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¡AY, CANARIAS MIA!

Autores: Carmelo Alcántara, Fernando Navas y Juan Ramón Pérez


INTRODUCCIÓN:
Suena “Tartanero”
En el patio de doña Lola, cuatro sillas preparadas.
Lola: (Cantando) “A mí me gusta el sancocho, la pella de go o y el mojo… picón”. (Con
sigilo y discreción se acerca a la boca del escenario) Buenas noches, señoras y señores,
por allí me están saludando, buenas noches señora, qué tal, ¿cómo está? Mi nombre es
Sofía Loren, “pa tos ustedes”. Bueno, no. Esta es una broma para romper el hielo. Ahora
en serio: mi nombre es Lola Cabrera Cabrera, soy actriz consagrada. Actriz por la gracia
de Talía y Melpómene, musas y diosas del teatro, que me han dado esta gracia que yo
tengo; y consagrada por el tiempo y los años, que ya son bastantes. Ustedes dirán que
qué hago yo aquí, como quien no quiere la cosa, alegeteando con ustedes, en lugar de
empezar con la obra, pero es que hoy se me revolvía la conciencia y me dije: ¿por qué
no vas y te presentas, Lola? A ti y a tus compañeras del teatro. Porque claro, venir aquí
por el morro, sin más ni más, y hacer la obra, pues no me gusta, mi niña de verdad, me
siento incómoda. Así que he hoy he venido y lo he hecho. Y ya está. Y entonces…, pa no
cansarlos mucho a tos ustedes, resurta que la compañía esta de teatro, profetas de
mueble bar, ha querido pone en escena esta obra tan bonita que se llama: ¡Ay Canarias
mía! Es una comedia dividida dos actos. El primero se llama “La hija de Maruquita la de la
tienda”. Después viene un entreacto que se llama “La muda” y ya sabrán por qué, y luego
el último de todos, claro está, se titula “Debelingo”, precioso, a mi me encanta, y claro, la
compañía de teatro profetasdemueblebar pues me escogió a mi por tal y como yo soy. Y
me dijo: Lolita. Le digo: Señora, Digo: dígame. Usted está aquí para hacer este personaje
tan bonito por ser como es usted. Yo: ¿Seguro? El: Sí. Digo: Bueno, está bien, si usted lo
dice. Pero yo me aliaba toa. Me dice: su personaje Lolita es de… Verá, se lo voy a
explicar, su personaje es de Fuerteventura, aunque ahora vive en la Gomera. Pero yo vivo
en Santa María de Guía, nací allí. ¿Qué tiene que ver eso con la obra? Me liaba toa. Pero
déjame ver el guión. Y no veas, encima pedazo de guión, venga a leer textos y textos. Al
nal me lo aprendí y decía lo que me da la gana, después. Pues ahí está, yo sí.
Mis compañeras no saben nada de esto, seguro. Están toas esperando abajo y ni se
enteran. Pero bueno, yo ahora me voy a marchar, como la que no quiere la cosa. Me voy
a esconder ahí detrás y voy a empezar la obra como si aquí no hubiera pasado nada.
Ustedes, por favor, no le digan a nadie lo que ha pasado. ¿Vale mis niños?. (Saluda, besa
y se va.)
(Comienza de nuevo) “A mí me gusta el sancocho, la pella de go o y el mojo…”
Frasca: ¡Lola!

Lola: Frasca mi niña, ya sabía que tú no ibas a faltar….



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BRINDIS 1

DIVORCIADAS Escena I

Beatriz (Fuma un porro por… ¿primera vez?)...Si me quería arrojar a la vía, del tren, no
era por mi divorcio ¡Por favor!
Mira, nada es eterno. Haces lazos y los deshaces en el mismo momento en que sabes
que tienes que vivir toda tu vida. Toda. No por partes. (Fuma de nuevo) Nada dura,
entérate de una vez. Nada dura. Nada. Ni esto (Lo apaga en un cáliz de Meche con gran
escándalo de esta)
Cuando una se va a matar no piensa en eso. Piensa en otras cosas. Ves tu vida en un
hilo. Ves todos los años que has vivido, y no ves nada. No ves nada atractivo. Una no
piensa nunca que se va a matar hasta que, de pronto, todo surge como una posibilidad.
¿Por qué pensé en algo tan terrible?
(Pausa)Creo que no lo sé. Bueno, sí. Quizás la razón, bueno, una de las razones fue…
Fue una mujer. Eso es. Una mujer. Mi ex no tiene nada que ver. Ella debía tener unos
veinticinco años. Vestía muy en serio, muy elegante. Era tan hermosa. Me tropecé. Tenía
prisa. Llevaba una cartera, miraba el reloj y … tenía prisa. Eso es todo. Entonces miré mi
aspecto y supe que esa mujer era la mujer que yo quería ser. Una mujer con prisa.
Prisa..prisa...

Me casé muy joven, contra la voluntad de toda mi familia. No sabían de mi embarazo. Una
maravilla dramática. En ese momento tuve que dejar la universidad. Y los planes. Yo que
soñaba con un escritorio y un secretario, tuve que conformarme con verle los primeros
pasos y cambiarle la ropita por primera vez.

El niño creció, se comió todos los ahorros mientras yo… yo hacía cursos. Me acostaba
con mi marido. Vivía pensando en las salidas al cine, en los amigos esporádicos, me
especialicé en adornos orales y en mil y una maneras de preparar la carne frita, asada,
cocida, sancochada, al horno, a la brasa, a la sal, a la costra, a la pimienta, al ajillo, al pil-
pil, al chilindrín, al chilindrón, con tomate y en su punto . Se me fueron los años viendo
televisión. Porque yo soy sólo un teléfono apagado, sin llamadas. Un despertador
sonando a la misma hora (Pausa.) ¿No queda más de eso?

Beatriz No me dejó él. Lo dejé yo. Lo dejé. Lo abandoné. Me fui. (Se la quedan mirando)
Pero eso no importa…No creo que quieran saberlo… Mientras estaba casada, conocí a
gente que me gustaba, hombres que me atraían. Y pensaba en cosas que quería hacer
pero que ya no podía. El cambió. Ya no había el mismo trato. Desde mi más tierna
infancia a mí me criaron dándomelo todo. Desde pequeña, siendo importante, recibiendo
cariños y atenciones. Nunca nadie me dijo que podía ser una segundona. ¿Que cómo

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pude hacerlo? ¿Cómo tuve valor para dejarlo? Porque era un maniático que lo único que
le importaba era que el baño estuviera seco. Me levanté una mañana, abrí los grifos,
agarré al niño y lo dejé solo, con el baño inundado de agua. ¡Soy una mujer con ganas de
sentir! ¡De vivir! De liderar mi camino. ¡No quiero ser una segundona!

APARICIÓN SARA GUERRA

VIDEO LAS ÚLTIMAS ALBAS

DELIRIUM BORRACHO

BRINDIS 2

LAS CRIADAS. JEAN GENET.

LA SEÑORA.
Miguel A. Gallardo. 
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Escenario: 1 mesa + 1 teléfono. 1 Sillón o silla.
Música: Edith Piaf: “Non, je ne regrette rien”. 15 seg.+-.Baja a silencio mientras entra la
Señora.                                                 
La Señora: ¡Solange!, ¡Claire!  
¡Cada vez más ores! ¡Son horribles… de un color rosado, deprimente, empalagoso! 
Estas Criadas están locas, ¡Solange!,  habrán ido al mercado central, antes del amanecer,
para comprar las más baratas. ¡Tanta amabilidad y tantas rosas para un ama indigna
cuando a él lo tratan como a un criminal!  Ya no tengo esperanza. Esta vez sí está en la
cárcel. ¡En car-ce-la-do!   Durmiendo sobre la paja húmeda del calabozo, solo, sin
alimento, sin tabaco, sin nada;  y estas atrasadas me hacen un altar de ores. Siempre
que vuelva a casa mi corazón latirá con esta terrible violencia y un día caeré redonda,
muerta bajo sus ores. Puesto que están preparando mi tumba, puesto que desde hace
días van acumulando en mi habitación ores fúnebres.  
Toda la noche vagué por los corredores. Las cárceles están atestadas de criminales
peligrosos, y él, que es la misma delicadeza, tendrá que vivir con ellos.   Vi hombres
helados, caras de mármol, cabezas de cera, pero pude entreverlo muy de lejos y le vi
desaparecer entre los gendarmes.
La gente no sabe lo que es una cárcel. Estoy destrozada.
¡Qué suerte tienen de estar solas en este mundo!  La humildad de su condición les ahorra
muchas desgracias.
Él no es culpable, pero si lo fuera yo me haría su cómplice. ¡Con qué alegría aceptaría
llevar su cruz, de cárcel en cárcel. Le acompañaría hasta la Guayana, hasta Siberia, haría
sus trabajos forzados.
Esta monstruosa desdicha me hace tomar conciencia del amor que le tengo. Y estoy
dispuesta a luchar.
¿Quién es esa policía infernal que dispone en mi casa de espías misteriosos? ¿Quién
pudo haber mandado esas cartas?
¿Quién puede ser lo bastante malo como para castigarme? Y castigarme, ¿por qué?  Solo
pienso en hacer felices a los que están en torno mío. Lo único en que pienso es en hacer
el bien. ¿Quién pudo urdir tal conspiración?
A partir de hoy dejo de ser el ama que merece compasión. Sus gemidos me serían
insoportables. Sus amabilidades me fastidian. Me agobian. Nunca son cariñosas.

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Pero son casi mis hijas. Con ellas la vida me resultará menos triste.   Nos iremos al
campo. Y más tarde les dejaré todo lo que tengo, aunque no les falta nada.  Tan solo con
mis antiguos trajes podrían ir vestidas como unas princesas.
A partir de hoy observaré un luto aún más suntuoso que el de su muerte.                        
(Suena el teléfono)  
Alló!! ¿Cómo? ¿Libre? ¿En el Boliche? ¡Allá voy! ¡Esta noche beberé champan!
¡Solange, Claire, quitad esas ores de mi vista!  
Música: Edith Piaf: “Non, je ne regrette rien”.  (MUTIS)
 (4 min.+-)
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(1): Para facilitar atrezzo: suena móvil que lleva en el bolso, así no haría falta ni mesa, ni
teléfono; solo Sillón o silla clásica.    (Lo que consideréis)
·      Llevo la música grabada en un pendrive, aunque os la envío junto al texto.
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JUEGOS DE AMOR Y AZAR

(Una de espadas)
 
Dorante.- Todo lo que ocurre, todo lo que a mi mismo me sucede es increíble… Bien
quisiera ver a Lisette y conocer el éxito de la gestión prometida cerca de su dueña para
sacarme del apuro. Vamos a ver si puedo encontrarla a solas.
Mario.- Esperad, Burguiñón, he de deciros unas palabras.
Dorante.- ¿En qué puedo serviros, señor?
Mario.- ¿Requerís amores a Lisette?
Dorante.- Ella es tan amabble que sería difícil no hablarle de amor.
Mario.- ¿Cómo recibe vuestras insinuaciones?
Dorante.- Ella se divierte.
Mario.- Tienes ingenio; ¿no te haces el hipócrita?
Dorante,. No; más ¿qué os importa eso? Suponiendo que Lisette alentase amor por mi…
Mario.- ¡Alentase amor por él! ¿De dónde sacas esos términos? Tenéis un lenguaje muy
hermoso para un muchacho de tu clase.
Dorante.- Señor, no sabría hablar de otra manera.
Mario.- Al parecer asediáis a Lisette con delicadezas… En imitación el hombre de
condición.
Dorante.- os aseguro, señor, que no imito a nadie; pero sin duda no vendríais a propósito
para tildarme de ridículo, y tendríais algo más que decirme. Hablamos de Lisette, de mi
inclinación por ella y del interés que os tomáis.
Mario:- Por el tono de la réplica se vé que estáis celoso! Moderaos un poco. Me decíais
que suponiendo que Lisette alentase amor por vos… ¿Y luego?
Dornte.- ¿Por qué insitís, señor?
Mario.- Porque a pesar de la despreocupación con que os hablo, me molestaría mucho
que ella o amase. Con que, sin más explicaciones, os prohibo enamorarla, no por mido a
que os corresponda, que para eso me parece su corazón demasiado altivo, sino porque a
mí me disgusta tener a Burguiñón por rival.
Dorante. Os creo, pues Burguiñón, por más Burguiñón que sea, no está contento de que
vos seáis el suyo. Pero, señor, usted la quiere de verdad?
Mario.- Lo su ciente para unirme seriamente a ella cuando halla tomado ciertas medidas.
¿Comprendes lo que esto signi ca?
Dorante.- Si, creo imaginármelo. Así ¿sin duda seréis amado?
Mario.- ¿Qué os parece? ¿Acaso no lo merezco?
Dorante.- ¿No esperareis de vuestro rival el elogio?

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Mario.- Lisette sabe muy bien que la quiero, y no parece muy sensible; pero espero que la
razón me ganará su afecto. Adiós; retírate en silencio. Tu librea no es propicia para
inclinar la balanza a tu favor y no estás a la altura de luchar conmigo.

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CENICIENTA

ESCENA I
 
HERMANASTRAS, CLORINDA Y TISBE: (Canción)
 
Cenicienta: A lavar
Cenicienta: A planchar
A coser
A pulir
y a fregar
En n: a limpiar, a limpiar hasta reventar, ja-ja, ja-ja. (se ponen a bailar)
 
Y un vestido a cada una nos harás
Porque al baile de palacio hemos de ir
El príncipe nos invitó a bailar
y una joven como esposa escogerá
Pero tú no irás, pero tú no irás, de tu cocina no saldrás, ja-ja, ja-ja.
 
Cenicienta: A lavar
Cenicienta: A planchar
A coser
A pulir
y a fregar
En n: a limpiar, a limpiar hasta reventar, ja-ja, ja-ja.
 
 
ESCENA IV
 (El primer premio a la bondad.)
 

IMAGEN SONIDO
CERRADO SOBRE CENICIENTA Canción: Triste y perdida
 
Cenicienta friega el suelo, sola y triste llora, se lamenta de lo desgraciada que es.
 
CENICIENTA: (Canción)
Triste, perdida y sola
Que por no tener
Ni tengo nombre
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Cara sucia
Cenicienta
Trapo viejo
Polvorienta
 
Nunca les vi la gracia
Son adornos que me hacen mal
Todo para esconder
Ese nombre que ya olvidé.
 (Llora)

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CORREDERA

JUAN: No señor, cuando maté a Trujillo yo no estaba borracho. Habría sido falso alegar
eso de que «el acusado actuó bajo los efectos del alcohol». De acuerdo que «el Faro de
Maspalomas» y yo íbamos algo cargaditos de ron. Habíamos estado echándonos rones
por ahí desde media tarde hasta llegar a las tres y pico de la madrugada al bar de
Santana, «el Moño». De acuerdo que el Faro y yo habíamos bebido mucho, pero lo que
pasó es que si yo tengo mi buen aguante y nunca pierdo el tino... por contra, el Faro...
FARO (Llamando con evidentes síntomas de embriaguez.): Juanillo...

JUAN: El Faro todo lo que tiene de cuerpo lo tiene de noble, como buen luchador que es.
Ahora bien, cuando se le va la mano con las copas se vuelve perretoso como un chiquillo
chico.
FARO: ¡Juanillo, corre, Corredera!

JUAN: Como un chiquillo chico de ciento veinte kilos y a quien no se le puede llevar la
contraria.

FARO: Pare el carro, caballero. ¿Adónde va usted? Siéntese aquí, a mi vera, carajo.

JUAN: Ahí estábamos el Faro borracho y yo. Pero, como le digo, lno puede pegársele la
culpa solamente al ron.

FARO: Esta tierra que está cayendo no hay cristiano que la aguante (Bebe.). JUAN: Algo
tuvo que ver el viento del sur y la calima que estaba cayendo esa noche.

FARO: Esta jodida panza de burro y todos los moros sacudiendo las alfombras en el
Sáhara. (Llamando.) ¡Juan! ¿Estás sordo? (Llena de nuevo su vaso.) JUAN: (Se quita el
brazo del cabestrillo y con el pañuelo se seca el sudor del cuello.) Este viento y esta
calima del desierto borra las calles, las casas, las montañas, el mar y hasta la cara de la
gente. Y le deja a uno la garganta reseca y como una pellita de go o amargo pegada al
paladar. Un regusto espeso en la lengua, como de tierra muerta.

FARO: Fuerte tolete, pues bebe para que se te quite, carajo.

JUAN: Me voy a casa, puntal.

FARO: ¿Qué prisa tienes por irte a dormirla?

JUAN (Al público.): Tenía la prisa torpe de un sonámbulo que no encuentra echadero,
porque todo as xia y todo da calor aunque sea noviembre.
(JUAN se acerca a la mesa donde está sentado el faro.)

FARO: De aquí usted no se me mueve hasta echarnos la arrancaílla. Venga, que el vaso
lleva ahí media hora esperándote.
(JUAN se sienta coge el vaso y brinda con el FARO.)

JUAN (Como para sí, sin que lo oiga FARO.): También empujó el dichoso antojo del Faro.
(Bebe.)

FARO: ¿Sabes lo que te digo?

JUAN: Que ya hemos echado la arrancaílla y toca recogerse. (Saca unas monedas y las

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deja sobre la mesa.)

FARO: Sí señor, ya es hora, pero antes nos pasamos por la lonja del Trujillo, que ese ya
está allí preparando todo el tinglado para mañana y nos va a despachar unas lascas de
carne por cuenta de la casa.

JUAN: Yo no voy, Faro.

FARO: Tú si vas, Corredera.

JUAN: No voy.

FARO: Porque tú lo digas. Y después echamos para mi casa, y Carmela nos prepara la
carne y cenamos, que tengo más hambre que el perro de un ciego. JUAN: ¡Qué vas a
levantar a tu mujer a estas horas para que te haga de comer!

FARO: Mira, Juan García, en mi casa los pantalones los llevo yo ¿estamos? Y si yo lo
mando, la Carmela se levanta cantando una folía y nos hace la cena ¿estamos?

JUAN (Haciendo amago de irse.): Faro, que yo no tengo hambre, y ya bastante tendrá
Carmela con aguantar la templadera que le llevas. Así que me marcho a dormir.

FARO (Deteniéndolo.): ¿Qué te marchas a dormir? ¿Qué te marchas a dormir?
Escúchame: tú te vienes ahora conmigo, que donde voy yo, va mi compadre el Corredera
¿estamos? Y no te me pongas farruco que si no te levanto para el aire. (Lo agarra al
modo de lucha canaria.) De cadera, Corredera; de pardelera, Corredera; de cogotera,
Corredera...

JUAN: Pejiguera de hombre.

FARO: De pejiguera también, o de lo que sea, pero te levanto, carajo, (Lo levanta.) que a
mí un hermano no me hace el desprecio este.
(Pausa.)

JUAN: Está bien, Faro. Suéltame. (El FARO lo suelta y sonríe.) Pero te advierto
que a mí no se me ha perdido nada en la lonja del mierda de falange ese. FARO: ¡Amigo!
Conque es eso.

JUAN: Yo me quedo esperándote fuera.

FARO (Caminando con JUAN hacia la lonja.): Vale, como quieras. Pero no te hagas mala
sangre, Corredera, conforme en que el Trujillo fue un cabrón falangista, pero eso pasó
hace mucho. Y además, por qué te crees tú que se hicieron falanges el Trujillo y otros
listos como él, ¿eh?, ¿por qué? Pues para ponerse bien puestos después de la guerra;
unos en el banco, otros en correos, otros en el ayuntamiento, otros de guindillas, hasta a
los se quedaron lisiados en el frente los enchufaron como serenos. ¿Y el Trujillo? ¿El
Trujillo iba a ser el más bobo? Pues no señor. El Trujillo de matarife por cuenta ajena llegó
a ponerse una carnicería en la mismita plaza de San Gregorio. ¿Cómo te quedas? ¿Eh,
Juanillo, cómo te quedas? ¿Quién carajo es más tolete, el Trujillo o unos pobres diablos
como tú y como yo? (Pausa.)
JUAN: Hay cosas que tú no sabes, Faro, y es mejor no zangolotearlas. FARO: Ahí
estamos. Pero una cosa te digo yo...

JUAN: No me digas nada, que ni falta que me hace saberlo.
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FARO: Pues te digo que él sabe que yo sé, Juanillo, que yo sé muchas cosas,
¿comprendes?, que yo sé lo que hay y él lo sabe. Ahí sí que yo soy más listo que él y por
eso me tiene miedo y me despacha por mi cara bonita, de gratis. Así que no te envenenes
y tira derechito para adelante.
(Pausa. FARO se acerca a TRUJILLO. JUAN queda a distancia de ellos.) FARO: Buenas
noches, Trujillo.

TRUJILLO: Hombre, Faro, para mí ya son buenos días. ¿Qué se te ofrece? FARO: Pues
mira, Trujillo, resulta que iba de retirada y pasaba por aquí y vi la luz encendida por debajo
de tu puerta y entonces me dije para mí: «Ya está ahí el amigo Trujillo, pegado al trabajo».
JUAN: Yo me quedé fuera, en el viento y en la calima. Y no sé si eran el viento y la calima
o era su voz lo que me estaba as xiando.

FARO: Y entonces también me dije: «Chacho, Faro, aprovecha y que te despache ahora
mejor que mañana, carajo, que seguro que cuando te levantes del catre el hombre ya
tendrá echado el cierre».
JUAN: El viento y la calima habían borrado la calle, la lonja, la cara de Trujillo. TRUJILLO:
Algunos madrugamos para levantar el país.

JUAN: Todo se había borrado menos su voz.

TRUJILLO: Dime, Faro, ¿qué quieres que te ponga?
FARO: De eso mismo que estás cortando, un kilo, si puede ser, que este cuerpito mío no
se mantiene del aire.

JUAN: La culpa fue de su voz y de que yo siempre llevaba la pistola encima. TRUJILLO:
Lo que haga falta.
FARO: ¿Te pago ahora, Trujillo, o mejor me lo apuntas?

JUAN: La culpa fue de todo lo que yo quería a mi hermana Pino.
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Corredera Miguel Ángel Martínez
TRUJILLO: Apunto y fuego, ¿no?

FARO (Ríe.): Eso estuvo bueno, para que luego digan que no tienes tus salidas, Trujillo.

JUAN: Y de que ese hombre le partió la cabeza con la culata de otra pistola cuando no
tenía nada más que diecinueve años.

TRUJILLO (Retórico.): ¿Cómo voy yo a cobrarte, Faro?

JUAN: Yo no quería entrar, pero aquella pistola seca y caliente en mi bolsillo me estaba
pidiendo a gritos diecinueve tiros.

FARO: Esa es una buena pregunta.

JUAN: Uno detrás de otro.

FARO: ¿Cómo vas a cobrar a un amigo que tan bien te guarda las espaldas y los
secretos?

JUAN: La pistola me estaba quemando en la mano.

TRUJILLO (En sentido ambiguo a FARO): ¿Un amigo? Lo que estás hecho es un
sinvergüenza.

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FARO: A buen oidor...

JUAN: Uno detrás de otro.

TRUJILLO: Y a palabras necias...

JUAN: Y en la boca la calima ya me sabía a pólvora.

FARO (Ríe.): Ahí has estado mejor todavía, sí señor.

JUAN: Uno detrás de otro.

TRUJILLO: Un sirvengüenza es lo que estás tú hecho.

JUAN (Avanzando hacia TRUJILLO.): El sinvergüenza eres tú.
(Pausa.)
TRUJILLO: ¿Quién me dice eso?
JUAN: ¿No me conoces, Trujillo?

TRUJILLO: Claro que te conozco, Corredera.

JUAN: Pues desde este momento no vas a conocer a nadie.

(JUAN Dispara una vez a TRUJILLO, luego otro tiro lo hace caer. Después, impasible,
vacía su cargador sobre el cuerpo de TRUJILLO en el suelo. Oscuro.)

PROCESIÓN

JUAN CARLOS DE SANCHO Y COLABORADORES

MISERICORDIA

16. Los ricos


(OBDULIA ayudada por PONTE y otros auxiliares sitúa diversos elementos de atrezzo en
la escena… un reloj de pared, nuevo sillón, una mesita..., una bandeja.. ores.. Mientras
lo hace, canta con voz templada la copla de La zarzamora. Cuando esté todo ubicado,
entra DOÑA PACA con servicio de té. Llevan unos atuendos nuevos y elegantes.
Evidentemente, su expresión ha cambiado radicalmente gracias a la riqueza que les ha
reportado la herencia. PONTE calza unas ostentosas espuelas de oro y lleva un reloj de
bolsillo del mismo material en la mano, que consulta de vez en cuando, como si esperase
con cierta impaciencia que se cumpla una hora próxima.)
OBDULIA:

En en café de Levante entre palmas y alegrías,
cantaba la Zarzamora;

se lo pusieron de mote porque dicen que tenía
los ojos como la mora.

Le hablo primero a un tratante, y olé,

y luego fue de un Marques

que la llenó de brillantes, y olé,

de la cabeza a los pies.

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Decía la gente que si era de hielo,

que si de los hombres se estaba burlando,
hasta que una noche, con rabia de celos,

a la Zarzamora pillaron llorando.
¿Qué tiene la Zarzamora

que a todas horas

llora que llora por los rincones,

ella que siempre reía

y presumía de que partía los corazones?
(Entra Doña Paca con un auxiliar que porta bandeja de té)
De un querer hizo la prueba

y un cariño conoció

que la trae y que la lleva

por la calle del dolor.

Los amencos del colmado

la vigilan a deshora

porque se han empestillado

en saber del querer desgraciado

que embrujó a la Zarzamora.
DOÑA PACA: Por Dios, hija mía, ya he perdido la cuenta de las veces que te he dicho que
te quites las dichosas coplas de la boca. No casan bien con nuestra posición y nuestro
nuevo vecindario. ¿Usted que dice, don Frasquito?

PONTE: Querida prima, yo le a rmo que no le falta razón en tal extremo, mas le con rmo
a usted, por la tangente, adorada Obdulia, que su prodigiosa voz no se aparta una
corchea de la que hizo celebérrima a la soprano italiana Marianella Serengueti. Aún me
parece verla en la Ópera de París interpretando el papel protagonista de aquella obra
maestra intitulada Adiós, Cleopatra, adiós. Sus dos de pechos andantes y
maestosisísimos en el momento en que la ejecutan ponían los pelos como escarpias.
DOÑA PACA: ¿Cleopatra ejecutada?

PONTE: Por orden de Napoleón Bonaparte, que ya andaba por allí echándole el ojo
desde las Pirámides.

DOÑA PACA: ¿Napoleón?

PONTE: No se asombre, prima, tamaños dislates padecen las adaptaciones libertinas
incluso en los mejores teatros. (Se dispone a servir el té) En n, en el clímax del aria nal,
intitulada Il rebanato dil mio pescozzo, la Serengueti derrochó tal cúmulo de sentimientos
y desató tal cantidad de decibelios que se resquebrajaron las lentes de mis gemelos, y
eso que yo ocupaba el elevado palco de honor, por cierto a la vera de mi amantísima...

OBDULIA (Obnubilada.): ¡La emperatriz!
PONTE: La mismísima Eugenia de Montijo, que admirablemente vestía y mejor calzaba.

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OBDULIA: Entonces, don Frasquito, ¿usted cree que mi voz y la de esa señora italiana?

PONTE: Le rea rmo que tal el trino de un ruiseñor comparado con el de otro ruiseñor.
(Silencio. OBDULIA se queda ensimismada. PONTE, al percatarse de ello, prosigue
rápidamente.) Lamentablemente, la humildad de la diva fue tan superlativa a lo largo de
toda su vida que nunca permitió que le tomasen retrato alguno y mucho menos que la
grabasen en esos discos modernos.

OBDULIA: ¡Qué pena!

PONTE: En n, niña mía, si usted tomase lecciones de bel canto, otro gallo, mejor dicho y
valga la redundancia del cacareo, otra gallina le cantaría.

OBDULIA: Ah, no, eso sí que no. Más lecciones no. Bastante tengo con el condenado
francés que me traba la lengua y me hace arrugas en la trompetilla de los labios y con ese
bendito piano que me enreda los dedos y estropea las uñas.

DOÑA PACA: Eso tiene ser una señora de postín.

PONTE (Mostrando las espuelas doradas.): En n, fíjese usted en mí.

OBDULIA: Qué espuelas tan bonitas.

DOÑA PACA: Le hacen juego con el reloj.

PONTE: Porque el oro del que están hechos lo uno y lo otro une las dos pasiones de la
que fue mi primera edad dorada: la relojería suiza y el arte ecuestre. Si usted me viese
montar en mis tiempos mozos, Obdulia...

DOÑA PACA: ¿Es que no tuvo bastante con el costalazo que se dio la semana pasada?

PONTE: La falta de práctica... y una confusión en el último momento.

DOÑA PACA: ¿De usted o del caballo?

PONTE: El noble equino no tuvo culpa alguna. En n, les ilustraré. Hay dos modos de
montar: o bien a la española o bien a la inglesa. Dependiendo de la modalidad, el jinete
debe subirse al equino o bien por babor, o bien por estribor.

DOÑA PACA: Y usted se confundió.

PONTE: Efectivamente.

DOÑA PACA: Y hombre al agua.

PONTE: Al agua no, pero casi. Por fortuna caí sobre una proverbial bala de heno que la
mano de Dios puso allí para que no me descalabrase.

OBDULIA: ¡Qué susto, don Frasquito!

PONTE: Y en eso quedó, en un susto. En n, como se dice que donde hubo fuego todavía
arden brasas y como montar en equino es lo mismo que hacerlo en velocípedo, es decir,
que nunca se olvida, hoy he cabalgado hasta el Pardo.

OBDULIA: ¿Hasta el Pardo?

PONTE: Hasta las mismas puertas de la Casa de Misericordia.
(Silencio.)
OBDULIA: ¿Y vio usted a Benina?

PONTE: Y tanto que la vi.

OBDULIA: ¿Y cómo está?

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PONTE: Ustedes mismas, señoras mías, podrán comprobar en breves instantes cómo se
encuentra la señora Benigna, siempre y cuando sea tan puntual como este artefacto
alpino.
DOÑA PACA: ¿La han soltado?
PONTE: En n, digamos que he realizado algunas gestiones para su
desenclaustramiento. (Autosu ciente.) Doña Paca, no hay cerradura que se resista a la
ganzúa de metal de curso legal. Como que el dinero es la llave de San Pedro en la Tierra.
(Suena la campanilla la puerta. Todos se levantan. La primera, OBDULIA, corre hasta
detenerse bruscamente ante BENINA, que está más avejentada y desastrada que nunca.
Silencio.) En n, señoras, como ustedes tendrán mucho de que hablar, servidor hace
mutis por el foro.
(Se va PONTE.)


(Opcional, en principio terminaría la escena de los tres en el mutis anterior)


 
DOÑA PACA: Benina, bienvenida seas, pero antes de que entres en casa hay que
fumigarte y ponerte en la colada.

OBDULIA: Tantos días entre pobres inmundos, ¡pobre Nina!

BENINA: Me han sucedido cosas que no le quiero contar por no a igirlas, señoras.

DOÑA PACA: Gran a icción fue saberte mendicante en la corte de harapientos de San
Sebastián, pero como Dios enseña que debemos perdonar las faltas cometidas a causa
de la necesidad, yo te perdono. No obstante, y para que todo se hable, la puntilla del
descabello fue te arrimaras a un morazo que vete tú a saber con qué sortilegios te hizo
olvidar las buenas costumbres y los santos principios. Dime: ¿le has dejado ya?
BENINA: No, señora.

DOÑA PACA: ¿Le has traído contigo?

BENINA: Sí, señora. Abajo está, esperándome.

DOÑA PACA: ¿Lo traías a casa?

BENINA: A casa le traía porque está enfermo y no le voy a dejar en medio de la calle.

OBDULIA: Tu bondad te ciega y no miras el decoro.

BENINA: No es cuestión de decoro, señora. Almudena me quiere y yo le miro como un
hijo. DOÑA PACA: No hay nadie como tú para retocar las faltas hasta conseguir que
parezcan perfecciones.

OBDULIA: Pero te queremos, Nina, y a ti no te faltará qué comer ni cama en que dormir.
Nos sostuviste en nuestra adversidad.

DOÑA PACA: Sí, has sido buena, pero no abuses. No me digas que vuelves a casa con el
moro de los dátiles porque creeré que te has vuelto loca.

BENINA: A casa le traía, sí, señora. Por la misma caridad con la que recogí a don

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Frasquito Ponte de la calle y lo llevé a la pensión de doña Bernarda. Si hubo misericordia
con uno ¿por qué no ha de haberla con el otro?¿O es que la caridad es una para el
caballero con levita y otra para el pobre desnudo? Yo no la entiendo así, y si a él no le
admite, será lo mismo que si a mí no me admitiera.

(En las siguientes intervenciones, madre e hija hablarán como si fuesen una misma
persona. Poco a poco se van distanciando físicamente de BENINA, que acabará sola en
escena.)

DOÑA PACA: Yo, bien sabes, que como criatura imperfecta, no tengo la virtud en grado
heroico que se necesita para alternar con la pobretería sucia y apestosa.
Música: Rumiando

OBDULIA: Es cuestión de estómago y de nervios... De asco me moriría, bien lo sabes.

DOÑA PACA: ¡Con la miseria que traes contigo! Aunque yo te quiero, Nina.

OBDULIA: Te quiero muchísimo.

DOÑA PACA: Pero ya conoces mi estómago... Veo una mota en la comida...

OBDULIA: Y ya me revuelvo toda y estoy mala tres días.

DOÑA PACA: Coloca a ese desdichado en buena fonda.

OBDULIA: ¡No!, qué disparate, en el hospital.

DOÑA PACA: No tienes más que dirigirte a don Romualdo.

OBDULIA: Dile de mi parte que yo le recomiendo.

DOÑA PACA: Que lo mire como cosa mía.

OBDULIA: ¡Ay, no sé lo que me digo!

DOÑA PACA: Como cosa tuya.

OBDULIA: Y tan tuya.

DOÑA PACA: En n.

OBDULIA: En n.

AMBAS: Tú verás. 


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LA HISTORIA DE LAS TABLAS

 Fragmento del original:


 
SENADOR: ¡Extranjeros! ¡Esclavos Infames que vestidos con trajes que no son
vuestros ...
GERMÁNICO: Este si es mío.
SENADOR: ... y ocultando el rostro tras una máscara, servís de burla a los demás.
Ofendéis a la noble Roma, ofendéis sus sobrias costumbres, sus recias tradiciones...
VECINA: ¡Soldado!
SENADOR: ¿ Y ahora qué pasa?
VECINA:  Aquí hay más. (El soldado apresa a Marcela que se deja atrapar permitiendo
que sus compañeros huyan con parte de su tinglado)
GERMÁNICO. ¿Ya te cogieron a ti también?
SENADOR: ¡Por el nuevo dios! ¿Es qué nunca desaparecerá esta lacra social, vergüenza
de nuestras calles y plazas, corruptora de la juventud y ofensa de nuestras más sólidas
tradiciones? ¡Oh, dioses todos! ¿Es qué siempre como, como piojos, garrapatas,
repugnantes bichitos, vais los actores, per in secula seculorum, a seguir reproduciéndoos
hasta el nal de los tiempos?
MARCELA Y GERMÁNICO: ¡Amen!
SENADOR: Porque yo, Lucio Acneo...
FILIPO (Disfrazado de anciana): ¡Lucio Acneo... !
SENADOR: ¿Y ahora qué?
FILIPO: Os reconozco.
SENADOR: ¿Ah, sí? No me extraña ... . Soy famoso, soy político.
FILIPO: Sé algo de vuestra esposa que mil denarios me daríais por callar...
SENADOR: ¡Soldado, soldado, quite a esta mujer de mi vista!
 
Al acudir el soldado a la llamada deja libre a Marcela y Germánico que se van llevándose
el resto de su tinglado. Atrapa a la falsa anciana.
 
SENADOR: ¡No voy a poder terminar mi discurso! ¿Por dónde iba?... ¡Ah! Pero yo, Lucio
Acneo, Senador Vitalicio de Roma, digo, como en el pasado dijera, no recuerdo, patriam
romanan reprobam laborem actoris en terra nostra.
ANTONINO (Disfrazado de senador): ¡Senador!
SENADOR: ¡Ave!
VECINA: Lo que me faltaba otro senador.
ANTONINO: Quiero ayudarte. Esta mujer anciana, no es una verdadera anciana, ni si
quiera es mujer, no es más que un actor, un vulgar actor ...

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FILIPO: ¡Corre Soldadito! (Huye)


SENADOR: Cientos, miles de actores pululando por la noble Roma
VECINA: Pues toma. ( Le da soberbio bofetón)
FILIPO (a Antonio): Antonino, vámonos.
ANTONINO: Que las cosas nos vayan bien ... ¡A todos!
            (Se van)
SENADOR: A ver, si al menos, puedo terminar mi discurso ...
 
Llega el soldado y se cuadra ante el Senador
 
SENADOR: Como dijo el divino calvo, Julio Cesar, vini, vidi, vinci. Y lo que es más
importante Alea jacta est.
VECINA: Senador ... ¡Quiero dormir!
SENADOR:  Y yo quiero terminar mi discurso.
VECINA: Me quejaré al Emperador.
SENADOR: ... ¡Nada más!
 
 
PROPUESTA DE VERSIÓN:
 
SENADOR: ¡Extranjeros! ¡Esclavos! Infames que vestidos con trajes que no son vuestros,
y ocultando el rostro tras una máscara, servís de burla a los demás. Ofendéis a la noble
Roma, ofendéis sus sobrias costumbres, sus recias tradiciones… ¡Por el nuevo dios! ¿Es
qué nunca desaparecerá esta lacra social, vergüenza de nuestras calles y plazas,
corruptora de la juventud y ofensa de nuestras más sólidas tradiciones? ¡Oh, dioses
todos! ¿Es qué siempre como, como piojos, garrapatas, repugnantes bichitos, vais los
actores, per in secula seculorum, a seguir reproduciéndoos hasta el nal de los tiempos?
Yo, Lucio Acneo, Senador Vitalicio de Roma, digo, como en el pasado dijera, no recuerdo,
patriam romanan reprobam laborem actoris en terra nostra.
 
Cruza una de las constantes (Hombres de blanco, El novio de La Boda...)
 
Como dijo el divino calvo, Julio Cesar, vini, vidi, vinci. Y lo que es más importante Alea
jacta est.: ... ¡Nada más!


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MALA MALÍSIMA

Mala (apareciendo): Soy Mala Malísima. Soy la más mala del mundo de fantasía. Hasta
las brujas huyen al verme acercar. Cuando voy de paseo los árboles se secan, la nieve se
descongela, el sol desaparece y la luna se vuelve negra. A mí todo eso me da una risa.
¡Ja, ja,ja,ja! (Su risa se transforma en estornudo)


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PLAYING SHAKESPEARE

ENTRA EFECTO MÚSICA 05: HAMLET. TO BE OR  NOT TO BE


LUZ 10: TO BE OR NOT TO BE
To be, or not to be--that is the question:

Whether 'tis nobler in the mind to suffer

The slings and arrows of outrageous fortune

Or to take arms against a sea of troubles

And by opposing end them. To die, to sleep--

No more--and by a sleep to say we end

The heartache, and the thousand natural shocks

That esh is heir to. 'Tis a consummation

Devoutly to be wished. To die, to sleep--

To sleep--perchance to dream: ay, there's the rub,

For in that sleep of death what dreams may come

When we have shuf ed off this mortal coil,

Must give us pause. There's the respect

That makes calamity of so long life.

For who would bear the whips and scorns of time,

Th' oppressor's wrong, the proud man's contumely

The pangs of despised love, the law's delay,

The insolence of of ce, and the spurns

That patient merit of th' unworthy takes,

When he himself might his quietus make

With a bare bodkin? Who would fardels bear,

To grunt and sweat under a weary life,

But that the dread of something after death,

The undiscovered country, from whose bourn

No traveller returns, puzzles the will,

And makes us rather bear those ills we have

Than y to others that we know not of?

Thus conscience does make cowards of us all,

And thus the native hue of resolution

Is sicklied o'er with the pale cast of thought,

And enterprises of great pitch and moment

With this regard their currents turn awry

And lose the name of action.
SALE EFECTO MÚSICA 05: HAMLET. TO BE OR  NOT TO BE
LUZ 11: LUZ GENERAL


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SUICIDIO DE UNA ACTRIZ FRUSTRADA

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LA BODA

(Después de varias intervenciones en que aparecen ambos personajes y gritan:


¡Brindemos!¡Vivan los novios! Y hacen mutis)
 
(En una de ellas:)
Suenan campanas
 
LA HERMANA: ¡Las campanas, señor Mildner ¡Ahora tiene que hablar! (Al público) ¡Pst!
 
estirándose mucho: (Tenemos las sillas que pueden volver a desajustarse para que al nal
del discurso acabe enterrado dentro de una de ellas)
 
Dicen que cuando dos jóvenes se unen en matrimonio -la casta novia (toses de La
hermana) y el hombre curtido por las tormentas de la vida (risas de la hermana)- ¡los
ángeles cantan en el cielo! Cuando la joven novia vuelva los ojos a los hermosos días de
su niñez, tal vez la invada una suave nostalgia, porque ahora va a salir a la vida, a una
vida hostil (la hermana solloza), aunque desde luego al lado de su experimentado marido,
que ha fundado un hogar con sus propias manos – lo que en el presente caso cabe
interpretarse literalmente (esta silla ha sido construida por él)-, para compartir las penas y
alegrías con la elegida de su corazón. Por ello, bebamos a la salud de estos jóvenes, que
hoy, primera vez, se pertenecerán el uno al otro – la señora se rie- (puede ser una sonora
carcajada grabada)- ¡por toda la eternidad!
 
LA HERMANA: ¡Incomparable! ¡Como habla! ¡Tal como un libro! Concretamente la página
85 del libro de Discursos para bodas. Se lo ha aprendido muy bien.
 
EL JOVEN : Y cantemos también en su honor una canción.
 
(Se sube en la silla y queda hundido en ella, mientras canta : “Tengo el corazón
contento...”)
 
(Puede entrar Manolo Artiles con la canción de La boda; la de la panda de borrachos)


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REINA DE LA NOCHE

LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO

Érase que se era,  un tiempo,  un tiempo en las personas hablaban con los animales,
había  un granjero muy afortunado, pues no solo tenía una hermosa gallina que ponía un
huevo cada día, sino que ese huevo era de oro. Por eso, llamaban a la gallina... ¡La
gallina de los huevos de oro! (Sale)
Gallina: ¡Co, co, co, co, cocoroco! Soy la gallina de los huevos de oro, de los huevos de
oro.
Quien sepa cuidarme tiene un tesoro, tiene un tesoro. Soy, soy soy, cocoroco, soy, soy,
soy, cocoroco, ¡azucar! Tengo muy contento a mi amo pues cada día le pongo un huevo
que es un tesoro, que es un tesoro ¡Co, co, co, co, cocoroco! Ya ha amanecido y tengo
hambre. Voy a llamar a mi amito para que me de comer ¡Co, co, co, cocoroco! No viene,
probaré otra vez ¡Co, co, co, cocoroco! No viene. Si tarda mucho más, me quejaré al
sindicato de gallinas. Yo tengo todas mis cuotas pagadas.
Granjero: (Apareciendo) ¡No, no llames al sindicato! ¡Aquí tienes tu comidita! ¡Cooome,
gallinita, cooome! Así te pondrás más fuerte y pondrás unos huevos más gooordos, más
gooordos.
Gallina: Sí, mi amo. ¡Co, co, co, cocoroco! Creo que me ha llegado la hora de poner el
huevo diario.
Granjero: ¡Pues ponlo!
Gallina: (Armando un gran alboroto) ¡Co, co, co, co, cocoroco! ¡Falsa alarma!
Granjero: ¡Pues vaya!
Gallina: No crea que es tan fácil poner un huevo cada día, y menos si es de oro ¡Co, co,
co, cocoroco! Creo que ahora si.
Granjero: ¿Sí?
Gallina: Sí ¡Co,co, co, co, cocoroco! (pone el huevo) ¡Ya está!
Granjero: ¡Oh, un maravilloso huevo de oro! ¡En cestita y todo!
Gallina: Es que yo soy una gallina muy profesional.
(Si no se hace la fábula completa, aquí puede ser un nal)
 
De ese huevo maravilloso saldría un lindo pollito.
Granjero: ¡Quía! ¿Sacar un lindo pollito de un huevo de oro?
Gallina: ¡Mañana pondré otro!
Granjero: ¡Estás loca! ¡Lo venderé! Y con lo que me den por él pagaré los estudios de
Periquín, que ya está en edad de ir al colegio, remozaré parte de la granja, e incluso, si
puedo, ahorraré algo. Ustedes, los animales, no saben lo que vale un huevo de oro... ¡Es
un tesoro!
Gallina: ¡Qué ambicioso es mi amo!

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Granjero: ¡Adiós gallinita! ¡Mañana vendré a por más!
Gallina: ¡Adiós, mi amo! (Sale)
Granjero: Aunque pensándolo bien... ¿por qué tengo que esperar hasta mañana? Si esta
gallina pone un huevo de oro cada día... es porque en la tripa tiene un tesoro. Por qué
tengo que esperar hasta mañana para ser millonario ¡Decidido! Voy a abrirle la tripita  a la
gallinita y voy quedarme con todo el tesoro para mi solo, para mi solo, solo, solo, solo
para mí. (Sale)
Gallina: (Cantando)
Soy, soy, soy, cocoroco,
soy, soy, soy, cocoroco.
Soy la gallina de los huevos de oro,
huevos de oro, huevos de oro.
Quien sepa cuidarme,
tiene un tesoro, tiene un tesoro.
Soy, soy, soy, cocoroco,
Soy, soy, soy, cocoroco.
¡Azúcar!
Granjero: ¡Gallinita, gallinita!
Gallina: ¿Qué querrá ahora? Yo ya he puesto mi huevo diario.
Granjero: ¡Gallinita, gallinita! ¡Pita, pita, pita!
Gallina: Voy, mi amo.
Granjero: ¡Ven gallinita, ven gallinita, que voy a abrirte la barriguita! (Saca una enorme
estaca)
Gallina: ¡¡No, cocoroco!! (Huye)
Granjero: ¡Estate quieta!
Gallina: ¡Socorro, socorro! ¡Mi amo se ha vuelto loco, se ha vuelto loco!
Granjero: Estate quieta, gallinita, que voy a abrirte la barriguita para quedarme con todo
el tesoro que tienes dentro.
Gallina: Yo no tengo ningún tesoro en la barriga.
Granjero: ¡Mentirosa!
Gallina: Si me matas, te quedarás sin tu huevo diario.
 
Granjero: Pero me quedaré de una vez con todo el tesoro.
Gallina: Te equivocas.
Granjero: ¡Toma!
Gallina: ¡Ay, me dio!
Granjero: ¡Toma!
Gallina: ¡Ay!
Granjero: ¡Toma!
Gallina: ¡Ay!
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Granjero: ¡Y toma!
Gallina: ¡Me mató!
Granjero: ¡Ya esta! Ahora, voy a abrirle la barriguita y voy a quedarme con el tesoro para
mi solo, solo, solo, solo para mí. ¡Ja, ja! (La abre) ¡No hay nada!
Gallina: ¡Te lo dije!
Granjero: ¿Adónde vas, gallinita?

Gallina: Yo ahora soy una gallina muerta y me voy al cielo.
 
Granjero: ¿Y mis huevos de oro?
Gallina: Por ambicioso y avaricioso, por querer tener de golpe lo que yo te daba cada día.
Ahora, te quedas sin la gallina y sin los huevos de oro. Adiós, ahí te quedas solo.
Adiós niñas y niños ¡Azúcar!

EL PAYASO DEL CUADRO

INTERVENCIÓN SGAE

PURO TEATRO, CONFETI

LA BARRENDERA

Una vez tirados los confettis, Leo Medina aparece y se indigna.

“Yo no voy a recoger todos esto...¡Ay, cuando venga Doña Lola y lo vea! Porque ella es la
que paga y la que manda. Tanto homenaje, homenaje, homenaje. Yo me voy. No quiero
saber nada… (Mutis falso)

Que no, que es broma. Mi querido Juan Ramón se merece lo que sea y más… pero yo
no recojo esto.

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