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= El diván =

VÍCTOR HUGO RASCÓN BANDA

Sergio habla:
Cuando yo hablo, me gusta que me miren a los ojos, así que… ¿Estamos?. No
hay cámaras escondidas, ¿verdad?, ni grabadoras. (Pausa.) Y no se le ocurra
tomar nota de lo que yo diga. (Pausa.) Qué cómodo diván. Me va a dar sueño.
Cuando voy a la peluquería o al dentista, siempre… Yo no vine aquí por gusto.
Mi novia Estela me obligó. Me puso un hasta aquí. O vas o no vuelves a verme,
me dijo. Es que yo no creo en estas cosas. No creo que un desconocido pueda
resolverle a uno sus problemas o a… Yo no estoy enfermo, ¿eh? No estoy aquí
porque esté enfermo del coco o porque… Que conste, ¿eh? Vine Porque mi
novia dice que ya no aguanta mi carácter, ni mis pesadillas, ni mis cambios de
humor, ni mis tristezas, ni mis silencios. (Pausa.) Ni que A veces, cuando
vamos a hacer el amor yo… éste, no… o sea… bueno, lo que le pasa a
cualquiera… a usted le pasa también, ¿verdad? Yo, la verdad, no tengo
problemas. Bueno, sí, algunos, como todo el mundo, En el trabajo o en la calle,
pero… yo no busco, sólo me sé defender. Antes que me griten, grito, antes que
me peguen, pego. Autodefensa, simplemente, ¿no cree? Yo nunca he tenido
problemas. (Pausa.) Bueno… uno pequeño. Desde niño… o sea… me pasa
algo raro. Cuando Veo un perro, me… éste… cómo le diré… me orinó en los…
éste. A lo mejor usted puede… (Pausa.) Yo no tengo problemas. Soy muy
afortunado. Será que nací guapo. Será por mis pestañas rizadas o por mis ojos
verdes o por mi sonrisa…Tengo un cuerpo muy… En la calle o en las fiestas
las mujeres voltean a mirarme. Y hasta en los bares o en el Gimnasio, los
hombres también me miran, pero yo… Tengo las viejas que quiero. Las miro y
caen. Aunque luego me hartan, después de la primera cogida. ¿Por qué será?
Las deseo un chingo, pero luego, siento como asco, como repulsión y no
vuelvo a verlas. A veces me hartan por ofrecidas… Nunca he tenido problemas.
Ni siquiera cuando supe que mis padres no eran mis verdaderos padres. Me lo
dijo una vecina que se peleo con mi madre, bueno, con la que se hacía pasar
por mi madre. Yo espere a que llegara mi padre o el que se hacía pasar por mi
padre. Los Senté frente a mi les dije: lo sé todo. Ahora, cuéntenme su versión.
Lloraron, me pidieron perdón. Es padre el que cría, no el que crea, el que
cuida, no el que engendra, me decían y yo fingía que estaba en crisis y
encabronado, pero no, la verdad, estaba feliz. Sufran cabrones. Sufran. Estaba
feliz, porque siempre me cayeron mal. Yo nunca sentí eso que muchos sienten
el día de las madres o el día de… Ella era gorda, gorda y chaparra, mal vestida
y tonta. Vendía verduras en un mercado. Una madre verdulera, ¿se imagina?
Me daba vergüenza que fuera por mí a la escuela. El era flaco, flaco y con
lentes de fondo de botella, que se hacía pasar por ingeniero civil, pero no
construía puentes, ni edificios, ni carreteras, ni nada. Trabajaba de vendedor de
puerta en puerta, vendiendo biblias, enciclopedias, criptas, seguros… De chico,
él nunca me defendía cuando los vagos de la colonia me robaban… o cuando
los grandulones del edificio me… (Pausa.) Ya me distraje. ¿Qué es lo que me
pidió? Digo, ¿qué me dijo que recordara? Ah, sí. La primera imagen, o sea… el
recuerdo más lejano. ¿Y eso para qué? Digo, ¿qué tiene que ver con lo que me
pasa? Bueno… Déjeme pensar… De niño… muy niño… cuando yo… Este…
Lo más lejano… Es de noche. Todo está oscuro. Hay una tormenta con rayos.
Tengo miedo. Bajo de mi cama. Me acerco a la cama de mis padres. La cama
rechina muy fuerte. Crash, Crash, crash, crash. Los relámpagos iluminan la
cama. ¿Qué es eso? ¿Qué están haciendo? No tienen ropa. Ella parece una
ballena, tirada Boca arriba. Él es como un mosquito, perdido entre sus lonjas.
Ella le pide más, más, más. Él le ruega ya no, ya no, ya no… Me quiero ir.
Quiero volver a mi cuarto, pero no me puedo mover. Ellos se detienen. La
cama ya no rechina. Me miran desde la cama. Me gritan. ¿Qué chingados
haces aquí? Lárgate. No me puedo mover. Ella baja de la cama, enojada.
Chamaco metiche. Vas a ver. Me pega, me agarra de los cabellos, me
arrastra, me lleva a mi cuarto. Me alza del suelo y me avienta En la cama. La
próxima vez que estés de mirón te vamos a sacar los ojos. Se va. Llueve…
Todas las noches escucho la cama. Crash, crash, Crash, crash… no puedo
dormirme. Me tapo los oídos, pero sigo escuchando crash, crash, crash… ¿Por
qué será? Bueno. Es sólo un recuerdo. Ya grande, a veces, aunque esté lejos
de ellos, escucho entre sueños Crash, crash, crash… y despierto con miedo.
¿Qué raro, no? Bueno, es un recuerdo, nada más… Este, le estaba contando
al principio, que Cuando supe que no eran mis verdaderos padres me puse
feliz. Claro, No podían serlo. Yo no podía haber tenido tan mala suerte. Los
perdonaré, les dije, si me dicen dónde están mis verdaderos padres. Dijeron
que no lo sabían, que me habían recogido en un orfanatorio y que se habían
comprometido a no revelarme jamás mi origen, ni siquiera el nombre de ese
lugar. Ah, ¿sí? Pues si no me dicen dónde está ese orfanatorio se van a
arrepentir, les dije. No, no, por favor, no vayas a hacer una barbaridad, me
decían llorando. Te amamos, te necesitamos, eres nuestra razón de vivir.
¿Para qué quieres saber quiénes fueron tus pa- dres biológicos? Para salir de
aquí, le dije. ¿Cómo? Sí, para escapar de este horrible departamento, de este
horrible condominio de mierda, de esta horrible colonia popular. Aquí nada te
falta, dijo él. Tienes techo, vestido y sustento. Ah, ¡qué palacio! ¡Qué
guardarropa! ¡Qué menúes! Pinche ratonera, pinches garras, pinches tacos.
¡Guácala! No. Yo no merezco esto. Estoy seguro que soy hijo de una joven
muy rica, seducida por un hombre casado de su misma clase. Sus padres la
encerraron nueve meses y la obligaron a deshacerse de mí, para evitar las
críticas de la alta sociedad. Pero tanto ella como él de- ben estar arrepentidos,
pensando ¿dónde estará nuestro bebé? ¿Qué apuros estará pasando?
Nosotros nadando en dinero y él viviendo con alguna familia pobre. (Pausa.) Yo
debo tener lo que me pertenece. Así que me dicen en qué orfanatorio me
recogieron o me tiro la venta- por na o me aviento al metro o me doy un tiro. Y
les mostré una pistola nuevecita, una Beretta importada. Mire, qué casualidad,
es ésta misma 38 súper que todavía conservo. Me la robé de un carro, cuando
yo trabajaba acomodando automóviles en un estacionamiento del centro. ¿Me
está escuchando? Como que está pensando en otra cosa. Como que nomás
me mira y su pensamien- to anda en otra parte, ¿verdad? Usted está aquí para
escucharme, no para hacerse pendejo. Estamos? (Pausa.) Me dieron el
nombre del or- fanatorio y fui a ese lugar que parecía un convento. Me negaron
la in- formación, pero enamoré a una secretaria vieja y fea, y ella encontró mi
expediente en un archivo muerto del sótano de aquel lugar. Sólo tenía dos
papeles: el recibo que firmaron los que me recogieron y una acta de la policía.
Ahí decía que dos agentes habían declarado al Ministe- rio Público que esa
mañana unos niños andaban jugando en un terreno baldío y que vieron tres
perros que se peleaban por una bolsa de plástico, Que tenía adentro un
muñeco. Que los niños le quitaron el muñeco a los perros, pero que no, que no
era un muñeco sino un bebé muerto, pero que al verlo bien, notaron que no
estaba muerto y que apenas Respiraba, y que lo llevaron a la Cruz Roja, donde
lo hidrataron y lo Pusieron en una incubadora porque tenía hipotermia. ¿Sabe
qué es eso? Hipotermia quiere decir que estaba congelado por el frío. Sentí
asco, Luego mucha tristeza y después mucha rabia. Hijos de la chingada,
pensé. Para desquitarme, le di una madriza a la secretaria que me dio el
expediente y llegué a la casa y me les enfrenté a aquel par de pendejos que
Me miraban con miedo, como usted me está mirando. Así que cambie Su
mirada o… ¿Estamos? (Pausa.) Perdón, perdón, me suplicaban, pero Les di
una madriza a los dos, hasta que me cansé, por ojetes, por desgraciados, por
mendigos. (Pausa larga.) Se me pasó la mano y… pues no Vivieron para
contarlo. Fingí que había sido un asalto y nadie sospechó De mí. La gente me
daba el pésame y yo lloraba, compungido por haber Quedado huérfano. Desde
entonces ando buscando a mis verdaderos Padres. ¿Usted, de casualidad, no
sabe de una pareja que hace veintiún Años haya tenido un hijo y que ahora lo
estén buscando, arrepentidos De haberlo abandonado? No les voy a hacer
nada. Al contrario. Quiero Localizarlos para comprobar que tuve a unos padres
guapos, finos, elegantes, educados, ricos, que viven muy bien. Seguramente él
ya se divorcio y se casó con otra. Yo, simplemente quiero localizarlos para
disfrutar el lugar que me corresponde. Tengo derecho, ¿no cree usted? Esto
que hemos hablado es como una confesión, ¿verdad? Lo que aquí Se habla,
aquí se queda, ¿no? Usted no va a delatarme, ¿verdad? Júremelo. (Pausa.) No
le creo. Usted me va a delatar. (Pausa.) ¿Sabe? A mí No me gusta arriesgarme
nunca… ¿Por qué me obliga a hacer lo que no Quiero? Cuando yo hablo, me
gusta que me miren a los ojos. Se lo advertí.
Se incorpora, se sienta en el diván. Coloca el cañón de la pistola en la frente del
sicoanalista. Le quita el seguro. Pausa larga. Lleva la pistola a su Propia sien y
dispara. Cae sobre el diván.

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