, etc.
Además la cultura no es un “todo” unitario. Las culturas pueden diferir notablemente unas de otras, coexistiendo dentro de un mismo espacio
culturas distintas, como es el caso de las culturas gitana y paya.
Por otra parte, las culturas admiten suficiente grado de variación interna como para permitir la existencia de subculturas, e incluso, de
contraculturas.
Incluso una cultura que afecte a un número suficientemente amplio de sujetos y sea, más o menos unitaria, admite en su seno diversos grados
de adhesión a la norma.
Cultura y sociedad forma parte de un todo interactivo, de manera que la cultura afecta a cómo se estructura la sociedad y la estructura social
afecta al nivel de esa cultura en que se desenvuelven los individuos.
O sea, la posición social de las personas afecta a lo que aprenden y al cómo lo aprenden, y las diferencias culturales contribuyen a reproducir
diferencias de clase.

El conflicto cultural:
La sociología entiende, en líneas generales, que los patrones de la cultura dominante sirven a la reproducción de los esquemas de poder
establecidos y a la perpetuación de las élites (una suerte de hegemonía de lo general sobre lo particular), y para ello se elaboran un sinfín de
normas sociales entre las que destacan las normas penales.
Desde esta perspectiva, la cultura no es un todo coherente y consensuado, pues existe cierto grado de imposición (hegemónica).
En todo seno cultural existen contradicciones que se manifiestan en mayor medida cuanto más compleja es dicha cultura.
Y estas contradicciones inducirían al cambio cultural y se traducirían en crisis culturales en la medida que cuestionan las formas tradicionales y
los valores oficiales.
En toda cultura se da, además, cierto grado de ambivalencia moral*, especialmente en épocas de crisis, que resta coherencia al sistema y acaba
generando un buen grado de hipocresía respecto de ciertas prácticas.
De hecho en muchas ocasiones se reprueban e incluso se penalizan conductas que apuestan por la libertad, justamente en aras de la libertad y
la convivencia.
*Es moralmente defendible/reprobable adquirir servicios sexuales en sociedades democráticas en las que la prostitución es legal y está
regulada por el Estado.
Subculturas desviadas:
Determinadas corrientes de pensamiento atribuyen la desviación no tanto a conflictos globales que afectan a una cultura en su conjunto, sino
más bien a la existencia de conflictos parciales que se dan entre culturas que conviven y que se corresponden con grupos sociales que
coexisten.
Es España encontramos el ejemplo de los conflictos entre la etnia gitana y la paya o entre culturas de inmigrantes y la autóctona.
En este sentido, los elementos culturales de unas divergen notablemente de los de otras, originándose una situación de desconcierto que
generalmente desemboca en la atribución de cualidades desviantes a los usos culturales de la cultura ajena.
Es decir, existe una tendencia a percibir como desviados aquellos usos culturales “diferentes” llevados a cabo por otras subculturas.

En cualquier caso, y como anteriormente se ha hecho referencia, una cultura compleja genera subculturas que pueden entrar en conflicto entre
sí o con la cultura general, en la medida en que cuestionen los valores de la cultura dominante o promuevan conductas distintas a las
generalmente aceptadas.
Desde esta perspectiva, los procesos sociales que han puesto en marcha la criminalización de conductas entendidas como inmorales tienen
como fin la penalización de éstas, llegando, en algunos casos, a ilegalizar una subcultura.
Un ejemplo ha sido la conocida como “cultura del botellón” y su repercusión en los discursos social y mediático.
En la inmensa mayoría de programas políticos existen discursos en contra (de esa cultura del botellón) por parte de quienes se erigen como
empresarios de la moral*: representantes de asociaciones de vecinos indignados o del orden público, técnicos que hablan de las
inconveniencias de uso abusivo del alcohol o sociólogos.
*Personas que, indignados ante situaciones que estiman repugnantes o inmorales a los ojos de la clase media, emprenden “campañas de
purificación”.

Las subculturas delictivas:


El concepto de subcultura aplicado a la sociología de la desviación pretende explicar la conducta desviada de determinados grupos sociales,
considerados minorías, y cuyos rasgos culturales se distinguen en aspectos destacables de la cultura general, legitimando comportamientos
que son rechazados por la mayoría.
Desde esta perspectiva la sociedad se entiende como un ente plural en que coexistirían distintos sistemas de valores.
Cuando estos grupos de valores son divergentes (contrarios) respecto de la “normalidad”, es decir, contrarían a aquellos valores impuestos por
el grupo mayoritario, en torno a ellos se organizan los grupos desviados.
Por tanto, estos grupos (subculturas desviadas) deben ser estudiados desde dentro, o sea, desde el punto de vista de los propios desviados.
Los desviados aquí no habrán de ser tenidos en cuenta como individuos, sino como colectivos: la desviación debe entenderse como una opción
colectiva.
En 1955, el sociólogo Albert Cohen publica Delincuent Boys: The Culture of de Gang, con el cual el concepto de subcultura aplicado a la
desviación adquiere carta de naturaleza.
En dicha obra define la subcultura delictiva como “un sistema de valores y creencias que fomenta la comisión de actos delictivos, confiere
rango social a sus miembros por razón de tales hechos y especifica la clase de relaciones que han de mantenerse con las personas ajenas al
mundo social de los delincuentes”, rechazando los estándares de la clase media y adoptando sus opuestos.

Para Cohen, el origen de las subculturas desviadas debe buscarse en el malestar de ciertos colectivos:
• Jóvenes de clase baja en situación social desesperada.
• Y con escasez de posibilidades para adquirir reconocimiento social por medios legítimos.
Los jóvenes varones de clase obrera presentan un grave problema de estatus, que pueden superar formando parte de una subcultura.
Según Cohen, toda subcultura surge en el seno de sociedades plurales y heterogéneas, de manera que entre aquellas personas que poseen
similares problemas de adaptación se genera una solidaridad de grupo que genera estándares comunes de comportamiento y cosmovisiones*
compartidas.

*Cohen se refiere a la cosmovisión como a aquellos rasgos divergentes de los de la sociedad oficial, que suponen la existencia de formas
distintas de entender el mundo con respecto a la visión general.
Las subculturas, por tanto, vendrían a aportar a sus miembros de alguna manera el status que les niega la sociedad mayoritaria.
Puede entenderse en este sentido como un mecanismo sustitutivo de la sociedad en general para determinados grupos minoritarios, donde
encuentran integración, sentimiento de camaradería, de estima y, en definitiva, una suerte de sentimiento de pertenencia.

Para Cohen, derivado del conflicto cultural de base social surgido por las limitaciones de quienes, perteneciendo a una subcultura pretenden
lograr la estima social establecida por el grupo mayoritario, promueve actitudes ambivalentes respecto a valores de una y otra clase,
encontrando como respuesta los siguientes comportamientos:
✓ El conformismo.
✓ La acomodación.
✓ La delincuencia.

El conformismo.
A pesar de su inferioridad de condiciones, procura competir con aquellos pertenecientes a la clase media aceptando sus valores y el reto que
supone su situación de desventaja.

La acomodación.
La mayoría, optan por renunciar a la lucha aceptando el estado de las cosas. Si bien, amortiguarían su frustración uniéndose a otros de
similares características para así aprovechar las oportunidades que puedan extraer de su situación sin meterse en líos.

La delincuencia.
Finalmente, existe un grupo que decide no aceptar ni pactar con lo establecido, sino que directamente se enfrenta a las ambigüedades
culturales adoptando pautas alternativas de acción y un marco de referencia distinto, que viene dado por otros como él que, al enfrentarse al
statu quo, generan una subcultura con rasgos de contracultura. En este sentido, la delincuencia juvenil supone una forma de protesta contra la
cultura de la clase media.
Para Richard Cloward y Lloyd Ohlin, autores en 1960 de la obra Delinquency and Opportunnity: A Theory of delincuent Gangs, al igual que
Cohen, entienden que el origen de la subcultura desviada está en la frustración que sienten los jóvenes de clase baja al intentar sin éxito lograr
el nivel económico y el status social de otros grupos sociales.
Cuando pretenden alcanzar el triunfo, tal y como éste se define socialmente, siguiendo las pautas institucionalizadas, pronto se dan cuenta de
que las condiciones en que se encuentran les impiden alcanzar tales objetivos de forma legítima, optando por alcanzarla mediante acciones
menos ortodoxas, una vez concienciados del grado real de probabilidad de alcanzarlos.
En vez de asumir individualmente el fracaso, como están educadas para hacer las clases medias, los jóvenes de clase baja lo atribuyen, sobre
todo, al tipo de sociedad en que viven, adquiriendo conciencia de la injusticia de las normas oficiales que privan a determinados grupos de las
vías legítimas de progreso social.
Esta toma de conciencia les inducirá a unirse con sus semejantes formando parte de una subcultura desviada, dentro de la cual encontrarán el
respaldo necesario para dominar sentimientos de deshonra, temor al castigo y mala conciencia, al recibir aprobación y oportunidades reales de
conseguir el éxito personal.
Y estas oportunidades de conseguir el éxito que buscan, son oportunidades diferentes (oportunidades diferenciales).
De hecho, para Cloward y Ohlin, más que las tensiones socioculturales, lo que realmente explicaría la desviación sería la oportunidad real que
el sujeto tiene de desviarse.
Además, afirman, la forma concreta de desviación por la que un individuo adopte no depende de variables como sexo o edad, sino del
ambiente social concreto en que se “mueva”.

Frente al concepto unitario de subcultura que propone Cohen, Cloward y Ohlin, por su parte, distinguen tres tipos, que suponen formas
distintas de organización, estructura y medios de adaptación u oportunidades a quienes se integran en estas subculturas:
✓ Subcultura criminal.
✓ Subcultura conflictual.
✓ Subcultura evasiva o abstencionista.

Subcultura criminal.
Aquella característica de determinados barrios donde la delincuencia adulta se encuentra integrada en el tejido social.
En esta subcultura el joven encuentra oportunidades efectivas para delinquir, pero además puede aprender de modo altamente formalizado las
pautas desviadas, los códigos, las técnicas concretas.
El propio entorno sirve de mecanismo de control, impidiendo acciones o el uso de medios que pondrían en peligro la supervivencia de la propia
cultura: riesgos innecesarios, uso irracional de la violencia, etc.
En un barrio así, el joven encuentra bloqueadas sus posibilidades legítimas de alcanzar las metas de la cultura general, y puede hacer carrera
integrándose en la estructura de oportunidades ilegítimas que le brinda su entorno.
El prototipo sería el delincuente profesional organizado.

Subcultura conflictual.
No todos lo barrios en los que existe una alta tasa de actividades desviadas presentan un alto grado de integración y organización social como
una suerte de subcultura criminal, sino que, a menudo, se trata de barrios pobres y desorganizados con una alta movilidad social y geográfica
(sociedad heterogénea), cuyos habitantes viven en condiciones de alta precariedad.
Los valores desviados no están integrados con los de la sociedad convencional, pero tampoco con la sociedad del crimen organizado, por lo que
tampoco existe una estructura estable de oportunidades de delinquir.
Como consecuencia, la criminalidad en estas subculturas tiene un marcado carácter individualista (sin el apoyo de otros) y económicamente es
poco rentable.
Todo ello incrementa notablemente el desencanto y la frustración de los jóvenes, dado que viven en áreas en las cuales el triunfo o el éxito no
puede lograrse de forma convencional ni poseen modelos adultos para adquirirlo de forma lícita.
La única forma de lograr cierto status social (reputación, prestigio -limitado a ese entorno subcultural, nunca con respecto a la cultura
mayoritaria-) es manteniendo un conflicto permanente mediante la violencia con otras bandas y con el entorno general.
El prototipo de sujeto sería el “macarra”, que se gana el respeto por la fuerza de los puños o de las armas, que atenta contra personas y
propiedades y que puede formar parte o liderar bandas cuya estructura se basa en la fuerza física, el honor de pertenencia, la solidaridad
interna y la lucha permanente contra otras bandas.

Subcultura evasiva o abstencionista.


Finalmente existen individuos y áreas que no han obtenido éxito social ni siquiera mediante el delito, por lo que se encuentran en una situación
de doble fracaso (sin acceso a una cultura desviada ni a una convencional) ya que el acceso a una cultura delictiva no es siempre fácil, necesitas
contactos, conexiones sociales, además requiere inhibir valores y normas convencionales, lo cual no es siempre fácil y menos sin apoyos de
grupo.
Por tanto, el integrante de esta cultura, es un sujeto residual, que no ha conseguido integrarse en una subcultura desviada ni en una
convencional, que se refugia en la droga o el alcohol como forma de manifestar su indiferencia ante el mundo convencional, del que se evade.
Para hacer frente a sus hábitos desarrolla una serie de actividades delictivas: tráfico de drogas, prostitución, delitos no violentos, etc.
El toxicómano, lograría su estatus justamente desde su actitud de distanciamiento de la sociedad oficial, perteneciendo a una cultura, la de la
droga, más difusa y desestructurada que cualquiera de las anteriores.
Estos tres tipos de subcultura pueden cambiar con el tiempo en función de las transformaciones que se produzcan en el barrio desfavorecido o
suburbio de que se trate.
De igual modo, los propios miembros de estas subculturas pueden sufrir variaciones en sus interese o hábitos, de modo que pueden
abandonar una subcultura para abrazar los intereses y valores de otra (el “macarra” -subcultura conflictual- puede acabar adoptando los
hábitos conductuales de la subcultura evasiva o abstencionista como nuevo toxicómano).

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