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“Año del Bicentenario del Congreso de la República del Perú”

UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL


FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA PROFESIONAL DE HISTORIA

ENSAYO – SEMINARIO DE LOS MOVIENTOS POLITICOS EN AMERICA


LATINA

“LA REVOLUCIÓN HAITIANA DE 1804”

ALUMNO: ALDO MAURICIO QUIJANO RIVAS


PROFESOR: SAMUEL ALCIDES VILLEGAR PAUCAR

CICLO: IX
LIMA- PERU
2022
LA REVOLUCION HAITIANA DE 1804

Por: Aldo Quijano

INTRODUCCION

El primero de enero del año 1804 se proclama la independencia de Haití (por

Jean Jacques Dessalinnes) de la monarquía francesa. Esto marcaría un

precedente que la América Hispana no alcanzaría sino hasta dos décadas más

adelante. En este año, Haití se convertiría en la primera república negra de la

única revolución de esclavos exitosa.

Haití surge como un Estado-nación producto de una revolución social que parte

por la búsqueda de libertad contra el modo de producción esclavista de

plantaciones y contra toda forma de racismo. Es curioso darse cuenta, a partir

de la lectura de varios autores, que la historiografía de corte liberal haya

decidido ignorar el proceso revolucionario e independentista haitiano, quizás

por el temor propio de la época a que se contagiase el sentimiento libertador al

resto del continente.

El general Toussaint L´Ouverture es el líder indiscutible de la revolución

haitiana. Toussaint demostraría desde pequeño tener capacidades tanto físicas

como mentales excepcionales. De él se diría que había sido demasiado amable

con los colonizadores. Este señor tenía el pensamiento que la libertad debía

ser universal, por lo que rechazó formar parte de los esfuerzos movilizadores

de Vincent Ogé en 1790, ya que se limitó a su propia casta de mestizos ricos y

libres. Sería Toussaint, hasta el día de su muerte, el defensor de la libertad de


los negros y, después de ella, inspiración en todo el continente para la

liberación esclava de las demás colonias.

CONTEXTO INTERNACIONAL (SIGLO XIX)

La revolución haitiana se encuadra en un contexto de procesos revolucionarios

que se dan en toda la América Latina. Era la lucha entre dos fuerzas

ideológicas: las del Antiguo Régimen, identificadas en la filosofía de la

Restauración (tradicionalismo francés, absolutismo real, el rechazo de los

derechos individuales, entre otras ideas). Esta corriente se materializaría en el

Congreso de Viena de 1814, que rezaría 3 principios fundamentales: a) el

restablecimiento de las fronteras europeas destruidas por Napoleón, b) el

principio de legitimidad monárquica y c) el principio de intervención de las

grandes potencias en los asuntos internos de los restantes países. Pero por el

otro lado, estuvieron las fuerzas liberales de la burguesía con afán de ganancia

y de escalada en el sistema social. Y junto a esta, emergieron nuevas fuerzas

que vincularon las ideas de nación y conciencia nacional.

Estos últimos grupos se inspiraron en los modelos franceses y

norteamericanos. Recuérdese que Bolívar había calificado de “despotismo

oriental” al imperio español (el mismo término que había utilizado

Montesquieu). De la misma manera, el pensamiento constitucional y político

europeo llega a influir en el republicanismo latinoamericano.


CONTEXTO INTERNO HAITIANO PRE-REVOLUCION

Haití, o más bien Sain-Domingue, era un país nuevo para el siglo XVIII,

básicamente constituido por migrante franceses y esclavos provenientes del

África (obligados a trabajar en las plantaciones azucareras del norte de Saint-

Domingue). Se trataba de la parte occidental de la isla La Española que fue

cedida por España a Francia mediante el Tratado de Ryswick en 1697. Desde

entonces, Francia asignaría a esta parte de la isla las tareas de producción

azucarera, índigo y tabaco.

En este contexto, los esclavos eran considerados piezas sustituibles, de modo

que, si quedaban imposibilitados de trabajar o morían, en su defecto,

terminaban siendo reemplazados por otros esclavos importados directamente

de África.

Para 1789, al iniciarse la Revolución Francesa y paralelamente la Revolución

Haitiana, en el país habitaban 30 mil colonos blancos, 40 mil mulatos y 550 mil

esclavos negros. Los mulatos, quienes ocupaban el rango intermedio, eran

libres y solían ser propietarios de medianas y pequeñas explotaciones. Los

colonos blancos eran mayoritariamente monárquicos y por tanto defensores del

Antiguo Régimen.

Entonces, tan pronto como estalló el proceso revolucionario en París, la

literatura como la información acerca de la misma llegaría en Saint-Domingue.

Especialmente fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

(1789) lo que generó gran impacto entre los haitianos. Esto motivó a que el 28

de octubre de 1790, unos 350 mulatos, encabezados por Vincent Ogé,

acudiesen a la Asamblea de Puerto Príncipe a exigir igualdad de derechos. La


respuesta fue una dura represión, en la que Ogé pagaría con su vida junto a

decenas de otros participantes.

EL PROCESO REVOLUCIONARIO HAITIANO (1791-1804)

El estallido ocurre un 14 de agosto de 1791, mientras se realiza una ceremonia

religiosa en Bois Caiman. Una masiva sublevación de esclavos dirigida por

Dutty Boukman, Geaorge Biassou y Jean F. Papillon, que destruyó decenas de

plantaciones y asesinara a más de 2 mil blancos.

Dos años después, a raíz de la ejecución de Luis XVI el 21 de enero de 1793,

España intervendría en Sain-Domingue, ofreciendo apoyo a los rebeldes. El

médico Toussaint, quien sería ayudante de Biassou y luego la cara más visible

de la revolución, aceptaría el trato con España.

Más adelante, Maximilien Robespierre propuso (luego aprobado) la abolición

de la esclavitud en Francia y sus colonias. Por tanto, otorgada la ciudadanía y

la libertad mediante tal decreto a los esclavos de Haití, Francia envía al general

Lavaux a negociar con Toussaint para que rompiese con España y se sumara

al bando francés, quien lo aceptaría y luego expulsaría a los españoles,

obligándolos a firmar un tratado de paz en 1795 (método que usaría en 1798

contra los ingleses). Esto le valió a Toussaint el nombramiento de gobernador

de Saint-Domingue.

Desde ese momento, Francia tenía el plan de quebrantar la autoridad del gran

líder haitiano para reemplazarlo por un títere. Primero enviaría al general

Hédouville para fomentar la división entre Toussaint (norte) y André Rigaux

(sur), lo que genera una guerra civil entre 1799 y 1800, terminando con la
expulsión de Rigaux. El 2 de julio de 1801, se proclama una constitución

política que establece un régimen autonómico, más no la independencia de

Francia.

No obstante, Toussaint cometería el gran error de seguir confiando en Francia,

por lo que enviaría el texto de la constitución a Napoleón Bonaparte con el fin

de obtener su aprobación. Lo que recibió del nuevo emperador fue a su

cuñado, el general Leclerc, junto a 20 mil soldados para aplastar su gobierno,

el 29 de enero de 1802. No pudieron dominar a Toussaint hasta que lo

apresaron en junio del mismo año y lo llevaron hacia Francia, donde muere en

abril de 1803 a los 60 años de edad.

En el cap. 22 del libro “Toussaint L´Overture: La revolución haitiana” de Jean-

Bertrand Aristide, se comenta que Napoleón contemplaba dos opciones: 1)

revestir a Toussaint de poder confiando el mando en los “generales negros”,

contando con un pago de impuesto a antiguos propietarios o 2) conquistar Haití

por las armas, mandar a los generales negros para Francia y devolver las

propiedades a sus antiguos dueños. La primera opción resultaría cara para los

hacendados, pero igual para el comercio francés, ya que Francia siempre

disfrutaría de los privilegios exclusivos de tráfico; mientras la segunda opción

costaría la vida de muchos hombres, ya que Haití contaba con un ejército de

entre 25 a 30 mil soldados.

En mayo de 1803, se sublevarían J.J. Dessalines y Henri Christophe contra la

dominación francesa, ya que no querían dar vuelta atrás; para octubre de 1803

Dessalines tomaría Puerto Príncipe y el 19 de noviembre se da la derrota

definitiva en la batalla de Vertiers. El 1 de enero de 1804 se daría la

independencia definitiva; se había cumplido la palabra de Toussaint cuando


afirmó: “Al derrocarme, sólo se ha derrocado en Santo Domingo el tronco del

árbol de la libertad de los negros; volverá a crecer porque sus raíces son

profundas y numerosas”

EL TRASFONDO IDEOLOGICO DEL CASO HAITIANO

El caso haitiano es único. No se trató de una revolución burguesa como si lo

fue en Francia ni un enfrentamiento entre dos sujetos occidentales como pasó

con la Revolución norteamericana. Es relevante resaltar que el caso

norteamericano no se trató ni por lejos de un levantamiento de explotados, sino

la lucha de “europeos aclimatados” apoyados por otros europeos. El objetivo

era el derrumbamiento de las bases del colonialismo europeo.

En sí, la revolución haitiana tiene un lugar esencial en la historia

latinoamericana del siglo XIX. Fue anti sistémica en el sentido en que pone en

entredicho la lógica colonial racista y esclavista que estaba impuesta en el

continente americano por el mundo occidental. Y viéndolo en retrospectiva,

esta revolución resultó ser inesperada, inédita y excepcional. El sistema-mundo

moderno que se construyó sobre la base del colonialismo, como diría

Wallerstein, fue puesta en cuestión tempranamente por el acontecer histórico

haitiano. El motor de la historia de acuerdo a su propio contexto son las masas;

no el proletariado (concepto europeo, de base en las fuerzas productivas), ni la

figura del gran hombre hegeliano. Principalmente, las masas esclavas que no

le tenían miedo a morir y luchar con tal de ser reconocidos frente al “amo” y

ganarse su libertad.
Según Glodel Mezilas, el haitiano tenía un fuerte sentido acerca de su propia

dignidad humana y reconocían todo el aparato cosificador racista colonial

(concepto basado en Colonialidad del poder de Aníbal Quijano), basado en el

Código Negro de 1685, promulgado por Louis XIV. Este texto contiene 60

artículos referentes al bautismo, la reglamentación, alimentación, religión,

estatuto social y jurídico del esclavo. El esclavo no tiene derecho a profesar

otra religión que no sea la católica, no tienen derecho a reunirse en grupos (ni

de noche), tampoco tiene derecho social ni político alguno. La revolución

haitiana buscaba humanizar y revalorar a este ser humano desvalorizado. Se

desplegó, en otras palabras, un humanismo revolucionario basado en el

respeto del otro. No es un humanismo renacentista, sino un humanismo con

visión antropológica.

¿QUÉ LLEGÓ A REPRESENTAR LA REVOLUCIÓN HAITIANA?

Se trató de la primera revolución servil de la historia moderna. La revolución

haitiana es la primera que inicia las guerras de liberación nacional que se

desplegarán durante la segunda mitad del siglo XX.

Es una forma de lucha de guerrilla basada en el cimarronaje. El cimarronaje por

sí mismo es una afrenta y desafío al orden colonial, ya que la figura del

cimarrón se sirve de medios como el pillaje, el incendio y la venganza, con el

fin de librarse de sus amos. Esta táctica terminaría siendo practicada por los

propios haitianos durante la ocupación militar estadounidense de 1915.


Además, la práctica del vodú llegaría a servir como mecanismo de resistencia

desde los primeros años de la revolución (1791). En este sentido, la revolución

haitiana permitió la valoración y recuperación de la cultura popular o subalterna

como una manera de resistencia.

REFERENCIAS

1. Glodel Mezilas (2009). La revolución haitiana de 1804 y sus impactos

políticos sobre América Latina. En Estudios de filosofía practica e

historia de las ideas. (Enlace: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?

pid=S1851-94902009000200004&script=sci_arttext)

2. Jean-Bertrand Aristide (2013). Toussaint L´Overture: La revolución

haitiana. Madrid: Ediciones Akal, S.A.

3. Olmedo Beluch (2021). Haití: la primera revolución social victoriosa

trazó el camino de la independencia. Recuperado de:

https://www.sinpermiso.info/textos/haiti-la-primera-revolucion-social-

victoriosa-trazo-el-camino-de-la-independencia

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