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“La reina de las candilejas”

Autor: Renny Loyo


Año: 2006
(Sobre una idea de la estudiante de bachillerato Karelis Virguez)
(Derechos en reserva.)

ACTO UNICO

(HEITH ESTÁ SENTADA EN UNA SILLA, CERCA DE ESTA HAY UN RAMO DE


FLORES MARCHITAS.)

Heith__ Todos se han marchado al ensayo. Estoy sola. Triste, si, muy triste, apenas me
estoy recuperando del accidente, (Pausa) Por su culpa, sufrí, si por su culpa sufrí
este accidente. Sí, no hubiera recibido aquella fatídica llamada, mi vida sería otra.
¡A lo mejor, yo sería la estrella de siempre! La reina de las candilejas como me
llaman los críticos de la farándula. ¿Volverán a llamarme así? O ¿Me cambiaran
el nombre y se lo darán a otra? la vida me ha dado todo. Hasta que me enamoré.
Si hasta que creí que era mi hora del amor. Hasta que creí que mi príncipe azul
había tocado mi puerta. ¿Es la vida culpable de todo lo que te pueda ocurrir? No
creo, porque si no hubiese vida, no hubiese, felicidad. ¿Quién fue que me lo
presentó? ¿Quién tramó para que se acercara a mí? (Pausa) La vieja, bueno,
treinta seis años, no es ser tan vieja, tal vez haya vivido intensamente el
espectáculo, giras, viajes, compromisos, películas, temporadas teatrales, sesiones
de fotos, televisión, radio, en fin, entregada al trabajo. Bueno, las fiestas, los
premios, un beso aquí, otro beso allá, pero nada serio, eh, nada de compromisos,
ni hombres que durmieran en mi cama, en un hotel tal vez, pero mi cama no. Los
vecinos del edificio me reclamarían mi indecencia y eso sí que no. (Mira al
espejo.) Espejito, espejito, ¿Verdad que he vivido tanto? Eres mi cómplice, frente
a ti, he confesado mis alegrías y tristezas, pero nunca mi derrota. Sin embargo,
hoy vengo a decirte adiós espejito, espejito lindo. Aunque sigo siendo la reina, las
condiciones y circunstancias me obligan a retirarme, mi autoestima está por el
suelo, y antes de que se burlen de mí, prefiero decir adiós. Desde el accidente no
he parado de tener problemas. La vida se puede definir como una virtud inservible
diagnosticada muy antiguamente. También como la visión infernal por la
debilidad del amor. Si me dicen muerte pienso que es como una serpiente que
muerde mi corazón. Si me dicen vida, prefiero morir. (PAUSA.) Ni yo misma se lo
que digo.

(SE QUITA EL MAQUILLAJE, SE LEVANTA)

Heith__ Ayer fue la antepenúltima función de esta temporada en la que no pude


participar, y de ahora en adelante ya no habrán más ensayos, maquillajes, ni risas,
solo la soledad y discapacidad de la “TIA TUERTA” como la mayoría me llama.
Yo sabía que esto no duraría, después del accidente todo cambió para mí, si no
hubiese recibido esa llamada. Aunque traten de homenajearme, sé que lo hacen para
que no me sienta mal, por otra parte, creo que lo hacen para que me sienta vieja y
derrotada.

(SE QUEDA MIRANDO EL ESPEJO DE MANO MUY DETENIDAMENTE.)

Heith_ ¡Maldito parche! Ahora me obligas a ver la vida de una manera diferente. Antes,
yo confiaba en la gente. Los invitaba a mis fiestas. Los fotógrafos se peleaban por
mí. Pero luego, como se burlaban al ver ese hoyo en mi rostro, y con una mirada
vacía, perdida por el dolor. Pero no, para ellos era la imagen de una borracha o
quizás una drogómana, venid a menos. En mi vida se coló mucha gente. Ella
también entró a mi vida como una tonta, como una ingenua ¡Ingenua, pa’ ingenua
yo! Que confié en ella y terminó robándome lo más preciado de mi vida.

(CENITAL SOBRE ELLA. SE ESCUCHA UN TELÉFONO. SE OYE VOZ OFF


DE UNA MUJER.)

Off_ Aló, señorita Heith, no hable, solo escuche, su novio la dejó porque se fue con
Carla, ellos se aman a escondidas.
Heith_ Estás mintiendo, Nelson no me haría eso, y menos con mi mejor amiga.
Off_ ¡Callate nena cortala! Nelson se fue con Carla porque ya tenían todo planeado,
bueno ellos no querían hacerte sufrir pero…
Heith_ ¿Carla, eres tú?

(SE CAE LA LLAMADA.)


Heith_ ¿Por qué tengo que recordar esto? Claro después de esa llamada comencé a

beber y beber, botella tras botella, luego me fui, tome mi auto, me fui, muy
alterada, ebria. No recuerdo nada más, solo cuando desperté, estaba en la clínica,
el Doctor llegó, habló conmigo, dijo que mis piernas habían sufrido daños graves,
que no podrían sostenerme durante algún tiempo. También nombró algo sobre mi
ojo izquierdo, yo no sabía por qué tenía una venda, pero esa venda no duró.
Después de eso, no me quito este parche que tapa la ausencia de una parte de mi
cuerpo a la cual no valoraba tanto como hasta ahora. ¿Por qué me hicieron esto?
Si ustedes eran los únicos que de verdad me querían, porque todos me trataban
por hipocresía solo para decir que eran amigos de la famosa actriz de teatro Heith
Marturet.

(SE ALTERA Y COMIENZA A PELEAR CON EL FANTASMA DE CARLA QUE


RONDA EN SU MENTE. CENITAL SOBRE UN MANIQUÍ FEMENINO
VESTIDO DE NOVIA.)

Heith_ Si estoy hablando contigo Carla, ¿Por qué?, ¿Por qué me hiciste esto? Yo estoy
sufriendo por tu culpa. ¿Cómo puedes hacerme sufrir así? Si yo te he dado todo,
cuando te conocí no eras nadie, niña, solo una limosnera marginal y yo te di casa,
comida, ropa, dinero, trabajo, ¿Y así me pagas? (COMO SI ESCUCHARA LA
VOZ DE CARLA.) ¡Cállate Carla! Cómo pudiste romperme el alma con tu
traición. Tu no tenías derecho…no eras nadie…ni siguiera calzas las apariencia de
un cenicienta, solo eras eso, una simple muchacha de servicio…Cómo pudo
enamorarse de ti. ¿Es que no te das cuenta que se burlara de ti también? (COMO
SI CARLA INTENTARA HABLAR.) No, no te escucharé Carla. Ni ahora, cuando
andes sola por la calle pidiendo otra oportunidad.

(SE DA MEDIA VUELTA Y MIRA FIJAMENTE LAS FLORES MARCHITAS.


PAUSA.)

Heith_ Ya no me mandan flores, estas son de hace más de dos meses, (MIRA EL
ESPEJO Y COMIENZA A LEER LAS TARJETAS PEGADAS EN EL.)
“Felicidades, no hay nadie mejor que tu sobre las tablas”, tus admiradores fieles:
Carlos Márquez, Carlos Mata, Martín Lantígua, José Bardina y tu más grande
admiradora Delia Fiallo Santiago. Heith, “tu fans club oficial Candilejas te felicita
y te recuerda que siempre serás la mejor” 21-02-1986. (LAS MIRA CON
CUIDADO, RECORDANDO UN RATO.) ¿Por qué ya no me envían tarjetas ni
flores y a la estúpida de Mimí Lazo si? Hace cuanto no voy a un restaurant fino y
no me invitan a programas de televisión como “Tras bambalinas”, “De Pe a Pá”,
“Confidencias”, y a los otros, y a los programas de radio como “Viva Venezuela”.
Es que solo me llaman por lástima, como soy una minusválida. Pero hay días que
ni para demostrarme lastima me visitan, mi prima Kelly dice que prefiere no venir
porque la trato con repugnancia, y como quiere que la trate, si ella me trata a mí
con lastima. (CAMINA A LA SILLA DE LA IZQUIERDA Y LA LADEA. PAUSA. )

Heith_ Si me preguntan si tengo pena, digo que si, pero como no tenerla, y si la tengo es
por tu culpa Nelson, (SEÑALA A NELSON IMAGINARIO) pero dime ¿por qué,
por qué te fuiste con ella si ya teníamos todo planeado para la boda? ¿ No te gustò
el apartamento ? ¿Quieres que cambie la lista de invitados? ¿Quieres un carro
nuevo? Dime mi amor ¿No te gusta Canaima? ¿No te gusta Canaima? ¿Nos
vamos para Margarita ¿No, mejor Disneywor, Orlando, Miami? (PAUSA.) No
quiso nada.. Esa bruja se lo llevó con carro y todo. Hasta los pasajes de mi luna de
miel, se los aprovechó. Pero no importa ¿Para qué me hacen falta? Con amistades
así prefiero andar sola. (PAUSA.) Sola me he quedado. No le recomiendo a nadie
mi situación. Este trabajo, es muy hermoso. Siempre me entregué a él y mi olvidé
de mí. (SE EMOCIONA) Siempre he creído que a este mundo venimos hacer
cosas importantes. Yo nací para hacer teatro. Mi destino es entretener y divertir a
la gente con mis actuaciones. Pero además las mujeres estamos predestinadas a
mantener viva la humanidad. Sí, yo quería un hijo o una hija. Quiero cumplir y
disfrutar ese rol. Vivir la experiencia de un parto o una cesárea. Contarles a mis
amigas el placer de parir. Por eso acosaba a Nelson. Me le metí en sus ojos. Me
convertí en su madre y su niñera. Llegué a creer que me amaba. Nunca creí que se
aprovechaba de mí desesperada situación de ser madre (PAUSA.) El dinero no lo
es todo en la vida, es un lugar común repetir esta frase. La felicidad no viene
empaquetada. Las cosas más sencillas son los momentos felices y agradables, que
no ocurren a toda hora, por cierto. ¿Un momento agradable para mí? (SE
LEVANTA) Me gusta pelar las verduras. Torcerle el cuello a las gallinas y
arrancarles las plumas. Una por una. ¡Claro! Después de muertas. No soy una
asesina ni una pervertida. En estos tiempos, cocinar cada día es más fácil y hasta
más placentero, pero no, nos dejemos llevar por el grado de satisfacción de esta
sociedad consumista, de lo contrario. Haremos sentir culpables a los maridos
cuando vayan a la cocina y se den cuenta que lo que hacemos es descongelar
paquetes y listo. (SUSPIRA.) Ay, No. No sabes por quien me dejaste. Carla está
más corrida que una plaza de toros. En cambio yo, aún a mi edad, soy casi pura,
sana, robusta y, con dinero guardado. (PAUSA.) El tiempo es verdad no se puede
detener. Yo fui una joven en los ochenta. (SE OYE UNA MÙSICA SUAVE DE
ESA ÈPOCA.) El tiempo, como decía Javier Vidal, en su columna del Universal,
“ El tiempo forma parte de nuestro modo de vida, impone sus reglas, sus leyes y a
veces sus trampas”. Los años ochenta fueron los años, del teja, el Rajatabla la
naciente Compañía Nacional de Teatro, el exquisito Carlos Jiménez, con quien
compartí gratos momentos hasta su muerte, ni hablar de Chocrón y su comedia
Okey, la Máxima felicidad y la Revolución, Chalbaud y su “Caín adolescente” sus
películas venezolanas. El maestro Cabrujas como le conocíamos sus amigos más
íntimos y su obra “El día que me quieras” y “El ilustre americano”, y por
supuesto, sus deliciosos artículos en la que retrataba a este país en toda su
crudeza, como sólo el podía hacerlo. Aún conservo amigos en este ambiente
competitivo caraqueño. Por cierto, uno de mis últimos trabajos, antes de que me
ocurriera aquel fatídico accidente, lo compartí con Aníbal Grum, argentino que
sobrevive con los argentinos, aprovechando las oportunidades, él, en la dirección,
yo prestando mis reales, actuando y produciendo, unos decían que cuidando mi
dinero. Bueno, quizás algo de eso. Buscábamos producir uno de esos espectáculos
Light, que no nos comprometiera con nadie, ni con nada, más que con nosotros
mismos. Era una obra para hacer dinero, una justificación para que la provincia se
sintiera visitada, cosmopolita e importante. Nada más

Heith_ (PAUSA). Pero las cosas se fueron poniendo políticamente muy difíciles. El
clima nacional se fue enrareciendo y de repente estábamos todos los artistas
vociferando consignas, que hasta me sorprendía del lado en la que estaba fijando
posición. Fue como una aventura. Salir a la calle, sentir el calor intenso de la
molestia. Ver las caras fruncidas, incluso me llegó a dar la sensación de que yo
misma corría peligro. Pero él estaba ahí, aupándome, y yo le seguía en sus ideas,
que no me parecían cristianas, pero eran de él y yo tenía que estar a su lado.
Pensaba que acompañándole, jamás voltearía a mirar a otra mujer. (PAUSA.) Pero
no fue así. (SE ACERCA AL MANIQUÍ CON EL VESTIDO DE NOVIA.)

Heith_ La situación económica se iba poniendo cada día más dura. Hacer televisión,
cine, teatro, era una aventura financiera en los 90. Eran tiempos de recesión. Y
luego los noventa. Los fatídicos noventa. La perestroika cae en su propia trampa.
Derriban el muro de Berlìn a mordisco. En fin, ¡La locura! ¡Aquí y en todo el
mundo! (SUSPIRA. CAMINA A LA SILLA CENTRAL.) ¡Inexorable tiempo!
Cuando empecé en el teatro, ya había hecho unas cosas en televisión. Recuerdo
que después del concurso de belleza, me llamaron a un casting, en una televisora
privada. Fue muy fácil, me dieron un libreto y me señalaron una habitación, en
donde yo ingenuamente entré sin sospechar nada. Era muy linda. Muy bien
decorada. Había una cama grande en forma de corazón, con jacuzzi y todo. Hasta
espejos en el techo. Yo, de tonta, creía que era un estudio de grabación, y que un
ratito entraba un actor a hacer de contrafigura. De repente (SE VA AL CENTRO.)
Se abrió la puerta de aquel hermoso cuarto y el encargado del casting entró. Me
encontró parada, mirándome en el espejo del techo como una boba y retocándome
mi nariz, lo que a él le pareció sorprendente y preguntó: ¿Pero aún no te quitas la
ropa? Se me abalanzó e intentó ser casi dulce conmigo arrancándome la blusa, lo
cual entonces entendí, lo que significaba la operación colchón. (PAUSA.) Así eran
los ochenta. Locos y escandalosos. Pero parece mentira, frente a tanta decadencia,
éramos conformistas. Por lo menos una minoría. Yo veía todo eso como normal.
Era un patrón de conducta, un chic que funcionaba de esa manera. Sólo los
intelectuales financiados por el estado escribían para beneplácitos de aquellos
consumidores de la conocida clase media, protagonista de todos los escándalos
que servían de alimento a las revistas frívolas del país. Si pudiera volver atrás, y
dejar el recuerdo de Nelson cuando lo conocí en aquel Teatro Nacional. (PAUSA.)

Heith_ Quisiera que una compañía ambulante me contratara y me llevara


nuevamente por aquellos escenarios europeos. Nadie ha viajado por el mundo
como yo. Hace 15 años estuvimos en España. Y para congraciarnos con los
españoles, nuestro director montó una tragedia griega titulada “La venganza de
Agamenón” una versión de gran armonía, fondo y forma, majestuosidad trágica y
abundante poesía. Esta versión pertenece al español Pérez de Oliva. Uno de los
textos que más me gustaba recitar era este: “O tierra, o aire, o lumbres que en el
cielo resplandecéis, testigo sois de mis llantos, decidme si sabréis ¿Hasta cuándo
durará mi vida atormentada? Más que consuelo puede haber para mí, que estoy
puesta entre dolores, cuales son la muerte de mi padre y vida de mi madre”. Entre
dientes, y aquí entre nosotros, ¿Cómo podré yo hablar de otra cosa sino de mis
males, viendo que es mi señor quien mató a mi padre? Viendo que se sienta en la
vida real donde él se sentaba, viendo que mi madre me aborrece por ser yo
piadosa, viendo que me dice injurias intolerables, amenguándome por ser hija de
mi padre, maldiciendo mi nacimiento, aborreciendo mis lágrimas, deseando mi
muerte”.

Heith_ Ah, siempre me ha gustado el teatro. El teatro me ha dado todo. Aunque el


destino se ha interpuesto, puedo asegurarles que nadie me detendrá. Y aunque mi
corazón esté lleno de amarguras aún tengo salvación. Todavía sobreviven en mi
viejos recuerdos de viejos éxitos, como aquel interesante personaje de mis
comienzos, en una obra estrenada en aquel esplendoroso Ateneo de Caracas, con
aquel hermoso director, Horacio Peterson, él nunca me amó y aunque se lo hice
saber, me quería muchísimo, pero no como su mujer.

(RECITA UN MONÓLOGO. HACE COMO UNA ENRADA AL VESTIBULO DE


UNA CASA.)

Señora Helseth_ Señorita el coche está preparado, (MIRANDO EN TORNO SUYO.) Han
salido, ¿Han salido juntos a estas horas? ¡Cualquiera diría! (VA MIRA AL
VESTÍBULO Y VUELVE.) En el banco, no, ¡Oh no¡ (SE ACERCA A LA
VENTANA.) ¡Jesús! (SE SANTIGUA.) ¿Qué es aquello blanco que veo allá? ¡Que
Dios nos asista! ¡Los dos en la pasarela! ¡Tened cuidado con la corriente! ¡Tened
piedad de mí! ¡No me asustéis! (DIRIGIENDO SU MIRADA AL CIELO.) ¡Tened
piedad de los pobres pecadores! Se abrazan delante de todos, han quedado al
descubierto. (DANDO UN GRITO.) Ay, caen los dos al torrente del río.
(INTENTA AYUDARLOS DESDE LA VENTANA.) ¡Socorro, socorro! (VACILA.
SE APOYA SOBRE EL RESPALDAR DE UNA SILLA Y APENAS PUEDE
MURMURAR.) No, no hay socorro posible, el río se ha apoderado de los amantes.
Heith_ Estas escenas me daban mucha tristeza, es que casi todas estaban inspiradas en
mi vida, la escena anterior es parte de una obra de Herik Ibsen, en estos momentos
no recuerdo el nombre de la pieza, la pieza hablaba de mí, mis amigas me
miraban, ese es tu destino, pero no, no me eché a morir por un artista, era el teatro
lo que amaba, hoy vine a despedirme, pero siento que no me puedo ir. Ayer por
ejemplo me llamo Rodolfo Santana. Quiere que actúe en una de sus obras. Se
llama (PIENSA, MIENTRAS PIENSA.) Santana no sabe en las condiciones que
estoy. No se lo voy a decir. Él y yo nos comunicamos por correo electrónico. Nos
conocimos hace 20 años. Si, no lo voy a negar, me atrajo al instante. Su poder de
convicción fue suficiente. Pero no era amor, era atracción dramatúrgica. Soy
Santanera. Me gusta su teatro. Ah, ya recordé “Los Criminales”.

(SUENA UN TIMBRE, VOCES DE GENTE DE TEATRO PREPARÁNDOSE PARA LA


ESCENA.)

Heith_ Es el segundo llamado, lástima no es para mí, es para la nueva generación que se
prepara, pero no me quedaré atrás, esperen muchachos y muchachas, ha llegado la
reina del teatro, aún estoy viva, vengan compartiré con ustedes. (SILENCIO
ABSOLUTO, DISIMULA.) Están tan ocupados en sus cosas, que ni me vieron,
pero no importa, cuando regresen del escenario, yo estaré aquí. Y entonces
hablaremos. (RÍE. SE OYE EL SONIDO DEL COMIENZO DE UNA OBRA.) Ya
comienza el nuevo espectáculo, lo veré desde uno de los laterales. Me gusta ver el
entusiasmo de los jóvenes. Vamos pues a ver las nuevas estrellas del teatro
venezolano.

(SE RETIRA CON SU BASTÓN, LO CUAL HACE CON CIERTA DIFICULTAD.


OSCURIDAD LENTAMENTE.)

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