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EL PROCESO DE UNIFICACION POLITICA E

INDEPENDENCIA NACIONAL.

Los movimientos de independencia en América:


características e ideología.

Entre 1806 y 1814, España fue invadida por Napoleón Bonaparte, lo que
ocasionó una gran inestabilidad en dicho país y, por lo tanto, se fue debilitando
el dominio español en América.

Las tropas de Napoleón llevaron a los lugares conquistados las ideas liberales
de los pensadores, que ejercieron gran influencia en los territorios coloniales de
España en América. Estas ideas fueron muy estudiadas por los miembros del
clero y la burguesía criolla de Hispanoamérica.

Las ideas de libertad, igualdad, progreso y soberanía entre otras se difundieron


rápidamente por las regiones del continente americano y fueron de fundamental
trascendencia ya que influyeron en las independencias de las naciones del yugo
de España, dando lugar a que los revolucionarios independentistas tuvieran la
oportunidad de lograr sus propósitos de emancipación.

El liberalismo fue una ideología que caló hondo en muchos líderes de la


independencia. Los grandes protagonistas de este periodo en América fueron

George Washington, Simón Bolívar, José de San Martín, Miguel Hidalgo y


Costilla, Agustín de Iturbide entre otros, que son considerados los padres de las
patrias americanas contemporáneas por sus luchas contra el dominio colonial.

Periodo de la España Boba: características y efectos.

El Tratado de Basilea de 1795 supone la cesión a Francia del territorio español


de isla La Española o de Santo Domingo. Pero no es hasta 1801 cuando se
produce la ocupación efectiva del territorio por parte de las autoridades
francesas. En los años siguientes, Haití consigue su independencia de Francia y
el antiguo territorio español será objeto de sus apetencias.

Los acontecimientos peninsulares de 1808 sacuden a una población dominicana


que se levanta contra la ocupación francesa. Encabezados por Juan Sánchez
Ramírez , los dominicanos consiguen la independencia de Francia gracias a la
ayuda de la flota inglesa, volviendo a formar parte de la Monarquía Española. El
descontento entre la población dominicana aumentaba por la mala gestión de las
autoridades españolas. A esta fase de la historia dominicana se la llama La
España Boba.

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Durante más de 10 años de sucesivos administradores ineficientes, Santo
Domingo degenera hasta su desmembramiento social y económico. Pero no
será hasta 1821, cuando una revuelta encabezada por José Núñez de Cáceres
(1772-1846) proclame la independencia de la Parte Española de Haití. Intentó
que el nuevo estado quedase bajo la protección de la Gran Colombia de Bolívar
para evitar una invasión de sus vecinos haitianos, pero sus intentos fracasaron
y la temida ocupación se produjo meses después.

El ejército haitiano de Jean Pierre Boyer (1776-1850) invade el nuevo territorio


independizado, dando comienzo a un periodo de ocupación que se prolongará
durante 22 años. Habría que esperar a 1830 para que España reclamara a Haití
la devolución de esta parte de la Isla. A finales de los años 30 del siglo XIX, surge
un grupo llamado La Trinitaria que derrotará a los ocupantes haitianos el 27 de
febrero de 1844, fecha en la que se proclama el nacimiento de la República
Dominicana.

España reconocerá dicha independencia con la firma del Tratado de


reconocimiento en 1855, pero tan sólo tendrá vigencia seis años puesto que en
1861 el general Pedro Santana (1801-1864) solicitará la anexión a España. Esta
adhesión dura hasta 1863 y sirve de punto de partida para un periodo de
revueltas y guerra que finalizará en 1865 con la instauración de la Segunda
República en Santo Domingo y el total desligamiento de España.

La independencia efímera.

La Independencia Efímera tuvo lugar el 1 de diciembre de 1821, cuando José


Núñez de Cáceres declaró la separación de la capitanía de Santo Domingo de
España.

El nuevo estado fue llamado Haití Español, aunque la intención de Núñez de


Cáceres no era mantenerse independiente, sino solicitar la anexión de ese
territorio a la Gran Colombia, en un intento de buscar el apoyo de Simón Bolívar
para defender el territorio de las pretensiones anexionistas de Haití.

Haití se había independizado en 1804 de Francia y, en aquella época, contaba


con más población y mayor poderío militar que la parte oriental de la isla La
Española.

Según historiadores, Simón Bolívar, quien mantenía buenas relaciones con los
gobernantes de Haití, nunca llegó a recibir la petición de auxilio por parte de los
dominicanos, por encontrarse en esos momentos en la campaña para la
liberación de Perú.

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En aquellos meses, varios poblados del oeste dominicano incluso solicitaron la
anexión del territorio a Haití, en contra de las pretensiones de los gobernantes
en Santo Domingo.

La independencia dominicana se frustró dos meses después, el 9 de febrero de


1822, cuando las tropas haitianas lideradas por el presidente Jean Pierre Boyer
invadieron Santo Domingo, dando inicio a 22 años de ocupación.

El gobierno de Boyer.

(Puerto Príncipe, 1776 - París, 1850) Político haitiano que presidió el país desde
1818 hasta 1843. Tras conquistar los negros y mulatos haitianos la
independencia de su país, estalló entre ellos mismos una lucha racial que habría
de tener por protagonista, entre otros, a Jean-Pierre Boyer.

Nacido en Puerto Príncipe hacia el año 1776, Jean-Pierre Boyer procedía de una
familia de mulatos libres. Tas estudiar en Francia, fue uno de los primeros que
tomaron las armas cuando se produjo la rebelión de 1794 en contra de los
esclavistas franceses. Fiel al líder mulato André Rigaud, que fue derrotado por
el general negro Toussaint-Louverture, Jean-Pierre Boyer hubo de refugiarse en
Francia, de donde regresó en 1802 con la expedición napoleónica que se
proponía reconquistar la isla.
Sin embargo, la pretensión de los franceses de reintroducir la esclavitud movió
a Boyer a combatir por los negros, prestando grandes servicios a la causa de la
independencia del país. Apoyó al general Alexandre Pétion en la lucha que llevó
al derrocamiento en 1806 del dictador Jean Jacques Dessalines. En 1818, tras
la muerte de Pétion, Boyer fue proclamado presidente del sur de Haití, que
unificó con el norte tras la rebelión que acabó con el tiránico mandato de Henri
Christophe (1920).

Su gran ambición era reunificar la isla, lo que consiguió en 1822 tras invadir
Santo Domingo, país independiente desde el año anterior. En 1825 logró el
reconocimiento de la soberanía de Haití por Francia a cambio de una
considerable indemnización económica, lo que lo forzó a elevar los impuestos.

El gobierno de Boyer duró veinticinco años, y dio a Haití una estabilidad política
y una organización administrativa perdurable. Sin embargo, sus inclinaciones
hacia un gobierno despótico, las constantes luchas entre negros y mulatos y la
ausencia de reformas sociales que aliviaran la situación de los campesinos
llevaron a los liberales a derrocarlo en 1843. El ex presidente huyó a Francia,
donde murió el 9 de julio de 1850 en París.

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La crisis del régimen social, política económica y cultural en
el régimen de Boyer.

Desde que Haití alcanzó su independencia en 1804 sus gobiernos estuvieron


encabezados por militares que se habían destacado en la revolución y guerra de
liberación librada contra los franceses.
Dessalines, Cristóbal, Petión y Boyer marcan una larga línea de gobernantes
que aseguraron la gobernabilidad mediante el mando militar y el ejercicio del
poder de manera personalista y autoritaria.
La Constitución de 1816 de la sureña República de Haití estableció una
presidencia vitalicia que dejaba tan poca posibilidad de alternabilidad política
como el sistema monárquico establecido el norte de Haití por Cristóbal,
proclamado emperador en 1811.
Jean Pierre Boyer heredó esa tradición y ejerció su presidencia con la misma
pretensión de gobernar hasta su muerte, pero los liberales haitianos, en alianza
con los dominicanos, pusieron fin a su régimen en marzo de 1843 mediante la
llamada "revolución de Praslin", nombre éste que viene de la finca del General
Charles Riviere Hérard, escogido por los liberales para encabezar las acciones
militares contra Boyer.
Los dominicanos han estudiado desde numerosos ángulos la separación de Haití
de la parte oriental de la isla y la creación de la República Dominicana, en 1844,
como si éste fuese un proceso puramente endógeno, pero lo cierto es que la
independencia dominicana tuvo lugar en medio de la profunda crisis política que
se desató en Haití a raíz del derrocamiento de Boyer.
Aquella fue también una crisis constitucional, pues tan pronto los haitianos
tuvieron que confrontar la necesidad de llenar el vacío dejado por el régimen de
Boyer, se lanzaron a redactar una nueva Constitución que debía establecer el
marco legal para la construcción de un régimen liberal en Haití.
Los debates de la Asamblea Constituyente haitiana comenzaron el 18 de
septiembre de 1843 y concluyeron con la promulgación de la nueva Constitución
el 31 de diciembre de ese mismo año.
Durante esos cuatro meses, tanto la ciudad de Puerto Príncipe, como Cabo
Haitiano, Jacmel y Les Cayes, así como otros centros poblados de cierta
importancia, estuvieron envueltos no solamente en los debates constitucionales,
sino también en un clima de intrigas políticas, pues después de tantos años de
regímenes militares, el Estado haitiano no podía prescindir de la actuación
política de los hombres de armas.
Dicho de otra manera, los militares haitianos habían sido los administradores del
Estado haitiano, en sus versiones republicana y monárquica, durante
exactamente cuatro años, y la élite gobernante haitiana estaba fuertemente

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influida por el elemento militar y la mentalidad castrense. Debe recordarse que
Haití mantuvo un gran ejército en pie de guerra por lo menos hasta 1825,
esperando una invasión francesa que nunca llegó.
Es cierto que en los años anteriores a su derrocamiento, Boyer había permitido
que sus diputados y senadores cuestionaran críticamente algunos aspectos de
su régimen, particularmente a partir de la crisis económica y financiera de 1838,
pero los límites de esas libertades se hicieron prontamente evidentes en octubre
de 1839, cuando los principales diputados y senadores antiboyeristas fueron
expulsados del Congreso mediante diversas maniobras dirigidas por el mismo
Presidente de la República.
Es importante mencionar dos de esos líderes por su nombre, pues ambos, David
Saint Preux y Hérard Dumesle, jugaron un papel muy importante en la
conspiración que culminó con el derrocamiento de Boyer e, inmediatamente
después, en la constitución y conducción del gobierno de Charles Hérard ainé,
el sucesor de Boyer.
La crisis haitiana que siguió a la caída de Boyer fue también una crisis social y
racial, pues hasta entonces los generales y políticos mulatos habían controlado
el Estado, aun cuando en el norte y en algunas localidades del centro de Haití
los generales negros eran preponderantes, como ocurría con en Cabo Haitiano
en donde el poder local del General Louis Pierrot era incontestable.
La caída del régimen mulato de Boyer levantó los ánimos de los generales
negros que hasta entonces se sentían marginados y muy pronto se establecieron
redes conspirativas para contestar la continuidad de los mulatos en el poder,
ahora bajo el liderazgo de Hérard.
Para encabezar la revolución antiboyerista, Hérard fue nombrado como "Jefe de
Ejecución de las Voluntades del Pueblo Soberano", pero tan pronto fue
promulgada de la Constitución, Hérard fue elegido Presidente de la República.
Fue en su condición de Jefe de Ejecución que Hérard hizo su famoso recorrido
militar por la parte oriental de la isla en julio de 1843 para reprimir el movimiento
separatista organizado por los trinitarios y descubierto a raíz de las elecciones
municipales de junio de ese año.
Durante ese período, cuenta Jean Chrisostome Dorsainvil siguiendo al
historiador Thomas Madiou, los líderes civiles del movimiento antiboyerista se
hicieron "otorgar grados en el ejército: Hérard Dumesle tenía rango de General.
David Saint Preux, Coronel. El contagio fue tal que en Puerto Príncipe sólo se
oyó de pronto 'la sinfonía de los sables y de las espuelas martilleando al unísono
las calles de la ciudad'. Aquellos portadores de charreteras brillantes, aquellos
intrusos, fueron muy mal vistos por el verdadero ejército: sus jefes, casi todos
veteranos de 1804, ya mayores, analfabetos, desgraciadamente, no querían a
ningún precio encontrarse bajo las órdenes de administradores civiles, o jóvenes
sin experiencia."

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Había más todavía: los liberales proponían elecciones populares para elegir
representantes al Congreso y a los ayuntamientos, así como a los puestos de la
judicatura. Dice Dorsainvil que "muchos burgueses no concebían que un pueblo
que no sabía leer ni escribir fuese llamado a escoger por sí mismo a sus alcaldes,
diputados, senadores, jueces, hasta el Jefe del Estado."
Sobre este punto había un extendido consenso en la elite mulata, tanto entre
boyeristas como antiboyeristas. Ese exclusivimo político, que descansaba sobre
consideraciones raciales, irritaba mucho a los jefes militares negros que desde
los lejanos días de la revolución haitiana estuvieron en constante pugna con sus
contrapartes mulatos como se hizo evidente durante la guerra civil encabezada
por Toussaint Louverture y André Rigaud entre 1798 y 1800.
La Asamblea Constituyente sirvió de ocasión para la reconstitución del partido
boyerista bajo la dirección de los hermanos Celigny y Beaubrun Ardouin. Este
último había sido Senador bajo Boyer y un ferviente partidario de este
gobernante, como también su hermano quien emergió como un influyente actor
en los sucesos que siguieron al derrocamiento de Boyer.
Los boyeristas contaban con una extendida red de generales que se negaron a
aceptar la nueva Constitución desde los primeros días de enero de 1844,
mientras el mismo Hérard, sintiendo que la nueva Carta Magna limitaba
demasiado sus poderes, estimulaba a los generales, negros y mulatos, a
protestar contra la nueva ley suprema, llegando a decir públicamente que "la
Constitución era impracticable".
La confusión no podía ser mayor. La organización de los nuevos ayuntamientos,
con regidores elegidos popularmente, produjo numerosos conflictos con los jefes
militares locales acostumbrados ejercer el poder político de manera personalista
y absoluta.
Cuenta Madiou que el General Thomas Héctor informó a sus superiores que la
efervescencia popular en el Valle del Artibonito "era tan grande que no se podía
contener", y que había tenido que enviar tropas a Gonaïves para contener la
agitación.
Allí, uno de los diputados, de nombre Bazin, "intentó sublevar a los habitantes
de la Petite Riviere para imponer las doctrinas constitucionales. Fue al
ayuntamiento y apeló a los ciudadanos, pero éstos no le respondieron; entonces
quiso convocar a la guardia nacional, pero la autoridad militar se opuso a sus
designios. Insistió y arengó a sus escasos partidarios mientras el Coronel Jean
Giles Gonave le exhortaba, en vano, a someterse a la autoridad militar". Bazin
respondió disparando sobre los soldados, y éstos respondieron al fuego matando
a Bazin. Junto con Bazin cayeron también un juez y varios de sus parientes o
amigos.
Sucesos parecidos se repetían en otras partes del país, mientras la popularidad
de Hérard se desvanecía. Según Dorsainvil, "un golpe de Estado parecía
inminente cuando llegó la muy grave noticia de que la parte del Este se había
declarado independiente de Haití" el 27 de febrero de 1844.
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Hérard tenía ahora que enfrentar una nueva crisis, mientras la Oposición
"trabajaba en todas partes para fomentar insurrecciones, tanto en el Sur, como
en el Norte y la parte del Este. La Oposición, dice Madiou, no ignoraba el
proyecto de los habitantes de la parte del Este de separarse de la República; sin
embargo, no hizo nada por contrariarla porque lo único que tenía en mente era
el derrocamiento de Riviere Herard."

Los movimientos separatistas, el grupo de los trinitarios, el


movimiento de la reforma, el manifiesto del 16 de enero.

El Manifiesto del 16 de enero de 1844, como su fecha lo indica, fue concebido y


redactado antes de la fundación de la República Dominicana. Es el Acta de
Independencia de la Nación Dominicana, plataforma sobre la cual se fundó y se
levantó la República. El Manifiesto presenta las razones que justifican la
separación de la República de Haití, señalando todos los agravios sufridos
durante la ocupación haitiana de Santo Domingo y pasa a detallar cómo sería el
nuevo Estado que surgirá de esa separación.
La Manifestación, como algunos la llaman, luego de la fundación de la República,
sirvió como Carta Magna desde febrero hasta el 6 de noviembre de 1844 cuando
fue proclamada la primera Constitución en San Cristóbal.
El Manifiesto establece los límites de la República Dominicana y las provincias
que la componen: {{cita|Dividido como está el territorio de la República
Dominicana en cuatro provincias, a saber Santo Domingo, Santiago o Cibao,
Azua desde el límite hasta Ocoa y Seibo.

La proclamación de la independencia nacional.

El 27 de febrero de 1844, los rebeldes liderados por Francisco del Rosario


Sánchez ante la ausencia de Juan Pablo Duarte, tomaron la Fortaleza
Ozama en la capital Santo Domingo. La guarnición haitiana, fue tomada por
sorpresa, aparentemente traicionada por uno de sus centinelas. Otro grupo de
insurgentes, liderados por Matías Ramón Mella llegó hasta la Puerta de la
Misericordia donde Matías Ramón Mella disparó el legendario Trabucazo de la
Independencia y Sánchez izó inmediatamente la nueva bandera dominicana al
grito de ¡Dios, Patria y Libertad!. Había nacido la nueva república bajo la forma
de un gobierno republicano y democrático, en un pueblo libre que rechazaba
cualquier imposición extranjera.

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Realice una actividad, creando un mural con los
personajes más relevantes de la época.

Emitir una opinión personal.


La Independencia Nacional constituye la garantía de las libertades patrias y de
nuestra existencia como Nación libre e independiente de toda dominación,
protectorado, intervención e influencia extranjera, así como la concibieron
los Fundadores de La Trinitaria el 16 de julio de 1838, quienes con el lema: Dios,
Patria y Libertad, República Dominicana, dejaron proclamada nuestra nación el 27
de febrero de 1844, siendo así entendida por todos los pueblos.
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